Tópicos en Urología

 

Editor: Dr. Julio César Potenziani B

Caracas 2002

Editorial ATEPROCA C.A., Caracas

www.ateproca.com E-mail: ateproca@cantv.net

Primera impresión: (500 ejemplares) julio 2002

Reproduced here by permission of the editor.

 

Contenido

EDITOR.. 1

AUTORES.. 1

INTRODUCCIÓN.. 2

AGRADECIMIENTOS.. 2

Capítulo 1  3  OBSTRUCCIÓN CONGÉNITA DE LA UNIÓN URETEROPIÉLICA   3  Dr. Rafael Paz Alvarez

Capítulo 2  7  HIPOSPADIAS   7  Dr. Orangel A. Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.

Capítulo 3  19  VALVAS DE URETRA POSTERIOR   19  Dr. Orangel Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.

Capítulo 4  22  SÍNDROME DE PRUNE-BELLY  22  Dr. Orangel Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.

Capítulo 5. 31  CRIPTORQUIDIA.. 31  Dr. Alfonso Araujo

Capítulo 6. 37  ANOMALÍAS URETERALES. DUPLICIDAD URETERAL. URETEROCELE.. 37  Dr. Ronald Guia Feliche,
    Dra. Sonia Agreda Pérez

Capítulo 7  47  INFECCIÓN URINARIA EN LA INFANCIA. VISIÓN DE UN NEFRÓLOGO. 47  Dr. Carlos Cuervo Sosa

Capítulo 8  51  INFECCIÓN URINARIA EN LA INFANCI. VISIÓN DE UN URÓLOGO   51.  Dr. Bernardo E. Cuomo Auvert

Capítulo 9. 54  ENURESIS. ACTUALIZACIÓN CLÍNICO-TERAPÉUTICA.. 54  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 10  59  TRATAMIENTO NO QUIRÚRGICO EN LA INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO EN LA MUJER   59 
    Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 11  68  TRATAMIENTO QUIRURGICO DE LA INCONTINENCIA URINARIA FEMENINA DE ESFUERZO   68 
    Dr.
Leonardo G. Borregales C.

Capítulo 12  73  DIEZ FACTORES DE ÉXITO EN EL ENFOQUE TERAPÉUTICO DE LA INCONTINENCIA URINARIA
    DE ESFUERZO EN LA MUJER DE CUALQUIER EDAD (IOE)
73
  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 13  85  VAGINOSIS BACTERIANA. REPERCUSIONES URINARIAS. 85  Dr. Gustavo Salazar

Capítulo 14  87  TRATAMIENTO DE LA HIPERACTIVIDAD VESICAL  87  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 15  97  INFECCIÓN URINARIA RECURRENTE EN LA MUJER   97  Dra. Rosella Pradella de Potenziani,
    Dr Julio César Potenziani B.

Capítulo 16. 103  CISTITIS INTERSTICIAL SÍNDROME DE VEJIGA DOLOROSA.. 103  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 17  112  TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO Y FITOFARMACOLÓGICO DEL CRECIMIENTO PROSTÁTICO BENIGNO
    SINTOMÁTICO
   112
  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 18  122  ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL  122  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 19. 130  SÍNDROMES DE PROSTATITIS.. 130  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 20  148  INFECCIÓN E INFERTILIDAD MASCULINA   148  Dr. Oswaldo Carmona

Capítulo 21  157  SUPLEMENTO NUTRICIONAL PROSTÁTICO Y QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO
    (SNP-QPCP)
157
  Dr. Julio César Potenziani B.

Capítulo 22  165  CIRUGIA DE MINIMA INVASION EN EL TRATAMIENTO DE LA HIPERTROFIA PROSTÁTICA BENIGNA   165 
    Dr. José Manuel Pardo F.

Capítulo 23  167  PRÓSTATA, BIOPSIA POR PUNCIÓN: ADENOCARCINOMA, PIN Y ASAP   167  Dr. Luis Gonzalo Gómez Valery

Capítulo 24  170  CARCINOMA DE PRÓSTATA LOCALIZADO. PROSTATECTOMÍA RADICAL RETROPÚBICA   170 
    Dr. Luis H. Matos San Juan

Capítulo 25  173  CÁNCER PROSTÁTICO HORMONO-RESISTENTE   173  Dr. Carlos Goldstein

Capítulo 26. 179  BRAQUITERAPIA EN EL TRATAMIENTO DEL CÁNCER DE LA PRÓSTATA   179  Dr. Ivo Rodríguez

Capítulo 27. 181  CÁNCER DE VEJIGA. ACTUALIZACIÓN TERAPÉUTICA.. 181  Dr. Alfredo H. Losada B.

Capítulo 28  183  CÁNCER DE TESTÍCULO   183  Dr. Jaime Czechowicz

Capítulo 29  190  CARCINOMA DE PENE   190  Dr. Eduardo Rodríguez Romo

Capítulo 30  195  MANEJO URETEROSCÓPICO DE TUMORES UROTELIALES   195  Dr. Manuel Rodríguez C, Dr. José F La Riva

Capítulo 31. 199  NEFROLITOTOMIA PERCUTANEA EN LITIASIS CORALIFORME RENAL  199 
    Dr. Adelino J.
Andrade da Silva, Dr. Nicoló D’Anna Caruso

Capítulo 32  204  ENFOQUE MÉDICO DE LA LITIASIS RENAL  204  Dr. Francisco J Canónicco

Capítulo 33  207  DISFUNCIÓN SEXUAL MASCULINA   207  Dr. Luis A. Sánchez

Capítulo 34  211  EFECTOS DE LOS ANTIDEPRESIVOS SOBRE LA ESFERA SEXUAL  211  Dr. Manuel Gómez Rojas

Capítulo 35  213  ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL  213  Dr. Antonio Ríos Fabra

Capítulo 36  217  VIRUS PAPILOMA HUMANO (VPH) EN EL HOMBRE   217  Dr. Julio César Potenziani B, Dr. Mario Marín

Capítulo 37  222  ABSCESO RENAL Y PERIRRENAL  222  Dr. Otto Moreira

Capítulo 38  224  ESTENOSIS URETRAL  224  Dr. Leonardo José Contreras Zambrano

Capítulo 39  226  TRAUMA RENAL  226  Dr. Leonardo G. Borregales C.

Capítulo 40  228  TRAUMA URETERAL, VESICAL Y URETRAL  228  Dr. Leonardo G. Borregales C.

Capítulo 41. 230  PATOLOGÍAS FRECUENTES EN LA CONSULTA UROLÓGICA. BALANITIS-EPIDIDIMITIS-VARICOCELE   230 
    Dr. Julio César Potenziani B.

 

EDITOR

Dr. Julio César Potenziani B

 

Estudios universitarios, en la Universidad de Carabobo (UC) graduándose, el año de 1977.

Finalizó sus estudios de Postgrado de Urología, en el Hospital Universitario de Caracas (UCV) el año de 1982.

Experiencia docente en Cursos de Postgrado de Urología, en el Hospital Militar de Caracas, desde 1983 hasta 1990, donde ejerció los cargos de Monitor y Coordinador del Curso de Postgrado de Urología.

Miembro Activo de la Sociedad Venezolana de Urología, Miembro activo (corresponding membership) de la American Urological Association (AUA), Miembro Activo de la Confederación Americana de Urología, Miembro de la Sociedad Médica del Hospital Privado Centro Médico de Caracas.

Autor de numerosos trabajos de investigación y de libros como Vejiga hiperactiva, Enfermedades de la próstata, tópicos en urología y el libro Historia de la urología-Cronología histórica y en preparación el libro “La Medicina en la Historia del Hombre”.

Creador-editor de la página Web urológica venezolana urologíaaldia.com desde 1999.

Conferencista urológico a nivel de todo el territorio nacional.

Ejerce profesionalmente en el Hospital Privado Centro Médico de Caracas desde el año 1988.

En sus años de especialista, ha investigado y desarrollado una vasta experiencia en los campos de oncología urológica, en uroneurología, en el campo de la urología femenina, en especial en lo concerniente a la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer (IOE), la hiperactividad vesical y en las enfermedades prostáticas en general.

e-mail: julcpotb206@cantv.net sitio WEB: urologíaaldia.com

 


Dra. Rosella Pradella de Potenziani

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Rafael Paz Alvarez

   Hospital de Clínicas de Caracas

Dr. Oralgel Troconis Rodríguez

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Juan Carlos Troconis S.

   Hospital “Carlos J Bello” - Cruz Roja Venezolana Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Oswaldo Carmona

   Profesor Titular de Microbiología- U.C.V

Dr. Nicoló D’Anna Caruso

   Centro Clínico Urológico - Barquisimeto

Dr. Adelino Andrade Da Silva

   Centro Clínico Urológico - Barquisimeto

Dr. Mario Marín

   Centro de Especialidades - Anzoátegui

Dr. Luis Matos San Juan

   Urólogo - Hospital Coromoto - Maracaibo

Dr. Alfonso Araujo Belloso

   Urólogo - Hospital Coromoto - Maracaibo

Dr. Antonio Rios Fabra

   Médico Internista - Infectólogo - Policlínica Metropolitana - Caracas

Dr. Manuel Gómez Rojas

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Carlos Goldstein

   Internista - Hemato - Oncólogo. Hospital Privado Centro Médico de Caracas - Centro Diagnóstico

Dr. Manuel Rodríguez

   Centro Policlínico Valencia - La Viña y Cruz Roja - Valencia

Dr. José F. La Riva

   Centro Policlínico Valencia - La Viña y Cruz Roja - Valencia

Dr. Francisco Canónicco

   Hospital Universitario Ruiz y Paez

Dr. Alfredo Losada

   Clínica El Avila - Caracas

Dr. José Manuel Pardo F.

   Instituto Clínico La Floresta - Hospital Vargas de Caracas - Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr Gustavo Salazar

   Hospital Universitario de Caracas

Dr. Carlos Cuervo Sosa

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Bernardo Cuomo Auvert

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Luis Gonzalo Gómez Valery

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Leonardo G. Borregales C

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

Dr. Jaime Czechowicz

   Hospital Privado Policínica Metropilotana

Dr. Otto Moreira

   Hospital Vargas - Caracas, Instituto Clínico La Florida

Dr. Luis A. Sánchez

   Hospital Clínico de Maracaibo

Dr. Eduardo Rodríguez Romo

   Universidad de los Andes

Dr. Ronald Guia Feliche

   Jefe de Servicios de Urología - Hospital Universitario “Dr. Angel Larralde”
   - Profesor Universidad de Carabobo, Valencia.

Dra Sonia Agreda Pérez

   Servicio de Pediatria - Hospital Universitario “Dr. Angel Larralde”, Valencia.

Dr. Leonardo José Contreras Zambrano

   Centro Clínico San Cristóbal

Dr. Ivo Rodríguez

   Clínica El Avila - Caracas

   Hospital Privado Centro Médico de Caracas

 

 


Nunca me he cansado de repetir que es afortunado el maestro a quien la vida le permite observar el crecimiento de sus discípulos. En mi caso, muy particular, me siento orgullo de haber contribuido con la formación de Julio Potenziani. Conozco a Julio desde finales de la década de los 70, época ésta cuando comienza su formación en la especialidad de urología en el Hospital Universitario de la Universidad Central de Venezuela: Ya, en esos inicios, se podía vislumbrar la calidad de profesional en el que se convertiría después.

Julio Potenziani, excelente profesional de la urología, ha tomado el largo y arduo, pero a la vez satisfactorio camino de la escritura y publicación de artículos y obras científicas con un alto grado de especialización. Ha publicado dos libros titulados Vejiga Hiperactiva, uno, y Enfermedades de la Próstata, el otro; y un tercer título que está por publicarse llamado La Medicina en la Historia del Hombre.

En la obra de Potenziani que hoy prologo titulado Tópicos en Urología, el autor trata temas de gran actualidad que por primera vez se publican en Venezuela, en ella logra reunir a 31 médicos de diferentes regiones del país y en el que cada uno de los especialistas hace aportes significativos y de gran utilidad tanto a los urólogos ya formados y a los médicos que ejercen la docencia en urología, como a los ginecólogos y a los médicos generales. La mayoría de los temas que se abordan han esperado mucho tiempo para ser publicados, sobre todo con la casuística y experiencia de reconocidos urólogos venezolanos.

Es importante destacar que el autor de esta obra, demuestra la factibilidad de publicar aún en la situación política, económica y social por la que atraviesa Venezuela, con el propósito de estimular a los urólogos nacionales a fin de que se animen a escribir y a publicar, y con ello a proyectar los avances que, en urología, se han venido realizando en Venezuela.

Esta obra publicada por el Dr. Julio César Potenziani, quien con singular acierto supo elegir 31 especialistas para desarrollar 41 temas en el que la urología, como especialidad, viene a ser la idea central, constituye un encuentro entre especialistas que ofrecen al lector una visión global y un conocimiento acerca de los más recientes avances logrados en esta área de la medicina. Este hecho, hace de TÓPICOS EN UROLOGÍA, el primer libro en su estilo que se publica en Venezuela. La obra constituye una recopilación de una serie de temas referidos a las principales patologías que, en urología se presentan tanto en adultos como en los niños.

Resulta imposible hacer un análisis del trabajo de cada uno de los colaboradores en esta obra, sin embargo, es necesario resaltar que en cada capítulo se refleja el dominio de la patología descrita y se valora la utilidad del contenido que aporta el libro para aquellos lectores que deseen estar actualizados, por lo que, esta obra, viene a constituirse en un instrumento de consulta obligada para ellos.

No pretende abarcar el vasto ambito de la especialidad. En lugar, trata de recopilar una serie de temas referidos a las pricipales patologías tanto en adultos como en el área de la Urología Pediátrica, que sin duda harán de este libro una contribución a la Biblioteca Médica Nacional y un motivo de inspiración para nuevas publicaciones.

INTRODUCCIÓN

Con enorme satisfacción presentamos a la comunidad médica, el libro Tópicos en Urología. Es la primera vez que en Venezuela se realiza un esfuerzo editorial en el campo médico-urológico, en el que se desarrollan 41 temas de interés para el mundo de la urología con la participación de 32 médicos provenientes de las distintas regiones del país, así como de las más diversas especialidades: urólogos, nefrólogos infantiles, anatomopatólogos, radioterapeutas, psiquiatras, hemato- oncólogos, microbiólogos, infectólogos y gineco-obstetras.

Los propósitos fundamentales de este esfuerzo común son: servir de estímulo a los dolegas para que publiquen los trabajos de investigación realizados en los más diversos campos de la especialidad: oncológico, endourológico, el de la urología femenina, la uroneurología y en el campo de la urología infantil; contribuir con la actualización, el desarrollo profesional y la formación continua y permanente de médicos generales, ginecólogos y urólogos; dar a conocer la experiencia que cada colaborador en esta obra posee, acerca de la patología correspondiente al capítulo encomendado; fomentar la divulgación y publicación de los avances científicos que adelanta Venezuela en la especialidad de urología; y, coadyuvar esfuerzos a fin de lograr una mayor participación en eventos tanto nacionales como internacionales, a objeto de servir de enlace entre los profesionales del ramo en Venezuela, hispanoamérica y el resto del mundo que permita el intercambio de información, experiencias y, especialmente propagar la calidad y seriedad de nuestro trabajo científico.

Por último, debemos destacar que deseamos que este libro despierte el interés, despeje dudas acerca de la factibilidad de proyectos de este tipo y, sobre todo que aglutine voluntades para que, finalmente, sea la urología que se practica en Venezuela la gran beneficiada con los resultados que se obtengan.

 

Dr. Julio C. Potenziani B.

AGRADECIMIENTOS

Debo agradecer la valiosa y desinteresada participación de todos y cada uno de los colaboradores de este libro, que con su entusiasmo, amistad, calidad humana y médica, han hecho realidad el sueño de reunir médicos de toda Venezuela en un proyecto urológico de esta magnitud.

Han sido muchas las dificultades y las limitaciones para llevar a feliz término este proyecto, pero, finalmente, gracias a la amable y profesional gestión del editor venezolano Dr. Rogelio Pérez D’Gregorio y al equipo técnico que le acompaña en la Editorial Ateproca de quien es Director, se pudo concretar la presente publicación.

Debemos agradecer de manera enfática al Laboratorio Astra-Zéneca en la persona de la Lic. Mery Fernandez y del Sr. David Liscano por haber creído en la idea del libro y haber sido los patrocinantes de dicha publicación, que ayudará a difundir la calidad de los médicos venezolanos dentro y fuera de nuestras fronteras, colaborando sustancialmente con publicaciones que forman parte de la educación continua, objetivo primordial de todas las sociedades médicas.

Agradezco especialmente la labor de mi secretaria la Sra. Lidia Morales quien mostró la mejor diposición, entusiasmo y generosidad y sirvió de enlace entre todos los involucrados en esta obra.

 

Atentamente

Dr. Julio César Potenziani B.


 



La obstrucción congénita de la unión uretero- piélica conlleva necesariamente al desarrollo de la hidronefrosis, la cual definimos: como la dilatación de la pelvis y cálices por alteración del flujo urinario, con incapacidad de vaciamiento de la misma, lo que produce aumento de la presión intracavitaria, disminución de la filtración glomerular y una progresiva atrofia del parénquima renal. Es el sitio de obstrucción más común del aparato urinario, siendo una de las causas más frecuentes de la tumoración abdominal del recién nacido. Con la ayuda de los ecosonogramas prenatales, se hace un diagnóstico aproximado de una dilatación de la pelvis renal por cada 800 a 1 500 mujeres embarazadas, de las cuales no todas van a desarrollar una verdadera hidronefrosis por obstrucción de la unión ure- teropiélica sino que la dilatación desaparece progresivamente en la etapa post-natal. Es la obstrucción de la unión ureteropiélica la responsable de aproximadamente el 80 % de la hidronefrosis del niño, se diagnostica más frecuentemente en varones, especialmente en el período neonatal, cuando existe una relación de 2 a 1, pocos casos son detectados después de la pubertad y en el adulto. El lado izquierdo es predominante, más de las 2/3 partes ocurren de ese lado, el 10 % al 40 % es bilateral, diagnosticándose más frecuentemente en niños menores de 6 meses, y puede afectar a varios miembros de una misma familia.

DETECCIÓN PRENATAL: Antes de entrar a desarrollar el tema de los diferentes métodos diagnósticos utilizados para la detección prenatal de la posible uropatía obstructiva que desarrollará una hidronefrosis, creo necesario hacer una breve y esquemática revisión de algunos datos embriológicos relativos al desarrollo del aparato urinario en el feto.

El metanefro comienza sus fase inductiva después de la quinta semana de gestación completándose la nefrogénesis hacia la 34 a 36 semanas, las nefronas corticales externas son las últimas en completar su desarrollo; la producción de orina en el riñón humano se inicia alrededor de la novena semana, el riñón fetal produce gran cantidad de orina hipotónica y su capacidad de concentración aumenta progre­sivamente llegando a la del adulto a la edad de 3-6 meses.

La principal actividad del riñón fetal consiste en crecer y desarrollarse, más que realizar funciones inherentes al riñón propiamente dicho y sólo se limita en gran medida a la excreción del exceso de agua, este déficit de concentración se pone de manifiesto y se mantiene en el neonato, quien tiene muy pobre capacidad para concentrar su orina, lo cual hay que tener en cuenta especialmente en la tercera o cuarta semana de nacido cuando es necesario utilizar métodos diagnósticos que ameriten la concentración urinaria. Para explicar este déficit de concentración, se han invocado varios factores, así se ha hablado de la inmadurez anatómica de la médula renal, menor concentración medular de cloruro de sodio y urea, una respuesta disminuida a la hormona antidiurética, así como a un umbral disminuido de la reabsorción de bicarbonato.

El riñón del lactante alcanza su máxima capacidad de concentrar entre los 3 y 6 meses de nacido. La mayoría de los trastornos de ésta, se debe a un mal desarrollo renal (displasia y nefropatía obstructiva) y a la nefritis intersticial (pielonefritis o insuficiencia renal). Otras causas incluyen acidosis tubular renal, nefropatía por células falciformes y enfermedad quística medular.

El flujo sanguíneo renal en el feto es el equivalente al 2-4 % de su flujo cardíaco. Este flujo aumenta progresivamente y en el momento de su nacimiento es de 5 a 18 veces mayor, llegando a equipararse con el flujo del adulto (el cual es 25 % de su flujo cardíaco) a los 2 años de edad. En el recién nacido este flujo es medular y aumenta progresivamente hacia la periferia repartiéndose por igual, en la cortical y medular al mes de nacido. No se ha evaluado en forma exhaustiva el estado post-natal del flujo sanguíneo renal después de una obstrucción congénita, así como no se ha estudiado en útero el efecto de la obstrucción congénita sobre el mismo. Este estudio es difícil debido a la velocidad relativamente reducida del flujo sanguíneo renal en la vida intrauterina.

La fisiología de la uropatía obstructiva congénita todavía se desconoce. Es importante determinar si la displasia es una consecuencia de la obstrucción o es una afección primaria.

La obstrucción completa ureteral durante la parte media de la gestación, en el feto de la oveja, produce el desarrollo displásico del riñón ipsilateral (Deck 1971); cuando la obstrucción se produce más tarde, esto no ocurre (Glick 1983). En el humano la obstrucción pieloureteral se desarrolla tardíamente durante la gestación, causando una alteración funcional menos severa, la cual puede reducirse al mínimo por medio de la corrección temprana post­natal (King 1984).

De lo anteriormente expresado podemos deducir que la uropatía obstructiva congénita pre-natal, no es igual a la post-natal, así vemos que la pérdida de masa funcionante renal en el período post-natal, conlleva a la hipertrofia compensadora contralateral, lo cual no sucede en el feto debido quizás, a la depuración placentaria de las renotropinas.

ETIOLOGÍA: Las causas exactas de la obstruc­ción de la unión ureteropiélica que conlleva a la hidronefrosis, aún no están bien clarificadas, especialmente las que se pueden considerar como intrínsecas: así se ha hablado de falta de reca­nalización del cordón metanéfrico, falta de desarrollo de la musculatura circular (Murna-Ghan 1958), excesivo aumento de colágeno entre las fibras musculares (Whitaker 1975), existencia de pliegues mucosos y valvas a nivel de la unión ureteropiélica.

Con respecto a las causas extrínsecas: se ha descrito la existencia de bridas de tejido fibroso que producen acodaduras a nivel de la unión urete- ropiélica y comienzo del uréter, así como vasos aberrantes que comprimen esta unión. El 30 % de la hidronefrosis del adulto se debe a esto (Lowe­Marshall 1984).

La obstrucción pieloureteral puede ir acompañada muchas veces de otras anomalías, se ha descrito que en un 10 % a 40 % puede haber obstrucción pieloureteral bilateral, el reflujo vesico-renal de bajo grado puede aparecer en un 40 % en el lado contralateral y en un 15 % del mismo lado, la displasia y riñón multiquístico en un 10 % y la agenesia renal en un 5 %.

INCIDENCIA: Las anomalías urológicas representan el 1/1000 de todas las anomalías fetales y el 50 % de todas las anomalías detectables por ecosonografía prenatal; de este 50 % la hidronefrosis representa las 2/3 partes, siendo la obstrucción pieloureteral la responsable en un 80 % de esta patología (Colodny 1980), la cual se diagnostica en fetos de más de 20 semanas con diámetros de pelvis mayor de 10 mm y caliectasia; esta última tiene importancia aun con pelvis de menor diámetro.

Durante el primer año de vida se diagnostican aproximadamente el 25% de las hidronefrosis (Willians-Kenawi 1976), pocos casos son diagnos­ticados después de la pubertad. Es curioso notar y no se sabe porqué, es más frecuente en el varón que en la hembra en una proporción de 3 a 1, también es más común del lado izquierdo aun sin ninguna causa que lo explique y como ya lo dijimos anteriormente, existe una proporción de bilateralidad de alrededor del 21 % pudiendo existir una incidencia familiar de la patología.

EVALUACIÓN DE LA HIDRONEFROSIS PRENATAL. Ya después de la semana 16, el líquido amniótico refleja la contribución de la orina fetal; variaciones en la cantidad de éste nos pueden alertar sobre la existencia de una patología que está alterando la producción del mismo líquido. Así vemos que una disminución de la cantidad de líquido amniótico por debajo de 2 000 mL (oligohidramnios), puede ser la expresión de una uropatía obstructiva grave o de una agenesia o disgenesia renal. Por el contrario, la presencia de un aumento de la cantidad de líquido amniótico (polihidramnios) ha sido asociada con hidronefrosis unilateral (Sedes Bowes).

Por tanto las alteraciones en el crecimiento del útero y los antecedentes familiares de la madre, nos deben llevar a insistir sobre los estudios ecoso- nográficos prenatales, teniendo como base que el riñón fetal se detecta a las 15 semanas y que las imágenes ecográficas son óptimas a las 20 semanas de gestación. La arquitectura renal es igual a la del neonato: pirámides ecolúcidas y nitidez de la unión córtico-medular, el sistema colector no se precisa si no existe algo de dilatación, sin embargo, Mandell y colaboradores refieren que se puede observar una dilatación transitoria y leve a finales del primer trimestre. La vejiga fetal puede detectarse aproxi­madamente al mismo tiempo que el riñón, siendo el volumen no mayor de 4-5 mL.

La simple dilatación del sistema colector no significa necesariamente uropatía grave. Hay que evaluar el grado de dilatación y el momento de la gestación. Así, dilataciones de pelvis renal con un diámetro antero posterior mayor de 10 mm invariablemente cursan con una patología importante post-natal; sin embargo, dilataciones de 5-8 mm en fase temprana del embarazo, pueden cursar con alteraciones importantes en el momento del nacimiento. En conclusión: una dilatación mayor de

8    mm en el feto de más de 20 semanas, máxime si existe dilatación de los cálices, puede considerarse como una hidronefrosis de importancia que generalmente es debida a obstrucción de la unión ureteropiélica; este tipo de hidronefrosis cursa con adelgazamiento del parénquima renal con textura normal y en casos severos pueden observarse grados variables de displasia renal.

Es importante establecer si la hidronefrosis es uni o bilateral y conocer el estado de los uréteres, (los cuales no se deben visualizar) y la anatomía de la vejiga para descartar otras anormalidades. Es necesario, para concluir el estudio ecográfico pre­natal determinar la presencia, cantidad o ausencia de líquido amniótico o la presencia o ausencia de otras anormalidades anatómicas.

DIAGNÓSTICO POST-NATAL: Ya el hecho de que en la ecosonografía practicada a la madre en los últimos meses del embarazo, nos manifieste la existencia de una dilatación de las cavidades renales, nos mantiene alerta. En el período inmediato al parto, el uso de la ecosonografía nos viene a ser de gran ayuda teniendo en cuenta que en las primeras 48 horas de la vida extrauterina existe una oliguria fisiológica que nos puede confundir el diagnóstico, también la inmadurez de papilas y zonas medulares sonolúcidas pueden confundirlo.

Tomando en consideración lo anteriormente expuesto, el hecho de encontrar una dilatación de la pelvis renal con comunicación a los cálices y la falta de visualización del uréter proximal, nos puede llevar al diagnóstico de una posible hidronefrosis debido a obstrucción de la unión ureteropiélica; este diagnóstico es casi imposible hacerlo usando la ecosonografía sola, teniendo que recurrir a otros métodos auxiliares como lo veremos más adelante (Figuras 1.1, 1.2, 1.3).

 

 

 

El uso del eco Doppler nos permite medir la resistencia del flujo sanguíneo arterial y es de gran ayuda, puesto que en teoría el aumento de la presión en el interior de las cavidades renales debido a la obstrucción hace decrecer el flujo sanguíneo en el lecho capilar.

Una vez sospechada la hidronefrosis por el ecosonograma, la utilización del estudio isotópico y/o la urografía de eliminación, nos ayudan a la confirmación del diagnóstico, teniendo en cuenta que el déficit de concentración de las primeras semanas del neonato nos impide practicar la urografía de eliminación durante este período.

ISÓTOPOS RADIACTIVOS: La utilidad del uso de los isótopos radiactivos en las dos primeras semanas de la vida neonatal, para el diagnóstico de la patología que nos ocupa, es superior al uso de la urografía de eliminación, debido a que la capacidad de concentración de la orina está disminuida, lo cual no afecta la obtención de buenas imágenes en el estudio isotópico y sí afecta la obtención de imágenes para la urografía de eliminación; además el estudio isotópico nos permite determinar la perfusión renal, la función glomerular y tubular de cada riñón, nos puede detectar la obstrucción urinaria y también anomalías estructurales.

Los isótopos más frecuentemente usados en la práctica diaria son los siguientes:

El TC 99 MDTPA (DIETHYLENETRIAMINE ÁCIDO PENTACÉTICO), más conocido como DTPA, eliminado en un 95 % por filtración glomerular, la cual es determinada por la actividad del isótopo a nivel del parénquima, se expresa por el tránsito del mismo una vez inyectado, siendo su velocidad de aproximadamente 1-3 minutos. Así nos va a determinar flujo sanguíneo, función glomerular y por su relativamente rápida excreción, nos facilita el diagnóstico de obstrucción, especial­mente si se combina con el uso de la furosemida.

El TC 99 MDMSA (DIMERCAPTO ÁCIDO SUCCÍNICO), conocido como DMSA, es el más sensitivo en imágenes en ausencia de obstrucción, nos provee una información funcional, siendo óptima la imagen para determinar áreas de cicatrices, de menor función, displasias e inflamación aguda. La desventaja del mismo radica en la aparición tardía de la imagen cortical (aproximadamente a las 4 horas) y no debe ser usado en presencia de obstrucción.

El TCM 99 MAG.3 (MERCAPTO ACETIL GLICERINA), MAG.3, determina la función renal igual que el DMSA es secretado por los túbulos renales y el porcentaje de excreción es 3 veces mayor que el DTPA. Al ser excretado en un 73 % en los primeros 30 minutos, nos permite obtener imágenes superiores que con el DTPA. Las desventajas de este isótopo son: su costo, una vida más corta y en el neonato la imágenes son inferiores a las obtenidas con el DTPA.

