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      Ciencia en la alcoba

Una historia de investigación sexual


VERN L. BULLOUGH

Para BONNIE BULLOUGH
mi esposa, mi colaboradora frecuente,
y siempre mi compañera útil




Índice

AGRADECIMIENTOS
Introducción

  1. Investigación sexual y suposiciones: desde los griegos al s. XIX
  2. Homosexualidad y otros factores que dieron lugar a la investigación sexual
  3. Hirschfeld, Ellis y Freud
  4. La experiencia estadounidense
  5. Investigación en Endocrinología y actitudes cambiantes
  6. Desde Freud a la Biología hasta Kinsey
  7. De la Estadística a la Sexología
  8. El tema del género: masculinidad, feminidad y comportamiento de género cruzado
  9. Otras voces, otros criterios
  10. Problemas de una ciencia emergente


NOTAS


EL ÍNDICE ALFABÉTICO:ABCDEFGHIJKLMNOPQRSTUVWYZ






AGRADECIMIENTOS

Aunque este trabajo ha estado en marcha por muchos años, Susan Rabiner de Basic Books fue la fuerza cristalizante para lograrlo finalmente. El personal entero de Basic Books merece elogio, pero también me gustaría distinguir a Jane Judge, que fue redactora del proyecto y Candace Levy, editora. El índice fue preparado por Liz Cunningham.


INTRODUCCIÓN

En función de la anatomía humana observable parecería que el sexo es una cosa sencilla. Un hombre tiene un pene y testículos y produce esperma, mientras que una mujer tiene una vagina, útero, mamas y menstrúa. Estas sencillas distinciones probablemente han sido siempre evidentes para los seres humanos. Observe que la información acerca de los órganos reproductivos de la mujer fue mucho menos completa que la del hombre, porque los órganos femeninos son menos visibles. También gran parte de los datos existentes se han derivado de fuentes masculinas. Sin embargo, se supuso que cuando el hombre ponía su semen (semilla) en la vagina de la mujer había una posibilidad de que la mujer procedería entonces a criar la semilla hasta que ésta se desarrollara en un bebé.
Aunque probablemente nunca ha habido un tiempo en que los hombres no supieran que ellos tenían algo que ver con la procreación, si unicamentte debido a que los ejemplos animales alrededor de ellos fueron tan obvios, también supieron que no cada acto de las relaciones sexuales conducía a un embarazo. O sea, la relación sexual quizá sea una causa necesaria del embarazo, pero no siempre se creyó ser suficiente en sí. Las razones por las cuales no siempre ocurrió el embarazo se comprendieron plenamente sólo en el siglo XX. El tema fue aún más complicado por el hecho de que algunos hombres fueron impotentes o estériles y algunas mujeres no quedaron embarazadas sin importar cuántas veces tuvieron relaciones sexuales. Lo que se conocía, además, provocó más preguntas e incluso problemas. La relación sexual, por ejemplo, era una fuente de placer resultara o no un embarazo. Incluso al tocar el pene o el clítoris podría producirse una sensación placentera, así como lo sería la masturbación mutua entre dos individuos independientemente del sexo. Este conocimiento, a principios de la historia humana, condujo a discusiones sobre si era natural para un individuo tocarse él o ella misma o para dos personas del mismo sexo acostarse juntos. Diferentes culturas tuvieron diferentes ideas acerca de estos fenómenos. Diversas culturas también tuvieron sus propias respuestas a la pregunta de por qué algunos actos de la relación sexual daban lugar a bebés de sexo masculino y otros a bebés de sexo femenino. Esta sigue siendo una pregunta para la cual no tenemos ninguna explicación sencilla. Había también mucha inquietud por la apariencia ocasional de los bebés con genitales ambiguos, los hermafroditas si se prefiere. ¿Cuál fue la causa de esto? Nuevamente diferentes culturas dieron diferentes respuestas, algunas llegaban tan lejos como para sostener que tales progenies eran monstruos. Los seres humanos también se preguntaron lo que el menstruo era y cuál era su finalidad.
Tenemos respuestas a estas y muchas otras preguntas de los antiguos egipcios así como de civilizaciones antiguas que aparecieron en el Valle del Tigris y Eúfrates, el Valle Indú y China. Más de dos mil años más tarde, la información fue recopilada por los griegos clásicos, y ésta se convirtió en la base de gran parte del conocimiento occidental acerca de la sexualidad humana. Estas ideas griegas siguieron siendo más o menos dominantes hasta el siglo XIX, cuando los adelantos en la ciencia nos dejaron hacer nuevas clases de preguntas acerca del sexo y del comportamiento sexual. La falta de lo que quizá se llamen las respuestas científicas, sin embargo, no impidió a las personas en el pasado intentar enmarcar las respuestas a las preguntas acerca de la sexualidad humana. Estas respuestas variaron de cultura en cultura y cambiaron a través del tiempo, pero en general eran una combinación de observaciones, mitología, moral y magia. Aun cuando los investigadores encontraran explicaciones más racionales para algunos aspectos de la actividad sexual humana, siguieron fiándose de la tradición para la mayoría de las respuestas, sencillamente porque la ciencia de ese tiempo no fue lo suficientemente compleja para dar explicaciones más completas.
Más que la complicación de cualquier intento por encontrar explicaciones científicas acerca de la sexualidad es el hecho de que el comportamiento sexual, a diferencia de muchos otros aspectos de la actividad humana, tradicionalmente se ha considerado más como un asunto de moral que como uno de Fisiología o Psicología. En el mundo occidental, esto ha significado que las actitudes hacia el sexo se han dominado mediante las suposiciones de la tradición judía-cristiana, particularmente ya que esto fue interpretado por los autores cristianos desde el siglo tercero al sexto. Estos primeros cristianos fijaron los modelos del dogma cristiano y se conocen colectivamente como los "Padres de la Iglesia". Los asuntos sexuales eran los puntos de mayor preocupación para estos hombres y siguieron siendo importantes para las generaciones posteriores.
Por ejemplo, los temas relacionados sexualmente constituyeron más de un cuarto del Derecho Canónico Católico Romano Medieval y siguen haciéndolo. Particularmente influyente al fijar las ideas occidentales cristianas fue San Agustín (354-430), quien sostuvo que la vida cristiana ideal fue la del celibato. Afortunadamente, reconoció que no todas las personas podrían vivir una vida célibe, y admitió de mala gana que Dios había aprobado el matrimonio también. Según Agustín, sin embargo, la única finalidad del sexo dentro del matrimonio era la procreación, y las relaciones sexuales sólo debían emprenderse con esa finalidad en mente. Todas las otras actividades sexuales eran pecaminosas. Agustín fue más allá y enseñó que la única posición adecuada en las relaciones sexuales era con la mujer abajo y que el único acto adecuado era aquel en el cual el pene penetraba la vagina. Condenó totalmente el uso de cualquier otro orificio (como el sexo oral-genital).
1 También condenó la masturbación que fuera practicada sola o con otros.
De hecho, fue el conocimiento del sexo que constituyó el pecado original que ocurrió en el Jardín del Edén. Agustín, que también fijó la doctrina cristiana en esto, sostuvo que el pecado de Adán y Eva se transmite de padres a hijos a través del acto sexual, que, en virtud de la lujuria que lo acompaña, es intrínsecamente pecaminoso. Fue sólo a través del bautismo que la mancha de este pecado original era borrado. El resultado de las redacciones de San Agustín y otros Padres de la Iglesia fue hacer del Cristianismo occidental lo que he llamado una cultura negativa del sexo. Aunque la tradición occidental siempre ha incluido minorías significativas tales como los judíos, así como también grupos cristianos que no se suscriben a la teología agustiniana, fue la interpretación agustiniana del sexo que tendió a dominar el discurso público hasta el siglo XX.
Como resultado, la investigación dentro del sexo fue una empresa algo dudosa, ya que aquellos que se ocuparon de ésto eran considerados como poco respetables. Esta actitud siguió existiendo aun durante mi propia vida. Una buena ilustración de esta actitud es el caso de William Masters. Cuando estaba finalizando la escuela de medicina en la Universidad de Rochester, empezó seriamente a pensar en dedicar su vida a investigar en el sexo. Para el asesoramiento se dirigió al profesor George W Corner, quien, según se explorará posteriormente en este libro, fue una figura significativa en la investigación sexual estadounidense. Corner lo asesoró no para comenzar como un investigador sexual sino para establecer su reputación como un científico en otro campo. Después de que Masters tuvo su reputación, fue a finales de sus treinta o principios de los cuarenta, estaba casado felizmente y tenía una familia, luego y sólo entonces pudo empezar a investigar los aspectos de la sexualidad humana sin dañar su reputación científica. Yo recibí asesoramiento similar y gradual y enérgicamente entré en la seria investigación sexual sólo después de conseguir ocupación en una universidad. Si tal vacilación fue necesaria en mi caso está poco claro, pero la percepción que tendió a afectar la naturaleza de la investigación sexual durante gran parte del siglo XX.
Inicialmente, estuve interesado en el estudio de las clases de individuos que podrían considerarse como quebrantadores de la barrera social debido a su voluntad de investigar los temas sexuales. Por lo tanto, este libro parece ocasionalmente divagar de las teorías y los resultados para dar biografías breves de las diferentes personalidades que se han ocupado de la investigación sexual. Estuve particularmente interesado en sus mecanismos de hacer frente, y aunque estos variaron, surgen algunos modelos generales. Una manera de enfrentarse de muchos de estos individuos fue sencillamente al negar que eran investigadores sexuales. En lugar de eso, se convocaron ellos mismos endocrinólogos, urólogos, ginecólogos o algunos otros términos menos estigmatizados, aunque su interés primario estuvo en el sexo. Otra manera que muchos parecieron hacer frente fue distanciarse ellos mismos de sus temas al rotularlos con palabras como anómalo, patológico y perverso, recalcando en el proceso que aunque era necesario para la sociedad saber acerca de la existencia de tales individuos, la mayoría de las personas, incluído el investigador, no eran como ellos.
Aunque otros, y muchos de los primeros investigadores estadounidense están en esta categoría, estuvieron interesados en los males realizados en esposas y niños inocentes de las enfermedades de transmisión sexual, que los investigadores creían ser el resultado del contacto con prostitutas. Llegaron a creer que la respuesta yacía en la educación sexual y por lo tanto, recalcaron los peligros de la sexualidad prematrimonial y extramatrimonial y la necesidad de practicar la abstinencia excepto dentro del matrimonio. Fue sólo con el fracaso de estos esfuerzos tempranos que algunos investigadores recurrieron a la ciencia para adquirir una mejor comprensión de la sexualidad humana, aunque para muchos de ellos ciencia fue vista como un socio en sus cruzadas de moral contra las enfermedades de transmisión sexual.
Algunos de estos individuos, sin embargo, entraron en los estudios de la sexualidad para comprenderse ellos mismos y para aclarar sus propias concepciones erróneas así como las del público. Entre los primeros investigadores sexuales fueron homosexuales, quienes estuvieron interesados en demostrar que la homosexualidad no era una perversión. Las feministas estuvieron decididas a eliminar gran parte de la información errónea acerca de las mujeres propuesta mediante el establecimiento masculino, que tendía a sostener que las mujeres eran inferiores a los hombres. Algunos de estos individuos siguen siendo propagandistas para un punto de vista específico, pero muchos fueron más allá de su preocupación inicial para convertirse en los principales investigadores científicos.
Sin embargo, la personalidad de los investigadores es sólo parte de la pregunta. Otro aspecto del desarrollo de la investigación sexual es por qué la última parte del siglo XIX empezó a ver el desarrollo de lo que Paul Robinson llamó la modernización del sexo.2 Este es un tema que ha sido poco explorado. El pionero en el campo fue Edward M. Brecher, quien estaba mucho más interesado en los sucesos alrededor de Alfred Kinsey y sus sucesores que en un intento por explicar cómo se desarrolló la investigación moderna.3 Esta es una pregunta en la cual he empleado muchos años tratando de responderla, y este libro es el resultado de mi averiguación.
Parte de la respuesta es sencillamente el crecimiento de la especialización en la ciencia, que ha sido un hecho de vida durante más de cien años. Si los oftalmólogos pudieran especializarse en el estudio del ojo, entonces otros podrían empezar a especializarse en Urología y Ginecología. Estos especialistas médicos, sin embargo, trataron los problemas sexuales sólo indirectamente. Hubo un número creciente de científicos que creyó que los órganos sexuales necesitaban estudiarse pero que las relaciones sexuales y los comportamientos sexuales también necesitaban ser analizados. Ellos creyeron que la investigación no debería estar limitada al escenario médico sino que debería atraer un número de disciplinas emergentes en las ciencias biológicas y sociales.
Dentro de la comunidad científica misma, el interés en los asuntos sexuales se había vuelto generalizado, en parte debido a las teorías de Charles Darwin (1809-82). Darwin creía que la selección sexual era una clave para la evolución. El acoplamiento sexual, la unión de los elementos sexuales de dos organismos que habían estado expuestos a diferentes ambientes, condujo a la progenie más vigorosa que la hecha por autofertilización. Basados en esta apreciación, algunos de los seguidores de Darwin fueron tan lejos como para sostener que el sexo existía para el bien de la especie. Esta malinterpretación de Darwin se convirtió en el criterio dominante, aunque uno erróneo, hasta la mitad del siglo XX y probó un fuerte impulso para los estudios en la sexualidad.4 Fue también un factor principal al extraer alguno de los estigmas del estudio del sexo.
Otros investigadores se aprovecharon del concepto de selección sexual para explicar cualquier número de factores. Sir Francis Galton (1822-1911), un primo de Darwin, creyó que la selección sexual probaría ser un medio para mejorar el género humano. Acuñó el término eugenesia en 1885, y aunque él mismo se concentró en instar a los matrimonios sensatos y a las grandes familias para el adinerado y dotado (términos que usó más o menos como sinónimos), otros fueron mucho más lejos y argumentaron que la alta tasa de natalidad del pobre e intelectualmente menos dotado era una amenaza para la civilización. Un resultado fue una inquietud creciente por el intento a mejorar el tamaño del plan familiar a través de diversos métodos de control de natalidad. Aunque otros factores también afectaron al movimiento de control de natalidad, como se describirá posteriormente en el libro, el intento para limitar el crecimiento de "inferiores" y extender los números de "superiores" no puede pasarse por alto.
Algunos eruditos que estuvieron de acuerdo con Darwin acerca de la importancia de la selección sexual en la evolución llegaron a creer en la existencia de la degeneración causada por un defecto en la herencia de un individuo. La tensión degenerada causada por el defecto se creyó ser la enfermedad nerviosa progresiva e inherentemente involucrada, la debilidad física y el comportamiento anómalo. Para algunos autores, casi cualquier desviación del comportamiento adecuado, convencional se consideró un signo de degeneración. Incluído en esto estuvo cualquier variación de las normas del comportamiento sexual y el resultado fue el crecimiento del concepto del degenerado sexual.
Cesare Lombroso (1836-1909) usó las suposiciones darwinianas para apoyar su argumento de que las desviaciones sexuales estaban en una etapa más baja de la escala evolutiva que los individuos normales, heterosexuales. Lombroso y sus aliados aceptaron la creencia de que la vida animal había evolucionado desde las formas inferiores, pero fueron más allá, alegando que la vida había progresado sexualmente desde una etapa hermafrodita o autofertilizante a una etapa monosexual mayor. Al igual que la vida misma ha evolucionado, también las especies humanas, y como seres humanos han progresado desde la sociedad primitiva a niveles de civilización más altos, ellos han pasado por el robo, asesinato, promiscuidad y perversión, o al menos los más civilizados entre los seres humanos lo habían hecho así. Dado que, sin embargo, un niño tuvo que repetir la progresión de las especies para civilizarse, fue comprensible que aquellos con una herencia defectuosa se convertirían en criminales, desviados o afectados mentales. Fue también comprensible por qué el comportamiento sexual común entre grupos primitivos o entre los animales observados sería inaceptable en las sociedades civilizadas mayores.5
Inevitablemente, otro factor en el desarrollo de la investigación sexual, como se insinuó anteriormente, fueron los esfuerzos de muchos de aquellos rotulados como desviados, defectuosos o criminales para encontrar respuestas alternativas. Como se trata posteriormente, uno de los elementos principales en la aparición del movimiento sexológico alemán fue el esfuerzo de los homosexuales por escapar de las etiquetas estigmatizadas aplicadas a ellos por tales personas como Lombroso.
Una razón principal de que las teorías de Lombroso y otros se habían vuelto tan bien conocidas fue debido al motivo de preocupación pública acerca de los problemas percibidos del crecimiento de la ciudad moderna. El siglo XIX vio el crecimiento enorme de las ciudades como individuos trasladados de una forma de vida agrícola a una industrializada y comercializada. Un gran número de habitantes rurales abrieron su camino a las áreas metropolitanas en expansión del siglo XIX, que condujeron no sólo al crecimiento rápido de la población sino a las disparidades mayores entre los diversos sectores de la población así como a la demanda de mayor ejecución de leyes.
Los problemas que se habían pasado por alto o quedado sin notificar en una comunidad rural fueron acentuados por la concentración de la población. Por ejemplo, cientos, quizás miles de libros fueron escritos sobre la prostitución en el siglo XIX, así como las autoridades lucharon con los problemas de cómo tratar con ello. De igual manera, los homosexuales anteriormente aislados, que quizá hayan sentido ser únicos, encontraron a otros como ellos mismos en las ciudades sobrepobladas. Inevitablemente, como ellos formaron grupos, llegaron a la atención de la policía y los tribunales, quienes carecían de entendimiento y de precedente acerca de cómo tratar con todas los tipos de comportamiento sexual. Gran parte de este comportamiento anteriormente había sido pasado por alto o había sido considerado algo que sólo había hecho un individuo aislado. Uno de los fundadores de la investigación sexual moderna, Richard von Krafft-Ebing, tomó como su tarea la exploración de una variedad de comportamientos sexuales para ayudar a los tribunales y lo hizo como uno convencido de que la patología sexual era una amenaza real para la sociedad. Algunos de sus contemporáneos aún creyeron que el impulso sexual mismo contenía un peligro potencial, y Sigmund Freud, aunque no fue tan lejos, recalcó la importancia del ego y superego al controlar tal fuerza prístina.
El comienzo de lo que se llama la primera oleada del feminismo también afectó al desarrollo de la investigación sexual. Gran parte de la interpretación de los asuntos sexuales había sido desde el punto de vista masculino, y en general, tal criterio sostenía que las mujeres eran consideradas como hombres inferiores vueltas al revés. Muchos de los primeros investigadores sexuales fueron mujeres, y como se indica en los siguientes capítulos, ellas buscaron con éxito retar muchos de los estereotipos y suposiciones masculinas. Las feministas estuvieron también activas en las campañas para la abolición de la prostitución, para el acceso a la información del control de natalidad y para otros temas, que tendieron a promover nuevos tipos de investigación sexual. Muchos de los primeros investigadores sexuales estuvieron también interesados en la reforma del matrimonio, ya que sintieron que las mujeres fueron a menudo las prisioneras en los matrimonios sin amor. El resultado fue una efusión de los manuales de matrimonio y de nuevos resultados acerca de la sexualidad humana así como también la organización de grupos para producir la reforma. Tal actividad también condujo al astillamiento de los investigadores sexuales dentro de los denominados científicos puros cuya meta fue publicar sus resultados acerca de la sexualidad humana y los denominados reformadores quienes querían ejercer presiones políticas para ejecutar algunos de sus resultados.
Todos estos factores tendieron a unirse en las últimas décadas del siglo XIX y se transfirieron con mayor impulso al siglo XX. Las ideas acerca de la sexualidad cambiaron, y las normas cristianas tradicionales aceptadas desde San Agustín fueron atacadas y en muchos casos descartadas. La investigación sexual misma se expandió en un campo interdisciplinario que dependió de la pericia en Biología, Psicología, y Sociología; las perspectivas históricas y transculturales; y la información proporcionada por los profesionales en la Medicina, la ley, la enfermería, la religión y otros.
Escribí este libro para explicar el desarrollo de la investigación sexual, para ayudar a una audiencia mayor a entender lo que la Sexología es en su totalidad y a describir cómo ocurrieron los cambios en la actitud pública. Es un tema para el cual he dedicado gran parte de la década pasada y es mi esperanza fervorosa que mi análisis será útil. Aunque me concentro en los últimos 150 años, la investigación en el siglo XIX no empezó en un vacío. También tuvo una historia, que al menos debe resumirse y una actitud, que debe examinarse. Aquí es donde el primer capítulo empieza, después del cual paso a los acontecimientos y las controversias más recientes.



1
INVESTIGACIÓN SEXUAL Y SUPOSICIONES

DESDE LOS GRIEGOS AL SIGLO XIX

En general, como se ha indicado en la introducción, gran parte de la primera información acerca del sexo se recogió a partir de las observaciones animales. Es interesante, sin embargo, que las observaciones acerca de la actividad sexual entre las plantas fueron ignoradas, quizás porque en algunas excepciones, como la datilera, no eran muy obvias. Un resultado de esta primera falta de atención a las plantas ha sido que en la floración de cultivo occidental, plantas tales como la rosa, se han considerado símbolos de la castidad y los acoplamientos animales como símbolos de la concupiscencia. Ha habido incluso grupos religiosos, como los Albigenians, quienes prohibieron a sus adherentes comer cualquier producto de la unión sexual pero les permitieron comer verduras, frutas y pescados, porque creían que estas formas de vida no resultaban de la unión sexual.
Todo ésto es una manera de recalcar que los conceptos occidentales de la sexualidad representaron hasta el siglo XIX una mezcolanza de ideas y colaboradores. Históricamente, el autor premoderno más influyente en la actividad sexual entre los animales y los seres humanos fue el filósofo griego del siglo IV a. de C., Aristóteles, cuyas History of Animals, Parts of Animals, and Generation of Animals pueden considerarse como la fundación no sólo de la Zoología occidental sino también de la Sexología occidental. Tan admirable fue su influencia que casi todo lo atribuido a él se creyó, con el resultado de que su nombre se adjuntó a libros que tuvieron poco que ver con lo que él dijo. Por ejemplo, la fuente de información de habla inglesa acerca del sexo más usada en el mundo desde el siglo XVII y a través del siglo XIX fue conocida como Aristotle's Masterpiece, aunque sólo fragmentos de la información e información incorrecta ofrecidas pueden ser determinadas a Aristóteles.1
El sexo fue una clave para el esquema de clasificación de Aristóteles, porque sobre esta base asignó animales a uno de tres grupos: aquellos que se reprodujeron (1) por medios sexuales, (2) por medios asexuales, y (3) mediante generación espontánea. Esta última categoría incluyó un número de animales inferiores como las pulgas, los mosquitos y las moscas, los cuales creyó que se reprodujeron fuera de las sustancias putrefactas. Entre los moluscos y los crustáceos, trató de diferenciar aquellos que se reprodujeron a través de la formación de yemas de aquellos que vinieron de la autogeneración. Sus datos fueron una combinación de observación aguda y de folklore. Sostuvo que el cangrejo ermitaño creció espontáneamente fuera del suelo y el cieno y encontró su camino en conchas desocupadas, trasladándose a conchas cada vez más grandes a medida que crecía. Generalmente, sin embargo, hablaba de la generación espontánea sólo cuando no podía encontrar ninguna otra explicación, como en el caso de la anguila. Informó que las anguilas carecían de bazo o huevas y cuando se disecaron no pudieron encontrarse pasos para tales secreciones. Añadido al enigma fue el hecho de que las anguilas parecían surgir espontáneamente después de una lluvia, mientras que nunca surgieron en las piscinas estancadas, incluso en épocas de sequía. Ésto le llevo a concluir que las anguilas se derivaban de los "intestinos" de la "tierra" y crecían espontáneamente en el fango sobre el sustento de las aguas llovedizas.
Algunas de las descripciones de Aristóteles sobre la reproducción mostraron aptitudes notables de observación. Por ejemplo, escribió que en el apareamiento del pulpo, dos pulpos se deslizaban, entrelazando las bocas y los tentáculos hasta acomodarase estrechamente sin interrupción. Entonces un pulpo apoyaba su supuesta cabeza contra el suelo y extendía sus tentáculos; los dos sexos atraían entonces sus ventosas en conexión mutua. Agregó que algunos afirmaron que "el macho tiene una clase de pene en uno de sus tentáculos, en el cual están las ventosas más grandes y afirmaron incluso que el órgano es tendinoso en carácter, que crece adherido directamente al centro del tentáculo y que éste le permite entrar al orificio nasal o embudo de la hembra".2
Esta es una descripción más o menos exacta del apareamiento en el cual el macho usa su hectostylus (un tentáculo que sirve como brazo de procreación) para extraer una cápsula de semen de su propio manto y luego la coloca en el de la hembra. Debido a que el esquema de clasificación de Aristóteles parecía tan integral, aunque era una mezcla de apreciaciones excelentes y superstición popular, hubo una renuencia a desafiar sus conclusiones. Lo más dañino fue su creencia en la generación espontánea, y no fue hasta que este concepto se radicó que fue posible comprender plenamente la importancia de la sexualidad. En el siglo XVII, el italiano Francesco Redi demostró que las larvas no nacían del material putrefacto sino que provenían de los huevos de moscas. Sin embargo, aunque Redi demostró la fuente de gusanos, estuvo poco dispuesto a montar un asalto frontal sobre la teoría de la generación espontánea, quizás porque la Teología cristiana, basada en las suposiciones aristotelianas, apoyaba tal creencia para justificar el concepto del pecado original. Pero sencillamente, las personas de la época no podían visualizar cómo Adán y Eva podrían haber vivido felizmente en el paraíso antes de su expulsión si fueron azotados por los males terrenales producidos por tenias, lombrices intestinales y otros parásitos. No obstante, según la Biblia, Dios había creado todas las formas de plantas y animales antes de que creara a los seres humanos. Para responder a esta contradicción evidente, la Teología de la iglesia sostuvo que los parásitos vinieron no con la creación sino como una consecuencia del pecado original a través de la generación espontánea. Redi no quiso confrontarse con la iglesia acerca de su creencia en la generación espontánea pero estaba contento de modificar la doctrina cristiana en algunos detalles. Otros siguieron tal modificación hasta el descubrimiento de Luis Pasteur en el siglo XIX de que la fermentación era causada por la existencia de organismos de minuto llevando a la mayoría de la comunidad científica no sólo a abandonar las nociones aristotelianas sino de hecho a pasar por alto en su mayoría las preguntas acerca del origen de la vida y describir sencillamente la manera de las diversas formas de vida reproducida. De esta forma, se evitó un conflicto con la religión, aunque las ideas religiosas cambiaron gradualmente.
Mucho tiempo antes del descubrimiento de Pasteur, algunos investigadores habían empezado a especular con que las plantas también podrían tener una forma de reproducción sexual. Una de las primeras exploraciones de esta posibilidad aparece en las redacciones del inglés Nehemiah Grew del siglo XVII. En su Anatomy of Plants, publicada en 1685, postuló que las flores en las plantas eran órganos sexuales, los pistilos eran los órganos femeninos, los estambres los masculinos y el polen era la semilla masculina. Ya que las flores que observó abarcaban elementos de ambos sexos, Grew también sostuvo que las plantas eran hermafroditas. Esta creencia, al menos para algunas plantas, fue desafiada por el contemporáneo alemán Rudolph Jacob Camerarius en su ensayo en 1694 Letter on the Sex Life of Plants. Camerarius había observado que un árbol de moreras aislado produjo sólo vasos de semilla vacíos, estériles. Se preguntó si ésto quizás sería porque no se había fertilizado, y ésto le llevó a formular la hipótesis de que quizás existen plantas masculinas y femeninas. Empezó a experimentar con una planta popularmente conocida como mercurio del perro (Mercurialls perennis), que había observado en dos variaciones diferentes. Algunas de las plantas tenían sólo estambres en sus flores pero no producían ninguna semilla o frutos, mientras otras, careciendo de estambres en las flores, producían fruto. Aislando lo fructífero de las plantas productoras de polen, demostró que aunque los vasos de la semilla todavía aparecían en aquellas, eran estériles.
Aunque esto fortaleció aún más la idea de los elementos masculinos y femeninos en las plantas, la pregunta básica siguió siendo cómo toman contacto mutuamente. En el siglo XVIII, Josef Gottlieb Kölreuter a través de su estudio de los estambres en las plantas Hibiscus encontró que tanto el viento como los insectos eran importantes en el proceso de fertilización y que la fertilización era sólo exitosa cuando tenía lugar entre plantas pertenecientes a la misma especie.
En el seguimiento y ampliación sobre esta investigación fue otro alemán, Christian Konrad Sprengel, quien publicó The Newly Revealed Mystery of Nature in the Structure and Fertilization of Flowers en 1795. Convencido de que Dios había puesto todo en la naturaleza para una finalidad, Sprengel planteó determinar qué finalidades útiles tienen las diferentes partes y propiedades de las flores que han sido creadas. Concluyó que el color de las flores era para atraer a los insectos y que ciertos colores atraían ciertas formas de insectos. Luego observó que la flor se adaptó no sólo a los estados generales de su propia vida sino también a los de los insectos que deseaba atraer. Argumentó que aunque algunas flores parecían ser hermafroditas y tenían estambre y pistilo, un ciclo de desarrollo diferencial hacía imposible para la flor ser fertilizada por su propio polen. En cambio, la fertilización fue transmitida mediante el polen por insectos de otras flores. Ésto le llevaba a filosofar que la naturaleza no deseaba una flor que fuese fertilizada por su propio polen.3 Su enfoque entero hizo parecer sus resultados como la demostración de la naturaleza de las maravillas que Dios había creado.
Si los investigadores tenían dificultad al comprender plenamente la importancia de la reproducción sexual en formas de vida menores, tenían problemas similares al tratar de explicar cómo tenía lugar la concepción no sólo en los seres humanos sino en la mayoría de la especie animal. Además, la base para muchas de las nociones culturales occidentales acerca de la concepción y la reproducción sexual provino de los griegos, y Aristóteles fue una figura principal. Pero Aristóteles, hizo más que tratar de explicar la reproducción humana; sus suposiciones filosóficas acerca de la reproducción le llevaron a postular diferentes funciones para hombres y mujeres. Esto dio una connotación política a las ideas acerca del sexo y la reproducción de la cual todavía no nos hemos escapado plenamente.4
Aristóteles creía que el hombre era el factor principal en la reproducción, aunque asintió que la mujer aportaba la materia para la formación. Luego, si el hombre, significaba lo eficaz y activo y la mujer considerada como mujer, lo pasivo, resulta que con lo que la mujer contribuiría al semen del hombre no sería semen sino material para trabajarlo sobre el semen"5. En su defensa, Aristóteles presentó la función de la mujer algo más favorablemente de como lo hicieron algunos de sus contemporáneos, quienes consideraron sencillamente a la mujer como un vaso diseñado para llevar la semilla masculina a la fruición.6 Hubo, además, una fuerte minoría de autores griegos que fueron tan lejos para dar el mismo crédito a la mujer como al hombre, aunque sus criterios nunca se convirtieron tan influyentes como los de Aristóteles. Un buen ejemplo es el autor del trabajo hipocrático On Generation, que declaró que dos semillas participaban en la concepción, la masculina que contribuía con el semen y la femenina con las secreciones vaginales.7 Galeno, el segundo escritor médico del siglo también apoyó la doctrina de las dos semillas, sosteniendo que ambas semillas tanto masculinas como femeninas tenían poder coagulativo y capacidad receptiva de coagulación pero que una era más fuerte en el hombre y otra en la mujer.
Aunque algunos autores posteriores también adoptaron la doctrina de las dos semillas, triunfaron los criterios de Aristóteles en Occidente, porque habían sido adoptados y defendidos por el escritor árabe Avicenna del siglo XI, quien fue un transmisor clave de las ideas aristotelianas para la Europa medieval. Avicenna, quien también incorporó algunos de los conceptos de Galeno, sostuvo que el agente masculino era equivalente al agente de la coagulación de la leche y el femenino al coágulo8. Esta fue la explicación adoptada por San Albertus Magnus en el siglo XIII. Aunque Albertus usó el término semen femenino, dejó claro que sólo podría llamarse semen en un sentido equívoco y que el hombre contribuyó el material esencial para la generación9. En esta opinión, fue apoyado por su alumno Santo Tomás de Aquino, quien sostuvo que el poder generativo femenino era imperfecto comparado con el masculino.10
La mejor comprensión del proceso dependía de un conocimiento más eficaz del cuerpo humano. En esto, el trabajo anatómico de Andreas Vesalius en el siglo XVI resultó importante, así como los estudios más especializados sobre Anatomía femenina por Gabriele Faloppio, su contemporáneo más joven. Faloppio describió el clítoris así como los tubos que llevan su nombre. Faloppio también fue importante en el estudio de la anatomía masculina; describió la arteria profunda del pene, que condujo a una mejor comprensión de cómo el órgano se erecta.
Mientras el conocimiento acerca de la Anatomía de los órganos reproductivos de los hombres aumentó, el de la mujer, en particular el útero, permaneció vinculado al misterio y la superstición. Platón, profesor de Aristóteles, por ejemplo, había popularizado la creencia de que un útero inactivo causaba histeria femenina. Escribió que cuando el útero, una criatura instalada deseosa de maternidad, "permanece infecundo por demasiado tiempo después de la pubertad, está afectado y dolorosamente perturbado, y desviándose en el cuerpo y cortando el paso del aliento, impide la respiración y lleva a las enfermas a la angustia extrema y además provoca todo tipo de enfermedades".11 Afortunadamente, la mayoría de los autores médicos rechazaron tales nociones. Soranus de Ephesus, el segundo autor del siglo en Ginecología, sostuvo que aunque el útero fue concebido por algunos de tener una existencia independiente, similar a la de un animal, no fue así. Tales malentendidos surgieron, explicó, porque el útero en realidad sí tenía algunas características similares a las de un animal, como que se contraería si eran aplicados los agentes de enfriamiento y se relajaría si se aplicaban los calientes, 12 Galeno también se opuso a la teoría de la matriz inversa, recalcando que era imposible para él saltar sobre el estómago para tocar el diafragma, pero no obstante, creía que la matriz deseaba estar embarazada y que la única solución para muchas quejas de mujeres eran las relaciones sexuales y el embarazo. Esto fue por que el útero produjo una secreción similar al semen masculino y que la retención de esta sustancia en el útero condujo al deterioro y a la corrupción de la sangre. Esto a su vez conducía a un enfriamiento del cuerpo y a una irritación de los nervios y con el tiempo conducía a la histeria".13
Aunque Vesallus y otros anatomistas del siglo XVI finalmente dejaron el concepto del útero inverso, hubo aún considerables malentendidos de la fisiología femenina y exactamente como sucedía con la reproducción. El primer reto eficaz para la importancia abrumadora del hombre provino de William Harvey, cuya Anatomical Exercitations Concerning the Generation of Living Creatures se publicó en latín en 1651 y se tradujo al inglés en 1653. Aunque se le conocía mejor por su demostración de la circulación de la sangre, Harvey dedicó gran parte de su vida estudiando la generación. Observó la reproducción y la gestación en todos los tipos de animales, haciendo hincapié en el desarrollo diario del embrión de pollitos. También analizó el útero del ciervo en diversas etapas durante el apareamiento y el embarazo. Esta investigación le llevó a destacar la importancia del huevo en la generación. Algún indicio de la función del huevo fue promovido antes por Hieronymus Fabricus de Aquapendente, un estudiante de Falopio, pero fue Harvey quien promovió la teoría ovípara para su conclusión lógica.
Harvey no pudo encontrar ninguna prueba de que la masa seminal del gallo entró o incluso tocó los huevos de la gallina durante su formación. Sí encontró que por un tiempo una gallina podría seguir produciendo huevos fértiles después de todos los vestigios detectables de semen que habían desaparecido de su cuerpo. Para Harvey, esto parecía ofrecer pruebas sólidas de que la contribución del semen del gallo para la generación era indirecta e incorporal; confirió sencillamente una cierta fecundidad sobre la gallina y luego no desempeñó ninguna función adicional en la generación real del huevo o del pollito. Una vez dotada de esta fecundidad, la gallina podría, enteramente por cuenta propia, producir huevos fértiles.
Para explicar cómo sucedió ésto, Harvey comparó el proceso con la propagación de las enfermedades por contagio como entonces se comprendió. La exposición a un individuo enfermo, sostuvo, podría engendrar dentro de un segundo individuo un principio interno que posteriormente reproduciría en él o ella la misma enfermedad específica. Para Harvey, la fecundidad era transmitida a la hembra de la misma manera por el semen masculino. La función de la gallina y el gallo no es producir un pollito sino crear un huevo fértil que posteriormente suscita un pollito a través de sus propios poderes innatos. Creyó que había demostrado ésto mediante sus disecciones del útero del ciervo, en las que observó con sus propios ojos (ésto fue antes del desarrollo del microscopio) que fue mucho tiempo después de la desaparción del semen en el útero que las primeras pruebas de concepción aparecían. Ésto le condujo a formular su dictamen famoso de que "un huevo es el primoridum común de todos los animales", implicando en efecto que la función de los padres en la generación era indirecta. Ellos producían un huevo o concepto o semilla fértil, y ésto posteriormente producía un animal o planta nueva a través de los poderes vegetativos innatos.14
Otros investigadores llegaron a las conclusiones de apoyo, en particular Marcello Malpighi, cuyo estudio de los embriones de pollitos se publicó en 1672. Alrededor de la misma época Regnier de Graaf observó que se llevaban a cabo cambios en los ovarios de conejos en los primeros días después de la fertilización y concluyó que cambios similares probablemente tuvieron lugar no sólo en la hembra sino también en la mujer.
Los ovistas, sin embargo, atravesaron un obstáculo temporal creado por los estudios de Anton van Leeuwenhoek (1632-1723), quien hizo observaciones con un microscopio sencillo, primitivo que no fueron igualadas hasta que los instrumentos más potentes del siglo XIX permitieron a otros confirmar en detalle lo que él había dicho. Leeuwenhoek se interesó por el semen masculino después de Johan Ham, un estudiante de Medicina, le consultó acerca de las criaturas microscópicas que había observado en el semen de un paciente que sufría emisiones nocturnas. Ham trajo a Leeuwenhoek una botella de vidrio que contenía el semen para para la confirmación. Leeuwenhoek observó las criaturas microscópicas, notando que eran diferentes de otras animalculas (animales microscópicos) que él había observado; todas estas criaturas en el semen tenían cuerpos redondos con colas cinco o seis veces más largas que sus cuerpos. Como los estudió posteriormente, informó que hicieron movimientos de natación similares a los de una anguila y que tales movimientos gradualmente desaceleraban y finalmente cesaban, aunque el animalcula permanecía claramente reconocible.
Para asegurarse de que estos animales pequeños no eran el resultado de ninguna enfermedad, Leeuwenhoek y Ham examinaron el semen de machos "sanos" y observaron la misma clase de criaturas. Calcularon que debía de haber miles o más en el espacio que podría ser ocupado por un grano de arena. Como los datos adicionales se recogieron bajo una variedad de condiciones, se encontró que el animalcula moría a las 24 horas si se mantenía a temperaturas frías, pero sobrevivía varios días si se mantenía en condiciones calientes. Leeuwenhoek llamó a estas criaturas espermatozoides.
Casi inmediatamente después de los resultados de sus descubrimientos fueron publicados en las actas de la Sociedad Real Británica en 1678, todas clase de resultados que empezaron a comunicarse. Un observador notó al ver un caballo en miniatura en el semen de un caballo, y otro, un burro en miniatura en el semen de un burro. Sin embargo, otros creían que podrían distinguir el esperma masculino y el femenino, y al menos un investigador informó que vió el esperma masculino y femenino copulando y luego dando origen a un esperma pequeño. El efecto del descubrimiento, a pesar de las historietas ridículas, fue para reafirmar -al menos en las mentes de muchos - la supremacía del hombre en la reproducción.15
Uno de los resultados de las observaciones de los huevos y los espermatozoides fue para recalcar que el sexo era universal. Esta creencia se apoyó firmemente en el siglo XVIII por el gran biólogo sueco Carolus Linnaeus (1707-78), quien basó su esquema de clasificación de todos los seres vivientes en sus medios de reproducción. Para él, omne vivum ex ovo, o todo lo que vive proviene del huevo- aunque en el caso de las plantas, el huevo estaba en forma de una semilla. Tan fuertes fueron sus creencias que escribió que no podría haber ninguna desviación de esta ley natural general. Como Colin Milnes de la Linnaean Society en Inglaterra dijo en 1771: "Ningún ser debe su formación a la casualidad, y todos son probablemente producidos por un modo de generación similar, dependiendo de la unión de los dos sexos, el insecto más minúsculo así como el elefante, el musgo más pequeño así como el roble majestuoso y elevado".16
Linnaeus, sin embargo, habló demasiado pronto, y en los primeros años del siglo XIX, su sistema de clasificación estuvo bajo provocación ya que se volvió claro que había formas de vida asexuadas gestadas por semillas. Pero un problema más grave fue la dificultad de identificar lo que participó en la fertilización. Una minoría de investigadores incluso llegó tan lejos para alegar que los denominados espermatozoides vistos bajo el microscopio eran sencillamente parásitos, mientras otro grupo sostuvo que eran organismos separados. Es más, incluso los partidarios del esperma según fueron la clave hasta ahora incapaces de explicar cómo el esperma se introdujo en el cuerpo masculino o cómo estaba elaborado. La respuesta a estas preguntas fue imposible hasta el desarrollo de la teoría de la célula por Matthias Jakob Schleiden y Theodor Schwann. En 1838, Schleiden concluyó de sus intensas observaciones microscópicas que las plantas no eran sólo un ser viviente sino un agregado de moléculas orgánicas individuales y autónomas. Inseguro de lo que había descubierto, lo discutió con su amigo Schwann, quien contestó que había visto estructuras similares en las membranas animales. Su descubrimiento dio lugar a la fundación de la Citología (el estudio de la estructura y función de las células) y la realización de la complejidad de la vida.
Uno de sus primeros descubrimientos fue que aunque los organismos unicelulares se reproducían normalmente por brotación y división también se producían sexualmente por un proceso descrito como autogamia, conjugación y copulación. Schleiden y Schwann especularon que aunque el proceso de brote dio lugar al crecimiento extraordinario de la población también dio lugar a la endogamia extrema, una dificultad que podría ser superada por la autogamia ocasional. Ellos encontraron algunas formas de vida, alternadas entre la propagación sexual y asexuada, como el plasmodium, el agente que causa la malaria. En los seres humanos, los plasmodios se reproducen al dividirse, pero en el intestino del mosquito, se reproducen sexualmente. Schleiden también recalcó la importancia del polen en el proceso de fertilización de las plantas. La combinación de las observaciones de Schleiden y Schwann dieron nueva importancia al sexo en la reproducción, un concepto que Darwin, como se mencionó en la introducción, hizo prioritario.
Pero ¿qué clase de proceso condujo a la fertilización? La existencia de un huevo mamífero se había descubierto en 1827, pero no fue hasta 1875 que Oscar Hertwig observó el momento de la fertilización en el caballito de mar, uno de los denominados animales mayores. Hertwig eligió al pilluelo de mar porque sus huevos son transparentes, aparecen en gran número y se desarrollan rápidamente. Ésto le permitió observar la unión de dos núcleos en el huevo, un suceso que interpretó como la fertilización. Hasta cuatro años más tarde Herman Fol no observó realmente que los espermatozoides penetran el huevo y contribuyen el segundo núcleo.
Más tarde se iluminó el proceso con el descubrimiento de los cromosomas en 1873, un descubrimiento que Eduard van Beneden usó para demostrar que la fertilización dio lugar a la unión de dos mitades de conjuntos de cromosomas para formar un conjunto completo. Este fenómeno, que fue postulado, también tenía lugar en los seres humanos, aunque los óvulos femeninos humanos no se observaron hasta el siglo XX.17
Este resumen bastante simplificado de la comprensión biológica del desarrollo de la naturaleza del sexo y la reproducción parece implicar una tendencia incluso constante hacia el conocimiento más elevado y exacto. Por falta de este relato son numerosos los callejones sin salida y los ejemplos erróneos que se siguieron y que por un tiempo desafiaron lo que es ahora la sabiduría percibida. Es más, la misma defrauda un poco por las ideas llevadas y los descubrimientos a comienzos del siglo XX, algo que está más allá del lugar inicial de este libro. Los temas de debate todavía no se habían fijado en el siglo XIX, y a lo largo de gran parte del siglo, hubo un debate considerable sobre las razones de por qué la reproducción sexual ocurrió en primer lugar. Curiosamente, gran parte del debate estuvo centrado en la función de la mujer, generalmente en la desventaja de las mujeres. Hubo una tendencia, por ejemplo, de asociar los óvulos con células asexuadas que empezaban el proceso reproductivo sólo después de ser desencadenados por el esperma, aunque todavía no estaba claro cómo o por qué. Esta explicación, menos el aspecto asexuado, no está lejos de lo que aceptamos hoy. Resultó, sin embargo, que muchas "autoridades" recalcaban que el sexo era sencillamente el medio de procreación usado por los organismos mayores que, por el trabajo de división, habían colocado la tarea de la procreación en manos (o, mejor dicho, en los ovarios) de un individuo especial, la mujer. Algunos vieron ésto como la prueba sociológica y biológica de que la mujer existía exclusivamente para producir y criar descendencia. En un sentido, ésto es tan exacto como alegar que la única finalidad del hombre es fertilizar el huevo. Esta última perspectiva, sin embargo, no fue lo que muchos de los intérpretes de siglo XIX argumentaron. Más bien, sostuvieron -siguiendo las actitudes sociales tradicionales hacia las mujeres- que el estado subordinado de las mujeres era un derecho natural; para argumentar de otro modo que era para amenazar la fábrica social y biológica de las especies.18
Este ejemplo de argüir por una justificación biológica para la subordinación de las mujeres recalca precisamente cuántas actitudes y creencias acerca del sexo y del género humano se basaron en mucho más que una explicación física. Más bien, tales actitudes dependieron en gran medida de los factores psicológicos, sociológicos, culturales e históricos. Inevitablemente, cada nuevo descubrimiento acerca de la sexualidad en la naturaleza adoptó un contexto social y político cuando se aplicó a los seres humanos. En general, los datos se interpretaron para fortalecer las ideas cristianas tradicionales acerca de la sexualidad, que según se indica en la introducción, estaba influída profundamente por las ideas negativas del sexo de San Agustín. Como las suposiciones acerca del sexo y la reproducción sobre la cual la autoridad religiosa había basado sus enseñanzas morales se debilitaron, los comentaristas sobre la sexualidad humana se fijaron en la ciencia para dar una fundación nueva a la moralidad tradicional. Si nada de ésto tendió a fortalecer las actitudes negativas hacia el sexo, porque los que suministraban la notificación podrían argumentar que ellos dieron la orientación más exacta que sus antecesores, ya que incluyeron los nuevos descubrimientos de la ciencia. Es más, como el conocimiento secular aumentó en los siglos XVIII y XIX, hubo un crecimiento correspondiente de la fe en la ciencia misma.
Aunque habían existido algunos retos dentro de la comunidad cristiana a las ideas agustinianas acerca del sexo y aunque los protestantes, en general y los puritanos, en particular, miraron el sexo dentro del matrimonio como una fuente de placer, todos los segmentos de la comunidad cristiana continuaron creyendo que el matrimonio era un requisito previo para las relaciones sexuales.19 Fue en esta actitud que la discusión acerca de la sexualidad humana tuvo lugar. Cada vez más, sin embargo, la discusión sexual estaba dominada por la comunidad médica, en parte porque la mayoría de los descubrimientos recontados hasta ahora en este capítulo fueron hechos por médicos. La ocupación de la investigación, sin embargo, estaba limitada a unos pocos individuos, mientras que dar asesoramiento a los pacientes acerca de los asuntos sexuales fue algo que se esperó de cada médico. El médico practicante, es más, estaba en una situación difícil cuando los pacientes volvían a él (y todos los médicos hasta el siglo XIX fueron hombres) para el tratamiento de los problemas relacionados sexualmente. Incluso con las observaciones y los descubrimientos de un Harvey o un Leeuwenhoek, era difícil explicar a un paciente que se quejaba acerca de una incapacidad para concebir por qué esto quizás era el caso. El estado del conocimiento sencillamente no fue suficiente para este problema. En cambio, la necesidad percibida para ofrecer un diagnóstico y hacer un pronóstico promovió el crecimiento de lo que quizá se llamaron sistemas médicos. En términos sencillos, estos sistemas fueron teorías médicas organizadas que fueron explicaciones integrales de por qué la enfermedad ocurrió y lo que un médico podría hacer para tratarla. Los creadores del sistema habían existido desde que la Medicina surgió como una profesión, pero los sistemas de los siglos XVII y XVIII se volvieron cada vez más complejos y continuos para tener adherentes en el siglo XIX. Es más, muchos de los creadores del sistema, influenciados por sus propias creencias filosóficas y religiosas, sostuvieron que la actividad sexual en sí misma era potencialmente peligrosa. Como resultado, la enfermedad y la patología reemplazaba el pecado en la discusión de las actividades sexuales.
Uno de los creadores del sistema más influyentes fue el gran clínico holandés del siglo XVIII Hermann Boerhaave (1668-1738), quien en sus Institutiones Medicae escribió que el gasto incauto de semen producía "lasitud, debilidad, debilitamiento del movimiento, convulsiones, devastamiento, sequedad, fiebre, dolor de las membranas cerebrales, oscurecimiento de los sentidos y sobre todo de los ojos, deterioro del acorde espinal, fatuidad y otros males similares".20
Las observaciones de Boerhaave sobre los peligros de la actividad sexual se adaptan bien con algunas de las nuevas teorías médicas como el vitalismo, una teoría basada en las obras de Georg Ernst Stahl (1660-1734) y otros. El vitalismo enfatizaba una unidad del cuerpo y del alma, simbolizada por el ánima, que protegía al cuerpo del deterioro al cual tendía. Cuando los movimientos representaban la vida normal eran alterados por el cuerpo o sus órganos, la enfermedad sobrevenía. La enfermedad era por lo tanto más pequeña que la tendencia del ánima (o de la naturaleza) a restablecer el orden normal de los movimientos tónicos tan rápida y eficientemente como fuera posible. Un contemporáneo de Stahl, Friedrich Hoffman (1660-1742) sostuvo que el organismo viviente estaba compuesto de fibras que tenían una tonicidad característica especial, o sea la capacidad para contraer y dilatar. Este proceso era regulado por el sistema nervioso, ubicado en el cerebro. Cuando la tonicidad era normal, el cuerpo estaba sano, pero cada modificación de la tonicidad acarreaba un trastorno de la salud. Para él, los individuos que practicaban la masturbación dañaban gradualmente su memoria debido a la tensión en el sistema nervioso.21
Varios otros teóricos, incluidos John Brown (1735-88) y Théophile de Bordeu (1772-76), se basaron en esta fundación. La filosofía médica de Brown se basó en su propia experiencia con la gota, una enfermedad que había sufrido la mayoría de su vida. En su prefacio para Elements of Medicine, escribió que después de fracasar al querer curarse con el tratamiento tradicional, buscó otros remedios y con el tiempo llegó a la conclusión de que la "debilidad era la causa de sus trastornos y que el remedio fue buscar medidas de fortalecimiento". Para desterrar su gota, tenía que fortalecerse, evitar alimentos debilitantes y tratarse con vino y opio. Si su gota se curó o no sigue siendo dudoso, pero de su experiencia, construyó una filosofía médica conocida como Brunonianismo. Básica a sus enseñanzas fue la noción de la excitabilidad, definida como la distinción esencial entre el vivo y el muerto. El lugar sitio de excitabilidad era en el sistema nervioso, y todos los estados corporales eran explicados por la relación entre debilidad y excitación. Muy poca estimulación era mala, pero la estimulación excesiva podría ser peor porque podría conducir a la debilidad al agotarse la excitabilidad. La excitabilidad se comparó con el fuego: si no había suficiente aire (excitación insuficiente), el fuego estaría latente y se apagaría pero bajo una corriente de aire forzada (demasiada excitación), el fuego quemaría excesivamente, se agotaría y también se apagaría. De estas suposiciones, concluyó que había dos clases de enfermedades: las que surgen de la excitación excesiva (esténica) y las de excitamiento deficiente (asténico). Demasiada estimulación transmitía una dolencia asténica en una esténica. Por ejemplo, el contacto mutuo de los sexos como al besar o incluso estando en presencia del otro, daba una impetuosidad a los nervios. Esta condición nerviosa podría ser aliviada por las relaciones sexuales, pero al dar el alivio provisional, también podría dar lugar a la liberación de demasiada energía turbulenta; y si se llevaba a exceso, ésta también causaba dificultad. Bordeu acabó con las mismas conclusiones que Brown. Bordeu, sin embargo, sostuvo que las glándulas linfáticas así como el sistema nervioso tenían actividad vital, y las secreciones - incluyendo el semen - drenaban las esencias vitales que residían en cada parte del cuerpo.22
Particularmente influyentes al recalcar los peligros de las actividades sexuales fueron las redacciones de S. A. D. Tissot (1728-87). Tissot creía que los cuerpos físicos sufrían una pérdida continua, y a no ser que esta pérdida se restaurara periódicamente, resultaría la muerte. Aunque gran parte de los desechos perdidos a través de los procesos naturales como la micción y las evacuaciones intestinales podrían restaurarse al ingerir alimentos, incluso con un régimen alimenticio adecuado, el cuerpo no podía restaurar completamente los desechos que resultaban de la pérdida sanguínea, la diarrea, y la actividad sexual. Particularmente peligrosa fue la pérdida de la emisión seminal o los exudados vaginales en la mujer.
El semen, explicó, era extremadamente importante para el bienestar del hombre. Como evidencia de ésto, señaló que su apariencia coincidía con el crecimiento de la barba y la consistencia de los músculos, algo que no ocurrió si un hombre estaba castrado. Debido a que el semen era tan importante para el desarrollo del hombre, le parecía obvio que cualquier pérdida excesiva debilitaría al hombre. Aunque agregó que alguna pérdida era necesaria para la reproducción para completar el género humano, el peligro real era la relación sexual en exceso. Incluso más peligroso era la pérdida de semen causada por el sexo no procreativo o a través de medios de práctica forzados que llamó onamismo. Aunque el onamismo a veces se equiparó sencillamente a la masturbación, Tissot usó el término en un sentido más amplio para incluir todo el sexo no procreativo desde la homosexualidad a la masturbación al uso del orificio equivocado hasta el uso de un anticonceptivo. Enumeró varios peligros que podrían resultar de los desechos excesivos del semen, incluyendo (1) oscuridad de las ideas y a veces incluso locura; (2) deterioro de los poderes corporales, dando lugar a resfríos, fiebre y al consumo (tuberculosis); (3) dolores fuertes de cabeza, dolores reumáticos y entumecimiento doloroso; (4) granos en la cara, supurando ampollas en la nariz, mamas y muslos y comezón dolorosa; (5) debilidad consiguiente del poder de la generación según se indica por la impotencia, eyaculación prematura, gonorrea, priapismo y tumores en las vejigas; y (6) desorden de los intestinos, que da lugar al estreñimiento, hemorroides y otros.
El onamismo afectó a las mujeres de la misma manera que a los hombres, pero no sorprende, que los efectos fueron tanto más graves. Además de sufrir los mismos problemas que los hombres, las mujeres también fueron propensas a tener calambres severos, ulceración del cuello uterino, temblores uterinos, ictericia incurable y ataques histéricos. Es más, la masturbación en la mujer resultó a menudo de la manipulación clitoral mutua, y esto dio lugar a que las mujeres que amaban a otras mujeres con tanto cariño y celos como lo hicieron los hombres, una práctica que las bajó del alto status del sexo femenino al nivel de las bestias más lascivas y viciosas.
Incluso peor que la masturbación en los adultos era la existencia de la práctica en los jóvenes que no habían alcanzado todavía la pubertad. Aquí, se tendía a destruir las facultades mentales al poner una presión demasiado grande en el sistema nervioso.23
Es fácil para los últimos comentaristas del siglo XX burlarse de Tissot y otros quienes escribieron en una forma similar. Una de las razones de por qué los autores anteriores atribuyeron tantos peligros a la actividad sexual es que las secuelas de las enfermedades de transmisión sexual, en particular la tercera etapa de la sífilis, se acreditaron a los actos sexuales en general. No fue hasta el siglo XIX que todas las etapas de la sífilis fueron descubiertas y explicadas y pudo haber una explicación más racional de lo que Tissot atribuyó a la excesiva actividad sexual. En realidad, había probablemente incluso algún tipo de correlación áspera entre lo que Tissot atribuyó a la actividad sexual y las secuelas de la sífilis. Es más, aquellos que probablemente contrayeron sífilis fueron aquellos que tenían una variedad de compañeros sexuales y así, en términos de Tissot, fueron visualizados al perder cantidades anormales de su energía corporal a través del desgaste. Incluso después de que el curso de la sífilis se elaboró teóricamente por Philip Ricord (1800-1889), había todavía confusión, porque no fue hasta el aislamiento de la espiroqueta en 1905 que las hipótesis de Ricord pudieron probarse.24
Las ideas de Tissot, en una forma u otra, resultaron sumamente influyentes a través de gran parte del siglo XIX e incluso dentro del siglo XX. Por un tiempo parecía que cada autor trataba de exceder al otro al representar los peligros del sexo. En los Estados Unidos, las ideas de Tissot fueron popularizadas por Benjamin Rush (1745-1813), probablemente el médico estadounidense más significativo a finales del siglo XVIII; es recordado hoy como un signatario de la Declaración de la Independencia. Rush, quien había estudiado en Edimburgo, regresó a América para introducir una variación de las ideas médicas de John Brown. Todas las enfermedades pudieron reducirse a un modelo causal básico: ni a la disminución ni al aumento de la energía nerviosa. Dado que los factores sexuales eran una causa principal de la excitación, Rush enseñó que la indulgencia descuidada en el sexo conduciría a todo, desde la impotencia a la epilepsia y a la muerte.
Rush, sin embargo, no descontó enteramente los aspectos positivos del sexo, recalcando que la restricción anormal en los asuntos sexuales era también peligrosa, porque quizá produciría "temblores, sonrojamiento de la cara, suspiros, profanación nocturna, histeria, hipocondría y en las mujeres, furor uterino".25
No se tuvo que ser un médico para divulgar los peligros del sexo. Sylvester Graham (1794-1851), un reformador de salud quizás mejor recordado por su defensa del trigo sin pelar o trigo Graham y conmemorado hoy por la galleta Graham, enseñó que sus contemporáneos sufrían de una creciente incidencia de debilidad, enfermedades de la piel, del pulmón, cefaleas, nerviosismo y debilidad del cerebro, muchos de los cuales resultaron del exceso sexual. Esto fue porque el cuerpo humano era un compuesto de la vida animal y orgánica, ambos eran controlados por una red de nervios".26 Dado que la reproducción, casi la única de las funciones del cuerpo, que implicaba tanto un componenete animal como uno orgánico, la actividad sexual era vista como el lanzamiento de una tensión única en el cuerpo. Es más, no era sencillamente el acto sexual mismo que planteaba peligros y con el tiempo daba lugar a la locura sino que los pensamientos lascivos y la consideración de las actividades sexuales también podían ser nocivos. Los individuos, por consiguiente, tenían que estar siempre alerta contra los peligros del deseo sexual. Los sentimientos sexuales podrían incluso despertarse al comer platos altamente sazonados y "muy abundantes" así como al comer demasiada carne.27 Un resultado fue el crecimiento de los temores acerca de los peligros de la sexualidad sin trabas.28
En realidad, los peligros del sexo se convirtieron en parte del arsenal de todos los reformadores excéntricos de la última mitad del siglo XIX, incluyendo John Harvey Kellogg, cuyo Battle Creek Sanitarium introdujo nuevos alimentos para el desayuno en el mundo. Dio una lista larga de signos que distinguían a una persona que se estaba masturbando. Enumerada entre los signos estaba cada forma de conducta encontrada en los adolescentes: inconstancia, apocamiento, intrepidez anormal, lasitud y apetito caprichoso. La masturbación además, según Kellogg, producía acné, palidez, ojos sospechosos, consumo de tabaco y profanidad, enuresis nocturna y mordedura de uñas. Como la masturbación siguió, los peligros máximos fueron terribles de contemplar, porque el choque nervioso que era resultado del ejercicio de los órganos sexuales era el más profundo al cual el sistema nervioso estaba sujeto. Incluso los que se ocuparon del sexo para finalidades procreativas tenían que limitar sus actividades sino se daría lugar a más demencia.29
¿Pero por qué, si la actividad sexual fue tan nociva, no hubo generaciones de individuos que se volvieron dementes en el pasado? Aquellos interesados en la crónica de los grandes peligros del sexo tuvieron una respuesta. Fueron las complejidades crecientes de la civilización moderna y el desarrollo evolutivo mayor de la humanidad que habían hecho la actividad sexual mucho más peligrosa ahora que lo que había sido siempre en el pasado. De hecho, muchos médicos del siglo XIX enseñaron que la sociedad moderna completa sufría de neurastenia, una deficiencia de los nervios. Esta era una nueva enfermedad primero descubierta por el estadounidense George M. Beard (1838-83), y era sintomática de las complejidades crecientes de la civilización moderna así como del desarrollo evolutivo mayor de la humanidad. Fue particularmente generalizado y peligroso para los trabajadores educados e inteligentes en la sociedad quienes representaban una etapa mayor en la escala evolutiva que las clases sociales menos avanzadas. La teoría tuvo exhortación amplia, porque se valió de los nuevos conceptos científicos de la evolución para justificar la conciencia de clase y género. De acuerdo con Beard, la causa principal del agotamiento nervioso era la relacion sexual, y era importante para los individuos reglamentar y protejerse contra cualquier actividad sexual innecesaria (no procreativa).30 Por un tiempo, las ideas de Beard fueron sumamente influyentes tanto en América como en Europa.
Predeciblemente, el resultado de estas teorías fue el refuerzo por la ciencia de la hostilidad occidental tradicional hacia el sexo, el cual había sido tal factor influyente en el Cristianismo. Ni los autores de los manuales más populares sexuales, ni los médicos, ni el clero, ni los profesores ni los reformadores, se valieron de nuevas pruebas científicas para participar en una cruzada contra el sexo, oponiéndose a los peligros horribles del "sexo forzado" (en otras palabras, todo sexo no procreativo, incluido el uso de cualquier forma de anticoncepción). La palabra masturbación, no onamismo, a menudo se convirtió en un código para todos los tipos de actividad sexual forzada, desde el uso de los anticonceptivos hasta la homosexualidad.31 El sexo forzado se consideró como diez veces peor que la simple relación ilícita entre un hombre y una mujer solteros, porque al menos los niños resultarían de la fornicación heterosexual.32 No sólo se describió como criminal y pernicioso33 sino también llegó finalmente a describirse sistemáticamente como una enfermedad y a veces incluso como una contagiosa.34
El sexo forzado fue peor que casi cualquier otra enfermedad porque drenaba constantemente los fluídos vitales del cuerpo y quitaba gradualmente la vida misma.35 Cada pérdida de semen se consideró equivalente a la pérdida de 4 onzas de sangre,36 y aunque el cuerpo con el tiempo podría reemplazar esta pérdida, necesitaba tiempo para recuperarse. La única cosa peor que la pérdida seminal en el hombre era la masturbación y el sexo forzado en la mujer.37 Aunque no todos los profesionales de salud se suscribieron a tales ideas exageradas, muchos sintieron que era mucho menos peligroso exagerar que dejar al paciente y al público en la ignorancia.38 Otros temían el ostracismo que quizás resultaría si dijeran todo lo contrario al criterio dominante acerca del sexo y así sencillamente permanecían en silencio. El silencio, sin embargo, no siempre los salvó, porque a veces fueron atacados por otros médicos, quienes alegaban que su silencio conducía a vidas desperdiciadas.39 A menudo el ataque era conducido por médicos respetables y honrados. Abraham Jacobi (1830-1919), por ejemplo, el fundador de la Pediatría en los Estados Unidos, sencillamente estaba reflejando algo de la mejor opinión médica cuando culpó la parálisis infantil y el reumatismo infantil a las prácticas de la masturbación, que habían debilitado la resistencia del cuerpo.40 La masturbación también promovió la formación de los "anexos morbosos" para personas del mismo sexo41 y condujo a la pederastia y al maltrato de menores.42
Algunos comentaristas intentaron definir la masturbación como el coitus interrumptus, contacto oral-genital, pederastia, bestialidad, masturbación mutua, coitus interfemora y autoabuso.43 Otros usaron sencillamente el término sin definirlo. Uno de los peligros planteados por el masturbador, según G. Stanley Hall (1846-1924), un fundador de la Psicología estadounidense y un primer escritor sobre la adolescencia, fue que tal persona sedujo a otras al experimentar con la masturbación, y una vez establecida, la masturbación era la causa principal de "una o más de las formas morbosas de pervensión sexual".44
En el nuevo conservadurismo sobre temas sexuales, cualquier posición extraña en la relación o cualquier acción aparte de aquella diseñada para impregnar a la mujer pudo denominarse como masturbación y fue rigurosamente condenada. Un médico informó sobre la historia del caso de una mujer joven cuyo esposo "tenía el hábito fatal de aplicar la lengua y los labios a los genitales de su esposa para provocar en ella un orgasmo venéreo". Esto había dado lugar a la "gastralgia" y al "agotamiento constante" en la mujer. El médico estaba tan interesado en tratarla que se sintió obligado a advertirle que su vida completa estaría en peligro a menos que su esposo cesara esta práctica detestable. Es más, si su esposo continuaba tales prácticas, probablemente contraería el cáncer de lengua. No sólo fueron los peligros del cunnilingus en los que estaba interesado sino en el hecho de que tales prácticas dieran lugar al orgasmo y esto sólo podría conducir a incluso mayores aflicciones.45 En caso de que sus advertencias no fueran suficientes para detenerlos de ocuparse en tal práctica, agregó que cualquier niño nacido de ellos tendría "instintos pervertidos".46
Algunos autores se molestaron acerca de la posibilidad no sólo de que las mujeres podrían tener orgasmos sino también de que las mujeres encontraran el sexo placentero. En su opinión, el sexo, aunque claramente esencial para la procreación, sólo debería ser ocupado para esta finalidad. Aquellos capaces de preservar de otra manera la continencia matrimonial, se sostuvo, serían premiados por una constitución sólida, una mente sana y el aplauso del merecedor y del considerado".47 Incluso aquellos incapaces de ser totalmente moderados pero quienes todavía procuraban ocuparse sólo moderadamente de la actividad sexual elevarían las facultades más nobles de sus mentes.48 En ningún caso fue alguna vez posible para la castidad ser excesiva.49 Las parejas casadas interesadas en el sexo sólo para la procreación fueron advertidas de limitar sus intentos del coito a "una indulgencia para cada mes lunar". Esto fue "lo más saludable que las dos partes pueden requerir y fue suficiente para asegurar el embarazo si ésto era el deseo de Dios.50 Se sostuvo por muchos ser una ley de Dios que ningún animal, ni mucho menos un ser humano, debería "usar los poderes y los órganos reproductivos para cualquier otra finalidad que la simple procreación". 51 Cuantos más individuos fueran capaces de limitar su indulgencia sexual a la generación y al desarrollo de la especie, más próximos estarían de llegar a cumplir "la ley suprema" y de llegar a ser cristianos verdaderos.52
En los Estados Unidos, los médicos, la mayoría de quienes pensaban como cristianos, vieron como parte de su responsabilidad la educación del público para darse cuenta de que Dios había diseñado "la relación de los sexos" para la producción de la especie y por ninguna otra razón.53 Aunque no podía negarse que el hombre recibía placer al cumplir su deber de engendrar niños, las parejas fueron advertidas acerca de buscar o prolongar los placeres. Esto fue porque, entre otras cosas, hubo "casos innegables donde los niños se engendraron en el momento de la intoxicación permaneciendo estúpidos e idiotas durante toda su vida".54 La lógica también ordenaba demostrar que la concepción durante la época de mal humor, la indisposición corporal, o demasiada tensión nerviosa también afectaría a la especie resultante".55
Las mujeres tenían que ser especialmente cuidadosas de no gozar del sexo, porque eran criaturas maternales más que sexuales. Sólo la mujer enferma tenía una "pasión animal excesiva".56 El asesoramiento, sin embargo, fue de necesidad algo contradictoria, porque algunos autores, siguiendo antiguos textos médicos, creyeron que una mujer no quedaría embarazada a menos que tuviera un orgasmo durante la relación. En general, sin embargo, esta idea fue ignorada o se le restó importancia en la mayoría de los textos médicos del siglo XIX, aunque afortunadamente, siguió siendo una creencia popular. Sin duda cualquier mujer que participaba en el aprovechamiento del sexo mientras estaba embarazada ponía en peligro su función como madre y podría causar un aborto espontáneo.57 De hecho, cualquier pareja que se ocupaba de la relación durante el embarazo reducía el vigor constitucional del feto y lo predisponía a enfermedades debilitantes.58 Es más, las mujeres fueron particularmente susceptibles a tales enfermedades debilitantes. Un libro de texto estándar sobre Ginecología publicado en 1888 tenía un capítulo concluyente titulado la "Ginecología relacionada con la demencia en las mujeres". El autor escribió:

 

Doy por hecho que todos estarán de acuerdo en que la demencia es a menudo causada por las enfermedades de los órganos procreativos, y por otro lado, ese trastorno mental perturba con frecuencia las funciones de otros órganos del cuerpo y modifica la acción enferma en ellos. O, puede ser primario y causal, o secundario y resultante. En la literatura del pasado, encontramos al ginecólogo que promueve sus reclamos hasta conducir a un auxiliar en Medicina a creer que si los órganos sexuales de las mujeres fueran preservados en la salud, la demencia rara vez ocurriría entre ellas.59


De hecho, algunos creían que las mujeres detestaban las relaciones sexuales. El médico inglés bien conocidoWilliam Acton enseñó que las mujeres no tenían ningún deseo por el sexo en lo más mínimo y sólo tenían sexo con sus esposos para tener niños o para mantener a sus esposos lejos del desvío.60 Admitió que algunas mujeres bajas y vulgares no solamente podrían gozar del sexo sino buscar compañeros sexuales, pero esto era algo que ninguna esposa y madre decente haría alguna vez. Para muchos de los escritores sobre sexo, una mujer que gozó del sexo era ya una criatura enferma o de cualquier forma una mujer imperfecta. Curiosamente es que, muchas mujeres escritoras parecían estar de acuerdo, quizás porque vieron que una de las pocas maneras en que podrían liberar su sexo de las cargas continuas del embarazo y la lactancia era desenfatizando la sexualidad femenina. E. B. Duffy, una mujer casada, escribió que las mujeres reales deberían considerar a todos los hombres adultos no como amantes sino como hijastros para quienes ellas tenían una "sensibilidad" de madre.61
Casi todos los consejos de los escritores recomendaban que la relación entre una pareja casada cesara cuando las mujeres entraran en la menopausia, porque ésta era la manera de la naturaleza de poner un "cese" a las funciones sexuales de la mujer.62 Aquellos hombres y mujeres que persistieron en ocuparse de las relaciones sexuales después de este tiempo se encontrarían exhaustos y propensos al peligro de la enfermedad.63 Por lo tanto, en las "vidas bien reglamentadas", las pasiones sexuales se convertían en menos y menos imperiosas, disminuyendo gradualmente hasta que -a una edad promedio de cuarenta y cinco años para la mujer y cincuenta y cinco para los hombres- estaban rara vez despiertos y raramente satisfechos.64
Quizás la mejor suma de todas estas ideas negativas acerca del sexo fue por Elizabeth Osgood Goodrich Willard, quien acuñó el término Sexología. Sostuvo que el orgasmo sexual era más debilitante para el sistema que un día de trabajo duro. Consideraba el sexo como una cosa más o menos repugnante y fue infeliz de que las personas se generaran bajo un sistema que fue abusado de una forma fácil. Alegó que la humanidad debe detener la energía inútil

 

a través de los órganos sexuales, si tuviéramos salud y fuerza del cuerpo. Así tan seguro como que el abuso excesivo de los órganos sexuales destruyen su poder y uso, produciendo inflamaciones, enfermedad y corrupción, precisamente así de seguro es que una menor cantidad de abuso en la misma proporción relativa, daña la función paternal de los órganos y deteriora la salud y la fuerza de todo el sistema. La acción anormal es el abuso.65
 


Con tales actitudes hacia los peligros del abuso sexual, hubo un esfuerzo decidido por encontrar preventivos para aquellos incapaces de controlar su propia sexualidad. Algunos médicos perforaron el prepucio del pene e insertaron un anillo o cortaron el prepucio con tijeras melladas para reducir las posibilidades del placer masculino. Otros aplicaron ungüentos que harían a los genitales de ambos sexos sensibles al tacto, e incluso otros aplicaron hierros calientes a los muslos internos. En algunos casos, se realizaron clitoridotomías en las mujeres, y en ocasiones, se intentó la amputación del pene para prevenir la masturbación en los hombres. Ocasionalmente se recomendó la castración. Más popular, sin embargo, fueron los dispositivos mecánicos que el interesado podría adquirir; una gran cantidad de éstos fueron enumerados bajo la categoría de artefactos médicos en la Patent Office records de los Estados Unidos, incluyendo diversas clases de dispositivos con dientes metálicos diseñados para prevenir la erección en el hombre y diversas clases de guardias para ser usadas alrededor de los genitales de la mujer. Había dispositivos especiales para los pacientes en instituciones mentales, incluyendo un par de guantes únicos que impedían al paciente tocar sus genitales. Hubo incluso un dispositivo para impedir que el cubrecamas llegara a entrar en contacto con las áreas sensibles.66
Los creadores del sistema estaban intentando usar el conocimiento científico para preservar el status quo de las actitudes tradicionales no sólo hacia los temas sexuales sino también al sexo o a las funciones del género. Las mujeres eran el sexo más débil, apartado por la biología para dar a luz niños como se demostró en sus menstruaciones. Los médicos estadounidenses, en particular, recalcaron que la menstruación en sí hizo a las mujeres creaturas especiales, algo que los hombres médicos podrían declarar con impunidad porque tan poco se conoció acerca de ello. Aunque hubo una creencia creciente de que la ovulación y la menstruación estaban conectadas,67 existía incertidumbre sobre si la aparición de la menstruación determinaba la ovulación o si venía después. Incluso a finales de 1890, cuando la primera obra experimental que conducía a la comprensión de las hormonas humanas estaba teniendo lugar, los médicos estadounidenses estaban todavía tratando la pregunta de si los ovarios desencadenaban la menstruación, si el útero era un órgano independiente y cumplía la función menstrual sin ayuda externa, o si las trompas de Falopio eran responsables del flujo mensual.68
En 1861, E. F. W. Plüger (1829-1910) demostró que la menstruación no tuvo lugar en las mujeres cuyos ovarios se habían extraído, un resultado que reforzó la teoría ovárica pero no concluyó el debate sobre la fisiología de la menstruación, como Pflüger formuló una hipótesis de que había un estímulo mecánico de los nervios por el folículo creciente que era responsable de las congestiones y de la hemorragia menstrual. Esto le llevó a que alegara que la menstruación y la ovulación ocurrían simultáneamente.69 No fue hasta el siglo XX, cuando la fisiología de las hormonas se conoció mejor, que la sincronización de la ovulación y los estímulos implicaba ser comprendida plenamente (ver capítulo 5). Entretanto, la teoría de Pflüger de que la estimulación nerviosa desencadenaba la menstruación fue aceptada ampliamente.
La teoría misma no fue poco razonable, basada en las observaciones de la influencia del estrés y la tensión en la irregularidad menstrual. Pero muchos no estaban contentos sencillamente de ver ésto como una explicación posible de la menstruación. En lugar de eso, lo usaron para erigir nuevas teorías acerca de la naturaleza y la finalidad de la mujer. Los líderes en la teorización eran los hombres que parecían estar la mayoría amenazados por las relaciones cambiantes entre los sexos que estaban teniendo lugar en el siglo XIX. Un indicador de este cambio fue la demanda exitosa por las mujeres por entrar en los colegios universitarios y en las universidades, algo que se les había prohibido anteriormente. Exigencias y cambios similares estaban ocurriendo en otras partes del mundo occidental, y esta nueva generación de mujeres educadas buscó entrar en todas las profesiones de hombres. Las escuelas de medicina se encontraron bajo ataque por fallar al no admitir a las mujeres, y unas pocas mujeres como Elizabeth Blackwell hicieron gestiones para recibir adiestramiento médico, algo a lo que el rango y el archivo de la profesión médica se oponía, algunos de ellos con gran hostilidad. Fue en esta situación que Edward H. Clarke (1820-77), un médico en la Universidad Médica de Harvard se opuso a la entrada de las mujeres en su profesión, dispuesto a demostrar por qué las discapacidades menstruales debían hacer a las mujeres inelegibles para la educación superior.
En 1873, Clarke escribió que aunque las mujeres tenían indudablemente el derecho de hacer todo lo que ellas fueran capaces físicamente, la fisiología de ser mujeres ponía límites naturales en sus oportunidades, incluyendo la de asistir a la universidad. Explicó ésto al declarar que mientras el hombre se desarrollaba en forma sostenida y gradualmente desde el nacimiento a la virilidad, la mujer, en la pubertad, tenía un periodo súbito y único de crecimiento cuando el desarrollo del sistema reproductivo tenía lugar.70 Esto, dijo (siguiendo a Pflüger), involucró exigencias especiales en el sistema nervioso femenino, porque tenía que trabajar no sólo al desarrollar el cerebro, como pasaba en los hombres, sino también al desarrollar los órganos reproductivos. Esto hizo a la mujer diferente del hombre, cuyo sistema nervioso podría concentrarse exclusivamente en el desarrollo intelectual. Luego alegó que porque el sistema nervioso no podía hacer "dos cosas bien al mismo tiempo" era importante para la mujer entre las edades de doce y veinte concentrar la mayoría de su energía en el desarrollo de su sistema reproductivo. Esto implicaba que las mujeres no debían dedicar mucho tiempo a la educación superior, porque si lo hacían, las señales de los órganos de reproducción en desarrollo serían ignoradas a favor de las que provenían del cerebro demasiado activo.
Hubo más para su discusión que este breve resumen, pero Clarke con el tiempo concluyó que las mujeres que se concentraban en la educación en lugar del desarrollo de su sistema reproductivo experimentaban cambios mentales. No poseyendo los atributos físicos de los hombres, tendieron a perder sus instintos maternos y se tornaron gruesas y fuertes, con el resultado de que una clase nueva de seres humanos sin sexo parecidos a los eunucos estaba apareciendo entre las mujeres. Para resolver este problema alarmante, recomendó la separación estricta de los sexos durante la educación, en particular después de la escuela primaria. Instó a que las escuelas femeninas proporcionaran tiempos periódicos de descanso para las estudiantes durante sus periodos menstruales. Las mujeres jóvenes también tendrían horas de estudio más cortas, porque eran por naturaleza débiles y menos capaces de terminar.

 

Una niña no puede gastar más de cuatro, o, en casos especiales, cinco horas de fuerza diariamente sobre sus estudios y dejar el margen suficiente para el crecimiento físico general que ella debe hacer.... Si pone tanta fuerza en su educación cerebral como un niño, el cerebro o el aparato especial [es decir, el sistema reproductivo] sufrirá.71


Inevitablemente, concluyó "renuentemente" que las mujeres no podían ser admitidas en la Harvard Medical School o cualquier competencia intelectual con hombres no sólo por su propia protección sino para la preservación del género humano.
Aunque parece obvio al lector de hoy que Clarke estaba usando sus propias preferencias y prejuicios para construir una teoría de inferioridad femenina, no fue tan evidente para sus contemporáneos que se suscribieron a la verdad desapasionada de la ciencia.72 Incluso aquellos médicos que desafiaron la asociación de la menstruación con el desarrollo del sistema nervioso, lo reemplazaron sencillamente con otras teorías que enfatizaban la inferioridad y la inestabilidad femenina. Éste fue el caso de la teoría de la "onda menstrual" de John Goodman,73 que fue usada por George J. Englemann (1847-1903) en su dirección presidencial antes de que la American Gynecological Society en 1900 instara a que las escuelas para niñas deberían tener cuidado de la "inestabilidad y sensibilidad de la niña durante las ondas funcionales que impregnan su ser completo" al proporcionar descanso durante los periodos menstruales.74
Espantado de que Clarke y otros podrían ser instituciones correctas, educacionales que ya habían admitido a mujeres, como la Universidad de Wisconsin, trató de proteger la feminidad de sus mujeres estudiantes en 1877 al observar oficialmente como Wisconsin hizo que "cada fisiólogo sea bien consciente que en los momentos declarados, la naturaleza impone una gran exigencia sobre las energías de las mujeres anteriores y que en estos momentos debe ser ejercido gran cuidado por miedo a que la lesión ocurra". Aunque la educación para las mujeres se desea, "es mejor que las futuras matronas del estado deban estar sin un adiestramiento universitario a que deba producirse el gasto espantoso de la salud arruinada; mejor que las futuras madres del estado deban ser mujeres robustas, saludables, a que, por medio del estudio, impliquen a través de sus descendientes los gérmenes de la enfermedad".75 Quizás fue debido a los temores despertados en las mujeres jóvenes como un resultado de tales ideas que un número de mujeres fueron las pioneras en la investigación sexual estadounidense. Fue sólo al debilitar las suposiciones estándares acerca del sexo que las mujeres podrían alegar que no eran víctimas de una discapacidad natural.
Dado que la investigación sexual moderna empezó en este entorno, no es por lo tanto sorprendente que uno de los problemas que se tuvo que superar fue esta actitud. Algunos como, que el supuesto investigador sexual tenía que encontrar alguna justificación para desafiar el modelo de creencia predominante sin amenazar su imagen profesional. En un sentido, gran parte de la bibliografía de asesoramiento sexual del siglo XIX podría ser considerada como una reacción a los retos de la industrialización y la urbanización. Era una clase de mitologización de un pasado que nunca había existido combinado con la esperanza y expectativa de que si la tendencia a la inmoralidad sexual tan constante se mantenía en el descaro, el futuro sería mejor. Aunque se reclamó la ciencia como la fuente de sus conclusiones, fue esencialmente una nueva clase de moralización en que el sexo había reemplazado al diablo y se había convertido en el símbolo del mal. Según se indica en la introducción, la urbanización creciente planteó nuevos problemas e hizo a los observadores más conscientes de los pecados de la carne que se manifestaron en las aldeas y pueblos rurales de años anteriores. La concentración creciente de la población permitió lo que podría haber sido un caso aislado en el pueblo convertirse en la conducta de numerosos individuos en la ciudad. Sin duda, aumentó el número de prostitutas, pero también lo hizo más fácil para individuos homosexuales encontrarse unos con otros y darse cuenta de que no estaban solos en el mundo.
La industrialización también condujo a un vasto desplazamiento de personas que carecían del apoyo familiar y grupos de censura de que habían existido en un universo más encapsulado. Las ciudades crecientes no eran al principio centros para la vida familiar; en cambio, atrajeron a nuevos inmigrantes, principalmente masculinos, quienes estuvieron a la altura de sus impulsos sexuales y quienes fueron mucho menos observadores de las prohibiciones intelectualizadas contra el sexo que las mujeres. Es más, fue un tiempo de un doble estándar, e incluso San Agustín, que fue la persona más antisexual, de los primeros padres de la iglesia, había argumentado que la prostitución era un mal necesario; así como tenía que haber alcantarillas para llevar la suciedad de la ciudad, así tenían que existir las prostitutas para llevar lejos los males del sexo, protegiendo de ese modo a las mujeres buenas y previniendo a aquellos que volvían de las prostitutas a mezclarse con los otros. Estos problemas no eran nuevos; habían existido en la Roma del tiempo de San Agustín, habían aparecido en Florencia y Venecia en el siglo XV y habían existido en Londres y París en el siglo XVIII, pero se volvieron mucho más diseminados y universales en el siglo XIX. A los tribunales de la ley se les exhortó a que trataran diversas clases de comportamientos sexuales que hubiesen ignorado anteriormente y acerca de los cuales conocían poco. Los jueces y las autoridades políticas deseaban y necesitaban información, y se dirigieron a la profesión médica para la asistencia. La investigación sexual moderna empezó entonces con lo que las personas de la época llamaron "perversiones" y "degeneración", que, según se recalcó, podrían interpretarse como casi todo el comportamiento sexual. Se creyó que si la ciencia pudiera arrojar luz en estas acciones, podrían eliminarse. Había una conciencia de que la sociedad moderna era de cualquier forma diferente del pasado y que nuevas soluciones podrían ser necesarias.
Uno de los primeros ejemplos en el campo sexual del intento de usar datos científicos fue en el área de la prostitución. Al menos en algunos países, los administradores del gobierno y los cuerpos legislativos, motivados por un nuevo sentido de la responsabilidad del bienestar de la ciudadanía, no sólo al proteger a las mujeres en la comunidad sino al intentar limitar la propagación de las enfermedades de transmisión sexual, habían racionalizado el control de la prostitución a un grado notable. En París, establecieron las normas municipales, los sistemas de registro, y exámenes de enfermedades venéreas, todo bajo la dirección de la policía de moral. Los médicos tomaron parte en el programa de forma discreta al principio, a causa de una decisión administrativa en 1802 de proporcionar establecimientos para examinar a las prostitutas públicas por enfermedades venéreas; poco después de ésto, tales exámenes se hicieron obligatorios. Lo que esta legislación de París hizo fue enlazar el sistema antiguo de toleración del mal necesario con un método organizado del control de enfermedades, se copió ampliamente por otras jurisdicciones gubernamentales europeas.76
No fue suficiente, sin embargo, sencillamente establecer nuevos reglamentos o instituciones; existía también la inquietud de cómo estaban trabajando. El médico era la persona natural para dar respuestas, ya que tanto la inquietud creciente sobre los temas de salud pública y la larga tradición establecida de la redacción médica sobre la sexualidad dieron al médico el estado del experto en una sociedad que fue a menudo ambivalente acerca de las discusiones abiertas de los asuntos sexuales. Tal ambivalencia, sin embargo, no significó que el público no estaba interesado en ganar la información acerca del sexo, que parecía minar la moralidad pública.77
La prostitución especialmente necesitaba un estudio objetivo, y fue la investigacion del médico Jean Baptiste Parent-Duchâtelet (1790-1836) sobre la vida de las prostitutas en París que podría ser considerada como la tentativa pionera de la investigación de la ciencia social moderna en los temas sexuales. Parent-Duchâtelet fue el higienista público principal de la primera mitad del siglo XIX, un miembro del Consejo General de Salubridad de París; y un redactor fundador y colaborador para los Annales d’Hygiène Publique et de Médicine Légale. Aunque principalmente un experto en aguas residuales y eliminación de desechos, Parent-Duchâtelet condujo un estudio de la prostitución que, cuando se publicó póstumamente, hizo su reputación. Inició su estudio en un esfuerzo para ir más allá de la medicina tradicional y, en sus palabras, traer los métodos de la ciencia al estudio de las personas.78
Con este fin, recopiló la información acerca de las 3.558 prostitutas matriculadas de París (excluyó las prostitutas clandestinas, de media jornada y las aficionadas). Encontró que la prostituta inscrita estaba en su adolescencia pasada o a principio de sus veinte, analfabeta, pobre, probablemente ilegítima o de una familia destruída y probablemente se había considerado ella misma como una prostituta durante un periodo relativamente breve. Estaba también dispuesta a dejar la prostitución si algo mejor acontecía, un descubrimiento que había aparecido más o menos sistemáticamente en la investigación sobre la prostitución en la cultura occidental durante más de 150 años. Hoy, este tipo de investigación probablemente sería emprendida por un sociólogo, no un médico, pero la Sociología y las Ciencias Sociales todavía no habían surgido como campos independientes o especializados del estudio, y el médico estuvo en condiciones de explorar tales temas, porque él o ella era el experto en los asuntos sexuales.79 El sexo, después de todo, era una parte de la Anatomía y la Fisiología, y aunque los médicos siempre habían mencionado el tema en sus redacciones, habían compartido la pericia en el pasado con sacerdotes y abogados canónicos. En la nueva era de la ciencia, sin embargo, era el médico como científico que el público recurría para los datos.
Muchos médicos respondieron, como el estadounidense William Sanger posteriormente hizo, porque se interesaban por temas de salud pública, en particular el problema de las enfermedades de transmisión sexual. Aunque era quizás algo estigmatizante para el médico varón quien estudiaba a las prostitutas, no era un tema que provocaría que alguien dudara de su masculinidad. Este no fue el caso de la homosexualidad, no obstante era la homosexualidad más que la prostitución que consolidaba la posición del experto médico. El desarrollo principal en este campo, sin embargo, tuvo lugar en Alemania, y fue como resultado de las consecuencias de estos estudios que puede decirse que la Sexología moderna comenzó.
Los miembros de la comunidad médica de habla alemana habían demostrado ya en el siglo XVIII interés en la conexión entre los trastornos físicos y los problemas sexuales. Este interés estaba sobre una base algo diferente a la de Tissot, porque los médicos alemanes estaban más interesados en clasificar que lo que le interesaba a Tissot. 80 Esto significó que estos primeros investigadores enfrentaban un problema mayor y fue definir el tipo de comportamiento sexual que a ellos les interesaba. Ésto fue particularmente importante para quienes se ocupaban de la Medicina forense, porque ellos fueron exhortados a informar a los tribunales. Johann Ludwig Casper (1796-1864), cuyas redacciones sobre Medicina forense fueron leidas ampliamente y traducidas, describió las dificultades que encontró con el término pederastia, a menudo usado en las trabajos médicos y en los tribunales para describir las actividades del mismo sexo. Casper sostuvo que tal uso era erróneo, porque los deseos y las prácticas del mismo sexo existían entre los individuos adultos y no sólo entre los adultos y los niños. De igual manera, sintió que la palabra sodomia, a menudo usada como un término colectivo en los tribunales y en las redacciones médicas, debería ser limitada a la bestialidad. 81 Aunque siguió sosteniendo que era necesaria más precisión por los médicos para hacer diagnósticos exactos, dejó de incluir cualquier diagnóstico preciso en las diversas ediciones de su manual sobre Medicina forense, probablemente porque él mismo se sintió inadecuado para hacerlo.82
Los mismos escritores médicos fueron impedidos por su falta de conocimiento acerca de las variaciones en el comportamiento sexual, y la mayoría de ellos quienes escribieron acerca de esto fueron lo que quizás se llamen anticuarios de la sexualidad. Reunieron principalmente un número de diferentes casos acerca de diversos fenómenos sexuales, principalmente de la historia y algunos de su propia práctica. Para explicar tal comportamiento, muchos pasaron a mediados del siglo XIX a los criterios filosóficos de Arthur Schopenhauer (1788-1860), quien sostuvo una opinión determinística de la acción y motivación humana. Lo que una persona hizo o hace era necesariamente una expresión de su voluntad interna y por lo tanto fue fija e inalterable. Para Schopenhauer, un acto sexual indebido era un acto en el cual una persona al expresar su propia voluntad negaba o inhibía la voluntad del otro. La justicia constaba de la abstención de tales actos lesivos. Lo que estos primeros sexólogos alemanes no hicieron fue cualquiera de los tipos de análisis asociados con el mejor ejercicio de la Medicina de la época. Sin embargo, incluso el enfoque de Schopenhauer establecía una receptividad para investigar en el área de la sexualidad.
El impulso final para más investigaciones médicas intensas provino de los individuos en la comunidad homosexual alemana. Aunque la actividad y el deseo homosexual han existido, creo yo, en cada sociedad y periodo de tiempo, el concepto de la homosexualidad es uno del siglo XIX. La aceptación de la noción implica que los homosexuales son diferentes de otros, que la homosexualidad es "poseída" por algunas personas y no otros, 83 una noción que se adecúa con las ideas de Schopenhauer.
Muchos de estos hombres y mujeres que estaban atraídos por miembros del mismo sexo acabaron en los tribunales jurídicos por una razón u otra, mientras otros hicieron su apariencia en la consulta del médico.
Tanto el estado como los médicos deseaban respuestas de cómo tratar con tales individuos. En este sentido, las áreas de habla alemana probablemente no eran diferentes de otras áreas de Europa o América. Sin embargo, Alemania estaba en vías de unificación bajo la hejemonía prusiana, y las leyes prusianas sobre la actividad del mismo sexo eran diferentes de las de otras áreas de Alemania. Gran parte de Alemania occidental había sido influida por los cambios en el derecho civil labrado por el código napoleónico, que no dijo nada acerca de las relaciones del mismo sexo pero se concentraba en tales cosas como la edad del consentimiento y el uso de la fuerza para definir la conducta ilegal.84 El código prusiano, por otro lado, hizo de la sodomía un delito, y esto se interpretó por incluir actividades con el mismo sexo. Este temor de un cambio posible en la situación jurídica a través de la incorporación de sus áreas domiciliarias en Prusia alentó a algunos homosexuales a que fueran muy expresivos. La figura principal en centrarse en esta inquietud fue Karl Heinrich Ulrichs (1825-95), quizás "autoproclamado" el primer homosexual moderno del mundo".85 El resultado de sus esfuerzos y sus implicaciones para la investigación sexual son los temas del próximo capítulo.



2
HOMOSEXUALIDAD Y OTROS FACTORES
QUE DIERON LUGAR A LA INVESTIGACIÓN SEXUAL

KARL HEINRICH ULRICHS

Karl Heinrich Ulrichs, la figura seminal que dio lugar al nuevo pensamiento e investigación sobre el amor hacia el mismo sexo, nació el 28 de agosto de 1825, en Westerfeld, Frisia Oriental, en Hanover. Provino de una larga línea de pastores luteranos, y tanto el hermano de su madre como su padre sirvieron como tales y posteriormente una de sus hermanas se casó con un pastor. Su padre era un arquitecto al servicio del gobierno real de Hanover y murió como resultado de un accidente en un sitio de construcción cuando Ulrichs tenia diez años. Ulrichs asistió a la Universidad de Göttingen durante dos años, después que se transfirió a la Universidad de Berlín. En 1847, realizó su examen para convertirse en un funcionario público en Hanover y empezó a ascender en rangos hasta que renunció repentinamente en 1854, probablemente a causa de un incidente homosexual.
Cuando se volvió más consciente de su homosexualidad, él, como muchos homosexuales tanto antes y después de él, empezó una investigación de la atracción hacia el mismo sexo en un intento por encontrar respuestas. Primero intentó explicarlo en términos del magnetismo animal, basando sus ideas en las teorías más tempranas y generalmente descartadas, de Friedrich Anton Mesmer (1733-1815). Mientras más estudiaba, más importante se convertía la investigación en el tema para él. En febrero de 1862, escribió una afirmación autobiográfica que depositó bajo sello en el Freies Deutsches Hochstift für Wissenschaften, Künste, und Algemeine Bildung (Fundación Alemana Libre para la Ciencia, el Arte y la Cultura General) en Francfort, a la cual perteneció. En la información, que ha sobrevivido, recalcó la necesidad de investigar y propagandizar sobre el amor hacia el mismo sexo. El primer paso necesario para él fue dar a conocer su homosexualidad, y en junio de ese mismo año, le dijo a su hermana Ulrike que a él le atraían otros hombres, una afirmación a la cual ella reaccionó inicialmente con considerable hostilidad. No disuadido por su reacción, determinó que tenía que hacer campaña para los derechos de los homosexuales.
Como uno de sus primeros esfuerzos, decidió que debía ir a la defensa de un conocido, Johann Baptist von Schweitzer, quien había sido detenido por una acusación moral. Dos mujeres habían rendido cuentas a las autoridades de que habían oído a Schweitzer hacerle una propuesta sexual a un niño no identificado de catorce años de edad en el jardín de un castillo. Aunque el niño nunca se presentó, Schweitzer fue condenado sobre la base del testimonio de las dos mujeres y sentenciado a dos semanas de carcel.* Ulrichs, inmediatamente después del arresto y sin preguntar a Schweitzer, empezó a planificar una defensa, pero no fue utilizada. Este fracaso sólo recalcaba a Ulrichs que los homosexuales tenían que identificarse ellos mismos públicamente. Aunque su hermana estaba todavía instándole a cambiar sus maneras al buscar la ayuda de Dios, sintió esencial anunciar su homosexualidad a su familia. En septiembre de 1862, le envió otra carta a su hermana, pidiéndole hacerla circular a otros miembros de la familia. En ella defendió su homosexualidad como natural y dijo que porque Dios le había dado su tendencia hacia el mismo sexo, tenía el "derecho de satisfacerla".
1 También empezó a trabajar en la primera de sus monografías sobre el amor hacia el mismo sexo, que se publicó en 1864. Con el tiempo escribió un total de doce folletos. Los cinco primeros fueron escritos bajo su seudónimo, "Numa Numantius", pero los posteriores, a partir de 1868, aparecieron bajo su propio nombre cuando salió públicamente del armario en el cual los homosexuales se habían escondido. El duodécimo folleto apareció en 1879.2 La sincronización de Ulrichs fue fortuita porque muchos en la comunidad científica-médica estaban buscando explicaciones acerca de la variación sexual que iba más allá del modelo del pecado bíblico o que podría explicar mejor las diferencias que la tesis de masturbación de Tissot.

 

* A pesar de su convicción, que quizás haya estado bien motivada políticamente, porque él estaba asociado con la política de izquierda, Schweitzer siguió estando activo en la política. Posteriormente se convirtió en un demócrata social principal así como un escritor prominente de las comedias populares para el escenario.

TEORÍA Y ACTIVIDADES DE ULRICHS

Las redacciones de Ulrichs, que distribuyó a diversos profesionales, sirvieron como la base para los investigadores que estaban esforzándose por comprender la homosexualidad. Ulrichs propuso una mezcla confusa de datos mitológicos, literarios, históricos, fisiológicos y otros, así como sus propias creencias y experiencias personales para explicar el amor y la atracción hacia el mismo sexo. En todas sus redacciones, alegó que lo que con el tiempo llegó a llamarse homosexualidad en los hombres fue debido a un fuerte elemento femenino en tales hombres y este elemento había estado presente en ellos desde su nacimiento. Tal persona con el tiempo llegó a llamarse un urano, un término que derivó del habla de Pausanias en el Simposio de Platón:

 

Todos nosotros sabemos que el amor es inseparable de Afrodita, y si hubiese sólo una Afrodita habría sólo un amor; pero como hay dos diosas debe haber dos amores. ¿Y no estoy en lo correcto al afirmar que hay dos diosas? La anciana, no teniendo ninguna madre, que es llamada la Afrodita celestial -es la hija de Uranus; la más joven, que es la hija de Zeus y Dione- a ella que llamamos común.... El amor que es la progenie de la Afrodita común ... suele ser de mujeres.... Pero la progenie de la Afrodita celestial se deriva de una madre en cuyo nacimiento la mujer no tiene parte.... Aquellos que están inspirados por este amor se vuelven hombres.3


Según la mitología griega, la vida había empezado cuando Gaea (Tierra) y Uranus (Cielo) rompieron el huevo de plata formado en el éter divino. Los dos elementos copularon, dando a luz a Cronos y otros Titanos. Uranus, sin embargo, aborreció a los niños, y a los que nacieron, los confinó en Tartarus, un lugar debajo de la tierra, tan lejos por debajo de Hades como estuvo el cielo anteriormente. Con el tiempo, se rebelaron, y Uranus fue castrado y destronado por Cronos, el padre de Zeus, Poseidón y Hades, entre otros. Uno de los niños de Uranus fue Afrodita, quien provino a la vida de la recolección de espuma alrededor de sus miembros y por lo tanto no nació de una mujer.4
Ulrichs asumió que todos los uranos fueron como él mismo y que cualquier amor que se diriga a un hombre, aunque sea por otro hombre, es necesariamente un amor de mujer. Esto le sugirió a él que la fuente de tal sentimiento en un hombre debe rastrear a un fuerte componente femenino en este hombre. Argumentó que asi como el hermafrodita era una criatura de Dios y parte de la naturaleza, así lo eran los uranos. Sostuvo que los sexos en el útero eran los mismos hasta una cierta etapa del desarrollo, después de la cual ocurría una división triple en masculina, femenina y urano (o urningin, la contraparte femenina), este último grupo que estaba constituído por los individuos que tuvieron las características físicas de un sexo pero cuyo instinto sexual fallaba al corresponder a sus órganos sexuales. El resultado era una inversión de los deseos sexuales. Ulrichs también creía que se había exagerado la línea de la diferenciación entre los hombres y las mujeres; como prueba, señaló que los hombres normales tenían mamas rudimentarias y las mujeres normales un pene rudimentario. Muchas personas, no sólo los hermafroditas, dejaron de desarrollarse a lo largo de las líneas esperadas, y asi parece fácilmente comprensible para él, y pensó que debe ser para otros, por qué una persona quizás tenga el cuerpo de un sexo y el alma de otro.
Aunque sus familiares habían tratado de desanimarlo de la difusión de sus ideas públicamente, explicó,

 

Creo que debo ello a mis pobres camaradas-en-destino y, desde mi punto de vista, inocentemente perseguidos. Compartí mi idea con varios de ellos y creen la publicación una necesidad urgente. Por mi parte, también, siento la necesidad finalmente de presentar abiertamente una justificación de mí mismo contra todas las humillaciones que se han colocado sobre mí hasta ahora, contra lo que no sé que más señalar.5


Ulrichs tenía planes ambiciosos para seguir la publicación de sus primeros cinco folletos con una organización para uranos e incluso un periódico dedicado a las sincronizaciones. Peticionó el congreso sobre la ley alemana celebrado en Graz en 1865, instando la abrogación de los artículos en el código prusiano que trataba la homosexualidad. Esta petición había sido rechazada por los organizadores como no apropiada por la consideración en el congreso.
Sus actividades se interrumpieron mediante la invasión y anexión prusiana de Hanover en 1866. Ulrichs habló claro públicamente contra esta acción y fue dos veces encarcelado. Desterrado de Hanover en su liberación de la prisión en 1867, Ulrichs fue a Munich a reanudar su lucha anterior. No disuadido mediante su negativa de 1865, nuevamente peticionó ser escuchado en el congreso de Munich en 1867 sobre la ley alemana. Aunque se negó su solicitud, le dejaron protestar formalmente la exclusión de su propuesta en la reunión de cierre de la asamblea general el jueves 29 de agosto. Empezó por recalcar la necesidad de uniformidad legal, y con este fin, les instó a los juristas alemanes para seguir el código napoleónico al tratar con una clase específica de personas "a que muchos de los intelectos mayores y más nobles de nuestro y otras naciones han pertenecido". A esta altura, su discurso fue interrumpido por los silbidos, y dejó la plataforma sin presentar formalmente su plan. Después del incidente, sin embargo, Ulrichs descontinuó el seudonimo de Numa Numantius y pasó al uso de su propio nombre, una acción que lo hace el primer hombre homosexual fuera- del anonimato en la historia moderna.6 Sus intentos en los congresos legales alemanes para adquirir el reconocimiento legal para los homosexuales son hoy también considerados por los homosexuales como la marca del comienzo del movimiento público para la emancipación homosexual.7

LA INFLUENCIA EN LA COMUNIDAD MÉDICA

Ulrichs buscó aliados en todas partes, en particular en la comunidad médica. En 1867, creyó que había encontrado precisamente tal aliado en Richard von Krafft-Ebing, quien ya había escrito sobre la necesidad por la investigación científica de aquellos comportamientos sexuales actualmente siendo tratados en los tribunales alemanes.8 Promovido por el tono de la redacción de Krafft-Ebing, Ulrichs le envió sus propias publicaciones sobre homosexualidad, y éstas ayudaron a los conceptos en foco de desarrollo de Krafft-Ebing de la homosexualidad y otros comportamientos estigmatizados. Algunas indicaciones de la influencia de Ulrichs en Krafft-Ebing se indica en una carta que Krafft-Ebing le escribió el 29 de enero de 1879:

 

El estudio de su redacción sobre el amor entre hombres me interesó en el grado más alto. .. desde que usted. .. por primera vez habló abiertamente acerca de estos asuntos. A partir de ese día, -creo fue en 1866 - cuando usted me envió su redacción, he prestado mi atención total a este fenómeno que en el momento fue tan enigmante para mí como interesante; fue sólo el conocimiento de sus redacciones el cual condujo a mis estudios a este campo sumamente importante.9


Carl Westphal (1833-90) también estuvo influenciado por las redacciones de Ulrichs, el médico generalmente dio crédito para poner el estudio de la expresión sexual estigmatizada sobre una base "científica" con su artículo de 1869 en el Archiv für Psychiatrie und Nervenkrankheiten (Archivo para Psiquiatría y enfermedades nerviosas).10Westphal describió con todo detalle dos casos: el primero fue de una mujer joven quien desde sus primeros años gustaba vestirse como un niño y se interesaba por los juegos de niños y que se encontraba ella misma atraída sólo por las mujeres; el segundo fue el de un hombre que deseaba usar la ropa de mujeres y desempeñar la parte de una mujer. En el intento de dar una categoría de diagnóstico a estos casos, Westphal acuñó la frase Konträre Sexualempfindung, generalmente traducido como el "sentimiento sexual contrario". A pesar del nuevo término, Westphal basó sus suposiciones en las teorías de Ulrichs. Citó el trabajo inicial de Ulrichs y conocía el término urano. Westphal también estuvo de acuerdo con Ulrichs que tal "anormalidad" podría ser congénita, no adquirida, y que en tales casos, no debería llamarse una anormalidad. Todavía, Westphal recalcó que era posible sólo en unos pocos casos aislados ser un homosexual sin síntomas patológicos, aunque su ilustración de estos casos permitió más excepciones que podrían aparecer en la superficie. Declaró, por ejemplo, que aunque hay robos, asesinatos y aberraciones sexuales patológicas, hay también casos no patológicos del robo, del asesinato y del comportamiento sexual variante. En realidad, predijo que si alguna vez la sección 143 del código legal prusiano que condenaba la homosexualidad se derogara y el "fantasma" del encarcelamiento se eliminara como una amenaza, muchos más homosexuales vendrían a la oficina del médico para el tratamiento. Aquí, en su opinión, era donde deberían ir en vez de a la prisión. El trabajo de Westphal marca el comienzo de la medicalización de la homosexualidad, y aunque las redacciones de Ulrichs habían servido de base para la información y conceptualización, los científicos como Westphal encajaron aquellas ideas en su propio enfoque orientado a la enfermedad.
Ulrichs con el tiempo llegó a considerar a Krafft-Ebing y Westphal como adversarios, sosteniendo que sus observaciones habían provenido principalmente del trabajo con individuos en manicomios o cárceles y que nunca habían visto uranos saludables. No obstante, ambos adoptaron esencialmente el núcleo de la teoría de Ulrichs, es decir, la naturaleza congénita de al menos algunas formas de la homosexualidad.
Sin embargo, no fue el término de Ulrichs, o las variantes, o aún el concepto de Westphal del instinto sexual contrario que ganó sino, más bien, se desarrolló por otro autonombrado defensor de la homosexualidad: el escritor húngaro alemán Karl Maria Benkert (1824-82), quien en 1847 fue autorizado formalmente a usar el nombre noble de su familia - Károly Mária Kertbeny. Es como Kertbeny que se conoce más en general. La primera apariencia de las palabras homosexualidad y heterosexualidad aparece en el borrador de una carta privada que Kertbeny escribió a Ulrichs el 6 de mayo de 1868.11 De 1869 a 1875, Kertbeny vivió en Berlín, y durante ese tiempo allí también publicó dos folletos anónimos que promovían la derogación de la sección 143 del código legal prusiano y, más importante, se oponían a la adopción de él como sección 152 por la Confederación Alemana del Norte. En estos folletos, usó los términos Die Gleichgeschlechtlichen ("los del mismo sexo") y Der Gleichgeschlechtlicher Akt ("el acto del mismo sexo") así como la palabra homosexual, que acuñó para distinguir a tales individuos de los que fueron heterosexuales.12 Kertbeny no estaba particularmente interesado en qué causada la homosexualidad sino en conseguir las barreras legales contra la homosexualidad eliminada. Escribió, "Tanto como nos orgullecemos de nosotros mismos que el nuestro es un tiempo en que las reglas de la ciencia, en que ningún enigma de la naturaleza se queda sin resolver, debemos admitir con vergüenza precisamente con respecto al enigma evidente de la naturaleza que la investigación científica, con una mojigatería celebrada sólo aquí, no se ha acercado hasta ahora ningúna vez al tema". 13
Kertbeny no probó más exitosamente que Ulrichs al influir los legisladores alemanes y después de la unificación de Alemania en 1871, el párrafo ofensor que se convirtió en la sección 175 del código legal imperial alemán. Pero fue exitoso en otro aspecto. El término homosexualidad, con el prefijo griego injertado sobre la palabra de la raíz latina, fue adoptado y popularizado por Krafft-Ebing, y en consecuencia, el término se distinguió de otras actividades y comportamientos con los cuales había sido agrupado anteriormente, incluyendo la bestialidad, la sodomia y la pederastia. Por un tiempo, el término de Westphal sentimiento sexual contrario fue usado por algunos escritores médicos y científicos, incluido Albert Moll, pero con el tiempo se desistió de este término debido a su imprecisión. Aunque los términos de Ulrichs fueron más precisos, su nomenclatura se había tornado cada vez más complicada a medida que acuñó nuevas palabras para describir varias formas de comportamiento. Sus términos también se asociaron con ciertas suposiciones acerca del amor hacia el mismo sexo con el cual un investigador podría sentirse incómodo. Otros términos también se usaron, como inversión sexual de Havelock Ellis, y por un tiempo, el término tercer sexo fue popular; pero fue homosexualidad que fue adoptado como el término médico, principalmente debido a la influencia de Krafft-Ebing.

KRAFFT-EBING

El escritor médico sobre sexo más significativo de la última parte del siglo XIX fue Richard von Krafft-Ebing (1840-1902). Fue el mayor de cuatro niños nacidos en la aristocrática familia Krafft-Ebing de Mannheim y tuvo el título hereditario de Freiherr ("barón"). Su madre era la hija de un renombrado abogado de Heidelberg, y cuando Krafft-Ebing asistió a la Universidad de Heidelberg, vivió con sus abuelos maternos. Fue durante el tiempo en que vivió allí que desarrolló un interés intenso por los casos criminales que incluían el comportamiento sexual "anómalo", un tema de gran interés para su abuelo también. Para proseguir este interés, Krafft-Ebing cambió la medicina y se convirtió en un psiquiatra, o alienista -un término del siglo XIX usado para describir a aquellos pacientes con tratamiento mental. A la edad de treinta y dos, fue nombrado profesor de Psiquiatría en Estrasburgo y posteriormente ocupó posiciones similares en Graz y, en 1889, en Viena. Murió el 22 de diciembre de 1902, cerca de Graz.14
Edward M. Brecher, quien escribió un estudio popular de la investigación sexual moderna, consideró a Krafft-Ebing como un desastre no mitigado, un psiquiatra que, "sin un desmenuce de pruebas," comparó a un asesino de lujuria con un fetichista quien usó guantes blancos de niños o zapatos de tacón alto. Esto es un decomiso áspero e injustificado de Krafft-Ebing, quien intentó lo mejor para mantenerse al nivel de la última investigación sexual.15
Krafft-Ebing, sin embargo, fue sumamente un hombre de su propio tiempo. Aceptó el valor nominal de la creencia ampliamente reconocida de los peligros de la masturbación y creyéndola ser una fuente de enfermedades mentales y patología sexual. Incluso, como científico, también trató de incorporar en su sistema los últimos descubrimientos. Para hacerlo, combinó varias teorías predominantes del siglo XIX: la idea de que las enfermedades eran causadas por el sistema nervioso físico, la creencia de que había a menudo defectos hereditarios en este sistema (en consecuencia algunas formas de homosexualidad), y el concepto que degeneración puede ser resultado del sobre estresamiento del sistema a través de tales actividades como la masturbación. Distinguió entre las perversiones innatas y las

contraídas, pero con el tiempo sostuvo que las perversiones contraídas incluso podrían existir sólo cuando había debilidad hereditaria en el sistema nervioso, como la epilepsia. Alegó que había una fuerte asociación de un intenso instinto sexual con la epilepsia, que a menudo condujo a la perversidad sexual durante o después de un ataque. Aunque aceptó esta asociación, también recalcó que los que creían que el elemento epiléptico estaba presente en todos los casos de la "peculiaridad" de la vida sexual estaban equivocados.16 De hecho, brevemente antes de su muerte, escribió un artículo en el Jahrbuch für Sexuelle Zwischenstufen en el cual dijo que la homosexualidad no era una manifestación de degeneración o patología sino que podría ocurrir en sujetos normales de otra manera.17
Krafft-Ebing, en breve, estaba luchando para brindar mayor comprensión al campo de la sexualidad humana pero fue mucho más un prisionero de sus propias suposiciones culturales. Así, se podría añadir, fueron la mayoría de los otros científicos del tiempo. Charles Darwin, por ejemplo, también se suscribió a la idea de que el sexo formaba parte del sistema nervioso.18
A su crédito, Krafft-Ebing reconoció temprano la importancia del impulso sexual. La sexualidad para él era el "factor más importante en la existencia social, el incentivo más fuerte para el ejercicio del vigor y adquisición de la propiedad, para la fundación de un hogar, y el despertar del sentimiento altruista, primero para una persona, luego para las progenies y en un sentido mayor para toda la humanidad".19
No obstante, vio la finalidad esencial del sexo como reproducción y creyó que todas las actividades sexuales que carecían de esta finalidad máxima eran "prácticas anormales" y una perversión del instinto sexual, aunque tales perversiones a menudo fueran resultado de las características innatas. Es más, aunque el sexo era importante, la civilización había sido posible sólo por la moderación de la lujuria a través del altruismo y la restricción. La religión, la ley, la educación y la moralidad le habían dado a las personas civilizadas los medios para restringir sus pasiones, no obstante tanto hombres y mujeres estuvieron siempre en peligro de hundirse desde la altura clara del amor puro y casto en el fango de una sensualidad común. Para mantener la moralidad, hombres y mujeres tuvieron que luchar constantemente con los impulsos naturales: "Sólo los caracteres dotados de fuertes voluntades pueden emanciparse completamente de la sensualidad y participar en el amor puro desde el cual brotan las alegrías más nobles de la vida humana".20 Fue precisamente sobre tales suposiciones que Freud colocó la fundación del psicoanálisis, argumentando que en la lucha para emanciparse ellos mismos de la sensualidad, hombres y mujeres reprimieron sus impulsos sexuales en lugar de aceptarlos".
Para ilustrar sus teorías, Krafft-Ebing presentó un número de estudios de casos clínicos, 238 de ellos en la duodécima edición de su Psychopathia Sexualis.21 La homosexualidad fue sólo una de las cuatro categorías amplias de la variación sexual que Krafft-Ebing trató con todo detalle y a las cuales les dio nombres que todavía se usan. Las otras eran fetichismo, sadismo, y masoquismo, y sus intentos por analizarlas fueron similares. Si alguien había dado un nombre a un fenómeno, como lo hizo Kertbeny para la homosexualidad, y parecía un buen término para él, lo mantuvo. Leyó ampliamente lo que otros tenían para decir, recopiló sus historias clínicas y llegó a sus conclusiones.
Fetichismo, por ejemplo, era un término que había sido acuñado inicialmente por el psicólogo francés Alfred Binet (1857-1911).22 Krafft-Ebing adoptó el término pero no todas las suposiciones de Binet. Pasó a describir el comportamiento como la fascinación peculiar o poco razonable y el significado sexual que tenían los objetos, o sus partes o sencillamente sus singularidades, para algunos individuos debido a su asociación a algo más. Gran parte de tal asociación venía de las fantasías de la masturbación, un factor causal en el cual originalmente creyó con vehemencia, pero que posteriormente probó queriendo modificar un poco esta creencia.
Cuando no pudo encontrar ningún otro término apropiado, Krafft-Ebing acuñó el suyo. El término sadismo que pidió prestado de las actitudes expresadas en las novelas del Marqués de Sade (Donatien Alphonse Frangols de Sade, 1740-1814).23 Krafft-Ebing lo definió como un acto de excitación sexual (incluido el orgasmo) producido al infligir dolor. El masoquismo, lo definió como opuesto del sadismo, es decir el deseo de padecer dolor y someterse a la fuerza. Nuevamente se dirigió a una figura literaria para su término, esta vez a las redacciones del austríaco Leopold von Sacher-Masoch (1836-95), quien fue un historiador, dramatista y novelista. Las redacciones novelescas de Sacher-Masoch se convirtieron en estereotipos, casi siempre presentando a una mujer en pieles (tuvo un fetiche por la piel) quien, con un látigo, simbólico de la lujuria, hostigaba a su amante masculino para sus lujurias animales. En su clásico Venus in Pelz, Wanda y Gregor son, respectivamente, los participantes activos y pasivos en la flagelación,24 el vuelco de los rasgos de personalidad tradicionales, porque Krafft-Ebing sostuvo que el sadismo era una intensificación patológica del carácter masculino y el masoquismo una degeneración patológica del carácter femenino.
Krafft-Ebing también dio breves exposiciones sobre satiriasis, ninfomanía, necrofilia, incesto y pedofilia, pero estos temas principalmente se trataron en función de las implicaciones legales. La importancia de Krafft-Ebing para el estudio del comportamiento sexual fue el gran número de actos de variantes que presentó al público e hizo el tema de discusión pública. Esto fue contrario a sus intenciones expresadas, es decir, ayudar a sus médicos compañeros para hacer mejor frente con los problemas sexuales de sus pacientes y ayudar a los tribunales al tratar diversas formas del comportamiento sexual. En realidad, cuando se enteró que no sólo los profesionales estaban leyendo su libro sino también el público en general trató de hacer el libro más "científico" (y ¿oscuro?) al usar lenguaje más técnico y al poner las descripciones específicas de los actos sexuales en latín. Incluso con estos cambios, a menudo fue condenado por ahondar en la sexualidad humana como un científico y médico. La actitud característica, aún entre sus colegas, se expresó en un artículo de fondo de 1893 en la British Medical Journal acerca de una traducción al inglés de Psychopathia Sexualis:

 

Hemos tomado algún tiempo para considerar si debemos hacer mención a este libro o no y, al final, hemos decidido que la importancia del tema y la postura del autor hace necesario referirse a él. Creemos, que es único en la plenitud con que el tema ha sido tratado, pero nos preguntamos si necesita haber sido traducido. Alguien que desea estudiar el tema podría en el momento haber ido al original y algunos pueden estar dispuestos a ir aún más allá y lamentar que en su totalidad no había sido escrito en latín y por lo tanto velado en la obscuridad decente de un idioma muerto. Hay muchos temas moralmente repugnantes que tienen que ser estudiados por el doctor y por el jurista, pero mientras menos de tales temas sean traídos ante el público mejor.25

OTROS INVESTIGADORES MÉDICOS

Una vez que Westphal y en particular Krafft-Ebing establecieron la importancia del estudio médico de la sexualidad, otros médicos, promovidos por su ejemplo, se dirigieron al estudio del sexo a pesar de las manias de muchos de sus colegas profesionales. Alegaron generalmente que era esencial investigar el comportamiento sexual para tratar los problemas de los pacientes. Aunque la mayoría de ellos siguieron mirando gran parte del comportamiento sexual como patológico, no todos ellos estuvieron de acuerdo con la explicación de Krafft-Ebing. Una disconformidad principal surgió entre Krafft-Ebing y Binet, quien, usando el fetichismo como un ejemplo, argumentó que la apelación médica a la naturaleza hereditaria de las perversiones ignoraba la pregunta de cómo tales comportamientos habían sido adquiridos por los ancestros de un paciente dado. La extracción de las historias clínicas de Westphal y Krafft-Ebing así como aquellas de los alienistas franceses, como Jean-Martin Charcot (1825-93), Binet enfatizó las primeras experiencias de la infancia. Aunque reconoció que cada niño podría ser afectado de otro modo por la misma experiencia, sostuvo que había un "estado morboso" congénito en aquellos adultos perjudicados por una experiencia de la niñez.26 Para él, las principales formas de patología sexual - desde la homosexualidad hasta el fetichismo - fueron determinadas específicamente por sucesos de casualidad, y un fetichista podría haberse convertido en un homosexual, dada la exposición a un suceso determinante diferente.
Esta teoría, conocida como asociacionismo, fue posteriormente abandonada por Binet, quien avanzó para desarrollar la escala de inteligencia y convertirse en una persona clave en la Psicología funcional, un movimiento que intentó interpretar los fenómenos con referencia a la parte que ellos jugaron en la vida del organismo más que describir o analizar los hechos de la experiencia o el comportamiento. No obstante, el asociacionismo tenía considerable influencia en algunos de los profesores de Freud así como en otros.27 Por ejemplo, Albert von Schrenck-Notzing (1872-1919), quien adoptó algo de la teoría, sostuvo que podría curar algo la homosexualidad mediante el hipnotismo y la terapia de sugestión. En el Primer Congreso Internacional sobre hipnotismo celebrado en París en 1889, informó sobre un homosexual de una familia infectada a quien se había tratado con éxito en cuarenta y cinco sesiones hipnóticas durante un periodo de cuatro meses.28 Von Schrenck-Notzing siguió sus experimentos, y tres años después informó sobre otros setenta casos de homosexuales y pacientes con otros comportamientos sexuales estigmatizados; sostuvo que él había sido capaz ya sea de curarlos o de reducir sus deseos. Luego sostuvo que si la homosexualidad pudiera ser curada por tales influencias externas, entonces así como otros comportamientos sexuales "patológicos" podrían ser adquiridos a través de las influencias tales como aquellas postuladas por Binet.29 Otros basados en este concepto, recalcando que las experiencias sexuales precoces en la niñez, aunque olvidadas, pueden persistir en el inconsciente y formar en último término la fundación psicológica de la experiencia sexual adulta.30
Krafft-Ebing llegó a creer que la teoría asociacionista tenía alguna plausibilidad, en particular por el fetichismo. Pensó, sin embargo, que era imposible explicar cómo una asociación sexual accidental de la niñez, incluso en el individuo más precoz, podría por sí misma conducir al sadismo o al masoquismo y declaró que en la mayoría de los casos las anomalías sexuales adquiridas eran raras. Este argumento naturaleza -versus- educación también se ató a los criterios evolutivos darwinianos y en este sentido, Krafft-Ebing se vio como un suscriptor a las teorías evolutivas de Darwin y sostuvo la creencia en la transmisión de las cualidades morales marcadas.31
Ellis resumió los acontecimientos en la Sexología hasta el tiempo de Krafft-Ebing:

 

Fue durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando una nueva concepción biológica, bajo la inspiración de Darwin, estaba impregnando lentamente la medicina, que la idea de la "perversión" infantil y juvenil empezó a minarse; por un lado el nuevo estudio científico del sexo, comenzado por el trabajo pionero de Krafft-Ebing a fines del tercer trimestre del siglo, reveló cuan común son tales denominadas "perversiones" en la vida precoz mientras, por otro lado, la concepción de la evolución empezó a dejar claro que no debemos aplicar las normas adultas desarrolladas a las criaturas inexplotadas, lo que es natural en una etapa no es necesariamente natural en la etapa anterior.32


La aceptación gradual de la evolución, sin embargo, condujo a una aceptación creciente de lo que Franco Sulloway, un biógrafo de Freud, llamó los criterios biogenéticos de la homosexualidad. Muchos de los teóricos en esta área fueron estadounidenses quienes recalcaron la bisexualidad original de los antepasados de los seres humanos.33Uno de aquellos que lo puso más claramente fue James G. Kiernan (1852-1923), el superintendente médico del manicomio del condado de Chicago. Escribió:

 

La bisexualidad original de los antepasados del género, manifestada en los órganos femeninos del hombre rudimentario, no podía fracasar al ocasionar reversiones funcionales, si no orgánicas, cuando las manifestaciones mentales o físicas fueran interferidas por la enfermedad o el defecto congénito.... parece cierto que un cerebro que funciona femeninamente puede ocupar un cuerpo masculino y viceversa. Los hombres pueden nacer con genitales externos femeninos y viceversa. Los animales inferiores son bisexuales y los diversos tipos de hermafrodismo son reversiones más o menos completas para el tipo ancestral.34


Otro médico estadounidense que llegó más lejos fue, G. Frank Lydston (1857-1923), quien sostuvo que los peores tipos de perversiones podrían culparse a un desarrollo fallo o detenido, con las aberraciones sexuales más graves haciendo una aparición antes del comienzo de la diferenciación sexual.35 En un sentido, estos estadounidenses estaban reflejando lo que Cesare Lombroso había proclamado antes, es decir, un criterio evolutivo "biogenético" de la criminalidad y la desviación. Lombroso sostuvo que el "tipo criminal" había nacido, no se había hecho, y que el criminal fue un ser atávico que reprodujo en su persona algo del instinto de la humanidad primitiva y los animales inferiores.36 Estos médicos estadounidenses, sin embargo, no estaban adoptando el criterio atávico de Lombroso sino en cambio un criterio de desarrollo que podría ser influenciado por el desarrollo en el útero. En ésto, tuvieron mayor probabilidad de seguir a Ulrichs que a Lombroso. Este criterio fue resumido por Krafft-Ebing brevemente antes de su muerte:

 

En vista de la realización de que la sexualidad contraria es una anomalía congénita, que representa un trastorno en la evolución de la vida sexual hacia la monosexualidad y del desarrollo normal psíquico y somático en relación con la clase de glándulas reproductivas [poseídas por el individuo], ya no es posible mantener la idea de [degenerado] "enfermedad" en este sentido.... No con poca frecuencia se tropieza con predisposiciones neuropáticas y psicopáticas entre los homosexuales, por ejemplo, la neurastenia constitucional y la histeria ... que pueden conducir a las aberraciones más graves del impulso sexual. Y no obstante se puede probar que, relativamente hablando, los heterosexuales suelen ser mucho más depravados que los homosexuales.37

LOS TRES ALBERTS: MOLL, EULENBURG,
Y VON SCHRENCK-NOTZING

ALBERT MOLL

Apoyando a Krafft-Ebing en su criterio cambiante fue Albert Moll (1862-1939), un médico de Berlín quien abrió el camino para un número de investigadores de Berlín en el campo del sexo. En 1891, Moll publicó Die Konträre Sexualempfindung, en que, siguiendo a Krafft-Ebing, diferenció entre la homosexualidad innata y la adquirida. Mucho antes que Krafft-Ebing, pusiera un énfasis en la innata, argumentando que porque todos los órganos y funciones biológicas son susceptibles a las variaciones y anomalías, no hay ninguna razón de por qué el instinto sexual debería ser algo diferente. Describió al homosexual como "un hijastro de la naturaleza".38 Moll fue sumamente crítico de la creencia que la actividad sexual temprana era un correlativo importante de la perversión posterior. Cuestionó los peligros de la masturbación, recalcando que la masturbación mutua fue practicada a menudo en la niñez por individuos que no mostraron ningún signo de inversión.39
Moll abrió nuevos senderos al comparar cara a cara los acontecimientos sexuales normales y anormales porque alegó que fue la falla de los sexólogos estudiar la sexualidad normal que conducía a sus desacuerdos acerca de las formas anormales. Moll postuló que dos instintos principales participaron en el impulso sexual: Detumescenztrieb ("impulso de detumescencia") y Contrectationtrieb ("impulso a tocar, acariciar, o besar el objeto sexual").40 El primero fue individualista fundamentalmente, mientras el segundo fue social. Moll teorizó estos organismos primitivos, los que se reprodujeron de forma asexual por fisión o por brote, poseían sólo el instinto de detumescencia pero estos organismos mayores, que se reprodujeron mediante la conjugación o el sexo, han adquirido el instinto de contrectación también. En animales reproducidos sexualmente, el instinto de la detumescencia ya no fue suficiente para garantizar la reproducción y tuvo que ser suplementado por el instinto de contrectación, asemejándose estrechamente a lo que llamamos el amor. El amor mismo era por lo tanto un subproducto de la evolución del sexo. Cualquiera de los impulsos podría surgir primero, pero ambos impulsos surgieron mucho antes de la pubertad en los individuos sexualmente normales. Él quería "destruir" la creencia "de que la pubertad física es una condición preliminar necesaria para la inclinación sexual del hombre y la mujer. Por el contrario, como ya se ha mencionado varias veces, el elemento psíquico, en algunos casos, puede desarrollarse mucho antes que la pubertad física".41 Admitió, sin embargo, que fue a menudo difícil hacer la distinción entre los sentimientos sexuales y sociales antes de la pubertad, aunque incluso en los casos extremos, el amor del niño para su madre siempre pudo distinguirse del amor sexual del niño para otro".
Mientras la vergüenza, el celo y las expresiones preferentes del amor estén todas afectadas por la sexualidad del niño, 42los niños también pueden tener erecciones y empezar a masturbarse ya en el primer o segundo año de vida, porque tanto la detumescencia como los impulsos de contrectación pueden surgir precozmente en uno y en el mismo niño. Adoptó, con modificaciones, la teoría de dos etapas del desarrollo sexual propuesta por Max Dessoir (1867-1947). Dessoir había llamado la primera etapa la etapa indiferenciada; ésta apareció en las niñas entre las edades de doce y catorce y en los niños entre trece y quince. Durante la primera etapa, el instinto sexual podría expresarse en una manera heterosexual o homosexual o incluso inclinarse hacia los animales, pero ésto fue seguido por la segunda etapa - diferenciación - en la cual las relaciones heterosexuales se convierten en la meta exclusiva de la líbido. Algunos individuos, sin embargo, quedan en un estado embrional y siguen expresando inclinaciones homosexuales, bisexuales u otras inclinaciones como adultos.43Moll insistió en que la etapa indiferenciada regresaba a la infancia precoz, y ésto podría incluir bien el amor hacia el mismo sexo, pero en la pubertad, cuando la diferenciación tenía lugar, la mayoría seleccionaba su objeto de amor de los miembros del sexo opuesto.44 Sintió que el fracaso para desarrollarse normalmente fue debido a la debilidad o la sensibilidad congénita para diversas formas de perversiones, aunque los detalles de estas perversiones quizá sean influídos por los hábitos formados en la vida temprana para que cada uno quizá responda a su debilidad congénita de una manera algo diferente.45 Estos conceptos con el tiempo le llevaron a colocar más estrés en la homosexualidad como una enfermedad. Por 1911, estuvo ofreciendo una curación para la homosexualidad adquirida a través de la terapia de asociación, en la cual reemplazó las asociaciones hacia el mismo sexo con aquellos del sexo opuesto.46 Parte de su opinión cambiante quizá haya sido influída por su oposición a Hirschfeld; con el tiempo se convirtió en el adversario principal de Hirschfeld, según se relata posteriormente en este libro. En realidad, a pesar de sus contribuciones a la teoría sexual y el alto respeto dado por Ellis y otros, en particular por su trabajo inicial, Moll no congenió bien con la generación posterior de los investigadores sexuales. Fue crítico no sólo de Hirschfeld sino de Freud. Podría ser que sus desacuerdos con Freud posteriormente causaron que fuese ignorado por la mayoría de los investigadores sexuales de habla inglesa, porque las ideas freudianas se tornaron tan dominantes en el mundo de habla inglesa en la primera mitad del siglo XX.

