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Ensayos del Archivo

Los siguientes son extractos de un estudio realizado por la Dra. Ingelore Ebberfeld durante varios años para una tesis profesoral ("Habilitationsschrift") en la Universidad de Bremen. Algunos resultados de este estudio han sido publicados anteriormente en la revista "el Informe de DRAGOCO", y una parte principal ha aparecido recientemente en forma de libro bajo el título alemán: Botenstoffe der Liebe - Über das innige Verhältnis von Geruch und Sexualität, Frankfurt/M.: Campus 1998, pp. 252

Ingelore Ebberfeld, Ph.D.

Sexo y olor

  1. Olores corporales como estimulantes sexuales
  2. Llegar a conocerte - por el olor
  3. Olores artificiales vs. naturales
  4. Anosmia (la incapacidad de oler)
  5. Bibliografía

1. Olores corporales como estimulantes sexuales

¿Qué función desempeñan los olores agradables y desagradables en la relación sexual humana?

Para responder a esta pregunta, se realizó una encuesta a través de un cuestionario. Había 432 participantes entre las edades de 15 y 84 años (273 mujeres y 159 hombres). Se les preguntó acerca de sus propios olores corporales y los de su pareja y específicamente acerca de la influencia de estos olores en sus vidas sexuales. Para una evaluación de las respuestas, los resultados de diversas disciplinas científicas (Fisiología, Neurobiología, Zoología, Psicología) fueron utilizados para proporcionar un contexto más amplio, y este contexto luego se amplió una vez más por medio de numerosas referencias de fuentes etnológicas, históricas y literarias.

La encuesta mostró que, de hecho, los olores corporales desempeñan un papel significativo en la comunicación sexual. Por ejemplo, pueden proporcionar un impulso para la actividad sexual y también poner fin a contactos sexuales. De hecho, el 48,4% de los entrevistados respondieron que fueron estimulados sexualmente por el olor corporal de su pareja. Además, no menos del 8,8% de los hombres y un 5,5% de las mujeres informaron que por lo menos una vez habían recurrido a la ropa anteriormente usada por sus parejas como un medio de estimulación sexual.

Podría demostrarse que los seres humanos pueden y distinguen entre los olores que emanan de diferentes partes del cuerpo; pueden distinguir entre los olores del sudor de hombres y mujeres y también entre los olores frescos y rancios. De hecho, los hombres pueden distinguir entre los olores vaginales según las diferentes fases del ciclo menstrual. La percepción de los olores puede ser así tanto consciente como inconsciente, y puede conducir a reacciones conscientes como inconscientes. Algunas de estas reacciones son involuntarias. Por ejemplo, los olores masculinos y femeninos pueden influir en los procesos hormonales, es decir ellos pueden, hasta cierto punto, regular los periodos menstruales.

Estas observaciones han conducido a muchos investigadores a una comparación directa con las denominadas feromonas que regulan el comportamiento sexual en los animales y, de hecho, tales feromonas han sido también encontradas en los seres humanos. Sin embargo, ya que los seres humanos experimentan generalmente un proceso complejo de socialización, su caso no es de ninguna manera sencillo. Después de todo, debido a diversas restricciones culturales, no reaccionan inmediata o "automáticamente" a los olores estimulantes. Aún así, el 76,4% de los hombres y mujeres elegidos se sienten sexualmente estimulados por ciertos olores y tales olores pueden tener fuentes muy diferentes, como ilustra el siguiente gráfico:

En lo concerniente a los dos olores más estimulantes ("olor corporal sin perfume" y "olor corporal con perfume"), no hay mucha diferencia entre las preferencias de las mujeres y hombres. Sin embargo, hay una diferencia significativa con el tercero: el 26,0% de las mujeres nombran el "olor corporal después del coito" como el tercer más estimulante, mientras el 43,4% de los hombres nombran el "olor de los genitales" en tercer lugar. En otras palabras, para la estimulación sexual, los olores genitales son mucho más importantes para los hombres que para las mujeres. (La estimulación sexual femenina atribuye el "olor corporal después del coito" generalmente referida a la estimulación renovada la cual puede ocurrir hasta muchas horas más tarde e incluso después de que la pareja se haya ido).

2. Llegar a conocerte - por el olor

Ingelore Ebberfold*

(Informe Dragoco 6/1997, pp. 246-257)

Los hombres tienen rasgos específicos por los que se les puede reconocer, entre ellos está el olor corporal individual. Este olor se hereda y los miembros de la familia pueden reconocerlo 1. Así, las madres pueden identificar por el olor a sus hijos, y los bebés, a los siete días, son capaces de reconocer el pecho materno 2. Pero también se reconoce a la pareja por sus olores, bien por el suyo propio 3 o por las fragancias de sus productos de higiene y tocador.

Normalmente, para percibir el olor de una persona, debemos entrar en la atmósfera de su fragancia, es decir debemos estar bastante cerca de esa persona. Esta corta distancia entre dos personas puede producirse por diversas causas, pudiéndose llegar a distancias muy pequeñas en situaciones formales e informales. Podemos citar, por ejemplo, ciertas formas de saludo o actos sexuales. Debido a estos estrechos contactos, las fragancias de una persona quedan grabadas definitivamente en nuestra memoria olfativa, tan definitivamente que el olor de una prenda de vestir o de un perfume nos recuerdan a una persona en especial.

Este registro de fragancias personales es generalmente inconsciente, al igual que también registramos inconscientemente la cara o los andares. Una percepción consciente o, mejor dicho, una percepción que estimula una reflexión con juicio, se registra normalmente si se trata de olores individuales "chocantes". Puede tratarse de olores corporales agradables o desagradables, importantes o de fuerte percepción debida a un exceso en la utilización de las fragancias. Los criterios de valoración que cada uno utilice están supeditados a una escala de valores individual que viene determinada por el sexo, la cultura y factores hereditarios y diversos.

Es decir, la atención individual forma la base de la percepción inconsciente y consciente de las fragancias corporales. Es también la que hace posible una fijación especialmente intensa en nuestro recuerdo. Los olores destacados e importantes golpean insistentemente nuestro consciente, siendo las fragancias más importantes las que se perciben a través de las relaciones estrechas e íntimas, como la existente entre madre e hijo o entre amantes. "El olor nos hace acariciarnos y extasiarnos" 4, nos transmite seguridad y establece una relación íntima debido a que el sentido del olfato no se entiende sin el sentimiento. Cuando percibimos una fragancia, nuestro ánimo se ve afectado y forjamos inevitablemente un juicio intuitivo. Nos gusta o no nos gusta, nos es indiferente o reaccionamos vehementemente con deleite o rechazo. Respecto a la percepción de un olor corporal nos sucede lo mismo que con otras fragancias, tomamos una decisión íntima sobre su popularidad y sobre su calidad.

Por ejemplo, cuando se dice "A éste no puedo ni olerlo", (se utiliza en alemán por el castellano "A éste no puedo ni verlo". N.d.t.) quiere decirse: "A éste no lo soporto", "éste no me gusta". Aunque podemos suponer que esta frase en sus origenes tenía exactamente su significado literal, es decir que alguien podía encontrar rechazo en otra persona, posiblemente porque no le gustaba su olor. Tomando esta premisa al revés, podría decirse que las personas a las que se les tiene un especial afecto también nos gusta olerlas. Efectivamente es así. A las madres les gusta el olor de sus bebés y a los niños les gusta el olor de sus madres. Esta relación olfativa es completamente ostensible en los amantes. Ya se sabe que casi siempre están locos por la fragancia de la persona amada y huelen frecuentemente los objetos que conservan su olor.

