Es el tema de la circuncisión uno de los puntos cardinales de la "diferenciación" del cristiano
con el pueblo judío y los musulmanes. Tanto es asi que en la Biblia se hacen numerosas citas para
definir y aclarar este punto.
El cristiano "No necesita del convenio para estar en Dios, con Dios o para tener la protección de
Dios". Es la fé la que hace activar los acontecimientos misticos‐religiosos de la revelación de Dios a cada
cristiano. Fé y amor al projimo deberan ser las bases del cristianismo. La idea fundada en el amor al
prójimo, en la humildad y en un conjunto de valores de bondad y benevolencia, no advertidos en los
sistemas religiosos hasta ésa fecha, atraerá paulatinamente la atención de los sectores cultos y
pudientes, cansados de la banalidad de sus creencias politeístas.
En su sencillo pero a la vez complejo mensaje, el cristianismo se apoyaba en una idea de
revelación divina, que prometía la salvación a través de un mediador, el Mesías, Jesús, que prometía
instaurar una nueva vida, plena de amor y virtud. La salvación del fiel, dependía de su unión al Cristo
salvador, unión que debía efectuarse a través de dos ritos: el bautismo, símbolo del renacer en Cristo, y
la eucaristía, el ágape de comunión en la mesa del Mesías
Excepto los coptos, los cristianos han reemplazado la costumbre judia de la circuncision con el
bautismo. La "circuncision espiritual" tomó lugar sobre la circuncision fisica a tal grado que en la Epistola
a los Filipensis San Pablo discute la cierta y la falsa circuncision. En "El verdadero camino de la salvación
cristiana" refiere "Pues los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto segun el espiritu
de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesus sin poner nuestra confianza en la carne, aunque yo tengo
motivos para confiar tambien en la carne. Si algun otro cree poder confiar en la carne, mas yo. (3,3‐4).
Por lo tanto la circunsicion cristiana es puramente espiritual una verdadera o simbolica
desconección de los pensamientos diabolicos, deseos impuros, falsas creencias y otras idolatrias y
herejias en todas sus formas.
El Concilio de Jerusalén del año 48 d.C fue el primer Concilio de la Iglesia Cristiana‐Católica y
fue convocado por un grave problema surgido de la conversión de gentiles al cristianismo. No olvidemos
que los primeros cristianos fueron "judíos conversos", originarios de Palestina. El siguiente paso estuvo
en la conversión de "judíos helenizados" o judíos que vivían en zonas helenizadas cuya cultura era
diferente de la de los hebreos (ya vimos como surge un problema entre ambas comunidades judías
resuelto al integrarlos en la asamblea de discípulos).
Pero el tercer paso fue incorporar cristianos provenientes del mundo pagano, es decir: gentiles,
no judíos. Los cristianos gentiles fueron en principio una minoría. Es muy importante destacar que en
aquellos momentos los cristianos se sentían como la continuación del judaísmo, parte integrante del
Pueblo de Israel y judíos de pura cepa, pero los conversos gentiles no se sentían judíos y sentían rechazo
ante las costumbres hebreas que imponían la circuncisión a los varones. En su Epistola a los Gálatas, en
el capítulo 2, Pablo describe un enfrentamiento entre él y Pedro (llamado aquí Cefas) en Antioquía:
11 Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de
reprensión.
12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles; pero
una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos.
13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se vio
arrastrado por la simulación de ellos.
14 Pero en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en
presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los gentiles
a judaizar?Č
15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo,
16 Conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo,
también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no
por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado.
17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos
pecadores, ¿estará Cristo al servicio del pecado? ¡De ningún modo!
18 Pues si vuelvo a edificar lo que una vez destruí, a mí mismo me declaro transgresor.
19 En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado:
20 Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en
la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese
muerto Cristo en vano.
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