ALBERT EULENBURG

Albert Eulenburg, otro médico prominente, escribió primero acerca del sexo en 1895 pero se volvió más profundamente como una figura significativa en la investigación sexual sólo debido a la crítica de sus veintiséis volúmenes Real Encyclopädie für Medizin.47 Esto fue porque su multivolumen resumen integral de medicina fue escogido por Hermann Rohleder en 1901 como un ejemplo de la manera en que la profesión médica todavía procura pasar por alto los temas sexuales.48 Eulenburg respondió a estas críticas al demostrar su pericia en tales asuntos mediante la publicación de una serie de estudios sobre el sadismo y el masoquismo, aunque usó el término algolagnia,49 un término propuesto por otro investigador sexual alemán, von Schrenck-Notzing.50

ALBERT VON SCHRENCK-NOTZING

Von Schrenck-Notzing es quizás característico de este grupo creciente de médicos investigadores en enfatizar que sin el estudio cuidadoso de las circunstancias que asisten al desarrollo de las anomalías sexuales, el médico nunca estaría en condiciones de administrar el tratamiento. Sostuvo que los comportamientos tales como la homosexualidad no eran congénitos sino eran resultado de la sugestión y que el individuo con tal comportamiento estaría abierto a una curación similar por la hipnosis. Alegó haber podido curar a varios homosexuales a través de este método, pero también dijo que ocasionalmente tenía que pasar a los métodos más directos para forzar una nueva dirección en el comportamiento del "invertido". Una de sus curaciones fue llevar a un paciente a un burdel, donde persuadió a las prostitutas a que ocuparan todas sus artes eróticas en un esfuerzo para lograr el deseo heterosexual.

AMBIVALENCIA DE LOS INVESTIGADORES

En general, los investigadores médicos propusieron temas sexuales delicados, conscientes de la ambivalencia social acerca de la sexualidad, aunque no siempre de sus propios prejuicios. El sexo fue algo para ser controlado y no liberado, y el médico tenía que ser consciente de ésto; en realidad quizá haya sido bien el temor al sexo desenfrenado lo que condujo a alguno de ellos a clasificar tantas actividades sexuales como patológicas. El uso de tales términos estigmatizados recalcó que aunque ellos investigaron problemas sexuales, ellos mismos fueron muy conscientes de los males de alguna de la conducta acerca de la que ellos escribieron. Krafft-Ebing, por ejemplo, refleja la ambivalencia de su propia crianza católica alemana del sur en sus discusiones del sexo. Para él, la pasión desenfrenada se asemejó a un "volcán que chamusca y come todo, o un abismo en donde todo está amurallado -el honor, la propiedad, la salud. [Por el establecimiento de los matrimonios monógamos y reforzando los enlaces religiosos] los pueblos cristianos obtuvieron una preeminencia espiritual y material sobre otros pueblos, en particular aquellos del Islamismo".51 Krafft-Ebing sencillamente estaba expresando el dualismo cristiano clásico entre el espíritu y la carne. La carne, de la cual el sexo era una parte, era débil, siempre amenazando tirar a los hombres y las mujeres de la consideración de las cosas mayores del espíritu en el desagüe y los colectores de la existencia de la carne.52 La mente o el espíritu, sin embargo, es capaz de controlar y debería controlar los deseos del cuerpo físico, y la comunidad está en mejor situación si el volcán de la pasión desenfrenada está latente. Krafft-Ebing recalcó la necesidad de la descripción científica de diversas enfermedades sexuales sobre la necesidad de la nueva teoría, porque para conectar otros impulsos y voces del alma con impulsos sexuales tuvo que agrandar la esfera del último y detractarse de la magnificencia del anterior. En verdad, cuando se encontró con las noticias de Freud en 1896 de intentar seguir los orígenes de la histeria al desarrollo sexual de la niñez, Krafft-Ebing respondió que el trabajo de Freud sonaba "similar a un cuento de hadas científico" 53
De hecho, las posibilidades crecientes de un enfrentamiento entre la ideología religiosa tradicional y los nuevos resultados acerca del sexo recalcan otro factor importante en el crecimiento de la investigación sexual: la necesidad de una actitud acerca del sexo que podría ir más allá de la actitud dualística de los cristianos tradicionales que habían influído a Tissot y a sus seguidores y que siguieron siendo dominantes en la mayoría de los estudios del siglo XIX. El ingrediente clave ausente fue una voluntad de aceptar la sexualidad, no sólo la procreación, como un hecho de vida; una voluntad de mirar al sexo como una fuerza física vital que era capaz de hacer más bien que daño; y una voluntad de verlo como uno de los placeres de la vida. Krafft-Ebing había luchado para llegar a términos con una necesidad de cambiar pero no tuvo mucho éxito. Aunque había una clase media creciente dispuesta a aceptar el placer como un elemento importante en sus vidas, la comunidad médica en su totalidad tampoco vio ninguna necesidad de retar o estuvieron renuentes a desafiar la ideología tradicional.54

EUGENESIA

Hubo una creciente demanda por mejor información acerca de la sexualidad que no estuvo tan preocupada por los cambios en las leyes acerca de la homosexualidad como en una mejor comprensión de las relaciones entre los sexos. El británico eugenesista Karl Pearson (1857-1936), por ejemplo, requirió el surgimiento de una nueva "ciencia de sexualogía"(de sexualogy) para ayudar a la sociedad a decidir cuál debería ser el status de las mujeres:

 

No hasta que las investigaciones históricas ... [y] los estudios antropológicos ... hayan sido complementados mediante la investigación cuidadosa de los efectos sanitarios y sociales de las etapas pasadas del desarrollo sexual, no hasta que tengamos una amplia estadística de los resultados médico-sociales de las diversas formas regulares y morbosas de la relación sexual, será posible sentar las bases de una ciencia de sexualogía. Sin tal ciencia no podemos determinar con seguridad adónde nos está conduciendo la emancipación de las mujer, o cuál es la respuesta verdadera que debe darse a la pregunta de la mujer.55


Los eugenesistas en realidad sirvieron como un grupo de presión política, y muchos de los británicos y estadounidenses que escribieron acerca del sexo a finales de siglo tuvieron alguna conexión con el movimiento de eugenesia. Lamentablemente, los eugenesistas eran a menudo defensores de un cierto punto de vista elitista acerca del estado y las condiciones de los pobres, descapacitados, y minorías del mundo, y aunque este antecedente es a veces difícil de reconocer por los sexólogos, no obstante está ahí. El eugenesista representó las actitudes de un segmento grande de los profesionales de clase media, y sus inquietudes ayudaron a hacer resaltar la discusión de la sexualidad en forma pública.
El movimiento había sido fundado por Sir Francis Galton, una figura principal en la ciencia de siglo XIX. Galton, a través de sus estudios de los individuos dotados, vino a creer que la herencia desempeñó un papel esencial en el desarrollo de los individuos de competencia extraña (o sea, genios). Para promover tanto el estudio y desarrollo de políticas, fundó lo que llamó la ciencia de la eugenesia -el estudio de las fuerzas bajo control social que mejoran o deterioran las cualidades congénitas de generaciones futuras. La finalidad de la eugenesia fue un intento deliberado de aumentar de una generación a otra la proporción de individuos con dotación intelectual mejor que el promedio.56
Pearson no sólo fue el fundador de la ciencia de estadísticas del siglo XX sino fue el discípulo y partidario de Galton. Galton quería concentrarse en la élite, pero Pearson censuró la alta tasa de natalidad de los pobres, que creyó era una amenaza para la civilización. Creía que era esencial que las "razas superiores" suplanten a "las inferiores". 57Aunque la Sociedad Eugenésica Inglesa, fundada por Galton, con el tiempo se opuso a los criterios racistas de Pearson, las grandes secciones del movimiento de eugenesia siguieron sosteniendo opiniones racistas y de antipobreza, y el movimiento de eugenesia estadounidense, fundado en 1905, adoptó inicialmente la opinión de Pearson incondicionalmente. 58
Como grupo, los eugenesistas estadounidenses creyeron que la "raza blanca" era superior a otras razas y que dentro de la raza blanca el blanco nórdico era superior a otros blancos. También se supuso que las personas de clase alta tenían cualidades hereditarias superiores que justificaban su ser de clase gobernante. Para documentar esta suposición, los eugenesistas recogieron todas las pruebas posibles que apoyaban su interpretación, incluídos los resultados de las pruebas de inteligencia, que se habían introducido a comienzos del 1900 por Binet. A pesar de la oposición de Binet mismo a lo que él consideraba como un mal uso de sus pruebas, los eugenesistas sostuvieron que tales pruebas midieron la inteligencia innata, genética de los individuos. Sobre la base de tales pruebas, los eugenesistas clasificaron a todas las personas cuyo cociente de inteligencia les daba una edad mental de doce como enfermo mental o imbécil, sin respeto a los antecedentes educacionales o los ambientes desprotegidos que quizá hayan conducido a tales resultados de la prueba. La criminalidad se consideró un concomitante de la enfermedad mental. Las personas insanas, idiotas, imbéciles, enfermas mentales y epilépticas en el impulso de los eugenesistas a menudo fueron esterilizadas -voluntaria o involuntariamente- y así en algunos casos fueron criminales habituales, "depravados morales" y otros considerados socialmente indeseables.59
Aunque el desarrollo de la genética minó muchas de las suposiciones simplistas de los eugenesistas, tales criterios no fueron vencidos. Estos fueron particularmente importantes en la educación sexual en los Estados Unidos, y muchos de los abucheos que trataban con sexo en los Estados Unidos apenas en los años cuarenta fueron publicados por grupos eugenésicos o la prensa de eugenesia. Los eugenesistas en particular estaban preocupados con lo que consideraban como perversión sexual, la que equipararon a las razas y pueblos verdaderos y así se valieron en las ideas de Ulrichs de las causas genéticas para incluir a "los depravados sexuales" en su categoría de inferiores.
Aunque la finalidad de Galton había sido alentar a las "personas mejores" a reproducir más, los eugenesistas también montaron campañas para prevenir los "elementos inferiores" -que son los pobres, negros, inmigrantes y otros- de producir a tantos niños. Gran parte del movimiento anticonceptivo temprano tomó parte inevitablemente con el movimiento de eugenesistas, aunque los individuos como Margaret Sanger no estuvieran de acuerdo con ellos. Aunque la mayoría de las alusiones raciales y de clase han sido eliminadas por mucho tiempo de la generación actual de los programas de planificación familiar, las sospechas prolongadas acerca de la planificación de la familia existen todavía entre alguno de los representantes más militantes de las minorías. Los eugenesistas estaban en general interesados en los anticonceptivos no tanto para las clases superiores sino para las pobres. Debería recalcarse, sin embargo, que había muchos otros individuos y grupos trabajando por mejores anticonceptivos y más educación sexual efectiva quienes tuvieron puntos de vista enteramente diferentes. Muchos de los primeros feministas, por ejemplo, estaban interesados en ayudar a la madre sobrecargada que no deseaba tener más niños y varias personas estaban interesadas en ayudar a las mujeres en general agobiadas lo que se llamó su destino biológico.
Todavía, las actividades de los movimientos de eugenesia en la promoción de ciertas ideas sexuales así como de los esfuerzos de Ulrichs para legitimar la homosexualidad recalcan que gran parte de la investigación acerca del sexo no fue realizada por los científicos desinteresados, desapasionados. La actividad sexual, como se declaró en la introducción, tuvo toda clase de alusiones políticas y al mirar los desarrollos en la investigación sexual, es importante mirar los programas que tuvieron los investigadores individuales y precisamente cuánto influyeron tales programas sus resultados. Afortunadamente, había programas en competencia; los eugenesistas, por ejemplo, fueron contradichos en algo tanto por feministas como radicales, y aquellos que trataban de avanzar los derechos homosexuales contaron con la oposición de los moralistas heterosexuales. Ocasionalmente, se unieron los grupos en competencia, pero es importante y esencial en cualquier discusión de la sexualidad humana para tratar de separar la retórica de los datos.

PORNOGRAFÍA

Esta separación fue más difícil en la última parte del siglo XIX que había sido anterior o que se convirtió en posterior, porque mucha redacción acerca del sexo había llegado a ser clasificada como pornografía por el estado. Aunque la censura no oficial había existido desde que los libros empezaron a circular ampliamente y la censura de la iglesia oficial había existido desde que el índice católico se había establecido a fines del siglo XVI, el estado mismo en general no participó hasta el siglo XIX. Las primeras leyes contra la pornografía en Inglaterra se aprobaron en 1853 y luego se complementaron en 1857 por el acto de Lord Campbell. Las leyes les dieron a los magistrados el poder para ordenar la destrucción de los libros e impresos si, en su opinión, la publicación equivaldría a una "mala conducta propia para encausarse como tal".60 El significado que constituyó la pornografía fue aún más extendido por la denominada Decisión Hicklin en 1868, en la cual Sir Alexander Cockburn escribió que la prueba de la obscenidad fue si la "tendencia del asunto como obscenidad es privar y corromper aquellos cuyas mentes están abiertas a tales influencias inmorales y en cuyas manos una publicación de esta especie puede caer".61 Lamentablemente, tal decisión significó potencialmente que si algo fue o no pornográfico dependería de si un niño podría leerlo o, en los tiempos victorianos, si una mujer por ventura quizá lo vería.
Casi de inmediato, los folletos que daban la información del control de natalidad fueron atacados como pornográficos, como sucedió con muchos tratados sobre sexo, incluídos por un tiempo aquellos escritos por Ellis. En los Estados Unidos, la persona más identificada con la nueva represión de información acerca del sexo fue Anthony Comstock (1844-1915), quien, con sus defensores, no sólo procuró ejercer presiones políticas a través del congreso una ley que gobernaba el depósito de "materiales obscenos" en el correo de los Estados Unidos sino también consiguió él mismo nombrar un agente especial de la oficina de correos. No toda publicación sobre sexo era obscena para Comstock, porque aquellas que "adecuadamente" condenaban la actividad sexual no se censuraron; sin embargo, graves discusiones de la anticoncepción, la prostitución y otras facetas del sexo que se apuntaron hacia el público general fueron consideradas por él como obscenas. A menudo las descripciones muy detalladas de tales cosas como masturbación fueron aprobadas por él si fueron lo bastante negativas.
Aunque Comstockery, el movimiento con el que él fue identificado y como llegó a ser nombrado en los Estados Unidos, puso serias dificultades en el camino de cualquier discusión abierta del sexo, Estados Unidos en muchos aspectos permaneció más liberal en sus políticas de publicación que Inglaterra, proporcionando tal bibliografía no registró los correos o a través de ciertos puertos de entrada, en la ciudad de Nueva York en particular, donde Comstock estaba estacionado. Comstockery fue más que Comstock mismo y quizá se tome como símbolo de los temores que muchos estadounidenses tenían acerca del mal creciente creído estar presente en las ciudades en rápido crecimiento donde la moralidad tradicional estaba bajo ataque. Comstock parece haber sido algo inocente, básicamente sin conocimiento de muchas formas de la sexualidad y en un sentido, fue como el pequeño niño holandés mítico, poniendo su dedo en el dique para mantener las inundaciones de la sexualidad bajo control.

OSCAR WILDE

A veces la respuesta al sexo a finales del siglo XIX, llamado popularmente Victorianismo, fue como los tres monos que no vieron ningún mal, no hablaron de ningún mal y no oyeron ningún mal. Esto no significó que el mal no existía, y que tampoco dijo el Victorianismo que la sexualidad y la sensualidad no estaban presentes. En realidad, hubo algunos sucesos que trajeron lo inmencionble a la atención pública, a pesar de todos los esfuerzos de un Comstock para prevenir ésto. Uno de dichos sucesos en el mundo de habla inglesa fueron los cargos de homosexualidad nivelados contra Oscar Wilde (1854-1900). Su juicio posterior recibió atención pública generalizada en todo el mundo occidental. Wilde, poeta, novelista, dramaturgo y fundador de un movimiento estético del "arte para el beneficio del arte," tenía el pelo largo, usó ropas extravagantes y como Andy Warhol casi un siglo más tarde, fue un excelente auto-publicista. Su comportamiento que consiguió atención le condujo a ser satirizado en la opereta Gilbert y Sullivan Patience en 1881 y en tales revistas como el Punch. También lo hizo un conferenciante popular. En 1891, se involucró sexualmente con Sir Alfred Douglas, el atractivo hijo del Marqués de Queensberry, ahora recordado por sus reglas de boxeo. Creyendo que Wilde había conducido a su hijo a la homosexualidad, el marqués ultimó el asunto en febrero de 1895 al dejar su tarjeta para Wilde en el Albemarle Club, al cual ambos hombres pertenecían, con la notación: ¡"Para Oscar Wilde, pretendiendo ser un somdomita! [sic]" Esta misiva mal deletreada condujo a Wilde a llevar a juicio a Queensberry por difamación criminal.
Siguieron tres juicios. El primer juicio fue el iniciado por Wilde, pero cuando los demandados recogieron suficientes pruebas para apoyar el alegato del marqués de que Wilde en verdad se dedicaba a las relaciones homosexuales, Wilde retiró su juicio. Sobre la fuerza de las pruebas recogidas contra él, Wilde mismo fue puesto en juicio, y cuando el jurado en el segundo juicio no pudo estar de acuerdo con un veredicto, se celebró un tercer juicio. Fue encontrado culpable de varios actos de indecencia y sentenciado a dos años de trabajo duro.62 Fue en parte su intento de ser más astuto que lo llevó a su convicción, porque había procurado negar todo hasta que desatinó al decir que nunca besó a un cierto niño porque él era muy feo.

RICHARD BURTON

Aunque Wilde fue una víctima de los prejuicios de su tiempo, la publicidad dada al caso abrió un mundo de sexo completamente nuevo para muchos. Deseaban más información y había varios individuos en alguna parte dispuestos a ponerla al alcance, aunque fue mucho más seguro hacerlo al mirar las culturas no occidentales. Un misionero para nuevas actitudes hacia las actividades sexuales fue Richard Burton (1821-90), el explorador y conocedor de muchas materias. En sus notas para su traducción de Las mil y una noches, resumió las actitudes occidentales hacia la sexualidad al recontar la historia del esposo recién casado que vino al dormitorio en su noche de boda para encontrar a su novia cloroformizada y una nota adherida en su almohada que decía: "Mamá dice que usted puede hacer lo que desee".63 Esta fue una actitud que Burton creyó que tenía que desafiar.
El padre de Burton era un teniente coronel jubilado en el ejército británico, y su madre provino de una acaudalada familia de Herefordshire. A principios de su vida, los padres de Burton se mudaron a Tours en Francia, porque su padre pensó que la caza era buena, los precios eran baratos, y los establecimientos educacionales estaban disponibles para sus niños. Burton se matriculó en la Universidad de Trinidad, Oxford, pero no se graduó y se convirtió en cambio en un cadete en el ejército indio. Encontró su nicho cuando fue asignado para hacer una encuesta del área Sind en la India. Ésto le dejó sumergirse en la vida india, vivir entre los nativos, aprender nuevos idiomas, escribir libros letrados acerca de sus experiencias y tener todo tipo de aventuras. Como parte de su encuesta en Sind, compiló información sobre los burdeles homosexuales en Karachi, y su informe para su oficial comandante en la India, Sir Charles Napier, contenía tal detalle que cuando fue más tarde circularon secretamente entre alguno de sus amigos oficiales su carrera en el ejército se arruinó. No fue tanto que personalmente se sospechara de su homosexualidad sino que demostró tal juicio deficiente al tratar tal tema así desapasionadamente. Se recomendó su destitución, y aunque ésto no sucedió, salió de la India para una vida de aventura y publicación.
Hizo un peregrinaje a la Meca enmascarado con el supuesto nombre de Al-Haz y posteriormente publicó un cuento acerca de ello. Fue explorando en busca de la fuente del Nilo con John Harming Speke, visitó a los mormones en Salt Like City, sirvió de cónsul británico a diversas ciudades del Medio Oriente y dió conferencias e hizo publicaciones ampliamente. La proeza de Burton le dió casi un nombre conocido, pero fue más antropólogo que explorador. Había dominado veinticinco idiomas además de numerosos dialectos; escribió una gramática del dialecto Jataki en la India; compiló diccionarios en Hagar, Dahomey y Brasil; e hizo transliteraciones de proverbios en diez jergas africanas diferentes. Tradujo obras del sánscrito, portugués, italiano napolitano y del latín así como del árabe y persa. También produjo unos cuarenta y tres volúmenes sobre sus viajes y exploraciones, los cuales generalmente incluyeron información acerca de las costumbres sexuales y matrimoniales de los pueblos que había visto.64
Burton escribió sobre prostitución, homosexualidad, pederastia, castración e infibulación -gran parte de ello ocultó en informes monográficos. En 1863, había fundado la Sociedad Antropológica de Londres con la esperanza de que su revista proporcionaría un medio académico para publicar más de tales estudios. Aunque publicó sus notas sobre un hermafrodita allí, el tema asustó tanto a los redactores que Burton tuvo que encontrar otros medios de publicar material sobre los temas relacionados sexualmente. Su investigación, así como su ensayo sobre la homosexualidad que se basó en su estudio de Sind por mucho tiempo reprimido, apareció como un suplemento a su traducción de el libro de Las Mil y una Noches, originalmente publicado en diez volúmenes en 1885.65
La publicación de este trabajo fue parte del esfuerzo de Burton para traducir y publicar erótica, un esfuerzo en que estuvo ocupado desde 1876 hasta su muerte en 1890. Con sus amigos Foster Fitzgerald Arbuthnot y H. S. Ashbee, Burton concebió la idea de una editorial seudónima con una sede ficticia. Esto condujo a la formación del Kama Shastra Society de Londres y Benares (India), aunque la lista de Benares fue sin sentido, porque la impresión real de los libros tuvo lugar en Stoke Newington en Inglaterra.
Burton había acumulado una gran biblioteca de las obras sobre el arte del amor y la práctica sexual y pudo escribir acerca del sexo en un idioma que no parecía obsceno a ningúno sólo a los lectores más inocentes. Además de sus traducciones de Las noches, tradujo y publicó el Kama Sutra, el clásico hindú que ofrece asesoramiento sobre las muchas formas de satisfacer a las mujeres sexualmente y una descripción de las diversas posiciones posibles en las relaciones sexuales. Esto estuvo seguido de la publicación del Ananga Ranga, que da recomendaciones explícitas para el mejoramiento del matrimonio así como el asesoramiento sobre cómo seducir a una nueva pareja. Entre otras cosas, también publicó El Jardín Perfumado del Cheikh Nefzaoui, que contiene historias atrevidas y mucho asesoramiento sobre cómo tener mejores relaciones sexuales y una traducción al inglés (del latín) de Priapei or The Sportive Epigrams of Divers Poets on Priapus.66

OTROS DIVULGADORES

Burton no estaba solo al tratar de educar al público acerca de la sexualidad. Particularmente influyente en este sentido fue el ginecólogo alemán Hermann Ploss (1819-85), quien fue proclamado por uno de sus contemporáneos por haber fundado "una división nueva de la ciencia llamada Ginecología antropológica y etnográfica". Su trabajo de dos volúmenes sobre mujeres en la naturaleza y cultura, Das Weib, contuvo discusiones actualizadas de la anatomía y la fisiología de las mujeres, junto con leyendas, mitos, rituales y creencias que fueron influyentes al configurar las vidas de mujeres. Recaudó una vasta cantidad de datos en cuanto a cada aspecto de la mujer conocidos en ese momento, labrando a través de los datos antropológicos, filosóficos y psicológicos así como a través de la investigación en Fisiología y Estética. En un sentido, quizá se le consideró un pionero en los estudios de mujeres.67 En una edición póstuma revisada posteriormente editada por Max Bartels, la compilación se amplió considerablemente, ayudado por las notas de Ploss. Con el tiempo se agregaron ilustraciones. Aunque una comentarista feminista se ha quejado de que Das Weib no era una historia natural de mujeres sino una historia de mujer como un "objeto sexual",68 todavía se considera un importante esfuerzo para tratar algunos de los temas sexuales que los sexólogos emergentes del siglo XIX creyeron fueron importantes.
Quizás el más influyente de los investigadores al usar los datos históricos y antropológicos fue el dermatólogo alemán Iwan Bloch (1872-1922). Aunque gran parte de la primera bibliografía de la investigación sexual había incluído estudios de historias clínicas, Bloch abrió nuevos caminos al defender el establecimiento de la sexualwissenschaft ("Sexología"), que fue para incluir datos no sólo biológicos y psicológicos sino información cultural, social e histórica también. Uno de sus primeros esfuerzos en este sentido fue Beiträge zur Aetologie der Psychopathia Sexualis, publicado en dos volúmenes en 1902 y 1903. Bloch sostuvo que se encontraron perversiones en cada cultura y en cada periodo histórico. Una de las fuentes más ricas, que encontró, fueron las redacciones religiosas. La religión para él fue un museo de creencias sexuales e instituciones en la cual todo varía desde la prostitución sagrada al fetichismo a los cultos fálicos al exhibicionismo y podría encontrarse la discusión letrada sobre tales temas como el sadismo, el masoquismo y la homosexualidad . De sus datos, Bloch concluyó que cada órgano sensorial podría funcionar como una zona erógena y de ese modo formaría la base para un impulso sexual perverso.69 La maravilla no fue que había personas con instintos sexuales perversos sino que muchos de nosotros no presentamos tal comportamiento.
En este trabajo, criticó la noción de Krafft-Ebing de psicopatía sexual congénita (posteriormente cambió su opinión, al menos sobre homosexualidad) y sostuvo que las "aberraciones" fueron debidas a la necesidad de estímulos sexuales variados así como la influencia ejercida sobre el instinto sexual por las "condiciones accidentales externas". Estas tres palabras -condiciones accidentales externas- constituyeron el descriptor que usó para explicar la perversión que surgía en la niñez, mientras la necesidad de estímulos variados explicaba aquellos que surgían en años posteriores de la edad adulta.70 Bloch examinó la sexualidad de la niñez en algunos detalles y observó la gran frecuencia de intentos copulativos y otras formas del juego del sexo entre los niños del pueblo primitivo. Recalcó que los mayores en estos grupos no miraban tales actividades de la niñez como anormales o indecentes.71
Su estudioThe Sexual Life of Our Time and Its Relations to Modern Culture en su original alemán es quizás la mejor encuesta general del conocimiento sexual en ese momento.72 Bloch se convenció por sus estudios anteriores de que la clave de los problemas actuales de la sexualidad humana fue un entendimiento histórico. Con este fin, Bloch emprendió un estudio principal de la prostitución, un tema, declaró, que le permitió estudiar la función y el estado de las mujeres así como muchas formas aberrantes del comportamiento sexual.* A pesar de sus limitaciones, el estudio de Bloch de la prostitución fue el estudio más integral del tema hasta su tiempo. Lamentablemente, nunca lo completó y por lo tanto nunca pudo sacar las conclusiones que él creyó fueron tan importantes.73
Del mismo modo, alegó que el problema de las enfermedades venéreas, en particular la sífilis, era emblemático de los problemas de la sexualidad en la sociedad y que una vez que los problemas médicos propuestos por la sífilis pudiesen ser superados, la humanidad podría esperar un futuro más brillante.74 Es importante señalar que las pocas obras de él que se tradujeron al inglés generalmente se condensan en gran medida y no son indicativas de la amplitud de su saber.
Hirschfeld, después de leer a Bloch, creyó por primera vez que era posible para la Sexología ser una ciencia real y comenzó la Zeitschrift für Sexualwissenschaft, la primera revista dedicada a la ciencia sexual. Rohleder, también impresionado por el concepto de Bloch de la ciencia sexual creó una categoría especial de "ciencia sexual" en la Reichsmedizinalanzeiger, revista médica que él editó.75Freud reconoció a Bloch por haber reemplazado el enfoque patológico al estudio de la inversión sexual con uno antropológico.76
Bloch estuvo sin duda más interesado en los círculos científicos y académicos que Burton, pero ambos fueron significativos al desafiar las ideas tradicionales acerca del sexo. También ocupado en el trabajo de recoger datos etnográficos-históricos fue Friedrich S. Krauss, en quien Bloch dependió en parte y quien influyó tanto en Freud como en Hirschfeld. En 1904, Krauss fundó la revista Anthropophyteia para publicar la investigación en curso en la historia y la etnología de la moralidad sexual. Entre otras cosas, realizó un estudio de la homosexualidad en Japón.77 Un estudio etnográfico de la homosexualidad fue también hecho por E Karsch-Haack, esta vez en diversas culturas primitivas.78
Aumentaron los recursos para encontrar datos también. Simbólica de este nuevo esfuerzo para perseguir información sexual es la colección bibliográfica de los libros prohibidos por Pisanus Fraxi (seudónimo de Ashbee), que apareció primero en 1877. Describió muchos de los clásicos eróticos subterráneos disponibles en el Museo Británico y en otro sitio y fue, se cree, el autor de una extraordinaria memoria sexual anónima de once volúmenes, My Secret Life, en que describió los amoríos con más de doscientas mujeres.79
Los novelistas y otros estaban también desafiando la mojigatería del tiempo, no siempre con éxito. George Eliot (el seudónimo de Mary Ann Evans) fue reprendido en el Saturday Review el 26 de febrero de 1859, por tratar el embarazo con todo detalle en Adam Bede. Gustave Flaubert se encausó legalmente por publicar Madame Bovary, según fue Charles Baudelaire para Las Flores del Mal. E incluso Alfred, Lord Termyson se increpó en 1855 por su énfasis en el adulterio, fornicación y suicidio en su "monodrama" "Maude." 80

 

* Bloch fue importante tanto al hacer definiciones como al recoger datos. A veces parece como si él fuese un vacío, succionando la información de los registros históricos, médicos y legales. Dicen que él había poseído una biblioteca personal de ochenta mil volúmenes, pero los lectores de Bloch cuidadosamente deberían comprobar sus citas, quizás porque tendió a citar las cosas de memoria. Muchas de sus notas no se mantuvieron.

LA INFLUENCIA JUDÍA

Dentro de la comunidad médica-científica, había un número creciente de individuos que estaban dispuestos a recalcar los placeres de la sexualidad, incluídos Hirschfeld y Ellis (quienes seran tratados más plenamente en el capítulo 3). Incluso, aquellos no exactamente dispuestos a ir tan lejos como Hirschfeld y Ellis, sin embargo, creyeron importante prestar atención a la sexualidad humana, si sólo para ayudar a sus pacientes. El número más grande de tales profesionales médicos a finales de siglo estuvo en las áreas de habla alemana, en particular Austria y Alemania. Cabe destacar, que la generación de médicos después de Krafft-Ebing en las discusiones médicas de la sexualidad fueron principalmente aquellos con antecedentes judíos, quizás porque este segmento de la comunidad médica fue algo más libre que la ideología cristiana acerca de ciertas formas del sexo.81
La influencia real o alegada de los médicos judíos en la investigación sexual es algo polémica por una serie de razones. Una de las dificultades es al determinar quién es y quién no es judío; tal tema también presenta las memorias dolorosas de la época nazi. Con la excepción de Enoch Heinrich Kisch (1841-1918), un ginecólogo quien escribió sobre la sexualidad femenina,82 pocos de los médicos con antecedentes judíos incluídos en la investigación sexual fueron judíos practicantes. Eulenburg, aunque de descendencia judía, había sido bautizado cristiano cuando tenía siete años.83Dessoir, quien recalcó los orígenes psicológicos de la sexualidad así como la capacidad de los hombres y mujeres para reconfigurar sus propias almas y mundo,84 tuvo un padre judío pero se había convertido en un protestante.85 De hecho, la mayoría de aquellos médicos con antecedentes judíos, incluso el políticamente más conservativo tal como Moll, fueron muy seculares y sólo los nazis los clasificarían como judíos.86 Esto plantea la pregunta de si este "nuevo" criterio del sexo formó parte de un secularismo creciente o si estaba restringido a personas con antecedentes judíos. La prueba favorece la primera más que la segunda explicación, porque los criterios judíos ortodoxos del sexo fueron tan hostiles a la actividad no heterosexual como los criterios cristianos. Es más, Eulenburg, si se preguntó, probablemente habría contestado que fue su objetividad científica más que sus orígenes judíos que condujo a sus intentos de comprender la sexualidad humana. En su libro sobre sadomasoquismo, Eulenburg escribió, "es desde luego imposible para mí como doctor tirar moralmente las piedras críticas al viviente así como al muerto".87 Por otro lado, hubo alguna conciencia de una diferencia en las actitudes judías hacia el sexo que fue expresada por algunos de los que escribieron acerca de ello en una fecha algo posterior. El sexólogo judío Max Marcuse (1877-1963), por ejemplo, escribió, "los cristianos tienden a dar a la vida sexual del hombre un estigma sin base que no es para nada el caso de la comunidad judía."88 Es más, algunos de los médicos judíos quizá bien hayan tenido alguna hostilidad hacia el conservatismo cristiano acerca del sexo. Fritz Wittle, por ejemplo, un médico judío que era un miembro de un grupo psicoanalítico seguidor de Freud, admitió a principios del siglo XX que era "su deleite extremo lanzar la importancia del sexo en los dientes de la sociedad".89
En conjunto, no fueron probablemente las actitudes tanto judías acerca del sexo que representaron el número desproporcionadamente grande de médicos judíos en el campo sexual como el hecho de que a diferencia de la mayoría de las áreas del ejercicio de la medicina había poca hostilidad para los médicos judíos que entraban en este campo algo estigmatizado, porque había sido principalmente pasado por alto por otros médicos. Aunque por la ley (originalmente firmada el 3 de julio de 1869) los judíos podrían competir oficialmente por cualquier ocupación que ellos eligieron en Alemania,90 existen amplias pruebas para indicar que tuvieron dificultad para conseguir la administración pública alta y las posiciones universitarias. Pudieron, sin embargo, convertirse en médicos, y un número desproporcionado de judíos que entró en las profesiones estudiaron así medicina. Aunque había dificultades al entrar en ciertas especialidades médicas, en investigación y práctica en las áreas del comportamiento sexual no estuvieron entre ellos. Obviamente, también había interés público cada vez más generalizado en diversos aspectos de la sexualidad humana, según demostraba la explosión de la literatura sobre el tema. En Viena, gran parte del estudio de la sexualidad llegó a ser asociado con Freud y el psicoanálisis, y la mayoría de los primeros seguidores de Freud fueron judíos. En otras áreas de habla alemana, el movimiento sexológico era mucho menos psicoanalítico, pero la presencia judía era todavía muy fuerte.
La presencia judía en el movimiento sexológico alemán fue recalcada por los nazis, que clasificaron la Sexología como una ciencia judía. Sexólogos como Hirschfeld se encontraron entre las primeras personas que atacaron cuando tomaron el poder. Lamentablemente, gran parte de la información y los recursos que habían sido recogidos por estos primeros investigadores judíos fueron perdidos o se destruyeron deliberadamente: se quemaron libros y los sexólogos huyeron, murieron bajo paro residente (como hizo Moll) o se enviaron a los campos de concentración. Ha sido sólo en los últimos veinte años que la primera contribución judía alemana a la investigación sexual moderna ha empezado a ser mejor comprendida.
Dos de los tres gigantes de la investigación sexual moderna en la primera parte del siglo XX -Hirschfeld de Alemania y Freud de Viena - fueron judíos, y aunque el movimiento psicoanalítico de Freud encontró un refugio en los Estados Unidos, el trabajo de Hirschfeld fue generalmente pasado por alto y destituído. La otra figura principal, Ellis, fue británica, y fue Ellis, aún más que Freud o Hirschfeld, quien llevó el mensaje de la nueva clase de Sexología al mundo de habla inglesa. Cada vez más, el estudio del sexo en el siglo XX se tornó más amplio, moviéndose desde su primer foco en la Psicopatología hasta el comportamiento sexual general. Es a este tema, como se centró alrededor de las vidas y obras de Hirschfeld, Ellis y Freud, que el próximo capítulo está dedicado.



3
HIRSCHFELD,
ELLIS Y FREUD

Tres hombres dominaron la Sexología durante los primeros años del siglo XX: Magnus Hirschfeld (1868-1935), Havelock Ellis (1859-1939) y Sigmund Freud (1856-1939). Hirschfeld y Ellis podrían ser llamados los recolectores de datos empíricos, mientras que Freud era un fabricante del sistema quien, sobre la base de su sistema, desarrolló una nueva terapia para aquellos aquejados de problemas sexuales y otros. Aunque cada uno conocía el trabajo de los otros y tenía contacto con los otros, Freud cada vez más se distanció no sólo de Hirschfeld y Ellis sino de otros investigadores sexuales para dedicar su energía al desarrollo de su propio modelo.
Por un tiempo, al menos en los Estados Unidos, las ideas freudianas acerca de la sexualidad fueron las dominantes. Una de las razones de ésto es que Freud, a través de sus modalidades de tratamiento, proporcionó un camino para aquellos interesados en la Sexología para ganarse la vida. Hirschfeld fue independientemente adinerado, y aunque practicó la Medicina y trató pacientes, su investigación fue apoyada por sus propios fondos. Ellis, si bien también un médico, se apoyó él mismo casi enteramente mediante sus propias redacciones, muchas de las cuales estaban fuera del campo del sexo. Freud, por otro lado, ganó su vida como médico practicante y como tal estuvo mucho más interesado en el tratamiento que los otros dos. Por lo tanto, si bien los datos que recopilaron Hirschfeld y Ellis eran inestimables, estos hombres no necesariamente proporcionaron modalidades de tratamiento que un médico practicante usaría para ayudar a los pacientes. Inevitablemente, Freud, el nuevo creador del sistema, se convirtió en el modelo para gran parte de la comunidad médica, en particular en Estados Unidos, donde el campo en desarrollo de la Psiquiatría vino a dominar no sólo el tratamiento de los pacientes sino la redacción y la investigación acerca de la sexualidad humana hasta bien entrada la mitad del siglo XX.
El psiquiatra o el psicoanalista vió pacientes que buscaron ayuda a sus problemas y luego el profesional publicaba generalmente los antecedentes del caso, incluído el análisis y el tratamiento. El resultado era casi un proceso circular: dado que los freudianos dominaron las publicaciones que trataban los problemas sexuales, recibían a los pacientes con tales problemas. Si bien el urólogo y el ginecólogo pudieron tratar algunos aspectos de la sexualidad, el psiquiatra y el psicoanalista tuvieron una construcción teórica en la que todos los aspectos de la sexualidad podían incluirse. Es más, las teorías freudianas se difundieron inevitablemente a muchos otros elementos en la comunidad intelectual, agregando aún más el predominio de sus ideas. Aunque las generaciones subsiguientes de psicoanalistas y discípulos de Freud agregaron o modificaron levemente las teorías freudianas, el sistema mismo fue desafiado sólo como una nueva generación de recolectores de datos empíricos que aparecieron, principalmente en las universidades, un entorno anteriormente no receptivo a los investigadores sexuales excepto en las ciencias biológicas. La nueva generación tuvo cabida a catédras, que les proporcionaron la seguridad financiera que Ellis nunca logró a través de sus redacciones y que Hirschfeld tuvo desde su nacimiento. También les permitió desafiar el predominio médico de la investigación sexual.

MAGNUS HIRSCHFELD

El más descuidado, al menos en Estados Unidos, de los tres hombres tratados en este capítulo es Hirschfeld. Indudablemente influido por su propia homosexualidad y travestismo, no pretendió, al menos al principio, ser el reportero desapasionado de las variedades de la sexualidad humana como Krafft-Ebing alegó ser. En cambio pareció, en particular en sus primeros años, haber tenido un entusiasmo casi misionero para traer a todos la "verdad" acerca de la sexualidad. Aunque Hirschfeld comenzó como un propagandista político para la homosexualidad, con el tiempo se convirtió en un investigador significativo dentro de la sexualidad humana. Una razón principal de su descuido comparativo, sin embargo, es que muchos de sus contemporáneos nunca se olvidaron del hecho de que había sido un fuerte defensor de la homosexualidad y que a veces, en su entusiasmo, tendía a caer en el exceso. En su vida posterior, también fue un radical en la política, creyendo que sólo mediante el cambio del sistema podrían tener lugar los cambios bastante retrasados en las leyes acerca de la sexualidad. Hubo otras razones también.
Los escritos de Hirschfeld, por ejemplo, fueron a menudo mal organizados y desde el principio no se analizaron tan bien, aunque tendió a mejorar con la edad. Sacó a la luz una variedad de libros y artículos, algunos de los cuales fueron sobresalientes y algunos de los cuales parecen haber sido apurados en la producción para satisfacer las fechas de entrega o llenar espacio. Su propio modo de vida también trabajó contra él y estuvo preparado para luchar cada vez que sintió que los derechos de los homosexuales estaban siendo amenazados. A veces parecía carecer de sentido común. Una buena ilustración de esto último es su participación en el juicio de Harden-Eulenburg, una acción causada por los enemigos del emperador Wilhelm II y el tribunal imperial.

EL ASUNTO HARDEN-EULENBURG-VON MOLTKE

Los críticos de las políticas del emperador Wilhelm tenían miedo de atacar al emperador abiertamente y por lo tanto buscaron atribuir a un grupo de amigos de sus asesores, algunos de quienes se creyó eran homosexuales, aquellas acciones de la política a que se opusieron. Un grupo pequeño de adversarios llegó a creer que un ataque contra la homosexualidad alegada de sus asesores forzaría al emperador a destituirlos, lo que luego daría lugar a un cambio de política. La semilla para tal ataque provino del apoyo del emperador a su amigo Friedrich Krupp (1854-1902), quien a la edad de treinta y tres había heredado el control del imperio industrial Krupp. Aunque casado, Krupp vivió gran parte del tiempo en la isla de Capri fuera de la costa de Nápoles, lejos de su esposa. Allí trajo al parecer a pescadores jóvenes, arrieros de mulas y otros, algunos de quienes eran legalmente menores, para ocuparse de las relaciones sexuales con él. Aunque las actividades homosexuales en sí mismas no estaban en contra de la ley italiana, la corrupción de menores sí lo fue, y Krupp, después de ser declarado persona non grata, fue expulsado de Italia por su alegada participación con menores. En el escándalo que sobrevino, Krupp murió, probablemente cometiendo suicidio, pero el emperador trató de calmar la conmoción del público y defender la casa de Krupp al darle a su amigo un funeral estatal.1
Precisamente cuánta influencia los enemigos del emperador tuvieron al animar a los italianos a presentar cargos está poco claro, pero sus adversarios vieron los esfuerzos del emperador para reducir al mínimo el escándalo como una oportunidad para reclamar que su tribunal se acribilló con la homosexualidad. Los asuntos llegaron a una crisis cuando Maximilian Harden, editor de un periódico de Berlín, Die Zukunft, y un adversario de las políticas imperiales, acusaron que el emperador estaba rodeado por un grupo de catamitas que estaban pervirtiendo la política de Alemania. Cuando esto no surtió efecto en traer una respuesta, Harden mencionó dos individuos por el nombre: el Príncipe Philip Fürst zu Eulenburg, anterior embajador para Austria-Hungría y el conde Kuno von Moltke, comandante militar de Berlín. En octubre de 1907, von Moltke lanzó un juicio de difamación contra Harden, pero Harden produjo extensos datos acerca de las tendencias homoeróticas alegadas de von Moltke, y Hirschfeld prestó declaración como un "testigo experto" de que von Moltke era un homosexual sobre la base de tales pruebas. Harden fue absuelto, pero von Moltke fue apelado. En el segundo juicio, Harden fue declarado culpable y sentenciado a cuatro meses de cárcel y se demostró que gran parte de las pruebas producidas en el primer juicio contra von Moltke eran fraudulentas. Eulenburg, quien fue inicialmente acusado de perjurio por negar su homosexualidad, nunca fue llevado a juicio.
Aunque Hirschfeld pudo haber pensado que sólo estaba realizando un servicio profesional al prestar declaración, su testimonio jugó en las manos de los que deseaban rotular a los homosexuales de altos cargos como un peligro para la patria y ni la convicción original ni la absolución final ayudaron a la causa de la homosexualidad. También ocasionó duda en la habilidad de Hirschfeld y más importante, recibió el anatema del emperador y su tribunal, cuyo apoyo era esencial si la homosexualidad tenía que legalizarse.
Algunos de sus críticos también se opusieron a Hirschfeld por motivos más profesionales. Sexólogos como Moll, aunque inicialmente algo partidario de las ideas de Hirschfeld, finalmente acabó en oposición abierta tanto por sus teorías como por la naturaleza de su investigación. Los desacuerdos entre Moll y Hirschfeld en sus años posteriores, sin embargo, fueron más que controversias científicas o académicas, aunque los desacuerdos tenían una base profesional, los hombres parecieron cada vez más haber sido motivados por hostilidades y rivalidades personales. Su conflicto obligó a muchos en el campo de la Sexología a optar por uno de los dos.
Freud también había elogiado inicialmente a Hirschfeld, y de hecho, Hirschfeld se había unido con Karl Abraham al fundar la Sociedad Psicoanálitica de Berlín en 1911, en el Weimar Congress of the Psychoanalytical Association, Freud trató a Hirschfeld como un invitado honrado y lo describió como la autoridad de Berlín sobre homosexualidad.2 Cuando Hirschfeld, sin embargo, dejó la Sociedad poco después del Congreso en Weimar, Freud lo degradó, llamando su "partida como ninguna gran pérdida" y a Hirschfeld "un compañero débil, indeseable, incapaz de aprender algo".3 Esta degradación freudiana no típica de sus críticos o "desertores" significó que muchos psicoanalistas, en particular aquellos activos en los Estados Unidos, posteriormente ignoraran el trabajo de Hirschfeld.

LOS PRIMEROS AÑOS DE HIRSCHFELD

Hirschfeld era el hijo de Hermann Hirschfeld, un conocido médico y filántropo en la Costa de Kolberg en Pomerania, y de Frederika Mann, miembro de una prominente familia judía de Pomerania. Él, como sus dos hermanos, decidió seguir los pasos de su padre y comenzó su educación médica en Estrasburgo. Pronto salió de allí para Berlín, luego se mudó a Munich. Hirschfeld también estudió en Heidelberg y finalmente regresó a Berlín para completar sus estudios. Su tesis de grado fue sobre los efectos de la influencia en el sistema nervioso. Luego visitó los Estados Unidos y regresó pasando por Marruecos, Argel e Italia.
En 1894, abrió una oficina en su pueblo natal como médico general y obstetra, pero dos años después se mudó a Berlín donde se convirtió en un especialista en Hidropatía. Fue en Berlín que lanzó su carrera como un investigador sexual. Su primera entrada en el campo fue un folleto de treinta y cuatro páginas titulado Sappho und Socrates, Wie erklärt sich die Liebe der Männer und Frauen zu Personen des eigenen Geschlechts? (Sappho y Sócrates, ¿Cómo puede explicarse el amor de los hombres y mujeres para individuos del propio sexo?). Hirschfeld escribió el folleto poco después de enterarse del suicidio de uno de sus pacientes, un oficial homosexual joven que se mató de un tiro en la cabeza en la víspera de su matrimonio. Apenas antes de hacerlo, le había enviado a Hirschfeld una carta en la cual anunciaba que se mataba porque se sentía muy torturado por la doble vida a que se vio obligado a llevar. Instó a Hirschfeld a que les contara a otros su trágica historia con la esperanza de que podrían comprender mejor las dificultades bajo las cuales vivían los homosexuales. Escrito bajo el nombre de Th. Ramien, Hirschfeld argumentó que la homosexualidad formaba parte de la sexualidad humana, que tanto sus causas como sus manifestaciones deberían ser objeto de la investigación científica y que las leyes penales contra la homosexualidad deberían cambiarse para el interés de la sociedad.4
El folleto se inició con una cita de Friedrich Nietzsche -"lo que es natural no puede ser immoral"- y despertó más interés del que podría haber sido esperado debido a la publicidad generada por el juicio de Oscar Wilde en Inglaterra. Hirschfeld, dependiendo en gran medida del trabajo de Moll, 5 y en menor grado de Krafft-Ebing, declaró que todas las ciencias habían demostrado que los homosexuales compusieron un tercer sexo. Luego fue más allá que Krafft-Ebing, sin embargo, y declaró que la homosexualidad era sencillamente una variedad de la sexualidad humana. La clave de su teoría yació en la embriología (como lo era la de Ulrichs), aunque no estuvo plenamente consciente de lo que Ulrichs había escrito. Intentó una escala de 10 puntos para clasificar a las personas basada en sus tres principios básicos del desarrollo, en realidad hubo seis principios, porque pensó que las mujeres y los hombres pasaron por la mismas tres fases pero con diferencias leves.

LA TEORÍA DE HIRSCHFELD

Según Hirschfeld, la mayoría de las personas eran originalmente bisexuales, pero en el curso de su desarrollo natural, perdían su deseo por los miembros del mismo sexo. Estas personas eran los heterosexuales que amaban a los miembros del sexo opuesto. La segunda categoría de individuos estaba constituída por los psicohermafroditas -hombres y mujeres cuyos órganos sexuales se habían desarrollado normalmente pero cuyos centros de sentimiento para uno u otro sexo eran imperfectos y como resultado, estas personas podrían amar a individuos de ambos sexos. La tercera categoría consistía en aquellos individuos cuyos órganos sexuales se desarrollaron normalmente pero en quienes el deseo por individuos del mismo sexo en el centro del sentimiento dejó de alejarse. Los resultados eran hombres que amaban a hombres y mujeres que amaban a mujeres. Hirschfeld siguió modificando su teoría de las causas de la homosexualidad durante los próximos cuatro decenios pero nunca llegó realmente a una formulación satisfactoria, probablemente porque nada de lo que dijo pudo ser probado realmente.
El folleto Sappho und Socrates representa los puntos fuertes y débiles de gran parte del trabajo posterior de Hirschfeld. Destituyó totalmente a aquellas personas que difirieron de él, fue descuidado en sus datos históricos ( hizo que Sappho se matara debido al amor no requerido por una mujer) y fue rápido al denunciar figuras históricas anteriores como homosexuales o lesbianas sin muchas pruebas. También dio por sentado que su explicación para la homosexualidad era la única correcta, una denuncia que fue retada rápidamente por otros homosexuales. De hecho, casi inmediatamente después de la aparición del folleto de Hirschfeld, otro folleto fue sacado a la luz por el mismo editor, Max Spohr. El autor anónimo de este folleto sostuvo que la homosexualidad no era una condición congénita sino que se adquiría a través del paso por la vida de un individuo. El problema, sin embargo, no estaba en el individuo que se convirtió en un homosexual sino que la sociedad castigó al homosexual, cuando realmente debería aceptarlo o aceptarla.6
Muchas de las ideas en este segundo folleto fueron similares a aquellas expresadas por Benedict Friedländer y Adolf Brand, quienes se opusieron a la noción de Hirschfeld de un tercer sexo y pudieron haber sido bien escrito por ellos. Friedländer posteriormente alegó que las teorías como las de Hirschfeld hacían a todos los homosexuales afeminados (o en el caso de las lesbianas, masculinas), mientras que ellos consideraban la homosexualidad como un aspecto idealizado de los lazos de los hombres tal como habían existido en la Grecia antigua. Para ellos, el amor homosexual era espiritual y no un deseo físico o animal; en otras palabras, las relaciones sexuales no tuvieron ningún lugar en tal relación. Friedländer y Brand observaron que las relaciones sexuales podrían tener lugar ( y así fue ), pero en circunstancias en que el amor idealizado entre dos de tales individuos condujo a una participación íntima de los fluídos corporales, el acto era diferente del amor animal.7 Este criterio fue posteriormente desarrollado más plenamente por Hans Blüher, quien dividió a los homosexuales en tres tipos: el hombre heroico, el invertido afeminado y el homosexual suprimido.8 Aunque Friedländer y pensadores similares reconocieron que la sociedad estaba organizada principalmente alrededor de la familia y el estado -una base heterosexual - también creyeron que tenía una base secundaria en los lazos masculinos, los cuales incluyeron los sentimientos homoeróticos; esta fue la función principal para el hombre heroico.

HOMOSEXUALIDAD Y POLÍTICA

Esta división sobre las posibles teorías posibles para la existencia de la homosexualidad fue más allá de las hipótesis que ningún lado pudo probar o refutar; fue una división política también -y Hirschfeld fue mucho más que un político. En su vigésimo noveno cumpleaños, el 14 de mayo de 1897, Hirschfeld fundó el Wissenschaftlich-Humanitäre Komitee (Comité Humanitario Científico) para dar nueva vida a la lucha comenzada anteriormente por Ulrichs y otros para la derogación de la provisión antihomosexual, para ese entonces la sección 175 del código penal imperial según se adoptó en 1871. La ley imperial impuso un máximo de dos años de encarcelamiento por la "conducta obscena y anormal" entre hombres. Como parte de su campaña, los miembros del comité circularon las peticiones para ser firmadas por los defensores del cambio legal y muchas personas prominentes en la vida pública firmaron. Por un tiempo, la causa fue adoptada por alguno de los partidos políticos. August Bebel, líder del Partido Social Demócrata Alemán, habló sobre el hemiciclo del Reichstag a favor de la petición. Como resultado de sus esfuerzos, la petición fue puesta en el programa, aunque no se trató oficialmente hasta 1905, en tal momento fue eliminada lentamente.9 Mientras aguardaban tal discusión, Hirschfeld y el comité persuadieron a los fiscales en varias de las ciudades alemanas más grandes a abstenerse de la prosecución si estaba involucrado el sexo consensual.
El fracaso del comité para alcanzar sus metas políticas tendió a acentuar la división entre los seguidores de Hirschfeld por un lado y Friedländer y Brand por el otro. La unidad del grupo estaba aún más dañada debido a los juicios Harden-Eulenberg-von Moltke, aunque Hirschfeld continuó incitando para reformar todo de su vida.
Más importante a la larga que las actividades políticas del comité fueron sus actividades académicas en nombre de la homosexualidad, en particular la publicación del Jahrbuch für Sexuelle Zwischenstufen (Anuario para intermedios sexuales ), iniciada en 1899, título que reflejaba los conceptos de Hirschfeld acerca de un tercer, o intermedio, sexo. Hirschfeld editó los veintitrés volúmenes que aparecieron (bajo títulos algo variados) entre 1899 y 1923. Muchos de aquellos publicados durante la Primera Guerra Mundial, cuando el racionamiento de documentos era severo, fueron más pequeños que los boletines informativos, y varios números se combinaron en uno. La serie se revivió brevemente de forma más fuerte después de la guerra, sólo para plegarse con el colapso monetario de Alemania a principios de los años veinte. La revista era una mezcla de artículos académicos, reimpresiones de los artículos clásicos tales como los folletos anteriores de Kertbeny, piezas de propaganda, ensayos políticos, estudios biográficos y alegato especial. Aunque en sus primeros números tenía contribuyentes significativos como Krafft-Ebing, la revista en general fue ignorada por la ciencia oficial y la erudición en Alemania. Para alguien que estudiaba la historia del sexo, sin embargo, las series permanecieron inestimables.

HIRSCHFELD EL INVESTIGADOR

Hirschfeld también empezó a llevar a cabo encuestas sexuales, y su informe de 1903 en el que el 2,2 por ciento de todos los encuestados eran homosexuales llevó a Moll a romper con Hirschfeld sobre lo que creyó que eran estadísticas exageradas. Aunque lo que Hirschfeld sostiene parece notablemente preciso considerando el conocimiento actual, esto no trajo nada más que hostilidad a Hirschfeld y sirvió como una excusa más para sus enemigos para atacarlo.10
La negativa de la petición para la reforma de las leyes sexuales y en particular la deserción de diversos grupos del comité de Hirschfeld, forzó un replanteamiento por parte de Hirschfeld. Aunque había sostenido que la ciencia había demostrado que la homosexualidad no era patológica, pocos habían estado de acuerdo con él, y sus redacciones sobre el tema habían sido mucho más polémicas que objetivas. Por un tiempo, creyó que la ciencia no estuvo de su parte, debido a los diversos desacuerdos entre ambos, sus seguidores y sus adversarios. Fue en este entorno que se dirijió a Iwan Bloch, quien había estado enfatizando la sexualwissenschaft, o la ciencia sexual. Fue a través de esta nueva clase de ciencia sexual que Hirschfeld procuró trasladar la discusión del sexo del escenario político al académico, científico disciplinario, y en el proceso, esperaba proporcionar soluciones a los problemas sexuales.
Hirschfeld se rededicó rápidamente a encontrar una base científica para sus creencias, y aceptó el nuevo criterio de Bloch de sexualwissenschaft. Uno de los primeros actos de Hirschfeld fue empezar a publicar en 1908 una revista nueva dedicada a la Sexología como una ciencia: Zeitschrift für Sexualwissenschaft. El primer número de esta revista contenía un artículo de Freud titulado "Hysterical Fantasy and Its Relation to Bisexuality", y los números posteriores presentaron trabajos originales de Alfred Adler, Karl Abraham, y Wilhelm Stekel, entre otros. Hirschfeld, en ese momento, realizó un esfuerzo significativo para incluir el movimiento psicoanalítico austríaco como parte del estudio legítimo de la ciencia sexológica. Hirschfeld también viajó a Italia para solicitar personalmente los artículos de Paolo Mantegazza y Lombroso, una indicación que esperaba que la Sexología podría convertirse en una nueva ciencia internacional.
Hirschfeld también promovió la controversia. Helene Stöcker, una de las primeras feministas de Berlín, contribuyó con un artículo sobre las diferencias entre las vidas amorosas de las mujeres y los hombres; esta era una respuesta a un artículo chauvinista sobre más o menos el mismo tema de Wilhelm Stemberg. Stöcker estaba algo perturbada por la diversidad de criterios en la revista y regañó a Hirschfeld por publicar el artículo de Stemberg, en que dijo lo que era contrario a los propios criterios de Hirschfeld sobre el tema.
Los artículos de la revista provinieron de una variedad de disciplinas, y durante el primer año, los artículos trataron los aspectos históricos, filológicos, pedagógicos, biológicos, médicos y etnológicos. Sirviendo con Hirschfeld como coeditores de la revista, el etnólogo vienés Friedrich Salomon Krauss y el médico Hermann Rohleder de Leipzig, contribuyeron a expandir el concepto de la investigación sexual.
Lamentablemente, los planes fueron mucho más ambiciosos que los fondos. Después de sólo un año de publicación, la revista se fusionó con Sexual Probleme, una revista más popular y menos académica. La amalgama resultante apareció con el título Zeitschrfit für Sexualwissenschaft und Sexual Politik y posteriormente bajo aún diferentes títulos, así como otros intentos se hicieron para revivirla.11 Impávido por el fracaso de la revista, Hirschfeld, por su parte, continuó aplicando lo que creyó que fue su renovada objetividad científica para su investigación. Su primer trabajo para calificar como una contribución principal fue Die Transvestiten (1910), un término que acuñó. Este clásico pasado por alto (se tradujo al inglés sólo en 1991) desafió el criterio de que todos los cross-dressers fueran homosexuales, ya que Hirschfeld descubrió que muchos de tales individuos fueron heterosexuales. Después de examinar posibles correlaciones del cross-dressing con la homosexualidad, el fetichismo y el masoquismo, dijo que incluso cuando todos podrían tener alguna relación, el travesti era diferente. La diferencia entre el hombre homosexual y el hombre travesti (también incluyó algunas mujeres) no estaba en el comportamiento sino en el foco del placer. Los travestis se diferenciaban de los fetichistas, porque los fetichistas tendieron a adjuntar el objeto de fetiche a una persona amada, mientras que los travestis se centraron en sí mismos y en su ropa. Si bien había algunas tendencias masoquistas, ya que los cross-dressers heterosexuales masculinos tendieron a buscar mujeres masculinas, creyó que esto no era un factor causal principal.12 Sus observaciones y datos sobre el cross-dressing, si no su teoría, no se armonizaron hasta el último decenio del siglo XX.
Hirschfeld luego publicó Die Homosexualität des Mannes und des Weibes (1914), en el cual repitió sus ideas, resumidas anteriormente, con leves modificaciones. Su uso del término homosexualidad lo consolidó en la comunidad.13 Lo que es sumamente valioso acerca de Hirschfeld es la cantidad de datos compilados acerca de la homosexualidad, el travestismo y otras formas de actividad sexual. Sostuvo que una variedad de comportamientos sexuales eran normales, y estuvo más interesado en describir esta variedad que en condenarla.
Hirschfeld no estaba contento de depender exclusivamente de su práctica o de las historias clínicas transmitidas por otros; se propuso buscar información de una gran variedad de informantes. Poco después de 1900, desarrolló lo que llamó un cuestionario psicobiológico, que contenía unas 130 preguntas y que administró a más de diez mil hombres y mujeres. Sobre la base de este, escribió lo que llamó su primer libro sexobiológico, Naturgesetze der Liebe, el cual marcó una conquista en su investigación: ya no estuvo más interesado en lo "patológico" sino en el comportamiento sexual en general. Este estudio estuvo influenciado firmemente por el biólogo evolutivo alemán Ernst Haeckel (1834-1919), quien provocó estrés sobre la ley biogenética fundamental que la ontogenia recapitula la filogenia, o que el organismo en su desarrollo demuestra, en gran medida, los cambios morfológicos que ocurrieron durante la evolución de las especies. Haeckel, quien desarrolló una teoría llamada monismo, sostuvo que la base material de los fenómenos de vida verdadera - nutrición y reproducción - fue debido a una interacción química compleja y dijo que un "quimiotropismo erótico" era la mera fuente del amor.
Hirschfeld adoptó esta creencia y afirmó que algún tipo de secreciones internas, lo que ahora llamamos hormonas, eran la fuente principal de los sentimientos de amor y de la atracción sexual. Sostuvo que los testículos secretaban una sustancia química que llamó "gandrin" y los ovarios, algo que llamó "gynecin", aunque tales sustancias todavía no habían sido aisladas.14 Parte de la dificultad con Hirschfeld es que, como su biógrafo, Charlotte Wolff dijo, "tocó a la puerta de la ciencia moderna pero no pudo conseguir abrirla".15 Quiso encontrar una explicación biológica para todos los tipos de comportamiento sexual, y cuando la ciencia de la época no pudo dársela, formuló una hipótesis sobre tales explicaciones. A menudo estuvo en el camino correcto, pero a veces sus ideas se basaron sobre errores. En su defensa, ocasionalmente pareció darse cuenta de que había dificultades con sus conceptos, como la existencia de un tercer sexo, porque admitió que las personas físicamente normales podrían ser homosexuales o bisexuales, pero todavía insistía en un tercer sexo.
Parte de la dificultad de Hirschfeld se derivó de su uso de la teoría monista, que yace en el núcleo de ambas teorías, la suya y la de Moll. El monismo tendió a despojar la idea de la sexualidad de su significado tradicional, limitado. Según Lawrence Birken señaló, la teoría evolutiva planteó un dilema para los sexólogos, porque al relacionar todas las formas de deseo unas con otras, les dio una unidad genérica que subertió la diferencia. No obstante, al mismo tiempo, recalcó la posibilidad de controlar estos deseos al relacionarlos unos con otros en una jerarquía del desarrollo. En la Sexología, las mujeres y los niños se sexualizaron incluso como ciudadanos asexuados de la inocente sociedad competitiva mundial externa. La sexualidad fue simultáneamente universal y la función del hombre adulto solitaria. El problema fue la necesidad de defender la idea de la diferencia con una teoría que recalcaba la diferenciación de una igualdad común. Mientras el acento estuviera sobre la diferenciación, podría mantenerse la diferencia; pero había una tendencia gradual a desplazar el énfasis a la igualdad común que es la base de la diferencia evidente. En la Sexología, esto vio un cambio desde la idea de una sexualidad masculina adulta hacia una de una sexualidad universalmente definida.16 Birken sostuvo que "los orígenes filogénicos de la sexualidad en el deseo indiferenciado prístino socava cualquier intento para distinguir lo sexual de lo no sexual. En este contexto, las energías sociales quizás aparezcan como nada más que una forma rarificada de energía sexual. En otras palabras, lo social apareció como una etapa mayor de lo sexual, surgiendo pero en oposición al deseo prístino".17
Fue Freud quien descubrió esta dificultad, reemplazando la diferencia entre el deseo social y sexual con un concepto por el que el amor social y sexual se distinguen desigualmente unos con otros. Al reemplazar diferencia por diferenciación, Freud pudo explicar precisamente cómo las relaciones dentro de la familia estaban conectadas a las relaciones fuera de la familia en un orden jerárquico. El complejo de Edipo de Freud, en un sentido, era una defensa contra una idea aún más insoportable, la disolución del orden jerárquico de los sexos.
Hirschfeld, sin embargo, nunca visualizó nada de este debate como un problema y por lo tanto nunca lo trató. Permaneció interesado en la organización, tratando continuamente de extender la red de sexólogos e informar al público. El comité humanitario, a pesar de las desafecciones de algunos, siguió luchando en favor del cambio, pero Hirschfeld también deseaba más datos e información. En 1913, contribuyó a la fundación de la Ärtzliche Gesellschaft für Sexualwissenschaft und Eugenik (Sociedad Médica para la Ciencia Sexual y la Eugenesia), que fue concebida como el comienzo de un movimiento mundial para la reforma sexual. Esto condujo a un renacimiento de la Zeitschrift für Sexualwissenschaft bajo la edición de Eulenburg y Bloch.
La Primera Guerra Mundial resultó ser un contratiempo importante para el movimiento sexológico alemán. Hirschfeld, que por mucho tiempo había sido un pacifista, se dedicó inicialmente al empeño de la guerra alemana, y en su tendencia a exagerar, la cual siempre lo plagó, se convirtió en el patriota alemán supremo. En su certidumbre absoluta de que Alemania estaba en lo correcto, hizo afirmaciones que nunca deberían haberse hecho. Cuando sus pasiones empezaron a enfriarse, abandonó rápidamente su primer entusiasmo por la guerra, terminando de involucrar en el movimiento para expulsar al emperador y establecer un gobierno democrático en Alemania. Para el resto de su vida, fue firmemente de izquierdas -probablemente, al menos por un tiempo, un comunista- y esto influyó la recepción de sus ideas acerca del sexo.
Durante la guerra empezó a publicar Sexual Pathology, que consideró como una actualización de Krafft-Ebing. Aunque tiene un gran número de observaciones excelentes, se debilita ya sea por la teoría deficiente o por los comentarios desafortunados. Sin embargo, una de sus contribuciones más importantes fue desafiar las creencias perniciosas de Krafft-Ebing en los efectos de la masturbación. Ampliando los estudios del sexólogo alemán Rohleder, quien había informado que el 90 por ciento de todas las personas menores de veinte años se habían masturbado,18 Hirschfeld encontró que si todo esto era una reticencia e informó que en su estimación el 96 por ciento lo habían hecho así. Escribió que lo inofensivo y las consecuencias de la masturbación habían sido enormemente exageradas. "En la mayoría de los casos el temor exagerado de las consecuencias nocivas de la masturbación es mucho más nocivo para la salud que el acto mismo. Una cierta lasitud e incapacidad para concentrarse pueden, desde luego, ser inducidas por la masturbación excesiva pero pasarán muy rápidamente de sí mismas si el modo de vida del individuo es natural y normal".19
Hirschfeld, sin embargo, no pudo superar completamente los temores de la masturbación del siglo XIX y creyó siguiendo a otros, que existía tal cosa como la autogratificación hiperactiva y recomendó la esterilización de los hombres y la clitorectomía en las mujeres para prevenirla.20
En términos generales, su Sexual Pathology es un considerable adelanto sobre lo que había pasado anteriormente y cuando escribió sobre las anormalidades cromosómicas o anormalidades hormonales, estaba informando sobre la vanguardia de la investigación conocida, pero cuando avanzó sus creencias acerca del psicoendocrinismo -la interacción de factores orgánicos y psicológicos- estaba yendo más allá de lo que la ciencia del día podría confirmar. La ciencia no había avanzado lo suficiente para dar la clase de respuestas que él trató de dar, y lamentablemente, no siempre distinguió entre lo que creía y lo que las pruebas existentes podrían demostrar. Cuando los datos estaban haciendo falta, recurrió a las teorías que, al final, demostraron no ser válidas. En muchas áreas, sin embargo, fue muy cauteloso. Por ejemplo, aunque rechazó la teoría de Freud acerca de la sexualidad en sí, estuvo de acuerdo con Freud acerca del origen sexual de muchas neurosis y con su énfasis sobre ello en la histeria y las ideas obsesivas. No estuvo de acuerdo con Freud sobre las influencias y complejos psíquicos o con la experiencia infantil.21
En 1919, Hirschfeld finalmente hizo realidad un sueño a largo plazo con la fundación de su Instituto de Ciencia Sexual en Berlín; allí pudo consolidar y extender sus datos y almacenar su biblioteca de más de veinte mil volúmenes y treinta y cinco mil imágenes que apoyaron su investigación. Usando su cuestionario psicobiológico, siguió su estudio a gran escala de los hábitos sexuales. Estableció un servicio de orientación de matrimonios, repartió asesoramiento sobre la anticoncepción y los problemas sexuales y continuó su redacción prolífica (él mismo afirmó 187 trabajos).22 Cada vez más, Hirschfeld y sus colegas se ramificaron en los estudios de la sexualidad femenina, el matrimonio, los anticonceptivos y la prostitución, interesándose menos en la variación sexual y preocupándose más de los problemas sexuales generales.

CONGRESOS INTERNACIONALES DE SEXOLOGÍA

Sin embargo, Hirschfeld cada vez más sintió que la clave para comprender la sexualidad era la Endocrinología. En 1921, sus sueños de tener un movimiento sexológico internacional se realizaron con la Conferencia Internacional de la Reforma Sexual basada en la Ciencia Sexual, que tuvo lugar en Berlín desde el 15 al 20 de septiembre. El tema de la conferencia fue la importancia de las secreciones internas para la sexualidad humana, pero los documentos de los treinta y seis conferenciantes fueron muy amplios y no siempre sostuvieron el tema. Incluídos en la audiencia estuvieron médicos de Alemania, Finlandia, la Unión Soviética, Checoslovaquia, Hungría, Italia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Francia, Estados Unidos, Argentina, China y Japón así como los Estados Bálticos independientes emergentes. Cuatro de los participantes fueron mujeres. El hecho de que Hirschfeld fuera el anfitrión y orador principal solidificó su posición en la comunidad sexológica y fuera de esta reunión con el tiempo llegó a la Liga Mundial para la Reforma Sexual. Las dificultades económicas de la posguerra en Alemania y otras dificultaron ocuparse de ésto hasta 1928, cuando J. Leunbach de Copenhague organizó la segunda reunión, esta vez conocida como el Congreso de la Liga Mundial para la Reforma Sexual. Asistiendo al congreso desde los Estados Unidos estuvieron Harry Benjamin, Margaret Sanger y William Robinson, quienes permanecieron todos activos en las reuniones sexológicas internacionales; en un sentido, estos estadounidenses participaron en el desarrollo transitorio de un ala del movimiento sexológico.
Nuevamente Hirschfeld dio el discurso de apertura, y la Liga llegó a estar formalmente organizada con tres copresidentes: Auguste Forel de Suiza, Ellis del Reino Unido y Hirschfeld. Los puntos principales de la política de la Liga fueron una promoción de la causa de la educación sexual, la igualdad sexual de los hombres y mujeres, la reforma del matrimonio y de las leyes de divorcio, el estímulo de la anticoncepción y el control de la natalidad, la reforma de las leyes sobre el aborto, la protección de la madre soltera y el niño ilegítimo, la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, la eliminación de los factores económicos que condujeron a las mujeres a la prostitución, la promoción de una actitud racional hacia las personas sexualmente "anormales" y la reforma de las leyes en lo referente a los delitos sexuales. En resumen, la plataforma combinó las ideas de Hirschfeld de la reforma e investigación sexual pero el énfasis estuvo en la reforma.
El III Congreso Internacional, celebrado en Londres, vio nuevamente a Hirschfeld dar el discurso de apertura. Estaba seguido de otros cien conferenciantes incluídos profesionales no sexólogos como el filósofo Bertrand Russell, el dramaturgo John van Druten y el escritor Desmond MacCarthy. Muchas de las conferencias estuvieron dedicadas a la anticoncepción y se caracterizaron por un esfuerzo de aquellos presentes para tratar de distanciarse algo del movimiento eugenésico.
En el IV Congreso Internacional, celebrado en Viena en 1930, Hirschfeld dio nuevamente el discurso inaugural, todavía uno de los tres copresidentes (Norman Haire del Reino Unido y Leunbach fueron los otros). La conferencia tuvo menos participantes que las anteriores, y muchos de los conferenciantes programados, tales como Ellis y Benjamin, no pudieron asistir, aunque sus conferencias se imprimieron en el libro de los documentos del congreso.
El V Congreso se había planificado originalmente para Moscú y luego para París pero terminó, en 1932, en Brno, Checoslovaquia. Este congreso fue importante porque, a diferencia de los otros tuvo lugar en una atmósfera académica, en una universidad. También tuvo el auspicio del presidente Checo, Jan Masaryk. Muchos de los participantes transmitieron sus discursos a sus propios países a través de la radio. A pesar del golpe de tales relaciones públicas, el congreso fue el último que se celebró, en parte debido a la rápida disminución del movimiento sexológico alemán pero también debido a las fuertes diferencias entre Haire y Leunbach. Leunbach quería que la Liga se asociara con el movimiento de los trabajadores revolucionarios, pero Haire quería mantener toda actividad revolucionaria fuera de la Liga y concentrarse en los proyectos educacionales. El resultado final fue la disolución de la Liga.23

HIRSCHFELD, LOS NAZIS Y SU MUERTE

El congreso de Brno marcó el final de una fase de la investigación sexual europea de otras maneras también. Al cabo de un año de su conclusión, los matones nazis promovidos por el gobierno nazi recién legitimatizado, el 6 de mayo de 1933, irrumpieron en el Instituto de Hirschfeld en Berlín. Destruyeron la mayor parte de su colección y datos y sacaron los libros de la biblioteca y los quemaron públicamente. Hirschfeld estaba de viaje en el momento y se enteró de la destrucción en París, donde, en un cine, vio con sus propios ojos la destrucción de gran parte del trabajo de su vida. Trató de comenzar nuevamente en Francia, pero murió en Niza el 14 de mayo de 1935 -su cumpleaños número 67.
Este retrato de Hirschfeld insinúa a las controversias en el campo sexológico de la época pero no hay suficiente espacio para amplificar todas las diferencias. Las distinciones fueron fuertes y Moll en particular fue rápido al contrarrestar casi todo movimiento que Hirschfeld hizo. Cuando Hirschfeld organizó su Sociedad de Médicos para la Ciencia Sexual y la Eugenesia, Moll lo compensó con la formación de su Sociedad Internacional para la Investigación Sexual. Cuando Hirschfeld organizó la primera conferencia internacional sobre Sexología en Berlín, Moll planificó otra. Las condiciones económicas en Alemania aplazaron la conferencia de Moll hasta 1926, cuando el Congreso Internacional de la Investigación Sexual se celebró en Berlín, al cual Hirschfeld no fue invitado intencionalmente.24 Moll sostuvo que si hubiera invitado a Hirschfeld, muchos de los otros no habrían asistido, porque, declaró, que Hirschfeld era visto como un apologista para la homosexualidad. La mayoría de los que asistieron a la conferencia de Moll no supieron hasta después, que Hirschfeld había sido dejado fuera. Moll y Hirschfeld estuvieron en lados opuestos de casi todos los temas. Hirschfeld mismo, sin embargo, apeló con frecuencia a Moll a que dejara aparte sus diferencias personales y le pidió a Moll unirse a él en la búsqueda de la verdad científica, que Hirschfeld creyó que podría encontrarse. Hirschfeld nunca pudo comprender por qué Moll se opuso tanto a él. Sabía que ellos diferían, pero creyó que en último término la ciencia daría las respuestas.
Hirschfeld fue errático, a veces extravagante en sus reclamos y no siempre analizó sus acciones; fue izquierdista, muy cercano del partido comunista y homosexual. Moll fue cauteloso y conservador, un nacionalista alemán, heterosexual, y muy preocupado de que investigadores homosexuales tales como Hirschfeld "infectarían" la investigación sexual. Moll desafió la creencia de Hirschfeld de que podía diagnosticar la homosexualidad en los niños, fue crítico de su teoría de los intermedios sexuales y no pudo conformarse con la creencia de Hirschfeld de que los homosexuales tuvieran virtudes especiales y fueran más democráticos y altruistas que los heterosexuales.25 Moll en particular estuvo molesto por el reclamo de Hirschfeld de que la ciencia de la Sexología había sido fundada por Bloch y en cambio insistía en que Krafft-Ebing merecía tener el crédito.
Haire, que había estudiado brevemente con Hirschfeld en Berlín y que sirvió posteriormente como copresidente del Congreso Mundial, fue amigo de Hirschfeld. Sin embargo, encontró que Hirschfeld era a menudo difícil de tratar. Escribió, "Como el resto de nosotros, él tuvo sus imperfecciones. No siempre fue discreto. No siempre se detuvo a pensar cómo sus acciones podrían ser interpretadas por las personas de mala voluntad. Pudo ser muy egoísta y exigente en asuntos sin importancia. Su apariencia fue, pienso, antipática".26
La importancia máxima de Hirschfeld para la investigación sexual no es tanto su teoría, aunque tuvo apreciaciones importantes, sino su recopilación de datos y su capacidad de organización. Aunque muchas de las fuentes para sus datos fueron destruídas por los nazis, había publicado cantidades significativas de sus datos, y las generaciones posteriores de investigadores han encontrado sus casos inestimables. La denominada investigación sexual había comenzado principalmente como opiniones y teorías letradas, basadas en los datos históricos y culturales y unos pocos pacientes, pero el crecimiento de las historias clínicas y la capacidad para comparar los antecedentes de diferentes pueblos (como Moll y Hirschfeld lo hicieron) abrió nuevos horizontes en la investigación sexual y condujo a desafiar y modificar las ideas tradicionales. En general, sin embargo, el estado del conocimiento en la naturaleza biológica de los seres humanos no era todavía lo bastante avanzado como para ir más allá de ésto. El hecho de que algunos investigadores, como Hirschfeld, estuvieron desafiando abiertamente las actitudes sociales y amenazando debilitar las ideas tradicionales fue un factor principal en la oposición a Hirschfeld como expresado por Moll y otros.

HAVELOCK ELLIS

Más afortunado y mucho menos dogmático y antagonista fue el sexólogo inglés Havelock Ellis, cuyos Studies in the Psychology of Sex (1896-1928) popularizaron el concepto del relativismo individual y cultural en el sexo. En un sentido, Ellis fue un naturalista, que observó y recopiló la información acerca de la sexualidad humana en vez de juzgarla. Siempre cauteloso, evitó las teorías unitarias. Enfrentado con la pregunta de si la homosexualidad era congénita o adquirida, física o psíquica, sintió que había quizás alguna verdad en todos los criterios. Aunque tendió a creer que las diferencias sexuales fueron congénitas y no patológicas, estaba dispuesto a asentir que quizás había un mayor número de neuróticos entre los desviados que entre otros grupos. Esto, sin embargo, también calificó, al declarar que la neurosis sea quizá debido a factores sociales en lugar de factores biológicos.
Esencialmente, el trabajo de Ellis fue un alegato por la tolerancia y por aceptar la idea de que las desviaciones de la norma fueron inocuas y ocasionalmente quizás incluso valiosas. Él, como Hirschfeld, fue un reformador sexual quien instó a la sociedad a reconocer y a aceptar las manifestaciones sexuales en los menores y para darse cuenta de que la experimentación sexual formó parte de la adolescencia. Ellis sostuvo que fue importante abolir las listas sobre la anticoncepción así como las leyes que prohibían la actividad sexual entre adultos consentidos en privado.27
Sabemos mucho acerca de Ellis de su autobiografía, incluyendo el hecho de que tuvo una fascinación con el acto de la micción, que llamó urolagnia. Esta fascinación creyó, resultó al observar a su niñera orinar en un parque público en su presencia. Estaba empujando su cochecito de niño cuando se detuvo repentinamente, seguida de una pausa y luego "oyó un sonido misterioso como de una corriente de agua que descendía a la tierra". 28 Esto fue en los días cuando no había ningún inodoro público y las mujeres usaban faldas largas y ningún pantalón; las aceras del parque estaban hechas de piedra prensada para permitirles responder a la llamada de la naturaleza.
Su padre capitán de mar, Edward P Ellis, estuvo ausente durante gran parte de la juventud de Havelock y fue criado principalmente por su madre, Susannah Wheatley Ellis, quien a la edad de diecisiete había experimentado la conversión a los principios evangélicos de John Wesley. Realizó grandes esfuerzos para protegerle y a sus otros hijos de los peligros constantes del mal, enviándolos regularmente a los servicios religiosos. El medio de Ellis de escapar de su vida rígidamente circunscrita fue a través de la lectura en la biblioteca de sus abuelos, quienes le permitieron elegir lo que deseó leer. Parece haber sido algo afeminado como niño con lo que fueron llamadas las "sensibilidades muy finas", y fue objeto de considerable intimidación por sus compañeros de clase.
A los dieciséis, acompañó a su padre en parte a un largo viaje de mar que concluyó para él en Australia. Había estado mareado en gran parte del viaje, y cuando desembarcó en Sydney, fue diagnosticado como demasiado débil para seguir con su padre a Calcuta. En vez de ésto, Ellis se quedó atrás, sosteniéndose él mismo como asistente de un maestro de escuela, un trabajo en el cual no fue particularmente exitoso. Lejos de su familia por primera vez, se encontró muy confundido por los impulsos sexuales que no comprendió. Para aceptarlos, Ellis creyó necesario "explorar el peligroso océano del sexo".29 Mientras hojeaba en una librería de Sydney, se encontró con un libro anónimamente escrito, The Elements of Social Science; Or Physical, Sexual and Natural Religion, que lo influyó enormemente.
El autor fue el médico George Drysdale (1825-1904), quien fue un pionero al señalar los regocijos del sexo de una manera que podía evitar a los censores victorianos. Drysdale, sin embargo, fiel a las normas de su tiempo, sostuvo que las cantidades excesivas de actividad sexual eran peligrosas, y expresó horror en las variadas formas de la sexualidad. Incluso, recalcó que las relaciones sexuales podrían y deberían ser una cosa deliciosa. Sostuvo que el obstáculo principal para gozar del sexo era la posibilidad constante de crear niños, y fue este temor lo que causó a los hombres dirigirse a las prostitutas y a otras formas de sexualidad y las mujeres se volvieron sexualmente inhibidas. Un neo-maltusiano, también creyó que la superpoblación fue una causa de pobreza. Todos estos problemas podrían superarse mediante el uso de anticonceptivos.30
Drysdale no fue muy victoriano al creer que el sexo mismo debía ser un tema central en el futuro. El amor, para él, fue una necesidad en lugar de un lujo, y las virtudes morales eran, en último análisis, sencillamente asuntos de higiene mental. Aunque Ellis posteriormente fue crítico de gran parte del libro, a la vez influyó en él. En la introducción a sus series sobre la Psicología del sexo, escribió:

 

El origen de estos estudios, data de muchos años atrás. Como joven estuve enfrentado, como otros lo están, con el problema del sexo. Viviendo en parte en una ciudad australiana donde las formas de vida fueron vistas sencillamente, en parte en la soledad del arbusto, estuve en libertad para contemplar y meditar muchas cosas. Una resolución surgió lentamente dentro de mí: una parte principal de mi obra debería ser poner de manifiesto los problemas del sexo.31


Después de su regreso a Inglaterra, Ellis siguió enseñando, pero demostró menos éxito en cada trabajo. Siguió confundido por el sexo, y buscando en su alma se comprometió a dedicarse a una vida de ciencia. Se propuso convertirse en un médico, la única profesión mediante la cual creyó que podría dedicarse con seguridad al estudio de tal tema prohibido. En ésto, también se influyó firmemente primero por las redacciones y luego por la amistad con James Hinton, quien, como Ellis, había estado confundido sobre lo que hacer con su vida y había seguido la Medicina. Hinton también había empezado a estudiar el comportamiento sexual.
Ayudado económicamente en parte por una herencia de su madre y un préstamo de la hermana de Hinton (las mujeres estaban viniendo continuamente al rescate de Ellis), Ellis empezó sus estudios médicos. Para ayudar a mantenerse volvió a escribir, una ocupación que le dio un sustento para el resto de su vida. Aunque completó la escuela médica, nunca practicó realmente la medicina y utilizó su entrenamiento principalmente para darle el estado oficial a sus escritos sexuales. En diciembre de 1891, Ellis se casó con Edith Lees, y aunque se consumó el matrimonio, el sexo posteriormente no desempeñó una función significativa en él. Su esposa tenía fuertes tendencias lesbianas y ni Ellis ni ella desearon nungún niño. Después de unos pocos años de matrimonio, la pareja acordó no ocuparse de las relaciones sexuales, aunque ambos se embarcaron en asuntos extramatrimoniales. Por un tiempo, Ellis fue impotente. Su ama de casa, Françoise Delisle, con quien finalmente se sintió él mismo potente, escribió un relato de su relación con él en el que relató acerca de algunas de las dificultades sexuales que él tenía.32
Ya que su éxito como autor y redactor aumentó, empezó sus primeros esfuerzos hacia un estudio del sexo con la publicación de Man and Woman (1894), en la cual propuso investigar qué grado de diferencias sexuales eran artificiales o biológicas. Concluyó que los hombres fueron creados para hacer historia y las mujeres para hacer niños, una relación que dijo mantuvo un "perfecto equilibrio".33 Esto fue porque la civilización fue la creación de personas mental y físicamente "anormales" y como más hombres que mujeres tienen cabida a esta descripción, la civilización extrajo su inspiración desde los hombres. Este criterio conservador de la importancia de las mujeres fue criticado firmemente por el eugenesista y estadístico Karl Pearson. Otros criticaron el libro, entre otras cosas, por su descripción lúcida de la menstruación.
No obstante, su estudio sobre las relaciones hombre-mujer despertó suficiente atención que ganó el coraje para proceder aún más con su estudio del sexo, aunque siguió escribiendo sobre una variedad de otros temas. Ellis estaba sumamente impresionado por la manera en la cual los temas sexuales habían sido tratados por los autores como Nietzsche, Émile Zola, y Giacomo Casanova. Cada vez más en sus esfuerzos literarios generales, empezó a hacer ataques suaves contra la hipocresía de la moral moderna, un tema que apareció también en todos sus estudios sexuales. La homosexualidad le parecía ser una clave para la comprensión de la naturaleza de la sexualidad humana, y a medida que empezó a investigar el tema, se dio cuenta de que varios de sus conocidos eran homosexuales, particularmente John Addington Symonds y Edward Carpenter.
Ellis investigó sus temas a través de la literatura y la historia, complementado por una colección bastante fortuita de autobiografías sexuales individuales, lo que quizá se llamen historias clínicas. Muchos de sus amigos no sólo le escribieron sus propias autobiografías sexuales sino solicitaron a sus amigos y contactos sexuales a hacerlo también. Preguntó a su esposa acerca de sus amigos homosexuales, y aunque esto le alteró, cumplió con su pedido de solicitar información biográfica de ellos.
Otros antes que él habían recopilado información de la misma manera, en particular su amigo Symonds (1840-93), mejor conocido por sus estudios de Italia del Renacimiento. Symonds, un homosexual quien estaba casado y era padre de cuatro niños, había escrito dos libros anónimos sobre la homosexualidad: uno era un ensayo largo sobre la homosexualidad en la Grecia Antigua llamado A Problem in Greeks Ethics (1883), y el otro, un resumen histórico titulado A Problem in Modern, Ethics (1891). Había hecho mucha investigación sobre el tema.34 Cuando Ellis comprendió el grado de la investigación de Symonds, le propuso colaborar en un estudio de la homosexualidad.35 Symonds había usado el término inversión para describir la homosexualidad en sus estudios publicados, como hizo Ellis por un tiempo; sin embargo, Ellis lo descartó finalmente por el término homosexualidad.

HOMOSEXUALIDAD

La colaboración fue incómoda, porque los dos hombres difirieron el uno del otro, quizás porque Symonds, quien estuvo mucho más interesado emocionalmente en el tema que Ellis, sostuvo tales opiniones fuertes. Symonds negó que la masturbación era una causa de la homosexualidad y que la homosexualidad quizá sea congénita. En cambio, tenía nociones románticas acerca de los lazos masculinos similares a los de Friedländer, Brand y Blüher, tratados anteriormente en este capítulo. Mientras que Ellis estuvo de acuerdo con Symonds acerca de la inocuidad de la masturbación, tenía dudas acerca de las nociones románticas de los lazos masculinos y en cambio sostuvo que la herencia desempeñaba una parte importante. Symonds tampoco creyó que la homosexualidad era una condición morbosa o pervertida, y aunque Ellis pudo aceptar ésto, sostuvo que los invertidos eran amenudo neuróticos.
Tampoco el método del hombre era particularmente científico. Ellis mismo dirigió rara vez entrevistas a fondo de temas de sus historias clínicas, a menos que fueran amigos cercanos, personales. En cambio, gran parte de su material eran relatos escritos de segunda mano dados a él por los individuos mismos o por intermediarios, y Ellis no hizo ninguna investigación más. Es más, un desproporcionado gran número de casos que él usó habían sido reunidos por Symonds, quien no fue siempre el observador o cronista más desapasionado. Para complicar aún más los datos, Ellis, para disfrazar las identidades de sus sujetos, a veces suprimió los detalles y cambió los hechos. La historia clínica de su propia esposa, por ejemplo, está registrada bajo el título "Miss H.", y descuida mencionar los factores cruciales en su vida.
Aunque el convenio hecho entre Ellis y Symonds estipulaba que Ellis escribiría la introducción y los estudios clínicos y Symonds, los antecedentes históricos, Symonds murió antes de que el proyecto estuviese completo. Ellis, sin embargo, ganó el permiso para usar gran parte del material de Symonds, y formó una parte significativa del libro.36 El libro apareció en 1896 en alemán, Das Konträre Geschlechtsgefühl (para evitar problemas de censura británica) bajo los nombres de ambos autores y se programó para una versión en inglés en 1897. Antes de que la edición en inglés se distribuyera, sin embargo, la familia de Symonds, para sorpresa de Ellis, pidió eliminar su nombre de la publicación, ya que no deseaban ninguna asociación pública del nombre familiar con la homosexualidad. Dado que ya se había impreso el libro, a la familia se le dejó adquirir todas las copias de la primera edición en inglés y las destruyó. También aseguraron un convenio con Ellis de que si se publicaba cualquier edición adicional el nombre de Symonds se eliminaría de la portada.
Si bien Ellis aceptó estas condiciones, sintió que tendría dificultad para conseguir un editor para su trabajo revisado en Inglaterra. Su libro fue finalmente aceptado por Watford University Press. Esta nueva edición en inglés, publicada bajo el título Sexual Inversion, pronto se tropezó con problemas de censura, no tanto por su contenido sino debido a su editor. Esto fue porque la Watford University Press también fue la editora para la Legitimation League, un grupo que defendía el divorcio mediante el consentimiento mutuo así como la eliminación de cualquier estigma de ilegitimidad en los niños nacidos fuera del matrimonio. La policía de Londres creía que tal promoción de la causa era una indicación de una conspiración por los anarquistas para minar la moral británica, y vigilaron cuidadosamente un tramo de la librería cerca de la Liga. Un agente secreto vio el libro de Ellis sobre los estantes de la tienda, y la policía decidió usar lo que creyeron que era un libro indecente para suprimir la Liga, el editor y los anarquistas que estaban promoviendo el divorcio. A pesar del apoyo considerable de figuras literarias como George Bernard Shaw, Franco Harris, y Edward Carpenter, el vendedor de libros se declaró culpable y fue multado con £100. Ellis, ansioso por librarse de su polémico editor, devolvió sus derechos, transfirió la publicación a los Estados Unidos y sólo posteriormente puso en circulación el libro en Inglaterra.
Esta discusión de las primeras dificultades de la publicación de Ellis recalca lo que podría ser llamado gran parte del tema de la vida y el trabajo de Ellis: un deseo de transigir, de evitar la asociación con dogmáticos y de evitar controversia innecesaria. A diferencia de Hirschfeld, quien activó su camino a través de los obstáculos a toda velocidad, Ellis trató de ganarse a las personas por su criterio. Cuando tenía que elegir entre declarar que la homosexualidad era congénita o adquirida, dijo que había verdad en ambos criterios. Finalmente, sin embargo, trató de distinguir entre la homosexualidad, que involucraba cualquier relación física o sexual entre dos personas del mismo sexo y la inversión, que tuvo orígenes congénitos definitivos. Sostuvo que la homosexualidad congénita era inevitable y, por consiguiente, socialmente aceptable, en cuanto la homosexualidad adquirida esté quizás dispuesta a la curación y por lo tanto, no es aceptable. Después de admitir ésto, se concentró en la inversión congénita y así evitó el tema de tratar con la homosexualidad adquirida.
Concluyó su estudio sobre la homosexualidad al tratar cúal debería ser la actitud de la sociedad hacia el invertido sexual congénito. Normalmente, creía que la respuesta correcta reside evitando los dos extremos.

 

Por un lado, no puede esperarse tolerar al invertido quien se burla de su perversión en su cara y supone que, ya que preferiría tener su placer con un soldado o un policía que con sus hermanas, él es de arcilla más fina que la vulgar muchedumbre. Por otro lado, evitaría el choque con la ignorancia no discernida bajo una carga de vergüenza el tema de una anormalidad que, como hemos visto, no se ha encontrado incapaz de usos finos. La inversión es una aberración del curso de la naturaleza. Pero el choque de elementos en conflicto que a menudo deben marcar los antecedentes de tal desviación que resulta ahora y nuevamente -de ninguna manera con poca frecuencia- en las actividades más nobles que aquellas producidas por la gran mayoría que nacen para consumir los frutos de la tierra. Soporta, en general, su sanción en la estructura de su propio organismo. Estamos abocados a proteger a los miembros indefensos de la sociedad contra el invertido. Si vamos más lejos y buscamos destruir al invertido mismo antes de que ha pecado contra la sociedad, excedemos la orden de la razón y haciéndolo así, quizás, podamos destruir también aquellos niños del espíritu que poseen a veces un mayor valor que los niños de la carne.37


Aunque Ellis usó los términos aberración y desviación en este pasaje, en general, luchó para evitar cualquier idioma de patología. Aunque a menudo usó la palabra anormal, lo hizo en el sentido netamente estadístico de "no común". También usó el término anomalía, a veces sport (coqueteo) y otras veces variación. Para recalcar la naturaleza biológica de la homosexualidad, informó que la inversión parecía reaparecer en diferentes miembros de las mismas familias e implicó que bien podría ser heredado. Él además, a diferencia del autor de cualquier estudio que ya había aparecido, intentó recalcar el logro de los homosexuales. Aquí, usando los materiales reunidos por Symonds, identificó un gran número de individuos históricos, incluídos los humanistas del Renacimiento quienes Symonds había estudiado en detalle, como el francés Marc-Antony Muret (1526-25), el "príncipe de los humanistas" Desiderius Erasmus (1466-1536), el artista y poeta Michelagniolo Buonarroti (Miguel Ángel) (1475-1564), el culto Leonardo da Vinci (1452-1519), y una serie entera de hombres de letras británicos desde Cristobal Marlowe a Francis Bacon hasta Oscar Wilde. Incluídos en su lista estuvieron también científicos como Alexander, barón von Humboldt (1769-1859).
Ellis insistió en que la homosexualidad no era una enfermedad sino aquella ambivalencia sexual, lo que ahora se llama bisexualidad, persistió en casi todos en algún grado. Sostuvo que una conciencia de nuestra constitución hermafrodita compartida ayudó a tornar la homosexualidad comprensible. Como Hirschfeld, fue más allá de la embriología y argumentó que las secreciones internas podrían con el tiempo proveer la clave, pero, aunque cauteloso, sintió que los científicos todavía no tuvieron la respuesta final.38 Rechazó la posibilidad de una curación para la homosexualidad y difirió con los análisis freudianos de los mecanismos psíquicos, como el complejo de Edipo, según sean factores en la homosexualidad, pero acordó que había una tendencia por la homosexualidad para surgir en las personas heterosexuales quienes se colocan en condiciones en que el ejercicio de la sexualidad normal es imposible.39 Concluyó sencillamente que la doctrina de la inversión adquirida era difícil de documentar, ya que quizá sólo sea un caso de diferenciación retrasada.
Ellis prestó más atención a la homosexualidad femenina, el lesbianismo, que otros antes de él, pero limitó su discusión a un único capítulo. Cabe destacar, en su discusión de la homosexualidad masculina, no afirmó que los homosexuales congénitos fueran siempre afeminados, pero sí señaló que los homosexuales femeninos tenían más temperamentos viriles que otras mujeres.40 También sintió que el lesbianismo estaba especialmente fomentado por aquellas condiciones que mantuvieron a las mujeres en asociación constante, no sólo de día sino a menudo de noche, sin la compañia de los hombres. Aunque recalcó que la homosexualidad era tan común en las mujeres como en los hombres, sus formas pronunciadas estuvieron con menor frecuencia en las mujeres que en los hombres. También parecía dar por sentado que los vibradores eran de uso común entre las lesbianas, y desenfatizó la importancia del clítoris.41 Ellis declaró que

 

la pasión homosexual entre las mujeres encuentra expresión más o menos completa al besar, dormir juntas, y en abrazos íntimos, como en lo que a veces se llama "cucharas falsas", cuando una mujer yace en su lado con su espalda vuelta a su amiga y la abraza por detrás, adecuando sus muslos en el recodo de las piernas de su compañera, para que su Monte de Venus esté en estrecho contacto con las nalgas de la otra, y el movimiento leve luego produce un eretismo leve. También puede yacer en el cuerpo de la otra o quizá haya masturbación mutua.42


Recalcó, sin embargo, que el contacto mutuo y la fricción de las partes sexuales parece ser comparativamente poco común.
Gran parte de este trabajo es similar a lo que Hirschfeld dijo pero sin los excesos de Hirschfeld y con mucho más cuidado. Su estudio homosexual es mucho menos detallado que sus volúmenes posteriores y marca una incertidumbre en Ellis acerca de su objetivo real. Este estudio fija el modelo para su redacción posterior, al tratar de evitar alguna de las controversias principales de su época, argumentando todo el tiempo por la tolerancia y la comprensión.

MODESTIA Y OTROS ESTUDIOS

Es en el segundo volumen, que más tarde será registrado como el primer volumen en las series completas revisadas que Ellis dio su gran paso. Este volumen está dedicado al estudio de la modestia, la periodicidad sexual y el autoerotismo, y Ellis siguió el mismo modelo como hizo en su estudio sobre la homosexualidad, recurriendo a la Historia, la Antropología, la Literatura y la Biología para las respuestas. Nuevamente trató de extraer el estigma sobreviviente en el uso de los términos anteriores al buscar los más neutrales. Quizás la clave para el volumen es su estudio de la masturbación, a la cual está dedicado la mayoría del volumen. Ellis creyó que si pudiese eliminar el temor y la ansiedad que prevaleció en gran parte de la redacción científica sobre sexualidad cuando se llegó a la masturbación, podría fijar el estudio de la sexualidad humana en un curso nuevo.
Para describir los fenómenos que agrupó bajo la masturbación, Ellis inventó el término autoerotismo, que definió como

 

el fenómeno de la emoción sexual espontánea generada a falta de un proceso de estímulo externo por otra persona, directa o indirectamente. En un sentido amplio, lo que aquí no puede ser completamente pasado por alto, es que el auto-erotismo puede decirse, incluye aquellas transformaciones de la actividad sexual reprimida, que son factor de algunas condiciones morbosas así como de la manifestación normal del arte y la poesía, y, de hecho, más o menos colorean la vida entera.43


Al definir la masturbación como el autoerotismo, logró reunir un número de fenómenos psicosexuales diferentes, incluyendo los sueños eróticos, las fantasías diurnas, el narcisismo, la histeria y la masturbación y sostuvo que la forma más característica es el "acontecimiento del orgasmo sexual durante el reposo".44 En palabras de Paul Robinson, por lo tanto "a través de una inferencia que quizá se llame inocencia por asociación, la masturbación se transformó de un vicio maligno a una inevitabilidad benigna".45 Ellis, sin embargo, no destituyó la posibilidad de que la masturbación quizá dé lugar a algunos trastornos nerviosos leves, y creyó que en su forma extrema marcó la separación de las dimensiones físicas y psicológicas de la expresión sexual. No obstante, la eliminó de la categoría de enfermedad.
Lo que es interesante en los acontecimientos de la investigación sexual en este periodo es ver cómo cada uno de los investigadores interactuaron con los resultados de los otros. Freud, por ejemplo, estaba trabajando con la histeria y su asociación con la sexualidad y Ellis también; cada uno conoció el trabajo del otro. Los investigadores de la época -Hirschfeld, Ellis, Freud y otros- también estaban sumamente complacidos cuando otros se referían a ellos favorablemente.46 Es más, cada uno pidió prestado de los otros.
Una de las claves para los conceptos fisiológicos de Ellis fue la teoría de la tumescencia y detumescencia, que había adoptado de Moll. Para Ellis, sin embargo, la tumescencia describió la "acumulación" de la energía sexual durante la excitación y la detumescencia, la "descarga" de esta energía en el momento del "clímax".47 La idea es similar a la teoría de la líbido de Freud, porque Ellis reconoció que la detumescencia podría descargar su fuerza de maneras diferentes a las sexuales.
Lo que hizo a Ellis diferente de los otros sexólogos de su época fue su mayor énfasis en el amor y el cortejo. Él mismo sostuvo que sus estudios fueron diferentes a los de los investigadores anteriores principalmente en la atención que él dedicó a la sexualidad normal como distinta de la anormal. Es más, trató sistemáticamente de relacionar lo que podría ser anormal de lo normal. Por ejemplo, en su análisis del sadismo y el masoquismo, Ellis alegó que el principal elemento en ambos fue la asociación de amor con dolor, algo que él también observó en los animales.48 Por este motivo, procuró eliminar las dos categorías, combinándolas en sadomasoquismo, usando el término algolagnia. Concluyó argumentando que la completa psicología sexual, incluyendo sus diversas desviaciones, se derivó de las exigencias del cortejo.49 De igual manera, incluyó en último término otras formas de variación sexual -fetichismo, exhibicionismo, bestialidad, travestismo (que llamó eonismo), urolagnia, coprolagnia y otras- en el mismo esquema. Consideraba la mayoría de estas anomalías como congénitas, y podía relacionar cada una con algún aspecto de la vida sexual normal. La coprolagnia, por ejemplo, estaba relacionada con la atracción de las nalgas femeninas; el exhibicionismo, al orgullo del hombre por sus genitales; la bestialidad, a la creencia primitiva de que los animales fueran realmente hombres disfrazados, y así sucesivamente. Incluso los así llamados hombres y mujeres normales tenían fijaciones extrañas. En el simbolismo erótico, argumentó que todas las desviaciones sexuales involucraron una imitación tanto de las acciones y emociones de la relacion sexual normal.50
Ellis recalcó que las mujeres eran criaturas sexuales y demostró que la creencia victoriana de que las mujeres carecían de emociones sexuales era principalmente una idea del siglo XIX sin fundamento empírico. Argumentó que las mujeres tenían un deseo sexual no menos intenso que el de los hombres y que la capacidad de las mujeres para el aprovechamiento sexual era comparable con el de los hombres.51 Concluyó, sin embargo, que el impulso sexual en las mujeres difería del de los hombres, porque en las mujeres (1) el impulso era más pasivo, (2) el impulso era más complejo y menos espontáneo, (3) el impulso aumentó en fuerza después de que la relacion sexual se había establecido, (4) el comienzo del exceso era menos fácil de alcanzar, (5) la esfera sexual era más grande y más disipada, (6) había más periodicidad, y (7) había mayor variación -tanto entre mujeres y dentro de una mujer soltera.52 Gran parte de esto era debido al hecho de que la excitación sexual en los hombres estaba completamente contenida en un único suceso, la erección del pene. Aunque la erección clitoral ocurrió en las mujeres, Ellis creyó que detrás del "clítoris" había un mecanismo mucho más extenso de la vagina y la matriz, ambas de las cuales demandaban satisfacción. Ridiculizó la idea de Freud de que el sexo femenino fuese exclusivamente vaginal y sostuvo que podría haber sido promovido sólo por alguien que carecía de cualquier conocimiento directo con la experiencia sexual de la mujer. Mientras que toda la sensibilidad erótica en el hombre estaba concentrada en el pene, en las mujeres se difundía a varias áreas no genitales como el pecho. Ellis concluyó que las mujeres eran seres muchos más sexuales que los hombres. Era esta naturaleza difusa de la sexualidad de las mujeres lo que hizo el cortejo necesario y esencial.
En general, la meta de Ellis era estudiar e identificar las diversas formas de la expresión sexual sin estigmatizarlas. Cuando estudió el cross-dressing, encontró que el término de Hirschfeld, travestismo, estaba tan reducido y estigmatizado e instó el uso del término eonismo, después de Chevalier d’Éon, aunque este término nunca lo tomó. Siguiendo a Hirschfeld, sin embargo, reconoció que los travestis eran diferentes de los homosexuales, y que muchos podrían ser heterosexuales. Concluyó, sin embargo, que la explicación "causal" máxima resida quizás en un desajuste del sistema endócrino, algo que él, como Hirschfeld hizo, apoyó más firmemente a medida que fue más mayor.53

LOS PUNTOS FUERTES Y DÉBILES DE ELLIS Y DE HIRSCHFELD

Ellis fue esencialmente empírico, pragmático y tolerante. Aunque se preparó como médico, sus métodos estuvieron realmente relacionados más estrechamente con las humanidades que con las ciencias. Los datos históricos proveyeron una parte significativa de su base de datos, como lo hicieron los datos transculturales. En el fondo, fue un reformador sexual y apoyó firmemente la lucha para ganar mayor información anticonceptiva, reforma matrimonial y derechos para las mujeres y minorías sexuales.
Según se indica al comienzo de este capítulo, una de las dificultades tanto de Ellis como de Hirschfeld planteadas a la comunidad médica fue que ya que presentaron tantas formas del comportamiento sexual dentro de la variedad normal de posibilidades para todos los seres humanos, ofrecieron poco para el médico. Ellis y Hirschfeld pudieron permitirle al médico hacer un mejor diagnóstico y dar explicaciones para las variaciones sexuales, pero no proporcionaron ninguna función para el tratamiento. Los médicos, incluso los liberales, fueron renuentes a contar a sus pacientes preocupados que sus comportamientos sexuales eran más o menos parte del ser humano.
Quizá sea ésta bien una de las barreras para la aceptación de Ellis y Hirschfeld por la comunidad médica fue su voluntad para ir más allá de la audiencia médica, aunque Hirschfeld a veces escribió específicamente para los médicos. Hirschfeld también mantuvo una consulta médica y retuvo más de una creencia en un modelo médico que Ellis, al menos para las finalidades del tratamiento. Ellis fue un médico que nunca practicó la medicina y escribió para el público general, a pesar de los reclamos legales necesarios en contra de aquellas zonas geográficas en que la censura permitiría los libros de sexo a ser distribuídos sólo a los profesionales.
Esta apelación al público en general fueron los puntos fuertes y débiles de Ellis y de Hirschfeld. Ninguno desarrolló el tipo de discípulos que fue tan común entre las principales figuras médicas de su época y ya que no se asociaron con una universidad y tampoco desarrollaron un grupo de seguidores estudiantes. Hirschfeld fue sin duda más consciente de la necesidad de continuidad que Ellis, pero no pudo poner en práctica sus planes ambiciosos. Ellis creyó que sus redacciones serían suficientes.
Fue Freud quien mantuvo más eficazmente el modelo médico y esto le dio una ventaja en la comunidad profesional. También cultivó cuidadosamente a los discípulos que creían en su trabajo y en sus modalidades de tratamiento. Reclamó que los que adoptaron su punto de vista podrían curar a sus pacientes, y aunque Ellis podría leerse fácilmente y estaba ampliamente disponible (Hirschfeld mucho menos), fueron las ideas freudianas las que dominaron el mundo del tratamiento de la primera mitad del siglo XX. Ellis, Hirschfeld y otros quizá bien hayan sido los donantes del permiso, pero fue Freud quien promovió la teoría y el tratamiento. Esto es algo que la comunidad médica organizada podría aceptar, incluso si el tratamiento se pone finalmente en manos de un especialista en lugar de un generalista.

SIGMUND FREUD

A diferencia de Ellis y Hirschfeld, Freud no se propuso ser ni un reformador sexual ni un investigador sexual, aunque acabó como ambos. Nacido en Moravia, Freud se mudó con su padre a Viena en 1859, donde pasó gran parte del resto de su vida. Un estudiante brillante en la escuela primaria, fue a estudiar en la Universidad de Viena, donde llegó a estar particularmente interesado en la Fisiología. Por un tiempo breve, después de su graduación en 1881, siguió su trabajo de investigación en la Fisiología, pero cuando se involucró románticamente con su prima, Martha Bernays, Freud decidió pasar a la práctica de la Medicina para mantenerse él mismo y su anhelada familia. Luego se internó en el Hospital General de Viena, ocupando gran parte de su tiempo en la división psiquiátrica. En 1885, la universidad le otorgó una beca ambulante que le permitió estudiar en París con el famoso neurólogo Charcot, que había demostrado el valor de la hipnosis en pacientes en tratamiento. En 1886, Freud empezó a practicar en Viena como un especialista en las enfermedades nerviosas y unos pocos meses más tarde se casó con Bernays.
En el año 1880, los especialistas en enfermedades nerviosas que tenían prácticas privadas en general trataron a los pacientes que eran neuróticos y sólo ocasionalmente alguien que fuese psicótico. El psiquiatra vió pacientes con enfermedades nerviosas como el sufrimiento de la degeneración hereditaria o de las lesiones en el sistema nervioso central. Esto significó que el profesional estuvo más o menos indefenso, porque el tratamiento, tal como luego la popular cirugía cerebral, a menudo dio lugar a la muerte del paciente. Freud, impresionado por Charcot, adoptó medidas tentativas hacia el uso de la hipnosis como una técnica de tratamiento y originalmente fue promovido más allá en esta dirección por las experiencias de Josef Breuer (1841-1925). Breuer sostuvo que los síntomas neuróticos eran expresiones físicas de las emociones reprimidas y que tales síntomas desaparecerían si la experiencia dolorosa era recordada y la emoción tardía expresada. El resultado de esta colaboración inicial fue Studies on Hysteria,54 del cual tomó el término inconsciente de la literatura y la filosofía romántica alemana y lo unió con represión, conversión y contrareacción, un término empleado por los psicoanalistas para el proceso de liberar una emoción reprimida al revivir la experiencia original en la imaginación.55

PSICOANÁLISIS Y SEXUALIDAD

Hay una vasta literatura sobre el desarrollo del pensamiento de Freud, demasiado amplia para cubrir en un breve resumen. El foco aquí está sobre el psicoanálisis y la sexualidad, y no en los conceptos freudianos en general. Las teorías sexuales de Freud surgieron gradualmente y cambiaron con el transcurso del tiempo. Al principio de su práctica, por ejemplo, adoptó la creencia de que aquellos individuos que sufrían neurastenia (ansiedad nerviosa) eran masturbadores. Por un tiempo, incluso creyó que las emisiones nocturnas fueron tan perjudiciales como la masturbación. Gradualmente, cambió su opinión, 56 influído por el trabajo de Moll, Ellis y otros quienes demostraron que la masturbación formó parte de la experiencia de la sexualidad de la niñez. Su trabajo más importante en este sentido fue su documento de 1908 titulado "Civilized' Sexual Morality and Modern Nervousness", en el cual criticó la teoría de la neurastenia de Beard (tratada en el capítulo 1) así como restó importancia a los peligros exagerados de la masturbación. Recalcó aún más que el instinto sexual en los seres humanos servía para los fines de la procreación y este placer y gratificación deleitoso eran aspectos naturales del desarrollo del niño.57 Cerca de la misma época, Freud también había abandonado sus ideas acerca de la influencia de las seducciones de la niñez en el desarrollo de comportamientos posteriores tal como la homosexualidad.58
Cada vez más, de hecho, la sexualidad surgió como la clave de gran parte del pensamiento de Freud, y llegó a sostener que cada neurosis tenía una causa sexual específica. La sexualidad, en palabras de Frank Sulloway, se convirtió para Freud en la fundación orgánica imprescindible para la explicación científica de la enfermedad mental.59
La transición en su enfoque teórico puede datarse de 1899, cuando empezó a explorar las etapas del desarrollo sexual. Sostuvo que la autoerótica fue la primera etapa del desarrollo y que precedió al alloeroticismo (homoerotismo y heteroerotismo) pero que sobrevivió como un tendencia independiente.60
Gran parte del cambio de ideas fue resultado de su propio autoanálisis intenso. Al final de esta experiencia (cerca de 1902), surgió con la convicción de que había descubierto tres grandes verdades: que los sueños son el cumplimiento disfrazado del inconsciente, principalmente de los deseos infantiles; que todos los seres humanos tienen un complejo de Edipo en el cual desean matar al padre/madre del mismo sexo y poseer al padre/madre del sexo opuesto; y que los niños tienen sentimientos sexuales. Posteriormente agregó dos ideas a estos principios emergentes del pensamiento psicoanalítico, es decir, la división de la mente humana en superego, ego e id y el concepto del instinto de la muerte (thanatos).
Freud no era ningún partidario de la libertad sexual, aunque con el tiempo creía que las energías sexuales tenían que ser dirigidas, no reprimidas. Esto le condujo a postular esta variante del comportamiento sexual que provino de los impulsos sexuales que estaban maldirigidos en su objetivo u objeto. La causa de esta mala dirección yace en el sistema nervioso y la mente mediante la cual actuó el impulso instintivo. Aunque Freud prestó comparativamente poca atención a la mayoría de las formas de la variante del comportamiento sexual, sus seguidores tomaron sus conceptos para recalcar, mucho más de lo que Freud mismo hizo, las causas ambientales y accidentales de los impulsos de la variante. Behavioristas posteriores, quienes recalcaron el aprendizaje y la condición de los animales y los seres humanos, llevaron estas determinaciones ambientales y accidentales al extremo, pero el resultado práctico tanto del freudianismo y de las psicologías de aprendizaje fue sugerir que todos tenían el potencial para canalizar sus impulsos hacia cualquier forma de gratificación y con cualquier objeto. El efecto principal de tal conclusión fue minar la suposición de que ciertas formas del sexo fueran contra la naturaleza, para la naturaleza misma -el impulso instintivo- se visualizó como ser capaz de expresarse a sí mismo en muchos aspectos.
Freud llegó a apoyar la creencia de que todos los seres humanos son bisexuales, y recalcó la importancia de esto en el desarrollo psicosexual humano. También extendió un paradigma filogénico más general del sexo para abarcar muchos otros "impulsos componentes" del instinto sexual humano, tales como el sadismo, el masoquismo y la coprofagia (amor al excremento). Como resultado, Bloch describió a Freud como de haber "ido más allá que cualquier otro escritor en la derivación biofisiológica de las perversiones sexuales".61
También recalcó la función del ambiente, aceptó la ubicuidad de los impulsos sexuales perversos y recibió con beneplácito los esfuerzos de los antropólogos y los historiadores culturales en la recopilación de los datos sobre diversas formas de comportamiento sexual. No fue sólo el ambiente social y cultural que influyó el comportamiento sexual sino también el ambiente del individuo según él o ella crecía. Freud observó cómo las fantasías patógenas se desarrollaron fuera de los gérmenes de las fantasías sexuales infantiles. Su hipótesis del efecto de las experiencias eróticas de la niñez reprimidas o inconscientes resultaron ser una conquista principal al explicar ciertas formas de comportamiento sexual. Esto fue porque aclaró por qué una forma específica del fetiche, por ejemplo, un fetiche de zapatos, quizá se desarrolle en algunos individuos, mientras que un fetiche de látex o de cuero se desarrollaría en otros. La influencia de los sucesos de la casualidad en la niñez sobre el fetichismo posible ya había sido propuesta por Binet y desarrollada por otros, pero la teoría había sido criticada por Moll porque siguió estando poco claro para él porqué una clase de comportamiento se desarrolló y no otro o porqué experiencias similares no se efectuaron en todos de la misma manera. El concepto de Freud de la represión y las conversiones inconscientes ofreció una lógica salida de este estancamiemto.
Freud era un partidario de la naturaleza y la crianza, contando con ambas para explicar la patología psicosexual. Admitió la posibilidad de la predisposición de herencia pero también reconoció el determinismo ambiental. Su enfoque le dejó adoptar y explotar las mejores ideas teóricas avanzadas mediante los dos campos opuestos.62
La orientación homosexual exclusiva, por ejemplo, fue concebida por Freud como una mezcla compleja de los factores biológicos (potencial bisexual) y los psíquicos. Se opuso firmemente a una distinción estricta entre las características congénitas y las adquiridas, ya que, en la práctica, encontró una mezcla y matiz de ambas.63 Además de la idea de la homosexualidad congénita, Freud consideró algunos otros factores causales potenciales, incluyendo el complejo de Edipo, el temor de la castración, la regresión a un estado autoerótico primario, los obstáculos puestos en el camino de la satisfacción sexual ordinaria, el odio de un padre o un hermano y la fijación en la noción que las mujeres tienen de un pene. También trató de distinguir entre la homosexualidad manifiesta, latente, objetiva-inhibida y la sublimada.64
Posteriormente, declaró que el psicoanálisis había establecido dos factores en la etiología de la homosexualidad masculina. El primer factor era la fijación de las necesidades eróticas en la madre. El segundo fue que incluso si el individuo más normal es capaz de elegir el objeto del mismo sexo y si lo había hecho en algún momento en su vida, o lo adhiere a ello sin embargo en su inconsciente o lo protege él mismo contra ello mediante contraactitudes enérgicas.65 En resumen, en algunos individuos, la inversión es posible sencillamente porque los seres humanos tienen la capacidad de ser atraídos por individuos del mismo sexo bajo ciertas circunstancias psíquicas o sociales.
Freud rechazó la idea de un tercer sexo, aunque reconoció la posibilidad de los factores biológicos o genéticos. El problema, pensó, fue explicar porqué la homosexualidad prevaleció sobre el potencial heterosexual de la bisexualidad humana.66 Freud se opuso a cualquier esfuerzo en separar a los homosexuales del resto de la humanidad como constituyendo una clase especial ya que todos los seres humanos son capaces de una elección del individuo homosexual. Al menos dos veces en su carrera, Freud recalcó que las personas homosexuales no estaban enfermas. La primera vez fue en 1904, cuando fue entrevistado por el redactor del periódico de Viena Die Zeit, a quien declaró que el homosexual no pertenecía al tribunal de justicia y que él o ella no estaba enfermo.67 Posteriormente, en 1935, escribió a una madre cuyo hijo era homosexual, indicando que no podía erradicar la homosexualidad en una persona y que era una gran injusticia encausar tal comportamiento en los individuos. Le recomendó que leyera a Ellis sobre el tema.68
La creencia de Freud en las fuerzas biológicas fundamentales involucradas al formar el comportamiento específico sexual era un factor principal en su concepto de homosexualidad latente. Esto le llevó a igualar la feminidad con la pasividad, la delicadeza y la timidez y a implicar que las mujeres quienes eran ambiciosas, atléticas, agresivas, o de otra manera masculinas estaban mostrando la homosexualidad latente y perdiendo su feminidad. Tales suposiciones han sido criticadas en gran medida por algunos feministas modernos, muy particularmente y no caritativamente por Kate Millet69 pero la dificultad al criticar a Freud es que dijo diferentes cosas en diferentes momentos en su carrera.

LA MEGA TEORÍA

A medida que su pensamiento teórico maduró, Freud se trasladó de lo específico a la teoría grandiosa. Finalmente, concluyó en la civilización y en su descontento de los problemas en el desarrollo sexual se atribuyeron al desarrollo de la civilización. Ampliándose sobre Krafft-Ebing llegó a sostener que las raíces más profundas de la represión sexual que avanzaban junto con la civilización, yacen en el esfuerzo humano para superar una existencia animal anterior.70 Freud parecía estar suscribiéndose a una clase de teoría orgánica de la historia, en la que había sólo una cantidad limitada de energía vital en cada cultura y las pérdidas sufridas a través del sexo no podrían reemplazarse. Un aspecto de esta línea de pensar era la necesidad de controlar la sexualidad y especialmente la sexualidad femenina. Freud creía que la mujer tenía grandes sentimientos de inferioridad por la falta de genitales masculinos, mientras que el hombre, consciente de su posesión de tal parte corporal importante, temió que las mujeres desearan castrarlo. En resumen, la negativa narcisista de la mujer por el hombre se mezcla liberalmente con temor y desdén.71 Este aspecto, sin embargo, fue desarrollado aún más por algunos de los seguidores de Freud, quienes pusieron la necesidad de subyugación femenina al extremo.72

SEXOLOGÍA

Freud, sin embargo, no puede ser culpado por los excesos de sus discípulos, y las teorías que él desarrolló parecían capaces de responder a muchas de las preguntas que enfrentaba la sociedad. Resultaron particularmente atractivas para aquellos involucrados en el estudio de la Literatura, la Antropología y algunas de las otras ciencias sociales. Como Marx y Engels o en realidad John Locke, Freud postuló un estado original de la naturaleza en que lo sexual supuso gran importancia. Sugirió que la civilización se desarrolló según aprendió a controlar lo sexual. Esta era una formulación radicalmente diferente de aquellas avanzadas por Ellis y Hirschfeld, que fueron menos ambiciosos en sus explicaciones. Fue la naturaleza grandiosa de la respuesta freudiana -que, desde luego, no estaba sujeta a ninguna clase de comprobación empírica- lo que apeló a tantos. Aunque había basado fuertemente sus ideas en la Biología, dio libre variedad a su imaginación cuando la dejó.
Durante gran parte de su primera carrera, dependió en gran medida de muchos de los primeros sexólogos, pero con el transcurso del tiempo tendió a no citarlos, ignorando o denigrando a Hirschfeld, Moll y otros sexólogos, incluyendo a muchos de quienes había dependido en sus primeras redacciones. Lo que hizo fue valerse de pruebas seleccionadas e históricamente transitorias y generalizarlas en ley universal. Se desplazó de lo sucesivo causal a la teoría causal fundamental en sus esfuerzos para lograr una solución sintética, psicobiológica para el problema de la mente. En el proceso, empezó a pasar por alto resultados posteriores de la investigación de algunos de sus colegas sexólogos y fue por cuenta propia a basar su teoría entera del psicoanálisis en la sexualidad, su "premisa imprescindible". Freud mismo efectuó contribuciones importantes a la investigación sexual y su concepto del inconsciente fue una conquista importante. Su énfasis en los factores tanto biológicos como psicológicos es también importante, aunque algunos de sus discípulos tendieron a pasar por alto lo biológico. Quizá su mayor importancia es que hizo una comprensión de la sexualidad clave para el entendimiento de la naturaleza humana. Sus redacciones, mucho más lejanas que las de cualquiera de sus contemporáneos, quebraron las barreras contra la discusión del sexo, por lo tanto, promovieron a otros a considerar seriamente la sexualidad humana.
Según envejeció, Freud se volvió más insistente de que estaba en lo correcto, llevando una camarilla de discípulos individuales que aceptaron en general lo que dijo sin mirar lo que estaba diciéndose fuera del escenario psicoanalítico. El ascenso de los nazis dispersó a estos discípulos a otros países, donde promovieron las ideas de Freud, no las de los otros sexólogos alemanes contemporáneos. En el mundo de habla inglesa y en particular en los Estados Unidos, gran parte de la investigación sexológica precedente de Freud y contemporánea con Freud fue descuidada o ignorada por los psicoanalistas orientados en Freud, quienes dominaron los escritos terapéuticos y académicos sobre el sexo.
Con la muerte de Freud y Hirschfeld y en particular con el ascenso del nazismo, las áreas de habla alemana perdieron su preeminencia en la investigación sexual. Ellis en Inglaterra había sido aislado cada vez más por su mala salud, y nadie de su nivel se levantó para continuar su tradición. En cambio, el liderazgo en la investigación sexual pasó a los Estados Unidos y es el comienzo de tal investigación en los Estados Unidos que forma el tema del próximo capítulo.



4
LA EXPERIENCIA
ESTADOUNIDENSE

Hasta el presente en este libro, ha habido un énfasis sobre la homosexualidad como un factor principal en la investigación sexual. Krafft-Ebing, Hirschfeld y Ellis estaban preocupados por esta variante de la sexualidad, y los primeros trabajos de cada uno de ellos la trataron, aunque Krafft-Ebing lo hizo menos detallado que los otros. Freud no estaba tan preocupado por la homosexualidad en sí, pero muchos de sus seguidores psicoanalíticos le prestaron una considerable atención. Una razón para esta atención, según se indica anteriormente, fue un conocimiento público creciente de la existencia de los individuos que aman a miembros de su propio sexo más que los del opuesto. Otra razón de la inquietud por la homosexualidad fue el rápido crecimiento de las ciudades y los retos planteados a los modelos y las suposiciones tradicionales de vivir. Parte de esta preocupación de los investigadores sexuales por la homosexualidad, como en el caso de Hirschfeld, fue probablemente también conseguir una mejor comprensión de ellos mismos.

INVESTIGADORES MÉDICOS

Los observadores médicos estadounidenses fueron conscientes de parte de la investigación que tenía lugar en Europa, pero en general, no hicieron ninguna investigación principal sobre temas sexuales en el siglo XIX, aunque hacia el final del siglo, contribuyeron a historias clínicas y discusiones de diversas prácticas sexuales "desviadas", incluido el comportamiento homosexual.1 Probablemente el escritor médico estadounidense mejor informado sobre el tema fue Lydston de Chicago (tratado en el capítulo 2). Reconoció la complejidad del fenómeno de la "perversidad" y la dificultad al determinar la causa. Creyó que era posible que una persona nazca quizá con una tendencia hacia la perversión debido a una deformidad física o cerebral (los idiotas, por ejemplo) o los genitales (como los hermafroditas) o debido a impulsos congénitamente mal dirigidos. Mantuvo su creencia en los peligros de la masturbación, insistiendo en la posibilidad de que la homosexualidad era un resultado de la "estimulación evidente de la sensibilidad sexual y de los centros sexuales receptivos, incidental a los excesos sexuales y a la masturbación." 2
Lydston, sin embargo, fue una excepción. En general, de hecho, la mayoría de los médicos estadounidenses que consideraron el sexo lo hicieron para recalcar sus peligros, como Beard hizo con su concepto de neurastenia (ver capítulo 1). Una razón de ésto es que los médicos estadounidenses en la última mitad del siglo XIX estaban esforzándose por profesionalizarse y por mejorar sus normas para competir con aquellas de Europa Occidental. En tal entorno, la investigación de la actividad sexual no se vió como respetable. En cambio, el médico respetable se esforzó en ser tanto un guardián de la moral tradicional según él o ella fuera médico practicante. Un resultado fue el cumplimiento de un estado prudente más o menos oficial entre los miembros de la cada vez más potente American Medical Association (AMA). Simbólica fue la reacción al documemto de Denslow Lewis "Hygiene of the Sexual Act", que en 1899 se presentó en la sesión del AMA. Aunque a Lewis le fue permitido leer su documento, el famoso ginecólogo de la Johns Hopkins University, Howard Kelly, objetó tal presentación alegando que "la discusión del tema es tratada con suciedad y nos ensucia a nosotros mismos al tratarla en público". Posteriormente, el redactor de la Journal of the American Medical Association rehusó publicar el documento porque se opuso a la publicación de "esta clase de literatura". 3
Por una parte supuestos médicos investigadores del sexo podían vencer tales demandas para la respetabilidad que fue hacer juicios negativos sobre lo que ellos observaron, por lo tanto imponiendo normas de moralidad, que en un sentido es lo que Lydston hizo. Otra manera fue expresar sobresalto y sorpresa de que podrían existir diversos fenómenos sexuales poco comunes. Por lo tanto, el siguiente comentario por el médico Louis St. C. H. Hughes, un especialista en enfermedades mentales y nerviosas quien aparentemente estaba enterado de alguna de las investigaciones europeas sexuales del momento. En 1893, publicó una breve descripción titulada "An Organization of Colored Erotopaths", en la cual escribió: me han informado creíblemente de que hay, en la ciudad de Washington D.C., una asamblea anual de hombres negros denominados los drag dance, la cual es una orgía de libertinaje lascivo más allá del poder encerrado de la descripción. Del mismo modo, estoy informado de que una organización similar fue recientemente suprimida por la policía de la ciudad de Nueva York4. Hughes, en breve, no sólo logró expresar sorpresa sino, al recalcar que sólo fueron "de color" quienes se vieron implicados, desplazando el estigma de tal conducta a los que él claramente consideraba como una raza inferior.
Otro ejemplo de aversión del establecimiento médico estadounidense para tratar la sexualidad de cualquier manera seria es recalcado por el crítico anónimo estadounidense en 1902 del estudio de Ellis sobre la inversión sexual. Mientras que halagando a Ellis para proseguir sus estudios de sexo a un nivel científico, el crítico concluyó que Ellis era demasiado propenso a rellenar sus libros "con las fantasías pornográficas de mentes pervertidas más que con hechos fríos, y los datos que se recopilan son aparentemente de poco valor. Si cualquier resultado práctico puede provenir de tal trabajo es dudoso".5
Anteriormente, William Noyes había examinado la primera edición alemana del mismo trabajo al protestar

  contra la aparición de tal trabajo como este en una biblioteca (serie) destinado principalmente para la lectura popular. Incluso Krafft Ebing [sic], aunque escribió exclusivamente para la profesión, ha sido severa y justamente criticado por el énfasis innecesario y la importancia que él ha dado a este tema por sus artículos sobre perversiones de sentido sexual y nada más que perjuicios puede seguir si la bibliografía popular sufre un diluvio similar.6


Noyes sostuvo que la publicidad dada a diversas clases de actividad sexual no procreativa sólo permitió a los pervertidos reconocer su condición, y ya que el entendimiento no los llevó a su mejoramiento, hubiera sido mejor no haberlos mencionado en absoluto.
Sin embargo, la discusión de las formas variantes de la sexualidad apareció ocasionalmente en revistas médicas, generalmente de casos aislados entre la población de pacientes de un médico y se notificaron en la esperanza de que la acumulación de tantos hechos como posible quizá conduzca a conclusiones científicas. En términos generales, el establecimiento médico estadounidense creía que la "degeneración" fue congénita y probablemente causada por una debilidad física hereditaria de alguna clase. Los informes de casos destacan las peculiaridades del cerebro y los genitales, tanto antes y después de la muerte. Indudablemente, esta clase de notificación sirvió para confirmar la tendencia a pensar que los individuos involucrados según fueran pervertidos quienes estaban en casos aislados así como los minusválidos físicos.
Hubo excepciones. Por ejemplo, en 1886 Randolph Winslow informó sobre un brote de propagación de gonorrea a través del coito rectal en la institución correctiva de menores de Baltimor. Encontró que la relación anal era común en tales instituciones y recalcó la dificultad de eliminar tales actividades. Los chicos más jóvenes, dijo, vendían sus favores a los mayores por beneficio económico y cuando preguntó acerca de ello, los chicos justificaron su conducta mediante la existencia de la prostitución en el mundo exterior.7 Aunque Winslow y otros sabían que los investigadores europeos habían informado sobre una tendencia entre los homosexuales de agruparse juntos, los observadores ignoraron en general la vida real alrededor de ellos y fueron rara vez más allá de los hechos de un caso específico ante ellos.
El psicólogo G. Alder Blumer, que había leído la literatura europea, notificó un caso de "instinto sexual pervertido", pero clasificó a su paciente como insano y posiblemente epiléptico. Esta descripción se aplicó con frecuencia en la literatura médica estadounidense a aquellos que se apartaban de las normas aceptadas en el comportamiento sexual. Agregó que sus pacientes homosexuales le dijeron que fueron "capaz de reconocer al otro", pero no explicó cómo ocurrió esto.8 Lydston nuevamente fue la excepción, escribió,

 

En cada comunidad de cualquier tamaño hay una colonia de pervertidos sexuales; generalmente se conocen entre sí y les gusta agruparse entre ellos. A veces actuan de acuerdo con algún plan definitivo y concertado en busca de un sujeto con el cual satisfacer sus impulsos sexuales anormales....al médico raramente le habían llamado la atención estas cosas y ante la evidencia de su existencia era capaz de recibirlas con excepticismo. 9


Pero no fueron sólo los médicos quienes estuvieron poco dispuestos a aceptar la existencia de tal variante de comportamiento sexual sino también otros profesionales. Para ellos tal comportamiento era moralmente equivocado. Un miembro del Filadelfia Bar, por ejemplo, le dijo a J.Richardson Parke que rehusaría defender a alguien acusado de inversión por motivos de decencia social y profesional. Parke mismo no tuvo tales inquietudes y sostuvo que la inversión sexual había sido "sensiblemente estimulada en nuestras ciudades más grandes y en nuestra población nacida nativa, particularmente, por el deseo cada vez mayor de escapar teniendo niños" 10.
John Burnham alegó que los médicos estadounidenses de este periodo rehusaron reconocer los aspectos sociales del comportamiento,11 y hasta que lo hicieron, observó que la homosexualidad así como otras formas variantes del comportamiento sexual permanecerían sólo una serie de estudios de casos. Allan Mane Hamilton fue uno de los principales psiquiatras de finales del siglo, y señaló, según tuvo sus contrapartes continentales cincuenta años antes, que la falta de tales estudios impidió gravemente al tribunal tratar con casos que llegaron a su atención. El resultado fue que el tribunal trató con estos individuos al clasificarlos como mentalmente poco insanos y los agrupó con los dementes".