Como parece que el amor y la fragancia están unidos entre sí, no es extraño que el olor en el lenguaje y en el significado de las palabras tenga mucho que ver con el amor. Según las investigaciones etimológicas de Hagens 5 "... El significado original de la palabra amor de los arios se atribuía a representaciones olfativas...", pues, según su opinión, sólo a través del olor se conseguía la más íntima relación entre hombre y mujer. Así la raiz "ghrâ" significa "besar" y también "olfatear". En persa "bujah" significa olor y amor, anhelo. Por eso los persas dicen me llega el olor de alguien a la nariz, es decir anhelo a esa persona. Asimismo los franceses utilizan la misma palabra "sentir", para oler y sentir.

Y realmente deben estar relacionados el olfatear y el gustar o el olfatear y el conocerse, pues muchas costumbres y tradiciones se refieren a ello. Por ejemplo, se dice que en el año 1880 en algunas partes de Bohemia se dejaba a los novios solos durante una noche para poder conocerse íntimamente. Debían "olerse mutuamente", literalmente: "aby se scuchli" 6.

Algunas de las viejas costumbres han llegado a nuestros días y conservan aún su antiguo carácter, que consistía en oler al otro para llegar a conocerle. En mi opinión algunas formas de saludo, como el abrazo o el estrecharse la mano, se remontan al olfateo. Actualmente, por ejemplo, un pueblo nómada tuvino de la estepa de Mongolia aún tiene la costumbre de olerse al saludarse y despedirse. A los niños se les coge en brazos y se les huelen las manos y el pelo 7. Se sabe que, en sus orígenes, los habitantes de Samoa no solamente se "frotaban las narices uno contra otro", sino que además se olfateaban las manos 8.

Por lo tanto, el olfatear a los demás se hace para examinar, para asegurarse íntimamente que se reconoce al olfateado, pero también para conocer a los demás. En sus orígenes los hombres, al igual que los animales, lo olfateaban todo. Sin embargo, al empezar a andar erguido se volvió, poco a poco, un "animal de la vista" y el olisquear se convirtió progresivamente en una mala costumbre animal y se reprimió especialmente en el "mundo civilizado". En los llamados "niños salvajes" podemos darnos cuenta de la importancia del olfateo. Olfateaban cosas y personas para reconocerlas o para trabar conocimiento. Daban más crédito a su nariz que a sus ojos. Por ejemplo, uno de ellos, Victor von Aveyron, al que se encontró cuanto tenía 11 años en 1801, un día se perdió y fue encontrado por la persona que le educaba, primero olió dos y tres veces sus manos y sus brazos y sólo después de ello se decidió a seguirla y empezó a dar gritos de alegría 9.

A pesar de que las palmas de las manos y las plantas de los pies no tienen pelo y por lo tanto huelen menos que, por ejemplo, las axilas, transmiten, sin embargo, suficiente fragancia individual como para identificar a las personas. Por la conducta de los perros estamos muy familiarizados con esta identificación a través del olor, pero también las personas son capaces de distinguir manos femeninas y masculinas 10. Con el estudio de Wallace se pudo incluso detectar una diferencia individual sólo con ayuda de los olores de la palma de la mano 11. Por lo tanto, puede suponerse que el apretón de manos europeo al saludarse proviene de una especie de mutuo olfateo de las manos.

Esta suposición no es totalmente descartable, pues el olfateo de las manos como saludo se ha observado en diversas manifestaciones. Por ejemplo, en la etnia Kanum irode del sur de Nueva Guinea, practicaron hasta 1939, por lo menos, el olfateo de las manos. Consideraban un signo muy especial de amistad, cuando se recogía con la mano el sudor de la axila de la otra persona, se olía y a continuación se frotaba esta secreción en el propio pecho 12. Eibl Eibesfeldt observó un ritual con el sudor muy parecido cuando un Gidjingali (miembro de una etnia en la provincia de Arnheim en Australia) despedía a un visitante. Primero tomó su propio sudor de su axila, luego frotó las manos en las axilas de su amigo y finalmente de nuevo en las suyas 13.

Aquí se establece al mismo tiempo, aparte del olfateo, un intercambio con una mezcla final de olores. Este acoplamiento de fragancias tiene como efecto que el olor del otro casi se convierte en el propio olor, pudiendo así posiblemente impregnarse de manera definitiva en la memoria olfativa, pues los propios olores siempre son más valorados que los ajenos. Además, el olor corporal de los demás se retiene algún tiempo lo cual tiene especial importancia, lo que queda es algo real, algo que puede unir íntimamente a las personas y además les permite recordarlas. Por ejemplo, en una novela se dice lo siguiente "Cuando ella se despidió de él, pasó varias veces las manos por su pelo y luego se puso rápidamente los guantes. Y todo el día y al siguiente inhaló... la fragancia de su amado y de sus cabellos, que se desprendía de sus manos que no se había lavado" 14.

También Malinowski dice que los trobriandos se olfatean en sus juegos amorosos, siendo el frotamiento nasal, que es de lo que aquí se trata, una práctica que también se emplea con parientes cercanos. Además de esto, las madres miman a sus hijos echándoles encima su aliento 15. El beso con la nariz que allí practican los amantes, estaba a principlos de siglo más extendido que el beso en la boca actual 16. Lo más importante del beso con la nariz no es, ni mucho menos, el frotarse las narices, sino el olfatearse mutuamente 17, por eso se habla de un beso olfativo. Se supone que el origen de esta forma de beso está en el deseo de oler al otro 18. Naturalmente aún existe el beso de nariz que también se utiliza como saludo. Hace poco se utilizó en la Conferencia de la Commenwealth en Nueva Zelanda. Fue el maorí Edger Hugh Kaukaru quien saludó al estilo maorí al presidente de Suráfrica Nelson Mandela. Es decir: se frotaron la nariz 19.

El beso de nariz varía en su ejecución, pero parece ser que es típico en China. Havelock Ellis lo describe de la siguiente forma:

"1. Se coloca la nariz en la mejilla de la persona querida,

2. bajando los párpados se inspira profundamente por la nariz,

3.sin tocar la mejilla con la boca se chasquean ligeramente los labios" 20.

Este chasqueo produce un mayor paso de aire de la cavidad bucal a la nariz. Lo mismo sucede automáticamente al comer y beber, como si se pudiera seguir oliendo mientras se "mastica" o saborea el vino. Cuanto más elocuente es el gesto del beso, mayor es el efecto de olfatear u olisquear durante el beso. Se dice de los pueblos de las montañas de Chitogong que colocan la boca y la nariz en la mejilla, respirando profundamente al mismo tiempo. No dicen: "dame un beso", sino "huéleme". Lo mismo se observó en los birmanos 21. Jagor en su libro "Viajes a las Filipinas" de 1873, dice de los indios que los enamorados se intercambian, al despedirse, prendas de ropa interior usadas, para inhalar el olor del ser querido durante la separación. También practican esta inhalación del olor al besarse 22. Sin embargo, Crawford observó en 1820 en el archipiélago malayo una ceremonia de salutación que yo comparo a nuestro común saludo con un beso. En este saludo hay un abrazo en el que la cabeza y el cuello se rozan y, al mismo tiempo, se puede oir el rumor de un olisqueo. Todas las tribus que allí viven conocen esta forma de saludo y en su idioma oler y saludar tienen el mismo significado 23.

Por lo tanto, el beso de nariz sirve para conocerse. El estrecho contacto de los cuerpos permite percibir la fragancia del otro muy "limpia y claramente". En la secuencia del registro del olor puede identificarse o conocer a quien se huele. Es un reconocerse con la nariz. A diferencia del reconocimiento que se hace con los ojos, éste no es sólo externo, sino que se produce una muy íntima profundización del otro, porque la fragancia de una persona se reune en todo su cuerpo.

