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"Instintos": de la Biología al Psicoanálisis
Como hemos visto, incluso desde un punto de vista teórico "el sexo no es tan simple". Por otra parte, es evidente que la forma en que la gente suele hablar de "sexo", "comportamiento sexual", o el "sexo" es bastante impreciso. Ciertamente no es el adecuado para un análisis objetivo. Por ejemplo, si es que existe tal cosa como un instinto sexual, ¿qué es exactamente? ¿Es un instinto o para reproducir? O, ¿es un instinto de relajar la tensión en una manera específica? O, ¿es un instinto para experimentar placer? De hecho, ¿qué es exactamente un instinto para comenzar?
El término en inglés "sex drive", "instinto sexual", tuvo su paralelo en el alemán “Sexualtrieb”, un concepto que se hizo especialmente popular a principios del siglo 20. Se dijo que los instintos y los deseos eran fuerzas o energías innatas, que "llevaron" a los animales a comportarse de cierta forma previsible. En concreto, los impulsos llevaron a un animal a evitar molestias, como el hambre o la sed, y para liberar la tensión física a través de la actividad sexual. Así, por ejemplo, la caza de animales para la alimentación indicada el funcionamiento de un impulso hambre, la búsqueda de los líquidos de un deseo de sed, y el intento de la actividad sexual las de un impulso sexual.
Originalmente, la palabra "instinto" era simplemente un término biológico estrecho. Sin embargo, como hemos visto anteriormente, por Sigmund Freud el concepto de instinto sexual o el deseo sexual pronto adquirió dimensiones mucho más grandes. Con el nombre la libido, y más tarde Eros, se hizo la parte de su teoría psicoanalítica cada vez más ambiciosa que trató de explicar las motivaciones (en gran parte inconscientes) de todo el comportamiento humano. De hecho, hasta hoy freudianos siguen utilizando el término "conducta sexual" de una manera especial de los suyos que no es muy ampliamente compartido, pero que se justifica en el contexto de otras hipótesis psicoanalíticas. Sin embargo, también para el día de hoy, el psicoanálisis se ha mantenido más una cuestión de fe que de la prueba científica.
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