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Alfred Binet
(1857- 1911) médico y psicólogo francés, mejor conocido como el pionero de la prueba de inteligencia (Exámen de IQt). También introdujo los conceptos de “zonas erógenas” y “fetichismo erótico”. Su estudio Le fétichisme dans l’amour (“Fetichismo en los Asuntos del Amor”) apareció en 1882.
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En su definición original, la palabra “fetish” (portug: feitiço de latín factitius: artefacto) denota un objeto de veneración, un ídolo, un artículo religioso con poderes mágicos. Tales fetiches fueron, y todavía lo son, adorados en muchas sociedades preliterarias. Aplicado al comportamiento sexual humano, el termino se puede referir a cualquier cosa - un objeto, una parte del cuerpo, o una actividad – si es sexualmente deseable para alguien. Por favor entienda que este deseo no es causado por una persona como un todo, sino por una parte de esa persona o por un objeto que le pertenece, o simplemente por cualquier objeto, o por una actividad que ha adquirido algún significado erótico para el “fetichista”. En resumen, el término “fetichismo sexual” se refiere a una fascinación erótica con partes del cuerpo u objetos inanimados o actividades específicas a costa de la personalidad completa de la pareja sexual.
Alguna forma de fetichismo limitado es realmente común. Casi todas las personas han, en algún momento u otro, salvado y guardado una carta de amor, una foto, un pañuelo, una flor, un rizo de cabello, una prenda de vestir, u objetos similares que recuerdan la presencia de una persona amada y ausente. En verdad, en algunos casos, estos objetos inanimados pueden llegar a ser sexualmente excitantes. Sin embargo, estos casos “leves” “realmente no cuentan” y no nos referimos a ellos cuando se habla de fetichismos “serios”. Pasa a ser serio cuando el comportamiento fetichista se vuelve exclusivo y obsesivo, y cuando impide o dificulta una relación mutuamente satisfactoria con una pareja sexual. No obstante, aun así depende de las circunstancias si un terapista u otra persona debería intentar cambiarlo (por ejemplo, ver aquí.)
En resumen, cuando se habla de fetichismo sexual, se está hablando sobre el contexto social y sobre asuntos de grado. Después de todo, parejas diferentes pueden reaccionar de manera diferente a obsesiones sexuales diferentes y pueden hasta tolerar algunas de ellas más fácilmente, especialmente si de alguna forma “concuerdan” son sus propias preferencias. Es por ello que queda claro que los fetichismos sexuales “serios” no son necesariamente problemáticos. Con tal de que la pareja no tenga ningún problema con ello, hay pocas razones para que los extraños juzguen su comportamiento. En tal caso, uno pudiera preguntar si la etiqueta negativa de “fetichismo” es todavía útil.
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