Según mi opinión, el saludo de los franceses con un beso, que cada vez está más implantado en Alemania, si se practica correctamente, tiene más momentos olfativos que táctiles. Si se hace bien nunca hay un contacto con los labios, sino que durante un breve momento se rozan las mejillas y se besa al aire dos o tres veces, de forma simbólica, pudiéndose oir el leve sonido de un beso. En este procedimiento quienes se saludan se abrazan más o menos estrechamente, según la intimidad, el conocimiento y la duración de la separación. También esta forma de saludo hace posible una percepción del olor corporal, destacando con especial intensidad y claridad las fragancias de la cabeza, es decir piel y pelo.

El beso táctil que los adultos gustan de realizar como beso de amor, es todo lo contrario de lo anterior. Aquí el contacto está en primer plano y el oler va muy a la zaga. Esta forma de beso es un desarrollo del primitivo "beso de madre" 24. Esta tesis ha sido rebatida con gran fuerza porque el niño no besa el pecho de la madre sino que se amamanta en él. Von Bernsdorff y otros autores son de la opinión que el beso es la necesidad más primaria de los animales y los hombres para husmearse mutuamente, es decir olisquearse y olfatearse. Según su opinión "el descubridor del beso" descubrió que "el contacto de los labios es más agradable y blando que el frotarse las narices". Creo que el beso representa la mezcla de las almas y que es "el símbolo y el equivalente del coito". 25

Para los europeos, el beso táctil es "un descubrimiento relativamente reciente". En la Baja Edad Media parece que no era del conocimiento general y sólo lo apreciaban las gentes más cultas, como forma de expresión sexual 26. Actualmente el beso en la boca es mundialmente conocido y se utiliza en muchos sitios, en todas sus versiones, como demostración de cariño. Y, aunque al contrario del beso olfativo, el momento de oler en el beso táctil es menos intenso, el sentido del olfato participa igualmente. Tiene más peso cuanto más intenso e íntimo sea el beso.

Sin ninguna duda el besar y acariciarse el cuerpo con la boca, no sólo satisface el tacto y el gusto27, sino que al mismo tiempo el olfato queda satisfecho. Y si seguimos a Most que, en "Efecto de los sentidos sobre el alma", ve el sentido del olfato como el más efectivo unido al amor físico, entonces puede valorarse muy alto el oler en el beso 28. "El, el más subjetivo de todos los sentidos", escribe Most, "tiene mucha mayor importancia que el sentido del gusto. No sólo es para las personas una rica fuente de placer, el sentido de delicadas y suaves impresiones y deliciosos recuerdos, sino que incluso puede concretar simpatías y amistades" 29.

En el beso, junto al hecho de oler, hay además una transmisión de saliva. La saliva, así como otras secreciones del cuerpo humano, desprende sustancias olfativas, logrando que este intercambio pueda valorarse de forma parecida a los rituales de sudor que ya he examinado anteriormente. El grado de intensidad de la fragancia que se consigue por la transmisión del olor por medio de la saliva, dependerá seguramente del beso. Por ello, es de suponer que en un beso táctil de saludo y en un beso cariñoso se transmitan menos sustancias olfativas que en un intenso beso de amor. También este aspecto del beso muestra que su origen debe buscarse en una de las formas de conocimiento, una manera de familiarizarse con los demás, entre las que pueden contarse las formas de saludo. Sin embargo, el intercambio de saliva como forma de conocerse olfativamente en un saludo especial que Eibl-Eibesfeldt descubrió en 1985, es mucho más notorio que el del beso. Observó en Nueva Guinea, cerca del río Ramu, que la gente que se saludaba se escupía en las manos para frotarse a continuación mutuamente la saliva en las piernas 30.

El abrazo, el beso, el apretón de manos, son formas de saludo y despedida que hacen posible el conocimiento olfativo. Con ciertas limitaciones, pero la "impresión olfativa" no debe ser subvalorada y quizás puede llegar a decidir si queremos llegar a acercarnos o no a una persona. El olor corporal puede tener un cierto papel en las interrelaciones humanas. La importancia de este papel se manifiesta en el aumento del consumo de fragancias, pues cada vez son más las personas que se esfuerzan por oler bien. No solamente para gustarse a sí mismas sino, sobre todo, para gustar a los demás. Por tanto, cuando hoy en día se saludan las personas, los olores humanos no están en primer término, sino que sobresalen las fragancias que despiden los productos para el cuidado del cuerpo y los perfumes.

Estas fragancias son una característica más del usuario y ofrecen dos motivos para reconocerle. Por una parte, porque los olores individuales de las personas nunca se desvanecen totalmente, a pesar de las fragancias, como demuestra, entre otros, un esfudio de Streblow 31. Con el uso de perfumes pueden surgir olores individuales específicos de fragancias características, por lo que el usuario de perfumes puede ser identificado olfativamente también por personas poco habituadas a ello 32. Por otra parte, las fragancias de los perfumes tienen un rango parecido al de las prendas de vestir, son partes de una persona y la marca de perfume que utiliza se pone a su mismo nivel. Esto es así y podemos verlo ejemplarizado en las confesiones de Franz Grillparzer, donde podemos leer: "apenas me llega la fragancia de su olor (su perfume), mi corazón palpita, sólo pienso en ella, flota en todas partes..." 33.

Bibliografía

  1. Ver Porter/Cernoch/Balogh 1985 y Porter/Moore 1981
  2. En las primeras 48 horas, los recién nacidos ya pueden experimentar la emanación de un olor, ver Sullivan et al. 1991.
  3. Ver Hold y Schleidt 1977 y Schleidt/Hold/Attili 1981.
  4. Mantegazza 1889 (1873), pág. l 22. Mantegazza dice exactamente:"EI sentido del olfato conquista y excita, el sentido de la vista descubre y da felicidad, el oído siempre nos emociona y conquista, el olor nos acaricia y embriaga."
  5. Hagen, 1901, pág. 190.
  6. Ver Jager 1880, pág. 331
  7. Descrito en la novela autobiográfica por Galsan Tschinag (1994) Der blaue Himmel. págs. 21 y 79. Estas formas de saludo y despedida están desapareciendo.
  8. Ver Andree 1889, pág. 227.
  9. Ver Malson/Itard/Mannoni 1972, pág. 176
  10. Ver Laksa/Hudson 1992, pág. 39
  11. Ver Wallace 1977. Los resultados del "test" fueron significativos, pues hubo un 70% de aciertos. Sin embargo, se hizo una mejor distinción de olores en individuos del sexo contrario que en los del mismo sexo.
  12. Ver Nevermann 1939, pág. 31.
  13. Ver Eibl Eibesfeldt 1985 (1977), pág. 222.
  14. Edmond y Jules de Goncourt, 1964 (1875), pág. 125, o "ausente su espíritu", se llevaba de vez en cuando las puntas de los dedos a la nariz y olía, con los ojos cerrados, el recuerdo de su mujer". (Shalev 1995, pág. 229.)
  15. Ver Malinowski 1979 ( 1929), pág. 277 y sig.
  16. Ver Ellis 1906. pág. 80. Andree cita en 1889 más lugares en los que se practica el saludo de nariz: Laponia, el norte del Viejo y el Nuevo Mundo, también Groenlandia, partes de la India, Isla de Pascua, Papua-Nueva Guinea, Melanesia y Australia, págs. 223 227.
  17. Ver Andree 1889, pág. 223 y sig. y Duerr 1993, pág, 263.
  18. Ver von Bernstorff y otros 1932, pág. 92.
  19. Ver Weser Kurier del 11 de noviembre de 1995. Las cámaras plasmaron esta extraordinaria foto del saludo, que fue reproducida en casi todos los periódicos.
  20. Ellis 1906, pág. 267.
  21. Ver Lewin 1869, pág. 46, Hagen 1901, pág. 187 y Ellis 1906, pág. 267.
  22. Ver Jagor 1873, pág. 132.
  23. Ver Crawford 1967 (1820), pág. 100.
  24. Ver Ellis 1906, pág. 263.
  25. Ver von Bernstorff y otros 1932, págs. 93, 98 y 102.
  26. Ver Ellis 1906. págs. 263 y 265.
  27. Ellis 1906, (nota en pág. 1) pone en tela de juicio que el sentido del gusto tenga algún papal en la sexualidad. De lo contrario están convencidos entre otros von Bernstorff, 1932.
  28. Ver Most 1842, pág. 21.
  29. Ahí mismo.
  30. Ver Eibl Eibesfeldt 1985 (1977), pág. 222.
  31. Ver Streblow y otros 1995. pág. 226.
  32. Ahí mismo.
  33. Franz Grillparzer (1893), citado según Hagen 1901, pág. 264.