 

La actitud de la ley hasta el presente es muy severa en cuanto al castigo de los agresores de esta clase cuando son detectados, cuando suelen ser marcadamente responsables y rara vez reconoce alguna circunstancia atenuante y mientras posiblemente esta restricción sea mejor para la sociedad, no hay ninguna duda de que en casos donde una infección congénita existe, debería proporcionarse algun grado de protección a los poseedores de debilidades mentales, quienes suelen ser víctima de las personas de su propio sexo.12


Había apenas algunas cosas que los estadounidenses no deseaban pensar. Por ejemplo, en 1889, A. B. Holder, quien había vivido y ejercido en Montana escribiendo en una revista médica, describió la costumbre del berdache entre los Crow Indians donde los hombres adoptan el rol y la ropa de las mujeres e incluso toman otro hombre como marido.13 No obstante, veinte años después un curandero indio Zuni, un berdache, podría ser tomado por un antropólogo hacia Washington, D.C. e introducido como una mujer sin o el antropólogo o la sociedad de Washington consciente del sexo biológico del individuo.14 Obviamente los estadounidenses tenían dificultad en creer que tales personas podrían existir y tener un rol importante en cualquier sociedad.

MORALIDAD CIVILIZADA

Las actitudes oficiales de la sociedad estadounidense se caracterizaron por lo que ha sido llamada moralidad civilizada, definida por Mark Connelly según el sistema prescriptivo de los valores morales y culturales, los roles sexuales y económicos, las sanciones religiosas, las reglas higiénicas y los patrones de conducta idealizados que surgieron en el periodo Jacksoniano e influyeron la vida estadounidense de clase media hasta el comienzo de la I Guerra Mundial. En el mundo ideal de la moralidad civilizada, todos los valores morales fueron absolutos y eternos, los roles masculinos y femeninos se definieron de forma aguda y demarcada y la sexualidad fue vista como una fuerza potencialmente destructora.15
Los creyentes en esta moralidad civilizada sostuvieron que la viabilidad del código dependió en un

 

esfuerzo continuado para extirpar todas las oportunidades para el lapso moral. Esta comprensión proveyó la pureza cruzada del tardío siglo XIX, particularmente los embustes de Anthony Comstock y los individuos animados por los mismos sentimientos quienes estuvieron determinaron para proteger la sociedad estadounidense de los libros salaces, las prostitutas, el pokér y otras formas de desenfreno mental o físico. En un sentido, la pureza cruzada fue un intento de forzar la realidad de las condiciones sociales dentro de la línea con los dictados de la moralidad civilizada.16


Dos componentes fundamentales de esta moralidad civilizada eran la conspiración del silencio17 y el doble estándar.18Institucionalizando el cumplimiento de esta moralidad fue la American Purity Alliance, la cual se había formado en 1895 a través de una fusión de grupos de pureza locales y estatales.19 Inevitablemente, tales actitudes dieron a los estadounidenses que hacían la investigación sexual una perspectiva diferente que algunos investigadores tenían en el continente. Para ponerlo sencillamente, los estadounidenses fueron más prudentes en su discurso público. Aunque leen a Ellis, y las obras de Freud fueron alcanzando una audiencia estadounidense, las actitudes hacia la discusión pública estaban cambiando sólo lentamente. La mayoría de los estadounidenses que escribían públicamente acerca del sexo en el periodo antes de la Primera Guerra Mundial permanecieron prisioneros de las suposiciones de la moralidad civilizada; o sea, consideraron la discusión pública de las materias sexuales como no exactamente respetable. Sin embargo, para luchar con lo que ellos creyeron ser los males causados por la actividad sexual, los investigadores estadounidenses lo consideraron necesario para estudiar y comprender tales temas. Fue con esta clase de justificación que el análisis serio de la sexualidad comenzó en los Estados Unidos.

MUJERES Y PROSTITUCIÓN

Básico para gran parte de la primera investigación sexual estadounidense del siglo XX fue la prostitución porque tantos males parecieron estar relacionados con ella: la explotación de niños, la pornografía, las enfermedades y el crimen. 20 La prostitución fue llamada el "gran pecado de las grandes ciudades", 21 pero como William E. H. Lecky observó con sensatez en su History of European Morals (1869), fue la prostituta, el mayor símbolo de degradación y maldad, quien resultó finalmente ser "la guardiana más eficiente de la virtud."22 Por eso quería decir que sólo al tolerar la clase de doble estándar que la prostitución implicó, podría la mujer buena -la mujer no sexual- ser preservada en su castidad".
Pero las mujeres en la segunda mitad del siglo XIX estaban empezando a desafiar algunas de las suposiciones masculinas tradicionales. Su arma fue su misma debilidad, la suposición de que de cualquier forma fueron menos sexuales que los hombres (a menos que alguna fuerza mala les excitara tanto que dejaran de ser gentiles) y, por consiguiente, más puras; como tal, se consideraron las guardianas designadas de la virtud familiar. La castidad fue la señal de la gentilidad, y aunque la castidad o su falta quizá sea difícil de probar, las suposiciones de la castidad no lo fueron. Una vez que las mujeres estaban casadas, sin embargo, fue la maternidad lo que contó.
A las mujeres o al menos a las mujeres decentes, se les enseñó a que pensaran de sí mismas como una clase especial, y a ser conscientes de su identidad sexual única, no pudiendo ya aceptar por mucho tiempo de forma no crítica las definiciones de la función formuladas por ellas. La maternidad llegó a elevarse dentro de una mística que Freud puso dentro de una base pseudocientífica de existencia. Incluso aunque la concepción victoriana de las mujeres como criaturas macilentas, etéreas y espiritualizadas tiene poca relación con el mundo real en el que las mujeres manejaron máquinas, trabajaron los campos, lavaron ropa a mano y se afanaron sobre las grandes cocinas de gas, este criterio fue apoyado tanto por la ciencia estadounidense como por la religión. Incluso la moda conspiró al mismo final, para los polisones, aros, corsés y los finales de las faldas en los cuales las mujeres se encerraron durante gran parte del siglo XIX puede verse, retrospectivamente, haber sido diseñados para prevenirlos de entrar a formar parte del mundo de los hombres.23
A un nivel, la prostitución preservó esta inocencia femenina oficial, pero a otro nivel, amenazó con destruir la inocencia debido a los peligros de la enfermedad. Fue este tema el que causó que tantas personas condenaran la prostitución. El uso de las prostitutas como compañeras sexuales fue bastante generalizado en la segunda mitad del siglo XIX, y los protectores provinieron de todas las clases. Una buena ilustración es el caso del reverendo William Berrian, pastor de la Iglesia de Trinidad de la ciudad de Nueva York, probablemente la parroquia más adinerada en los Estados Unidos, si no en el mundo, en esa época. En un sermón predicado en 1857, proclamó virtuosamente que durante un sacerdocio de más de cincuenta años, había estado en una casa de mala reputación no más de diez veces.24 Si tal guardián de la moral de cualquier forma podía visitar una prostituta, se tiene que concluir que un gran número hizo así, al menos en algún momento en sus vidas. De hecho, la prostitución fue tan generalizada durante la segunda mitad del siglo XIX, que Ellis pensó que la prostitución era un producto necesario de la civilización y la vida urbana.25

ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

La dificultad con la prostitución fue más allá de la moral debido a su estrecha relación con la enfermedad. Aunque Ricord había conspirado las tres etapas de la sífilis poco después de la mitad del siglo XIX, la repercusión total de la enfermedad empezó a ser comprendida sólo a finales de siglo. Para entonces, numerosas condiciones patológicas fueron reconocidas como el resultado de la sífilis, incluyendo la aparición de llagas en la piel, en los huesos y en los órganos vitales; el debilitamiento de los vasos sanguíneos; y la destrucción de diversas partes del sistema nervioso. Aunque el conocimiento de las secuelas de la enfermedad fue importante, fue la realización de que la enfermedad pudiera transmitirse a esposas inocentes y a niños que probó un mayor reto a la moralidad civilizada.26 La dificultad fue multiplicada por el hecho de que, no hasta bien entrado el siglo XX, los médicos podrían ofrecer poca esperanza terapéutica para aquellos afligidos con sífilis. La mayoría de los médicos trataron la sífilis con mercurio, ya sea por vía oral, en baños de vapor o tópicamente. El mercurio se usó tanto por razones mágicas como para cualquier prueba de curación, porque la justificación de su uso original se había basado sobre teorías antiguas de humor y salud, el cual a finales del siglo XIX se había descartado en otras áreas de la medicina. El tratamiento de mercurio fue ampliamente usado, y el elemento fue dado en tales dosis que la terapia misma fue a menudo letal. De hecho, muchos de los síntomas luego atribuidos a la sífilis se creyó que han sido el resultado de la intoxicación de mercurio.27
La otra enfermedad venérea principal siendo diagnosticada en esa época fue la gonorrea. El tratamiento para ello dependió en gran parte de los medicamentos orales, y se creyó, que cuando los medicamentos fueron ingeridos en cantidad suficiente, tenían un efecto antiséptico según fueran excretados a través de la uretra. Ricord, sin embargo, había recalcado qué poco el médico podía ayudar cuando observó: "La gonorrea empieza y sólo Dios sabe cuando terminará."28
Inevitablemente, las infecciones venéreas fueron elevadas, aunque los cálculos de los números varían ampliamente. Quizás la determinación más exacta de la prevalencia de las enfermedades venéreas entre hombres jóvenes en los Estados Unidos es una de 1909 basada en los reconocimientos médicos del ejército de los Estados Unidos; el ejército encontró una tasa de uno de cada cinco. Algunos grupos médicos fijan las altas tasas de infección basadas sobre sus propias prácticas. Un comité de médicos de Nueva York calculó que hasta el 80 por ciento de los hombres en la ciudad habían estado infectados en algún momento en sus vidas con gonorrea y del 5 al 18 por ciento habían sufrido sífilis. Un médico de Boston durante el mismo periodo encontró que más del 33 por ciento de una muestra de pacientes del hospital masculinos tenía infecciones gonorréicas".29 La prostitución fue inevitablemente culpada, y crecieron los temores, especialmente según se dieron cuenta de que la gonorrea podría conducir a la esterilidad de las mujeres y a la ceguera de los lactantes y esa sífilis podría cruzar la barrera placentaria. El ejército estaba también preocupado porque la gonorrea en particular estuvo temporalmente discapacitando así a los hombres y les mantuvo inadecuados para la batalla desde diez días a dos semanas y ocasionalmente incluso más. Algunos de los cálculos de la tasa de infección son sólo conjeturas.
En 1904, Fritz Schaudinn y Erich Hoffmann identificaron el agente causal de la sífilis. Poco después, August Wasserman, Albert Neisser y Carl Bruck desarrollaron pruebas de diagnóstico que dependieron de una reacción complemento-fijación; estas pruebas permitieron a los médicos hacer diagnósticos exactos. Teóricamente la gonorrea podría diagnosticarse mucho más fácilmente examinando bajo el microscopio un portaobjetos manchado con la supuración, pero pocos médicos tuvieron las facilidades técnicas para hacer esto hasta después del primer decenio del siglo XX.
Con el aislamiento de la sífilis espiroqueta, hubo una búsqueda inmediata para una curación. En 1910, Paul Ehrlich y Sahachiro Hata anunciaron el descubrimiento del salvarsán, un compuesto de arsénico, que fue el primer tratamiento eficaz contra la sífilis. Fue el compuesto 606 que Ehrlich y Hata habían probado sobre los conejos sifilíticos, y su éxito marcó el comienzo de los quimioterapéuticos modernos.30 Aunque el salvarsán fue aclamado como un medicamento milagroso, tuvo graves efectos secundarios, y muchos individuos sucumbieron a la alta toxicidad del tratamiento ya que fue una carrera para ver si el espiroqueta o el paciente moriría primero, y muchas veces el paciente perdió.
Ehrlich siguió experimentando con otras sustancias, y en 1912, encontró lo que llamó el neosalvarsán, o nr. 914, una sustancia menos tóxica, pero un medicamento menos efectivo que el original. Esto finalmente dio al médico una modalidad de tratamiento sobre la sífilis y entafizó aún más la importancia de la medicina al estudio de la sexualidad. Este control médico fue fortalecido mediante el descubrimiento del sulfanilamidas por Gerhard Domagk en 1921. La capacidad del sulfanilamidas para matar bacterias, incluyendo aquellas que causan la gonorrea, fueron reconocidas en 1936. La penicilina, la cual había sido descubierta en 1929 por Alexander Fleming, fue finalmente producida en cantidad durante la Segunda Guerra Mundial, y por 1945 había mostrado ser eficaz tanto contra la gonorrea como contra la sífilis.

PREVENCIÓN DE LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

Dado que los nuevos tratamientos no se desarrollaron realmente hasta después de la Segunda Guerra Mundial y el tratamiento anterior de Ehrlich fue muy costoso y lento, muchos profesionales médicos vieron la prevención como una respuesta. En su búsqueda de respuestas miraron no al hombre sino a la mujer, ambos como una causa de las enfermedades de transmisión sexual y como una víctima inocente. Fueron las malas mujeres, las prostitutas, quienes fueron la causa y las esposas inocentes y los niños quienes fueron las víctimas. Inevitablemente, muchos llegaron a creer que la mejor manera de tratar las enfermedades asociadas con la prostitución fue regular la práctica y requerir inspección médica y el aislamiento de las prostitutas infectadas. Ésto, sin embargo, implicó la entrada directa del gobierno y la supervisión de lo que un gran número de personas creyó ser conducta inmoral. Cuando esta práctica continental se introdujo en ciertas áreas portuarias de Gran Bretaña en la última mitad del siglo XIX, chocó con una tormenta de la oposición, en parte por las cifras religiosas evangélicas pero también de las mujeres, las muy preservadoras de la moral pública. El intento inicial de esta oposición fue eliminar a las prostitutas oficialmente toleradas, médicamente inspeccionadas, pero a la larga, condujo a un movimiento creciente para la abolición de la prostitución en total, particularmente en los Estados Unidos,31 y un ataque total en el doble estándar.

ALTERNATIVAS SEXUALES

Hasta ahora en este capítulo, se ha recalcado la reticencia de los estadounidenses, especialmente de los profesionales médicos sobre la sexualidad. Este énfasis está algo desorientando porque no todos los estadounidenses fueron tan reticentes como los profesionales médicos al tratar los temas sexuales. Muchos tenían actitudes muy diferentes y hubo varios movimientos límite que se propusieron desafiar la hipocresía alrededor del sexo. Uno de dichos movimientos fue el movimiento del amor libre, el cual tuvo como meta la abolición del matrimonio tradicional y el establecimiento de una nueva y mejor clase de relación, basada en la atracción pasional. En una comunidad de amor libre, las parejas indicaron su unión al atar las cuerdas del mismo color sobre sus dedos; cuando la pasión no da resultado, simplemente extrajeron las cuerdas. Muchas de las comunidades de amor libre fueron fundadas por profetas religiosos, un hecho que permitió a los adherentes reclamar que tanto Dios como la moralidad estuvieron de su lado.
En Oneida, Nueva York, John Humphrey Noyes y sus perfeccionistas cristianos promovieron sus teorías del "matrimonio complejo" y la "continencia matrimonial" así como el uso del coito reservatus en la relación sexual. Esto incluye colocar un dedo sobre la base del pene para crear presión sobre la uretra, que previene la eyaculación, o sencillamente cesando el movimiento antes de la eyaculación, o usando ambas técnicas. Aunque el coito reservatus no es cien por cien efectivo como un anticonceptivo, sin duda reduce las probabilidades. Los mormones instituyeron la poligamia para seguir desviando a maridos dentro de los límites del matrimonio y Sylvester Graham trató de establecer la castidad en las "casas de pensionado Grahamite" para proteger a los hombres de la "indulgencia venérea".32
Victoria Woodhull, una de las mujeres líderes del movimiento de amor libre, enseñó que el sexo no sólo fue principal para la existencia humana sino esencial para preservar su salud y fuerza vital. "Muéstreme a un hombre o a una mujer que sea una imagen de la fuerza y de la salud física y yo le mostraré a usted a una persona que tiene relaciones sexuales saludables", afirmó. Mientras nunca se apruebe la promiscuidad evidente, permaneció siendo hostil al matrimonio como una institución, porque condujo inevitablemente a la inanición y a la esclavitud sexual para las mujeres y con demasiada frecuencia produjo niños no amados y no deseados. La manera de combatir tales males en su mente fue dar a las personas la libertad para amar, "el amor labrado del consentimiento mutuo basado sobre el deseo".33

MUCHAS MANERAS DE REFORMA

La prostitución y los problemas sexuales fueron sólo dos de los muchos males sociales que aparentemente plagaron a los estadounidenses a finales del siglo XIX. El alcoholismo fue otro. La pornografía fue todavía otro. La falta de derechos para las mujeres fue otro. La esclavitud, un problema anterior, había sido eliminada por la guerra civil y la reconstrucción que siguió. Inevitablemente, después de la abolición del mal de la esclavitud, las soluciones a otros males sociales también se vieron como la responsabilidad del gobierno. Recalcando esta vuelta al gobierno fue el hecho de que las soluciones tradicionales de la presión de la comunidad o una llamada religiosa a la reforma moral no parecían funcionar por mucho tiempo en el entorno urbano creciente. Los grupos organizados se formaron para luchar en favor de una variedad de intervenciones del gobierno, incluyendo el movimiento de prohibición, que trató con el alcoholismo y el abolicionismo, y con la prostitución. Dar el derecho de votar a las mujeres supuso que levantaba el nivel moral de América. Lo que une a los diversos movimientos sociales juntos en la historia estadounidense es la demanda del estado para intervenir en la vida social y económica del país. El resultado fue el movimiento progresivo, un movimiento que incorporó los impulsos incompatibles, ordenando desde la justicia social a la eficiencia y desde el poder de la educación para cambiar el comportamiento a una creencia en la necesidad de mayor coerción para forzar al recalcitrante a ajustarse.

ANTHONY COMSTOCK

Un primer precursor de esta necesidad sentida para la coerción había sido el denominado Comstock Law quien pasó al Congreso en 1873, firmado dentro de la ley por el Presidente U. S. Grant y titulado "Una ley para la supresión del comercio y la circulación de la literatura obscena y los artículos de uso inmoral". Los artículos de uso inmoral eran específicamente los que apuntaban hacia los anticonceptivos, recalcando precisamente cuánto temor al sexo jugado en los diversos movimientos de la reforma. Comstock, el fundador de la New York Society for the Suppression of Vice, supervisó el cumplimiento de la ley de su posición como inspector postal de los Estados Unidos no retribuido en la ciudad de Nueva York (ver también capítulo 2). Casi sin ayuda de nadie procesó a los que escribieron, publicaron y vendieron literatura o arte que se consideró obsceno.34
Comstock fue motivado por su creencia en la moralidad civilizada y absoluta que requirió que la sexualidad devolvió a la esfera privada y que cualquier expresión pública de la sexualidad fue a través de la definición obscena. También creía que la lujuria misma fue peligrosa, y él y sus aliados atacaron no sólo la venta de literatura sexual con fines de lucro sino también cualquier opinión médica o filosófica discordante que apoyó la creencia de que la sexualidad tuvo otra finalidad diferente de la reproductiva.35 El resultado fue la censura del correo y una reducción de la discusión pública de la sexualidad. Hubo una guerra abierta entre los que pensaban que el sexo estaba mejor regulado al restringir su discusión pública y los que sostuvieron que la educación pública y la información eran las claves.
El éxito de Comstock dependió del apoyo público y por un tiempo una especie de autocensura fue impuesta por los editores mismos. Cada vez más, sin embargo, muchos de sus aliados se separaron de su campaña de tender trampas y de intimidación. Sin dejarse intimidar, amplió su ataque para incluir sufragistas, quienes sintieron la moral familiar tradicional amenazada. En último término, fue la incapacidad de Comstock para comprometerse y su voluntad para extender su red siempre más extensa que debilitó su movimiento y lo condujo convirtiéndose en una cifra casi ridícula.

PRINCE A. MORROW

El reemplazo de Comstockery como un factor principal al determinar los criterios estadounidenses de la sexualidad fue el movimiento creciente de salud pública. Muchos de aquellos en esta coalición emergente estaban preocupados por las enfermedades de transmisión sexual, y fueron impedidos por las actividades de Comstock al llevar a cabo su necesidad sentida de educación pública. Dando el liderazgo a este nuevo foco estuvo el dermatólogo de Nueva York Prince A. Morrow (1846-1913).
Morrow había pasado un año en Europa después de completar su entrenamiento médico, y mientras estuvo allí, se había puesto en contacto con algunas de las figuras destacadas en el estudio de las enfermedades de transmisión sexual. A su vuelta a los Estados Unidos, tradujo la discusión de Jean-Alfred Fournier sobre la sífilis y el matrimonio al inglés y escribió su propio manual acerca de la sífilis, el cual se orientó tanto a los estudiantes como a los profesionales.36 El interés de Morrow se reforzó en 1899 cuando asistió a la primera de dos conferencias internacionales, ambas celebradas en Bruselas, para considerar los aspectos de la salud pública de las enfermedades de transmisión sexual. En esta primera conferencia, aquellos que asistieron, principalmente médicos y funcionarios de salud pública concluyeron que las enfermedades de transmisión sexual fueron más prevalentes que lo que generalmente se creía y que la inspección médica de prostitutas, la práctica europea estándar, no fue efectiva.37 Después de la conferencia, Morrow hizo una exhortación emocionante a la New York Medical Society recalcando que entre la mayoría de los que padecen enfermedades de transmisión sexual estuvieron mujeres, niños y jóvenes inconscientes inocentes, quienes no tuvieron ninguna idea de los peligros a los que se expusieron ellos mismos.
Morrow ayudó a organizar la segunda conferencia internacional, que se celebró en 1902. Allí, los delegados oyeron acerca del éxito de una campaña educacional francesa para advertir a la juventud contra los peligros de la enfermedad venérea y a instar a las personas infectadas a buscar tratamiento. Morrow regresó a los Estados Unidos comprometido con la fundación de un grupo estadounidense a educar a los profesionales y al público acerca de los peligros del riesgo venéreo. El primer paso fue escribir una exposición total de las implicaciones desastrosas de introducir las enfermedades venéreas dentro del matrimonio.
En 1904 publicó Social Disease and Marriage,38el cual atrajo a una amplia audiencia médica, así como considerable atención del lego. Morrow atacó el doble estándar de las morales sexuales y creyó y predijo que el hombre debería mantenerse tan culpable como la prostituta patrocinó. Argumentó que las enfermedades de transmisión sexual deberían ser notificadas, y las mujeres instadas, como las principales víctimas del silencio acerca de las enfermedades de transmisión sexual, para tomar una parte principal en la lucha contra las enfermedades y el vicio sexual. Morrow también pensó que la educación sexual era la mejor respuesta al problema. Un resultado de los esfuerzos de Morrow fue el establecimiento de lo que se llamaron las sociedades de higiene social, la primera de las cuales apareció en Chicago en 1904. Estos grupos se arraigaron rápidamente y formaron la base para una campaña nacional para destruir la ignorancia y el prejuicio que permitió a la enfermedad venérea infectar la nación. En 1905, Prince mismo estableció la Society of Sanitary and Moral Prophylaxis (pronto renombrada American Society for Sanitary and Moral Prophylaxis), que tomó como su misión la educación del público acerca del sexo y las enfermedades de transmisión sexual. Morrow creyó que aunque la instrucción sexual debería darse en casa a una edad temprana, la mayoría de los padres no estaban calificados para darla. Por lo tanto, afirmó que la responsabilidad correspondió a los profesores y la educación sexual debería ser una parte integrante del curso de estudio en todas las escuelas de formación de profesores. Esta idea interesó tanto a la profesión médica estadounidense como a los líderes de la American Purity Alliance, la cual en 1908 anunció que la educación sexual se convertiría en uno de sus objetivos.
La finalidad principal de la educación sexual fue enfatizar la importancia de la pureza sexual para ambos sexos y eliminar la falsa impresión a menudo sostenida por hombres jóvenes que pensaban que el exceso sexual era esencial para la salud y esa castidad fue incompatible con el vigor total. Aunque se reconoció que la actividad sexual podría tener finalidades no procreativas e incluso finalidades placenteras, las relaciones sexuales fueron reservadas para el matrimonio, en el que sólo los maridos y esposas gozaron de tales placeres. Estos aspectos placenteros del sexo no entraron en la discusión pública.39
El movimiento de pureza ganó más impulso en 1911, cuando las dos mayores organizaciones de pureza -la American Purity Alliance y la American Vigilance Association (fundada por Jane Addams, Grace Dodge, David Starr Jordan y otros en 1906)- eligió los mismos oficiales. Este fue el primer paso para la consolidación de las organizaciones según la American Vigilance Association, la cual estuvo dedicada no sólo a luchar contra la prostitución sino a educar a los jóvenes acerca de los peligros de la inmoralidad. En 1910, muchos de los grupos médicamente orientados que apoyaron las ideas de Morrow se habían reunido y le habían elegido presidente de una nueva organización nacional, la American Federation for Sex Higiene. En 1913, después de la muerte de Morrow, las dos fuerzas, la médica y la pura, se fusionaron formalmente y formaron simbólicamente la American Social Hygiene Association.40
Para tener éxito, la educación requirió no sólo de los jóvenes sino también del público general. Esta fue una tarea más difícil de lo que muchos reformadores preveyeron. En 1906, cuando Edward Bok, el redactor de la Ladies' Home Journal, publicó una serie de artículos sobre la enfermedad venérea, perdió unos setenta y cinco mil suscriptores.41 Esta reacción tuvo lugar incluso aunque los defensores de la educación sexual en ese periodo recalcaran cuidadosamente los temas de la castidad y la abstinencia, reforzando estos al representar los horrores de la enfermedad. Las actitudes empezaron a cambiar sólo después de la Primera Guerra Mundial, cuando la influencia de Ellis y Freud empezó a sentirse, pero el público estadounidense no cambió significativamente su criterio de la educación sexual ni el del sexo en general, hasta después de la Segunda Guerra Mundial.42


ANTICONCEPCIÓN

Si la discusión pública de las enfermedades de transmisión sexual despertara tal reacción pública, las discusiones en los Estados Unidos de los anticonceptivos serían incluso más polémicas. En general, los profesionales médicos en la última mitad del siglo XIX y primera parte del XX, habían vuelto sus espaldas tanto a la anticoncepción como al aborto, considerándolos como algo que implicó a los médicos mal entrenados o a los irregulares. Los médicos en la cada vez más potente American Medical Association no sólo fueron activos en las campañas para proscribir el aborto sino, de acuerdo con su criterio de protección moral, rehusaron tratar con anticonceptivos. Algunas de estas acciones, derivadas de la creencia médica predominante de que las mujeres tenían una esfera especial y estaban diseñadas para la función materna, por lo tanto cualquier intento de evitar esta función fue peligroso para su salud. Aunque los médicos individuales quizás ignoren estas suposiciones públicamente planteadas, los anticonceptivos y la información sobre ellos fueron clandestinos en América en la última mitad del siglo XIX, en el momento en el que los dispositivos eficaces de control de la natalidad estaban llegando al mercado. Los condones de goma de látex recién inventados estaban vendiéndose en los Estados Unidos ya en 1860 como profilácticos eficaces; estaban disponibles en barberías y otros lugares donde los hombres se congregaban. Aunque se fomentó un profiláctico contra la infección venérea su valor anticonceptivo fue también reconocido.43
Más ampliamente disponibles para las mujeres fueron los diversos dispositivos que se anunciaron para tratar el prolapso del útero o "queja femenina"; de un modo u otro, formaban una barrera sobre la cervix. Muchos de estos pesarios fueron patentados por la Patent Office estadounidense, incluso durante el periodo cuando Comstock fue sumamente activo, aunque su uso alternativo no fue nunca especificado en las aplicaciones patentes. El más eficaz de estos pesarios en términos de anticoncepción fue el desarrollado por W. P. J. Mensinga (C. Haase). La mayoría de los primeros pesarios habían usado un anillo de goma dura, pero después de la vulcanización de la goma, se convirtió en el material favorecido. Lo que hizo al diafragma de Mensinga, datado en los comienzos de 1870 y hecho de látex, más eficaz que los primeros modelos fue la incorporación de un resorte extendido que vigila en el borde para que se mantenga en el lugar. Más tarde, se usó un resorte con forma de espiral.44
En el año 1860, Edward Bliss Foote había introducido en los Estados Unidos algo llamado "el velo de la matriz", un dispositivo muy similar al diafragma Mensinga. Lamentablemente, los folletos recomendando su uso fueron confiscados y destruídos de acuerdo con la Ley de Comstock de 1873, pero descripciones claras de ello existen en las ediciones anteriores de su libro.45 El diafragma Mensinga fue popularizado por el estudiante de Mensinga Aletta Jacobs, quien, en 1882, abrió la primera clínica anticonceptiva en el mundo en los Países Bajos y enseñado a las mujeres cómo usar el diafragma Mensinga. Fue el dispositivo usado por las clínicas de Planificación Familiar en los años veinte, y fue probablemente el dispositivo de control de natalidad más ampliamente usado por las mujeres hasta la Segunda Guerra Mundial.
Varios espermicidas eficaces también habían aparecido en el mercado europeo hacia finales del siglo XIX. Generalmente considerado como la primera persona para convertirse activo elaborando y vendiendo supositorios espermicidas es el químico inglés W J. Rendell, quien alrededor de 1880 primero puso su quinina y pesarios de cacao en el mercado. Cacao, o manteca de cacao -una amarillenta, dura, grasa vegetal frágil que se obtiene de las semillas de la planta Theobroma cacao- contiene cerca del 30 por ciento de ácido oleico, 40 por ciento de ácido esteárico y otros ácidos grasos. Es un material bastante eficaz para un supositorio debido a su punto de fusión bajo, y probablemente funcionó como un anticonceptivo, al bloquear la cervix con una película aceitosa. Por otra parte, la quinina sirvió como un espermicida, porque es un veneno protoplásmico general; desafortunadamente, muchos individuos tienen una reacción tóxica a ello. Otros espermicidas químicos también empezaron a aparecer en el mercado y algunas noticias de ellos llegaron a los Estados Unidos, más de palabra que por cualquier referencia a la literatura médica.46

HOSTILIDAD

Tan fuerte fue la actitud estadounidense oficial de hostilidad al sexo que incluso pasó al tratamiento de los soldados en la Primera Guerra Mundial. La orden moral internacional visualizada por el presidente Woodrow Wilson condujo a la representación del soldado estadounidense como un caballero que hace campaña a favor de la democracia que mantuvo él mismo pura para su hermosa dama al abstenerse del alcohol y del sexo. Tal énfasis en la dedicación ascética quizás haya reducido los temores y las ansiedades de las madres y de las esposas abandonadas, pero un efecto colateral sumamente desafortunado fue lo que los planificadores del gobierno creyeron su propia propaganda y como resultado no hicieron ningún plan para tratar la enfermedad venérea.47 Wilson mismo le dió a su autoridad hacia el fervor antivenéreo: "El gobierno federal ha prometido su palabra en lo que la atención y vigilancia pueden completar el resultado, los hombres comprometidos con su cargo volverán a los hogares y a las comunidades que tan generosamente les dieron sin cicatrices excepto aquellas ganadas en conflictos honorables."48
Aunque la prostitución controlada militarmente había formado parte de la tradición estadounidense en las primeras guerras, tal actividad no podría contemplarse bajo la nueva tradición moral tan asociada con la era progresista. El resultado fue casi un fracaso total en la planificación sobre cómo tratar con millones de hombres jóvenes a la altura de sus deseos sexuales. Sacados de las granjas, arrancados de las poblaciones pequeñas, echados fuera de los pueblos pequeños y tirados junto a los campamentos masivos sin mujeres y sin la moral impuesta de sus familias, comunidades e iglesias, estos hombres fueron víctimas de las enfermedades de transmisión sexual que se habían vuelto endémicas. El Departamento de Guerra decidió recalcar la abstinencia a las tropas, aunque como el último paso de su programa de seis puntos, había sugerido la distribución de paquetes profilácticos cuando otras soluciones hubieran fracasado. Inevitablemente, la política estadounidense probó un fracaso total en Europa, y los éxitos principales contra las enfermedades venéreas provinieron de aquellos comandantes que ignoraron la política oficial que fue finalmente cambiada por las órdenes del General Pershing en 1918".49 Un resultado fue un amplio número de estadounidenses que padecieron las secuelas de la tercera etapa de la sífilis y estuvieron confinados a los hospitales de veteranos en los años treinta y más adelante.

CLELIA MOSHER

A pesar de tales actitudes oficiales, hubo una amplia efusión de información, o más bien información incorrecta sobre el sexo en la literatura popular y en las revistas profesionales. Hubo también los comienzos de la investigación sexual seria, gran parte de ello por mujeres que fueron más allá del informe sencillo de los estudios de casos individuales tan comunes en la profesión médica. Varios de los investigadores quizá se llamen investigadores ocultos, ya que los resultados de su trabajo inicial no se publicaron hasta mucho más tarde. Por ejemplo, el trabajo de Clelia Mosher (1863-1940) no alcanzó a editarse hasta 1974, más de ochenta años después de que se había comenzado originalmente. Su historia quizá se considere como simbólica de la ambivalencia acerca del sexo que la mayoría de los estadounidenses mantuvieron a la vuelta del siglo XX.
La investigación de Mosher surgió de un cuestionario de 1892 que ella diseñó para mujeres casadas. Mosher usó la encuesta para ayudarla a preparar una conferencia sobre la relación matrimonial, que ocasionó el Club de las Madres, miembros del cual fueron principalmente esposas del profesorado en la Universidad de Wisconsin, donde ella misma fue una estudiante de posgrado. Su motivación para la investigación fue dar mejor asesoramiento sexual a las mujeres jóvenes que la fueron a ver para aconsejarse antes de que se casaran. Desde luego, muchas de sus preguntas de la encuesta trataban de sexo; ella estuvo tratando de determinar el grado de conocimiento de las mujeres de fisiología sexual antes de que se casaran, si compartieron habitualmente la misma cama con sus maridos, si tenían un orgasmo venéreo, y lo que en sus mentes fue la verdadera finalidad de las relaciones sexuales. Un total de cuarenta y siete mujeres completaron el cuestionario de Mosher con el transcurso de los años. Después de la primera tanda de entrevistas, parece que otros se condujeron sólo esporádicamente entre sus pacientes. Mosher se convirtió en una médica y practicó en Palo Alto alrededor de 1900; se sumó a la facultad de Stanford en 1910.
Mosher encontró que la mayoría de las mujeres habían conocido poco acerca del sexo antes de que estuvieran casadas, y una mujer dijo que hasta que no tuvo dieciocho años no sabía incluso de dónde provenían los bebés. Estas mujeres aprendieron sobre sexo en el matrimonio, y la mayoría compartieron la misma cama con sus maridos. Treinta y cinco de los cuarenta y cuatro que respondieron a la pregunta dijeron que les faltaba un deseo para las relaciones sexuales, y una escribió que el sexo no sólo fue agradable para ella sino delicioso. Treinta y cuatro de las mujeres normalmente experimentaron el orgasmo durante el sexo. Una dijo que cuando no tenía un orgasmo fue desalentador y repugnante, otra dijo que la ausencia del orgasmo fue "mala, incluso desastrosa, destroza los nervios". Las respuestas más detalladas y personales fueron obtenidas por una serie de preguntas sobre la "finalidad verdadera de la relación sexual" y aunque nueve creían que la relación sexual era una necesidad para los hombres, trece sostuvieron que era una necesidad para ambos sexos. Las otros quince que respondieron a esta pregunta no creían que fuera una necesidad para los dos sexos. Mientras la reproducción quizá sea la finalidad primaria del sexo, veinticuatro mujeres creían que el placer intercambiado era una finalidad digna en sí. Al menos treinta de estas mujeres usaron alguna clase de anticonceptivo -retirada, ducha, condones y manteca de cacao- y dos usaron una tapa de goma sobre el cuello uterino. Algunas creyeron que la relación sexual una vez al mes fue probablemente suficiente, pero la mayoría pensaron que debería ser más a menudo. Varias de las mujeres postmenopáusicas todavía gozaron y deseaban relaciones sexuales.
La última entrevista de Mosher dató de 1920 y todas menos una de sus entrevistadas habían nacido antes de 1890. Treinta y tres de las mujeres nacieron antes de 1870, y de este número, trece nacieron antes de la guerra civil. Aunque la muestra es bastante representativa geográficamente de la América del reciente siglo XIX, social y económicamente no lo fue. De aquellos cuya educación se conoce, el 81 por ciento había asistido la universidad o a la escuela normal (educación profesor), y los restantes al menos habían asistido a la escuela secundaria. La mayoría estaban casados al graduarse en la universidad.50
Aunque Mosher indudablemente usó sus datos para informar a sus pacientes mujeres y estudiantes, otros pocos los conocían. Esto hace los datos interesantes para nosotros pero no particularmente útiles para sus contemporáneos que buscan información acerca de la sexualidad. Por su tiempo, Mosher fue una feminista y a principios de su carrera, publicó un documento sobre la menstruación normal en el cual demostró cuatro factores contribuyentes a las discapacidades que luego creyó que acompañaban a la menstruación: el estrechamiento de la ropa, la inactividad, el estreñimiento crónico y la expectativa general de que el malestar era inevitable. Cada uno de estos, observó, fue reversible y no fisiológico. Ella había desafiado antes el mito generalizado de la época de que las mujeres respiraron costalmente (usando sólo el tórax superior) debido a los requisitos fisiológicos del embarazo, mientras que los hombres respiraron diafragmaticalmente (usando el diafragma). Mosher encontró que mientras que la mayoría de las mujeres que ella examinó respiraron costalmente, creía que la fisiología no era la causa sino la ropa ajustada y una vida sedentaria; cuando la ropa ajustada no estaba presente y las mujeres hicieron ejercicio normalmente, respiraron diafragmaticalmente. Estos datos sirvieron como su tesis maestra en Stanford.51

ROBERT LATOU DICKINSON

Otro, y más significativo, investigador del gabinete fue el médico Robert Latou Dickinson (1861-1950), quien realizó estudios entre 1890 y 1920 y los publicó en los años treinta. Dickinson, un especialista innovador en obstetricia y ginecología, empezó a practicar en 1882. Introdujo el uso del cauterio eléctrico en el tratamiento de la cervicitis, estuvo entre los primeros al utilizar las ligaduras asépticas para atar el cordón umbilical y ganó prominencia generalizada por sus métodos didácticos innovadores para los estudiantes de medicina -en particular para su uso de la goma y creó los modelos para enseñar la anatomía femenina y mostrar el crecimiento fetal desde la fertilización al nacimiento.52 Dickinson se volvió activo en la campaña para la mejor educación sexual y especialmente el control de la natalidad, pero tanto estos roles públicos se asumieron cuando él contaba con sesenta años y su reputación profesional fue segura. Tiene que considerarse como el médico estadounidense más prominente asociado con la campaña para el control de natalidad en el periodo posterior inmediato a la Primera Guerra Mundial así como el investigador sexual más significativo durante las tres primeras décadas del siglo XX. En 1923, fundó el Comité sobre Salud Materna, el cual empezó a recopilar datos sobre la anticoncepción.53 Trató de persuadir a Margaret Sanger para permitir a los médicos acreditados tener más control en su clínica de Nueva York y hagan más investigación activa en los anticonceptivos, pero ella no hizo caso de su consejo. Emprendió algo nuevo en la profesión médica en 1920 con su dirección presidencial a la American Gynecological Society, en la cual instó a sus médicos miembros a que hicieran más trabajos en los campos de la anticoncepción, la infertilidad, la fecundación artificial y la esterilización voluntaria.54
Las contribuciones más significativas de Dickinson fueron al estudio de la sexualidad femenina, y aunque había escrito artículos académicos sobre algunos de sus datos durante el curso de su carrera activa, la mayoría de sus datos se publicaron al final de su vida. Dickinson creía firmemente que la clave para la efectividad de la práctica médica era un buen historial del paciente, y durante los años de la mayoría de su práctica activa, 1890-1920, los pacientes no fueron recibidos por él hasta que no habían completado un cuestionario de cuatro páginas que explicaba la historia general y familiar. Según examinó al paciente, también hizo al menos cinco dibujos: uno por persona del útero, cuello uterino y vulva y dos de la dificultad pelviana por la cual la mujer había buscado su ayuda. El número máximo de dibujos para cualquier paciente fue de sesenta y uno. Posteriormente, según la fotografía se volvió más fácil de hacer, complementó los dibujos con fotografías. Su práctica generalizada fue leer las respuestas del paciente al cuestionario y usarlas como una base para preguntarla posteriormente. Encontró que sus pacientes a menudo confiaron en su información acerca de los problemas sexuales, que registró y trató, si es posible.
Por 1923, Dickinson había compilado los datos sobre más de cinco mil casos, que envió al Comité sobre Salud Materna, después de que habían estado de acuerdo en ayudarle a publicarlo. Lura Beam, un autor con unos antecedentes en educación y psicología aplicada, fue llamado para hacer un examen preliminar de los datos y ella propuso la publicación de tres libros, dos de los cuales fueron realmente publicados. Las historias clínicas de 5.200 originales fueron divididas en dos grupos: uno constó de cuatro mil mujeres casadas y el otro de mildoscientas mujeres solteras. Estos datos sirvieron como la fuente del material para A Thousand Marriages, en el cual describió el análisis de mil casos; los datos de otros investigadores se usaron como un grupo de comprobación. En The Single Woman, Dickinson analizó trescientos cincuenta de sus historias clínicas, comparándolas con la información de otros grupos de mujeres usadas como dos grupos testigos.55 Un tercer volumen que él quiso hacer sobre lesbianismo nunca se finalizó aunque sus datos contribuyeron a otros estudios.
Una de las ventajas de los datos de Dickinson fue que a menudo vio a sus pacientes desde diferentes puntos en sus vidas y podía conspirar los cambios en sus actitudes sobre los temas sexuales. Por ejemplo, ilustró con veinte casos cómo "la pasión y la frigidez" podían aparecer y desaparecer. A la edad de treinta y cuatro una de sus pacientes le tomó aversión al coito, pero su marido no. Posteriormente, el marido perdió interés, pero después de seis años sin un orgasmo, la mujer nuevamente se convirtió en orgásmica y el marido y la mujer encontraron difícil permanecer separados el uno del otro.56
Todas las clases de datos se obtienen de los estudios de Dickinson, incluida la información sobre la frecuencia de las relaciones (de dos a tres veces por semana en sus muestras de casados). Algún 11 por ciento, sin embargo, tuvo relaciones una vez al año o menos. Tiene información sobre la duración de la introducción antes de la eyaculación y de las actitudes de las novias. Dickinson también recopiló datos sobre más temas orientados al tratamiento, como la frigidez, la dispareunia, los trastornos menstruales menores, las enfermedades de transmisión sexual y la fecundidad, así como sobre temas psicológicos como la ansiedad y el temor. Uno de doce de sus pacientes en la muestra de casados tuvo una enfermedad venérea, generalmente gonorrea, recalcando precisamente cuán generalizada fue la enfermedad entre sus pacientes de clase media-superior.
Al comparar las mujeres solteras con las casadas, encontró que relativamente más esposas que mujeres solteras informaron que se masturbaban. Veintiocho de su muestra de mujeres solteras se habían visto envueltas en relaciones con el mismo sexo, pero no encontró ninguna prueba de hombría, en sus sujetos (es decir, se creía que las lesbianas tenían cualidades masculinas), algunas de las cuales examinó en el período antes de 1900. Informó que diecisiete de las que tuvieron experiencias lesbianas se casaron posteriormente y tuvieron fecundidad normal.
El trabajo de Dickinson ha sido a menudo pasado por alto a través de las generaciones posteriores, pero demostró ser innovador en su investigación en la mayor parte de su camino y en muchas áreas. Muy interesado en la fisiología de la relación sexual, un tema que había sido estudiado por primera vez por Felix Roubaud en los años 1870,57 Dickinson precedió a William Masters y Virginia Johnson al tratar de observar lo que sucedía en la vagina durante la relación sexual. Para hacerlo usó un tubo de vidrio que se asemejaba a un pene erecto en el tamaño y forma mientras las mujeres se masturbaban hasta el orgasmo; en el proceso, demostró una vez y para todas las mujeres que las mujeres sí tenían orgasmos que incluían cambios fisiológicos.58 Una de las contribuciones principales de Dickinson fue un resumen definitivo de la anatomía sexual humana, basado en su trabajo y en el de otros.59 De su discusión y referencias, es posible seguir el conocimiento creciente acerca del sexo. Indica, por ejemplo, lo que fue Ernst P. Boas del Mount Sinai Hospital en la ciudad de Nueva York quien trazó la frecuencia del pulso de una pareja durante las relaciones sexuales en 1928 y 1929, demostrando el ascenso a la penetración, el aumento gradual y luego el descenso después del orgasmo.60
Junto con W. F. Robie y LeMon Clark, Dickinson fue responsable de la introducción del vibrador eléctrico, o masageador, dentro de la práctica ginecológica estadounidense. Este aparato produjo estimulación erótica intensa e incluso el orgasmo en algunas mujeres quienes previamente no habían sido capaces de alcanzar el clímax. Dickinson y sus colaboradores teorizaron que una vez que una mujer había alcanzado el orgasmo, incluso con un vibrador aplicado a sus genitales, tuvo mayor probabilidad de proceder al orgasmo durante el coito o a través de la masturbación digital.

MAX J. EXNER

Que ni los estudios de Mosher o los de Dickinson podían haber sido publicados en los Estados Unidos antes de la Primera Guerra Mundial es sumamente dudoso. Las pruebas de ésto son el estudio de preguerra de Max J. Exner de las actividades sexuales de 948 hombres universitarios, el cual se basó sobre cuestionarios. Exner, un médico asociado con la Young Men's Christian Association (YMCA), era un educador sexual principal de la época y un fuerte defensor de la importancia de la castidad. Creía que la educación sexual debería estar diseñada para frenar las "curiosidades morbosas" y borrar la sexualidad de la conciencia.61 Aunque posteriormente modificó algunas de sus ideas, Exner fue uno de los líderes en la lucha para mantener el ejército estadounidense puro durante la Primera Guerra Mundial. Incluso antes de que los Estados Unidos entraran en guerra, él había dirigido, en 1916, inspecciones de las tropas envueltas en la guerra contra Pancho Villa e informó que el carácter de los campamentos fue "sensualizar", con los elementos rudos predominantes. En su mente, las enfermedades venéreas representaron sólo las repercusiones físicas de un deterioro moral mucho más peligroso. La solución de Exner fue instar a las autoridades militares a elevar el ambiente moral de los campamentos al eliminar las tentaciones; redujeron la venta de licor y eliminaron la prostitución.62
Por lo tanto, incluso aunque el estudio de Exner es el intento pionero para asegurar los datos estadísticos sobre el comportamiento sexual de los hombres universitarios estadounidenses, es malamente imperfecto debido a los prejuicios del investigador. Exner preguntó a un grupo pequeño de hombres quienes estuvieron principalmente al nordeste y a otro grupo más nacional basado en los cuestionarios por email para responder a trece preguntas, las cuales no fueron particularmente bien diseñadas.63
Analizó los datos por medio de la tabla sencilla, y ya que la población fue homogéneamente hombres universitarios, los datos deberían haber sido significativos, pero no están ahora tan considerados, en parte debido al contenido de las preguntas.64 Exner tendió a dar la impresión en la mayoría de sus preguntas de que el sexo fuera del matrimonio era equivocado. Sin embargo, en su muestra, 518 hombres respondieron que se habían ocupado de las prácticas sexuales de una u otra clase, el 62,5 por ciento había practicado el "autoabuso", el 17 por ciento había practicado tanto el "autoabuso" como las relaciones sexuales y el 2 por ciento había practicado "diversas prácticas pervertidas", las cuales permanecieron sin nombrar.
La meta de la investigación de Exner fue documentar la necesidad de educación sexual eficaz, la cual creyó que tenía que empezar temprano, en las escuelas primarias. Encontró que la mayoría de los individuos tenían malas fuentes de información sexual, habían sabido acerca del sexo por compañeros (544 de los 676 quienes respondieron esta pregunta), compañeras (33) u hombres de alquiler o mayores (22). El resto había recibido información sobre sexo de sus padres o educadores sexuales de confianza. Alegó que los hechos se aprendieron demasiado tarde en este desarrollo del hombre y que sólo creando "una atmósfera de inspiración con referencia al sexo, a través de una interpretación cierta y completa de su significado" en un aula podrían los niños aprender la importancia básica de la castidad.
La importancia del estudio de Exner es más simbólica que significativa. Él hizo su trabajo públicamente, demostró que los individuos responderían a las preguntas sobre sexo, e hizo un primer intento de cuantificar las respuestas. Curiosamente, a pesar de sus suposiciones y limitaciones, Exner resultó ser al final una fuerza principal originando la investigación sexual organizada en los Estados Unidos.

KATHARINE BEMENT DAVIS Y JOHN D. ROCKEFELLER JR.

La historia de cómo se organizó la investigación sexual llegó a ser algo complicada y la clave fue la participación de John D. Rockefeller Jr. En 1910, el juez Thomas C. 0. O’Sullivan de la ciudad de Nueva York cobró un jurado grandioso presidido por Rockefeller con la determinación de si los círculos de esclavitud blanca existieron en la ciudad. Rockefeller posteriormente declaró que nunca trabajó más duro en su vida y agregó que "estuvo trabajando mañana, tarde y noche"65. Programado para representar un mes, el comité representó seis, y aunque no encontró ninguna prueba de una organización formal de barcos de esclavitud blancos, encontró asociaciones informales de los dueños del burdel e incluso de prostitutas. También declaró que el reclutamiento de la prostitución tuvo lugar a un nivel nacional, que la prostitución estaba vinculada a elementos criminales y que había vínculos mutuamente beneficiosos entre aquellos encargados del tráfico de la prostitución y la policía".66 Una de las recomendaciones de la comisión fue el establecimiento de otra comisión para estudiar las leyes relacionadas con los métodos de tratar la prostitución en las principales ciudades de los Estados Unidos y Europa.
Cuando el alcalde de la ciudad de Nueva York rehusó a establecer tal comisión, Rockefeller decidió hacerlo él mismo, y en 1911, estableció la Oficina de la Higiene Social, con un consejo de administración de Paul N. Warburg, Starr J. Murphy, y Katharine Bement Davis (1860-1935). Rockefeller sirvió de presidente, y Warburg y Murphy fueron elegidos porque eran amigos de Rockefeller.
Davis era un asunto diferente. Se había elegido porque fue directora del nuevo Reformatorio para Mujeres en Bedford Hills en Nueva York, muchas de cuyas habitantes habían sido prostitutas. Davis había sido nombrada directora poco después de recibir su título de Dra. de la Universidad de Chicago en 1900 y en su nueva posición, recalcó la educación y la rehabilitación. Se preocupó de que las oportunidades laborales para las mujeres pobres y las de clase trabajadora estuvieran con demasiada frecuencia restringidas al servicio doméstico, Davis creyó que parte de su rehabilitación fue permitirlas para conseguir mejores trabajos. Dado que el presupuesto estatal a menudo resultó errático así como insuficiente, Davis puso sus cargos femeninos para trabajar renovando terrenos y dirigiendo el edificio, para ahorrar dinero que podría usarse para educarlas mejor. Inmates mezcló bases concretas, asentadas, cortó el césped, cortó el hielo del río en invierno, e incluso sacrificó cerdos.67 Davis creía que con el empleo respetable y el aprendizaje adecuado, las mujeres podrían regresar a la sociedad sin más peligro de la ley que se suprime. Comparó su reformatorio con una institución educacional y a menudo se refirió a los reclusos de la prisión de Inmates como graduados.68
Para administrar mejor su reformatorio, ella había elaborado un programa que trató que identificar los diferentes tipos de agresores y separar el potencialmente reformable del más endurecido o irreclamable. Este programa le llevó a recomendar a que un agresor sea estudiado por los expertos después de declararse culpable pero antes de sentenciarse, un tema sobre el cual escribió un folleto, una especie de precursor al presentar el informe ahora comúnmente usado en la mayoría de los tribunales.
En 1911, el folleto de Davis llegó a la atención de Rockefeller, quien, después de consultar a Davis, compró el terreno adyacente al reformatorio Bedford Hills y a la organización del Laboratorio de Higiene Social bajo su dirección en 1912.69 Su éxito y trabajo llevó allí al alcalde John P Mitchell a que nombrara su comisionado de correcciones para todas las prisiones de la ciudad de Nueva York en 1914, una primera por una mujer. Entre otras cosas, ejerció presiones políticas para la creación de una comisión de honor, el uso del periodo de prueba y honor y sentencias indeterminadas. Cuando la Comisión de Honor se creó en diciembre de 1915 fue nombrado su primer presidente. Aunque su administración fue a menudo el centro de la controversia, resultó sumamente exitoso. Perdió últimamente, sin embargo, cuando Mitchell fue expulsada de la oficina y su carrera como funcionaria de la ciudad se acabó en 1917, después de lo cual se convirtió en secretaria asalariada de la Oficina de Higiene Social.
Como su padre, Rockefeller estaba convencido de que la solución a cualquier problema requirió la recolección de los datos y luego el establecimiento de un plan de acción. Lo que se necesitó primero fueron los datos y el plan para reunir estos datos fue proporcionado por Davis. Los datos se recopilaron en el laboratorio nuevo de investigación y se examinaron a mujeres, particularmente prostitutas, y también se examinó la prostitución como una institución. A partir de 1912 y durante los próximos seis años, la oficina emprendió los estudios más significativos sobre prostitución emprendidos hasta esa época. La oficina contrató a George J. Kneeland, quien había dirigido la Comisión del Vicio de Chicago para emprender un estudio de la prostitución en la ciudad de Nueva York.70 Esto fue seguido por estudios de la prostitución en Europa por Abraham Flexner, un estudio de los sistemas políticos europeos por Raymond B. Fosdick (incluyendo cómo trataron la prostitución) y un estudio de la prostitución en los Estados Unidos por Howard Woolston.71
Davis se vió implicado en todos estos, aunque en algunos más que en otros. Escribió un capítulo en el libro de Kneeland acerca de las prostitutas comprometidas a su reformatorio y retardó la publicación del libro Woolston durante varios años mientras hizo las revisiones. Mantuvo activamente contactos en Europa para ayudarse con estudios europeos.
Generalmente, Rockefeller actuó detrás de las escenas, pero en el tema de la prostitución y del vicio, fue muy público, no sólo debido a su experiencia de jurado grandiosa sino también porque sirvió como un miembro del Blue Ribbon Commitee patrocinando la obra de Eugène Brieux Damaged Goods, el tema de la cual se centró sobre los efectos de la enfermedad venérea. El éxito de la obra fue el golpe final de la muerte a Comstockery en los Estados Unidos, y Comstock murió poco después, una figura más de burla que de respetabilidad. Rockefeller asistió a la inauguración de la representación de la obra y recalcó que la clave para la comprensión de los "males" que brotaban de la prostitución era la discusión pública franca.72 Rockefeller también escribió la introducción al libro de Kneeland.
Bajo el impulso de Davis, la Oficina de la Higiene Social se interesó gradualmente en otras áreas del comportamiento sexual, y Rockefeller tomó menos parte evidente, quizás porque pronto se hizo evidente que no había ninguna solución fácil a los problemas de la prostitución. A principios de la primavera de 1920, Exner, quien fue luego el director del Departamento de Actividades Educacionales en la American Social Hygiene Association, trató de persuadir a Davis para servir como coordinador de un estudio propuesto de la vida sexual de las mujeres. Davis estuvo de acuerdo en la conveniencia de tal estudio pero creía que ella necesitaba consultar a doctoras acerca de la factibilidad. Sus corresponsales acordaron que tal estudio se necesitó, pero que ellos se opusieron a la participación de la YMCA y la YWCA en el proyecto, una participación que había sido sugerida por Exner. Como resultado, Davis estuvo de acuerdo en formar un comité para estudiar las vidas sexuales de cinco mil mujeres, sujetas a la aprobación de Rockefeller.73 Rockefeller no sólo aceptó esto sino que hizo una asignación inicial de dos mil dólares para el proyecto en una reunión de la oficina74 y proporcionó apoyo financiero adicional en los años subsiguientes.
Esto marcó una desviación de las actividades anteriores de la Oficina de Higiene Social, pero uno que fue una extensión lógica de sus cometidos y uno que lanzó la oficina más claramente en el campo de la investigación sexual. Davis con el tiempo extendió su estudio para incluir una sección sobre mujeres lesbianas,75 un hecho que se menciona específicamente en los minutos de la oficina y que indica que el cambio básico en la actitud entre los miembros consultativos hacia el sexo. La prostitución y otros problemas relacionados con el sexo estaban viéndose cada vez más relacionados, y para tratar tales problemas con éxito, fue necesario comprender mejor la sexualidad misma.
Los datos en el informe de Davis se extrajeron a partir de respuestas a cuestionarios -ocho páginas para mujeres casadas y doce páginas (dos de las cuales se tomaron de definiciones) para mujeres solteras. Los nombres de las mujeres se extrajeron principalmente de los registros de ex-alumnas de las universidades de las principales mujeres. Para obtener el número requerido de temas, casi divididos por igual en mujeres solteras y casadas, una carta preliminar pidiendo cooperación se les envió a veinte mil mujeres, y el cuestionario final fue enviado sólo a aquellas que respondieron como voluntarias a las preguntas.
Las respuestas de las veinte mil encuestadas se expusieron en forma de tabla, y para interpretarlas, Davis emprendió estudios aclaratorios dentro los siguientes temas: anticonceptivos, frecuencia de las relaciones sexuales, felicidad de las mujeres casadas en función tanto del sexo y de factores generales, antecedentes de la muestra soltera, prácticas autoeróticas tanto entre las mujeres casadas como entre las solteras, periodicidad del deseo sexual entre ambas mujeres casadas y solteras y la prevalencia del lesbianismo tanto entre mujeres casadas como solteras. Cerca del 50 por ciento de todas las mujeres en el estudio informaron que experimentaron "relaciones emocionales intensas con mujeres", pero el número dado de estos sentimientos sexuales evidentes lo fue por menos de doscientas. Es un porcentaje mayor el que Alfred Kinsey encontró posteriormente, aunque la diferencia quizá sea o bien de clase o de definición. Davis permaneció siendo, sin embargo, una mujer bastante de su tiempo en muchos aspectos. No lo encontró "probablemente sorprendente" el encontrar que un gran número de sus sujetos se había "ocupado de diversas prácticas eróticas", aunque no se tomó la molestia de explicar lo que estos quizá sean.76 Habló, sin embargo, sobre la masturbación como una práctica erótica y no como un autoabuso. Un 64,8 por ciento de sus mujeres universitarias solteras admitieron masturbarse en algún momento, aunque sólo el 40,1 por ciento de sus muestra de casadas lo hizo.77
Entre la muestra de casadas de Davis, sólo 71 mujeres tuvieron relaciones sexuales antes del matrimonio. La gran mayoría de estas mujeres usaron alguna forma anticonceptiva después del matrimonio (730) y la mayoría de aquellas que no usaron ninguna aprobaron ellas mismas tal uso en principio. Un 9,3 por ciento de las mujeres casadas tuvieron al menos un aborto provocado y una tuvo ocho de tales abortos78. Davis también encontró que de las mujeres que ella clasificó como sumamente eróticas, un porcentaje mucho mayor había recibido instrucción sexual de lo que llamó fuentes responsables antes de que tuvieran catorce años de edad. Descubrió que las mujeres quienes deseaban relaciones sexuales con mayor frecuencia que se ocuparon de ello con sus maridos tuvieron mayor probabilidad de ser infelices de lo que fueron las esposas quienes tuvieron maridos quienes estuvieron de acuerdo sobre la frecuencia del sexo. La modalidad de mayor frecuencia fue de una vez o dos a la semana.79
Aunque no había hecho la clase de estudio que Exner había sugerido, Exner permaneció siendo amable con ella y alentó a Davis a promover la oficina incluso más metido en la clase de investigación sexual seria que estaba haciendo. Esperanzador para Exner fue Earl F. Zinn, un estudiante de posgrado joven de Psicología de la Universidad Clark, quien Exner había contratado en 1920 como coordinador de los cuestionarios sobre los proyectos de la investigación en la American Social Hygiene Association. Zinn, después de algún trabajo preliminar, hizo una serie de propuestas a Exner acerca de la investigación sexual, que Exner llevó a Davis en 1920. Después de que Davis hizo algunas modificaciones, ella y la oficina se persuadieron de que un estudio a gran escala de la sexualidad humana debería emprenderse. Consciente de las consecuencias posibles de tal estudio al movimiento de higiene social con el cual la oficina estaba asociado, Davis y otros sintieron más "respaldo científico" para tal estudio del que necesitaron. Por consiguiente, se sugirió a Rockefeller por medio de sus asesores que el estudio fuera conducido por una agencia independiente, específicamente el National Research Council (NRC).80
Establecido en 1916 por la National Academy of Science para coordinar el financiamiento de la investigación durante la Primera Guerra Mundial, el National Research Council siguió funcionando después de la guerra como un conducto para los fondos de la investigación y los proyectos. Desde que los Rockefellers patrocinaron los proyectos del NRC en otras áreas, pareció natural acudir al NRC para obtener la respetabilidad necesaria para la nueva clase de investigación sexual que Zinn y Davis ahora propusiseron. Lo que los dos abogaron era una investigación sistemática e integral en todos los aspectos de la sexualidad humana en sus manifestaciones individuales y sociales, la finalidad primordial que era para evaluar las conclusiones ahora mantenidas y aumentar nuestro cuerpo de datos científicamente derivados.
Incluida en la propuesta estarían los estudios de los aspectos fisiológicos y psicológicos de la continencia, la masturbación, las relaciones sexuales y las "aberraciones" y las investigaciones sobre la prostitución, la enfermedad venérea, la familia, el matrimonio, el divorcio, la planificación familiar y la educación sexual.81 Aunque Simon Flexner, uno de los asesores del padre de Rockefeller, se opuso originalmente a la propuesta, posteriormente, después quizás de alguna discusión con el más joven Rockefeller, pensó que el proyecto quizás merezca la pena de intentar. Antes de ir más lejos, Flexner sugirió que un grupo de científicos debería reunirse para una conferencia y luego la acción debería "basarse en la manera que el proyecto les parecía". Como resultado, en 1921, Rockefeller autorizó el empleo de Zinn para trabajar bajo la dirección de Davis en un esfuerzo para asegurar el apoyo del National Research Council para tal conferencia. Un presupuesto de diez mil dólares fue asignado por la oficina para los gastos y la conferencia propuesta por Zinn.82
Robert M. Yerkes, el oficial asalariado residente del National Research Council, apoyó la propuesta pero creía que muchos de los miembros del consejo no lo harían. Inicialmente, la propuesta le fue presentada a la recién formada División de Antropología y Psicología pero esa división rehusó tratar la investigación sexual, incluso si los fondos estuvieran disponibles. Dado que no había ninguna división de ciencia social, Yerkes luego atentó contra la División de Ciencias Médicas, donde también se encontró poca disponibilidad para no tener que hacer nada con sexo. Afortunadamente, hubo casualmente un cambio en la presidencia de la división, y la nueva presidencia fue capaz de superar las inquietudes del comité; una conferencia especial sobre investigación sexual se celebró bajo el patrocinio de la división el 28 de octubre de 1921.83
Los doce participantes invitados a la conferencia (incluidos Davis y Zinn) votaron a favor del establecimiento del Committee for Research in the Problems of Sex (CRPS) dentro de la División de Ciencias Médicas y publicó una declaración a ese efecto. Incluidos en el informe se percibieron los impedimentos para investigar dentro del sexo, incluyendo tanto la falta de datos como la reticencia y vergüenza asociada con tal investigación. El comité informó, no obstante, que estaba convencido de que a través del uso de los métodos empleados en Fisiología, Psicología, Antropología y los problemas de las ciencias relacionados con el comportamiento sexual, podría someterse al examen científico. El comité también enumeró varios temas posibles de investigación, incluido el sexo y las secreciones internas, los hábitos sexuales de pueblos primitivos, la raza y el sexo, las variaciones en el impulso sexual, las actitudes hacia el sexo, los efectos fisiológicos y psicológicos de la masturbación, la continencia, una mejor comprensión de las relaciones sexuales y las tasas de natalidad en una variedad de grupos diferentes.84

GILBERT V. HAMILTON

Un presupuesto inicial de cincuenta mil dólares fue propuesto,85 y con esta acción, cambió la naturaleza de la investigación sexual. Inevitablemente, los estadounidenses, con la disponibilidad del financiamiento de la investigación, aumentaron rápidamente la preeminencia en el campo. Una primera versión de la revisión por expertos de la investigación sexual, que estaba empezando a existir en otros campos, también se estableció en al menos algunos aspectos de la investigación sexual. Los resultados se tratarán en el próximo capítulo, pero no todo progresó necesariamente sin dificultades. Uno de los primeros estudios considerados por el consejo, fue uno que había sido solicitado por Yerkes, no aprobado para el financiamiento por el National Research Council mismo aunque el Comité para la Investigación sobre Problemas Sexuales lo había recomendado. Esto sirve para enfatizar nuevamente el estigma. Implicado en el rechazo estuvo Gilbert V. Hamilton, un médico quien había tomado entrenamiento especial en Psicología bajo Yerkes. Su investigación fue financiada últimamente por la Oficina de Higiene Social, la cual había contratado a Davis después de que fuera rechazado por el NRC.
Hamilton estudió a doscientas personas casadas -cien hombres y cien mujeres, incluidas cincuenta y cinco parejas casadas- la mayoría de quienes fueron o pacientes de psiquiatras de la ciudad de Nueva York u amigos de tales pacientes. Cada sujeto fue examinado privadamente en el consultorio de Hamilton y les ofrecieron preguntas sobre tarjetas mecanografiadas, 372 para las mujeres quienes habían estado embarazadas, 357 para aquellas que no habían estado embarazadas y 334 para todos los hombres. Aunque las preguntas fueron presentadas en forma mecanografiada, los sujetos fueron alentados a que discutieran a fondo sus respuestas en una conversación de concesiones mutuas; estas se apuntaron literalmente sin comentario. Las entrevistas variaron en longitud desde cerca de 2 horas a más de 30. Entre otros resultados, Hamilton informó sobre el acontecimiento del orgasmo múltiple en algunas mujeres.86
Los resultados de Hamilton, sin embargo, se juzgaron tan contenciosos por la Oficina de Higiene Social que rehusó que le identificaran de cualquier manera como manteniendo lo que él quiso publicar. Davis se había retirado de la oficina y de los CRPS por esa época, y el fracaso de Hamilton para ganar el permiso para enumerar su organismo de subvención da alguna indicación de la influencia que ella había ejercido. Hamilton tuvo que ponerse de acuerdo que ni declararía ni implicaría que había recibido apoyo financiero o moral de la oficina. La única cosa que le fue permitida fue referirse a un "grupo de hombres científicos" quienes habían actuado como asesores a su proyecto.87
Hamilton informó sobre una amplia gama de actividad sexual entre blancos, casados, hombres y mujeres universitarias, mucho más lejos de lo que fue generalmente supuesto en el momento. Curiosamente, sus resultados fueron más o menos ignorados por la comunidad científica, en parte debido a la proporción "indebida" (21 por ciento) de sus sujetos que solicitaron ayuda psiquiátrica antes de su participación en el estudio. Aunque el tamaño pequeño de la muestra también limitó su utilidad, los resultados se igualaron más o menos a los datos posteriores recogidos por Kinsey para urbanos, blancos, hombres y mujeres universitarias entre edades de treinta y treinta y cinco años.88 Los resultados difirieron algo de las conclusiones de Davis, aunque el cuestionario de Hamilton fue modelado sobre el de ella. Los sujetos de Hamilton parecen reflejar mucha más infelicidad matrimonial que los sujetos de Davis. Sus sujetos también demuestran mayor variedad sexual, pero esto quizá sea porque la entrevista permitió que se recogiera más información que la que Davis podría adquirir a través de un cuestionario enviado.

RESUMEN

Ellis, en el reconocimiento de la investigación sexual estadounidense en 1931, sostuvo que las investigaciones de Davis, Hamilton y Dickinson (no sabía acerca de Mosher) representaron el descubrimiento de la investigación en la que ellos trataron sobre una gran escala las actividades sexuales y "relaciones sexuales entre personas completamente normales, en una escala suficientemente grande y sistemática para ser tratados estadísticamente ."89 Agregó que él se había dado cuenta hace tiempo de que no había ninguna regla esricta de la normalidad y que en realidad había una amplia gama de variación, todo lo que legítimamente debería admitirse dentro de los límites de la normalidad. Fue esta amplia gama la que los investigadores estadounidenses encontraron. Fue precisamente sobre tales estudios que Kinsey y sus colaboradores se establecieron".
Aunque Dickinson calculó una vez que cada entrevista compilada por Hamilton costó un promedio de trescientos cincuenta dólares -mucho más de lo que él o Davis o, en realidad, Kinsey mismo gastó (las entrevistas de Kinsey costaron cerca de dos dólares cada una) -todos estos primeros estudios recalcaron que podría hacerse buena investigación sexual y que necesitaba y mereció apoyo. Aunque las entrevistas de Dickinson formaron parte de su carga de pacientes, él mismo recibió posteriormente considerable apoyo financiero, algo de las fuentes de Rockefeller, que le permitieron finalmente publicar sus estudios. Con estos estudios, el énfasis sobre la pureza y castidad -el cual había sido un factor importante en lo que pasó a la investigación sexual en los Estados Unidos- estaba reemplazándose mediante una representación más realista de lo que tuvo lugar. Es digno de comentar que Exner, el exemplar de estas ideas tradicionales, ayudó a introducir la nueva era, pero es incluso más importante señalar que fueron las mujeres tales como Mosher y Davis quienes trajeron el nuevo realismo a la investigación sexual estadounidense.



5
INVESTIGACIÓN
EN ENDOCRINOLOGÍA Y
ACTITUDES CAMBIANTES

Cualquiera que haya sido la intención original de Davis, Zinn y Rockefeller al recurrir al National Research Council para hacer frente a la seria investigación en la sexualidad humana, una vez que el establecimiento científico formal estuvo involucrado, la naturaleza de la investigación sexual cambió. Llegó a tener una base universitaria y el médico tradicional estuvo cada vez más reemplazado por el doctor preparado en la metodología de investigación. Como se demostró mediante la negativa del financiamiento para Hamilton por el National Research Council, la mayoría de los científicos no se sentían enteramente cómodos con la investigación sexual existente realizada en los seres humanos. Dado que aquellos en el NRC eran científicos de laboratorio, creyeron que la mejor ciencia era hecha en un laboratorio donde las condiciones podrían controlarse. Inevitablemente, el Committee for Research in the Problems of Sex (CRPS) se concentró en lo que quizá se llamen las áreas de temas "más seguros" (es decir, la clase de investigación que podría conducirse en un laboratorio), y consciente o inconscientemente ésto permitió al comité evitar las áreas de "problemas" reales (es decir, la sexualidad humana, que fue reseñada en el informe original del comité).
Sin embargo, el comité defendió periódicamente a escondidas las áreas del problema. Por ejemplo, le envió una invitación a Ellis para visitar los Estados Unidos con la esperanza de que podría consultarle. Ellis, sin embargo, se enfermó poco después de recibir la invitación y nunca llegó. Zinn fue enviado a Europa para inspeccionar la investigación que tenía lugar allí, y Davis coordinó sus instrucciones. Se sabe que consultó a psiquiatras como Freud, Eugen Bleuler y Paul Schilder, pero no está claro quién más, aunque hizo un informe a su vuelta .
1 El comité también consultó con diversos expertos estadounidenses sobre los posibles temas de interés para él. A Clark Wissler, conservador de Antropología en el American Museum of Natural History, se le pidió considerar la posibilidad de los estudios del sexo en las culturas primitivas; a Helen B. Wooley, directora del Bureau for Child Development at Teachers College, se le preguntó si el CRPS podría dar apoyo a alguno de los estudios de la oficina sobre los problemas sexuales en los niños; y Dickinson se reunió con el comité en 1925 para tratar la posibilidad de la investigación en los consultorios urológicos, ginecológicos y obstétricos. Poco resultó de cualquiera de estos contactos, y Dickinson con el tiempo fue financiado por otras fuentes, algunas de las cuales provinieron de otras alas de la Fundación Rockefeller. Hubo algún debate de una revista dedicada a la investigación sexual, pero esto también fue rechazado.
Estas exploraciones y dificultades iniciales recalcan aún más la ambivalencia que muchos tenían en la comunidad científica acerca de ser calificados investigadores sexuales, aunque su investigación quizás fue apoyada por un conjunto del comité establecido para tratar con los problemas sexuales. Sin embargo, la respuesta es más complicada que el simple temor de ser calificados. Muchos de aquellos interesados en ampliar la comprensión de la sexualidad humana argumentaron que para que los resultados fuesen significativos tenían que ser aceptados por sus contemporáneos en diversas áreas de la especialidad de la ciencia de la cual vinieron, algo que quizá no sucedería si eran categorizados como investigadores sexuales.2 Los científicos involucrados querían publicar sus propias revistas y ser juzgados por sus compañeros. Fue de sus colegas que recibieron sus nombramientos, promociones y reconocimientos académicos y no hubo ningún departamento de sexualidad humana. El problema fue que el estudio del sexo era una actividad interdisciplinaria e interprofesional, y aunque el CRPS quizá coordinaría las subvenciones, los investigadores avanzaban por cuenta propia. Sin embargo, el comité era consciente acerca de algunas de las áreas imprevistas que se temió existían, y aunque se trabajó bajo el auspicio de la división médica del National Research Council, relativamente pocas subvenciones se dieron a los médicos. Además, aquellos médicos que sí recibieron subvenciones fueron esencialmente los investigadores y no los facultativos, debilitando aún más su influencia en la investigación sexual. También significó que el comité no estaba particularmente motivado por un énfasis médico en el diagnóstico y tratamiento.
Una antigua red de investigadores sexuales (pocas mujeres se incluyeron) surgieron rápidamente y la mayor parte de la investigación para ser financiada fue probablemente de interés para los miembros del comité o sus amigos. Después de la jubilación de Davis del comité, la mayoría de los miembros del comité o recibieron subvenciones significativas propias o les dieron tales subvenciones a sus estudiantes o colegas. Incluso Hamilton estaba bien conectado en este sentido, ya que había estudiado con Yerkes. Al menos uno de los miembros del comité llegó a ser un servidor completamente y los funcionarios de la Fundación Rockefeller estaban muy incomodados por su apoyo especial.

FRANK R. LILLIE

A pesar de tales críticas, en lo que el CRPS se concentró, respondió bien. Fue también centrado. Se le pidió a los miembros del comité dar las sugerencias de los posibles proyectos, y dos de tales propuestas dominaron gran parte de los primeros esfuerzos del comité. Un programa clave fue aquel propuesto por Frank R. Lillie (1870-1947), uno de los miembros primordiales del CRPS, quien preparó un esquema en las áreas de investigación potencial en Biología. El otro fue preparado por K. S. Lashley, un miembro del departamento de Psicología en la Universidad de Minnesota. A petición de Yerkes, presidente del comité durante los veinticinco primeros años de su existencia, Lashley formuló un programa para la investigación en Neurología y Psicobiología sexual, áreas de interés para Yerkes mismo. Ambas propuestas recibieron apoyo financiero importante del comité, aunque fue el esquema de Lillie el que sirvió de guía principal.3
Lillie fue uno de los grandes empresarios de las primeras ciencias biológicas del siglo XX. Fue canadiense; recibió su doctorado de la Universidad de Chicago en 1894; regresó a Chicago en 1900, donde pasó el resto de su carrera; y fue importante en el desarrollo de varias áreas de la Biología. Anteriormemnte se había asociado con el desarrollo del Marine Biological Laboratory en Woods Hole, Massachusetts y desde 1910 fue director de este laboratorio así como del departamento de Biología en Chicago. Lillie se casó dentro de la adinerada familia Crane de Chicago, y a través de sus contactos familiares pudo recaudar los fondos para ayudarle a establecer muchos de sus programas de investigación. Fue bajo Lillie que el Woods Hole Oceanographic Institution se incorporó formalmente. Entre otras cosas, sirvió como presidente de la National Academy of Sciences y durante parte de ese tiempo fue también presidente del National Research Council.4
Lillie, sin embargo, fue más que un empresario, fue también un investigador importante en su propio derecho y amplió nuestro conocimiento de los factores que entraron en la determinación de los sexos. Cada nuevo descubrimiento acerca de la determinación de los sexos condujo a nuevas preguntas. En 1902, el investigador estadounidense Clarence E. McClung encontró que el cromosoma adicional, lo que ahora se llama el cromosoma X o Y, determinaba el sexo del feto.5 Pero las complicaciones surgieron con tal sencilla respuesta casi de inmediato. Una de tales contradicciones fue resuelta por Lillie en su estudio de los freemartins. Un freemartin es el gemelo femenino de un ternero macho que nace estéril, porque ha sido parcialmente masculinizado antes del nacimiento por las hormonas testiculares del macho, que son transferidas a la hembra mediante la fusión de las dos placentas. Todavía no habían sido aisladas las hormonas, pero Lillie concluyó que algunas secreciones internas producidas por los testículos fetales del macho entraron en circulación embrional de la hembra e inhibieron el desarrollo de las gónadas en los ovarios, estimularon el desarrollo de los conductos mesonéfricos y túbulos en los pasajes de esperma de tipo masculino e inhibieron el desarrollo de los conductos de Müller en los componentes del sistema reproductivo femenino.6 Para expresarlo brevemente, Lillie demostró que los acontecimientos en el útero podrían efectuar el desarrollo de los órganos sexuales visibles de los individuos. Fue la investigación de estas secreciones internas que ocupó gran parte de la inquietud del CRPS.
Según esta redacción, hay un debate en los círculos científicos sobre la creciente inclinación de los organismos de donación del gobierno para dar prioridad a las áreas de la investigación en vez de depender de la investigación iniciada por el investigador.7 Tal asignación de prioridades se ha convertido en la norma en muchos de los organismos relacionados con la salud, como los Institutos Nacionales de Salud y el Instituto Nacional de Salud Mental, y está convirtiéndose así en la Fundación de Ciencia Nacional, que está siendo instada a hacer más investigación aplicada apuntada a mejorar la vida y las normas en los Estados Unidos. Aunque hay controversias por ambos lados, porque tantos avances potenciales en la ciencia parecen haber sido resultado de los descubrimientos fortuitos al tratar de responder las preguntas básicas en lugar de un intento deliberado de tratar cualquier problema técnico o social denominado, la experiencia del CRPS es quizás el primer ejemplo principal a largo plazo de los resultados de investigación dirigida. Sophie Aberle y George Corner, en sus comentarios sobre los esfuerzos de investigación del CRPS en sexo y reproducción, reclamaron que se supo más del sexo y la reproducción en los mamíferos en los primeros veinticinco años del CRPS que en cualquier otro cuarto de siglo similar en la historia.8 Esto, sin embargo, está atribuyendo demasiado al CRPS, porque aunque casi todo investigador estadounidense en el campo fue patrocinado por el CRPS, hubo también avances principales en Europa, sencillamente recalcando que este periodo fue en tiempo uno de los más maduros al contribuir los agregados principales a tal conocimiento. La historia general de estos acontecimientos ha sido esbozada por otros,9 pero es importante resumir los avances aquí. Aunque es difícil separar estos resultados en categorías, los descubrimientos principales trataron todo de lo que se supusó del ciclo, la Bioquímica y la reproducción femenina. El resultado de esta investigación no sólo condujo a una comprensión más completa del ciclo menstrual y de la fecundidad sino finalmente nos llevó a entender lo que sucedió en la pubertad. Uno de los resultados más prácticos fue el desarrollo de los anticonceptivos orales, un desarrollo al que se hará referencia en un capítulo posterior.

ENDOCRINOLOGÍA

Tanto Ellis como Hirschfeld creían que lo que llegó a llamarse Endocrinología daría las respuestas a sus preguntas. Algunos aspectos de la Endocrinología, sin embargo, como los efectos de la castración en los animales, eran conocidos desde hace tiempo por la ciencia. Aristóteles, por ejemplo, describió la castración de las aves, los jabalíes, los ciervos y el ganado bovino y dio direcciones precisas para la extracción de los ovarios de las cerdas. También describió el efecto de la castración en el hombre.10
El primer informe moderno de los efectos de la castración se publicó en 1849 por el zoólogo alemán A. A. Berthold (1803-61). Había realizado experimentos en cuatro gallos jóvenes. En dos de ellos, extrajo completamente los testículos, después de extraer los testículos en las otras dos aves, hizo una incisión de una pulgada de largo en el abdomen de cada uno e insertó un testículo. Observó que los gallos castrados mostraron todas las características típicas del capón, comportándose más como gallinas que como gallos y teniendo pequeñas crestas, zarzos y cabezas. Los gallos con los testículos trasplantados, sin embargo, se comportaron como otros gallos. Cuando mató las aves, Berthold encontró que los testículos que él había insertado se habían unido al intestino, donde habían adquirido un buen suministro de sangre y estaban en buen estado. Concluyó, que debe haber alguna sustancia dentro de los testículos, diferente del esperma, que afecta al temperamento del pollo macho y que influencia el desarrollo de las características sexuales secundarias. También teorizó que esta sustancia se llevó a través del cuerpo por el torrente sanguíneo, porque los vasos sanguíneos eran los únicos canales que conectaban los testículos trasplantados al resto del cuerpo.11
Lo que era válido para las gónadas masculinas lo fue también para las femeninas. En 1896, el ginecólogo vienés Emil Knauer (1867-1935) probó la existencia de las secreciones sexuales internas femeninas al trasplantar los ovarios de animales plenamente maduros en hembras animales inmaduras que mostraron rápidamente las características sexuales maduras.12 Estos resultados fueron más o menos ignorados hasta 1910, cuando Artur Biedl (1869-1933) publicó el primer estudio integral sobre las glándulas y sus secreciones.13
Algunas ideas de la posibilidad de las reacciones bioquímicas en el cuerpo se habían comprendido mucho antes por los investigadores particularmente no interesados en la sexualidad. Un pionero en esto fue Thomas Addison (1793-1896), quien tuvo a un paciente que, por alguna razón, se volvió cada vez más demacrado hasta que finalmente murió. Addison pronto notó a otros pacientes que sufrían los mismos síntomas. Hizo una autopsia en el segundo paciente y encontró que cada órgano estaba al parecer normal salvo las glándulas suprarrenales, que residen encima de los riñones. Estas se habían debilitado y contraído en diminutos nódulos fibrosos. Antes de publicar sus resultados, Addison recolectó las evidencias durante un periodo de cinco años en once de tales pacientes y concluyó que las suprarrenales ayudaban a mantener la función normal del corazón, los órganos digestivos, la sangre y la piel.14 Addison, sin embargo, no sabía cómo las suprarrenales ejercían su extraordinario poder y vaciló en adivinar.
Alrededor de la misma época en que Addison estaba escribiendo, el científico francés Claude Bernard (1813-78) se dio cuenta de que el hígado secretaba una sustancia que forma azúcar, que llamó una "secreción interna". Posteriormente, aisló la secreción, la cual nombró glucógeno y prosiguió para mostrar que tanto el tiroides y las suprarrenales similarmente produjeron secreciones internas.15
Hasta este punto, el cuidado científico había prevalecido al descifrar los secretos de las secreciones internas. Modificador de este rol preventivo fue el sucesor de Bernard en Medicina experimental en la Sorbonne, Charlestdouard Brown-Séquard (1817-94). Precipitadamente sacó por conclusión que las glándulas sexuales masculinas secretaron alguna sustancia que controlaba no sólo el vigor sexual sino muchas otras funciones corporales. Esta es una suposición válida, pero ansioso acerca de su propio poder sexual en disminución, razonó entonces que todo lo que tenía que hacer era extraer esta potente secreción de los testículos de los animales, inyectársela él mismo y de ese modo renovar su vigor sexual.16 Procedió a hacer ésto, y aunque informó sobre bastante beneficio, su promoción de la causa de este método evocó el escepticismo y la crítica, ya que otros que lo intentaron no presentaron los mismos resultados. Lamentablemente, los experimentos de Brown-Séquard llevaron a algunos de los científicos más "respetables" a evitar el estudio de las secreciones internas, debido a su asociación con el rejuvenecimiento sexual, un tema que sintieron que quizá deterioraría su integridad académica.
Brown-Séquard, sin embargo, estaba en buen camino, y en 1891, George Redmayne Murray (1865-1939) demostró que era posible curar el mixedema (una enfermedad atribuída al hipotiroidismo) mediante las inyecciones de un extracto de glicerina del tiroides de ovejas, aunque no estaba claro lo que estaba contenido en el extracto.17 No fue hasta 1902, sin embargo, que la ciencia de la Endocrinología avanzó desde la especulación a la realidad. En ese año, William Maddock Bayliss (1860-1924) y Ernest Henry Starling (1866-1927) demostraron la existencia de una sustancia que llamaron secretina en las secreciones duodenales del páncreas. Demostraron que la secretina activaba el páncreas para secretar el jugo pancreático.18 Con el descubrimiento del glucógeno y la secretina, fácilmente fue evidente que las secreciones internas eran sumamente importantes al regular las funciones corporales.
Aunque otros siguieron trabajando en las secreciones internas, fue el ejemplo de Brown-Séquard el que atrapó la imaginación del público. Sumada a la imaginación del público estuvieron los experimentos de Eugen Steinach (1861-1944), quien por 1912 había masculinizado experimentalmente la conducta de apareamiento de los conejillos de Indias hembras y feminizado la conducta de apareamiento de los machos al castrarlos al nacer y trasplantando el tejido gonadal heterotípico en ellos.19 Al hacer esto, demostró, por primera vez, el control hormonal prenatal del resultado conductual adulto de la bipotencialidad hombre-mujer que existe en todos nosotros. Steinach, como Brown-Séquard, procuró de inmediato aplicar sus resultados a los seres humanos. Él llegó a creer que al ligar los conductos deferentes (un método ahora usado para efectuar la esterilización masculina) podría dar lugar al rejuvenecimiento sexual. El motivo para este rejuvenecimiento, se argumentó, fue porque las secreciones asociadas con la eyaculación fluirían luego en el cuerpo.20 En realidad, según aprendimos posteriormente, no sucede esto, ya que en vez de fluir se secreta en la orina. Como Brown-Séquard, informó inicialmente sobre el éxito en sus operaciones, un éxito aparentemente debido a un efecto placebo. Su método pronto fue desacreditado.

CHARLATANISMO Y ENDOCRINOLOGÍA

En los Estados Unidos, sin embargo, a pesar de los fracasos de Brown-Séquard y Steinach, una industria menor surgió de la promesa por restaurar la potencia del hombre anciano. Por ejemplo, la Packers Product Co., representada por Fred A. Leach fuera de Chicago, vendió algo llamado "Orchis Extract", atribuyó estar hecho de un extracto de los testículos de morueco. Las autoridades postales de los Estados Unidos dejaron a Leach fuera del negocio por uso fraudulento de los centros comerciales, en parte debido a la publicidad falsa, porque significó que obtuvo su producto de la Armour & Co., una de las principales empresas de envasar carne estadounidense y Armour no deseaba ninguna asociación con él. Regresó rápidamente al mercado bajo un nuevo nombre para el mismo producto, esta vez el Organo Product Co., sin ninguna referencia a Armour. Los funcionarios postales, no obstante, lo acusaron de fraude en 1919, y sus negativas por entregar el correo a él nuevamente lo pusieron fuera del negocio.21 Incluso Magnus Hirschfeld llegó a involucrarse en esto con un brebaje denominado Titus Perlen para animar la estimulación sexual, una acción que fue usada por sus críticos para desacreditarlo.
Quizás el máximo vendedor de los nuevos productos de potencia para los hombres fue John J. Brinkley (1885-1942), popularmente conocido como "Goat Gland" Brinkley, quien prometió restaurar la virilidad al hombre debilitado al implantar los testículos del macho cabrío y refortalecer a las mujeres al tratarlas con la jalea real de la miel de la abeja. Brinkley llevó las noticias de sus operaciones y elixires a la radio recién creada y poseyó su propia emisora de radio en Kansas mediante la cual cubrió gran parte del medio oeste. Cuando el gobierno revocó su licencia médica y se movió para cerrar su estación, se candidateó para gobernador de Kansas en 1932 como un candidato del tercer partido. Obtuvo 244.607 votos, quedando tercero detrás del ganador, Alfred M. Landon (quien recibió 278.581 votos), quien se presentó a candidato para presidente en 1936 contra Franklin D. Roosevelt. Brinkley se mudó entonces a México y fundó otra emisora de radio, de la cual por un tiempo se dijo haber alcanzado un tercio de los oyentes de radio en los Estados Unidos y desde la cual lanzó sus remedios secretos y su operación de la glándula caprina. También vendió el anuncio de propaganda en su estación a otros vendedores ambulantes de salud. Con el tiempo, las autoridades mexicanas cerraron la estación porque él no se registró adecuadamente en ese país.22
Indudablemente, las propuestas engañosas de Steinach y Brown-Séquard, incluso de Hirschfeld, hicieron a los investigadores en Endocrinología cautelosos en sus propuestas, y los ejemplos de Brinkley y Leach trabajaron como factores en la renuencia de muchos de los investigadores sexuales de los años veinte y treinta para tener cualquier identificación con ellos. No obstante, hubo avances al comprender la importancia de las secreciones internas humanas. Uno de los avances principales, hechos en la Universidad de Toronto, fue el descubrimiento por Frederick G. Banting en 1921 (1891-1941), Charles H. Best (1899-1978), y John J. R. Macleod (1876-1935) de una forma de extraer la insulina de los islotes de Langerhans en el páncreas. Este descubrimiento proporcionó un tratamiento de salvamento para los diabéticos.23 Fue en tal entorno, uno de los grandes potenciales y no obstante uno que, en lo que al sexo se refirió, pudo conducir fácilmente a propuestas exageradas, que el Committee for Research in the Problems of Sex decidió dar apoyo principal al campo en desarrollo de las secreciones internas.

HORMONAS FEMENINAS

No fue en el estudio de los hombres sino en el de las mujeres que ocurrieron los primeros avances significativos. Por 1920, después de varios comienzos y suposiciones falsas, una teoría de la menstruación estaba empezando a desarrollarse. Los elementos esenciales fueron que la menstruación ocurría porque el recubrimiento del útero, después de estar preparado para la implantación del óvulo, se degeneraría si no ocurría la fertilización del huevo. Esta teoría requería que la ovulación y la formación del cuerpo lúteo precedan el cambio premenstrual. Todavía había muchas preguntas sin respuesta, y los años 20 vieron a un gran número de investigadores analizar los problemas que condujeron no sólo a la mejor comprensión del ciclo sino al aislamiento de las hormonas femeninas. Uno de los primeros investigadores que fue apoyado por el CRPS fue Edgar Allen (1892-1943) de la Universidad de Washington en St. Louis (más tarde se trasladó a la Universidad de Missouri y finalmente a la Universidad de Yale). En 1923, Allen y su colega Edward A. Doisy (1893-96), quien posteriormente ganó un premio Nobel, inyectaron un extracto ovárico algo crudo en ratas hembras poco desarrolladas y descubrieron que en un plazo de 48 horas las ratas entraron en estrus (celo) igual que si poseyeran ovarios plenamente desarrollados.24
Habían sido ayudados en su estudio por el descubrimiento anterior de Charles R. Stockard (1879-1939) y George N. Papanicolaou (1883-1962) que en algunos roedores de laboratorio (conejillo de Indias, rata y ratón) el ciclo de la función ovárica pudo seguirse y la ovulación pudo ser detectada al tomar los frotis vaginales.25 (Papanicolaou posteriormente desarrolló la prueba del frotis vaginal de Papanicolaou para el cáncer cervicouterino.) El uso del frotis vaginal permitió probar exactamente lo que estaba sucediendo en el aparato reproductor femenino sin matar u operar en los animales de laboratorio. Allen y Doisy trataron de desarrollar extractos estimulantes más concentrados de estrus activos de los ovarios pero fueron inicialmente incapaces de hacerlo.
Su problema fue resuelto fortuitamente por Selmar Ascheim (1878-1965) y Bernhard Zondek (1891-1966), quienes en su búsqueda por la simple prueba del embarazo encontraron que si inyectaban la orina de una paciente en un ratón o rata de laboratorio poco desarrollado, podrían conseguir una respuesta exacta, sí o no, acerca del embarazo de la paciente. Si la paciente no estaba embarazada, el animal de la prueba no mostró ninguna reacción; si la paciente estaba embarazada, el animal mostró una reacción estrual, a pesar de su inmadurez.26 Esto llegó a llamarse la prueba de Ascheim - Zondek para el diagnóstico del embarazo. También implicó que con la aparición del embarazo había tal aumento de la producción de hormonas por los ovarios que considerables cantidades de sustancias estrogénicas se excretaban.
Cuando Allen y Doisy oyeron acerca de la prueba, comprendieron que había una fuente de hormonas rica y fácilmente manejable en la orina de las cuales podrían desarrollar un extracto potente. En un sentido, la raza científica para el aislamiento de una hormona femenina estuvo activa, como los científicos en otros países -en particular en Francia, los Países Bajos y Alemania- también. Allen y la investigación de Doisy fueron patrocinadas por el comité, mientras el de su rival principal, Adolf Butenandt (nacido en 1903) de la Universidad de Göttingen fue patrocinada por una firma farmacéutica alemana. En 1929, ambos equipos anunciaron el aislamiento de una hormona pura de cristal de sexo femenino, la estrona, en 1929, aunque Doisy y Allen lo hicieron dos meses antes que Butenandt.27 Por 1931, la estrona estaba siendo producida comercialmente por Parke Davis en este país; y Schering-Kahlbaum en Alemania.
Cabe destacar que, cuando Butenandt (quien compartió el premio Nobel de Química en 1939) aisló la estrona y analizó su estructura, encontró que era un esteroide, la primera hormona a clasificarse en esta familia molecular. Esteroides, del griego steros (que significa "sólido"), son miembros de la familia del alcohol pero son diferentes de los alcoholes comunes en el sentido de que están sujetos a la solidificación cristalina. Todos los esteroides tienen algo en común: un grupo de diecisiete átomos de carbono organizados en cuatro anillos.

AISLAMIENTO DE LAS HORMONAS

Este descubrimiento fue importante, porque los químicos ya habían aprendido a manipular y alterar las moléculas del esteroide, habiendo así una buena posibilidad de que las sustancias pudieran ser duplicadas por síntesis química. También recalcó la posibilidad de que ya que la estrona era un esteroide, las secreciones de los testículos podían serlo también. El resultado fue un rápido arrebato al aislar diversas secreciones internas, ahora llamadas en general hormonas. En 1930, Guy E Marrian (1904-81) de Londres aisló otra sustancia de la orina de mujeres embarazadas llamada estriol, que difirió sólo levemente de la estrona pero fue más leve en su actividad. Las dos sustancias son los metabolitos excretados del estradiol, la hormona activa producida en los ovarios. Las sustancias estrogénicas resultaron ser las responsables del desarrollo de las características sexuales secundarias y de los cambios cíclicos en el epitelio vaginal y el endotelio del útero.
Los estrógenos, sin embargo, no son las únicas hormonas del sexo femenino. Ya en 1903, Ludwig Fraenkel de Breslau había descubierto que una vez que los ovarios liberaron un huevo, una sustancia amarilla se formaba dentro de la bolsa del huevo roto. También había encontrado que si extraía este cuerpo amarillo (cuerpo lúteo) de un conejo hembra poco después de que se apareó con un conejo macho los embriones no se desarrollarían. Los investigadores estadounidenses, George W Corner y luego su asistente estudiante, Willard M. Allen, en la Universidad de Rochester, fueron patrocinados por el comité y exitosos al producir un extracto del cuerpo lúteo en 1930. Corner posteriormente lo describió como unas "pocas cucharadas de un material semilíquido espeso grasiento que se parecía a un grado deficiente de aceite de cilindro".28 Dado que favoreció el proceso de gestación, esta segunda hormona femenina se llamó progesterona, y por 1934, varios científicos que trabajaron independientemente aislaron la hormona pura.
Fred C. Koch en la Universidad de Chicago fue otro científico apoyado por el comité. Koch había comenzado con el desgaste de los testículos de toros y preparando extractos de ellos, que inyectó en los pollos de capones para ver cómo influyeron en el crecimiento de las crestas. Sus resultados iniciales no fueron muy buenos. En 1929, se unió con T E Gallagher, otro científico apoyado por el comité y desarrollaron un proceso de extracción con muchas etapas que produjo una mezcla más activa que cualquiera que Koch había visto anteriormente. Precisamente 0,01 mg de la sustancia nueva produjo una cresta roja saludable en cinco días.29
Nuevamente hubo un esfuerzo concentrado por aislar la sustancia, y Butenandt procuró aislar unos pocos granos de la hormona cristalina en 1931 pero de la orina en lugar de los testículos. Dado que estimuló el crecimiento de las crestas y por ser un esteroide, le acuñó un nombre griego: la androsterona.30 Aunque la sustancia era biológicamente activa, se descubrió no ser la hormona masculina en sí pero una forma metabólicamente cambiada o degradada. No fue hasta 1935 que un equipo holandés, al mejorar y modificar el método de Koch de extraer una sustancia de los testículos aplastados de toros, tuvo éxito al extraer la verdadera hormona masculina, que se llamó testosterona.31 Al cabo de un año, el químico yugoslavo Leopold Ruzicka, trabajando en Suiza, logró hacer un duplicado sintético de la testosterona natural.
La disponibilidad de las hormonas inyectadas les dejó a un gran número de investigadores llevar a cabo los estudios extensos con hormonas sexuales en todas las especies de animales desde los peces a través de los anfibios hasta las aves y los mamíferos. El resultado fue demostrar la idea propuesta primero por Lillie de que la diferenciación de los órganos de los dos sexos en el útero era determinada por las hormonas. ¿No hubo luego una segunda aparición hormonal que estaba involucrada con los desarrollos en la pubertad y que transformaba a las niñas en mujeres y a los niños en hombres? Nuevamente, uno de los investigadores patrocinados por el comité, Herbert M. Evans, descubrió que cuando inyectó a las ratas hembras con líquidos de la parte anterior de las glándulas femeninas, produjeron cantidades anormalmente grandes del cuerpo lúteo.32 La sustancia se llamó gonadotropina porque estimuló los ovarios y los testículos. Finalmente, una de estas sustancias se identificó como la hormona estimulante del folículo (FSH), porque al principio se pensó en la causa sólo de la secreción del estrógeno por los ovarios. Esto a su vez condujo a la maduración de una célula del huevo en su folículo.33 Posteriormente se encontró que la FSH estimulaba el desarrollo de los ovarios y la producción de las células de esperma.
Una segunda gonadotropina fue también encontrada por el mismo equipo: la hormona intersticial que estimula las células (ICS), 34 denominada así porque estimuló la secreción de la testosterona por las células intersticiales de los testículos, que a su vez condujeron al crecimiento del pene y la próstata y al desarrollo de las características sexuales secundarias. Posteriormente, el nombre se cambió a la hormona luteinizante (LH), porque en las hembras desencadenó la formación del cuerpo lúteo y produjo la ovulación.
Ambas gonadotropinas necesitan estar presentes para realizar sus efectos sobre los órganos sexuales. Esto es porque hay una acción de reacción que regula la producción pituitaria de estas hormonas (hormonas que también se producen en la glándula pituitaria). Esta producción depende del nivel de la testosterona, del estrógeno o la progesterona en la sangre, y la glándula pituitaria acelera o reduce la producción conforme a la FSH o la LH.

CICLO MENSTRUAL

El resultado de tales descubrimientos fue una comprensión mucho mejor de la fisiología completa de la reproducción, incluyendo el funcionamiento del ciclo menstrual, el periodo de la fecundidad femenina y la naturaleza de la concepción.35 Uno de los avances claves fue por G. W Bartelemez y J. E. Markee, quienes explicaron la función de los vasos sanguíneos en el útero durante la menstruación. Los dos investigadores encontraron que el endometrio es alimentado por las arterias que aparecen en él desde el músculo subyacente. Estas arterias tienen dos clases de divisiones. Una clase es única: tales arterias se enrollan en espirales y abren su camino bastante tortuosamente hacia la superficie, donde se dividen en capilares, que proveen un tercio del interior del endometrio. La otra clase es la arteria estándar: recorren un curso bastante recto y corto directamente para proveer dos tercios del endometrio basal.36 A medida que el endometrio se espesa, aparecen espirales adicionales en las arterias enroscadas, y esto conduce a un retraso de la circulación de la sangre a través de ellas y sus divisiones. Por lo tanto, la causa inmediata de la menstruación se conjeturó ser el efecto lesivo de la falta de suministro de sangre al endometrio efectuado mediante la compresión mecánica de las arterias. 37 Esta conjetura de las causas mecánicas de la isquemia se descartó cuando se descubrió que el proceso entero se mediaba hormonalmente.
El ciclo menstrual puede estar dividido en fases. Algunos investigadores han usado las siguientes cinco fases: (1) folicular, (2) ovulación, (3) lútea, (4) premenstrual y (5) la menstruación o el embarazo. Otros han usado cuatro fases: (1) proliferativa (o folicular), (2) ovulatoria, (3) progestacional (lútea) y (4) menstrual. Los que escriben para el público general tienden a usar cinco, porque parece ser más descriptivo de lo que las mujeres viven y algunas mujeres son muy conscientes de su acercamiento a la menstruación o la fase premenstrual. La fase premenstrual no se usa generalmente en la redacción científica, quizás porque gran parte de la investigación sobre el ciclo menstrual se realizó en primates no humanos, particularmente en monos rhesus, que no podían comunicarse con los investigadores. Corner encontró que la progesterona y el estrógeno tenían propiedades de supresión menstrual y la cesación de progesterona producía la hemorragia. Teorizó que en el ciclo normal el útero no sangraría durante la primera mitad del ciclo (la fase folicular), porque los ovarios están proveyendo estrógeno; no sangraría durante la segunda mitad del ciclo (la fase lútea), porque el cuerpo lúteo está proveyendo progesterona. La demostración de esta hipótesis es esencialmente lo que posibilitó el anticonceptivo oral.
Durante la fase folicular, que dura de seis a catorce días, varios folículos (de los cuales la fase obtiene su nombre) empiezan a desarrollarse y maduran dentro de un ovario. Este proceso es mediado por un decapéptido del hipotálamo que originalmente se llamó hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) pero es ahora generalmente llamada hormona liberadora de las hormonas luteinizantes (LH-RH) u hormona liberadora del factor luteinizante (LH-RF). La liberación de la LH-RH es en respuesta a bajos niveles de estrógeno en el torrente sanguíneo. La LH-RF estimula a su vez la hipófisis al secretar la FSH38 y LH. La FSH estimula el folículo para producir y secretar estrógeno en el torrente sanguíneo (la fase folicular). Así como el nivel de estrógeno en el torrente sanguíneo sube, señala a la hipófisis detener la liberación de la FSH. Esto conduce entonces a la ovulación que incluye la ruptura de un folículo maduro del ovario. Cuando el huevo se libera del folículo, empieza su viaje a la trompa de Falopio, donde puede o no ser fertilizado por un espermatozoide. Algunas mujeres pueden sentir la ruptura del huevo (middleschmerz), pero no la mayoría. El resultado es la fase lútea, ya que el folículo vacío, ahora denominado el cuerpo lúteo (cuerpo amarillo), secreta la progesterona.39 La progesterona conduce a un aumento del crecimiento del endometrio (recubrimiento uterino) en preparación para el huevo en el caso de que sea fertilizado (fase premenstrual). Después de cuatro a seis días, el cuerpo lúteo empieza a desintegrarse, conduciendo a una disminución en los niveles de progesterona y de estrógeno y, finalmente, a la menstruación, la desintegración y la descarga del recubrimiento uterino.
También hay variaciones en la temperatura del cuerpo basal durante el ciclo, ascendiendo la temperatura levemente durante la parte posterior del ciclo menstrual. La temperatura empieza a subir uno a dos días después de la ovulación en respuesta al aumento de los niveles de progesterona, y es en esta fluctuación en la temperatura corporal que algunos individuos solían trazar su ciclo de fecundidad.40 Otros cambios tienen lugar en la mucosa cervical, que también se han usado para planear los períodos seguros para las relaciones sexuales.41
A medida que los niveles de estrógeno descienden, el ciclo comienza nuevamente. Sin embargo, si tiene lugar el embarazo, la placenta empieza a producir gonadotropina coriónica humana (hCG) aumentando rápidamente los niveles durante las seis primeras semanas; esta hormona retarda la aparición de la menstruación y la reemplaza la LH.42 La placenta también produce estrógeno y parece ser la fuente principal de estrógeno durante el embarazo. La progesterona está también presente en la placenta. La capacidad para detectar hCG fue la explicación para el éxito de las primeras pruebas de embarazo. Esencialmente, la clave para el ciclo fue el descubrimiento de Corner de que la menstruación no se produjo por la acción positiva del cuerpo lúteo sino por su decadencia. La prueba de esto fue una clave para la comprensión del ciclo de la mujer, aunque nuestras ideas en esto continúan siendo mejoradas.43 Aunque no todos los investigadores involucrados en tales estudios fueron apoyados por el CRPS, la mayoría de ellos lo fueron, y permitió a la ciencia estadounidense adentrarse en una función más o menos dominante en la investigación sexual. Este movimiento fue ayudado indudablemente por el levantamiento de los nazis y la destrucción de la empresa científica alemana, pero el efecto total de estos descubrimientos dependió de la producción eficaz y de bajo costo de las hormonas, algo que no fue de inmediato posible.

GREGORY PINCUS

En general, la investigación permaneció poco polémica, pero ocasionalmente recibió la clase de notoriedad que el comité trataba de evitar. Uno de los investigadores que recibió tal notoriedad fue Gregory Pincus. Pincus recogió de otro científico apoyado por Rockefeller, Jacques Loeb (1859-1924), donde éste lo había dejado. Loeb, quien emigró de Alemania en 1891, enseñó en la Universidad de Chicago y la Universidad de California; y desde 1910, se afilió con el Rockefeller Institute en la ciudad de Nueva York. En gran parte porque Sinclair Lewis usó a Loeb como el modelo para el científico altruista en su novela Arrowsmith (1925),44 Loeb muerto se convirtió en el símbolo del científico como un buscador solitario de la verdad, inmune a las tentaciones del "dios perro del éxito". Anteriormente Loeb fue también elogiado por Thorstein Veblen y H. L. Mencken por su voluntad de estar en contra de prevalecer a las ortodoxias estadounidenses, ya que no sólo fue un mecánico en la ciencia sino un socialista en la política.45
Como un mecánico en la ciencia, Loeb procuró considerar a los seres vivientes como "máquinas químicas" cuyo comportamiento podría ser explicado por las leyes de la ciencia física. Para probar su hipótesis acerca de las máquinas químicas, sumergió huevos fertilizados de erizos de mar en agua salada con una presión osmótica que se había levantado, mediante el agregado del cloruro de sodio, encima del agua de mar. Cuando se reemplazó el agua de mar, experimentaron la segmentación multicelular. Posteriormente, sometió los huevos no fertilizados al mismo proceso y por 1899 había tenido éxito en la crianza de larvas mediante esta técnica, el primer triunfo notable al lograr patogénesis artificial.46 La posibilidad de los seres vivientes como máquinas químicas desafió las suposiciones tradicionales de la ciencia y en palabras de Donald Fleming fue un "asalto sobre el punto crucial del misticismo biológico, el proceso de fertilización donde tantos teólogos ingeniosos a través de las épocas habían visto su oportunidad deslizarse en un alma mientras nadie estaba mirando".47
Valiéndose de esto fue un joven asistente de profesor en Harvard, Pincus, quien estaba estableciéndose él mismo como una autoridad en la fisiología sexual mamífera y estaba especializándose en el delicado trabajo con huevos de conejos. Su investigación fue apoyada por el CRPS. Pincus recibió publicidad nacional en 1934 cuando anunció que había logrado la fertilización en vitro de los huevos de conejos (o sea, dentro de un tubo de ensayo). Lamentablemente, en consecuencia, el New York Times lo retrató como un personaje siniestro al incubar a seres humanos en botellas, similar a lo del profesor Bokanovsky, creado por Aldous Huxley en la novela Brave New World (1932), que fue luego ampliamente leída.48
Por 1936, Pincus había mostrado que los óvulos de conejos podrían ser artificialmente activados mediante varias técnicas, incluyendo la exposición a soluciones saladas y a los cambios en la temperatura. Había también trasplantado con éxito muchos óvulos en desarrollo en conejos hembras y mostrado que los óvulos habían crecido en los embriones antes de que el anfitrión se hubiese sacrificado para comprobar el progreso del experimento.49 Sus "concepciones immaculadas", como fueron llamadas, fueron una buena copia para los periodistas aunque muchos de ellos eran adversos a lo que él estaba haciendo. La revista Collier's, luego una de las revistas más ampliamente vendidas en los Estados Unidos, publicó un artículo titulado "No Father to Guide Them", que fue tanto antifeminista como antisemita (Pincus era judío) y sostenía que los biólogos estaban jugando con la naturaleza. El artículo concluyó que Pincus estaba amenazando al hombre estadounidense, cuya virilidad, ya puesta en duda por la gran depresión y la tasa de natalidad decreciente, ahora estaba amenazada por un destino peor que la simple castración, es decir, la mera razón por su existencia.50
Poco después de ésto, a Pincus le fue denegada su ocupación en Harvard, una acción que sirvió de advertencia adicional a aquellos ocupados en la investigación relacionada con el sexo para mantener un perfil bajo. Harvard sí le dio una subvención para la investigación que le permitió ir a la Universidad de Cambridge en Inglaterra durante un año. Pero a su vuelta, no pudo conseguir una posición académica. Hudson Hoagland en la Clark University (en Worcester, Massachusetts) llegó a su rescate al ofrecerle un nombramiento de cortesía como un profesor visitante de Zoología, pero tal posición no tenía ningún sueldo y carecía de los privilegios del profesorado. Con apoyo financiero de Nathaniel, Lord Rothschild, Pincus pudo mudarse a Worcester, y alguna de sus investigaciones fue apoyada eventualmente por el CRPS, aunque no hasta 1940. Su traslado a Massachusetts, sin embargo, no lo aisló de la atención de los medios de comunicación, y periódicamente, dieron nueva publicidad al nacimiento de los conejos partenogenéticos.51
Pincus, incapaz todavía de conseguir un nombramiento académico regular en Clark o en otro sitio, Hoagland se unió a él en 1944 para establecer la Foundation Worcester for Experimental Biology, una empresa sin fines lucrativos apoyada por filántropos locales y diversas fundaciones y organismos, incluido el CRPS. Pincus pasó a realizar la investigación acerca de los esteroides. Gran parte del dinero provino con el tiempo de la empresa farmacéutica G. D. Searle, ya que Pincus y sus colegas estaban interesados en desarrollar un proceso para la producción comercial de la cortisona, una secreción de la corteza suprarrenal.52 Para entonces, sin embargo, Pincus ya no fue apoyado por el CRPS.
En función de la aplicación práctica a las prácticas sexuales, quizás el resultado más significativo de los nuevos descubrimientos endócrinos fue el desarrollo de anticonceptivos más eficaces. En los años veinte, Davis demostró que la anticoncepción fue conocida y practicada ampliamente por la mayoría de las mujeres casadas que ella estudió. El problema no era una falta de anticonceptivos sino la difusión eficaz de la información acerca de ellos y hacerlos asequibles a la persona media. Los médicos mismos fueron a menudo renuentes a tratar con anticonceptivos. Cuando Sanger le pidió originalmente a Dickinson que diera su apoyo público a su primera campaña sobre la anticoncepción, la rechazó. Creía que su carrera como médico estaba primero, y que su asociación con Sanger terminaría su influencia entre otros hombres médicos. Dickinson incluso había dicho a Clarence James Gamble (1894-1966) -heredero a la fortuna del jabón de Marfil así como farmacólogo interesado en la difusión de información anticonceptiva- esa primera clase de científicos descuidaron la investigación anticonceptiva debido a la creencia de que el control de la natalidad era ilegal y se asociaba con la inmoralidad.53 Aunque Dickinson posteriormente cambió su opinión acerca de trabajar con Sanger (fue ya un partidario del control de natalidad y lo prescribió para sus clientes), como muchos otros médicos hicieron, el vuelco fue producido por los cambios en la sociedad estadounidense tanto como por los nuevos avances científicos.
De hecho, a pesar de los estudios hechos por Davis y Dickinson, los investigadores estadounidenses permanecieron indecisos gran parte de los años treinta acerca del estudio del sexo en los seres humanos de cualquier forma directa. Los estudios en animales, según se ha recalcado, parecieron más seguros, y aunque muchos de estos tenían implicaciones para la sexualidad humana, tales implicaciones generalmente no fueron nunca extraídas directamente. Esto fue desafortunado, porque en Europa los estudios en la sexualidad humana alcanzaron una recaída. Alemania, el centro de la mayoría de los primeros estudios del sexo del siglo XX, estuvo bajo control nazi y estos, quienes fueron sumamente remilgados en discusiones acerca del sexo, organizaron campañas para eliminar la pornografía, encarcelaron a los homosexuales para curarlos, enviaron al exilio a muchos de aquellos que se ocuparon de la investigación sexual y destruyeron o dispersaron colecciones valiosas de materiales como las de Hirschfeld.
Fuera de Alemania, muchos médicos de la generación pionera que habían dominado la Sexología estaban muriendo y la generación más joven de médicos no estaba interesada en estudiar el sexo. Las excepciones principales a esta generalización estuvieron en el campo de la investigación anticonceptiva y en el área de las enfermedades de transmisión sexual, luego llamadas las enfermedades venéreas. Todavía había dificultades incluso aquí. Muchos científicos respetables fueron renuentes a hacer la investigación en los anticonceptivos, e incluso el CRPS financiado por Rockefeller fue renuente a investigar el tema. La Fundación Rockefeller permaneció interesada en ello, sin embargo, y cuando decidió financiar los estudios dentro de la composición química de espermicidas, la fundación no pudo encontrar ningún científico estadounidense dispuesto hacer el trabajo. En cambio, fueron a Inglaterra, pero después de algunos descubrimientos preliminares que se habían hecho allí, el grupo inglés se rehusó ir más allá.
La investigación sexual humana a ojos de gran parte de la comunidad científica fue sencillamente demasiado polémica para investigar directamente. Después de sus propios intereses, estos científicos se concentraron en los estudios mucho más estrechos dentro de las especies no humanas. Incluso el tema de las enfermedades venéreas fue impedido por una renuencia a tratar el tema públicamente. Por ejemplo, cuando Thomas Parran Jr. fue nombrado director de la Venereal Disease Division de los Estados Unidos en 1926, una de sus metas fue acometer el problema de la sífilis. Lo encontró mucho más difícil de hacer de lo previsto, porque no pudo tratar el tema públicamente. Apenas en 1934, cuando fue programado para dar una conversación de radio para el Columbia Broadcasting System (CBS) que reseñó los principales temas de salud pública, le fue dicho que no podía usar las palabras sífilis y gonorrea en la radio. No fue hasta 1936, después de que fuese nombrado cirujano general de los Estados Unidos, que los fondos federales finalmente se asignaron para los consultorios públicos para llevar a cabo el examen Wasserman para detectar la sífilis y tratar la enfermedad.54
Teóricamente había estado aumentando la educación sexual en las escuelas, pero en la mayoría de ellas donde se enseñó, se consideró un complemento para la educación física (que supuestamente incluyó educación sanitaria). La meta de tal educación fue recalcar la abstinencia, que a menudo se hizo al centrarse en los peligros de las enfermedades y la infección. Aunque algo de Anatomía y Fisiología estaba incluida, fue generalmente mejor enseñado en las clases de niñas que de niños ya que la menarquía y la menstruación se consideraron más importante para ellas.
A nivel de la universidad en los Estados Unidos, sin embargo, particularmente en las universidades estatales y las facultades privadas para mujeres, empezaron a ofrecerse cursos sobre el matrimonio y la familia, a menudo en los departamentos de economía doméstica. Tales cursos también incluían discusiones de Anatomía y Fisiología del sexo, aunque la mayoría de los estudiantes fueron mujeres.55 Este movimiento para algún tipo de educación en el matrimonio y en la familia siguió aumentando y se formalizó en 1939 con la organización del National Council on Family Relations y el establecimiento de la revista Living, que posteriormente cambió su nombre por Journal of Marriage and the Family.56 Un efecto de la fundación del NCFR fue promover la exploración en diversos aspectos de las citas y el cortejo así como el sexo. Fue precisamente en tal curso que Kinsey comenzó su investigación.

MANUALES DE MATRIMONIO Y
LA SEXUALIZACIÓN DEL AMOR

Las ideas cambiantes acerca del matrimonio y el lugar del sexo pueden detectarse más fácilmente en la aparición de nuevos tipos de manuales de asesoramiento, que llegaron a ser conocidos popularmente como manuales de matrimonio. Fueron diferentes de los anteriores no sólo al aceptar a las mujeres como criaturas sexuales sino al insistir en que la satisfacción sexual formaba parte de su derecho matrimonial. Muchos de estos manuales fueron escritos por mujeres, e incluso aquellos que no parecieron orientarse más a las mujeres que a los hombres, ya que el énfasis fue a menudo al tener maridos (el sexo fue todavía permisible sólo en el matrimonio) que aprenden las necesidades sexuales de sus esposas. Una consecuencia principal de tales manuales fue la mayor sexualización del amor. Usando las redacciones de Ellis, Freud y otros como base, los manuales de matrimonio, ofrecieron asesoramiento y ayuda, de tipos no anteriormente disponibles, a los recién casados de los años veinte y treinta.
Una razón principal por la apariencia de estos nuevos manuales fue la creencia popular generalizada en la sociedad occidental de que el matrimonio tradicional estaba fracasando. Una fuente de aliciente para esta creencia fue el estado y la influencia cambiante de las mujeres, que condujeron a las demandas de mayor igualdad en el matrimonio. Aunque las mujeres finalmente habían ganado el derecho de votar a finales de la Primera Guerra Mundial en los Estados Unidos, Reino Unido y otros países, ésto no había conducido a nada como la igualdad entre las parejas en el matrimonio. Tal exigencia ya había aparecido en la última mitad del siglo XIX, y fue más influyente a medida que el siglo XX progresaba.57 Una de las primeras representaciones simbólicas de este desasosiego fueron las obras del dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906). La protagonista en A Doll's House (1879) llegó a creer que su felicidad doméstica fue engañosa y que su personalidad entera había sido circunscrita y sofocada por las convenciones de la sociedad. Su solución fue explorar el mundo sola en busca del selfhood (ipseidad), y aunque esto parecía osado y atractivo para muchas de las mujeres del tiempo, pocas estuvieron dispuestas a ir más lejos. En sus Ghosts (1881), Ibsen representa los horribles efectos hereditarios que resultan de un padre inadecuado quien, a pesar de sus defectos, continuó cumpliendo sus obligaciones procreativas para la sociedad.58
Hubo un alegato creciente (todavía no 5 exigencias) por cambiar las leyes y las costumbres para que la mujer no se sintiera para siempre encadenada a una pareja en una relación repulsiva. Las ideas de Ibsen no fueron aisladas pero se transfirieron en novelas de protesta femenina por tales autores como Ellen Key (1849-1926), quien incitó a las mujeres a ser fieles a sus propias personalidades en lugar de a la moralidad convencional. Algo de la misma clase de mensaje se transmitió en las obras de Ellis y Edward Carpenter, y de hecho, el movimiento sexual europeo completo estuvo firmemente influenciado por la necesidad de reforma en el matrimonio, incluido el derecho de divorcio. El divorcio, de hecho, estaba convirtiéndose en mucho más común y ya en 1908, Shaw, en sus comentarios introductorios a su obra Getting Married (1908), proclamó graciosamente que el divorcio era una condición necesaria para el mantenimiento del matrimonio.59
Obviamente, hubo copias literarias de Ibsen, Key, y otros que argumentaron el otro lado. Más notorio fue Otto Weininger, cuyo Sex and Character (1903) es un área misógina recalcando que las mujeres son crueles, desvergonzadas y amorales.60 August Strindberg (1849-1912) dramatizó el sexo como un conflicto entre dos antagonistas bien armados. Aunque las mujeres, escribió, fueron normalmente las combatientes inferiores en la mayoría de las batallas, en el matrimonio fueron más fuertes porque fueron más realistas y más inescrupulosas. Dijo que aunque el mundo contenía sólo una mujer desagradable el problema fue que ella era universal y cada hombre dedujo a la misma mujer por su compañera. El estadounidense autor Robert Herrick (1868-1938) agregó que la dificultad con las mujeres de clase media fue que se casaban para convertirse en reinas y deseaban regir y no trabajar.61 Gran parte de la redacción psicoanalítica de la época, de hecho, está dedicada a intentar explicar las neurosis femeninas debidas al deseo sexual reprimido.
Se propusieron diversas soluciones. Entre los estadounidenses populares partidarios del cambio estuvieron Judge Benjamin B. Lindsey y Wainwright Evans, quienes defendieron lo que llamaron el matrimonio de compañera. Esto incluía el uso del control de natalidad, el divorcio mediante el consentimiento mutuo para parejas sin niños que fueron incompatibles, la educación del joven en el arte del amor y el matrimonio exitoso y una reforma en las leyes que reglamentaban la pensión.62
Otra manera de tratar los temas fue redefinir el matrimonio al destacar la base sexual y emocional de la intimidad y la importancia del compañerismo en el matrimonio. Este cambio en el énfasis está más reflejado en el cambio en la naturaleza de los manuales del matrimonio que empezaron a aparecer en los Estados Unidos. Cabe destacar que, aunque los estadounidenses como Sanger y Robinson escribieron sobre el sexo y el matrimonio, los dos autores más ampliamente leidos fueron los europeos: la botánica británica Marie Stopes y el ginecólogo holandés Theodoor van de Velde.

MARIE STOPES

Marie Charlotte Carmichael Stopes (1880-1958) fue una de las mujeres pioneras quienes fueron tan importantes en el desarrollo de una mejor comprensión de la sexualidad humana. Nacida de una familia acaudalada en Escocia, se instruyó en casa por sus padres hasta que entró al internado en Londres a los doce años. Después de la graduación de la University College en Londres en 1902, donde estudió Botánica, Geología, y Geografía física, Stopes prosiguió a recibir un doctorado en la Universidad de Munich. Luego se unió a la facultad de ciencia en la Universidad de Manchester, la primera mujer en hacerlo. En 1911, se casó, y dejando Manchester, se mudó a Londres donde se convirtió en una conferenciante en Paleobotánica en la Universidad de Londres desde 1913 a 1920. Durante este tiempo, Stopes publicó un libro de texto sobre las plantas antiguas así como también un catálogo de la flora cretácea en la colección British Museum. Durante la Primera Guerra Mundial, se ocupó de la investigación sobre el carbón con R. V Wheeler. En resumen, Stopes fue una científica e investigadora de primera clase.
El interés de Stopes por la sexualidad provino del fracaso de su matrimonio en 1911 con Reginald Ruggles Gates. En 1916 el matrimonio fue anulado sobre la base de la no consumación y en 1918 se casó con Humphrey Verdon Roe, un fabricante de aeronaves. Él ya estaba interesado en el control de la natalidad, y poco después de su matrimonio fundaron el Mother's Clinic for Constructive Birth Control en Londres, el primero de su clase en Inglaterra.63 Después de esto, Stopes (quien mantuvo su apellido de soltera) renunció a sus conferencias en la Universidad de Londres y se dedicó a la planificación familiar y a la educación sexual para las personas casadas. También escribió historietas de hadas bajo el nombre de Erica Fay. Entre sus otros seudónimos estuvieron Mark Arundel, Mane Carmichael y G. N. Mortlake.
Firmemente partidaria del concepto del matrimonio, también recalcó el daño y el peligro del matrimonio infeliz, que dijo sucedía cuando el amor estaba separado del sexo. Creía que ambos fueron la clave para un matrimonio feliz. Su primer libro sobre el tema, Married Love, se publicó en 1918, aunque lo había redactado originalmente en 1914 para cristalizar sus propias ideas. Se convirtió en un éxito inmediato y se tradujo a numerosos idiomas, causando una sensación en el momento de su publicación. Aunque la primera edición trató casi toda sobre el control de la natalidad, recibió tantas solicitudes de instrucción sobre el tema que este fue seguido por el libro corto Wise Parenthood, que fue también un éxito inmediato. En nueve años había vendido la mitad de un millón de copias en su edición inglesa original. Stopes publicó algunos otros libros tratando más o menos el mismo tema con títulos como Radiant Motherhood y Enduring passion muchos de estos sonaron de alguna manera muy románticos para las generaciones de lectores posteriores .64
Su gran logro fue mover el tema del control de la natalidad en gran parte del mundo de habla inglesa desde los límites de la consulta del médico a la discusión pública. Pero igualmente significativo fue su énfasis sobre la importancia del sexo en la vida de una mujer. Stopes creía que tanto el amor como el sexo eran partes esenciales del matrimonio. Dado que el descontento sexual tan peligroso para el matrimonio fue algo que pensó que podría remediarse, llegó a escribir manuales de matrimonio sobre cómo renovar el amor a través del sexo. Su tema general, como lo fue de varios otros autores contemporáneos sobre el amor y el matrimonio,65 fue que en el matrimonio pasado se había mantenido unido por la dependencia económica de la esposa sobre el marido, por el sentido de la responsabilidad de él a sus responsabilidades familiares y por la ley. Creyó que en el nuevo día y en la nueva era debía haber una nueva base para mantener juntos una unión de iguales quienes eligieron unir sus vidas para el compañerismo. Esta nueva fuerza que fue unir el amor y el matrimonio era la compatibilidad sexual.