Por lo anterior expuesto se deduce que en la patología obstructiva alta, los isótopos recomen­dados para usar son: El DTPA y MAG.3, los cuales nos permiten practicar estudios en las primeras 48 horas, siendo óptimo su resultado entre la tercera y cuarta semana cuando se puede utilizar la Furosemida (Figura 1.4.).

RADIO-RENOGRAMA DIURÉTICO: Esta técnica es aplicable cuando existe dilatación y se sospecha obstrucción pieloureteral. Debe ser utilizada después de la tercera o cuarta semana de nacimiento.

La función glomerular es proporcional al tiempo que tarda el isótopo en acumularse en el riñón después de inyectado, contando de uno a tres minutos, la función diferencial se toma comparando la impregnación de ambos nefrogramas en los tres primeros minutos, la actividad de cada riñón es expresada en porcentaje de la función total.

 

 

Las cavidades dilatadas retienen por largo tiempo la cantidad del isótopo radiactivo no lavándose con facilidad al inyectar la sustancia diurética. Los isótopos más utilizados son: el DTPA y el MAG.3, las imágenes con este último son superiores a las imágenes obtenidas con el DTPA.

Para determinar si existe una significante obstruc­ción, se administra 1 mg de furosemida por kilogramo de peso, cuando el sistema hidronefrótico muestra la máxima acumulación del isótopo, lo cual no debe sobrepasar los 30-60 minutos. Luego se mide el tiempo que tarda en eliminarse de la unidad problema; así observamos que: cuando no existe obstrucción, el isótopo se elimina en 10-15 minutos, en un riñón obstruido tarda más de 20 minutos en eliminarse, existiendo una zona dudosa cuando tarda entre 15 y 20 minutos para su eliminación (Figuras

1.5,16).

UROGRAFÍA DE ELIMINACIÓN: Debe realizarse de la tercera a la cuarta semana en adelante, puesto que como ya hemos dicho, en las semanas iniciales de la vida del neonato la capacidad de concentración de la orina es muy débil y las imágenes urográficas son muy pobres para el diagnóstico. Sigue siendo un método adecuado para diagnosticar la obstrucción ureteropiélica especialmente si se combina con la administración de furosemida y utilizando la toma de placas tardías. En hidronefrosis moderada muchas veces se obtienen diagnósticos más precisos que con el gammagrama renal. (Figuras i.7, i.S, i.9).

 

 

 


 

URETROCISTOGRAFÍA MICCIONAL:

 

Dado que, como vimos anteriormente, puede existir la coincidencia de obstrucción de la unión ureteropiélica con reflujo vesico-renal del mismo lado o del lado contralateral, siempre es conveniente y prudente practicar este estudio radiológico que nos permite descartar esta patología asociada, así como otras patologías a nivel de vejiga y uretra.

URETEROPIELOGRAFÍA RETRÓGRADA

Y      ENDOSCOPIA URINARIA: Son métodos de excepción utilizados solamente en niños mayores especialmente pre-operatorios en quirófano y cuando se sospecha que puede haber una patología a nivel de la unión ureterovesical.

SÍNTOMAS: Hoy en día, ya con los estudios ecosonográficos prenatales, podemos sospechar la existencia de una patología obstructiva que hay con confirmar en los días inmediatos al nacimiento; pero puede suceder cuando no se han hecho estudios ecosonográficos previos o la patología ha pasado inadvertida, que el niño presente en el período neo­natal, en su etapa de lactante o más raramente como pre-escolar, síntomas y signos que nos hagan sospechar que exista un problema a nivel del aparato urinario. Así observamos que el niño pueda presentar tumoraciones o masas abdominales que pueden ser debidas a la hidronefrosis. La infección urinaria


puede manifestarse en su forma crónica o como cuadro séptico severo. El dolor abdominal es encontrado especialmente en los pre-escolares y más raramente la hipertensión arterial.

TRATAMIENTO: En lo que respecta al mismo hemos considerado que el estudio gammagráfico y los diferentes métodos que nos determinen el estado de la función renal, juegan papel determinante en la conducta a seguir; así hemos tratado de reunir en forma esquemática estos pacientes en tres grandes grupos para seguir una orientación terapéutica:

Grupo I: aquellos pacientes cuyo riñón problema mantiene una función que representa el 40 % de toda la función renal.

Grupo II: aquí incluimos aquellos pacientes cuyo riñón patológico mantiene una función que se puede considerar entre el 10 % al 40 % de toda la función global.

Grupo III: aquellos pacientes que cuyo riñón severamente dañado mantiene una función menor del 10 % de toda la función renal.

Los niños incluidos en el grupo número uno, deben ser observados con controles periódicos, hasta la adolescencia. Sólo deben ser intervenidos en caso de compromiso de la función por la presencia de alguna complicación o agravamiento de la obstrucción.

Los pacientes del grupo número dos deben ser intervenidos quirúrgicamente, siendo en el neonato la edad ideal para la intervención entre la cuarta y octava semana.

En lo que respecta al grupo número tres, los niños que presentan una unidad renal con una función menor del 10 % de toda la función global, debe ser extirpada.

El uso de la derivación sólo está indicado en casos bilaterales severamente dañados o riñón único con cuadro séptico severo incontrolable por tratamiento médico.

La técnica más utilizada hasta los actuales momentos para la reparación de la obstrucción de la unión pieloureteral, es la ureteropieloplastia a cirugía abierta, en cualquiera de sus variantes; siendo las más frecuentemente usadas las técnicas des­membradas (Figura 1.10).

Ya desde 1990 se han comenzado a utilizar las técnicas endoscópicas anterógradas por vía percu- tánea o retrógradas para practicar infundíbulo

 

pielotomía. Estas técnicas a parte de necesitar contar con el equipo especial y el entrenamiento adecuado, hasta la fecha no han podido ser aplicadas, sino en niños por encima de los 5 años de edad debido a la desproporción actual que existe entre las estructuras anatómicas del paciente y los instrumentos con los cuales se cuenta.

 

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HIPOSPADIAS

Dr. Orangel A. Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.


ORIGEN DEL TERMINO


El término hipospadias deriva de las palabras griegas “hypo”, que significa abajo, y de “spadon”, que significa rasgadura, abertura o hendidura.

Hipospadología se define “como el profundo estudio del arte y de la ciencia de la corrección quirúrgica de las hipospadias” .

La hipospadias conlleva implícita en el hombre una malformación genital y urinaria, las dos pueden presentar diferentes grados y al mismo tiempo coincidir con otras malformaciones.

HISTORIA

Oribasius, medico bizantino (325-403 a.C.), habla de las hipospadias refiriéndose a personas en las cuales la uretra no desemboca en posición normal; al respecto dice que “sólo son curables cuando sucede en el glande” y describe su técnica que consistía en la amputación del glande hasta donde está el orificio uretral.

Heliodoro y Antillus (200 d.C.) son conocidos como los que realizan el primer intento en cura de hipospadias

INCIDENCIA

Es variable según diferentes autores. Varía de 3 % a 8 % en varones nacidos vivos. Kaller reporta

0,          26 por 1 000 (varones y hembras) en México, pero 2,6 % en Escandinavia; Sweet reporta 8,2 % en Minessota.

Cuando nace un niño hipospádico existe la posibilidad de 20 % de ocurrencia en otro miembro de la familia. Bauer, al revisar la familia de 307 niños hipospádicos, encontró que estaba presente en un segundo miembro en 21 %, 14 % en hermanos y 7 % en el padre, en estos últimos podría llegar hasta un 26 %, siendo mayor el riesgo para el segundo hijo

donde llega hasta un 14 %.

ETIOPATOGENIA

El estudio del desarrollo de los genitales del hombre ha sido controversial especialmente en lo que se refiere a glande y prepucio. Un factor puede intervenir a través de diferentes mecanismos, de esta manera un factor genético puede influir en la transformación de la testosterona en dihidrotes- tosterona, o en un defecto en los receptores androgé- nicos, o en una displasia testicular, inclusive pueden haber factores extrínsecos como es el caso de madres tratadas con progestágenos.

Embriológicamente el desarrollo del falo comienza a la 8a semana de gestación con la unión de los dos tubérculos genitales que emergerán en la línea media constituyendo el tubérculo genital anterior. El desarrollo completo culminará hacia la 20a semana, la masculinización comienza a la 8a semana y depende de una adecuada biosíntesis de la testosterona y por consiguiente de enzimas esteroi- deas, donde la 3B-hidroxi-esteroide-dehidrogenasa tiene papel primordial. Esta enzima está presente en las glándulas adrenales, células de Leydig y otros tejidos. La hipospadia resultaría consecuencia de una endocrinopatía fetal local o sistémica.

Factores genéticos han sido involucrados especialmente en lo referente a la insensibilidad androgénica. Ésta sería causada por una mutación del gen andrógeno-receptor, y a la larga será la verdadera causa de la aparición de la malformación.

Siendo el pene y la uretra andrógeno depen­dientes, la hipospadias puede resultar de una local o sistémica endocrinopatía. Conocido es que defectos en la virilización, defectos en la biosíntesis de la testosterona y alteración de los receptores andro- génicos se acompañan de hipospadias.

La observación de un pene hipospádico recuerda un defecto en los pasos de la embriogénesis. Estas características incluyen la ectópica posición del meato uretral, la irregularidad del rafe medio, el defecto prepucial y la aparición de la cuerda. La uretra anterior es formada por el seno urogenital, la hendidura uretral y el glande. Un defecto en el seno urogenital ocasiona que el meato uretral se localice en la uretra no pendular, y los defectos en la hendidura uretral hacen que el orificio ectópico se localice en la uretra pendular.

Normalmente el rafe medio se extiende en la línea media desde el ano hasta el prepucio como un pliegue, en el pene hipospádico se separan excén­tricamente al llegar al meato, en algunos casos en “zig-zag”, y se dirigen hacia el prepucio formando lo que William llamó orejas de perro;todo formará un triángulo constituido por el rafe medio, meato y las dos ramas del rafe (Figura 2.1).

El plato uretral es una banda que se extiende desde el meato ectópico hasta el glande y se origina en la uretra peneana. Cuando el plato uretral no se desarrolla o es deficiente, el frenillo no se desarrolla. La cuerda ocurre cuando el crecimiento peneano ha comenzado y el sincronismo no es adecuado, trayendo como consecuencia desorganización en las estructuras (piel, tejido celular subcutáneo y dartos) y un grado de fibrosis que es variable para cada hipospadia. La desviación del rafe revela asimetría en la cobertura de piel y la fascia del dartos; algunos identifican una banda fibrosa que desvía el rafe de la parte distal del glande.

El prepucio se forma por el crecimiento progresivo de la piel para cerrar circunferencialmente el glande fusionándose con el epitelio de éste.

CLASIFICACIÓN

Se basa en la posición del meato. Originalmente se clasificó por grados en hipospadias, grado I, II, III.

Clásicamente se han dividido en dos grandes grupos, proximales y distales.

 

 


 


La hipospadias proximal es la más severa y ocurre en un 10 % de los casos, la distal en un 90 %. Este último grupo se divide en dos subgrupos: distales propiamente dichas (glandar y coronal), que ocupan el 70 %, y peneanas (sub-coronal, medio-peneana y peno-escrotal), que ocupan el otro 20 %.

Duckett en 1981 las clasifica de acuerdo con la situación del meato uretral después de la corrección de la cuerda, basándose en que el meato, que puede estar colocado en posición muy distal, cambia de posición cuando se efectúa la corrección de la cuerda, haciéndose más proximal. Según esto las clasifica en tres categorías: anterior, media y posterior.

 

Mouriquand hace una clasificación desde el punto

de vista práctico en tres grupos:

1.       Glandar: meato distal en la corona, usualmente no hay cuerda.

2.       Anterior sin cuerda: meato por detrás de la corona, plato uretral amplio.

3.       Hipospadias con cuerda: incluye todos los demás tipos de hipospadias.

 

CLÍNICA

Tres aspectos son característicos en el pene hipospádico: incurvamiento peneano, posición anómala ectópica del meato uretral y ausencia de prepucio en su parte ventral (Figuras 2.9 y 2.10). Ocasionalmente se observa malrotación peneana con rafe lateralizado, también se pueden observar niños con prepucio normal pero con ausencia total de uretra balánica o glandar, lo que se conoce como “fosa navicular frustra” o “megameato con prepucio intacto” .

 

 

Curvatura peneana

La curvatura peneana es consecuencia de la llamada “cuerda”, cuyo origen no está completa­mente establecido. Podría tratarse de un trastorno del mesénquima que normalmente contribuye a formar los cuerpos esponjosos y la capa que cubre la porción distal del meato hipospádico, en lo que normalmente hubiese sido uretra normal y que en estos casos persiste como cuerda fibrosa. Para Dakalopoulus la curvatura peneana se debe a una anormal fijación de la piel o de la fascia del dartos.

Kaplan, examinando 17 fetos (producto de abortos), encontró que 89 % tenía curvatura peneana ventral. Piensa que todos los penes están incurvados a la 10a semana de gestación, alcanzando su máxima curvatura a la 16a semana, curvatura que se corrige gradualmente hasta la 27a semana para completarse en las siguientes seis semanas. Esto hace pensar que el pene curvo o “hipospadias sin hipospadias” puede representar un detenimiento en el desarrollo peneano en una edad embriológicamente temprana. Baskin sugiere que el incurvamiento puede ser ocasionado por una desproporción entre piel y dartos y el crecimiento peneano; el plato uretral no tendría ninguna influencia en la aparición de la cuerda.

Posición anómala del orificio uretral

Anteriormente hemos citado las diferentes posi­ciones en las cuales puede encontrarse el meato, desde la posición más proximal (interposición penoescrotal, hipospadias perineal) hasta las más distales glandares o balánicas.

La uretra anterior embriológicamente se forma en tres partes: seno urogenital, hendidura peneana y glande. Los defectos en el seno urogenital llevan al meato a colocarse en la uretra no pendular, las fallas en la misma uretra lo colocarían en la uretra pendular y las coronales representan la persistencia del primitivo ostium, y se producen por una falta de coordinación del desarrollo uretral y de los pliegues prepuciales que proyecta la uretra hacia el glande. Lo conocido como “plato uretral” estimula la superficie del epitelio glandar que va a formar la uretra balánica o glandar y contribuye a canalizar la uretra hacia la fosa navicular y al meato en posición normal. La ausencia de este estímulo resulta en un orificio uretral pequeño y situado fuera de su posición normal. Esta situación ectópica del meato trae como consecuencia alteraciones en el tamaño del pene. Bracka ha correlacionado la longitud del pene con la severidad de la hipospadias, y en un grupo de adultos relaciona las medidas del pene con la posición del meato de la siguiente manera.

Posición meato               Pene erecto ( en cm)

Glandar

15

Coronal

14,5

Sub-coronal

13,5

Medio-peneanal

13

Perineal

11

 

Desviación del rafe medio

Se produce como consecuencia de que las túnicas que deben migrar hacia la línea media lo hacen excéntricamente al llegar al meato uretral hipos- pádico, donde se dividen en dos ramas hasta llegar al prepucio con ausencia de la parte ventral. Interposición peno escrotal

Merece especial atención la más severa de las hipospadias, la interposición peno-escrotal o hipos­padias pseudovaginal, verdadero estado intersexual, sobre todo cuando se acompaña de criptorquidia bilateral y meato extremadamente proximal. Este tipo de malformación puede verse en diferentes entidades patológicas:

1.      Síndrome adreno-genital.

2.      Disgenesia gonadal mixta.

3.      Pseudohermafroditismo masculino incompleto (tipo I), síndrome de Reifenstein.

4.      Pseudohermafroditismo masculino (tipo II) o hipospadias perineo-escrotal pseudovaginal, ocasionada por una deficiencia en la hormona 5- alfa-reductasa.

Troconis ha encontrado este tipo de malformación en 5 varones XX.

Los varones con este tipo de malformación presentan genitales mal masculinizados, bolsas escrotales rudimentarias, vacías; presentan lo que parece ser un clítoris hipertrófico, que es un pene con un muy marcado incurvamiento que lo lleva a incluirse en las bolsas escrotales, y un orificio que semeja un introito vaginal. Ocasionalmente existe un verdadero seno urogenital. Estos casos son motivo de confusión en identificación sexual, lo que obliga a dar un diagnostico muy precoz (emergencia de retén).

Malformaciones asociadas

Se estiman en 10 %. En nuestra experiencia en 73 casos estudiados en 1985 encontramos 12 %, la más frecuente fue la criptorquidia y 4 casos (5,5 %) tenían reflujo vesicoureteral. Shaffir al estudiar 395 casos encontró 37 reflujos (17 %), todos de bajo grado.

La malformación asociada va de acuerdo con la severidad de la hipospadias. En las proximales el alargamiento del utrículo es citado por Devine en 57 % de los casos de hipospadias perineales y en 10 % de las peno-escrotales. Ikoma, de 272 casos tratados quirúrgicamente, encuentra en 109 (40 %) malformación asociada, 9,2 % corresponde a testículos no descendidos, 11,8 % a alargamiento del utrículo y 4 % a malformación del tracto superior.

ESTUDIO DEL NIÑO HIPOSPÁDICO

Si la malformación asociada es más frecuente mientras más proximal es la hipospadias, tenemos que pensar que todos los niños que tienen meato mediopeneano hacia porción proximal deben ser estudiados; mientras que aquellos con malformación distal, solamente cuando haya síntomas agregados como infección urinaria, frecuencia miccional, etc.

El estudio comprende ecosonograma abdominal, uretrocistografía miccional, y ocasionalmente urografía por eliminación. En las muy proximales, cromatina bucal y estudio genético. En las compli­cadas, tipo interposición penoescrotal, uretrocistos- copia para investigar presencia o no de veru- montanun. Se debe estudiar seno urogenital acom­pañado de ginecólogo pediatra, y pueden ser necesarios estudios endocrinológicos adicionales cuando no hay testículos palpables.

TRATAMIENTO

La solución quirúrgica de la hipospadias es un reto al cirujano o urólogo infantil, se necesita de un entrenamiento especial y tener conocimiento de las diferentes técnicas existentes, pues en ocasiones hay que recurrir a combinación de dos o más.

Edad para la cirugía

La hipospadias, como cualquier otra malforma­ción de genitales externos, debe ser corregida antes de que el niño entre a su entorno social, tratando de evitar consecuencias psicosociales que puedan desencadenarse. En nuestra opinión, más importante que la edad es el desarrollo peneano; lactantes menores con buen desarrollo peneano serán mejores candidatos a la intervención que lactantes mayores con pobre desarrollo del pene. No hay duda que en penes bien desarrollados las posibilidades de éxito son mucho mayores. En los niños con pene poco desarrollado se recomienda la utilización de testosterona en crema o vía parentereal. Hemos utilizado la administración de 25 mg de enantato de testosterona intramuscular en 43 niños obteniendo un aumento de tamaño y grosor en 35 de ellos; en dos casos se repitió la dosis a los tres meses, en un solo caso hubo complicación al administrarle la madre una dosis excesiva (250 mg), lo que provocó exagerado crecimiento peneano y aparición de vello pubiano en un niño de 16 meses. La testosterona en crema al 10 % puede ser utilizada con aplicación local. Koff y Jayanti utilizan HCG a la dosis de 250 U dos veces a la semana en niños menores de un año y 500 U en niños de uno a 5 años por dos semanas, iniciando el tratamiento de 6 a 8 semanas antes de la intervención. En sus casos la cuerda disminuyó, la longitud peneana creció en todos los casos y el meato se desplazo distalmente en un promedio de

11,       4 mm, lo que facilitó la intervención posterior.

Tratamiento quirúrgico

El tratamiento quirúrgico de la hipospadias tiene tres objetivos fundamentales: 1) corregir el defecto peneano, 2) lograr una micción normal y 3) lograr un efecto cosmetológico adecuado. Para lograrlo, independientemente de la técnica utilizada se requiere de edad apropiada, de una buena calidad de los tejidos que se van a utilizar, de un material quirúrgico adecuado (preferentemente intervenir con lentes de magnificación), de un buen drenaje postoperatorio, de una cura apropiada y evitar la infección.

Calidad de tejidos. Debe instruirse a la madre sobre el aseo del pene, especialmente del prepucio para evitar la acumulación de esmegma y las adherencias balano-prepuciales, que si existen deben ser liberadas con suficiente anticipación a la intervención.

Material quirúrgico. Debe ser muy fino para evitar reacciones a cuerpo extraño, preferentemente 6-0. El mejor material es el crómico. Nuestra experiencia con sutura arterial (Polidioxanone, PDS) es excelente.

Magnificación. La utilización de lupa en el acto quirúrgico aumenta considerablemente las posibili­dades de éxito.

Drenaje postoperatorio. En hipospadias distales no es estrictamente necesario, pero sí en las proxi­males. La uretrostomía utilizada en años anteriores está hoy descartada, la derivación más frecuente­mente utilizada es la cistostomía. El tiempo de permanencia es variable, llegando hasta 10 ó 12 días en el caso de hipospadias perineales e interposición peno-escrotal.

El catéter uretral o “tutor” debe ser de material inerte generalmente siliconado; no es aconsejable material de látex o goma (tipo Foley) porque frecuentemente provocan reacción local. El tutor debe colocarse de tal manera que el extremo proximal esté a nivel del cuello vesical, pues aleja los espasmos vesicales, y de haber intento miccional, se hace a través del tutor; el extremo distal debe ser fijado al glande; su permanencia es variable para cada intervención y tipo de hipospadias.

Cura post-operatoria. Debe efectuarse colo­cando el pene en posición perpendicular al ángulo pubopeneano y no ser demasiado compresiva salvo en los casos de grandes disecciones (interposición peno-escrotal) y no debe ser movilizada antes de 5 o

6    días para evitar la movilización del pene. Debe evitarse la formación de “costras” en el meato. Personalmente, para evitar el edema utilizamos dexametazona, hasta 4 mg intramuscular; una dosis se aplica terminando el acto quirúrgico y otra 12 horas más tarde, excepcionalmente la prolongamos a 48 horas.

Control del dolor. Sugerimos anestesia caudal, que mitiga el dolor por lo menos durante 48 horas y sólo la utilizamos en actos quirúrgicos muy cruentos.

TÉCNICAS QUIRÚRGICAS

Las existentes son tan numerosas, y tan variadas son sus modificaciones, que es imposible describirlas en su totalidad. Haremos mención sólo de las más utilizadas teniendo siempre en cuenta que cada cirujano prefiere la que le ha dado los mejores resultados. No existe una indicación estricta para la utilización de alguna técnica en especial. El cirujano que trabaja con hipospadias debe tener conoci­mientos de cirugía plástica y de las diferentes técnicas, pues en ocasiones hay que utilizar mezcla de varias.

Tres principios fundamentales deben considerarse para la corrección quirúrgica de la hipospadias: 1) corrección de la curvatura, 2) construcción de la neouretra y 3) corrección cosmetológica del pene. En las hipospadias muy distales, cuando no hay cuerda, la técnica se reduce a llevar el meato a la punta del glande y a la corrección cosmética del mismo.

Corrección de la curvatura. Tres factores inter­vienen en la corrección de la cuerda: a) anormal distribución de la piel del pene, b) delgadez del plato uretral debajo de la superficie ventral de los cuerpos cavernosos, y c) atresia del cuerpo espon­joso.

Se debe realizar un completo desglobin del pene, partiendo desde una incisión pericoronal (tipo circuncisión) hasta por detrás del meato, resección completa de tejidos fibrosos displásicos conservando el plato uretral. Es necesario realizar erecciones artificiales durante la intervención por la técnica preconizada por Gittes, con la inyección de suero fisiológico en cuerpos cavernosos a los cuales se le ha colocado un torniquete en su base; también puede inyectarse en el glande (Figura 2.11). Porovic utiliza la inyección de prostaglandina (PGE1) a la dosis de

0,       5 a 1 |ag en niños de uno a 5 años y de 1 a 2,5 |ag en niños de 5 a 12 años. Nuestra experiencia en 28 casos es de mantenimiento de la erección con una media de 50 minutos y en 3 casos hubo necesidad de una doble inyección. La administración de PGE1 permite la realización de la intervención con pene erecto y el sangramiento es ligeramente mayor que con la técnica habitual. En los casos donde el enderezamiento no pueda logarse completamente se debe recurrir a la plicatura de Nesbitt.

Devine y Horton introducen el colgajo libre de mucosa prepucial y la modificación de la técnica de Mustarde utilizando piel peneana en hipospadias distales.

Duckett utiliza los colgajos pediculados y, poste­riormente, apoyándose en los conceptos de Ramsley sobre la conservación del plato uretral en epispadias, utiliza el mismo principio para la fabricación de neouretra en hipospadias. Koyanagi publica su técnica para hipospadias muy proximales basándose en la fabricación de la neouretra en dos flaps que van del meato hasta prepucio. En 1955 Marshall y Spelmann publican los resultados en 26 neouretras fabricadas con colgajo vesical, posteriormente Mollard publica sus resultados. Nuestra experiencia muestra que de 9 casos en hipospadias, en las cuales en 2 habían fracasado técnicas anteriores, obtuvimos buenos resultados en 2 (23 %), con 44% de compli­caciones mayores (pérdida del colgajo en cuatro, estenosis con fístula y fístula en uno).

El principal problema de esta técnica es el alto índice de morbilidad y malos resultados, lo que la hace no ser utilizada frecuentemente y que se recurra a ella cuando no se puede utilizar otro tipo de tejido.

En 1986 Duckett utiliza mucosa bucal en cura de epispadias y en 1955 publica sus resultados en el tratamiento de la hipospadias con mucosa bucal. En 18 casos, 12 se trataban de hipospadias complejas, en 5 casos hubo como complicación estenosis del meato, una fístula uretrocutánea y una estenosis en parte media de la uretra.

En hipospadias muy severas como es la interposi­ción penoescrotal, Glenn propone su técnica con movilización completa del pene y escrotoplastia; con esta técnica en nuestras manos los resultados son mediocres. Koyanagi publica sus resultados con corrección en un solo tiempo en 22 casos; esta técnica la hemos utilizado en 28 casos con resultados altamente satisfactorios, tuvimos como complicación cuatro fístulas, un divertículo y dehiscencia parcial de la porción distal en 3 casos, en uno se perdió totalmente el colgajo por infección, 19 casos con resultado cosmético satisfactorio; posteriormente Koyanagi sugiere la intervención para hipospadias peneanas y penoescrotales.

Meato y glanuloplastia. Finalizada la uretro- plastia se procede a practicar la plastia del meato y la reconstrucción del glande, incisión en V en el glande, labrado de dos lo suficientemente amplias para no comprimir la neouretra; para reconstrucción del glande se sugieren puntos de “colchonero”.

El cubrimiento del pene se realiza con piel sobrante recurriendo frecuentemente a los colgajos de Byars.

HIPOSPADIAS DISTALES

Meatoglanuloplastia (Magpi)

Eminentemente cosmetológica, su indicación formal es en hipospadias glandares, las cuales por lo regular no tienen problemas miccionales, únicamente la malformación del glande el cual es aplanado. No debe existir cuerda. La intervención consiste en un avanzamiento del meato y una plastia del glande, no requiere derivación ni tutor uretral.

1.     Incisión longitudinal en la cara dorsal del meato lo suficientemente profunda para llegar a cuerpo esponjoso, y sutura en sentido transversal siguiendo principios Heineke-Mikuliez.

2.     Incisión coronal tipo circuncisión disecando la porción sobre la uretra y cuidando de no lesionarla.

3.     Con una erina o suturas muy finas retraer el borde ventral submeatal hasta la punta del glande y suturar sus bordes.

4.      Sutura de los bordes prepuciales a glande como se efectúa rutinariamente en circuncisión.

En 1984 Arap presenta modificación de la técnica, su indicación es cuando el meato es ligeramente más proximal y en el cual el MAGPI original produciría incurvamiento del glande.

Snodgrass sugiere para hipospadias distales la incisión dorsal del plato uretral para lograr menor tensión en las suturas, mayor amplitud del tubo uretral y dar forma vertical al meato, lo que hace que el chorro de orina salga más derecho.

La complicación o el fracaso del MAGPI se estima en 9 % y puede presentarse como regresión meatal, fístula o estenosis del meato. Como regresión ha sido reportada de 3 a 6 %, las causas del fracaso son generalmente debido a una mala indicación quirúrgica, meato más proximal de lo estimado o a la presencia de una cuerda que pasó desapercibida. Issa: en 142 casos 8 desarrollaron regresión meatal, 5 atribuidos a falla en la técnica y 3 por tener meato sub-coronal. Osen, en 67 casos, 91 % tuvieron excelentes resultados cosméticos y funcionales y

9  % malos resultados, una estenosis de meato, cuatro regresión del meato y un caso con “cuerda residual”.

En las hipospadias subcoronales, donde no hay cuerda, “el incurvamiento” especialmente del glande es debido a la implantación del prepucio que actúa como “freno” del mismo. Para Kelalis una malforma­ción asociada de los cuerpos esponjosos provoca bifurcación prematura a nivel del meato, “el efecto retráctil de la piel de esta región es la causa principal de la incurvación en las hipospadias retro-balano- prepuciales y en las hipospadias distales.”

Técnica de Mathieu

La describe en el año de 1932 y se basa en realizar uretroplastia con un colgajo peneano invertido.

1.     Se practican dos incisiones laterales que llegan en su porción distal hasta la punta del glande y en su porción proximal 2 cm por detrás del meato uretral (Figura 2.12). Este colgajo debe ser lo suficiente-mente ancho para que la neouretra tenga diámetro adecuado.

2.     Disección del colgajo retromeatal conservando una buena vascularización (Figuras 2.13 y 2.14).

 

3.     Inversión del colgajo y sutura a los labios de las dos incisiones practicadas hasta la punta del glande (Figura 2.15).

4.    Tutor que debe dejarse por 48 horas, algunos

recomiendan dejarlos de 4 a 5 días.

Esta técnica debe ser indicada cuando no hay cuerda o cuando la distancia entre el meato hipos- pádico y la punta del glande es menor que la distancia entre el meato uretral y el ángulo peno-escrotal; hay que recordar siempre la erección artificial durante el acto quirúrgico.