Fuentes bibliográficas

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3. Olores artificiales vs. naturales (Informe Dragoco 1/1997, pp.30-37)

Por naturaleza, los humanos tienen un olor propio. Este olor incluso es más fuerte que el de sus parientes más cercanos, los monos. El olor es diferente en la cabeza que en las axilas o en los pies. Las mujeres esparcen un olor diferente al de los hombres. Cada persona tiene su olor individual, que es tan único que un perro es capaz de identificar a un mellizo que se encuentra en un grupo de personas, solamente por su olor. El hombre moderno trata de disimular esta unicidad mediante una cierta higiene corporal y generalmente perfumando su cuerpo con fragancias agradables. ¿Cuál es la razón para este comportamiento? ¿Qué papel juegan las fragancias, sobre todo en el campo de la sexualidad? ¿Y puede un perfume o una colonia para después de afeitar cumplir realmente con la tarea esperada?

De Cleopatra se dice que fue al encuentro de Antonio embalsamada de pies a cabeza con fragancias deliciosas y habiendo hecho perfumar las velas de su embarcación 1. ¿Por qué? ¿Para que el hombre que ella deseaba la percibiera desde lejos y la deseara inmediatamente? Todavía las mujeres siguen adornando su cuerpo con ricas fragancias y aplicándose cremas con lociones fragantes. Hoy más que nunca. En ese afán, algunas mujeres tienden a veces a usar tanto perfume que son capaces de echar a perder a los demás el deleite de una cena, de un concierto o de una ópera. En la Scala de Milán, por ejemplo, fue necesario pedirle al público femenino que se abstuviera de repasar su perfume durante la pausa 2.

El consumo de perfumes y la oferta de sustancias odoríferas crecen año por año 3. El hombre moderno tampoco está dispuesto a renunciar a su fragante colonia para después de afeitar, y se perfuma, quizás seducido por las promesas de la publicidad que le sugieren que adquirirá una irradiación erótica y más éxito en relación al sexo opuesto.

Según la encuesta que realicé en 1995 4 el 80,1% (346) 5 de las personas encuestadas declaraban usar perfumes o colonias para después de afeitar. Entre ellas, son las mujeres quienes con mayor frecuencia se valen de fragancias que los hombres entrevistados, como lo muestra la figura 1.

Para justificar el uso de fragancias se mencionan diferentes factores. En primer lugar está la necesidad de "oler mejor", y en segundo lugar el deseo de "resultar más atractivo" (véase figura 2).

La necesidad de "oler mejor" mediante sustancias odoríferas "no naturales", está relacionada con el intento de evitar olores que son percibidos como desagradables. Y los olores que se desarrollan naturalmente en el cuerpo, por lo general son percibidos como desagradables. Nada peor, por ejemplo, que oler a sudor. Bremer y Klein escriben en un libro de cosmética "A pesar de ser desde un punto de vista biológico neutrales en su valoración, los olores corporales en las sociedades industriales modernas de orientación occidental, son percibidos como algo impertinente, repugnante y que demuestra falta de cuidados personales, lo cual puede provenir de su significado original, manifiestamente sexual. La aplicación de desodorantes cosméticos es una posibilidad para impedir la emanación de olores corporales. " 6 De esta posibilidad se sirve la mayoría de la población. Un 74,1% (320) de las personas entrevistadas por mí, declararon utilizar desodorantes o jabones perfumados. Entre ellas, son las mujeres las que utilizan estos productos con mayor frecuencia (un 77,3% [211]) que los hombres (un 68,6% [109]). Las razones principales para la utilización de desodorantes o jabones perfumados eran: "porque el olor a sudor me molestaría a mí mismo/a", o "porque podría molestar a otros" (véase figura 3).

Junto a la necesidad de oler mejor, lo cual a la vez significa la negación de los olores corporales propios, existe entre los entrevistados el deseo de aparecer más atractivo mediante el perfume o la colonia para después de afeitar (véase fig. 2). Para no menos de un 42,5% (116) de las mujeres encuestadas y un 28,3% (45) de los hombres entrevistados ésta constituye entre otras la razón de utilizar aquellas sustancias fragantes.

En este contexto, el concepto de lo atractivo puede significar toda una serie de cosas, pero para Bain (1994), cuya opinión yo misma también comparto, el instinto sexual es sin duda alguna la base para toda cultura perfumística. Por lo tanto, en muchas situaciones, puede ser que el motivo para utilizar perfumes sea de naturaleza sexual 7. En el caso de Cleopatra, este motivo se ve muy claramente, y según lo que se sabe de la historia, ella logró cautivar los sentidos de Antonio. No podemos decir si realmente fueron las fragancias las que lo sedujeron. Sin embargo, sabemos con seguridad que Cleopatra esperaba aumentar su atractividad mediante el uso de fragancias y que Antonio se vio derrotado ante su encanto sexual.

A mi parecer, no cabe duda de que existen olores que tienen un efecto estimulante a nivel sexual. Mis estudios lo verifican, en vista de que un 69,7% (301) de las personas entrevistadas, es decir un 64,8% (177) de las mujeres y un 78% (124) de los hombres declaran haber vivido una estimulación por medio de ciertos olores. En relación a la sexualidad, mi encuesta dio lugar a una pequeña sorpresa. El olor corporal general sin perfumes era preferido por un 48,4% (209), pero también el olor corporal general con perfumes era vivido como estimulante sexual por un 45,8% (198) de las personas entrevistadas.

Queda más que evidente la componente erótica de los perfumes en conexión con el olor corporal, lo que confirma la afirmación del psicólogo sexual Havelock Ellis, quien ya en el año de 1906 dijo aproximadamente lo siguiente: la finalidad del perfume es "reforzar el olor natural, si es atractivo, y disimularlo si llega a ser desagradable". En muchos casos tiene el "mismo efecto que los olores corporales primitivos", sirviendo a la vez para "afinar el sentido del olfato" 8. Los "olores corporales primitivos" sin embargo no tienen un espacio de desenvolvimiento en público, no deben manifestarse, ya que con ellos, o a través de ellos, posiblemente una componente de la sexualidad podría entrar en acción incontroladamente en el espacio interpersonal. Además, el hombre civilizado ha aprendido a percibir como algo desagradable las sustancias odoríferas producidas por él mismo. Por esta razón, las fragancias "sintéticas" asumen el papel de los olores corporales y los enmascaran, recubren o subrayan, es más, envuelven el cuerpo en una nube fragante "inofensiva". La tarea de las esencias fragantes es similar a las que asumen ciertas prendas de vestir. Un vestido ajustado, por ejemplo, cubre el cuerpo desnudo, siguiendo las convenciones, pero con su corte, color y las costuras audaces, acentúa exactamente aquellas partes del cuerpo que se pretenden cubrir y a la vez subrayar.