 

Donde los actos del coito se realizan correctamente, la pareja puede diferir, puede sostener opiniones opuestas acerca de cada tema concebible sobre el fundamento sin ningún enfado o alteración del genio, sin ninguna escena de enfado o deseo de separarse. Pero gozarán de las diferencias del otro. Por el contrario, estoy segura de que pueden tener el noventa y nueve por ciento de todas sus otras cualidades y atributos en armonía perfecta y si el acto sexual no se realiza adecuadamente; si no se ajustan el uno al otro; si ignoran las leyes básicas de la unión en el matrimonio, toda esa armonía e idoneidad en otras cosas no tendrá ningún valor y se herirán en sus sentimientos, hasta que no se aguanten por un motivo extraño o deseen separarse.66


Sanger, quizás mejor conocido por los lectores estadounidenses hoy en día que Stopes, no fue tan explícito, sino que Sanger también recalcó la importancia del sexo, sosteniendo que la base de la felicidad duradera en el matrimonio "yace en un ajuste físico adecuado de las dos personas y un manejo físico adecuado de sus experiencias mutuas de unión [sexual]". 67 La piedra angular de un manejo físico adecuado para Sanger tuvo su base en el uso de anticonceptivos eficaces para que la vida de la mujer no fuese gobernada por los frecuentes embarazos no deseados.
Se creyó y se enseñó que una vez que a las necesidades sexuales de las mujeres les fuese otorgadas un estatus igual como a las de los hombres, las normas de compañerismo y reciprocidad en el matrimonio se extenderían inevitablemente en el dominio del sexo y se convertirían en el sello del amor. Hannah Stone y Abraham Stone, quienes también escribieron manuales de matrimonio, dijeron que el abrazo sexual debe convertirse en la expresión del deseo mutuo y la pasión. El goze del sexo sólo podría aumentar cuando era mutuo.68 Isabel Hutton recalcó que "no importa lo ideal que sea la alianza en cualquier otra forma, si hay carencia de vida sexual", el matrimonio no puede ser un éxito.69 Stopes había agregado un segundo punto enfático a esto: "en estos días modernos cuando la amistad, las ocupaciones mutuas, los negocios, casi toda la fase de nuestra vida civilizada, se juntan hombres y mujeres de manera innumerable, la única justificación del matrimonio es la necesidad mutua y el placer mutuo en la unión sexual".70

THEODOOR VAN DE VELDE

Algunos escritores parecían advertir contra mucho énfasis en el sexo como una curación para todos los problemas matrimoniales. Theodoor Hendrik van de Velde (1873-1937), por ejemplo, cuyo manual de matrimonio fue el más popular en los Estados Unidos, recalcó que el matrimonio dependía de una variedad de factores, incluyendo la compatibilidad emocional y social del marido y la mujer, una participación de interés y un acuerdo sobre la familia.71 Incluso sostuvo que la actividad sexual enérgica y armoniosa era la clave para el templo del matrimonio: "se debe construir sólida y hábilmente, porque tiene que soportar una porción principal del peso de la estructura entera. Pero en muchos casos está mal equilibrada y es de material deficiente; así nos podemos sorprender de que el edificio entero se derrumbe".72 En efecto, casi todos los escritores de manuales, incluyendo van de Velde, estuvieron de acuerdo en que era el buen sexo lo que hacía del matrimonio un éxito.
El primer libro de van de Velde, El matrimonio perfecto, se publicó en 1926 tanto en holandés como en alemán. Aunque van de Velde predijo que podría ser aislado por publicar la clase de información sexual incluida en su libro, este no fue el caso. El libro pasó por cuarenta y dos imprentas en Alemania antes de que se suprimiera cuando Hitler llegó al poder en 1933. La edición de Londres pasó por cuarenta y tres imprentas, y si bien las cifras no están disponibles por la edición estadounidense, pasó por seis imprentas en los dos primeros años de publicación. La Random House, que posteriormente adquirió los derechos para publicarlo, informó que vendió la mitad de un millón de copias entre 1945 y 1965, cuando fue nuevamente revisado y republicado.73
Van de Velde se había casado primero en 1899 cuando tenía veintiséis años, pero el matrimonio no fue feliz. Después de diez años, dejó a su esposa por Martha Breitenstein-Hooglandt. Este acto, dijo, lo forzó a dejar su práctica y vivir en pecado hasta que su esposa finalmente se divorció de él en 1913 y pudo casarse con Breitenstein-Hooglandt. La pareja se estableció cerca de Locarno, Suiza, y fue allí donde van de Velde empezó a escribir su manual de matrimonio basado en su propia experiencia así como también en las experiencias de sus amigos y de sus pacientes.
Aunque hay considerables datos anatómicos y fisiológicos en la primera parte del libro -algunos de ellos incorrectos incluso para la época- la clave del libro es su discusión de las relaciones sexuales. Para él, sin embargo, la única relación normal fue entre dos personas del sexo opuesto. Habiendo dicho esto, fue a recalcar la importancia del prejuego, incluyendo el besar y tocar las partes eróticas del cuerpo: los pezones, el clítoris y el pene. Aunque dijo que un orgasmo por cunnilingus o felatio era patológico, tal actividad era perfectamente permisible en el prejuego. No vio ninguna razón por qué, si querían, una pareja no debería copular durante la menstruación y que la relación sexual durante el embarazo es permisible si la mujer estaba dispuesta y lo deseaba, aunque las posiciones quizá tengan que cambiarse. Sólo "la amenaza del aborto espontáneo y la eminencia del nacimiento" la excluiría.74
Van de Velde informó que aunque algunas de las enciclopedias orientales del amor describieron cien posiciones diferentes, no había ninguna necesidad de conocerlas todas. Sin embargo, el conocimiento de una variedad de posiciones era importante y tenía valor práctico, porque aumentaba el placer sexual, a veces prevenía los peligros higiénicos o las lesiones y podría promover o prevenir la concepción. Creyó erróneamente que el orgasmo más intenso posiblemente ocurría cuando ambos compañeros alcanzaban el clímax simultáneamente o casi simultáneamente. De la misma manera errónea fue su creencia de que tal orgasmo aumentaba la probabilidad de concepción, aunque fue exactamente tal creencia que le dejó argumentar la necesidad de experimentar con cualquier posición que quizá promovería el clímax simultáneo.75 Enumeró diez posiciones diferentes, seis de las cuales en el que el hombre y la mujer están cara a cara y cuatro en el que el hombre está detrás de la mujer. Incluyó un gráfico resumido que indicaba cuándo tales posiciones no deben usarse (por ejemplo, en el embarazo), el tipo de estimulación proporcionada (como estimulación clitoral), y si fue más o menos apta para inducir la concepción (aquí se equivocó).76 También creyó que al explorar y al ocuparse de estas posiciones sexuales diferentes, el deseo por lograr variedad mediante un cambio en las parejas sexuales se frenaría y la fidelidad matrimonial se fomentaría. Van de Velde, de hecho, estuvo a menudo equivocado no sólo en función del conocimiento de hoy sino en función del conocimiento de su propio tiempo. Enseñó que había peligro si el hombre empujaba demasiado, ya que podría romper la vagina. También creía que el pene humano podría trabarse en la vagina humana, un acontecimiento algo común en los perros pero un acontecimiento sumamente poco común en los seres humanos. Su creencia en la importancia del orgasmo simultáneo fue probablemente la creencia que causó la mayor dificultad a sus lectores, al menos según los terapeutas sexuales modernos.

EMANUEL HALDEMAN-JULIUS

Colectivamente, los escritores de los manuales de matrimonio estaban cambiando las actitudes hacia el sexo, en particular aquellos sostenidos por y acerca de las mujeres, y en el proceso que eliminaba algo del estigma asociado con la investigación sexual. Los nuevos conceptos acerca del sexo no estaban confinados a los miembros de la clase media que podrían pagar un libro empastado por Stopes o van De Velde; también aparecieron en folletos y libros dirigidos a un público más amplio. Probablemente el principal difusor de la información estadounidense dirigido hacia la clase trabajadora fue Emanuel Haldeman-Julius, un editor de Cirard, Kansas, quien expidió más de trescientos millones de copias de volúmenes en las series de los Little Blue Books, vendidos inicialmente a cinco y diez centavos cada uno y posteriormente por veinticinco y cincuenta centavos. Los libros de sexo ocuparon una proporción significativa, quizás tanto como el 20 por ciento del negocio de Haldeman-Julius. Durante 1927, por ejemplo, fueron vendidas unas sesenta y seis mil copias de Sanger What Every Girl Should know. Los títulos similares fueron dirigidos a los niños, las parejas recién casadas, las mujeres casadas, los hombres casados, las madres embarazadas y otros. La mayoría de los libros para hombres fueron escritos por William J. Fielding, mientras Sanger escribió muchos para mujeres. Algunos libros más bien esotéricos por A. Niemoller estaban también incluidos en las series, incluyendo las traducciones de algunos de los clásicos islámicos e hindúes. Haldeman-Julius fue ecléctico en sus títulos de sexo y publicó libros acerca de la homosexualidad, travestismo, incesto, violación y prostitución. Hubo seis títulos disponibles por Ellis en 1928 así como dos libros sobre la anticoncepción, otros sobre las enfermedades venéreas y algunos sobre la higiene sexual. En la mayoría de los casos, Haldeman-Julius publicó la mejor información disponible en inglés sobre muchos de estos temas y en su reserva de temas variados incluyó discusiones de tales temas como la homosexualidad y el travestismo, que hizo su empresa de publicación a menudo la única fuente popular disponible.
Los Little Blue Books habían comenzado como vástagos para el periódico socialista Appeal to Reason pero pronto dominaron el negocio. Además de los folletos de sexo, Haldeman-Julius publicó obras sobre el socialismo, el pensamiento libre y amplias cantidades de clásicos literarios, incluidas todas las obras de Shakespeare en folletos individuales. Su negocio empezó a descender a principios de los años cuarenta con el advenimiento de la publicación rústica a gran escala en los Estados Unidos, pero durante la cima de sus actividades (desde finales de los años veinte a los años treinta), fue tal vez el difusor principal de información sexual en los Estados Unidos.77

CENSURA Y SEXO

No se había ganado fácilmente la batalla para traer información sexual al público estadounidense. De hecho, los que difundían la información sexual pudieron hacerlo sólo con la ayuda de una serie de decisiones por los tribunales de los Estados Unidos.78 Uno de los ejemplos claves tratados fue si el público tenía derecho a leer acerca del lesbianismo. La obra de teatro de Edouard Bouret The Captive, que trató el amor lesbiano, se estrenó en Nueva York en 1927 y fue cerrada definitivamente por los funcionarios de la ciudad por obsceno. Esta acción fue rápidamente seguida por la aprobación de una ley en la Legislatura del Estado de Nueva York que prohibía el desempeño de cualquier drama que tratara con perversión sexual. La pregunta inmediata fue si tal ley también se aplicaba a una novela, en particular a The Well of Loneliness por Marguerite Radclyffe Hall. Este primer clásico del amor lesbiano se había publicado en Inglaterra en 1928 donde había sido denunciado como obsceno por un crítico en el Sunday Express, en parte por lo que se consideró como el alegato especial para las lesbianas como víctimas de la naturaleza así como una exhortación a Dios por la justicia y el reconocimiento. El secretario domiciliario respondió al juicio crítico al solicitar al editor retirar el libro de la circulación. Una edición en inglés se publicó rápidamente en París y se envió a Inglaterra, pero el control aduanero tomó un envío de esta publicación y, después de conseguir una orden del tribunal, la destruyó.79 Atemorizado de que tales sucesos también ocurrirían en los Estados Unidos, el editor estadounidense original decidió desprenderse del libro, y su publicación fue rápidamente tomada a cargo de Donald Friede de Covici. Friede determinó luchar contra el caso a través de los tribunales si fuese necesario, aunque significara su condena por la publicación de pornografía. Inevitablemente, el libro fue embargado, y en el tribunal del magistrado, el juez determinó que la novela "tiende a seducir la moral pública, que su tema principal es ofensivo para la decencia pública y que está calculado para depravar y corrumpir las mentes abiertas a sus influencias inmorales y quienes quizás entrarían en contacto con ello". En la apelación, sin embargo, en el tribunal de apelación el 19 de abril de 1929, el tribunal determinó que el libro no era obsceno y se otorgó la publicación estadounidense.80 La importancia de la decisión es que porque la circulación abierta del libro fue permitida, ningún tema en sí podría ser declarado obsceno. Los censores tenían que encontrar otras razones para suprimir la palabra escrita en lugar del tema con el cual se trató.
Esta decisión de ninguna manera concluyeron con los intentos de censura de los libros orientados al sexo. En 1930, Mary Ware Dennett, una activista en las batallas legales para la anticoncepción, había sido declarada culpable de enviar material obsceno, es decir, un folleto que había escrito originalmente para sus dos hijos (de once y catorce años) para leer; se tituló Sex Side of Life. Había permitido a algunos de sus amigos leer el folleto; uno de ellos lo llevó a la atención del dueño del Medical Review of Reviews, a quien se le preguntó si podría leerlo. Encontró el folleto informativo y procedió a publicarlo en su revista sin ninguna interferencia de las autoridades legales. Alrededor de un año más tarde, Dennett misma decidió publicar el artículo en forma de folleto y venderlo en el comercio por veinticinco centavos por copia a cualquiera que escribiera y preguntara por él. Fue por esto que fue procesada.
Al comienzo del folleto, Dennett tenía lo que llamó una introducción para los mayores (padres y otros), en el cual explicaba que no había podido encontrar un folleto sobre temas sexuales que pondría voluntariamente en manos de sus hijos sin advertirlos acerca de la información incorrecta que estaba contenida en él. Luego dijo que su folleto contenía material "mucho más específico que la mayoría de la información sexual escrita para jóvenes. Creo que nosotros le debemos a los niños ser específicos por completo si hablamos de ello". En el folleto, Dennett recalcaba que el sexo incluía tanto respuestas fisiológicas como emocionales. Describió los órganos sexuales y su funcionamiento, la manera en que los niños se engendran y nacen y la masturbación. En su mente, el mayor peligro de la masturbación era la sensación de culpa acumulada acerca de ello, ya que el acto mismo no era particularmente nocivo. También dijo que las enfermedades venéreas eran curables y señaló que el impulso sexual no era una pasión base sino una normal y que su satisfacción podría producir una gran y justificable alegría, especialmente cuando estaba presente el amor entre dos seres humanos. Dennett hizo advertencia contra la perversión, las enfermedades venéreas y la prostitución y argumentó por la abstinencia y la mente saludable hasta el matrimonio y habló en contra de las relaciones sexuales promiscuas.81
Fue tal franqueza lo que condujo a su prosecución. En lo que resultó ser una decisión sumamente importante, Dennett fue absuelta de difundir material obsceno por el Court of Appeals for the Second Circuit el 3 de marzo de 1930. La opinión escrita por Augustus N. Hand resultó sumamente influyente, porque elaboró materiales legales de la educación sexual, aunque si aquellos estaban dirigidos a niños se trataba el sexo de una manera positiva.
Stopes también se sumó a la jurisprudencia estadounidense. Primeramente había participado en un juicio notorio en Inglaterra sobre su establecimiento de un consultorio de control de natalidad en Londres en 1921.82 En este caso, ella misma había entablado el pleito cuando un autor inglés la había denunciado por enseñar un "método nocivo del control de la natalidad" y de ser uno de los líderes en una "campaña monstruosa" para el control de la natalidad. Aunque sus abogados le advirtieron contra un juicio, como nada vino del análisis excepto descrédito de sus criterios, lo llevó a juicio. Perdió, pero su pérdida fue más de su orgullo que del movimiento de control de natalidad. Los casos estadounidenses ocurrieron en 1931 cuando su libro Married Love había sido tomado por los aduaneros en dos puertos diferentes de entrada, la ciudad de Nueva York y Filadelfia. En ambos casos, sin embargo, los tribunales encontraron que el libro no era obsceno.83
Es digno de notar que en todos estos casos participaron mujeres, y dos de ellas fueron activas en el movimiento para la anticoncepción y la mejor educación sexual. Aunque estas decisiones trataron discusiones académicas o científicas del sexo, ellas fijaron los antecedentes para el caso de censura más importante en la historia americana hasta ese tiempo, es decir, el de James Joyce Ulysses, que se había publicado en inglés en París para evitar problemas con la censura británica. Bennett Cerf, presidente de la Random House, deseó imprimir el libro y creó una estratagema para tener la decisión de los tribunales sobre el libro antes de publicarlo. Después de consultar con su abogado, Morris Ernst, importó una copia de Ulysses, que fue luego debidamente tomada por los inspectores de aduana. Cerf entabló un pleito en el tribunal federal por su liberación y pidió que el pleito se oyera sin un jurado y ante un único juez. El juez resultó ser John Munro Woolsey, el mismo juez que había participado en uno de los casos que involucraron a Stopes Married Love. En diciembre de 1933, el juez determinó que el libro no era obsceno y Cerf empezó de inmediato la publicación del libro, que apareció a principios del año siguiente. Uno de los elementos claves en la decisión de Woolsey fue que un libro debe juzgarse no por su efecto sobre el anormal o el joven sino sobre el hombre (o la mujer) corriente. El gobierno apeló el caso al tribunal próximo más alto, el tribunal del distrito de las exhortaciones, donde la decisión apoyó a Woolsey dos a uno. El gobierno decidió no apelar a la Corte Suprema. La decisión en el tribunal del distrito, escrito por Learned Hand y Augustus Hand, que eran hermanos, recalcó que un libro tenía que tomarse en su totalidad y no podía prohibirse porque contenía unas aprobaciones obscenas. Los Hand agregaron que se resolvió, en lo que el tribunal del distrito estaba interesado, que las obras de Fisiología, Ciencia e instrucción sexual no podían ser juzgadas obscenas, aunque algunas personas argumenten que promueven los pensamientos lujuriosos.84

ANTICONCEPCIÓN

Gradualmente, un número creciente de científicos se volvió más dispuesto a examinar los aspectos de la sexualidad humana, en vez de sólo la de los animales. Dado que muchos de los escritos populares acerca del sexo se habían dirigido a las mujeres, y gran parte de ella escrita por mujeres, la investigación anticonceptiva fue una de las beneficiarias. Originalmente, Sanger adaptó a sus pacientes con cápsulas cervicales, sencillamente porque tuvo un suministro disponible en sus consultorios (comenzado en 1916). Posteriormente, pudo conseguir los suministros del diafragma de Mensinga y acudió rápidamente a ellos, porque fueron más fáciles de adaptarse e insertarse. Sin embargo, la industria anticonceptiva era clandestina, con poca regulación o control de calidad, ya que los anticonceptivos estaban fuera del alcance de los diversos organismos del gobierno.
La Birth Control Clinical Research Bureau de la American Birth Control League (después de 1942 conocida colectivamente como la Planned Parenthood Federation of America) completó la abertura y empezó a conducir experimentos clínicos en la anticoncepción. Recogieron historias clínicas individuales útiles e intentaron determinar la tasa de éxito de los usuarios. El primer informe se publicó en 1924, pero fue esencialmente uno preliminar. Un segundo informe se emitió en 1928 basado en 1.655 casos; mostró que el uso de un diafragma modificado de Mensinga -conocido luego como el pesario de Ramses (que tenía un resorte enroscado)- en combinación con una jalea espermicida era más eficaz, con una tasa de éxito del 96 por ciento.85
Aunque tal información estaba disponible para los médicos especialistas y estaba incluso disponible en algunas bibliotecas, la mayoría del público general permaneció ignorante. No obstante, una meta central del movimiento de control de la natalidad había sido conseguir la aceptación médica de la anticoncepción, y la publicación de tales datos fue importante. Una de las primeras fuentes de información pública ampliamente disponibles acerca de la eficacia fue el informe de 1937 por la Unión de Consumidores, el editor de los informes de los consumidores. Sin embargo, fue un signo de las veces que en lugar de publicar la información abiertamente en la revista, se notificó a los suscriptores de que estaba disponible un informe para aquellos que firmaron una solicitud diciendo que estaban casados y habían sido notificados por un médico para usar anticonceptivos. Incluso este método de difusión estuvo en dificultades, y en 1941, el departamento de la Oficina de Correos prohibió el informe desde los centros comerciales. Aunque la acción de la oficina de correos fue defendida por un tribunal del distrito de los Estados Unidos, la decisión fue finalmente revertida por el tribunal de apelaciones en septiembre de 1944. 86 Los funcionarios de planificación familiar siguieron siendo suspicaces de la demanda, sin embargo. Aunque un número cada vez mayor de médicos estaba proporcionando información anticonceptiva, la Planned Parenthood Federation fue renuente a apoyar cualquier educación pública generalizada en la anticoncepción fuera de los límites de sus consultorios, debido a la acción del gobierno local y estatal contra ellos.
En 1934, Gamble estableció un programa de investigación bajo el auspicio del National Committee on Maternal Health que se dirigió al "descubrimiento de mejores anticonceptivos, más baratos y generalmente más disponibles para las masas menos privilegiadas". 87 El comité mismo, según se mencionaba antes, había establecido a Dickinson en 1924 para patrocinar la investigación médica de la anticoncepción, la esterilidad, el aborto y los temas relacionados. Se había financiado principalmente por un grupo de mujeres de la sociedad lideradas por Gertrude Minturn Pinchot, 88 aunque parte de su programa de investigación también recibió financiamiento de la Bureau of Social Hygiene patrocinada por Rockefeller. El apoyo de Gamble apareció en un momento crítico, porque la Bureau of Social Hygiene estaba cerrándose, y su financiamiento estaba retirándose; además, el CRPS no estaba interesado en tal investigación.
Posteriormente, otro organismo financiado por Rockefeller también puso una fuerte impresión de Rockefeller en esta área. Esta vez el dinero provino de la tercera generación de Rockefellers, cuando en noviembre de 1952, John D. Rockefeller III, siguiendo el ejemplo de su padre al apoyar la investigación sexual, inició el Consejo de Población con sus propios fondos. A través de su división demográfica y biomédica, el consejo siguió la investigación que se había hecho a pequeña escala por el National Committee on Maternal Health y en 1958 se hizo cargo del comité él mismo.89 Incluido en el programa de investigación del consejo estuvieron estudios demográficos. Los primeros mostraron una disminución en el número de niños por familia a lo largo de los años treinta entre el conjunto de mujeres (de catorce a cuarenta y nueve años) agrupadas en intervalos de doce años desde 1897 en adelante. Los años cuarenta, sin embargo, vieron un aumento del tamaño de las familias y el ascenso posterior en la tasa de natalidad que produjo la denominada generación de los que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial.90 El efecto de tales estudios fue dar los indicadores exactos del uso de anticonceptivos, la existencia de abortos y otros factores tan importantes en la planificación a largo alcance por una variedad de temas.

RESUMEN

Los años veinte y treinta vieron las conquistas significativas en la comprensión de la fisiología del sexo. Esta comprensión principalmente se basó en los modelos animales y fue resultado de los esfuerzos del CRPS financiado por los Rockefellers. También vio una voluntad pública creciente de saber más sobre el sexo, en particular por las mujeres, muchas de quienes tomaron la función de la educadora sexual en la familia tanto para sus niños como para sus maridos. Esta receptividad pública creciente condujo a la investigación más académica y científica, según los investigadores académicos, principalmente en las ciencias pero también en la Antropología, empezaron cuidadosamente a explorar la sexualidad humana dentro de sus propias disciplinas. Este es el tema que se explora en el próximo capítulo.



6
DESDE FREUD A
LA BIOLOGÍA HASTA KINSEY

Un factor principal que dio lugar a un cambio en las actitudes hacia la sexualidad en los Estados Unidos fue la importancia creciente de Freud y las ideas freudianas. Aunque Ellis fue leido ampliamente, según fueron los escritores de los manuales de matrimonio, así fueron las ideas freudianas que captaron el interés de la comunidad intelectual. El concepto de la sexualidad de Freud fue adoptado ampliamente por los antropólogos, los psicólogos, los críticos literarios y otros que llevaron su mensaje a una audiencia más grande. Sus ideas fueron también importantes en el tratamiento. Si bien hubo algunos psiquiatras que no adoptaron el punto de vista freudiano y otros que pertenecían a la variante de escuelas del pensamiento psicoanalítico, fue el concepto basado en las ideas freudianas el que dominó la redacción estadounidense en la sexualidad variante y ejerció gran influencia en las ideas estadounidenses acerca del sexo, en general, y acerca del diagnóstico y el tratamiento de los problemas sexuales de pacientes, en particular. Los psiquiatras vieron tanto a pacientes privados como a los enviados a ellos por los tribunales. Hubo, sin embargo, una diferencia entre Freud mismo y la mayoría de sus seguidores estadounidenses, porque donde Freud había recalcado la naturaleza y la Biología tanto como la crianza, los psicoanalistas estadounidenses pusieron mucho más énfasis en la crianza.
El historiador John Burnham arguyó que en los años veinte y treinta

 

los entusiastas de la psiquiatría dinámica y el psicoanálisis, como los hermanos Menninger, estaban afirmando que ellos y sus colegas podrían contribuir a un mundo mejor porque conocían las causas de la infelicidad humana. Posteriormente un conservativo culto de la satisfacción... pudo haber sido importante, pero durante decenios, coincidiendo con el alto flujo de la influencia psicoanalítica en Estados Unidos, los analistas, los analistas anómalos y muchos de sus seguidores psiquiátricos y el lego persistieron en describir los beneficios del tratamiento psicoanalítico y aplicaron la Psicología psicoanalítica en función de promesas relucientes.1


Un resultado principal de esta influencia ascendente de las ideas freudianas para el desarrollo de la investigación sexual fue hacer a los estadounidenses más conscientes y menos reticentes acerca de la sexualidad, ya que sencillamente al leer a Freud se volvieron conocedores de la sexualidad. Por un tiempo, de hecho, algunos periodistas estadounidenses argumentaron que era imposible describir las teorías de Freud en las revistas que circulaban en el hogar, porque las teorías incluían demasiado acerca de sexo.2 Gradualmente, sin embargo, las discusiones del sexo, que anteriormente habían sido limitadas a los temas de la prostitución y el divorcio en las revistas más populares, empezaron a ser más abiertas. Ya en 1915, Floyd Dell, un autor y posteriormente editor, escribió que el psicoanálisis daba un aire de "propiedad científica alemana tediosa" a los temas que pocos años antes se hubiesen considerado horrorosos".3 La conversación psicoanalítica, dijo, se propagó desde el pueblo de Greenwich hasta los suburbios, aunque aún permanecía una tendencia a evitar mencionar directamente las partes corporales pertinentes y abundaban los circunloquios. Aunque los artículos en los medios populares acerca del psicoanálisis permanecieron desfavorables a través de los años veinte, el conocimiento de las ideas freudianas estuvo cada vez más diseminado. Por la Segunda Guerra Mundial, la repercusión de las ideas freudianas se aceptó ampliamente en la cultura popular. Sus ideas se habían tornado fundamentales en la Psiquiatría y la Psicología y se habían difundido por la Sociología, la Antropología, la Historia y diversas formas literarias y otras críticas.

FREUD Y LA CIENCIA

Los críticos de Freud y hubo muchos, sirvieron sólo para difundir más allá el conocimiento de los conceptos y las ideas freudianas. Como el presidente de la American Association for the Advancement of Science en 1925, J. McKeen Cattell declaró "el psicoanálisis no es tanto una cuestión de ciencia como un asunto de gusto". Prosiguió al añadir que Freud era un artista que vivía en un país de hadas de sueños entre los ogros del sexo pervertido.4 Una de las razones para la crítica es que el psicoanálisis freudiano se convirtió en un sistema autojustificatorio, no sujeto a la comprobación científica por el no iniciado.5 Freud también suprimió o ignoró la información acerca de sus pacientes que no encajó en sus teorías.6 Incluso algunos de sus simpatizantes más cercanos, como Wilhelm Fliess, llegó tan lejos de acusar a Freud de leer sus propios pensamientos en las mentes de sus pacientes.7 Esta ausencia de datos, la falta de apreciación intuitiva, e incluso la supresión deliberada condujo a Sulloway a cuestionarse por qué Freud publicó incluso los historiales clínicos que hizo si no curó a la mayoría de sus pacientes o, en realidad, aparentemente no los creyó generalmente curables. Alega que el propósito de Freud fue establecer una manera de pensar, que participó en lo que quizá se llame la construcción social del psicoanálisis. Si este fuera el caso, la versión estadounidense del freudianismo fue un gran éxito.
La influencia de Freud en los Estados Unidos fue más allá de sus propias ideas y conceptos e incluyó los criterios de los que comenzaron como sus discípulos y luego rompieron con él por las diversas partes de su sistema. De hecho, su mismo sistema fomentó el desarrollo de sistemas rivales, y en los Estados Unidos, esto despertó aún mayor interés. Las ideas de Freud, según se indica anteriormente, originalmente se habían difundido a través de un pequeño grupo de creyentes. Incapaz de vender sus conceptos al establecimiento médico en Austria, creó sus propios institutos de educación, más o menos abandonando el aparato médico establecido diseñado para entrenar neurólogos y psiquiatras. Posteriormente, desanimó deliberadamente a sus seguidores de tratar de establecer los vínculos de la escuela de medicina o de establecer los institutos de preparación dentro de las escuelas de medicina. El resultado máximo fue que Freud, en algún momento después de 1900, consciente o inconscientemente abandonó los métodos de la ciencia, es decir, la necesidad de repetir las teorías y practicar no sólo dentro de su propio grupo social cercano sino también en el exterior.
Los científicos de instrucción, sin embargo, no fueron su objetivo, porque Freud deseó profesionales que actuaran dentro de un sistema relativamente fijo de ideas. Como Sulloway expresó, "en vez de confiar en que sus métodos resistirían al escrutinio crítico y prosperarían independientemente de la oposición, Freud privatizó el mecanismo de su difusión y adiestró un movimiento de adherentes fieles. Sus seguidores más talentosos tendieron naturalmente a rebelarse bajo este régimen totalitario".8
La historia del pensamiento freudiano se convierte inevitablemente en historias de herejías y discordias, pero el efecto neto fue difundir más ampliamente una realización de la importancia de los temas sexuales. Algunos de los que se separaron de Freud lo hicieron así debido a la disconformidad con sus teorías sexuales, y la mayoría de ellos fueron en busca de sus propios seguidores estadounidenses.

ALFRED ADLER

Adler (1870-1937) se separó de Freud en 1911 y pasó a desarrollar la Psicología individual. Adler tendió a restar importancia a la sexualidad, usándola más en forma simbólica que biológicamente, como hizo en su concepto de la rivalidad de hermanos.9 Su concepto de la teoría de género estuvo estrechamente relacionado con la sexualidad, mediante el cual Adler sostuvo que los individuos igualan en general los órganos subdesarrollados o anormales y ocasionalmente realizan un logro mayor que el promedio al hacerlo así. Aunque Adler originalmente no aplicó su teoría a los órganos sexuales específicamente, otros sí lo hicieron. Estos implicaron que la inferioridad del órgano quizá conduzca a la neurosis o a la perversión, una idea que Adler mismo llegó a aceptar.10
De estas simientes, Adler pasó a desarrollar la idea de un tendencia hacia la protesta o voluntad masculina al poder. Ya que la sociedad llama a las mujeres el sexo más débil, una protesta masculina es una compensación común y las mujeres pueden esforzarse directamente por el poder o usar su sexo como un dispositivo para ganar el poder sobre los hombres. Los hombres con tendencias femeninas pueden convertirse en exagerados hombres machotes o, si son homosexuales, tratan de dominar a través de la debilidad.11

WILHELM STEKEL

En 1911, Stekel (1868-1940) renunció como oficial de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y dieciocho meses más tarde Stekel dejó la Sociedad por una controversia editorial con Freud. Siguió aceptando muchos de los conceptos del psicoanálisis, pero les dio su propia interpretación. Un escritor dotado y un reformador enérgico (en 1906, estableció una división del Scientific-Humanitarian Committee de Hirschfeld para luchar en favor de la remoción de los obstáculos legales para homosexuales), Stekel es hoy sumamente apreciado por sus informes sobre sus historias clínicas. Estas describen enfáticamente los problemas de sus pacientes; de hecho, sus descripciones fueron tan interesantes que fue acusado de inventarlas. Sus descripciones del fetichismo, por ejemplo, hacen sentir casi lo que debe ser parecido a ser un fetichista. Prosiguió para recalcar la importancia de la sexualidad pero no aceptó la interpretación freudiana de las neurosis. En cambio, Stekel sostuvo que todas las neurosis y trastornos sexuales surgieron del conflicto mental, no del instinto bloqueado o reorientado y eran, por consiguiente, potencialmente curables. Creía que los desviados aislaron sus problemas en sus mentes y eligieron un camino tortuoso a través de la vida para evitar retos que no podían manejar. Por lo tanto, una vez que la fuente del conflicto se pone al descubierto, puede ocurrir una curación, y en una observación sarcástica para Freud, reclamó que podría curar a los individuos que los freudianos encontraron incurables.12

CARL JUNG

Carl Gustav Jung (1876-1961) se separó de Freud en 1912, en gran parte debido al énfasis de Freud en la sexualidad. Difirió con Freud acerca de la sexualidad infantil, el concepto de un periodo de latencia y el énfasis en las experiencias de la niñez como las causas esenciales de la neurosis, lo cual criticó en los terrenos biológicos. El sexo, para Jung, era importante sólo en la medida en que se hizo a través de las variedades de las experiencias individuales. Jung estuvo de acuerdo con Freud y Adler en que cada persona es esencialmente bisexual. Jung, sin embargo, desarrolló el concepto de una manera diferente, uno que se adecúa más a la teoría de género de hoy. El hombre, escribió, reprime con frecuencia el lado femenino de su naturaleza, el ánima, pero sobrevive en el inconsciente, como hace el lado masculino reprimido de la mujer, el animus. El ánima en los hombres da una alternativa receptiva criada, para ablandar las características masculinas lógicas, dominantes y concebidas. El animus en las mujeres da las características lógicas, dominantes y concebidas para la naturaleza femenina. Las patologías se desarrollan cuando estos opuestos se pierden en un representante marchitado, ineficaz, inconsciente. Es también posible, sin embargo, que domine la naturaleza equivocada. En algunos homosexuales, según Jung, el ánima femenino domina, haciendo a los hombres excesivamente débiles o tiernos. Del mismo modo, la mujer que busca dominar a los hombres sin amor puede estar controlada por su animus. La persona sana es una en la cual la naturaleza correcta está presente pero hay también una dosis potente del opuesto. Jung también sostuvo que el hombre occidental tenía miedo de lo femenino dentro de él y mientras más trataba de evitar confrontarse con ello, mayor era el coste para evitarlo.13

WILHELM REICH

Wilhelm Reich (1897-1957) fue mucho más radical en los temas sexuales que los otros tratados anteriormente. Argumentó que Freud no llevó sus teorías acerca del sexo a su conclusión lógica, en particular su megateoría acerca de la necesidad de los pueblos civilizados de reorientar su energía sexual.14 Después de la Primera Guerra Mundial, Reich se propuso incorporar el marxismo y el psicoanálisis freudiano en una nueva síntesis basada en sus conceptos sexuales. Argumentó que había una interdependencia crucial de la liberación social y sexual y que cualquier revolución política estaba condenada al fracaso a menos que fuese acompañada por la abolición de la moralidad represiva. Fue este fracaso, argumentó, lo que había minado la revolución rusa.
Reich también creyó que la revolución sexual necesitaba abarcar no sólo a los adultos sino a los niños y adolescentes. En su opinión, la represión sexual del adolescente en la sociedad condujo a la delincuencia juvenil, las neurosis, la perversión, y desde luego, a la apatía política. Dedicó numerosas páginas en sus redacciones al problema de proporcionar a adolescentes los cuartos privados y los dispositivos anticonceptivos necesarios para el cumplimiento de sus necesidades sexuales. Si la sociedad siguiera su prescripción para una revolución en la actitud hacia el sexo, la homosexualidad, dijo, desaparecería con posterioridad a la revolución, como sucedería con todas las otras formas de perversidad sexual.15
Finalmente, Reich demostró un fracaso en sus cometidos para conciliar el marxismo y el psicoanálisis y fue expulsado tanto de la Asociación Psicoanalítica Internacional como del Partido Comunista. En 1936, estuvo en Noruega, donde fundó el International Institute for Sex-Economy para estudiar la manera que el cuerpo humano usaba lo que llamó la energía sexual. La motivación de esta búsqueda fue su intento de encontrar la unidad física básica de la energía para reemplazar el generalizado concepto de la líbido de Freud.
En lugar de la líbido, desarrolló un concepto de energía, un componente físico real de los seres humanos que podría medirse y controlarse, para el cual ocupó el resto de su vida tratando de explicar, controlar y usar. En 1939, Reich se fue a Nueva York, donde estableció el Orgone Institute en Forest Hills. Allí, intentó enseñar a otros cómo usar la nueva clase de energía, que podría ser aprovechada mediante el masaje corporal, almacenado en los acumuladores y usado para fortalecer el cuerpo contra la enfermedad y en particular para aumentar la potencia del orgasmo. El resultado fue la caja orgón -una caja de seis lados hecha de madera por fuera y metal por dentro, un poco más grande que un ataúd- que recogía supuestamente la energía orgón, trasladándola al paciente sentado en el interior, que luego podría dirigir la energía a los genitales, restaurando de ese modo la potencia sexual. Si el paciente estuviese enfermo, podría restablecerse a una condición saludable.
Reich sostuvo que la potencia del orgasmo -la capacidad de un individuo para lograr el orgasmo después de la estimulación sexual apropiada- era la clave de la salud psicológica. El orgasmo, sostuvo, regula la energía emocional del cuerpo y alivia las tensiones sexuales que de otro modo se transformarían en neurosis. Sus teorías condujeron no sólo a su denuncia por la American Medical Association sino a una investigación por la Food and Drug Administration, que le prohibió distribuir los orgones acumuladores. Reich desafió la prohibición; en 1957, fue sentenciado a prisión, donde murió de cardiopatía.16

HERBERT MARCUSE

Participando con la misma intención de conciliar el psicoanálisis y el marxismo estuvo Herbert Marcuse (1898-1979). Consideró la represión sexual como uno de los atributos más importantes del abusivo orden social. Bajo el capitalismo, Marcuse sostuvo que el amor sexual se había desnudado de su juego y espontaneidad y convertido en un asunto de responsabilidad y hábito, cuidadosamente circunscrito por la ideología de la fidelidad monogámica. De hecho, la disminución de la sensualidad fue lo inevitable por el producto del trabajo industrial y había dado lugar a la atrofia e indecencia de los órganos del cuerpo. La represión sexual misma fue una herramienta principal usada para mantener el orden general de la represión.
La represión sexual también correlacionada con el principio del funcionamiento, una clave hacia el capitalismo, y esto había dado lugar a la desexualización de las zonas erotogénicas pregenitales y reforzado la genitalización de la sexualidad. En resumen, la líbido se concentró en una parte del cuerpo, los genitales, dejando por lo tanto el resto del cuerpo libre de uso como un instrumento de trabajo. La resexualización del cuerpo era la meta del cumplimiento humano.17
Hubo muchos otros individuos quienes desarrollaron teorías y escuelas del pensamiento que surgieron de las ideas freudianas. La finalidad de examinar a estos cinco hombres no es explicar el desarrollo del psicoanálisis (imposible de hacer en una sección tan corta) sino recalcar que los estadounidenses estaban dándose cuenta cada vez más de la importancia de la sexualidad, en gran parte a través de los esfuerzos de los discípulos freudianos y los apóstatas. Los académicos en Ciencias Sociales y Humanidades, estuvieron especialmente intrigados por las ideas freudianas y otras teorías psicoanalíticas y las usaron en gran medida en sus propios escritos. Muchos trataron de usar diversos aspectos de las teorías para explicar la sociedad, y desde la comunidad académica, las ideas pasaron al uso diario. Ya no podría ser pasado por alto el sexo, en efecto. Es más, la misma voluntad de los psicoanalistas para especular acerca del sexo, les convirtió en figuras de autoridad para la información sexual durante los años medios del siglo XX, al menos en función de las variantes actividades sexuales. Incluso cuando sus ideas se retaron -como fueron por numerosos investigadores sexuales durante los años veinte, treinta y cuarenta- el criterio psicoanalítico dominó el pensamiento estadounidense en el sexo hasta los años sesenta, nuevamente porque los psiquiatras, en particular los psicoanalistas, reclamaron una tasa de curación que ningún otro pudo igualar. Ayudaron a mantener un predominio médico sobre el sexo que su investigación no pudo apoyar.
Aunque los psicoanalistas dominaron el tratamiento, y las historias clínicas de los pacientes individuales o los grupos de pacientes se convirtieron en principales artículos de publicación, una nueva clase de investigación estaba surgiendo en los recintos universitarios de la universidad. Las ideas cambiantes acerca del sexo penetraron gradualmente en el programa de estudios de la universidad, en particular en los cursos en el desarrollo del niño, la Psicología y la Antropología cultural. Un resultado fue el crecimiento de lo que hoy se llamarían estudios de género, aunque todavía no se había inventado el término. Tales cursos recalcaron las diferencias sociales y culturales entre los hombres y las mujeres. Muchas universidades de mujeres así como los denominados departamentos de mujeres, como la economía doméstica, desarrollaron cursos especiales centrados en la mujer para que las mujeres pudieran comprenderse mejor. Los estudios estadounidenses del sexo por Davis, Dickinson, Hamilton y otros habían encajado en esta tradición creciente. Tales estudios siguieron durante los años treinta, aunque ninguno de los estudios publicados en ese momento igualaba a los anteriores.
Un beneficio principal de los cursos en desarrollo de la universidad en el matrimonio y la familia fue que dieron a las ciencias sociales emergentes temas potenciales de investigación. Cada vez más, los estudios basados en las respuestas a los cuestionarios de estudiantes de la universidad en Psicología, Economía doméstica y las clases de Sociología empezaron a aparecer. Algunos estudios patrocinados por el Committee for Research in Problems of Sex (CRPS) fueron más allá del aula para estudiar también a grupos especiales. No obstante, fueron los estudios en animales los que dominaron la investigación sexual estadounidense, y en un sentido, la investigación académica sexual estadounidense, una vez establecida en los departamentos de Biología, se movió gradualmente a otras áreas. Inicialmente, al menos, los estudios en animales no sólo fueron políticamente seguros sino, en muchos casos, tenían aplicación práctica para agricultores y otros.

ESTUDIOS EN ANIMALES

T H. Bissonette fue uno de los investigadores apoyados por el CRPS; se concentró en el problema de la luz con relación a la periodicidad sexual. Aunque sus estudios se realizaron principalmente en las aves, también investigó los hurones, los conejos y los mapaches y pudo cambiar el periodo de apareamiento de estos animales al reducir la iluminación en los meses de verano y aumentando la iluminación durante el invierno.18 Tales resultados llevaron al aumento en la producción de huevos y leche pero no se aplicaron a los seres humanos, aunque puede ser demostrado estadísticamente que las estaciones tienen alguna influencia en la reproducción humana (y la vida sexual). Si no hubiese ningún efecto estacional sobre la sexualidad humana, entonces un número igual de nacimientos ocurriría, como promedio, cada día del año. Este, sin embargo, no es el caso, y las estadísticas demuestran que menos individuos nacen en ciertos momentos del año que en otros.
Los estudios sobre la nutrición y el sexo en función de la reproducción patrocinados por el CRPS demostraron que en las ratas un régimen alimenticio de grasas puras, carbohidratos y proteínas, complementados por los luego conocidos grupos de vitaminas (A, B, C y D), fue suficiente para las ratas para vivir bien, pero las hembras no pudieron engendrar. El agregado de aceite germinal de trigo curó esta dificultad - un hecho que conduciría al descubrimiento de la vitamina E (a-tocopherol).19 De igual manera, la nutrición y el régimen alimenticio afectan las proporciones de fecundidad en los seres humanos, pero no fue hasta más tarde que tales estudios se hicieron.
A menudo los resultados fueron inmediatamente más importantes. C. R. Moore descubrió que los testículos de los mamíferos no podían formar esperma a menos que se sometieran a temperaturas inferiores que el interior del cuerpo, por lo tanto la necesidad de una bolsa escrotal. Además, si un hombre quería dejar encinta a una mujer, no debería mantener los genitales demasiado calientes al tomar demasiados baños calientes o al usar correas forradas de piel de Jock.20
No fue sólo en las ratas, las ovejas y las cabras que los experimentos se llevaron a cabo sino también en los primates no humanos. Fue en este área que Yerkes, presidente del CRPS, estuvo sumamente activo. Yerkes fue un psicólogo comparativo y se dedicó el mismo desde 1924 a trabajar con primates no humanos. Por 1929, con ayuda del CRPS, había establecido una estación experimental cerca del Orange Park, Florida, posteriormente nombrado Yerkes Laboratory of Primate Biology. Una de las preguntas que Yerkes examinó fue si los primates tenían una variación cíclica en la respuesta sexual similar a la de la mujer. Yerkes y su colaboradores estuvieron de acuerdo que había, pero también encontraron que varios factores no sexuales estaban involucrados, es decir, los rasgos de personalidad individual de los consortes, su experiencia anterior y diversos factores sociales y ambientales, todo lo que influyó el ciclo básico del comportamiento mediante las principales respuestas condicionadas hormonalmente. En la mujer, la preferencia por un hombre u otro podría eclipsar completamente la receptividad sexual y llevar al acontecimiento de la copulación en todo el ciclo.
Yerkes descubrió que cuando un chimpancé macho y una hembra se familiarizaban íntima y congenialmente, el macho, comúnmente dominante en todas sus actividades competitivas, dejaba precedencia a la hembra durante su periodo estrual. Lo más importante, observó que la variación en el comportamiento del apareamiento entre las hembras fue muy grande y que el comportamiento de una hembra específica difirió en reacción a diferentes hombres. Yerkes recalcó que el toque y la manipulación de los genitales fue un modelo común entre los primates no humanos y una gama amplia de otros animales y, contrario al pensamiento tradicional, no era contra la naturaleza. Su estudio de los grandes simios, que publicó en 1929 con Ada Watterson Yerkes, fue el trabajo estándar en la biología y la psicología de estos animales durante varios decenios.21
Un resultado principal de estos y otros estudios en animales fue recalcar precisamente cuántos de los sistemas corporales (muscular-esquelético, circulatorio; neurológico, y endócrino) participaron en la actividad sexual. Aunque gran parte del modelo copulatorio es mediado por medio de los circuitos nerviosos que yacen dentro de la médula espinal, estos son regulados por el hipotálamo y la corteza cerebral. También se encontró que diversos ajustes del motor sensorial participaron en el coito y la estimulación de diversos receptores cutáneos ubicados en los genitales y en otro sitio contribuyeron a la intensificación de la excitación sexual. En los primates especialmente, los modelos aprendidos de la interacción social son también influyentes al formar relaciones. En resumen, si no se conoció antes, los estudios en animales de los años veinte y treinta probaron que la actividad sexual incluyó una completa serie de factores neuropsicológicos y socioculturales.22

ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS

Dando énfasis a los factores socioculturales insinuados en los estudios en animales estuvieron un número creciente del campo de estudios en Antropología, muchos de ellos influidos por los conceptos freudianos. Bronislaw Malinowski (1884-1942), el padre del campo de trabajo antropológico, fijó el tono para el estudio futuro de tales factores a través de su énfasis en la necesidad de la investigación meticulosa de una cultura y sus organizaciones sociales. Creía que era importante determinar cómo cada aspecto específico del comportamiento cultural contribuía al funcionamiento del grupo.
En la mente de Malinowski, el sexo fue más que una conexión física sencilla entre los cuerpos. Sostuvo que la comprensión de las prácticas sexuales en sus contextos sociológicos y culturales era esencial para la comprensión de cualquier grupo cultural. La insistencia de Malinowski al estudiar el sexo vinculó al antropólogo profesional con los aficionados, como Richard Burton, de una generación anterior y los nuevos conceptos freudianos. El comportamiento sexual fue definido ampliamente por Malinowski, y The Sexual Life of Savages (1929), uno de sus estudios principales, trató más con el cortejo, el matrimonio y la familia que con descripciones del comportamiento sexual.23 No obstante, Ellis, quien escribió una introducción al libro, recalcó su importancia como una imagen amplia de una sociedad que integró la sexualidad dentro de su cultura y observó que Malinowski no recalcó las aberraciones como tantos estudios anteriores. Ellis señaló que aunque los Trobriand Islanders constituyeron sólo una comunidad pequeña y vivieron en un espacio limitado fue evidente que estas personas relativamente primitivas fueron muy parecidas a sus contrapartes europeas modernas y tenían los mismos vicios y virtudes. Los críticos de Malinowski, perturbados por su énfasis en el sexo como una clave de la vida en las sociedades primitivas, lo acusaron de generalizar muy estrictamente una base de la experiencia así como de fracasar al catalogar y describir a sus informantes nativos.24 Aunque estas críticas no son sin mérito, su importancia yace al institucionalizar el sexo y los asuntos en materia de género en los estudios del campo antropológico.
Algunos otros antropólogos procuraron responder a preguntas específicas que tenían alusiones sexuales. Margaret Mead, una estudiante de Franz Boas (1858-1942), se centró en la naturaleza de la adolescencia y la sexualidad en Coming of Age in Samoa.25 Boas y Mead, en esta etapa de sus vidas, eran ambos relativistas culturales. La naturaleza humana constaba enteramente de tales necesidades físicas como la comida, el agua y el sexo, y cómo las diferentes culturas hicieron frente a estas necesidades fue visto como enormemente variado. Sobre la base de datos provistos por sus informantes, Mead concluyó que los adolescentes en Samoa tenían completa libertad sexual y que fue la ambición de cada niña adolescente vivir con tantos amantes como fuese posible antes de que se casaran. El libro fue sumamente influyente en su tiempo y fue elogiado por Bertrand Russell, Ellis, Mencken y otros, aunque no todos los observadores de Samoa estuvieron de acuerdo con ella. De hecho, muchos antropólogos así como los samoanos mismos argumentan ahora que la Samoa tradicional fue precisamente lo opuesto de lo que ella dijo, que fue una cultura de controles paternos estrictos e inflexibles tabúes sexuales, una sociedad en que la virginidad femenina fue tan apreciada que las niñas fueron sometidas a la prueba de la virginidad antes de que se les permitiese casarse.26 Mead posteriormente siguió comparando los roles sexuales entre tres grupos de Nueva Guinea (Arapesh, Mundugumor y Tchambuli), recalcando que los roles del sexo no fueron congénitos sino un producto del aprendizaje, un criterio que incluso sus críticos nunca desafiaron.27
Si Mead fue engañada por sus informantes y probablemente lo fue, es importante históricamente, pero tales cargos vinieron posteriormente, demasiado tarde para prevenir su trabajo de convertirse en parte del canon desafiante tradicional del sexo y los roles del sexo. Ella fue considerada de dar la prueba adicional que la etnografía podría proveer un catálogo de información sobre la sexualidad humana, ilustrando la maleabilidad y la variedad del comportamiento humano.28 Una fuente para probar esta maleabilidad, que fue más allá del reportero individual como Mead, fue una recopilación de los informes que se habían recogido en la Universidad de Yale durante los años treinta en más de 190 culturas; ha continuado desde entonces en lo que se conoció originalmente como Yale Cross-Cultural Survey y ahora llamado Human Relations Area Files, Inc. Esta compilación de información acerca de los diferentes pueblos está clasificada por materia del tema y zona geográfica y se basa en miles de libros, artículos y periódicos por una variedad de reporteros y observadores que abarcan desde los viajeros eventuales a los misioneros hasta los etnógrafos profesionales.
Uno de los primeros intentos por resumir estos datos en función del comportamiento sexual fue por Clellan S. Ford y Frank A. Beach, cuya investigación fue patrocinada por el CRPS. Concluyeron que había una amplia variación entre los pueblos y las culturas que ninguna sociedad podría considerarse representativa de las especies humanas.29 Aunque encontraron muchas semejanzas transculturales, también encontraron varias diferencias. Algunas sociedades condonaron y promovieron los impulsos sexuales de los niños, pero otras prohibieron y castigaron tal comportamiento. Diferentes sociedades celebraron las reglas y las actitudes ampliamente diferentes acerca de la masturbación. Independientemente de si la actitud era la aprobación o la censura, observaron que al menos algunos adultos en todas o casi todas las sociedades parecen haberse masturbado. Aunque varias sociedades informaron sobre la existencia de la bestialidad, la mayoría de tales referencias se encontró sólo en el folklore y no en la vida diaria. El comportamiento homosexual no se encontró ser predominante entre los adultos en cualquiera de las sociedades, aunque alguna forma de actividad con el mismo sexo fue observada o se informó en una proporción significativa de las sociedades. Los datos indicaron que aunque ciertos factores sociales probablemente inclinan a ciertos individuos hacia la homosexualidad, el fenómeno no puede comprenderse exclusivamente en tales términos.30
Aunque los resúmenes de Ford y Beach son resúmenes exactos de los datos entonces disponibles, es importante recalcar que los datos que usaron reflejaron los prejuicios de los compiladores de su materia prima. Esto significa que tales datos deben usarse con cuidado, porque muchos de los primeros informes fueron hechos por misioneros u otros aficionados quienes carecieron del adiestramiento del etnógrafo moderno. Es más, muchos de los primeros observadores tendieron a relacionar los temas sexuales con suposiciones morales preconcebidas.
Una buena ilustración aparece en los resultados concernientes a la homosexualidad. Ford y Beach encontraron referencias a la homosexualidad en setenta y seis sociedades. En cuarenta y nueve (64 por ciento), la homosexualidad se consideró normal y socialmente aceptable, al menos para ciertos miembros de la comunidad. En otras veintisiete (36 por ciento), la actividad homosexual entre los adultos se informó ser totalmente ausente, rara, o practicada sólo en secreto.31 Ya que no se informó de ninguna referencia a la homosexualidad, ya sea positiva o negativa, para la mayoría de las sociedades, estos grupos se excluyeron de las estadísticas. Esto conduce a la pregunta de si la ausencia de afirmaciones positivas o negativas acerca de la homosexualidad significa que fue desconocida en aquellas sociedades o sencillamente que los informantes descuidaron mencionar el tema o pensaron que fue algo que el observador occidental no comprendería o congeniaría. La respuesta parecería apoyar más a la última explicación, y si este es el caso, la exactitud de las conclusiones definitivas sacadas de tales observaciones está abierta para debatir. Algunos de los investigadores que informan de la existencia de la homosexualidad quizás hayan estado buscando la prueba de su existencia, mientras muchos de los que no la buscaron desconocieron su existencia.
Otro problema con tales estudios es una definición de lo que constituye la actividad homosexual. La sociedad polinésica, por ejemplo, fue clasificada por Ford y Beach de ser una de las sociedades en que la actividad homosexual fue rara, ausente, o practicada sólo en secreto. No obstante el cruce de los roles del sexo es común entre los nativos de la Polinesia, ya que su religión coloca un valor alto en la cifra hermafrodita de Syng Hyan Toenggal, también conocido como el Solitario o Tijinitja. Tijinitja, según la Cosmología polinésica, representa el tiempo antes de los dioses, antes de la separación del hombre de la mujer. Por lo tanto, Tijinitja se cree que es tanto marido como mujer.32 Obviamente, el cross-dressing asociado con el dios representa la conducta travesti, pero ¿es homosexualidad? Ford y Beach no pensaron que sí, pero luego la pregunta debe hacerse por qué ellos clasificaron el cross-dressing entre el berdache como homosexualidad ya que muchos de los primeros estudios clasificaron una variedad de conducta bajo esta etiqueta.33 ¿Puede ser la clasificación en un caso más justificada que en el otro? Probablemente la respuesta depende de cuando los datos que usaron se informaron y por quien, algo que ellos no tuvieron en cuenta.
Parte de la confusión proviene del hecho de que como la investigación en sexualidad se ha desarrollado ha habido tanto como una mayor conciencia de las implicaciones sexuales de algunas costumbres como un mayor intento a la precisión en las definiciones. Nuevas categorías tales como el travestismo y el transexualismo se han establecido en años recientes que se clasificaron una vez como homosexualidad; el uso de las nuevas categorías desafía las interpretaciones más antigüas. Lamentablemente, es imposible rehacer los estudios anteriores porque muchas de las culturas estudiadas se han cambiado. Ya que la mayoría de nuestro pasado histórico y los datos antropológicos generalmente no se detallan o precisan suficientemente para indicar en qué categoría un individuo debe caer, si un individuo se clasifica como homosexual en parte depende del tiempo y el lugar cuando los datos se recogieron y la experiencia del observador.
Esta dificultad en la clasificación no es un problema único para los antropólogos pero llena el estudio de la sexualidad humana. Los médicos modernos, por ejemplo, quienes intentan leer las descripciones históricas de los síntomas tienen dificultad al determinar qué enfermedad está describiéndose, porque los médicos en el pasado buscaron diferentes cosas que los modernos y tuvieron diferentes categorías de diagnóstico. Esto significó que agruparon las categorías que ahora separamos y dieron gran énfasis a algunos factores que ya no creemos importantes. La solución más operable y práctica para el identificador histórico a menudo es evitar analizar una enfermedad fuera de la cultura en la cual existía; incluso cuando los datos fueran suficientes para permitir alguna clasificación preliminar, la asignación definitiva en función de la comprensión actual puede ser engañosa si no en realidad errónea.
El mismo cuidado debe aplicarse a la rotulación de la conducta del mismo sexo en otras sociedades como el homosexual en el sentido moderno del término, ya que tuvo un significado diferente en esa sociedad al que tiene en la nuestra. Sin embargo, después de que todo ésto se ha dicho, los datos antropológicos que fueron recogidos en el periodo entre las Guerras Mundiales (1918-41) recalcaron la variedad de posibilidades existentes en el comportamiento sexual humano.34

DATOS HISTÓRICOS

De igual manera, diversas obras históricas aparecieron durante este mismo periodo, recalcando que incluso dentro de la tradición occidental, hubo una variedad de diferentes actividades sexuales que no sólo se habían tolerado sino institutionalizado en las sociedades. Entre los griegos, por ejemplo, el contacto homosexual entre adolescentes y adultos jóvenes se consideró normativo.35 Estudios similares aparecieron acerca de la vida sexual en la Roma y en la India antigua36, así como los estudios especializados que trataban las referencias a la masturbación, las relaciones sexuales, la bestialidad y otros en la cultura clásica.37 Ediciones secretas de obras pornográficas clásicas también se tradujeron y se distribuyeron,38 y el valor principal de tales obras es que dan luz en diferentes actitudes de lo que fuentes oficiales permitían, no sólo en la Antigüedad sino también en los tiempos modernos.
Un buen ejemplo es el trabajo anónimo My Secret Life, una autobiografía sexual de un caballero victoriano que se creyó basarse en una vida real. En tales obras, encontramos que había interacción generalizada entre las niñas jóvenes preadolescentes y los hombres mayores. El autor registra algunas de las dificultades de tener relaciones sexuales con niñas preadolescentes, y sabemos de otras fuentes que no fue poco común en el siglo XIX cloroformizar a las niñas durante la penetración. El autor no dijo nada acerca de esto pero declaró en realidad bastante :

 

Precisamente un caballero había preferido tenerlas por dinero, que un maleante (que las tuvo) por nada. Es el destino de tales niñas ser jovenes abusadas, ni las leyes sociales o legales pueden prevenirlo. Las oportunidades dadas -a quienes tienen como los niños de los pobres- y ellos copularán. Es la ley de la naturaleza que nada puede impedir. Un hombre no necesita tener ningún "remordimiento de conciencia" como se nombra al tener tales niñas primero, para asegurse de que no habrá hecho ningún daño y sólo haya sido un agente en lo inevitable. Las consecuencias para la mujer son las mismas, quien quiera que haya sido el que haya abusado primero de ella.39


Prosiguió para declarar que la niña más joven con la que él alguna vez había tenido relaciones sexuales tuvo diez años de edad, pero él se quejó de que ella no podía dar el placer "que las mujeres plenamente desarrolladas podían dar". No obstante, admitió que tuvo varios orgasmos con ella.40
La existencia de tal conducta enfatiza precisamente cuánto silencio sobre el sexo existía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX que permitió exitir tales abusos. Ésto causa que uno se cuestione seriamente las historias oficiales y desafíe las hipocresías piadosas del pasado. Pero el problema con las historias sexuales especializadas, del mismo modo que los clásicos pornográficos, es que muchas de estas obras reflejan la misma clase de problemas como hizo la literatura antropológica antes de Malinowski. Los investigadores especializados en sexo histórico dejaron de integrar las costumbres y los datos sexuales en la cultura de la sociedad que ellos estaban examinando. Trataron de considerarlo por sí solo, y el resultado fue a menudo un estudio lascivo, incluso salaz, que aunque informativo, probablemente da una imagen bastante distorsionada del lugar de las actividades sexuales en una sociedad.
Este énfasis en lo salaz y lascivo fue el mismo problema con que los estadounidenses en general se enfrentaron entre las dos guerras mundiales. La cultura estadounidense estaba perdiendo sólo gradualmente lo que únicamente podría llamarse un criterio lascivo de la sexualidad. Los estadounidenses a menudo negaron oficialmente la existencia de una variedad amplia de actividades sexuales y no obstante buscaron, en la pornografía o en las audiencias segregadas por el sexo, información acerca de las actividades prohibidas. Esto fue particularmente la verdad de los grupos masculinos, que se reunieron para mirar películas o shows de striptease, con los hombres excitándose en lo prohibido.

ESTUDIOS SOBRE LAS ACTIVIDADES SEXUALES PREMATRIMONIALES

Los estudios cuantitativos reflejaron en profundidad incluso un cambio creciente no sólo en las actitudes sino en los comportamientos. Entre el mejor de los estudios de los años treinta estuvieron los de Dorothy Dunbar Bromley y E H. Britten sobre los estudiantes universitarios masculinos y femeninos y el de Lewis M. Terman, Carney Landis y otros sobre los factores psicológicos en la felicidad matrimonial.
El estudio de Bromley y Britten constó de un cuestionario dado a 1.364 estudiantes universitarios, el 43 por ciento de quienes fueron hombres y el 57 por ciento mujeres. Los datos recogidos sólo podrían llamarse fortuitos. Los dos autores fueron periodistas que visitaron quince recintos universitarios: cinco de las facultades de hombres (cuatro en el oriente y uno en el sur), cinco facultades de mujeres (todas en el oriente) y cinco universidades coeducacionales (cuatro instituciones estatales -dos en el centro oeste, una en el sur y una en el occidente- y una universidad privada en el centro oeste). Caminaron sencillamente en el recinto universitario, se presentaron ellos mismos a los estudiantes, y luego programaron las entrevistas con ellos. Las autoridades en una de las universidades de mujeres le pidieron a Bromley y Britten que salieran, pero los funcionarios en las otras instituciones o no sabían que ellos estaban allí o toleraron su existencia. En total entrevistaron a 154 mujeres y 122 hombres, todos quienes eran estudiantes de pregrado. Luego Bromley y Britten reclutaron a los estudiantes de pregrado para dar o enviarles sus cuestionarios a otros estudiantes, pagándoles diez centavos por cada cuestionario devuelto. De los 5.000 cuestionarios enviados a cuarenta y seis facultades y universidades adicionales, se devolvieron 1.088: 618 de mujeres y 470 de hombres. El número más grande de cualquier recinto universitario fue 169 de una universidad estatal del medioeste y el siguiente más grande fue 77 de una universidad de mujeres en el oriente.
La manipulación estadística de los datos fue escasa y no hay ningún deterioro de la muestra. De lo que conocemos de otra información disponible, las respuestas a las preguntas acerca de la masturbación y la homosexualidad fueron notificadas insuficientemente por los entrevistados masculinos, aunque esto no era necesariamente el caso con las mujeres. Entre las preguntas hechas fue si la homosexualidad estuvo prevalente en su universidad y si conocían mucho acerca de ella. A los estudiantes luego se les preguntó si ellos mismos se habían ocupado alguna vez de las prácticas con el mismo sexo. Muchos hombres informaron no conocer nada acerca de la homosexualidad, y sólo unos pocos admitieron tener tales experiencias. Además, aquellos hombres que sí informaron sobre el comportamiento con el mismo sexo insistieron que fue sencillamente un asunto casual.
Probablemente los datos más exactos fueron dados en los autoinformes de estudiantes de actividad heterosexual. Un 25 por ciento de las mujeres indicaron que habían tenido actividades sexuales con hombres, pero casi todas dijeron que habían estado enamoradas de sus parejas en el momento, y muchas dijeron que ellos estaban comprometidos. Por otro lado, aproximadamente el 50 por ciento de los hombres indicaron que tuvieron experiencias sexuales con mujeres y hubo menos de un intento por justificar sus actividades con afirmaciones de amor.
Sobre la base de sus datos, Bromley y Britten argumentaron que hubo una revolución social en las maneras y en la moral que tenía lugar en Estados Unidos en función de las relaciones sexuales prematrimoniales, aunque sus entrevistados informaron abrumadoramente que todavía querían casarse y establecerse. Quizás, debido a la presión puesta en ellas por los hombres, debido a las relaciones sexuales en sus vidas, las mujeres universitarias en su mayoría deseaban casarse jóvenes, mucho más jóvenes de lo que los hombres lo hicieron.41 De hecho, la presión inconsciente para ocuparse de la actividad sexual prematrimonial, que fue contraria a la moralidad oficialmente sancionada, quizá haya sido la razón por la que tantas mujeres abandonaron la universidad para casarse.
Terman y sus colegas examinaron las actitudes hacia el sexo y el matrimonio basados en 2.484 temas, constituidos por 1.250 parejas casadas, principalmente viviendo en California y educadas en la universidad. La edad media de sus sujetos fue de treinta y nueve, y dentro de los límites de la muestra, el estudio ilustró los cambios que estaban teniendo lugar en los Estados Unidos. Terman y sus colaboradores encontraron un aumento del sexo prematrimonial entre las mujeres educadas en la universidad, de entre 35 y 65 por ciento que se ocupaba de la actividad sexual prematrimonial, según su media de edad. Las mujeres más jóvenes se habían ocupado del sexo prematrimonial más que las más viejas. Los autores predijeron que, si las tendencias representadas en su estudio continuaran, por 1960 ninguna niña estadounidense llegaría a la cama nupcial como una virgen. Uno de los resultados más interesantes fue que el 13 por ciento de las mujeres casadas experimentaron el orgasmo múltiple. No se entrevistó a los sujetos, sin embargo, los datos se basaron en un cuestionario.42
Landis estudió las parejas casadas, y su trabajo fue apoyado por el CRPS (como lo fue el de Terman). Encontró que bajo una "fachada emancipada" e incluso tras el "comportamiento emancipado", las actitudes tradicionales permanecían todavía firmemente arraigadas. Muchos esposos informaron deliberadamente sobre variar las técnicas sexuales y extender la relación para llevar a sus esposas al orgasmo, pero la mayoría de las esposas o siguieron estando sin conocimiento de estos esfuerzos o pensaron que eran ineficaces, porque las mujeres dijeron que sus esposos se preocuparon sólo por gratificarse ellos mismos. La falta de comunicación acerca de los temas sexuales parecía ser un problema común entre las parejas.43 Se realizaron algunos otros estudios sobre el matrimonio, y Terman a menudo participó en alguna capacidad u otra.44
Terman y C. C. Miles fueron los pioneros al crear una escala de masculinidad-feminidad, aunque por las normas de hoy las mediciones fueron muy toscas. En vez de empezar con una teoría de la masculinidad o la feminidad como conceptos psicológicos, Terman y Miles siguieron la estrategia más sencilla de encontrar diferencias sexuales empíricas entre las respuestas de los hombres y las mujeres a los temas del cuestionario acerca de sus intereses y preferencias. En los más absurdos, tal definición operativa de la masculinidad lo equiparó a la preferencia de los hombres por la toma de las duchas, por la búsqueda del trabajo en el negocio o como contratistas y por la lectura de las revistas como Popular Mechanics. La feminidad se equiparó a una preferencia por la toma de baños, por la búsqueda del trabajo como diseñadoras de vestuario y por la lectura de revistas como Good Housekeeping.
En un enfoque tal, Terman y la mayoría de sus contemporáneos parecieron creer, permitiéndoles discriminar entre hombres y mujeres así como separando los hombres homosexuales y las mujeres lesbianas. Dieron por sentado que los hombres y las mujeres eran opuestos y los homosexuales eran el inverso de los heterosexuales. También dieron por sentado que los hombres sanos serían masculinos y las mujeres sanas femeninas. Cualquier actividad o hábito del género cruzado despertó la sospecha.45 Muchas de tales suposiciones simplistas transferidas en los perfiles del militar, durante la Segunda Guerra Mundial, acostumbró a rechazar o eximir a los individuos quienes se identificaron como gays.*
Indicativos de la conciencia creciente de los temas sexuales son los estudios de las muestras especializadas. Landis y M. M. Boles, por ejemplo, examinaron la personalidad y la sexualidad de las mujeres fisicamente minusválidas, pero el estudio debería observarse más por su intención que por sus resultados.46 Anteriormente, E M. Strakosch había realizado un estudio sobre la vida sexual de setecientas mujeres psicopáticas en el New York State Psychiatric Institute en la ciudad de Nueva York. Los datos fueron compilados por varios psiquiatras, elevando el potencial de variación posible en el estándar del registro. La complicación de utilidad del estudio fue el hecho de que las edades, los niveles de educación y los niveles sociales de los entrevistados se clasificaron en tal amplia gama, especialmente desde que Strakosch comparó sus datos con los de Davis, Hamilton, Dickinson y Beam, cuyos temas se extrajeron más o menos exclusivamente de los niveles superiores educacionales y sociales.47
Muchos de estos estudios sociales orientados a la ciencia fueron examinados por Alfred Kinsey y sus colegas, quienes concluyeron que era difícil generalizar sobre tales estudios debido a sus muestras limitadas o influidas por las clases. Muchos se basaron en gran medida en el material del área de la ciudad de Nueva York, mientras que la mayoría de los otros provinieron del oriente de los Estados Unidos. Todos aquellos estudios que intentaban ir más allá de esta zona geográfica limitada fueron los estudios de cuestionario, no los de entrevista, y ninguna de las muestras intentó llegar a una gama amplia de poblaciones o niveles de edad. Sus resultados fueron más transigidos por la ambivalencia que los autores tuvieron al hacer preguntas acerca del sexo y muchos de los estudios usaron los circunloquios o los términos valorativos, en particular los anteriores.48
 


* Incluso pensé que algo debe de estar equivocado conmigo porque, durante un examen de inducciones, dije que me gustaban los baños. Esto se consideró como una característica femenina en lugar de una masculina y dio lugar a preguntas adicionales acerca de mi masculinidad, aunque mi preferencia por los baños fue porque no había ninguna ducha en el hogar en que crecí.

HOMOSEXUALIDAD Y LESBIANISMO

Cada vez más, sin embargo, los investigadores sexuales estadounidenses se convirtieron más osados y uno de los esfuerzos más ambiciosos por estudiar el sexo trató el tema de la homosexualidad. Este estudio fue llevado a cabo por un grupo autoseleccionado de individuos que, en 1935, formó el Committee for the Study of Sex Variants.49 La mayoría de la investigación y los escritos para la última publicación fueron hechas por el psiquiatra George Henry. Los sujetos para el estudio fueron reclutados por Jan Gay, una mujer que tuvo contactos en la comunidad homosexual y lesbiana. Los sujetos dispuestos a participar fueron sometidos a una entrevista psiquiátrica, usando lo que Henry llamó un método modificado de asociación libre. Con una sugerencia o pregunta ocasional a los sujetos se llevó a que conversaran libre y espontáneamente acerca de sí mismos y de su familia y se hizo un registro abreviado literal de las respuestas. El que tomaba las notas en vez de inhibir al sujeto informó para alentar a los entrevistados de que todo lo que tuvieran que decir era de valor. Las notas fueron tomadas por el psiquiatra quien no manifestó ninguna reacción a lo que se divulgó o a lo que fue de interés.
Después de que una historia detallada se había obtenido por lo tanto, el estudio, en lo que el sujeto estaba consciente, era finalizado, aunque muchos se ofrecieron como voluntarios para regresar si aún era deseada más información. Dos años después, las entrevistas se reanudaron pero esta vez se empleó el método del cuestionario. Este procedimiento fue adoptado para comprobar las afirmaciones anteriormente hechas y suplementar la información ya obtenida.50
Cuántos se entrevistaron no está claro (algo más de doscientos), pero ochenta sujetos fueron seleccionados finalmente para tener sus historias clínicas y los análisis publicados; la mitad de ellos fueron mujeres. Para notificar sus datos, Henry separó a las lesbianas de los gays, pero puso a cada uno en las mismas tres categorías, los casos bisexuales, los homosexuales y los narcisistas, aunque los casos narcisistas eran sencillamente otra forma de homosexualidad para él.
Henry presumió de que había una base o predisposición física para la homosexualidad, y por lo tanto, además de la entrevista, había una exploración física extensa de los sujetos hecha por Joseph C. Roper. Además, un examen pelviano especial se les administró a las mujeres por Mary Moench. Tanto Roper como Moench eran médicos en el Hospital de Nueva York. Cerca del 33 por ciento del grupo se fotografiaron desnudos, y a todos se les hicieron radiografías de la cabeza con referencia especial a las diversas características físicas que se pensó que eran indicativas de la homosexualidad o el lesbianismo. A los hombres también se les pidió que dieran muestras de esperma. Como resultado de estos exámenes, Henry y sus colaboradores concluyeron que el ángulo que lleva el cuerpo de los homosexuales de ambos sexos era intermedio entre el hombre y la mujer. Las lesbianas a menudo demostraron una formación pelviana anormal y un desarrollo esquelético inmaduro.51
Henry también buscó los factores hereditarios y constituyó listas genealógicas para sus sujetos, observando el acontecimiento dentro de cada familia de factores como la homosexualidad, la bisexualidad, el suicidio, la psicosis, el alcoholismo, y la tuberculosis así como las "inclinaciones artísticas". Encontró que la educación sexual había sido un tema ignorado por sus sujetos cuando fueron criados y que a muchos de ellos les habían dicho sus padres que habían deseado a un niño del sexo biológico opuesto. En la manera psiquiátrica tradicional, Henry y sus colegas consideraron los padres y encontraron que las madres fueron en muchos casos infelices, casi mártires, quienes hicieron a sus niños conspiradores con ellas contra el hombre de la casa. Algunos padres lucharon con muestras coléricas de infidelidad, haciendo el juicio de la madre realidad, mientras que otros se retiraron y se convirtieron en ceros a la izquierda. En otros hogares, los padres ostentaron su sexualidad y sufrimiento para ganar atención. Generalmente, sólo un padre ganó la solicitud del niño. Documentó una relación entre la homosexualidad y el comportamiento de agresión-pasividad e indicó que este comportamiento fue a menudo transmitido a varias generaciones. Pensó que quizá haya una base genética para este comportamiento pero que un ambiente neurótico lo hizo particularmente importante en el desarrollo de la personalidad. Henry también encontró que en las pruebas de masculinidad/feminidad, hombres y mujeres homosexuales eran intermedios,52 lo cual recalcó era un indicador de la existencia de un sexo intermedio.
Las conclusiones de Henry estuvieron influidas firmemente por las actitudes de su tiempo y sus suposiciones psiquiátricas, pero lo que hizo su estudio valioso entonces y ahora son las largas, detalladas historias clínicas que a veces indican los modelos para la generación actual de los lectores que Henry no vio o ignoró.53 En general, sus hombres y mujeres homosexuales fueron un grupo variado, unos abiertamente homosexuales, otros reservados; muchos tenían éxito en sus carreras y vidas sociales, mientras que unos pocos tuvieron una historia de depresión, fracasos en la carrera y deseos suicidas.
Henry tenía suposiciones tradicionales médico-psiquiátricas y recalcó que la variante sexual podría estudiarse mejor y más eficientemente por un psiquiatra que se hubiese especializado en Patología sexual.54 Finalmente, su estudio resultó no ser el estudio desapasionado que había planteado hacer, porque se volvió profundamente interesado en sus pacientes y ocasionalmente incluso expresó escepticismo acerca de las suposiciones psiquiátricas estándares. Durante la Segunda Guerra Mundial, Henry fue consultado por los militares acerca del problema de los homosexuales. Tuvo el coraje de decirles que muchos más homosexuales cumplieron con los servicios armados que los que se eliminaron antes o después de la inducción. De hecho, el ejército había promovido en un sentido la homosexualidad haciendo a los hombres conocedores de su orientación sexual. Como resultado, muchos hombres tuvieron su primera experiencia homosexual evidente durante el ejército.55
Fue el sentimiento de compasión que transparentaba a traves de sus suposiciones psiquiátricas que condujó a un grupo de cuáqueros acercarse a él en 1945 para establecer el Quarker Emergency Committee en la ciudad de Nueva York para tratar los problemas de los jóvenes detenidos por los cargos de homosexualidad. Se estableció una red de cleros, médicos y educadores, pero las diferencias pronto se desarrollaron entre Henry y los Cuáqueros. Los cuáqueros se retiraron y establecieron su propio grupo, el Quarker Read Readjustment Center, un título indicativo del conflicto con Henry. El nuevo director del grupo cuáquero fue el psiquiatra Frederic Wertham, que era mucho más conservador que Henry. Bajo la dirección de Wertham, el centro trató principalmente con agresores sexuales. El comité anterior se reorganizó como la Fundación George W Henry y se interesó en dar ayuda, asesoramiento y estímulo a los jóvenes dificultados con problemas de homosexualidad. Muchos de los directores de la fundación de Henry se tornaron activos en grupos homosexuales organizados en Nueva York, y siguiendo la muerte de Henry en 1964, la fundación se reorganizó en un organismo de trabajo social para tratar los problemas encontrados por los homosexuales.
Henry también publicó una versión más popular y bastante diferente de su experiencia psiquiátrica en nueve mil pacientes (ocho mil hombres y mil mujeres) bajo el título All the Sexes. Esto fue un esfuerzo pionero por recalcar que cada individuo fue un complejo incalculable de masculinidad y feminidad. Henry señaló que cada hombre poseía atributos femeninos y cada mujer poseía masculinos; los seres humanos representaban una gradación imperceptible entre lo masculino teórico y lo femenino teórico. Aunque sus explicaciones psiquiátricas de los desajustes no fueron las tradicionales del tiempo, su mensaje fue importante, y en un sentido, el libro fue una contribución importante a lo que posteriormente llegaron a llamarse los estudios de género.56 Henry incluso empezó a retirarse de su énfasis anterior sobre los factores fisiológicos y se dio cuenta de que la forma corporal misma no era un indicador fiable de la competencia sexual.
Aunque Henry cambió su opinión acerca de los indicadores físicos, otros investigadores no lo hicieron. Tales conceptos fueron empujados al extremo por W S. Sheldon a través de lo que llamó la "Psicología constitucional". Sheldon tomó fotografías y mediciones de miles de hombres y mujeres, que luego dividió por figura corporal en tres categorías básicas: endomorfo (dominado por el estómago y las vísceras digestivas masivas), ectomorfo (dominado por el cerebro y las terminaciones del nervio) y mesomorfo (dominado por la musculatura). Luego continuó al reclamar que el cuerpo se forma y los trastornos emocionales estaban relacionados. Sheldon implicó que los homosexuales masculinos fueron débiles, frágiles, indefensos y mal dotados y tenían características físicas características de las mujeres. Lo contrario, se aplicó a los homosexuales femeninos. También argumentó por una correlación entre la actividad sexual elevada y la perversión.57 Considerando tales actitudes, los estudios de Henry parecen ser un modelo de objetividad.

ALFRED KINSEY

A pesar de la crítica hecha de algunos de los estudios sociales estadounidenses orientados a la ciencia, tales estudios estaban aumentando en número y, con algunas excepciones, volviéndose gradualmente más complejos. Cabe destacar que no tenían ninguna contraparte en Europa. En la Unión Soviética, para la cual muchas de la generaciones anteriores habían buscado nuevos avances en el sexo, Stalin había reprimido cualquier clase de estudios sexuales de la ciencia social. A principios de los años veinte, antes de que Stalin hubiera consolidado su poder, la Unión Soviética promovió los estudios sobre las vidas sexuales de los trabajadores de la fábrica y los estudiantes de la universidad. Por un tiempo breve, existió incluso la Scientific Society for Sexology and Forensic Sexological Expertise, que celebró una conferencia en Leningrado en 1928, pero después de esto, los estudios sexológicos estuvieron más o menos terminados.58
En este entorno de una conciencia creciente por la importancia de la sexualidad y un volúmen cada vez mayor de estudios sobre la sexualidad humana, Alfred Kinsey empezó a hacer su investigación. Kinsey nació en 1894 en Hoboken, New Jersey; estuvo en la cumbre de su carrera en 1938 cuando se desplazó del estudio de las bilis de avispas al estudio de la sexualidad humana. Probablemente también estaba pasando por lo que quizá se llame una crisis de la edad mediana, buscando nuevos campos por conquistar. En el verano de ese año, la Universidad de Indiana empezó a enseñar un curso en el matrimonio, una de las muchas facultades y universidades en aventurarse en esta nueva área. Ya que ningún profesor en el profesorado se consideró capacitado para enseñarlo sin ayuda de nadie, los profesores (todos hombres) se juntaron a partir de los departamentos de Derecho, Economía, Sociología, Filosofía, Medicina y Biología para hacerlo. Kinsey acabó como coordinador del curso.
Para agregar a su propio conocimiento, pronto empezó a tomar historias de estudiantes, muchos de quienes acudieron a él para la orientación. Buscó información sobre la edad en la primera relación prematrimonial, la frecuencia de la actividad sexual, el número de parejas y datos similares. Gradualmente, amplificó su búsqueda de la información al incluir preguntas acerca de prostitutas, la edad de la pareja con quien el sujeto tuvo su primera relación, el porcentaje de parejas que estaban casadas y otras. Kinsey, un recolector de datos compulsivo, empezó un programa extenso de lectura en todos los aspectos del comportamiento sexual. Esto le llevó a que acumulara una biblioteca personal, ya que los estudios serios sobre el sexo fueron difíciles de encontrar en la mayoría de las bibliotecas públicas o universitarias (unos treinta años después, también tuve que afrontar este problema). Para extender su recopilación de los datos más allá del aula, Kinsey hizo un corto viaje a Chicago en junio de 1939 para realizar las entrevistas. Alrededor de este tiempo, también empezó a trabajar con inmates en la Explotación Agropecuaria Penal del Estado de Indiana y sus familias, que compilaron sus historias sexuales. Todo esto que hizo en consulta con los funcionarios universitarios, quienes habían ordenado que las historias debían mantenerse completamente confidenciales. Sus estudiantes confiaron aparentemente en él, y muchos de ellos que habían tomado la clase siguieron escribiendo a Kinsey acerca de sus problemas sexuales mucho tiempo después de que se hubieran graduado.
La investigación en expansión de Kinsey sobre sexualidad humana no estuvo sin controversia, y uno de sus críticos más persistentes fue Thurman Rice, un profesor de bacteriología en la universidad quien había escrito ampliamente sobre el sexo, principalmente desde el punto de vista de la eugenesia. Rice por mucho tiempo había dado la conferencia sexual que formó parte de un curso necesario sobre higiene en la universidad y por lo cual los hombres se separaron de las mujeres. Rice fue característico de una generación anterior de expertos sexuales, en el sentido en que él consideraba la educación moral como una parte de la educación sexual. Creía que la masturbación era nociva, condenaba la relación prematrimonial y estuvo aterrado del curso de Kinsey sobre el matrimonio que era una perversión de las normas académicas. Atacó a Kinsey, entre otras cosas, por preguntar a alguna de las estudiantes acerca de la longitud de su clítoris y luego exigió los nombres de los estudiantes en la clase para que pudiera comprobar tal voyerismo del aula. Rice se opuso totalmente al interrogatorio de Kinsey en general, porque creía que el comportamiento sexual no podía ser analizado por los métodos científicos según fuese un tema moral, no uno científico.
Algunos padres también objetaron a los datos sexuales específicos facilitados en el curso, y el presidente universitario Herman Wells, un amigo personal de Kinsey, le ofreció la opción de continuar enseñando el curso o conducir su investigación sexual.59 En cualquier caso, Kinsey seguiría enseñando en el departamento de Biología. Optó por hacer la investigación y descontinuó su participación en el curso del matrimonio.
Para conseguir el financiamiento para su investigación, Kinsey acudió al CRPS en 1940. Después de que Yerkes, el presidente del comité, se reunió con Kinsey, el comité con la recomendación de Yerkes votó para darle a Kinsey una subvención preparatoria. Kinsey, para ellos, parecía ser la persona ideal para hacer un proyecto sobre sexualidad humana, para el cual creyeron que el comité se había establecido originalmente. Era un científico establecido, estaba casado, tenía una familia y tenía una historia de los proyectos llevados a cabo hasta el final. Esto último fue importante porque el comité le había dado antes dinero a Adolf Meyer para examinar las actitudes sexuales de los estudiantes de Medicina en la Johns Hopkins y para hacer observaciones sobre la vida sexual de los grupos seleccionados, pero aunque recogió considerables datos nunca fue capaz de reunirlos.
Kinsey no estaba sólo interesado sino bien preparado. Como científico, creyó que el investigador tenía que participar directamente en el proyecto. Fue algo desdeñoso del trabajo de la mayoría de sus antecesores en la investigación sexual. Estaba asombrado de cómo Freud y los primeros analistas, todavía bajo la influencia de Krafft-Ebing, habían considerado la masturbación como una enfermedad. Estuvo también preocupado porque Freud dependió de las impresiones subjetivas y no las probó. De igual manera, difirió con Stekel y, en último término, con el enfoque psicoanalítico entero. No tenía ningún uso para la catalogación no científica de Krafft-Ebing o el comportamiento sexual, pero pensó muy favorablemente en Moll. Kinsey creía que los psicólogos y los seguidores estadounidenses de Freud no fueron científicos objetivos y estuvieron también altamente influidos por los códigos morales tradicionales. Aunque tenía buenas palabras que decir acerca de Ellis, su estima mermó cuando se enteró de que el investigador británico fue tan tímido acerca de su trabajo que no podía conversar con sus sujetos cara a cara y dependió enteramente de las cartas escritas a él. Kinsey estuvo también ofendido por la proclamación abierta de Hirschfeld de su propia homosexualidad, que le condujo a considerar a Hirschfeld como un suplicador especial y no un científico objetivo. Del mismo modo, fue desdeñoso por Malinowski, porque en su opinión Malinowski no sólo tenía miedo del sexo sino lo había tomado de los isleños. Él y Mead difirieron públicamente, porque Mead lo acusó de hablar sólo del sexo en sí y no acerca de tales cosas como el comportamiento materno. Kinsey pensó que ellos eran diferentes y dijo que él quería estudiar el sexo, no el amor.
Obviamente, Kinsey era un individuo de mente fuerte -algunos quizá lo llamen arrogante; fue crítico de la mayoría de sus antecesores, aunque siempre fue cuidadoso en citarlos en su trabajo si hubieran descubierto un nuevo campo. Es más, a pesar de su crítica, reconoció que algunos, en particular Freud y Ellis, habían hecho importantes contribuciones en su tiempo. Ellos no sólo cumplieron lo que Kinsey pensó que fue necesario, es decir, el estudio de la actividad sexual humana en una forma imparcial y científica como fuese posible. Tenía el compromiso y el temperamento para hacerlo, ya que pensó que tenía que ser rigurosamente neutral y no valorativo y dejar sus datos hablar por él.
En resumen, Kinsey parecía aparecer en un momento particularmente oportuno, cuando el comité estaba buscando a alguien para servir su propósito original tan descuidado, y Kinsey parecía ser la única persona con que el comité hasta el presente había entrado en contacto que fue capaz y estaba dispuesto a mirar la actividad sexual humana científicamente.60
Por estas razones, George W. Corner lo vio como un candidato modelo. Corner, quien visitó a Kinsey por el CRPS para ver si la subvención debería renovarse, escribió:

 

Fue un profesor íntegro, casado, con niños adolescentes. Mientras continuaba sus responsabilidades didácticas en el Departamento de Zoología trabajó cada hora disponible, día y noche, viajando a cualquier parte donde las personas le concedían entrevistas. Estaba adiestrando a una pareja de hombres jóvenes en su método de entrevistar. Dr. Yerkes y yo nos sometimos por separado a su técnica. Estuve asombrado por su habilidad al producir los detalles más íntimos de la historia sexual del sujeto. Introduciendo sus consultas gradualmente, procuró transmitir una seguridad de completa confidencialidad al registrar las respuestas en las hojas especiales impresas con una rejilla en la que fijó la información ganada, para los signos ininteligibles, explicó que el código nunca se había apuntado y sólo sus dos colegas, Wardell B. Pomeroy y Clyde E. Martin, podrían leerlos. Sus preguntas incluían trucos sutiles para detectar información deliberadamente incorrecta.61


Corner agregó que Kinsey fue el científico más intenso que alguna vez había encontrado y que Kinsey podía hablar de algo más que de su investigación. Corner fue solidario, ya que Kinsey había "reunido tanta crítica y tanta resistencia a su programa de investigación de las personas remilgadas y temerosas que no confió en nadie con poco conocimiento, incluso en científicos profesionales como Yerkes y yo".62 Corner creyó que Kinsey confiaba en él pero nunca como con Yerkes, porque Kinsey pensó que Yerkes fue tímido con respecto al sexo. Corner creyó haber ganado la aprobación de Kinsey al informarle casualmente que había leído un libro reciente acerca de la homosexualidad y dos de ellos, después de una discusión versada sobre el tema, se encontraron ellos mismos en acuerdo general. De tales factores fueron dadas subvenciones y se abrieron nuevos caminos. Kinsey recibió una subvención de renovación, y por 1946-47, estaba recibiendo la mitad del presupuesto total del comité. En resumen, después de años de bordear alrededor del tema de la sexualidad humana, el CRPS había concordado con apoyo total a Kinsey. El resultado fue una revolución en la investigación sexual. La ayuda de esta revolución fue lo que por un tiempo se creyó que fue la eliminación de la amenaza de las enfermedades venéreas, o como el Centers for Disease Control (ahora llamado Centers for Desease Control and Prevention; CDC) empezó a llamarlas, las enfermedades de transmisión sexual".
El primer paso grande en esta dirección fue el descubrimiento de las sulfonamidas en 1935, y esto estaba seguido del desarrollo de un proceso comercial para fabricar la penicilina durante la Segunda Guerra Mundial. La sulfa resultó eficaz contra la gonorrea, mientras que la penicilina fue eficaz contra la gonorrea y la sífilis. Otros antibióticos nuevos pronto aparecieron en el periodo de la posguerra, y por un tiempo al menos, el temor a las enfermedades de transmisión sexual ya no fue un tema y, más importante, ya no un inhibidor, en las relaciones sexuales. En resumen, los estadounidenses, quienes se habían encontrado entre los más inhibidos sexualmente, resultaron ser una audiencia receptiva para los nuevos resultados acerca de la sexualidad humana, que se tratan en el próximo capítulo.



7
DE LA ESTADÍSTICA
A LA SEXOLOGÍA

Los dos decenios siguientes a la aparición del primer informe de Kinsey en 1948 vieron un cambio radical en las actitudes públicas acerca de la sexualidad activada tanto por el desarrollo del anticonceptivo oral como por los nuevos estudios en la sexualidad humana, incluyendo uno adicional por Kinsey y su equipo y por William Masters y Virginia Johnson. Los resultados de estos estudios incluían el establecimiento de una nueva disciplina, la Sexología; la aparición de una profesión de ayuda, el terapeuta sexual; y una reorientación en la manera en que el sexo fue enseñado. Individual y colectivamente, hubo también una actitud cambiante, más positiva si se quiere, hacia la sexualidad.

LA INVESTIGACIÓN DE KINSEY

Kinsey es un buen indicador de estos cambios porque, a diferencia de casi todos los investigadores sexuales estadounidenses anteriores, Kinsey recalcó la parte del sexo de la investigación sexual y sostuvo que el sexo fue un tema tan legítimo para estudiar como cualquier otro. Reconoció muchas facetas del comportamiento sexual desde la Biología a la Historia y reunió uno de los grandes expedientes bibliotecarios del mundo dedicado enteramente al sexo. Desafió abiertamente el predominio médico tradicional de los temas sexuales y, en el proceso, abrió el campo a muchas otras disciplinas. Aunque algunas de sus estadísticas pueden desafiarse, fue la combinación de todas sus contribuciones lo que hacen de él el investigador sexual estadounidense más influyente del siglo XX.
Sus dos obras principales, el estudio del hombre en 1948 y el estudio de la mujer en 1952, sirven como indicadores eficaces del cambio que tiene lugar en la sociedad estadounidense.
1 Aunque Kinsey es conocido por su entrevista activa y la suma de datos, su trabajo es sumamente significativo debido a su intento por tratar el estudio del sexo como una disciplina científica, compilando y examinando los datos y sacando conclusiones de ellos sin moralizar.

LA ENTREVISTA KINSEY

La clave para los estudios de Kinsey (según se indica en el capítulo 6) fue la entrevista, ya que Kinsey estaba convencido de que fue sólo a través de este modo que los datos exactos podrían compilarse. Más que cualquier investigador anterior, estuvo molesto tanto por las posibilidades de engaño deliberado y la exageración voluntariosa o inconsciente como por la incertidumbre del recuerdo exacto cuando se llegó al sexo, problemas que pensó que una encuesta por email nunca se podrían superar. Su técnica de entrevista incluía varios controles para la uniformidad, y si aparecían incongruencias, o intentos por engañar o de memoria defectuosa, el entrevistador indagaba más profundo hasta que la disconformidad evidente podía explicarse o eliminarse. Kinsey creía firmemente que podía detectar respuestas fraudulentas, y sin duda su ingenioso sistema de codificación estaba diseñado para detectar las más obvias.
La exageración resultaba casi imposible en el sistema, en el cual las preguntas eran hechas rápidamente y en detalle, ya que pocos temas podían dar respuestas consecuentes. Aunque reconoció que algunos sujetos no podían recordar con exactitud, sintió que los errores resultantes de recuerdos falsos serían compensados por los errores que otros sujetos hicieron en una dirección opuesta. Un deliberado encubrimiento fue un problema más serio, pero sintió que sus numerosas verificaciones lo hacían difícil. Si se tomaron historias de un marido y una esposa, los dos eran verificados para ver cómo ellos concordaban; algunas historias fueron guiadas después de un intervalo mínimo de dos años y un intervalo promedio de cuatro años para ver si las personas darían las mismas respuestas básicas.
Kinsey estaba también preocupado por el prejuicio potencial en el entrevistador, y buscó superar esto al limitar el número de entrevistadores a cuatro: él mismo, Wardell Pomeroy, Clyde Martin y eventualmente Paul Gebhard. Estos hombres se ocuparon de las reuniones de discusión después de una serie de entrevistas para ver si estaban de acuerdo con la codificación de ciertas clases de respuestas. Colaborativamente, los cuatro entrevistaron a unos dieciocho mil individuos: Kinsey y Pomeroy ocho mil cada uno y dos mil por Martin y Gebhard.2 Kinsey en realidad esperaba conseguir cien mil historias sexuales, pero su muerte concluyó este plan a largo plazo. Pomeroy siguió recogiendo historias de diversos individuos por mucho tiempo después, pero ninguna de estas se publicó. En realidad, la mayoría de ellas no se tomaron como parte de los estudios de Kinsey sino principalmente en un esfuerzo por enseñar el método de entrevistar a otros.
La entrevista cubrió un mínimo básico de cerca de 350 ítems, y estos elementos permanecieron casi inalterados en todas las entrevistas.3 Una historia máxima cubrió 521 ítems, y cuando hubo cualquier indicación de la actividad sexual más allá de lo que las preguntas básicas cubrían, el entrevistador podía seguir según creyó necesario para obtener el material. Todas las preguntas habían sido memorizadas por los entrevistadores y no había ninguna referencia a ninguna pregunta de la hoja. Las preguntas se hicieron directamente y sin disculpa, y el entrevistador esperó una respuesta del sujeto.
Las preguntas iniciales fueron sencillamente informativas acerca de la edad del informante, el lugar de nacimiento, la experiencia educacional, el estado civil y los niños. Estas eran seguidas por preguntas sobre religión, salud personal, hobbies, intereses especiales, y así sucesivamente. No fue antes de 20 minutos en la entrevista que aparecían las preguntas sexuales, y estas comenzaban con la educación sexual, procedidas por la edad de cuándo una persona se dio cuenta por primera vez de dónde provenían los bebés y luego sobre la menstruación y el crecimiento del cabello pubiano y los diversos cambios anatómicos. A partir de aquí, las preguntas se dirigieron a las primeras experiencias sexuales, incluyendo la edad en la primera masturbación. Las técnicas de la masturbación se investigaron tanto para los hombres como para las mujeres. Había preguntas sobre las fantasías eróticas durante la masturbación y acerca de las respuestas eróticas, y lo próximo eran una serie de preguntas acerca de las prácticas sexuales actuales. Las respuestas a las 350 preguntas básicas podían codificarse en una página; diferentes puntos en el papel representaron diferentes preguntas, y una marca en un área significó algo muy diferente de una marca en otra área. Pomeroy calculó que la hoja del código proporcionó información equivalente a veinticinco páginas mecanografiadas.4
Antes de que se hiciera cualquier pregunta específica acerca de la homosexualidad, se esparcieron doce averiguaciones preliminares en todas las preguntas anteriores, las respuestas de las cuales darían al entrevistador indicios acerca de la preferencia sexual del sujeto en las parejas. Si el entrevistador sintió que el sujeto no estaba siendo honesto, se lo dijo a la persona y en general se negó a finalizar la entrevista. En algunos casos, la entrevista siguió, pero al final el entrevistador dijo entonces al sujeto que deseaba pasar por algunas preguntas nuevamente, para que el sujeto pudiera responder con exactitud a las preguntas en que no había sido honesto la primera vez. En general, la entrevista duraba de 1,5 a 2 horas. También se entrevistó a los niños, pero se usó un enfoque diferente y al menos un padre siempre estaba presente.
Algunos individuos se entrevistaron durante periodos mucho más largos. Por ejemplo, aquellos individuos que tuvieron experiencias homosexuales largas se les hicieron más preguntas que a los que no las tuvieron; a sujetos que se habían dedicado a la prostitución también se les hicieron más preguntas. La entrevista más larga fue la de un pedófilo. Duró unas 17 horas y participó tanto Pomeroy como Kinsey. Kinsey había oído acerca del hombre a través de Dickinson y, a diferencia de la mayoría de los sujetos, este hombre fue buscado porque se sabía que había conservado los escritos exactos de su actividad sexual, un acontecimiento no poco común entre pedófilos. El hombre tuvo relaciones sexuales con seiscientos varones preadolescentes y doscientas mujeres así como también contacto sexual con innumerables adultos de ambos sexos y con animales de muchas especies. Había desarrollado técnicas complejas de masturbación e informado que su abuela le había iniciado en la relación heterosexual y que su primera experiencia homosexual fue con su padre.
Sus notas sobre sus relaciones sexuales con preadolescentes proveyeron gran parte de la información sobre la actividad de la niñez que Kinsey informó, ya que incluía el periodo de tiempo que llevó al niño a excitarse, la respuesta del niño y tales otros datos. El uso de Kinsey de estos datos ha sido muy criticado,5 en parte porque Kinsey no informó sobre su tema a las autoridades. Durante la entrevista, el hombre fue jactancioso acerca de su capacidad para masturbarse y eyacular en 10 segundos desde un comienzo flácido, y cuando Kinsey y Pomeroy expresaron abiertamente su incredulidad a tal afirmación, el hombre les demostró eficazmente su capacidad allí mismo. Pomeroy agregó que esta fue la única demostración sexual que tuvo lugar durante las dieciocho mil sesiones de la entrevista.6 Hubo, sin embargo, observaciones de laboratorio de las cuales se derivaron datos, pero estas fueron separadas de la entrevista y no necesariamente incluyeron los mismos individuos.

KINSEY Y LAS ESTADÍSTICAS

Una de las críticas principales de Kinsey fue la manera en que buscó su muestra. Dos dificultades estuvieron en el fondo de la crítica: (1) no fue aleatoria, y (2) dependió de voluntarios. Sus críticos le instaron a que emprendiera al menos un proyecto pequeño de la entrevista sobre los individuos aleatoriamente seleccionados para probar la validez de sus resultados,7 pero se negó. Su razón de la negativa es que creía que algunos de aquellos elegidos aleatoriamente no consentirían responder a las preguntas y por lo tanto, argumentó que ya no sería una muestra aleatoria. Aunque las técnicas de muestreo cuando Kinsey empezó en los años treinta no eran tan avanzadas como posteriormente llegaron a ser, el tema del muestreo de Kinsey preocupó al Committee for Research in the Problems of Sex muy al principio en su apoyo. Habían concluído, sin embargo, que el método del Cluster que él abogó fue tan bueno como podría esperarse. Después de que el primer volumen de Kinsey se publicara, Corner, el presidente del comité, había llamado a una conferencia en Bloomington, Indiana, a Kinsey, su personal y seis estadísticos, tres de quienes estuvieron a favor de Kinsey y tres en contra.8 Ninguna parte cambió su opinión, pero Kinsey tuvo mayor cuidado al explicar su método de muestreo, en su segundo libro y también eliminó algunos de los datos más polémicos recogidos de las entrevistas con prisioneros.9
La muestra de Kinsey está sobrerepresentada claramente en algunas áreas; por ejemplo, hay demasiados sujetos del medioeste, particularmente de Indiana, y en el estudio masculino hay un número desproporcionado de reclusos de prisión y quizás también de homosexuales.10 Los críticos también acusaron que aquellos que se ofrecieron como voluntarios para el proyecto se encontraron entre los miembros menos inhibidos de la sociedad, y ésto dio una imagen errónea del público estadounidense. Probablemente, hay alguna verdad en este cargo pero Kinsey trató de protegerse contra ello a través de lo que llamó el muestreo del 100 por cien. Cuando se dirigió a grupos organizados para obtener sujetos, todos los miembros tenían que estar de acuerdo en ser entrevistados acerca de sus historias sexuales, si el grupo era un gremio de la universidad, club de mujeres o residentes de una institución en particular. Alrededor de un cuarto de su muestra se recogió de esta manera y ya que encontró pocas diferencias significativas entre los informes de aquellos pertenecientes a grupos y aquellos que él contactó de otras maneras, sintió que era capaz de establecer la representatividad de su muestra. Aunque esta fue una resolución ingeniosa al problema, su muestra no fue, de acuerdo con cualquier definición, una muestra cruzada de la población total.11 Parte del problema fue la manera en que los estudios de Kinsey fueron usados por otros, algunos con intereses especiales.
Uno de los problemas con cualquier resumen estadístico de la vida sexual está sobre lo que se informa y de cómo se informa. Kinsey, por ejemplo, puso la actividad sexual en un proceso continuo de 7 puntos que varió de 0 a 6; el comportamiento exclusivamente heterosexual estuvo en un extremo (0) y el comportamiento exclusivamente homosexual o lesbiano estuvo en el otro (6). El efecto de esto fue recalcar la variedad de actividad sexual y demostrar que la homosexualidad y el lesbianismo eran más o menos un aspecto natural del comportamiento humano. Esta era una solución parcial a una pregunta imposible: ¿Qué es la homosexualidad?, o en realidad ¿qué es la heterosexualidad? Kinsey evitó estas preguntas al definir el sexo en función de la expresión, cualquier actividad que dio lugar al orgasmo. Esto fue algo que podía medirse con su escala bipolar de 7 puntos.
En el momento en que Kinsey empezó su investigación, las escalas de 5-, 6- y 7 puntos parecen haber sido las más populares y él probablemente adoptó tal escala por este motivo. No intentó ningún refinamiento mayor, probablemente creyendo como la mayoría de los constructores de escala de la época hizo, que el refinamiento adicional sencillamente lo haría más difícil de calificar. Por cualquier razón que él tuvo para elegir este método de medida, la decisión fue una jugada de genio político. Observe el término político. Aunque la escala de Kinsey puede mejorarse y aunque no mide todas las cosas que muchos investigadores ahora querrían medir, hizo dos cosas de gran importancia. Les ofreció consuelo tanto a los homosexuales como a los heterosexuales. Kinsey, en efecto, demostró que la actividad homosexual fue generalizada en la población estadounidense: el 37 por ciento de sus muestra masculina estadounidense tuvo al menos una experiencia homosexual al orgasmo en algún momento entre la adolescencia y la vejez.12 Esta estadística dio seguridad a muchos heterosexuales preocupados, que habían experimentado brevemente con actividades con el mismo sexo que no fueron homosexuales y podían relajarse en su normalidad.
Los homosexuales, por otro lado, encontraron que fueron más numerosos que lo que el público general (y quizás ellos mismos) creyó y que muchos heterosexuales habían experimentado con la homosexualidad. También llevó a muchos escritores sobre homosexualidad a reclamar un porcentaje mayor de homosexuales en la sociedad que el probablemente existente. Los informes de la proporción de gays en la población variaron de una persona en veinte a una persona en diez a incluso mayores relaciones, dependiendo de qué estadística de Kinsey se estaba usando.13 Sin embargo, sólo el 4 por ciento de los sujetos de Kinsey podrían rotularse como exclusivamente homosexuales; este porcentaje está cerca de lo que se ha encontrado en los estudios más recientes. Kinsey señaló que la proporción de las mujeres que se ocupaban de la actividad con el mismo sexo fue menos de la mitad de la de los hombres.

LAS DEFINICIONES DE KINSEY Y LA HOMOSEXUALIDAD

La insistencia de Kinsey en una definición conductual de la homosexualidad ha conducido a la especulación acerca de su propia homosexualidad potencial,14 una pregunta que parece surgir alrededor de casi cualquier investigador de la homosexualidad, incluido yo. No hay ninguna prueba de ésto, pero Kinsey no condenó la homosexualidad, que quizá haya sido la base para el cargo. También rechazó el estereotipo popular del homosexual como afeminado, temperamental y artístico; en cambio, sostuvo que había variaciones amplias entre los homosexuales. Para estimar esto pasó a la medición de la actividad sexual. Creyó, sin embargo, que las relaciones homosexuales se caracterizaron por la promiscuidad y la inestabilidad, una afirmación algo contraria a sus propios datos, como contactos homosexuales representados para sólo el 6 al 7 por ciento de todos los orgasmos masculinos. Explicó esta discrepancia al decir que los homosexuales fueron melindrosos al elegir parejas.15
Indudablemente, los resultados de Kinsey y la publicidad acerca de la homosexualidad fue valiosa al asegurar tanto a un padre y a un cliente que una experiencia no hace a un homosexual. Por otro lado, su conclusión de que un porcentaje significativo de su muestra fue exclusivamente homosexual o casi exclusivamente homosexual le dejó a la sociedad estadounidense aceptar los hechos de la vida y reconocer la existencia generalizada de este fenómeno. Estas son contribuciones sumamente importantes, y el movimiento homosexual moderno probablemente no habría llegado a existir sin ellas, al menos en el momento en que lo hizo. Kinsey, en efecto, aceptó el potencial bisexual de los seres humanos como una realidad y esto en sí fue un reto principal a los conceptos existentes en la comunidad psicoanalítica, que tendió a alegar que los bisexuales eran realmente los homosexuales que trataban de adaptarse a las normas sociales.16 El énfasis de Kinsey en la expresión y su escala bipolar no sólo desafió las actitudes tradicionales acerca del sexo sino las minó.

OTROS RESULTADOS

Kinsey fue también importante al recalcar que hay distinciones de clase en las prácticas sexuales, que los individuos altamente educados tienen una historia diferente de actividad sexual que la de los menos educados y que el acaudalado tiene modelos que son diferentes de los del pobre. Este resultado desafió básicamente la validez de la mayoría de los estudios que habían existido antes del suyo, que en su mayoría se basaron en las muestras de educados en la universidad o de la clase alta-media. También encontró que la generación más joven en su estudio masculino tuvo menor probabilidad de visitar a las prostitutas que la generación más vieja, sugiriendo no sólo que había un cambio generacional, sino que los cohortes de edad también deben tenerse en cuenta. Kinsey no fue el primero en reconocer el cambio generacional; había sido muy comentado por otros, incluido Terman, aunque el fenómeno no había sido medido eficazmente por sus antecesores.
Kinsey desafió todas las especies de mitos acerca de la sexualidad. Uno de dichos desafios tuvo que ver con la frigidez femenina, o lo que ahora se llama anorgasmia. Un total del 49 por ciento de las mujeres que él estudió había experimentado el orgasmo dentro del primer mes de matrimonio, el 67 por ciento en los primeros seis meses y el 75 por ciento a finales del primer año. Más notable fue el hecho de que casi el 25 por ciento de las mujeres en la muestra recordaba haber experimentado el orgasmo a la edad de quince y más del 50 por ciento a la edad de veinte y el 64 por ciento antes del matrimonio. Los orgasmos ocurrieron a través de la masturbación (40 por ciento), a través del mimo heterosexual sin penetración (24 por ciento) y a través del coito prematrimonial (10 por ciento). Para el 3 por ciento fue a través de una experiencia homosexual.17
Las mujeres variaron enormemente en la frecuencia de sus respuestas orgásmicas, con alguna notificación de sólo uno o dos orgasmos durante sus vidas completas, mientras que un 40 al 50 por ciento respondieron ser orgásmicas casi cada vez que tenían coito. Incluso, el 10 por ciento de su muestra quienes habían estado casadas al menos quince años nunca habían experimentado un orgasmo. También notificó casos en que mujeres dejaron de alcanzar el orgasmo hasta después de veinte años de relación matrimonial. También documentó (como otros) la capacidad de la mujer para lograr el orgasmo múltiple. Un 14 por ciento de las mujeres en su muestra respondieron que tuvieron orgasmos múltiples. Varias lograron tener una docena o más de orgasmos mientras sus esposos eyacularon sólo una vez.18 Concluyó de sus datos que la mujer, como el hombre, es un "animal que experimenta el orgasmo".19
A veces Kinsey parecía ostentar deliberadamente las diferencias entre las creencias ampliamente sostenidas acerca de la conducta tradicional y la realidad. Mostró que menos de la mitad de los orgasmos alcanzados por los hombres estadounidenses se derivaron del contacto sexual con sus esposas, lo que significa, dijo, que más de la mitad se derivaron de las fuentes que "se desaprobaron socialmente y en gran parte ilegales y castigables bajo los códigos criminales".20 Él pareció implicar que la abstinencia prematrimonial fue anormal y argumentó que casi todas las culturas diferentes de la tradición cristiana-judía consentían las relaciones sexuales antes del matrimonio.21 De igual manera, encontró que casi el 50 por ciento de las mujeres en su muestra tuvieron coitos antes de que estuvieran casadas, aunque en una "porción considerable" habían estado confinadas a su prometido y había tenido lugar uno o dos años antes del matrimonio.22 También alegó que sus datos no justificaron la opinión general existente entonces de que el coito prematrimonial fue de necesidad "más apurado y en consecuencia menos satisfactorio que el coito es generalmente en el matrimonio".23 Kinsey, en efecto, acabó defendiendo las relaciones sexuales prematrimoniales en el momento en que hubo masturbación y petting, alegando que la experiencia prematrimonial contribuía al éxito sexual en el matrimonio.24
Los dos informes chocan con las diferentes respuestas emocionales en el público estadounidense. Para el estudio masculino fue la incidencia de la homosexualidad la que recibió gran parte de los titulares, mientras que para el estudio de las mujeres fue la generalizada actividad prematrimonial e incluso la extramatrimonial de las mujeres. Un 26 por ciento de las mujeres se habían dedicado al coito extramatrimonial,25 y cerca del 50 por ciento de la población masculina casada lo tuvo.26 Sin embargo, fue el caso de las mujeres "adulteras" lo que provocó la opinión pública.
Kinsey informó que el 50 por ciento de los hombres que permanecieron solteros hasta la edad de treinta y cinco tuvieron experiencias homosexuales evidentes, y un 13 por ciento de su muestra tuvo más experiencias homosexuales que heterosexuales entre las edades de dieciséis y cincuenta y cinco, y Kinsey observó que entre el 4 y 5 por ciento de la población masculina fueron exclusivamente homosexuales.27 Esta cifra corresponde a algunas de las cifras de Hirschfeld y, según se indica, tiende a ser apoyada por los datos más recientes. Las mujeres en su muestra informaron considerablemente menos contactos homosexuales que los hombres. Un 28 por ciento había informado sobre el despertar homosexual a la edad de cuarenta y cinco, pero sólo el 13 por ciento en realidad había alcanzado el orgasmo. Menos del 3 por ciento pudo considerarse exclusivamente homosexual.28 El modelo homosexual, sin embargo, varió entre los hombres y las mujeres por clase social. Entre los hombres fue la clase socioeconómica baja la que tuvo más experiencias homosexuales, mientras que entre las mujeres, fue la clase alta, el grupo mejor educado el que tuvo más actividad homosexual.29 Él no explicó realmente esta diferencia, que quizás haya sido debida a la capacidad de las mujeres de clase alta para tener más alternativas en sus parejas y la capacidad económica para ser independiente de un hombre.
Kinsey desafió abierta y voluntariamente muchas creencias sociales básicas. Aunque hay considerables pruebas del compromiso de Kinsey con el matrimonio, y exigió que sus entrevistadores estuvieran felizmente casados,30 sus datos parecían poner en duda a muchos la creencia en el matrimonio y la familia tradicional. Kinsey había cuestionado la suposición de que las relaciones sexuales extramatrimoniales siempre minaron la estabilidad del matrimonio y sostuvo que la historia completa fue más compleja que los casos mucho más divulgados le llevan a uno suponer. Parecía creer que el affair extramatrimonial más apropiado, del punto de vista de preservar un matrimonio, era una alianza en la cual ningún partido tomó excesivamente parte emocionalmente. Fue, sin embargo, más cauteloso en el libro femenino y concedió que los asuntos extramatrimoniales probablemente contribuían a los divorcios de más maneras y en mayor medida "que los sujetos mismos comprendieron".31 Inevitablemente, sus ideas estuvieron bajo ataque, porque parecía estar asaltando las enseñanzas religiosas tradicionales".32
Curiosamente, Kinsey ignoró lo que quizá se llame aventura sexual, no poniendo casi ninguna atención a la promiscuidad, al sexo de grupo y a los modos de vida alternativos, así como a fenómenos tales como el sadismo, el masoquismo, el travestismo, el voyerismo y el exhibicionismo. Justificó este descuido al arguir que tales prácticas fueron estadísticamente insignificantes. Pero la respuesta real es probablemente que Kinsey no estaba interesado en ellos. Tampoco estuvo particularmente interesado en el embarazo33 o en las enfermedades de transmisión sexual. Lo que hizo, sin embargo, fue desmitificar las discusiones del sexo tanto como fue posible hacerlo. El sexo, para él, se convirtió precisamente en otro aspecto del comportamiento humano, aunque una parte importante. Hizo consciente a los estadounidenses y al mundo en general precisamente de cuán importante fue la sexualidad humana en el ciclo de vida del individuo y cuán generalizadas estuvieron muchas clases de actividad heterosexual y homosexual.

CRÍTICA

Aunque el público general aceptó la importancia del estudio,34 muchas personas lo atacaron, incluido Harold W. Dodds, presidente de la Universidad de Princeton y el reverendo Henry P Van Dusen, presidente del Union Theological Seminary así como también un miembro de la Fundación Rockefeller.35 Mientras una proporción significativa de las críticas más graves se basó en el método de muestreo y la fiabilidad estadística de los datos, la gran mayoría de la crítica se basó en lo que sólo puede llamarse moralismo y mojigatería. Kinsey estuvo sorprendido y perturbado por la crítica, pero ya que básicamente había desafiado gran parte del pensamiento psicoanalítico, difirió y criticó los resultados de muchos de sus antecesores en las ciencias sociales, y declaró que gran parte de la enseñanza moral occidental ignoró la realidad, difícil de comprender porqué no esperó la crítica grave. Es más, según informó Lionel Trilling, a pesar de la postura científica de Kinsey, su libro estuvo "lleno de suposiciones y conclusiones; hace afirmaciones muy positivas sobre los asuntos sumamente debatibles, y editados muy libremente".36 Esto hizo la crítica más fácil de lo que pudiese haber sido si se hubiera ocupado de editorializar, consciente o inconscientemente".
Kinsey estuvo en particular preocupado por la crítica ya que tenía miedo de que el CRPS suspendiera su financiamiento. Aunque en términos de la crítica seria, tuvo tantos defensores que hizo a los críticos hostiles, la mayoría de sus defensores también tuvieron alguna crítica no sólo de sus resultados sino de sus planes. Un crítico, por ejemplo, puso en duda la sabiduría de conseguir cien mil historias, si sólo porque la acumulación continua de los datos por los mismos métodos conduciría hasta el punto de disminuir los resultados.37 A pesar de las críticas del primer informe, el CRPS siguió financiando a Kinsey.
Dado que la respuesta al primer volumen le había hecho un bestseller, la prensa había previsto ansiosamente la publicación del segundo volumen sobre la mujer. Cuando el libro estaba preparado para aparecer, el interés promovido fue tan grande que Kinsey y sus colaboradores fueron acosados literalmente por la prensa, de que estaba ocupándose de lo que ya había llegado a llamarse un frenesí. Unas 150 revistas y periódicos habían pedido ver el libro antes de que se pusiera en circulación al público, y fuera de este grupo, Kinsey y su equipo seleccionaron 30 para recibir las galeras por adelantado, acordando en que ninguno de los redactores publicaran nada antes del 20 de agosto de 1953. Esta política antagonizó tantos como satisfizo y estuvo casi de inmediato bajo ataque. El centro de ataque en el volumen femenino fue esencialmente por los moralistas, en particular por el clero, que parecía creer que Kinsey había minado el estado virginal de las mujeres estadounidenses. Algunos que habían apoyado el primer estudio, como Karl Menninger, se sumaron a la denuncia del segundo. En parte, alguna de la crítica fue un césped descolorido por ejemplo, Menninger dijo, "la compulsión de Kinsey para forzar el comportamiento sexual humano hacia un marco zoológico de la referencia le lleva a repudiar o descuidar la psicología humana, y a ver la normalidad como aquella que es natural en el sentido que es lo que se practica por los animales".38

INVESTIGACIÓN DEL CONGRESO

Un resultado de la crítica creciente fue que Kinsey perdió su apoyo financiero del CRPS y de la Fundación Rockefeller. Corner solicitó fondos adicionales para el CRPS en noviembre de 1953, después de la publicación del estudio femenino, pero los miembros del CRPS se estaban modificando, como fue la composición de la Fundación Rockefeller. A. J. Warren era el nuevo director de la división médica (reemplazando a Alan Gregg), y el nuevo presidente fue Dean Rusk, quien fue más tarde secretario de estado bajo John E Kennedy. Rusk tuvo que luchar algo de que ninguno de sus antecesores tuviera, es decir, amenaza de una investigación del congreso sobre las actividades de la fundación misma y esta amenaza indudablemente entrada en la toma de decisiones".
Kinsey no había facilitado temas por sí mismo o por su causa. Él, por ejemplo, insistió en la acreditación de la Fundación Rockefeller como una procedencia de financiamiento, una política desalentada por la fundación y por ese motivo no fueron apoyados en los estudios anteriores de Rockefeller.39 Esta decisión deliberada de Kinsey de hacerlo les dio a sus adversarios una meta más grande para atacar y sumamente adinerada y atacaron. La investigación del congreso había sido iniciada por el congresista B. Carroll Recce, un republicano sumamente influyente que posteriormente se convirtió en presidente del Comité Nacional Republicano. Recce había sido alentado por varios individuos, incluidos Harry Emerson Fosdick y Dodds, quienes estaban preocupados por las implicaciones morales de los informes de Kinsey. En lugar de concentrarse sobre esta pregunta, que tuvo claramente dos caras, Recce se fijó en la crítica de Kinsey para formar el Comité de la Cámara de Diputados para Investigar las Fundaciones exentas de Impuestos, atacando de ese modo el financiamiento de Kinsey en lugar de sus resultados. Al anunciar el comité, Reece declaró sencillamente que el Congreso había sido "preguntado para investigar a los inversionistas financieros del instituto que resultaron del informe de Kinsey el último agosto". Corner escribió:

 

La atmósfera de la época estuvo tan llena de sospechas y temores que en vez de preguntarme a mí directamente para ir a Nueva York a hablar con él, Rusk envió un emisario quien con un aire de profunda inquietud divulgada hacia mí que el Sr. Rusk apreciaría una carta mía pidiendo una cita para verle. Le obligé. Esto le trajo una invitación cautelosamente redactada a la oficina de la fundación para la discusión de los asuntos sin especificar. En la oficina del Sr. Rusk encontré que había llamado en uno de sus asesores legales jefe. Fuí interrogado con todo detalle acerca del negocio de nuestro comité. Cuando mis respuestas habían (como yo las interpreté) establecido que mostrarían fiabilidad y sentido común si me llamaron a prestar declaración en Washington, el abogado me preparó a fondo sobre cómo debo contestar al interrogatorio del congreso. El Sr. Rusk, noté, estaba profundamente preocupado.... [Posteriormente] nos informaron de que la subvención de las fundaciones al Consejo de Investigación Nacional se continuaría con una provisión que nuestro comité ya no otorgaría a los fondos del grupo de Kinsey. Estuve tan perturbado acerca de esto que propuse que debería disolverse nuestro comité, pero los más serenos entre nosotros señalaron que esto cortaría el apoyo de los otros donantes no polémicos. En cuanto a Kinsey, los derechos de autor de sus dos libros fueron tan grandes que pudo lograrlo sin las subvenciones de nuestro comité.40


El comité de Reece empezó sus audiencias públicas el 10 de mayo de 1954 y se oyeron a doce testigos, todos escogidos a mano y todos los que apoyaban el criterio de Reece. Su testimonio fue dirigido contra las fundaciones, en general, pero la Fundación Rockefeller y la de Kinsey, particularmente. Aunque dos miembros del comité, Gracie Pfost de Idaho y el representante Wayne L. Hayes de Ohio, publicaron un informe minoritario ordenando que la audiencia estuviera cuidadosamente representada y los testigos fueron preseleccionados, un informe condenatorio fue publicado que fue poco más que una recapitulación de los cargos originales y sin pruebas adicionales. Posteriormente, uno de los congresistas republicanos quien había firmado el informe mayoritario declaró que lo había hecho sobre el supuesto de que incluiría una larga lista de excepciones y calificaciones, las cuales no estaba incluidas. En efecto, el informe no fue un informe mayoritario pero representó sólo el resumen mayoritario de un comité dividido.
Dos cosas resultaron del informe: el retiro del apoyo de Rockefeller a Kinsey y la decisión de la fundación de dar una de las subvenciones más grandes que alguna vez habían otorgado a Fosdick, crítico principal de Kinsey. La adjudicación no se hizo a Fosdick mismo sino al Semnario de la Unión Teológica, que él encabezó. La finalidad nominal de la subvención fue ayudar al seminario en el desarrollo del liderazgo religioso vital. Aunque ninguna conexión directa entre la subvención a Fosdick y la reducción de la crítica alguna vez se insinuó o se sugirió, Fosdick permaneció siendo sin duda un refuerzo potente de la fundación.
Para los propósitos de relaciones públicas, se anunció que el apoyo de Kinsey no renovó porque había dejado de solicitar apoyo, pero hay pruebas en los archivos Rockefeller de que lo hizo. Alguien del periodo de inactividad en el financiamiento para Kinsey fue tomado por la Universidad de Indiana a través del esfuerzo de su presidente, Wells. El alcance del proyecto, sin embargo, se redujo gravemente. Kinsey continuó intentando ganar el financiamiento de la Fundación Rockefeller y sobre la sugerencia de Corner decidió hacer algo sobre el aborto porque pensó que tal estudio quizá resulte más útil inmediatamente a los temas de política pública. Kinsey, sin embargo, creía que él no era la persona para realizar tal estudio, ya que no consideraba el aborto como una experiencia traumática para todas las mujeres, ni creía que el aborto fue un resultado de una familia desordenada o una situación social o económica pobre. Continuó ejerciendo su investigación tratando desesperadamente de recaudar más fondos, hasta su muerte el 25 de agosto de 1956. A pesar del traumatismo de sus últimos años y de la crítica grave y legítima de sus estudios, fue probablemente la figura principal transformando las actitudes públicas estadounidenses acerca del sexo, ayudando a los estadounidenses a aceptar la existencia de los comportamientos sexuales reales que habían sido ignorados anteriormente.

KINSEY Y LA CENSURA

Kinsey también rompió el nuevo fundamento jurídico al difundir información acerca del sexo. Esto fue porque no fue nada sino minucioso y característico de su investigación su intento de examinar bibliografía exhaustivamente acerca de la sexualidad humana. Esto, entre otras cosas, incluyó la recolección de materiales de todo el mundo. Inevitablemente, topó con la dificultad de funcionarios postales y aduaneros. Alden H. Baker, recaudador de costumbres en Indianápolis, llamó a alguno de los materiales entrantes "material sucio censurado" y mantenerlo en 1950 fue inadmisible. Kinsey creía que la ley concedió específicamente excepciones a científicos e individuos médicos en los asuntos que trataban la obscenidad posible, y argumentó que estuvo bajo esta categoría que los materiales deberían ser admitidos. Washington, D.C., los funcionarios de aduanas, enojaron a Baker, dijeron que no había nada en los materiales que fuera de valor intrínseco o que lo hizo valioso a los científicos. En lugar de destruir el material total, según creyeron que fue su derecho, acordaron esperar la adjudicación final de los tribunales.41
El caso, Estados Unidos v. 31 fotógrafos, finalmente fue decidido después de la muerte de Kinsey en el Tribunal Federal de Nueva York.42 El juez Edmund L. Palmieri, dictaminando en favor de Kinsey, declaró que no había ninguna orden ni para los funcionarios de costumbre ni para el tribunal para juzgar las decisiones de los eruditos en cuanto a los caminos de aprender sobre cuál de ellos pisarían. La pregunta legal se definió exhaustivamente, ya sea entre aquellas personas que procuraron ver el material, hubo una probabilidad razonable de que se apelaría al interés lascivo.43 En este caso, Palmieri decidió que no lo haría. Harriet Pilpel, un prominente de la American Civil Liberties Union (ACLU) y abogado de primera enmienda, sirvió como abogado en el caso. La Universidad de Indiana también había archivado un amigo del resumen del tribunal.
El aspecto importante del caso fue que el tribunal, al determinar las normas de la comunidad para definir si un material era obsceno, reconoció a aquellos científicos y eruditos interesados en estudiar la sexualidad humana como una comunidad cuando podría indicarse que esta fue la audiencia para la cual el material estaba concebido. Las costumbres decidieron no apelar el fallo y esto ha permitido a diversas instituciones y profesionales recoger materiales esenciales para la investigación sexual.
Kinsey se decidió a hacer del estudio del sexo una ciencia y había proyectado algunos proyectos e informes de libro-duración, incluido el examen de las leyes y los agresores sexuales, el desarrollo de las actitudes sexuales y el comportamiento evidente en niños, el ajuste sexual institucional en las Fuerzas Armadas y lugares similares, el equilibrio homosexual-heterosexual, el factor sexual en el juicio matrimonial, el aspecto fisiológico de la excitación sexual, la práctica de la prostitución y los elementos eróticos en el Arte. Muchos de estos estudios fueron obviamente más allá de sus propias capacidades, pero parecieron visualizar un centro mundial en Indiana donde, bajo su dirección, los estudios sexuales prosperarían. Aunque algunos de estos estudios sobre los cuales los datos se habían recopilado fueron realizados por sus sucesores en Indiana y otros nuevos proyectos se iniciaron, la muerte de Kinsey condujo a una mayor dispersión de la investigación sexual a lo largo de los Estados Unidos que quizá haya sido el caso que tenía que vivir.
Un buen ejemplo es el estudio de los factores biológicos incluidos en el comportamiento sexual, para el cual Kinsey había estado recogiendo datos. Había recopilado fotografías y hecho fotografías de algunos sujetos y había recogido historiales de lo que otros informaron acerca de la fisiología del sexo, pero ninguno de estos apareció en sus redacciones. Tras su muerte, su colección incluyó, entre otras cosas, más de cuatro mil conjuntos de mediciones de penes hechos por los sujetos quienes dieron sus historias clínicas y otras doce mil mediciones hechas por una persona quien envió sus registros a Kinsey. En los archivos de Kinsey, la medición auténtica más larga de un pene fue de 10,5 pulgadas en erección, aunque hubo informes no oficiales de otros más largos. La longitud promedia fue de casi 6,5 pulgadas.
Kinsey había también intentado medir el clítoris, pero esto fue más complicado debido a la cantidad de materia carnosa y la posición del material en el prepucio. Sin embargo, se informaron de clítoris que midieron hasta 3 pulgadas (principalmente en mujeres negras), y Kinsey señaló que los peep shows habían exhibido mujeres con clítoris de 4 pulgadas. Kinsey también se dirigió a ginecólogos para determinar el grado en el cual las mujeres eran conscientes de la estimulación táctil y más pesada en cada parte de los genitales. Pensó que la estimulación clitoral era la clave del orgasmo femenino.44 Kinsey, siempre organizador, tenía planes grandiosos para hacer mucho más en esta área y había solicitado fondos para un fisiólogo, un neurólogo y un especialista en el comportamiento sexual de los animales inferiores, pero nada había llegado de estas solicitudes. En cambio, William Masters y Virginia Johnson fueron los pioneros en esta área.

ANTICONCEPCIÓN

Antes de dirigirse a Masters y Johnson, es importante mirar lo que estaba sucediendo en el campo de la anticoncepción en el periodo de posguerra en los Estados Unidos. Sencillamente, al tener mayor control sobre sus propios cuerpos a través de mejores anticonceptivos, las mujeres miraron sobre su propia sexualidad con una mente fijada diferente. Varios acontecimientos claves tuvieron lugar en los años cincuenta y sesenta que se sumaron a la influencia de Kinsey. Nuevos métodos como los dispositivos intrauterinos (DIU) y la píldora anticonceptiva aparecieron en el mercado. Una clase diferente de investigación de la de Kinsey se necesitó para desarrollar estas tecnologías, y en un sentido, fue una clase más tradicional de investigación sexual, pero igualmente importante. Las historias de ambos necesitan ser recontadas aquí.