Si existiese cuerda importante y no se llenan las condiciones para la intervención de Mathieu puede realizarse la técnica del “flip-flap” Horton y Devine,

o Mustarde modificado, en la cual la glanuloplastia se realiza con dos flaps glandares para cubrir la uretroplastia. La técnica puede consistir también en practicar la neouretra con el colgajo trazado y procediendo según la técnica original de Mustarde perforando el glande.

La técnica de Barcat es una modificación del Mathieu utilizando la movilización de un colgajo del prepucio con 15 % de fístulas. Pérez y Troconis reportan que de 24 casos con la misma técnica protegida con colgajo pediculado del dartos y practicada en 6 hipospadias sub-coronales y en 18 coronales, en ninguno hubo fístulas. En 18 de ellos (61,5 %) no se utilizó tutor uretral, en 6 casos se dejó tutor por 48 horas y 2 presentaron estenosis del meato y ameritaron meatotomía.

Movilización uretral

Descrita originalmente por Beck en 1898.

En 1981 Koff publica su trabajo sobre moviliza­ción uretral, no hay fabricación de neouretra. Se practica incisión coronal y desglobin completo del pene, disección y liberación de toda la uretra desde el meato hipospádico hasta el ángulo peno-escrotal para lograr la suficiente longitud para llevarla hasta la punta del glande

Perez y Troconis, en 28 casos, 8 con cuerda y 18 sin cuerda, obtienen resultados cosméticos y funcio­nales satisfactorios con una sola fístula.

HIPOSPADIAS PROXIMALES

En este tipo de hipospadias el meato está situado por detrás del tercio anterior del pene y para la elaboración de la uretra se utilizan colgajos de diferentes tejidos: prepucio, mucosa labial, mucosa vesical (en los casos de colgajos libres) y mucosa prepucial (en los casos de colgajos pediculados).

Colgajos pediculados: La transposición de un colgajo pediculado de prepucio para la fabricación de la neouretra ha sido propuesta por numerosos cirujanos, Hogson , Standioli, Asopa y Duckett . Las ventajas de esta técnica es tener un tejido suficiente­mente vascularizado con los consiguientes beneficios de disminución de fístulas, de disminución de dehiscencia de suturas, etc.; la desventaja es que en algunos casos hay exagerado aumento del grosor del pene, sobre todo cuando se utiliza el doble colgajo.

Técnica de Duckett

1.     Incisión pericoronal para efectuar completo desglobin del pene hasta llegar al meato hipos- pádico, eliminación de la curvatura, y si es necesario utilizar plicaturas.

2.     Movilización proximal de la uretra. Al realizar estas dos maniobras el meato hipospádico se hace mas proximal.

3.      Comprobado que la cuerda ha sido eliminada y el pene está recto se procede con el prepucio. Se refiere con dos suturas a cada lado y se traza lo que será el colgajo cuya longitud estará de acuerdo con el sitio donde ha quedado el orificio hipos- pádico, se diseca el colgajo prepucial trazado teniendo mucho cuidado con la vascularización; disecado el colgajo se fabrica la neouretra sobre

una sonda preferentemente calibre 12 (Figura

2.16).

4.     Lograda la disección del colgajo y la elaboración de la neouretra, ésta se traslada a la cara ventral del pene y se anastomosa al meato uretral proximal. Si la rotación es dificultosa se puede incidir la base del colgajo verticalmente en su parte media para pasarla a la porción ventral. La anastomosis neouretra meato hipospádicos debe realizarse preferentemente oblicua.

5.     Glanuloplastia con colocación de la uretra en parte media del glande y fijada a la extremidad distal y reconstrucción del glande por técnica habitual.

6.      Colocación de tutor siliconado que llegue hasta el borde del cuello vesical, y derivación urinaria por cistostomía.

7.     Reconstrucción de las paredes del pene por la técnica de Byars o con la utilización del doble colgajo, que parece disminuir el numero de fístulas.

Con el aporte de Ramsley en la conservación del plato uretral, Elder y Duckett crean el “onlay island flap”: el pene es liberado eliminando todos los tejidos fibrosos alrededor del plato que han creado el incurvamiento, utilización o no de plicaturas de Nerbitt, no hay formación de tubo o neouretra y sólo hay dos suturas que se llevarán a los bordes del plato (Figuras 2.17 a 2.20). Los autores refieren 50 casos de hipospadias coronal, subcoronal, mediopeneana y penoescrotal con únicamente 3 complicaciones.

 

En 1996 Snodgrass publica su experiencia agregando a la intervención sobre hipospadias distales una incisión vertical del plato uretral para disminuir la tensión de las suturas. En 148 niños operados se obtienen resultados excelentes con sólo

7  % de complicaciones. Ya anteriormente Rich había descrito una técnica similar.

Colgajos libres

Devine y Horton en 1969 publican su trabajo que presenta la creación de la neouretra con colgajo libre de prepucio, que ocupó un sitio importante en el tratamiento quirúrgico de las hipospadias, pero que tenía una alta incidencia de complicaciones, fístulas, estenosis, retracción del colgajo, etc.

Actualmente los colgajos libres se utilizan como recurso ante fracasos anteriores, el colgajo de mucosa vesical, de mucosa labial y ocasionalmente de la piel de la parte superior del brazo.

La mucosa vesical tiene la ventaja de ser fácil­mente asequible en suficiente cantidad, y natural­mente es bien tolerada por la orina, pero sus complicaciones son relativamente frecuentes: ectropión del meato, fístulas y si el colgajo que se toma es demasiado ancho se presenta balonamiento uretral que semeja un gran divertículo o una megauretra.

Mucosa labial

Duckett en 1995 refiere el uso de la mucosa labial en el tratamiento de la hipospadias y ya en 1986 la sugiere en la cura de epispadias. Humby es quien primero la utiliza en 1941.

El injerto con mucosa labial tiene ciertas ventajas, fácil acceso, posee ventajas histológicas y biológicas sobre otros injertos, la contracción del injerto es muy pequeña. Se refiere también que segrega sustancias antibacterianas.

HIPOSPADIAS PROXIMAL SEVERA (INTERPOSI­CIÓN PENOESCROTAL, HIPOSPADIAS PERINEO- ESCROTAL PSEUDOVAGINAL)

Es la más severa de las hipospadias, donde la uretra desemboca en la base del pene o en un fondo de saco ciego que recuerda una vagina. Frecuente­mente los testículos no han descendido, por lo cual en el momento del nacimiento puede haber confusión con la asignación del sexo. El pene es pequeño o parece serlo, los escrotos tienen implantación alta y

lo ocultan.

Glenn en 1973 publica su técnica que se basa en la movilización de las dos mitades escrotales y su rotación hasta por debajo del pene para colocarlos en posición normal. La intervención se realiza en dos tiempos, siendo la uretroplastia el segundo tiempo.

Koyanagi y Nonomura basan su técnica en una larga uretroplastia que se efectúa con dos colgajos pediculados que van desde el meato hipospádico hasta el prepucio, con conservación del plato uretral. Una modificación a su técnica original consiste en la realización de la uretroplastia con un solo colgajo perimeatal.

Troconis en 22 casos no hubo estenosis, 4 fístulas que cerraron espontáneamente, una pérdida parcial


de la neouretra (en su porción balánica) y una pérdida total por infección, buen resultado cosmético en 19. La edad de la intervención estuvo entre 8 meses y 18 años. En 3 casos se utilizó previamente enantato de testosterona por tratarse de penes poco desarrollados y en 5 casos se trató de varones 46XX.

 

Técnica quirúrgica

1.     Fijación del pene con tres suturas para dibujar las incisiones (Figura 2.21).

 

2.     Dibujo de las dos incisiones, una que toma el reborde balano-prepucial y otra por fuera de ésta y que llegará hasta por detrás del meato hipos- pádico. En nuestra experiencia preferimos siempre practicar la incisión prepucial externa después de la disección completa del pene; de efectuar ésta primero se corre el riesgo de que el colgajo quede muy delgado (Figura 2.22).

3.     Desglobin completo del pene partiendo desde la incisión balano-prepucial para corregir la curvatura; disección del plato uretral partiendo de la incisión ventral balánica, de esta manera queda un colgajo grande que comprenderá el plato uretral y se prolongará por encima del prepucio donde ya se ha efectuado la incisión paralela; división de la banda prepucial de tal manera que quedaran dos grandes colgajos (Figura 2.23)

4.     Reconstrucción de la uretra preferentemente sobre una sonda calibre 12 (depende edad del niño) practicando sutura posterior y sutura anterior; en ocasiones el tubo uretral queda demasiado largo por lo que hay que recortarlo.

 

5.     Plastia del glande por técnica habitual con el trazado y disección de las dos grandes alas que cubrirán la uretra, previa fijación del neomeato en la porción más distal del glande (Figura 2.24); reconstrucción de paredes del pene por colgajo Byars, que no siempre es necesario.

6.      Trazado y disección de dos incisiones escrotales en la unión peno-escrotal para practicar la escrotoplastia, y descenso de las dos bolsas escrotales y desenterramiento del pene. Se debe cubrir la neouretra en lo posible con celular subcutáneo (Figura 2.26).

7.     Drenaje por cistostomía y cura habitual, el tutor debe dejarse 12 días, retirarlo y si hay micción normal retirar la cistostomía.

Complicaciones

 

Con el advenimiento de las nuevas técnicas, de material quirúrgico adecuado y de mejor calidad y tolerancia, el índice de complicaciones tiende a ser cada día menor y se obtienen mejores resultados estéticos, incluyendo meatos en el sitio ideal llegando a obtenerse micciones normales al igual que la erección. Indudablemente que la aparición de fístulas y estenosis son las complicaciones más frecuentes, como también persistencia de curvatura peneana por incompleta resección de las causas de la misma.

Fístula uretro-cutanea. Su incidencia varía de acuerdo con la severidad de las hipospadias y con la técnica utilizada.

En las dístales por la técnica de Matieu es de 4 %; en los tratados por “onlay island flap” es de 5,8 % ; en las que utilizan la técnica de Devine-Horton la incidencia es de 6,8 % (Figura 2.27). Un porcentaje alto de fístulas cierra espontáneamente, múltiples técnicas quirúrgicas han sido invocadas en su tratamiento. Particularmente utilizamos la técnica del colgajo desplazado de Gil Vernet con éxito en aproximadamente 95 % de los casos.

 

Estenosis. Ocasionada por la pobre vasculari­zación de los colgajos. El diagnóstico clínico se comprueba por uretrografía anterógrada practicada con vejiga llena al hacer urografía por eliminación. Generalmente se produce en la anastomosis proximal. Esta complicación ha bajado su incidencia con la conservación del plato uretral pues no se efectúan suturas circulares. La estenosis distal se produce en la uretra balánica por lo cual se deben practicar


dilataciones precoces y frecuentes de esta zona; en las estenosis más proximales se puede recurrir a la uretrotomía interna o a la plastia de la zona estenó- tica.

Divertículos. Puede ser consecuencia de infección, estenosis temprana o plastia uretral practicada con colgajo muy amplio. En algunos casos la uretra se ve sacular (megalouretra adquirida de Aigen), quien invoca como causa excesivo tejido en la uretroplastia, inadecuado soporte en los tejidos que la cubren y/o estenosis de uretra distal.

PENE CURVO - HIPOSPADIAS SIN HIPOSPADIAS - URETRA CORTA

Se caracteriza por existir incurvamiento peneano ventral (el más frecuente), dorsal o lateral. Puede existir prepucio normal, rafe peneano bifurcado, pero siempre el meato está en posición normal. Su incidencia va desde 0,37 % a 0,6 % según Ebbehaj y Yachia en estudios practicados en 1.000 y en 500 niños respectivamente (Figura 2.28).

 

relación con el crecimiento de los cuerpos cavernosos. Es la más frecuente, hay incurvamiento ventral, puede haber malformación en el prepucio. El incurvamiento estaría dado por poco desarrollo del dartos, de la fascia de Buck y del cuerpo esponjoso. Es importante recordar los estudios de Kaplan con respecto al incurvamiento peneano en el feto.

Clasificación de Devine-Horton. La divide en tres grupos:

1.     Cuerpo esponjoso hipoplásico en su porción más distal.

2.     Uretra y cuerpo esponjoso normal. El incurva­miento es ocasionado por defecto en la fascia de Buck y del dartos.

3.     Uretra, cuerpo esponjoso y fascia de Buck normales. El incurvamiento produce problemas en la inserción del dartos.

Tratamiento

Se debe practicar siempre erección artificial antes y durante el acto quirúrgico; incisión en surco balanoprepucial para desglobin completo del pene (Figura 2.29) que podría ser obviado en aquellos del grupo 1 de Devine-Horton; resección de todo el tejido fibroso displásico, y corrección de la curvatura por la técnica de las plicaturas de Nesbitt.

En casos con marcada curvatura hay que disecar la uretra para la correcta ubicación de las plicaturas (Figuras 2.30), muy excepcionalmente hay que seccionar la uretra y practicar uretroplastia para alargarla, ya sea por colgajo libre o pediculado. En los casos donde no hay sección uretral se sugiere sonda de Foley por 24 a 48 horas .


Hay dos clasificaciones, la de Cendron y la propuesta por Devine y Horton .

Clasificación de Cendron. La divide en dos grupos:

1.      Por asimetría en el desarrollo de los cuerpos cavernosos.

Uretra y cuerpo esponjosos normal. Se observa cuando la desviación es lateral, el pene es aparentemente normal, no se palpa cuerda, prepucio normal.

2.      Alteración en el desarrollo uretral.

El crecimiento y desarrollo de la uretra no guarda


Hendren refiere 33 pacientes de los cuales 20 requirieron alargamiento uretral (14 con colgajo de prepucio, 2 colgajo vesical y 4 con colgajos tomados del brazo) y 8 presentaron complicaciones, estenosis, balonamiento de la neouretra alargada, balanitis xerótica obliterante, fístula uretrocutanea y persistencia de curvatura.

El defecto de piel puede ser cerrado por la técnica de Byars si es necesario (Figura 2.31).

 

FÍSTULA URETRAL CONGÉNITA

Malformación muy rara. Golstein en su revisión reporta 9 casos publicados y el autor reporta uno (Figuras 2.32 y 2.33).

El niño aparenta tener pene normal, prepucio normal y uretra glandar normal. En la cara ventral del mismo se aprecia orificio de la fístula.

Golstein sugiere tratamiento con flaps prepu­ciales, y Kelalis operación tipo segundo tiempo de uretroplastia técnica de Johansen.

 

EXPERIENCIA PERSONAL

Entre los años 1980 y 1989, en el Servicio de Urología del Hospital de Niños “J M de los Ríos” de Caracas, se practicaron 478 intervenciones sobre hipospadias.

Las técnicas utilizadas fueron las siguientes.

Devine-Horton: 147 casos Colgajo libre: 106 Flip Flap, Mustarde modificado: 41 Magpi: 79 casos Mathieu: 65 casos Duckett: 34 casos Koff: 34 casos

Koyanagi-Nonomura: 29 casos Mucosa vesical: 15 casos Glenn-Anderson: 10 casos Snood-Grass: 5 casos Barcat: 14 casos Cecil: 9 casos King: 3 casos

Otras técnicas (Jhohansen, Duplay, Tubo antebrazo, etc.): 34 casos

Complicaciones

Fístulas: 51 = 10,6%

Estenosis: 28 = 5,8%

El grupo de complicación se presentó preponderantemente los primeros años. La incidencia de complicaciones ha descendido de manera sustancial en los últimos años con el advenimiento de nuevas técnicas, mejores suturas, etc.

Pene curvo

Se realizaron 18 intervenciones sobre pene curvo:

11   con curvatura ventral, 5 con curvatura lateral y 2 dorsales. En sólo 3 hubo necesidad de alargamiento peneano con tubo prepucial. En 7 se recurrió a plicatura de Nesbitt y no hubo complicaciones.

 

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Capítulo 3

VALVAS DE URETRA POSTERIOR

Dr. Orangel Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.

 

image33

Figura 3.1.

 

Es la más frecuente causa de obstrucción en el tracto urinario inferior del niño con una incidencia en las de uretra posterior de 1 x 5 000 a 1 x 8 000 y en las de uretra anterior en 1 x 40 000, constituye una de las lesiones congénitas más severas en el porvenir del niño afectado, su hallazgo con el advenimiento del ultrasonido antenatal ha crecido significativamente.

HISTORIA

La primera comunicación, la hace Young1 en 1919, ya anteriormente Budd2 en 1984 hace referencia a la autopsia de una paciente muerta por insuficiencia renal, en 1881 Guiard3 también la describe en otra autopsia.

ETIOPATOGENIA

Son varias las hipótesis sobre el desarrollo embriológico en las valvas uretrales, para algunos4 es una alteración ocasionada por el excesivo y progresivo crecimiento de los repliegues normal­mente situados en la uretra con la distensión provocada y que ocasionaría la obstrucción, Base5 sugiere que las valvas son un remanente de la membrana urogenital, para Lowsley6 las valvas son las resultantes de anomalía en la unión de los conductos eyaculadores y el utrículo prostático, para Stephens7 las valvas uretrales I y II tienen embriológicamente un origen diferente, las I serían el resultado de una anormal inserción muy anterior y una persistencia de la extremidad distal del conducto de Wolf, las valvas II y III, especialmente las III representan la persistencia de la membrana urogenital.

Los niños con valvas de uretra pueden presentar displasia renal, esta situación no guarda relación con el grado de la valva de tal manera que una valva

I  puede presentar alto grado de displasia y una grado

III   puede no presentarla, la displasia es el resultado del desarrollo anormal de la yema ureteral8 o el resultado de la existencia de una hiperpresión durante la diferenciación metanéfrica9.

EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO

Como se ha referido las valvas uretrales representan una de las anomalías más severas en la obstrucción urinaria del varón, si bien su tratamiento es aparentemente sencillo las consecuencias de la malformación es de pronóstico sombrío, la displasia renal, la persistencia del reflujo vesico-ureteral, la alteración permanente de la función vesical por lesiones miogénicas (vejiga post-valva) son de alta frecuencia y mal pronóstico llevando a la insu­ficiencia renal.

El índice de mortalidad supera el 20 % en neonatos de menos de un mes, cuando se presenta la sepsis o es portador de marcadas ureterohidronefrosis la mortalidad puede llegar hasta un 45 %.

CLASIFICACIÓN

La clasificación clásica es dada por Young 1 en tres categorías: I, II y III.

Estudios endoscópicos y anatomopatológicos la diferencian de la manera siguiente:

I.      Las valvas se extienden desde el veru montanun en forma de dos membranas que arrancan de las paredes laterales del veru.

II.    Las valvas van del veru y éstas no son comple­tamente obstructivas.

III.   En  forma de anillo y no están en relación con el veru.

En nuestra experiencia hemos encontrado hemivalvas las cuales no son obstructivas.

DIAGNÓSTICO

El advenimiento de la exploración ecosonográfica antenatal permite hacer el diagnóstico o la sospecha de la presencia de valvas lo que ha tenido singular importancia para estar preparado el urólogo o cirujano pediátrico para el momento del nacimiento, la sospecha se hace por aumento del tamaño vesical, el engrosamiento de las paredes de la misma y vejiga persistentemente llena, puede haber uretero- hidronefrosis y muy ocasionalmente observarse la dilatación uretral1011, en casos graves hay alteración en el líquido amniótico en cantidad y en alteración de la osmolaridad y en los valores de sodio y cloro12, los datos obtenidos tienen valor pronóstico.

El diagnóstico postnatal cuando no se ha hecho antenatalmente la sospecha se presume ante un neonato con cuadro clínico de sepsis de punto de partida urinaria y presencia de globo vesical, 25 % a 50 % son diagnosticados en esta etapa y 50-70 % durante el primer año de vida.

El diagnóstico se corrobora con la exploración radiológica que demostrará en la uretrocistografía miccional dilatación de uretra posterior (Figura 3.2, 3.3 y 3.4) o de la uretra peneana en los casos de valva uretral anterior (Figura 3.5), vejiga diverticular y reflujo vesico-ureteral en aproximadamente 45 de los casos, en casos graves de insuficiencia renal, azotemia, trastornos electrolíticos6.

 

 

 

Pueden existir malformaciones asociadas, tracto digestivo y cardíacas, en casos graves hipoplasia pulmonar.

Las consecuencias de las valvas son reflejadas anatómicamente y son secundarias a la obstrucción, su repercusión se traducirá con alteraciones a nivel de la vejiga, uréter y riñón, el daño renal conse­cuencia del reflujo vesico-ureteral y la hiperpresión consiguiente, a la infección o la displasia, el daño renal se ha reportado hasta en 28 %13, dos factores de riesgo han sido invocados que intervienen en el desarrollo del fallo renal10: reflujo vesico-ureteral bilateral al momento de nacer, aparición del reflujo antes de un año de edad. Estas alteraciones por hiperpresión pueden persistir a pesar del tratamiento exitoso de las valvas y que es condicionado por el factor pseudobstructivo por detrusor hipertrófico y fenómeno de pinzamiento ureterovesical sumado a una uretra con bajo peristaltismo.

Alteraciones vesicales

Como consecuencia de la obstrucción uretral se agregan otros factores como son la inadecuada acción del detrusor, la deficiencia en la coordinación del mecanismo de control uretral y la falla biogénica vesical, estos factores en casos muy severos condicionan la “ vejiga post-valva” y cuya incidencia llega hasta 21 %15.

Alteraciones ureterales

Como consecuencia del reflujo vesico-ureteral y la alta presión desarrollada a nivel de vejiga, el reflujo ha sido reportado estar presente entre 19 % y 72 % con una media de 40 %16, en 30 % de los casos el reflujo cesa al corregirse la obstrucción17 pero en un porcentaje importante a pesar de corregirse la obstrucción y desaparecer el reflujo persiste la dilatación ureteral, condicionada como hemos dicho por el pinzamiento (Figura 3.6).

 

La insuficiencia renal es la consecuencia de la alta presión, al reflujo vesico-ureteral o a la displasia que puedan existir.

TRATAMIENTO

Ante un recién nacido que se presenta con síndrome febril, mal estado general, al examen físico globo vesical, deshidratación severa, trastornos electrolíticos, acidosis, retención azoada e infección urinaria, mientras no se demuestre lo contrario es portador de valvas uretrales complicadas y que necesita de tratamiento de emergencia.

a.     Eliminar la retención urinaria con cateterismo uretro-vesical permanente, tener presente que luego de establecerse el cateterismo sobreviene la diuresis post-obstructiva que puede agravar la deshidratación y el desequilibrio hidroelec- trolítico, esta situación es ocasionada por la brusca descompresión vesical y alteración obstructiva en la desembocadura ureteral, esta eventualidad mejorará espontáneamente.

El cateterismo uretro-vesical permitirá dilucidar cuál derivación sería la conveniente como medida paliativa, si posteriormente a la colocación del drenaje a 72 horas las cifras de retención azoada y el desequilibrio electrolítico han mejorado debe efectuarse derivación baja (vesicostomía), si por el contrario los valores permanecen estacionarios debe practicarse derivación alta: nefrostomía, pielostomía o ureterostomía.

b.      Hidratación: debe conducir a un adecuado reemplazo del fluido sanguíneo y mejorar el estado de colapso o alteración del estado general, en casos muy graves se recurre a expansores administrados rápidamente a la dosis de 20 mL/ kg de peso, la deficiencia de fluidos debe ser reemplazada en las primeras 24 horas y posterior­mente mantenerse con solución de dextrosa al

0,               45 % a la dosis de 100 mL/kg/día, tener en cuenta si la deshidratación es hipo o hipertónica, los electrólitos deben ser reemplazados de acuerdo con el déficit, tener en cuenta que estos niños posterior a la colocación del drenaje permanente pierden gran cantidad de sodio, la hiperkalemia debe ser corregida y no permitir cifras por encima de 5 mEq.

TRATAMIENTO QUIRÚRGICO

El tratamiento básico es la eliminación de las

valvas, cuando el diagnóstico antenatal demuestra severas lesiones se puede recurrir a la fístula vesico- amniótica cuyos resultados todavía son discutibles por las consecuencias que puede ocasionar en el feto o en la madre, Quintero18 ha ideado un instrumento para tratamiento endoscopio de la valva en etapa antenatal.

Con el niño en buenas condiciones el tratamiento es la ablación de las valvas, en caso donde se ha practicado derivación urinaria previa el tiempo a realizar la intervención es variable, la vesicostomía por largo tiempo puede ocasionar por desfun- cionalización vesical el establecimiento de micro- vejiga, en nuestra experiencia la ablación y desderivación debe realizarse máximo 6 meses posteriores, la desderivación debe realizarse al mismo tiempo de la ablación de las valvas para restablecer el tránsito de orina por uretra, la “ uretra seca” tiende la estenosis, Mitchel18 sugiere esperar hasta un año.

En neonatos con uretra no muy bien desarrollada la introducción del instrumento puede resultar muy traumática, en nuestra experiencia la zona más dificultosa está en la uretra glandar por lo que es sugerente practicar inmediatamente antes de la intervención dilataciones progresivas, particu­larmente no practicamos resección de la valva sino incisión de las mismas, en algunos casos apro­vechando la vesicostomía la intervención se efectua por vía suprapubica20, Bradesky sugiere que la colocación de un catéter por períodos largos “necrosa” la valva no requiriéndose tratamiento quirúrgico21.

 

RESULTADOS DE LA INTERVENCIÓN

Figuras 3.8 y 3.9.

 

 

POST-OPERATORIO Y SEGUIMIENTO

Todo niño con valvas uretrales debe ser controlado por muy largo tiempo especialmente cuando hay grandes vejigas engrosadas y diverticulares, grandes ureterohidronefrosis, las valvas han sido tratadas pero persiste el residuo vesical, persiste la dilatación de los uréteres con o sin reflujo y los valores de urea y creatinina se estacionan o tienden a elevarse nos encontramos ante la vejiga post-valva, hay mal vaciamiento vesical por daño miogénico, ureterohidronefrosis por fenómeno de pinzamiento y si hay reflujo el tratamiento quirúrgico del mismo no es satisfactorio, resultados mediocres, en estos casos se puede recurrir a la micción en dos o tres tiempos, al cateterismo intermitente y ante la persistencia de la ureterohi- dronefrosis a la cistoplastia de aumento manteniendo siempre el cateterismo intermitente (Figura 3.7).

CONCLUSIONES

Las valvas uretrales constituyen una entidad frecuente en las malformaciones del tracto urinario del varón y tienen pronóstico sombrío en los casos con insuficiencia renal aguda al nacer o con severo diagnóstico antenatal.

V     El tratamiento antenatal no parece mejorar el pronóstico.

V     La derivación urinaria transitoria es indicación en neonatos graves.

V     El seguimiento de los niños con lesiones vesicales, ureterales y renales debe hacerse por tiempo indefinido.

 

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SÍNDROME DE PRUNE-BELLY

Dr. Orangel Troconis Rodríguez, Dr. Juan Carlos Troconis S.


SINONIMIA

Varias son las denominaciones dadas a este síndrome, se conoce también como “agenesia de los músculos abdominales”, síndrome de Eagle-Barret, síndrome de deficiencia de la musculatura abdominal, displasia mesenquimal, pero el más utilizado es el de síndrome de Prune-Belly o abdomen en ciruela pasa.

HISTORIA

La primera observación la hace Frolish1 en 1839, en 1895 Parker2 describe la tríada clínica que caracteriza al síndrome: criptorquidia bilateral, agenesia o hipoplasia de la musculatura abdominal y malformaciones del tracto urinario, en 1901 Oslen3 utiliza por primera vez el término “Prune-Belly” y en 1928 Fletchen4 reporta por primera vez el síndrome en el sexo femenino, más tarde en 1958 John Lattimer5 informa 22 casos de los cuales 2 eran en niñas, en 1974 Williams6 describe el signo de la fovea rotuliana como patognomónico en el síndrome, y en 1994, Troconis interviene un caso de sexo femenino7.

EPIDEMIOLOGÍA

El síndrome de Prune-Belly ocurre en 1 de 35 000 a 50 000 nacidos vivos8,9 con una incidencia del 97 % en varones y el 3 % en mujeres. En algunos casos puede estar ausente alguno de los componentes del síndrome, como por ejemplo no hay criptorquidia, por lo cual han sido catalogados como “pseudo Prune-Belly”10. En nuestra experiencia encontramos un caso con agenesia de la musculatura del hemi- abdomen derecho, con riñón único izquierdo y ureterohidronefrosis derecha en una paciente de sexo femenino. De los niños con síndrome de Prune- Belly 20 % muere antes del año, un 10% sobrevive hasta los 10 años y un 70 % alcanza la edad adulta.

ETIOLOGÍA Y HALLAZGOS ANATOMOPATOLÓGICOS

La etiología del síndrome permanece desconocida y muchas hipótesis han sido invocadas. La anomalía congénita que se visualiza en los tres sistemas es incompatible con un solo mecanismo como agente etiológico y el período crítico de la gestación en el cual se afectan los fetos serían las 6 y las 10 semanas. Stume11, Pagou12, Moerman13, Monie14, plantean que el factor obstructivo y la megavejiga subsecuente serían la causa de la atrofia muscular por compresión, pero la hipótesis es negada pues el fenómeno de la megavejiga e hiperpresión abdominal se observan en las valvas uretrales y en estos casos no hay trastornos musculares.

Nunn, Stephens15, y Deklerk sugirieron un defecto en el desarrollo mesenquimal de la diferenciación epitelial prostática por una anormalidad del mesénquima urogenital que trae como consecuencia una incapacidad de la diferenciación epitelial.

Sthenfens y Gupta16 en estudios practicados en neonatos y fetos el dismorfismo del tracto genito­urinario reposa en la placa intermedia y lateral del embrión, las lesiones uretrales podían ser obstruc­tivas o no formando parte del síndrome y ocurrían entre la cuarta y sexta semana de la gestación, el veru es pequeño y plano, ausente o reemplazado por un orificio redondeado en el que el utrículo y los conductos seminales desembocan independiente­mente, el trígono es en forma de “V” y los orificios ureterales están lateralizados, en ciertos casos puede haber divertículo uracal, la uretra posterior está muy dilatada, la próstata es indistinguible macros­cópicamente, las vesículas seminales pueden ser normales o rudimentarias, los conductos deferentes son extremadamente delgados, los testículos son intrabdominales y excepcionalmente pueden estar intraescrotales o ausentes.

