atrajo poderosamente su interés, la presencia de pequeños cuernos en algunas liebres. Se interesó en
cazar algunas de estas liebres para estudiarlas más de cerca en su laboratorio. Allí encontró que las
protuberancias, en realidad verrugas de gran tamaño, estaban plagadas de virus. Shope ganaria en 1.957
el `Albert Lasker Clinical Medical Research Award'. Fue el descubridor del familia de Orthomyxoviridae de
virus. Aisló por primera vez el Influenza virus A de cochinos en 1.931
Liebre Silvilagus floridanus
Richard E. Shope (1.901‐1.966)
Shope encontró que los "cuernos" que exhibian la cabeza de algunas liebres eran en realidad
crecimientos anormales causados por un virus. A fin de comprobarlo, Shope utilizó un filtrado de las
verrugas para infectar a varias liebras sanas, que no tenían los cuernos. Y esas liebres también
desarrollaron las protuberancias en su cabeza tras el contagio. Esta experiencia llevó a Shope a sugerir
que las verrugas del papiloma humano podían obedecer a un virus.
A principios de 1.950, los epidemiólogos recordaron el estudio de Rigoni‐Stern donde el virus del
papiloma parecía estar asocidado a la promiscuidad sexual. Mientras tanto los epidemiólogos se
preguntaban porqué entre las mujeres judías había menos casos de cáncer de cuello de útero que entre
las mujeres de otras religiones. Y aunque al principio se pensó que la circuncisión de sus maridos lograba
protegerlas, pronto se desechó la idea al comprobar que entre las musulmanas, con maridos igualmente
circuncidados, las tasas de cáncer eran mucho más elevadas. Lentamente las sospechas sobre los posibles
factores de riesgo fue limitandose a la existencia de múltiples compañeros sexuales.
Harald zur Hausen(1.936) (futuro Premio Nobel) inspirado en los estudios
realizados con las liebres, logró aislar dos cepas del virus del papiloma humano, que resultaron implicadas
en el setenta por ciento de los cánceres del cuello del útero.
Con este conocimiento, el próximo paso sería la creación de una vacuna, pero surgió un nuevo
obstáculo, las verrugas genitales contenían muy poca cantidad de virus, insuficiente para los largos
procesos de laboratorio que deberían llevar al desarrollo de una vacuna eficaz. Para resolver este reto, un
trío de investigadores de la Universidad de Rochester (USA) tomó muestras de verrugas bovinas que,
gracias a su tamaño les permitió obtener suficiente cantidad de virus para los estudios de laboratorio.
Harald zur Hausen (1.936)
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