DIU

Como la mayoría de los anticonceptivos, el DIU tiene una larga historia. Uno de los usos primero registrados fueron los conductores de camellos árabes quienes ponían piedras sobre el útero de los camellos para prevenir la anticoncepción durante los viajes largos. La mayoría de los primeros DIU, sin embargo, no fueron técnicamente DIUS sino pesarios represivos, como la mayoría de los dispositivos que se colocaron en la vagina y tenían una extensión que iba a través de la abertura cervical en el útero. Mientras se insertaba nominalmente a la posición uterina correcta, también provocaron abortos y previnieron embarazos. Los dibujos de estos dispositivos, muchos de los cuales estuvireron patentados, indican que también dificultaron las relaciones sexuales.
El primer DIU para ser ampliamente usado en el siglo XX fue un anillo de cuerda y alambre de plata desarrollado por el ginecólogo alemán e investigador sexual Ernst Gräfenberg; el dispositivo se volvió popular en Alemania a finales de los años veinte.45 En 1934, Tenrei Ota de Japón introdujo oro y plata recubierta por oro en los anillos intrauterinos dentro del útero, que reclamó que fueron más eficaces que los dispositivos de Gräfenberg.46 Aunque hubo entusiasmo inicial por estos dispositivos, ambos entraron rápidamente en la dificultad debido a los peligros de la infección uterina. El gobierno japonés por un breve periodo prohibió el uso de los anillos de Ota, mientras Gräfenberg abandonó el suyo porque los médicos europeos objetaron el potencial de la infección.
A medida que los antibióticos nuevos se desarrollaron en los años treinta y cuarenta finalmente superé los temores de la infección, varios médicos empezaron a experimentar con el DIU. En 1958, Lazar C. Margulies, un miembro del departamento de obstetricia en el Hospital Mount Sinai, acercó al director de su departamento, Alan E. Guttmacher, un miembro del comité médico asesor del Consejo sobre Población, acerca del potencial del DIU. Margulies alegó que algunos de los peligros del pasado podrían ser eliminados al hacer un DIU fuera del plástico y que podría controlarse la infección. Guttmacher le dejó a Margulies probar el dispositivo y determinó que sí funcionaron.
Otra investigación sobre el DIU apareció casualmente sobre la misma época. Willi Oppenheimer informó sobre su experiencia larga en Israel con 866 mujeres quienes usaron los anillos de Gräfenberg hechos con los intestinos de gusanos de seda. Atsumi Ishihama de Japón describió su experiencia con diecinueve mil mujeres quienes usaron el DIU Ota, que nuevamente se había legalizado en Japón.47 No fueron tantos los datos que estaban disponibles sino la sincronización, ya que los informes sobre el uso con éxito del DIU que se presentaron en la V Conferencia Internacional sobre Planificación Familiar, celebrada en Tokio unos pocos años antes, habían dejado de estimular a cualquiera.48
El progreso fue rápido después que 1958, sin embargo y varios dispositivos se evaluaron en los próximos años hechos de polietileno, acero inoxidable, nilón, intestinos de gusanos de seda y otros materiales. Los dispositivos de polietileno resultaron particularmente eficaces, porque podrían enhebrarse en un catéter o cánula cervical para insertarse mientras los otros dispositivos requirieron una cantidad leve de dilatación. Los dispositivos más eficaces tenían un marcador que se extendió a través del externo del otro que daba la seguridad de que el dispositivo estuvo en su sitio y separándose más fácilmente.
Una de las figuras clave en el desarrollo de un DIU seguro y funcional, y originando un cambio en la actitud con respecto a su uso, fue el ginecólogo Jack Lippes, Buffalo, Nueva York. Influido por los informes del uso con éxito del DIU en Japón e Israel, Lippes empezó a usar el anillo de Gräfenberg hecho de los intestinos de gusanos de seda sobre veinte de sus pacientes. Lippes pronto se encontró con problemas, principalmente al tratar de quitar el dispositivo, según careció de un instrumento alto que necesitó similar a una aguja de ganchillo para la recuperación. Lippes encontró este un procedimiento difícil y empezó a experimentar con el anillo Ota, al cual adjuntó una cuerda que se colgaba a través del cuello uterino. Aunque esto facilitó la separación, en cerca del 20 por ciento de sus casos el anillo Ota rotaría y la cuerda concluiría dentro de la cavidad uterina.49
A medida que continuó sus experimentos, Lippes trató de hacer una presilla de polietileno con un hilo monofilamento del mismo material colgándolo de ello. Inicialmente, esto causó dificultad porque el hilo fue difícil de ver en la vagina; tiñó el hilo de azul y encontró que él podría verlo y por lo tanto, eliminaría fácilmente el DIU. La existencia del hilo azul también permitió a las mujeres verificar que el dispositivo estuviera todavía en su sitio. Aunque hubo otros competidores, tales como Margulies Spiral y Binberg Bows, la presilla Lippes se convirtió en el dispositivo más conocido y ampliamente utilizado en los países en desarrollo fuera de China. Resultó particularmente eficaz. En un ensayo clínico de veinte meses llevado a cabo en Corea en 1962-63, unas 7.364 mujeres fueron equipadas con la presilla, y posteriormente 244.450 mujeres la recibieron. Entre el 2,5 y 3,8 por ciento de las mujeres expulsaron involuntariamente la presilla; la tasa de expulsión inferior fue para el segundo grupo de mujeres que se beneficiaron de técnicas de inserción perfeccionadas. Además, el 10,8 por ciento de la primera muestra y el 7,9 por ciento de la segunda muestra se habían quitado el DIU debido al dolor, la hemorragia o la infección. Ninguna de las otras informaron sobre cualquier efecto adverso, y la tasa de éxito (no embarazo) fue más del 99 por ciento entre aquellas que conservaron el DIU en su sitio.50 Las presillas se hicieron en cuatro tamaños, el más pequeño fue A y el más grande, D. Estos tamaños pronto se convirtieron en el estándar para evaluar otros DIUs.51
Para gran parte de su historia, los mecanismos precisos por los cuales el DIU previno el embarazo permanecen desconocidos. Esto es en parte porque en los estudios animales la forma del DIU que previnieron el embarazo varió de unas especies a otras especies. En ovejas y pollos, bloquearon el transporte de esperma; en el conejillo de Indias, la vaca y el cerdo, inhibieron la implantación, mientras que en el conejillo de Indias, el conejo, la vaca y la oveja, también interfirieron con la función del corpus luteum. Obviamente, varias cosas estaban sucediendo al mismo tiempo en algunos de estos experimentos. Del mismo modo, la investigación sobre los seres humanos ha tendido a indicar que el DIU afecta a los óvulos y al esperma en una variedad de formas. Estimulan una reacción inflamatoria de cuerpos extraños en el útero, no como la reacción del cuerpo al agarrar una astilla en un dedo. La concentración de los leucocitos, las prostaglandinas y las enzimas que recoge en respuesta al cuerpo extraño luego interfieren con el transporte de esperma a través del útero y las trompas de Falopio y daña el esperma y los óvulos; por lo tanto, la fertilización es imposible.52
A medida que la investigación siguió en los años setenta, se desarrolló una segunda generación de DIUs como el cambio que se hizo de las presillas de Lippes sin medicar a los DIU de expulsión de cobre y a un grado creciente, a DIUs que descargan progestinas dentro de la cavidad uterina. Los dispositivos de cobre tenían algunas de las mismas ventajas que la presilla de Lippes, desde que algunas variedades del DIU de cobre tienen menor probabilidad de expulsarse, producen menos pérdida sanguínea menstrual, son mejor toleradas por mujeres quienes todavía no han dado a luz y tienen mayor probabilidad de permanecer en el lugar después de la inserción del posparto o después del aborto. La segunda generación de dispositivos de cobre también parecieron ser levemente más eficaces que las presillas de Lippes, aunque necesitaban reemplazarse más a menudo y por consiguiente cuestan más.
Los nuevos DIUs incluyen aquellos que liberan un esteroide tales como la progesterona o las hormonas sintéticas llamadas progestinas en el útero. Las dosis efectivas de esteroide son sustancialmente inferiores que las dosis requeridas para la administración oral y los efectos secundarios sistémicos son menos frecuentes. El único DIU que libera hormonas actualmente comercializado es el Progestasert, el cual contiene 38 mg de progestina liberada a una tasa que considera para su reemplazo después de un año. Un DIU duradero que libera progestina está probándose ampliamente pero todavía no está disponible para el uso general.

Falta de pruebas

Uno de los problemas con el DIU es que los procedimientos de prueba para algunos de ellos fueron casi inexistentes. Esto es particularmente cierto del protector de Dalkon, un dispositivo mal diseñado, relativamente sin probar que se lanzó al mercado por la principal compañía farmacéutica, la A. H. Robins Co., para captar una parte del mercado del DIU creciente. Robins hizo aparentemente poca puesta a prueba del producto mismo, pero supuestamente contó con la prueba hecha por Hugh Davis y sus socios empresariales, de quienes Robins adquirió el dispositivo en 1970. Aparentemente, la mayoría de los informes de las pruebas no fueron particularmente exactas. Los temas éticos graves también estaban implicados, porque Davis estuvo haciendo tanto la puesta a prueba como la comercialización. Aunque se plantearon preguntas acerca del protector Dalkon casi tan pronto como apareció en el mercado -la inserción fue excepcionalmente dolorosa y hubo una alta tasa de infección- las quejas fueron ignoradas por Robins.
Por 1976, diecisiete defunciones habían estado vinculadas a su uso, pero Robins no se detuvo hasta 1980, cuando finalmente recomendó a los médicos que quitaran el protector de las mujeres que estaban todavía usándolo. El fracaso de la empresa para actuar dio lugar a un número de muertes adicionales y tantos pleitos que Robins se vio obligado a declararse en bancarrota.53 Después del fracaso de Robins, otras empresas fueron también demandadas y aunque los pleitos contra otros fabricantes del DIU no tuvieron particularmente éxito, las tasas de obligación de las compañias de seguros habían subido tanto que todas las empresas en los Estados Unidos cesaron temporalmente de distribuir los dispositivos. Los DIU estaban, sin embargo, disponibles en Canadá y en la mayor parte del resto del mundo y ahora han regresado al mercado estadounidense.
Una de las razones de que algo como el caso del protector Dalkon podría ocurrir fue que ningun organismo regulador federal tuvo ningun control de ellos antes de 1976. Los medicamentos, incluida la píldora, había sido aprobada por la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos, la cual después de 1938 también había sido obligada a reglamentar la calidad de los condones. Desde que los DIU, sin embargo, se consideraron dispositivos más que medicamentos, y ninguna legislación del congreso había ordenado su puesta a prueba, la aprobación de la FDA no fue requerida antes de su comercialización y el organismo podría dar un paso en prohibir tales dispositivos sólo si posteriormente demostraron ser peligrosos para la salud. Como resultado, el DIU tal como el protector de Dalkon podría ser promovido sin prueba adecuada de seguridad y eficacia; esto significó que el público dependió de la integridad de la empresa y de los productores. Un resultado del asunto del protector Dalkon fue el establecimiento de las reglas de la FDA para asegurar que ésto ya no podría suceder más tiempo. Cuando el DIU de cobre TCu-380A (también conocido como el Copper T-380A) estuvo en el mercado, por ejemplo, había sido ampliamente probado durante varios años y los datos y el dispositivo habían sido examinados por la FDA.54

ANTICONCEPTIVOS HORMONALES

Algunos de los últimos DIUs, según hemos destacado, utilizan esteroides, tales como las píldoras anticonceptivas, que últimamente representaron uno de los resultados más importantes de la investigación en Endocrinología (ver capítulo 5). Los primeros pasos hacia un anticonceptivo hormonal datado de 1936, cuando un experimento en ratas demostró que las inyecciones diarias de progesterona inhibieron el ciclo sexual.55 Esto fue seguido por estudios que indicaban que las inyecciones de progesterona inhibieron la ovulación en el conejo y en el conejillo de Indias.56 Después de ésto, fue el endocrinólogo de la Universidad de Columbia, Raphael Kuzrok, quien trató a sus pacientes con menstruación dolorosa con grandes dosis de estrógeno y encontró que la hormona también inhibió la ovulación. Concluyó que las "potencialidades de la esterilización hormonal son extraordinarias. El problema es lo bastante importante para merecer el trabajo extenso sobre el humano."57
Obviamente, el potencial estaba allí pero había dificultades. Una dificultad fue el coste elevado de las hormonas, y una segunda fue que los efectos a largo plazo no fueron lo bastante bien comprendidos para dar hormonas a las mujeres sanas para controlar la fecundidad. Sin embargo, según el endocrinólogo de la Universidad de Harvard, Fuller Albright (cuya investigación fue subvencionada por el CRPS) escribió en 1945, "Desde que la prevención de la ovulación previene el embarazo, se podrían emplear los mismos principios en el control de la natalidad previniendo la dismenorrea. Por lo tanto, por ejemplo, si un individuo tomó 1 mg diario de dietilstilbestrol de forma oral desde el primer día de su periodo durante las próximas seis semanas, no podría ovular durante el intervalo."58 Continuó diciendo que un régimen de hormonas tendría que elaborarse para que permitiera la menstruación periódica pero que no vio como un problema".
El obstáculo principal para llevar a cabo la investigación sobre esta idea fue el coste elevado de las hormonas, un problema que se convirtió cada vez más grave como las potencialidades del tratamiento de los esteroides para una variedad de enfermedad se convirtió en evidente. Gran parte del coste elevado fue adeudado a los métodos complejos y elaborados usados para extraer las hormonas. Butenandt (ver capítulo 5), por ejemplo, tuvo que comenzar con casi 4.000 galones de orina para obtener menos del 0,01 de testosterona pura. Cuando Ernst Laquer recurrió a los testículos de toro como una alternativa, tuvo que procesar casi una tonelada de testículos de toro para conseguir una cantidad algo más grande que el 0,01 de testosterona. En función de las hormonas femeninas, Edward Doisy trató los ovarios de más de ochenta mil cerdas para conseguir 0,012 g de estradiol.59

Russell Marker

A medida que los químicos mejoraban sus técnicas de producción de hormonas, los rendimientos fueron aumentando y el coste de la fabricación empezó lentamente a descender. Sin embargo, muchas de las patentes claves del proceso fueron propiedad de las empresas farmacéuticas, la mayoría de ellas europeas, quienes usaron su monopolio para mantener los precios altos. El cambio clave en este método fue debido a los esfuerzos de Russell Marker, un científico disidente quien, aunque probablemente un genio, no estaba interesado en casi nada que no fuera química.
Cuando Marker recibió su graduación en química orgánica de la Universidad de Maryland en 1923, también recibió con ello una beca para estudios superiores, pero fue en Química física no en Química orgánica y deseó hacer la orgánica. Avanzó rápidamente a la candidatura y completó su disertación, la cual se publicó finalmente, pero nunca le concedieron el título de doctorado, porque no había completado el requisito en Química física. Aunque Marker evitó el requisito del curso en colusión con su asesor, sin embargo no recibió oficialmente el grado.
Poco después de esto, Marker se casó y fue a trabajar como químico orgánico para la Ethyl Gasoline Corp. En poco tiempo, su sueldo había sido incrementado un 50 por ciento, pero pronto perdió interés en los compuestos organometálicos y dejó de reunirse con el Rockefeller Institute. En los próximos años, fue coautor de más de 32 documentos con P. A. Levene, el jefe del departamento de Química; pronto tuvo un laboratorio entero asignado a él. En la primavera de 1935, Marker deseó emprender el estudio de los esteroides. Cuando dejó de recibir una transferencia del departamento de farmacología donde tal investigación estaba llevándose a cabo, renunció y, aprovechando un recorte en el sueldo, aceptó una beca en la Universidad del Estado de Pensilvania subsidiada por la empresa farmacéutica Parke-Davis, la cual estuvo ansiosa de expandir su posición en el campo creciente de la hormona. Durante los próximos ocho años, Marker publicó un total de 163 documentos científicos y aseguró más de 70 patentes, que se asignaron a la Parke-Davis.
Gradualmente, Marker llegó a convencerse de que la manera más fácil y barata de hacer los esteroides sexuales fue desde los materiales de la planta, particularmente las planta de la familia del lirio y otras especies tuberosas, porque sus raíces contenían cantidades de sapogeninas. Los compuestos de la sapogenina contienen cuatro anillos básicos de átomos de carbono característicos de todos los esteroides y todas las moléculas de la sapogenina tuvieron una cadena lateral larga extendiéndose desde el decimoséptimo carbono, que está ubicado en el cuarto anillo. En este, tenían un parecido notable al colesterol, un alcohol monohídrico importante en la síntesis de las hormonas sexuales naturales. En 1940, Marker desarrolló un proceso eficiente de degradación de cinco etapas de la cadena lateral y convirtiendo las sapogeninas en progesteronas. A través del desarrollo de tres etapas más de procesamiento, convirtió la progesterona en testosterona.
Marker pasó sus vacaciones de verano ese año y el próximo recogiendo raíces de una veintena de plantas que segregan sapogenina, un proyecto en el cual fue ayudado por botánicos estadounidenses y mexicanos. Recogió más de 40.000 kilogramos (cerca de 100.000 libras) de plantas de México y partes del sur de los Estados Unidos, comprendiendo más de 400 especies. Al analizar las plantas encontró nuevas fuentes para casi todas las sapogeninas conocidas, incluida la diosgenina, el material inicial para la síntesis de ciertas hormonas sexuales. También encontró doce nuevas sapogeninas e identificó dos nuevos esteroides que creyó que fueron los progenitores de las sapogeninas.60 Cerca de la mitad de sus plantas no produjeron nada, pero el resto varió de un vestigio a una cantidad sustancial. Decidió la fuente más rica derivada de las raíces de las plantas de la familia de la Dioscorea, en particular un ñame salvaje que creció en las montañas del sur de México fuera del Veracruz. Luego trató de conseguir el apoyo para cosechar las plantas y producir hormonas en serie. Ya que el sur de México en esa época fue un país tosco sin caminos y sin ninguna fuerza laboral potencial y la política mexicana en las zonas rurales fueron inestables, fue quizás comprensible que dejara de conseguir el respaldo para su proyecto.
Marker tomó los asuntos en sus propias manos mediante la rotura de sus conexiones con la Parke-Davis y renunciando a la Universidad del Estado de Pensilvania en vigor el 1 de diciembre de 1943. Antes de hacerlo, había pasado considerable tiempo en México recogiendo raíces de la planta cabeza de negro bajo condiciones increíblemente primitivas. Se había marchado para Veracruz, donde la planta creció salvaje; y luego, después de adquirir una mula, una pala, un machete y un par de docenas de bolsas de café de harpillera, fue a la caza de ñames. De cualquier forma transmitió a los indios locales que estaba buscando la parra Dioscorea llamada cabeza de negro y aunque no sabían por qué alguien deseaba la planta, le ayudaron a llenar sus bolsas con raíces y regresó a la ciudad de México para ir a trabajar por sí mismo.
En sólo dos meses de actividad durante el verano de 1943, había producido casi 3 kilogramos de progesterona, que luego fue vendida a ocho dólares por gramo. Luego se encontró con los Laboratorios Hermona, una compañía farmacéutica pequeña ubicada en la ciudad de México. La empresa había sido fundada por Emeric Somlo, quien había emigrado a México en 1928, y Federico A. Lehman, un refugiado judío de la Alemania nazi de 1933. La elección de Marker de la compañía fue pura suerte, aunque no fue la primera vez que lo había intentado. La encontró porque la empresa se había inscrito ella misma en la guía telefónica como comercio de hormonas. Marker llamó a la compañía, preguntando hablar con alguien que hablara inglés. Resultó que Lehman hablaba inglés, conocía el trabajo anterior de Marker, era un endocrinólogo mismo y sabía lo importante que eran los esteroides. El resultado fue la fundación de una nueva compañia llamada Syntex Sociedad Anónima, con Somlo, Lehmann, y Marker como socios. Marker obtuvo el 40 por ciento del capital.
Uno de los primeros efectos de la producción de esteroides fue bajar el precio de las hormonas, hasta 1945 el precio al por menor había descendido hasta casi la mitad, y los médicos en todas partes estaban prescribiéndolos más que nunca. Por 1946, surgió una disputa entre Marker y sus dos socios e incapaz de comprar la parte de ellos, les vendió su interés en la compañía. Marker formó una nueva empresa productora de esteroideos, la Hormosynth y continuó publicando los documentos de la investigación. Abandonó México en 1949, y desapareció de la vista pública. En realidad, regresó a la Universidad del Estado de Pensilvania, cerca de Perm State, donde él y su esposa se jubilaron. Marker escribió en 1969: "Desde que me retiré del laboratorio hace 20 años, nunca he regresado o consultado la química y no he participado en ninguna acción en ninguna hormona o compañías afiliadas. Mi única aparición en público fue recientemente el 23 de abril de 1969 para aceptar una adjudicación por la Mexican Chemical Society que mostraba su apreciación por el trabajo que yo había realizado."61
Por un tiempo, Syntex gozó de un monopolio virtual sobre la producción de esteroides desde el material de la planta porque el gobierno mexicano embargó la exportación no sólo de la raíz sino de la incompletamente procesada diosgenina. Ya que, sin embargo, varios de los procesos claves en el fabricante esteroideo fueron cubiertos por patentes estadounidenses que habían pertenecido una vez a la Schering Corp., una casa farmacéutica poseida por alemanes cuyas posesiones fueron confiscadas bajo la Alien Property Act durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de los Estados Unidos tuvo algún control sobre Syntex. Bajo la amenaza de la prosecución antimonopolio, Syntex cesó de oponerse a la adjudicación de las licencias mexicanas a otras empresas".62 Gradualmente, la planta cabeza de negro fue reemplazada por la Dioscorea (conocida como barbasco), cuyas raíces tuvieron un contenido mayor de diosgenina.63

La píldora

Uno de los químicos que se unieron a los miembros del personal de Syntex después de la partida de Marker fue Carl Djerassi, quien trabajó en un proceso comercialmente factible para sintetizar análogos activos de progesterona por vía oral. En abril de 1952, anunció en una reunión de la American Chemical Society su éxito produciendo una 19-norprogestina. El medicamento fue llamado así porque carecía de una cadena lateral de un átomo de carbono y tres de hidrógeno (denominado grupo metílico) al carbono diecinueve en la molécula de progesterona. La evaluación clínica rápida del 19-norsterolds siguió bajo los auspicios de Syntex. El valor comercial del descubrimiento de Djerassi fue evidente para los químicos de Searles, aparte de sus posibilidades anticonceptivas y por noviembre de 1955 habían conseguido sintetizar un análogo de progesterona que difirió bastante del de Djerassi para ser patentado.64
El impulso para un anticonceptivo oral basado en el descubrimiento de Djerassi provino de una tabla base de una reunión de Margaret Sanger y Gregory Pincus en el apartamento de Nueva York de Abraham Stone en 1950. Stone y su esposa, Hannah, habían fundado una de las primeras clínicas de fecundidad en los Estados Unidos, si no en el mundo y que había continuado dirigiendo solo desde la muerte de su esposa. Entre sus muchas responsabilidades, actuó como director médico y vicepresidente de la Federación de Planificación Familiar y vicepresidente de la Journal of Human Fertility. Pincus, quien había sobrevivido su notoriedad temprana para ganar reconocimiento mundial por su investigación hormonal, fue luego redactor del anual Progress in Hormone Research y codirector de la Worcester Foundation para Biología Experimental. Sanger, un continuo luchador por mejores anticonceptivos, instó a Pincus a investigar las posibilidades de los esteroides para el uso anticonceptivo. Sanger, sin embargo, hizo más que incitar. Ella también tuvo una fuente de dinero dispuesta a apoyar tal investigación.
El dinero provino de Katharine Dexter McCormick (1875-1967), quien controló gran parte de los bienes McCormick. McCormick se graduó en el MIT en 1904 y poco después se casó con Stanley McCormick, el hijo de Cyrus, fundador del International Harvester Co. Dos años después, su marido se volvió enfermo mental, y permaneció siendo un esquizofrénico hasta su muerte en 1947 a la edad de setenta y tres. McCormick, quien nunca se divorció, ganó una batalla legal con su suegro sobre el control de la hacienda de su esposo y usando tanto su dinero como su energía, había surgido rápidamente como una figura importante en el movimiento de los derechos de la mujer. Había establecido la Neuroendocrine Research Foundation en 1927 y, entre otros proyectos, apoyó la investigación de Pincus y Hoagland en la Worcester Foundation. La muerte de su marido en 1947, sin embargo, había conducido a tal factura de impuestos tan pesada que se vió obligada a cerrar la fundación. Incluso apoyó al Robert Dickinson Memorial Fund of the Planned Parenthood Federation, pero ella deseaba más acción.
En 1952, a petición de Sanger, ella prometió a la Worcester Foundation 10.000 dólares por año; esto pronto se incrementó a 125.000 dólares y luego a 180.000 por año para el resto de su vida. A su muerte, ella legó a la fundación 1 millón. Pincus y sus colaboradores se marcharon y tuvieron posibilidad en su esfuerzo de investigación para encontrar un anticonceptivo oral, probando diversos compuestos que fueron provistos originalmente por los químicos esteroideos de Searles.65 Aquellos compuestos usados en los estudios clínicos, sin embargo, fueron provistos por Productos Esteroides fundado en 1955 por el gerente precedente de los Estados Unidos para Syntex, Irving a V. Sollins, un amigo personal de Pincus.66
El equipo de Pincus incluyó a su asociado desde hace mucho tiempo Min Chueh Chang y al ginecólogo John Rock. Aparentemente, Pincus había considerado a sus amigos Stone y Guttmacher para el trabajo de elaborar un régimen anticonceptivo para las mujeres, tanto las que fueron líderes en el movimiento del control de la natalidad, pero al final eligió a Rock. Si la religión contó en la elección está poco claro, ya que Rock fue uno de los pocos católicos en esa época quien dijo que la religión no tuvo nada que hacer con la medicina o la práctica de ella.67 La elección de Pincus, sin embargo, dio la píldora a un defensor católico fuerte.
Rock probó el régimen de progesterona de Pincus en cincuenta mujeres infértiles que ovularon regularmente para ver si las dosificaciones reprimían la ovulación o quizás incluso provocándolas a quedarse embarazadas. Uno de los grupos de 19-norprogestina resultó ser contaminado por una cantidad diminuta de estrógeno, pero cuando este defecto fue remediado, los investigadores encontraron que fue una incidencia mayor del descubrimiento de la hemorragia hacia el final del ciclo inhibiendo la ovulación de la medicación. El resultado fue una decisión de combinar la progestina y el estrógeno en dosificaciones diarias. Usaron enovid (norethynodrel) para el componente de la progestina y 1,5 por ciento de mestranol para el componente estrogénico.68 Rock también había encontrado que sus pacientes, una vez que habían dejado de tomar la píldora, reanudaron sus modelos normales de ovulación.
El próximo paso fue realizar un estudio masivo, y Pincus seleccionó Puerto Rico, en parte porque Edris Rice-Wray, director médico de la Asociación de Planificación Familiar de Puerto Rico, estaba dispuesto a emprender la tarea exigente y demandante de supervisar la serie de experimentos prolongados. El estudio empezó en abril de 1956 en un suburbio de San Juan, y por enero de 1957, cuando los registros de la prueba preliminar fueron revisados, 221 mujeres de fecundidad comprobada habían tomado enovid según se ordenó durante periodos que variaban de uno a nueve meses, y ni una única se había quedado embarazada.
Como cualquier experimento sobre personas, el elemento humano estaba muy presente, y aunque las mujeres fueron advertidas de que quizás experimentaran náuseas, vómitos, mareo, dolor abdominal, diarrea y otros efectos secundarios, se ofrecieron como voluntarias en un gran número. No todas las mujeres habían demostrado ser capaces de resistir a los efectos secundarios, los cuales variaron de un individuo a otro y unas veinticinco habían dejado de tomar la píldora o porque estaban asustadas por los efectos secundarios o porque su sacerdote o médico personal les asesoraron contra ello. Otras parecen haber estado confundidas acerca de lo que supusieron que hacían. Una mujer tomó los comprimidos sólo cuando su marido no estaba viajando. Otra, que se quedó embarazada, se quejó de que la píldora no habían funcionado en absoluto incluso aunque le hubiera hecho su marido que la tomara cada día.69
Después del primer informe, Rice-Wray abrió sus libros de inscripción a cientos de mujeres adicionales que estaban ansiosas de entrar en las pruebas. Un segundo proyecto se abrió en Humacao bajo la dirección del ginecólogo-obstetra Adeline Pendleton Satterthwaite, y un tercer proyecto se abrió posteriormente en Haití. Aunque algunas mujeres en las pruebas posteriores quedaron embarazadas, se encontró en todos los casos que aquellas mujeres no habían seguido el régimen de tomar la píldora. Para aquellas que siguieron las instrucciones, hubo un récord de un 100 por cien de efectividad. Las pruebas se difundieron a los Estados Unidos, y en 1960, la FDA permitió a enovid ponerse en el mercado. Desde entonces ha habido diversas modificaciones de la píldora y el desarrollo de otros medios de administrar esteroides, incluido a través del DIU, la insertación de norplant y las inyecciones.70
Hubo muchos más usos de los esteroides además de los anticonceptivos, pero este libro no es el lugar para detallar todos. Lo que la búsqueda de las hormonas sexuales recalcó es apenas cuánta comprensión de la sexualidad humana está relacionada con una comprensión básica de la fisiología humana. Las implicaciones de ésto fueron las contribuciones principales de Masters y Johnson.

MASTERS Y JOHNSON

William Masters y Virginia Johnson desde el principio estuvieron mucho más orientados prácticamente que Kinsey o los endocrinólogos. Masters fue un médico que estaba preocupado por ayudar a sus pacientes a que superen sus problemas. Juntos, Masters y Johnson pensaron en ellos mismos como terapeutas, lo que querían decir que aceptaron el mundo como ellos lo vieron existente y deseando ayudar a sus pacientes a que se adapten a él. Kinsey, por otro lado, era un científico, describió el mundo como existía pero también recalcando las contradicciones entre la actualidad y las normas aceptadas. Masters y Johnson realizaron su investigación por una razón que fue enteramente diferente a la de Kinsey.

 

Cuando el programa de laboratorio para la investigación en el funcionamiento sexual humano fue diseñado en 1954, el permiso para constituir el programa dentro de un entorno universitario fue concedido sobre una premisa de investigación que declaró categóricamente que la minusvalía mayor al tratamiento con éxito de la insuficiencia sexual fue una falta de información fisiológica confiable en el área de la respuesta sexual humana. Se supuso que el esfuerzo del laboratorio definitivo desarrollaría el material de la consecuencia clínica. Este material a su vez podría ser usado por profesionales en el campo para mejorar la metodología del enfoque terapéutico a la insuficiencia sexual.71


Igual que Kinsey había desafiado, a veces con considerable hostilidad, el monopolio psiquiátrico en el tratamiento y la investigación sexual, Masters y Johnson ofrecieron nuevas áreas enteras para el ginecólogo, urólogo y otros especialistas médicos para extender sus servicios. Últimamente, Masters y Johnson también ayudaron a establecer una nueva profesión completa, el terapeuta sexual, que no estuvo por mucho tiempo restringida al psiquiatra pero incluyó enfermeras, psicólogos, asistentes sociales y consejeros. Debería agregarse, sin embargo, que la promesa inicial de técnicas terapéuticas no evasivas para los problemas de insuficiencia sexual fue sobrevendida por algunos terapeutas y que, como los años anteriores, el equilibrio entre la intervención médica y la terapia no intrusa cambió. Las técnicas didácticas básicas fueron pioneras por Masters y Johnson y sus contemporáneos, sin embargo, todavía siguen siendo importantes.
Masters fue un nativo de Cleveland y nació en una familia acaudalada en 1915. Asistió a la Lawrenceville Prep School y continuó en el Hamilton College, donde recibió su licenciatura en 1938. Luego se matriculó en la University of Rochester School of Medicine and Dentistry, donde trabajó en el laboratorio de Corner. Curiosamente, Corner tuvo tres de los líderes que él llamó "la aplicación práctica del pensamiento científico hacia los problemas del comportamiento sexual humano" como estudiantes: Guttmacher, que se volvió internacionalmente prominente en el movimiento de planificación familiar; Mary Steichen Calderone, cofundadora de la Sex Information and Educational Council of the United States (SIECUS); y Masters.72
Mientras trabajaba con Corner, a Masters le fue asignado el problema de intentar determinar cómo el ciclo sexual en el conejo hembra difirió o se asemejó al de la hembra humana. Masters, que había estado siempre más interesado en la investigación médica que en la práctica de la medicina, decidió que le gustaría hacer la investigación sexual cuando hubiera completado su licenciatura y fue a Corner para que le asesorara. Corner le dió esencialmente tres principios generales para seguir prosiguiendo la investigación sexual: (1) debería establecer una reputación científica en algún otro campo científico primero, (2) debería asegurar el patrocinio de una escuela de medicina o universidad principal, y (3) debería tener al menos cuarenta años de edad.73
Masters siguió el asesoramiento casi al pie de la letra, aunque comenzó su investigación dentro de la sexualidad a la edad de treinta y ocho. Después de la graduación de la escuela de medicina, aceptó una posición en la Washington University en St. Louis. Willard Allen, otro de los estudiantes de Corner y un investigador activo en Endocrinología, ayudó a Masters a conseguir el nombramiento como un interno en Obstetricia y Ginecología. Masters subió la escala a través del residente al profesor asistente y al profesor adjunto. Se casó y tuvo dos hijos. Masters también publicó varios documentos que cubrían una variedad de temas obstétricos y ginecológicos, aunque la mayoría trataron sobre la terapia del remplazo de la hormona para el envejecimiento y las mujeres ancianas, un tratamiento que él defendió fuertemente 74 y que es ampliamente usado hoy.

LOS COMIENZOS

Gradualmente, Masters volvió al estudio del acto sexual mismo. Según se observó antes, esto fue algo que había sido de interés para otros. El pionero en este sentido había sido el médico francés Félix Roubaud, quien había publicado su estimación del ciclo de respuesta femenina en 1855.75 Kinsey había llamado la descripción de Roubaud insuperada,76 incluso aunque el francés se había confundido en dos puntos, es decir, el reclamo de que hubo contacto friccional directo entre el pene y el clítoris y que el semen fue absorbido a través del cuello uterino.
Gran parte de la primera notificación sobre la respuesta femenina fue casual. Un ejemplo fue el caso del médico de Indiana, Joseph R. Beck, quien, en 1872, trató a una mujer con un útero colapsado (en retroversión) al adaptarle con un pesario mecánico para colocar el útero en su lugar. La reexaminó el 8 de agosto de 1872, para ver que el dispositivo fue correctamente colocado. Antes del examen, la paciente advirtió a Beck de que fuera muy cuidadoso, porque tenía un temperamento nervioso y naturaleza apasionada y que quizá tuviera un orgasmo con la presión de su dedo. Ya que su cérvix fue directamente visible a través de su labia como resultado de su útero colapsado, Beck vió una oportunidad para describir cómo la cérvix reaccionó durante el orgasmo. Procedió a ignorar su pretexto. Escribió:

 

[Cuidadosamente] separando el labio con mi mano izquierda, para que el os uteri [abertura vaginal de la cérvix] fue conducido claramente en el criterio de la luz solar, rocé ahora mi dedo índice derecho rápidamente tres o cuatro veces a través del espacio entre la cérvix y el arco pubiano, cuando casi de inmediato el orgasmo ocurrió.... Instantáneamente la altura de la excitación estaba a mano, el os se abrió plenamente a la extensión de una pulgada, aproximadamente como mi ojo podía juzgar, hizo cinco o seis jadeos sucesivos, según fue, extrayendo el os externo en la cérvix cada vez más fuertemente y, me pareció a mí, con una acción rítmica regular, al mismo tiempo perdiendo su densidad anterior y dureza y convirtiéndose bastante blando al tacto. Todos estos fenómenos ocurrieron dentro del espacio de doce segundos de tiempo sin duda, y en un instante todo fue como antes. Al enfoque cercano de la excitación orgásmica el os y la cérvix se convirtieron en intensamente congestionados, tomando casi un color púrpura lívido, pero con el cese de la acción, como conté, el os se cerró repentinamente, la cérvix misma nuevamente se endureció, la congestión intensa se disipó, los órganos afectados se volvieron ellos mismos a su condición normal.77


Beck al parecer confirmó las observaciones de Roubaud de que la cérvix absorbió el esperma hacia el orgasmo. Observaciones y conclusiones similares fueron hechas por B. S. Talmey, 78 pero estas conclusiones fueron desafiadas por Dickinson, quien dijo que si el mecanismo de absorver fue característico del orgasmo, entonces los orgasmos no han ocurrido más de media docena de veces en muchos millones de exámenes de oficinas ni tienen que haber sido notadas en sus esposas por los doctores familiares con la cérvix, sino los médicos han ocultado continuamente el conocimiento de tales acciones.79
En el momento en que Masters estaba empezando activamente a hacer planes sobre su propio programa, G. Klumbies y H. Kleinsorge, dos médicos de la University Clinic en Jena, Alemania, informaron sobre un paciente que fue capaz de simular hasta el orgasmo, un hecho que hizo posible distinguir los efectos directos del orgasmo del esfuerzo muscular que lo precedía comúnmente o lo acompañó. Con la ayuda de un electrocardiógrafo y un indicador de la presión arterial, Klumbies y Kleinsorge registraron los cambios fisiológicos, incluida la frecuencia del pulso, la presión arterial istólica y diastólica, el volumen cardíaco, el ritmo de las contracciones de la cámara del corazón, la posición del corazón, el volumen respiratorio y la irritabilidad muscular. La mujer identificó algunos de sus orgasmos más intensos que otros, y Klumbies y Kleinsorge observaron que la intensidad del orgasmo de manera que fue subjetivamente informado mostró una relación estrecha con la agudeza del punto máximo de la presión arterial.80 Otro investigador, Abraham Mosovich, registró electroencefalogramas (modelos de la onda cerebral) durante la excitación sexual y el orgasmo.81
Las mejores y más completas observaciones hechas antes de los estudios de Masters y Johnson fueron las de Kinsey. Informó que tuvo acceso a una parte considerable "de datos observados sobre el compromiso de todo el cuerpo en los espasmos que siguen al orgasmo."82 De hecho, la mayoría de las observaciones habían sido hechas por voluntarios para Kinsey o su personal, independiente de la parte de la entrevista de su investigación. El capítulo 15, "Fisiología de la respuesta sexual y orgasmo", en Sexual Behavior in the Human Female contenía los mejores, más actuales y los datos más exactos recopilados hasta ese momento.
Cuando Masters empezó sus estudios en 1954, entrevistó con todo detalle y exhaustivamente a 118 mujeres y a 37 prostitutos masculinos. De éstos, 8 mujeres y 3 hombres participaron luego como sujetos experimentales en unas series preliminares de estudios de laboratorio.

 

Las sugerencias de este grupo selecto de técnicas para el apoyo y control de hombres y mujeres en situaciones de la respuesta sexual directa resultaron inestimables. Describieron muchos métodos para elevar o controlar las tensiones sexuales y demostraron variaciones innumerables en la técnica estimulativa. En último término, se ha descubierto que muchas de estas técnicas tienen aplicación directa en la terapia de la insuficiencia sexual masculina y femenina y han sido integradas en los programas clínicos.83


Últimamente, sin embargo, los resultados experimentales derivados de la población de prostitutas no estaban incluidos en los resultados finales publicados, porque Masters y Johnson deseaban un punto de base de lo que consideraban la "normalidad anatómica". Para conseguir ésto, se dirigieron a las poblaciones de pacientes y de voluntarios para los datos. Fue durante esta fase que Virginia Johnson se asoció al equipo de Masters, porque Masters creyó firmemente que una mujer debería participar en su investigación.
Nacida Virginia Eshelman en Missouri en 1925, había estudiado música en el Drury College y posteriormente asistió a la University of Missouri. En 1950, Johnson se casó y tuvo un hijo y una hija antes de separarse de su marido a finales de 1950. Estuvo matriculada para un trabajo en el Washington University Placement Bureau. Masters estaba buscando una mujer para que tomara parte en la entrevista de la investigación y había especificado que él deseaba una mujer que tuviera experiencia e interés en el trabajo con personas. La oficina envió a Johnson y fue contratada. Los dos últimos años se casaron, pero se divorciaron en 1992.
El trabajo de Johnson fue particularmente importante en los primeros dos libros pero desempeñó un papel menor en los estudios posteriores. El hecho de que Masters y Johnson fuera un equipo de hombre-mujer los separa de Kinsey. Aunque Kinsey había agregado una mujer a su equipo recientemente antes de que él muriera, parece no haber sido necesario hacerlo anteriormente. Aunque las mujeres que trabajaron en el proyecto no se consideraron como coinvestigadoras. En esto, probablemente reflejó las actitudes masculinas tradicionales de su generación. Masters, en general, dió más énfasis a la mujer que al hombre no sólo en su equipo sino en sus estudios. En la discusión de Fisiología, por ejemplo, la mujer es mencionada primero, y aunque hay semejanzas obvias en la respuesta, al dar los datos femeninos primero, Masters parece haber recalcado que la mujer no es sólo una imitación inferior del hombre, una actitud ampliamente prevalente incluso en el momento de su investigación.

EL CICLO DE LA RESPUESTA SEXUAL

Masters y Johnson sostuvieron que el ciclo de la respuesta sexual incluyó mucho más que un pene y una vagina y buscaron medir la frecuencia cardíaca, las funciones respiratorias, la tensión muscular, la respuesta de la mama y otra medida fisiológica en que pudieran pensar. Un elemento clave en la capacidad de Masters y Johnson para emprender algo nuevo fue lo tecnológico. Los adelantos en la miniaturización de las cámaras y los dispositivos electrónicos significaron que podrían usarse dentro de un falo plástico. Esto permitió a Masters y Johnson grabar lo que ocurrió dentro de la vagina durante el orgasmo y podían observar los fenómenos en cada detalle.
Esta nueva tecnología les permitió dar las respuestas definitivas a algunas de las preguntas sobre las cuales había habido discusiones o sobre las cuales había habido sólo datos subjetivos. Ésto permitió a Masters y Johnson determinar que hubo una humidificación del recubrimiento vaginal con fluído lubricante dentro de 10 a 30 segundos desde el comienzo de la estimulación erótica y al notar que este fluído provino de la combinación de una "transpiración" de las paredes de la vagina. Enfatizaron que ni las glándulas de Bartolino ni la cérvix, anteriormente se creía ser la fuente de la lubricación, contribuyendo al fluído. Más bien la transpiración resultó del incremento del suministro sanguíneo y la congestión de los tejidos vaginales.84
Masters y Johnson también observaron un alargamiento y distensión de las paredes vaginales, mientras que la cérvix y el útero son tirados lentamente hacia atrás dentro de la falsa pelvis (la parte de la pelvis encima de la articulación de la cadera). Las paredes de la vagina también experimentan un cambio de coloración inequívoco, del rojo púrpura a un púrpura más oscuro como resultado de la vasocongestión y los aspectos ondulados o arrugados de la pared vaginal (técnicamente llamado modelo rugal) se aplanan. Gradualmente, el tercio exterior de la vagina se vuelve excesivamente distendido con sangre venosa, y la vasocongestión es tan notable que el lumen central (interior) del tercio exterior de la pared vaginal se reduce por lo menos a un tercio. Todo ésto tiene lugar durante lo que Masters y Johnson denominan la fase de la meseta o segunda fase del ciclo de la respuesta sexual.
Ésto está seguido de la fase orgásmica, durante la cual gran parte de la actividad fisiológica está confinada a lo que Masters y Johnson llamaron la plataforma del orgasmo en el tercio superior de la vagina. Aquí hay fuertes contracciones con intervalos de 0 a 8 segundos, que se repite dentro de una variedad normal de tres a cinco hasta hasta diez a quince veces por orgasmo individual. El útero se eleva y se contrae rítmicamente con cada contracción, comenzando al final superior del útero y moviéndose como una ola hacia la zona media y baja hasta el inferior o final de la cervical.
Estas contracciones uterinas se habían asociado por mucho tiempo con la idea de que la cérvix succiona el esperma. Masters y Johnson, sin embargo, teorizaron que las contracciones en tal dirección podrían, si nada, expulsar esperma. Luego procedieron a demostrar que las contracciones uterinas no podían posiblemente conducir a una succión del esperma dentro del útero. Prepararon una taza cervical estrecha a medida que llenaron con un líquido parecido al semen en una base radiopaca. Masters y Johnson hicieron luego radiogramas durante la experiencia orgásmica y no encontraron tal acción de succión.85
Para describir lo que tuvo lugar durante las relaciones sexuales, Masters y Johnson desarrollaron una descripción de cuatro fases: (1) excitación, (2) meseta, (3) orgasmo y (4) resolución. Encontraron que los hombres respondieron en función de los cambios fisiológicos básicos a lo largo de las mismas líneas que las mujeres; en ambos sexos, se produjo un incremento de la frecuencia cardíaca, presión arterial, tensión muscular, y en la mayoría tamto de hombres como de mujeres es observable un "sexo sonrojado" (una erupción cutánea sonrosada como el sarampión sobre el pecho, cuello, cara, hombros, brazos y muslos). Hasta el orgasmo, el corazón y las frecuencias respiratorias están a un máximo y el sexo sonrojado en su punto máximo, aunque el hombre tiene lo que se llaman las contracciones eyaculadoras durante el orgasmo. La fase del orgasmo está seguida por la fase de resolución en la cual hay una vuelta a las condiciones según fueron antes de que la fase de excitación sexual empezara. Se encontró que las mujeres tenían una mayor variedad de respuestas orgásmicas y muchas podían tener orgasmos múltiples.
Masters y Johnson criticaron lo que llamaron la "falacia fálica" de comparar el clítoris con el pene. Enfatizaron que incluso aunque el clítoris sea quizás anatómicamente análogo al pene, reacciona a la estimulación sexual de una manera muy diferente a él. No se vuelve erecto durante la excitación, pero en cambio, se retira debajo de su prepucio protector, y de hecho, su longitud se reduce por lo menos a la mitad cuando el orgasmo se aproxima. Cuando se retrae, sin embargo, responde a la presión generalizada sobre la capucha labial.86
Las inquietudes de los pacientes estuvieron siempre presentes en las mentes de Masters y Johnson. Por ejemplo, informaron que la medición fláccida promedia de un pene era de 7,5 centímetros (cerca de 3 pulgadas) y durante la erección el pene se duplicó en su longitud. Sin embargo, reconocieron que no todos los hombres tenían el mismo tamaño del pene.87 Para calmar las inquietudes de sus lectores, recalcaron que la vagina era un "potencial en lugar de un espacio real" y fue infinitamentd distensible".88 Curiosamente, sin embargo, no hay ninguna prueba de que alguna vez se preguntaron cualquiera de sus sujetos femeninos si el tamaño del pene representó una diferencia, o si contestaron sin precedentes.

MUESTRA

En total fueron 694 individuos, incluidas 276 parejas casadas, participaron en los programas de laboratorio de Masters y Johnson. De éstos, 142 estaban solteros pero 44 habían estado previamente casados. Los hombres variaron desde la edad de veintiuno a ochenta y nueve y las mujeres, desde dieciocho a setenta y ocho. Los datos incluían modelos de la respuesta anatómica y fisiológica de siete mujeres, de edades entre diecinueve a treinta y cuatro, que nacieron sin una vagina. Los voluntarios para el programa de investigación del laboratorio participaron en la masturbación por medio de la mano, dedos, o un vibrador mecánico; en las relaciones sexuales con la mujer apoyada sobre su espalda y el hombre sobre ella; y en coición artificial con una sonda transparente. También estudiaron lo que fue la anatomía y la fisiología del hombre y la mujer ancianos, aunque los datos no estaban tan completos como los de los más jóvenes. Masters y Johnson enfatizaron, sin embargo, que si la oportunidad para la regularidad del coito existe, las mujeres ancianas tenderán a una capacidad mucho mayor de desempeño sexual que su contraparte femenina quien no tiene oportunidad sexual similar. Informaron que aunque la mujer postmenopáusica hubiera perdido alguna de su producción hormonal, la psique es tan importante, si no más importante, al determinar el impulso sexual".89 De igual manera, mientras en el hombre anciano todo el proceso eyaculatorio experimenta una reducción de la eficiencia fisiológica, la respuesta sexual permanece. Masters y Johnson concluyeron que,

 

Hay cada razón para creer que la regularidad mantenida de la expresión sexual unida al bienestar y a la orientación mental saludable adecuada física al proceso de envejecimiento combinará para proporcionar un clima sexualmente estimulativo dentro de un matrimonio. Este clima, a su vez, mejorará la tensión sexual y proporcionará una capacidad de desempeño sexual que con frecuencia puede extenderse a más allá del nivel de 80 años.90


Un seguimiento natural hacia los estudios fisiológicos de la respuesta sexual humana fue el tratamiento para los pacientes disfuncionales. Para esta finalidad, Masters y Johnson desarrollaron un equipo de terapia sexual (una mujer y un hombre) y una metodología mediante la cual dijeron que estaban tratando el "matrimonio", ya que el fundamento básico de su tratamiento fue que tanto el marido como la mujer en un matrimonio sexualmente disfuncional serían tratados.91 Dado que Masters y Johnson siempre recalcaron que la naturaleza terapéutica de su investigación, su objetivo en efecto había sido siempre el desarrollo de las modalidades de tratamiento. En su tratamiento, se concentraron sobre síntomas específicos en lugar de sobre trastornos generalizados. De una forma, adoptaron algunos de los conceptos de los psicólogos conductuales quienes habían comenzado a tratar los problemas sexuales en los años cincuenta,92 pero en el proceso, popularizaron la terapia sexual y la sistematizaron sobre una base fisiológica.

TERAPIA SEXUAL

Un resultado fue el desarrollo de una nueva especialidad en las profesiones de ayuda, la del terapeuta sexual. Antes de su entrada en escena, el tratamiento predominante de la disfunción sexual, al menos en los Estados Unidos, fue a través del psicoanálisis. Lo que Masters y Johnson esencialmente hicieron fue cambiar quizás el baluarte final del control que la psiquiatría y en particular el psicoanálisis, tenía sobre el campo sexual. Kinsey había minado básicamente muchas de las suposiciones que la Psiquiatría había hecho acerca del comportamiento sexual y proporcionó una nueva clase de base de datos. También había atacado el psicoanálisis por sus suposiciones no científicas. Con Masters y Johnson, incluso la opción de tratamiento, que la Psiquiatría había dominado, estuvo ahora reorientada a otros especialistas, muchos de quienes no fueron médicos. El resultado fue aumentar el número de individuos que no solamente estuvieron interesados en el sexo profesional sino económicamente. Kinsey, en efecto, había restablecido el concepto de la Sexología. Aunque la investigación sexológica fue un campo algo limitado, el ascenso de la terapia sexual dio a la Sexología suficientes profesionales para justificar las sociedades sexológicas separadas y las revistas.
Masters y Johnson fueron también importantes porque ellos, aunque en una forma mucho más moderada que Kinsey, recalcaron la importancia de la educación sexual. Por ejemplo, en su discusión de la mujer anorgásmica, declararon que las mujeres en general eran víctimas del doble estándar, porque ellas más que los hombres habían sido enseñadas a que reprimieran sus sentimientos sexuales. Masters y Johnson concluyeron que la represión, en forma de experiencia histórica y psicológica, era el factor más importante en el desarrollo de la frigidez.93 La ignorancia y la superstición acerca del sexo fueron y permanecieron los mayores problemas en una respuesta sexual inadecuada y cuando los compañeros sexuales se las arreglan para tener sus prejuicios, concepciones erróneas y malentendidos del funcionamiento sexual natural expuesto, entonces y sólo entonces puede establecerse "una base firme para la seguridad mutua en la expresión sexual".94 En resumen, para el matrimonio alcanzar esto es el potencial total y Masters y Johnson siempre estuvieron preocupados por el matrimonio, el conocimiento del sexo fue esencial. Este mensaje se apoderó, no sólo de una nueva generación de educadores sexuales para publicar reformas en la educación sexual sino para el público en general, que pareció volverse cada vez más interesado en cómo tener un mejor matrimonio, el cual ellos, como Stopes tuvo hace treinta años, creyó que fue con alto nivel de dependencia en el comportamiento sexual.
El componente más grande del grupo en expansión de profesionales sexuales en los años sesenta fue el terapeuta sexual, el número del cual creció rápidamente. Masters y Johnson habían establecido un programa básico de dos semanas que afectó a terapeutas sexuales masculinos y femeninos y una pareja de pacientes; este programa sirvió como modelo inicial. Su éxito fue fenomenal. Masters y Johnson informaron que las sesión de dos semanas eliminó las dificultades sexuales en el 80 por ciento de sus pacientes. No satisfechos con estos resultados inmediatos, siguieron estos estudios cinco años después y declararon que de aquellos con los que pudieron volver a entrar en contacto, sólo el 7 por ciento informó la reaparición de la disfunción por la cual habían buscado tratamiento orgininalmente.95 El resultado de tales reclamos fue una demanda por el público de ayuda con los problemas sexuales y un conocimiento por las diversas clases de profesionales que podrían expandir su base de pacientes si pudieran ganar alguna pericia en sexo.
Muchos supuestos terapeutas sexuales fueron a St. Louis para tomar sesiones especiales de entrenamiento con Masters y Johnson. Los profesionales quienes se matricularon en terapia sexual desde unos antecedentes algo diferentes también ofrecieron seminarios especiales. En la costa occidental, por ejemplo, William Hartman y Marilyn Fithian, quienes habían incluido la terapia sexual como parte de su matrimonio y la orientación familiar, habían empezado a llevar a cabo su propio conjunto de experimentos sobre la respuesta sexual en su Long Beach, California centro. A medida que la demanda de terapeutas sexuales aumentó, Hartman y Fithian llevaron a cabo seminarios de entrenamiento no sólo en Long Beach sino en todo el país, introduciendo a supuestos profesionales a nuevas tendencias en la terapia sexual.
Otra primera terapeuta sexual importante fue Helen Singer Kaplan, quien trató de combinar algunas de las apreciaciones y técnicas del psicoanálisis con métodos conductuales. Preguntó a Masters y Johnson usar dos terapeutas y creyó que un terapeuta de cualquier sexo sería suficiente 97, un resultado hecho por otros.97 Kaplan estuvo de acuerdo en que muchas dificultades sexuales provinieron de causas superficiales, pero creyó que cuando el conflicto inconsciente llegó al corazón del problema y envolvió a los problemas emocionales asentados profundamente, el terapeuta debería usar más enfoques analíticos. Como resultado, su enfoque se designa como terapia psicosexual para distinguirla de la terapia sexual, y su entrada dentro del campo recalca cómo los psicoanalistas mismos se adaptaron gradualmente a las nuevas técnicas de terapia sexual.
En el ocaso del éxito, la terapia sexual presentada originalmente por Masters y Johnson no parecía ser válida para un número creciente de terapeutas según el campo se expandió rápidamente. Esto fue quizás debido a que no sólo la existencia de los problemas emocionales asentados profundamente en algunos pacientes, como Kaplan había señalado, sino la presencia de problemas fisiológicos básicos tales como la diabetes. El resultado fue un ataque contra los reclamos del éxito de Masters y Johnson, según un número cada vez mayor de estudios informaron sobre tasas de fracaso mucho mayores.98
La diferencia en la tasa de éxito, sin embargo, es probablemente el resultado tanto de la naturaleza cambiante de los pacientes como los métodos discordantes de la selección del paciente. Muchos de los problemas originales presentados por los primeros pacientes de Masters y Johnson resultaron de una falta de conocimiento de la actividad sexual básica, algo que fue comparativamente fácil de superar. El gran éxito de los libros de Masters y Johnson hizo que tales pacientes cada vez más solicitaran menos ayuda de un terapeuta, ya que podían leer acerca de las fuentes de insuficiencia sexual humana y las ajustaban a sus propias prácticas. Por otro lado, el reconocimiento físico requerido por Masters y Johnson para sus pacientes indudablemente eliminó muchos de aquellos con dificultades fisiológicas que otros terapeutas menos enterados intentaron tratar y fracasaron al ayudar. El resultado principal de la crítica de Masters y Johnson fue recalcar que la terapia sexual hasta el que mejor participó en un equipo, no sólo de los terapeutas sino de los profesionales médicos, en particular el urólogo y el ginecólogo.

ORGANIZACIONES PROFESIONALES

El aumento del número de terapeutas en los años sesenta y setenta condujo al desarrollo de las sociedades profesionales que estaban dedicadas al estudio del sexo, el progreso de la educación sexual y el reglamento de la terapia sexual. Al principio tales grupos intentaron ser inclusivos y, de hecho, hicieron sus comienzos estadounidense a partir de 1939 con la fundación del National Council of Family Relations (NCFR). El NWR lanzó ampliamente su red lo suficiente para incluir a eruditos, educadores, consejeros y terapeutas dentro de su asociación. Pomeroy, un especialista en asuntos sexuales, fue también un miembro. De hecho, muchos de los terapeutas sexuales pioneros habían salido del matrimonio y de los antecedentes de orientación familiar.99
Uno de los primeros intentos para organizar una sociedad estadounidense específicamente dedicada al estudio del sexo fue la de Albert Ellis en 1950, pero ésta resultó ser un fracaso. El fracaso quizá se explique sencillamente al decir que la época no fue propicia para el establecimiento de tal grupo, pero de hecho, Ellis quizá haya tenido éxito si no se hubiera opuesto a Kinsey. Si Kinsey tuviera miedo de que tal organización compita quizá para los fondos con su propio instituto de investigación, como algunos han dicho, o si habiendo estudiado la historia de los grupos europeos, tuvo miedo de tener investigadores sexuales envueltos en campañas para las reformas sexuales, como otros dijeron, está poco claro. Kinsey tuvo obviamente su propio programa, y una organización dedicada al estudio del sexo no era una prioridad elevada con él. Aunque Kinsey fue crítico de la hipocresía sexual en América y nunca vaciló en hablar sobre ello, estaba convencido de que el único modo de que él y el instituto podía funcionar fue evitar cualquier signo de presión política para cualquier causa sexual particular.
Quizás por este motivo el impulso para la organización de los profesionales sexuales tuvo lugar en Nueva York en lugar de Indiana. En 1957, un grupo de Nueva York se centró alrededor de Hans Lehfeldt, Henry Guze, Robert Sherwin, Hugo Beigel y Albert Ellis, empezaron a reunirse juntos y planificaron para tal sociedad. El grupo inicial reclutó a otros, y por 1960, cuarenta y siete profesionales se unieron juntos para formar la Society for the Scientific Study of Sex (SSSS). Albert Ellis fue eligido primer presidente.
Ellis fue conocido en esa época por sus libros que desenmascaraban la superstición sexual y el folklore del sexo.100 También había sido un importante defensor del primer informe de Kinsey y había declarado que la misma tolerancia y comprensión de la portada hicieron que "todas las encuestas sexuales anteriores parecieran flojas mediante la comparación". Albert Ellis escribió que el equipo de Kinsey había tenido cuidado de equiparse con técnicas de investigación cuidadosamente planificadas y seleccionadas para una aventura verdaderamente científica.101 A pesar de tal apoyo, Kinsey se había vuelto crítico de Ellis porque Ellis también había señalado lo que notó que eran insuficiencias en el libro.
Kinsey no tomó la crítica levemente, y aunque generalmente no atacó públicamente a sus críticos, recordó casi todos los detalles de cualquier crítica negativa, incluso si la reseña general hubiera sido positiva. Indudablemente, esta tendencia de Kinsey para recordar sus críticas quizá haya sido una razón adicional por lo que se opuso a cualquier organización de sexólogos durante su vida. Una de las primeras cosas que la nueva sociedad hizo fue establecer el Journal of Sex Research, el cual por medio de su misma existencia dio una oportunidad a estudios serios y académicos para publicarse en una amplia escala que incluso antes.
La necesidad de difundir gran parte de la nueva información acerca del sexo para la atención pública y en el programa de estudios escolares fue la motivación por la organización del SIECUS. El impulso por el SIECUS provino de una conversación entre Lester Kirkendall, desde hace mucho tiempo educador familiar y Calderone, entonces director médico de planificación familiar, que tuvo lugar en una reunión del SSSS. Calderone se había desanimado en sus esfuerzos para conseguir que la planificación familiar entrara dentro del campo de la educación sexual pública. Guttmacher se había opuesto a ella sistemáticamente porque se llevaría los recursos ya limitados de la planificación familiar que estaban dedicados a investigar. Guttmacher también se opuso firmemente a los programas de educación pública, porque creyó que cualquier posición tomada por la planificación familiar sobre cualquier tema sexual lo debilitaría innecesariamente. La planificación anticonceptiva misma, sostuvo, permaneció bastante polémica sin la organización que busca otras causas.
En su discusión, Kirkendall y Calderone colocaron la base para lo que se convertiría en el SIECUS, la cual fue formalmente organizada en 1964. Calderone pronto renunció a su posición con la Planificación Familiar y se convirtió en directora ejecutiva de la nueva organización. El SIECUS adoptó esencialmente un enfoque de salud pública al sexo, centrándose en la conciencia y en la educación; pronto desempeñó una función principal al introducir programas de educación sexual en las escuelas. Hacia finales de los años sesenta, el SIECUS se había convertido en el blanco de los ataques virulentos de los adversarios de educación sexual tales como la John Birch Society y la Christian Crusade, y entre otras cosas, fue acusado de ser una herramienta del Partido Comunista.102
La American Association of Sex Educators and Counselors (AASEC) había sido fundada en 1967 por Pat Schiller para profesionalizar la enseñanza sexual. Schiller fue rápida para darse cuenta de que el campo en desarrollo de la terapia sexual carecía de organización. Tuvo que cambiar el nombre de su organización por la American Association of Sex Educators, Counselors, and Therapists (AASECT) y proponerse hacer que la AASECT se convirtiera en la rama reglamentaria de la Sexología.
Los esfuerzos de la AASECT por controlar la terapia sexual fueron fuertemente ayudados por Masters y Johnson, quienes creyeron que el campo completo de la terapia sexual estaba siendo tomado por charlatanes y que menos de uno de setecientos de aquellos que afirmaron ser terapeutas sexuales podían considerarse legítimos.103 El intento a tal control de organización fracasó esencialmente, en parte porque Masters tuvo presente la misma clase de mecanismos reglamentarios que existieron en Medicina. Descuidó en su cálculo, el hecho de que el control de la organización de la Medicina estuvo apoyado por organismos reguladores estatales. Aquellos que se congregaban para convertirse en terapeutas sexuales, por otro lado, provinieron de una variedad de profesiones, muchos de ellos certificaron ya sea por sus propias asociaciones profesionales o por cuerpos reguladores estatales. No vieron ninguna necesidad de pagar por otra credencial del AASECT, particularmente cuando muchas de las principales figuras en el campo se negaron a asociarse a la AASECT justo para estar garantizadas.
Al intentar dominar el campo, la AASECT se había convertido tanto en una organización de miembros como en un cuerpo de credenciales y organización, y a veces una de las funciones interfirió con la otra. El proceso del otorgamiento de credenciales también significó que la AASECT como una organización aumentó desde la cumbre hacia abajo, con participación comparativamente pequeña de sus miembros quienes generalmente se unieron para conseguir sus credenciales no porque creyeran en la organización. Aunque la AASECT tenía un presupuesto mucho más rico por un tiempo que cualquier otra organización sexual de grandes pecados debido al número de individuos que buscaron la acreditación y los altos honorarios que tuvieron que pagar -el dinero no se usó para desarrollar nuevos programas sino para extender convenciones generosas y dar las grandes cuentas de gastos a los oficiales y al estado mayor. La mayoría de las otras organizaciones sexuales contaron con más voluntarios.
La AASECT empezó, sin embargo, a publicar la Journal of Sex Education and Therapy, que aunque no muy académica al principio, se ha convertido, desde 1990, en un vehículo de publicación importante en el campo. La AASECT también pareció haber estado más dividida que las otras organizaciones por las luchas internas durante su historia precoz , aunque según ha crecido en la edad adulta se ha convertido en mucho más estable.
Precediendo a la aparición de la revista de la AASECT fue otra mucho más fuerte, la Archives of Sexual Behavior la cual fue editada por Richard Green. Se convirtió en la revista oficial de la International Academy of Sex Research. Este grupo pequeño recluta miembros sólo por medio de la invitación. Otras organizaciones también se formaron, incluida la Society for Sex Therapy and Research (SSTAR), la American Academy of Sexology, y la Association of Sexologists (TAOS). Según este informe, una academia estadounidense reorganizada conocida como la American Board of Sexology está retando a la AASECT en el número total de individuos que se están certificando como terapeutas sexuales.
Hubo también un rápido crecimiento de revistas especializadas dedicadas a diversos aspectos de la investigación sexual, incluidas Psychology and Human Sexuality y la Journal of the History of Human Sexuality. Algunas de estas se concentran sobre áreas especiales de la sexualidad, como la Journal of Homosexuality, que empezó a publicarse en los años setenta, o la más polémica Paidicka, que examina la interacción sexual entre adultos y jóvenes.

RESUMEN

Kinsey y Masters y Johnson fueron los principales factores al cambiar las ideas estadounidenses acerca del sexo, al menos tanto como cualquier resultado de investigación puede cambiar las actitudes. Kinsey ciertamente se extendió más en la crítica pública y la oposición crítica en el campo que Masters y Johnson lo hicieron. Retrospectivamente, algo de esto quizás haya sido debido a la manera de Kinsey de presentar los datos y su propia tendencia a no sufrir engaños alegremente. Masters y Johnson fueron mucho más cautelosos en sus afirmaciones públicas y aparentemente tuvieron una política de evitar la controversia siempre que fuera posible. Aceptaron el mundo según lo encontraron y trataron de prescribir medidas terapéuticas para ayudar. Independientemente de la diferencia, sin embargo, tanto el grupo Kinsey como el de Masters y Johnson jugaron papeles significativos en el desarrollo de la Sexología en los Estados Unidos. Debido al crecimiento de las organizaciones rivales y la entrada de una variedad de profesionales en la investigación sexual, sin embargo, nadie como los dos individuos han dominado desde entonces el campo en la manera en que Kinsey y Masters y Johnson lo hicieron en la mayor parte de sus años más activos o como Ellis, Hirschfeld y otros hubieron hecho anteriormente.
En resumen, los estudios de Kinsey desafiaron las ideas tradicionales, y el desarrollo de nuevos anticonceptivos dió un impulso para el cambio. La investigación de Masters y Johnson fija la escena para una nueva generación de sexólogos, que incluían a educadores, terapeutas e investigadores. Algunos de los resultados de este nuevo enfoque interdisciplinario al sexo se recuentan en el próximo capítulo.



8
EL TEMA DEL
GÉNERO

MASCULINIDAD, FEMINIDAD Y
COMPORTAMIENTO DE GÉNERO CRUZADO

La naturaleza interdisciplinaria del campo emergente de la Sexología en los años posteriores a Kinsey y Masters y Johnson está mejor ejemplificada por la investigación sobre lo que quizás se denomine temas del género. Género es un término viejo que ha sido ampliamente utilizado en el discurso lingüístico para designar si los nombres son masculinos, femeninos o neutros. No se usó normalmente ni en el lenguaje de las ciencias sociales ni en la Sexología hasta que John Money adoptara el término en 1955 para servir de concepto general para distinguir la feminidad o lo femenino y la masculinidad o lo masculino del sexo biológico (macho o hembra). En cierto sentido, al usar un nuevo término para describir una variedad de fenómenos, Money abrió un nuevo campo completo de investigación. Fue, sin embargo, un campo maduro para la exploración ya que apeló al movimiento feminista cada vez más poderoso que se interesó por superar los argumentos de la Biología como destino que habían sido tanto tiempo usados para mantener a las mujeres en un estado inferior.
Una historia de cualquier tema plantea desafíos tremendos tanto para el lector como para el autor según se aproxima la perspectiva contemporánea y la historia de la investigación sexual plantea dificultades especiales. Esto es porque desde los años sesenta hubo casi una expansión geométrica de investigación en el sexo (y género), duplicándose el número de artículos y libros casi cada década. Al mismo tiempo, he participado profundamente en alguna de esta investigación, y conozco personalmente a muchos de los individuos que aparecen en estos últimos capítulos. Inevitablemente, algunos individuos que han contribuido al campo no se mencionan y no todas las clases de investigación han recibido la misma atención. Tales informes calificativos son necesarios en cualquier discusión de investigación de género, que han llamado la atención de numerosos individuos interesados al originar el cambio y muchos que esperan encontrar justificaciones científicas para los cambios que ya se han producido. Otros investigadores están esforzándose por preservar el status quo. Para incluir todos los temas modernos se requeriría un libro en sí. El lector que desee saber más acerca del desarrollo de un tema específico de la investigación debería ahondar en las referencias de las notas finales del capítulo, como lo que aquí se presenta en un resumen de esta disciplina en rápida expansión.

JOHN MONEY

Money, psicólogo, ha sido una de las figuras claves en la investigación sexual desde los años sesenta y su término género pronto adoptó significados totalmente diferentes que había visualizado originalmente. Gran parte de lo que aparece en este capítulo ha estado influido por los conceptos de Money, pero muchos otros individuos de una variedad de disciplinas han efectuado contribuciones significativas.
Nativo de Nueva Zelanda, Money emigró a los Estados Unidos en 1947 para proseguir sus estudios graduados, concluyendo finalmente en Harvard, donde recibió su título de Dr. en 1952, con una tesis de grado doctoral sobre los hermafroditas
1. Durante su estudio de los hermafroditas, se interesó por cómo un individuo podría desarrollarse viviendo como una mujer sin los órganos sexuales femeninos o un hombre sin los órganos sexuales masculinos. Reconociendo que la terminología existente del discurso sexual no fue suficiente para describir lo que estaba observando, tomó posesión del término género de los lingüísticos. Mediante el uso de la palabra género, creyó que podría evitar atrancarse por la necesidad de tener continuamente que hacer declaraciones calificativas tales como "John tiene una función sexual masculina excepto que sus órganos sexuales no son masculinos y su sexo genético es femenino". 2
Money diferenció posteriormente la identidad de género y la función de género, aunque estos constituyeron una unidad inseparable en su mente. El término sexo, pensó, debería usarse con un criterio calificativo, como en el sexo genético, hormonal o genital externo; mientras que la palabra género fue más inclusiva ya que incluyó criterios somáticos y de conducta, por ejemplo, si alguien es masculino o femenino y cómo alguien se comporta personal y socialmente y cómo es considerado legalmente. El sexo pertenece más a la Biología reproductiva que a la ciencia social, al lenguaje y a la crianza, mientras que el género pertenece a ambos"3. Por lo tanto, extendió la definición de la investigación sexual dentro de nuevas áreas y dio autenticidad adicional a la función del científico social y de comportamiento.
A medida que Money se dió cuenta del valor de su apreciación original, siguió ampliándola, desarrollando tales términos como identidad de género, que significó la percepción total del individuo acerca de su propio género, incluyendo una identidad personal básica como un hombre o mujer, chico o chica. También sostuvo que el término podría usarse para hacer juicios personales acerca del nivel del individuo de la conformidad a las normas sociales de la masculinidad y feminidad. El género como es percibido por otros, se denominó función de género. Los dos conceptos se unen, porque la mayoría de las personas muestran sus percepciones en su forma de vestir, maneras y actividades. La ropa y el adorno corporal son los símbolos principales del género y permiten inmediatamente a las personas identificar la función del género de otros. Hay, sin embargo, otros símbolos, incluyendo manerismos, el andar, la elección ocupacional y la orientación sexual.
La mayoría de las personas son de género congruente, o sea, su identidad de género, función del género y todas las manifestaciones simbólicas del género son armoniosas y no tendrán una orientación sexual del cambio de género. Hay, sin embargo, una minoría que empieza a conformarse de alguna manera, quizás entre el 10 y el 15 por ciento de la población, dependiendo de cómo uno define la no conformidad. Dado que las definiciones varían tanto, ya no podrían usarse simplemente las categorías de diagnóstico tanto tiempo favorecidas por la comunidad médica. Debido a la complejidad y a la novedad de los problemas del género, los temas relacionados con el género dominaron la investigación sexual durante los años setenta y ochenta.
El rótulo de no conformista para aquellas personas que no encajan claramente dentro de las clasificaciones de género de los hombres y mujeres implica que infringieron deliberadamente las normas de la sociedad. Dado que este quizá no sea el caso, la mayoría de los científicos sexuales usan el término género cruzado para evitar este juicio. Género cruzado significa que los individuos creen que no encajan limpiamente ni dentro de la categoría masculina ni de la femenina o su comportamiento no es totalmente congruente con las reglas y expectativas para su sexo en la sociedad en la que viven. Al parafrasear a Donald Mosher, otra figura principal en la exploración del género: la sociedad ha tendido a creer en un esencialismo sexual dimórfico, es decir, los hombres y las mujeres tienen y deberían mostrar el sexo erótico congruente y las características del género congruente de su sexo porque su naturaleza biológica o dada por Dios lo hizo así.4
El área principal en el cual un número significativo de personas se aparta de las expectativas sociales es en la orientación sexual definida como el criterio personal de la atractividad sexual de otras personas, incluyendo la mayoría de las preguntas básicas sobre si uno atrae sexualmente a las personas del sexo opuesto o del mismo sexo (o ambas) así como los detalles de la dependencia sexual del individuo. El segundo comportamiento más común de género cruzado está en el área de la expresión simbólica de la vestimenta (incluidas joyas, tatuajes y otros adornos). Un grupo más pequeño de personas del género cruzado buscan la identidad total como un miembro del sexo opuesto.
Aunque la investigación dentro de la homosexualidad empezó en el siglo XIX, el estudio de otras variantes del comportamiento de género cruzado fue estudiado por primera vez por Hirschfeld y Havelock Ellis en el siglo XX. No fue hasta los años cincuenta y sesenta, sin embargo que la complejidad del tema se convirtió en evidente. Varias ramas de la investigación parecen haber sido importantes. Una fue la investigación genética o biológica misma, una segunda fue el estudio de los hermafroditas, la tercera fue la publicidad masiva dada a la cirugía del cambio de sexo de Christine Jorgensen, y una cuarta fue el crecimiento de la investigación dentro del cross dressing. Juntando todas éstas, sin embargo, es el cambio en la conceptualización de los temas de género, el cambio en la conciencia como un resultado del ascenso de una nueva ola de investigación feminista y los retos en las actitudes tradicionales provenientes de la investigación en los temas de gays y lesbianas. Es más, tanto las mujeres como los homosexuales tienen distritos electorales bien organizados; por lo tanto, la investigación dentro del género también ha tenido cada vez más implicaciones políticas.

BIOLOGÍA

CROMOSOMAS

El desarrollo de los estudios hormonales y una mejor comprensión de la genética humana fueron los factores principales al lanzar los estudios de género. Cada nuevo descubrimiento hizo que el tema del comportamiento de género pareciera cada vez más complejo. Cuando los cromosomas se descubrieron y la ciencia de la genética fue fundada, los científicos asumieron que el sexo fue establecido por los cromosomas determinantes del sexo llamados X e Y. Dos cromosomas X (designados como XX) en el huevo fertilizado conducen al nacimiento de una hembra y un cromosoma X más un cromosoma Y (XY) conducen al nacimiento de un varón. En un sentido esto es verdad pero hay mucha más diferenciación de sexos que esa. Los descubrimientos adicionales fueron impedidos por la creencia generalizada de que los seres humanos tenían cuarenta y ocho cromosomas, cuando en realidad tienen normalmente cuarenta y seis, algo no sabido hasta 1956.5
Incluso antes de que el número de cromosomas fuera confirmado a ser cuarenta y seis, otras combinaciones de cromosomas X e Y estaban descubriéndose y el número de variaciones conocidas se incrementó después de 1956. Un resultado fue la realización de que había varias posibilidades genéticas viables, no sólo XX y XY sino también X, XY-X, XXY y XYY. Existe también una condición conocida como mosaicismo en la cual algunas células en un individuo dado tienen o un cromosoma extra o uno de menos. En función de los cromosomas sexuales, los embriones con sólo un único Y y ningún cromosoma X no viven. Los embriones con un único cromosoma Y y al menos uno X se convertirán en varones, a menos que otros factores bioquímicos intervengan para inhibir la masculinidad.
Los individuos con un único cromosoma X y ninguno Y tienen una condición conocida como el síndrome de Turner (designado como 45, X). Tal persona se caracteriza por un tipo de cuerpo femenino pero los ovarios son o disfuncionales o se han degenerado completamente. Esta deficiencia ovárica impide a la niña el desarrollo normal en la pubertad y también tiene un efecto que obstaculiza el crecimiento -estas niñas rara vez alcanzan una altura de cinco pies. Muchas personas que padecen el síndrome de Turner también tienen otros defectos congénitos del órgano, unidos a una fuerte probabilidad de las discapacidades intelectuales. Afortunadamente, si la condición se diagnostica suficientemente pronto, el individuo puede ser ayudado mediante la administración del estrógeno, la hormona sexual femenina, aunque incluso después del tratamiento, siga siendo algo más baja que el promedio y sea estéril.6 El embrión con tres cromosomas X (XXX) desarrolla un tipo de cuerpo femenino normal, aunque su fertilidad puede disminuirse, y hay una posibilidad de retraso mental.
Los embriones con un modelo del cromosoma XXY tienen lo que se conoce como el síndrome de Klinefelter. Estos individuos tienen penes que son generalmente pequeños y los adultos tienen testículos con un volumen inferior al normal. La producción del andrógeno testicular es tan baja que se produce la formación de las mamas femeninas, aunque hay variaciones individuales. 7 El individuo con un cromosoma X y dos cromosomas Y es varón, raramente alto, generalmente estéril y a menudo tiene algunas anomalías genitales. En los años setenta, se creyó que ciertos trastornos del comportamiento eran quizá más aptos para ocurrir con esta composición genética pero la prueba para ello permanece siendo polémica.8
Según este escrito parece claro que sólo parte del cromosoma Y lleva los factores que diferencian el sexo, aunque las implicaciones totales de esto no están todavía claras. Esto significa, sin embargo, que la existencia de incluso un cromosoma parcial Y, si es la parte crucial, conduce al desarrollo de un varón. En 1993, también se encontró que el cromosoma X del 64 por ciento de los homosexuales en el estudio tenía un marcador distintivo (que podía verse). 9 Si esto indica que hay un componente genético a la homosexualidad permanece sin aclarar. Lo que se necesita todavía es mucha más investigación para determinar la influencia genética sobre las funciones del género.

HORMONAS

Esta falta de claridad definitiva es en parte porque incluso cuando un embrión tiene un modelo cromosómico normal, pueden ocurrir otras cosas que influencien el desarrollo sexual en el útero. Si el niño va a ser un varón, los testículos empiezan a desarrollarse alrededor de la sexta semana; si el niño va a ser una hembra, los ovarios no empiezan a desarrollarse hasta cerca de la décimosegunda semana. Los experimentos en animales han mostrado que si las gónadas embrionales se extraen antes de que la anatomía sexual se forme el embrión se diferencia como una mujer independientemente de su composición cromosómica. Esto parece implicar que para ser masculino es necesario agregar algo, o ponerlo de otra manera, el desarrollo normal del feto humano tiende hacia lo femenino.
Una vez que los testículos empiezan a desarrollarse, segregan una sustancia (la llamada sustancia inhibidora Mülleriana) que suprime todo el desarrollo adicional del conducto mülleriano embrional, que es la parte del embrión que se convierte en útero, las trompas de Falopio y el segmento superior de la vagina. Si por alguna razón esta sustancia empieza a ser segregada en un embrión genéticamente masculino, el niño nace con un útero y trompas de Falopio además de los órganos masculinos normales internos y externos. Los órganos masculinos son normales salvo por la criptorquidisma (testículos no descendidos).10
Además de segregar la sustancia inhibidora Mülleriana, los testículos liberan la testosterona, la hormona sexual masculina, que promueve la proliferación de los conductos de Wolffian, que se convierten en las estructuras reproductivas masculinas internas. Por el flujo sanguíneo, la testosterona alcanza los órganos sexuales embrionales y afecta su desarrollo. El tubérculo genital se convierte en un pene en lugar de un clítoris, y la piel pliega la envoltura alrededor del pene sobre ambos lados del corte genital y se fusionan en la línea media, formando el tubo uretral y el prepucio, en vez de los labios menores bilaterales y la capucha clitoral de la mujer. La protuberancia exterior sobre cualquiera de los lados del corte genital fusiona en la línea media para formar el escroto, que recibe los testículos, en vez de permanecer implantado para convertirse en los labios mayores bilaterales de la mujer.
Si la testosterona se agrega al flujo sanguíneo de un feto genéticamente femenino durante un período crítico en el desarrollo, una niña nacerá o con un clítoris excesivamente agrandado o, en casos poco comunes, con un pene normal con un escroto vacío. En los seres humanos, tal masculinización ocurre en el feto a través de una función anormal de la corteza suprarrenal. Esto quizá también ocurra si la madre embarazada tiene un tumor u otra condición que le causa producir hormonas masculinas excesivas. Esta condición es generalmente poco común, pero recientemente el número de casos aumentó relativamente porque el consumo de progesterona y otras hormonas durante el embarazo artificial, que fueron tomadas por mujeres embarazadas, condujeron a la masculinización de los fetos femeninos.
Embriológicamente, los órganos externos son la última etapa del desarrollo sexual para ser completado. Esto significa que no es poco común para los genitales externos quedar inconclusos, ni plenamente masculinos ni femeninos. Porque los genitales sin desarrollar del recién nacido son difíciles de diferenciar,11 históricamente, esta condición ha causado a menudo dificultades con la identificación sexual de los niños. En países y culturas en que dan valor excesivo a tener un niño varón, los casos dudosos tendieron a ser asignados a la categoría masculina y esta asignación causó un traumatismo considerable en muchos individuos cuando alcanzaron la pubertad. Incluso en la actualidad, en países como Egipto, donde un niño varón es altamente apreciado, un número de "niños" han experimentado un gran choque cuando empiezan a menstruar.12

HERMAFRODITISMO

Los errores en el desarrollo del feto crean sólo los problemas más obvios en la identidad del género, dejando muchas preguntas acerca de las variaciones en el género y la orientación sexual sin respuesta. Como se indicó anteriormente, fue Money quien fue un líder al explorar muchos de estos aspectos de la naturaleza humana. Después de recibir su título de Dr. de Harvard, Money fue al hospital de la Johns Hopkins University para unirse con Lawson Wilkins, el fundador de la Endocrinología pediátrica. Allí se unió con otros investigadores para el estudio de niños (y posteriormente adultos) que presentó con el hermafroditismo o las anomalías del desarrollo. Usaron lo que se ha denominado "experimentos de la naturaleza" para ganar información en lo referente a una gama amplia de los problemas del desarrollo.
Money fue pronto capaz de encontrar una pequeña unidad clínica de investigación, que fue apoyada por subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud (INS) y fundaciones privadas durante unos treinta y cinco años. A medida que su reputación aumentó, los pacientes fueron atraidos a la clínica de todas partes de Estados Unidos. Por lo tanto, pudo adquirir una experiencia clínica rica y pudo estudiar a fondo a los grupos de individuos con condiciones poco comunes. Antes de su clínica, tales condiciones se habrían notificado sólo como casos aislados, si se hubieran informado en absoluto. En el proceso, Money y otros pudieron explicar muchos de los factores incluidos en el hermafroditismo.
Una de las condiciones que estudió en detalle fue el síndrome adrenogenital, que produce la pubertad precoz en los niños y grados variables de pseudohermafroditismo y virilización en las niñas. Cuando Money empezó su trabajo, muchos de sus pacientes eran mujeres que habían crecido expuestas a altos niveles de andrógeno durante toda la niñez. Esto le permitió examinar la influencia de tales hormonas en el desarrollo, algo que tiene menor probabilidad de ocurrir hoy en el mundo desarrollado, en parte debido a su trabajo, que permite la intervención médica en edades más tempranas cuando el diagnóstico es ahora posible.13
También fueron importantes sus estudios del síndrome de insensibilidad del andrógeno o feminización testicular.14 El síndrome de insensibilidad del andrógeno es el resultado de una deficiencia relacionada con el sexo de los receptores andrógenos, una condición que hace al sujeto insensible a los andrógenos en el área genital. Esto sólo ocurre en hombres genéticos y resulta en la diferenciación sexual a lo largo de las líneas femeninas, salvo para los efectos cruciales del factor inhibidor Mülleriano. El resultado final son aparentemente genitales externos femeninos normales, pero internamente hay testículos intraabdominales, una falta de un útero y una vagina corta y oculta. El niño generalmente se cría como una niña y desarrolla mamas, pero nunca comienza a menstruar, lo cual le conduce generalmente o a sus padres a buscar asesoramiento médico. Esto, a su vez -al menos en años recientes- condujo al descubrimiento de su condición anormal. A pesar de su falta de ovarios y útero, estas mujeres XY se desarrollan como mujeres normales en su capacidad de respuesta y deseo sexual.15
Uno de los primeros estudios colaborativos de Money fue con J. G. Hampson y J. L. Hampson, un equipo de maridos y mujeres del John Hopkins. Examinaron a setenta y seis hermafroditas, a diecinueve de los cuales se les había asignado un sexo que no fue congruente con su sexo cromosómico. A pesar de este error, todos ellos habían desarrollado una función de género y orientación sexual que fue compatible con el sexo con el que se criaron. Una veintena adicional de personas había presentado alguna especie de contradicción entre su sexo gonadal y su sexo asignado, no obstante todas estas personas también se ajustaron a su sexo con el cual se criaron.
Menos conformes con su sexo de crianza estuvieron las veintisiete personas que tuvieron estimulación hormonal que no se sincronizó con su asignación de sexo. Cuatro de estas personas (tres mujeres y un hombre) cambiaron su sexo para ajustarse a sus modelos hormonales. Los veintitres miembros del grupo que no estuvieron conformes con su asignación sexual desarrollaron genitales externos y estaban agradecidos de contar con la cirugía plástica para hacer ver su sexo genital más verosímil, pero no cambiaron su sexo del sexo con el que fueron criados.
Dado que sólo cuatro de los setenta y seis pacientes (como algunos se ajustaban dentro de dos categorías, las cifras no se suman) cambiaron su sexo de aquel asignado al nacer, los autores concluyeron que el sexo asignado y el sexo de crianza eran pronosticadores más exactos de la función de género que cualquier factor biológico. Argumentaron que el género se imprime a principios de la infancia y alcanza un periodo crítico alrededor de los dieciocho meses; a la edad de treinta meses, la función del género se establece y cambiarla después de este tiempo es difícil para el individuo.16 En términos sencillos, si un niño se acostumbra temprano a un sexo durante los primeros dos a tres años de su vida, será identificado con ese sexo, o género, en la vida posterior.

TRANSEXUALISMO

Los temas nunca son tan sencillos como parecen y se convirtieron más complicados con el caso de Christine Jorgensen, quien aunque biológicamente era un hombre y se crió como un chico decidió que deseaba ser una mujer. Aunque tanto el travestismo como el transexualismo habían sido observados y estudiados por Hirschfeld y Ellis, esta clase de comportamiento de género cruzado había sido luego más o menos ignorada por aquellos que estudiaban el comportamiento sexual hasta que el caso Jorgensen atrajo nuevamente la atención del público y la académica.
En 1950, un hombre joven que padecía depresión grave y que afirmaba una convicción de que él no podría continuar la vida como un hombre, consultó al cirujano de Copenhague Christian Hamburger. 17 George Jorgensen dijo a Hamburger que él había adquirido un conjunto de ropa femenina, para ponérsela secretamente y que afeitó su pelo púbico para parecerse a una mujer. Su trabajo como técnico de laboratorio en la ciudad de Nueva York le había ofrecido el acceso al estrógeno, que se había administrado a sí mismo por un tiempo. Hamburger y sus asociados, después de conducir un minucioso examen físico y psiquiátrico, decidió tratar a Jorgensen con hormonas femeninas adicionales (estrógeno parenteral) en dosis mucho más grandes que las que se había dado a él mismo.
Las grandes dosificaciones cambiaron la forma del cuerpo de Jorgensen a un contorno más femenino y su comportamiento, andares y apariencia también se convirtieron más femeninos. A medida que su barba se volvió más escasa, la electrólisis se usó para extraer el pelo restante, Hamburger y sus colegas, usando algunos de los conceptos de Hirschfeld, diagnosticaron el caso como uno de travestismo genuino y lo diferenciaron de otros dos tipos de travestismo: el fetichismo, que como consecuencia de una obsesión neurótica, se concentra en uno o varios artículos de la ropa y por lo tanto desarrolla un interés en el travestismo y el hombre homosexual del tipo pasivo quien desea vestirse con ropas de mujer.
Después de la terapia hormonal, Jorgensen, quien posteriormente adoptó el nombre de Christine (en honor de Hamburger), fue luego castrado bajo disposiciones de la Ley de Castración y Esterilización danesa de 1924, la cual había permitido la castración cuando la sexualidad del paciente le hizo probablemente cometer crímenes o cuando se vió envuelto en trastornos mentales a un grado considerable.18 En 1952, cuando Jorgensen siguió expresando un deseo ardiente de extirpar los últimos restos visibles de sus extraídos órganos sexuales masculinos detestados, su pene fue amputado, justo un año después de haber recibido la orquiectomía. No se hizo ningún intento para construir una vagina o hacer que su abertura uretral parezca más femenina, aunque Jorgensen se sometió a tal cirugía posteriormente. Fue en esta cirugía posterior en la que una vagina fue construída fuera del tejido intestinal para Jorgensen, pero esta operación se hizo en los Estados Unidos.
En diciembre de 1952, las noticias del cambio de sexo llegaron a los medios de comunicación, y en unas pocas semanas, Christine Jorgensen se volvió mundialmente famoso. Aprovechando la oportunidad, Jorgensen vendió su historia a periodistas de los periódicos Hearst. Y a su vuelta a los Estados Unidos, se convirtió en actor. Mucho más tarde, también escribió su autobiografía.19 Aunque Jorgensen no fue la primera persona en intentar un cambio de sexo,20 la publicidad de los medios de comunicación dio lugar a un torrente de cartas a Hamburger y a sus socios de personas que solicitaban un cambio de sexo. 21 El cambio quirúrgico también creó una batalla adicional en el campo de la investigación sexual, y gran parte de la controversia médica sobre Jorgensen se desencadenó mediante este conflicto.
Como se indica anteriormente, la Psiquiatría y los psiquiatras habían reclamado gran parte de la investigación sexual como su propia especialidad, sobre todo en los Estados Unidos, aunque los ginecólogos y los obstetras se reconocieron también como interesados debido al tema anticonceptivo. Los psicólogos, sociólogos, antropólogos e historiadores durante los años treinta y cuarenta habían empezado a realizar investigaciones en áreas de la sexualidad humana de su propio interés disciplinario, y Kinsey, todo lo que había hecho, había montado un ataque a gran escala contra la dominación psiquiátrica. El transexualismo ahora trajo a cirujanos y endocrinólogos dentro de un área que los psiquiatras por mucho tiempo habían reclamado como propia, y para complicar los asuntos, estos profesionales estuvieron tomando decisiones acerca del cambio de sexo sin consultar incluso a los psiquiatras. La reacción psiquiátrica a tal incursión fue casi inmediata, algunas de ellas quizás justificables y algunas de ellas suponían un esfuerzo para preservar el campo.
El psiquiatra de Nueva York G. H. Wiedeman fue uno de los primeros en el campo. Criticó a Hamburger por no hacer un examen psicológico más minucioso y por no tratar al paciente con psicoterapia en lugar de cirugía. Concluyó que la "dificultad de meter al paciente dentro del tratamiento psiquiátrico no debería conducirnos al cumplimiento de las exigencias del paciente, que están basadas sobre su perversión sexual."22 Otros psiquiatras sintieron, como hizo Mortimer Ostow, que el tratamiento verdadero para el caso Jorgensen debería haber sido la psicoterapia clásica intensa, prolongada."23 Gradualmente, surgió una clase de tregua, al menos en los consultorios de género y sexo más formalizados mediante el cual un examen psiquiátrico era generalmente requerido antes de la intervención quirúrgica. Aunque no todos los cirujanos, en particular aquellos fuera de los consultorios formalizados, siguieron este procedimiento, alguna especie de consulta fue generalmente solicitada para reducir la posibilidad de que un paciente insatisfecho les llevara a pleito".
Para categorizar a tales individuos, el rótulo transexualismo pronto se aplicó y la operación llegó a ser llamada cirugía de reasignación sexual (CRS). El término transexualismo había sido acuñado por Hirschfeld, quien describió a uno de sus pacientes como un transexual psíquico, pero el término no fue usado de nuevo hasta 1949 cuando David 0. Cauldwell describió un caso de "transexualismo psicopático" en el cual una chica quería ser un chico.24 Otros habían tomado el término, 25 pero entró en la literatura académica y científica a través del trabajo de Harry Benjamin, quien en 1963 informó de que había estado usando el término durante cerca de diez años para describir el fenómeno en algunos de sus pacientes. 26
Explicando el término transexualismo, Benjamin creó tres categorías de tipos de género cruzado. El primer grupo incluyó travestis que llevaban vidas razonablemente normales. La mayoría de ellos fueron hombres heterosexuales que pudieron apaciguar sus sentimientos de la falta de armonía de la función del género mediante el travestismo. Obtuvieron satisfacción erótica del travestismo, pero esto quizá disminuiría con el transcurso del tiempo. Aunque estos pacientes a veces mostraron síntomas neuróticos, rara vez fueron vistos por médicos. Su choque fue con la sociedad y la ley. Los travestis en el segundo grupo estaban más perturbados emocionalmente y requerían orientación psicológica y terapia endocrina. El tercer tipo de travestismo fue esencialmente el transexualismo. Este tipo, dijo, representó un trastorno del sexo normal y la orientación de la función de género. El individuo quería ser una mujer hecha y derecha y tener un compañero sexual masculino o viceversa. La condición podría estar presente como el transexualismo plenamente desarrollado, o podría parecer gradualmente después de periodos cortos o largos de travestismo, sin embargo, el transexual masculino estuvo mucho menos interesado en el símbolo del adorno femenino. Quería ser una mujer y funcionar como una mujer. Los transexuales, observó Benjamin, fueron a menudo personas muy infelices.27
Cuando recogió su material en un libro, Benjamin había visto 200 travestis, 125 de los cuales (108 hombres y 17 mujeres) diagnosticó como transexuales. La mayoría de los pacientes describieron la aparición de su condición como ser "tan pronto como puedo recordar". Benjamin permaneció estando confundido por la etiología. Un subdesarrollo sexual moderado estuvo presente en el 30 por ciento de los pacientes (por ejemplo, un pene pequeño en hombres o falta de mamas en las mujeres), como había sido el caso con Jorgensen, pero todos las pruebas de cromatina se ajustaron al sexo anatómico. Algunos observadores del transexualismo habían especulado que el fenómeno fue debido al condicionamiento desfavorable y aunque Benjamin encontró pruebas posibles para tal explicación en el 21 por ciento de sus casos, él no podría identificar ninguna secuencia causal en por lo menos el 50 por ciento de los casos. Esto le condujo a especular acerca de tales factores como clasificación que es común entre los animales. Benjamin se preguntó si la clasificación ocurría de alguna manera entre los seres humanos y si los pacientes transexuales habían sido clasificados con el género equivocado. Finalmente, especuló acerca de la exposición prenatal de las hormonas. Lo que condujo a esta hipótesis fue el hecho de que 28 de los primeros 91 pacientes que él había examinado presentaron hipogonadismo, incluso aunque no pudiera detectarse ninguna anormalidad hormonal actual.28
Benjamin, que no fue un psiquiatra, sostuvo que la administración de las hormonas era una parte importante de la conducta de los transexuales. Prescribió el estrógeno para los casos de hombre a mujer y el andrógeno para los casos de mujer a hombre antes de que la intervención quirúrgica pudiera recomendarse. Concluyó, que ya que la mente no puede ajustarse al cuerpo la adaptación del cuerpo a la mente parecía ser no sólo indicada sino recomendada.
Al estudio adicional del tema, Money y otros se unieron para establecer la John Hopkins Gender Identity Clinic en 1965, y la primera cirugía de reasignación sexual que se realizó allí en 1966. Poco después, los programas de identidad de género fueron establecidos en la Universidad de Minnesota, la Universidad de Stanford, la Universidad de Oregón y Case Western Reserve University, todas las cuales incluyeron equipos de psiquiatras, psicólogos y cirujanos para diagnosticar y tratar a los transexuales. 29
No todos los supuestos transexuales fueron a tales centros, sin embargo, y muchos cirujanos libres de derechos se movieron dentro del campo. Por un tiempo, el cirujano más experto fue George Burou de Casablanca en Marruecos. Le fue atribuido el mérito del desarrollo de la técnica quirúrgica para CRS en clientes de hombres a mujeres que son ahora usados en casi todo el mundo. Esta técnica incluye el uso del tejido peneano para crear una pared vaginal funcional. Antes de su innovación, los intentos de crear una vagina utilizando los intestinos u otro tejido (como en la cirugía de Jorgensen) no habían tenido mucho éxito particularmente y muchos de los primeros sujetos hombre a mujer fueron sin este aspecto de la cirugía. 30 Hasta su jubilación en 1992, el mayor especialista en cirugía de hombres a mujeres fue Stanley Biber, un cirujano de Colorado quien había hecho la CRS para más de dos mil clientes. Hizo un examen complejo mucho menos elaborado que los centros de identidad de género y luchó para mantener sus derechos razonables. 31
La cirugía para los casos mujer/hombre no están tan bien desarrollados como los casos de hombre/mujer y son mucho más complicados porque incluyen la extirpación de las mamas, del útero y los ovarios. El escroto es construido de los labios mientras el pene se construye de diversas clases de injertos de la piel. Penes construidos quirúrgicamente que funcionen plenamente y que puedan usarse tanto para la micción como para las relaciones sexuales no han resultado todavía ser una posibilidad. A menudo las prótesis se usan para que se ajusten dentro de la vagina. En la mayoría de la cirugía de mujer a hombre tanto la vagina como el clítoris quedan intactos.
El transexualismo, quizás porque su solución permanece principalmente en manos médicas, ha creado una literatura médica creciente. El fenómeno se convirtió en una categoría de diagnóstico reconocida en la edición de 1980 de la Asociación Estadounidense Psiquiátrica Manual de diagnóstico y estadística. 32 Tal reconocimiento en este caso fue importante y necesario, porque luego podría ser tratado oficialmente con intervención quirúrgica. Los transexuales, sin embargo, representan una minoría comparativamente pequeña de aquellos individuos que participan en el comportamiento de género cruzado. Con diferencia, los más numerosos son los travestis.

TRAVESTIS

Los travestis plantean un conjunto diferente de temas, con los cuales los sexólogos están precisamente empezando a enfrentarse, porque muchos miembros de este grupo del género cruzado viven vidas tradicionales como hombres pero también pasan la mayor parte de su tiempo viviendo en función del género de las mujeres. Cabe destacar que, la mayoría son casi todos hombres, y en función de la preferencia de la pareja, la mayoría de aquellos en los grupos organizados son heterosexuales. Lo que hace el tema más complicado es que el travestismo parece en su mayoría ser un fenómeno bastante reciente.
Bonnie Bullough y yo usamos una combinación de disciplinas, incluyendo la Historia y la Sociología, para demostrar que aunque el cross dressing ha estado generalizado en el pasado, la mayoría de los que lo hicieron durante cualquier periodo de tiempo fueron mujeres que intentaron escapar de la función de las limitaciones puestas sobre ellas. Esto fue porque la función masculina dio no sólo un status más alto sino mayor libertad. Aunque había casos ocasionales de cross dressing masculino para actuar como prostitutas y de homosexuales que jugaban a ser mujeres, el cross dresser masculino heterosexual parece ser principalmente un fenómeno del siglo XX y que ha aumentado rápidamente desde 1960. Especulamos que este crecimiento es el resultado de la naturaleza cambiante y de una mayor fuerza atractiva del papel femenino en la sociedad. Además, formulamos una hipótesis de que el papel masculino mismo está siendo visualizado por muchos hombres como más limitado de lo que fue en el pasado.33
Antes de 1960, los individuos que eran cross dressers existieron más o menos aislados. Fue buscada poca ayuda psiquiátrica, por la cual se agruparon generalmente con homosexuales.34 Modificado del modelo de cross dressing fue un hombre que adoptó el nombre de Virginia Prince y quien en 1960 fundó una revista y, poco después, una organización dedicada al cross dressing heterosexual. Por 1970, había decidido vivir por tiempo completo como una mujer y el pronombre usado para identificar a Prince es uno femenino, ya que es así como ella vive. Prince tomó como su misión la reunión de cross dressers heterosexuales anteriormente aislados. También estuvo interesada en educar a la comunidad sexológica profesional acerca del fenómeno. Un resultado fue la apariencia y el crecimiento del travestismo organizado, que permitió a los eruditos investigar este comportamiento de género a una escala hasta ahora nunca posible.35
En el proceso, recalcó aún más la complejidad de la manifestación de género mediante el énfasis de cómo un proceso de socialización, el cual introdujo dentro del travestismo organizado, puede tanto configurar y reforzar la decisión de los individuos a partir de sus funciones de género asignadas. Una de las principales funciones de una organización para individuos estigmatizados como los travestis es proporcionar una subcultura para personas con problemas comunes para reunir e intercambiar experiencias.36 Inevitablemente, tal organización de cross dressers no sólo permitió sino definió una clase de comportamiento de grupo. Tales grupos no sólo ayudan a dar consuelo y concluyen el aislamiento enfrentado por estos individuos sino, en el proceso, fijan nuevas definiciones del comportamiento apropiado. Un construccionista social describiría esto como "el proceso por el cual las personas llegan a describir, explicar, o de otro modo representar el mundo (incluidos ellos mismos) en el cual viven". En resumen, tal criterio intenta enlazar las formas comunes de entendimiento.37
Otros grupos de cross dressers pronto brotaron, desafiando la clase de características que Prince misma había definido como necesarias para ser un travesti. Parece claro que las organizaciones que establecieron Prince, sus seguidores y sus rivales proveyeron a los travestis con un guión de género y sexual, un término acuñado por John H. Gagnon y William Simon, dos investigadores sexuales sociológicamente orientados. Recalcaron que las actividades sexuales fueron actividades sociales guiadas por lo que las llamaron guiones.38 Recalcaron que aunque hubo un discurso público acerca del sexo, no todos los individuos optaron por las mismas categorías sexuales, ya que había una variedad de opciones. Usando este término, podemos ver que el guión travesti de Prince fue dar a los cross dressers una identidad de grupo que configuró sus propios autoconceptos. Cuando grupos nuevos aparecieron, a veces desafiaron la interpretación de Prince, y lo que había sido visto como una clase bastante unitaria de comportamiento se ha vuelto cada vez más complicado, con una variedad de guiones.
Los cross dressers masculinos necesitaban especialmente el apoyo de un grupo, porque al vestirse y actuar como mujeres perdieron el status, al menos ante los ojos de sus colegas masculinos. A pesar del creciente atractivo de la función femenina en la sociedad, los hombres y los valores masculinos continúan dominando. Fue el deseo percibido de la función femenina, acoplado con el erotismo de hacer lo prohibido (que produce al cross dresser un placer extremo) y la accesibilidad de la ropa de mujer (que podía ser adquirida por correo) que tendió a promover los experimentos en el cross dressing.
Este desarrollo parecía recalcar una perspectiva construccionista social acerca de la sexualidad humana sobre la biológica, un tema que hace dudar a los sexólogos. El sexo para el construccionista social es un construir psicosocial cambiante. Las raíces de tal percepción acerca del discurso sexual se derivan del interaccionismo simbólico, una teoría que describe el desarrollo de los mundos sociales simbólicos que permiten a las personas interactuar unas con otras.39 Al examinar cualquier aspecto del comportamiento sexual humano, los interaccionistas ven su tarea primaria describiendo el proceso por el cual se construyen significados sexuales.40 En función del cross dressing, el acto mismo no es casi tan significativo como el significado social que los participantes atribuyen al acto y a las interacciones resultantes. Esta importancia se crea a través del discurso público, el cual no sólo imparte el significado sino establece las categorías que los individuos utilizan para organizar y clasificar su mundo y a ellos mismos.41
Una de las primeras piedras de la psicología cognoscitiva, que también ha sido útil para algunos sexólogos, es la creencia de que cada individuo tendrá un conjunto diferente de experiencias y estructuras cognoscitivas que determinarán cómo cualquier nueva información, tal como aquella sobre sexualidad humana, es internamente procesada y en último término usada. Si este es el caso, entonces la mente de cada individuo da sentido a los conceptos propios y a los sexuales a través de la interacción compleja del discurso y las relaciones sociales externas con la estructura existente de poder.42
El autoconcepto incluye tanto una adquisición de identidad personal como una social. Ambos términos necesitan definición. Una identidad social en este caso se define como el conocimiento del individuo de que él o ella pertenecen a ciertos grupos sociales y ser miembros de tales grupos tiene importancia emocional y de valor para él o ella. Los grupos sociales pueden estar basados en el sexo, la nacionalidad, la religión o cualquier número de otras categorías. Por otro lado, una identidad personal se refiere a atributos específicos del individuo tales como sentimientos de competencia, atributos corporales, formas de relación con otros, características psicológicas, gustos personales, y así sucesivamente. Aunque la identidad personal y social funciona generalmente lado a lado como el autoconcepto, es también posible que la identidad social pueda funcionar a su debido tiempo estrechamente con la exclusión de la identidad personal, particularmente entre grupos que experimentan discriminación, como les ocurre a los cross dressers.43

IDENTIDAD DE GÉNERO

Mientras que los travestis y los transexuales plantean diferentes problemas al investigador como hacen los hermafroditas, o para este tema los homosexuales, cada uno parece estar estrechamente asociado con retos para las nociones tradicionales de las funciones de género. Otra manera de solucionar el problema es examinar los casos de bebés asignados a un sexo al nacer y posteriormente reasignados al otro sexo más adelante. Money desarrolló el concepto de periodos críticos, periodos en diversas etapas en el desarrollo del embrión a través de la primera infancia durante la cual las decisiones cruciales del género podrían ser influenciadas. Con el tiempo, sostuvo que en función de la autoidentificación del género, el periodo crítico en el niño comienza cuando alcanza la edad de dieciocho meses, si no antes, después del cual ningun cambio o reaviso del sexo demostraría dificultad. "Por la edad de doce a dieciocho meses, si no antes, los padres están tan completamente habituados a tener una hija o un hijo, tanto en su relación con el bebé y con sus familiares y amigos, que necesitan consejo y orientación de un experto si una reasignación de sexos se demostrara aconsejable u obligatoria."44 Esta afirmación no significa que Money dejó de reconocer los factores biológicos, pero sintió que tanto los factores psicológicos como los biológicos participaron en el comportamiento de género. A ésto lo llamó una perspectiva interaccionista, algo que la mayoría de los investigadores sexuales ahora suscriben, pero sobre la cual hay considerable disconformidad en cuanto a qué factores son sumamente influyentes. Los periodos críticos del desarrollo para el feto son menos polémicos que los periodos críticos en la vida del niño e incluso aquellos investigadores que aceptan la existencia de tal concepto no son ciertos cuando ocurre y lo que son sus límites".
Por este motivo, uno de los primeros informes más famosos de Money se volvió muy polémico. Este fue la historia del caso de lo que sucedió cuando dos niños gemelos fueron circuncisados a la edad de siete meses. El médico usó un arma de fuego de cauterio eléctrica de tipo equivocado para hacer la circuncisión y durante el breve procedimiento de circuncidar a un gemelo ocurrió un accidente, quemando el pene tan gravemente que pronto éste murió y se desprendió, no dejando nada sino una abertura uretral y el escroto. Los padres pusieron una demanda por los daños, desde luego, pero el tema real para ellos fue qué deberían hacer para ayudar a su hijo a crecer lo más normalmente posible. Se consideró imposible construir cualquier clase de pene satisfactorio luego o después de la pubertad, el cual estaría plenamente en funcionamiento. Uno de los cirujanos consultado por la familia recomendó que el niño se criara como una niña y para comenzar este proceso los padres estuvieron de acuerdo en extraer el escroto y los testículos.
El niño por entonces tenía diecisiete meses de edad. Su nombre fue cambiado por el de una niña y el niño vistió ropa de niña y se le dio el peinado de una niña; se comenzó el proceso de ser feminizado culturalmente. La construcción de una vagina artificial fue retrasada hasta la postpubertad, en cuyo tiempo también serían dadas las hormonas femeninas. Fue, después de que todo esto había sucedido cuando el niño fue puesto en contacto con Money, quien apoyó a los padres en socializar al niño dentro de la función femenina, el resultado final para ser juzgado sobre el criterio de la orientación romántica y erótica en la adolescencia y en la edad adulta. Hubo informes tempranos de Money de que la socialización como una niña estaba progresando bien, pero pronto el caso desapareció de la literatura.45

NATURALEZA CONTRA EDUCACIÓN

Precisamente cuando Money estaba afirmando sus ideas acerca de la influencia de los factores sociopsicológicos -la educación si usted quiere- durante los periodos críticos, fue criticado fuertemente por Milton Diamond, otro psicólogo activo en la investigación sexual. Diamond indicó que las decisiones de género en los casos de hermafroditas, de las cuales Money había extraído originalmente sus datos, no fueron quizás tan específicos como Money dio a entender. Diamond formuló una hipótesis de que un hermafrodita individual quizás estaba recibiendo señales biológicas mezcladas, que le permitieron a él o a ella ajustarse al género asignado en lugar de cambiarlo. Muchos de tales individuos, de hecho, deseaban la cirugía para hacer que se ajustaran mejor a su género asignado. Diamond posteriormente formuló una hipótesis de que sería difícil predecir el comportamiento del gemelo que fue asignado a la función femenina, porque a diferencia del hermafrodita de cuyo cuerpo estaba dando señales mezcladas, este niño tuvo sólo una de tal señal hasta que su sexo fue cambiado a los diecisiete meses. Denunció que Money estaba desenfatizando la Biología o la naturaleza y exagerando la educación.46 Posteriormente, aparecieron rumores e informes populares sobre la insuficiencia del niño para desarrollarse dentro de la persona femenina (incluyendo una presentación especial en la televisión canadiense), pero ahora, más de veinticinco años después de que el primer caso fuera revelado, ninguna información adicional está disponible.
La discusión sobre la naturaleza contra a la educación continúa todavía, aunque ambas partes reconocen la influencia de ambos factores y permanece una discusión en alto grado. Tanto Money como Diamond fueron y son interaccionistas, siendo el segundo de ellos quien enfatiza la importancia tanto de la Biología como del aprendizaje social. Lo que parece evidente, y lo cual es de tanta importancia teórica como práctica, es la plasticidad de la identidad de género y el número de variables en funcionamiento.
En su mejor composición científica, probablemente la mayoría de los biólogos y los científicos sociales o conductuales acuerdan que la codificación del género es multivariada, secuencial y desarrollada, reflejando una interacción compleja a través de los límites de las disciplinas y a través de las denominadas variables biológicas y sociales. Incluso, cada disciplina es tentada para apoyar su estatus al pretender reducir la complejidad humana a sus especialidades. A veces, parece que las luchas sobre el modelo médico que existieron a comienzos del siglo XX, sencillamente se han reafirmado ellas mismas en la controversia entre naturaleza y educación.
Los historiadores, como yo mismo, han encontrado que cada sociedad produce individuos de género cruzado. Hay una variedad de roles y funciones que tales personas muestran en su sociedad específica y su estigma o lugar de honor también varía.47 He alegado que los datos históricos proveen un argumento potente en favor de las influencias biológicas sobre las identidades de cambio de género. Frederick L. Whitam ha llegado a una conclusión similar utilizando datos transculturales. Después de investigar la homosexualidad y el comportamiento de cambio de género en muchas culturas contemporáneas diferentes, observó que "aunque todas las personas en todas las sociedades con excepciones poco comunes son socializadas a ser heterosexuales, la apariencia predecible, universal de las personas homosexuales, a pesar de la socialización dentro de los modelos heterosexuales del comportamiento sugiere no sólo que la orientación homosexual está basada biológicamente sino que la orientación sexual misma está también biológicamente derivada."48
Richard C. Pillard, Jeannette Pomadere y Ruth A. Carretta, en una revista comprensiva de estudios familiares, encontraron pruebas sustanciales de que la orientación sexual era familiar.49 Entre los estudios que examinaron fue el de Henry (ver el capítulo 6), quien formuló la elaboración de los árboles genealógicos para sus temas, aunque no se había hecho ningún intento para comprobar los reclamos de los temas acerca de sus familiares homosexuales o bisexuales.50 Los resultados de datos subjetivos similares fueron presentados por Margolese y Janiger, que preguntaron acerca de la homosexualidad en las familias de dos grupos de hombres que habían sido reclutados para un estudio endocrino. Entre los hombres heterosexuales, dos de cada veinticuatro informaron sobre un pariente homosexual; entre los hombres homosexuales, diecisiete de cada veintiocho informaron sobre familiares homosexuales.51 Esto quizá signifique sencillamente que los homosexuales tuvieron mayor probabilidad de reconocer a los familiares homosexuales que los heterosexuales o que los homosexuales tuvieron mayor probabilidad de identificar los casos dudosos o desconocidos como homosexuales, porque nuevamente no había ninguna prueba presentada de que se hicieron otros esfuerzos para determinar la orientación sexual de los familiares. Pillard y los colaboradores entrevistaron a treinta y seis hombres homosexuales (los temas fueron clasificados como un 5 ó 6 en la escala de 7 puntos de Kinsey) concerniente a la orientación sexual de sus familiares. Entre las treinta y cinco hermanas de los hombres sólo una era homosexual, pero entre los cuarenta y cinco hermanos, la mayoría eran homosexuales.52 Otra vez, sin embargo, no hubo ningún intento de entrevistar a los familiares.
En un estudio de gemelos, Franz J. Kallman encontró que en cuarenta conjuntos de gemelos monocigóticos (idénticos) todos fueron concordantes para la orientación sexual, mientras que la mayoría de los gemelos dicigóticos (fraternales) fueron discordantes.53 Un estudio continuo de gemelos continuo por Diamond, Whitam y J. E. Dannemiller está examinando treinta pares de gemelos -dieciocho monocigóticos y doce dicigóticos. Han encontrado que hay una concordancia del 72 por ciento para la homosexualidad entre los gemelos idénticos y un 33 a 50 por ciento de concordancia entre los gemelos fraternales.54 Ninguno de estos estudios es definitivo, porque el trabajo está generalmente basado en pequeñas muestras y gemelos criados en el mismo medio ambiente. Incluso, tales estudios son indicativos de los factores biológicos posibles.

ENDOCRINOLOGÍA

¿Pero qué factores biológicos se incluyen? Actualmente hay una vasta y creciente literatura que documenta una influencia hormonal sobre el comportamiento de género y la repercusión de las hormonas prenatales sobre el cerebro. Las hormonas sexuales son las mensajeras que producen reacciones en el cuerpo que son interpretadas como masculinas y femeninas. Su influencia no es únicamente importante en niños y adultos sino que puede ser igualmente o incluso más importante en el período prenatal.55 Como se ha indicado anteriormente, sin hormonas desde los testículos, el embrión permanece femenino.56 A medida que las funciones de las hormonas adicionales han sido identificadas, el tema se vuelve cada vez más complejo.
La progesterona, por ejemplo, ha sido mostrada para contrarrestrar los efectos de los andrógenos, y así, proteger el cerebro del feto femenino de su influencia masculinizadora. Ha sido también demostrado que los andrógenos se convierten en un compuesto estrógeno para ejercer sus efectos masculinizadores decisivos sobre las células deseadas. Las respuestas hormonales gonadales y adrenales son controladas por la glándula pituitaria, que es a su vez controlada por el hipotálamo, que forma parte del cerebro. El cerebro mismo puede ser alterado por las influencias hormonales, más particularmente durante los primeros meses de gestación cuando los tejidos neurales se están desarrollando.
La investigación que es particularmente importante aquí son los estudios pioneros de Money de niños con hiperplasia adrenal congénita. La práctica actual es tratar mujeres nacidas con este síndrome con cortisona lo antes posible después de nacer el niño. Esto les ha permitido a los investigadores examinar el efecto del andrógeno excesivo sobre el feto femenino en el útero y posteriormente tratar al niño. Anke A. Ehrhardt y Heino Meyer-Bahlburg informan que estas niñas son significativamente diferentes de las hermanas y otros controles en los que gozan del juego rudo y revoltoso, asociado con parejas masculinas y son identificadas por ellas y otros como la chica marimacho. Muestran bajo interés en la prueba del rol para la esposa y los roles de madre. Los niños que tenían hormonas masculinas extras antes del nacimiento presentaron mayor gasto de energía en deportes y era algo más probable que iniciaran luchas que sus compañeros. El hecho de que la influencia masculinizadora permaneció después de la estimulación hormonal cesó las sugestiones de que las vías neurales que controlan la masculinidad y la feminidad hayan sido afectadas.57 Por lo tanto, no sólo hemos reconocido la importancia de las hormonas en el comportamiento de género sino ahora sabemos que las vías neurales son factores y que éstas también pueden ser influenciadas por las hormonas.58
Gunter Dorner y sus compañeros en Alemania estudiaron ratas y hamsters e identificaron dos centros diferentes de apareamiento en el hipotálamo: uno para el comportamiento masculino y otro para el femenino. Las hormonas sexuales inyectadas dentro de las áreas apropiadas estimulan el comportamiento sexual y las lesiones destructoras inhiben tal comportamiento. Los hombres genéticos que presentaron una deficiencia de andrógeno temporal durante el periodo de desarrollo hipotalámico pero que tenían niveles de andrógeno normales en la edad adulta fueron excitados sexualmente por animales del mismo sexo. Mientras más alto el nivel de andrógeno durante el periodo de diferenciación hipotalámica, más fuerte era el comportamiento masculino y más débil el comportamiento femenino, independientemente del sexo genético. Dorner creía, que para los seres humanos, la fase de diferenciación hipotalámica crítica ocurría quizás entre el cuarto y séptimo mes de gestación. Los experimentos de Dorner sobre seres humanos han demostrado diferentes respuestas a las inyecciones de Premarin (estrógeno) en hombres homosexuales y heterosexuales, 59 pero reproducir sus resultados ha sido difícil. El hipotálamo parece ser todavía un factor importante en el comportamiento sexual y Simon LeVay ha identificado tentativamente las diferencias entre hombres homosexuales y heterosexuales en una parte del hipotálamo anterior, aunque lo que las diferencias significan está poco claro y si están generalizadas más allá de su muestra pequeña no se sabe.60
Diamond sostiene que los datos fisiológicos crecientes son impresionantes. Ha alegado que las hormonas prenatales ejercen influencia sobre las vías neurales y los ejes endocrinos neurales (la conexión entre el hipotálamo, la glándula pituitaria y las otras glándulas endócrinas). Estas vías neurales controlan la producción hormonal futura y en consecuencia influyen el comportamiento sexual. Ha alegado que hay vías neurales separadas para la identidad sexual como un hombre o mujer, elección de objetos sexuales, modelo sexual para la masculinidad o feminidad y el modelo de respuesta sexual.61 Sin duda, algunos modelos de comportamiento están relacionados con las diferencias genéticas en hombres y mujeres, y una de ellas es la agresión. Janet Hyde realizó un metaanálisis de 143 estudios de las diferencias genéticas en hombres y mujeres, el cual resumió: "Fuera de la literatura de investigación masiva sobre las diferencias de género psicológicas, unos pocos comportamientos han surgido como al mostrar fiables diferencias de género. Una de aquellas es la agresión. La mayor agresividad de los hombres comparados con las mujeres es generalmente considerada como un fenómeno significativo y consistente".62

COMPORTAMIENTO

La razón de la agresividad es tan importante para la comprensión del género ya que ésta ha dado el poder a los hombres, y en particular, a los hombres más agresivos. Ha establecido las características de género en las mujeres, incluyendo la servidumbre relativa que ha marcado su historia como el sexo subordinado inferior.63 Este es el componente fisiológico de la composición masculina que ha conducido a muchas feministas a argumentar, erróneamente pienso, que el concepto entero de las influencias biológicas es una construcción social, porque tantas normas son vistas para autoservir a los hombres. Sin duda, algunos aspectos de la hipermasculinidad son socialmente discutidos, como Mosher y otros han mostrado64 pero el comportamiento se basa en lo que se observa y lo que conocemos, y la testosterona es un factor.
Si la agresividad resulta ser influenciada hormonalmente, y parece que lo es, sería la agresividad masculina lo que les ha permitido a los hombres dominar la situación. La agresión proporciona poder, y la importancia de este poder ayuda a los hombres a explicar la amenaza que algunos hombres sienten cuando ven a hombres travestis que son dulces y educados, ya que tales hombres son vistos como una amenaza para el predominio masculino continuo. También conocemos por otros datos que los individuos masculinos mantenidos en una posición inferior, como por ejemplo en la esclavitud, adoptan sin duda muchos de los modelos de lo que se han considerado como comportamiento femenino.
Pillard y James Weinrich sugieren que debería haber diferenciación adicional de las influencias neurales en el comportamiento del género, porque hay componentes separados del sistema nervioso que controlan la masculinización y la desfeminización. Creen, siguiendo a Dorner, que la masculinización y desfeminización del hipotálamo probablemente ocurra en el cuarto o quinto mes de gestación. 65 Según este escrito, las hormonas masculinizantes se conocen pero los agentes desfeminizantes no son todavía identificados, aunque puede ser la sustancia inhibidora Mülleriana. Algunos investigadores han alegado que los agentes masculinizantes y desfeminizantes son lo mismos pero que operan en diferentes periodos críticos. Al diferenciar entre estos dos procesos, Pillard y Weinrich alegan que pueden colocar todas las transposiciones de género en una tabla periódica. Los transexuales hombre a mujer y ciertas lesbianas pasivas están ambos desfeminizados y la mayoría masculinizados. La mayoría de los hombres homosexuales están desmasculinizados y desfeminizados. Los travestis están masculinizados y no desfeminizados.66
Esta hipótesis fomenta el concepto de que la homosexualidad, el lesbianismo, el transexualismo y el travestismo están todos influidos por factores biológicos. Hay otra evidencia dispersa pero acumulativa de factores fisiológicos involucrados en las identidades del énero cruzado. Muriel Wilson Perkins estudió a 241 mujeres lesbianas y encontró que los miembros de su muestra tenían caderas más estrechas, brazos anchos y piernas corpulentas, menos grasa subcutánea y más músculo que una muestra de 1.260 mujeres adultas medidas entre 1960 y 1968. Dividió su muestra en grupos mediante la dominación de las mujeres en el acto sexual y observó que el grupo dominante fue significativamente más alto que otras mujeres lesbianas. 67
Un grupo de investigadores ha estudiado los metabolitos de la testosterona para ver si la orientación sexual del individuo estaba relacionada con los niveles de estos derivados de la hormona. El hígado reduce la testosterona a la androsterona y etiocolanolona, que luego son segregadas en la orina. Estas dos sustancias se miden cuando la orina es probada para 17 quetosteroides (la mayoría de los otros compuestos en esta prueba específica de orina provienen de la corteza adrenal). Margolese y Janiger encontraron que las proporciones de androsterona y etiocolanolona fueron diferentes en los homosexuales masculinos que en los heterosexuales, con un nivel de androsterona relativamente bajo asociado a una preferencia del mismo sexo.68 El problema con este estudio es que esos mismos modelos también ocurren bajo estrés y ciertas enfermedades.
En 1983 Brian Gladue, Richard Green y Ronald Hellman encontraron un mecanismo de regeneración del estrógeno relacionado con la orientación sexual. A los hombres y mujeres con orientaciones heterosexuales y a los hombres con orientaciones homosexuales les fue administrada en toda su vida una preparación de estrógenos que es conocida por mejorar los niveles de la hormona luteinizante en las mujeres pero no en los hombres. El modelo mostrado por los hombres homosexuales fue intermedio al mostrado por las mujeres y hombres heterosexuales. Además, la testosterona disminuyó durante un periodo significativamente más largo en los hombres homosexuales que en los heterosexuales.69
Lo que tales datos parecen mostrar es que hay evidencia sólida acumulada por la influencia de la Biología sobre la homosexualidad y otro comportamiento de género cruzado, aunque la evidencia no elimina los factores sociopsicológicos, sociales o culturales. Todavía, no ha habido ninguna escasez de críticos que hayan cuestionado diversos aspectos del trabajo aquí citado. En 1980, Garfield Tourney examinó dieciséis estudios que vinculaban las hormonas y la homosexualidad y sugirió que los estudios controlados más cuidadosamente eran necesarios antes de que las conclusiones definitivas pudieran ser extraidas.70 Otros críticos han argumentado que la investigación sobre los factores biológicos exagera la función de la Biología al predecir el comportamiento complejo y que éste apoya un modelo médico o de enfermedad de la variación sexual.71
Una revisión integral de toda la literatura que sugiere los factores determinantes biológicos de la orientación sexual fue hecha por Louis Gooren, Eric Fliers y Keith Courtney en 1990. Aunque fueron personalmente escépticos a la mayoría de los datos biológicos, no pudieron descontar las discusiones de que ciertos factores biológicos prenatales pudieran facilitar una orientación homosexual posteriormente en la vida. Enfatizan, sin embargo, que la evidencia irrefutable precisamente está faltando.72 Los lectores deberían tener en cuenta esta advertencia.