La causa de la falta de descenso testicular es controversial. En algunos casos el canal inguinal está ausente y el gubernaculum testis no se ha desarrollado. Nunn y Stephens16 estudiando histo­lógicamente los testículos encuentran un epitelio germinal desarrollado en sólidos cordones celulares indistinguibles de un testículo normal, el estudio de gubernaculum en todos los casos pasa a través del conducto inguinal, el epidídimo y el deferente estaban presentes en todos los casos.

Varias teorías han tratado de explicar la dilatación vesical desde que fuese secundaria a la lesión de la musculatura abdominal17, hasta que la vejiga fuera agangliónica de la misma naturaleza que el mega- colon18.

El pronóstico de la enfermedad va paralelo al grado de deterioro renal lo cual depende del grado de displasia renal que suele existir, pero la severidad de la deficiencia de la pared abdominal no parece tener relación con el grado de displasia9. La biopsia renal ofrece falsas compresiones, la displasia segmentaria puede estar presente, los riñones pequeños y con quistes son observados en casos de muy mal pronóstico y estos pacientes mueren antes del primer año de vida16.

Los uréteres están elongados y la dilatación es irregular con dilataciones de apariencia sacular en las muy marcadas donde la pared es muy delgada y hay abundante tejido fibroso. La máxima dilatación se observa en el tercio inferior pero frecuentemente hay zonas dilatadas con zonas de estrechamiento en los dos tercios superiores. Los trabajos histológicos en algunos casos demuestran total ausencia de las fibras musculares de la pared ureteral.

La vejiga está caracterizada por su gran capaci­dad, existe adelgazamiento total de sus paredes sin signos de obstrucción ni alteración de las células ganglionares19. En el ápex vesical hacia el ombligo frecuentemente hay un divertículo posiblemente uracal16. El trígono es triangular en forma de “V” con el vértice en el esfínter y con los orificios ureterales muy lateralizados.

La dilatación de la uretra posterior no ha encontrado una clara explicación. Se ha observado un pobre desarrollo del tejido prostático y el veru en ocasiones no se puede distinguir1420. La uretra prostática está dilatada hasta cuatro veces más que la uretra membranosa, la cual es de calibre normal. El esfínter interno está dilatado, el veru montanum es pequeño y en algunos casos está prácticamente ausente, representado por una pequeña depresión en la cual el utrículo y los ductos seminales desembocan aisladamente.

Las fibras musculares están deficientemente desarrolladas y están suplidas por láminas fibrosas21. En estudios por microscopia electrónica se ha encontrado distrofia muscular en la banda Z, la diferencia de la pared muscular es variable y en ocasiones asimétricas.

La piel abdominal se observa redundante y arrugada por esta particularidad se le ha dado el nombre de Prune-Belly o abdomen en “ciruela pasa”.

Pueden existir anomalías asociadas como: poli- dactilia, sindactilia, malformación del tórax (petum excavatum), malformación gastrointestinal (mal rotación intestinal, imperforación anal y atresia rectal en casos muy severos) y anomalías cardiopul- monares.

Williams7 describe en la década de los 70 la fovea rotuliana como signo patognomónico en este síndrome, consiste en una depresión que se observa en la cara lateral de la rótula, la cual en nuestra experiencia personal está presente en todos nuestros casos.

En resumen las lesiones en el síndrome de Prune- Belly ocurren entre la cuarta y la sexta semana de la gestación22, el dismorfismo de la pared abdominal y la musculatura del tracto urinario resultan de un defecto en el plato lateral del mesodermo23, la lesión uretral ocurre en el momento de la división cloacal24 o en la desintegración de la membrana cloacal y sería causante de la presión sobre los órganos posteriores y sus efectos, existiría también una lesión no obstructiva de los uréteres y del tracto superior.

 

 

La dilatación que se observa en algunos casos en la uretra anterior es ocasionada por la obstrucción transitoria en el desarrollo de la uretra glandal que ocasionaría una megalouretra25.

La displasia ureteral se debe a:

A.      La yema ureteral tiene localización ectópica y alteración en la inducción normal del metanefros.

B.      El ascenso mesonefronéfrico durante el ascenso del riñón y la elongación del uréter pueden ser insuficientes trayendo isquemia del uréter y del riñón llevando como consecuencia a la atresia y estenosis del uréter e hipoplasia renal.

GENÉTICA

Factores hereditarios en su etiología no son completamente aceptados, la mayoría tiene cariotipo normal, autosómicas dominantes y a autosómicas recesivas han sido reportadas26. Las alteraciones cromosómicas son raras como las trisomías 18 y especialmente la 21, pero la causa-efecto no ha sido demostrada. Un caso asociado al síndrome de Turner fue reportado lo que hace pensar que podría estar ligado al cromosoma X y tener herencia recesiva27.

CLASIFICACIONES

Existen tres tipos de clasificaciones:

          De acuerdo al grado de lesión muscular:

I.        Distensión abdominal discreta al esfuerzo (Figura 4.5).

II.      Marcada dilatación al esfuerzo (Figura 4.6).

III.   Abdomen “en batracio” (Figura 4.7).


          De acuerdo con la severidad de las lesiones urinarias durante el período neonatal (Williams - Parker5):

I.        Displasia renal bilateral y lesiones que conducen a la muerte.

II.      Niños que requieren derivación o tratamiento quirúrgico correctivo (Figura 4.8 y 4.9).

III.   Niños  con buena función renal que pueden ser seguidos con observación. (Figura 4.10)

 

 

          De acuerdo con la dilatación y la severidad de la lesión del tracto urinario (Duckett28):

I.        Vejiga normal, no hay reflujo vesico-ureteral, uréteres normales y riñones normales.

II.      Megacisto moderado, reflujo vesico-ureteral grado II-III, hidrouréter moderado y riñones normales.

III.   Megacisto  severo, reflujo vesico-ureteral grado

III-                             IV,            hidrouréter muy importante e hidro- nefrosis bilateral o displasia.

IV.    Gran   megacisto, reflujo vesico-ureteral grado

IV-             V,    megauréter y displasia renal bilateral.

FISIOPATOLOGÍA

El síndrome de Prune-Belly está dominado por las siguientes entidades alteradas:

Uretra

La uretra posterior se encuentra dilatada (uretra feminoide), no es obstructiva y es difícil detectar tejido prostático por anatomía patológica.

Vejiga

Tiene gran capacidad, es de paredes delgadas, el trígono está poco desarrollado, el cuello vesical está dilatado, lo que lleva a que la presión intravesical baje y quede un importante residuo vesical.

Uréter

 

Alargado y tortuoso, en el cual la dilatación varía con la severidad de la malformación, la peristalsis es muy deficiente e histológicamente se ve que el tejido fibrótico reemplaza al músculo liso espe­cialmente hacia la parte distal del uréter.

Riñones

La hidronefrosis es variable y no es consecuencia de la obstrucción. El pronóstico de esta entidad depende de si hay o no hay displasia.

Testículos

El altísimo porcentaje de ubicación intrabdo- minal, se ignora porque no tienden a la degeneración maligna, aunque no se conocen con este síndrome que hayan tenido descendencia (Figura 4.15). Pared abdominal

Se caracteriza por ser fláccida y por la ausencia de músculos da un aspecto de “vientre en batracio”. En casos muy marcados se pueden observar movimientos intestinales en posición supina se dirigen a los flancos y en posición erecta hacia los flancos y adelante y al realizar cualquier esfuerzo se torna globuloso.



MANEJO Y TRATAMIENTO

La primera condición importante es que salvo en casos muy graves no es una emergencia neonatal y un cateterismo uretral para una cistografía puede desencadenar desastres en el paciente, una derivación urinaria precoz (nefrostomía, pielostomía, urete- rostomía, vesicostomía) puede desbalancear el status existente y complicar las futuras intervenciones quirúrgicas, teniendo en cuenta que la marcada dilatación de vejiga, uréteres y cavidades renales no son consecuencia de una obstrucción como en las valvas uretrales, la alarmante dilatación de los uréteres no tiene relación con el aumento de presión y el gran tamaño de la vejiga no es consecuencia de la falsa obstrucción de la uretra posterior.

Los antibióticos y la terapia supresiva indefinida (sulfonamidas o nitrofurantoína) pueden ser utilizados para prevenir las infecciones. En caso de que el paciente desarrolle una urosepsis, episodio que puede ser muy grave, es conveniente que se recurra al drenaje quirúrgico. Es preferible realizarlo por vesicostomía, de tener que realizar una ureterostomía siempre debe ser baja, pues el mejor uréter es el superior; el inferior es más displásico en muy pocos casos se debe recurrir a la pielostomía.

El manejo del síndrome de Prune-Belly continúa siendo controversial aunque hoy en día el tratamiento agresivo es más aceptado especialmente para aquellos que están en el grupo II de la clasificación de Williams - Parker. Actualmente se preconiza el tratamiento en un solo tiempo que consta de: la plastia de la pared abdominal, la operación de Cukier en la uretra, la ureteroplastia, si es necesaria y el reflujo, la cistoplastia reductiva y la orquidopexia. Nuestra experiencia personal se refiere a 9 casos de los cuales en 7 se realizó la intervención en un solo tiempo y en dos se postergó la orquidopexia para unos meses después.

Primer tiempo: Ureterotomía interna (Operación de Cukier)29,30

Por vía endoscópica con el uretrotomo interno se efectúan dos incisiones, a las 9 y 3 en el sitio de pseudobstrucción en la uretra posterior. Aparen­temente el objetivo es disminuir la resistencia en el momento de la micción.

Segundo tiempo: Abdominoplastia (Operación de

Monfort)29,31

1.     Tracción de la piel abdominal para determinar la cantidad a resecar

2.      Incisión arciforme desde el apéndice xifoides hasta el pubis y lateralmente hacia los flancos respetando el ombligo que debe quedar en su sitio con su pedículo.

3.     Disección del colgajo cutáneo y del tejido celular subcutáneo hasta dejar limpia la aponeurosis muscular y el ombligo.

4.      Con sutura gruesa (Prolene 0®) se toman puntos a cada lado de la aponeurosis para plegarla y reducir el abdomen. En algunos casos es necesario realizar doble línea de sutura.

Tercer tiempo: Ureteroplastia

1.     Disección de ambos uréteres desde los vasos ilíacos hasta la desembocadura vesical.

2.     Ureterectomía, recordando que el mejor uréter es el superior porque las fibras musculares del inferior están reemplazadas por fibrosis.

3.     Ureteroplastia de reducción preferentemente con la técnica de Kalicinsky32, Starr33 o Hendren WH34 (particularmente preferimos las dos primeras porque presentan menor número de complicaciones y mejores resultados.

Cuarto tiempo: Cistoplastia de reducción

1.     Resección preferentemente según la técnica de Perlmutter3541.

2.     Reimplantación de uréteres para realizar la cura antirreflujo según la técnica de Politano o Cohen.

Quinto tiempo: Orquidopexia


Terminada la reconstrucción abdominal se procede a realizar la orquidopexia por técnica de Fowler - Stephens, cuando son intrabdominales. Sexto tiempo: Cierre de la pared abdominal

Con esta intervención se obtienen resultados altamente satisfactorios tanto cosméticos (Figuras 4.28, 4.29, 4.30 y 4.31), como con mejoría del tracto urinario (Figura 4.32).

 

En nuestros nueve casos hubo solamente una complicación de tipo respiratoria en un niño de 2 años explicable por la disminución de la capacidad torácica por reducción de la capacidad abdominal y desplazamiento del contenido hacia abdomen superior, durante la cual el niño permaneció 48 horas con respiración asistida sin ninguna secuela y otro niño con una infección de la cara lateral derecha de la pared abdominal que fue tratada médicamente sin que los resultados fueran adversos a la intervención.

CONCLUSIONES

V        El síndrome de Prune-Belly no es una emergencia neonatal.

V        El 70% de la mortalidad en neonatos y lactantes son desastres causados por el uso de catéteres que llevan a la urosepsis y la uremia36.


 


V        La derivación urinaria precoz convierte a un paciente compensado en un paciente dependiente con futuros actos quirúrgicos extensos y no siempre con buen resultado.

 

 

V        La dilatación del tracto urinario no es indicativa de obstrucción.

V        La urografía por eliminación y la cistografía miccional deben ser retrasadas.

V        En caso de infección, la terapia supresiva debe ser por tiempo ilimitado.

V        Cuando la urosepsis se presenta por la pobre peristalsis ureteral, por reflujo o por supresión de la contractilidad vesical, se debe indicar la derivación urinaria y realizar vesicostomía o pielostomía para no tocar el uréter superior.

V        No es recomendable la cura del reflujo como única medida a pesar de estar presente en el 70% de los casos7,27

V        En los casos compensados la orquidopexia puede ser tardía, a los 3 a 4 años, dado que los testículos son intrabdominales y no se ha reportado paternidad.

V        En caso de modelaje ureteral se debe hacer al mismo tiempo orquidopexia.

 

 

REFERENCIAS

1.       Frolish F. Der mangel der muskien, insbesoudere der seitenbawch muskien dissertation. Wuriburg, CA Zurn, 1839.

2.       Parker RW. Case of an infant in whom some of the abdominal muscles were absent. Transacrion of the Clinical Society of London, 1895.

3.       Osler Wo. Absence of the abdominal muscle with distended and hypertrophied urinary bladder. Bull John Hopkins Hosp 1901;12:331.

4.       Fletcher WMA. Congenital abence of abdominal wall MJ Australian 1, 435:1.

5.       Lattimer J. Congenital deficiency of the abdominal musculature and associated genitourinary anomalies: A preport of 22 cases. J Urol 1958;79:343.

6.       Williams D and Parker R. The role of surgery in the Prune Belly syndrome. En: Johstow JH, Godwin W, editores. Reviews of pediatric urology, Amsterdam. Excaerpta medica 1974.p.315-331.

7.       Williamp ID. Pediatric urology. NY Appleton Century Craft 1968:282-286.

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genetic implication. Birth defects 1974;10:173.

9.      Greskovich FJ, Nyberg LM. The Prune Belly syndrome: A review of the etiology, defects, treatment and prognosis. J Urol 1988;140:707.

10.     Duckett JW. The Prune Belly syndrome. En: Kilalis, King LR, Bellman AB, editores. Clinical pediatric urology. WB Saunders Co.; 1976.p.615-635.

11.     Stumme E. Uber die symmetrushew kow genitaln bauchmuskeldefekte and über die kombination derselbew nit anderen Bildungsanomaliew des Rumpfres - MITT. Greuztgeb, Med Chirg 1903;11:548.

12.     Pagou RA, Smith D, Shepard TH. Urethral obstruction malformation complex: a cause of abdominal muscle deficiency and the Prune Belly syndrome. J Pediatr 1979;94:900.

13.     Moerman F, Fryus J, Godderis P, Lauweryus JM. Pathogenesis of the Prune Belly: A functional urethral obstruction caused by prostatic hypoplasia. Pediatrics 1984;73:470.

14.     Monie I, Monie B. Prune-Belly syndrome and fetal ascitis. Teratology 1979;19:111.

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16.     Nunn I, Stephens F. The triad syndrome: A composite anomaly of the abdominal wall, urinary system and testis. J Urol 1961;86:782-794.

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20.     Idem 18, pag 394.

21.     Mininberg DT, Montoya F, Okada E, et al. Subcellular muscle studies in the Prune-Belly syndrome. J Urol 1973;109:524-526.

22.     Idem 18; pag 407.

23.     Ives E . The abdominal muscle deficiency triad síndro­me: experience with ten cases. Birth Defects 1974; 10:127.

24.     Stephens D, Gupta D. Pathogenesis of the Prune-Belly syndrome. J Urol 1994;152:2328-2331.

25.     Beasley S, Bettenay F, Hutsow J. The anterior uretra provides clues to etiology of Prune-Belly syndrome. Ped Surg Int 1980;3:169.

26.     Adeyoilunno A, Familusi J. Prune-Belly syndrome in two siblings and a first cousin: Possible genetic implication. Am J Dis Child 198;136:23.

27.     Idem 20; 524-526.

28.     Duckett J. The Prune-Belly syndrome. Br J Urol 1978;50:341-348.

29.     Cukier. Comunicación personal

30.     Cukier J. Resection of the urethra with Prune-Belly syndrome. Birth defects 1977;13:95.

31.     Monfort G, Guy JM, Bocciardi A. A novel technique in the Prune-Belly syndrome. J Urol 1986;146.

32.     Kalicinsky K, Hansy J, Kotarbinska B. Surgery of megalourethers: Modification of Hendren operation. J Ped Surg 1974;12:183.

33.     Starr A. Ureteral plication. Invest Urol 1979;17:153.

34.     Hendren WH. Operative repair of megaurether in children. J Urol 1969;10:491.

35.     Perlmutter AD. Reduction cystoplasty in the Prune- Belly syndrome. J Urol 1976;115:456.

36.     Wilch K, Kearney J. J Urol 1970;111:693-700.

 

Capítulo 5

CRIPTORQUIDIA

Dr. Alfonso Araujo

 

 

Criptorquidia o “testículos escondidos” es la anormalidad congénita genitourinaria más común en varones. Esta anomalía ocurre cuando los testículos no descienden a su posición normal en el escroto y debe diferenciarse de: testículos ectópicos: aquellos testículos descendidos, situados en una posición fuera del canal normal inguinal de descenso; localización anormal. Ej.: base del pene, perineal, cara interna del muslo. Testículos retráctiles: son testículos descendidos que se retraen al escroto superior debido a un reflejo cremasteriano hiperactivo, son testículos normales. Agenesia testicular (cuando no existen) y atrofia testicular.

 

Todas son causas de lo que llamamos “escroto vacío”, que debemos descartar cada vez que al examen no palpamos un testículo en la bolsa escrotal. El criptorquidismo puede ser:

Unilateral: 66 % (70 % lado derecho) o bilateral1. La incidencia en niños a término se acerca a un 3 %, mientras que en los prematuros a un 33 % aproximadamente; la misma decrece al 1 % al año de edad y permanece igual hasta la adultez, por lo que podemos concluir que, comúnmente, el testículo no desciende espontáneamente luego del año de edad. También en los recién nacidos con defectos en el tubo neural como en el síndrome de “prune belly” (abdomen de pasa) que son aquellos con defectos en la pared abdominal, tienen una alta incidencia de criptorquidismo.

 

Embriología testicular

Desarrollo testicular. Éste es determinado al momento de la concepción, por la presencia del SRY (Región genética del Y que determina el sexo localizado en el brazo corto del cromosoma Y). El desarrollo gonadal comienza en la 5a semana de la

vida fetal con la apariencia del promontorio gonadal que se proyecta a la cavidad celómica. Las células germinales primordiales migran con movimientos amibaidianos desde el mesenterio hacia el promontorio gonadal hacia la 6a semana. Luego hay crecimiento de los cordones epiteliales como si fueran dedos en el mesénquima, formando los cordones sexuales primarios. La gónada tiene corteza y médula; si va a ser testículo degenera la corteza y se diferencia la médula, las células germinales se incorporan al mesénquima.

Las células de Sertoli se desarrollan hacia la 7a semana y comienza la producción de (MIS), sustancia inhibidora de Müller, causando regresión de las estructuras del conducto de Müller.

Las células de Leydig son evidentes a la 9a semana, secretando testosterona, conduciendo el desarrollo de las estructuras que derivan del conducto de Wolf. Los cordones sexuales se dividen y se anastomosan en la médula, formando el rete testis. Se forma la túnica albugínea como una gruesa cápsula alrededor del testículo, mayor diferenciación de los cordones sexuales forman los túbulos seminíferos, túbulo rector y rete testis. Entre el mesonefros que degenera y el testículo que crece se forma el mesenterio, llamado mesorquim.

Descenso testicular. El objetivo o necesidad del descenso gonadal al escroto a un ambiente más frío o de menor temperatura, es necesario para que éste pueda producir espermatozoides viables. Su falla en el descenso puede conllevar a infertilidad y probable diferenciación maligna.

El descenso testicular ocurre en dos fases: La fase inicial se dice que es independiente hormo­nalmente; durante esta fase el testículo migra hasta el nivel del anillo inguinal interno que va de la 8a a la 21a semana. La segunda fase (rápida y dependiente androgénicamente) inguinal-escrotal, va desde la 25a a la 28a semana. El izquierdo antes que el derecho.

Factores implicados en el descenso testicular.

El descenso está mediatizado por una combinación de factores mecánicos y hormonales que actúan apropiadamente para llevar el testículo a su posición final escrotal:

Gubernaculum: Éste ha sido el centro de atención como el responsable del descenso testicular por muchas décadas; se extiende desde el polo inferior del testículo hasta el anillo inguinal interno. Durante el descenso éste aumenta su tamaño tanto en grosor como en longitud, aumenta casi el tamaño del testículo y probablemente juegue un papel dilatando el canal inguinal, facilitando así el descenso testicular. Una vez en el canal inguinal, el gubernaculum se atrofia, facilitando aún más el descenso. Inicialmente se pensó que el gubernaculum tracciona el testis, pero el primero no posee fibras musculares o bien sea que suceda la tracción por contracción cicatricial.

Presión intrabdominal: Se ha teorizado que la presión intrabdominal, conjuntamente con el proceso vaginal, juegan un papel en el descenso testicular. El proceso vaginal protruye en el anillo inguinal interno, justo antes de comenzar el descenso testicular. Se ha postulado que la presión intra­abdominal empuja el proceso que tracciona el gubernaculum, iniciando el descenso testicular.

Defectos del epidídimo: Se ha encontrado alrededor de un 2G % de anomalías epididimarias en los testículos no descendidos. Se ha pensado que el lumen del epidídimo permite difusión de la testosterona en el área testicular, pero se piensa también que esté más relacionado con el proceso vaginal, ya que las anomalías son más frecuentes en las hernias inguinales completas que en los testis no descendidos.

Andrógenos: En 193G se apreció que la testos­terona promueve el descenso testicular en humanos. En animales, los antiandrógenos previenen el descenso en un 5G %, respuesta parcial que evidencia que otros mecanismos están involucrados. La presencia de criptorquidia unilateral sugiere aún más el efecto parcial o local de los andrógenos. Estudios más recientes indican que la dehidro- testosterona es el factor androgénico en animales, aunque su efecto en humanos no está claramente definido, a pesar de que hay una alta incidencia de criptorquidia en humanos con deficiencia de la 5a reductasa4-5.

Se puede pensar que si los andrógenos y gonado- trofinas son importantes para el descenso testicular, las anormalidades del eje hipotálamo-pituitario- adrenal pueden causar a criptorquidia. En síndromes asociados con disminución de producción gonado- trópica (síndrome de Kallman’s, Prader Willi) hay una alta incidencia de criptorquidia. Sin embargo, lo contrario no es verdad. La gran mayoría de las criptorquidias son idiopáticas, sin anormalidades en el axis hipotalámico-pituitario.

Sustancia inhibidora mulleriana (MIS).

Pacientes que carecen de MIS tienen testículos intrabdominales, lo que hace pensar que el MIS es el responsable del descenso intrabdominal. Aparen­temente la falta de descenso intrabdominal es más bien mecánico por la presencia de estructuras Müllerianas y no por deficiencia hormonal.

Descendin: Recientemente un factor androgénico independiente se ha identificado, que promueve el crecimiento celular del gubernaculum. Este factor se ha denominado Descendin, producido por el testículo, y tiene un efecto específico local en el crecimiento del gubernaculum, y como hemos descrito que el gubernaculum es esencial en el descenso testicular, la falta de Descendin puede ser un contribuyente importante que previene el descenso.

Estradiol: Durante la vida intrauterina, el feto está expuesto a grandes cantidades de estrógenos maternos. Bernstein ha notado que en madres con altos niveles de estradiol libre, sus hijos tienen alta incidencia de criptorquidia. Se cree que actúan independientes a los andrógenos, pero el mecanismo exacto de acción no está bien dilucidado.

La falta de descenso conlleva a diferentes localizaciones:

 

Inguinal:              63 %

Preescrotal:        24 %

Ectópico:            12 %

Intrabdominal:     0,8 %

 

TESTÍCULOS RETRÁCTILES

Son testículos que están normalmente descen­didos, pero debido a una hiperactividad del reflejo cremasteriano, se mueven libremente entre el escroto y la región inguinal, con frecuencia se consiguen especialmente en la bolsa inguinal superficial (bolsa de Denis Brown), en el tejido subcutáneo lateral al anillo inguinal externo, por debajo de la fascia de Scarpa. Generalmente los testículos retráctiles son bilaterales. Los niños con edad por debajo de los 3 meses, no poseen un reflejo cremasteriano adecuado y la retracción testicular no existe, por tanto es importante hacer constar esta información en el examen neonatal, buscar la historia o a través de la madre. Normalmente, cuando el niño alcanza la pubertad, debido a la pérdida del reflejo cremasteriano y el crecimiento testicular, éste desciende espontáneamente al escroto a su posición normal; una vez aquí, el testículo tendrá un tamaño y funcionamiento normales.

TESTÍCULOS ECTÓPICOS

Estos son testículos que descienden normalmente a través del anillo inguinal externo, pero son desviados a posiciones aberrantes. Estos testículos no tienen el riesgo de malignidad como en las criptorquidias. Las posiciones ectópicas más frecuentemente encontradas son: subcutánea, en la cara interna del muslo, periné, base del pene y en el hemiescroto contralateral. Estos testículos deben ser llevados quirúrgicamente a su posición normal antes de los 2 años de edad.

EXAMEN FÍSICO

El examen físico es de suma importancia para determinar la localización de los testículos y poder distinguir el testículo no descendido, de los ectó- picos, retráctiles, no palpables o atrofias testiculares.

Hay que examinar los niños en un ambiente cálido, con manos tibias para obtener buen relajamiento, revisar bien las áreas inguinales, perineales, cara interna del muslo, niños acostados en posición de Taylor, o sea, acostado y con las piernas unidas por los talones. Si son más grandes, examinarlos colocando al niño en posición de “cuclillas” agachado, que ésta permite en ocasiones palpar los testículos en el escroto (retráctiles). En ocasiones puede usarse aceite o algún tipo de lubricante sobre la piel, que permita un mejor deslizamiento de los dedos, apreciándose mejor las gónadas palpables.

Evidenciar el desarrollo del escroto o hemi- escroto, si está hipoplásico o con pocas arrugas que indican falta de desarrollo y sugiere que el testículo no ha estado en él.

Revisar el pene, buscando hipospadias y desa­rrollo, ya que hipospadias acompañadas de criptorquidia evidencian en el niño un alto chance de tener un problema de intersexo.

El 9G % de los testículos criptorquídicos se acompañan de hernias inguinales y debemos buscarlas67. Normalmente los testis retráctiles descienden espontáneamente en la pubertad, pero algunos permanecen crónicamente retráctiles y, en estos casos, un tratamiento corto de gonadotrofina coriónica humana (HCG) puede ser terapéutico.

Algunos testículos los podemos bajar al escroto con maniobras, pero al soltarlos vuelven a la posición preescrotal. Estos son llamados “deslizantes” y generalmente requieren monitoreo cercano y even­tualmente tratamiento.

En ocasiones no se palpan el o los testículos (20 %) y asumimos que son intracanaliculares, intrabdominales o ausentes. Los impalpables generalmente no descienden normalmente y son más inmaduros.

TÉCNICAS ADICIONALES DE DIAGNÓSTICO

Localizar un testículo no palpable muchas veces es un problema difícil. Podemos usar ultrasonido que es un buen método de imágenes para localizar los testículos, es inocuo, económico, no invasivo, pero la calidad del estudio depende del operador8-11. Tomografía computada y resonancia magnética se han utilizado, pero son difíciles de aplicar a un niño, y los testis pequeños no los detecta. La más confiable es la venografía espermática, pero ésta es invasiva, requiere anestesia y hay morbilidad asociada, por tanto no es útil (se busca el plexo pampiriforme).

En los últimos años la laparoscopia ha sido muy útil para localizar los testículos y para diferenciarlos de los testículos “evanescentes” (vanishing) que no requieren tratamiento12. Actualmente este procedimiento diagnóstico puede usarse como terapéutico al momento, como explicaremos más adelante.

ESTIMULACIÓN HORMONAL DIAGNÓSTICA

Para distinguir una agenesia testicular (anorquia) de una criptorquidia bilateral en los casos de testículos impalpables bilateralmente, podemos realizar con confianza el test de estimulación hormonal. Esto consiste en administrar un curso corto de HCG, 2000 UI IM diarias por 3 ó 4 días13. El test está basado en el efecto de estimulación de las gonadotrofinas sobre el testículo para producir testosterona. En la anorquia no subirá la testosterona luego de la estimulación, lo cual sí sucederá cuando exista criptorquidia.

CRIPTORQUIDIA: SUS CONSECUENCIAS

Además del problema estético, las consecuencias más importantes de la criptorquidia son la infertilidad asociada y el riesgo aumentado de desarrollar una malignidad testicular.

INFERTILIDAD

Cuando operamos con éxito un testículo criptorquídico, podemos observar los resultados anatómicos tempranamente, pero no así los resultados funcionales, donde hay que esperar muchos años y la recaudación de la información resulta muy dificultosa; pero a través de los años se ha obtenido excelente información, sobre todo realizando estudios histológicos de dichos testículos.

Desde 1929 el trabajo de la Dra. Cooper nos describe detalladamente la histología de los testí­culos criptorquídicos14. Ella notó anormalidades en dichas gónadas que dependían del tiempo y lugar de localización: entre más tiempo fuera del escroto y más alta su localización, los cambios eran más graves. Estos cambios ocurren en el primer año de vida; en los primeros 6 meses la histología, en especial las células germinales, son iguales a los testículos normalmente descendidos.

Los cambios consisten en: túbulos seminíferos más pequeños, menor número de espermatogonios y aumento del tejido peritubular14. Para el segundo año de vida el 40 % de los testículos no descendidos tienen un número significantemente menor de células germinales, así como destrucción de túbulos semi- níferos35. Estas anormalidades son severas en los casos de criptorquidia bilateral, intermedia en los casos de criptorquidia unilateral, y mínima en el contralateral descendido en los casos de criptorquidia unilateral.

