Antecedentes Históricos

Variaciones en el Comportamiento Sexual

Antecedentes Históricos: Del pecado a la enfermedad

Constantino I
(280-337), bautizado en su lecho de muerte, fue el primer emperador Cristiano romano. En la parte Oriental de su imperio, creó una “nueva Roma” cuando mudó la capital a Bizantina, la cual renombró como Constantinopla (la ciudad de Constantino). Bajo sus sucesores, el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio e impuso su visión sobre la sexualidad humana tanto en el Occidente como Oriente de Europa.

En el siglo IV A.C., Constantino I (“El Grande”) fue el primer emperador cristiano romano, y bajo sus sucesores el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del imperio. Como resultado, Europa gradualmente adoptó una visión cristiana sobre  la sexualidad humana. Esta visión, la cual se basaba en una  tradición judía más antigua y estaba influenciada por ciertas filosofías ascéticas, prevaleció hasta después de la caída del Imperio Romano y luego dominó el mundo occidental y sus colonias hacia la era moderna. De acuerdo a la doctrina Cristiana, el acto sexual solo estaba justificado para el propósito de la procreación. Todas las formas de relaciones sexuales que no podían cumplir con este propósito eran pecaminosas. En verdad, algunas de ellas, como el sexo oral o anal, o el contacto sexual con animales o entre hombres, era tan abominable que por muchos siglos, eran severamente castigados como crímenes. No fue hasta hace 200 años que algunos países europeos comenzaron a eliminar las influencias religiosas de su código penal y se dejó de castigar las abominaciones “sexuales”. Si no se le había hecho ningún daño concreto a otra persona, la ley simplemente ignoraba el comportamiento.
Sin embargo, donde la ley se retractó, la medicina oportunamente participó. La especialidad emergente de  
psiquiatría convirtió los viejos pecados en enfermedades mentales, y las “abominaciones”  renacieron como “psicopatologías sexuales”.  Los psiquiatras hasta usaron los antiguos  términos teológicos “perversión”, “aberración”, y “desviación” para caracterizar estas enfermedades. En la Edad Media, estos términos se referían a herejías, es decir, creencias religiosas  “falsas”, que ahora significan comportamientos sexuales “falsos”, y que los herejes o criminales anteriores convirtieron en pacientes médicos. Estos no necesitaban castigos sino terapia. Solo fue hasta finales del siglo XX que la profesión médica finalmente siguió el ejemplo de los juristas eliminando así los elementos teológicos de sus manuales de diagnóstico. Los nuevos doctores “iluminados” ahora descubrieron que su adopción ciega de las ideas y términos religiosos habían sido moralizadores y no científicos. Por ello intentaron encontrar un criterio objetivo para juzgar el comportamiento sexual. Tampoco querían seguir hablando de “perversiones” etc. y buscaron términos, nuevos, puramente descriptivos y moramente neutros.

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