hospitales para enfermos de guerra y para veteranos de guerra, hospitales para mujeres embarazadas,
hospitales para niños, hospitales para gente pobre, así como hospitales para gente pudiente.
Tenían hospitales para pacientes con malformaciones congénitas. Y a los pacientes terminales
se les mantenía con vida a base de cuidados especiales con todas las atenciones posibles.
Moctezuma tenía en su palacio una casa para los enfermos incurables y con retardo mental,
estaba anexo al templo mayor un hospicio y un edificio llamado Netlatilopan que estaba consagrado al
dios Nanahuatl donde se recogía a los albinos, leprosos, pintos y otros.
En Colhuacan existía un hospital de inválidos sostenido por el Estado para los servidores
militares y civiles. Había un hospital militar en Texcoco.
Al hospital o enfermería se le llamaba Cocaxcalli y al hospital u hospicio para huérfanos,
Icnopilcalli lo que implicaba una alta preocupación por los destinos de su población.
En cuanto a la higiene, los el pueblo azteca, era muy aseado, y para ése entonces (siglo XV) se
bañaban diariamente, muy diferente a lo sucedido con los paises europeos, los cuales debido a
creencias medievales que arrastraban desde la antigüedad, el lavarse todos los dias, abría los poros de
la piel a la entrada indiscriminada y fácil de las enfermedades de la época. Por jabón usaban el fruto del
Copalxocotl que los españoles llamaron "árbol del jabòn" o "saponaria americana" e inclusive utilizaban
perfumes y tenían reglas higiénicas bien definidas tanto personal como colectivamente.
En los rituales religiosos, políticos y en otras circunstancias que ellos determinaban quemaban
resina de pino con el objeto de evitar epidemias de enfermedades infecciosas.
Los baños de vapor (Temazcalli) eran indispensables en su vida diaria como parte de la higiene,
cumpliendo además una misión de ablución ritualista. Eran indispensables en los que se ofrecían al Dios
Huitzilopochtl. Se les conocía como los Tlaaltiltin que significaba "los que habian sido bañados".
En los consejos de un padre a su hija figuraban "lávate la cara, lávate las manos, lávate la
boca..... para que tu marido no te aborrezca, atavìate, lávate y lava tus ropas". El lavado del pelo era
frecuente. La mujer de clase alta utilizaba los afeites y se pintaba el rostro de color amarillo... pero no
mucho ya que era "señal de mujeres mundanas y carnales". Su indumentaria era fresca y permitía la
ventilación del cuerpo.
Tenochtitlán era una ciudad saludable y limpia, adelantandose en conceptos de higiene y salud
publica a capitales europeas como Londres y Roma, caracterizadas por sus epidemias debido a erróneos
manejos de excretas y al hacinamiento de sus viviendas y pobladores, asi como de la ingestión de agua
contaminada que de tanto en tanto diezmaban la población de dichas ciudades.
Sería a finales del siglo XVIII cuando en Europa comenzarían a circular preceptos sanitarios que
ya los aztecas lo dominaban desde el siglo XV. Sus viviendas eran simples y abiertas, donde abundaba la
ventilación y el espacio.
PERSONALIDAD DEL AZTECA
Llama la atención que la población azteca vivía siempre bajo una gran presión. Desde todo
punto de vista su quehacer diario estaba siendo dominado por la tensión emocional que significaba vivir
con los miedos a los Dioses aztecas, los cuales eran numerosos, y que regían cada día del año, con una
exigencia determinada, unido al hecho de que se les decía constantemente que morir por ellos era un
honor, lo que no le restaba ansiedad al hecho.
Eran personalidades nerviosas, neuróticas, con temores constantes, aprehensión y angustia.
En cualquier momento la tierra se destruiría violentamente, o un deidad errante ocasionaría
una grave enfermedad, ya que existían dioses que ocasionaban enfermedades y Dioses que las curaban.
Cualquier circunstancia del día a día, podía precipitar una desgracia personal o una ira de los dioses
sobre la sociedad. Eran seres supersticiosos. El universo estaba en el caos completo. La habilidad del sol
para salir cada día, era dudosa, dependía de muchos factores.
El azteca creía eran gobernados por el destino y que no tenia un verdadero control sobre su
vida. La melancolía, el pesimismo, el terror y la depresión eran parte de la vida del azteca.
No había felicidad en la sociedad de los aztecas. La niñez era dolorosa y con sentimientos de
auto‐negación. La adolescencia era manipulada por el estado azteca y los sometían a rígidas y dolorosas
enseñanzas. El adulto llegó a ser un autómata por la obediencia.
Era una sociedad tremendamente competitiva, lo que ocasionaba trastornos de conducta y
muchas veces los llevaba a la locura. La vejez era vista con esperanza ya que al estar cerca de la muerte,
ésta los eximia de tantas obligaciones y presiones sociales.
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