Hoy día una luz emerge para poder relacionar por histología el índice de fertilidad y predecir su futuro en los casos criptorquídeos, a través de la misma se estudia el número, el desarrollo y las anormalidades por medio de biopsias en los testículos.

Se estudia el número de células germinales descrito por Hadzisolimoure17, se determina el número de éstas, por sección de un túbulo germinífero GC/T. Normalmente al nacer existen 4 GC/T, luego con la maduración desciende progresivamente hasta niveles de 1,5 GC/T, durante el segundo año de vida, aumenta lentamente a 2,5 GC/T; al cuarto año y a 3 GC/T en el quinto año de vida; vuelve a aumentar a los 9 años, donde se relaciona con el comienzo de la pubertad.

El testículo criptorquídico falla en lograr un desarrollo normal, especialmente de sus células germinales. Lo primero en documentarse es el reducido número de cédulas de Leydig en las últimas semanas de vida intrauterina. La transformación de células germinales fetales (gonocitos) en células adultas (espermatogonios oscuras, adultas) está retardada y defectuosa, quizás nunca se logre el número normal de estos; por tanto la esper­matogénesis es incompleta. No se desarrollan bien las células de Leydig. En el criptorquídico las células germinales son normales: 4GC/T en los primeros meses de vida, luego cae precipitadamente hasta llegar a 0,5 GC/T al primer año de vida y no aumenta en los 5 años de vida como en los niños normales; a la pubertad el aumento es muy pobre o no ocurre, y hoy día se trata de hacer predicciones y se afirma que los números por debajo de 0,2 ó 0,1 GC/T en testis prepuberales criptorquídicos tendrán pobres espermatogramas y fertilidad reducida cuando adultos.

En promedio, el número de espermatogonios por túbulo (GC/T) en casos unilaterales, es de 0,38; en casos bilaterales baja a 0,25. En los testis normales es de 1-1,5 espermatogonios por túbulo.

Hablando de fertilidad, hay nuevos conceptos que se contemplan: uno es paternidad, ya que muchos hombres con espermatogramas bajos subfértiles han logrado concebir y lo contrario, muchos hombres con cuentas normales no han logrado embarazo; por tanto, con el espermatograma solo no podemos predecir paternidad.

Fertilidad en criptorquidismo bilateral: La

mitad de los hombres con criptorquidia bilateral son infértiles, entre un 44 % y un 62 %18-20. Hay un riesgo de infertilidad mayor de 6 veces que en la población normal.

Fertilidad en criptorquidismo unilateral: Aquí la información es de menor consistencia. Atkinson reporta en un estudio de Gales e Inglaterra5, un éxito en lograr un hijo en un 76 %, comparado con un 74 % de la población, por lo que concluye en que los hombres con criptorquidia unilateral tienen fertilidad normal. Gilhooly21 reporta un 80 % de fertilidad.

Subfertilidad y criptorquidia: Subfertilidad se define como un aumento en el tiempo de concepción, o sea, el tiempo de espera para la concepción de una población, se estima con las probabilidades mensuales de la concepción.

Se hizo un estudio22 donde se consiguió que los pacientes con criptorquidia bilateral tenían un tiempo significativamente largo, comparado con las unila­terales y el grupo control: 33,9, 11,1 y S,S meses, respectivamente, pero no fue significativo el tiempo entre las unilaterales y el grupo control. En conclusión, la paternidad está comprometida en los casos de criptorquidia bilateral, no así en los casos unilaterales.

Aunque de ser esto cierto, actualmente hay data20 que sugiere que los pacientes con mal descenso testicular unilateral, aún en un grado bajo, pueden tener anormal su fertilidad.

El testículo criptorquídico nunca alcanza su potencial de fertilidad completo, debido a una disfunción endocrinológica central, una forma frustrada de hipogonadismo hipogonadotrófico donde el testículo criptorquídico no experimenta el “empuje” gonodotrópico de la infancia.

Jo y Baker han demostrado que los testículos criptorquídicos no revelan el “brote” de testosterona normal que aparece en la época recién nacida de los testículos normalmente descendidos. También en los criptorquídicos está defectuosa la respuesta de LH y FSH a la LHRH3G.

CÁNCER TESTICULAR

El potencial de desarrollar una malignidad gonadal en el testículo no descendido es evidente. Aproximadamente el 10 % de los tumores testiculares germinativos se originan de gónadas criptorquídicas. El riesgo a desarrollar un tumor testicular maligno es de 20 a 40 veces mayor en pacientes con criptor­quidia, comparados con la población general13. También la localización de la gónada está relacionada con el potencial de malignidad, siendo el testículo intrabdominal el que tiene mayor chance de transfor­mación maligna como 4 a ó veces más que las otras localizaciones. También existe un riesgo del 20 % de desarrollar un cáncer testicular en la gónada contralateral normalmente descendida, en los casos de criptorquidia unilateral1S. El 60 % de los tumores vistos en los testículos criptorquídicos son semi­nomas 2S.

Los cánceres testiculares usualmente se desarro­llan en la 3® y 4® década de la vida, y este riesgo no es mitigado por una orquiopexia bien lograda; sin embargo, la localización escrotal permite un mejor examen de la gónada. Es importante examinar periódicamente a los niños postoperados de crip­torquidia (orquiopexia) y enseñarles tan pronto puedan, realizar adecuadamente su propio examen físico y controles periódicos durante toda su adultez.

Tratamiento

El objetivo del mismo es conseguir la localización propia del testículo en el escroto, para mejorar su potencial fértil y permitir una vigilancia más fácil y adecuada. Este manejo puede ser médico, que consiste en terapia hormonal o quirúrgica. Lograr la posición intraescrotal adecuada debe ser lograda antes de que el paciente cumpla los 2 años de edad.

Tratamiento hormonal

Como fue descrito anteriormente, evidentemente existe una endocrinopatía en los pacientes con criptorquidia, lo que ha llevado desde hace más de 25 años el intentar lograr la orquiopexia y mejorar la fertilidad con tratamiento hormonal.

Este tratamiento consiste en administrar HCG para estimular la producción de testosterona por parte de las células de Leydig, o el tratamiento exógeno de LH-RH que ayuda a aumentar los niveles de LH basales. El uso de HCG administrada parenteralmente ha logrado un éxito de descenso apropiado entre un 15 % y un 45 % de los pacientes22.

Las dosis que se han utilizado son variadas en cantidad, desde 1 500 UI hasta 10 000 unidades, variando también el tiempo. En 1982 el estudio Job’s determinó la dosis óptima de 10 000 UI total de HCG, ya que con dosis cercanas a las 15 000 UI se ven efectos medicamentosos como son crecimiento peneano, vello púbico y puede ocurrir cierre epificiario30. El uso de LH-RH que comenzó en Europa en el año 1974 se ha extendido bien y reportan un éxito de un 20 % a 30 %, aproximadamente. Se usa por vía intranasal y más recientemente, el análogo LHRH (buserelín). Los autores Bica y Hadzi- somilovic realizaron un estudio controlado doble ciego, randomizado, con uso de placebo, donde demostraron que los niños criptorquídicos tratados con buserelin lograron una mayor respuesta en el descenso testicular, un mayor número de células germinales por túbulo seminífero y mejor índice de maduración de sus células germinales, comparados con los tratados con placebo de control, y en un trabajo presentado en el Congreso de Andrología, en 1995, en un grupo de niños tratados con buserelín, luego de la cirugía por criptorquidismo, demostró que en estos, en la edad adulta, el análisis del semen se caracterizaba por un mayor número de esperma­tozoides, mayor número de formas normales y de motilidad, comparada con el control de niños no tratados, pero en pacientes no quirúrgicos el buserelín fue pobre en lograr el descenso testicular313237. También es determinante en el éxito del descenso, la localización de la gónada entre más bajo esté el testículo habrá mejor respuesta terapéutica. Se atribuye la gran variedad de respuesta a que muchos de los testículos que descienden son en verdad testículos retráctiles. Debido a su pobre respuesta en nuestro país, no es el tratamiento de elección, y el tratamiento quirúrgico es preferido por los urólogos y los cirujanos pediátricos.

Tratamiento quirúrgico

La cirugía está indicada para: 1. Corregir la hernia inguinal asociada; 2. mejorar el potencial fértil; 3. colocar el testículo en una posición fácilmente palpable; 4. lograr beneficios cosméticos y psicológicos. La cirugía debe realizarse entre los

10   y 24 meses de edad. Como hemos dicho, el 95 % de los pacientes a quienes se les realiza la orquiopexia por criptorquidia unilateral, serán fértiles en comparación con sólo un 30 % a 50 % de fertilidad en aquellos a quienes no se les corrigió.

Orquiopexia. Aspectos técnicos

Lo importante a corregir es que la orquiopexia permita la conservación del testículo y las estructuras del cordón inguinal; la colocación del testículo en una forma libre de tensión, en la posición más pendiente del escroto. Los puntos técnicos incluyen:

a.     Movilización adecuada de las estructuras del cordón hasta el nivel más alto posible, en oca­siones más allá del anillo inguinal interno.

b.      Separación del cordón del conducto o proceso peritoneo-vaginal, en este paso en ocasiones ayuda mucho la disección con solución salina o acuosa; el proceso se diseca y se liga a nivel del anillo inguinal interno.

c.      Se libera el cordón de las adherencias con el cremaster y fasciales para lograr mayor longitud del cordón, cuidando adecuadamente de no dañar los vasos testiculares ni el vaso deferente. Ocasionalmente bañamos el cordón con sustancias vasodilatadoras como la papaverina, para visualizar bien las arterias. En ocasiones se pasa el cordón por debajo de los vasos epigástricos para lograr 1-2 cm más de longitud al rectificar el mismo.

 

 

d.     El testículo debe colocarse en el escroto en lo que llamamos el bolsillo en el dartos, sin tensión y en la parte más dependiente. La fijación del

testículo con material de sutura al dartos, no debe hacerse a través del parénquima testicular, ya que existen estudios que indican que disminuye la fertilidad, quizás sea porque se produce necrosis por presión o se pierde la barrera hemato- testicular con la formación de anticuerpos para ambos testículos33. Todo esto está en debate. Lo ideal es no colocarle suturas sino cerrando el

bolsillo que no permita retracción o movilización del testículo y cuando haya que usar suturas, colocarlas en la túnica albugínea y usar material monofilamento o de nylon, que no produzca reacciones inflamatorias. El procedimiento se realiza lo más cosmético posible con incisiones en los pliegues inguinales, cierre con suturas intradérmicas y en el escroto, siguiendo las líneas de Langer’s. Por lo general son procedimientos que se realizan en forma ambulatoria. Deben usarse lentes magnificadores.

 

e.     En ocasiones, cuando los vasos espermáticos son

muy cortos y no permiten la adecuada posición del testículo en el escroto y sin tensión, puede utilizarse la técnica de Fowler-Stephens, que consiste en ligar los vasos espermáticos, permitiendo que el testículo se irrigue por la arteria deferencial y para ver si esta irrigación será suficiente, se ocluye suavemente los vasos espermáticos y se practica una pequeña incisión en la túnica albugínea, y ésta debe sangrar, lo que permite sacrificar los vasos espermáticos para lograr una mayor longitud. Creo que esta técnica debe evitarse lo más que se pueda, en vista de que

no sabemos si en humanos la sola irrigación por la arteria deferencial al testículo puede producir buenos espermatozoides, ya que en animales hay evidencia de que dicha maniobra puede afectar la calidad del epitelio germinal en el testículo ipsilateral34.

LAPAROSCOPIA: SU USO EN TESTÍCULOS NO PALPABLES

Por más de 20 años, el uso de la laparoscopia con fines diagnósticos es el método de elección para localizar testículos no descendidos no palpables y para planificar el procedimiento de la orquiopexia35. Hoy día, con el advenimiento de la cirugía por laparoscopia, ésta ha incursionado en el campo de la criptorquidia, ha permitido la extirpación de testí­culos muy altos intrabdominales, e igualmente la orquiopexia preservando intactos los vasos esper- máticos2, y también colocar los clips oclusivos vasculares a los vasos espermáticos en preparación de la realización de la orquiopexia de Fowler- Stephens por etapas36, por lo que claramente la laparoscopia tiene un impacto en el manejo quirúr­gico de la criptorquidia y quizás tenga, además, un impacto en la fertilidad.

Existe una amplia evidencia de que la laparos- copia es superior al ultrasonido, a la tomografía computada y a la resonancia magnética, cuando se trata de localizar testículos intrabdominales37. Por ahora es difícil determinar las ventajas de la laparoscopia diagnóstica versus la localización testicular por la cirugía abierta, ya que se encuentra la literatura mencionando a ambos como el “estándar de oro”, pues es evidente que un cirujano capaz puede explorar efectivamente y con seguridad para buscar los testis impalpables a través de una incisión inguinal o abdominal baja.

La laparoscopia nos permite planificar la mejor técnica quirúrgica, porque visualiza el estado del testículo, los vasos espermáticos, nos da la opción de poder ligar los vasos espermáticos cuando quere­mos realizar la operación de Fowler-Stephens, evitando una cirugía abdominal exploratoria.

TÉCNICA DE ORQUIOPEXIA POR LAPAROSCOPIA

Los pasos son similares: se diseca el retro- peritoneo lateral a los vasos y medial al deferente, tan alto como lo permita, y se diseca hasta el anillo inguinal; se toma el gubernaculum y se libera de las adherencias, así como del proceso vaginal, y se corta o se cauteriza para lograr coaptación, también la maniobra de Prentis, se realiza para obtener mayor longitud y si todavía no alcanza bien se pueden seccionar los vasos espermáticos, luego con una pinza que se introduce por el escroto y por el canal, se toma el testis por el gubernaculum y se baja al escroto.

La importancia del conducto peritoneo vaginal patente: Existe una correlación en los hallazgos del proceso vaginal con la viabilidad testicular S : cuando está abierto lo más probable es que el testículo está presente, y cuando está cerrado por lo general está ausente.

La gónada al diferenciarse a testículo migra al anillo inguinal interno y se ancla por el guber- naculum. A los 3 meses de gestación el proceso vaginal se forma como un saco herniario a través de la pared abdominal, débil al lado del gubernaculum y gradualmente se extiende al escroto S. En el último trimestre el testículo desciende rápidamente por el canal inguinal al escroto. Normalmente el conducto (proceso vaginal) se oblitera antes de nacer. Si el testículo falla en descender al escroto, entonces el proceso vaginal usualmente permanece patente: S5 % de los testículos palpables tienen el proceso abierto, y así como el 97 % de los testículos intrabdominales vemos en la torsión testicular perinatal el proceso está cerrado y el testículo atrofiado en el escroto. Consecuentemente, si el deferente y los vasos entran al canal con un proceso cerrado, se debe buscar el testículo atrofiado por una herida inguinal baja; estos deben extirparse, ya que el 13 % puede degenerarse malignamente 39 y para proteger el contralateral, éste debe pexiarse para evitar una torsión futura.

Si los vasos y el deferente entran por un proceso abierto, el testículo viable debe estar en el canal y se debe explorar por vía inguinal.

Si el deferente entra al canal abierto pero no se identifican los vasos espermáticos, probablemente se trate de un testículo intrabdominal con un asa larga del deferente que hay que disecar. Si no entran los vasos ni el deferente, se trata de un testis intrabdominal y generalmente se puede ver endos- cópicamente. Se realiza orquidectomía, orquiopexia en 2 tiempos, orquiopexia en 1 tiempo o auto trasplante testicular con microcirugía vascular.

Si los vasos y el deferente terminan ciegos intrabdominal, quizás se trate de torsión testicular

intrauterina y no se explora más.

Si no se consiguen los vasos, el deferente o el testículo, según la experiencia, si hubo una visua- lización peritoneal hasta el riñón no es necesaria una exploración quirúrgica abierta.

No tengo dudas en que la laparoscopia es útil en el manejo de la criptorquidia y también entiendo que en la mayoría de los casos el tiempo y material empleado pueden opacar los beneficios, pero a medida que más se utilice, se usarán menos equipos como en otros campos, la laparoscopia es competitiva con los procedimientos abiertos y en un tiempo cercano será el procedimiento de elección.

Todavía hay mucho conocimiento por aprender de esta fascinante patología, sobre todo en técnicas quirúrgicas y lo relacionado con la fertilidad.

 

 

 

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Capítulo 6

ANOMALÍAS URETERALES. DUPLICIDAD URETERAL. URETEROCELE

Dr. Ronald Guia Feliche, Dra. Sonia Agreda Pérez

INTRODUCCIÓN


La literatura que trata de las anomalías del uréter ha sido frecuentemente confusa debido a la multitud de términos utilizados. En un esfuerzo para clasificar la variada terminología, la Sesión de Urología de la Academia Americana de Pediatría ha sugerido una terminología simplificada para sistemas dúplex, uréteres ectópicos y ureteroceles1.

La recomendación del Comité de terminología es que el término, riñón dúplex sea usado en vez de riñón doble.

Ectópico y ortotópico, no deben ser usados como sinónimos correspondientes a los uréteres u orificios del polo superior e inferior. En su lugar, es recomendado que se utilice el polo superior o inferior del uréter u orificio ureteral. Ectópico es utilizado principalmente para describir un uréter con su orificio que drena en un lugar sobre el labio cercano al cuello de la vejiga o más caudalmente, sea que el uréter forme parte de un sistema renal sencillo o doble.

Ureterocele ectópico es un término útil para describir el ureterocele que tiene una porción situada en el cuello de la vejiga o en la uretra. Ortotópico, es un término confuso que lo mejor es evitarlo; es preferible usar ureterocele intravesical, para describir un ureterocele próximo al cuello de la vejiga. El término sencillo debe ser eliminado para describir un ureterocele intravesical, porque éste no clarifica si el ureterocele es parte de un sistema doble o sencillo.

TERMINOLOGÍA

Riñón dúplex: riñón en el cual están presentes dos sistemas pielocaliciales.

Polo superior (inferior): uno de los componentes

de un sistema dúplex.

Sistema dúplex (duplicado): una unidad renal en la cual el riñón tiene dos sistemas pielocaliciales y está asociado a un uréter sencillo o uréteres bífidos (duplicación parcial o incompleta), o dos uréteres (uréteres dobles) que separadamente vacían dentro de la vejiga (duplicación completa).

Sistema bífido: una forma de duplicación en la cual dos sistemas pielocaliciales se unen en la unión urétero piélica (pelvis bífida), o en la cual dos uréteres se unen antes de unirse dentro de la vejiga (uréteres bífidos).

Uréteres dobles: los dos uréteres asociados con duplicación completa. Cada uréter independiente drena un sistema pielocalicial separado y se abre separadamente dentro del tracto genital o urinario.

Polo ureteral superior (inferior): el uréter que drena el polo superior (inferior) de un sistema dúplex.

Orificio del polo superior (inferior): el orificio asociado con el uréter que drena el polo superior (inferior) de un riñón dúplex; el orificio de un uréter de un polo superior (inferior).

Ectopia lateral (de un orificio ureteral): un orificio situado lateral a su posición normal.

Ectopia caudal o medial (orificio ureteral): un orificio situado en el labio proximal del cuello de la vejiga, o después de éste.

Uréter ectópico: un uréter que drena en un sitio anormal. Sin embargo, toda vez que el término ha sido utilizado tan ampliamente para significar un uréter cuyo orificio, es caudalmente ectópico, esta última definición continúa siendo aceptada.

Ureterocele intravesical: un tipo de ureterocele que ha sido totalmente localizado dentro de la vejiga. Un ureterocele intravesical puede estar asociado con un sistema sencillo o único. Pero también puede estar asociado con el uréter del polo superior de un sistema completamente duplicado; sólo rara vez está asociado con un uréter del polo inferior.

Ureterocele ectópico: un tipo de ureterocele en el cual alguna porción del ureterocele está permanentemente situado en el cuello de la vejiga o en la uretra. El orificio puede estar situado en la vejiga, en el cuello de la vejiga o en la uretra.

 

ANOMALÍAS DE DUPLICACIÓN EN EL TRACTO URINARIO SUPERIOR EN NIÑOS

 

La duplicación de la pelvis renal y del uréter son las anomalías más comunes del tracto urinario superior, descubiertas de manera incidental asociado con síntomas generales o urinarios. La verdadera incidencia de duplicación varía desde un 0,8 % en series de autopsia2 hasta un 40 % en las revisiones de urografías3. En caso de duplicación bilateral, el grado de duplicación no necesariamente es el mismo en ambos lados. Hay una tendencia familiar con mayor frecuencia en las niñas.

La duplicación está asociada con una alta incidencia de otras anomalías del tracto urinario, debido a la inducción anormal del blastema metanéfrico por alteraciones de la yema ureteral. Son comunes hallazgos, la hipoplasia renal y la displasia4.

La duplicación puede ser completa o incompleta. La duplicación incompleta es un común hallazgo en la cual cada segmento renal drena de manera individual, separado por pelvis o uréter, uniéndose estos en punto variable entre la unión pielo-ureteral y la unión urétero-vesical (Figura 6.1).

Aproximadamente 25 % de los sistemas incom­pletos se unirán en el tercio distal del uréter; 50 % en el tercio medio y 25 % en el tercio superior.

Desde el punto de vista embriológico, la base presumible de esta anomalía es una bifurcación de la yema ureteral, por encima de la unión del conducto mesonéfrico.

La duplicación “invertida” (caudal), es aquella en la cual el uréter proximal es único y el uréter distal es duplicado.

La duplicación puede existir en asociación entre la obstrucción del polo superior (debido a ureterocele o uréter ectópico), con o sin reflujo del polo inferior.

REFLUJO Y SISTEMA BÍFIDO

El reflujo vésico ureteral puede ocurrir en un sistema bífido, trayendo como consecuencia lesiones cicatriciales de ambos segmentos renales, por pielonefritis frecuente. Si la unión de los dos uréteres es proximal, esto es, por encima de los vasos ilíacos se puede realizar un reimplante estándar del segmento distal común y esto eliminará el problema. Con uniones bajas, sin embargo, la localización exacta y precisa de la unión es crucial para la corrección exitosa. Si el segmento ureteral distal común es reimplantado con técnica antirreflujo dentro de la vejiga, el riesgo de obstrucción de ambos uréteres es importante. Para la unión ureteral baja el segmento distal común debería ser resecado y reimplantado en su misma “envoltura” convirtiendo el sistema en una duplicación ureteral completa y así previniendo la obstrucción y reflujo urétero-ureteral.

Si en el control posoperatorio persiste el reflujo o la obstrucción, entonces una pielopielostomía o urétero-ureterostomía ipsilateral sería la conducta más recomendada.

REFLUJO URÉTERO-URETERAL

Ante un sistema duplicado la actividad peristáltica y el flujo de orina pueden condicionar al reflujo hacia uno de los segmentos ureterales más bien que un flujo de orina hacia el segmento común ureteral. Aunque la hidronefrosis masiva ocurre raramente es frecuente el estasis, o una moderada dilatación en ambos segmentos ureterales. Clínicamente se manifiesta por dolor abdominal o lumbar en especial en niños mayores o en crecimiento.

El ecosonograma abdominal orientará, sin embargo, la confirmación de la peristalsis retrógrada se establece durante la realización de la urografía de eliminación, utilizando intensificador de imágenes.

Si la unión de ambos uréteres es en su llegada a la vejiga común; hay que convertir este sistema incompleto, en un sistema completo de duplicación para su reimplante5. Cuando la unión es más proximal en localización, la pieloplastia con excisión de todo el uréter redundante distal tenderá a desaparecer.

Es fundamental la disección cuidadosa del uréter restante a fin de no lesionarlo y de no comprometer el suministro sanguíneo.

En pocas ocasiones la polectomía está indicada ya que la función renal de ambos segmentos es satifactoria.

URÉTER BÍFIDO-CAUDAL

De las formas de duplicación ureteral incompleta, la bifurcación caudal es la más rara. En ella, el uréter es único proximalmente y luego se bifurca en dos uréteres entrando uno o ambos hacia la vejiga separadamente, o uno terminando de manera ectópica. Desde el punto de vista embriológico, esto puede ser causado por dos yemas ureterales separadas alrededor del conducto mesonéfrico antes de fusionarse y de alcanzar el blastema metanéfrico.

DUPLICACIÓN URETERAL CIEGA

Estos segmentos ureterales pueden ser pequeños y estar asociados o no, al reflujo. La mayoría de los dos orificios están localizados dentro de la vejiga y en algunas circunstancias el uréter ciego puede ser ectópico, presumiblemente como resultado de una yema ureteral que se origina más proximal al conducto mesonéfrico.

En los estudios radiológicos pueden confundirse con un divertículo paraureteral. En situaciones en las que no se asocia a infección urinaria o reflujo, las conductas quirúrgicas, pueden esperar.

En aquellos pacientes con segmentos largos, infección o reflujo requerirán corrección quirúrgica6, con reimplante del uréter accesorio. Es importante resaltar que en la cirugía en sistemas dobles, es fundamental no desvacularizar la unidad ureteral que queda; incluso en ciertas circunstancias se abre el uréter a extirpar en sentido longitudinal dejando adherido éste al uréter que queda, con la finalidad de no comprometer el aporte sanguíneo.

SISTEMA DUPLICADO OBSTRUCCIÓN UNIÓN URÉTERO PIÉLICA

Las obstrucciones de la unión pieloureteral en sistemas duplicados suelen afectar al polo inferior7-

10.     Una teoría sobre la etiología de la obstrucción de la unión urétero-piélica y de los sistemas del polo inferior sugiere que el reflujo urétero-piélico, causa plegamiento e inflamación alrededor de la unión; lo que origina una obstrucción que persiste incluso después que el reflujo es corregido o desaparezca11. Es característico que el uréter del polo superior tenga un solo infundíbulo sin una pelvis verdadera, y el polo inferior, esté constituido por dos o más cálices mayores y una verdadera pelvis.

Los pacientes pueden manifestar síntomas de dolor en el flanco, tumoración abdominal o infección urinaria. Más aún, en el período prenatal se puede detectar este hallazgo. Una vez establecida la hidronefrosis se realiza la cistografía miccional a los efectos de descartar la presencia de reflujo vesico- renal. La urografía de eliminación es orientadora y útil para conocer la anatomía.

La función de las porciones renales afectadas serán evaluadas utilizando la gammagrafía renal diurética. Entre los radiofármacos principales están el Mercaptoacetiltriglicina marcado con Tc99m (Tc99m MAG.3) el cual se une a las proteínas plasmáticas en el 90 % y es excretado por secreción tubular. Es un agente excelente para medir el flujo plasmático renal; además de proporcionar unas buenas imágenes. El MAG.3 es el agente de elección para la gammagrafía renal diurética12,13.

El ácido dietilenotriaminapentacético marcado con Tc99m (Tc99m DTPA), se une poco a las proteínas y se excreta a través de la filtración glomerular, no se secreta ni reabsorbe en los túbulos. Es eliminado con rapidez a través de la pelvis y el uréter.

El ácido dimercaptosuccínico (DMSA), perma­nece unido a los túbulos renales proximales durante

12   a 24 horas. Las imágenes se obtienen entre las 2 horas y 6 horas de haberse administrado, lo cual permite obtener unas buenas imágenes de la corteza renal y un cálculo bastante exacto de la función diferencial. En lactantes y prematuros los estudios no son óptimos debido a inmadurez renal al igual puede suceder con cualquier tipo de nefropatía. En tal sentido, se recomienda realizar el estudio después del segundo mes de vida.

Cuando utilizamos la gammagrafía renal y el aclaramiento con diurético hay que tener presente que el tiempo medio es influido por el tamaño de la pelvis renal, la diuresis y de hecho, por el grado de obstrucción. En tal sentido, los estudios realizados para establecer el grado de función renal, el diámetro ecográfico de la pelvis renal, deberán ser interpre­tados en su conjunto a los fines de elegir el enfoque y momento más adecuado para intervenir.

La cistoscopia con ureteropielografía son de mucha utilidad a los efectos de considerar la longitud de la estenosis y otras patologías o alteraciones asociadas y así planear la cirugía correctora.

El tratamiento quirúrgico de la obstrucción pielo- ureteral dependerá de la variante anatómica de cada paciente, el grado de función renal, la presencia de infección y la edad del paciente (Figura 6.2).

En la duplicación completa, la conducta quirúr­gica puede ser una pieloplastia desmembrada del polo inferior. (Figura 6.2a). Si la longitud del uréter del polo inferior es corta y la duplicación es parcial, se reseca el uréter del polo inferior hasta la unión urétero-ureteral y se realiza una pielo ureterostomía del polo inferior al polo superior (Figura 6.2b). En presencia de una hidronefrosis masiva en el polo inferior con pobre o nula función del parénquima afecto, puede realizarse la polectomía o si la situación clínica particular, es de un riñón único con este problema, la ureterocálico anastomosis es una opción a considerar (Figura 6.2c y 6.2d). Los uréteres ectópicos, procedentes del polo superior y los ureteroceles se tratarán con polectomía superior, o con ureteropielostomía, pielopielostomía del polo superior al inferior; todo dependiendo del grado de función renal presente (Figura 6.2e). En algunas circunstancias la anastomosis de la pelvis del polo superior al inferior se realiza, en el mismo momento que se realiza la pieloplastia del polo inferior (Figura 6.2f). Sin embargo, la intervención para salvar un pequeño segmento superior puede poner en peligro el polo inferior el cual usualmente es de mayor tamaño y es más funcional; esto ocurre cuando el polo superior está muy dilatado y anastomosarlo con un segmento pieloureteral delicado del polo inferior puede resultar en ocasiones sumamente difícil. Por esta razón, en algunas ocasiones se realiza la polectomía en niños con anomalías de duplicación. Es importante la disección cuidadosa del pedículo renal ya que lesiones de la íntima en el lactante pueden originar trombosis arterial.