SOCIOBIOLOGÍA

Obviamente ningún gen o genes han sido aislados lo que causa que hombres y mujeres se cambien de género. Es más, si tal gen existiera, los biólogos tendrían que preguntarse qué valor de supervivencia tendría para las especies humanas que lo habrían mantenido en el fondo genético durante toda la evolución de los seres humanos. Edward 0. Wilson formuló una hipótesis sobre una predisposición genética posible para la homosexualidad (y el comportamiento de género cruzado) en ciertos seres humanos usando una teoría que llamó la aptitud inclusiva, definida como la suma del propio éxito reproductivo del individuo más el éxito reproductivo de otros que portan esos genes de personas. Teorizó que hay genes homosexuales que existen no sólo en el individuo que es homosexual sino en sus familiares. Los homosexuales contribuyeron a la supervivencia de la familia, porque de no tener niños estaban disponibles para mantener y ayudar a la familia desinteresadamente y para servir en las funciones como tía, tío, chamán o curandero. Así, los genes para una orientación homosexual aumentaron en frecuencia, no porque ayudaron a la persona homosexual en su propia supervivencia sino porque ayudaron a sus familiares quienes compartieron el fondo común genético. Wilson llamó a este gen el gen del altruismo, porque permitió a las especies sobrevivir mejor.73
El enfoque de Wilson se llama Sociobiología, y cuando su primer libro sobre el tema se publicó en 1975, fue ampliamente criticado por personas con fines opuestos al proceso continuo. Las personas que fueron hostiles a los gays creyeron que la teoría restaba culpa de lo que los homosexuales merecieron de cualquier forma, mientras que los amigos de los gays y los gays mismos alegaron que les quitó su libertad para ser lo que ellos deseaban ser.74 Había también un temor real entre muchos observadores de que si tal gen pudiera ser descubierto, habría un intento masivo para eliminarlo a través de la ingeniería genética del género.
Los investigadores que han estudiado el comportamiento de los primates no humanos han encontrado a menudo que se da el comportamiento homosexual. En algunas especies de monos, la organización social consta de machos dominantes quienes ejercen control sobre varias hembras y de un grupo de los denominados machos sin pareja quienes son excluidos de las hembras. Estos machos sin pareja a menudo viven y se buscan el uno a otro, ocupándose del juego homoerótico, hasta que uno de ellos sea capaz de retar con éxito a un macho dominante. En las colonias cautivas de los chimpancés, también se ha notado el comportamiento lesbiano. Franz de Waal, quien estudió a los chimpancés en los Países Bajos, informó sobre una hembra que no sólo montó ocasionalmente a otras hembras cuando estuvieron in estrus, empujando como un macho hace, sino también sirvió como una clase de árbitro cuando algunos de los machos se congregaron alrededor de una hembra sexualmente receptiva. Este chimpancé apoyó a aquellas hembras que rechazaron los adelantos de un macho específico.75 El comportamiento homosexual se ha conocido también desde hace mucho tiempo entre los monos,76 y la existencia de tal comportamiento da apoyo a un factor sociobiológico en el comportamiento de género cruzado. Esto, sin embargo, quizás no sea tan fuerte como una discusión biológica parece, ya que los que recalcan los factores sociales en la orientación sexual alegan que en tales primates como el chimpancé y el mono resus, la experiencia y la vida social del grupo tiene influencias sustanciales sobre la muestra del comportamiento sexual y la actividad sexual.77 Tales estudios, sin embargo, son a menudo criticados porque cuentan con animales en cautiverio y no en la naturaleza.
En función del comportamiento homosexual, Frank Beach señaló anteriormente que el término homosexual ha sido usado en la investigación animal en dos contextos diferentes: (1) como una descripción de los individuos que presentan un modelo coital característico del sexo opuesto y (2) como una descripción de los individuos que presentan respuestas coitales características de su sexo genético pero lo hacen en respuesta a una pareja del mismo sexo. Advirtió, sin embargo, que esas semejanzas en la apariencia del comportamiento en diferentes especies no son necesariamente manifestaciones de los mismos fenómenos y tradicionalmente se asume que hay una separación mutuamente exclusiva e inflexible de los modelos motores copulatorios de machos y hembras.78 Además, muchos gays se oponen a las comparaciones animales, porque piensan que el comportamiento homosexual es más que el montarse y la inserción o la intromisión y el uso de los modelos animales al recalcar la base biológica inherente de la homosexualidad niega los componentes de la sexualidad tales como el erotismo, las imágenes, las fantasías sexuales y la unión de la pareja.79

INTERACCIÓN

La investigación actual recalca que incluso aunque hay factores biológicos fuertes, la identidad de género es aparentemente el producto de una interacción compleja entre tres factores: (1) la predisposición genética; (2) la fisiología; y (3) el proceso de socialización, que incluye un complejo de los factores psicológicos, sociológicos y culturales.80 Hay periodos críticos durante los cuales los factores sociopsicológicos tienen mayor influencia que los otros, pero no está siempre claro qué agentes están en el trabajo.
Uno de los informes más polémicos fue el descubrimiento de un grupo de treinta y tres individuos en la República Dominicana quienes había nacido con una condición extremadamente poco común: la deficiencia disminuyente 5a. Esta es una incapacidad congénita para convertir la dihidrotestosterona 5a, que da lugar a un deterioro de la masculinización de los genitales externos, de tal modo que tales individuos son generalmente clasificados femeninos. En la pubertad, sin embargo, cuando la testosterona es segregada desde los testículos, tales individuos experimentan un incremento de la masa muscular, el crecimiento del falo y del escroto y una profundización de la voz. Diecinueve de los hombres se habían criado como mujeres hasta la edad de la pubertad, y esta información pudo ser obtenida de dieciocho. Dieciséis de los dieciocho adoptaron gradualmente una identidad de género masculino e interés erótico en mujeres. Uno de los dos restantes cambió su identidad de género pero continuó vistiendo y viviendo como una mujer y el otro se casó a los dieciséis y mantuvo una identidad y función de género femenina. Esto indica que incluso aunque los individuos se criaran como niñas, los factores biológicos fueron en último término dominantes en la mayoría de los casos, al menos en la República Dominicana.81
Esto último es una advertencia importante, porque la función y el status de las mujeres quizá hayan sido bien un factor determinante en la toma de decisiones, y una alternativa diferente se habría elegido quizás en una sociedad en la cual el status de las mujeres fue mayor. La investigación adicional recalcó que los niños no se criaron como niñas pero como un tipo localmente conocido como pseudohermafrodita (guevedoche, o el "pene hasta los doce"), porque el fenómeno no fue poco común en los pueblos. Aquí, las actitudes psicológicas sociales de los aldeanos ayudaron a preparar a los individuos para un posible cambio.82 Esta necesidad de apoyo parece haber sido apoyada por Gilbert Herdt y J. Davidson, quienes estudiaron una muestra equivalente en Nueva Guinea.83
Uno de los problemas con tales estudios, sin embargo, es el prejuicio potencial del observador. Las diferencias entre los géneros, como enfatizadas, parecen ocurrir temprano, y en el pasado, aquellos que estudiaron grupos de niños en las escuelas primarias señalaron que las niñas tienden a preferir a estar con niñas y los niños con niños. En un estudio de 1993, sin embargo, Barrie Thorne informó que las barreras de género no son lo que parecen incluso durante este período de la niñez. Recalcó que la mayoría de los estudios han mirado sobre los niños como los próximos adultos de la generación y se han fiado de las normas estadísticas, en lugar de tener en cuenta las excepciones individuales. Es más, las escuelas, el medio ambiente en el cual la mayoría de los niños han estudiado, fomentan más segregación del género que otros entornos, tales como los vecindarios o las familias. Encontró mucho más mezclado el género y la variación individual que los estudios anteriores han reconocido.84
Tales estudios sólo recalcan la importancia creciente de la investigación interdisciplinaria dentro del sexo y los temas en materia de género. Es importante ir más allá del criterio biológico tradicional, incluso más allá de las crecientes ciencias sociales y de comportamiento e incluir bajo la rúbrica de la investigación sexual aquellas de las humanidades y las artes. Desde los años setenta, los eruditos en las humanidades han expresado un interés creciente en la ambivalencia y la ambigüedad, influida firmemente por los escritos del psicoanalista francés Jacques Lacan.85
El trabajo de Majorie Garber es quizás el mejor ejemplo de ésto. Intentó escapar a las nociones bipolares de lo masculino y lo femenino y abogó una tercera categoría, no un tercer sexo, como fue conceptualizado por Ulrichs, sino más que un modo de articulación, una manera de describir un espacio de posibilidades. Consideró el transexualismo como una manifestación marcada del siglo XX y el pensamiento bipolar de que el cross dressing mismo es una tradición. Los enfoques bipolares crean lo que se llama una "crisis de categoría", un fracaso de distinción de la definición, dando lugar a un límite que se convierte en permeable y permite el cruce del límite. Las crisis de categoría amenazan las normas de clase establecidas, de raza y de género. Esto significa que el cross dressing es un elemento desestabilizante que mina no sólo una crisis de la categoría del hombre y la mujer, sino la crisis de categoría misma. En este sentido, el cross dressing es un comentario sobre el fracaso de nuestros propios estereotipos.86
Discusiones algo diferentes han sido hechas por Bonnie Bullough y yo cuando sostuvimos que las cajas del género del hombre (masculino) y mujer (femenino) fueron demasiado rígidas para tratar la realidad del comportamiento de género, que creemos es mejor descrito como dos curvas superpuestas acampanadas. Hay un extremo en un final de cada escala que puede rotularse "masculino" y "femenino" y la mayoría de los hombres caen en alguna parte a lo largo de la curva masculina, mientras que la mayoría de las mujeres ocupan posiciones similares en la curva femenina. Varios individuos, sin embargo, caen donde las dos curvas se superponen, quizás tanto como el 20 por ciento de la población. Esto significa que algunas mujeres son mucho más masculinas que muchos hombres y viceversa.87 Esto también es adecuado con lo que sabemos acerca de la potencialidad humana de la bisexualidad, algo enfatizado por los datos de Kinsey y por otros investigadores.88

MASCULINIDAD Y FEMINIDAD Y
LA FORMACIÓN DE LA IDENTIDAD DE GÉNERO

En 1973, Ann Constantinople cuestionó la suposición de que la masculinidad fuese el opuesto de la feminidad y sugirió que la identificación de los rasgos masculinos quizá sea independiente más que opuestas a la identificación de los rasgos femeninos.89 El concepto "ambos/y" de la identificación psicológica reemplazó rápidamente la noción "uno u otro/o" que había sido dominante desde Terman. Sandra Bem desarrolló una medida de identidad de género, el inventario de la función sexual Bem (Bem Sex Role Inventory), que trató la identificación con rasgos masculinos independientemente de la identificación con rasgos femeninos.90 Usando las escalas publicadas así como sus propias, J. T Spence y R. L. Helmreich encontraron amplias variaciones en los rasgos de género, aunque también encontraron que los rasgos de la personalidad estereotípicamente masculina en los hombres se correlacionan con la autoestima,91 la cual sirve para enfatizar precisamente cuánta influencia tienen la sociedad y la cultura sobre la autoestima. Todavía, la dificultad es que las escalas se basan sobre modelos observables sin ningún intento real para analizar si hay comportamientos que deben estar marcadamente limitados a las mujeres o a los hombres, un punto que Mosher ha recalcado.92 Obviamente, hay una variación extraordinaria en la orientación del género pero hay también presión compulsiva para ajustar. Esto es por qué los grupos organizados han asumido tal importancia.
Una teoría actual para la formación de las identidades de género y las preferencias sexuales fue desarrollada por Bonnie Bullough, que sostiene que incluye tres pasos:

 

1. Hay una predisposición genética para una identidad de género cruzado, incluidos altos o bajos niveles de actividad y agresión.
2. La estimulación hormonal prenatal apoya esa predisposición genética y quizás marca indeleblemente las vías neurales para que el modelo que produjo la identidad de género cruzado se continue después del nacimiento.
3. El modelo de socialización configura la manifestación específica de la predisposición. 93


Esta teoría plantea que ciertos niños nacen con una identidad de género que se inclina al otro lado del proceso continuo de género a grados variables. Estos niños no nacen con una identidad específica como un homosexual, cross dresser o transexual, pero estos modelos son configurados por el proceso de socialización. El proceso de socialización, sin embargo, tiene una repercusión diferente sobre niños que tienen una tendencia al género cruzado que sobre niños cuyas tendencias se agrupan alrededor del polo masculino o femenino. Esta explicación quizás pone más énfasis sobre los factores biológicos que algunos, pero también reconoce la importancia de las variables psicológicas, sociológicas y culturales.
La investigación relacionada con el modelo de niños afeminados ayuda a mostrar cómo el proceso de socialización especifica los caminos que pueden ser tomados por los niños que nacen con la tendencia a desarrollar una identidad de género cruzado. Aunque la sabiduría popular ha vinculado por mucho tiempo el comportamiento afeminado entre niños con homosexualidad posterior, Irving Bieber y sus colegas fueron los primeros investigadores en recalcar el punto con datos sólidos. Bieber estudió a 106 pacientes homosexuales masculinos que estaban siendo tratados por él u otros psiquiatras y encontró que el comportamiento de género cruzado como niños era el elemento más común en sus antecedentes. Por lo tanto, se dio cuenta de que el fenómeno que se convirtió en homosexualidad entre los adultos en realidad comenzó muy temprano, mucho tiempo antes de que el aumento hormonal en la pubertad concentrara la atención del hombre joven en el sexo. Luego Bieber pasó a explicar esto en términos psicoanalíticos enfatizando una relación de carácter obligatorio con una madre fuerte y un padre débil o ausente.94
A. P. Bell, M. S. Weinberg y S. K. Hammersmith dieron una interpretación diferente a esta existencia del comportamiento afeminado de la niñez. Realizaron un análisis de trayectoria detallado de las vidas de una muestra considerable de hombres y mujeres homosexuales y heterosexuales del área de la bahía de San Francisco. Encontraron que los hombres y mujeres homosexuales fueron más capaces de informar las relaciones deficientes con sus padres que los miembros heterosexuales del grupo de estudio, pero no está claro si la negativa fue porque muchos de ellos no estaban conformes con el género o si esto fue una parte de la secuencia causal. El elemento más común en la niñez tanto en lesbianas como en hombres homosexuales fue la no conformidad de género. Muchos de los niños habían desarrollado un modelo homosexual en sus años adolescentes, aunque no había ninguna prueba de que esto fue debido a una falta de oportunidad para la interacción heterosexual.95 Por lo tanto, Bell y los colaboradores recalcaron la no conformidad de género temprana encontrada por Bieber, pero estuvieron indecisos de atribuirlo a un factor causal único.
Otros estudios también interpretan la dinámica familiar de otro modo que la escuela psicoanalítica, quizás porque ahora se sabe más acerca del proceso de socialización. Frederick Whitam y Michael Zent, por ejemplo, encontraron que en los países donde ciertas formas de homosexualidad están menos estigmatizadas, tales como en Filipinas y los países de América Latina donde el penetrador no es considerado como un homosexual en la creencia popular, las relaciones entre los niños homosexuales y sus padres son buenas. En los Estados Unidos, donde los modelos culturales conceden más estigma a la homosexualidad, los padres tienden a estar más perturbados cuando observan que su niño es afeminado o se enteran de que es homosexual y una desavenencia se desarrolla entre los padres y sus hijos homosexuales. Whitam y Zent perciben la hostilidad como una reacción paterna y una retirada más que la causa de la homosexualidad.96
Usando un cuestionario estructurado, Michael Newcomb pidió a homosexuales masculinos y femeninos, heterosexuales masculinos y femeninos y travestis masculinos describir y evaluar a sus padres. No hubo ninguna diferencia en las muestras masculinas homosexuales y heterosexuales pero hubo diferencia entre las muestras de travestis, lesbianas y los otros. Estos dos grupos percibieron a sus padres como menos caracterizados sexualmente; sus madres fueron más dominantes e independientes que sus padres.97
Los datos adicionales de los estudios longitudinales de niños que están gravemente relacionados con el género cruzado desde la primera infancia son también importantes al evaluar las influencias sociales y psicológicas sobre su identidad de género y la orientación sexual posterior. El estudio de Green en el cual cincuenta chicos afeminados se estudiaron sobre una periodo de tiempo de quince años es el más integral. Los chicos eran decididamente afeminados, tanto que sus padres buscaron ayuda profesional en una Universidad de California en el centro de Los Angeles que estaba interesado en los estudios de género. Los niños sistemáticamente relacionados con el cross dressed muy pronto (94 por ciento a la edad de seis), jugaron con muñecas, prefirieron a las niñas como compañeras de juego, e indicaron que hubieran deseado nacer niñas.98 Aproximadamente el 75 por ciento de los niños afeminados se volvieron homosexuales comparado con sólo un hombre homosexual en el grupo de control con cincuenta miembros. Un miembro del grupo afeminado estuvo considerando la cirugía de cambio de sexo en el momento de la última visita pero no había ningún travesti en ninguno de los grupos.99
Además del estudio de Green han existido otros estudios longitudinales a pequeña escala de niños afeminados. El psiquiatra Bernard Zuger siguió a dieciséis niños que le fueron remitidos por su comportamiento afeminado, que incluyó cross dressing, uso de barra de labios, uso de gestos afeminados, deseo de ser una chica o una mujer y una falta de interés o aversión a los deportes y juegos de niños. En todos los casos, estos comportamientos se presentaron antes de la edad de seis años. Cuando Zuger informó primero sobre el grupo en 1966, les había seguido durante diez años, pero sólo la mitad de ellos fueron suficientemente mayores para haber decidido sobre una orientación sexual. Indicó que cuatro homosexuales eran confirmados, tres eran probablemente homosexuales, dos eran heterosexuales y uno quedó sin clasificar.100 Diez años después, Zuger informó que diez de los dieciséis eran homosexuales, uno era un travesti, uno era transexual, dos estuvieron orientados heterosexualmente, y ninguna decisión pudo tomarse para los dos restantes. Zuger indicó que no podía haber predicho los caminos diferenciales de los comportamientos precoces. El niño que se convirtió en transexual estuvo relacionado con el cross dressed ya con uno a dos años de edad, pero los mismos síntomas aparecieron en algunos de los otros casos con diferentes resultados.101
En el hospital de la Universidad de Minnesota, Phil S. Lebovitz estudió a dieciséis chicos hombres quienes habían sido vistos como niños por el comportamiento afeminado. En el momento del estudio de seguimiento los sujetos tenían entre dieciséis y veintisiete años. El grupo incluía a tres transexuales, un travesti casado, dos homosexuales, otros tres hombres casados y siete hombres solteros. Lebovitz alegó que había diferentes modelos observados en los cross dressers tempranos y tardíos. Los miembros del grupo que empezaron con el cross dressing antes de la edad de seis años fueron mucho más probables a tener una identidad sexual "desviada" como un adulto.102
Money y A. J. Russo reentrevistaron a un grupo de chicos afeminados con los que Green había trabajado originalmente e informaron que los cinco eran homosexuales.103 Charles Davenport informó un estudio de seguimiento de ocho a diez años, de diez sujetos que acudieron a él por el comportamiento afeminado, incluyendo el cross dressing; cuatro eran heterosexuales, dos eran homosexuales y uno era transexual. El resultado en tres casos fue incierto.104
La homosexualidad es bastante clara el resultado más común del cross dressing y otro comportamiento afeminado durante la niñez, pero algunos chicos también acabaron como transexuales y travestis, indicando quizás que todos esos fenómenos representan diferentes formas de la no conformidad de género. Sin embargo, otros niños se volvieron heterosexuales. Ha habido estudios de travestis que han indicado que una madre fuerte quizá sea una parte de la imagen en algunos casos;105 otros estudios de travestis han recalcado que tienen el comportamiento de género cruzado menos acentuado que los niños transexuales u homosexuales y están más interesados en deportes y otras actividades masculinas. De hecho Bullough y Smith informaron que los travestis como niños se ajustaron a la imagen del chico característico, excepto para el secreto del cross dressing en el que muchos se ocupan.106 Dado que los travestis tienden a provenir de grupos socioeconómicos más altos que los transexuales y no hacen travestismo como los transexuales, quizás son más capaces de mantener su comportamiento en secreto o quizás es menos que un tema en la familia. Como adultos, llegan alto en las escalas sobre feminidad, pero no necesariamente bajo en masculinidad, excepto cuando son cross dressers. El elemento clave en su modelo de socialización es que de alguna forma aprenden a desarrollar una doble persona que les permite ajustarse externa pero no necesariamente interiormente.
Probablemente la mayoría de los cross dressers están también relacionados con el género cruzado en otros aspectos, en su orientación sexual, en su selección de la ocupación, y así sucesivamente. Sin embargo, un grupo especial de cross dressers heterosexuales ha surgido, principalmente debido al movimiento de clubes que siguió del esfuerzo de Prince. La influencia social que forma los modelos de comportamiento de este grupo de hombres respetables de clase media está muy clara, ya que la identidad heterosexual está altamente valorada por los miembros dominantes del grupo.107 Este valor alto para la identidad heterosexual, hasta el punto de la homofobia para algunos, puede ser otro factor clave en el proceso de socialización que ayuda a algunos chicos jóvenes que se sienten relacionados con el género cruzado para elegir el cross dress pero para evitar la homosexualidad.
Los travestis parecen estar subrepresentados como una totalidad en los estudios de chicos afeminados, pero el cross dressing a un nivel que no es calificado de transvestismo quizás este allí y no sea informado. Quizá también sea, como algunos estudios han encontrado, que las personas que posteriormente se vuelven travestis heterosexuales no están tan gravemente relacionados con el género cruzado en la niñez como aquellos más probablemente a convertirse en homosexuales o transexuales; como resultado, no están presentados para el tratamiento cuando niños. Es más, la tesis del chico afeminado es sólo una explicación parcial por la no conformidad de género adulta, ya que desde un tercio a la mitad de los chicos que posteriormente se convirtieron en homosexuales nunca se consideraron chicos afeminados.
Una de las facetas más interesantes de los estudios de chicos afeminados es el hecho de que la mayoría de ellos no son evidentemente afeminados como los adultos. Pasan aparentemente por un proceso de desfeminización durante la adolescencia, y este proceso ha sido particularmente bien descrito entre los hombres homosexuales. Cuando son adultos, su comportamiento exterior de género es convencional, con sólo una minoría de la comunidad gay masculina restante evidentemente afeminada.108 Aquí parece que la clase social sea quizá un factor principal determinante que los chicos afeminados pasen por esta transición. Joseph Harry dividió su muestra de 686 homosexuales en grupos basados sobre la clase social; encontró que los entrevistados de la clase trabajadora tuvieron mayor probabilidad de permanecer afeminados que los hombres de un nivel socioeconómico elevado. Los entrevistados también tuvieron en general experiencias sexuales con el mismo sexo a una edad más temprana que los hombres de clase más alta. Harry interpretó sus datos como indicación de que la actividad sexual precoz, antes de que cualquier proceso de desfeminización pudiera tener lugar, estaba reforzando a los chicos jóvenes de la clase trabajadora, por lo tanto tuvieron mayor probabilidad de permanecer afeminados como adultos.109
Quizá bien sea que al convertirse y permanecer femeninos fueron tolerados como maricas por los chicos de su grupo. Los chicos de clase media y alta tuvieron mayor libertad así como mayor privacidad y porque muchas de las cosas que sus padres hicieron serían juzgadas por las clases inferiores como afeminadas, podrían sobrevivir mejor el proceso de crecimiento y escapar al rótulo de afeminado.
Hay sin duda un guión sexual que los chicos tienen que seguir, aunque el guión varía de acuerdo a la clase social. En los Estados Unidos, probablemente el mayor extremo se encuentra entre los hombres socioeconómicos inferiores para quienes se tolera el comportamiento femenino entre ciertos chicos, porque les dan el servicio a los líderes del machismo. Las excepciones pueden ser creadas por el "cerebro" u otros miembros necesarios, pero en la cultura de pandillas, los hombres o tienen que ajustarse o encuentran una función específica a la cual pertenecer. Ser un marica es un status bajo pero aceptado.
Hasta la fecha no ha habido casi ningún estudio de chicas que son marimachos, probablemente porque el comportamiento de género cruzado en las chicas se considera menos problemático. Es también porque, como bien se tratará más tarde, los problemas masculinos en general han sido de mayor interés para los sexólogos que los femeninos. Whitam y Robert Mathy, sin embargo, han realizado estudios retrospectivos de mujeres homosexuales y heterosexuales en cuatro sociedades: Brasil, Perú, Filipinas y Estados Unidos. Todos los individuos que fueron voluntarios fueron localizados a través de clubes, bares, grupos profesionales, grupos de estudiantes e incluso grupos de amistad. Los patrones de conducta de la niñez de las mujeres lesbianas fueron significativamente diferentes de los de las mujeres heterosexuales. Las mujeres homosexuales tuvieron muchas más probabilidades de ser las llamadas marimachos, jugaron con juguetes de niños, y se vistieron con ropa de hombre. Las mujeres heterosexuales tuvieron mayor probabilidad de terminar con ropa de mujer y se vistieron con ropa de mujer. Los autores consideran que estos comportamientos de la niñez de género cruzado son los modelos precursores de un modo de vida lesbiano desarrollado posteriormente.110

RESUMEN

Cuando todos estos resultados son resumidos, parece evidente que no todos los niños de género cruzado se vuelven homosexuales, transexuales o travestis. Sobre todo, se puede concluir que los datos sugieren que el comportamiento de identidad de género cruzado sea quizás un precursor a los tres tipos de modelos adultos. La fuerza del impulso por el comportamiento de género cruzado y el aprendizaje social que tiene lugar para ayudar a determinar el modelo de comportamiento adulto. Los factores biológicos parecen ser más fuertes en los niños transexuales. En una sociedad tal como la nuestra en donde los valores más altos son dados a los hombres machos y a las mujeres femeninas y castiga a los hombres dulces y a las mujeres agresivas, los niños que no se ajustan externamente tienen probabilidad de ser o infelices o protegidos por otros, a menudo por sus madres. En el estudio comparativo por Bullough y sus colaboradores, sólo el 16 por ciento de la muestra transexual informó sobre la niñez feliz comparada con el 38 por ciento de la muestra travesti, el 64 por ciento de la muestra homosexual y el 60 por ciento del grupo de control sin diferenciar.111 El niño transexual sabe que está desviándose de las normas de la sociedad; oye las advertencias de sus padres y los insultos de sus compañeros, pero no es capaz de hacer frente de una manera mejor. No cree que pertenece a su grupo de género asignado. La psicoterapia quizás pueda ayudarle algo, pero es a menudo infructuosa, porque el terapeuta trata de erradicar el comportamiento de género cruzado en vez de canalizarlo o tratar de elevar su autoestima.112
Quizá puede ser que en las sociedades en donde han adoptado modelos de género dimórficos estrictos, el cambio es más traumático que para aquellos que permiten algo más la ambigüedad. En general, los Estados Unidos y Europa han adoptado modelos estrictos de género dimórfico; por lo tanto, los comportamientos de género cruzado se han estigmatizado y castigado. Desde el siglo XIX cuando el modelo médico se hizo famoso como un medio de diagnosticar la no conformidad sexual y el comportamiento de género, las desviaciones significativas de un modelo dimórfico de la masculinidad y la feminidad se han rotulado como enfermedad. De igual manera, las orientaciones sexuales diferentes de la heterosexualidad exclusiva fueron consideradas como enfermedad hasta que un voto de 1973 de la Asociación Psiquiátrica estadounidense suprimió la homosexualidad ordinaria de su Manual Diagnóstico y Estadístico.113
Si los estudios actuales van por buen camino, se muestra una etiología del desarrollo para el transexualismo y el travestismo algo similar a la homosexualidad. Los tres son comportamientos que no se ajustan al género, y aunque probablemente se incluyen muchas variables, uno de los principales parece ser la proclividad biológica con componentes genéticos, hormonales y neurales.



9
OTRAS VOCES,
OTROS CRITERIOS

El discurso acerca de la sexualidad no tiene lugar en un vacío sino es un reflejo de las inquietudes de la época y de la sociedad en la cual existe. La investigación misma ha tendido a reflejar esto, con prioridades sobre lo que es importante dependiendo de qué temas parecen de mayor inquietud en un momento dado a los segmentos significativos de la población. La investigación sexual desde los años sesenta ha estado enormemente influenciada por el crecimiento de lo que quizás se denomine la segunda ola del feminismo, que surgió en los años sesenta, y mediante la aparición del SIDA en los años ochenta. La suposición errónea de que el SIDA era principalmente una enfermedad como resultado del intercambio homosexual de los fluidos corporales dio también mayor impulso a la investigación en la homosexualidad, investigación que también se benefició de la fuerza creciente de los homosexuales y lesbianas organizados. El mismo periodo vio el crecimiento de un mercado consumidor de masas ansioso de información acerca del placer sexual. Los años sesenta y setenta también vieron considerable experimentación pública con modos de vida alternativos, que fueron manifestados por el sexo en grupo, el crecimiento de los clubs de travestis, el reconocimiento de la existencia generalizada del sadomasoquismo y una conciencia e interés en las variedades de la sexualidad humana. Ese periodo también vio las exigencias de grupos anteriormente ignorados, como el incapacitado físicamente, por el derecho de buscar placer sexual. Muchas de estas fuerzas tuvieron fines opuestos unas con otras, y el resultado de la investigación en progreso no siempre ha sido aclarar temas sino a veces hacerlos más complicados, quizás porque no había ninguna respuesta sencilla en primer lugar.

FEMINISMO

Probablemente la fuerza más influyente en función de dirigir la investigación sexual desde los años setenta ha sido la del feminismo. Los temas feministas no fueron nuevos para la investigación sexual, y de hecho, gran parte de lo que pasó por el término Reforma sexual en los congresos internacionales celebrados en los años veinte se convirtieron en temas para feministas en los años setenta. Todavía, el crecimiento de un movimiento feminista organizado dio la fuerza suplementaria para este aspecto de la investigación sexual. También abrió nuevos temas para la investigación que no habían aparentado ser temas en una generación anterior.
La resonante llamada clara para una nueva ola del feminismo fue por Betty Friedan, quien en The Feminine Mystique (1963) informó sobre el profundo descontento entre las amas de casa estadounidenses.
1 En el momento de su redacción, la mayoría de las mujeres estadounidenses habían aceptado la noción proclamada por los radicales sexuales de los años veinte, tales como Marie Stopes, que la felicidad del matrimonio era proporcionada por la magia sexual generada entre marido y mujer. Lamentablemente, muchas mujeres habían encontrado que maridos y esposas tenían opiniones ampliamente divergentes en cuanto al significado del sexo. Como muchas revistas populares de mujeres de la época declararon, las mujeres anhelaban amor y afecto, mientras que sus compañeros simplemente buscaban satisfacción orgásmica. Es más, el compañero ideal tan popular en los años veinte no había conducido a la igualdad entre los cónyuges, porque las esposas permanecieron económicamente dependientes, conscientes de que un fracaso en el matrimonio quizás significaría el desastre financiero. Aunque el desarrollo de la píldora y la difusión de los anticonceptivos eficaces había promovido una nueva ética de "permisividad con afecto", las reglas habían cambiado, las cuales se hicieron mucho más difíciles para las mujeres, quienes tradicionalmente habían utilizado su virginidad para conducir a un hombre al matrimonio y más exactamente no a la relación prematrimonial. Añadidas al descontento estuvieron un número creciente de mujeres en la fuerza laboral quienes encontraron que a pesar de sus calificaciones a menudo representaron un papel secundario respecto a los hombres.
Más formalmente, la segunda ola del feminismo empezó con la fundación de la Organización Nacional para las Mujeres (NOW) en 1966. Gran parte de la energía y la campaña para el movimiento provino de mujeres que abandonaron su casa de lo que se denominó la Nueva Izquierda, que a su vez tuvo su comienzo en el movimiento de los derechos civiles de los años sesenta. La lucha por eliminar las barreras raciales en la sociedad había comprometido las energías de ambos, tanto mujeres como hombres, desde el final de la Segunda Guerra Mundial aunque las mujeres a menudo se encontraron empujadas dentro de las funciones subordinadas en el movimiento, un papel que la más radical no aceptó. Inevitablemente la Ley de los Derechos Civiles de 1964 no concluyó con la lucha por los derechos civiles sino que más bien se amplió al incluir a otros grupos que carecían de derechos, incluyendo mujeres, gays e incapacitados físicamente.
Al igual que la primera ola del movimiento de los derechos de la mujer que había crecido fuera del movimiento para la abolición de la esclavitud y continuó sobre sus talones, la segunda también tuvo raíces profundas en la conciencia creciente que incluso en los derechos civiles del campo de la mujer se consideraron inferiores por el ámbito masculino. El denominado movimiento Nueva Izquierda, la meta anunciada de aquellas fue la liberación humana, a menudo trataba a mujeres, a pesar de su retórica, como ciudadanos de segunda clase, apreciadas más por su disponibilidad sexual que por sus cerebros. Muchas de las mujeres más radicales empezaron a abandonar las organizaciones mixtas, dedicándose más por sí mismas a un movimiento de liberación de la mujer autónomo estructurado más libremente. Un aspecto de la nueva ola del feminismo fue el aumento de conciencia, o hacer al público consciente de que las mujeres eran importantes y tenían un papel que desempeñar en la sociedad sin límites. También dió origen a la teoría feminista, la cual enfatizó que las instituciones tradicionales como el matrimonio, la familia y la maternidad necesitaban redefinirse para impedir ser usadas como instituciones diseñadas para mantener la opresión de las mujeres.
La respuesta feminista fue politizar la sexualidad, o sea, demandar legislación para la acción correctiva, una respuesta que gays, lesbianas e incapacitados pronto adoptaron también. Aunque los temas sexuales siempre habían sido políticos, la diferencia esencial era que los grupos organizados, muchos de ellos de grupos anteriormente estigmatizados, ahora se volvieron a la política para exigir el cambio. El primer paso necesario en cualquier demanda para el cambio político vio la necesidad de divulgar los problemas, educar al grupo marginado o agruparlos acerca de la existencia de las desigualdades básicas. En términos de sexualidad, uno de los textos importantes fue el libro colectivo de salud de las mujeres de Boston Our Bodies, Ourselves, que fue diseñado para ayudar a las mujeres a que se conozcan mejor ellas mismas y a recalcar la necesidad del cambio. Fue una mezcla de investigación afilada y retórica política, prestando atención especial a la ambivalencia que las mujeres tuvieron al reconocerse ellas mismas como seres sexuales.

 

Somos simultáneamente bombardeadas con dos mensajes conflictivos: uno de nuestros padres, iglesias y escuelas -que el sexo es sucio y por consiguiente, nos debemos mantener nosotras mismas puras para el único amor de nuestras vidas; y el otro de Playboy, Newsweek, etc., la mayoría de las revistas de mujeres y especialmente los anuncios televisivos - que deberíamos ser chicas libres, atractivas. Estamos aprendiendo a resistir este doble mensaje y a darnos cuenta de que ningún conjunto de imágenes se nos ajusta. Lo que realmente tiene que afrontarse son las suposiciones profundas y persistentes de la desigualdad sexual entre hombres y mujeres en nuestra sociedad. "La frigidez" en la cama no está separada de las realidades sociales que experimentamos todo el tiempo. Cuando nos sentimos indefensas e inferiores en una relación, no es sorprendente que nos sintamos humilladas e insatisfechas en la cama. Del mismo modo, un hombre debe sentir algún desdén por una mujer que él cree que no es su igual. Esta cultura dominada por lo masculino nos imbuye con un sentido de segundo mejor status y no hay ninguna razón para esperar este sentido de inferioridad e inadecuación para desaparecer entre las hojas.2


Los manifiestos como este aseguraron que el movimiento de liberación de las mujeres de los años setenta no fue antisexual, como muchos de los movimientos feministas anteriores a finales del siglo XIX lo habían sido. En cambio, las nuevas feministas se concentraron en atacar la objetificación sexual de las mujeres y la creencia tradicional de que la biología era inevitablemente siempre el destino. Los miembros más radicales del movimiento creyeron que sólo cuando las mujeres lograran la autonomía total podría tener algún significado la libertad sexual. Inevitablemente, tales criterios condujeron a un desafío de la investigación tradicional dentro de la sexualidad y una demanda para la reorientación, y el resultado fue una nueva clase de investigación sexual.

MICHEL FOUCAULT

En esta investigación reorientada fue importante el uso de la historia, y en un sentido, el estudio histórico se convirtió en un arma en manos de muchos de aquellos que incitaban al cambio. Los historiadores siempre han reconocido que cada generación escribe su propia historia; esto es porque cada generación considera la historia desde una perspectiva diferente y desea diferentes clases de respuestas. Algunos de los críticos feministas, de lo que llamaron el criterio de la sexualidad centrado en el hombre, sin embargo, exigieron más que un cambio en el punto de vista y lo convirtieron en deconstruccionismo y el filósofo Michel Foucault, quien aplicó sus métodos al estudio de la sexualidad.
Foucault había planificado originalmente un estudio de seis volúmenes sobre sexualidad en la civilización pero sólo había publicado tres volúmenes antes de morir de SIDA en 1984. Dos de estos volúmenes trataron sobre la civilización greco-romana y han sido generalmente ignorados, pero el primer volumen, que fue más general, resultó particularmente atractivo para aquellos que buscan desafiar las suposiciones establecidas acerca del sexo.3 El volumen 1 presentó poca investigación sobre sexualidad y ninguna prueba definitiva. Foucault asumió que desde el comienzo del siglo XVII la historia de la sexualidad se había caracterizado por un incremento continuo en los "mecanismos" y las "tecnologías" del poder. Durante el curso de esta historia, el sitio exacto del poder desplazado del confesonario a los laboratorios de investigación y a las clínicas, en donde la sexualidad se había convertido en tema de investigación científica. Recalcó cuatro mecanismos de "conocimiento y poder" del sexo, (1) "la histeria de los cuerpos de las mujeres", (2) "la pedagogización del sexo de niños", (3) "la socialización del comportamiento procreativo" y (4) "la psiquiatrización del placer perverso". Estos mecanismos se dirigieron a cuatro tipos: mujeres histéricas, niños masturbadores, parejas maltusianas (que usan anticonceptivos o reducen los nacimientos) y adultos perversos.
Gran parte del énfasis reciente sobre sexualidad se ha centrado en estos temas, aunque no siempre en una dirección que Foucault habría deseado. El resumen de Foucault fue fácil de comprender, pero fue también la historia simplicista. Foucault, sin embargo, no estaba sencillamente interesado en historia, al explicar cómo tales suposiciones se desarrollaron, o en las razones de ellas, sino que estuvo ocupado en el proceso de construcción de sus propios mitos del pasado, que pueden o no ser quizás ciertos y que, en mi opinión, le ayudarían a aceptar su propia homosexualidad y a justificar la homosexualidad misma. Para hacerlo así, ignoró lo que había pasado antes y afirmó su propia creencia acerca de lo que había sucedido sin explicar por qué. Trató de experimentar a través de su propia vida, particularmente a través de su propia búsqueda por los placeres sexuales, la clase de salvación que un cristiano tradicional quizás haya buscado sumergiéndose él mismo o ella misma en la devoción religiosa.4
Aunque la historia de Foucault tal vez sea errónea, una de sus contribuciones positivas fue recalcar a los historiadores que sus investigaciones históricas eran realmente un elemento fundamental para la comprensión del lugar del sexo en el mundo contemporáneo.5 Esta llamada a la investigación histórica vino al mismo tiempo que se produjo un aumento rápido de los estudios dentro de la historia del sexo, y la historia de hecho se convirtió en el filo de fuerza de la clase de revaloraciones que exigieron tanto las feministas como los homosexuales.6 Hubo también una consecuencia más negativa, es decir, el intento de crear nuevas mitologías por el más radicalmente descontento con el status quo. Esto, por un tiempo, pareció fácil de hacer, ya que los historiadores tradicionales habían escrito poco sobre homosexualidad o feminismo o sobre sexo en general, y los especialistas no históricos se sintieron a menudo libres para especular acerca de lo que podría haber sucedido. Los historiadores, por su parte, no estaban demasiado interesados en la retórica de explorar nuevas áreas de la historia. Los resultados fueron contradictorios. Por un lado, hubo un incremento de la politización de la investigación sexual basada no tanto en los datos firmes sino en lo que el portavoz del grupo más vocal dijo había sucedido. Por otro lado, había un número creciente de estudios académicos y serios. Ocasionalmente, sin embargo, un investigador diligente podría encontrar datos históricos relevantes para apoyar una llamada por una nueva interpretación y exigir acción.

VIOLACIÓN

Un buen ejemplo es el caso de la violación, o lo que ahora es llamado cada vez más asalto sexual, lo que recalca que es un asalto en el cual está implicado el sexo. La violación había recibido comparativamente poco estudio por los sexólogos o, en realidad, por los historiadores. Hubo discusiones legales de ésto y había habido intentos de separar el crimen del asalto del acto sexual pero casi nadie prestó atención a la persona que fue violada.7 Claramente, cualquier feminista que examine las leyes de violación podrían alegar que parecían estar escrita por hombres para la protección de los mismos. Las leyes en la mayoría de los estados exigieron la corroboración de las pruebas por violación, que permitió preguntas acerca de la historia sexual de la víctima, y asumió que muchas, si no la mayoría de las mujeres lo provocaron. En Carolina del Norte sólo una mujer virgen pudo reclamar la violación.
Susan Brownmiller finalizó en su estudio histórico, literario, sociológico y político de la violación que el fenómeno fue una consecuencia natural de la teoría de que la dominación masculina sobre las mujeres era un derecho natural, una creencia profundamente incluida tanto en el sistema de valor cultural como en la ley. Instó a que las fuerzas policiacas, cortes y otros de tales medios integren completamente el género y observó que un esfuerzo masivo se necesitaba para cambiar actitudes.8 Los historiadores quienes luego dirigieron su atención al tema con esta nueva perspectiva informaron que la violación no era el acto criminal aislado ampliamente así creído sino que era más bien descontrolado y diseminado. Algunos historiadores fueron tan lejos hasta alegar que en la frontera estadounidense, la mayoría del contacto sexual entre hombres blancos y mujeres nativas estadounidenses y mexicanas tomó la forma de violación. Un buen ejemplo fue el caso del Lugarteniente General Custer quien, después de ganar una batalla en 1869, invitó al parecer a sus oficiales a "aprovecharse de los servicios de una india norteamericana capturada" mientras él se gratificó con una mujer cheyen.9 Los ejércitos victoriosos generalmente lo tomaron como su derecho violar a mujeres y había una suposición generalizada entre muchos hombres de que las mujeres de hecho deseaban e invitaban a la violación.
Obviamente, una de las primeras metas de las feministas y sus aliados masculinos en los Estados Unidos fue cambiar las leyes de violación y la mayoría de los estados en los años setenta reescribieron sus leyes de violación a lo largo de las líneas algo más feministas pero también incorporaron los resultados de aquellos que investigaban el tema.10 El cambio de la ley, sin embargo, fue sólo un paso; la educación pública general sobre el ataque sexual fue un segundo paso necesario, y fue particularmente acentuada la educación de la ejecución de las leyes de los oficiales. El entrenamiento de conciencia de violación se volvió importante; y significativamente, varios investigadores volvieron al análisis de los efectos psicológicos del ataque sexual sobre la víctima, incluidos hombres violados por otros hombres o, más rara vez, por mujeres.
Los efectos de la violación incluyen emociones y sentimientos fuertes de vergüenza, humillación, rabia, violación personal, temor, confusión y un sentido de haber perdido poder o control sobre su vida. A menudo hay una obligación de lavarse el cuerpo, para hacer desaparecer la degradación y la verguenza. Las víctimas de violación a menudo pasan por un periodo de tener miedo a estar solas, de tener pesadillas, de romper los modelos de sueños y de una renuncia a tratar el ataque con otros; en algunos casos, las víctimas niegan que incluso algo sucedió. Uno de los aspectos más comunes y difíciles del síndrome del trauma de la violación es la sensación de la víctima que ella (o a veces él) de alguna forma causado o inconscientemente invitó al ataque.11
Basado en estos estudios, así como en una conciencia política creciente, el significado del término violación fue gradualmente redefinido, hasta que se convirtió en sinónimo de una forma extrema de coerción sexual, un término mucho más generalizado que incluso el ataque sexual. Aunque gran parte de esta redefinición reflejó un empoderamiento de las mujeres, los investigadores sexuales -principalmente mujeres - reunidos para suministrar una base de datos, recalcando que la violación no implicó solamente el coito forzado con un extraño sino podría ser perpetuado por familiares, amigos e incluso maridos. Un resultado de tal investigación fue la apariencia de nuevos conceptos y términos tales como fecha de la violación y violación en el matrimonio. Estos términos no representaron nuevas formas de conducta, sino más bien, la aplicación de nuevos términos a los modelos viejos de comportamiento. En 1969, E. J. Kanin, por ejemplo, encontró que el 25 por ciento de los estudiantes universitarios varones que él entrevistó admitieron que habían intentado forzar las relaciones sexuales en una cita.12 En una actualización de su estudio, encontró que aunque los hombres que participaron no usaron armas o sus puños, realizaron lo que describió como un "concurso prohibido no controlado".13 Otro estudio encontró que el 43 por ciento de 201 hombres interrogados dijeron que ellos usaron un método sexualmente coercitivo" por lo menos una o dos veces, y el 15 por ciento dijo que ellos no habían forzado físicamente las relaciones sexuales.14 En general, los investigadores informaron que fue una creencia masculina generalizada que ninguna "chica buena" diría siempre que sí para ocuparse del sexo hasta que estuviera ocupada.
Lo que las feministas recalcaron fue que cuando una mujer dijo que no, ella pensaba que no. Esto se adecúa no sólo con el empoderamiento femenino sino con un mayor reconocimiento por las mujeres mismas que podrían decir que sí si desearan tener relaciones sexuales. Una vez que esto ocurrió, las relaciones sexuales involuntarias fueron vistas no para ser confinadas a las mujeres en sus citas sino para acontecer también a los hombres. La investigación por C. L. Muehlenhard y sus colaboradores encontró que los hombres universitarios que tomaron parte en un intenso acariciamiento y besuqueo en sus citas les faltó a menudo la necesidad de ir más allá de lo que ellos mismos deseaban debido a las percepciones basadas culturalmente de que sus actividades pretendieron culminar en relaciones sexuales. Un 93,5 por ciento de los 507 hombres que participaron en el estudio de Muehlenhard informaron que habían experimentado actividad sexual no deseada, incluyendo besuqueo y acariciamiento no deseado y el 66 por ciento de ellos había experimentado relaciones sexuales no deseadas. Por otro lado, sólo el 46 por ciento de las mujeres estudiadas habían hecho ésto.15 Lo que los estudios de violación en citas han recalcado la necesidad de comunicación más efectiva entre ambos compañeros en la cita,16 y la comunicación se ha convertido en la palabra de alarma entre un número cada vez mayor de investigadores sexuales.
Llevando la redefinición de violación incluso más allá estuvo el concepto de violación en el matrimonio, que ocasionó un cambio de las leyes sobre el matrimonio. El primer estado en eliminar el uso del matrimonio o cohabitación como una defensa contra el cargo de violación fue Oregon a finales de los años setenta. Éste fue rápidamente seguido por otros estados como los estatutos de violación fueron modificados para incluir las relaciones sexuales con su cónyuge si se realizaba bajo fuerza, violencia o amenaza de un gran e inmediato daño corporal. Durante el debate sobre tal proyecto de ley en la legislatura de California, un senador de California informó haber dicho, "si usted no puede violar a su esposa, ¿a quién puedes violar?".17 Según este escrito, una mayoría de los estados han aprobado las leyes haciéndolo un delito mayor forzar a un cónyuge a tener relaciones sexuales contra la voluntad de ella o de él, aunque generalmente los estatutos tienen a la esposa en mente.18 De nuevo el tema se convirtió en uno de comunicación, un problema que los investigadores sexuales creen que sólo pueden resolver mediante los esfuerzos educacionales a gran escala. La evolución del nuevo concepto de coerción sexual recalca precisamente cómo las tradiciones sociales y culturales influyentes han estado formando las actitudes sexuales y cuántas de tales actitudes han sido inculcadas en nuestras leyes, en resumen, exactamente cuántas de nuestras actitudes sociales se han construido socialmente. Inevitablemente, como las feministas forzaron el replanteamiento, exigieron cambios en la ley, forzando cambios en la conducta que a muchos hombres les parecieron partes normativas de ser hombre. El feminismo, en efecto, estaba desafiando los bastiones masculinos del poder, y las feministas entre los investigadores sexuales forzaron un replanteamiento de los conceptos tradicionales.

ACOSO SEXUAL

Este reto al poder masculino fue algo disfrazado en el caso de la violación pero fue mucho más obvio en el caso del acoso sexual, que primero entró en la conciencia pública en 1975 en un discurso celebrado en el recinto universitario de la Cornell University en Ithaca, Nueva York. El término fue definido en ese momento por el Instituto de Mujeres Trabajadoras como "cualquier atención sexual sobre el alto que pone a una mujer incómoda, afecta su capacidad para hacer su trabajo o interferir con sus oportunidades laborales. Incluye actitudes, miradas, roces, chistes, insinuaciones, gestos degradantes y proposiciones del directorio. Puede provenir de supervisores, colaboradores y clientes"19. Esta definición original es similar a una posteriormente adoptada por la Equal Employment Opportunity Commission, que había estado autorizada bajo la Ley de Derechos Civiles de 1964 para eliminar la discriminación de género. A finales de los años setenta, el acoso fue definido por la comisión como un aspecto de la discriminación de género. Por lo tanto, se movió de un tema de discusión y el foco de un módico de investigación (gran parte de ello histórico) a un asunto de ley del acoso sexual fue definido como "insinuaciones sexuales importunas, solicitudes de favores sexuales y otra conducta verbal o física de una naturaleza sexual"20. La Equal Employment Opportunity Commission fue el mismo organismo que Clarence Thomas posteriormente lideró, y fue él quien estaba acusado de acoso por Anita Hill cuando fue nombrado por la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1992".21
Inevitablemente, estas redefiniciones conducen al examen de la socialización de hombres y mujeres. Uno de los estudios pioneros fue por Mosher, quien consideró el uso de coerción sexual como un instrumento de poder. Un total del 36 por ciento de sus entrevistados masculinos estuvieron de acuerdo con la afirmación de que "usted tiene que tener relaciones sexuales con mujeres sónicas antes de que sepan quien es el jefe"22. Definió un culto de hombres macho, afligidos por la hipermasculinidad. Aunque hubo variantes del guión con varios prototipos diferenciados (macho, rey, mago, amante y así sucesivamente), el hombre macho usó su agresión, coraje, sexualidad insensible y autocontrol descarado para demostrar que fue un hombre real. Esto implicó una creencia de que cuando alguien invadía sus derechos o le insultaba, esa persona debería ser detenida. Incluso la agresión sexual podría estar ideológicamente justificada como el derecho de los hombres y el lugar de las mujeres. En este guión de la masculinidad, el prestigio recayó sobre aquellos pocos hombres que llegaron a la cumbre y si tal éxito era negado al hombre macho, preservando su virilidad todavía permanecía prioritario. Él podría hacer esto al ser fuerte, destructivo y dominante en su propia familia u hogar. Su ideal siguieron siendo los héroes hipermasculinos en el deporte o el papel de Rambo en las películas".23 La socialización masculina tradicional también ha incluido la creencia de que las mujeres no están particularmente interesadas en el sexo, pero con suficiente persuasión y poder seductivo, pueden ser "despertadas" sexualmente.
Esta idea condujo a algunas feministas a argumentar que la rigidez de la función del género para los hombres y el ataque o la violencia sexual estuvieron correlacionadas, por lo tanto buscaron las fuentes para tal rigidez de género. Algunas de las feministas más radicales argumentaron que la fuente más influyente en inculcar los estereotipos masculinos de las mujeres fue la clase de material de lectura que chicos y hombres eligieron, tales como Playboy y otro material más sexualmente explícito, lo que unas feministas militantes rotularon como degradación para las mujeres. Como resultado, instaron a que tal material debería ser rotulado como obsceno y prohibido.

PORNOGRAFÍA

Un resultado de esta crítica feminista radical fue proyectar el debate continuo sobre pornografía en nuevos términos y producir una alianza entre las feministas radicales y las fuerzas tradicionales de censura moral y sexual. La nueva perspectiva fue avanzada por feministas radicales que formaron la organización Mujeres Contra la Pornografía en la ciudad de Nueva York en los años setenta. Este grupo se suscribió al dictamen de que la "pornografía era la teoría; la violación es la práctica". Andrea Dworkin, una teórica principal de la causa, alegó que había habido una explosión de la pornografía como una reacción a los temores del poder feminista. Alegó que "una nueva campaña del terrorismo y vilificación" estaba emprendiéndose contra las mujeres, y esa pornografía era la propaganda del "terrorismo" sexual.24 Alrededor de los años ochenta, Dworkin se había asociado con la abogada feminista Catharine MacKinnon para redactar los estatutos del modelo de obscenidad, y Dworkin y sus defensoras feministas militantes se aliaron ellas mismas con fuerzas en los grupos tradicionales de antipornografía para introducir tal legislación en Mineápolis e Indianápolis. La pornografía, argumentaron, usando el lenguaje del movimiento de derechos civiles, fue la discriminación sexual y donde existió, planteó una amenaza sustancial para la salud, la seguridad, la paz, el bienestar y la igualdad de los ciudadanos en la comunidad.
La pornografía, se afirmó, representa la práctica sistemática de la explotación y la subordinación basada en el sexo que daña diferencialmente a las mujeres. El daño de la pornografía, reclamaron, incluye deshumanización, explotación sexual, sexo forzado, prostitución forzada, lesión física, terrorismo social y sexual e inferioridad presentada como entretenimiento.25
Pocos de los reclamos resumidos anteriormente se basaron en alguna investigación sobre el tema. Representó la retórica del feminismo hasta un extremo, y aunque no tuvieron éxito en Mineápolis, inicialmente tuvieron éxito en Indianápolis. En último término, los tribunales rigieron el estatuto no constitucional de Indianápolis. Dworkin misma representa una posición feminista extrema, y su posición sobre la pornografía es sólo la punta del iceberg de su básica hostilidad descarada hacia los hombres. Ha argumentado en otro sitio que las relaciones sexuales son la expresión formal pura, estéril del desdén de los hombres para las mujeres y que los hombres usaron las relaciones sexuales para "ocupar", "violar", "infringir", "invadir" y "colonizar" los cuerpos de las mujeres.26
Aunque los sexólogos habían tendido a apoyar algo de la retórica del movimiento feminista, sobre este tema alegaron que la investigación no apoyó a las militantes. Ira Reiss, una sexóloga prominente, encontró, por ejemplo, que los individuos que asistían a las películas clasificadas X entre 1973 y 1983 fueron más, no menos, igualitarias en sus actitudes de la función de género que aquellos que no lo hicieron.27 Lo mismo pareció ser verdad de los patrocinadores de los teatros de películas adultas.28 Otros encontraron que mientras hubo cambios a corto plazo en los puntos de vista de los estudiantes que vieron pornografía, estos no estaban arraigados profundamente.29
Había habido una suposición no investigada que continuó o repitió la exposición de los estímulos eróticos que resultó en saciedad o una marcada disminución en la excitación sexual y el interés en tal material, pero esta conclusión fue retada por el trabajo de D. Zillman y J. Bryant en los años ochenta.30 El problema fue esencialmente cómo llevar a cabo una investigación seria sobre pornografía, porque, aunque la mayoría de la investigación existente fue apoyada por los beneficios de la pornografía, nada de esto fue hasta ahora concluyente. La investigación seria costó dinero, y ningún organismo gubernamental estaba dispuesto a ser denominado como pornografía -en realidad, ni fueron la mayor parte fundaciones privadas.
Dworkin jugó siquiera sobre la falta de investigación definitiva al dirigirse a autores como Foucault, y asumió que sus reclamos fueron válidos porque, en efecto, ella creyó que lo fueron. Esencialmente, la polémica había reemplazado a la investigación, y una personalidad masculina extrema, el machismo del hombre, fue reclamado para representar a todos los hombres. Inevitablemente, hubo una fuerte oposición feminista a la posición feminista extrema representada por Mujeres Contra la Pornografía. Algunas de estas mujeres organizaron dentro de la Agrupación Feminista de Fuerzas Anti-Censura , uniéndose con el ACLU y otros grupos para luchar contra tales esfuerzos de censura bajo garantías tradicionales de libertad de expresión de la Constitución.31
Incluso antes de que las Mujeres Contra la Pornografía hubieran empezado su campaña, el tema de los peligros de la pornografía había alcanzado la conciencia nacional. Dando ímpetu a esto fue el reto creciente a las actitudes tradicionales recalcadas mediante la eliminación de las prohibiciones contra el material sexualmente explícito en tales países como Dinamarca y los Países Bajos. Para examinar el tema, tres comisiones nacionales han sido nombradas, una por el gobierno británico y dos por diferentes secciones del gobierno norteamericano. Representaron diferentes enfoques al problema -político y científico.
En 1968, el presidente Lyndon B. Johnson nombró lo que vino a conocerse como el Presidente de la Comisión sobre Obscenidad y Pornografía; en julio de 1977, el secretario domiciliario británico nombró al Comité de Censura sobre Obscenidad y Películas, generalmente haciendo alusión al Commité de William después de su presidente; y en mayo de 1985, el procurador general Edwin Meese anunció la formación de la Comisión sobre Pornografía. Aunque cada uno de estos grupos preguntó si la pornografía fue nociva, encontraron diferentes respuestas. La Comisión del Presidente dijo no, la Comisión de Meece dijo que sí, y el Commité de William fue ambivalente. La única comisión que no contó con ninguna investigación fue la Comisión del Presidente, y concluyó que la investigación empírica hasta ahora no había encontrado ninguna prueba para apoyar el reclamo de que los materiales eróticos causaron delincuencia sexual o crímenes.32 El Commité de William, sostuvo que el daño a otros fue suficiente para iniciar la acción legislativa, dijo que fue imposible llegar a una conclusión sobre la pornografía y el crimen sexual. La Comisión de Meece ignoró totalmente cualquier investigación y, de acuerdo con su objetivo político, dependió cuidadosamente de testigos seleccionados para proveer datos anecdóticos. Concluyó que los datos disponibles apoyaron la creencia de que la pornografía condujo a la violencia antisocial. Dos mujeres miembros del Comité, sin embargo, rechazaron firmar el informe final y emitieron su propia declaración discordante, acusando que los datos que el comité había hecho no apoyaron las conclusiones. Mosher fue llamado para prestar declaración antes de que la Comisión de Meece en nombre de la Sociedad para el Estudio Científico del Sexo, casi el único experto de investigación que permitió aparecer, y recalcó la falta de pruebas definitivas. También elaboró un programa posible de investigación para el comité a seguir, si estaba interesado en determinar los daños que quizás provengan de la pornografía. El comité, sin embargo, indicó que no estaba interesado en tal investigación,33 ya que supo desde ya que la pornografía era nociva.
Una razón de que los datos de investigación sobre el tema son confusos, como Mosher señaló, es debido a que las conclusiones dependen de qué modelo de investigación está usándose. Mosher denominó el modelo con mayor frecuencia usado en el pasado por los investigadores sexuales, el modelo catarsis. Asume que la pornografía y otro material sexualmente explícito proporcionan una válvula de seguridad en una sociedad sexualmente represiva. Tal modelo reconoce que los materiales sexualmente explícitos no son siempre buena literatura o arte; de hecho, a veces son ofensivos. Sin embargo, son todavía útiles al desviar tensiones que de otro modo quizás provoquen comportamiento antisocial agresivo. Gran parte de los estudios imprimidos en el volumen complementario del informe de la Comisión del Presidente fue sobre esta suposición.
Un segundo modelo adopta una hipótesis diferente y sostiene que los libros, las fotografías y las películas sexualmente explícitos proporcionan poderosos modelos del rol, que al condicionar y guiar a los lectores u observadores, pueden promover el comportamiento antisocial sexualmente agresivo.34 La evidencia para esto está sin concluir, aunque es más fuerte para la violencia sexual. Incluso aquí parece que la violencia es el factor principal, no las actividades sexuales mismas. Fue este criterio que fue adoptado por las Mujeres Contra la Pornografía y por el procurador general Meese, quien ignoró cualquier prueba que no apoyaba su caso.
Otro modelo aborda los usos personales y sociales de materiales sexualmente explícitos en diferentes culturas. Usando tal modelo, por ejemplo, permite al investigador ver la pornografía como un producto diseñado para servir como una fuente alternativa de excitación sexual y como una manera de mejorar la masturbación.35 Hasta ahora este criterio está poco explorado, aunque hay mucha información anecdótica.
Hay también modelos de pornografía basados en la comunicación, el marxismo, el psicoanálisis, el feminismo y la religión.36 Este último sencillamente condenaría todos los materiales sexualmente explícitos. Mosher recalcó la necesidad de los investigadores para distinguir entre pornografía violenta y no violenta, o erótica, como muchos investigadores sexuales están ahora llamándola para evitar la pregunta tradicional de lo que es o no es pornográfico u obsceno. Hasta el presente, sin embargo, nadie ha completado ninguna de las sugerencias de Mosher para la investigación.
El estado de la investigación sobre el tema fue resumido por Richard Allgeier y Elizabeth Allgeier:

 

Claramente, la erótica violenta degrada tanto a mujeres como a hombres. Aún más, tales descripciones agresivas están excitando a hombres agresores -y a cerca de un tercio de los hombres "normales" quienes informan que ellos quizás violarían si estuvieran seguros de que no conseguirían ser atrapados.... Muchos hombres y mujeres relatan fantasías sexuales que involucran fuerza y obviamente la mayor parte no llevan a cabo sus fantasías. Además, no tenemos ninguna prueba definitiva que indique que la exposición a la erótica agresiva provoca que los hombres victimicen a las mujeres. Antes de que la censura pudiera instituirse, alguien tendría que determinar qué clases de material violento debería ser prohibido. ¿Quién debería hacer esta determinación? Otro problema es que el efecto de censura en el pasado ha sido incrementar las ganancias de los productores del material prohibido. Si la erótica violenta se declara que plantea un peligro para las mujeres, creemos que la retirada del apoyo del consumidor sería más eficaz al detener la producción de erótica agresiva que podría atentar contra la censura.37


El tema de la pornografía, sin embargo, nunca estuvo limitado a escritos y producciones ambicionados por hombres como trataron de enfatizar las Mujeres Contra la Pornografía. De hecho, tendieron a excluirse de la discusión de la pornografía especialmente diseñada para mujeres y lesbianas. Esta exclusión sólo enfatiza la naturaleza política de sus cargos, ya que un resultado del crecimiento de la conciencia feminista no sólo ha sido una conciencia consciente de los modelos de excitación femenina sino un aumento en la erótica escrita por mujeres para las mujeres. Aunque la erótica ambicionó en las mujeres que tenían una larga historia, en el pasado gran parte de lo que ha sido un reflejo leve de las fantasías de mujeres más que uno fuerte, o sea, la descripción de las relaciones sexuales reales.
Los romances eróticos, a menudo conocidos como góticos, son incluso escritos de acuerdo a una fórmula en la cual una mujer joven es excitada por las atenciones de un hombre mayor que continúa su atención persistente hasta conseguir el matrimonio. En la lucha entre los dos por la dominación, el triunfo final del hombre y su domesticación final son elementos conspirantes consistentes. En un estudio, los lectores de estas novelas informaron tener relaciones sexuales dos veces más a menudo que los no lectores, recalcando su potencial para la excitación erótica.38 Recientemente, la erótica femenina se ha vuelto mucho más explícita sexualmente, tanto para las mujeres heterosexuales como para las homosexuales y los mercados de venta por catálogo han desarrollado tratar con el interés creciente.
Joani Blank, una sexóloga preocupada por el movimiento antipornografía, se asoció con un grupo de mujeres en San Francisco para comenzar la Biblioteca de Sexualidad para dar a las mujeres que les gusta leer erótica una oportunidad para adquirirla sin tener que entrar en las denominadas librerías adultas, generalmente un vedado de todos los hombres. A medida que su lista de clientes creció, extendió su negocio sexológico mediante el establecimiento de Buenas Vibraciones, creada para mostrar juguetes sexuales, vibradores, aceites y otros. Entre los libros vendidos están Cunt Coloring Book, Sapphistry, Masturbation y una serie de ficciones eróticas que incluyen descripciones de relaciones sexuales. Las revistas eróticas editadas para mujeres (y para hombres) tales como Libido, On Our Backs y Yellow Silk y una variedad de películas de clasificación X forman también parte del catálogo.39 Ahora hay incluso materiales sadomasoquistas que apuntan hacia un mercado femenino y las mujeres que participan en la redacción, producción y distribución de estos materiales. En resumen, hay feministas contra la pornografía, feministas contra la censura y feministas involucradas en la pornografía, con el resultado que sobre este tema las mujeres presentan la misma clase de división que los hombres hacen. Qué investigación hay que apoyaría el derecho del público a leer pornografía.
Una razón de que ha existido la pornografía es que los hombres conocían poco acerca de la sexualidad femenina. La mayoría de lo escrito acerca del sexo en el pasado había sido hecho por hombres, y a menudo lo que escribieron fue más una ficción que un hecho. Esto fue un problema que las mujeres investigadoras como Katharine Bement Davis tuvo intención de corregir, y las generaciones posteriores de mujeres investigadoras han seguido haciéndolo. Aunque el mito freudiano del orgasmo vaginal finalmente había quedado apoyado por Masters y Johnson, algunos investigadores se preguntaron si la vagina estuvo desprovista de terminaciones nerviosas como la investigación de los años sesenta dio a entender. Además, volviendo a la bibliografía histórica, algunos investigadores encontraron mención de las áreas sensibles en la vagina, un fenómeno del que algunas lesbianas informaron también. Beverly Whipple y John Perry formularon que en realidad hubo áreas sensibles, que ellos nombraron el punto G después de Ernst Gräfenberg (ver capítulo 7). William Hartman y Marilyn Fithian informaron que habían observado puntos sensibles en la vagina en las posiciones de las diez, dos y cuatro, pero otros investigadores insistieron en que no había ninguna prueba de una estructura anatómica discreta que pudiera ser llamada punto G, aunque quizás haya un área difusa de sensibilidad vaginal.
Whipple y Perry también informaron al mismo tiempo que algunas mujeres eyaculaban, y aunque habían relacionado originalmente esta "eyaculación" con la estimulación del punto G, los dos conceptos se separaron. La eyaculación femenina también había sido informada antes por otros investigadores, pero Whipple y Perry pretendieron concentrar nueva atención sobre el fenómeno. Aunque casi todos los investigadores estaban de acuerdo en que muchas mujeres tienen expulsiones de fluido durante sus orgasmos, la pregunta en cuanto a lo que es y su procedencia, permanece. Muchas mujeres sí tienen tejido análogo a la próstata alrededor de su uretra junto a la vagina y esto quizá bien segregue fluido dentro de la vagina.40 Whipple y otros están todavía investigando ambos fenómenos, y como ambos factores parecen tener alguna base empírica de estos escritos; algunas mujeres aparentemente tienen áreas sensibles en sus vaginas y algunas mujeres sí eyaculan fluido que es químicamente diferente a la orina.41 Además de esto, sin embargo, no hay ningún acuerdo actual entre los investigadores.

PROSTITUCIÓN

Del mismo modo, los estudios orientados al feminismo han restablecido y refortalecido el estudio de la prostitución sencillamente porque se han hecho diferentes preguntas. Tradicionalmente, los estudios de la prostitución estuvieron dominados por preguntas de por qué las mujeres entraron en la prostitución y cómo debería ser regulada y controlada. Tales preguntas dan lugar a una clase diferente de estudios que si las preguntas estuvieran centradas alrededor de por qué los hombres fueron a las prostitutas y qué oportunidades económicas alternativas estuvieron disponibles para las mujeres.42
Muchos de los desafíos para las actitudes tradicionales sobre la prostitución provinieron del examen histórico, incluidos los de Bonnie Bullough y los míos.43 Algunos de los estudios más interesantes fueron realizados por el historiador J. R. Walkowitz, quien encontró que aunque las mujeres en el siglo XIX apoyaron el derecho de las mujeres de la clase trabajadora de adoptar la prostitución como una carrera, fueron ambivalentes acerca de la sexualidad. Esto les condujo a ocuparse finalmente de una campaña contra la esclavitud blanca y a apoyar una única norma de castidad tanto para hombres como para mujeres. Walkowitz concluyó que había una tendencia para campañas feministas contra el sexo comercial a transformarse en política estatal represiva,44 una lección que un número cada vez mayor de la generación actual de feministas están precisamente comenzando a aprender.
Martha L. Stein realizó una clase bastante diferente de estudio, es decir, de los clientes que visitaron las call girls. Observó los encuentros de 1,230 hombres con call girls. Usando estos datos, clasificó a nueve tipos de clientes: oportunistas, fraternizados, promotores, aventureros, amantes, amigos, esclavos, guardianes y juveniles. Independientemente del tipo, sin embargo, encontró que todo lo deseado por sus necesidades sexuales reunidas conveniente, profesionalmente, y sin otras obligaciones que las monetarias. Algunos, sin embargo, gozaron de la ilusión temporal del amor o el envolvimiento amistoso.45
Como en muchas otras áreas de la sexualidad, por un tiempo los estudios psicoanalíticos dominaron los estudios de las prostitutas, el mejor de los cuales fue el de Harold Greenwald, quien encontró que el factor predisponente primario a la prostitución era una historia de privación materna severa.46 La dificultad de muchos de los estudios fue que hubo una suposición que una vez que una mujer entraba en la prostitución, abandonaba el mundo de mujeres respetables. Obviamente, la prostitución es una ocupación, satisface una necesidad social, y ofrece recompensa financiera a su participante incluso aunque sea un desviado o estigmatizado. En el pasado, hubo una alta dependencia de la existencia de un estándar doble, y en este sentido, puede ser visto como tener el mismo objetivo básico que el matrimonio: la mujer satisface las necesidades sexuales y sociales del hombre. La explicación ocupacional, sin embargo, no es incompatible con la teoría sociológica moderna que acepta el hecho de que tanto los desviados como los comportamientos aceptados y las condiciones pueden ser construidas sobre las mismas estructuras y valores sociales.47
La mayoría de los reclutas contemporáneos probablemente tienden a la ocupación, al menos en países como los Estados Unidos. Generalmente, experimentan con titubeos el aceptar el pago y luego deciden en último término volverse profesionales. Aunque pasan por un proceso de trabajar dentro de sus identidades, los factores cruciales de su forma de llegar a pensar como prostitutas son las reacciones de la sociedad hacia ellos y los rótulos con que otros corresponden a su trabajo. La identidad de la prostituta no se busca y puede ser penosa al principio, pero con el tiempo puede también ser de apoyo como la subcultura proporciona una visión del mundo explicativa a la prostituta que define su trabajo como significativo y le permite desarrollar amigos en la vida. Muchas prostitutas creen que su ocupación sirve como un servicio público importante, más útil que muchos otros grupos ocupacionales. Ya que, sin embargo, es una ocupación en la cual la movilidad tiende a ser descendente como las edades de la mujer, la mayoría de las mujeres tienden a buscar otras funciones. Si las barreras legales y otras no son demasiado rígidas, abandonan finalmente la vida para el matrimonio u otro trabajo. Muchos entran y dejan la prostitución varias veces, dependiendo de la situación económica en la cual se encuentran. El estigma bajo el cual sufren es uno que la sociedad les impone. Es interesante que sus clientes no sufren de semejante estigma.
Cada vez más, la prostitución en los Estados Unidos ha sido decriminalizada, el doble estándar ha ido debilitándose y la naturaleza del cliente ha cambiado. Muchos hombres van a las prostitutas para conseguir servicios sexuales que creen que no pueden recibir de sus esposas o amantes, o porque simplemente desean verse envueltos en el desenfreno. Gran parte de la reciente generación de feministas que han estado preocupadas por la prostitución se han concentrado en la eliminación del estigma asociado con la prostitución y han argumentado que representa una respuesta femenina a las fuerzas sociales más grandes que han fomentado y mantenido la práctica de la desigualdad sexual y opresión de las mujeres.48
También ha habido un número creciente de estudios acerca de los prostitutos masculinos, la mayoría de los cuales abastecen a hombres homosexuales. La prostitución masculina parece estar menos jerarquizada que la femenina y parece haber básicamente tres subcategorías: la profesional, la aficionada y la clandestina. El profesional es típicamente a finales de su juventud tardía o más adulto y tiene bastante experiencia con el sexo comercial y es capaz de llevar una vida estable o complementar sus ingresos con otras fuentes. El aficionado actúa sólo esporádicamente cuando necesita dinero o la emoción o la aventura lo involucran en la actividad. El clandestino quizá sea muy joven, quizás haya sido expulsado por su familia y se encuentre luchando para sobrevivir por cuenta propia al vender su cuerpo. En general, la carrera del prostituto masculino es breve, mucho más breve que la femenina porque el énfasis es incluso mayor en la juventud.49 Es interesante que la mayoría de los prostitutos masculinos no se consideran así mismos como homosexuales y de hecho consideran a menudo a sus clientes con hostilidad.50

ABORTO

Quizás los cambios más políticos efectuados mediante el movimiento feminista creciente fueron los cambios en el aborto, una causa que había sido abogada en algunos de los congresos mundiales patrocinados por Hirschfeld y sus aliados en los años veinte y treinta, así como por los fundadores de la SSSS a finales de los años cincuenta. Kinsey había incluido preguntas sobre el aborto en su muestra y había empezado a extraer los datos para la publicación, en gran parte por el impulso de Calderone, luego director médico de la Federación de Planificación Familiar. Los datos de Kinsey fueron publicados después de su muerte en que Gebhard rotuló el tercer informe del Instituto para la Investigación Sexual.51
El estudio indicó que de los embarazos que concluyeron antes del matrimonio, el 6 por ciento dieron lugar a nacimientos vivos, el 5% concluyeron en abortos espontáneos;52 y el 89 por ciento concluyeron en abortos provocados. De las mujeres blancas casadas en la muestra, entre el 20 y 25 por ciento habían provocado los abortos. En la muestra total de 7.074 mujeres (solteras, divorciadas, negras, blancas y en prisión), los investigadores concluyeron que la mayoría de todos los abortos provocados provinieron de los embarazos en el matrimonio, aunque el aborto provocado de un embarazo prematrimonial fue un caso bastante común.53 Incluidos en el estudio fueron datos sobre los costes, los métodos y las consecuencias de los abortos ilegales. También consideraron los estudios del aborto en otros países, algunos de los cuales tenían aborto legal y otros no.
Estos datos de Kinsey resultaron ser la cuña de la apertura en lo que se convirtió en una lucha por los derechos del aborto. Incluso antes de que las feministas tomaran parte, habían estado teniendo lugar los cambios. El Instituto Jurídico Estadounidense en sus sugerencias de 1962 para un código penal modelo había recomendado hacer el término del embarazo legal para los casos de concepción de la violación, incesto u otra relación delictiva; si el niño podría nacer con un grave defecto físico o mental; y para cualquier chica que estuviera bajo la edad de dieciséis años.54 Como otras demandas de cambios, este fue un hecho que resonó por un estudio histórico del aborto. Lawrence Ladder concluyó que los abortos médicamente provocados eran un privilegio de dinero; que para el menos afluente hubo una red subterránea de abortistas, la mayoría de ellos inexpertos; y que los procedimientos seguros y sencillos fueron conocidos y disponibles.55
Muchos ingresaron en el movimiento feminista para ayudar a formar la Asociación Nacional para la revocación de las Leyes del Aborto en 1969, y en 1973, la Corte Suprema de los Estados Unidos decretó que el aborto era un derecho constitucional.56 Casi todos los investigadores sexuales apoyan el derecho de aborto y hay poca investigación que demuestre cualquier efecto negativo. Pero, al igual que en muchos de los otros temas sexualmente relacionados, ni la investigación, ni una decisión de los tribunales, ni un cambio en la ley concluyó la controversia. El aborto e incluso la anticoncepción, continuó siendo politizado,57 una lucha entre las suposiciones conflictivas más que de conciencia.

LIMERENCIA

Mucho menos polémico ha sido el estudio de la limerencia, un término acuñado por Dorothy Tennov en 1979 para describir el estado emocional intenso del enamorado y del herido por amor.58 Para describir algo como tener limerencia significa que está fuera del control consciente. Un individuo está tan preocupado por la persona amada que él o ella están abstraídos y ciegos a la realidad, por lo menos temporalmente.59
Hay, sin embargo, una distinción entre limerencia romántica y lujuria de la pasión física. Weinrich ha sugerido que la atracción sexual limerente erotiza la personalidad y los rasgos físicos de la persona específica de quien nos enamoramos. Una atracción sexual vigorosa, por otro lado, produce la excitación erótica cuando aparece un objeto nuevo de lujuria. Es probable que tanto los hombres como las mujeres experimenten ambas clases de amor, pero en nuestra sociedad, la mayoría de las mujeres experimentan limerencia como un deseo general y pasión física, mientras la lujuria surge principalmente como una reacción a una persona específica. La mayoría de los hombres en nuestra cultura experimentan un deseo vigoroso general hacia la mayoría de las mujeres pero limitan su limerencia a una persona específica. El sexo de la persona de la que nos enamoramos con amor limerente quizás no sea importante, pero es atracción vigorosa.60
Tradicionalmente, los hombres han creído que ellos y no las mujeres, son los iniciadores sexuales. Los datos de la investigación tienden a indicar que las mujeres no son las poco dispuestas, indecisas o personas asediadas por la timidez que el mito sostiene sino son probablemente las iniciadoras en comunicar el interés sexual a través del contacto o del contacto visual.61 H. T Remof ha ido tan lejos hasta argumentar que la elección femenina es un mandato evolutivo dado a las mujeres para que puedan seleccionar la mejor pareja, por lo tanto asegurando la supervivencia de lo más apropiado. De acuerdo con él, las mujeres son las iniciadoras naturales de la mayoría de los encuentros que conducen al contacto sexual.62 Varios investigadores han probado la idea, entre ellos Timothy Perper y Monica Moore.
Moore observó a algunas de las doscientas mujeres casualmente seleccionadas para conseguir una apreciación dentro de la extensa gama de señales no verbales de solicitación que las mujeres usan para conseguir la atención de un hombre que encuentran interesante. Estas señales incluyen el sonreír, mirar, reírse, moverse el pelo, mover la cabeza, susurrar al hombre, lamerse los labios, sostener las manos, inclinarse hacia un hombre y solicitar su ayuda.63 Para Perper, el contacto visual parecía ser importante en la elección femenina, aunque también se usaron otros medios no verbales. Encontró que en casi toda la etapa en la primera fase de contacto, las mujeres o pueden alentar o desalentar mediante las señales no verbales y permanecer con el control de la situación.64

NIÑOS

Al igual que la primera ola del feminismo a finales del siglo XIX condujo a una mayor inquietud legislativa para los niños, así la segunda ola del feminismo condujo al interés renovado en los niños, aunque gran parte de ésto también ha sido politizado, en particular en función del abuso sexual infantil. Un aspecto de la sexualidad infantil, es decir las etapas del desarrollo, fue un foco principal de la escuela psicoanalítica de los investigadores que siguieron los pasos de Freud. De estos, el más influyente fue Erik Erikson, cuya fase de conciencia del desarrollo todavía se usa ampliamente y no se ha suplantado.65 Los estudios como el de Erikson se realizaron principalmente mediante la observación y no incluyeron ningún cuestionamiento no etimológico de los niños. Estas clases de estudios no etimológicos todavía se realizan y han considerado las diferencias sexuales en las etapas del crecimiento.
Quizás el más comprensivo es el de June Reinisch y los colaboradores. Hasta 1993, Reinisch fue la directora del Instituto Kinsey para la Investigación en Sexo, Género y Reproducción en la Universidad de Indiana. Ella, sucedió a Gebhard y al instituto fundado por Kinsey se le dio un nombre nuevo y algo se recentró bajo su dirección. Reinisch misma no recopiló los datos para su estudio sino que se dirigió al estudio Copenhaguen Consecutive Perinatal Cohort, que examinó a 9.181 niños que nacieron entre septiembre de 1959 y diciembre de 1961 en Copenhague, Dinamarca, de 9.006 embarazos.66 Cada madre de estos niños fue instruida a registrar el día del primer acontecimiento de cada uno de diez hitos del desarrollo en un diario, que se recogieron cuando el niño tuvo de doce a dieciocho meses de edad. Los datos de Reinisch incluyen información sobre 4.653 niños, todos los que nacieron dentro de la variedad de gestación normal de treinta y ocho a cuarenta y una semanas.
Reinisch y sus colaboradores encontraron secuencias de comportamientos que, aunque eran idénticos para hombres y para mujeres, tuvieron lugar en momentos algo diferentes. Encontraron que los comportamientos agenéticos/instrumentales -aquellos comportamientos que se relacionan con el progreso del individuo, o la autoconservación- fueron más característicos de los hombres, mientras que los comportamientos comunales/expresivos fueron más característicos de las mujeres. Reinisch argumentó que al menos algunas de las anteriores diferencias sexuales identificadas reflejan el medio hormonal prenatal divergente de los hombres y de las mujeres, aunque también reconoció que algunas diferencias eran las respuestas a la variación en las actitudes de los vigilantes a hombres y mujeres.67
Para ir más allá de la clase de estudios del desarrollo que Erikson y Reinisch han hecho es difícil en el mundo actual, ya que el tema está rodeado de tabúes. Los padres necesitan permiso para hacer preguntas sobre sexo cuando un niño está implicado y obtener suficientes de tales permisos para formar una prueba extensa es difícil, a menos que los niños estén recibiendo tratamiento. Además, hacer pasar tal proyecto a través de un comité de uso humano sobre casi cualquier campus universitario sería imposible.
Muchos investigadores en el pasado que incluso se atrevieron a escribir sobre el tema fueron atacados. Calderone, una de las fundadoras del SIECUS y su directora desde hace mucho tiempo, por ejemplo, fueron acusadas por la revista Time de creer que nada fue posible en la sexualidad infantil y la revista implicó que ella condenaba la interacción sexual entre niños y adultos.68 Lo que Calderone había hecho para llevar esta acusación fue enseñar que fue importante para los padres socializar la sexualidad infantil al proporcionarles información adecuada y apropiada. Estuvo sumamente desconcertada de que nadie implicaría que ella condenaba la pedofilia, y de hecho, hizo un gran récord al declarar que el sexo entre adultos y niños fue inapropiado e indefendible.69Esto no detuvo la campaña calumniante.
Inevitablemente, esto ha significado que mucho de lo que sabemos sobre sexualidad infantil se adquiere de la investigación retrospectiva, de los individuos que reflexionan sobre su niñez. Havelock Ellis había incluido evocaciones de la sexualidad infantil a través de muchos de sus temas,70y desde luego, el psicoanálisis está en parte basado en tales evocaciones. Kinsey confió en parte en tales evocaciones retrospectivas y, como se observó anteriormente, había sido atacado.
Uno de los pocos estadounidenses en estudiar la sexualidad infantil en detalle fue Floyd M. Martinson, quien combinó los estudios retrospectivos de sus estudiantes universitarios con entrevistas de madres jóvenes junto con el material de casos sobre niños en seis comunidades diferentes. Dividió sus datos en tres grupos: niños desde el nacimiento hasta los tres años de edad, niños de tres a siete años y preadolescentes de ocho a doce. Encontró que la mayoría de los niños tienen la capacidad para la autoestimulación y el orgasmo en la edad cinco. También encontró que a menudo los niños mayores enseñaron a los más jóvenes, y para la gran mayoría, los encuentros sexuales iniciales fueron con un miembro de la familia, un familiar, un vecino o una babysitter.71 A pesar de su cuidado tanto para reunir los datos como para interpretarlos, Martinson tenía dificultad en encontrar un editor y con el tiempo publicó el trabajo él mismo. Los editores parecían ser suspicaces de los estudios de sexualidad infantil, temiendo que quizá fueran llevados a juicio o que el autor que investiga tales temas quizás esté acusado de pedofilia.
Ernest Borneman, un investigador sexual austríaco, ha realizado los estudios más significativos sobre el tema, aunque su trabajo todavía no se ha traducido al inglés. Aunque Austria dispuso con un clima mucho más hospitalario para tales estudios que los Estados Unidos, Borneman fue acusado por algunos de ser un pedófilo, porque preguntó a niños menores de ocho años de edad sobre su desarrollo sexual.72
Inevitablemente, los estudios retrospectivos parecen mucho más seguros de hacer, aunque estos también presentan problemas especiales. En el estudio de David Finkelhor de los estudiantes universitarios de New England, el 13 por ciento informó tener experiencias sexuales con sus hermanos. Un total del 40 por ciento de los estudiantes tuvieron menos de ocho años en el momento de la experiencia, y el 50 por ciento tuvo entre ocho y doce. Un problema con el estudio de Finkelhor es cómo la sexualidad se define y otro es cuánta información se recuerda en realidad y cuánto es realmente fantasía. Finkelhor definió las actividades sexuales para incluir las caricias y el toque de los genitales de un hermano, principalmente del sexo opuesto, que puede haber sido incluso incitado por un padre. La fuerza de un tipo fue solamente usada en el 25 por ciento de las experiencias, pero incluso estas no incluyeron necesariamente la penetración.73
Haciendo diferentes clases de preguntas a los estudiantes universitarios, James Elias y Gebhard informaron que más del 50 por ciento de los chicos y del 33 por ciento de las chicas en su muestra informaron haberse ocupado en actividades homoeróticas entre las edades de cuatro a catorce.74 En general, tales actividades sexuales infantiles implicaron masturbación mutua, caricias o toque de los genitales y exhibicionismo, aunque ocasionalmente ocurrió el contacto oral y anal.
Mucha de la discusión actual, sin embargo, no está centrada en el sexo entre niños o mezclado con ellos sino sobre sexo entre niños y adultos. Es tratada en gran parte con perpetradores adultos. Contrariamente a la opinión pública, sin embargo, se ha calculado que hasta el 95 por ciento de los casos de abuso sexual de las niñas y el 80 por ciento de los casos de abuso sexual de los niños involucaron a hombres heterosexuales, no hombres homosexuales.75 Kinsey había sido pionero al recoger los datos sobre el agresor sexual adulto como parte de sus estudios continuos, y después de su muerte, estos datos fueron añadidos y publicados como parte de un estudio sobre los agresores sexuales por Gebhard y otros. 76
Gran parte del estudio del equipo de Kinsey se centró en las actividades sexuales entre adultos y menores. Los investigadores informaron que los agresores sexuales son generalmente no violentos, y daño físico al niño ocurre en sólo cerca del 2 por ciento de los casos, aunque debería recordarse que tales estadísticas se basan en las afirmaciones de los agresores sexuales mismos.77 Los pedófilos condenados tendieron a ser mayores que otros agresores sexuales condenados, con un promedio de edad de treinta y cinco años al momento de la condena. Cerca del 25 por ciento eran mayores de cuarenta y cinco. Muchos resultaron tener inteligencia baja, con cerca del 20 por ciento valorado como retrasado mental y otro 5 por ciento como senil. Ningún trastorno psiquiátrico específico estuvo indiscutiblemente presente en la mayoría de los casos, aunque muchos mostraron inmadurez emocional. Interesante y paradójicamente, los declarados culpables de molestar a niños tendieron a ser conservadores, moralistas y con frecuencia muy religiosos. Poseen actitudes muy estrictas acerca de la sexualidad femenina, y aquellos que estaban casados habían exigido castidad prematrimonial en sus esposas. Las mujeres tendieron a ser clasificadas como buenas o malas por estos hombres. La mayoría de los pedófilos condenados no estaban principalmente interesados en niños; sus contactos con niños tuvieron lugar durante períodos de estrés, frustración, falta de otras salidas sexuales u oportunidad inusual. La mayoría de los agresores sexuales condenados tuvieron experiencias traumatizantes del desarrollo, incluyendo haber sido sexualmente abusados como niños. 78
Los estudios de Gebhard y otros de los agresores sexuales han sido desafiados por no dar una imagen real de estas personas. Se argumentó que los agresores condenados no son quizás el mejor grupo del cual se pueda generalizar, porque son más compulsivos, repetitivos, descarados y extremos que el agresor no detectado y sufren anormalidades psicológicas más evidentes que los agresores de niños no declarados culpables.79 Los estudios más recientes de adultos que se ocuparon del sexo con niños han revelado que, nuevamente contrario a la opinión pública, el agresor sexual está probablemente familiarizado con el niño; él o ella es o un familiar, hermano, amigo familiar o vecino y no un forastero pasajero. La mayoría del sexo niño-adulto tiene lugar en el hogar del niño o en el hogar del perpetrador en lugar de en un callejón o bosques.80
Gran parte de los datos acerca de las víctimas del abuso de menores están en controversia, incluidas si las incidencias específicas realmente ocurrieron. Hay un gran número de estudios, en parte porque el dinero del gobierno está disponible para tales estudios pero hasta ahora no hay ningún acuerdo sobre quién se define como un adulto o niño e incluso qué es definido como abuso. Hay también considerables pruebas de que, al menos en el análisis retrospectivo, las sugerencias del abuso como niño pueden ser implantadas tan firmemente por los profesionales que el individuo lo cree aunque tal abuso no haya sucedido nunca.
Para enfatizar el peligro de tal implantación, un grupo de profesionales interesados, psiquiatras, psicólogos e investigadores sexuales formaron la Fundación del Síndrome de la Falsa Memoria en Filadelfia. Las memorias falsas no son tan conocidas como las implantadas como una posibilidad entre los niños pequeños también. Lamentablemente, este fenómeno es algo que muchos de aquellos involucrados en procesar a los agresores infantiles tienden a ignorar. Hay también otras variables en funcionamiento. ¿Es una persona cinco años mayor que la víctima un adulto si la víctima tiene ocho y el agresor trece? ¿Cuánta diferencia de edad debería haber entre un adolescente y su agresor para llamarse una interacción sexual entre niño y adulto? En parte, la definición de interacciones sexuales niño-adulto es tanto cultural como histórica. En muchos países, doce es la edad del consentimiento, y en muchas partes de los Estados Unidos fue trece, hasta las acciones durante finales de los quince hasta los veinte años han movido a elevar la edad del consentimiento a diecisiete o dieciocho.81
Incluso los efectos a largo plazo parecen ser un área de disconformidad. El sexólogo holandés Theodor Sandfort publicó un informe de su investigación sobre veinticinco niños de diez a dieciséis años de edad, que habían sido o fueron involucrados en relaciones pedofílicas con hombres adultos. Los niños fueron localizados a través de sus compañeros adultos y entrevistados. La mayoría de los niños describieron sus relaciones como predominantemente positivas, y no percibieron su contacto sexual con los hombres adultos como símbolo del abuso por los adultos de su autoridad.82
Las encuestas sistemáticas de poblaciones normales indican, que los contactos sexuales niño-adulto no conducen inevitablemente a problemas a largo plazo del funcionamiento adulto.83 Esto se aplicó tanto a hombres como a mujeres, aunque las mujeres que tuvieron relaciones sexuales con un padre o familiar, quienes utilizaron presión, fuerza, o culpa para obtener el contacto sexual mostraron algo más el deterioro. 84 Mientras más violento fue el acto, más afectada parecía estar la persona, aunque hay excepciones.Paul Abramson encontró dos hermanas, una de las cuales se llamaba Sarah, que había sido abusada tanto sexual como físicamente por su padre, el padrastro y los hermanastros durante la niñez. Aunque Sarah se había comprometido una cantidad considerable de comportamientos delictivos y autodestructivos durante la adolescencia, por sus veinte, se había convertido en una mujer saludable y correcta y había formado una relación satisfactoria que culminó en matrimonio. Su hermana, por otro lado, había presentado psicopatología más considerable, y sus oportunidades de convertirse en una adulta plenamente en funcionamiento, sana parecían remotas.85
Finkelhor encontró que la actividad sexual de por sí, si incluye exhibicionismo, caricias de los genitales o relaciones sexuales, no tiene casi ninguna relación con el grado de traumatismo experimentado por el niño. Los dos factores que contribuyeron a la mayoría del trauma o a la reacción negativa fue el uso de la fuerza y a una gran diferencia de edad.86 También fue importante la reacción de los adultos al incidente; si reaccionaron exageradamente, los niños sintieron que fueron culpables de algún acto indecible y se culparon ellos mismos por lo que ocurrió.
Como tantos otros temas en la sexualidad, el tema del abuso de menores es principalmente un tema político. Es también un tema de medios de comunicación, ya que pocos temas incitan mayor motivo de preocupación pública que niños inocentes sean sexualmente abusados de los niños inocentes. Aunque ha existido el abuso sexual de niños, para gran parte de la historia estadounidense fue ignorado tanto por el establecimiento laboral y legal, porque el énfasis estuvo en mantener a la familia junta en lugar de tratar de intervenir en las disputas familiares. La atención específica al tema recogió como un resultado de un artículo de 1962 por C. Henry Kempe y colegas sobre el síndrome infantil criticado. 87 Los intentos de tratar el síndrome infantil criticado resultaron demasiado difíciles legalmente, y el resultado fue un cambio gradual en las leyes estatales.
Este cambio culminó con la aprobación de la Ley de Prevención de Abuso de Menores de 1973, de la cual el Senador Walter Mondale de Minnesota fue el promotor. El énfasis por las razones políticas fue sobre el abuso físico enorme en lugar del descuido, y trajo el poder del gobierno federal directamente en los asuntos de familia, más todavía que cualquier acción legislativa que hubo antes. Esto sólo enfatizó las ambigüedades de lo que constituyó abuso físico enorme, ya que estaba esencialmente poco claro. Uno de los resultados del acto fue proporcionar 85 millones de dólares durante los siguientes cuatro años para establecer el Centro Nacional para el Abuso y Descuido de Menores.88 Por lo tanto, hubo una burocracia para tratar el abuso de menores, y como cualquier otra burocracia, existía la posibilidad de ampliar su poder e influencia mucho más allá de lo que los patrocinadores originales propusieron.
Cada revisión de la legislación agregó más poder a la burocracia, particularmente en 1984 con la aprobación de la Ley Federal de Abuso de Menores.89 Poca discreción le quedó al profesional en función de informar sobre el abuso, y cuando se informó, la burocracia funcionó implacablemente. Mientras hubo abuso real de menores, se había hecho poca investigación sobre niños abusados o, en realidad, sobre niños como testigos expertos.
El énfasis sobre el abuso de menores se unió a un rol cambiante de las mujeres, por el cual muchas dejaron el hogar para ir a trabajar, algo que podían hacer sólo dejando a sus hijos en los centros de atención infantil, que dejó a muchas mujeres sintiéndose culpables. El cambio fue fuertemente opuesto por muchos conservadores en el país quienes pensaron que el lugar de las mujeres estaba en el hogar. Inevitablemente, los centros de atención infantil llegaron a ser un centro del foco, y aquellos que se opusieron al rol cambiante de las madres pudieron jugar con las ansiedades de estas mujeres y dar con su punto más débil.
Todo esto fue multiplicado por el hecho de que había carencia básica de investigación sobre sexualidad infantil o incluso sobre conversaciones de la niñez acerca de la sexualidad, y el resultado fue una clase de histeria masiva. La neutralidad en tales investigaciones fue más o menos eliminada, y los cargos sencillos fueron a menudo suficientes para tener a los niños separados de sus familias, si la sospecha se concentraba sobre la familia, o tener que cobrar a profesionales, si el abuso ocurrió en una escuela o institución similar. La especial imposición legal de agrupación de fuerzas incluyendo a los asistentes sociales y la policía, entre otros, se fijaron hasta investigar los alegatos. El resultado fue un aumento en los cargos y ansiedad entre los padres.
El más célebre de los casos de atención infantil fue el caso McMartin en Manhattan Beach, California, aunque el caso Jordan, Minnesota, recibió casi tanta publicidad. En la mayoría de tales incidentes, aquellos acusados de abuso de menores no fueron encontrados culpables o, si lo fueron, fueron más tarde encontrados haber sido declarados culpables sobre falsa evidencia. Sin embargo, muchos están cumpliendo largas condenas entre rejas sobre la base del testimonio sospechado. El temor del posible abuso de menores en los centros de atención infantil están centrados sólo en la culpa de las madres trabajadoras y alzó sus niveles de ansiedad a nuevas alturas. Esto les llevó a sospechar incluso del incidente más inofensivo como un signo de posible abuso. Algunos de aquellos que más habían enfatizado el temor de abuso de menores habían incluso revivido el mito antiguo del satanismo y de brujas para explicar lo que llaman la epidemia del abuso sexual de niños. 90
En un período breve, Estados Unidos pasó a ser de un país que tuvo que barrer el abuso sexual de menores bajo la alfombra, a uno en el que el indicio más leve de la conciencia infantil de la sexualidad quizá sea suficiente para cobrar el abuso sexual. El término fue lo bastante ambiguo también para usarse como una base para atacar la televisión y las películas para su énfasis creciente sobre la sexualidad y como una necesidad de regresar a los estándares morales de una generación anterior. El temor del abuso de menores resultó ser el punto débil de la revolución sexual, es decir la insistencia estadounidense sobre la inocencia del niño. Se esperó que el reloj pudiese volver al pasado victoriano, cuando no se mencionó la sexualidad. Es interesante que fue la misma capacidad de los medios de comunicación para tratar lo que había sido prohibido anteriormente lo que permitió que el abuso sexual de menores llegara a convertirse en tal tema.
En este sentido, sin embargo, la campaña contra el abuso de menores representa un avance en el sentido en que podría hablarse sobre lo anteriormente prohibido. Los registros del tribunal infantil en los años veinte, treinta y cuarenta, por ejemplo, demuestran que los asistentes sociales desestimaron generalmente los informes del abuso de menores y rehusaron actuar sobre las quejas de un adulto o un niño. La actitud predominante sostuvo que la unidad familiar fue más importante que el niño individual y los funcionarios estuvieron, por consiguiente, poco dispuestos a interferir y posiblemente a deshacer una familia. La mayoría de los periódicos, enfatizaron sólo las noticias que fueron apropiadas para imprimir, rehusando a tratar tales casos sórdidos en sus columnas de noticias.
Como un ex-reportero de policía para un periódico metropolitano, puedo informar detenidamente sobre esto. Mientras trabajaba como reportero, dí con una de las incidencias más horribles del abuso sexual de menores que jamás haya visto: un hombre había violado a su hija de un año de edad, dañando así su área genital tan gravemente que los cirujanos pasaron varias horas cosiéndola y tratando de reparar la lesión. Enfadado y perturbado, escribí una historia sobre ello, sólo para llevarla al redactor de la ciudad con la aprobación del editor. Dijeron que podrían comprender mi dificultad e ira pero tales asuntos no deberían aparecer en un periódico familiar.
Finalmente, el tema ha llegado a la atención pública, pero como la mayoría de tales temas, ha habido una reacción excesiva, como si esto compensara el descuido pasado. Lamentablemente, en los Estados Unidos es casi imposible hacer una investigación seria sobre el tema; es incluso difícil estudiar individuos que disponen de pornografía que ilustra el sexo entre niño y adulto, ya que la posesión de tales fotografías está en contra de la ley. La investigación dentro del tema no ha mantenido la necesidad real del público para saber, y el resultado ha sido la apariencia de muchos expertos autoproclamados quienes saben poco acerca de la sexualidad o sobre niños. Las definiciones permanecen ambiguas, los cargos pueden ser devastadores y pocos desean realmente explorar el tema por temor de ser acusados de ser un abusador de menores. En cierto sentido, la investigación sobre el tema es similar a aquella sobre la masturbación a finales de siglo. Los estadounidenses conocían poco sobre ella, y lo poco que sabían fue probablemente erróneo.

HOMOSEXUALIDAD

Si el abuso de menores ha sido un tema difícil para estudiar, esto no lo es más que el lesbianismo. La segunda ola del feminismo nuevamente ha tenido un efecto libertador. Alguien que examine los estudios de la homosexualidad en el pasado es inmediatamente herido sobre cuan poca atención se ha prestado al lesbianismo. Si nada más, este énfasis fue otro indicador de la dominación masculina en el estudio del sexo. Aunque había estudios antiguos importantes del lesbianismo, particularmente por Davis, la mayoría de la investigación se concentró en la homosexualidad masculina.
Si nada, la disparidad entre los estudios sobre la homosexualidad comparado con el lesbianismo incrementó con el movimiento de liberación homosexual. Aunque siempre hubo esfuerzos cooperativos entre gays y lesbianas, en último término el lesbianismo debió mucho más al levantamiento de la conciencia del movimiento feminista que al de los homosexuales masculinos. Pero tal vez esto está poniendo el énfasis equivocado, como las mismas lesbianas se encontraron entre los líderes en el movimiento feminista, y al estudiar e investigar a las mujeres, las lesbianas fueron mejor capaces de comprenderse a sí mismas. Gran parte de las eruditas lesbianas, de hecho, han estado dedicadas al establecimiento de una identidad lesbiana, su relación tanto con las comunidades lesbianas como heterosexuales, y a su supervivencia. Este trabajo ha sido dominado por los eruditos orientados humanísticamente y el estudio de la historia y la literatura han desempeñado una función principal en ello. Las lesbianas han adoptado definiciones variables, algunas de las cuales van más allá del punto de vista tradicional de la sexualidad. Este es particularmente el caso para aquellas que se definen así mismas como lesbianas políticas, una identidad que surgió de una conciencia femenina e implica un rechazo consciente del patriarcado, de las funciones tradicionales para las mujeres y de las limitaciones puestas sobre el control de las mujeres de sus propias vidas. Esto se convirtió en una aceptación consciente por mujeres para las mujeres, como sus afectos primarios emocionales, eróticos y espirituales.
Aunque el lesbianismo ha beneficiado y formado parte del movimiento homófilo, también ha sido separado y diferenciado, como se demuestra mediante la fundación de las Hijas de Bilitis en 1955 y la publicación del Ladder. Aunque los estudios anteriores sobre lesbianismo, como los de Davis, fueron realizados por mujeres y algunos de estos no se publicaron hasta más tarde,91 la mayoría de los estudios cuantitativos han combinado el lesbianismo con la homosexualidad y han sido realizados por investigadores masculinos y femeninos. 92 Muchos de los estudios de lesbianas se han concentrado en los modelos de amistad femeninos,93 recuperando e identificando las lesbianas en el pasado, estableciendo una identidad propia,94 la custodia de menores y la salud de la mujer. 95 Aunque muchas de las lesbianas que tienen niños los tuvieron antes de identificarse ellas mismas como lesbianas, también hay varias parejas femeninas que han adoptado a niños o acudido a la inseminación artificial, a veces a la autoinseminación que utiliza tales elementos domésticos tradicionales como las jeringuillas.96
Aunque el lesbianismo es parte del movimiento de mujeres es también mucha parte del movimiento del poder homosexual y ha desempeñado una función significativa. Al producir cambios en las actitudes hacia la homosexualidad. Uno de los factores principales en tales cambios fueron los resultados de los investigadores sexuales, en particular de Kinsey, quien les dió el hogar a los homosexuales de ambos sexos que no estaban solos y que aunque quizás eran una minoría en la mayor parte de los temas fueron lo mismo como otros.
Un estudio particularmente influyente en este sentido fue por la psicóloga Evelyn Hooker, quien se había familiarizado con un vecino masculino homosexual a finales de los años cuarenta. Esto la hizo algo curiosa acerca de la homosexualidad masculina, y según investigó, encontró que pocos clínicos alguna vez habían estudiado a los homosexuales fuera de los centros de salud mental o las prisiones. Emprendió un estudio longitudinal de ocho años de treinta homosexuales cuidadosamente elegidos quienes ella emparejó con treinta hombres heterosexuales en edad, educación, y cociente intelectual. Los sesenta hicieron la prueba de Rorschach, el Test de Apercepción Temática (TAT), y el test de hacer una fotografía-historia (MAPS), que son pruebas proyectivas luego comúnmente usadas como ayudas de diagnóstico. Dos expertos de pruebas evaluaron los resultados ciegos; o sea, no conocían al sujeto o su orientación sexual. Ningún juez tuvo mejor oportunidad determinando a los homosexuales de los heterosexuales. Las puntuaciones generales de regulación fueron la mismas para ambos grupos. Mediante estas y otras medidas, Hooker concluyó que los homosexuales eran "individuos muy corrientes, indistinguibles, excepto en el modelo sexual, de los individuos ordinarios quienes son heterosexuales". Alegó que no existía la homosexualidad como una entidad clínica y que las formas de la homosexualidad eran tan variadas como las de la heterosexualidad.97
La investigación de Hooker, aunque a pequeña escala, fue importante para demostrar que los hombres homosexuales no tuvieron ninguna psicopatología que ella pudo medir y por lo tanto no podían considerarse enfermos. No significa necesariamente, sin embargo, que los hombres homosexuales eran bajo todos los aspectos diferentes del sexo indistinguibles de los hombres heterosexuales. Ambos grupos en su muestra representaron a individuos sumamente seleccionados que estaban incluídos debido a su buen ajuste. Hooker, a su crédito, siempre recalcó las conclusiones tentativas de sus estudios y recalcó que no había una homosexualidad sino una variedad de homosexualidades, una suposición ahora dada por sentada. Todavía, ella, como hizo Kinsey, desafió abiertamente los criterios del establecimiento psiquiátrico sobre esto, que tendió a mantener de otro modo. Es más, Hooker no estaba sola. Otros se incorporaron a la lucha. Michael Schofield, por ejemplo, alegó que los homosexuales como un grupo probablemente fueron diferían de los heterosexuales sólo en su elección de objetos.98
El estudio más comprensivo hecho ahora fue el estudio a gran escala por Bell, Weinberg, y Hammersmith sobre las vidas de una muestra considerable de hombres y mujeres homosexuales y heterosexuales en el San Francisco Bay Area (ver capítulo 8). Entre otros resultados, los tres investigadores informaron que los hombres y mujeres homosexuales informaron más probablemente sobre las relaciones deficientes con sus padres que los miembros heterosexuales del grupo de estudio. No estaba claro, sin embargo, si las relaciones deficientes fueron debido a su no conformidad de género o si el rechazo paterno fue así misma parte de la secuencia causal para la homosexualidad. El elemento más común en la niñez tanto de lesbianas como de hombres homosexuales fue la no conformidad del género. Muchos de los chicos habían desarrollado un modelo homosexual en sus primeros años, aunque no había evidencia de que esto fuese debido a una falta de oportunidad para la interacción heterosexual.99
Cade vez más, tales estudios trajeron la homosexualidad y el lesbianismo a la atención pública y también condujo a homosexuales y a lesbianas a que se volvieran más públicos ellos mismos. Gran parte del movimiento homosexual organizado de la primera mitad del siglo XX como se ejemplificó en las campañas políticas de Magnus Hirschfeld había desaparecido con el ascenso al poder de los nazis y la interrupción masiva resultante de la Segunda Guerra Mundial. Los grupos holandeses permanecieron particularmente importantes, y por un tiempo el Comité Internacional para la Igualdad Sexual, fundó en 1951 había tenido una función importante como un banco de liquidación para el intercambio de información y opinión. Incluso este esfuerzo leve condujo a una denuncia del grupo por el escritor estadounidense R. E. L. Masters, quien sostuvo que fue "con mucho el cuerpo más poderoso en la historia de la organización homosexual y puede controlar a un grado del cual pocos incluso sueñan políticas y actividades de organización de grupos homosexuales en todo el mundo."100 Esta clase de sensacionalismo vendió libros a comienzos de los años sesenta, aunque no tuviera ninguna correlación con la realidad. Todavía varios grupos de homosexuales y publicaciones organizadas reaparecieron en Europa a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta.
En los Estados Unidos, la organización fue mucho más lenta. El más importante de los primeros grupos fue la Mattachine Society fundada por Harry Hay en Los Ángeles en 1950. Originalmente una organización secreta modelada sobre la estructura celular del Partido Comunista, rápidamente difundida. En una convención de 1953, se reestructuró la original Mattachine Society, y la sociedad reorganizada se mudó a San Francisco. Se volvió gradualmente nacional, aunque sólo en el nombre, como tantos de los grupos que se convocaron ellos mismos Mattachine no tenían ninguna conexión con el cuerpo de organización. Fuera de la sociedad original llegó la revista One, que fue la publicación dominante en la comunidad homosexual durante dos décadas. Posteriormente, la Mattachine Review también hizo una aparición. Estas publicaciones fueron símbolo de una fachada pública cada vez más incrementada por la comunidad homosexual y fueron los vencedores en algunas de las primeras luchas. Una, por ejemplo, tuvo dificultades con la Oficina de Correos de los Estados Unidos, que trató de prevenir su circulación bajo los fundamentos que era obscena debido sencillamente a su materia. Llevando el tema a la corte, ganó el derecho de circular por correo en 1958.101 El que dio más estímulo adicional a organizaciones de homosexuales fue el libro de Donald Webster Cory (un nombre de pila para Edward Sagarin) acerca de ser homosexual en EEUU; fue la primera encuesta semiobjetiva del modo de vida homosexual en los Estados Unidos.102 Entre otras cosas, el éxito del libro concienzió a los editores sobre un público homosexual potencial que compra libros, que anteriormente había sido ignorado.
Ni One ni la Mattachine Review habían sido la primera revista homosexual en ser publicada en Los Angeles. Que el honor pertenece a Vice Versa, unos nueve temas de los cuales fueron publicados en 1947 y 1948. Editados por lesbianas, procuraron llegar a la comunidad lesbiana. Aunque pronto desaparecieron, muchas de las personas asociadas con ello contribuyeron a la publicación de One y posteriormente Ladder.
Las organizaciones homosexuales aumentaron rápidamente en los años cincuenta y sesenta. 103 También se volvieron cada vez más politizadas. En general, sin embargo, las actividades homosexuales fueron ignoradas por los medios populares, y la palabra homosexual, por ejemplo, no podía enumerarse como el nombre de una organización en directorios telefónicos, sin mencionar en las columnas de los diarios.
Gran parte de esto cambió con la denominada Rebelión Stonewall en junio de 1969 en la ciudad de Nueva York, un suceso ampliamente cubierto que marcaba la aparición pública de la homosexualidad sobre las páginas del periódico familiar. Stonewall Inn fue un bar de baile tenuemente iluminado en Greenwich Village, que sirvió como refugio para los prostitutos cross-dressing (reinas callejeras) así como para las lesbianas cross-dressers, a quienes se les negó generalmente la entrada a la mayoría de los otros bares. Stonewall y los bares similares hasta el extremo inferior de la escala social en la comunidad homosexual sirvieron como un fuerte imán para las incursiones policiales, porque los clientes se encontraron entre el menor y más visible poder en el mundo homosexual y lesbiano y también estuvo probablemente la mayoría ocupada en la solicitación abierta.
Durante uno de los allanamientos policiales (poco después de la medianoche del 27 de junio), una de las lesbianas cross-dressers, luchó con la policía, y su lucha galvanizó no sólo a las drag queens sino al público exterior atento fuera. La multitud, si sólo porque el bar estuvo en un vecindario predominantemente homosexual, también incluyó un gran número de gays y lesbianas. Provocado por las luchas que resultaron, la multitud empezó a insultar a la policía. Pronto los oficiales detenidos se encontraron ellos mismos amenazados por una granizada de guijarros y botellas. El resultado fue tres días y noches de enfrentamiento entre la policía y las reinas callejeras y sus aliados. La breve lucha llegó a ser inmortalizada en la leyenda homosexual como la Rebelión Stonewall, y los medios de comunicación, también, sensacionalizaron su significación. El incidente trajo a la conciencia pública la existencia de homosexuales y de lesbianas a gran escala y recalcó a la comunidad homosexual y lesbiana misma la importancia de hacer su presencia conocida. El resultado fue la liberación homosexual, en la cual los homosexuales, siguiendo el movimiento de derechos civiles y el movimiento feminista, ahora buscaron la clase de reconocimiento y protección del gobierno que tenían los otros grupos.
Habían sido diversos factores fuera de la comunidad homosexual que hicieron los temas homosexuales oportunos. Varios grupos y organizaciones habían desafiado el modelo criminal tradicional y de enfermedad de la homosexualidad y del lesbianismo. En 1957, la Wolfenden Commission, una comisión parlamentaria británica, había instado la despenalización de las actividades sexuales entre adultos consentidos.104 En 1964 en Los Ángeles y en 1965 a nivel nacional, el ACLU había preconizado un cambio en las leyes que trataban con la homosexualidad.105 El Comité de Servicio de Amigos Estadounidense había argumentado que la calidad de las relaciones sexuales era más importante que la clase de actividad sexual.106 El Instituto Jurídico Estadounidense también había instado a que el comportamiento sexual entre adultos consentidos fuera descriminalizado. Incluso el gobierno estadounidense entró en el acto a través de una agrupación de fuerzas sobre la homosexualidad establecida por el Instituto Nacional de Salud Mental que fue presidido por Hooker. También instó a que el comportamiento sexual entre adultos consentidos fuera descriminalizado,107 una posición que no sólo causó un retraso en la publicación del informe sino una retirada del gobierno de cualquier investigación patrocinada que tuviera relación directa con el tema.
El psiquiatra Thomas Szasz recalcó al público así como a sus colegas cómo las ideas tradicionales de la enfermedad y la salud eran las herramientas de la represividad social al peor y estrecho convencionalismo en el mejor de los casos.108
Quizás el resultado inevitable tuvo lugar en 1974 cuando la Asociación Psiquiátrica Estadounidense votó para eliminar la homosexualidad de su catálogo de enfermedades mentales, declarando ser en cambio un "trastorno de orientación sexual". En último lugar, abandonó incluso este lenguaje.109 En esta acción, habían sido precedidos por la Asociación Psicológica Estadounidense. Los críticos se preguntaron si el voto de una mayoría de psiquiatras repentinamente podría eliminar la homosexualidad de la categoría de enfermedad. Algunos sostuvieron que la acción era similar a una que declaraba que la neumonía ya no era una enfermedad. El cambio, sin embargo, fue básicamente un reflejo de los resultados de la investigación que había minado las suposiciones psiquiátricas tradicionales.
Todavía, el cambio fue también político. En parte el resultado de la presión sobre la comunidad psiquiátrica, tanto desde dentro como desde fuera. No todos los psiquiatras aceptaron la decisión de su comité de nomenclatura, y hasta su insistencia, un referéndum sobre el tema sostuvo que afirmó la decisión del comité de nomenclatura. Weinberg y Colin Williams, en su estudio de 1974 de la homosexualidad, se quejaron que los psicoanalistas, en su énfasis por la curación, habían obstaculizado el progreso teórico y previnieron una mejor comprensión de las variaciones en el comportamiento sexual. Esto dio lugar a las deficiencias metodológicas en sus estudios:

 

Primero, las muestras usadas han sido sumamente pequeñas. Esto en sí no siempre necesita ser un grave defecto, incluso si limita más el análisis complejo de los datos. Un problema mucho más importante es que tales muestras están generalmente constituidas por personas que son pacientes de clínicos que hacen la investigación y no pueden proporcionar mucho conocimiento sobre homosexuales en toto. Mientras una muestra representativa de homosexuales quizás sea imposible de lograr, sin duda los grupos con menos prejuicios pueden obtenerse.... Otro defecto grave de tales estudios ha sido que los grupos de control son rara vez usados. Los grupos de comparación son cruciales si, por ejemplo, uno está preocupado por la determinación del grado al cual los homosexuales están mal ajustados (en vez de reclamarlo que ha vencido). Un grupo de control heterosexual es esencial para responder a esta pregunta así como a preguntas etiológicas. Finalmente la mayoría de los estudios de la homosexualidad han estado relacionados con la cultura.110


Con la acción de los psiquiatras, la homosexualidad se había eliminado esencialmente del modelo médico, y la puerta se abrió para nuevas clases de investigación. Ello también marcó oficialmente el final del predominio del psicoanálisis freudiano sobre la investigación sexual, ya que gran parte de la decisión de cambiar la definición de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense se había basado en la investigación de los psiquiatras que tenían poco que ver con ella.
Los años setenta y los años subsiguientes vieron una explosión literal en estudios sobre homosexualidad y lesbianismo. Revistas especiales tales como Journal of Homosexuality fueron establecidas lo que dio una salida para la publicación no sólo al científico y al erudito sino también al lego dedicado. Las prensas universitarias como la de Columbia establecieron series especiales para recalcar la importancia de los estudios en homosexualidad y lesbianismo. Cada disciplina desde la Antropología, el Arte hasta la Zoología ha agregado sus propias apreciaciones. Es más, las apreciaciones adquiridas de la investigación dentro de la homosexualidad, como aquellas por David McWhirter y Andrew M. Mattison dentro de parejas homosexuales, podrían fácilmente aplicarse a parejas heterosexuales.111 Como Denis Altman reclamó, había sido una homosexualización de América y una americanización de los homosexuales.112

RESUMEN

Tanto en los estudios feministas como en los de homosexualidad, el construccionismo social ha estado siempre presente. David Greenberg, en su estudio masivo de la construcción de las creencias acerca de la homosexualidad, sin embargo, ofreció algunas palabras de advertencia, que dijo mantener para todas las formas de expresión sexual. Recalcó que existe siempre la posibilidad de que cualquier interpretación legal o social se ponga sobre un comportamiento que puede tener consecuencias sociales no previstas. El siglo XIX invierte a quien argumentó que la homosexualidad fue innata no anticipando lo que los teóricos de la degeneración harían más tarde de su reclamo. A su vez, el modelo médico fue una emancipación única, aunque posteriormente fue visto como represivo. Greenberg también afirmó que los sexólogos y otros siempre deberían mantener esto en mente.113 En resumen, hay todavía mucho que no se conoce acerca de la sexualidad humana, ya sea de hombres o de mujeres, heterosexuales u homosexuales. Además, las perspectivas feministas y homosexuales, aunque nos han ofrecido nuevas apreciaciones, no nos ofrecen la verdad final y máxima, algo que de cualquier modo no es nunca posible en la ciencia.



10
PROBLEMAS DE UNA
CIENCIA EMERGENTE

A medida que la Sexología apareció en el siglo XX, se había convertido esencialmente otro aspecto de la investigación médica. Como tal, la investigación se basó sobre poblaciones de pacientes y tuvo como finalidad ayudar a los médicos en el diagnóstico y tratar a los individuos que los consultaron. El curso del siglo XIX vio el campo expandir sus horizontes para incluir un gran número de investigadores no médicos quienes no estaban tan interesados en el establecimiento de nuevas categorías de diagnóstico y modalidades de tratamiento como por la exploración de nuevas fronteras. Los datos fueron recogidos no sólo de pacientes sino también de muestras estadísticas cuidadosamente elegidas. Incluso, muchos de los médicos que continuaron investigando en el campo, tales como Ellis, Hirschfeld, Bloch, Dickinson y Masters, tendieron a abandonar las categorías de diagnóstico y a volver a los métodos de acumulación de datos de ciencias sociales e incluso humanísticas. Bioquímicos, geneticistas, fisiólogos y endocrinólogos establecieron todos una fuerte presencia en el campo, ayudando a fortalecer el conocimiento científico sobre el sexo.
La misma complejidad del tema, sin embargo, funcionó contra el predominio de la investigación por cualquier disciplina. Mientras que la Biología en sus diversas especialidades es esencial para la comprensión del funcionamiento sexual, así es un conocimiento de los aspectos sociales, culturales y psicológicos de la sexualidad. Esto requiere la habilidad de antropólogos, historiadores, psicólogos, sociólogos, especialistas literarios, historiadores de arte, musicólogos y otros. Si la ayuda o el tratamiento es buscado por un individuo, varias profesiones pueden llegar a estar comprometidas, no sólo los médicos que dominaron el campo en el siglo XIX sino las enfermeras, los asistentes sociales. Los psicólogos, psicólogos sociales y diversas clases de consejeros y/o terapeutas quizás sean también requeridos. Dado que muchos aspectos del comportamiento sexual están involucrados con el sistema legal, abogados y funcionarios de imposición de leyes también tienen interés. Así hacen los profesionales educacionales porque uno de los temas palpitantes actuales, como ha sido desde el comienzo del siglo, es qué debería enseñársele a los niños acerca del sexo y quién debería enseñarlo.
Con el influjo de nuevos investigadores de una gran variedad de disciplinas y profesiones, el estudio de la sexualidad finalmente pareció lograr respetabilidad, al menos de una clase. Ningún individuo o incluso grupo de individuos, sin embargo, ganó el predominio que Kinsey tuvo en los años cincuenta o Masters y Johnson en los años sesenta. Incluso Money, quien fue pionero de la investigación de género (ver capítulo 8), representó sólo una voz en un campo en rápida expansión. Cada vez más, los individuos de varias disciplinas contribuyeron a nuevos resultados, y al mismo tiempo, los investigadores sexuales en general se centraron más estrechamente. Los generalistas de gran variedad como Kinsey, Money y Masters y Johnson tuvieron menos probabilidad de aparecer a medida que el conocimiento acerca de la sexualidad creció.
Un cambio profundo en la investigación sexual ha sido el incremento de las contribuciones a la Sexología de las disciplinas anteriormente silenciosas tales como la Historia y la Sociología y las profesiones tales como la de abogado y enfermera. El programa para la investigación también parecía estar menos influido por los que se consideraban investigadores sexuales y más por las fuerzas externas. Aunque las fuerzas externas han sido siempre importantes en la investigación sexual de la época de Ulrichs y sus estudios sobre la homosexualidad, durante gran parte del siglo XX fue un grupo pequeño de profesionales los que dominaron e incluso definieron para el público lo que fue sabido. Ellis y Kinsey son dos de los ejemplos más sobresalientes.
Ya que las barreras para el discurso público sobre sexualidad fueron gradualmente eliminadas, sin embargo, surgieron toda clase de personas como expertos sexuales. Fueron diferentes de los autores sobre sexo del siglo XIX, cuyas ideas fueron antes esbozadas, por su énfasis sobre las alegrías y placeres del sexo en vez de los peligros con los cuales sus antecesores se habían preocupado. También difirieron en su fuente de autoridad. Los autores del siglo XIX en su mayoría fueron guiados a través de la moralidad religiosa, la cual interpretaron como hostil para el sexo.
Los autores en la última mitad del siglo XX reclamaron la ciencia como su autoridad, aunque también estaban más interesados en hacer propaganda que en los resultados de la investigación. Gran parte de la publicidad sobre recientes descubrimientos en la sexualidad humana no fue generada a través de los resultados de la investigación sino más bien por la retórica de los miembros de algunos de los grupos de interés especial. Los grandes segmentos del público interesado lo encontraron difícil de distinguir entre la investigación legítima y el pensamiento deseoso. Lamentablemente, esta confusión no estuvo limitada al público general pero a menudo resultó ser un problema incluso para aquellos que se consideraban a sí mismos sexólogos.
Esto fue porque la entrada de nuevas disciplinas y profesiones, mientras expandían el alcance de la investigación sexual, también incrementaban el potencial para la getoización tanto por el tema y la disciplina como por la profesión. ¿Cómo evalúa un biólogo, por ejemplo, lo que es buena historia y cómo juzga un especialista en literatura sexual del siglo XVIII lo que es válido para la investigación psicológica? De hecho, ¿cómo hace una persona de un área especializada que incluso aprende sobre la literatura de otro, especialmente porque muchos investigadores publican en sus propias revistas especializadas para otros haciendo la investigación sobre la misma materia reducida? Esto es un problema en muchas otras áreas de la Sexología, pero el tema es más serio en Sexología, sencillamente porque a medida que las inhibiciones acerca de la discusión pública sobre el sexo han sido reducidas, exigen información y quizás incluso la estimulación ha aumentado. Los editores, redactores, anfitriones de programas de entrevistas y columnistas tratan de responder a este interés, y el resultado son cantidades masivas de lo que solamente puede llamarse "sexo popular"; una mezcolanza de datos reales mezclados con fantasía está difundiéndose para alimentar las exigencias de una apetencia pública voraz.
Sin embargo, si incluso el experto tiene problemas para mantenerse al corriente de los acontecimientos, ¿cómo puede decir el público disparates de la investigación básica? Es más, a pesar de la respetabilidad nueva encontrada del investigador sexual, el investigador todavía tiene que poner cuidado, porque el potencial para la controversia permanece siendo muy grande en muchas áreas de la sexualidad humana. Es más, muchos de los expertos populares reclaman las mismas credenciales que los expertos, y gran parte de lo que se escribe se basa en las llamadas historias clínicas de clientes, en el que los casos individuales se usan para generar ejemplos universales. Alguien puede, y muchos lo hacen, reclamar ser experto sexual sin ninguna base especial de conocimiento. Aunque las leyes estatales de concesión de licencias en general han limitado el término terapeuta sexual a los profesionales autorizados en campos reglamentados, la mayoría de ellos todavía carecen de habilidad básica en materias sexuales.
Aunque la American Association of Sex Educators and Counselors (AASECT) trató de dominar las modalidades de tratamiento y los programas educacionales mediante su programa de certificación, tal intento estaba condenado al fracaso, si sólo porque tantos de aquellos dedicados a la terapia y a la educación sexual fueron ya certificados por sus propias asociaciones profesionales y autorizados por el estado. Por lo tanto, no vieron ninguna necesidad de pagar extra o de prepararse más tiempo para la certificación de la AASECT. Además, la historia de una profesión policial misma, como pretendió hacer la AASECT y la American Medical Association (AME), tiene unos largos antecedentes de fracaso en los Estados Unidos.
El fracaso de la AASECT como un agente certificante para más que unos pocos selectos, probó un grave golpe para la profesionalización de la terapia sexual. Incluso, también permitió a la Sexología organizada continuar desarrollándose más como una ciencia que como una profesión, con una variedad de disciplinas entrando en el campo y estableciendo la habilidad. Es la metodología usada en el estudio la que es importante al determinar la importancia del trabajo, no la persona o el profesional que la escribió. Esta ha sido tanto su fuerza como su debilidad, ya que según el sistema educacional que ahora existe, es sumamente difícil para alguien comenzar como un sexólogo, más bien los individuos parecen tropezar dentro del campo según amplían su horizonte más allá de su propia disciplina o agregan a su base de conocimiento profesional.

EDUCACIÓN SEXOLÓGICA

De hecho, sigue siendo casi imposible entrar en el campo mediante un programa escolar de graduado normal. Aunque dos universidades estadounidenses -la Universidad de Nueva York y la Universidad de Pensilvania- tengan programas de posgrados en sexualidad humana, ambos están en la escuela de educación y aspiran a aquellos que intentan ser educadores sexuales, no investigadores o terapeutas sexuales. Ningún programa está particularmente orientado en la investigación, y uno de ellos tiene sólo a un miembro del profesorado a tiempo completo en el área, medicante el cual se otorgó grados hasta puntuaciones de posgrado. Otras universidades permiten a los estudiantes graduados concentrarse sobre ciertos aspectos del comportamiento sexual dentro de una disciplina específica, y estas instituciones a menudo promueven trabajos de cursos en otras disciplinas. Estos programas, sin embargo, se adaptan individualmente y están disponibles sólo para los extremadamente persistentes.
La otra opción, ha sido el Instituto para el Estudio Avanzado de Sexualidad Humana en San Francisco, que resultó de programas de entrenamiento establecidos por el Foro Sexual Nacional. El Foro mismo comenzó en 1968 como servicio de extensión del metodista orientado en la Glide Foundation. La fundación estableció un programa especial en la Glide Memorial Church en el centro de San Francisco para dirigirse a gays y a lesbianas, así como a diversas personas de la calle. El programa estuvo bajo la dirección de Ted McIlvenna, quien fue tanto un misionero eficaz como un empresario. Fue bajo su dirección que el instituto se incorporó formalmente como un programa de posgrado en 1976 de acuerdo con las leyes de California. Es una escuela privada, sin beneficio que abastece a aquellos que ya tienen grados en otras profesiones. Le ofrece al individuo interesado la oportunidad de aprender más sobre los acontecimientos en sexualidad. Pomeroy sirvió como decano hasta su jubilación a finales de los años ochenta. Aunque el instituto otorgó doctorados, su programa se dirigió a la terapia y no estuvo particularmente orientado en la investigación. Pocas de sus tesis doctorales le condujeron alguna vez a publicar artículos.
1
A principios de los años ochenta, varias universidades desarrollaron comités coordinadores especiales en estudios de homosexuales y lesbianas que recalcaron la naturaleza interdisciplinaria de tal disciplina, pero estos programas todavía no han progresado más allá de su concentración sobre la lujuria, un aspecto de la sexualidad. Los programas similares también se desarrollaron en los estudios de género, generalmente como un vástago de los estudios de mujeres. Tradicionalmente, muchas universidades, particularmente las subventoras del país, han proporcionado departamentos o cursos en el matrimonio y la familia, que cada vez más han incluido estudios serios de la sexualidad. Hasta el presente, sin embargo, ninguna universidad ha dado el paso siguiente y establecido un programa de posgrado en la Sexología orientada en la investigación.
Esencialmente, esto significa que la investigación sexual no está institucionalizada en ninguna universidad o facultad principal en los Estados Unidos, aunque está en la Universidad de Québec. El sexo, sin embargo, se enseña ampliamente en campus y colegios universitarios por profesores de una variedad de disciplinas, y la mayoría de las instituciones ofrecen por lo menos un curso sobre el tema como parte de un requisito u opción de educación general. En la mayoría de los casos, el profesor que enseña el curso no lo considera como una especialidad sino sencillamente un requisito departamental que alguien tiene que ofrecer. Sin embargo, un resultado de tales cursos ha sido la aparición de numerosos libros de texto, el mejor de los cuales resume los resultados de la investigación actual en el área de la sexualidad humana.2 Alguien interesado en estos resultados bien querría leer uno de los libros de texto. A pesar de la popularidad de tales cursos, rara vez son promociones de facultad basadas sobre un experto en Sexología.
El mayor problema causado por la falta de una base institucional para la investigación sexual, sin embargo, es que el investigador individual está sobre su propia base y sin acceso fácil a la cooperación interdisciplinaria e interprofesional con colegas en el mismo campo. Algunos de los peores errores en el campo han ocurrido cuando los individuos, expertos en sus propios campos, trataron de incorporar la información de otras especialidades sin ser conscientes de las trampas al hacerlo así. Acerca del único camino que tal cooperación interdisciplinaria puede venir es a través de contactos hechos en tales organizaciones como la Sociedad para el Estudio Científico del Sexo (SSSS). La SSSS ha realizado esfuerzos especiales por mantener su orientación interdisciplinaria e interprofesional mientras todavía enfatiza la importancia de la metodología en la investigación sexual. Esto es por que el modelo basado en el Instituto de San Francisco ofrece el mejor potencial en el futuro de la Sexología, aunque tal modelo necesita ir más allá de la terapia y debe formar parte de una universidad en condiciones en lugar de un instituto independiente. Los individuos que son expertos en una disciplina específica sin duda pueden contribuir al crecimiento de la base del conocimiento sexual. Su contribución sería mucho más valiosa si pudieran intercambiar ideas e interactuar con investigadores en otras disciplinas y profesiones. Así, todos los sexólogos pueden completar los huecos en alguno de sus propios conocimientos. Luego, pueden convertirse en sexólogos en el sentido real del término, aunque su propia investigación indudablemente seguirá reflejando su propia disciplina o profesión.

CRITERIOS DE LA TERAPIA Y SEXOLOGÍA

Una de las preguntas que continúan dificultando a los sexólogos es qué clase de enfoque deberían tomar en sus estudios sexuales. ¿Debería ser un estudio y examen de la sexualidad netamente desapasionado o deberían estar los sexólogos más envueltos en las políticas de la sexualidad y con las personas que estudian? Este tema conlleva no sólo a los investigadores sino también a los terapeutas, ya que dentro del campo de la terapia hay una división entre lo que algunos han llamado terapeutas humanísticos y científicos.3 Se dice que Masters y Johnson y Kaplan son los líderes entre los terapeutas orientados científicamente; mientras que Hartman, Fithian y Pomeroy son los líderes de los más humanistas. En realidad, las diferencias incluyen principalmente las modalidades de tratamiento, pero incluso estos no son tan grandes como algunos han clamado.
Se dice que una de las diferencias entre los dos puntos de vista es la pregunta sobre si los terapeutas deberían usar tales cosas como imágenes guiadas, ejercicios de imagen corporal, masaje y ejercicios sexuales. Hartman y Fithian, por ejemplo, recalcaron que los terapeutas deberían ocuparse del contacto entre los clientes y los terapeutas y creyó que el tacto superficial de uno o ambos terapeutas en una situación responsable, profesional fue a menudo necesario para conseguir fácilmente clientes.4 Los terapeutas más científicos pensaron que el contacto podría ser llevado demasiado lejos y generalmente dominó el masaje implicando al terapeuta y al cliente.
Una de las dificultades con los terapeutas orientados humanísticamente, en general, es que pocos de ellos publicaron más que relatos anecdóticos. Hartman y Fithian, por ejemplo, quienes hicieron cientos de observaciones sobre sus clientes, no publicaron los registros estadísticos de su tasa de éxito, porque reconocieron que los resultados no podían medirse en el éxito a corto plazo sino fueron dependientes de los cambios de actitud. Masters y Johnson estarían de acuerdo con la tendencia general de esta discusión acerca de la tasa de éxito, pero pensaron que fue importante recalcar los resultados a corto plazo también.
Otra diferencia entre los dos está en el uso de los sustitutos que actúan como compañeros en el tratamiento de la disfunción sexual en pacientes que carecen de sus propias parejas. Aunque Masters y Johnson originalmente utilizaron sustitutos, lo suspendieron debido a un pleito que hubo contra ellos por un marido quien reclamó que su esposa estaba trabajando como una sustituta. Creyeron que en último término no los necesitaban. Hartman y Fithian siguieron usando sustitutos como hicieron otros, especialmente después de que el tema de reclutamiento de sustitutos fuera, al menos en parte, resuelto por la fundación de la International Professional Surrogates Association (IPSA) en Los Ángeles en 1973. El grupo estableció ésto, su propio programa de entrenamiento, código de éticas y servicio de referencia, que daba al terapeuta una fuente a la cual él o ella podrían volver. El tema, sin embargo, todavía permanece polémico entre los terapeutas, con los más humanísticos entre los partidarios más fuertes.
Otro tema que separó a los humanísticos de los demás científicos, al menos por un tiempo, fue el uso de la Sexual Attitude-Reassessment (SAR) trabajos desarrollados por el Foro Sexual Nacional. Esto implicó ver películas sexualmente explícitas que ponían simultáneamente en varias pantallas y representaban cada variedad de la actividad sexual para desensibilizar al supuesto profesional en diversos problemas sexuales. La suposición fue que los terapeutas luego podrían manejar mejor los problemas sexuales de sus clientes y los investigadores podrían hacer sus presentaciones de investigación de un modo positivo.5 En la jerga popular tales demostraciones a menudo se llamaron fuckeramas y como tales fueron criticadas inicialmente por Masters y Johnson. La crítica trajo la modificación, lo que algunos han llamado una intelectualización del proceso y el SAR modificado se convirtió en ampliamente aceptado como un primer paso necesario para convertirse en un sexólogo o terapeuta. A menudo una reunión del SAR se usa por los clientes, aunque aquí permanecen algunas diferencias de opinión entre expertos sobre su efectividad.6
Aunque la diferencia fue puesta en función del humanísticamente orientado terapeuta frente al orientado científicamente, siendo la base el debate fue una inquietud sobre lo que fue considerado respetable y qué clase de imagen profesional debería proyectar el terapeuta sexual y el sexólogo. La investigación y la terapia sexual fueron consideradas por el público en general, así como por muchos de aquellos encargados de la investigación y la terapia, como no lo bastante respetables. Algunos parecieron creer que cuanto más intelectualizado pudiera ser el tema, mejor oportunidad tendrían, no de convertirse en plenamente respetables, sino al menos de tener su investigación aceptada. Kinsey, por ejemplo, trató de evitar cualquier clase de posición defensora sobre el fundamento de que los científicos fueron observadores desapasionados. Incluso rehusó unirse con otros sexólogos por temor a que ellos como un grupo quizás adoptarían posiciones sobre temas que pensó que podrían competir con su imparcialidad científica.
El intento de Kinsey por la separación científica, sin embargo, no lo salvó últimamente de una investigación del congreso. Aunque las materias han mejorado enormemente desde Kinsey, hay todavía una clase de mancha adjunta a aquellos que se ocuparon de la investigación o terapia sexual, a pesar de la respetabilidad creciente del campo. Yo, por ejemplo, he sido investigado por el FBI y calificado de un riesgo de seguridad, en parte debido a mis estudios de sexualidad humana.7 Calderone, según se observa antes, fue llamado un comunista.
Los individuos han fracasado en conseguir la ocupación, porque su investigación dentro de los temas sexuales se ha descartado como no científica. Es más, algunas áreas del comportamiento sexual han sido casi imposibles de investigar. Varios de los eruditos que intentaron investigar las relaciones sexuales entre niños y adultos se encontraron ellos mismos fuera de un trabajo, tenían sus carreras amenazadas y en unos pocos casos, estuvieron en la cárcel. Los abogados, tales como Lawrence Stanley, fueron incluso amenazados con el licenciamiento porque defendieron a individuos supuestamente involucrados en pornografía infantil.
La mayoría de los investigadores y terapeutas sexuales se acostumbraron a las risitas, carcajadas y juicios ya que la naturaleza de su investigación llega a ser conocida en sus colegas, amigos o audiencias mayores. Anteriormente, se ha tomado la determinación de tener éxito en el campo y en el proceso, dos posturas conflictivas acerca de la Sexología que parecían evolucionar. Al final es lo que sólo puede llamarse una actitud misionera: el sexo es bueno y me deja convencerle. En un sentido, esta era la actitud de Hirschfeld, y es muy influyente entre los terapeutas más humanísticos. Otros recalcan la actitud desapasionada y la separación científica: el sexo es un tema importante para investigar y estoy haciéndolo científicamente. Esta era la actitud de Krafft-Ebing y Kinsey, y es la base de los investigadores más científicos.
La mayoría de los investigadores y terapeutas acaban en alguna parte en el medio, incluso aquellos que están rotulados por ellos u otros de estar en los campos científicos o humanistas. Muchas de las personas que acaban en el campo sexual, como muchos hacen en las diversas profesiones de ayuda, es probable que inicialmente fueran atraidos como un modo de averiguar información sobre ellos mismos o sus seres queridos. Sin duda, según se ha indicado, tanto las feministas como los homosexuales han desempeñado una función desproporcionada en el estudio del sexo y los asuntos en materia de género. Aunque esto no hace prevenirles últimamente de llegar a las conclusiones objetivas, plantea un problema que no puede ser ignorado. La SSSS, por ejemplo, afrontó este problema en función de la afiliación de los individuos que provienen de grupos minoritarios sexualmente estigmatizados. Tales individuos quienes pueden ser y a menudo son investigadores en su propio derecho sirven de fin valioso para otros investigadores ya que dan apreciaciones a temas sexuales accesibles sólo al privilegiado y pueden ayudar a los investigadores a ganar acceso a las muestras poblacionales. Obviamente, muchos tienen también una misión. No obstante, la sociedad decidió admitir a tales individuos como miembros regulares. Como otros miembros, podrían presentar resúmenes o artículos a la revisión por expertos para la presentación o publicación eventual.
La inclusión de los miembros de tales grupos minoritarios le ha dado a la SSSS toda la apariencia inusual para una sociedad profesional, algo que todavía incomoda a algunos miembros de la SSSS que desean ser más profesionales, o sea, eliminar a tales individuos. Para otros miembros, sin embargo, es lo que hace a la sociedad valiosa. El tema entonces es algo entre la inclusión y la exclusión. Es un problema enfrentado por cada grupo sexológico y algo que no tiene una respuesta fácil. Incluso si un grupo sexológico adoptó una política excluyente rígida, admitiendo sólo aquellos que están casados y que tienen niños, no hay ninguna garantía de que todos los miembros seguirían un modelo de vida heterosexual aceptable. Es más, una política de tener una variedad de miembros tiene menor probabilidad de aislar los temas potenciales del investigador; en cambio recalca el esfuerzo colaborativo tanto del investigador y del sujeto para comprender el comportamiento sexual.

