"Anatomica de Motu Cordis et sanguinis in animali"
William Harvey (1.578‐1.657)
Francisco Hernandez (1.517‐1.587), uno de los
medicos de confianza del rey Felipe II de España durante siete años (1.571‐1.577) permaneció en México,
realizando numerosos viajes que le permitieron recoger diecisiete volúmenes de dibujos y estampas, obra
que fue perdida en el incendio de El Escorial (1.671).
"Quatro libros de la naturaleza y virtudes de los árboles, plantas y animales
de la Nueva España, en especial de la Provincia de México, de que se aprovecha la Medicina" que sirve
describe tres mil especies botanicas con aplicaciones médicas
extensas, que lleva de regreso a la corte real y a las aulas madrileñas, mejorando notablemente la
farmacopea europea de la época.
Sus escritos de un valor incalculable serían pasto de las llamas en el Incendio del Monasterio del
Historia natural de Nueva España' del médico toledano fué nombrado
`Protomédico general de todas las Indias, islas y tierra firme del mar océano' por Felipe II, Francisco
Hernández embarcó para América en 1.570 y permaneció de 1.571 a 1.577 en Nueva España, donde se
propuso elaborar una obra que diera cuenta de toda la flora, fauna y minerales del virreinato. Hernández
falleció en 1.587, sin ver impresos sus esfuerzos, y es hasta esta edición, de mediados del siglo XX, que su
`Historia natural de Nueva España' fue publicada íntegramente.
Fue el director de una expedición en la que también participaron su hijo mayor Juan, el
cosmógrafo Francisco Domínguez, varios dibujantes, escribientes, algunos curanderos indígenas, mozos
de mulas, entre otros. La empresa, nacida por los deseos de Felipe II, es considerada como la primera que,
Dos grandes etapas marcan el periodo
americano del trabajo científico: durante los tres primeros años Francisco Hernández recorrió casi todos
los territorios de Nueva España; el resto de su estancia en América, hasta su regreso a la península en
1.577, residió en la ciudad de México ocupado en ordenar los materiales recopilados, realizar
experimentos sobre las propiedades terapéuticas de los vegetales y redactar una historia natural de ese
territorio.
El resultado de muchos años de trabajo fue un espléndido compendio de una gran cantidad de
información científica, no sólo de botánica medicinal sino sobre la historia natural de esos territorios.
A Su Majestad le fueron entregadas plantas vivas, simientes, raíces, herbarios, pieles, plumas,
animales disecados, minerales, pinturas de animales y vegetales y treinta y ocho volúmenes con textos y
dibujos. Hernández quería transcribir toda la información que poseía sobre toda la naturaleza que había
estudiado y por ello manifestó su disgusto con la idea real, exclusivamente práctica, de redactar un
manual de fármacos.
Hernández dejó sus manuscritos en la biblioteca de El Escorial: cuatro volúmenes escritos en
latín, once libros de láminas coloreadas, algunas de las cuales colgó el monarca en su habitaciones, varios
de herbarios y un índice. De los cuatro libros escritos, tres estaban dedicados al mundo vegetal y uno a
vegetales y animales. En total había más de tres mil capítulos, 2.911 dedicados a vegetales, 410 a
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