Al realizar la exploración de la unión pieloureteral hay que tener presente los vasos polares o malformaciones vasculares que pueden ocasionar cierto grado de hidronefrosis, en cuyo caso el tratamiento consiste en separar el uréter del vaso, colocándolo en situación anterior a éste y realizar una anastomosis término terminal, o cualquier anastomosis que permita la continuidad de la vía excretora.


 


El reflujo presente en la misma unidad, o en el riñón contralateral se observará bajo profilaxia antibiótica siempre que no exista obstrucción de la unión pieloureteral del polo inferior.

En la actualidad los sistemas duplicados pueden ser tratados mediante laparoscopia, endopielotomía anterógrada y retrógrada. La experiencia en niños con estas técnicas es más limitada que en los adultos14. Los resultados obtenidos hasta ahora prometen su aplicación en niños menores de cuatro años, donde la dilatación con balón ha sido suficiente para tratar la estenosis15.

Estos procedimientos quirúrgicos conllevan la realización de estudios diagnósticos, tales como la tomografía helicoidal computada o la ecografía endoluminal a los fines de detectar y localizar los vasos cruzados a nivel de la unión pieloureteral, permitiendo los hallazgos planear la técnica quirúrgica más adecuada16.

Terai17, realiza una fístula entre las dos pelvis renales (endopielo pielotomía anterógrada). Esta técnica implica introducir inicialmente un catéter balón ureteral de manera retrógrada en la pelvis del polo superior. Luego a través de un abordaje percutáneo de la pelvis del polo inferior se realiza con un uretrotomo una incisión sobre el balón, localizado en el polo superior creando así una “ventana”. Sin embargo, son pocos los trabajos utilizando estás técnicas en sistemas dúplex.

DUPLICACIÓN URETERAL COMPLETA CON ORIFICIO EN VEJIGA

En la duplicación ureteral completa, el orificio del uréter correspondiente al polo superior, será caudal y medial en relación al orificio del uréter del polo inferior, siguiendo la regla de Weigert-Meyer18.

De los hallazgos más frecuentemente encontrados en los sistemas duplicados, el reflujo vésico renal es el más común, debido a la posición más lateral y craneal del orificio correspondiente al polo inferior, ocasionando un túnel intramural más corto. A diferencia, del orificio correspondiente al polo superior, en la cual la yema ureteral de una posición más craneal sobre el conducto mesonéfrico, asumirá una posición más medial y caudal en la vejiga, por esto el túnel intramural es más largo, y con menos probabilidad al reflujo.

Cuando el reflujo es encontrado en ambos sistemas los orificios están frecuentemente unidos

 

 

(lado a lado), presumiblemente a la posición normal de los conductos mesonéfricos. Este reflujo vésico renal en ambos sistemas no mantienen un mismo grado de compromiso, con un mayor grado en el sistema inferior. Muy raramente existirá un grado mayor de reflujo en el sistema superior (Figura 6.3).

La presencia de duplicación y reflujo era condi­ción para la corrección quirúrgica. Sin embargo, este enfoque ha cambiado. Los tratamientos eran aplicados bajo los mismos criterios para los sistemas simples. Kaplan19 aplicó el concepto de analizar cada orificio ureteral y su potencial desaparición del reflujo de manera espontánea y bajo tratamiento médico profiláctico. Posteriormente, se demostró que no siempre ocurría así en la mayoría de las veces20. Se concluyó con esto que los grados bajos de reflujo y sistemas dúplex sin dilatación ureteral deberían ser controlados con estudios radiológicos y tratamiento profiláctico debido a que el reflujo tiene la tendencia a desaparecer con el crecimiento lineal del niño y el aumento del túnel intramural. Altos grados de reflujo, con dilatación ureteral asociada con ausencia de túnel sub-mucoso, pielo- nefritis a pesar de tratamiento profiláctico y con cicatrices renales progresivas ameritarán corrección quirúrgica.

En general, en los sistemas duplicados con reflujo cada unidad renal debería ser individualizada y la conducta quirúrgica será establecida basado en el grado de función renal. Si el polo inferior es displásico o contribuye poco a la función renal total la heminefrectomía y ureterectomía será realizada. Esto será necesario en aproximadamente 25 % de los casos en sistemas duplicados y con reflujo que ameritarán cirugía21.

 

 

No hay un criterio exacto o uniforme con el manejo del muñón ureteral distal refluyente; por una parte, algunos cirujanos urólogos rechazan dejar el muñón de reflujo como un foco para las infecciones recurrentes, otros, simplemente ligan el uréter lo más distal posible (Figura 6.4a). Sin embargo, la técnica de Johnston22, en la cual el muñón es abierto y el hiato de la vejiga reforzado es un método extravesical del manejo del problema (Figura 6.4b).

En caso de buena función de ambos segmentos renales el reimplante de ambos uréteres conservando el rodete común por técnica transvesical es la mejor opción; ya que se conserva la adventicia y su irrigación.

En ciertas circunstancias los uréteres pueden entrar a la vejiga separadamente en lugar de un hiato común, siendo necesaria la movilización individual de cada uno, para poder reimplantarlo. Este procedimiento es adecuado en el caso de uréteres de igual calibre. Si uno de los uréteres se encuentra muy dilatado el remodelamiento es necesario para alcanzar un diametro y una longitud adecuada.

Una alternativa en el tratamiento de uréteres con diámetro desproporcionado y reflujo es anastomosar el uréter con reflujo al uréter no refluyente proximalmente (ureteroureterostomía o uretero- pielostomía ), y extirpar el uréter distal refluyente; permitiendo a la totalidad del riñón drenar a través del uréter no refluyente. La alternativa de realizar la anastomosis cerca del riñón (proximal), es una buena opción sobre todo en pacientes con vejigas trabeculadas, atónicas o gruesas; donde los resultados del reimplante son menos favorecedores. En algunas situaciones particulares la técnica de Psoas Hicth ofrece una solución para la reconstrucción. En caso de duplicación incompleta (Y o V), el tramo ureteral único puede usarse cuando es largo. Otra opción, es extirpar el tramo común y convertir la duplicidad incompleta en completa.

Si en el control posoperatorio, se aprecia reflujo u obstrucción en uno de los uréteres, entonces una pielopielostomía o urétero-ureterostomía ipsilateral será las proposiciones más adecuadas.

URETEROCELE

Los ureteroceles son dilataciones quísticas del uréter intravesical23,24. En los niños, los ureteroceles se asocian frecuentemente a sistemas duplicados y es el polo superior el afectado (80 %). Puede presentarse con un orificio de localización ectópica

 

(60 %) en la uretra, mientras que en los adultos, suelen formar parte de un sistema único el cual es intravesical. Son más frecuentes en las niñas y más comunes en la raza blanca. En un 10 % pueden ser bilaterales. Los ureteroceles ectópicos en sistemas únicos son poco frecuentes y son más comunes en los varones. El orificio del ureterocele suele ser estenótico (Figura 6.5).

EMBRIOLOGIA

No hay hasta ahora una base embriológica. El conducto de Wolf se forma como un cordón sólido de células que crece distalmente a partir del mesonefros, empezando a canalizarse cuando se une el seno urogenital. Chawalla25, ha sugerido que la ruptura incompleta de la membrana ureteral que existe entre el esbozo ureteral y el conducto mesonéfrico causa obstrucción dando lugar a la formación del ureterocele. Sin embargo, no explica esta teoría la formación de ureteroceles con orificios ureterales permeables en la uretra26, Tanagho27 propone que la formación del ureterocele se debe a un retraso en la llegada del esbozo a la vejiga con la aparición de una expansión como parte del “acampanamiento” del conducto excretor común.

Stephens26, en estructuras histológicas ha demos­trado un déficit muscular intrínseco que no está presente en los uréteres ectópicos sin formación de ureterocele.

Es posible que los ureteroceles en uréteres únicos no sean congénitos en todos los casos sino que, pueden aparecer en la edad adulta. La infección, inflamación o alguna patología pueden comprometer el orificio del uréter, provocando un prolapso ureteral hacia la luz de la vejiga causando el ureterocele típico del adulto (cabeza de cobra).

Basado en la localización del sitio del ureterocele, y sus implicaciones en el riñón.

Stephens26 los agrupa en cuatro categorías:

-        Estenótico: orificio pequeño, dentro de la vejiga.

-        Esfínteriano: orificio en el interior del esfínter interno, produciendo una obstrucción relativa excepto durante la micción.

-        Esfínter estenótico: el orificio es estenótico y por consiguiente, el ureterocele no se vacía con la micción y puede causar obstrucción.

-        Cecoureterocele: orificio en la vejiga urinaria

con una lengüeta final (cecal) ciega que se

extiende por debajo de la mucosa hacia la uretra.

Churchill28, establece una clasificación basada en la cantidad total de tejido renal o de unidades renales que presentan un riesgo de sufrir lesiones, consecuencia de la obstrucción o del reflujo.

Sin embargo, la clasificación actual recomendada establece ureterocele intravesicales (situados totalmente en la vejiga) y ureterocele ectópico (una parte situada en el cuello de la vejiga o en la uretra)

FORMA DE PRESENTACIÓN Y DIAGNÓSTICO

La forma de presentación en la mayoría de los niños con malformaciones congénitas es la infección urinaria2930. Aunque ésta puede orientarnos de alguna anomalía congénita como uropatía obstructiva (50 % al 10 % de los pacientes), reflujo (40 %), en el resto de los recién nacidos o lactantes, no se encuentra alguna anomalía estructural31. Sin embargo, cicatri-ces renales en los estudios con ácido DMSA, están presentes aun sin reflujo32.

Hoy, casi todos los pacientes se diagnostican en el período prenatal. En la Clínica Mayo, la media de edad en el momento de la presentación inicial durante la última década y en el Texas Southwestern fue de tres meses, y más del 60 % de los ureteroceles se detectaron en el período prenatal33.

Por lo tanto, cirujanos urólogos pediatras nos enfrentamos a la gran responsabilidad de establecer el pronóstico de la hidronefrosis congénita asinto- máticas, que pueden ser o no de origen obstructivo. La unidad renal obstruida puede ser palpada en estos recién nacidos asintomáticos, pero la mayoría no presenta ninguna anomalía clínica evidente. Algunos recién nacidos se encuentran en un estado de gravedad (sepsis), consecuencia de un sistema obstruido.

La mayoría de los ureteroceles se descomprimen durante la micción. En las niñas la causa más frecuente de obstrucción uretral es el prolapso uretral de un ureterocele34. El dolor en la región lumbar o en el abdomen es común en niños mayores.

La ecografía es el procedimiento de detección inicial en los niños con síntomas urológicos. Es típico observar una masa intravesical de aspecto quístico, definida, precisa, ubicada en la pared posterior de la vejiga, pudiendo estar presente una dilatación ureteropiélica, o un grado de dilatación en el polo superior de un sistema duplicado. Debe evaluarse el espesor del parénquima afectado ya que a menudo, se asocia a una displasia o una mala función.

Se realizará una cistografía miccional en todos los pacientes. Hasta un 50 % del polo inferior homolateral y un 25 % de las unidades renales contralaterales presentan un reflujo vésicoure- teral29 35. Considerando la falta de un buen apoyo sobre el músculo detrusor, el ureterocele puede presentar una eversión en la fase miccional pudiendo confundirse con un divertículo de Hutch y en contados casos la invaginación de la mucosa del ureterocele en el hiato ureteral grande, puede evitar un reflujo.

Es importante realizar el estudio con un catéter recto ya que el balón de una sonda de Foley puede ocasionar errores y confusión con un ureterocele.

La urografía de eliminación permite conocer algunos signos típicos; por ejemplo, se aprecia un desplazamiento hacia abajo del polo inferior y una ausencia del infundíbulo del polo superior con un desplazamiento ureteral del polo inferior (flor dormida), causado por el uréter dilatado del polo superior. En el cistograma puede apreciarse una sombra negativa del ureterocele no opacificado, ocupando gran parte de la vejiga; hay que tener presente que cálculos vesicales, coágulos, tumores o gas en el recto, pueden confundir con el diagnóstico.

En el ureterocele del adulto, la función renal suele ser buena por lo cual el ureterocele se llena de contraste vesical y queda separado por el contorno vesical; dando esto la imagen de un halo transparente y fino, pared del ureterocele (cabeza de cobra).

Para evaluar la función renal se debe utilizar la gammagrafía renal diurética. Los segmentos del polo superior obstruidos tendrán una función pobre, menor del 10 %, lo cual será una contribución mínima a la función renal total. Estos datos son importantes a la hora de tomar una decisión quirúrgica, pero no es útil para predecir el grado de recuperación de la función renal en el segmento obstruido. Es recomendable usar isótopos que se “fijen” al túbulo renal, (DMSA o MAG.3). En vez de los agentes manejados por filtración glomerular, (DTPA marcado con Tc-99m), ya que los primeros definen con mayor claridad los focos renales con función reducida12.

En todo paciente que no puede vaciar voluntaria­mente la vejiga, se recomienda y sobre todo, en lactantes y recién nacidos, el cateterismo vesical, ya que hay estudios que demuestran que el aumento de la presión intravesical puede ser transmitido al tracto urinario superior, simulando una obstrucción.

La cistoscopia, es de valor y orientación en algunos casos sin embargo, a menudo ofrece resultados variables y puede ocasionar confusión. La pielografía retrógrada orienta en el diagnóstico, sobre todo con anomalías del polo superior.

Debe iniciarse el estudio evaluando la uretra en toda su longitud y una vez dentro de la vejiga, llenar ésta a una velocidad de infusión lenta ya que muchos ureteroceles pueden comprimirse por la presión que se genera en el interior vesical, o pueden evertirse y crear un falso divertículo. En ocasiones las maniobras de presión sobre el flanco ayudan a distender el ureterocele haciéndolo más evidente y en casos infectados este masaje puede demostrar la salida de material purulento.

En ciertas circunstancias el extremo inferior dilatado de un uréter ectópico o un megauréter eleva el trígono vesical creando un aspecto cistoscópico, radiológico y ecográfico de un falso ureterocele. Es lo que se denomina pseudoureterocele36,37.

La incisión endoscópica de esa formación vesical que “abomba” producirá un reflujo o una inconti­nencia (puesto que el uréter ectópico no tendría un respaldo del detrusor), y la incisión realizada puede causar un importante compromiso en el cuello vesical. De manera que, el tratamiento adecuado del uréter ectópico depende de la función del polo renal comprometido y del grado de dilatación ureteral.

La tomografía computada juega un rol discreto en el diagnóstico de niños con ureterocele.

Los quístes trigonales son muy raros, pero cuando están presentes pueden confundir en la cistoscopia, por ello se recomienda la inyección con contraste para identificarlos.

ENFOQUE Y OPCIONES DE TRATAMIENTO

El tratamiento adecuado exige el control de la infección, la preservación de la función renal y la continencia urinaria. Para ello, es necesaria la precisión diagnóstica y el momento oportuno de la intervención. En lo referente a las uropatías congénitas la conducta se orienta hacia la vigilancia in útero y asesoramiento a los padres. En un recién nacido con un ureterocele sintomático (infección o sepsis) podrá ser necesario un drenaje percutáneo, ureterostomía o una incisión del ureterocele;

posterior a lo cual y en su debido momento, se realizará la reconstrucción definitiva. Sin embargo, un recién nacido con un ureterocele asintomático el tratamiento será totalmente diferente.

Hay consideraciones técnicas que son diferentes entre un ureterocele ectópico de aquellas para un ureterocele intravesical (Figura 6.6). Con el objetivo de alcanzar la descompresión del ureterocele una punción baja del mismo, para mantener un “flap” o colgajo del ureterocele colapsado continúa siendo una aproximación bastante uniforme entre diferentes autores38-40.

Existe controversia acerca del tratamiento de la extensión de un ureterocele ectópico dentro de la uretra y ha sido expresada preocupación de que siguiendo a la descompresión una porción de obstrucción distal permanece. Sin embargo, Schlussel y col.39 y Smith y col.40 informaron que no habrá problema con la extensión uretral después de la punción intravesical únicamente.

Cuando la técnica se usa según Blyth41, para incindir la extensión intrauretral del ureterocele hacia arriba estamos claramente dentro de la vejiga y uno puede crear una situación donde la abertura del cuello de la vejiga abre el orificio del ureterocele conduciendo a mayor incidencia de reflujo.

Ésta puede ser la razón de la alta incidencia de reflujo después de la punción, visto en la serie de Blyth41 y esta preocupación de la extensión distal del ureterocele puede estar más relacionada cuando la extensión uretral pudo permanecer como un extremo puntiforme atrapando orina durante el vaciado y por esta razón obstruyendo la uretra4243.

El método tradicional del ureterocele ectópico asociado a una unidad renal dúplex fue la recons­trucción total con extirpación del ureterocele, reconstrucción del detrusor y reimplante del uréter del polo inferior ipsilateral y del uréter contralateral, y si fuese necesario siguiendo a esta operación en la vejiga, se hacía una incisión separada en el flanco, posterior a lo cual se realizaba una nefrectomía parcial del polo superior43,44. Si el polo superior tenía función cuestionable o el niño estaba muy comprometido para garantizar este abordaje, el uréter del polo superior era exteriorizado temporalmente mediante ureterostomía cutánea. Monfort y col.45, utilizaron esta técnica en 18 pacientes con una recuperación significante de la función en 3 pacientes, lo cual indicaba que este abordaje es raramente indicado.

 

Toda vez que los ureteroceles estén presentes en niños menores de 1 año, el enfoque de reconstrucción total requiere de una extirpación técnicamente compleja y cambiante de un ureterocele, a menudo con proyección o extensión uretral. En este sentido, las complicaciones son frecuentes46. Si el ureterocele es incindido pero el cuello de la vejiga imperfecta­mente reconstruido, puede surgir la incontinencia47. Ésta puede ser el resultado del corte incompleto de un ureterocele que tiene un orificio mas allá del mecanismo esfinteriano, dejando un canal de “doble pase” al control esfintérico48. Debido a estas implicaciones secundarias a la reconstrucción total en los primeros años de vida, se han ensayado métodos alternos de tratamiento para ureteroceles. En unidades renales dúplex con un ureterocele ectópico, la unidad del polo superior generalmente no demuestra suficiente capacidad funcional para ser salvado35,49. Basado en este principio la nefrectomía parcial del polo superior con descom­presión del ureterocele y posteriormente un abordaje quirúrgico a la vejiga sería un procedimiento “simplificado”29,50,51. “El uréter del polo superior fue seccionado hasta el nivel de los vasos ilíacos y dejado abierto para facilitar la descompresión del ureterocele”. La intención de esta descompresión era que podría simplificar la cirugía vesical la cual sería llevada a cabo cuando el niño fuese mayor o simplemente ya no era necesario. Se constató que esta descompresión con esta técnica tenía ciertos beneficios adicionales como era eliminar el reflujo o la obstrucción del polo inferior ipsilateral y del reflujo contralateral. En la serie de Hausman33, el grado de reflujo encontrado parecía ser importante. Si el grado de reflujo era inferior al grado III, del uréter del polo inferior ipsilateral o el uréter contralateral, el 60 % de los casos no requirió de cirugía, por la espontánea resolución del reflujo. Sin embargo, grados superiores de reflujo en un 96 % requirió de cirugía posterior para el reflujo. Otras series reportadas, han encontrado la necesidad de cirugía vesical en un promedio entre 25 % y

50   %29,51,52.

Husmann33, señaló en un 6 % de sus pacientes tratados mediante la polectomía superior, la presencia de incontinencia urinaria de stress, luego de que el niño aprendía a utilizar el baño. En estos casos parecía que el tamaño del ureterocele distendido distorsionaba el cuello vesical lo suficiente para causar incompetencia luego de la descompresión.

Kroovand y Perlmmutter53, posterior a la polec- tomía superior, o a una reconstrucción alta realizan mediante un abordaje extravesical retroperitoneal la movilización del uréter dilatado hasta la altura del hiato del detrusor. En caso de que el tejido que envuelve a los uréteres sea denso o fibrótico se abre parte del uréter del polo superior y se mantiene adherido al uréter del polo inferior. El ureterocele no se extirpa, permitiendo la coaptación del hiato del detrusor no cerrándose éste, evitando con ello, distorsión del cuello vesical y la uretra.

Sherz54, marsupializa de manera abierta el ureterocele y realiza un reimplante homolateral. La pared anterior del ureterocele se reseca y los bordes del piso de éste se suturan al piso de la vejiga. Según el autor, no hubo mayores problemas con la debilidad del respaldo del detrusor y no se presentó obstrucción vesical.

Estos procedimientos evidentemente contemplan la extirpación del ureterocele como fundamento del tratamiento. Pero también es cierto que muchas de las patologías detectadas puedan resolverse sin tratamiento.

La experiencia con estos enfoques “simplifi­cados” ahora han aumentado lo suficiente para indicar que muchos cirujanos urólogos pediatras creen que este tipo de abordaje para el tratamiento del ureterocele ectópico con sistema dúplex permitirá a la mayoría de los niños así tratados evitarle un procedimiento secundario en la vejiga, pero la realidad de la reconstrucción del tracto urinario inferior continuará siendo importante.

La obstrucción contralateral o del polo inferior homolateral puede desaparecer cuando se descom­prime la vía superior.

Los ureteroceles sin reflujo son asintomáticos después de su vaciamiento.

Cuando el abordaje vesical está indicado, es por presencia de un importante reflujo hacia el polo inferior homolateral, infección urinaria recurrente por un ureterocele que actúa como un falso divertículo, existe un colgajo que obstruye el cuello vesical y la uretra o, estamos en presencia de un reflujo en el ureterocele.

Si hay reflujo en el ureterocele del uréter del polo superior, éste debe ser vaciado y ligado, implicando considerar la posibilidad de un procedimiento para removerlo junto con el muñón restante en el momento mismo de la intervención o cuando el niño sea mayor. Finalmente, un dren de Penrose es dejado en el área intervenida. El tiempo de hospitalización varía entre dos a tres días.

Si el ureterocele tiene una extensión uretral, es muy importante considerar no dejar “labio” distal de mucosa ya que podría ocasionar obstrucción por una falsa válvula. La lengüeta uretral del ureterocele puede ser resecado y el cuello vesical cuidadosa­mente reconstruido antes de cerrar la mucosa o si el cuello vesical y uretra no están dilatados por el ureterocele sencillamente quitando el techo del ureterocele en su parte que se prolonga hacia abajo de la uretra será suficiente.

Un ureterocele especialmente los ectópicos, a menudo ensanchan el cuello vesical, por ello es importante la reconstrucción de este defecto una vez, que ha sido resecado el mismo. La técnica de Keeling descrita por Stephens26, permite mediante una serie de puntos de sutura evertir el detrusor hasta que el cuello vesical tenga un diámetro normal. El borde de la mucosa del ureterocele es un punto de referencia en cuanto a la cantidad de eversión que se necesita cuando la mucosa está reaproximándose al cuello de la vejiga; entonces puede asegurarse la reconstrucción del cuello vesical. Al ir movilizando el ureterocele el muñón ureteral del polo superior se movilizará con el orificio del uréter del polo inferior, esta disección puede ser lograda totalmente de manera intravesical después que el uréter del polo inferior ha sido lo suficientemente movilizado para un adecuado reimplante, el muñón del uréter del polo superior es abierto por sus paredes opuestas al mango adventicial que envuelve el uréter del polo inferior. No debe disecarse la pared del uréter del polo superior que está contigua con el uréter del polo inferior. De esta manera habrá menos posibilidad de compromiso del uréter inferior. Finalmente, un reimplante tipo Cohen puede ser llevado a cabo para mantener el trayecto del uréter alejado del área de la reconstrucción vesical reciente. Se colocará un catéter ureteral cuando el uréter del polo inferior es anormal.

Muchos de estos niños posterior a la polectomía superior tendrán un reflujo en un 18 % a 45 %2933, persistiendo éste en un 50 % a los 2 años, lo cual implicaría al final una reparación quirúrgica.

La historia natural del ureterocele asintomático no se conoce. La observación no constituye una opción terapéutica adecuada. Debe administrase profilaxia antibiótica ya que el riesgo de infección por estasis urinaria es importante.

La incisión endoscópica descomprime el uretero­cele en el 80 % de las veces. La localización del ureterocele no modifica los resultados. Es el tratamiento definitivo en más del 90 % de los niños con ureteroceles intravesicales304045, mientras en un

50  % a 90 % de los ureteroceles ectópicos ameritarán cirugía reconstructiva posterior.

La incisión del ureterocele se recomienda como técnica en caso de un sistema infectado y las condiciones del niño estén comprometidas; así como también, la uretra permita el uso del instrumental adecuado. Este tratamiento requiere de prestar mucha atención a la técnica. Se realiza un pequeño orificio (electrocauterio), de calibre 3 french en el ureterocele inmediatamente por encima de la base de éste en el cuello de la vejiga. La abertura hecha se encuentra en la vejiga por lo que la actividad del cuello vesical no ocluirá el ureterocele ni podrá impedir su drenaje. En los ureteroceles ectópicos es sumamente importante drenar la porción del ureterocele dentro de la uretra ya que de abrirlo en la vejiga o en la altura del cuello vesical se puede crear un “colgajo” que ocluya el tracto de salida vesical. Para lograr esto se puede realizar un incisión longitudinal en el ureterocele que se extenderá desde la abertura de la uretra hasta el cuello de la vejiga, o puede hacerse una o dos punciones del segmento uretral (Figura 6.7).

Otras indicaciones para la incisión son: un ureterocele prolapsado, presencia de reflujo vésico renal masivo en otros segmentos ureterales.

Así como ocurre con la heminefrectomía del polo superior, la decompresión del ureterocele puede causar un reflujo hacia el polo inferior (30 % de los casos en la serie de Filadelfia), pero el reflujo pre existente se resuelve también en hasta un 30 % de los pacientes tras la incisión30. La presencia de reflujo no constituye una contraindicación para la incisión endoscópica.

A pesar de que la ecografía muestre poco parénquima puede realizarse la incisión y el sistema comprometido puede no requerir otro tratamiento, si no hay reflujo. En niños mayores la incisión es factible cuando existe un parénquima renal funcionante, el ureterocele es intravesical, o cuando el riñón drena a un sistema único.

Diamond55, ha descrito la incisión endoscópica del ureterocele en sistemas duplicados, seguido de inyección subureteral de pasta de politetrafluoro- etileno (teflón) para tratar el reflujo vésico ureteral. Pero no se ha demostrado su eficacia a largo plazo ni su aplicabilidad en niños; además de tener gran propensión a la inmigración (pulmón, cerebro, ganglios, riñones e hígado). Sumado a ello, puede aparecer una gran reacción granulomatosa, que puede persistir y aumentar su tamaño durante años. A pesar de esto, el tratamiento del reflujo en sistemas únicos o duplicados está orientado a la investigación de sustancias para su aplicación endoscópica (inyectable), como por ejemplo: sustancias autólogas especialmente indicado en la población pediátrica, ya que mantendrán estas sustancias durante toda la vida: grasa autóloga, colágeno autólogo, condrocitos autólogos, células musculares vesicales autó-

logas56,57.

 

Los ureteroceles intravesicales usualmente se suelen asociar a un sistema único y se observan en niños mayores y adultos presentando una mejor función renal. Clínicamente se comportan como megauréter sin obstrucción ameritando un control y profilaxia antibiótica. El gammagrama renal dinámico generalmente no muestra compromiso alguno. Cuando la incisión endoscópica es necesaria para tratarlos, la aparición del reflujo es baja, esto probablemente es debido a un músculo detrusor mucho mejor conformado.

ECTOPIA URETERAL CON DUPLICACIÓN EN LOS NIÑOS

Stephens26, divide la uretra femenina en zona del esfínter interna superior y una zona esfintérica interna inferior. Cuando el orificio, ureteral se localiza en una posición caudal fuera del trígono vesical es considerado ectópico. La incidencia de uréteres ectópicos puede ser baja, ya que muchos no presentan síntomas. Puede ocurrir en más de un miembro de la familia. En las niñas es mayor su frecuencia 4:158. Cuando el uréter ectópico es parte de un sistema dúplex, el sistema contralateral es duplicado en 80 % de los casos y un 21 % tendrá duplicación contralateral con ectopia también59'61. Los niños son más probables de presentar una ectopia en un sistema único, que las niñas.

Hay una alta incidencia en el segmento pertene­ciente al uréter ectópico de tener una displasia, o hipoplasia renal.

El orificio ectópico está siempre a lo largo de la vía del desarrollo normal del sistema mesonéfrico.

En el niño el orificio tiende a ubicarse en el cuello vesical, próstata (conductos eyaculadores) o, del aparato genital incluyendo el epidídimo. Aunque ectópico, el uréter se encuentra cefálico al esfínter externo y no causará incontinencia urinaria. En las niñas, el orificio puede apoyarse en el cuello vesical, uretra, vagina, o más raramente en útero o cervix. Por el contrario, en las niñas el orificio ureteral ectópico puede encontrarse en el interior o exterior del esfínter urinario ocasionando incontinencia urinaria. La desembocadura en el recto es rara en ambos sexos (Figura 6.8).

 

 

Desde el punto de vista embriológico, el uréter ectópico tiene lugar cuando un esbozo ureteral secundario, o accesorio se origina del conducto mesonéfrico (Wolf) en una posición más craneal a su posición normal de lo usual, y éste no es incorporado en el trígono sino que es “arrastrado” en dirección más caudal y medial a la posición normal del orificio. En el varón, caudalmente junto con el conducto mesonéfrico o su remanente, y en la niña, con el conducto de Gartner.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS

En varones generalmente es sospechado en una evaluación por una infección urinaria, o epidídimo orquitis. El uréter puede desembocar en la vesícula seminal o en el conducto eyaculatorio. En otros casos, el uréter y el conducto deferente se unen compartiendo un conducto común, el reflujo de orina hacia el uréter o el conducto deferente es usual verlo al realizar una cistografía miccional. La inconti­nencia urinaria no es característica, salvo si existe compromiso del esfínter.