Sin embargo, los olores corporales naturales, los olores primitivos, no han perdido totalmente su importancia en el campo interpersonal. En la sexualidad están permitidos, incluso son deseados, como lo demuestra la encuesta relacionada a los olores corporales que estimulan sexualmente. La figura 4 evidencia que junto a los "olores sexuales principales" ya mencionados, es decir, el olor corporal general sin y con perfumes, los olores íntimos y los olores que se producen después del acto sexual, ocupan el tercero y cuarto lugar, y el olor axilar y del pecho el lugar quinto y sexto. Hay que mencionar además el aliento, que con un 16% (69) nada insignificante, se sitúa en el séptimo lugar de los olores corporales estimulantes.

Según lo que muestran las respuestas, el olor corporal general con perfumes ocupa un lugar significativo entre los olores estimulantes sexualmente. Sin embargo, algunas regiones del cuerpo son preferidas sin un aditamiento de fragancias. Sobre todo en la sexualidad o en las relaciones íntimas, los olores naturales ejercen un atractivo y pueden seducir. Sin embargo, también en este campo no se debe sobrepasar un cierto límite. Es necesario mantener un delicado balance entre un olor propio agradable y una fragancia aseada.

Al preguntarles cómo debería oler la zona íntima del compañero o de la compañera, los entrevistados contestaron que preferían el olor a "recién lavado", y situaron el olor íntimo que huele a "olor propio", en el segundo lugar. Los olores íntimos definidos como "olores que huelen a sustancias fragantes" o a "olor propio con sustancias fragantes" ocuparon lugares de preferencia mucho más bajos (véase figura 5).

Se evidencia entonces que los olores corporales deben tener una cierta expresión deseada y que se esperan ciertas fragancias de cada región corporal individual. También queda claro que los olores corporales juegan un papel público y otro privado, y sobre todo que las sustancias odoríferas sintéticas sólo pueden enriquecer una situación erótica bajo ciertas condiciones. Es decir, cuando juegan un papel de guía y cuando se emplean para reemplazar olores no permitidos.

Los perfumes y las colonias para después de afeitar han de ser un complemento, o mejor dicho, un enriquecimiento de la irradiación personal. La fragancia aplicada debe aumentar la emanación fragante, ya que el olor propio ha sido reducido o suprimido. Además, el perfume aplicado conscientemente ha de mostrar a la otra persona que se tiene enfrente, lo bien que se huele. Queremos oler "mejor" de lo que normalmente olemos, y no para nosotros, sino para el otro, porque el olor aplicado poco a poco se nos va perdiendo de nuestro propio olfato. Y como los olores corporales propios también son de naturaleza sexual, es decir, estimulan sexualmente, aplicamos sustancias permitidas que los reemplacen. Visto así, no nos sorprende la afirmación de Paul Jellinek, de que el hombre moderno espera de un perfume "en primer lugar ‘sex appeal', un efecto erógeno estimulante" 9. El eslogan: "Amor con la primera fragancia" 10 es entonces más que una afirmación publicitaria llamativa de los años setenta, tras ella se encontraba el conocimiento de los deseos y anhelos secretos de las potenciales usuarias de las eaux de toilette. Si hoy, en los años noventa, los redactores publicitarios crean textos como: "Gammon, con esta fragancia todo te puede ocurrir", o "Axe, la fragancia que provoca a las mujeres" 11, entonces responden a las expectativas de los consumidores, que desean aparecer eróticos y atractivos.

Si además de ello, la sustancia fragante es capaz de "simular" hábilmente el olor corporal y logra enriquecerlo, los productores de las fragancias han dado en el blanco. El ejemplo del texto publicitario para Chanel N° 5 muestra que los productores de perfumes han reconocido estas condiciones. El texto dice así:

"Una mujer maravillosa pasó a mi lado, rubia que se contoneaba al caminar con un andar suelto y seguro. De repente me embargó una sensación totalmente nueva. Una fragancia que desconocía, algo que sobrepasaba todas las fragancias. La materia de la que está hecha el alma, una melodía discreta, elocuente, una espiral tierna y profunda que lleva directamente al amor. Me di vuelta hacia ella y la seguí. La fragancia permanecía en el aire casi imperceptible y sin embargo clara, transparente y omnipresente. Habría jurado que esa mujer no usaba un perfume creado por otros, sino que era su piel, su esencia que me hablaban de esta manera. Estaba cautivado en ella como una mariposa en un rayo de luz estival. Ya era suyo, aún antes de haberla encontrado realmente." 12 Sin embargo, en el momento del acto sexual, incluso el perfume más exquisito ha de cederles el lugar a los olores naturales.

Bibliografía

  1. Véase Shakespeare 1978: The Complete Works of Shakespeare. allí: Antony and Cleopatra. Probablemente Shakespeare hace referencia a Plutarco.
  2. Véase: Der Spiegel N' 24/1994, pág. 131.
  3. Véase por ejemplo los datos de la Nürnberger Gesellschaft für Konsumforschung, GfK (Sociedad de Estudios del Consumo de Nuremberg), Nuremberg, Alemania en: Drogerie & Parfümerie, N° 1/1996, pág. 23.
  4. Los resultados presentados aquí son resultados parciales del total de mi estudio. Es una encuesta no representativa y aún no publicada, realizada mediante un cuestionario, que se llevó a cabo en 1995. En esta encuesta sobre el tema de los olores y la sexualidad tomaron parte en total 432 personas (un 63,2% mujeres y un 36,% hombres) con edades de entre los 15 y 84 años. Los probandos se repartieron de la manera siguiente:

    Grupos de edad

    Frecuencia

    15 - 20

    95

    21 - 40

    212

    41 - 60

    69

    61 - 84

    56

    El total de las personas encuestadas se recruta de todas las capas sociales y se compone de un 69,0% de personas hoterosexuales, un 13,9% hamosexuales y un 7,6% bisexuales (un 9,5% de las personas encuestadas no prestó información acerca de su orientación sexual).

  5. Todos los datos entre paréntesis representan el número real de participantes.
  6. Bremer, Helmut / Klein, Winfried, 1988 Deodorantien; en: Umbach, Wilfried (eds.), 1988: Kosmetik. Entwicklung, Herstellung und Anwendung kosmetischer Mittel; Stuttgart, Alemania (págs. 141-150), pág. 141.
  7. Véase Bain, Hugh 1994: Warum benutzen Menschen Pärfum; en: Jellinek, Paul/Jellinek, Stophan J. (eds.): Die Psychologischen Grundlagen der Parfümerle; 4a edición, Heidelberg (págs. 227-234), pág. 233; también; Jellinek, Paul 1973; Die psychologischen Grundlagen der Parfümerie; Heidelberg, Alemania, pág. 97.
  8. Véase Ellis, Havelock 1906 Die Gattenwahl beim Menschen; Wurzburgo, Alemania, pág 111 y 115.
  9. Véase 1973, mencionado en 7, pág. 117.
  10. Publicidad para un eau de toilette en una revista para mujeres; freundin 1971, pág. 56.
  11. Anuncios publicitarios en televisión de colonias para después de afeitar. emitidos en 1993.
  12. Carpeta de información y para la prensa sobre Chanel N°5, 1993, pág. 4.

4. Anosmia (la incapacidad de oler)(Informe Dragoco 6/1998, pp264-270)

En el año de 1815, Hippolyt Cloquet relataba la historia de un cirujano que había perdido para siempre su sentido del olfato, cuando durante la autopsia del Arzobispo de Breme, Johann Friedrich, tuvo que aspirar un hedor espantoso.1 Es decir, el cirujano sufría de anosmia, que es el término médico para este fenómeno. Claro está que resulta muy improbable que el hedor haya sido el causante de la desaparición absoluta de su capacidad olfativa; normalmente, una pérdida repentina del sentido del olfato puede ocurrir tras un trauma accidental del centro olfatorio, a causa de un tumor cerebral o por una lesión persistente de las mucosas olfatorias o de las vías de los nervios olfatorios. Esto significa que nuestro cirujano tuvo que haber sufrido una caída, para lesionarse por ejemplo el bulbo olfatorio, o haberse lesionado sin darse cuenta la región olfatoria (mucosa olfatoria) con vapores cáusticos. Otra posibilidad también podría ser el desarrollo de pólipos, que pueden impedir repentinamente la percepción olfatoria.