NOVEDADES DE LA SEXOLOGÍA

Existen lo que quizá se llamen temas o áreas de moda en la Sexología que precisamente existen en otra investigación y áreas clínicas. La terapia sexual tuvo sus años de mayor crecimiento en los años setenta, después de los cuales hubo tanto una disminución como una reorientación. La disminución fue en la clase de terapia promovida por Masters y Johnson que trataron con mujeres anorgásmicas, hombres impotentes y otras disfunciones sexuales que existen entre las parejas. Las soluciones se volvieron más complicadas, quizás porque los problemas más fáciles habían sido resueltos y los problemas persistentes requirieron intervención médica o terapia a largo plazo. Muchos de los individuos que se habían especializado en terapia sexual se volvieron a la terapia más general, aunque ellos incluso la terapia sexual como una de sus especialidades.
El cambio fue también ayudado por la cada vez mayor aversión de las compañías aseguradoras para reembolsar a los terapeutas sexuales individuales. Los grupos de mantenimiento de salud, la tendencia creciente en el cuidado de la salud, tuvo probabilidad de incluir a un terapeuta sexual en su personal, pero las normas para la aceptación en los grupos se convirtieron en las mismas para los otros profesionales. Esto significó generalmente que el terapeuta sexual era un miembro de una de las otras profesiones registradas. En ese entonces, sin embargo, la terapia sexual no era ofrecida sobre una base a largo plazo, sino más bien el terapeuta era alentado a hacer un diagnóstico y a tratar con medicación o como mucho con unas pocas sesiones de orientación. Este énfasis sobre el tratamiento rápido alentó al curandero a que encontrara una categoría de diagnóstico en la cual el cliente podía ser situado.
Esto condujo a dos tendencias algo contradictorias. A menudo los términos tradicionales como frigidez o impotencia estuvieron etiquetados en la nueva y menos valorativa terminología que fue también más profesional, como disfunción anorgásmica y eréctil. Anteriormente, muchos de aquellos que buscaban ayuda tenían lo que se había clasificado como perversiones, patologías, trastornos, o de otra manera desviados, los nuevos clientes se encontraron clasificados como de tener una parafilia. Este término, usado primero por Stekel, fue recogido y popularizado por Money y fue finalmente adoptado por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense en la tercera edición de su Manual de diagnóstico y estadística. Quizás el término es menos valorativo, aunque para llamar algo amor anormal o alterado, incluso si es hecho en griego, todavía implica una postura valorativa para mí. Es, sin embargo, un término que quizá el cliente corriente no comprenda.
Money, de hecho, ha dedicado gran parte de su tiempo en los años recientes a encontrar nuevos términos para los diagnósticos viejos, familiares quizás en el proceso aislando al cliente de otros individuos que comparten muchos de los mismos factores generales, si no exactamente la misma manifestación. Si el término ginemimesis (alguien que se ocupa de la personificación femenina) es aún más exacto que la descripción literal griega es mucho más debatible que la inglesa, pero ciertamente hace más difícil para el lego saber lo que estáa sucediendo. Si la coprofilia (ser manchado con excrementos o ingerirlos) es radicalmente diferente en sus fuentes de origen de la urofilia (ser orinado o ingerir orina), o si un fetichista de cuero difiere de un fetichista de látex está poco claro en las causas base.8 Poniendo muchos de estos términos en griego, sin embargo, parece un esfuerzo para recalcar que la Sexología es una ciencia y que quizás sabemos más de lo que hacemos. Esto nos vuelve nuevamente a la pregunta de cómo los sexólogos deberían verse ellos mismos. ¿Deberían intentar usar la jerga de la ciencia y enfatizar su conocimiento estadístico y anatómico o deberían hablar en los idiomas que entienden sus clientes?
Al mismo tiempo que la crítica de la jerga aparece, hay una contrademanda de que los investigadores sexuales no son lo suficientemente específicos o dejan de distinguir entre lo deleitable y lo perjudicial. Por ejemplo, gran parte de la investigación dentro de los tratos del sadomasoquismo con lo que quizá se llame sadomasoquismo teatral. Es decir, son actividades realizadas por individuos que deciden voluntariamente hacer eso y para los cuales el nivel de dolor es controlado esencialmente por el masoquista9. A menudo se considera más como un comportamiento social que una patología y en el proceso el término ha perdido significado. Weinberg, Williams y Moser han argumentado que no existe tal tipo de personalidad como un sadomasoquista sino que es más una actividad y el foco debería estar más sobre la función que sobre la persona.10
Otros, sin embargo, alegan que hay personas reales en alguna parte, algunas de quienes aparecieron como los guardias en los campos de concentración nazis, quienes son sadistas y quienes gozan infligiendo dolor a otros, particularmente a aquellos incapaces de resistirse. Hay también masoquistas, personas que gozan sufriendo. De hecho, la historia de los mártires cristianos demuestra la existencia de miles de tales individuos. ¿Debería haber una distinción entre el sadomasoquismo teatral dedicado a muchos de quienes hoy se reunen en clubes o grupos S/M y el otro, el tipo más tradicional? ¿Se necesitan nuevos términos? ¿Son estas patologías reales o sencillamente construidas socialmente? Probablemente, los sexólogos necesitan hablar del sadomasoquismo y ser mucho más específicos de lo que hasta ahora han sido.
Como quiera que sean llamados, la existencia creciente de grupos sociales de sadomasoquistas, de cross-dressers y de otros grupos anteriormente estigmatizados recalca las actitudes cambiantes hacia el sexo. En 1976, Robinson proclamó la modernización del sexo, por la cual quería decir un crecimiento en el entusiasmo sexual y una expansión de la variedad del comportamiento sexual legítimo. Sostuvo que ésto era el resultado de la investigación y de las publicaciones de Havelock Ellis, Kinsey, Masters y Johnson. Se preocupó, sin embargo, de que en el proceso de modernización, el romanticismo asociado con el sexo estuvo amenazado, porque la experiencia sexual estaba siendo separada de sus asociaciones emocionales complejas. Temió que los estadounidenses fueran separados de su pasado romántico, librándose alegremente de esa represión y abrazando un futuro desromantizado, en el cual la mayor libertad conduciría a un vacío emocional.11
Robinson fue correcto al argumentar para una conciencia pública creciente de la sexualidad. Las potencialidades de los placeres sexuales han conducido a tales libros como The Joy of Sex de Alex Comforty y su sucesor More Joy12 y a una efusión de libros sobre arte erótico. Sin duda, el público parece tener una necesidad insaciable de hablar de sexo, y tanto los programas de entrevistas de radio como de televisión parecen estar dominados por temas sexuales. Ruth Westheimer se ha convertido en una personalidad pública, llamada por algunos la terapeuta sexual más importante, debido al éxito de su programa de televisión. Pero otros, mejor conocidos por su investigación que por sus personajes de televisión, también han aprovechado el anhelo público para la información sexual. Reinisch, el director del Instituto Kinsey, acudió a su habilidad para escribir una columna nacionalmente sindicada sobre los problemas sexuales y los columnistas de asesoramiento, desde Dear Abby a Arm Landers hasta Joyce Brothers, publicadas en los mismos periódicos dedicando una cantidad considerable de su espacio para la discusión de temas sexuales.
Quizás el mejor indicador de cómo el concepto del sexo como placer ha impregnado la sociedad ha sido la creciente inquietud por las personas sexualmente marginadas: el descapacitado física y mentalmente, el encarcelado y el anciano. El reto para la suposición de que la única finalidad y función de la sexualidad humana es o debería ser la procreación ha conducido a una examinación de la negación de la sexualidad a tales subgrupos. Es recalcado por diversos investigadores que la capacidad para ocuparse de las actividades sexuales tiende a mejorar la autoestima.13 Sólo aquellos individuos más opuestos a cualquier expresión de la sexualidad diferirían con tal afirmación general.
El problema, como es con muchos en el campo sexual, es hasta dónde debería ir la política pública. Si todos aquellos en cargo de institucionalizar individuos tuvieran que hacer algo, debería ser dar a sus residentes oportunidades para la privacidad, sólo quizás objeto de una minoría. La masturbación ha llegado a ser reconocida como una forma importante de la sexualidad, y es comparativamente fácil tener al personal saliendo de puntillas fuera de la habitación cuando ven tales prácticas o incluso cuando ven a un marido y una esposa tener relaciones sexuales. Pero los temas se vuelven más complicados cuando la actividad sexual incluye a dos personas del mismo sexo o individuos que no están casados entre ellos. Todavía, los administradores pueden aceptar esto si están seguros de que sus clientes todavía tienen suficiente capacidad mental de tomar tales decisiones. Pero ¿y si se juzga a los clientes de no tener tales capacidades? La complicación del tema es incluso mayor cuando la discapacidad del cliente incluye la falta de control sobre el intestino y la vejiga o la incapacidad para moverse libremente. ¿Qué clase de ayuda especial debería dar el asistente para colocar o volver a la persona o incluso ayudándole a masturbarse? Muchos individuos son ayudados en sus fantasías masturbatorias si tienen acceso a materiales, películas, libros e ilustraciones sexualmente explícitos. ¿Deberían ocuparse las instituciones o los asistentes de la distribución de la pornografía? ¿Qué ocurre si una persona desea y necesita un compañero sexual pero es incapaz de encontrar uno? ¿Deberían ser contratados sustitutos sexuales?
Inevitablemente, los administradores o los custodiadores a menudo encuentran más fácil no abrir la caja de Pandora de la sexualidad más allá de darles una cantidad módica de privacidad a aquellos individuos bajo su cuidado. No sólo están asustados por cuál pudiera ser la reacción pública si iban más allá sino también reconocer porqué ellos mismos son incapaces de manejar preguntas sexuales. Complicando el tema aún más es la reaparición de las enfermedades de transmisión sexual como un problema serio de la salud pública.

SIDA Y VIH

El mayor reto es el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), que golpeó a los Estados Unidos con una venganza en los años ochenta. Si el incremento en los libros de sexo por placer y una voluntad creciente para tratar los temas sexuales recalca las actitudes públicas cambiantes hacia la sexualidad, la ansiedad y el temor levantado por el SIDA enfatiza el régimen de dificultad que tiene para enfrentarse en cualquier manera positiva con las áreas del problema sexual.14
Cuando los primeros casos de SIDA se notificaron en 1981, los epidemiólogos en los Centros para el Control de la Enfermedad en Atlanta empezaron inmediatamente a rastrear la enfermedad en el momento y en adelante. Luego determinaron que los primeros casos de SIDA en los Estados Unidos probablemente ocurrieron en 1977, aunque esa fecha está continuamente retrocediéndose aún más.15
A principios de 1981, el SIDA se había notificado en quince estados, el Distrito de Columbia y dos países extranjeros, pero el total permaneció bajo, 158 hombres y 1 mujer. Quizás porque tantos de aquellos diagnosticados al tener la enfermedad eran conocidos por ser homosexuales, hubo una renuencia a intervenir también drásticamente. Sin embargo, el peligro potencial del SIDA para difundirse más allá de la comunidad gay estaba claro por 1983, cuando 3.000 casos de SIDA habían sido notificados en adultos de cuarenta y dos estados, el distrito de Columbia y Puerto Rico y la enfermedad se había reconocido en otros veinte países.16
Durante 1983-84, varios síntomas se dieron a conocer como el complejo relacionado con el SIDA (CRS), y estos incluyeron linfadenopatía crónica generalizada (glándulas hinchadas), fatiga extrema, pérdida de peso, fiebre, diarrea crónica, anormalidades leves del sistema inmunitario, niveles reducidos de las plaquetas sanguíneas e infección causada por hongos en la boca. Algunos pacientes con CRS parecían permanecer estables indefinidamente; otros presentaron diversos síntomas asociados con el SIDA. El retrovirus que causa el SIDA se identificó en 1983 en Francia, donde se llamó virus asociado con la linfadenopatía. Y en los Estados Unidos en 1984 donde se nombró el virus T-limfotrópico humano. Con el tiempo ambos países aceptaron el término de virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) propuesto por el Comité Internacional para la Taxonomía de los Virus.17
Los investigadores encontraron que antes de que el VIH pueda reproducirse, debe hacer el ADN de su ARN. Por lo tanto, puede permanecer latente por algún tiempo, hasta que algún factor lo estimule a empezar a reproducirse. Ya que hace copias de sí mismo, el VIH destruye la capacidad de los linfocitos auxiliares T4 del cuerpo que estimulan el sistema inmunitario para combatir las enfermedades. Los individuos son diagnosticados de tener el SIDA cuando desarrollan una de las infecciones ocasionales o enfermedades asociadas con la sarcoma de Kaposi-SIDA, neumonía de Pneumocystis carinii o infecciones de cito-megalovirus -y el test positivo de la prueba para el VIH. Uno de los rompecabezas que afronta a investigadores y médicos del SIDA es que los individuos pueden dar positivo en la infección del SIDA, pero no mostrar todavía síntomas de estas infecciones ocasionales. La exposición al VIH es determinada por un análisis de sangre conocido como un ensayo inmunoenzimático (ELISA), pero el riesgo de transmitir o contraer el SIDA posteriormente no está claro. Ahora son conocidos casos de individuos que han dado positivo para el VIH durante más de diez años pero quienes no se han enfermado todavía con el SIDA.
El número de defunciones por SIDA aumentó rápidamente en los años ochenta, especialmente entre los hombres adultos jóvenes. Por 1986, representó por lo menos el 15 por ciento de las defunciones de hombres adultos en San Francisco y al menos el 4,4 por ciento de tales defunciones en la ciudad de Nueva York. Según esta redacción, es la mayor causa de muerte tanto de hombres como de mujeres jóvenes. Para los investigadores sexuales, el crecimiento y la propagación del SIDA recalca el peligro del gobierno y el descuido de fundaciones de investigación sexual seria. Por ejemplo, una de las principales dificultades al tratar el SIDA, incluso después de haberse diagnosticado la causa de la enfermedad y estuvieron disponibles algunas opciones de tratamiento, fue la falta de información fiable acerca de los hábitos sexuales de los estadounidenses. El mejor estudio fue el que Kinsey hizo en 1947, el cual, según se indica antes, de ninguna manera usó una muestra representativa.
Aunque había habido otros estudios cuantitativos de los hábitos sexuales, ninguno ha igualado la escala de estudios de Kinsey. El estudio de Morton Hunt patrocinado por Playboy18 fue uno de los mejores, pero como diversas encuestas han mostrado, incluyendo dos por Gallup, 19 las respuestas dependen de la manera en que las preguntas están formuladas. Algunas de las encuestas más especializadas, tales como la de J. D. LeMater y P. MacCorquodale sobre sexualidad prematrimonial, 20 son útiles quizás porque se concentraron en el comportamiento sexual específico. Lo mismo es verdad de los estudios de parejas casadas, tales como ese por P W Blumstein y P Schwartz.21
Ha habido un número de encuestas a gran escala llevadas a cabo, por ejemplo, por Redbook22 Cosmopolitan, 23 Psicology Today, 24 y Playboy 25 basadas en las respuestas voluntarias de los lectores. Shere Hite recogió independientemente datos desde una variedad de informadores voluntarios.26 Estos estudios y otros como estos 27 quizá se consideren historias clínicas de voluntarios y como tal quizá den apreciaciones valiosas dentro de las áreas del problema, pero su valor es limitado, a pesar del hecho de que muchos de ellos incluyen a miles de participantes y atraen mucha atención de los medios de comunicación. Generalmente, representan sólo a aquellas personas que ofrecen información acerca de sus vidas sexuales (los voluntarios son generalmente mentes más liberales acerca de asuntos sexuales que los no voluntarios) y el análisis aplicado a tal información es a menudo simplista.
Diamond, un investigador sexual bastante conocido de la Universidad de Hawai, instó a supuestos usuarios de tales datos a ser guiados por tres reglas acerca de los hechos contenidos en ellos. La primera regla es que los lectores necesitan ser conscientes de que los "hechos estén siempre acompañados de actitudes o de emociones". Esto significa sencillamente que los datos recogidos por un grupo fundamentalista religioso puede diferir muy radicalmente de los datos recogidos por uno no religioso o de menos organización doctrinaria. El mismo conjunto de hechos, en diferentes manos, puede ser usado para probar diferentes puntos, y ciertos hechos pueden suprimirse si son considerados inaceptables moral o políticamente. La segunda regla de Diamond es que aunque los "investigadores hablen de las poblaciones y las tendencias", sus datos sean recogidos de los individuos. Las propias experiencias sexuales de los investigadores o de los entrevistadores colorean seriamente su aceptación e interpretación de los datos recogidos. La más importante es la tercera regla: "Uno debe siempre distinguir entre lo que es y lo que podría o debería ser". La cultura, la historia, la ley y la religión poseen una inercia que resiste al cambio y los lectores deberían ser escépticos acerca de los informes de cualquier ruptura dramática con la tradición a menos que haya documentación generalizada del cambio.28
Parte de la dificultad es que los estudios ilustrativos científicamente válidos son muy costosos. Uno de los principales estudios posteriores de Kinsey apoyado por un organismo del gobierno de los Estados Unidos fue, curiosamente, conducido por el Instituto Kinsey mismo. A finales de los años sesenta, el director del National Institute of Mental Health (NIMH), Stanley Yolles, estableció al NIMH Taskforce on Homosexuality, la cual fue presidida por Hooker (ver capítulo 9). Varios estudios fueron autorizados, incluyendo una encuesta nacional no tanto de las experiencias sexuales, sino de los juicios morales de los entrevistados acerca de las actividades sexuales.
El estudio se vió rápidamente plagado de dificultades. Aunque las preguntas fueron construídas con cuidado, y los entrevistadores recibieron entrenamiento especial, la parte del cuestionario que trató las experiencias sexuales de los encuestados fue autoadministrada y no hubo ningún control sobre la validez. La encuesta real, fue llevada a cabo por un contrato con el National Opinion Research Center (NORC), en la Universidad de Chicago. La encuesta resultó ser más costosa de lo previsto y cuando los fondos del NIMH se agotaron, hubo controversia acerca de cómo el NORC iba a pagar. Es más, aquellos investigadores afiliados al Instituto Kinsey mismo se involucraron en graves desacuerdos internos.
El resultado básico que las actitudes morales de los estadounidenses hacia el sexo no habían cambiado en los años sesenta fue un antídoto importante para aquellos que dijeron que había habido un cambio mundial en las actitudes morales. La dificultad, sin embargo, es que las actitudes morales no necesariamente corresponden a la práctica. El estudio, en efecto, no logró distinguir entre lo que es y lo que debería ser. Es más, tales cambios que estaban ocurriendo, tuvieron lugar entre los estudiantes de la escuela secundaria y de la universidad y los adultos jóvenes que no estaban generalmente incluidos en el estudio. Dado que fueron las actitudes de estas personas las que estaban determinando la conducta de las grandes secciones de la población y que se convertirían cada vez más influyentes, el estudio estuvo desorientando. Para complicar el tema aún más, los feudos internos protegieron el estudio de ser publicado hasta 1989, en cuyo momento tenía poco más que valor histórico.29
Con la partida de Yolles del NIMH, la sección dedicada a los estudios sexuales fue cerrada y el gobierno estadounidense intentó nuevamente ignorar la sexualidad. Los editores emprendedores, viendo que los libros sobre sexualidad se vendían a menudo bien, denominaron rápidamente cualquier número de publicaciones como encuestas sexuales. El resultado fue a menudo no solamente encuestas no científicas sino ingenuas tales como el denominado Janus Report, quien ignoró gran parte de la metodología desarrollada para la investigación en la encuesta durante los pasados treinta años.30
Una consecuencia epidémica del SIDA, sin embargo, fue forzar al gobierno de los Estados Unidos una vez más a prestar atención a los temas sexuales. El Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano, enterado del hecho de que el número cada vez mayor de niños estaban naciendo seropositivos, patrocinó un estudio realizado por el Batelle Memorial Institute en el que el comportamiento sexual de los hombres entre veinte y treinta y nueve años de edad en los Estados Unidos; el estudio se centró específicamente en el uso de profilácticos. Los investigadores encontraron que una vez a la semana fue el número medio de veces que un hombre tuvo relaciones sexuales, que el 7,3 fue el número medio de compañeros sexuales por hombre, que más hombres blancos que negros o realizaron sexo oral o lo recibieron, que más blancos que negros tuvieron relaciones sexuales anales y que los negros probablemente utilizaron más el uso de condones que los blancos (principalmente para finalidades anticonceptivas).
El estudio también señaló que para aquellos que tenían one-night stand, los bisexuales y los homosexuales tuvieron mayor probabilidad de usar condones que los hombres casados que tenían relaciones sexuales con sus cónyuges. El principal resultado polémico fue el número comparativamente bajo de hombres que presentaban contactos con el mismo sexo, el 2,3 por ciento durante los cinco años anteriores, una cifra que quizá haya sido influida por la manera en que la encuesta fue tomada.31 Este resultado fue casi inmediatamente contradicho por una encuesta de Louis Harris de 739 hombres, que encontró que el 4.4 por ciento de los hombres encuestados tuvo relaciones sexuales con otro hombre en los últimos cinco años. Sin embargo, los datos de Batelle no estuvieron fuera de línea con lo que encontraron los estudios franceses y británicos contemporáneos, es decir el 1,4 por ciento de los hombres en aquellas muestras nacionales se habían ocupado de las actividades con el mismo sexo en los últimos cinco años.32
Finalmente reconociendo la necesidad de más datos, diversos organismos gubernamentales empezaron a formular planes para una encuesta sexual nacional a comienzos de los años noventa. Un muestreo preliminar fue completado, y un contrato del gobierno se firmó con el National Opinion Research Center en la Universidad de Chicago para realizar el estudio. Quizás porque la publicidad acerca del estudio había sido mayor que aquella para Batelle, hubo pronto controversia y antes de que se pudiera poner en marcha, el Senador Jesse Helms intervino para prevenir la financiación. Esto recalca aún más las connotaciones políticas todavía inherentes en la investigación sexual.
Edward Laumann (quien es ahora el rector de la Universidad de Chicago) dirigió el estudio y propuso recaudar fondos para continuar el estudio. Reunió 1,7 millones de dólares de fundaciones privadas. El estudio está actualmente preparándose para la publicación, y los resultados deberían ser el estudio definitivo para las prácticas sexuales estadounidenses de finales del siglo XX. Esfuerzos similares para estudiar los hábitos sexuales en el Reino Unido fueron vetados por la Primera Ministra Margaret Thatcher, pero la Fundación Wellcome proporcionó dinero para realizar los estudios británicos. Sólo en Francia fue capaz el gobierno mismo de finalizar los estudios. En resumen, a pesar de toda la conversación acerca de la sexualidad y la importancia de la investigación sexual, los organismos gubernamentales, temerosos de la hostil reacción pública, todavía se ven obligados a moverse con suma atención y cuidado en este área.
Indudablemente, fue la realización de la sensibilidad del gobierno en esta área que muchos grupos interesados por la investigación del SIDA sintieron la necesidad de organizar grupos de presión política. De hecho, enfatizaron lo importante que es si el SIDA no hiciera nada más por la investigación sexual. Para hacer cualquier clase de planificación epidemiológica de largo alcance, es importante saber no sólo qué porcentaje de la población es homosexual, bisexual y heterosexual sino cuántas parejas sexuales diferentes tienen en el lapso de sus vidas o en cualquier año. Esto tiene que ser medido por la edad de los grupos, y este medio es importante para determinar la edad en la cual la actividad sexual empieza, el número de actos sexuales realizados y la edad de las parejas. Desde que los modelos del comportamiento sexual son influidos por los niveles educacionales, la clase social y económica, los sistemas de creencias y cualquier número de variables, las encuestas sexuales tienen que ser más completas que simplemente contar el número de contactos sexuales.
Los datos preliminares de la muestra de la Universidad de Chicago indican que cerca del 4,5 por ciento de la población ha tenido un contacto con el mismo sexo por lo menos una vez en su vida, pero si un contacto es indicativo de una vida de actividad homosexual es dudoso y los datos sobre esto no han salido todavía a la luz. El número promedio de compañeros sexuales tanto para los homosexuales como para los heterosexuales parece estar rondando entre 6 y 7, pero la falta de deterioro por la edad de los grupos hace actualmente algunos de estos datos sin sentido.
No sólo el gobierno fue lento al reaccionar a la crisis del SIDA sino también fueron algunos de los grupos organizados de profesionales sexuales. Las voces dominantes en la AASECT, por ejemplo, respondieron al SIDA al recalcar la abstinencia. La SSSS fue mucho más activa y algunos de sus miembros pronto se ocuparon de la investigación relacionada con el SIDA. Los gays y las lesbianas en la SSSS fueron activos al fomentar los cambios en las prácticas sexuales entre hombres gays, incluyendo el reducir el número de compañeros sexuales, usando condones y reduciendo tales prácticas potencialmente peligrosas como el sexo con el puño (insertando su puño dentro del ano de una pareja). SIECUS por su parte también recalcó la necesidad de la educación pública acerca de los peligros del SIDA y la necesidad de alcanzar a adolescentes y preadolescentes.
Las campañas educacionales acerca de la necesidad de sexo sin riesgo, al menos entre gays, resultaron ser mucho más eficaces que cualquier campaña de abstinencia. Una manera de medir la eficacia, sin una encuesta masiva, es examinando otras enfermedades de transmisión sexual durante el mismo periodo. La disminución de la gonorrea entre hombres que ha tenido lugar desde la campaña del sexo sin riesgo orientada al SIDA empezó a ser considera como el resultado de la adopción de prácticas sexuales sin riesgo por los homosexuales. En 1983, F. N. Judson informó sobre una disminución de la gonorrea entre los hombres homosexuales, y ningún cambio entre hombres y mujeres heterosexuales, recalcando que la respuesta homosexual fue casi inmediata.33

OTRAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

El SIDA, sin embargo, es sólo una de las enfermedades de transmisión sexual (ETS), y otras diferentes son epidémicas. Considerada como particularmente peligrosa es la clamidia, la cual ahora se clasifica como la enfermedad número uno en los recintos universitarios y en las clínicas de planificación familiar. Es potencialmente peligrosa porque uno de sus efectos es la infertilidad. Es fácil de diagnosticar y tratar cuando la persona viene para el tratamiento, pero el tema con esta enfermedad y con otras ETS es la falta de programas de prevención. No ha habido ningún esfuerzo a largo plazo por ningún organismo del gobierno, al menos a mi conocimiento, para desarrollar vacunas contra cualquier enfermedad de transmisión sexual excepto el SIDA. Los diversos organismos del gobierno actúan como si estuvieran a mediados del siglo XIX, cuando no fue permisible hablar sobre sexo.
Alguna de esta desgana ha sido quizás el resultado de complacencia hacia las ETS que resultó de la alta tasa de curación a mediados de siglo con el uso de antibióticos y sulfonamidas, aunque esto no puede explicar del todo la vacilación para desarrollar tales vacunas. La penicilina, como se mostró anteriormente, fue mostrada para la efectividad en curar la sífilis, y tanto las sulfonamidas como la penicilina resultaron eficaces contra la gonorrea. Por 1957, el nuevo milagro de los medicamentos fomentó el número de casos primarios y secundarios de sífilis hasta un bajo nunca visto del 3,9 por 100.000 y los casos de gonorrea habían bajado a 127,4 por 100.000. Las secuelas de la sífilis primaria habían desaparecido en gran parte o se redujeron drásticamente y los ingresos a los hospitales psiquiátricos estatales por sífilis terciaria descendieron extraordinariamente.34
Esta caída no duró por mucho tiempo, como las nuevas cepas resistentes desarrolladas de la sífilis, y el número de casos empezó a subir después de 1980. Los casos de gonorrea empezaron a aumentar después de 1960, y las que se habían considerado como las ETS comparativamente menores, tales como el herpes y las verrugas venéreas, se volvieron muy generalizas. La clamidia, la cual incluso no se había diagnosticado en 1940, alcanzó proporciones epidémicas en los años ochenta. Las verrugas venéreas son conocidas por causar el cáncer de cuello uterino. Esto significa que el pronóstico de buena salud para mujeres con una vida sexual activa se ha deteriorado radicalmente en los últimos veinte años, incluso más que para los hombres (el SIDA se excluye de esta afirmación), todavía el gobierno no ha hecho casi nada a modo de campañas educacionales concernientes a medidas preventivas. Algunas de las enfermedades podrían tratarse potencialmente por medio de vacunas, pero se ha dedicado poco dinero para obtener tales vacunas. Muchas pueden ser también hechas por campañas preventivas masivas orientadas a la salud pública pero el gobierno ha estado poco dispuesto a patrocinar tales esfuerzos. El resultado ha sido desastroso y una salud pública de pesadilla. Por lo tanto, a pesar de los nuevos descubrimientos acerca de la sexualidad y la evidencia de interés público por el sexo, la acción eficaz al tratar con problemas sexuales permanece sujeto a todas las clases de presión política, una presión tan intensa que es más fácil para el burócrata y el político no hacer nada que verse involucrados en la controversia.
Indudablemente, la dificultad es que la investigación dentro de la enfermedad de transmisión sexual es vista como la investigación sexual y excepto por el periodo cuando la Fundación Rockefeller estuvo patrocinándola y el reinado breve de Yolles, la investigación sexual no ha estado nunca muy bien financiada -hasta que la epidemia del SIDA forzó un replanteamiento. Es verdad que el financiamiento estaba disponible para áreas de lo que quizá se llamen las enfermedades sociales asociadas con la homosexualidad o el lesbianismo -por ejemplo, el lesbianismo y el alcoholismo; la homosexualidad y el uso de servicios sociales; y en los años ochenta, casi nada preocupó al sistema de Justicia criminal, incluyendo el abuso infantil- pero esto todavía significa que los temas básicos fueron ignorados.
Algunos tipos de sexólogos recibieron dinero de organismos de donación disciplinarios específicos para estudios orientados al sexo. Money, por ejemplo, tuvo su investigación apoyada para la mayoría de su carrera por dinero subvencionado, porque pudo relacionar su investigación sexual con otros proyectos en que los organismos estaban interesados. La falta de financiamiento, sin embargo, ha servido como un impedimento eficaz para investigar en la sexualidad humana por los equipos de investigación dependientes del dinero subvencionado -el método estándar de hacer la investigación en la ciencia. Esto ha dejado el campo a individuos que ya están bien establecidos, quienes pueden conseguir dinero para otros proyectos y hacen contrabando sobre investigación sexual, quienes tienen acceso a una fundación privada o quienes pueden apoyar su propia investigación. El individuo dispuesto a hacer esto tiene que estar sumamente motivado. Tal política sin duda ha prevenido el establecimiento de la investigación graduada que es tan común en la mayoría de las disciplinas académicas.
Quizás una historia personal sería pertinente aquí. A finales de 1966, el NIMH estuvo bajo la dirección de Yolles, y fui invitado a solicitar una subvención del NIMH para estudiar la homosexualidad. No pude hacerlo, porque fui al extranjero y ya se había otorgado una subvención para otro proyecto que debió empezar a mi retorno en los Estados Unidos. Me dijeron, sin embargo, que acudiera tan pronto como pudiese, porque mi clase de habilidad estaba muy solicitada. Por 1969, cuando pude acudir al NIMH, habían desaparecido los fondos en el organismo. El organismo emitió un informe sobre la homosexualidad unos pocos años después, pero fue muy breve.
Afortunadamente, la Fundación Educativa Erickson establecida por Reed Erickson llegó a rescatarme y me permitió continuar la investigación durante los seis años siguientes. Erickson también había apoyado a Money y a varios investigadores diferentes. La fundación, sin embargo, era pequeña y las exigencias sobre los recursos fueron grandes. A mediados de los años setenta, Erickson empezó a reorientar la financiación, aunque a aquellos que tenían subvenciones se les permitió finalizarlas. Ninguna otra fundación privada intervino para financiar los estudios sexualmente orientados. Fue posible, por un tiempo, conseguir dinero de la Fundación Nacional para Humanidades para la investigación orientada en el sexo -mientras no fue demasiado polémica. Gran parte de estos fondos se separaron en los últimos años de la administración Reagan y durante la presidencia de Bush.
La situación no es completamente desesperanzadora, como demostró el éxito de la Universidad de Chicago al conseguir los fondos para llevar a cabo su encuesta sexual, pero según esta redacción, ninguna fundación enumera específicamente el sexo como una de las áreas que tiene probabilidad de fondos y ningún organismo del gobierno lo hace. A veces, sin embargo, es posible conceder una subvención para que pueda financiarse bajo la rúbrica de las feministas, des las mujeres o los estudios de justicia criminal, todas fuentes más probables de financiación.

SEXOLOGÍA Y CIENCIA

Esta discusión recalca las dificultades bajo las cuales se ha realizado la investigación sexual. Se ha llevado a cabo, sin embargo, una investigación seria. La pregunta es, si la investigación sexual puede llamarse ciencia. La respuesta es sí, pero con requisitos. La imagen popular del científico es la de un observador desapasionado, cautelosamete llevando a cabo experimentos, continuamente comprobando datos, y luego cuidadosamente publicando las conclusiones en una revista acreditada. Esto es todo ideal, y ocasionalmente sucede de esa manera. La imagen ignora el hecho de que el científico o el investigador es una criatura de carne y hueso y que es un hecho básico de la existencia humana como seres sociales que los individuos encuentran extraordinariamente difícil dar un paso fuera de sus propias convicciones y actuar como observadores separados. Esto fue particularmente cierto en los comienzos de la historia de la investigación sexual, desde que los investigadores tuvieron que afirmar la idea de que la actividad sexual en sí fue pecaminosa y así estaba investigándose.
Quizás esto es porque, como los desafíos al modelo religioso fueron hechos por científicos emergentes en el siglo XVII y XVIII, aquellos que investigan el sexo tendieron a dar una aprobación científica a los peligros del sexo desenfrenado, como hizo Tissot. Esto fue lo que la Iglesia cristiana enseñó, y aunque los investigadores como Tissot creían que estaban poniendo el sexo dentro de una perspectiva científica, sus suposiciones cristianas básicas sencillamente permanecieron sin examinar.
La combinación del sexo, valores religiosos y ciencia de observación, usada por Tissot para justificar el status quo, ha llevado a algunos a argumentar que la ciencia misma era sencillamente un arma del establecimiento ejercido para mantener el control de la conducta humana. Hay sin duda algún mérito en tales argumentos, pero también representan un criterio más bien de la ciencia del siglo XIX. Este criterio fue mejor ejemplificado por el filósofo francés Auguste Comte (1798-1857), el fundador de la Sociología, quien proclamó que la ciencia reemplazaría el conocimiento teológico y metafísico y además, proporcionaría el conocimiento acerca de cómo construir una sociedad mucho mejor.
Los postmodernistas han llevado a cabo una escala íntegra sobre este criterio. Uno de los líderes del ataque en el campo sexual fue el filósofo e historiador francés Foucault (ver capítulo 9). Foucault sostuvo que el siglo XVIII vio un crecimiento de los cuerpos administrativos diseñados para administrar las actividades de la vida, o para emplear su palabra, el estado ejerció el control creciente del bio poder. Según Foucault, el control de la sexualidad era la clave del control y de la regulación de las personas, los "medios de acceso a la vida del cuerpo y a la de las especies".35 Aunque Foucault y sus discípulos ignoran el hecho de que el gobierno, mucho tiempo antes de que el siglo XVIII hubiera sido un organismo de regulación sexual, es cierto que asumió un papel más dominante como la influencia de la Iglesia declinada. Esto no significa que el gobierno dependió de la ciencia para sus decisiones, sólo que seleccionó de los datos científicos los que deseaba usar. El gobierno hizo así para darle una base para la intervención, en particular en aquellas áreas que la Iglesia anteriormente había considerado como pecado.36 Seguro que a través de su uso selectivo de la ciencia tenían una nueva y más verificable forma de la verdad que la doctrina religiosa, los funcionarios estatales extendieron rápidamente su control, prisioneros de las suposiciones sin examinar de su propio tiempo.
Hay, sin embargo, una manera diferente de interpretar los datos de la de los postmodernistas, en la que todo parece estar en relación con el punto de vista del observador. Las presuposiciones desempeñan una función importante en la ciencia, pero es imposible tener un "criterio científico de ninguna parte". Decir que la perspectiva no está afectada por ninguna suposición y que es el único criterio correcto del mundo es interpretar a Dios, o hacer lo que Donna Haraway denomina el "truco de Dios" y ningún científico debería hacer ésto.37 Es más, la ciencia no trabaja de esta manera. Lo que es importante en la ciencia es que las presuposiciones o las teorías cambian en respuesta a los datos aunque tales cambios no son fáciles. De hecho, hay una tendencia general a concordar con las mismas viejas suposiciones, equipando nuevos datos dentro de estas suposiciones hasta que se vuelven tan modificadas y complicadas que una nueva explicación parece más válida. Por lo tanto, la ciencia no montó un ataque total hecho y derecho contra las suposiciones de la Iglesia acerca de los peligros de la sexualidad sino que aceptó tales suposiciones sin examinarlas ya que no tenían ningún motivo para desafiarlas.
La ilustración clásica (muy alejada del campo de la Sexología) de la aceptación del seguimiento de las suposiciones y de la dificultad de producir el cambio es el movimiento desde la teoría de un universo geocéntrico hacia uno heliocéntrico. El largo predominio de la teoría geocéntrica demuestra apenas la fuerte influencia que tienen a menudo las presuposiciones sobre nosotros y lo importante que es reconocerlas. Aunque los griegos jugaron brevemente con la idea de que el sol realmente era quizás el centro del universo, fue el criterio geocéntrico adoptado por Aristóteles el que dominó el pensamiento occidental. El tema no era un asunto sencillamente de observación, porque las observaciones no fueron lo suficientemente exactas para probar un criterio más válido que el otro, pero fueron las suposiciones y las explicaciones unidas con el criterio geocéntrico que le dieron predominio. Una flecha o un objeto tirado al aire cae al suelo porque la tierra, una cosa material, estaba en el centro y cada cosa material quería volver al hogar. La rosa de fuego ya que apuntaba hacia la esfera de fuego, la cual estaba encima de la tierra, el agua y el aire. Aparentemente, cada acontecimiento podría incorporarse en tal teoría.
En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino fue más lejos que Aristóteles y vinculó la teoría geocéntrica a la teología cristiana y puso la primera piedra de la fe cristiana. En la época de Aquino, los desarrollos de observaciones de ímpetu físico y astronómico y otras clases de datos forzaron una teoría geocéntrica cada vez más complicada mucho más allá del universo sencillo que había concebido Aristóteles. Copérnico, en el siglo XVI, intrigó por medio de su descubrimiento que los griegos habían jugado por un tiempo con la idea de un universo heliocéntrico, maravillados de cómo podrían haber hecho así y su tratado sobre la posibilidad se publicó póstumamente en 1543. Esta nueva teoría, usando gran parte de los mismos datos como la teoría geocéntrica, continuó circulando, incluso aunque fue rechazada por los científicos de la época. Las observaciones y los experimentos crecientes, sin embargo, obligaron a las esferas y a las contraesferas cada vez más complejas del movimiento a ser asumidas, y la teoría geocéntrica constantemente se volvió más elaborada.
No obstante, para echar abajo la teoría geocéntrica, tomó un instrumento nuevo de observación, el telescopio, para mostrar que había muchos acontecimientos en el universo que no podían ser explicados desde el punto de vista geocéntrico, por ejemplo la existencia de las lunas de Júpiter y las fases de Venus. Galileo, quien hizo primero estas observaciones, dijo que la tierra giraba alrededor del sol en lugar de que el sol giraba alrededor de la tierra. Se vio obligado a retractarse de sus teorías debido a la Inquisición. Finalmente, sin embargo, los datos para suponer una teoría heliocéntrica se volvieron más fuertes, y cuando Isaac Newton desarrolló su teoría de la gravedad para explicar de una nueva manera por qué los objetos caen a la tierra, la teoría heliocéntrica vino a ser aceptada como la más satisfactoria.
Dado que el Vaticano había canonizado a Aquino y basado una teología sobre la teoría geocéntrica, los católicos quienes adoptaron la nueva teoría tuvieron dificultades con su Iglesia hasta casi a finales del siglo XX. Con el tiempo, desde luego, se demostró que el sol formaba parte de la Galaxia Via Láctea, y aunque quizá sea el centro de nuestro sistema solar, no es ahora considerada una estrella particularmente importante en función de todo el universo.38
El historiador y filósofo de ciencia Thomas Kuhn explicó que mientras el desarrollo de la ciencia ha sido incrementado, ha habido también cambios periódicos en las apreciaciones, los cuales son necesarios para establecer un nuevo paradigma. Estos cambios resultan cuando los datos, sin importar cómo se interpretaron o se introdujeron al paradigma existente, se convirtieron cada vez más incapaces de explicar diversas anomalías y esto con el tiempo conduce a una nueva clase de compromiso o un cambio en el paradigma para una nueva teoría.39 La nueva teoría, sin embargo, no desperdicia los datos viejos que han sido empíricamente comprobados, sino que más bien son usados para comprobar la nueva teoría. Es esta disposición de la ciencia para seguir con el tiempo donde los datos conducen a lo que es la clave del crecimiento científico. Aunque este criterio de la ciencia ha sido usado por muchos postmodernistas para denigrar las verdades científicas y para alegar que todo está en relación con la dirección de la cual los datos son aproximados, esto no fue la manera en que Kuhn preveyó, ni es tampoco mi criterio.
Sin embargo, como Karl Popper señaló en los años cincuenta y sesenta, no es posible de una manera concluyente verificar los sucesos por medio de la experiencia sensorial. Esto llevó a Popper a introducir la idea de la ciencia como el conocimiento vulnerable -conocimiento que carecía en la certidumbre absoluta. La ciencia debe, por consiguiente, basarse sobre el principio de falsificación en lugar de verificación. Es decir, los científicos deberían someter cualquier conjetura a las pruebas empíricas más severas imaginables, con la esperanza de que si la teoría era falsa, las pruebas lo revelarían. Las teorías por lo tanto probadas, deberían sostenerse hasta confrontarse por medio de una hipótesis, esta misma críticamente probada, que da la evidencia de una violación repetible.40
En resumen, la ciencia es un método de comprobación, el mejor que tenemos de hecho, pero no podemos estar absolutamente seguros de que lo que creemos hoy no se desafiará mañana. En cambio, la ciencia nos da una manera de lograr lo que quizá se llame "conocimiento objetivo", porque no es un producto individual sino más bien el producto de una comunidad de científicos que negocian unos con otros. Los resultados de la recolección de datos y las observaciones son publicados y juzgados por sus compañeros, y esto significa que la objetividad en la ciencia son aquellos criterios que parecen estar de acuerdo con la comunidad científica en cualquier punto en el tiempo, pero estos criterios pueden cambiar con nuevos datos o nuevas suposiciones.
Esta discusión, sin embargo, ha examinado las ideas de los historiadores de la ciencia en la segunda mitad del siglo XX. Estas no eran las ideas de aquellos que escribieron sobre temas en sexualidad en el siglo XIX o principios del XX. Una de las dificultades es que incluso el mejor de los primeros investigadores creyó que sus observaciones fueron de valor libre y eran criterios imparciales, objetivos y estaban dispuestos a aceptar que la política pública se hiciese sobre la base de sus resultados. El tema fue más complicado por el hecho de que gran parte de la investigación sexual del siglo XIX no fue llevada a cabo por científicos desapasionados sino por los que estuvieron o interesados en el refuerzo del status quo o por aquellos que se consideraron ellos mismos como reformadores. En cualquiera de los casos, fueron rápidos en establecer nuevas teorías para apoyar sus posturas de acuerdo con la ciencia de Comtean.
Mirando atrás en ese periodo, encontramos que los postmodernistas tienen un punto válido al recalcar que muchos de aquellos involucrados en la investigación sexual construyeron nuevas bases teóricas o, en términos sociológicos, construcciones sociales de cómo la sociedad debería ser, estar basada sobre su creencia de que la ciencia probó su punto de vista. Algunos de estos creadores del sistema probaron cada trozo tan dogmático como sus antecesores teológicos habían sido. Estuvieron, sin embargo, considerando los datos de los prismas del pasado, poco dispuestos a permitir aparecer una nueva luz.
El desarrollo de una ciencia sexual ha planteado problemas únicos a la cultura occidental tradicional en función de qué clase de límites la sociedad debería poner sobre el comportamiento sexual. Ha desafiado las suposiciones occidentales tradicionales, por ejemplo que la actividad sexual es una causa principal de enfermedad o la causa de la actividad criminal. Ha puesto tanta duda sobre la idea de que el sexo es pecaminoso que los teólogos han empezado a reexaminar las suposiciones religiosas tradicionales. La vía principal del pensamiento religioso actual acepta el sexo como un componente natural del ser humano, el cual en sí es una revolución.

LA SEXOLOGÍA Y LA LEY

Aunque muchas leyes estadounidenses permanecen en el lugar en que fueron fundadas sobre las suposiciones que han sido retadas por los investigadores sexuales, la ley misma está cambiando. Desde la perspectiva de un historiador, ha habido cambios radicales en las actitudes oficiales, y como se recalcó antes, no sólo tener relaciones sexuales empieza a reconocerse como placentero sino que ahora se acepta que el placer sexual es independiente de la procreación y que el placer sexual puede tomar muchas formas. Ya que estas nuevas ideas han sido incorporadas en el viejo paradigma, muchas personas tienen ideas contradictorias y están tratando de alguna forma de retener lo tradicional mientras que aceptan lo nuevo. Las iglesias y las sinagogas han estado muy concurridas reinterpretando lo que sus actitudes deberían ser mientras tratan de mantenerlas dentro de sus tradiciones religiosas. Otros han insistido que no es un asunto para la discusión o el debate, aunque incluso la mayoría de las iglesias conservadoras en este sentido han cambiado a pesar de ellas mismas o al menos sus miembros. Sin duda, sólo una minoría continúa creyendo los criterios del siglo XIX acerca de los peligros de la masturbación o que la menstruación es una reacción nerviosa.
No es tanto lo que los nuevos resultados demuestran o no, sin embargo, sino cómo estos son interpretados por aquellos en el poder ya que el sexo permanece un tema político. La continuación de las creencias anticuadas se demuestra en la lucha sobre admitir a los homosexuales dentro de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Aunque los conservadores quienes temen la homosexualidad se opusieron a esta política porque no desean difundir la homosexualidad reconociéndola aparentemente como una forma de atracción sexual, al eximir a los homosexuales del servicio militar (como los Estados Unidos trataron de hacer durante la Guerra de Vietnam), ellos en efecto lo hicieron política oficial que sólo los heterosexuales morirían en cualquier guerra. En cuanto al hecho, la exclusión de los homosexuales es casi exclusivamente una postura política por los conservadores, tanto dentro como fuera del servicio, porque el militar siempre ha admitido a los homosexuales, mientras no proclamaron que fueron o no fueron demasiado obvios. De hecho, una de las razones para el crecimiento de las organizaciones homosexuales en América después de la Segunda Guerra Mundial fue que la inducción de millones de hombres en el servicio militar había permitido a los homosexuales una oportunidad de reunirse y contactar con otros y darse cuenta de que no estaban solos en sus sentimientos.
Los resultados sexuales parecen apuntar hacia un paradigma diferente acerca de las creencias sexuales de las que habían existido anteriormente; todavía no está claro qué uso debería hacerse de los resultados de la investigación. Una vez que el sexo es aceptado como una experiencia placentera, y sin duda ha sido en gran parte del mundo occidental, parecería muy difícil limitarlo a los confines del matrimonio o incluso a la heterosexualidad, ya que la misma creencia de que el sexo puede ser placentero conduce a la conclusión de que el placer se encuentra en caminos diferentes por diferentes individuos como un resultado de los factores biológicos, culturales, psicológicos y sociales.
Es probablemente por este motivo que el conservador autoidentificado, los grupos orientados a la familia proclaman su oposición a la investigación sexual. Ellos no se dan cuenta de que la investigación o los datos científicos pueden señalar la dirección pero, al final, la política pública es una decisión política. Por ejemplo, gran parte del público estadounidense parece estar de acuerdo en que cualquier clase de consentimiento sexual podría ser tolerado, pero poniendo dentro la palabra consentimiento inmediatamente fija límites sobre lo que puede o no puede tener lugar ya que algunas personas en función de la edad o del desarrollo mental realmente no pueden consentir. Los investigadores sexuales pueden hacer sus conclusiones públicas pero aquellos que definen los miembros de los grupos no consentidos han ignorado hasta ahora lo que los investigadores han encontrado. La mayoría de los estados usan una sencilla definición de edad, pero ¿es este el mejor camino? Es evidente que los adolescentes están teniendo relaciones sexuales incluso aunque en muchos estados no sean lo bastante mayores para conducir un automóvil o poder comprar cigarrillos o alcohol.
Lamentablemente, todavía conocemos poco acerca de la sexualidad en niños y adolescentes, y las leyes ahora sobre los libros impiden a todos hacer cualquier clase de investigación seria. Más datos están ahora disponibles acerca de la actividad sexual que no involucra a otra persona, tales como dedicarse a la masturbación, leer libros eróticos, ver películas eróticas y hacer cross-dressing en privado. La mayoría de la investigación indica que tales actividades no son nocivas pero son generalizadas; la mayoría de los investigadores sexuales tienden a incitar que las leyes diseñadas para prohibir tales actividades se eliminen. No es lo que los investigadores encuentran, sin embargo, lo que gobierna la política pública, ni tampoco debiera.
Es más, no toda actividad sexual que es placentera para un individuo dado puede hacerse sin una audiencia. El voyeur o el exhibicionista, por ejemplo, necesitan a otros quienes son participantes poco complacientes. Aunque la investigación quizás encuentre tal actividad comparativamente inocua, el acto de voyeurismo es una invasión de la privacidad de los otros, la cual para muchos en el campo sexual es más importante que el deseo del individuo por exhibirse él o ella mismo. La sociedad estadounidense, en particular y la sociedad occidental, en general, han estado cada vez más dispuestas a tolerar a los voyeurs quienes pagan para ver los shows sexuales; quizás podemos acusar ahora a los exhibicionistas de ponerse en un show. En un sentido, pagamos a los exhibicionistas cuando pagamos para ver a artistas hacer un striptease o a modelos desnudos. El concepto apenas necesita extenderse. Tales decisiones nuevamente, sin embargo, son decisiones políticas, ya que los derechos conflictivos se incluyen y la decisión máxima no es una que los investigadores sexuales puedan hacer.
Del mismo modo, la prostitución incluye generalmente la unión voluntaria y el intercambio de dinero o servicios. La investigación sexual indica que esta podría ser una decisión que permita a los individuos involucrarse, pero el problema es que es a menudo una actividad pública. La investigación ha indicado que zonificando ciertas áreas como áreas sexuales tiende a aumentar el crimen y que los vecindarios que se convierten involuntariamente en el centro de la prostitución sufren. Quizás, la respuesta aquí es la solicitación más discreta, la exclusión de tales actividades de las áreas residenciales e incluso la publicidad abierta. La mayoría de la investigación sexual argumenta contra la concesión de licencias de prostitutas, ya que esto es estigmatizante para un grupo de mujeres que generalmente están sólo temporalmente en el negocio. Esto, sin embargo, no debería impedir a las autoridades la consideración de ciertas actividades sexuales como negocios empresariales, desde las salas de masaje a los shows peep hasta las tiendas que se especializan en los suministros y materiales sexualmente relacionados, incluyendo la pornografía.
La investigación sexual puede ayudar sin duda a aliviar los temores acerca de lo desconocido, pero cómo las actividades sexuales deberían ser reguladas permanece todavía una cuestión política, para la cual no existe una respuesta concreta. Esto, sin embargo, es cierto de la investigación científica sobre muchos otros temas que enfrentan a la sociedad. Los científicos ambientales pueden indicar los problemas, pero las soluciones son políticas. Incluso los asuntos de defensa militar como el denominado plan de defensa de Star Wars no son tanto asuntos de verdad científica como decisiones políticas. Esto es sencillamente lo que sucede cuando el gobierno se involucra. La información y los datos están disponibles, pero los gobiernos tienden a seleccionar lo que les conviene en un momento específico.
Es más, los datos sobre sexo no siempre concuerdan. De hecho, el problema real con la Sexología hoy en día, como ya se ha recalcado, no es sólo enfrentar el estigma asociado con el campo en el pasado, sino la demanda pública siempre creciente por información sobre los asuntos sexuales. Casi nadie puede escribir un libro de sexo que al menos una persona comprará y creerá, incluso si no tiene ningún respaldo científico en absoluto. Los cuadros restantes están llenos de libros que ofrecen nuevos remedios para la inadecuación sexual; que tratan la información sexual secreta; que revelan las curaciones de un terapeuta sexual; y que aspiran hacia lo heterosexual, homosexual y muchas otras clases de subgrupos sexuales. Muchos, si no la mayoría de estos libros, no tienen el valor que deberían de tener, pero el sexo, especialmente los libros de asesoramiento, parecen vender. El problema no está determinando lo bueno de lo mediocre sino determinando cuáles tienen información válida y cuáles son sencillamente de pensamiento superficial o ilusorio. Lamentablemente, la Sexología todavía no ha encontrado una manera de centrarse sobre los mejores libros y señalar las falacias de los peores. Muchos libros de sexo en el mercado hoy tratan con satanismo y sexo u otros temas tales que los investigadores sexuales hace tiempo demostraron que tuvieron poco apoyo objetivo. Sin embargo, se venden.

RESUMEN

Esto conduce a la pregunta final de si la Sexología es una ciencia. Tiene sin duda una materia del tema digno de investigación científica y tiene una fuerte base de datos de información, gran parte de ellos se probaron a través de métodos científicos tradicionales. Dado que difiere de muchas ciencias tradicionales como un resultado de su naturaleza interdisciplinaria y las influencias de diversos factores biológicos, sociales, psicológicos, culturales e históricos en ello, la Sexología exige más de sus investigadores. Carece de financiamiento y de apoyo institucional, pero constituye un núcleo duro de investigadores dedicados que determinan superar estos obstáculos. No todos los aspectos de la investigación sexual, sin embargo, están en el mismo nivel, y esto significa que está todavía en su camino a convertirse en ciencia y no es todavía una disciplina total. Sin duda, su ala biológica satisface todos los criterios para una ciencia, mientras la parte social y de comportamiento apenas está empezando a desarrollarse. Pero son tan poco científicas como la investigación en otras áreas de estas disciplinas.
La próxima década probablemente será crucial en lo que suceda a la Sexología: ¿se esforzará por continuar siendo un cometido interdisciplinario o se dividirá sencillamente en fragmentos profesionales específicos, yendo cada uno por su propio camino? A pesar de la falta de organización y a pesar de la falta de financiamiento, los investigadores sexuales se han unido a lo largo de gran parte del siglo XX, y estos vínculos se fortalecieron en los años sesenta como las sociedades científicas y profesionales con un foco de sexología surgido nuevamente. Quizás lo que unió a estos investigadores fue el estigma adjunto a la investigación; fueron a las reuniones de la SSSS o a las asambleas internacionales para conseguir el apoyo moral a lo que estaban haciendo. Si esto fue el caso en el pasado, no está claro si será así en el futuro. Es más, en esta era de especialización, la investigación sexual también está volviéndose más especializada. Los subgrupos están apareciendo así como las revistas más especializadas. Hay todavía un esfuerzo por cruzar las líneas disciplinarias y profesionales, pero se vuelven cada vez más difíciles a medida que crece la literatura y el número de profesionales implicados aumenta. En resumen, a medida que la Sexología se vuelve más científica y exige probar sus resultados de investigación, se encuentra ella misma cambiando. Quizás esto es el precio de convertirse en una ciencia. El grupo de investigadores una vez sitiado logró respetabilidad y éxito, y en el proceso, encontraron que su especialidad misma había madurado y cambiado.
En conclusión, debería recalcarse que la Sexología, como la mayoría de las otras áreas de la investigación humana, ha dependido de responder a las preguntas que se han hecho y estas varían en parte con las necesidades sociales y las exigencias en cualquier época dada. Este libro toca sólo la superficie de la investigación de los veinte últimos años, y muchos nombres y estudios simplemente no podían estar incluidos debido a las limitaciones de espacio. Por fracasar al mencionarlos y sus estudios significativos, pido disculpas a mis colegas y les insto a que continuen su investigación. Hay todavía muchas cosas que necesitamos saber y mucho más que nos gustaría conocer, si se pudiese encontrar suficiente dinero, tiempo y profesionales. La Sexología como una ciencia ha efectuado importantes contribuciones a la sociedad, pero como últimamente usamos nuestro reciente conocimiento de sexualidad, permanece una decisión social. Espero que los libros como este ayudarán a proporcionar los antecedentes para tomar esas decisiones y ayudar a la sociedad a que se de cuenta de que la Sexología ha efectuado contribuciones reales para el bienestar de la humanidad.





Notas

INTRODUCCIÓN

1. Para una discusión extensa de esto, ver a Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago Press, 1976).

2. Paul Robinson, The Modernization of Sex (Nueva York: Harper & Row, 1970).

3. Edward M. Brecher, The Sex Researchers (Boston: Little, Brown, 1969).

4. Es importante recalcar que los criterios de Darwin sobre el sexo cambiaron el curso de su investigación. Ver Richard F. Michod y Bruce R. Levin, The Evolution of Sex (Sunderland, Mass.: Sinauer Associates, 1988), 10-11. El criterio más desarrollado de Darwin, que es resumido por Michod y Levin, apareció en Charles Darwin, The Effects of Cross and Self Fertilization in the Vegetable Kingdom (Londres: Murray, 1876), cap. 1, El individuo que declaró explícitamente que el sexo existió para el bien de las especies fue August Weismann, Essays upon Heredity and Kindred Biological Problems, trad. E. B. Poulton, S. Shonland y A. E. Shipley, 2ª ed., 2 volúmenes. (Oxford, Reino Unido: Clarendon, 1891), cap. 1.

5. Cesare Lombroso, Criminal Man (reimpreso, Montclair, N.j.: Patterson Smith, 1972).

CAPÍTULO 1: INVESTIGACIÓN SEXUAL Y SUPOSICIONES

1. Vern L. Bullough, "An Early American Sex Manual, or Aristotle Who?" Early American Literature 7 (1973): 236-47.

2. Aristóteles, History of Animals, v, 6 (541b), trad. D’Arcy Wentworth Thompson, en The Works of Aristotle, vol. 4, ed. I. A. Smith y W. D. Ross (Oxford, Reino Unido: Clarendon Press, 1910).

3. Gran parte del material en esta sección se ha conocido desde hace mucho tiempo y no es el resultado de mi investigación. Para mayores detalles, ver Herbert Wendt, The Sex Life of the Animals, trad. Richard Winston y Clara Winston (Nueva York: Simon & Schuster, 1912). Vea también diversas historias de Biología. Para los individuos concernientes ver los bocetos biográficos en The Dictionary of Scientific Biography, 16 vols., (Nueva York: Scribner's, 1970-80).

4. Ver Vern L. Bullough, Brenda Shelton y Sarah Slavin, The Subordinated Sex (Atenas: University of Georgia Press, 1988).

5. Aristóteles, Generation of Animals, 729A, 25-34, trad. A. L. Peck (Londres: Heinemann, 1953).

6. Para algunos de estos ver Joseph Needham, A History of Embriyology (Nueva York: Abelard-Schuman, 1959), 43-44.

7. Hipócrates, On Intercourse and Pregnancy, una traducción de On Semen and on the Development of the Child, por T. U. H. Ellinger (Nueva York: Schuman, 1952), cap. 1, desde pág. 21.

8. Avicenna, Canon of Medicine, trad. 0. Cameron Gruner (Londres: Luzak, 1930), Libro I, sección 126, pág. 23.

9. Albertus Magnus, De animalibus libri XXVI, vols. 15 y 16, ed. Herman Studler (Munster: contribución a la Historia de la Edad Media, 1916-20), lib. IX, secc. 2, cap. 3; lib. XV, secc. 2, caps. 4-11, desde pág. 1026.

10. S. Tomás de Aquino, "De conceptione Christi quod activum principium", en pto. 3 de Summa Theologica (Nueva York: Benzinger, 1947), Parte III, pregunta 32, "De conceptione Christi quod activum principium", iv.

11. Platón, Timaeus, 91C, trad. y ed. R. G. Bury (Londres: Heinemann, 1961).

12. Soranus, Gynecology, I, 3, viii, trad. Owsei Temkin (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1956), p. 9.

13. Para más sobre este tema, ver Ilza Veith, Hysteria: The History of a Disease (Chicago; University of Chicago Press, 1965).

14. Arthur W. Meyer, An Analysis of the De Generatione Animalium de William Harvey (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1936); Howard B. Adelman, Embryological Treatises de Hieronymus Fabricus de Aquapendente (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1967), 113-21; y Elizabeth B. Gasking, Investigations into Generation, 1651-1828 (Baltimore, Md.: Johns Hopkins Press, 1967), 16-36.

15. Para una cuenta popular de esto ver Clifford Dobell, Antony van Leeuwenhoek and His "Little Animals" (Nueva York: Russell & Russell, 1958).

16. Citado por John Farley, en Gametes and Spores: Ideas about Sexual Reproduction 1750-1914 (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1982), 11.

17. Ver Joseph Needham, A History of Embryology (Nueva York: Abelard-Schuman, 1959) y F. J. Cole, Early Theories of Sexual Generation (Oxford, Reino Unido: Clarendon, 1930). Ver especialmente Farley, Gametes and Spores.

18. Farley, Gametes and Spores, 3.

19. Para detalles, ver Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago Press, 1976); y Bullough, Shelton y Slavin, Subordinated Sex.

20. Citado por S. A. D. Tissot, en Onamism: Or a Treatise upon the Disorders of Masturbation, trad. A. Hume (Londres: Pridden, 1766), 15. No he podido ser capaz de encontrar la misma cita exacta en los trabajos de Boerhaave. Ver Hermann Boerhaave, Institutione medicae (Leiden: Lugduni Batavorum, 1708 y otras ediciones).

21. Tissot, Onamism, 17.

22. Ver John Brown, The Elements of Medicine, 2 vols., rev. Thomas Beddoe (Portsmouth, N.H.: Treadwell, 1803); la cita es de las pág. viii-ix. Ver también Théophile de Bordeu, Recherchers sur les maladies chroniques (París, 1775). Para una breve discusión de algunas de estas ideas, ver Lester S. Rey, The Medical World of the Eighttenth Century (Chicago: University of Chicago Press, 1958), 143-7.

23. Tissot, Onamism. Tissot escribió en latín pero su trabajo fue rápidamente traducido a diversos idiomas.

24. Philippe Ricord, Traité pratique des maladies vénérienne (París: Rouvier & Bouvier, 1838) y otras ediciones. Ver también W. E. Pusey, The History and Epidemiology of Syphilis (Springfield, Ill,: Thomas, 1933); y Theodor Rosebury, Microbes and Moral (Nueva York: Viking, 1971),

25. Benjamin Rush,Medical Inquiries and Observations upon the Diseases of the Mind (Filadelfia: Kimber & Richardson, 1812), 347.

26. Sylvester Graham, A Lecture on Epidemic Diseases Generally, and Particularly the Spasmodic Cholera (Boston: Campbell, 1838), 5-7.

27. Ibíd. El libro pasó por diez ediciones entre 1834 y 1848 y fue traducido a varios idiomas extranjeros. También escribió otros libros: Sylvester Graham, A Lecture to Young Men, on Chastity, Intended Also for the Serious Consideration of Parents and Guardians, 10 ed. (Boston: Pierce, 1848), que fue originalmente publicada en 1834. Para una discusión de Graham, ver Stephen Willner Nissenbaum, Sex, Diet and Debility in Jacksonian America: Sylvester Graham and Health Reform (Westport, Corm.: Greenwood, 1980).

28.Hay una amplia y creciente bibliografía sobre las creencias sexuales en Victorian America and Europe. Además de las obras ya citadas, ver Charles E. Rosenberg, "Sexuality, Class and Role in 19tn-Century-America", American Quarterly 25 (1973): 131-53; Carroll Smith Rosenberg y Charles Rosenberg, "The Female Animal: Medical and Biological Views of Women and Her Role in Nineteenth-Century America", Revista de Historia Estadounidense 60 (1973): 332-56; G. J. Barker-Benfield, The Horrors of the Half Known Life: Male Attitudes Toward Women and Sexuality in Ninettenth-Century America (Nueva York: Harper & Row, 1976); y John D’Ermlio y Estelle B. Freedman, Intimate Matters: A History of Sexuality in America (Nueva York: Harper & Row, 1988). Menos académico pero no menos valioso es John Money, The Destroying Angel (Búfalo, N.Y.: Prometheus, 1985). Hay muchos más y pido disculpas a mis colegas historiadores por no citar sus obras sobre este tema.

29. J. H. Kellogg, Plain Facts for Old and Young (Burlington, Iowa: Senger, 1882), 332-44.

30. George M. Beard, Sexual Neurasthenia: Its Hygiene, Causes, Symptoms, and Treatment with a Chapter on Diet for the Nervous, ed. A. D. Rockwell (Nueva York: Treat, 1884), 58, 134-207. Ver también George M. Beard, "Neurasthenia or Nervousness: Its Causes and Consequences Boston Medical Journal 3 (1869): 217; y George M. Beard, American Nervousness: Its Causes and Consequences (Nueva York: Putnam's, 1881). Para discusiones, ver Charles E. Rosenberg, El Lugar de George M. Beard en la Psiquiatría del Siglo XIX", Bulletin of the History of Medicine 26 (1962): 245-59; Philip P. Weiner, "G. M. Beard and Freud on American Nervousness", Journal of the History of Ideas 17 (1956): 269-74; y John S. Haller y Robin M. Haller, The Physician and Sexuality in Victorian America (Urbana: University of Illinois Press, 1974), 5-43.

31. Ver Vern L. Bullough y Martha Voght, "Homosexuality and Its Confusion with the 'Secret Sin' in Pre Freudian America", Journal of the History of Medicine 38 (1973): 283-8.

32. Henry Thomas Kitchener, Letters on Marriage (Londres: Chapple, 1812), 1:24.

33. Samuel Solomon, A Guide to Health, 64ª ed. (n.p., n.d.), 189-93.

34. L. T. Nichols, Esoteric-Anthropology (Londres: Nichols, 1853), 84.

35. W. J. Hunter, Manhood Wrecked and Rescued (Nueva York: Health Culture, 1900),118.

36. Kitchency, Letters on Marriage, 1:26.

37. Ibíd., 1:49.

38. Allen W. Hagenbach, "Masturbation as a Cause of Insanity", Journal of Nervous and Mental Diseases 6 (1879): 603-12.

39. Alfred Hitchcock, "Insanity and Death from Masturbation", Boston Medical and Surgical Journal 36 (1842): 283-6.

40. A. Jacobi, "On Masturbation and Hysteria in Young Children", American Journal of Obstetrics 8 (1876): 595-6.

41. Hagenbach, "Masturbation as a Cause of Insanity".

42. Joseph W. Howe, Excessive Venery, Masturbation, and Continence (Nueva York: Treat, 1899), 419-27.

43. James Foster Scott, The Sexual Instinct (Nueva York: Treat, 1899), 419-27.

44. G. Hall Stanley, Adolescence (Nueva York: Appleton, 1904), 1:43 5, 445.

45. L. F. Bergeret, The Preventive Obstacle or Conjugal Onanism (Nueva York: Turner & Mignard, 1897), 125.

46. James Foster Scott, Heredity and Morals (Nueva York: Treat, 1899), 434.

47. Kitchener, Letters on Marriage, 2:247-58.

48. Solomon, Guide to Health, 213.

49. Hunter, Manhood Wrecked and Rescued, 126.

50. William Alcott, The Physology of Marrigage (Boston: Dinsmor, 1866), 118.

51. Dio Lewis, Chasatity or Our Secret Sins (Nueva York: Maclean, 1875), 111.

52.E. P. Miller, Abuses of the Sexual Function (Nueva York: Gray & Greeb, 1807), 32-33.

53. Edward Dixon, Treatises on the Deseases of the Sexual System (Nueva York: Rorback,1855).

54. Alcott, Physiology of Marriage, 98.

55. Kitchener, Letters on Marriage, 2:318.

56. Lewls, Chastity, 117.

57. Nichols, Esoteric-Anthropology, 98.

58. Ibíd., 155.

59. Alexander J. C. Skene, Treatises on the Diseases of Women (Nueva York: Appleton, 1889), 929-30.

60. William Acton, The Function and Disorders of the Reproductive Organs in Childhood, Youth, Adult Age, and Advanced Life Considered in Their Physological, Social, and Moral Relations, ed estadounidense 3d. (Londres: J. A. Churchill, 1871), 135-40.

61. E. B. Duffy, Relations of the Sexes (Nueva York: Wood & Holbrook, 1876), 219.

62. Bergeret, Preventative Obstacle, 105.

63. Nichols, Esoteric-Anthropology.

64. Satan in Society (Cincinnati: Vent, 1871), 168.

65. Elizabeth Osgood Goodrich Willard, Sexology as the Philosophy of Life (Chicago: Walsh, 1867), 306-8.

66. Para un análisis de esto ver Vern L. Bullough, "Tecnología para la Prevención de "las enfermedades producidas por la masturbación", Technology and Culture 28 (octubre de 1987): 828-32.

67. John Power, Essays on the Female Economy (Londres: Burgess & Hill, 1831); G. F. Girdwood, "Theory of Menstruation", Lancet 1 (1842-3): i, 825-30; y J. Bennet, "On Healthy and Morbid Menstruation", Lancet 1 (1852): i, 35, 65, 215.328.353.

68. M. M. Smith, "Menstruation and Some of Its Effects upon the Normal Mentalization of Woman", Memphis Medical Monthly 16 (1896): 393-9; y Fredcrick Fluhman, Menstrual Disorders, Diagnosis and Treatmento (Filadelfia: Saunders, 1939).

69. E. F. W. Pfifiger, Über die Eierstöcke der Südgethiere und des Menschen (Leipzig: Engelmann, 1863).

70. Edward H. Clarke, Sex in Education; or a Fair Chance for Girls (Boston: Osgood, 1873), 37-38.

71. Ibíd., 156-7.

72. Para la amplificación adicional de sus criterios ver Vern L. Bullough y Martha L. Voght, "Women, Menstruation, and Nineteenth-Century Medicine", Bulletin of the History of Medicine 47 (1973): 66-82.

73. John Goodman, "The Menstrual Cycle", Transactions of the American Gynecological Society 2 (1877): 650-62; y John Goodman, "The Cyclical Theory of Menstruation", American Journal of Obstetrics 11 (1878): 673-94.

74. George W. Englemann, "The American Girl of Today: The Influence of Modern Education on Functional Development", Transactions of the American Gynecological Society 25 (1900): 8-45.

75. Board of Regents, Annual Report for the Year Ending, September 30, 1877 (Madison: Universidad de Wisconsin, 1877), 45.

76. Para una discusión, ver Jill Harsin, Policing Prostitution in Nineteenth Century Paris (Princeton, N.j.: Princeton University Press, 1985); para una visión global ver Vern L. Bullough y Bonnic Bullough, Women and Prostitution (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1988).

77. Para una discusión de esto, ver Peter Gay, Education of the Senses, vol. 1 de The Bourgeois Experience: Victoria to Freud (Nueva York: Oxford University Press, 1984).

78. Ibíd., 99-101

79. A. J. B. Parent-Duchâtelet, De la prostitution dans la ville de Paris, 2 vols., rev de ed. 2d. (París: Baillière, 1837); fue originalmente publicada en 1836.

80. Entre las investigaciones publicadas estuvieron la de Herman Josepb Löwenstein, De mentis aberrationibus ex partium sexualium conditione abnormi oriundus (1823); Joseph Haeussler, Über die Beziehungen des Sexualsystemes zur Psyche (1826); y Heinrich Kaan, Psychopathia Sexualis (1844). Para detalles, ver Ral Seidel, "Sexologie als positives Wissenschaft und sozialer Anspruch" (diss. de PH.D., Universidad de Munich, 1961); e Iwan Bloch, Das Sexualleben unserer Zeit en Sein Beziehungen zur modernen kultur (Berlín: Louis Marcus, 1908).

81. Johann Ludwig Casper, A Handbook of the Practice of Forensic Medicine, Based upon Personal Experience, 3ª ed., trad. George William Balfour (Londres: New Sydenham Society, 1863), 3:330-46.

82. Ver, por ejemplo, Johan Ludwig Casper, Handbuch der gerichtlichen Medizin, rev. y aug. Carl Liman (Berlín: Hirschwald, 1889).

83. Esta idea fue inicialmente desarrollada por Mary McIntosh, "The Homosexual Role", Social Problems 16 (1986): 182-92. Otros han amplificado la importancia de esta construcción, por ejemplo, Jeffrey Weeks, "Discourse, Desire and Social Deviance: Some Problems in the History of Homosexuality", en The Making of the Modern Homosexual, cd. Kenneth Plummer (Totowa, N.j.: Barnes & Noble, 1981), 76-111; y David Greenberg, The Construction of Homosexuality (Chicago: University of Chicago Press, 1989).

84. James D. Steakley, The homosexual Emancipation Movement in Germany (Nueva York: Arno, 1975), 10.

85. Hubert C. Kennedy, Ulrichs: The Life and Work of Karl Heinrich Ulrichs, Pioneer of the Modern Gay Movement (Boston: Alyson, 1988), 9.

CAPÍTULO 2: HOMOSEXUALIDAD Y OTROS FACTORES

1. Gran parte de éste está basado en Hubert C. Kennedy, Ulrichs: The Life and Work of Karl Heinrich Ulrichs, Pioneer of the Modern Gay Movement (Boston: Alyson, 1988), 1-45.

2. Los doce títulos fueron publicados colectivamente como Karl Heinrich Ulrichs, ed., Forschungen über das Rätsel der männlichen Liebe (Investigaciones sobre el enigma del amor entre hombres) (12 vols. en 1, reimpreso, Nueva York: Arno Press, 1975). Una edición en inglés, The Riddle of "Man-Manly" Love, traducido por Michael Lombardi-Nash, existe en 2 volúmenes (Buffalo, N.Y.: Promethcus Books, 1994).

3. Citado de Platón, Simposium, 3:304, en The Dialogues of Plato, trad. Benjamin Jowett (4 vols. en 1, Nueva York: Random House, 1937).

4. La leyenda es recontada en Hesiod, Theogony, 126-93, ed. M. L. West (Oxford, Reino Unido: Clarendon, 1966).

5. "Vier Brief von Karl Heinrich Ulrichs [Numa Numantius] an seine Verwandten", ed. con una introducción de Magnus Hirschfeld, Jahrbuch für sexuelle Zwischenstufen 1 (1899), 63.

6. Kennedy, Ulrichs, 107; ver también Albert Moll, Perversions of the Sex Instinct: A Study of Sexual Inversion, trad. Maurice Popkin (Newark, N.J.: Julian, 1931), 43.

7. James D. Steakley, The Homosexual Emancipation Movement in Germany (Nueva York: Arno, 1975), 5.

8. Ulrichs, Forschungen, 3:57.

9. Hubert C. Kennedy, "The 'Third Sex' Theory of Karl Heinrich Ulrichs" Journal of Homosexuality 6 (1980-8l): 107-8.

10. Carl Westphal, "Die Konträre Sexualempfindung", Archiv für Psychiatrie und Nervenkrankheiten 2 (1869): 73-108.

11. Para una discusión de Kertbenny y los diversos términos, ver Manfred Herzer, "Kertbeny and the Nameless Love", Journal of Homosexuality 12 (1985): 1-26; J. C. Feray, "Une histoire critique du mot homosexualité", Arcadie 325 (1981): 11-21; J. C. Feray, "Une histoire critique du mot homosexualité II", Arcadie 326 (1981): 115-24; J. C. Feray, "Une histoire critique du mot homosexualité III", Arcadie 327 (1981): 171-81, 328 (1981): 246-58; y Manfred Herzer, "Ein Brief von Kertbeny in Hannover an Ulrichs in Würzburg", Capri 1 (1987): 25-35.

12. Para los folletos ver [Károly Mária Kertbeny], Das Gemeinschädliche des § 143 des preussischen Strafgesetzbuchs vom 14 April 1851 und daher seine notwendige Tilgun § 152 im Entwurfe eines Strafgesetzbuches für den Norddeutschen Bund (Leipzig: Serbe, 1869); y [Károly Mária Kertbeny], § 143 des Preussischen strafgesetzbuches vom 14 April 1851 und seine Aufrechterbaltung als § 152 im Entwurfe eines Strafgesetzbuches für den Norddeutschen Bund (Leipzig: Serbe, 1869). Los folletos fueron reimpresos en Jahrbuch für sexuelle Zwischenstufen 6 (1905), i-iv, 3-66. Para una discusión ver Herzer, "Kertbeny and the Nameless Love".

13. Citado por Herzer, "Kertbenny y el sinónimo amor", 11.

14. Hay un boceto biográfico breve en Richard von Krafft-Ebing, Textbook of Insanity, trad. Charles Gilbert Chaddock (1876; reimpreso, Filadelfia: Davis, 1904). Vet también Wiener Klinische Wochenschrift 16 (1903): 21-22.

15. Edward M. Brecher, The Sex Researches (Boston: Little, Brown, 1969), 56-59.

16. Richard von Krafft-Ebing, Psychopathia Sexualis with Especial Reference to Contraty Sexual Instinct: A Medical Legal Study, 12o ed., trad. F. J. Rebirian (1906; reimpreso, Brooklyn, N.Y.: Physicians & Surgeons, 1933), 470, n. 1.

17. Richard von Krafft-Ebing, "Neue studien auf dem Gebiet der Homosexualität", Jahrbuch für Sexuelle Zwischenstufen 3 (1901): 1-36. Para información adicional ver Albert Caraco, Supplément à la Psychopathia Sexualis (Lausanne: Edición L’Âge d’Homme, 1983); y Klaus Pacharzina y Karin Albrecht-Désirat, "La carga de los médicos", en Der unterdrückte Sexus, ed. J. Hohmann (Lollar: Achenbach, 1977), 97-113.

18. Charles Darwin, The Descent of Man, and Selections in Relation to Sex, 2 volúmenes. (Londres: Murray, 1871), 402.

19. Richard von Krafft-Ebing, Psychopathia Sexualis with Especial Reference to Contrary Sexual Instinct: A Medical Legal Study ed., 7 ampliado, rev., trad. Charles Gilbert Chaddock (Filadelfia: Davis, 1894), 1. Todas las ediciones de este trabajo, en lo que he podido consultar, contenían esta afirmación.

20. Ibíd., 5.

21. En cada edición de Psychopathia Sexualis, Krafft-Ebbing agrega casos nuevos, por ejemplo, había sólo 192 en la 7a edición.

22. Alfred Binet, "Le fétichisme dans l'amour, étude de psychologie morbide", Revue Philosophique 24 (1887): 143.

23. Marqués de Sade, The complete Justine, trad. Richard Seaver y Austry Wainhouse (1791; reimpreso, Nueva York: Grove, 1965); y Marqués de Sade, Juliette, trad. Richard Seaver y Austry Wainhouse (1797; reimpreso, Nueva York: Grove, 1965). Durante su reclusión en un manicomio durante la última parte de su vida, de Sade escribió Les Journées de Sodome, que permaneció inédito hasta que, en el siglo XX, lwan Bloch lo publicó tanto en francés como en alemán.

24. Leopold von Sacher-Masoch, Venus in Pelz (reimpreso, Munich: Verlag, 1967).

25. "Editorial", British Medical Journal, 1 (24 de junio de 1893): 1325-6.

26. Binet, "Le fétichisme dans l'amour".

27. Para una discusión de esto ver Franco J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend (Nueva York: Basic, 1979), 286-7.

28. Albert von Schrenck-Notzing, "Un cas d'inversion sexuelle amélioré par la suggestion hypnotique", en Premier Congrès International de 1’Hypnotisme Expérimental et Thérapeutique: Comptes rendus, ed. Edgar Bérillon (París: Octave Doin, 1889), 319-22.

29. Albert von Schrenck-Notzing, Therapeutic Suggestions in Psychopathia Sexualis (Pathological Manifestations of the Sexual Sense), with Especial Reference to Contrary Sexual Instinct, trad. Charles Gilbert Chaddock (Filadelfia: Davis, 1895).

30. Sulloway, Freud, 287.

31. Ver Albert Moll, Die Konträre Sexualempfindung (Berlín: Fischer's Medicinische Buchhandlung, 1891), 185. Esto se tradujo como Perversions of the Sex Instinct: A Study of Sexual Inversion Based on Clinical Data and Official Documents, trad. Maurice Popkin (Newark, N.j.: Julian Press, 1931).

32. Havelock Ellis, Psychology of Sex: A Manual for Students (Nueva York: Emerson, 1933),105.

33. Sulloway, Freud, 290-3.

34. James G. Kiernan, "Sexual Perversion and the Whitechapel Murders", Medical Standard 4 (noviembre de 1888): 129-30.

35. Frank Lydston, "Sexual Perversion, Satyriasis and Nymphomania", Medical and Surgical Reporter 61 (1889): 253-8, 281-5. Esto fue desarrollado más ampliamente en The Diseases of Society por G. Frank Lydston (Filadelfia: Lippincott, 1904).

36. Cesare Lombroso, Criminal Man: According to the Classification of Cesare Lombroso, Briefly Summarized by His Daughter Gina Lombroso-Ferrero, con una introducción de Cesare Lombroso (Nueva York: Putnam, 1911).

37. Citado en Sulloway, Freud, 296.

38. Moll, Die Konträre Sexualempfindung. Para un boceto biográfico, ver Heinz Goerke, ed., Berliner Ärzte selbstzeugnisse (Berlín: Verlag, 1965), 236-63. Ver, también Albert Moll, Ein Leben als Arzt der Seele: Erininnerungen (Dresden: Verlag. 1936).

39. Die Konträre Sexualempfindung, 167, n. 1.

40. Albert Moll, Untersuchungen über die Líbido Sexualis (Berlín: Fischer's Medicinische Buchhandlung, 1897), 10. Gran parte de esto se tradujo al inglés como Líbido Sexualis: Studies in the Psychosexual Laws of Love Verified by Clinical Case Histories, trad. por David Berger (Nueva York: American Ethnological Press, 1933).

41. ibíd., 44.

42. ibíd., 46-47.

43. Max Dessoir, "Zur Psychologie der Vita sexualis", Allgemeine Zeitschrfit für Psychiatrie 50 (1894): 941-75.

44. Moll, Untersuchungen, 421-5.

45. Ibíd., 326-8, 500. Ver también Albert Moll, Das Sexualleben des Kindes (Berlín: Walther, 1909); y Sulloway, Freud, 290-1, 303-5.

46. Este cambio es notado en Untersuchungen; por Moll y particularmente en Handbuch der Sexualwissenschaften por Albert Moll(Berlín: Voge, 1912). En Moll, Ein Leben als Arzt der Seele, declaró que la mayoría de la homosexualidad fue adquirida por experiencias sexuales indebidas.

47. Albert Eulenburg, Sexual Neuropathie (Leipzig: Spohr, 1895); Albert Eulenburg, ed., Real-Encyclopädie der gesammten Heilkunde, medicinisch-chirurgisches Handworterbuch für praktische Arzte, 26 volúmenes. (Viena: Urban & Schwarzenberg, 1894-1901).

48. Hermann Rohleder, Vorlesungen über Sexualtrieb und Sexualleben des Menschen (Berlín: Verlag, 1901), iii.

49. Albert Eulenburg, Algolagnia: Sadism and Masochism, trad. Harold Kent (Nueva York: New Era, 1934).

50. Schrenck-Notzing, Therapeutic Suggestions, ix-x. El original en alemán, el cual no he visto, se tituló Die Suggestionstherapie bei krankhaften Erscheinungen des Geschlechtsinnes (Stuttgart: Enke, 1892).

51. Richard von Krafft-Ebing, Alterations of Sexual Life, After the "Psychopathia Sexualis," trad. Arthur V. Burbury (Londres: Staples, 1959), 10-12.

52. Para la ampliación adicional de esto ver Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago Press, 1976).

53. Citado por David Hothersall en History of Psychology (Filadelfia: Temple University Press, 1984), 221.

54. Ver Peter Gay, Education of the Senses (Nueva York: Oxford University Press, 1984),316.

55. Karl Pearson, The Ethics of Freethought: A Selection of Essays and Lectures (Londres: Unwin, 1888), 371.

56. Francis Galton, Memories of my Life (Nueva York: Dutton, 1908).

57. C. P. Blacker, Eugenics: Galton and After (Londres: Duckworth, 1952).

58. A principios de los años veinte los geneticistas profesionales se habían alarmado por el mal uso de la ciencia por los eugenesistas, la mayoría de quienes no conocían los últimos avances en genética. Ver Kenneth M. Ludmerer, "American Geneticists and the Eugenics Movement: 1905~1935", Journal of the History of Biology 2 (1969): 3 37-65. Ver también Kenneth M. Ludmerer, Genetics and American Society (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1972); Mark Haller, Eugenics: Hereditarian Attitudes in American Thought (New Brunswick, N.j.: Rutgers University Press, 1963); Donald K. Pickens, Eugenics and the Progressives (Nashville: University of Tennessee Press, 1968); D. J. Kevles, In the Name of Eugenics: Genetics and the Use of Human Heredity (Nueva York: Knopf, 1985); y Philip R. Reilly, The Surgical Solution: A History of Involuntary Sterilization in the United States (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1991).

59. Para algunas de estas obras ver Lothrop Stoddard, The Rising Tide of Color (Nueva York: Scribner, 1922); Lothrop Stoddar, Revolt against Civilization (Nueva York: Scribner, 1923); y Alfred P. Schulz, Race or Mongrel (Boston: Page, 1908). Tales criterios continuaron en una forma algo más bien caballerosa en el siglo XX. Ver Carleton Putnam, Race and Reason (Washington, D.C.: Public Affairs Press, 1961).

60. Hay un gran número de libros y artículos que tratan la censura. Una obra clásica que revisa los cambios en la ley es Norman St. John-Stevas, Obscenity and the Law (Londres: Seeker & Warburg, 1956), 66-67.

61. Ibíd., 71, 126-7.

62. Hay literalmente estantes de libros de los estudios acerca de Oscar Wilde. Las transcripciones literales del juicio fueron publicadas como The Three Trials of Oscar Wilde, compiladas con una introducción de H. Montgomery Hyde (Nueva York: University Books, 1956). En Autobiography por Alfred Douglas(Londres: Seeker, 1929), Douglas intentó representarse a sí mismo como una víctima inocente, pero las pruebas estaban contra él. Ver el libro por el sobrino de Douglas: Marqués de Queensberry, Oscar Wilde and the Black Douglas (Londres: Hutchinson, 1949). Un interesante relato por el hijo de Wilde, cuyo nombre se cambió como resultado del juicio: Vyvyan Holland, Son of Oscar Wilde (Londres: Hart-Davis, 1954). Ver también Rupert Hart-Davis, ed., The Letters of Oscar Wilde (Londres: Hart-Davis, 1962); y Rupert Hart-Davis, ed., More Letters of Oscar Wilde (Nueva York: Oxford University Press, 1985).

63. Para la cita, ver Fawn M. Brodie, The Devil Drives: A Life of Sir Richard Burton (Nueva York: Norton, 1967), 291.

64. Hay numerosas biografías de Burton más una biblioteca de sus escritos. Además de la biografía de Brodie The Devil Drives, Byron Farwell Burton: A Biography of Sir Richard Francis Burton (Nueva York: Viking, 1963) fue sumamente útil.

65. Richard Burton, ed. y trad., A Plain and Literal Translation of the Arabian Nights' Entertainments, Now Entitled The Book of the Thousand Nights and a Night. Con introducción, Explanatory Notes on the Manners and Customs of Moslem Men and a Terminal Essay Upon the History of the Nights, 10 volúmenes. (Londres: Kama Shastra Society, 1885). Esto ha sido a menudo reimpreso. Ver también Richard Burton, Supplemental Nights to the Book of the Thousand Nights and a Night. With Notes Anthropological and Explanatory by Richard F. Burton (Londres: Kama Shastra Society, 1886-88).

66. Kama Sutra de Vatsyana , trad. Richard Burton (Londres: Kama Shastra Society, 1883). Ananga Ranga; (Stage of the Bodiless One) o, The Hindu Art of Love, trad. Richard Burton (Londres: Kama Shastra Society, 1885); The Perfumed Garde of the Cheikh Nefzaoui: A Manual of Arabian Erotology, trad. Richard Burton (Londres: Kama Shastra Society, 1886); y Priapeia or the Sportive Epigrams of Divers Poets on Priapus: the Latin Text now for the First Time Englished in Verse and Prose, trad. Richard Burton (Londres: Kama Shastra Society 1890). Había bastantes otros en esta serie.

67. Hermann Heinrich Ploss, Das Weib en der Natur-und Vö1kerkunde, 2 volúmenes. (Leipzig; Grieben, 1885). Ploss murió poco después de la publicación de su libro, y después de que la primera edición de mil quinientas copias se agotó, un colega ginecólogo de Ploss, Maximillan Bartels, se encargó de la revisión y de la republicación. Bartels encontró miles de fragmentos de documentos sobre temas, como la prostitución, que no estaba incluida en la primera edición. La segunda edición, con Bartels como segundo autor, se convirtió en mucho más integral y más orientada hacia el público general. Trata no sólo de ginecología sino de las edades y etapas de las mujeres desde el nacimiento a la muerte. También se agregaron ilustraciones. La tercera y última edición fue editada por Maximilian y Paul Bartels, pero esta no fue nunca publicada en alemán porque las láminas fueron destruidas por los nazis. Fue, sin embargo, traducida al inglés por Eric John Dingwall (Londres: Hememann, 1935), con algunos agregados.

68. Paula Weideger, History's Mistress: A New Interpretation of a Nineteenth Century Ethnographic Classic (Nueva York: Penguin, 1985), 31.

69. Iwan Bloch, Beiträge zur Aetiologie der Psychopathia Sexualis (Dresden: Dohrn, 1903), 2:192-206. Esto también fue traducido al inglés, aunque Bloch no siempre estuvo bien servido por sus traductores. Bloch, Anthropological Studies in the Strange Sexual Practices of All Race in All Ages, Ancient and Modern, Oriental and Occidental, Primitive and Civiliced, vol. 1. trad. Keene Wallis (Nueva York: Anthropological Press, 1933); vol. 2. trad. Ernst Vogel (Nueva York: Anthropological Press, 1935).

70. Ibíd., 2:363-5. La explicación de Bloch acerca de la necesidad de estímulos sexuales variados como una fuente de "aberraciones" sexuales había sido previamente sugerido por Alfred Hoche, "Zur Frage der forensischen Beurteilung sexueller Vergehen,"Neurologisches Centralblatt 15 (1896): 57-68.

71. Bloch, Beiträge, 2:363-5.

72. Iwan Bloch, Das Sexualleben unserer Zeit en seinen Beziehungen zur modernen Kultur (Berlín: Marcus, 1906). La sexta edición alemana fue traducida por M. Eden Paul como The Sexual Life of Our Time in Its Relations to Modern Civilization (Londres: Rebman, 1910).

73. Iwan Bloch, Die Prostitution, 2 volúmenes. (Berlín: Marcus, 1912-25). El segundo volumen está incompleto y lo que existe de él fue terminado por otros.

74. Iwan Bloch, Der Ursprung der Syphilis, 2 volúmenes. (Jena: Fisher, 1901-11).

75. Ral Seidel, "Sexologie als Positive Wissenschaft und Sozialer" (Anspruch: (Dis. del D., Universidad de Munich, 1961), 42. Bloch había especificado en realidad el concepto de Sexología seis años antes de que inventara el término en su estudio del Marqués de Sade. Ver Eugen Dühren [Iwan Bloch], Der Marquis de Sade und seine Zeit (Berlín: Verlag, 1900), 1-19. Las traducciones al inglés popularizadas del libro de 1900 omiten generalmente la discusión de Bloch acerca del enfoque científico al sexo.

76. Sigmund Freud, Three Essays on the Theory of Sexuality, en vol. 7 de The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, trad. y ed. bajo la dirección de James Strachey (Londres: Hogarth, 1953), 7:139, n.2.

77. Friedrich S. Krauss, Das Geschlechtsleben in Glauben, Sitte, Brauch und Gewohnheitsrecht der Japaner (Leipzig: Verlag, 1911).

78. F. Karsch-Haack, Das Gleigeschlechtliche Leben der Naturvö1ker (Munich: Verlag, 1911).

79. Pisanus Fraxi, Bibliography of Prohibited Books, con una introducción de G. Legman (reimpreso, Nueva York: Brussell, 1962). My Secret Life, 11 vols., con una introducción de G. Legman (reimpreso, Nueva York: Grove Press, 1962).

80. Para todas las citas de estas críticas, ver Norman St. John-Stevas, Obscenity and the Law (Londres: Seeker & Warburg, 1956), 54-5, 57-8.

81. Recalcando (quizás exageró) esta contribución estuvo Erwin J. Haeberle en "The Jewish Contribution to the Development of Sexology", Journal of Sex Research 18 (1982): 305-23. La conexión del ascenso de la Sexología moderna con el Judaísmo tiene un significado mezclado, porque los nazis consideraron el trabajo de los médicos judío-alemanes en la comprensión del sexo sólo como un signo adicional de la decadencia judía. Incluso los no-nazis en Alemania fueron hostiles. Ver Otto Weininger, Sex and Character (Londres: Heinemann, 1908), 303, 309.

82. Enoch Heinrich Kisch, Das Geschlechtsleben des Weibes (Berlin: Urban & Schwarzenberg, 1907). Para los datos biográficos ver Neue deutsche Biographie (Berlín: Duncker & Humblot, 1953-8), 11:680.

83. Neue deutsche Biographie, 4:683.

84. Max Dessoir, Vom Jenseits der Seele: Die Geheimwissenschaften in kritische Betrachtung (Stuttgart: Ferdinand Enke Verlag, 1931).

85. Neue deutsche Biographie, 3:617.

86. Moll, Ein Leben als Arzt der Seele.

87. Eulenburg, Algolagnia, 163.

88. Max Marcuse, "Wandlungen des Fortpflanzungsgedankens und Willens", Abhandlungen aus dem Gebiete der Sexualforschung 1 (1918): 29.

89. Citado por Dennis B. Klein, en Jewish Origins of the Psychoanalytic Movement (Nueva York: Praeger 1918), 138.

90. H. G. Adler, The Jews in Germany: From the Enlightenment to National Socialism (Notre Dame, Ind.: University of Notre Dame Press, 1969), 78.

CAPÍTULO 3: HIRSCHFELD, ELLIS Y FREUD

1. Para un tratamiento simulado de algo de esto, ver Roger Peyrefitte, The Exile of Capri (Londres: Secker & Warburg, 1961); ver también William Manchester, The arms of Krupp (Boston: Little, Brown, 1968).

2. Ernest Jones, Sigmund Freud, Life and Work (Londres: Hogarth, 1957), 2:95.

3. R. W. Clark, Freud, the Man and the Cause (Londres: Cape, 1980), 219.

4. Th. Ramien, Sappho und Socrates, Wie erklärt sich die Liebe der Mannër und Frauen zu Personen des Geschlechts eigenen? (Leipzig: Spohr, 1896)

5. Albert Moll, Die Konträre Sexualempfindung (Berlín: Fisher, 1891).

6. No he visto el folleto, el cual fue titulado The Case of Wilde and the Problem of Homosexuality, pero se cita con todo detalle por Charlotte Wolff, en Magnus Hirschfeld: A Portrait of a Pioneer en Sexology (Londres: Quartet, 1986), 37-40.

7. Benedict Friedlander, Die Renaissance des Eros Uranios (Schmargendorf-Berlin: Verlag Renaissance, 1904).

8. Hans Blüher, Die drei Grunformen der Sexual Inversion (Homosexualität) (Leipzig: Spohr, 1913). y Hans B1üher, Die Role der Erotik in der männlichen Geselschaft, 2 volúmenes. (Jena: Diedrichs, 1917-19).

9. James D. Steakley, The Homosexual Emancipation Movement in Germany (Nueva York: Arno, 1975); y John Lauritsen y David Thorstad, The early Homosexual Rights Movement, 1863-1935 (Nueva York: Times Change, 1974).

10. Steakley, Homosexual Emancipation Movement, 38-40; y Manfred Herzer, "Politik und Wissenschaft beim Magnus Hirschfeld", en Rebellion gegen das Valiumzeitalter über legungen zur Gesundheitsbewegung, ed. Stefan Lundt (Berlín: Dokumentation des Gesundheitsages, 1981), 81. Moll fue cada vez más hostil con Hirschfeld como persona y con sus teorías en Handbuch der Sexualwissenschaften por Albert Moll (Leipzig: Vogel, 1926), ed. revisada, 1 parte, 766-772., 2 parte, 850, argumentó contra la homosexualidad congénita.

11. Una revista con el mismo nombre, esta vez con Bloch y Eulenburg como redactores, empezó a ser publicada en 1914, y aunque sobrevivió a varias tribulaciones resultantes de las dificultades de la publicación durante la Guerra y la dura economía de los años veinte, sucumbió en 1929 con el volumen diecisiete, en cuya época Max Marcuse fue redactor.

12. Magnus Hirschfeld, Die Transvestiten, Eine Untersuchung über erotischen Verkleidungstrieb (Berlín: Pulvermacher, 1910); esto fue traducido por Michael Lombardi-Nash como The Transvestites: An Investigation of the Erotic Drive to Cross Dress, trad. Michael Lombardi-Nash (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1991).

13. Magnus Hirschfeld, Die Homosexualität des Mannes und des Weibes (Berlín: Marcus, 1914). Hirschfeld resumió sus ideas en inglés en "Homosexualidad" por Magnus Hirschfeld, en la Enciclopedia Sexualis, ed. Victor Robinson (Nueva York: Dingwall-Rock, 1936), 321-34.

14. Magnus Hirschfeld, Naturgesetze der Liebe (Berlín: Pulvermacher, 1912). Hubo considerable investigación que continuaba sobre esta área, aunque muchos de ellos eran científicos franceses. Claude Bernard (1813-78) había mostrado la relación metabólica del glucógeno para la diabetes de miletus y la importancia del jugo pancreático para la digestión. Charles-Édouard Brown-Séquard (1818-94), su sucesor, había mostrado la importancia de las glándulas adrenales y los órganos testiculares en el proceso químico.

15. Wolff, Magnus Hirsclifeld, 129.

16. Lawrence Birken, Consuming Desire: Sexual Desire and the Emergence of a Culture of Abundance (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1988), 88-89.

17. Ibíd., 89.

18. Hermann Rohleder, Die Masturbation, eine Monographie für Ärzte, Pädagogen und gebildet Eltern, ed 2d. (Berlín: Fischer 1902).

19. Citado por Norman Haire, ed., en Sexual Anomalies And Perversions: Physical and Psychological Development Diagnosis and Treatment. A Summary of the Works of the Late Professor Dr. Magnus Hirschfeld, 2a ed. (Londres: Encyclopedic, 1966),124.

20. Magnus Hirschfeld, Geschlechtliche Entwicklungsstörungen, vol. 1 de Sexualpathologie (Bonn: Marcus & Weber, 1916), 179.

21. Magnus Hirschfeld, Sexualpathologie, 3 volúmenes. (Bonn: Marcus & Weber, 1916, 1918, 1921).

22. Esto se basa en una afirmación que hizo en "Magnus Hirschfeld", en Enciclopedia Sexualis, ed. Victor Robinson (Nueva York: Dingwall-Rock, 1936), 317-21. Aunque sus obras principales no fueron traducidas durante su vida, varias de sus obras menores ahora han sido: Magnus Hirsclyfeld, Sexual Anomalies (reimpreso, Nueva York: Emerson, 1948); Magnus Hirschfeld, Sexual Pathology, trad. Jerome Gibbs (reimpreso, Nueva York: Emerson, 1945); y Magnus Hirschfeld, Men and Women: The World Journey of a Sexologist (Nueva York: Putnam, 1935).

23. El sumario contenido de diversos congresos se dan en Wolff, Magnus Hirschfeld; y Norman Haire, "World League for Sexual Reform", en Enciclopedia Sexualis ed. Victor Robinson (Nueva York: Dingwall-Rock, 1936), 811-14. Las descripciones más detalladas están disponibles: Magnus Hirschfeld, "Zur I. Internationalen Tagung für Sexualreform auf sexualwissenschaftlichen Grundlage", Jahrbuch für Sexuelle Zwischenstufen 21 (1921): 99-105; Bertha Riese y J. R. Leunbach, eds., Proceedings of the Second Congress of the World League for Sexual Reform (Copenhague: Levin & Munksgaard, 1928); Norman Haire, ed., Proceedings of the Third Congress of the World League for Sexual Reform (Londres: Kegan Paul, 1930); H. Steiner, ed., Sexualnot und Sexualreform (Viena: Elbemühl, 1931); y Joseph Weikopf, "Der Brünner Sexualkongress", Sexus 1 (1933): 26-33.

24. Albert Moll, Verhandlungen auf dem Internationalen Kongress für Sexualforschung (Berlín: Marcus & Weber, 1928).

25. Para la crítica de Moll ver Albert Moll, ed., Handbuch der Sexualwissenschaften (Leipzig: Verlag Vogel, 1912) y especialmente en la 2a ed. (1926), y Albert Moll, "El Congreso ‘reaccionario’ para la Reforma Sexual", Zeitschrift für Sexualwissenschaft 13, No. 10 (1927): 321-31.

26. Citado por Wolff, en Magnus Hirschfeld, 247, de la introducción por Norman Haire a la edición inglesa de Hirschfeld Sex in Human Relations.

27. Ellis tenía la ventaja del lenguaje para hablar con los lectores de habla inglesa y así sus obras están mucho más fácilmente disponibles que ningun otro de los primeros investigadores sexuales, excepto Freud. Seis volúmenes de Studies in the Psychology of Sex habían aparecido por 1910, después de lo cual procedió a revisarlos. El primer volumen se publicó en alemán e inscribió a J. A. Symonds como un coautor; apareció en inglés sin el nombre de Symonds: Havelock Ellis, Sexual Inversion (Londres: Watford University Press, 1897). La publicación de las series fue luego trasladada a los Estados Unidos a cargo de la impresión de F. A. Davis de Filadelfia. Se revisaron el orden y los nombres de los volúmenes y las ediciones y los seis primeros volúmenes estadounidenses son los siguientes: Havelock Ellis, The Evolution of Modesty; The Phenomena of Sexual Periodicity and Auto-eroticism, vol. 1 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1900); Havelock Ellis, Sexual Inversion, vol. 2 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1901); Havelock Ellis, Analysis of the sexual impulse, vol. 3 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1903); Havelock Ellis, Sexual Selection in Man, vol. 4 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1905); Havelock Ellis, Erotic Symbolism. The Mechanism of Detumescence. The Psychic State in Pregnancy, vol. 5 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1906); y Havelock Ellis, Sex in Relation to Society, vol. 6 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1910). Hubo varios reimpresos y un séptimo volumen fue agregado en 1928: Havelock Ellis, Eonism and Other Supplementary Studies, vol. 7 de los Studies in the Psychology of Sex (Filadelfia: Davis, 1928).

28. Havelock Ellis, My Life (Boston: Houghton Mifflin, 1939). Hay numerosas biografías o relatos de Ellis, incluyendo el de Isaae Goldberg, Havelock Ellis: Y Biographical and Critical Survey (Nueva York: Simon & Schuster, 1926); Houston Peterson, Havelock Ellis: Philosopher of Love (Boston: Houghton Mifflin, 1928); Arthur Calder Marshall, The Sage of Sex (Nueva York: Putnam, 1949); John Stewart Collis, An Artist of Life (Londres: Cassell, 1959); Roses F. Ishill, Havelock Ellis (Berkeley Heights, N.j.: Oriole Press, 1959); y Vincent Brome, Havelock Ellis: Philosopher of Sex (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1979).

29. Citado por Brome, en Havelock Ellis, 27.

30. [George Drysdale], Physical, Sexual and Natural Religion, by a Student of Medicine (Londres: Edward Truelove, 1854). Las ediciones posteriores fueron publicadas bajo el título de The Elements of Social Sciences y fue bajo este título que Ellis lo vio. Fueron sumamente populares y pasaron por unas treinta y cinco ediciones en inglés alrededor de 1905 y fueron traducidas a diez idiomas europeos.

31. Havelock Ellis, prefacio general a Evolution of Modesty, iii-vi.

32. Françoise Delisle, Friendship Odyssey (Londres: Heinemann, 1946).

33. Havelock Ellis, Man and Woman (Londres: Scott, 1894). Esto pasó por numerosas ediciones y una nueva edición condensada apareció en 1926 (Boston: Houghton Mifflin, 1926).

34. John Addington Symonds, A Study in Greek Ethics (Londres: 1883); esta se escribió en 1873 y se publicó en una edición limitada de sólo diez copias. John Addington Symonds, A Problem in Modern Ethics (Londres: 1891) también se publicó originalmente en una edición limitada de diez copias. Ambas han sido ampliamente reimpresas, a veces de forma individual, y a veces combinadas en un volumen. Symonds también escribió su autobiografía pero esta no se publicó nunca. Se usó como una base para Phyllis Grosskurth, The Woeful Victorian: A Biography of John Addington Symonds (Nueva York: Holt, Rinchart & Winston, 1864).

35. Grosskurth, John Addington Symonds, 284-5.

36. Al menos ésto es lo que Ellis escribió a Symonds el 3 de enero de 1893.

37. Ellis, Sexual Inversion, 3 5 5-6.

38. Ibíd., 316-7.

39. Ibíd., 83.

40. Ibíd., 244-57.

41. Ibíd., 258.

42. Ibíd., 257.

43. Ellis, "Auto-eroticism", Evolution of Modesty, 161.

44. Ibíd 162.

45. Paul Robinson, The Modernization of Sex (Nueva York: Harper & Row, 1970), 13.

46. Para un ejemplo de la reacción de Freud para Ellis, ver la carta de Sigmund Freud del 3 de enero de 1899 por Wilhelm Fliess en Sigmund Freud, The Origins of Psycho-Analysis; Letters to Wilhelm Fleiss, Drafts and Notes: 1887-1902, ed. Maurice Bonaparte, Anna Freud y Ernest Friss, trad. Eric Mosbacher y James Strachey (Nueva York: Basic, 1954).

47. Ellis, Analysis of the Sexual Impulse, 63-65.

48. Ibíd., 66-68.

49. Ibíd., 59.

50. Ellis, Erotic Symbolism.

51. Havelock Ellis, "The Sexual Impulse in Women", en Analysis of the Sexual Impulse, vol. 3 de los Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1903).

52. Ibíd., 256.

53. Ellis, Eonism and other Supplementary Studies.

54. Sigmund Freud y Josef Breuer, Studies in Hysteria, vol. 2 de Complete Psychological Works of Sigmund Freud, ed. y trad. por James Strachey et al. (Londres: Hogarth, 1955).

55. Lancelot Law Whyte, The Unconscious before Freud (Nueva York: Basic, 1960).

56. Frank J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend (Nueva York: Basic, 1979), 185.

57. Sigmund Freud, "Civilized' Sexual Morality and Modern Nervousness", en Collected Papers, trad. Joan Riviere (Nueva York: Basic, 1959), 2:76-99.

58. Esto aparece en Sigmund Freud, Three Essays on the Theory of Sexuality, en Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogarth, 1953), 7:125-43.

59. Sulloway, Freud, 98.

60. Ibíd., 211; y también Sigmund Freud, The Origins of Psycho-Analysis, 303-4.

61. Iwan Bloch, The Sexual Life of Our Time in Its Relation to Modern Civilization, trad. M. Eden Paul (Londres: Rebman, 1910), 756.

62. Ver, para más detalles, Sulloway, Freud, 319.

63. Sigmund Freud, "The Psychogenesis of a Case of Homosexuality in a Woman", en Collected Papers, traducción autorizada bajo la supervisión de Joan Riviere (Nueva York: Basic, 1959), 2:202-31.

64. Ver Timothy F. Murphy, "Freud Reconsidered: Bisexuality, Homosexuality and Moral Judgment", Journal of Homosexuality 9, No. 2-3 (1983-4): 65-77.

65. Esto aparece en una nota a pie de página que no estuvo en el artículo de 1910 de Sigmund Freud, "Leonardo da Vinci a Memory of His Childhood". Fue agregado en 1919 y apareció en Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogarth, 1955), 11:99, n. 2.

66. Sulloway, Freud, 183; y Sigmund Freud, "A Child Is Being Beaten': A Contribution to the Origin of Sexual Perversions", en Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogarth, 1953-74), 17:200-1.

67. Para muchos más detalles ver Kenneth Lewes, The Psychoanalytic Theory of Homosexuality (Nueva York: Simon & Schuster, 1988); y Murphy, "Freud Reconsidered" 65-77 - Ver también Warren Johnson, "Freudian Concepts", en Encyclopedia of Homosexuality, ed. Wayne R. Dynes (Nueva York: Garland, 1990), 1:434.

68. "A Letter from Freud", American Journal of Psychiatry 107 (abril de 1955): 786-7. La carta fue descubierta por Kinsey.

69. Kate Millett, Sexual Politics (Garden City, N.Y.: Doubleday, 1970).

70. Sigmund Freud, "An Outline of Psychoanalysis", trad. Joan Riviere, en Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogarth, 1964), 23:23-24; y Sigmund Freud, "Civilization and Its Discontents", en vol. 21 de Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud (Londres: Hogarth, 1961).

71. Sigmund Freud, "The Taboo of Virginity", en Collected Papers, trad. Joan Riviere (Nueva York: Basic Books, 1959), 4:116; y Sigmund Freud, "Some Psychical Consequences of the Anatomical Distinction between the Sexes", en Collected Papers, ed. y traducido bajo la supervisión de James Strachey (Nueva York: Basic, 1959), 5:186-97.

72. Ver, por ejemplo, William N. Stephens, The Family in the Cross Cultural Perspective (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1953), 246; y especialmente, J. D. Unwin, Sexual Regulations and Human Behavior (Londres: Williams & Norgate, 1933), lx-x, 85, 87, 108; y J. D. Unwin, Sex and Culture (Londres: Oxford University Press, 1934).

CAPÍTULO 4: LA EXPERIENCIA ESTADOUNIDENSE

1. Para la discusión de algunos de estos ver Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Nueva York: Wiley Interscience, 1976), 5 87-8.

2. G. Frank Lydston, Lecture on Sexual Perversion, Satyriasis and Nymphomania (Chicago: Philadelphia Medical and Surgical Reporter). Esta era una reimpresión del Philadelphia Medical and Surgical Reporter.

3. Denslow Lewis, The Gynecologic Consideration of the Sexual Act: And an Appendix with an Account of Denslow Lewis, ed. Mare H. Hollender (Weston, Mass.: MTSL Press, 1970). Las citaciones provienen de la introducción de Hollender. Ver también John C. Burnham, "The Progressive Era Revolution in American Attitudes Toward Sex", Journal of American History 59 (1973): 885-908.

4. C. H. Hughes, "Postscript to Paper on 'Erotopathia", The Alienist and Neurologist 14 (octubre de 1893): 731-2.

5. Examen de inversión sexual", American Journal of Insanity 59 (1902): 182.

6. William Noyes, revisor, Psychological Review 4 (1897), 447.

7. Randolph Winslow, "Report of an Epidemic of Gonorrhea Contracted from Rectal Coition", Medical News 49 (14 de agosto de 1886): 180-2.

8. G. Adler Blumer, "A Case of Perverted Sexual Instinct", American Journal of Insanity 39 (1882): 22-35.

9. Lydston, Lecture.

10. J. Richardson Parke, Human Sexuality: Medico-Literary Treatise (Filadelfia: Profesional, 1906), 251.

11. John Burnham, "The physicians' Discovery of a Deviate Community in America", Aspects of Human Sexuality (1973), y citados en Vern L. Bullough, Sexual Variance, 590.

12. Allan M’Lane Hamilton, "The Civil Responsibility of Sexual Perverts", American Journal of Insanity 52 (1895-6): 503-11.

13. A. B. Holder, "The Bote: Description of a Peculiar Sexual Perversion Found among North American Indians", New York Medical Journal 1 (1889): 623-5.

14. Will Roscoe, The Zuni-Man Woman (Bloomington: University of Indiana Press, 1991).

15. Mark Thomas Connelly, The Response to Prostitution in the Progressive Era (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1980), 8-9.

16. Ibíd., 8.

17. Este concepto está basado sobre las ideas de Burnham, "Progressive Era Revolution".

18. Ver Keith Thomas, "The Double Standard", Journal of the History of Ideas 20 (1959): 195-216.

19. Para una discusión ver David Pivar, Purity Crusade, Sexual Morality, and Social Control, 1868-1900 (Westport, Corm.: Greenwood, 1973).

20. Para alguna de esta bibliografía ver Vern L. Bullough, Barret Elcano, Margaret Deacon y Bonnic Bullough, Bibliography of Prostitution (Nueva York: Garland, 1977); y para la continua fascinación con ésto ver Vern L. Bullough y Lilli Sentz, Prostitution: An Annotated Bibliography (Nueva York: Garland, 1992).

21. [William Rathbone Greg], "The Great Sin of Great Cities", Lancet (20 de enero de 1855). También se publicó como un folleto bajo el mismo título.

22. W. E. H. Leeky, History of European Morals (reimpreso, Nueva York: Braziller, 1955), 2:283.

23. Para una discusión más extensa de estas referencias ver Vern L. Bullough, Brenda Shelton y Sarah Slavin, The Subordinated Sex (Atenas: University of Georgia Press, 1988), 275-312. Ver también Vern Bullough y Bonnie Bullough, Women and Prostitution (Buffalo, N.Y.: Promethcus, 1987): 232-328.

24. Allan Nevins y Milton Halsey Thomas, eds., The Diary of George Templeton Strong (Nueva York: Columbia University Press, 1952), 1:318.

25. Havelock Ellis, Sex in Relation to Society, vol. 6 de Studies in the Psychology of Sex (Filadelfia: Davis, 1929), 288-9.

26. Ver, por ejemplo, L. Duncan Bulkley, Syphilis in the Innocent (Syphilis Insontium), Clinically and Historically Considered with a Plan for the Legal Control of the Disease (Nueva York: Bailey & Fairchild, 1894). Para un estudio general detallado ver Allan M. Brandt, No Magic Bullet: A Social History of Venereal Disease in the United States Since 1880 (Nueva York: Oxford University Press, 1985).

27. Para una discusión de ésto ver Owsei Temkin, "Therapeutic Trends and the Treatment of Syphilis before 1900", Bulletin of the History of Medicine 39 (julio-agosto de 1955): 309-16. Para una discusión más general ver Brandt, No Magic Bullet, 12-7.

28. Citado por Leonard J. Goldwater, Mercury: A History of Quicksilver (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1972), 215.

29. Una obra de referencia excelente sobre este tema es No Magic Bullet por Brandt, 12-13.

30. Martha Marquardt, Paul Ehrlich (Nueva York: 1951); M. P. Earles, "Salvarsan and the Concept of Chemotherapy", Pharmaceutical Journal 204 (18 de abril de 1970): 340-2; e Isador Rosen y Nathan Sobel, "Fifty Years' Progress in the Treatment of Syphilis", New York State Medical Journal 50 (15 de noviembre de 1950): 1694-6. Ver también Theodore Rosebury, Microbes and Morals (Nueva York: Viking, 1971).

31. Hay muchos relatos de estas campañas. Para una encuesta general ver Bullough y Bullough, Women and Prostitution, 259-90. Para un estudio más especializado de la escena estadounidense ver David Pivar, Purity Crusade.

32. Hay una amplia bibliografía sobre estas diversas opciones. Ver, por ejemplo, Martin Henbry Blatt, Free Love and Anarchism (Urbana: University of Illinois Press, 1989); Lawrence Foster, Women, Family and Utopia (Syracuse, N.Y.: University of Syracuse Press, 1991); Louis J. Kern, An Ordered Love: Sex Roles and Sexuality in Victorian Utopias - The Shakers, the Mormons, and the Oneida Community (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1981); Raymond Lee Muncy, Sex and Marriage in Utopian Communities (Bloomington: University of Indiana Press, 1973); Stephen Nissenbaum, Sex, Diet, and Debility in Jacksonian America: Sylvester Graham and Health Reform (Westport, Cornn.: Greenwood, 1980); y Taylor Stoehr, Free Love in America: A Documentary History (Nueva York: ES, 1979). Para discusiones del amor libre ver Hal D. Sears, The Sex Radicals: Free Love in High Victorian America (Lawrence, Kans.: Regents Press, 1977); y John C. Spurlock, Free Love: Marriage and Middle-Class Radicalism in America, 1825-1860 (Nueva York: New York University Press, 1988). Incluso algunas de las comunidades utópicas menos orientadas sexualmente tenían una variedad de políticas sexuales: Everett Webber, Escape to Utopia: The Communal Movement in America (Nueva York: Hastings House, 1959); y Edith Roelker Curtis, A Season in Utopia (Nueva York: Nelson, 1961). Un buen resumen está en John d’Emillo y Estelle B. Freedman, Intimate Matters: A History of Sexuality in America (Nueva York: Harper & Row, 1988).

33. Victoria Woodhull, "El elixir de la vida: o porqué morimos" (discurso dado en la décima convención anual de la Asociación Estadounidense de Espiritistas, Chicago, 18 de septiembre de 1873). El discurso se imprimió en forma de folleto, unas pocas copias de las cuales han sobrevivido, incluyendo una en la colección de Vern y Bonme Bullough en la Universidad estatal de California en Northridge.

34. Un buen resumen es por Paul S. Boyer, en Purity in Print (Nueva York: Scribner, 1968).

35. D’Emilio y Freedman, Intimate Matters, 160.

36. Alfred Fournier, Syphilis and Marriage, trad. Prince Albert Morrow (Nueva York: Appleton, 1881); y Prince A. Morrow, Venereal Memoranda: A Manual for the Student and Practitioners (Nueva York: Wood, 1885).

37. Burnham, "Progressive Era Revolution", 893.

38. Fournier, Syphilis and Marriage y Prince Morrow, Social Diseases and Marriage: Social Prophylaxis (Nueva York: Lea Brothers, 1904).

39. Bryan Strong, "Ideas of the Early Sex Education Movement in America, 1890-1920", History of Education Quarterly 12 (1972): 129-61.

40. Burnham, "Progressive Era Revolution"; Brandt, No Magic Bullet, 38; Connelly, Response to Prostitution Ruth Rosen, The Lost Sisterhood: Prostitution in America, 1900-1918 (Baltimore, Md.: Indiana University, 1982); y James Gardner, "Microbes and Morality: The Social Hygiene Crusade in New York, 1891-1917" (diss. de PH.D., Indiana University, 1973).

41. D’Emilio y Friedman, Sexual Intimacy, 207.

42. Para una breve discusión del movimiento de la higiene social ver Charles Walter Clarke, Taboo: The Story of the Pioneers of Social Hygiene (Washington, D.C.: Public Affairs, 1961), 82-84.

43. Para el desarrollo del condón de caucho ver Vern L. Bullough, "A Brief Note on Rubber Technology: The Diaphram and the Condom", Technology and Culture 22 (enero de 1981): 104-11.

44. W. P. J. Mensinga, Über facultative Sterilität, 2 vols., 2a ed. (Leipzig: Heuser, 1884).

45. Edgar Bliss Foote, Medical Common Sense (Nueva York: publicado por el autor, 1863). El libro tuvo los derechos de autor en 1862, y esta quizá sea la fecha de su invención para la cual dijo que él había solicitado una patente. No hay pruebas que lo garanticen y no hay ningún registro en la oficina de patentes.

46. Una buena discusión de los contraceptivos químicos desde el punto de vista de los años treinta es por Cecil I. B. Voge, en The Chemistry and Physics of Contraceptives (Londres: Cape, 1933).

47. Brandt, No Magic Bullet, 96.

48. Citado por Brandt, ibíd., 96.

49. Brandt, No Magic Bullet, 96-12 1.

50. Los resultados se encontraron en el volumen diez de sus obras inéditas por un historiador de Stanford, quien lo relató: Carl Degler, "What Ought to Be and What Was: Women's Sexuality in the Nineteenth Century", American Historical Review 79 (diciembre de 1974): 1467-90. La encuesta completa se publicó por Clelia Duel Mosher, The Mosher Survey: Sexual Attitudes of Forty-five Victorian Women, ed. James Mahood y Kristine Wenburg (Nueva York: Arno, 1980).

51. Katheryn Allamon Jacob, "The Mosher Report", American Heritage 23, No. 4 (junio-julio, 1981): 56-65.

52. Redactó su uso de los modelos en Robert Latou Dickinson, "The Application of Sculpture to Practical Teaching in Obstetrics", American Journal of Obstetrics and Gynecology 40 (1940): 662-70.

53. Entre sus redacciones estuvo James C. Cameron, Edward P. Davis, Richard C. Norris, Robert L. Dickinson, eds., American Text Book of Obstetrics, 2a ed. (1895; reimpreso, Filadelfia: Saunders, 1902). Muchas de sus publicaciones más importantes vinieron después de su retirada de la práctica, incluido Robert L. Dickinson, Birth Atlas (Nueva York: Maternity Center Association, 1940); Robert Latou Dickinson, Control of Conception (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1931); y Robert Latou Dickinson, Human Sex Anatomy (Baltimore, Md.: Williarns & Wilkins, 1949).

54. Robert Latou Dickinson, "A Program for American Gynecology: Presidential Address", American Journal of Obstetrics and Ginecology 1 (1920): 2-10.

55. R. L. Dickinson y L. Beam, A Thousand Marriages (Baltimore, Md.: Willianis & Wilkins, 193 1); y R. L. Dickinson y L. Beam, The Single Woman (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1934).

56. Dickinson and Beam, Thouand Marriages, 420.

57. Felix Roubaud, Traité de l’inpuissance et de la stérilité chez l’homme et chez la femme, 2ª ed. (París: Baillière, 1876).

58. Dickinson y Beam, Thousand Marriages figs. 93, D. 7. chap. Marriages. 55, 67. 142, 145, 146.

59. Dickinson, Human Sex Anatomy.

60. Ernst P. Boas y Ernst F. Goldschmidt, The Heart Rate (Springfield, Ill.: Thomas, 1932). Esto es resumido y puesto en gráficas en Dickinson, Human Sex Anatomy, 86.126-7.

61. Max J. Exner, "Sex Education in the Colleges and Universities", Journal of the Society for Sanitary and Moral Prophylaxis 6 (octubre de 1915): 131-3.

62. M. J. Exner, "Prostitution in Its Relation to the Army on the Mexican Border", Social Hygiene 3 (abril de 1917): 202-11. Quedo agradecido a Brandt, No Magic Bullet, por las referencias a Exner.

63. M. J. Exner, Problems and Principles of Sex Education (Nueva York: Association Press, 1915). Yo no pude consultar el original pero ví una reimpresión del folleto que señaló que fue inalterado del original. Fue publicado por la Association Press en 1922, indicando que el folleto continuó circulando.

64. Kinsey, por ejemplo, creyó que la incidencia de la masturbación era tan baja que representó una falta al obtener los hechos. Alfred C. Kinsey, Wardell B. Pomeroy, y Clyde E. Martin, Sexual Behavior in the Human Male (Filadelfia: Saunders, 1948), 499. También llegó a las incidencias inferiores de las relaciones sexuales prematrimoniales que Kinsey hizo. Ibíd., 552.

65. Citado en Peter Collier y David Horowitz, The Rockefellers: An American Dynasty (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1976); ver también Raymond B. Fosdick, John D. Rockefeller, Jr.: A Portrait (Nueva York: Harper, 1956).

66. Rosen, Lost Sisterhood, 124-7; Roland Richard Wagner, "Virtue Against Vice: A Study of Moral Reformers and Prostitution in the Progressive Era" (diss. de PH.D., Universidad de Wisconsin, 1971); y "The Rockefeller Grand jury Report", McClure's 35 (1910): 471-3.

67. Para un relato de su trabajo en Bedford Hills ver Estelle B. Freedman, Their Sisters' Keepers (Ann Arbor: University of Michigan Press, 1981), 134. Ver también Eugenia C. Lekkerker, Reformatories for Women in the United States (La Haya: Wolters, 1931), 105. Davis mismo también escribió acerca de este aspecto, Katharine Bement Davis "The Fresh Air Treatment for Moral Disease", Proceedings of the Annual Congress of the National Prison Association of the United States (1905) y Katharine Bement Davis, "Outdoor Work for Women Prisoners". Proceedings of the National Conference of Charities and Corrections (1909).

68. Hay una biografía breve de ella: Ellen Fitzpatrick, en su introducción para Katharine Bement Davis, Early Twentieth-Century American Women, and the Study of Sex Behavior, ed. Ellen Fitzpatrick (Nueva York: Garland, 1987). He dependido de esto para algunos datos.

69. Para un relato de primera mano del laboratorio, ver Katharine Bement Davis, introducción para The Mentality of the Criminal Woman, por Jean Weldensall (Baltimore, Md.: Warwick & York, 1916), ix-xiv. Weidensall era el director del laboratorio, y antes de cerrarse en 1918 había emprendido el estudio de 761 mujeres en seis instituciones. No fueron descubiertas ni una ni dos causas sobresalientes de la prostitución.

70. George Kneeland, Commercialized Prostitution in New York City (Nueva York: Century, 1913).

71. Abraham Flexner, Prostitution in Europa (Nueva York: Century, 1913); Raymond B. Fosdick, European Police Systems (Nueva York: Century, 1915); Raymond B. Fosdick, American Police Systems (Nueva York: Century, 1921); y H. B. Woolston, Prostitution in the United States (Nueva York: Century, 1921).

72. Edward L. Bernays, Biography of an Idea: Memoirs of a Public Relations Counsel (Nueva York: Simon & Schuster, 1965).

73. Katharine Bement Davis a John D. Rockefeller Jr., 23 de abril de 1920, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, Oficina de Higiene Social, grupo récord 2, archivos de la fundación Rockefeller, Pocantico Hills, al Norte Tarrytown, Nueva York.

74. John D. Rockefeller Jr. a Katharine Bement Davis, 16 de octubre de 1920, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, registro grupo 3, archivos de la fundación Rockefeller.

75. Katharine Bement Davis, Factors in the Sex Life of Twenty-two Hundred Women (Nueva York: Harper, 1929).

76. Ibíd., xvi.

77. Ibíd., 152-3.

78. Ibíd., 15-21.

79. Ibíd., 62-94.

80. Ver S. D. Aberle y G. W. Corner, Twenty-five Years of Sex Research: History of the National Research Council for Research in Problems of Sex. 1922-47 (Filadelfia: Saunders, 1953). Ver también Vern L. Bullough, "Katharine Bement Davis, Sex Research, and the Rockefeller Foundation", Bulletin of the History of Medicine 61 (1988): 74-89; y Vern L. Bullough, "The Rockefellers and Sex Research", Journal of Sex Research 21 (1985): 113-25.

81. Solicitud para una asignación de 20.000 dólares para la Oficina de Higiene Social para ser usada en la promoción del trabajo de un plan para la investigación en el campo del sexo, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, registro grupo 1, archivos de la Fundación Rockefeller. Para las etapas anteriores de la propuesta ver M. J. Exner, M.D., a John D. Rockefeller Jr., 7 de junio de 1921, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, registro grupo 2, archivos de la Fundación Rockefeller; y John D. Rockefeller a Katharine Bement Davis, 23 de junio de 1921, Oficina de la Higiene Social, Minutes, ser. 1., caja 3, Archivos de la Fundación Rockefeller.

82. John D. Rockefeller, Jr., a Katharine Bement Davis, 23 de junio de 1921, Oficina de Higiene Social, Minutes, ser. 1., caja 3, archivos de la Fundación Rockefeller. Para las respuestas anteriores de Flexner ver Simon Flexner a John D. Rockefeller Jr., 13 de junio de 1921, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, registro grupo 2, archivos de la Fundación Rockefeller. Hay dos cartas de Flexner de esa fecha, una escrita antes de que Flexner recibió una carta de Exner, y la otra después. Ambas dicen lo mismo, aunque la segunda es más cautelosa.

83. Ver Earl F. Zinn, "History, Purpose, and Policy of the National Research Council's Committee for Research on Sex Problems", Mental Hygiene 8 (1924): 94-105.

84. Ibíd.; y la exposición B, 28 de octubre de 1921, Conferencia sobre Problemas Sexuales, archivos de la familia Rocklefeller, administración Rockefeller, registro grupo 2, archivos de la Fundación Rockefeller.

85. Vernon Kellogg, secretario permanente, Consejo de Investigación Nacional, a John D. Rockefeller Jr., 25 de marzo de 1922, archivos de la familia Rocklefeller, administración Rockefeller, registro grupo 2, archivos de la Fundación Rockefeller.

86. Gilbert V. Hamilton, A Research in Marriage (Nueva York: Boni, 1929),154-5

87. Earl F. Zinn a G. V. Hamilton, 28 de mayo de 1928, Oficina de Higiene Social, serie 3 caja 9, archivos de la Fundación Rockefeller.

88. Esto es lo que Kinsey dijo, en Kinsey, Pomeroy, y Martin, Sexual Behavior in the Human Male, 25-26.

89. Dickinson y Beam, Thousand Marriages, vii.

CAPÍTULO 5: INVESTIGACIÓN EN ENDOCRINOLOGÍA Y ACTITUDES CAMBIANTES

1. No he podido encontrar este informe en los archivos de Rockefeller. Ver Katharine Bement Davis a Raymond B. Fosdick, 16 de octubre de 1925, archivos de la familia Rockefeller, administración Rockefeller, grupo de registro 2, archivos de la Fundación Rockefeller, Pocantico Hills, norte de Tarrytown, Nueva York. Ver también Sophie Bledsoe Aberle y George W. Corner, Twenty-five Years of Sex Research: History of the National Research Council for Research in the Problems of Sex, 1922-1947 (Filadelfia: Saunders, 1953), 16.

2. Varios investigadores apoyados por el CRPS, sin embargo, presentaron ponencias en el Segundo Congreso Internacional de la Investigación Sexual celebrada en Londres en 1930. Esto fue una continuación del grupo de Moll y era un rival de Hirschfeld y el grupo de Ellis. Esta fue la última reunión del grupo. Ver A. W. Greenwood, ed., Proceedings of the Second International Congress for Sex Research (Londres: Oliver & Boyd, 1931).