La urografía de eliminación revela un segmento renal no visible en el lado comprometido, haciendo difícil el diagnóstico por compromiso del polo superior afectado, pudiendo tener una hidronefrosis. En estos casos, el efecto compresivo o desplazante que ocasiona esta hidronefrosis sobre el sistema del polo inferior ocasionará distorsión y alteración anatómica de los cálices inferiores. El segmento inferior puede encontrarse desplazado y tortuoso lo cual puede ser visto con el ultrasonido. Cuando un uréter ectópico drena un polo superior displásico, éste no tendrá características propias en la urografía de eliminación, pudiendo no observarse. En ciertas circunstancias, se sospecha este polo afectado cuando se le compara con las características radiológicas del riñón contralateral, el propio riñón afectado y la clínica del paciente.

Los aspectos funcionales del segmento renal afectado serán considerados en base al estudio gammagráfico.

Signos ecográficos de uréteres ectópicos, o procesos de dilatación hoy en día, se han vuelto comunes dado el gran uso de la ecografía prenatal. En tal sentido, el proceso se puede reconocer por la presencia de dilatación de un solo segmento y que corresponda al polo superior de un sistema dúplex y la vejiga es normal. En otras situaciones y considerando los hallazgos prenatales, la evaluación postnatal confirmará la sospecha diagnóstica; y en otras, se evidencia dilatación del uréter y de la pelvis con desplazamiento incluso de la vejiga. Este uréter dilatado, tortuoso ocupará una posición extravesical poniendo de manifiesto un grueso tabique entre la mucosa vesical y la ureteral (delgada); diferencia importante con el ureterocele en el que el tabique es delgado y fino y donde la luz ureteral es intravesical. El parénquima renal afectado con ese uréter ectópico es delgado, irregular en comparación con el polo inferior62.

La cistoscopia podrá evidenciar un orificio ectópico que puede estar distal al cuello de la vejiga o cercano al verum montanum.

El tratamiento de un uréter ectópico en un sistema único por lo común consiste en una nefrectomía y, si el reflujo está presente se tendrá que realizar una uréterectomía total. Si el uréter desemboca en el tracto genital aunque no esté presente el reflujo es recomendable llevar a cabo una ureterectomía total con extirpación del conducto común y ligadura del deferente, ya que esto prevendría la epididimitis y el piouréter posterior. El tratamiento del uréter ectópico en sistemas duplicados es similar en los casos de las niñas.

MANIFESTACIONES CLÍNICAS EN LAS NIÑAS

El uréter en las niñas se asocia con mayor frecuencia con sistemas duplicados y es la primera causa a tener presente en una niña con incontinencia urinaria mantenida y haya logrado tener un patrón miccional normal, después del aprendizaje. Esta incontinencia es informada generalmente por los padres.

La mayor parte de estos uréteres se asocian o se presentan con una infección urinaria.

La incontinencia presente tendrá lugar si el orificio ectópico se encuentra en la uretra distal, la vagina o el vestíbulo. En niñas mayores la inconti­nencia puede ser confundida con inestabilidad vesical, vejiga neurogénica, e incluso incontinencia de esfuerzo. Otra manera de presentarse es por descarga de orina vaginal. En algunas pacientes puede presentarse con un reflujo cuando el orificio se encuentra en la uretra proximal, manifestándose con urgencia miccional. A veces, el segmento renal puede presentarse como una pionefrosis y clínica­mente puede manifestarse como una tumoración abdominal.

En la mayor parte de las veces el diagnóstico de uréter ectópico es fuertemente sospechado por el interrogatorio y un examen físico cuidadoso siempre y cuando se descarten otras entidades como disfunciones neurogénicas vesicales o del esfínter. Es posible observar en las cercanías del meato uretral y la vagina humedad, salida de “liquido” o secreción purulenta.

La ecografía demostrará similares hallazgos que en el varón. La urografía de eliminación permite apreciar una falta de visualización completa del polo superior el cual puede mostrarse también como una hidronefrosis, el polo inferior desplazado hacia abajo, y lateral. Además, la pelvis y la porción superior de su uréter pueden estar alejados de la columna vertebral en relación al riñón contralateral; y el uréter inferior puede visualizarse tortuoso secundario al efecto compresivo del polo superior dilatado. Es frecuente observar reflujo en el uréter del polo inferior durante la realización de la cistografia miccional. Sin embargo, lo importante es demostrarlo en el uréter ectópico por eso se recomienda los estudios controlados con intensificador de imágenes, tratando de establecer si este reflujo se presenta en fase miccional o de “reposo”. Tratando con ello de ubicar su localiza­ción. Si el reflujo ocurre en fase miccional puede considerarse la posibilidad de ubicación uretral; por el contrario, si el reflujo hace su presentación en fase de llenado vesical puede pensarse en la ubicación vesical.

El vaginograma realizado con una sonda de Foley ocluyendo el introito vaginal evidenciará el reflujo del segmento ectópico.

Los orificios ureterales ectópicos pueden ser visualizados al realizar una cistoscopia o vaginos- copia. Es importante la inspección cuidadosa del vestíbulo, vagina y uretra ya que los plieges vaginales pueden ocultar un orificio ectópico.

Algunas recomendaciones es el uso de colorantes por vía endovenosa, con ello, el llenado de la vejiga con esta coloración (azul de metileno o índigo carmín), a veces ayuda a ubicar el orificio ectópico, si la salida de orina se mantiene a través de la vagina podemos asegurar está entidad. Otra forma y durante el acto quirúrgico es llenar la vejiga directamente con un colorante, manteniendo ocluido el cuello vesical con el balón de una sonda de Foley. De esta manera cualquier humedad o “lágrima” procedente de vagina o del introito comprobará el diagnóstico.

En ocasiones el diagnóstico es llevado a cabo por descarte, es decir; el vestíbulo vaginal está húmedo, no se encuentra ningún orificio, pero la urografía hace sospechar la presencia de un segmento displásico en un sistema duplicado. En ese momento se decide la cirugía.

Actualmente con los recursos técnicos dispo­nibles y aunado con un alto índice de sospecha y acusiocidad, podemos tener un porcentaje alto de certeza diagnóstica.

TRATAMIENTO URÉTER ECTÓPICO EN UN SISTEMA DUPLICADO

Usualmente el uréter ectópico asociado a un polo superior con escasa visualización de éste o nula función, consiste en la extirpación de este segmento con ureterectomía parcial, a través de una incisión en flanco, teniendo presente la identificación de ambos uréteres (Figura 6.9). Es importante prestar la debida atención a los pedículos renales ya que alteraciones en el número de arterias que irrigan los polos renales están presentes. Pueden existir dos o tres arterias pequeñas con sus venas que nutren el polo superior afectado, sin embargo, antes de su sección es recomendable estar seguro de ellas. La oclusión atraumática temporal del vaso utilizando un clamp de microcirugía permitirá visualizar el área de irrigación renal logrando esto, demarcar los límites de la polectomía. Al realizar la separación del uréter ectópico del uréter del polo inferior es regla no lesionar la irrigación sanguínea ni su adventicia, posterior a lo cual el uréter ectópico se secciona a la altura del polo inferior dejando parte de éste con la finalidad de pasarlo por detrás de los vasos del polo inferior y mediante una tracción suave y “gentil” hacia arriba, guiar la disección hacia el parénquima del polo superior y dar comienzo a la polectomía; o puede realizarse, comenzando por el polo superior hacia abajo. En situaciones en la que la hidronefrosis es tan marcada y limita el procedimiento quirúrgico, el vaciado mediante punción de la pelvis renal facilitará la disección permitiendo una visión más clara del área operatoria.

Algunos autores, colocan un clamp vascular en la arteria renal principal, con la finalidad de minimizar el posible sangrado al momento de la polectomía superior; administrando antes manitol por vía endovenosa ( 0,5 mL/kg de una solución al 25 % ). También para evitar el vasoespasmo en tan delicados vasos, la instilación local con lidocaína al

0,          25 % (utilizando la mitad de la dosis máxima de 7 mg/kg de la solución 2,5 mg/mL) y papaverina (15 mg), es otra opción63.

Mantener sujeto el polo inferior entre los dedos permitirá controlar el sangrado al momento de la polectomía. El uso de instrumental adecuado y del electrocauterio de punta fina, permitirá seccionar “limpiamente” el polo comprometido. La aproximación de los bordes renales puede realizarse utilizando catgut crómico 3/0, pudiéndose reforzar con la cápsula renal si ésta no está adherida al polo


 


superior. En algunos pacientes, la hidronefrosis del polo superior es tan importante que al ser resecado el polo inferior éste, queda muy móvil y tiende a acodar el uréter, motivo por el cual la nefropexia puede estar indicada.

Disección muy cuidadosa de la adventicia común de ambos uréteres hasta el cruce de los vasos ilíacos bajo estricta delicadeza quirúrgica debe ser llevada a cabo. El uréter del polo superior es abierto y el interior de éste es lavado y aspirado con un sonda fina. Si no hay reflujo dentro del ureterocele, el muñón del uréter del polo superior puede ser dejado abierto (remitirse a: Enfoque y opciones de tratamiento del ureterocele). Ocasionalmente, cuando el ureterocele es grande, un pequeño tubo o sonda fina puede ser dejado en el lumen del uréter del polo superior a manera de drenaje externo por un par de días para facilitarle al ureterocele su colapso.

En caso de que exista reflujo en el uréter ectópico, esto obligará a una resección del resto del uréter distal a través de un segundo abordaje pélvico (Incisión de Gibson).

En nuestra experiencia previa a la polectomía y en determinados pacientes ha sido de utilidad realizar la cistoscopia o vaginoscopia, con el fin de introducir un catéter ureteral 3 frech en el orificio del uréter ectópico o en el orificio del uréter sano para facilitar la ubicación y disección de estos. En su defecto, un catéter de los utilizados para la anestesia peridural cumplirá con igual función. También puede ser útil al momento de la heminefrectomía introducir en el uréter restante, un catéter para resecar el resto del uréter distal.

Resecar los 2 ó 3 cm dístales del uréter del polo superior, del uréter del polo inferior es difícil. En ese caso se extirpa hasta ese punto y su pared externa es luego seccionada, sólo hasta el nivel de la vejiga, en donde una sutura de transfixión obliterará su luz, teniendo presente no comprometer el otro uréter. No es recomendable hacer disecciones extensas hacia el cuello vesical o la uretra ya que se corre riesgo de lesionar el esfínter o la vagina.

En ciertas ocasiones el grado de compromiso del polo superior no es tan marcado y en tal caso puede realizarse una anastomosis entre el uréter del polo superior a la pelvis del polo inferior.

Cuando existe reflujo hacia el polo inferior y el grado de función del segmento superior son favorables, basados en el rastreo gammagráfico es posible realizar un reimplante común teniendo presente la posibilidad de adecuar el uréter ectópico (remodelamiento). Algunos autores, realizan anastomosis entre los segmentos excretores superiores, y luego mediante segunda incisión (suprapúbica), se realiza reimplante de una sola unidad ureteral.

Huisman64, reporta alta incidencia cuando se efectúan reimplantes utilizando la vaina común, principalmente cuando uno de los uréteres está dilatado. La ureteroureterostomía distal es una opción válida. En otras circunstancias si no hay reflujo hacia el polo inferior, reimplantar el uréter ectópico, es otra alternativa.

URÉTER ECTÓPICO EN UN SISTEMA SIMPLE

El uréter ectópico es más frecuente en los niños con sistemas únicos, que en las niñas donde lo común es observar sistemas duplicados, según la literatura europea y americana. Sin embargo, las estadísticas japonesas establecen que el 70 % de los uréteres ectópicos se asocian con sistemas únicos65. En niñas generalmente el riñón es pequeño y afuncional, poco visible en la urografía de elimi­nación y con un hemitrígono presente en la vejiga. En determinadas ocasiones el uréter ectópico puede estar en relación con un riñón ectópico el cual puede estar fusionado con el riñón contralateral.

El diagnóstico de uréter ectópico en un sistema único, se hace particularmente difícil si el orificio se abre fuera del mecanismo esfinteriano y se asocia con un riñón afuncional. En estos casos la ecografía o la tomografía pueden ayudar al diagnóstico.

El tratamiento se establecerá basado en el grado de función de la unidad renal. Si el riñón es funcionante, el tratamiento es la resección del uréter ectópico distal y reimplante. Cuando el orificio se localiza muy próximo al cuello vesical hay que tener cuidado con el sistema esfinteriano o realizar maniobras extravesicales e intravesicales combi­nadas. En la mayoría de las veces la nefro- ureterectomía será la opción más acertada cuando la función renal está severamente comprometida.

URÉTERES ECTÓPICOS ÚNICOS BILATERALES.

Los uréteres ectópicos únicos bilaterales son raros, y envuelven procedimientos diagnósticos y terapéuticos complejos. Han sido reportados 50 casos en la literatura inglesa6667. Cuando son bilaterales, únicos y están presentes en la uretra o distal a ella, generalmente hay pobre desarrollo de la vejiga, del cuello vesical y ausencia de trígono.

La base embriológica no está clara, planteándose que la porción del seno urogenital que existe entre los orificios del conducto wolffiano y el uréter se desarrolla dentro de la musculatura del cuello vesical. Esto trae como consecuencia la falta de desarrollo del trígono y la placa basal, lo que determina un cuello vesical ancho e incompetente. Puede asociarse con agenesia de vejiga y de uretra. El reflujo y la hidronefrosis pueden estar presentes trayendo como consecuencia displasia renal. Los varones pueden tener un mejor grado de continencia en comparación con las niñas.

En la cistoscopia, los orificios ureterales pueden ser reconocidos en el varón. Sin embargo, en las niñas se dificultan ya que los mismos pueden encontrarse en el área genital.

El defecto básico de esta anomalía es una uretra corta, un cuello vesical amplio e incompetente y una capacidad vesical muy reducida.

A un niño incontinente presentando uréteres ectópicos la cirugía reconstructiva ofrece beneficios. Cuando la capacidad vesical es adecuada el reimplante ureteral de los uréteres en la vejiga y un procedimiento de Young-Dees-Leadbetter68 puede resultar útil, incluso la suspensión uretral realizada en el mismo tiempo quirúrgico complementará el procedimiento. Si la capacidad de la vejiga es inadecuada la cistoplastia con sigmoides69 y anasto­mosis ureteral con técnica antirreflujo es una opción. Mas recientemente la creación de neovejigas continentes brindan una opción muy interesante a pesar de que estos niños requieran de cateterismo intermitente70.

 

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A.      Introducción

El fundamento de estas líneas es el intentar transmitir la importancia de una infección en el sistema urinario, especialmente en la infancia. Nunca debe menospreciarse este evento infeccioso y esto permitirá enfatizar que todos los esfuerzos por bien diagnosticar y tratar al mismo, nos evitarán problemas médicos futuros como lo son la hipertensión arterial y el compromiso de la función renal que nos puede conducir a la insuficiencia renal crónica. En las últimas dos a tres décadas ha ocurrido cambio sustancial en el manejo de la infección urinaria (IU), tanto en la evaluación diagnóstica como en su tratamiento, para cumplir el objetivo comentado arriba1,2. Esto ocurre por los avances terapéuticos y de la tecnología diagnóstica y principalmente por el mejor entendimiento de la patogenia de la IU. De esta forma se ha logrado conocer que 5 % a 10 % de niños con IU asintomática pueden adquirir como consecuencia daño estructural renal3 y que no siempre las lesiones de pielonefritis crónica se observan debido a una situación obstructiva en las vías urinarias o una lesión neurogénica que afecte a las mismas, ya que se pueden producir en la bacteriuria asintomática y en la cistitis recurrente de niñas escolares y mujeres jóvenes4.

Caracterizar sintomáticamente la IU del sistema urinario alto o bajo se hace muy difícil en pediatría principalmente en los más pequeños, por múltiples factores. Los síntomas son muy variables e inclusive ausentes en ocasiones. En forma adicional, muchos padres tienen dificultad en describir síntomas y signos porque no son de fácil localización y porque existe cierto temor y confusión cuando se habla de síntomas del área genital5.

B.     Diagnóstico

El diagnóstico de IU abarca dos aspectos principales el clínico y el de laboratorio. Clínica­mente los síntomas y signos varían según el grupo infantil y según el estado funcional renal, ya que si existen condiciones de insuficiencia renal se pueden conjugar múltiples manifestaciones. En forma aislada la IU puede ser muy proteiforme: el recién nacido puede manifestar fiebre prolongada sin causa aparente, falta de progreso ponderal, inapetencia, cólicos abdominales, sueño intranquilo, manchas en pañales y signos de sepsis. El lactante puede manifestar fiebre prolongada sin causa aparente, falla de progreso ponderal, retardo de crecimiento, síntomas gastrointestinales: náuseas, vómitos, diarrea e inclusive estreñimiento. Este último puede ser consecuencia, pero también causa condicionante. Adicionalmente se observan síntomas neurológicos: irritabilidad, meningismo, convulsiones, etc.; manifestaciones cutáneas: palidez, cianosis, ictericia; poliuria (pañales muy pesados) y hematuria. En preescolares y escolares la sintomatología es más específica, similar a la del adulto: disuria, polaquiuria, tenesmo vesical, hematuria, poliuria, nicturia, enuresis, dolor abdominal y fiebre67.

Al comienzo del siglo 20 la mortalidad entre neonatos y lactantes con IU era alrededor del 20 %, no obstante en la actualidad es cerca de cero, según el avance y la agresividad terapéutica y diagnóstica8. En niños entre los 2 meses y 2 años de edad se ha sugerido que la presencia de fiebre inexplicada involucra a la IU con una prevalencia de alrededor del 5 %, siendo en niñas el doble más frecuente. Igualmente se menciona que la IU es 5 a 20 veces más frecuente en niños no circuncidados9. Este es un tema muy controversial. Wiswell y col.10 demuestran que la decisión de realizarla se debe a la voluntad de los padres en un 39 %, otra cirugía coincidente (27%), balanopostitis recurrente (23 %) e IU (7 %). Craig y col.11 definen que el proce­dimiento disminuye el riesgo de infección urinaria sintomática en niños preescolares.

La IU es la infección bacteriana más común en lactantes y preescolares con fiebre sin etiología1. La fiebre se considera como un signo de especial importancia en el niño, ya que es un marcador clínico de afectación del parénquima renal y acompañada por signos de toxicidad, vómitos y signos de deshidratación, implica proceso complicado de IU que amerita decisiones agresivas y muy proba­blemente hospitalización, principalmente en los menores de 2 a 3 meses19. Honkinen y col.12 han definido la dificultad de diferenciar en niños con IU, la presencia o no de bacteremia según los síntomas que expresen. Bacteriemia producida por gérmenes distintos a E. coli, más frecuentemente relaciona IU con anormalidades anatómicas o funcionales del tracto urinario. Involucrar a la IU como la causa de la fiebre en un lactante, puede estar apoyada por la historia de llanto al orinar o una orina de olor fuerte

o   nauseabundo. Las alteraciones del patrón miccional de un lactante se pueden reconocer con dificultad: disuria, urgencia, frecuencia, retención urinaria. Signos y síntomas no específicos como irritabilidad, vómitos, diarrea y dificultad de avance ponderal pueden reflejar la presencia de una IU, pero no hay datos de su sensibilidad, especificidad y valor predictivo9. Lactantes y preescolares tienen más alto riesgo que los de mayor edad de sufrir lesión renal como consecuencia de una IU. Esto por la posibilidad de que presenten alguna anormalidad morfológica de las vías urinarias, porque más fácilmente puede ocurrir retraso en el diagnóstico y tratamiento de una IU y porque el riesgo de daño renal aumenta con el número de recurrencias113. Las recurrencias se clasifican en recaídas cuando ocurren posterior al tratamiento y son debidas al mismo organismo, siendo más comunes en la primera semana; y reinfecciones cuando las recurrencias son debidas a un organismo diferente, ocurriendo después de dos semanas de cumplido el tratamiento514. Se precisan estos términos porque generalmente las recaídas requieren mayor evaluación, terapia prolongada y en algunos casos cirugía. Winberg y col.5 estudiaron la IU recurrente y observaron que

23    % de los varones que desarrollan una IU en el primer año de vida, presentan recurrencia en los próximos doce meses y que sólo el 3 % la hacen después de ese período. En forma diferente, las niñas de todas las edades experimentan 29 % de recurrencia después del seguimiento de la primera IU. La mayoría de las infecciones urinarias recurrentes en pediatría son reinfecciones. En niños mayores y adolescentes los síntomas de disuria, frecuencia miccional, tenesmo vesical y dolor suprapúbico no permiten caracterizar la IU como del sistema urinario bajo o alto. Sin embargo, fiebre alta, dolor en flanco, náuseas y vómitos y sensibilidad del ángulo costovertebral son síntomas más frecuentes en las infecciones urinarias altas1516.

El diagnóstico de laboratorio intenta no solamente afirmar la existencia de una infección urinaria, sino además caracterizar bacteriológicamente cuál bacteria y orientar su sensibilidad antibiótica. Esto depende de la forma de obtención de la orina: a través de cateterización uretral, aspiración supra- púbica, obtención exógena previa limpieza previa o técnica de la bolsa recolectora en los muy pequeños. La punción suprapúbica (PSP) es aún hoy en día, la técnica de menos posibilidad de contaminación de la muestra y a continuación la cateterización uretral (CU). La PSP es una técnica de muy pocos riesgos, útil, fácil, simple y fue descrita por Nelson y Peters en 1965 y por Eykyn y Newman en 19695. Su procedimiento en lactantes debe asegurar ali­mentación 20 minutos previamente y asegurar la palpación de la vejiga. Se limpia la piel con alcohol y se utiliza una inyectadora de 20 mL, con aguja 19 gauge la cual se dispone a 0,5 cm por encima de la sínfisis púbica con la aguja perpendicular a la piel. En los lactantes ocasionalmente es posible avanzar la aguja al recto si la vejiga está vacía o si la aguja es dispuesta a través de la pared vesical posterior. Esto no ocurre si se utiliza presión negativa durante el proceso, ya que permite obtener orina tan rápido como la aguja entra en la vejiga. La PSP y la CU tienen indicación siempre que se trate de condiciones clínicas graves que crean urgencia de iniciar antibióticoterapia. Pero además, PSP particu­larmente es indicada en cualquier paciente en el que el diagnóstico afectará el manejo inmediato subsiguiente, cuando exista hipertermia de origen desconocido en lactantes, en la presencia de obstrucción del tracto urinario bajo o cirugía previa del mismo, en la vejiga neurogénica, en la presencia de bacteriuria de significado dudoso en lactantes y en niños no circuncidados con una cuenta bacteriana mayor a 100 000 colonias/mL en la ausencia de piuria (contaminación frecuentemente). Se ha definido como piuria la presencia de por lo menos 8 leucocitos por mL de orina no centrifugada, lo que corresponde a 2 a 5 leucocitos por campo de alto poder en sedimento centrifugado317. PSP tiene frecuencia de éxito variable entre 23 % a 90 %1819, requiere experiencia y muchos padres y médicos perciben el procedimiento como inaceptable cuando se le compara con la CU. La orina obtenida por CU para cultivo tiene una sensibilidad de 95 % y una especificidad del 99 % comparada con la obtenida por PSP20. La cateterización requiere destreza y experiencia principalmente en lactantes menores, niñas y varones no circuncidados en los cuales si hay fimosis importante, no hay otra alternativa que la PSP. Turk y col.21 publicaron en 1962 que la CU en adultos jóvenes sanos no provocaba una frecuencia de bacteriuria mayor que la presente en adultos mayores hospitalizados. El riesgo de introducir una infección por CU en lactantes no se ha determinado precisamente, pero el Subcomité de Infección del Tracto Urinario de la Academia Americana de Pediatría supone que es lo suficientemente bajo como para recomendarla cuando es requerida9. Igualmente recomienda que siempre que se haga PSP o CU se tenga un recolector de orina porque el estímulo del lactante por la manipulación del mismo, en la preparación del procedimiento, puede ocasionar que orinen. Esto a la práctica lo hemos vivido frecuentemente.

Las bolsas de recolección en niños pueden ser usadas, pero la contaminación es casi inevitable22. La orina obtenida por este método tiene una frecuencia muy alta de falsos positivos que en ocasiones ha sido reportada en un 85 %. Su sensibilidad en la detección de infección urinaria es de 100 % y su especificidad de alrededor de 70 %. La frecuencia de falsos positivos hace que se le considere inaceptable. No obstante, si la muestra se toma en el propio laboratorio con técnicos especiali­zados, con limpieza previa genital y del periné en forma efectiva y luego un buen secado del área antes de colocar la bolsa recolectora, procedimiento que debe ser repetido cada media hora, hasta la obtención de la muestra; si se remueve la bolsa inmediatamente que el niño orine; si se refrigera la muestra a 4°C o se analiza mejor inmediatamente y si se toman cuidados de contaminación intralaboratorial, se puede disminuir el porcentaje de falsos positivos significativamente. Se requiere mucha destreza y paciencia en la obtención de una muestra a un lactante por este método. Esto siempre debe ser recordado a sus familiares. A pesar de la limpieza previa, la contaminación por la vagina en las niñas o por el prepucio en los varones no circuncidados es significativa. Lógicamente se mejora la calidad de obtención, en los niños mayores con control miccional, en los que se puede tomar la muestra del chorro del medio, como en el adulto y en los que se logra mejor desinfección local y secado, así como separación de labios en las niñas y retracción prepucial en los varones.

El diagnóstico de laboratorio67 de infección urinaria debe iniciarse por la realización de un examen de orina con tinción de Gram. El análisis de la orina es de gran valor pues permite seleccionar a los pacientes para inmediato inicio de tratamiento, mientras se espera el cultivo de la orina. Existen criterios que sugieren IU, pero no diagnóstico: más de 5 leucocitos observados en campo de alto poder de una muestra centrifugada, presencia de bacterias en una muestra sin centrifugación (Gram), estudios positivos enzimáticos de la esterasa leucocitaria o el test de nitritos9. Hoberman y col.23 observaron el urianálisis de una muestra no centrifugada con un conteo de leucocitos por un hemocitómetro y agregaron tinción de Gram interpretado por un técnico de laboratorio experimentado y obtuvieron alta sensibilidad y alto valor predictivo para la identificación de urocultivos positivos. Landau y col.24 refuerzan esta idea y consideran que el análisis urinario puede ser realizado directamente por el médico, es fácil, de bajo costo y puede ser un método suficiente para descartar infección urinaria alta en un lactante con fiebre.

El test de la esterasa leucocitaria determina la presencia de piuria por métodos histoquímicos que detectan específicamente esterasas en los neutrófilos. Cuando se compara con métodos de conteo en cámara reporta sensibilidad de 88 % a 95 %, para la detección de piuria2526 y especificidad de 94 % a 98 %26. El test de nitritos usa papel reactivo impregnado con ácido sulfanílico y alpha-naphthilamina que determina un color rojo al contacto con nitritos. Una reacción positiva implica la presencia de bacterias que permiten la conversión de nitratos a nitritos25. No tiene este método adecuada sensibilidad para la detección de infecciones urinarias con colonias no numerosas. Puede ofrecer falsos positivos con sustancias que tornan a la orina roja como la fenazopiridina y la ingestión de remolacha26. Cuando se combinan ambos métodos enzimáticos se ha reportado una sensibilidad de 78 % a 92 % y una especificidad de 60 % a 78 %25. De esta forma se mejora la sensibilidad para el diagnóstico de IU, a expensas de la especificidad, lo que permite la ocurrencia de frecuentes resultados falsos positivos.

El diagnóstico de IU requiere la confirmación bacteriológica que además ofrecerá pautas de manejo y tratamiento con el antibiograma anexo. De esta forma se requiere el cultivo de orina. Ningún elemento del análisis de orina o combinación de varios, puede ser tan sensitivo y específico. La orina apropiadamente obtenida y transportada, si esto es necesario, debe ser sembrada en medios de cultivo que permitirán finalmente la determinación del agente patógeno. Se confirma IU en dependencia del número de unidades formadoras de colonias que crecen en el medio de cultivo. El número de colonias significativo dependerá del método de obtención de la muestra y de la situación clínica del paciente. La definición de cultivo positivo o negativo es opera- cional y no es absoluto. La significancia dependerá del organismo obtenido como patógeno, ya que existe siempre la posibilidad de contaminación, principal­mente con el método de la bolsa recolectora. Sin embargo, gérmenes grampositivos no frecuentes como el Staphylococcus epidermidis, se les han reconocido como productores de IU, sin que existan catéteres en vías urinarias u otro problema médico en niños27.

Los criterios recientemente confirmados todavía por la Academia Americana de Pediatría9 que son los descritos previamente por Hellerstein28 para la consideración de cultivos de orina se resumen: a. PSP: la probabilidad de más del 99 % de IU se observa con cualquier número de bacilos gramne- gativos o con varios miles de cocos grampositivos.

b.    CU: más de 100 000, tiene 95 % de probabilidad; de 10 000 a 100 000 la probabilidad es frecuente; de

1    000 a 10 000 hay sospecha y debe repetirse el cultivo; menos de 1 000 infrecuente. c. Muestra de orina bajo limpieza: Niños- más de 10 000, la infección es frecuente y Niñas- 3 muestras igual o más de 100 000 tiene probabilidad de 95 %, 2 muestras igual o más de 100 000 tiene probabilidad de 90 %, 1 muestra igual o más de 100 000 tiene probabilidad de 80 %, de 50 000 a 100 000 hay sospecha y debe repetirse el cultivo, de 10 000 a

50   000 si hay síntomas, igual al inmediato anterior, pero si es asintomática es infrecuente, menos de 10 000 es igualmente infrecuente.

La obtención de contaje bacteriano bajo, según el método de obtención de la muestra no debe ser considerada en forma rígida. Es necesario considerar la clínica del paciente, la presencia de fiebre de origen desconocido y el apoyo con el análisis de orina y los test enzimáticos antes de descartar la IU. Debe repetirse la muestra por método de mejor sensibilidad y especificidad. Se describe la posibilidad de remisión espontánea de una IU, bajo contaje por inicio de infección, uso de antibióticos previamente, uso de antisépticos vesicales, el flujo urinario alto, la poliuria (vaciamiento vesical frecuente), presencia de vejiga pequeña (lactantes) con vaciamiento frecuente. Todo esto puede explicar IU con bajo contaje bacteriano5,17,29.