No obstante lo que haya sucedido realmente con el cirujano, si viviera en la actualidad, tendría que compartir este destino con aproximadamente un 1,2 % de personas sin olfato, entre las cuales también se encuentran algunas que han heredado la anosmia. A estas personas anósmicas se les suman además aquellas personas que sufren de una anosmia parcial, es decir, que pueden oler parcialmente pero no están en condiciones de percibir ciertos olores, como por ejemplo las fragancias del ámbar gris y del sándalo. 2 Se calcula que hasta un 2% de la población no puede percibir el olor a sudor, un 3% el olor a excrementos, y un 40% el olor a orina. 3La anosmia parcial puede ser persistente o también pasajera, y puede ser congénita o adquirida. Se sabe por ejemplo que un número mucho mayor de mujeres que de hombres está en condiciones de percibir tanto el androstenol con fragancia de almizcle, como también la androstenona4que contiene además una nota urinaria. 5 También se ha verificado que la percepción olfativa de algunas mujeres con relación al exaltolide (fragancia almizcleña) desaparece, cuando se les han sacado los ovarios por vía operativa. El sentido del olfato, sin embargo, puede volver a movilizarse tras un tratamiento con estrógenos.6

Pero volvamos a las personas que realmente no pueden oler, es decir a aquel grupo de personas que componen el 1,2% de la población que desde su nacimiento no disponen de sentido del olfato o que lo han perdido en algún momento. Entre éstas, aquellas personas que antes estuvieron en condiciones de oler, saben lo que significa tener este sentido. Ellas sabrán apreciar la gravedad de la pérdida de este sentido, ya que el sentido del olfato no sólo nos depara la alegría del sabor, nos retiene de comer carne podrida o nos alarma cuando se produce un incendio, sino que además enriquece nuestra vida sensitiva de una manera may sutil y extraordinariamente emocional. Esto lo demuestran las afirmaciones de personas desprovistas del sentido del olfato. Un hombre, por ejemplo, que por una lesión de la cabeza perdió repentinamente su sentido del olfato por completo, afirma concisamente: "¿El sentido del olfato? Nunca había perdido el tiempo pensando en tal cosa. Normalmente no se piensa en algo así. Pero cuando ya no pude oler nada, me sentí como si hubiera perdido la vista de repente. La vida ha perdido para mí gran parte de su atractivo. Por lo general, nadie es consciente de todo lo que depende del olor. Olemos a las otras personas, olemos los libros, olemos la ciudad, olemos la primavera quizás inconscientemente, el olor nos sirve de trasfondo para todo lo demás. De golpe, mi mundo se hizo mucho más pobre..." 7

Y una mujer anósmica resume la pérdida del sentido del olfato con las palabras siguientes: "...it is almost as if we have forgotten how to breathe." 8 ('Es casi como si hubiésemos olvidado cómo respirar'.) Dicho de otra manera, se ha perdido algo tan natural, que simplemente no se puede comprender; o, como lo expresa otro hombre, que junto con la pérdida del olfato, también perdió su aptitud especial de analizar las comidas: "I feel empty, in a sort of limbo." 9 ('Me siento vacío, en una especie de limbo'.)

La anosmia, sin embargo, no sólo tiene consecuenclas emocionales, que se pueden expresar en una sensación de vacío, sino que además influye de manera importante en el apetito. Todos los que pueden oler, saben que ya tan sólo el olor de una comida puede provocar apetito, o también, espantar el apetito, aún antes de que la comida pueda apreciarse visualmente. El olor es el anuncio, o completa la impresión visual, y, lo que es más importante aún, es parte de la comida misma. Anthelm Brillat Savarin (1755-1826), un gourmet y conocedor de la buena mesa, estaba por ello convencido de que "...el olor y el sabor forman un sólo sentido, cuyo laboratorio es la boca, y cuya chimenea es la nariz..." 10 La suposición de que estos dos sentidos forman uno sólo no es correcta, pero el sentido del olor y el del sabor son los grandes aliados cuando se trata del comer y beber. Por lo tanto, muchas veces no se puede percibir lo uno sin lo otro, o sólo se puede percibir lo uno, si se dispone de los dos sentidos. Algunos de los sabores que se perciben en la lengua, por ejemplo, en realidad no son otra cosa que puras componentes olfativas. Una persona anósmica, por ejemplo, no puede sentir la diferencia entre el azúcar común y el azúcar de vainilla, como tampoco puede discernir entre el té de menta y el agua caliente. Mientras que un gourmet se deja fascinar del encanto de comidas que tengan un olor delicioso, éstas le son indiferentes al anósmico y sus percepciones de sabor les resultan "extrañas" 11 a las personas que desconocen su defecto, como remarca Zwaardemaker. La pérdida del sentido del olfato puede tener consecuencias muy serias para el individuo. Además se evidencia que las personas anósmicas no sólo pierden una percepción sensorial, sino que incluso pueden ser afectadas las sensaciones de placer o la falta de placer, esto también en un sentido sexual. Entre algunos afectados, la anosmia al mismo tiempo conlleva una pérdida del interés sexual, y esta reacción puede invertirse nuevamente al volver a funcionar el sentido del olfato.12 Este fenómeno de que el sentido del olfato y la sexualidad estén ligados entre sí, también se pudo verificar en un sentido inverso. Se ha observado, por ejemplo, que después de una castración o durante la menopausia se daban casos en los cuales la persona afectada perdía el sentido del olfato. 13

Vemos entonces que el sentido del olfato puede tener una gran influencia en las fuentes de placer esenciales de nuestra vida, y que los olores acompañan nuestra vida a cada paso, como "un trasfondo amplio de todo lo demás". Para una persona que está en condiciones de oler, los olores muchas veces representan "una puerta hacia el alma" 14, y con frecuencia tocan enérgicamente a su memoria, la sobresaltan o la espantan, la seducen o la llenan de un escalofrío agradable. La persona anósmica no vivirá nunca estas experiencias. Para ella no existe el recuerdo que vuelve con un olor, y ella mantiene una relación diferente con las cosas que la rodean. La fragancia de las flores no tiene ningún significado para ella, el olor corporal de su compañero no juega ningún papel en su vida, y el cubo maloliente de la basura del vecino no podrá enojarla nunca. Pero sin embargo, los olores no le serán nunca indiferentes a la persona anósmica, ya que ella tiene que vivir en un mundo lleno de olores, y compartirlo con personas que sí pueden oler. ¿Cómo puede vivirse entonces con olores agradables, fragancias, hedor y vapores cáusticos, sino se posee un sentido del olfato? Para responder a esta pregunta, en lo que sigue les daré la palabra a tres personas anósmicas, a dos hombres y una mujer 15.

El primer relato es el del Señor A, de 26 años de edad, quien sufre de anosmia desde que tuvo un accidente de tráfico. En una entrevista nos cuenta lo siguiente:

"Me gustaba oler y tenía un olfato relativamente bueno. Sin embargo, oler era una cosa natural para mí, sobre la que no me ponía a pensar, al menos no mientras aún poseía esta capacidad.