3. Se ha reimpreso la guía de tres páginas de Yerkes: Aberle and Corner, Twenty-five Years of Sex Research, 102-4. Incluía seis áreas básicas: (1) la genética del sexo, (2) la determinación del sexo, (3) el desarrollo y la diferenciación sexual, (4) el problema de las interrelaciones sexuales, (5) funciones sexuales y (6) sistemáticas del sexo en plantas y animales. Yerkes argumentó que la categoría cuatro, la cual pensó que fue esencialmente un problema humano, debería estar incluida en la división fisiológica, psicológica y sociológica del comité, aunque acordó que el potencial para la investigación biológica existió también. La categoría esbozada con mayor detalle fue la tercera, la cual creía que podría estar dividida en dos áreas generales: la descripción, incluyendo los estudios histológicos de las gónadas en todas las edades y el problema de las hormonas sexuales, que fue subdividido en algunos otros grupos. También dedicó un par de párrafos a la función sexual, el estudio del cual incluyó la alteración de las glándulas sexuales bajo condiciones experimentales (por ejemplo, por vasectomía o rayos X), y propuso un estudio de las causas de la esterilidad.

4. Para un breve relato de su carrera ver Ray L. Watterson, "Frank R. Lillie," en Dictionary of Scientific Biography, ed. Charles Coulston Gillespie (Nueva York: Scribner, 1973), 8:354-60.

5. Clarence E. McClung, "The Accessory Chromosome; Sex Determination", Biology Bulletin 3 (1902): 43-84.

6. F. R. Lillie, "The Theory of the Freemartin", Science 43 (1916): 611-3. F. R. Lillie, "The Free-Martin: A Study of the Action of Sex Hormones in the Foetal Life of Cattle", Journnal of Experrimental Zoology 23 (1917): 371-472.

7. Ver, por ejemplo, la columna de "News and Comments" Science 258 ~6 de noviembre, 1992): 880-2.

8. Aberle y Corner, Twenty-five Years of Sex Research, 29.

9. Ver en particular George W. Corner, The Hormones in Human Reproduction, 2a ed. (Princeton, N.j.: Princeton University Press, 1947); y para más detalles, ver Edgar Allen et al., Sex and Internal Secretions, 2a ed. (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1939).

10. Aristóteles, "History of Animals", 631b19-632a32; trad. D’Arcy W. Thompson, en The Complete Works of Aristotle, Bollingen Series No. 71.2 (Princeton, N.j.: Princeton University Press, 1984); Aristóteles, "Generation of Animals", 787b20-788a17; trad. A. Platt, en The Complete Works of Aristotle, y Aristóteles, "Problems", 8946b19-894b34; en The Complete Works of Aristotle.

11. Arnold Adolph Berthold, "Transplantation der Hoden", Bulletin of the History of Medicine 16 (1944): 399-401. El original se publicó en 1849.

12. Emil Knauer, "Einige Versuch über Ovarientransplantation bei Kaninchen", Zentralblatt für Gynakologie 20 (1896): 524-8.

13. Artur Biedl, Innere Sekretion (Viena: Urban & Schwarzenburg, 1910). Una traducción al inglés apareció en 1912, y la cuarta edición (1922) incluye una bibliografía exhaustiva.

14. Thomas Addison, On the Constitutional and Local Effects of Diseases of the Supra-Renal Capsules (Londres: Highley, 1855); ver también Thomas Addison, "Disease: Chronic Suparenal Insufficiency", London Medical Gazette 43 (1849): 517-8; fue un artículo que posteriormente se amplió al libro.

15. Gran parte de esto se recuenta en Claude Bernard, Leçons de physiologie expérimentale appliquée à la médecine, 2 vols. (París: Baillière, 1855-6).

16. Charles-Édouard Brown-Séquard, "Expérience démostrant la puissance dynamogénique chez l'homme d'un liquide extrait de testicules d'animaux", Archives de Physiologie Normale et Pathologique, ser. 1. 5 (1889): 651-8.

17. George Redmayne Murray, "Note on the Treatment of Myxedema by Hypodermic Injection of an Extract of Thyroid Gland of a Sheep", British Medical Journal 2 (1891): 796-7.

18. William Maddock Bayliss y Ernest Henry Starling, "The Mechanism of Pancreatic Secretion", Journal of Physiology, 28 (1902): 325-53. Ver también William Maddock Bayliss y Ernest Henry Starling, "Demonstration of the existence of Secretin in the Duodenal Secretion", Lancet 1 (1902): 813.

19. Eugen Steinach, Sex and Forty Years of Biological and Medical Experiments (Nueva York: Viking, 1930), 239-40.

20. Eugen Stemach, Verjüngung Durch Experimentelle Neubelebung der Alternden Pubertätsdrüse, (Berlín: J. Springer, 1920); ver también Eugen Steinach, Sex and Life (Nueva York: Viking Press, 1940).

21. Para esto y otros ejemplos ver Stewart H. Holbrook, The Golden Age of Quackery (Nueva York: Macmillan, 1959).

22. Gerald Carson, The Roguish World of Doctor Brinkley (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1960).

23. El primer informe sobre el tema fue hecho por Frederick G. Banting, Charles H. Mejor, y John J. R. Macleod en la Sociedad Fisiológica Estadounidense el 28 de diciembre de 1921; esto fue publicado por Frederick G. Banting, Charles H. Mejor, y John J. R. Macleod, como "The Internal Secretion of the Pancreas", American Journal of Physiology 59 (1922): 479. Ver también Frederick G. Banting y Charles H. Best, "La secreción interna del páncreas", Journal of Laboratory and Clinical Medicine 7 (1921-2): 251-66.

24. Edgar Allen y Edward Doisy, "An Ovarian Hormone", Journal of the American Medical Association` 81 (1923): 819-21; y Edgar Allen y Edward Doisy, "The Induction of a Sexually Mature Condition in Immature Females by Injection of the Ovarian Follicular Hormone", Journal of Laboratory and Clinical Medicine 69 (1924): 577-88.

25. Charles R. Stockard y George N. Papanicolaou, "The Existence of a Typical Oestrus Cycle in the Guinea-Pig, with a Study of Its Histological and Physiological Changes", American Journal of Anatomy 22 (1917): 225-83.

26. Selmar Aschheim y Bernhard Zondek, "Schwangerschaftsdiagnose aus dem Harn (durch Hormonnachweis)", Klinische Wochenschrift 7 (1928): 8-9.

27. Edward A. Doisy et al. "The Preparation of the Crystalline Ovarian Hormone from the Urine of Pregnant Women", Journal of Biological Chemistry 86 (1930):499-509.

28. George W. Corner, The Seven Ages of a Medical Scientist: An Autobiography (Filadelfia: Universidad de Pensilvania, 1981), 235.

29. T. F. Gallagher y F. C. Koch, "The Testicular Hormone", Journal of Biological Chemistry 84 (1929): 495-500; C. R. Moore, T. F. Gallagher y F. C. Koch, "The Effects of Extracts of Testis in Correcting the Castrated Condition in the Fowl and in the Mammal", Endocrinology 13 (1929): 367-74; y C. R. Moore y T. F. Gallagher, "On the Prevention of Castration Effects in Mammals by Testis Extract Injection", American Journal of Physiology 89 (1929): 388-94.

30. Adolf Friedrich Johann Butenandt, "Über die chemische Untersuchung der Sexualhormonone", Zeitschrift für angew Chem 44 (193l): 905-8.

31. K. David, E. Dingemanse, J. Freud, y E. Laquer, "Über krystallinisches männliches Hormon aus Hoden (Testosteron), wirksamer als aus Harn oder aus Cholesterin bereitetes Andosteron", Hoppe-Seyler Zeitschrift für physiologische Chemie 233 (1935): 281-2.

32. Herbert M. Evans y Joseph A. Long, "The Effect of the Anterior Lobe Administered Intraperitoneally upon Growth Maturity and Oestrus Cycles of the Rat", Anatomical Record 21 (1921): 62-63.

33. Técnicamente, no fue aislado hasta 1949. Ver Choh Hao Li, M. E. Simpson y H. M. Evans, "Isolation of Pituitary Follicle-Stimulating Hormone", Science 109 (1949): 445-6.

34. Chao Hao Li, "Interstitial Cell Stimulating Hormone. II. Method of Preparation and Some Physico-Chemical Studies", Endocrinology 27 (1940): 803-8.

35. Hay una amplia y creciente bibliografía sobre ésto. Aunque las notas finales han citado algunos de los avances claves, una de las fuentes principales son las diversas ediciones de Sex and Internal Secretions. La primera edición, Sex and Internal Secretions, ed. Edgar Allen (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1932) y gran parte de la investigación en ello fue patrocinada por el CRPS. Edgar Allen, Sex and Internal Secretions, 2a ed., eds. C. H. Danforth, y E. A. Doisy (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1939) actualizó el tema; y la última edición, Sex and Internal Secretions, 3a ed. William C. Young, 2 volúmenes. (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1961), está casi totalmente dedicado a la biología del sexo.

36. G. W. Barthelmez, Histological Studies on the Menstruating Mucous Membrane of the Human Ulterus, Contributions to Embryology No. 142 (Washington, D.C.: Carnegie Institution, 1932).

37. Esta fue la teoría propuesta por J. E. Markee, Menstruation in Intraocular Endometrial Transplants in the Rhesus Monkey, Contributions to Embryology No. 28 (Washington, D.C.: Carnegie Institution, 1940), 219-306; y J. E. Markee, "Morphologic and Endocrine Basis for Menstrual Beeding", en Progress in Gynecology Ginecología, ed. J. V. Meigs y S. H. Sturgis (Nueva York: Grune & Stratton, 1946), 2:37-47.

38. Hay varios estudios incluidos en este pero el único fue por F. Hisaw, "Development of the Grafian Follicle and Ovulation", Physiological Rewiew 27 (1947): 95-119. Ver también Li, Simpson y Evans, "Interstitial Cell Stimulating Hormone", 803-8; ver Li, Simpson y Evans, "Isolation of Pituitary Follicle-Stimulating Hormone".

39. George W. Corner y W. M. Allen, "Physiology of the Corpus Luteum", American Journal of Physiology 88 (1929): 326-46.

40. El cambio en la temperatura se observó pronto; W. Squire, "Puerperal Temperatures", Transactions of the Obstetrical Society (London) 9 (1868): 129. Para ello, el uso en la planificación de la familia natural, ver J. Ferin, "Détermination de la période stérile prémenstruelle par la courbé thermique", Bruxelles Medica 27 (1947): 86-93.

41. J. Billings, Natural Family Planning: The Ovulation Method (Collegeville. Minn.: Liturgical, 1973); ver también a E. Billings y A. Westmore, The Billing Method: Controlling Fertility without Drugs or Devices (Nueva York: Random House, 1980).

42. Esto fue descubierto por primera vez por A. Aschheim y B. Zondek, "Ei und Hormon", Klinische Wochenschrift 6 (1927): 1321; y A. Aschhelm y B. Zondek, "Die Schwangerschaftsdiagnose aus dem Harn durch Hormonnachweis" Klinische Wochenschrift 7 (1928): 7, 8-9, 1404-11, 1453-7.

43. Ver Corner, Seven Ages of a Medical Scientist, 249-54; George Corner y William Myron Allen, "Physiology of the Corpus Luteum", American Journal of Physiology 88 (1929): 325-6. Ver también Chandler M. Brooks, Jerome L. Gllbert, Harold A. Level y David R. Curtis, Humors, Hormones and Neurosecretions (Nueva York: SUNY Press, 1962); John W. Everett, "The Mammalian Female Reproductive Cycle and Its Controlling Mechanisms", en Sex and Internal Secretions, 3a ed., 1: 497; Frederick L. Hisaw y Frederick L. Hisaw, Jr., "Action of Estrogen and Progesterone on the Reproductive Tract of Lower Primates", en Sex and the Internal Secrettions, 3a ed. (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1961), 556-89; y H. Maurice Goodman, Basic Medical Endocrinology (Nueva York: Raven, 1998)

44. Sinclair Lewis, Arrowsmith (1925; reimpreso, Nueva York: Grosset & Dunlap, 1945).

45. Paul De Kruif, "Jacques Loeb, the Mechanist", Harper Monthly Magazine 146 (1922-3): 181-90. De Kruif describe su colaboración con Sinclair Lewis en sus memorias, Sweeping Wind: A Memoir (New York, Harcourt, Brace y World 1962). Ver también Mark Schorer, Sinclair Lewis (New York, 1961), 361-9; y Charles E. Rosenberg, "Martin Arrowsmith: The Scientist as Hero", American Quarterly 15 (otoño 1963): 447-58.

46. Jacques Loeb, "On the Nature of the Process of Fertilization and the Artifical Production of Normal Larvae (plutei) from the Unfertilized Eggs of the Sea Urchin", American Journal of Physology 3(1899): 135-8. Para un relato más completo de sus criterios ver Jacques Loeb, The Mechanistic Conception of Life (Chicago: Chicago University Press, 1912).

47. Ver Donald Fleming, la introducción de Jacques Loeb, para The Mechanistic Conception of Life (1912; reimpreso, Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1964), xxiii.

48. Ver G. Pincus y E. V. Enzmann, "¿Can Mammalian Eggs Undergo Normal Development in Vitro?", Proceedings of the National Academy of Sciences 20 (1934): 121-2. Ver además, New York Times (13 de mayo de 1934), sec. 8, p. 6, col. 3 y Time 23 (12 de marzo de 1934): 57. Curiosamente, ahora se conoce que los espermatozoides de los conejos deben experimentar el "aderezo" o capacidad en el aparato genital femenino antes de que puedan movilizar el óvulo, y se cree que Pincus creó los huevos de conejos para desarrollarse a través de la activación partenogenética accidental, ya que la patogénesis es más fácil de lograr en los conejos que la fecundación in vitro. El nacimiento en directo de la fecundación in vitro se realizó en 1959 por Min-Chueh Chang, colaborador desde hace mucho tiempo de Pincus. Ver M.-C. Chang, "Fertilization of Rabbit Ova in Vitro", Nature 184 (1959): 466-7. Fue Chang quien también descubrió la necesidad de la maduración del esperma: M-C. Chang, "Fertilizing Capacity of Spermatozoa Deposited into the Fallopian Tubes", Nature 168 (1951): 697-8. Esto también se redescubrió y se llamó capacidad por C. R. Austin en el mismo año: C. R. Austin, "Observation on the Penetration of the Sperm into the Mammalian Eggs", Australian Journal of Scientific Research 4 (1951): 581. Ver también Aldous Huxley, Brave New World (Londres: Chatto and Windus, 1932).

49. Gregory Pincus y E. V. Enzmann, "The Comparative Behavior of Mammalian Eggs in Vivo and in Vitro, II. The Activation of Tubal Eggs of the Rabbit", Journal of Experimental Zoology 73 (1936): 195-208. Ver también G. Pincus, The Eggs of Mammals, monografías de Biología experimental (Nueva York: Macmillan 1936).

50. J. D. Ratcliff, "No Father To Guide Them", Collier Magazine (20 de marzo de 1937): 19. Ver también Newsweek 7 (4 de abril de 1936): 4; Time 27 (6 de abril de 1936): 49-50; y New York Times (27 de marzo de 1936).

51. New York Times (2 de noviembre de 1939), 18; "Rabbits without Fathers" [Editorial], New York Times (3 de noviembre de 1939), 20; New York Times (28 de abril de 1940), 8; y New York Times (30 de abril de 1941), 11. Los artículos que sirvieron como fuente para los medios de comunicación fueron Gregory Pincus, "The Development of Fertilized and Artificially Activated Rabbit Eggs", Journal of Experimental Zoology 82 (1939): 85-120; Gregory Pincus, "The Breeding of Rabbits Produced by Recipients of Artificially Activated Ova", Proceedings of the National Academy of Sciences 25 (1939): 357-9; y Gregory Pincus y Herbert Shapiro, "Further Studies on the Activation of Rabbit Eggs", Proceedings of the American Philosophical Society 83 (1940): 163-5.

52. Para esto ver Albert Q. Maisel, The Hormone Quest (Nueva York: Random House, 1965), esp. cap. 4 pág. 59-81; para los antecedentes a esta sección ver también, Janics Reed, From Private Vice to Public Virtue: The Birth Control Movement and American Society Sice 1830 (Nueva York: Basic, 1978), 317-33.

53. Este tema es explorado por Reed, From Private Vice to Public Virtue, 225.

54. Bonnic Bullough y George Rosen, Preventive Medicine in the United States 1900-1990 (Cantón, Mass.: Science History, 1992), 46-47. Ver también Allan M. Brandt, No Magic Bullet: A Social History of Venereal Disease in the United States Since 1880 (Nueva York: Oxford University Press, 1985), 122.

55. F. M. Thurston, A Bibliography on Family Relationships (Nueva York: Consejo Nacional de la Educación de Padres, 1932).

56. C. B. Broderick, "To Arrive Where We Started: The Field of Family Studies in the 1930's", Journal of Marriage and Family 50 (1988): 569-84.

57. Ver, por ejemplo, Hal D. Sears, The Sex Radicals: Free Love in High Victorian America (Lawrence: Regents Press of Kansas, 1977); y Karen Lystra, Searching the Heart: Women, Men, and Romantic Love in Nineteenth Century America (Nueva York: Oxford University Press, 1989).

58. Henrik Ibsen, Ghosts and A Doll's House in The Complete Major Prose Plays of Henrik Ibsen, trad. Rolf Fielde (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1967).

59. George Bernard Shaw, Getting Married in The Doctor's Dilemma, Getting Married, and The Shewing-up of Blanco Posnet (Londres: Constable, 1911).

60. Otto Weininger, Sex and Character (Nueva York: Putnam, 1906).

61. August Strindberg, The father (1887), trad. Valburg Anderson (Nueva York: Appleton-Century-Crofts, 1964); Strindberg, Miss Julie (1888) y Creditors (1888), trad. Elizabeth Sprigge (Chicago: Aldine, 1962); Robert Herrick, Together (Nueva York: Macmillan, 1908) y One Woman's Life (1913) (Nueva York: AMS, 1964).

62. Ben Lindsay and Wainwright Evans, El Companionate Marriage (Nueva York: Boni & Liveright, 1927).

63. Para los detalles de su vida y actividades ver Hall Ruth, Passionate Crusader: The Life of Marie Stopes (Nueva York: Harcourt Brace Jovanovich, 1977); He dependido de esto para los datos biográficos.

64. Marie Stopes, Married Love (Londres: Fifield, 1920); Marie Stopes, Wise Parenthood (Londres: Fifield, 1918); Marie Stopes, Radiant Motherhood (Londres, Putnam’s, 1920); y Marie Stopes, Enduring Passion (Londres: Putnam, 1928). Todo pasó por numerosas ediciones. Escribió muchos otros libros y artículos, incluidos varios poemas y ensayos.

65. Para una discusión integral de esto ver Steven Seidman, Romantic Longings: Love in America 1830-1980 (Nueva York: Routledge, 1991).

66. Marie Carmichael Stopes, Enduring Passion, 4a ed. (Nueva York: Putnam's, 1931),21.

67. Margaret Sanger, Hapiness in Marriage (Nueva York: Blue Ribbon, 1926).

68. Harnnah Stone y Abraham Stone, A Marriage Manual (Nueva York: Simon & Schuster, 1939), 215.

69. Isabel E. Hutton, The Sex Technique in Marriage, 2a ed. (Nueva York: Emerson, 1932),107.

70. Stopes, Enduring Passion, 19.

71. Th. H. van de Velde, Ideal Marriage: ILts Physiology and Technique (Nueva York: Covici Friede, 1930), 2.

72. Ibíd., 6.

73. He basado mi información sobre van de Velde en la biografía breve de él en Edward M. Brecher, The Sex Researchers (Boston: Little, Brown, 1969), 82-104. Brecher tituló su capítulo sobre van de Velde "He Taught a Generation How to Copulate", pero es importante recalcar que van de Velde fue sólo uno de los autores que lo hizo.

74. van de Velde, Ideal Marriage, 301.

75. Ibíd., 211.

76. Ibíd., 238-41.

77. Ver E. Haldeman-Julius, The First Hundred Million (Nueva York: Simon & Schuster, 1928)

78. Un buen resumen de las decisiones de los tribunales es Paul S. Boyer, Purity in Print: Book Censorship in America (Nueva York: Scribner, 1968).

79. Para los antecedentes ingleses ver G. R. Scott, Into Whose Hands (Londres: Swan, 1961),108-9.

80. Morris L. Ernst y Alan U. Schwartz, Censorship: TheSearch for the Obscene (Nueva York: Macmillan, 1964), 72-79.

81. No he visto el folleto, pero se extrae en ibíd., 80-92.

82. Muriel Box, ed., Birth Control and Libel: The Trial of Marie Stopes (Nueva York: Barnes, 1968).

83. Ernst y Schwartz, Censorship, 161-3. El caso fue United States v. One Obscene Book Entitled "Married Love," 6 de abril de 1931.

84. Los casos se resumieron en Emst y Schwartz, Censorship, 93-107.

85. Para información ver James F. Cooper, Technique of Contraception (Nueva York: Day-Nichols, 1928), 177-204.

86. "The Consumer and the Law", Human Fertility 8 (junio de 1943): 48-49; Human Fertility 9 (septiembre de 1944): 93-94.

87. Reed, From Private Vice to Public Virtue, 242.

88. Ibíd., 168.

89. Ibíd., 305.

90. Ver Norman B. Ryder, "The Emergence of a Modern Fertility Pattern: United States, 1917-66, "Fertility and Family Planning, ed. S. J. Behrman, Leslie Corsa Jr. y Ronald Freedman (Ann Arbor: Michigan University Press, 1969). Para los estudios anteriores ver Ronald Freedman, Pascal K. Whelpton, y Arthur A. Campbell, Family Plannning, Sterility and Population Growth (Nueva York: McGraw-Hill, 1949); y Pascal K. Whelpton, Arthur A. Campbell y John E. Patterson, Family Planning Sterility and Population Growth (Princeton, N. J.: Princeton University Press, 1966).

CAPÍTULO 6: DESDE FREUD A LA BIOLOGÍA HASTA KINSEY

1. John C. Burnham, "The Influence of Psychoanalysis upon American Culture", American Psychoanalysis: Origins and Development, ed. Jacques M. Quen y Eric T. Carlson (Nueva York: Brunner/Mazel, 1978), 60.

2. Nathan Hale, Freud and the Americans: The Beginnings of Psychoanalysis in the United States, 1876-1917 (Nueva York: Oxford University Press, 1971).

3. Floyd Dell, "Speaking of Psychoanalysis, the New Boon for Dinner Table Conversationalists", Vanity Fair 5 (diciembre de 1915): 53.

4. Citado en Burnham, "Influence of Psychoanalysis", 61.

5. Seymour Fisher y Roger P. Greenberg, The Scientific Credibility of Freud's Theories and Therapy (Nueva York: Basic, 1977), 285. Ver también Frank J. Sulloway, "Reassessing Freud's Case Histories: The Social Construction of Psychoanalysis", Isis 82 (1991): 245-73. Sulloway excluyó las especulaciones de Freud en Psicobiografía tales como su estudio de Leonardo da Vinci de sus historias clínicas.

6. Por ejemplo, ver Jeffrey M. Masson, The Assault on Truth: Freud's Suppression of the Seduction Theory (Nueva York: Farrar, Straus & Giroux, 1984).

7. Sigmund Freud, The Complete Letters of Sigmund Freud to Wilhelm Fliess, 1887-1904, trad. y ed. Jeffrey Mossaieff Masson (Cambridge, Mass: Belknap, 1985), 447.

8. Sulloway, "Reassessing Freud's Case Histories", 275.

9. Alfred Adler, The Neurotic Constitution: Outlines of a Comparative Individualistic Psychology and Psychotherapy, trad. Bernard Glueck y John E. Lind (Nueva York: Moffat, Yard, 1917).

10. Alfred Adler, Study of Organ Inferiority and Its Psychical Compensation, trad. Smith Ely Jelliffe (Nueva York: Nervous & Mental Disease Publishing, 1917). Posteriormente argumentó que las características sexuales secundarias del sexo opuesto aparecen con mucha mayor frecuencia entre los neuróticos que entre los individuos normales y que fue esta predisposición orgánica la que condujo a los sentimientos de la personalidad individual. Ver Alfred Adler, "Der psychische Hermaphroditism im Leben und in der Neurose", Fortschritt der Medizin 38 (1910): 486-93.

11. Frank J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend (Nueva York: Basic, 1979), 430-1. Ver también Alfred Adler, Understanding Human Nature, trad. Walter Béram Wolfe (Nueva York: Greenberg, 1927).

12. Wilhelm Stekel, The Homosexual Neurosis, trad. James Van Teslaar (Nueva York: Emerson, 1940); Wilhelm Stekel, Patterns of Psichosexual Infantilism (Nueva York: Grove, 1959); y Wilhelm Stekel, Sexual Aberrations (New York, Grove, 1963). Para una narración interesante ver Wilhelm Stekel, The Autobiography of William Stekel, ed. Emil A. Cutheil (Nueva York: Liveright, 1950).

13. Carl Gustav Jung, The Collected Works of C. G. Jung, vols. 7 y 9 (1966), ed. Gerhard Adler, Michael Fordham y Herbert Read (Princeton, N.J.: Princeton University Press, vol. 7. 1966, vol. 9. 1968), partes 1-2. Ver también C. J. Jung, Two Essays on Analytical Psychology (Nueva York: Pantheon, 1953).

14. Paul A. Robinson, The Freudian Left (Nueva York: Harper & Row, 1969).

15. Ver Wilhelm Reich, The Function of the Orgasm (reimpreso, Nueva York: World, 1971); Wilhelm Reich, The Sexual Revolution (Nueva York: Farrar, Straus & Ciroux, 1962).

16. New York Times, 5 de noviembre de 1957, p. 31, col.4.

17. Estas ideas son desarrolladas en una serie de libros y artículos. Ver Herbert Marcuse, Reason and Revolution (Boston: Beacon, 1960); Herbert Marcuse, Eros and Civilitation, 2a ed. (Boston: Beacon, 1966); y Herbert Marcuse, "The Social Implications of Freudian Revisionism", Dissent 2, No. 3 (verano de 1955): 221-40.

18. Hay un amplio número de estudios por Bissonette y sus colaboradores. Ver S. D. Aberle y G. W. Corner, Twenty-five Years of Sex Research: History of the National Research Council for Research in Problems of Sex, 1922-47 (Filadelfia: Saunders, 1953), 144-7. Entre los estudios sobre mamíferos están T. H. Bissonette y A. G. Csech, "Modification of Mammalian Sexual Cycles", VII. Fertile matings of raccoons in December and in February induced by increasing daily periods of light", Proceedings of Royal Society of London 122 (1937): 246-54; T. H. Bissonette y A. G. Csech, "Modified Sexual Photoperiodicity in Cotton-Tail Rabbits", Biology Bulletin 77 (1939): 364-7; y T. H. Bissonette, "Sexual Photoperiodicity in Animals", Journal of Heredity 26 (193 5): 284-6.

19. Gran parte de este trabajo fue conducido bajo la dirección de Herbert M. Evans (1882-1971). Entre sus artículos más importantes estuvieron H. M. Evans y Katharine S. Bishop, "On the Existence of a Hitherto Unrecognized Dietary Factor Essential for Reproduction", Science 56 (1922): 650-1.

20. C. R. Moore y H. D. Chase, "Heat Application and Testicular Degeneration", Anatomical Record 26 (1923): 344; C. R. Moore y W. J. Quick, "A Comparison of Scrotal and Peritoneal Temperature", Anatomic Record 26 (1923): 344; y particularmente C. R. Moore y W. J. Quick, "The Scrotum as a Temperature Regulator for the Testes", American Journal of Physiology 68 (1924): 70-9.

21. Robert Yerkes y Ada Watterson Yerkes, The Great Apes: A Study of Anthropoid Life (New Haven: Yale University Press, 1929). Sus escritos son extensos pero entre los estudios pertinentes destacan R. M. Yerkes y J. H. Elder, "The Sexual and Reproductive Cycles of the Chimpanzee", Proceedings of the National Academy of Science 22 (1936): 362-70; y R. M. Yerkes, "Sexual Behavior in the Chimpanzee", Human Biology 11 (1939): 78-111. Los documentos de Yerkes están en la biblioteca de la Yale University Medical School. Hay una biografía corta de él: John C. Burnham, "Robert M. Yerkes", Dictionary of Scientific Biography, ed. Charles C. Gillespie (Nueva York: Scribner, 1976), 14:549-51.

22. Ver Frank A. Beach, "A Review of Physiological and Psychological Studies of Sex Behavior in Mammals", Physiological Review 27 (1947): 240-327.

23. Bronislaw Malinowski, The Sexual Life of Savages in North-Western Melanesia: An Ethnographic Account of Courtship, Marriage and Family Life Among the Natives of the Trobriand Islands, British New Guinea (Nueva York: Harcourt, Bracer, 1929).

24. H. R. Hays, From Ape to Angel: An Informal History of Social Anthropology (reimpreso, Nueva York: Capricorn, 1964), 327.

25. Margaret Mead, Coming of Age in Samoa (Nueva York: Morrow, 1928).

26. Gran parte de esta crítica de Mead fue más o menos secreto oficial hasta después de su muerte. Los cargos principales fueron efectuados a comienzos de los años ochenta por Derek Freeman y causaron una gran controversia en la Antropología y condujeron a una denuncia de Freeman en los mítines de 1983 de la American Anthropological Association celebrada en Chicago. Ver Melvin Ember, "Evidence and Science in Ethnography: Reflections on the Freeman-Mead Controversy", American Anthropologist 87 (1985): 906-9. El tema no estalló hasta 1987, cuando Fa’apua’a, uno de los informadores de Mead, fue encontrado. Luego casi en los noventa, contó cómo ella y su novia Fofoa (quien murió en 1936) habían hecho lo que contaron a Mead. Ver Larry Gartenstein, "Sex, Lies, Margaret Mead and Samoa", Geo (junio-agosto, 1991). Para otros documentos ver Derek Freeman, "Fa’apua’a, Famu y Margaret Mead", American Anthropologist (diciembre de 1989): 1017-22. Derek Freeman, "There's Tricks i'th' World", Visual Anthopology Reviews (primavera 1991) [el título es una citación de Hamlet]; y Derek Freeman, "Paradigms in Collision", Academic Questions (julio de 1992). Actualmente hay conformidad creciente de que las afirmaciones de Mead acerca de Samoa se basaron sobre la información incorrecta y el malentendido. Ver Lenora Foerstel y Angela Gilliam, eds., Confronting the Margaret Mead Legacy: Scholarship, Empire, and the South Pacific (Filadelfia: Temple University Press, 1992).

27. Margaret Mead, Sex and Temperament in Three Primitive Societies (Nueva York: Morrow, 1935).

28. P. Mantegazza, Anthropological Studies of Sexual Behavior (Nueva York: Anthropological Press, 1932).

29. Clellan S. Ford y Frank A. Beach, Patterns of Sexual Behavior (Nueva York: Harper, 1951), 250.

30. Ibíd., 257.

31. Ibíd., 129-30.

32. Jane Belo, Bali, Rangda and Barong, American Ethnological Society Monograph No. 16 (Nueva York: J. J. Augustin, 1949), 130.

33. Ford y Beach, Patterns of Sexual Behavior, 130.

34. Para una encuesta general de estos datos desde una perspectiva contemporánea crítica ver Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago, 1976), 22-50.

35. Un estudio muy precoz de la vida sexual griega fue el de M. H. E. Meier, en "Päderastie", Encylopädie der Wissenschaften und Künsten, ed. J. S. Ersch y J. G. Gruber (Leipzig: Bockhaus, 1837), vol. 9, sec. 3, págs. 149-88, y aunque este fue conocido por pocos especialistas que consultaron la enciclopedia, el tema fue ampliamente ignorado en la mayoría de los estudios de la Grecia Antigua. Una de las primeras obras para divulgar fue por Hans Licht, Sexual Life in Ancient Greece (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1932). Licht fue el pseudónimo para Paul Brandt, y la edición inglesa es una clase de traducción censurada de Brandt Sittengeschichte Griechenlands. Otros estudios como [John Addington Symonds], A Problem in Greek Ethics (n.p., 1901) no estuvieron ampliamente disponibles. John Jay Chapman, Lucian, Plato and Greek Morals (Boston: Houghton Mifflin, 1931), 120, recalca el choque que un erudito clásico tuvo al reconciliarse él mismo a los hechos de la vida sexual griega.

36. Otto Kiefer, Sexual Life in Ancient Rome (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1934); y John Jakob Meyer, Sexual Life in Ancient India (reimpreso, Nueva York: Barnes & Noble, 1953).

37. Charles Forberg, De veneris figuris (reimpreso, Nueva York: Medical Press of New York, 1963).

38. Ver por ejemplo, Mitchell S. Buck, trad., The Priapeia: An Antology of Poems on Priapus (n.p., 1937).

39.My Secret Life, introducción por G. Legman (reimpreso, Nueva York: Grove Press, 1966), 11: 2191-2.

40. Ibíd., 2:206.

41. Dorothy Dunbar Bromley y Florence Haxton Britten, Youth and Sex (Nueva York: Harper & Brothers, 1938). Los cuestionarios se reproducen en el apéndice.

42. Lewis M. Terman, Paul Buttenweiser, Leonard W. Ferguson, Winifred B. Johnson, y Daniel P. Wilson, Psychological Factors in Marital Hapiness (Nueva York: McCraw-Hill, 1938).

43. Ver Carney Landis, Agnes T. Landis y M. Marjorie Bolles, Sex in Development (Nueva York: Hoeber, 1940); y Carney Landis, M. M. Bolles y D. D’Esopo, "Psychological and Physical Concomittants of Adjustment in Marriage", Human Biology 12 (1940): 559-65.

44. Ver, por ejemplo, W. B. Johnson y Lewis M. Terman, "Personality Characteristics of Happily Married, Unhappily Married, and Divorced Persons", Character and Personality 3 (1935): 199-311; C. Landis y M. M. Bolles, "Psychosexual Immaturity", Journal of Abnormal Social Psychology 35 (1940): 449-52; y C. Landis, A. T. Landis y M. M. Bolles, Sex in Development (Nueva York: Hoeber, 1940). Conspicuo por su ausencia en los proyectos apoyados por la CRPS es cualquier estudio de la homosexualidad u otra variante de la sexualidad que tanto dominó gran parte de la investigación europea. Para algunos de los problemas, ver Henry L. Minton, "Feminity in Men and Masculinity in Women: American Psychiatry and Psychology Portrat Homosexuality in the 1930's", Journal of Homosexuality 13 (1986): 1-22.

45. C. C. Miles y Lewis M. Terman, "Sex Differences in the Association of Ideas", American Journal of Psychology 41 (1929): 165-206; Lewis M. Terman, "Sex Differences in Certain Non-Intellectual Traits", Psychological Bulletin 24 (1927): 201; y Lewis M. Terman y C. C. Millas, Sex and Personality: Studies in Masculinity and Feminity (Nueva York: McCraw-Hill, 1936).

46. C. Landis y M. M. Boles, Personality and Sexuality of the Physically Handicapped Woman (Nueva York: Hoeber, 1942). Este estudio constó de entrevistas de cien mujeres inválidas, la mayoría de las cuales estuvieron entre edades de dieciocho y veinticinco, eran católicas y estuvieron en el hospital psiquiátrico estatal. Los individuos respondieron a 116 preguntas en una entrevista realizada por Boles. Aunque hay un deterioro estadístico, muchos de los subgrupos incluían muy pocos temas de los cuales se sacan las conclusiones. El estudio fue apoyado por la CRPS.

47. F. M. Strakosch, Factors in the Sex Life of Seven Hundred Psychopathic Women (Utica, N.Y.: State Hospital Press, 1934). Su estudio fue hecho como una parte de su tesis doctoral en Psicología.

48. Alfred Kinsey, Wardell Pomeroy y Clyde Martin, Sexual Behavior in the Human Male (Filadelfia: Saunders, 1958), 31-34.

49. El Presidente del comité fue el psiquiatra Eugen Kahn de la Universidad de Yale. Como miembros estuvieron incluidos varios otros que habían realizado la investigación sexual, incluidos Dickinson, Landis, Lashley, Meyer y Terman. Gershon Legman compiló una bibliografía sobre la homosexualidad y el lesbianismo, que acabó en la New York Academy of Medicine; partes de ello estuvieron incluidas en Vern L. Bullough, W. Dorr Legg, Barret W. Elcano y James Kepner, An Annonated Bibliography of Homosexuality, 2 volúmenes. (Nueva York: Garland, 1976). Su colección fue fortuita y repetitiva, pero fue el primer intento serio en los Estados Unidos para examinar lo que aquellos fuera del campo de la Psiquiatría acerca de la homosexualidad y el lesbianismo.

50. George W. Henry, Sex Variants: A Study of Homosexual Patterns, 2 volúmenes. (Nueva York: Hoeber, 1941), xii-xiii.

51. Ibíd., 1049-65. Los datos fueron resumidos en el apéndice 5 por Henry y dos radiólogos, Robert P. Ball y John R. Carty.

52. Ibíd., 1034.

53. Robert Latou Dickinson, "The Gynecology of Homosexuality" [apéndice], en Sex Variants: A Study of Homosexuals Patterns, 2 vols., por George W. Henry. (Nueva York: Hoeber, 1941), 1069-130.

54. Henry, Sex Variants, 1025.

55. George W. Henry, Sex Variants: A Study of Homosexuals Patterns (reimpreso, 2 vols. en 1, Nueva York: Paul B. Hoeber, 1948), vii.

56. George W. Henry, All the Sexes (Nueva York: Rinchart, 1955), esp. xii-xiii.

57. W. S. Sheldon, The Varieties of Human Physique (Nueva York: Harper & Brothers, 1940); y W. S. Sheldon, The Varieties of Temperament (Nueva York: Harper Brothers, 1944).

58. Un ruso llamado Chlenov hizo la primera averiguación dentro de la vida sexual de los estudiantes de Moscú en 1903-4. Hay un resumen en alemán de ellos por F. Feldhusen, "Die Sexualenquete unter der Moskauer Studentschaft", Zeitschrift für Bekämfung der Geschlechtskrankheiten 8 (1909): 211-24, 245-55. Su estudio fue seguido por uno conducido por los psiquiatras Zbankov y Jakovenko sobre los estudiantes; no pudieron publicar sus resultados hasta 1922. Durante los años veinte, se realizaron algunas encuestas de gran variedad por Jakobson, de las cuales algunos han dicho que eran las mejores encuestas generales del comportamiento sexual antes de Kinsey. Ver Raymond R Willoughby, Sexuality in the Second Decade (Nueva York: Kraus, 1966), Monograph Society for Research in Child Development (volumen. II, No. 3. serial No. 10. 1937), quienes resumieron algunas de estas. Ver también J. Raboch, "History of Sexology in Eastern Europe" Experimental and Clinical Endocrinology 98, No. 2 (1991): 53-56.

59. Gran parte de esta información está basada en Dr. Kinsey and the Institute for Sex Research por Wardell B. Pomeroy (Nueva York: Harper & Row, 1972). Judith Reisman denunció que Kinsey no fue sencillamente elegido para el nuevo curso del matrimonio por la Universidad sino que había maniobrado durante muchos años para ganar la aprobación para el curso y para poder dirigirlo. Ver Judith A. Reisman y Edward W. Eichel, Kinsey, Sex and Fraud: The Indocrination of a People (Lafayette, La.: Lochinvar-Huntington House, 1990), 5. Hay pocas pruebas de una u otra forma, pero la acusación no debería descartarse. Un curso sobre el recinto universitario de Indiana que no había tenido nada acerca de sexualidad humana en sí, se basó en el modo tradicional de enfatizar los peligros del sexo, particularmente el riesgo de infección y las malas secuelas de la masturbación.

60. George W. Corner, The Seven Ages of a Medical Scientist (Filadelfia: University of Pennsylvania, 1981), 314.

61. Ibíd., 268.

62. Ibíd., 269.

CAPÍTULO 7: DE LA ESTADÍSTICA A LA SEXOLOGÍA

1. Alfred Kinsey, Wardell Pomeroy y Clyde Martin, Sexual Behavior in the Human Male (Filadelfia: Saunders, 1948); y Alfred Kinsey, Wardell Pomeroy, Clyde Martin y Paul Cebhard, Sexual Behavior in the Human Female (Filadelfia: Saunders, 1953).

2. Wardell B. Pomeroy, Dr. Kinsey and the Institute for Sex Research (Nueva York: Harper & Row, 1972), 4.

3. Pomeroy dice que cerca de diez se cambiaron en el curso de las entrevistas. Indicó que una de dichas preguntas fue sobre caricias extramaritales, que se agregó sólo en 1948, porque "Kinsey fue todavía un poco ingenuo sobre el tema" y porque se resistió a cambiar las preguntas de la entrevista. Ibíd., 121.

4. Ibíd., 121; y Wardell Pomeroy, comunicación personal. Patrociné una clase en la cual Pomeroy les enseñó el código a otros.

5. Ver Judith A. Reisman y Edward W. Elchel, en Kinsey, Sex, and Fraud, ed. Gordon Muir y John H. Court (Lafayette, La.: Lochinvar-Huntington House, 1990). Este es un libro mal escrito y pobremente editado, en el que Kinsey es descrito como un no científico por depender o de la memoria de los temas viejos o de los datos recogidos por un pedófilo. Implica que Kinsey debe haber conducido los experimentos él mismo. Cuando se pregunta acerca de los datos, Gebhard recalcó que los experimentos sexuales sobre menores y niños fueron ilegales y que el grupo de Kinsey nunca intentó estudios de seguimiento. Ver la respuesta de Gebhard, "Dr. Paul Gebhard's Letter to Dr. Judith Pressman Regarding Kinsey Research Subjects and Data" (11 de marzo de 1981) [apéndice B], en Kinsey, Sex, and Fraud, 223.

1. Ibíd., 122-3.

7. William G. Cochran, Frederick Mosteller y John W. Tukey, Statistical Problems of the Kinsey Report (Washington, D.C.: American Statistical Association, 1954), 23.

8. Hay un informe escrito del comité establecido para examinar ésto; ver el "Report" de la fundación 1, ser. 200. box 41. Rockefeller Foundation Archives, Pocantico Hills, North Tarrytown, Nueva York.

9. George W. Corner, The Seven Ages of a Medical Scientist: An Autobiography (Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 1981), 315-6.

10. Pomeroy, Dr. Kinsey, 464.

11. Ver Kinsey et at., Sexual Behavior in the Human Female, 28-31.

12. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Male, 161, 610-50.

13. Para más sobre ésto ver Vern L. Bullough, "The Kinsey Scale in Historical Perspective", en Homosexuality/Heterosexuality: Concepts of Sexual Orientation, ed. David P. McWhirter, Stephanic A. Sanders y June Machover Reinisch (Nueva York: Oxford University Press, 1990), 3-14.

14. En los años treinta Kinsey se había vuelto profundamente apegado a un estudiante llamado Ralph Voris, que murió de neumonía dos años después de que el proyecto sexual fuera lanzado. Pomeroy escribió que Voris fue el amigo más íntimo que Kinsey tuvo, pero no hay ninguna otra indicación de otra cosa que la amistad. Ver Pomeroy, Dr. Kinsey, 46; y Paul Robinson, "Dr. Kinsey and the Institute for Sex Research" Atlantic 229 (mayo de 1972): 99-102.

15. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Male, 610, 633-6. Esta es la explicación avanzada por Paul Robinson, The Modernization of Sex (Nueva York: Harper & Row, 1976), 70-71.

16. Para diversos aspectos de este criterio ver Kenneth Lewes, The Psychoanalytic Theory of Male Homosexuality (Nueva York: Simon & Schuster, 1988).

17. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female, 375-408.

18. Ibíd., 377, 383.

19. Edward M. Brecher, The Sex Researchers (Boston: Little, Brown, 1969), 124.

20. Ibíd., 568.

21. Ibíd., 547, 549, 559; y Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female 284.

22. Ibíd., 186.

23. Ibíd., 311.

24. Ibíd., 328.

25. Ibíd., 416.

26. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Male, 585.

27. Ibíd., 650-1.

28. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female, 450-1.

29. Ibíd., 460.

30. Pomeroy, Dr. Kinsey, 101.

31. Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female, 435-6.

32. Ver Reinhold Niebuhr, "Kinsey and the Moral Problems of Man's Sexual Life", en An Analysis of the Kinsey Reports, ed. Donald Porter Geddes (Nueva York: New American Library, 1954), 62-70.

33. En realidad, había recopilado datos sobre el embarazo, el nacimiento y el aborto, que aparecieron en Pregnancy, Birth, and Abortion por Paul H. Gebhard, Wardell B. Pomeroy, Clyde E. Martin y Cornelia V. Christenson (Nueva York: Harper, 1958).

34. Una votación de Gallup después de la publicación del libro encontró que el 58 por ciento de los hombres y el 55 por ciento de las mujeres pensaron que la investigación de Kinsey era una cosa buena; sólo el 10 y el 14 por ciento, respectivamente, pensó que era algo malo. Ver Pomeroy, Dr. Kinsey, 283-4.

35. Dodds fue tan lejos hasta reunirse con funcionarios de la Fundación Rockefeller para expresar su infelicidad y la de Van Dusen. C. I. Barnard, quien habló con Dodds, dijo que la controversia no fue casi tan grande como esperó pero probablemente habría sido más seria si Fosdick no lo hubiera cerrado definitivamente. Ver el Memorándum del 28 de junio de 1948, Fundación ser. 200. box 40, Rockefeller Foundation Archives.

36. Lionel Trilling, The Liberal Imagination (1950; reimpreso, Nueva York: Viking, 1957), 218.

37. Pomeroy, Dr. Kinsey, 298-9.

38. Citado en ibíd., 367.

39. Ya en 1944, hay una carta en el Archivo Rockefeller indicando la desaprobación de esta política de Kinsey, pero aparentemente él persistió. Robert A. Lambert al Dr. D. F. Milam, 21 de julio de 1944, Fundation Records, grupo 1, ser. 200. box 40, 457, Rockefeller Foundation Archives.

40. Corner, Seven Ages of a Medical Scientist, 316-7. Kinsey había recibido cerca de doscientos mil dólares en derechos del primer volumen, pero el coste para administrar su instituto era aproximadamente de cien mil dólares por año.

41.La controversia se informó en el New York Times, "U.S Customs Refuses to Pass Obscene European Photos", 18 de noviembre de 1950, n18, 9:5 y en Indianapolis Start-News, 8 de diciembre de 1950. Ver Fundation Records [National Research Council] ser. 200, box 41, 463, Rockefeller Foundation Archives.

42. United States v. 31 Photographs, 156 F. Supp. 350 (S. D. N. Y., 1957).

43. Morris L. Ernst y Alan U. Schwartz, Censorship: The Search for the Obscene (Nueva York: Macmillan, 1964), 125.

44. Pomeroy, Dr. Kinsey, 317-9.

45. Ernst Gräfenberg, "An Intrauterine Contraceptive Method" (1931), reimpreso en Contraception: Benchmark Papers in Human Physology, ed. L. L. Langley (Stroudsburg, Pa.: Dowden, Hutchinson & Ross, 1973), 339-56.

46. T. Ota, "A Study on Birth Control with an Intrauterine Instrument", Japanese Journal of Obstetrics and Gynecology 17 (1934): 210-4.

47. Ver Cristóbal Tietze, "Intra-Uterine Contraceptive Rings: Historical and Statistical Appraisal", Intra Uterine Contraceptive Devices: Proceedings of the Conference, April 30-May 1, 1962, New York City, ed. Cristóbal Tietze y Sarah Lewitt (Amsterdam: Excerpta Medica International Congress, ser. 54. 1962), 11-18; Willi Oppenheimer, "Prevention of Pregnancy by the Gräfenberg Ring Method", reimpreso en Contraception, 357-65, y Atsumi a Ishihama, "Clinical Studies on Intrauterine Rings, Especially the Present State of Contraception in Japan...", reimpreso en Contraception, 366-82.

48. "Overpopulation and Family Planning", Report of the Proceedings of the Fifth International Conference on Planned Parenthood, 1955 (Londres: International Planned Parenthood, 1955).

49. Jack Lippes, "PID y el DIU" (documento presentado en el Congreso Mundial de Ginecología y Obstetricia, Tokio, octubre de 1979); y Jack Lippes, comunicación personal.

50. Ver Taek I1 Kim y Syng Wook Im, "Mass Use of Intra-Uterine Contraceptive Devices in Korea", en Family Planning and Population Programs, ed. Bernard Berelson (Chicago: University of Chicago Press, 1966), 425-32.

51. Ver J. Lippes, "A Study of Intra-Uterine Contraception: Development of a Plastic Loop", en Contraception, 383-90; y L. C. Margulies, "Intrauterine Contraception: A New Approach", en Contraception, 391-7.

52. Organización Mundial de la Salud (OMS), Mechanization of Action, Safety and Efficacy of Intrauterine Devices, Technical Report Ser. 753 (Ginebra: Organización Mundial de la Salud, 1987).

53. Para una discusión total de esto ver Morton Mintz, At Any Cost: Corportate Greed, Women, and the Dalkon Shield (Nueva York: Pantheon Books, 1985).

54. Ver la International Planned Parenthood Federation, International Medical Advisory Panel (IPPF), "Statement on Intrauterine Devices", IPPF Medical Bulletin 16 (diciembre de 1981): 1-3.

55. H. Selye, J. S. Brown y J. B. Collip, "Effects of Large Doses of Progestserone in the Female Rat", Proceedings of the Society for Experimental Biological Medicine 34 (1936): 472.

56. A. W. Makepeace, G. L. Weinstein y M. H. Friedman, "The Effect of Progestin and Progesterone on Ovulation in the Rabbit", American Journal of Physiology 119 (1937): 512; y E. W. Dempsey, "Follicular Growth Rate and Ovulation After Various Experimental Procedures in the Guinea Pig", American Journal of Physiology 120 (1937): 126.

57. Raphael Kurzok, "The Prospects for Hormonal Sterilization", Journal of Contraception 2 (1937), 27-29.

58. Citado por James Reed en From Private Vice and Public Virtue (Nueva York: Basic Books, 1978): 316.

59. Estas cifras son dadas por Maisel, Hormone Quest (Nueva York: Random House, 1965),44.

60. R. E. Marker, R. B. Wanger, P. R. Ulshafer, E. L. Wittbecker, D. P. J. Orfebre, y C. H. J. Ruof, "New Sources for Sapogenins", Journal of the American Chemical Society 69 (1947): 2242. Esto fue publicado varios años después de que Maker hubiera dejado el estado de Perin; enumera citas anteriores.

61. Citado por Pedro A. Lehmann, Antonio Bolivar y Rodolfo Quintero, en "Russell E. Marker, Pioneer of the Mexican Steroid Industry", Journal of Chemical Education 50 (1973): 195-9. Para una actualización ver Pedro A. Lehmann, "Early History of Steroid Chemistry in Mexico: The Story of Three Remarkable Men", Steroids 57 (1992): 403-8. Marker está todavía vivo según esta redacción.

62. Ver el Congreso Estadounidense, el Senado, el subcomité sobre patentes, marcas registradas y derechos de autor del comité sobre el poder judicial, Wonder Drug Hearings on S. Res. 167, 84o Cong., sess. 2ª, 1956.

63. Este relato se basa en Maisel, Hormone Quest, 43-58.

64. Carl Djerassi, "Steroid Oral Contraceptives", Science 151 (4 de marzo de 1966): 1055-61. Ver también Carl Djerassi, "Prognosis for the Development of New Chemical Birth Control Agents", Science 166 (24 de octubre de 1969): 468-73, 167 (6 de marzo de 1970), 1315-6; y Carl Djerassi, "Birth Control after 1944", Science 169 (4 de septiembre de 1970): 941-51. Quedo agradecido a Djerassi por ayudarme a escribir la historia completa de Marker.

65. Este relato se basa principalmente en Reed, From Private Vice to Public Virtue, 334-45.

66. Ibíd., 357.

67. John Rock, The Time Has Come: A Catholic Doctor's Proposals to End the Battle over Birth Control (Nueva York: Knopf, 1963)

68. Gregory Pincus, John Rock y Celso Ramón García, "Effects of Certain 19-Nor Steroid upon Reproductive Processes", Annals of the New York Academy of Sciences 71 (1958): 677.

69. G. Pincus, J. Rock. C. R. Carcía, E. Rice-Wray, M. Paniagua, I. Rodriguez y P. Pedras, "Fertility Control with Oral Medication", en Benchmark Papers in Human Physiology, ed. L. L. Langley (Stroudsburg, Pa.: Dowden, Hutchinson & Ross, 1973), 413-26; ver también Maisel, Hormone Quest, 132.

70. Para algunos de estos ver Vern L. Bullough y Bonnie Bullough, Contraception: A Guide to Birth Control Methods (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1990); y para las actualizaciones recientes del progreso ver las diversas ediciones de R. A. Hatcher et al., Contraceptive Tecnologies, 14 ed. (Nueva York: Irvington, 1988). El libro es actualizado y reimpreso periódicamente.

71. William H. Masters y Virginia E. Johnson, Human Sexual Inadequacy (Boston: Little, Brown, 1970), 1. La intención terapéutica no se recalca en su primer estudio, William H. Masters y Virginia E. Johnson, Human Sexual Response (Boston: Little, Brown, 1966).

72. Corner, Seven Ages of a Medical Scientist, 212.

73. Masters ha resumido a menudo el asesoramiento en sus conversaciones. Una versión condensada está en Corner, Seven Ages of a Medical Scientist, 213; ver también Ruth Brecher y Edward Brecher, eds., An Analysis of Human Sexual Response (Boston: Little, Brown, 1966); y Edward Brecher, The Sex Researchers (Boston: Little, Brown, 1969),285.

74. Entre sus artículos están W. H. Masters, "The Rationale and Technique of Sex Hormone Replacement in the Aged Female and a Preliminary Result Report", South Dakota Journal of Medicine 4 (1951): 296-300; W. H. Masters, "Long Range Sex Steroid Replacement: Target Organ Regeneration", Journal of Gerontology 8 (1953): 33-39; W. H. Masters, "Sex Life of the Aging Female", en Sex in Our Culture, ed. C. A. Groves y A. Stone (Nueva York: Emerson, 1955); W. H. Masters, "Endocrine Therapy in the Aging Individual", Obstetrics and Ginecology 8 (1956): 61-67; y W. H. Masters, "Sex Steroid Influence on the Aging Process", American Journal of Obstetrics and Gynecology 74 (1957): 733-46.

75. Félix Roubaud, Traité de l’Impuissance et de la Sterilité chez 1’Homme et chez la Femme (1855; reimpreso, París: Baillière, 1876). ver también Brecher, Sex Researchers, 288-9. Hay un buen capítulo resumido de la fisiología de la respuesta sexual y el orgasmo en Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female, 594-641.

76. Ibíd., 631, n. 46.

77. Joseph R. Beck, "How Do Spermatozoa Enter the Uterus?" St. Louis Medical and Surgical Journal 9 (septiembre de 1872): 449; y Joseph R. Beck, "How Spermatozoa Enter the Uterus", American Journal of Obstetrics and Diseases of Women and Children (noviembre de 1874). Quedo agradecido a Brecher, Sex Researchers, 291, por la referencia.

78. B. S. Talmey, "Birth Control and the Physician", New York Medical Journal 105, No. 25 (23 de junio de 1917): 1185.

79. Robert Latou Dickinson, Atlas of Sex Anatomy, 2a ed. (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1949, 91-92.

80. G. Klumbies y H. Kleinsorge, "Das Herz in Orgasmus", Medizinische Klinik 45 (1950): 952-8; y G. Klumbies y H. Kleinsorge, "Circulatory Dangers and Prophylaxis During Orgasm", International Journal of Sexology 4 (1950): 61-66.

81. Estos datos aparecieron en Kinsey et al., Sexual Behavior in the Human Female, 630, fig. 140.

82. Ibíd., 631, n. 46.

83. Masters y Johnson, Human Sexual Response, 10.

84. Ibíd., 300.

85. Ibíd., 124.

86. Ibíd., 57-61.

87. Ibíd., 192.

88. Ibíd., 194-5.

89. Ibíd., 242.

90. Ibíd., 270.

91. Masters y Johnson, Human Sexual Inadequacy, 3.

92. J. Wolpe, Psychotherapy by Reciprocal Inhibition (Stanford, Calif.: Standford University Press, 1958).

93. Ibíd., 214-8, 222-6.

94. Ibíd., 62.

95. Masters y Johnson, Human Sexual Inadequacy, 366, tab. 11B.

96. Helen Singer Kaplan, The New Sex Therapy (Nueva York: Brunner/Mazel, 1974).

97. Joseph LoPiccolo, J. R. Heiman, D. R. Hogan y C. W. Roberts, "Effectiveness of Single Therapists Versus Cotherapy Teams in Sex Therapy", Journal of Counsulting and Clinical Psychology 53 (1985): 287-94.

98. S. Schumacher y C. W. Lloyd, "Physiology and Psychological Factors in Impotence", Journal of Sex Research 17 (1981): 40-53; y B. Zilbergeld y M. Evans, "The Inadequacy of Masters and Johnson", Psychology Today 14 (1980): 29-43.

99. C. B. Broderick, "To Arrive Where We Started: The Field of Family Studies in the 1930's", Journal of Marriage and Family 50 (1988): 569-84. Para los primeros materiales del programa de estudios potenciales ver F. M. Thurston, A Bibliography on Family Relationships (Nueva York: National Council of Parent Education, 1932).

100. Ver, por ejemplo, Albert Ellis, Folklore of Sex (Nueva York: Boni, 1951); y Albert Ellis, Sex Beliefs and Customs (Londres: Nevill, 1951-2).

101. Citado en Pomeroy, Dr. Kinsey, 298.

102. Ver Carol Cassel, "A Perspective on the Great Sex Debate" en Challenges in Sexual Science, ed. Clive Davis (Lake Mills, Iowa: Graphic, 1983), 85-108.

103. Ver William Masters, "Phony Sex Clinics-Medicine's Newest Nightmare", Today's Health (noviembre de 1974): 22-26; y Robert J. Levin, "Most Sex Therapy Clinics Are Frauds", Physician's World 3, No. 1 (197 de enero de 5): 17-21.

CAPÍTULO 8: EL ASUNTO DEL GÉNERO

1. John Money, Hermaphroditism: An Inquiry into the Nature of a Human Paradox (Ann Arbor, Mich.: Universidad Microfilms, 1952).

2. John Money, "Linguistic Resources and Psychodynamic Theory", British Journal of Medical Psychology 28 (1955): 264-6; y John Money, "Hermaphroditism, Gender and Precocity in Hyper-andrenocorticism: Psychologic Findings", Bulletin of the Johns Hopkins Hospital 96 (1955): 253-64.

3. Ver John Money y Anke A. Ehrhardt, Man & Woman Boy & Girl (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1972).

4. Donald Mosher, "Macho Men, Machismo and Sexuality", Revisión anual de la investigación sexual 2 (1991): 199-247.

5. J. H. Tijio y A. Levan, "The Chromosome Number of Man," Hereditas 42 (1956): 1-6. Para los antecedentes al descubrimiento ver Malcolm Jay Kottler, "From 48 to 46: Cytological Technique, Preconception and the Counting of Human Chromosomes," Bulletin of the History of Medicine 48 (1974): 465-502.

6. H. H. Turner, "A Syndrome of Infantilism, Congenital Webbed Neck, and Cubitus Valgus," Endocrinología 23 (1938): 566-74.

7. H. F. Klinefelter, E. C. Reifenstein y F. Albright, "Syndrome Characterized by Gynecomastia, Aspermatogenesis without A-Leydigism, and Increased Excretion of Follicle-Stimulating Hormone", Journal of Clinical Endocrinology 2 (1942): 615-27.

8. Para una discusión más completa ver Money y Ehrhardt, Man & Woman, 23-33.

9. Dean H. Hamer, Stella Hu, Victoria L. Magnuson, Nan Hu y Angela M. L. Pattatucci, "A Linkage between DNA Markers on the X Chromosome and Male Sexual Orientation", Science 261 (16 de julio de 1993): 321-7.

10. Ibíd., 6-7.

11. John Money, Sex Errors of the Body (Baltimore, Md.: Johns Hopkins Press, 1968), 41.

12. He observado esto yo mismo. Ver también John Money, "Psychosexual Differentation", en Sex Research: New Developments, ed. John Money (Nueva York:, Holt, Rinehart, Winston, 1965), 3-12; y Money, Sex Errors of the Body.

13. A. A. Ehrhardt, R. Epstein y J. Money, "Fetal Androgens and Female Gender Identity in the Early-Treated Adrenogenital Syndrome", Johns Hopkins Medical Journal 122 (1968): 160-7; y A. A. Ehrhardt, K. Evers y J. Money, "Influencce of Androgen and Some Aspects of Sexuality Dimorphic Behavior in Women with the Late-treated Adrenogenital Syndrome", Johns Hopkins Medical Journal 123 (1968): 115-122.

14. John Money, A. Ehrhardt y D. Masica, "Fetal Feminization Induced by Androgen Insensitivity in the Testicular Feminizing Syndrome: Effect on Marriage and Maternalism", Johns Hopkins Medical Journal, 123 (1968): 105-14; D. N. Masica, J. Money, A. A. Ehrhardt y V. G. Lewis, "IQ, Fetal Sex Hormones and Cognitive Patterns: Studies in the Testicular Feminizing Syndrome of Androgen Insensitivity", Johns Hopkins Medical Journal 124 (1969): 34-43; y D. N. Masica, A. A. Ehrhardt y J. Money, "Fetal Feminization and Female Gender Identity in the Testicular Feminizing Syndrome of Androgen Insensitivity", Archives of Sexual Behavior 1 (1971): 131-42.

15. Para la discusión adicional ver John Bancroft, "John Money: Some Comments on his Early Work", Journal of Psychology & Human Sexuality 4, No. 2 (1991): 1-8. Ver también Eli Coleman, ed. John Money: A Tribute (Nueva York: Haworth, 1992).

16. John Money, J. G. Hampson y J. L. Hampson, "An Examination of Some Basic Sexual Concepts: The Evidence of Human Hermaphroditism", Bulletin of the Johns Hopkins Hospital 97 (1955): 301-19.

17. Christian Hamburger, George K. Sturup y E. Dahl-Iversen, "Transvestism: Hormonal, Psychiatric, and Surgical Treatment", Journal of the American Medical Association 152 (30 de mayo de 1953): 391-6.

18. Ley de Castración y Esterilización danesa y No. 176, 11 de mayo de 1935; y Ley de Esterilización danesa No. 130, 1 de junio de 1929. Había leyes similares por entonces en Noruega, Suecia y Holanda y ciertos cantones existentes en Suiza. Las citaciones son de Hamburger et al., "Transvestism", 393.

19. Christine Jorgensen, A Personal Autobiography (Nueva York: Eriksson, 1967).

20. Para una discusión más completa, ver Vern L. Bullough y Bonnie Bullough, Cross Dressing, Sex and Gender (Filadelfia: University of Pensilvania Press, 1993). El libro examina muchos casos anteriores.

21. Christian Hamburger, "Desire for Change of Sex as Shown by Personal Letters from 465 Men and Women", Acta Endocrinoligica 14 (1953): 361-75.

22. George Wiedeman, "Transvestism" [Cartas], Journal of the American Medical Association 152, No. 16 (1953): 1553.

23. Mortimer Ostow, "Transvestism" [Cartas], Journal of the American Medical Association 152, No. 16 (1953): 1167.

24. David 0. Cauldwell, "Psychopathia Transsexualism", Sexology 16 (diciembre de 1949): 274-80. Cauldwell desarrolló además el término en dos folletos: David 0. Cauldwell, Questions and Answers on the Sex Life and Sexual Problems of Trans-Sexual (Girard, Kans.: Haldeman-julius, 1950); y David 0. Cauldwell, Sex Transmutation-Can One's Be Changed? (Girard, Kans.: Haldeman-Julius, 1961).

25. Daniel G. Brown. "Inversion and Homosexuality", American Journal of Orthopsychiatry 28 (abril de 1948): 424-9. por ejemplo, usó el término.

26. Harry Benjamin, "Clinical Aspects of Transsexual in the Male and Female", American Journal of Psychotherapy 18 (julio de 1964): 458-69.

27. Harry Benjamin, The Transsexual Phenomenon (Nueva York: Julian, 1966). Richard Doctor, Transvestites y Transsexuals (Nueva York: Plenum, 1988) desarrolló un proceso de clasificación por el cual algunos individuos se cruzaron desde los travestis a los transexuales.

28. Harry Benjamin, "Nature and Management of Transsexualism", Western Journal of Obstetrics and Gynecology 72 (marzo-abril de 1964): 105-11.

29. Ira B. Pauley, "Gender Identity Disorders", en Human Sexuality: Psychosexual Effects of Diseanse, ed. Martin Farber (Nueva York: Macmillan, 1985), 295-316; Ira B. Pauley y Milton T. Edgerton, "The Gender Identity Movement: A Growing Surgical-Psychiatric Liaison", Archives of Sexual Behavior 15 (1986): 315-26.

30. Betty Steiner, "The Management of Patients with Gender Disorders", en Gender Dysphoria: Development, Research, and Management, ed. Betty Steiner (Nueva York: Plenum, 1985), 336.

31. Wendi Pierci, "Interview with Dr. Biber", Rites of Passage: A Magazine for Female-to-Male Transsexuals and Cross Dressers 1 (diciembre de 1989): 7.

32. "Diagnostic Criteria for 302.50: Transsexualism", en Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, ed. 3d, ed rev.. (Washington, D.C.: Asociación Psiquiátrica Estadounidense, 1980), 76.

33. Bullough y Bullough, Cross Dressing.

34. George W. Henry, Sex Variants: A Study of Homosexual Patterns (Nueva York: Hoeber, 1941). Henry incluyó un travesti entre sus homosexuales masculinos.

35. Ha habido varios estudios desde que uno de los promotores de Benjamin y el tema ha sido aproximado desde un número de disciplinas diferentes. Incluida en cualquier lista sería la única por Richard Docter, Transvestites y Transexuals, ya citada. Para los libros, ver John T. Talamani, Boys Will Be Girls: The Hidden World of the Heterosexual Male Transvestite (Washington, D.C.: University Press of America. 1982); Harry Brierly, Transvestism: A Handbook with Case Studies (Oxford, Reino Unido: Pergamon, 1979); Holly Devor, Gender Blending: Confronting the Limits of Duality (Bloomington: Indiana University Press, 1989) y Annie Woodhouse, Fantastic Women (New Brunswick, N.J.: Rutgers University Press, 1989). Entre los investigadores más activos han estado Neil Buhrich y Neil McConaghy, cuyos artículos han aparecido en varias publicaciones. Una buena bibliografía de los artículos es por Dallas Denny, en A Bibliography of the Transvestism y Transsexualism (Nueva York: Garland, en la prensa).

36. A. K. Cohen, Delinquent Boys: The Culture of the Gang (Glencoe, III,: Free Press, 1974).

37. Kenneth J. Gergen, "The Social Constructionist Movement in Modern Psychology", American Psychologist 40 (marzo de 1985): 166.

38. John H. Gagnon y William Simon, Sexual Conduct: The Social Sources of Human Sexuality (Chicago: Aldine, 1973).

39. Anselm Strauss, "Interactionism", en History of Sociological Analysis, ed. Tom Bottomore y Robert Nisbet (Nueva York: Basic, 1978), 456-98; y John P. Hewitt, Self and Society: A Symbolic Interactionist Social Psychology (Boston: Allyn & Bacon, 1979).

40. Kenneth Plummer, "Symbolic Interaction and Sexual Conduct: An Emergent Perspective", en Human Sexual Relations. Towards a Redefinition of Sexual Politics, ed. Miles Brake (Nueva York: Pantheon, 1982), 230.

41. Jeffrey Weeks, "Discourse, Desire and Sexual Deviance", en The Making of the Modern Homosexual, ed. Kenneth Plummer (Totowa, N.j.: Barnes & Noble, 1981), 76-101; y Jeffrey Weeks, Sex, Politics, and Society (Londres: Longman, 1981), 96-121.

42. R. C. Anderson, Cognitive Psycology (Nueva York: Academic, 1975); y V. F. Guidano y G. Liotti, Cognitive Process and Emotional Disorders: A Structural Approach to Psychotherapy (Nueva York: Guilford, 1983).

43. John Turner, "Toward a Cognitive Redefinition of the Social Group", en Social Identity and Intergroup Relations, ed. Henri Taefel (Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press, 1982), 18-19, 21.

44. Money y Ehrhardt, Man & Woman, 185.

45. Ibíd., 122-6.

46. Milton Diamond "A Critical Evaluation of the Ontogeny of Human Sexual Behavior", Quaterly Review of Biology 40 (1965): 147-75.

47. Ver Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago Press, 1976).

48. Frederick L. Whitam, "A Cross Cultural Perspective on Homosexuality", en Variant Sexuality: Research and Theory, ed. Glen D. Wilson (Londres: Croom Helm, 1978).

49. Richard C. Pillard, Jeannette Pomadere y Ruth A. Carretta, "¿Is Homosexuality Familial? Una revisión, algunos datos y una sugerencia, "Archives of Sexual Behavior 19 (1981): 465-75.

50. Henry, Sex Variants.

51. M. S. Margolese y 0. Janiger, "Androsterone/Etiocholanolone Ratios in Male Homosexuals", British Medical Journal 3 (1973): 207-10.

52. Pillard. et al., "¿Is Homosexuality Familial?"

53. Franz J. Kallman, "Comparative Twin Study on the Genetic Aspects of Male Homosexuality", Journal of Nervous and Mental Disease 115 (1952): 283-98. Para una recopilación de otros estudios sobre gemelos, ver Geoff Puterbaugh, ed., Twins and Homosexuality: A Casebook (Nueva York: Garland, 1990).

54. Milton Diamond, "Bisexualities: A Biological Perspective" (documento presentado en la Tercera Conferencia Internacional de Sexología de Berlín, Berlín, 1990). Diamond observó que los resultados recientes serán publicados como un libro por Diamond, Whitam y Dannemiller.

55. John Bancroft, "The Relationship Between Hormones and Sexual Behavior in Humans", en Biological Determinants of Sexual Behavior, ed. J. B. Hutchison (Nueva York: Wiley, 1978), 494-519.

56. Ver Jean D. Wilson, Frederick W. George, James E. Griffin, "The Hormonal Control of Sexual Development", Science 211 (marzo de 1981): 1278-84.

57. Ehrhardt A. Anke y Heino F. L. Meyer-Bahlburg, "Effects of Prenatal Sex Hormones on Gender-Related Behavior", Science 211 (marzo de 1981): 1312-7.

58. Anke A. Ehrhardt, Heino F. L. Meyer-Bahlburg, Laura R. Rosen, Judith F. Feldman, Norman Veridiano, L. Zimmerman y Bruce S. McEwen, "Sexual Orientation After Prenatal Exposure to Exogenous Estrogen", Archives of Sexual Behavior 14 (1985): 57-75. Ver también F. M. E. Slijper, H. J. van der Kamp, H. Brandenburg, S. M. P. F. de Muinck Keizer-Schrama, S. L. S. Drop, y J. C. Molenaar, "Evaluation of Psychosexual Development of Young Women with Congenital Adrenal Hyperplasia: A Pilot Study", Journal of Sex Education and Therapy 18 (otoño 1991): 200-7.

59. Gunter Dorner, Wolfgang Rohde, Fritz Stahl, Lothar Krell y Lobo-Gunther Masius, "A Neuroendocrine Predisposition for Homosexuality in Men", Archives of Sexual Behavior 4 (1975): 1-8; Garfield Tourney, "Hormones and Homosexuality", en Homosexual Behavior: A Modern Reappraisal, ed. Judd Marmor (Nueva York: Basic, 1980), 41-58.

60. Simon LeVay, "News and Comment: Is Homosexuality Biological?" Science 253 (30 de agosto de 1991): 253, 257-9.

61. Milton Diamond, "Human Sexual Development: Biological Foundations for Social Development", en Human Sexuality in Four Perspectives, ed. Frank Beach (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1977), 22-61.

62. Janet Shibley Hyde, "Gender Differences in Aggression", en The Psychology of Gender: Advances through Meta-Analysis, ed. Janet Shibley Hyde y Marcia C. Linn (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1986), 51-66.

63. Para ésto, ver Vern L. Bullough, Brenda Shelton y Sarah Slavin, The Subordinated Sex: A History of Attitudes Toward Women, ed rev.. (Atenas: University of Georgia Press, 1988).

64. Donald L. Mosher y S. S. Tompkins, "Scripting the Macho Man: Hypermasculine Socialization and Enculturation", Journal of Sex Research 25, No. 1 (1988): 60-84.

65. G. Dorner, Hormones and Brain Differentiation (Nueva York: Elsevier, 1976).

66. Ver Richard C. Pillard y James D. Weinrich, "The Periodic Table of the Gender Transposition: Part I. A Theory Based on Masculinization and Defeminization of the Brain", Journal of Sex Research 23 (1987): 425-54.

67. Muriel Wilson Perkins, "Female Homosexuality and Body Build", Archives of Sexual Behavior 10 (1981): 337-45.

68. Margolese y Janiger, "Androsterone/Etiocholanolone Ratios".

69. Brian A. Gladue, Richard Green y Ronald E. Hellman, "Neuroendocrine Response to Estrogen and Sexual Orientation", Science 225 (28 de septiembre, 1984):1496-9.

70. Garfield Tourney, "Hormones and Homosexuality", 41-58.

71. Ell Coleman, Louis Gooren y Michael Ross, "Adversaria: Theories of Gender Transpositions: A Critique and Suggestions for Further Research", Journal of Sex Research 26 (noviembre de 1989): 525-38; Lynda I. A. Birke, "¿Is Homosexuality Hormonally Determined?" Journal of Homosexuality 6 (verano 1981), 35-49; y Wendell Ricketts, "Biological Research on Homosexuality: Ansell Cow u Occam Razor", Journal of Homosexuality 9 (verano 1984): 65-93.

72. Louis Gooren, Eric Fliers y Keith Courtney, "Biological Determinants of Sexual Orientation", Annual Review of Sex Research 1 (1990): 175-96.

73. Edward 0. Wilson, On Human Nature (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1978), 142-8.

74. T. F. Hoult, "Human Sexuality in Biological Perspective", Journal of Homosexuality 9 (primavera 1984): 137-55; y D. J. Futuyma y S. J. Risch, "Sexual Orientation, Sociobiology, and Evolution", Journal of Homosexuality 9 (primavera 1984), 1576-86.

75. Frans de Waal, Chimpanzee Politics: Power and Sex among Apes (Nueva York: Harper & Row, 1982), 64.

76. G. V. Hamilton, "A Study of Sexual Tendencies in Monkeys and Baboons", Journal of Animal Behavior 4 (1914): 295-318. Gran parte de ésto se reimprimió en Mammalian Sexual Behavior, ed. Donald A. Dewsbury, documentos Benchmark en el comportamiento 15 (Stroudsburg, Pa.: Dowden, Hutchinson & Ross, 1981), 79-91.

77. D. A. Goldfoot, K. Wallen, D. A. Neff, M. C. McBrair y R. W. Goy, "Social Influences upon the Display of Sexually Dimorphic Behavior in Rhesus Monkeys: Isosexual Rearing", Archives of Sexual Behavior 13 (1984): 395-406.

78. F. A. Beach, "Animals Models for Human Sexuality", Sex, Hormones and Behavior, Ciba Symposium No. 61, new ser. (Amsterdam: Excerpta Medica, 1979), 113-46.

79. Gooren et al., "Biological Determinants of Sexual Orientation", 178.

80. Eleanor E. Maccoby, ed., The Development of Sex Differences (Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1966); Charles J. Lumsden y Edward 0. Wilson, Genes, Mind and Culture: The Evolutionary Process (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1981); y Alan P. Bell, Martin S. Weinberg y Sue Kiefer Hammersmith, Sexual Preference: Its Development in Men and Women (Bloomington: Indiana University Press, 1981).

81. J. Imperato-McGinley, L. Guerrero, T. Gautier y R. E. Peterson, "Androgens and the Evolution of Male Gender Identity among Male Pseudo-Hermaphrodites with 5-alpha Reductase Deficiency", New England Journal of Medicine 300 (1979): 1233-7.

82. H. F. L. Meyer Bahlburg, "Hormones and Psychosexual Differentiation: Implications for the Management of Inter-Sexuality, Homosexuality and Transsexuality", Clinics in Endocrinology and Metabolism 2 (1982): 681-701; y John Money, Gay, Straight, and In-Between (Nueva York: Oxford University Press, 1988).

83. G. H. Herdt y J. Davidson, "The Sambia 'Turnim-Man'; Sociocultural and Clinical Aspects of Gender Formation in Male Pseudohermaphrodites with 5 alpha-reductase deficiency in Papua, New Guinea " Archives of Sexual Behavior 17 (1988): 1-31.

84. Barrie Thorne, Girls and Boys in School (New Brunswick, N.j.: Rutgers University Press, 1993).

85. Por ejemplo, ver Frederick Jameson, "Imaginary and Symbolic in Lacan: Marxism, Psychoanalytic Criticism and the Problem of the Subject", The Question of Reading Otherwise, estudios franceses en Yale Nos. 55-56, ed. Shoshana Felman (New Haven, Corm.: Yale French Studies, 1977); ver también Jacques Lacan, The Four Fundamental Concepts of Psychoanalysis, trad. Alan Sheridan (Nueva York: Norton, 1982).

86. Marjorie Garber, Vested Interests: Cross-Dressing and Cultural Anxiety (Nueva York: Routledge, 1992).

87. Bullough y Bullough, Cross Dressing.

88. Ibíd.

89. Ann Constantinople, "Masculinity-Feminity: An Exception to a Famous Dictum?" Psychological Bulletin 80 (1973): 389-407.

90. S. L. Bem, "The Measurement of Psychological Androgyny", Jourmal of Consulting and Clinical Psychology 42 (1974): 155-62.

91. J. T. Spence y R. L. Helmreich, Masculinity and Feminity (Austin: University of Texas Press, 1978).

92. Ver Donald Mosher, "Gender: Psychological Measurements", en Human Sexuality: An Encyclopedia, ed. Vern L. Bullough y Bonnie Bullough (Nueva York: Garland, 1994), pp. 237-42.

93. Esta teoría se desarrolla en Bullough y Bullough, Cross Dressing, cap. 13.

94. Esto fue mejor demostrado por un estudio cuantitativo a gran escala por varios psicoanalistas, conducidos por Irving Bieber. Los resultados se publicaron en Irving Bieber, Harvey J. Dain, Paul R. Dince, Marvin G. Drellich, Henry G. Grand, Ralph H. Gundlach, Malvina W. Kremer, Alfred H. Rifkin, Cornelia B. Wilbur y Toby B. Bieber, Homosexuality: A Psychoanalytic Study (Nueva York: Basic, 1962). El estudio enfatiza lo que los construccionistas sociales reclaman, es decir los datos que vemos a través de lo oculto de nuestras suposiciones.

95. A. P. Bell, M. S. Weinberg y S. K. Hammersmith, Sexual Preference, Its Development in Men and Woman (Bloomington: University of Indiana Press, 1981).

96. Frederick L. Whitam y Michael Zent, "Cross-Cultural Assessment of Early Cross Gender Behavior and Familial Factors in Male Homosexuality", Archives of Sexual Behavior 13 (1984): 427-39.

97. Michael Newcomb, "The Role of Perceived Relative Parent Personality in the Development of Heterosexuals, Homosexuals, and Transvestites", Archives of Sexual Behavior 14 (1985): 147-64.

98. Richard Green, "One-Hundred Ten Feminine and Masculine Boys: Behavioral Contrasts and Demographic Similarities"Archives of Sexual Behavior 5 (1976): 425-46.

99. Richard Green, The "Sissy Boy Syndrome" and the Development of Homosexuality (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1987).

100. Bernard Zuger, "Effeminate Behavior in Boys from Early Childhood", The Journal of Pediatrics 69 (1966), 1098-107.

101. Bernard Zuger, "Effeminate Behavior Present in Boys from Childhood: Ten Additional Years of Follow-up", Comparative Psychiatry 19 (1978): 363-9.

102. Phil S. Lebovitz, "Feminine Behavior in Boys: Aspects of Its Outcome", American Journal of Psychiatry 128 (abril de 1962), 1283-9.

103. John Money y A. J. Russo, "Homosexual Outcome of Discordant Gender Identity/Role In Childhood: Longitudinal Follow-up", Journal of Pediatric Psychology 4 (1979): 29-41.

104. Charles W. Davenport, "A Follow-Up Study of 10 Feminine Boys", Archives of Sexual Behavior 15 (1986): 511-7.

105. Neil Buhrich y Neil McConaghy, "Parental Relationships during Childhood in Homosexuality, Transvestism, and Transsexualism", Australian and New Zeeland Journal of Psychiatry 12 (1978): 103-8; y Michael D. Newcomb, "The Role of Perceived Relative Parent Personality in the Development of Heterosexuals, Homosexuals, and Transvestites", Archives of Sexual Behavior 14 (1985) 147-64.

106. Vern L. Bullough, Bonnie Bullough y Richard Smith, "A Comparative Study of Male Transvestites, Male to Female Transsexuals and Male Homosexuals", Journal of Sex Research 19 (agosto de 1983): 238-57; y Vern Bullough, Bonnie Bullough y Richard Smith, "Childhood and Family of Male Sexual Minority Groups", Health Values 7 (julio-agosto, 1983): 19-26.

107. Deborah Heller Feinbloom, Transvestites, Transsexuals: Mixed Views (Nueva York: Delacourte, 1967).

108. M. Saghir y W. Robins, Male and Female Homosexuality (Baltimore, Md.: Williams & Wilkins, 1973), 25; y Joseph Harry, "Defeminization and Adult Psychological Well-Being among Male Homosexuals", Archives of Sexual Behavior 12 (1983): 1-19.

109. Joseph Harry, "Defeminization and Social Class", Archives of Sexual Behavior 14 (1985): 1-12.

110. Frederick L. Whitam y Robin M. Mathy, "Childhood Cross-Gender Behavior of Homosexual Females in Brazil, Peru, the Philippines, and the United States", Archives of Sexual Behavior 20 (1991): 151-70.

111. Bullough et al., "Transvestites, Transsexual, and Homosexual Men".

112. Davenport, "Folow-Up Study".

113. Tal cambio es evidente en la tercera edición. Ver la Asociación Psiquiátrica Estadounidense, Diagnostic and Statistical Manual, ed 3d. (Washington, D.C.: Asociación Psiquiátrica Estadounidense, 1980). Ver también Frederick Suppe, "Classifying Sexual Disorders: The Diagnostic and Statistical Manual of the American Psychiatric Association", Journal of Homosexuality 9 (verano 1984): 9-28.

CAPíTULO 9: OTRAS VOCES; OTROS CRITERIOS

1. Betty Friedan, The Feminine Mystique (Nueva York: Norton, 1963).

2. Boston Women's Health Book Collective, Our Bodies, Ourselves (Nueva York: Simon & Schuster, 1971), 24.

3. Michel Foucault, History of Sexuality: An Introduction (Nueva York: Pantheon, 1978). La traducción al inglés omitió el subtítulo francés, mejor traducido como "la voluntad al poder", el cual es una mejor clave al tema del libro.

4. Ver James Miller, The Passion of Michel Foucault (Nueva York: Simon & Schuster, 1993). Ver también la reseña interesante del libro por Kenneth L. Woodward en Newsweek, 1 de febrero, 1993, p. 63.

5. D. Megill, "Foucault, Structuralism and the Ends of History", Journal of Modern History 51 (1979): 451-503.

6. Un ejemplo de este interés en rápida expansión en la historia sexual fue la formación de la Journal of the History of Sexuality, publicada por la University of Chicago Press y editada por John C. Fout. Empezó la publicación en 1990.

7. Ver, por ejemplo, la breve discusión de la violación por Robert Veit Sherwin, "Lawson Sex Crimes", en The Encyclopedia of Sexual Behavior, ed. Albert Ellis y Albert Abarbanel (Nueva York: Hawthorn, 1961), 2:621-3. El tema ni siquiera fue tratado en Victor Robinson, ed., Encyclopedia Sexualis (Nueva York: Dingwall-Rock, 1936).

8. Ver Susan Brownmiller, Against Our Will: Men, Women and Rape (Nueva York: Simon & Schuster, 1975), 389.

9. J. D'Emilio y E. B. Freedman, Intimate Matters: A History of Sexuality in America (Nueva York: Harper & Row, 1988), 91-92.

10. H. S. Beild y L. B. Bienen, Jurors and Rape (Lexington, Mass.: Heath, 1980).

11. A. W. Burgess y L. L. Holmstrom, "Sexual Trauma of Children and Adolescents", Nursing Clinics of North America 10 (1975): 551-63. Ver también A. W. Burgess, A. N. Groth, L. L. Holmstrom y S. M. Sgroi, eds., Sexual Assault of Children and Adolescents (Lexington, Mass.: Heath, 1978). y A. W. Burgess y L. L. Holmstrom, eds., Rape and Sexual Assault: A Research Handbook (Nueva York: Garland, 1985).

12. E. J. Kanin, "Selected Dyadic Aspects of Male Sex Aggression", Journal of Sex Research 5 (1969): 12-28.

13. E. J. Kanin, "Date Rapists: Differential Sexual Socialization and Relative Deprivation", Archives of Sexual Behavior 14 (1985): 219-31.

14. K. Rappaport y B. R. Burkhart, "Personality and Attitudinal Correlates of Sexually Coercive College Males", Journal of Abnormal Personality 93 (1984): 216-21.

15. C. L. Muehlenhard y S. W. Cook, "Men's Self Reports of Unwanted Sexual Activity", Journal of Sex Research 24 (1988): 58-72; y C. L. Muehlenhard y C. L. Hollabaugh, "¿Do Women Sometimes Say No When They Mean Yes?" Journal of Personality and Social Psychology 54 (1988): 58-72.

16. Andrea Parrot, Sexual Assertiveness Dramatization (Ithaca, N.Y.: Cornell University Press, 1985).

17. El Centro de Investigación de la Historia de Mujeres de Berkeley, California, atribuye esta cita al Senador estatal Bob Wilson, primavera de 1979. Michael D. A. Freeman, "The Marital Rape Exemption Re-examined", Family Law Quarterly 15 (1981), 1.

18. Ver Diana E. H. Russell, Rape in Marriage (Nueva York: Macmillan, 1982); y David Margolick, "Rape in a Marriage Is No Longer Within Law", New York Times, 23 de diciembre, 1984, sec. E, p. 6. Para ver un resumen ver Susan Estrich, Real Rape (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1987).

19. M. Dawn McCaghy, Sexual Harassment: A Guide to Resources (Boston: Hall, 1985), l.

20. D. E. Ledgerwood y S. Johnson-Dietz, "The EECO's Foray into Sexual Harassment: Interpreting the New Guidelines for EMployer Liability", Labor Law Journal 31 (1980): 741-4.

21. Ver Vern L. Bullough, "Nursing, Sexual Harassment, and Florence Nightingale: Implications for Today", en Florence Nightingale and Her Era: A Collection of New Scholarship, ed. Vern Bullough, Bonnie Bullough y Marietta Stanton (Nueva York: Garland, 1990), 168-87.

22. D. L. Mosher, Sex Callousness Toward Women, Technical Reports of the Commission on Obscenity and Pornography No. 8 (Washington, D.C.: U.S. Oficina de imprenta gubernamental, 1970), 313-25.

23. Ver D. L. Mosher, Scripting the Macho Man: Theory, Research, and Measurement of Hypermasculinity (Nueva York: Guilford, 1992); D. L. Mosher y R. A. Anderson, "Macho Personality, Sexual Aggression and Reactions to Realistic Guided Imagery of Rape", Journal of Research in Personality 20 (1986): 77-94; D. L. Mosher y M. Sirkin, "Measuring a Macho Personality Constellation", Journal of Research in Personality 18 (1984): 150-63; y D. L. Mosher y S. S. Tomkin, "Scripting the Macho Man: Hypermasculine Socialization and Enculturation" Journal of Sex Research 25 (1988): 60-84. Para un resumen general ver D. L. Mosher, "Macho Men, Machismo and Sexuality", Annual Review of Sex Research 2 (1991): 199-247.

24. Andrea Dworkin, Pornography: Men Possessing Women (Nueva York: Putnam's, 1981).

25. M. K Blakely "¿Is One Woman's Sexuality Another Woman's Pornography?" MS Magazine (abril 1985): 37-47.

26. Andrea Dworkin, Intercourse (Nueva York: Free Press, 1987).

27. Ver Ira Reiss, Journey into Sexuality: An Exploratory Voyage (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1986).

28. V. R. Padgett, J. A. Brislin-Slutz y J. A. Neale, "Pornography, Erotica, and Attitudes Toward Women: The Effects of Repeated Exposure", Journal of Sex Research 26 (1989): 479-91.

29. N. M. Malamuth y J. V. P. Check, "Debriefing Effectiveness Following Exposure to Pornographic Rape Depictions", Journal of Sex Research 20 (1983): 1-13. Hay una amplia y algo contradictoria bibliografía sobre esto a lo cual Malamuth ha contribuido considerablemente. Ver, por ejemplo, N. M. Malamuth y E. Donnerstine, eds., Pornography and Sexual Aggression (Orlando, Fla.: Academic, 1984).

30. D. Zillman y J. Bryant, "Pornography, Sexual Callousness, and the Trivialization of Rape", Journal of Communication 32, no. 4 (1982): 10-21; D. Zillman y J. Bryant, "Effects of Massive Exposure to Pornography" en Pornography and Sexual Aggression, ed. N. M. Malamuth and E. Donnerstine (Orlando, Fla.: Academic, 1984), 115-38; D. Zillman and J. Bryant, "Pornography's Impact on Sexual Satisfaction", Journal of Applied Social Psychology 18 (1988): 438-53.

31. Feminist Anti-Censorship Taskforce (FACT), Caught Looking: Feminism, Pornography and Censorship (Nueva York: Caught Looking, 1986); ver también Varda Burstyn, ed., Women Against Censorship (Vancouver, B.C.: Douglas & McIntyre, 1984).

32. Ver William B. Lockhart, presidente, The Report of the Commission on Obscenity and Pornography (Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office, 1970). Conveniendo con su misión de investigación, se publicaron ocho volúmenes de resultados de la investigación como Technical Report of the Commission on Obscenity and Pornography (Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office, 1970). Estos informes no fueron examinados o aprobados por la comisión total, pero fue sobre la base de ellos que se llegó a la decisión. Cabe destacar, que una de las declaraciones de disentimiento para el informe fue por Charles H. Keating, luego presidente de los Citizens for Decent Literature; posteriormente, fue condenado culpable de estafar al gobierno con billones de dólares en los ahorros y escándalos del préstamo de la administración Reagan. Su oposición no se basó en ningún estudio en los efectos de la pornografía.

33. El informe fue emitido como Departamento de Justsicia de los Estados Unidos, Attorney General's Commission on Pornography Final Report (Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office, 1986). No fue oficialmente editado como un mecanografiado, recalcando además la naturaleza política del informe. Ver también Martha Cornoy y Timothy Perper, "Censorship", en Human Sexuality: An Encyclopedia, ed. Vern L. Bullough y Bonnie Bullough (Nueva York: Garland, 1994), pp. 91-105. Ver también B. Lynn, Polluting the Censorship Debate: A Summary and Critique of the Final Report of the Attorney General;'s Commission on Pornography (Washington, D.C.: American Civil Liberties Union, 1986).

34. Entre tales estudios están P. Bart y M. Jozsa, "Dirty Books, Dirty Films and Dirty Data", en Take Back the Night: Women on Pornography (Nueva York: Morrow, 1980). El volumen incluye capítulos por D. Russell y S. Griffin, los cuales son pertinentes. Ver también T. McCormack, "Machismo in Media Research: A Critical Review of Research on Violence and Pornography", Social Problems 25 (1978): 552-4.1 y D. Russell, "Research on How Women Experience the Impact of Pornography", en Pornography and Censorship, ed. D. Copp y S. Wendell (Buffalo, N.Y.: Promethcus, 1983).

35. Ira Reiss, Journey into Sexuality: An Exploratory Voyage (Englewood Cliffs, N.j.: Prentice-Hall, 1986).

36. S. Kappeler, The Pornography of Representation (Mineápolis: University of Minnesota Press, 1986); N. M. Malamuth y V. Billings, "¿Why Pornography? Models of Functions and Effects", Journal of Communication 34, no. 3 (1984): 117-29; N. M. Malainuth y V. Billings, "The Functions and Effects of Pornography: Sexual Communication Versus the Feminist Models in Light of Research Findings", en Perspectives on Media Effects, ed. J. Bryant y D. Zillman (Hillsdale, N.J.: Erlbaum, 1986); A. Soble, Pornography: Marxism, Feminism, and the Future of Sexuality (New Haven, Corm.: Yale University Press, 1986); y M. Valverde, Sex, Power and Pleasure (Nueva York: Women's, 1986). Quedo agradecido a Robert T. Francocur, Becoming a Sexual Person, 2d ed. (Nueva York: Macmillan, 1991), 636, por este concepto de los modelos.

37. Albert Richard Allgeier y Elizabeth Rice Allgeier, Sexual Interactions, 2d ed. (Lexington, Mass.: Heath, 1988), 521.

38. C. D. Coles y M. J. Shamp, "Some Sexual, Personality, and Demographic Characteristics of Women Readers of Erotic Romances", Archives of Sexual Behavior 13 (1984): 187-209.

39. Ver los diversos catálogos de la Sexuality Library, 1210 Valencia Street, San Francisco, CA 94110.

40. Alice Ladas, Beverly Whipple y John Perry, The G-Spot and Other Recent Discoveries about Human Sexuality (Nueva York: Holt, Rinchart & Winston, 1982). Hubo alguna crítica de que se apresuraron al imprimir los resultados, pero estas quejas fueron hechas por aquellos que no conocían o no entendían la presión bajo la que Whipple y Perry se encontraban. O tenían que publicar sus resultados con advertencias que expresaban u otros los publicaban sin tales advertencias. Decidieron publicar.

41. Bonnie Bullough, Madeline Davis, Beverly Whipple, Joan Dixon, Elizabeth Rice Allgeier y Kate Cosgrove Drury, "Subjective Reports of Female Orgasmic Expulsion of Fluid", Nurse Practitioner 9 (marzo 1984): 55-59. Whipple tiene otros artículos en la prensa que describen el análisis adicional del fluído y argumenta que existe tejido análogo a la próstata.

42. Este breve resumen sólo toca la superficie del número de estudios masivos realizados en los últimos treinta años. Para una guía de estos ver Vern L. Bullough y Lilli Sentz, Prostitution: A Guide to Sources, 1960-1990 (Nueva York: Garland, 1992). Estos incluyen 1,965 ítems y fue un suplemento para Vern L. Bullough, B. Elcano, M. Deacon y B. Bullough, A Bibliography of Prostitution (Nueva York: Garland, 1977), que tuvo 6,494 referencias. El segundo volumen está comentado.

43. El estudio inicial fue por Vern Bullough y Bonnie Bullough, A History of Prostitution (New Hyde Park, N.Y.: Universidad, 1964); aunque tuvo una perspectiva feminista en términos de las cuestiones planteadas, tuvo que actualizarse y amplificarse: Vern Bullough y Bonnie Bullough, Prostitution: An Illustrated Social History (Nueva York: Crown, 1978), que a su vez fue ligeramente actualizada como Vern Bullough y Bonnie Bullough, Women and Prostitution: A Social History (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1987).

44. J. R. Walkowitz, "The Politics of Prostitution", Signs 6, no. 1 (1980): 123-35.

45. Martha L. Stein, Lovers, Friends, Slaves: Nine Male Sexual Types: Their Psycho-Sexual Transactions with Call Girls (Nueva York: Putnam's, 1974).

46. Harold Greenwald, The Call Girl: A Social and Psychoanalytic Study (Nueva York: Ballantine, 1958). Esta fue revisada: Harold Greenwald, The Elegant Prostitute (Nueva York: Walker, 1970).

47. Edwin M. Schur, "Reactions to Deviance: A Critical Assessment", American Journal of Sociology 75 (noviembre de 1969): 309-22.

48. Ver, por ejemplo, S. Smart, "Research on Prostitution: Some Problems for Feminist Research", Humanity and Society 8, no. 4 (noviembre de 1984): 407-13.

49. Ver Eli Coleman, "The Development of Male Prostitution Activity among Gay and Bisexual Adolescents", Journal of Homosexuality 17 (1989): 151-84; Neil R. Coombs, "Prostitution: A Psychosocial View of Behavior", American Journal of Orthopsychiatry 44 (1974): 782-9; David F. Luckenbill, "Entering Male Prostitution", Urban Life 14 (1985): 131-53; Paul W. Mathews, "On Being a Prostitute", Journal of Homosexuality 15, nos. 3-4 (1988): 119-35; y A. J. Reiss Jr., "The Social Integration of Queers and Peers", Social Problems 9 (1961): 102-20.

50. S. E. Caulkins y N. R. Coombs, "The Psychodynamics of Male Prostitution", American Journal of Psychotherapy 30, no. 3 (julio 1976): 441-51.

51. Paul H. Gebbard, Wardell B. Pomeroy, Clyde E. Martin y Cornelia V. Christenson, Pregnancy, Birth, and Abortion (Nueva York: Harper, 1958).

52. Ibíd., 65.

53. Ibíd., 213.

54. Instituto Jurídico Estadounidense, Model Penal Code, versión oficial propuesta, § 230.3.2 (Filadelfia: Instituto Jurídico Estadounidense, 1962).

55. Larence Lader, Abortion (Indianápolis, Ind.: Bobbs-Merrill, 1966).

56. Roe v. Wade, 314 F. Supp. 1217 (N.D. Tex., 17 de junio, 1970), jurisdicción aplazada, 402 U.S. 941 (1971); Doe v. Bolton, 319 F. Supp. 1048 (N.D. Ga., 1970), jurisdicción aplazada, 402 U.S. 941 (1971).

57. Ver Carl Djerassi, The Politics of Contraception (San Francisco: Freeman, 1981).

58. Dorothy Tennov, Love and Limerence; The Experience of Being in Love (Briarcliff Manor, N.Y.: Stein & Day, 1979).

59. E. Walster y G. Walster, A New Look at Love (Reading, Mass.: Addison-Wesley, 1978).

60. J. D. Weinrich, "The Periodic Table Model of Gender Transpositions: Part II. Limerent and Lusty Sexual Attraction and the Nature of Bisexuality", Journal of Sex Research 24 (1988): 113-29.

61. Timothy Perper, Sex Signals: The Biology of Love (Filadelfia: ISI, 1985); T. Perper y D. L. Weis, "Proceptive and Rejective Strategies of U.S. and Canadian College Women", Journal of Sex Research 24, no. 4 (1987): 455-80.

62. H. T. Remoff, Sexual Choice: A Woman's Decision (Nueva York: Dutton/Lewis, 1984).

63. M. M. Moore, "Nonverbal Courtship Patterns in Women: Context and Consequences", Ethology and Sociobiology 6 (1985): 237-47.

64. Perper, Sex Signals.

65. Erik Erikson, Childhood and Society, rev. ed. (Nueva York: Norton, 1968); y E. H. Erikson, Identity, Youth, and Crisis (Nueva York: Norton, 1986).

66. B. Zahacu-Chrstiansen y E. M. Ross, Babies: Human Development During the First Year (Londres: Wiley, 1975).

67. Como esta redacción, sólo los datos parciales han estado disponibles sobre sus estudios a largo plazo de los niños. Ver June M. Reinisch, Leonard A. Rosenblum, Donald B. Rubin y M. Fini Schulsinger, "Sex Differences in Developmental Milestones during the First Year of Life", Journal of Psychology and Human Sexuality 4, no. 2 (1991): 19-36. Ver también Eli Coleman, ed., John Money: un homenaje (Nueva York: Haworth Press, 1991). Para otro trabajo por Reinisch, ver J. M. Reinisch y S. A. Sanders, "Behavioral Influences of Prenatal Hormones", en Handbook of Clinical Psychoneuroendocrinology, cd. C. B. Nemeroff y P. T. Loosen (Nueva York: Guilford, 1987), 431-48; y J. M. Reinisch, "Prenatal Exposure to Synthetic Progestins Increases Potential for Aggression in Humans", Science 211 (1981): 1171-3.

68. J. Leo, "Cradle to Grave Intimacy", Time, septiembre 7, 1981, p. 69.

69. Mary S. Calderone, [carta], Sexuality Today, 2 de noviembre, 1981, p. 3.

70. Ver Havelock Ellis, Sexual Inversion, vol. 2 de Studies in the Psychology of Sex (Nueva York: Davis, 1901), casos XVII, XXV, XLIII, app. B, pt. 1.

71. Floyd M. Martinson, Infant and Child Sexuality: A Sociological Perspective (St. Peter, Minn.: Martinson, 1973).

72. Ernest Borneman, Reifungsphasen der Kindheit. El libro está actualmente siendo traducido por Michael Lombardi-Nash y está previsto para su publicación en 1994 por Prometheus Books.

73. D. Finkelhor, "Sex among Siblings: A Survey on Prevalece, Variety, and Effects", Archives of Sexual Behavior 9 (1980): 171-97.

74. J. Elias y P. Gebhard, "Sexuality and Sexual Learning in Childhood", Phi Delta Kappan 50 (1969): 401-5.

75. D. Finkelhor y D. E. H. Russell, "The Gender Gap among Perpetrators of Child Sexual Abuse", en Sexual Exploitation: Rape, Child Sexual Abuse, and Workplace Harassment, ed. D. E. H. Russell (Beverly Hills, Callf.: Sage, 1984).

76. Paul Gebhard, Wardell Pomeroy, Clyde Martin y Cornelia V. Christenson, Sex Offenders (Nueva York: Harper & Row, 1965). Esta es la cuarta publicación del equipo de Kinsey. El estudio de Kinsey dió partida a la nueva base en este área, como lo hizo en otros. Quizás el estudio más influyente antes de este fue uno de Benjamin Karpman, The Sexual Offender and His Offenses (Nueva York: Julian, 1954), pero estuvo orientado al tratamiento.

77. Gebhard et al., Sex Offenders.

78. Ibíd.

79. D. Finkelhor, Child Sex Abuse: New Theory and Research (Nueva York: Free Press, 1984). Quedo agradecido a Allgeier, Sexual Interactions, por la orientación en esta sección.

80. Finkelhor, Child Sexual Abuse; y D. E. H. Russell, ed., Sexual Exploitation: Rape, Child Sexual Abuse, and Workplace Harassment (Beverly Hills, Callf.: Sage, 1984).

81. Para una discusión de algunos de estos temas ver Gail Elizabeth Wyatt, "Child Sexual Abuse and Its Effects on Sexual Functioning", Annual Review of Sex Research 2 (1991): 249-66.

82. T. G. M. Sandfort, "Sex in Pedophiliac Relationships: An Empirical Investigation Among a Non Representative Group of Boys", Journal of Sex Research 20 (1984): 123-42.

83. A. C. Kilpatrick, "Childhood Sexual Experiences: Problems and Issues in Studying Long-Range Effects", Journal of Sex Research 23 (1987): 173-96.

84. A. C. Kilpatrick, "Some Correlates of Women's Childhood Sexual Experience: A Retrospective Study", Journal of Sex Research 22 (1986): 221-42.

85. P . R. Abramson, Sarah: A Sexual Biography (Albany, N.Y.: SUNY Press, 1984).

86. D. Finkelhor, Sexually Victimized Children.

87. C. Henry Kempe et al., "The Battered Child Syndrome", Journal of the American Medical Association 181 (7 de julio, 1962): 17-24.

88. Un buen relato de los temas detrás de esto es por Barbara J. Nelson, Making an issue of Child Abuse (Chicago: University of Chicago Press, 1984).

89. Ver también Paul Eberle y Shirley Eberle, The Politics of Child Abuse (Seacaucus, N.j.: Stuart, 1986).

90. Cynthia Kisser, "Satanism as a Social Movement", Free Inquiry 13, no. 1 (1992-3): 54-56. Ver también Paul Eberle y Shirley Eberle, The Abuse of Innocence: The McMartin Preschool Trial (Buffalo, N.Y.: Promethcus, 1993); y Eberle, Politics of Child Abuse.

91. Ver, por ejemplo, Vern L. Bullough y Bonnie Bullough, "Lesbianism in the 1920s and 30s", Signs 2 (1977): 895-904.

92. Probablemente lo mejor de esto permanece por A. R. Bell, M. S. Weinbcrg y S. K. Hammersmith, en Sexual Preference: Its Development in Men and Women (Bloomington: Indiana University Press, 1981).

93. Un ejemplo anterior de esto fue por Carroll Smith-Rosenberg, "The Female World of Love and Ritual: Relations Between Women in Nineteenth-Century America", Signs 1, no. 1 (otoño 1975): 19-27. Otro estudio anterior fue el de Janet Todd, Women's Friendship in Literature (Nueva York: Columbia University Press, 1980).

94. A veces los modelos de relaciones e identidad están estrechamente relacionados como por Lillian Faderman, en Surpassing the Love of Men: Romantic Friendship and Love Between Women from the Renaissance to the Present (Nueva York: Morrow, 1981). Para una discusión de la historiografía lesbiana en el contexto de la historia de la sexualidad ver Martha Vicinus, "Sexuality and Power: A Review of Current Work in the History of Sexuality", Feminist Studies 8 (primavera de 1982): 147-51; Estelle Freedman, "Sexuality in Nineteenth-Century America: Behavior, Ideology and Politics", Reviews in American History 10, no. 4 (1982): 196-215; y George Chauncey Jr., "From Sexual Inversion to Homosexuality: Medicine and the Changing Conceptualization of Female Deviance", Salmagundi 58-59 (otoño de 1982-invierno de 1983): 114-46. Uno de los intentos pioneros en un estudio histórico fue el de Jeannette H. Foster, Sex Variant Women in Literature (Londres: Muller, 1958).

95. Para un sumario de muchos de los estudios anteriores ver Susan Krieger, "Lesbian Identity and Community: Recent Social Science Literature", Signs 8, no. 1 (otoño 1982): 91-108; y Chela Sandoval, Ann R. Bristow y Pam Langford Pearn, "Comment on Krieger's Lesbian Identity and Community: Recent Social Science Literature", Signs 9, no. 4 (verano de 1984): 725-9. Para una bibliografía ver Dolores Maggiore, Lesbianism: An Annotated Bibliography and Guide to the Literature (Metuchen, N.J.: Scarecrow, 1988).

96. Ver Gillian E. Hanscombe y Jackie Forster, Rocking the Cradle: Lesbian Mothers (Londres: Owen, 1981). Este estudio se concentra en el Reino Unido y el sistema legal estadounidense ha probado ser algo más tolerante que el británico.

97. E. Hooker, "The Adjustment of the Male Overt Homosexual", Journal of Projective Techniques 21 (1957): 18-31; E. Hooker, "Male Homosexuality en the Rorschach", Journal of Projective Techniques 21 (1958): 33-54; y E. Hooker, "An Empirical Study of Some Relations Between Sexual Patterns and Gender Identity in Male Homosexuals", en Sex Research: New Developments, ed. John Money (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1965), 24-52.

98. Michael Schofield, Sociological Aspects of Homosexuality (Londres: Longman, 1965).

99. Bell et al., Sexual Preference.

100. R. E. L. Masters, The Homosexual Revolution (Nueva York: Julian, 1962), 39.

101. One, Inc. v. Olesen, 241 F. 2nd 772. (9th Cr, 1957) y 355 U.S. 271 (1958). Ver también One Institute Quarterly 2 (1958).

102. Donald Webster Gory, The Homosexual in America: A Subjective Approach (Nueva York: Greenberg, 1951).

103. Ver Marvin Cultler, ed., Homosexuals Today: A Handbook of Organizations and Publications (Los Ángeles: One, Inc., 1956); Edward Sagarin [Donald Webster Cory], "Structure and Ideology in an Association of Deviants" (Ph.D. diss., Universidad de Nueva York, 1966); y Don Teal, The Gay Militants (Nueva York: Stein & Day, 1971).

104. Sir John Wolfenden, Presidente, Report of the Committee on Homosexual Offenses and Prostitution (Londres: oficina de papelería de Su Majestad, 1957).

105. La política del sur de California fue escrita por un Comité que yo dirigí.

106. American Friends Service Committee, Toward a Quaker View of Sex (Londres: Friends Home Service Committee, 1963).

107. National Institute of Mental Health Task Force on Homosexuality, John M. Livingood, ed., Final Report and Background Papers (Rockville, Md.: Instituto Nacional de Salud Mental, 1972). El informe se retrasó por mucho tiempo y gran parte de esto fue escrito en 1967-8. Diferentes versiones de ello, sin embargo, circularon en la comunidad homosexual.

108. Thomas Szasz, The Myth of Mental Illness (Nueva York: Hoeber-Harper, 1961); y Thomas Szasz, Law, Liberty and Psychiatry (Nueva York: Macmillan, 1963).

109. En realidad, el Comité sobre nomenclatura había informado tal cambio en diciembre de 1973 y este normalmente habría sido suficiente, pero fue exigido un referéndum. Este apoyó la nomenclatura del Comité, pero hizo el acto oficial en 1974 en lugar de 1973. Para una discusión de los temas ver Ronald Bayer, Homosexuality and American Psychiatry: The Politics of Diagnosis (Nueva York: Basic, 1981).

110. Martin S. Weinberg y Colin J. Williams, Male Homosexuals: Their Problems and Adaptations (Nueva York: Oxford University Press, 1974), 6.

111. David P. McWhirter y Andrew M. Mattison, The Male Couple (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1984).

112. Denis Altman, The Homosexualization of America; The Americanization of the Homosexual (Nueva York: St. Martin's, 1982).

113. David F. Greenberg, The Construction of Homosexuality (Chicago: University of Chicago Press, 1988).

CAPÍTULO 10: PROBLEMAS DE UNA CIENCIA EMERGENTE

1. Erwin J. Haeberle y Rolf Gindorf, Sexology Today (Düsseldorf, Alemania, 1993) lista de programas de todas partes del mundo, pero la mayoría son programas de documentos: es decir, programas individuales que pueden ser adaptados. Muchos son de pregrado inferior, varios son cursos únicos en escuelas de Medicina, algunos son programas de énfasis especial. Un total de veintidos programas estadounidenses están listados, diez alemanes, siete franceses, seis belgas, dos canadienses y una variedad de otros. Muchos de aquellos listados no existen o no están funcionando desde hace tiempo.

2. Entre aquellos más actualizados sobre los resultados de la investigación, como este escrito, está el de Elizabeth Rice Allgeier y Albert Richard Allgeier, Sexual Interactions, 3ª ed. (Lexington, Mass.: Heath, 1991). Escrito con una aproximación más conservativa pero también exacto es el de Janet Shibley Hyde, Understanding Human Sexuality, 4ª ed. (Nueva York: McCraw-Hill, 1990). También basado en la actual investigación es el de Robert Francocur, Becoming a Sexual Person, 2ª ed. (Nueva York: Macmillan, 1991); Susan L. McCamman, David Knox y Caroline Schacht, Choices in Sexualities (St. Paul: West Publishing, 1993); Robert Crooks y Karla Baur, Our Sexuality, 4ª ed. (Redwoodham, Calif.: Benjamin Cummings, 1990). Hay muchos otros pero estos son con las publicaciones actuales.

3. Janice M. Irwin, Disorders of Desire (Filadelfia: Temple University Press, 1990), 105-34.

4. William Hartman y Marilyn Fithian, Treatment of Sexual Dysfunction: A Bio-Psycho-Social Approach (Long Beach, Calif.: Center for Marital & Sexual Studies, 1972), 105.

5. SAR Guide for a Better Sex Life (San Francisco: Foro Sexual Nacional, 1975).

6. Para una perspectiva escéptica de muchos de aquellos involucrados, incluyendo los columnistas de informes del periódico, ver Patrick McGrady, The Love Doctors (Nueva York: Macmillan, 1972).

7. Vern L. Bullough, "Problems of Research on a Delicate Topic: A Personal View", Journal of Sex Research 21 (noviembre de 1985): 375-86.

8. Para la discusión de muchos de éstos ver John Money, Love Maps (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1988).

9. Para una descripción de tales actividades ver Thomas Weinberg y G. W. Levi Kamel, S and M: Studies in Sadomasochism (Buffalo, N.Y.: Prometheus, 1983).

10. Martin S. Weinberg, Colin J. Williams y Charles Moser, "The Social Constituents of Sadomasochism", Social Problems 31 (1985): 379-89.

11. Paul Robinson, The Modernization of Sex (Nueva York: Harper & Row, 1976), 2-3,194-5.

12. Alex Comfort, Joy of Sex (Nueva York: Simon & Schuster, 1972); Alex Comfort, More Joy (Nueva York: Crown, 1974).

13. Hay una literatura creciente sobre ésto. Ver, por ejemplo, F. J. Bardach y J. Goodgold, Sexuality and Neuromuscular Disease (Nueva York: Instituto de Medicina de Rehabilitación y Asociación de Distrofia Muscular, 1979); P. A. Csesko, "Sexuality and Multiple Sclerosis", Journal of Neuroscience Nursing 20, no. 6 (1988): 353-5; T. 0. Money, T. M. Cole y R. A. Chilgren, Sexual Options for Paraplegics and Quadraplegics (Boston: Little, Brown, 1975); C. S. Schuster, "Sex Education of the Visually Impaired Child: The Role of Parents", Journal of Visual Impairment and Blindness 80, no. 4 (1986): 675-80.; and Task Force on Concerns of Physically Disabled Women, Toward Intimacy: Family Planning and Sexuality Concerns of Physically Disabled Women (Nueva York: Ciencias humanas, 1978). Para un buen resumen ver Dwight Dixon y Joan Dixon, "Physical Disabilities and Sex", en Human Sexuality: An Encyclopedia, ed. Vern L. Bullough y Bonnie Bullough (Nueva York: Garland, 1994), pp. 450-7.

14. Ver, por ejemplo, Randy Shilts, And the Band Played On: Politics, People, and the AIDS Epidemic (Nueva York: St. Martin's, 1987).

15. Es posible que una muerte relacionada con el SIDA quizás haya ocurrido ya en 1969 en St. Louis.

16. Ver Eve K. Nichols, Mobilizing Against AIDS (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1989), 12-13.

17. Science (1986): 697.

18. Morton Hunt, Sexual Behavior in the 1970s (Chicago: Playboy, 1974).

19. G. H. Gallup, The Gallup Opinion Index, Report No. 153 (Princeton, N.J.: Instituto Estadounidense de Opinión Pública, 1978); y G. H. Gallup, "More Today Than in 1985 Thought That Premarital Sex was Wrong", The Gallup Report 263 (1987): 20.

20. J. D. LeMater y P. MacCoquodale, Pre-marital Sexuality: Attitudes, Relationships, Behavior (Madison: University of Wisconsin Press, 1979).

21. P. W. Blumenstein y P. Schwartz, American Couples (Nueva York: Morrow, 1983). Hay muchos otros estudios sobre temas más limitados que son inapreciables.

22. Carol Tavris y Susan Sadd, The Redbook Report on Female Sexuality (Nueva York: Delacorte, 1975).

23. L. Wolfe, The Cosmo Report: Women and Sex in the 80s (Nueva York: Bantam, 1982).

24. Robert Athanasiou, Phillip Shaver y Carol Tavris, "Sex," Pyschology Today 4, no. 2 (1970): 39-52. Ver también Robert Athanasiou, "A Review of Public Attitudes on Sexual Issues", en Contemporary Sexual Behavior: Critical Issues in the 1970's, ed. Joseph Lubin y John Money (Baltimore, Md.: Johns Hopkins University Press, 1973), 361-90.

25. "Playboy Readers' Sex Survey, 1983: Part l", Playboy, enero de 1983, pág. 108; "Playboy Readers' Sex Survey, 1983: parte 2", Playboy, marzo de 1983, pág. 90; "Playboy Readers' Sex Survey, 1983: parte 3", Playboy, mayo de 1983, pág. 126; "Playboy Readers' Sex Survey, 1983: parte 4", Playboy, julio de 1983, pág. 130; "Playboy Readers' Sex Survey, 1983: parte 5", Playboy, September 1983, pág. 92.

26. Shere Hite, The Hite Report: A Nationwide Study on Female Sexuality (Nueva York: Macmillan, 1976); Shere Hite, The Hite Report on Male Sexuality (Nueva York: Knopf, 1981); y Shere Hite, Woman and Love: A Cultural Revolution in Progress (Nueva York: Knopf, 1987).

27. Ver, por ejemplo, Sandra Kahn, The Kahn Report on Sexual Preferences, con Jean Davis (Nueva York: St. Martin's, 1981).

28. Milton Diamond, Sex Watching: Looking into the World of Sexual Behaviour (Londres: Prion, 1992), 19-20.

29. Albert D. Klassen, Colin J. Williams y Eugene E. Levitt, Sex and Morality in the U.S., ed. Hubert J. O'Gorman (Middletown, Conn.: Wesleyan University Press, 1989).

30. Samuel S. Janus y Cynthia L. Janus, The Janus Report on Sexual Behavior (Nueva York: Wiley, 1993).

31. A diferencia de la mayoría de las encuestas, ésta fue publicada en la referida Family Planning Perspectives, la revista del Instituto de Alan Guttmacher. Ver el artículo general por John 0. G. Billy, Koray Tanfer, William R. Grady y Daniel H. Lepinger, "The Sexual Behavior of Men in the United States", Family Planning Perspectives 25 (marzo-abril de 1993): 52-60. Hay un número de otros artículos sobre el mismo tema basados en los datos de la encuesta como Tanfer, Grady, Kelpinger y Billy, "Condom Use Among U.S. Men, 199l", 61-66; Grady, Kelpinger, Billy y Tanfer, "Condom Characteristics: The Perceptions and Preferences of Men in the United States", 67-73; Klepinger, Billy, Tanfer y Grady, "Perceptions of AIDS Risk and Severity and Their Association with Risk Related Behavior Among U.S. Men", 74-82.

32. Ver Traci Watson, "Sex Surveyss Come Out of the Closet", Science 260 (30 de abril, 1993): 615-6.

33. F. N. Judson, "Fear of Aids and Gonorrhea Rates in Homosexual Men", Lancet 2 (1983): 159-60.

34. Bonnie Bullough y George Rosen, Preventine Medicine en the United States 1900-1990 (Canton, Mass: Historia de la ciencia, 1992).

35. Michel Foucault, The History of Sexuality, trad. R. Hurley (Londres: Allen Lane, 1979), 1: 146. Ver también Michel Foucault, Discipline and Punish: The Birth of the Prison, trad. Alan Sheridan (Londres: Allen Lane, 1977); y Michel Foucault, Power/Knowledge: Selected Interviews and Others Writings, 1972-1977 (Nueva York: Pantheon, 1981). Foucault es un posmodernista que pone en duda el mundo como una realidad objetiva y consecuentemente sobre la realidad objetiva, por lo tanto el discurso se convierte en un artefacto de conocimiento comunal. Sin embargo, si sus ideas no son fomentadas demasiado lejos, ofrece apreciaciones básicas dentro de los cambios que tienen lugar. No acepto sus explicaciones de los cambios. Para la discusión de sus ideas, incluyendo aquellas sobre sexualidad, ver Mark Cousins y Athar Hussain, Michel Foucault, ed. Anthony Gliddens (Nueva York: St. Martin's, 1983); Hubert L. Dreyfus y Paul Rabinoe, Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, 2ª ed. (Chicago: University of Chicago Press, 1983); Pamela Major-Poetzl, Michel Foucault's Archeology of Western Culture: Toward a New Science of History (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1983); Jeffrey B. Minson, Genealogies of Morals: Nietzsche, Foucault, Donzelot, and the Eccentricity of Ethics (Nueva York: St. Martin's, 1985); y Mark Poster, Foucault, Marxism and History: Mode of Production Versus Mode of Information (Nueva York: Blackwell, 1984). Particularmente importante al tratar a Foucault y la sexualidad es Jeffrey Weeks, Sex, Politics, and Society: The Regulation of Sexuality Since 1800 (Londres: Longman, 1981); y Jeffery Weeks, Sexuality and Its Discontents: Meaning, Myths, and Modern Sexualities (Nueva York: Routledge & Kegan Paul, 1985). Las eruditas feministas en particular se han aprovechado de las ideas sexuales de Foucault. Ver G. Rubin, "Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality", en Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality, ed. Carole Vane (Nueva York: Routledge & Kegan Paul, 1984), 167-319. Los teóricos feministas encuentran que él da una base para aclarar la opresión de las mujeres y cómo las mujeres se convierten en objetos sexualizados y relacionados con el género. Carol A. Polis, "The Apparatus of Sexuality: Reflections on Foucault's Contributions to the Study of Sex in History", Journal of Sex Research 23 (1987): 401-7; Ellen Ross y Rayna Rapp, "Sex and Society: A Research Note from Social History and Anthropology", Comparative Studies in Social History 23 (1981): 51-72; Ann Snitow, C. Stansell y S. Thompson, eds., Power of Desire: The Politics of Sexuality (Nueva York: revisión mensual, 1983); y Bryan S. Turner; The Body and Society: Explorations in Social Theory (Nueva York: Blackwell, 1983). Para ejemplos del control de la iglesia de la sexualidad, ver James A. Brundage, Law, Sex, and Christian Society in Medieval Europe (Chicago: University of Chicago Press, 1987); y Vern L. Bullough y James Brundage, eds., Sexual Practices and the Medieval Church (Nueva York: Prometheus, 1982).

36. Vern L. Bullough, Sexual Variance in Society and History (Chicago: University of Chicago Press, 1976), 461-503.

37. Donna Haraway, "Situated Knowledges: The Science Question in Feminism and the Privilege of Partial Perspective", Feminist Studies 14 (1988): 575-99.

38. Para un resumen de estos acontecimientos, ver Vern L. Bullough, The Scientific Revolution (Nueva York: Holt, Rinehart & Winston, 1970).

39. Thomas S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago: University of Chicago Press, 1962).

40. Karl Popper, The Logic of Scientific Discovery (Londres: Hutchinson, 1959); y Karl Popper, Conjectures and Refutations (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1963).





El índice Alfabético

 
  • Altruismo,41
  • Academia estadounidense de la Sexología,208
  • Asociación de Estadounidenses para el Progreso de la Ciencia,149
  • Asociación de Estadounidenses de los Educadores de Sexo,
    Consejeros, y los terapeutas
    (AASECT),207-8,275-76,289
  • Liga de Regulación de la Natalidad estadounidense,146
  • Junta estadounidense de la Sexología,208
  • Químico estadounidense sociedad,193
  • Unión de Libertades Civiles estadounidense (ACLU),
    184,251,270
  • Federación de estadounidenses para la Higiene de Sexo,104
  • Amigos Estadounidenses atienden al comité,270
  • Sociedad Ginecológica estadounidense,29,109
  • Instituto Jurídico estadounidense,257
  • Asociación de Médicos de EE.UU. (la AMA),
    93,105,153,275
  • Museo de estadounidenses de la historia nacional,121
  • Asociación Psiquiátrica estadounidense,221,
    240,270,271,280
  • Asociación Psicológica estadounidense,270
  • Alianza de Pureza estadounidense,96-97,104
  • Asociación de Higiene Social estadounidense,
    104,115,116
  • Asociación de Vigilancia Estadounidense.104
  • Ananga Ranga, 55
  • Exercitations anatómicos en cuanto al
  • Generación de las criaturas vivas
  • (Harvey), 14
  • Anatomía de las plantas (creció), 11
  • Anima, 19.152
  • Animalcula, 15
  • Estudios en animales, 9-12, 14-17, 46, 154-56,
  • 231-32; y la asociación del amor
  • con dolor, 84; y los anticonceptivos,
  • 187-88; y la hormona estudia,
  • 122-26,129-31,133-35,156,187- 88;
  • y los Maestros y Johnson, 197
  • Animus, 152
  • Anorgasmia, 178-79
  • Sociedad `Antropológica` de Londres, 55
  • Antropología, 55, 96, 147, 154, 156-60,
  • 1707218,271
  • Anthropophyteia, 58
  • Antibióticos, 171
  • Exhortación a la razón, 143
  • Aquinas, Thomas, 13, 293, 294
  • Arbuthnot, fomentar F., 55
  • CRS` (complejo relacionado con el SIDA), 284
  • Archivos del comportamiento sexual, 208
  • Argentina, 73
  • Aristóteles, 9-13, 124, 293
  • Aristóteles Masterpiece, 9-10
  • Fuerzas Armadas (Estados Unidos), 296
  • Armadura y cia., 126
  • Arrowsmith (Lewis), 133
  • Aschelm, Selmar, 128
  • Ashbee, H. S., 55, 58
  • Associationism, 43-44
  • Augustine, el santo, 2-3, 7, 18, 30
  • Austria, 58
  • Autocroticism, 83-85, 87-88, 89, 115
  • Avicenna, 13
  • Tocino, Francis, 81
  • Panadero, Alden H., 184
  • Bali, 159
  • Banting, Frederick G., 127
  • Bautismo, 3
  • Bartelernez, G. W., 130
  • Bartels, el máximo, 56
  • Las glándulas de Bartholin, 200
  • Monumento Batelle, 287
  • Sanatorio del riachuelo de la batalla, 22
  • Baudelaire, Charles, 58
  • Bayliss, William M., 125
  • Playa, franco A., 158-59, 232
  • Viga, Lura, 110, 164
  • Barba, George M., 23, 93
  • Bebel, agosto, 67
  • Arroyo, Joseph R., 197-98
  • Behavionsm, 88
  • Beige], Hugo, 206
  • Beitrdge zur Aetologie der Psychopathia
  • Sexualis (Bloch), 56
  • Campana, A. P., 236, 267-68
  • Beneden, van Eduard, 17
  • Benj’amin, Harry, 73, 219-20
  • Benkert, Karl María (Kertbeny), 39-40,
  • 41,67
  • Berdache, la costumbre de, 96, 159
  • Sociedad de Psychoanalytical de Berlín, 64
  • Bern, Sandra, 234
  • Inventario de la función de sexo Bern, 234-35
  • Bernard, Claude, 125
  • Bernays, Martha, 86
  • Berrian, William, 98
  • Berthold, A. A., 124
  • Mejor, Charles H., 127
  • Biber, Stanley, 221
  • Bleber, Irving, 235-36
  • Sangró], Arthur, 124
  • Venias Binberg, 187
  • Binet, Alfred, 42-44, 50-51, 89
  • Birken, Lawrence, 70
  • La regulación de la natalidad, 5, 109, 145-46; y enterrar -
  • los congresos nacionales, 73; y el matrimonio
  • los manuales, 138. Ver también los anticonceptivos
  • Tasas de natalidad, 5, 50, 134, 147
  • Bisexuality, 65-66, 68-70, 177-78; y
  • EL SIDA, 287; y los criterios `biogenésicos` de
  • la homosexualidad, 44-45; y el género
  • los temas, 226, 234; y Henry, 165, 166;
  • y jung, 151-52
  • Bissonette, T. H., 155
  • Blackwell, Elizabeth, 28
  • En blanco, Joam, 253
  • Bleuler, Eugen, 120
  • Bloch, lwan, 56, 68, 71, 88, 273
  • 131Cher, Hans, 66, 79
  • Blumer, G. Alder, 95
  • Boas, Emst R, 111
  • Boas, Frariz, 157
  • Boerhaave, Hermann, 19
  • Bok, Edward, 104-5
  • Bordeu, 116ophile de, 19, 20
  • Bornerman, Ernest, 260
  • Colectivo de Salud la Mujer de Boston, 243
  • Bouret, Edouard, 143
  • Marca, Adolf, 66, 67, 79
  • El Nuevo Mundo valiente (Huxley), 133
  • Brasil, 239
  • Brecher, Edward M., 4, 40
  • Breitenstein-Hoogiandt, Martha, 141
  • Breuer, Josef, 87
  • Brinkley, John H., 126-27
  • Gran bretaña, 15, 42-43, 49-53, 58, 60, 100
  • Revista Médica británica, 42-43
  • Museo Británico, 58
  • Britten, F. H., 162-63
  • Bromley, Dorothy D., 162-63
  • Brown, John, 19-21
  • Brownmiller, Susan, 246
  • Brown-S6quard, Charles, 125-27
  • Bruck, Carl, 99
  • Brunonianism, 19
  • Bryant, J., 250
  • Bullough, Bonnic, 221, 235, 238, 255
  • Oficina de la Higiene Social, 113, 114-15,
  • 1 18.147
  • Bu,nham, John, 95, 148-49
  • Burou, George, 221
  • Burton, Richard, 54-58, 157
  • Bush, George, 290
  • Butenandt, Adolf, 128
  • Cabez del negro, 192
  • Calderone, Mary Steichen, 197, 207, 259,
  • 279
  • Camerarius, Rudolph Jacob, 11
  • Cautivo, el (Bouret), 143
  • Carpintero, Edward, 78, 80, 137
  • Carretta, Ruth A., 226
  • Casonova, Giacomo, 78
  • Casper, Johann L., 32
  • Castración, 20, 26-27, 89, 124-25, 218
  • Crisis de la categoría, 234
  • El catolicismo, 2-3, 52. Ver también a Chris -
  • tianity
  • 363
  • Cauldwell, David 0,, 219
  • CBS (Sistema de Radiodifusión de Columbia), 136
  • El celibato, 2-3. Ver también la castidad
  • La censura, 102, 143-45, 183-85; femi-nists contra, 253; y la pornografía, 143.249.251
  • Centro para el Control de Enfermedades (CDC), 171.284
  • Cerf, Bennett, 145
  • Las tapas cervicales, 108, 146. Ver también Contra-ceptives
  • Charcot, Jean-Martin, 43, 86, 87
  • Castidad, 2-3, 9, 97, 101, 119, 2 5 5, 261
  • Indios Cheyenne, 246
  • Chicago el Asilo del Condado para el Insano, 45
  • El maltrato de menores, 24, 263-64, 266. Ver también Sexualabuse
  • Centros de atención infantil, 264-65
  • La sexualidad de niños, 46-49, 121, 279-80; y associationism, 44; y Bloch, 57; y Ellis, 76, 260; y Foucault, 244; y Freud, 88-89, 259; y la formación de género de tity iden, 234-40; y Kinsey, 174-75, 184, 259; y la masturbación, 87; y Reich, 152; y s
  • China, 2, 73
  • El cristianismo, 76, 207, 292-94; y el celibato. 2-3; y el dualism de carne/espíritu, 48-49; y el sexo matrimonial, 24-25; y el sexo prematrimonial, 176. Ver también el catolicismo; Dios; Protestante-ism; Pecado
  • Los cromosomas, 17, 122-23, 213-14. Ver también la herencia
  • Chuang, Chueh de min, 194
  • Circuncisión, 224-25
  • Civilización y su descontento (Freud). 90
  • Movimiento de derechos civiles, 242-43, 248, 250
  • Guerra civil, 101, 108
  • Clark, LeMon, 111
  • Clarke, Edward H., 28-29
  • Clitorectomies, 27, 72
  • Cockburn, Alexander, 52

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