A los l8 años sufrí un accidente de tráfico. Después de una amnesia de 24 horas, desperté con una fuerte conmoción cerebral y una fractura del cráneo. Al principio tuve que dormir mucho, para que la cabeza se mantuviera inmóvil. Cuando por fin pude levantarme y también me permitieron comer, toda la comida me resultaba insípida y siempre igual; tenía la sensación de que nada estaba condimentado. Al mismo tiempo tenía constantemente un olor extraño, vago, a goma en la nariz. Apenas cuando me di cuenta de que no podia oler mi loción de afeitar, relacioné estas sensaciones. Entonces, algo hizo "clic", y tuve una terrible sospecha, que sin embargo no quise admitir. Reprimí esta idea, mientras permanecía en el hospital. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ello, y entonces, al llegar a mi casa, me dirigí de inmediato a buscar algo con un olor marcado, un paquete con café, metí la nariz, y... ¡no sentí nada!

Luego de unos tests olfativos realizados por los médicos, éstos llegaron a la suposición de que mi nervio olfativo se había roto; es decir, un lugar en mi cabeza, donde nadie se pone a operar sin que haya un motivo de suma gravedad.

La anosmia no es un motivo de suma gravedad. Como una especie de compensación, tuve de repente una agudeza de la vista del 150% Así, mi mundo sensorial se forma en primer lugar a través de los ojos, que se encargan del contacto a distancia, y del sabor, que evalúa el contacto cercano. Por ejemplo, nunca se me ocurriría comer a media luz. Es decir, el aspecto visual ha adquirido una importancia mucho mayor para mí. Esto también se refiere al contacto interpersonal. Aunque en este campo es mucho más dificil compensar la falta del sentido del olfato. Esta forma especial de cercanía sólo se la permito a muy poca gente. Para los dos es algo muy especial, y mis compañeras lo han lamentado igualmente, que yo ya no esté en condiciones de olerlas. Por otro lado, ahora puedo acercarme a las personas, sin sentirlas barreras del olor. Ya no es posible "no aguantar el olor de alguien".

Hace poco pude ayudarle por primera vez a una amiga, cuando tuvo que vomitar. Antes, este olor siempre me causaba náuseas a mí también. Es decir, puedo mencionar algunas experiencias positivas, aún cuando sean pocas, porque si pienso más a fondo en ello, son sobre todo las negativas las que surgen. Por ejemplo, tuve que llevar a un amigo a que me acompañara a buscar una nueva vivienda, para que éste oliera si había algún mal olor; o cuando en un tranvía me miran mal porque estoy sentado junto a lo que yo suponía que era un charco de agua. Tampoco estaría en condiciones de tener un animal en mi casa, ya que no podría oler ningún charco de orines escondido. Pero en general no tengo problemas con la falta del olfato. Es posible sobrellevar la vida cotidiana sin poder oler. Sería interesante probar con nuevos conocidos, cuánto tiempo demorarán en darse cuenta. Sin embargo, si pudiera volver a oler, ¡haría un año de vacaciones! En teoría sigo sabiendo cómo huele todo pero poderlo percibir realmente es algo muy diferente. Yo creo que sería algo estupendo."

Algo diferentes son las experiencias de la señora B, una mujer de 62 años, que desde su nacimiento es anósmica. Las causas de su anosmia le son desconocidas. En su infancia no tenía consciencia de su anosmia, hasta cuando entre los dos y los tres años de edad, su madre se dio cuenta de que no mostraba reacción cuando le acercaban flores o cosas parecidas a la nariz. Ella cuenta:

"El descubrimiento de mi madre en realidad no cambió nada en mi vida. Quizás sea más cuidadosa en algunas cosas, porque pienso: podría oler mal. Cuando fui joven, por ejemplo, sudaba mucho, por lo que me cambiaba de ropa por lo menos dos veces al día. También cuando trabajaba en una oficina. Siempre vivía con el miedo de oler mal. Y aún hoy me cambio de ropa cuando he cocinado o cuando salgo de la casa. Mi ropa interior incluso la cambio dos voces al día, y a veces también antes de acostarme. Quizás sufra de un complejo de inferioridad, que también se expresa en mi ropa de cama, sobre todo en verano. Siempre estoy ventilando mi vivienda, durante todo el día, porque vivo con el miedo de que el aire pueda estar gastado. Simplemente no sé si huele mal. Si pudiera oler, pensaría quizás que todavía no hace falta.

También tengo que admitir que a los 18 ó 20 años de edad tuve una experiencia que me tomé muy a pecho. Fue en mi primer puesto de trabajo, y, a pesar de que me había duchado, tuve que haber olido mal, y mi jefe me hizo caer en cuenta. Desde entonces me cuido mucho más.

También uso desodorantes y perfumes, que elijo según los consejos que me dan mis conocidos o mis hijas. Pero cuando no se puede oler, hay que ser lo más discreta y reservada posible con las fragancias. Es decir, usar más bien poco, y si se ha encontrado un producto que les gusta a los demás, seguirlo usando. Por eso regalo todas las muestras que me dan en las perfumerías, porque también he tenido que vivir la experiencia de haberme equivocado con la elección de un perfume.

En realidad no necesitaría ningún desodorante, pero según dicen, los desodorantes dan una fragancia fresca. Esto me da la sensación de estar limpia, o subraya la sensación de frescura. En algunas ocasiones ya me han dicho que huelo bien, eso se debía a mi desodorante, y yo me alegré mucho. Así supe que lo estoy haciendo bien.

El problema es que no puedo comprobar mi olor corporal, tengo que hacerlo mentalmente, y decirme: bueno, todo está bien, me he duchado, etc. Por eso me baño con mucha frecuencia. También siempre después de haber cocinado o de haber hecho las compras. Sobre todo soy muy sensible en lo que se refiere a mis partes íntimas. Por ejemplo, gasto todo un rollo de papel higiénico por día. En mi juventud no era así, pero entre mayor sea, más aumenta el temor.

Si he de decir espontáneamente, dónde me hace más falta el sentido del olfato, diría: 'en primer lugar, en los perfumes' porque nunca tengo una nota propia. Ah, y también en las flores..., y lo que he observado en mi nuera, cuando toma en brazos a los bebés, dice: 'Ah, ya tienes otra vez un bollito' Eso no lo podría hacer yo nunca, ahí me falta el olfato. O en mi primera vivienda, donde tenía gas, mis padres un día se dieron cuenta de que olía a gas. Ahí habría necesitado el sentido del olfato. Por eso nunca volví a usar cocinas con gas. También tuve una vez una experiencia que sólo la puede vivir una persona anósmica. En aquella época, cuando estuve joven, una niña había descubierto que yo no podía oler, y me acercó a la nariz un frasco de perfume que contenía un líquido cáustico. Casi perdí el conocimiento. Todas se rieron. Sí, cuando digo que no puedo oler, a veces la gente lo toma como algo divertido.

Sin embargo, y a pesar de todo ello, no echo de menos el sentido del olfato. Porque puedo sentir con el tacto. Quizás este sentido esté algo más desarrollado en mí. Por ejemplo hay muchas cosas que no quiero tocar. Pero las flores bellas, las telas bonitas u otras cosas lindas, me las acerco a la cara o a la nariz, donde siento su roce. Creo que mi percepción está extraordinariamente desarrollada, porque me doy cuenta de todo y grabo mucho en mi memoria, seguramente porque no puedo percibir los olores.

No ha habido nadie que se haya quejado por mi falta de olfato, porque siempre he puesto mucho cuidado. También puedo cocinar. Bueno, claro está que a veces he dejado que algo se queme, y luego sin embargo he servido el budín que se me había quemado, pero en realidad no he tenido que sufrir ninguna desventaja... Si ahora en algún momento padiera oler, en realidad no cambiaría nada... "

Finalmente, quisiera darle la palabra al señor C, de 39 años de edad, quien entre las líneas expresó una gran nostalgia al hablar de los olores, pero al que al mismo tiempo no le molesta en absoluto, ser anósmico:

"Creo que siempre fui anósmico, es decir de nacimiento. Me di cuenta cuando era niño, y alguien me hablaba de algún olor, pero yo no sentía nada. Pero como mi abuela tampoco podía oler, mi familia y yo supusimos que debía ser algo heredado, y no seguímos preocupándonos de ello.

A pesar de no poder oler, puedo saborear bastante bien. Claro que no estoy totalmente seguro de ello, porque no tengo la posibilidad de compararlo. Pero, por ejemplo, me gusta cocinar y también he cocinado en una taberna, sin que haya habido ninguna queja. En casa sirvo las comidas con mucho esmero. Por ejemplo, no pondría nunca una olla en la mesa. Un pequeño problema para mi, naturalmente son los víveres que se han echado a perder, ya que no puedo oler si las cosas están bien todavía. Algunos víveres los pruebo simplemente. El pescado lo preparo de inmediato, y la carne a lo sumo después de dos o tres días. Cuando no estoy seguro de la antigüedad de un alimento, prefiero tirarlo a la basura.

Otra cosa que naturalmente tampoco puedo oler es mi propio olor corporal. Entonces lo que hago es calcular que debería estar en orden, duchándome a diario por lo menos una o dos veces, incluso a veces también de manera preventiva. También me cambio de ropa a diario. Para escoger la ropa me fío de la ayuda que me presta la vista, ya que se puede ver si unos pantalones están sucios o no. Ha pasado que incluso me hayan dicho: 'Hueles a sudor' o algo por el estilo, pero supongo que ésto también le pasará a otra gente. No uso casi nunca desodorantes o perfumes, y la loción de afeitar solamente la uso porque resulta muy agradable en la piel, y porque sin la loción la piel se pone áspera. Tampoco me compraría nunca un perfume para oler bien; dicho sea de paso, no entiendo cómo se puede gastar tanto dinero en cosas así pero parece que esto tiene algún atractivo para la gente que puede oler. La publicidad para los perfumes más bien me espanta, porque supongo que detrás de ella se esconde una gran estafa para aumentar el consumo. Sin embargo, sí me dejo influenciar por los anuncios cuando deseo regalar un perfume a alguien. Pero, por lo general prefiero que las vendedoras me aconsejen, o llevo a alguien que me aconseje, o trato de averiguar antes qué fragancia usa la persona a la que quiero regalar el perfume...

Por otro lado, cuando una loción de afeitar ha gustado a una mujer con la que he tenido una relación, la he seguido utilizando con frecuencia. Claro que me ha gustado que ella haya apreciado mi fragancia, pero al fin y al cabo no me ha significado demasiado. Ha sido una sensación agradable, oler bien, pero me significaría más si me dijeran 'Me gusta tal cosa o tal otra en ti."

El no poder oler claro que también tiene sus ventajas. Yo no tengo problemas en quitar alguna suciedad maloliente, y tampoco tengo problemas con el olor del tráfico automovilístico. Me acuerdo de la época cuando cumplía mi servicio militar: tuve que pasar varios días junto con otros soldados en un tanque. Según lo que decían los otros reclutas, había allí un hedor espantoso, pero yo claro que no me di cuenta de eso. Sin embargo, hay algunas cosas que sí las percibo por la nariz. Por ejemplo me resulta muy desagradable cuando el aire está muy seco o sofocante. Además, percibo muy rápidamente el olor a pintura o pegamentos, es decir, las cosas que contienen muchos disolventes. Me parece que las percibo más bien por los ojos, ya que me empiezan a arder. Dudo que esta reacción se deba a la falta del sentido del olfato. No creo que las personas que no pueden oler compensen este defecto con un desarrollo pronunciado de otros sentidos.

Pero debo decir también que no echo muy de menos la falta del sentido del olfato. Un médico me dijo alguna vez que se podría remediar mi anosmia mediante una operación Pero no estuve muy interesado en esta posibilidad. Bueno, claro que sería bastante agradable poder oler algunas cosas, como por ejemplo un pan fresco o las fragancias de la naturaleza, de las que tanta gente habla tan entusiásticamente, pero en realidad... Además ya no tendía que estar explicándole a la gente que existe algo así como la anosmia. Porque la mayoría no puede imaginarse en absoluto que yo no pueda oler nada. Cuando lo explico, me pasa como en las oficinas públicas, cuando se tiene un nombre poco común, y hay que decirlo letra por letra. "

Al parecer a las personas anósmicas les pasa lo que les pasa a las que pueden oler: de alguna manera no pueden imaginarse el mundo de los otros. Pero a diferencia de los anósmicos - nosotros, los que podemos oler, no tenemos que adaptarnos a ese otro mundo. Las personas anósmicas sin embargo estan obligadas a ello porque conviven con personas que están en condiciones de oler. Deben aprender a adivinar el olor, a pesar de que los olores no significan nada para ellos, y deben inventar recursos y estrategias para descubrir el rastro del olor que acompaña cada paso de los que olemos.

Anotaciones

  1. cf. Cloquet 1824 (1815), pág. 53.
  2. cf Ohloff 1990, pág.57.
  3. cf Hatt 1990, pág. 1l5, allí también se encuentra un cuadro con sinóptico con otros componentes de fragancias que no pueden ser percibidos por partes de la población.
  4. El androstenol y la androstenona son esteroides que se encuentran, por ej. en el sudor axilar humano. Entre algunos animales ocupan una función reguladora de la vida sexual, por lo cual se les llama a estas sustancias olfativas también feromonas (sustancias de atracción sexual).
  5. cf entre otros Gilbert/Wysocki 1987, pág. 516; 1992 Ohloff 1992 pág. 18, que probablemente se refiere a Gilbert/Wysocki 1987; Gower/Nixon/Mallet 1988, pág. 63, y Cowley/Brooksbank 1991. Un 37,2% hasta un 44% de los hombres tiene anosmia parcial verificada frente a la androstenona.
  6. cf. Guerrier et al. 1969, así como Douek 1974, de la pág. 130 en adelante
  7. Se trata de las declaraciones de un paciente del neurólogo Oliver Sacks, 1989, pág. 214.
  8. Cita según Ackerman 1990, pág. 41.
  9. Cita del mismo lugar.
  10. 1962, pág. 27. El libro de Brillat-Savarin Fisiología del sabor del qué cito en este lugar, es reconocido al mismo tiempo como la base de la ciencia alimenticia. Es, por lo demás el único libro que escribió el autor y para el cual tardó 25 años.
  11. Cf. Zwaardemaker 1895, pág. 155, quien durante su larga labor médica sólo pudo encontrar a una persona anósmica que no podía oler desde su nacimiento.
  12. Cf. Rivlin/Gravelle 1984, pág. 149.
  13. Cf. Mortimer y otros 1936, quien muestra a partir de las págs 615 que existen más concordancias entre el sentido del olfato y la sexualidad, así como entre la nariz y el aparato genital, aún cuando haya que mencionar que existen grandes dudas acerca de algunas de estas concordancias. Véase también la relaciónn entre anosmia genética y eunuquismo (el desarrollo sexual queda a un nivel entre niño y adulto), el llamado síndrome de Kallmann u olfactogenital; cf. Engen 1982, pág. 82 ó Breckwoldt y otros 1994, pág 35.
  14. Degen 1992
  15. Los relatos que siguen fueron elejidos de un total de ocho entrevistas (basadas cada una en 39 preguntas), realizadas hace dos años. Se trata de resúmenes de grabaciones en cinta magnetofónica, que primero fueron transcritas, luego cortadas y finalmente reelaboradas de tal manera, que el "tono original" haya podido conservarse en la mayor medida posible. En este lugar quiero expresar mi agradecimiento a los estudiantes de la Universidad de Breme, Imke Weitkamp, Susanne Grapentin y Ute Schaefer, por su excelente labor de preparación.

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