Se ha querido siempre diferenciar una IU alta de una baja. En niños, como se mencionó previamente no es fácil, principalmente en los menores. Desde el punto de vista de laboratorio la presencia de cilíndros en el examen de orina, leucocitosis importante con desvío a la izquierda, elevación de la proteína C reactiva cuantificada y de la velocidad de sedimen­tación orientan en forma aceptable a la presencia de un proceso alto de IU612. No obstante la alteración funcional de la concentración y/o acidificación urinaria tienen un valor inespecífico predictivo. En forma adicional se han hecho múltiples investi­gaciones enzimáticas en la orina para dicha diferen­ciación: muramidasa, beta 2 - microglobulina (B2M). N-acetil-beta-glucosaminidasa (NAG), con alta sensibilidad y especificidad para el diagnóstico de IU en pacientes febriles, pero sin lograr establecer el sitio de la infección30. Igualmente estudios inmunológicos 31 que intentan reconocer anticuerpos unidos a bacterias, autoanticuerpos de la proteína de Tamm-Horsfall, niveles de inmunoglobulinas urinarias, liberación de mediadores de inflamación, citoquinas: interleuquina 6. Todos ellos representan técnicas de difícil práctica, siendo algunas inespecíficas para diferenciar topográficamente una IU.

En la evaluación de una IU, como se describirá posteriormente, se puede concluir con ciertos estudios radiológicos, la presencia de lesión del parénquima renal la cual define en forma objetiva una IU alta.

C.     Factores predisponentes

Son múltiples los factores que pueden permitir que un niño presente una IU o que ésta se aprecie en forma recurrente. La vejiga como reservorio de la orina tiene una capacidad virtual en lactantes de 20 a 50 mL, aumentando la misma hasta 500 mL o más en el adulto. En el momento de la micción con el relajamiento del esfínter externo, la vejiga se contrae para eliminar su contenido. Hay muchas anor­malidades anatómicas del tracto urinario que predisponen a la IU, así como trastornos funcionales que alteran la dinámica de la función vesical directa o indirectamente. Entre las anatómicas, el reflujo vesico-ureteral se observa en el 30 % de las niñas con bacteriuria asintomática y en el 33 % de las infecciones urinarias demostradas en edad pediátrica5, lo que representa una causa frecuente. Adicionalmente existen otras alteraciones morfológicas y obstructivas del sistema urinario. Como condiciones anatómicas favorecedoras a una IU se encuentran la coalescencia de labios menores en niñas, la fimosis en varones y las infecciones locales como son la balanopostitis y la vulvovaginitis que van asociadas a inadecuada limpieza genital. Esto tiene especial importancia en las niñas por la cercanía del recto y por poseer una uretra más corta. También se sugiere el uso de ropa interior de algodón, aun cuando no hay clara evidencia de que esto sea necesario. Igualmente las ropas de nylon o muy ajustadas predisponen a higiene vulvar inadecuada y por esto deben ser evitadas, así como cualquier otro factor de irritación genital, principalmente en niñas. Funcionalmente se describen varias alte­raciones predisponentes a una IU: la vejiga neuro- génica es una de ellas, donde contracciones inapropiadas del detrusor contra un esfínter cerrado por relajamiento también inapropiado, determinan presión intravesical alta que puede causar reflujo vesico-ureteral secundario y además incompleto vaciamiento de la vejiga, así como incontinencia. La IU es condición frecuente en esta entidad y el daño renal. La bacteriuria persiste en niños asinto- máticos tratados con la cateterización intermitente limpia, para favorecer el drenaje urinario y puede ser mejor controlada con profilaxia antibiótica3233. Por otra parte, las contracciones no inhibidas del detrusor son otro trastorno vesical que pueden promover constricción voluntaria importante del esfínter externo, para favorecer la continencia urinaria y provocan las mismas consecuencias que el anterior, incluyendo el reflujo vesico-ureteral en ocasiones34. La contracción voluntaria constante del esfínter externo puede predisponer a la constipación que es un hallazgo común en niñas con IU. De tal forma que el concepto de la relación del estreñimiento con la posibilidad de proliferación bacteriana en heces, según su permanencia por más tiempo en el recto o la compresión mecánica que provoca sobre la vejiga o el cuello vesical no son de mayor importancia que la coexistencia del mismo con el síndrome de disfunción vesical y el vaciamiento vesical incompleto. Muchos pacientes que mejoran su hábito de evacuación, principalmente con un mejor y más frecuente patrón de micción ven disminuida la recurrencia de infecciones urinarias. Las micciones infrecuentes asociadas o no a trastornos funcionales representan una causa de recurrencia de IU. Mientras más extenso el intervalo entre las micciones, existe más posibilidad de multiplicación bacteriana en la vejiga. Estos niños con micción infrecuente pueden desarrollar agrandamiento vesical y aumento del tono del esfínter externo. El deseo de orinar puede ser suprimido, resultando en distensión vesical y vaciamiento vesical incompleto, lo que favorece a las infecciones urinarias y recurrencia de bac- teriuria5. Es por esto que se promueve siempre la micción frecuente y completa, aun cuando las condiciones higiénicas del baño no sean las mejores. Siempre que exista residuo vesical importante post- miccional debe solicitarse micción sin prisa, intentando nuevamente uno a dos minutos después.

Existen factores inmunológicos que predisponen a una IU y la respuesta del niño desde este punto de vista es compleja y varía según la edad, topografía de la IU, exposición previa al mismo u otro agente bacteriano y la virulencia del organismo. Se sabe que el daño renal permanente puede ser causado más por la respuesta inflamatoria e inmunológica del paciente, inclusive tiempo después del daño inicial, que por el agente invasor propiamente. Hace más de 20 años que se describe que la respuesta inflamatoria y el riesgo de cicatrices renales, pueden ser modifi­cados por la introducción de antibióticos. La virulencia de una bacteria en la IU es su habilidad en colonizar el epitelio urinario. La E. coli tiene muchos factores de virulencia: adherencia al epitelio urinario, alta cantidad de antígeno K capsular, hemolisina, colicina, facilitación para adquirir hierro y resisten­cia a la actividad bactericida25. La capacidad de adherencia del germen al epitelio urinario le permitirá ascender en este sistema, inclusive en la ausencia de anormalidades estructurales como el reflujo vesico-ureteral. Existen para este fin adhesinas localizadas en la cubierta externa o cápsula

o          en pilis especializados (fimbriae). Se han identificado varios fimbriae diferentes. Estudios clínicos y experimentales han mostrado que E. coli productoras de pielonefritis poseen fimbriae que pueden reconocer y aglutinar antígenos de eritrocitos del grupo sanguíneo P1. Es por esto que a este tipo de pili se le ha llamado P-fimbriae. El pili P- fimbriae es capaz de reconocer y adherirse a un receptor específico de carbohidrato contenido en el antígeno del grupo sanguíneo P, el cual también está presente en el epitelio urinario y permite facilidad de exposición de la endotoxina presente en la cápsula de todas las E. coli a este epitelio. 76 % a 94 % de las cepas de E. coli productoras de pielonefritis son P-fimbriae, comparadas con 19 % a 23 % de las cepas que producen cistitis y 14 % a 18 % de cepas de pacientes con bacteriuria asintomática y 7 % a 16 % de cepas aisladas de las heces5. Las cicatrices renales se relacionan más con infecciones causadas por bacterias distintas a la E. coli que por P-fimbriae

E.   coli5. Está descrito que la secreción de antígenos hidrosolubles del grupo sanguíneo ABO, confieren cierta resistencia a la invasión bacteriana del tracto urinario5. Individuos del grupo sanguíneo B tienen riesgo significativo de presentar IU debido a la ausencia de anti-B isohemaglutinación. Adicio­nalmente niños con antígenos P1 presentan igual riesgo de pielonefritis, aún en la ausencia de reflujo vesico-ureteral5. Igualmente los fenotipos del grupo sanguíneo Lewis (a+b-) y Lewis (a-b-) tienen con frecuencia IU recurrente 35. De esta forma individuos secretores de determinantes antigénicos de ciertos grupos sanguíneos pueden bloquear y modificar los receptores o el ambiente del receptor al cual las bacterias se unen en el epitelio urinario35.

En la respuesta inmunológica frente a una IU, Jantausch y col.35 publican que en niños, al igual como ha sido reportado en adultos, la concentración de la interleuquina 6 urinaria y de la interleuquina 8 urinaria está significativamente correlacionada con la presencia de leucocitos en la orina en una IU. Así son mediadores de inflamación, en niños con IU febril y disminuyen en respuesta al uso de antibióticos y esta respuesta no está regida por factores demográficos, edad o raza. La magnitud de interleuquina 8 urinaria está asociada con la producción de hemolisina de la E. coli y no con colicina y ella promueve la migración de neutrófilos a través del epitelio urinario infectado, por lo que se le considera un factor con variabilidad genética que puede influenciar el desarrollo de una IU.

Finalmente es necesario mencionar que en el adolescente, la IU y los síntomas urinarios pueden estar asociados a la actividad sexual e infección urogenital.

D.      Tratamiento y evaluación:

El tratamiento de la IU requiere conocer sus factores predisponentes mencionados arriba, ya que si se adoptan medidas para inhibir dichos factores en conjunto con la antibioticoterapia, podremos reducir la posibilidad de recurrencia, según la causa que la ha determinado. El objetivo es eliminar la infección aguda y prevenir urosepsis, sobre todo en los lactantes, lo que conlleva a reducir la posibilidad de daño renal. Los pacientes de apariencia tóxica, deshidratados, incapaces de retener un tratamiento antibiótico oral, deberían ser hospitalizados para tratamiento endovenoso, hasta que la mejoría clínica les permita el manejo ambulatorio. En aquellos con compromiso renal, se impone el uso de anti­microbianos no nefrotóxicos, a dosis de protección y debe vigilarse la función renal y si es posible la concentración sérica del antibiótico. Las condiciones clínicas de la mayoría de los pacientes mejoran en

24      a 48 horas, momento en el que la vía de administración puede ser cambiada a la oral, hasta completar 10 a 14 días de tratamiento. La mayoría de las infecciones urinarias no complicadas son eliminadas con antibióticos por 7 a 10 días, pero muchos investigadores prefieren 14 días, para el niño que luce seriamente enfermo con evidencia clínica de pielonefritis. No hay datos de estudios comparativos entre 10 días y 14 días de tratamiento. Agentes que son excretados en la orina, pero que no alcanzan concentraciones terapéuticas en la sangre, ni en el tejido, como el ácido nalidíxico y la nitrofurantoína, no deberían ser usados para tratar una IU febril en un lactante o preescolar, debido a que en ellos el daño renal es frecuente916. Los aminoglicósidos ofrecidos una vez al día y por corto período tienen baja toxicidad y ofrecen ventajas comparados con betalactámicos, debido a su marcada y sostenida concentración en el tejido renal16. Si la respuesta clínica del niño no es la esperada a las 48 horas de iniciada la antibióticoterapia, se recomienda repetir el cultivo de orina. Igual conducta se recomienda si el antibiótico que ofrecemos no fue testado en el antibiograma o si en éste se reporta su sensibilidad como intermedia o resistente. Dado a que el riesgo de recurrencia es mayor durante los primeros meses después de tratada la IU, los niños una vez que terminan su terapia antibiótica, deben continuar recibiendo tratamiento de profilaxia, hasta que los estudios morfológicos sean realizados y evaluados. Se exponen algunos antibióticos usados como profilaxia y como tratamiento parenteral u oral en una IU, recomendados por la Academia Americana de Pediatría9. (Tablas 7.1, 7.2 y 7.3). Por otra parte, se menciona desde hace mucho tiempo el requerimiento de acidificación de la orina como medida de controlar la IU recurrente y el uso del jugo de arándano (cranberry) el cual puede inhibir la adherencia de bacterias al epitelio urinario. Este efecto puede ser mediado por la fructosa que interfiere en la adhesión de la E. coli fimbriae tipo

1     y además proanthocianidinas que pueden igual­mente inhibir la adherencia de E. coli P-fimbriae14,36. Se ha utilizado el jugo de arándano en vejigas neurogénicas de niños que reciben cateterización intermitente, sin obtenerse efecto beneficioso en la frecuencia de bacteriuria 37.

 

 

 

La evaluación de un niño posterior a una IU siempre debe realizarse aun cuando sea la primera y consta de estudios morfológicos y funcionales. Estos exámenes dependerán de la edad del paciente y de las condiciones clínicas observadas con dicha IU y no del sexo del paciente. Los mismos deben realizarse sin olvidar la posibilidad alta de recu­rrencia, por lo que nunca será un exceso realizar cultivos de orina secuenciales, aun cuando después de evaluado un niño no se obtenga causa aparente morfológica o funcional para explicar el evento de IU. “Hay que buscar infección urinaria en los niños pequeños y no permitir que ella nos busque a nosotros, después de la primera IU demostrada”.

Existe mucha controversia en la evaluación de un niño, principalmente en relación con los exámenes de imágenes más invasivos, ante una primera IU. El argumento surge de la verdadera efectividad del diagnóstico temprano y tratamiento de anomalías urinarias en niños, una vez que su reconocimiento podría reducir la incidencia de hipertensión arterial e insuficiencia renal38. De esta forma, Dick y col.38 concluyen después de realizar una extensa evaluación de la literatura desde 1966 hasta 1994, que para establecer una guía a los médicos, se deben realizar estudios prospectivos que confirmen si una primera IU que sea estudiada con estudios de imágenes en forma rutinaria, es más adecuado que realizar estudios de imágenes según indicaciones específicas. Esto tiene implicaciones médicas, económicas y legales. En lo personal creo que es muy difícil criticar la evaluación morfológica completa de un niño después de su primera IU, principalmente en las edades en las cuales el riesgo de daño renal es mayor. Esto implicaría considerar en los niños más pequeños, como más importante razones de pronóstico frente a una IU que la oferta de radiación al paciente, costo de los estudios etc. Cuando se solicitan estudios de imágenes invasivos es impres­cindible concientizar a los padres lo que realmente significa una IU, principalmente cuando ella tiene

características de riesgo, como han sido ya comen­tadas, como preámbulo a la explicación detallada del objetivo a buscar con cualquiera de dichos estudios. Generalmente ellos provocan angustia en los padres, temor a consecuencias secundarias en el niño y en ocasiones rechazo a dichos estudios.

Comenzamos a describir los estudios morfo­lógicos con el ultrasonido. La ultrasonografía del tracto urinario consiste en el examen de los riñones para identificar hidronefrosis y en el examen de la vejiga para apreciar dilatación distal ureteral, hipertrofia de la pared vesical y la posibilidad de ureteroceles9. Anteriormente se solicitaba la urografía de eliminación para descartar estas anormalidades, pero el ultrasonido ofrece seguridad de observar estas alteraciones y al mismo tiempo es menos invasivo y más económico. Por otra parte se evita el riesgo de exposición del contraste endovenoso y la radiación. Un ultrasonido nunca puede excluir la posibilidad de un reflujo vesico­ureteral. Al mismo tiempo, puede ayudar a mostrar signos de inflamación y de cicatrices formadas, pero no es tan sensible en relación a esto como otras técnicas de imagen. El momento de realizar este estudio no es crucial, pero si la mejoría clínica no es evidente a pesar del tratamiento, se puede realizar inmediatamente para descartar obstrucción o absceso19. Johansson y col.39 han utilizado este estudio para medir el volumen del riñón y apoyar el diagnóstico de pielonefritis: observaron que en IU alta, los riñones que se agrandan más son los de los niños más pequeños y que se aprecia una reducción del tamaño renal, después de la cuarta semana posterior al evento de IU. El ultrasonido ha permitido apoyar la PSP y permitir que el número de intentos disminuya y que la cantidad de orina obtenida aumente, así como disminuir el riesgo de punzar otra estructura abdominal40.

La uretrocistografía miccional (UCM) es otro muy importante estudio de imagen que permite caracterizar las vías urinarias bajas: la vejiga y la uretra. Puede realizarse tan pronto los síntomas han desaparecido y la bacteriuria se corrobora ausente, sin embargo, puede ser retardado 3 a 6 semanas. Esto implica que el niño una vez terminado su esquema antibiótico, debe iniciar otro de supresión o profilaxia por lo menos hasta que este estudio sea realizado1. Siempre debe retardarse mientras existan síntomas miccionales asociados a la IU y debe realizarse sin sedación o anestesia debido a que se necesita en su sección final, conocer modificaciones de la vejiga con micción voluntaria, descartar la presencia de algunos reflujos vesico-ureterales que sólo se manifiestan en la fase miccional (de alta presión) y el vaciamiento vesical post-miccional. Por otra parte, si no se realiza un buen llenado vesical, según su capacidad, el estudio puede no estimar la presencia de reflujo o subestimar el grado de reflujo. La UCM es el principal estudio controversial en el estudio de una IU, como se comentó previamente. La indicación de este estudio representa una situación desagradable para los padres y familiares, pero mucho más desagradable es el observar tiempo después, lesiones renales definitivas por acceder a su NO realización, cuando su indicación es formal. Además podría tener implicaciones legales asociadas. Deseamos contar en un futuro con un método suficientemente sensitivo que no sea invasivo y que pueda reemplazar a la UCM. La realización del ultrasonido y la UCM son los estudios iniciales a solicitar desde el punto de vista morfo­lógico a todo lactante y preescolar, sin embargo, el último puede contemporarizarse por encima de los 5 años de edad, si el ultrasonido es normal y si no hay historia de disfunción miccional previa a la IU1. Siempre sería necesario caracterizar cada caso en particular. Con la UCM se define la alteración morfológica urinaria más común: el reflujo vesico­ureteral. Su frecuencia en niños menores de un año con IU puede exceder el 50 %. De acuerdo a la extensión del reflujo, a la dilatación del uréter y pelvis y a la presencia de modificaciones caliciales se han definido cinco grados de severidad del mismo. Conocer esta caracterización es importante, ya que a mayor grado existe la posibilidad de mayor daño renal. Pacientes con alto grado de reflujo tienen 4 a

6    veces más frecuentemente cicatrices que los de bajo grado y 8 a 10 veces más que aquellos sin reflujo913. En la mayoría de los varones que sufren daño renal asociado a reflujo, éste es primario y congénito, mientras que las niñas en su mayoría tienen cicatrices adquiridas debido a IU febril recurrente41. A pesar del mejor entendimiento actual de la fisiopatología del reflujo y de su tratamiento, no ha habido la esperada disminución de la enfermedad renal crónica terminal consecuente. Esto puede deberse a que el daño renal puede haber comenzado en forma antenatal, con el desarrollo de la displasia renal, según el grado de reflujo. La UCM con fluoroscopia caracteriza mejor al reflujo que la cistografía nuclear (CN). Además ésta no muestra anormalidades vesicales o de la uretra. Por esto se prefiere la CN en el seguimiento de niños con reflujo, dado a que ofrece menor radiación al paciente. Es conducta general al indicarse ini­cialmente evaluación de las vías urinarias inferiores por IU, solicitar UCM con fluoroscopia.

Kenda y col.42 han estudiado la cistografía miccional con ultrasonido con un agente eco incrementador (Leucovist), el cual se administra en forma intravesical y logran comparar este método con la CN y obtienen que la cistografía con ultrasonido incrementado tiene para la detección del reflujo vesico-ureteral, una sensibilidad del 79 % y una especificidad del 92 %, lo que refleja utilidad diagnóstica y de seguimiento de estos niños.

El gammagrama renal para caracterizar la corteza renal con Tc99 ácido dimercaptosuccínico (DMSA) o con Tc99 glucoheptonato, así como la tomografía computarizada avanzada tienen alta sensibilidad para identificar cambios agudos de pielonefritis o de cicatriz renal9,4344. Permiten por tanto definir una IU alta, sin embargo, el rol de estos estudios en el manejo clínico de un niño con una IU inicial no está muy claro9. El gammagrama cortical renal permite demostrar áreas frías (hipocaptantes), de perfusión disminuida y se intenta utilizar otras técnicas de imagen con este mismo fin: la tomografía computa­rizada avanzada y el ultrasonido Doppler. Ambas pueden demostrar hipoperfusión y en el caso del ecosonograma se evita la exposición a radiación.

La hidronefrosis y las patologías obstructivas altas exigen evaluación dinámica pormenorizada de cada riñón a través del gammagrama Mag 3 diurético. La estenosis pielo-ureteral no se expresa fre­cuentemente con infección urinaria a diferencia de la ureterohidronefrosis por estenosis uretero-vesical o el megauréter idiopático. De esta forma, este estudio sólo se indica en determinadas uropatías que pueden manifestar IU o no.

Lana y col.45 confirman recientemente una vez más, que el reflujo vesico-ureteral asociado a hidronefrosis prenatal usualmente afecta más a los varones y es severo. El reflujo diagnosticado después de una IU es más común en niñas y es frecuentemente menos severo. De cualquier forma una IU crea mayor daño renal, aun cuando la patología sea congénita. De aquí la insistencia en todo este capítulo del diagnóstico y tratamiento tempranos de una IU en lactantes y preescolares, así como la evaluación completa para explicar su causa.

Goldman y col.46 no pudieron encontrar relación entre daño renal y la presentación clínica de pielonefritis, tipo de microorganismo, presencia de bacteremia o el número de infecciones recurrentes, a pesar de lo reportado en forma contraria por otros autores1,9. Sugieren estos investigadores que los hallazgos observados del parénquima renal en una lactante con reflujo vesico-ureteral significativo, son debidos en la mayoría de los casos a daño del desarrollo renal congénito, afectando a los riñones y a los sistemas colectores, en forma más importante que el proceso inflamatorio de una IU, a pesar de inmediata y adecuada atención. De cualquier forma está bien establecido que la recurrencia de la IU en un niño con reflujo, es más frecuente en los grados 3 a 5, lo cual crea riesgo adicional de daño renal subsecuente. Estos niños deben ser seguidos con cultivo de orina mensual47.

La exploración funcional renal especializada implica conocer la filtración renal (creatinina sérica o depuración de creatinina endógena de 24 horas), la capacidad de concentración renal y la acidificación renal. En los casos en los que se desee descartar patología funcional vesical, se realiza estudio del flujo urinario y globalmente estudio urodinámico, donde se caractericen las presiones intravesicales, contracción del detrusor, actividad del esfínter externo y el vaciamiento vesical.

Siempre que exista IU alta observamos alteración de la capacidad máxima de concentración renal, cuyo valor límite inferior es de 900 mOsm/Kg H2O. Se establece su recuperación después de una IU, en dependencia de la ausencia de displasia o alteración parenquimatosa del desarrollo renal congénito, en aproximadamente tres meses posteriores al evento 7. Igualmente las pruebas de acidificación pueden verse alteradas transitoriamente, según la nefritis intersticial en una IU alta: la diferencia urinaria - sanguínea de pCO2, después de sobrecarga oral con bicarbonato de sodio, que no debe ser menor de +20 mmHg, con un pH mínimo en 7,8 y la excreción urinaria de ácidos, después de sobrecarga oral con cloruro de amonio que mide la capacidad de amoniopoiesis y la excreción de ácidos titulables y cuyo valor mínimo global es de 80 mEq/min/m2 7.

La hipercalciuria puede predisponer a la infección urinaria recurrente en niños, por promover la formación de microcristales que dañan el epitelio urinario. Este criterio es compartido por López y col.48 quienes recomiendan la investigación de la excreción urinaria de calcio en niños con IU recurrente, sin anormalidades del tracto urinario.

La evaluación funcional renal posterior a una infección urinaria incluye inicialmente, la solicitud de equilibrio ácido-base de sangre venosa 1 hora post-desayuno, creatinina sérica o depuración de creatinina de 24 horas, electrólitos séricos, relación Ca/creatinina urinaria o calciuria de 24 horas y análisis de orina simple. Estos exámenes orientarán en forma adecuada, la situación funcional renal posterior a una IU y darán parámetros de inves­tigación mediata, en lo que respecta a la necesidad de las pruebas detalladas arriba. Esta evaluación es indispensable para conocer el comportamiento de lesiones parenquimatosas, como en el reflujo vesico­ureteral, anomalía más frecuente, que puede determinar el desarrollo progresivo de la nefropatía de reflujo, donde deben vigilarse variables clínicas como el crecimiento y la hipertensión arterial y desde el punto de vista funcional la presencia de proteinuria, compromiso de la filtración glomerular, inadecuada acidificación renal y concentración renal insuficiente.

Finalmente he intentado transmitir pautas para enfrentar una infección urinaria en niños, con la agresividad que ella merece y sin menospreciarla nunca.

 

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Capítulo 8

INFECCIÓN URINARIA EN LA INFANCIA

VISIÓN DE UN URÓLOGO.

Dr. Bernardo E. Cuomo Auvert

El tracto urinario es un sitio relativamente común de infección en infantes y niños. Las infecciones del tracto urinario son importantes debido a que ocasionan morbilidad en forma aguda y pueden resultar en problemas médicos a largo plazo, que incluyen hipertensión e insuficiencia renal.

Sabemos que la colonización e infección del tracto urinario ocurre tanto en niños normales como en aquellos con alguna alteración anatómica o funcional del tracto urinario. El manejo del niño con infección del tracto urinario conlleva múltiples visitas al médico, el uso de antimicrobianos y la exposición a radiaciones. El diagnóstico en fase aguda es extremadamente importante por dos razones: por una parte, permite identificar la causa, tratarla y así evaluar al niño con riesgo a daño renal y, en segundo lugar, evita el tratamiento y la evaluación innecesaria a niños sin condiciones de riesgo, para cuyos padres estos procedimientos generan angustias, son onerosos y pueden ser potencialmente peligrosos sin proveer beneficio alguno.

Los infantes y niños con infección del tracto urinario son de particular interés debido a que el riesgo de daño renal es mayor en estos grupos etarios y porque el diagnóstico es un reto, la presentación clínica es inespecífica y la recolección adecuada de orina no puede ser obtenida sin emplear métodos invasivos (aspiración suprapúbica, cateterismo transuretral).

Una considerable variación en los métodos diagnósticos, el tratamiento y la evaluación de los niños con infección del tracto urinario fue documentada hace más de dos décadas; desde entonces, varios cambios han sido propuestos para mejorar el diagnóstico, la evaluación y el tratamiento, pero no hay datos suficientes que sugieran que tales innovaciones hayan mejorado los resultados. Muchas de las infecciones urinarias que provocan cicatrices renales o afectan el desarrollo normal del riñón ocurren en niños menores de 4 años, especialmente durante el primer año de vida. El grupo más afectado es el de niñas de raza blanca y niños no circuncidados.

Incidencia

La incidencia de infección urinaria durante el primer año de vida es mayor en niños (2,7 %) que en niñas (0,7 %), y los niños no circuncidados tienen 10 veces más chance de presentar infección del tracto urinario que los niños circuncidados durante el primer año de vida.

Después del primer año de edad, las niñas tienen una mayor tendencia a las infecciones del tracto urinario que los niños; el 3 % de las niñas entre 1 y

12    años tendrán una infección del tracto urinario, mientras que sólo el 1 % (0,03 - 1,2 %) de los niños la tendrá; el 30 % de esos niños y el 40 % de esas niñas tendrá una segunda infección el primer año después del diagnóstico de su primera infección urinaria. El seguimiento a largo plazo de estas niñas con infección urinaria no diagnosticada precozmente o no tratada adecuadamente y quienes desarrollan cicatrices renales, ha demostrado una incidencia durante su vida adulta de hasta un 10 % de presentar uremia, 13 % en la incidencia de hipertensión, y un

13  % en la incidencia de toxemia durante el embarazo.

Las anomalías anatómicas son un hallazgo común

en los pacientes pediátricos con infección urinaria. Las uropatías obstructivas (5 % a 10 %) y el reflujo vesico-renal (21 % a 57 %) son las anomalías urológicas más frecuentemente encontradas durante la evaluación de las infecciones urinarias.

El patógeno más común es la E. coli, el cual ocasiona del 80 % al 90 % de las infecciones urinarias en niños sin alteraciones anatómicas del tracto urinario. El serotipo más frecuente es el antígeno O (pared celular), le sigue el antígeno H (flagelar) y finalmente el antígeno K (capsular); las bacterias P- fimbriae ocasionan el 94 % de todas las pielonefritis y sólo el 14 % de los niños asintomáticos tienen E. coli P-fimbriae como flora normal.

Otros microorganismos incriminados incluyen Klebsiella sp, Enterobacter sp, Proteus sp, Streptococcus faecalis y Stafilococo coagulasa negativa (principalmente Stafilococo saprofítico). Microorganismos poco frecuentes que ocasionan infección urinaria en niños no hospitalizados incluyen Haemophilus influenzae y adenovirus.

Microorganismos tales como Proteus, Pseudo- monas, Stafilococcus aureus, Streptococcus, Enterococos y Klebsiella están frecuentemente asociados a instrumentación del tracto urinario, obstrucción, reflujo vesico-renal y litiasis. El hallazgo inusual de múltiples microorganismos en un urocultivo puede significar la presencia de un problema anatómico subyacente que requiere corrección.

El término virulencia describe la habilidad de los microorganismos de causar enfermedad. El concepto de bacteria uropatógena se refiere a ciertas bacterias aisladas de la flora fecal, no debido al azar ni basados en la prevalencia, sino debido a la presencia de factores virulentos específicos que incrementan la colonización del urotelio. Existen otros factores de virulencia que ayudan a la bacteria a permanecer en el tracto urinario y proveen a estos microorganismos la capacidad de inducir la inflación de la uretra, la vejiga o el parénquima renal. Específicamente estos factores de virulencia incluyen: 1. adherencia al urotelio; 2. alta cantidad de antígeno K; 3. resistencia a la actividad bactericida sérica; 4. producción de hemolisinas y 5. habilidad de la bacteria de captar hierro.

La adherencia bacteriana es el paso inicial en toda infección, mientras que la invasión, la infla­mación y el daño tisular son eventos secundarios. La bacteria es capaz de adherirse a receptores celulares específicos del huésped, lo cual puede ocurrir tanto por su envoltura externa o cápsula como por estructuras denominadas fimbrias. Sabemos que existen por lo menos dos tipos de fimbrias: las tipo I, cuyo receptor específico es D- manosil, y las cuales son conocidas como “manosa- sensibles”, en contraste a las fimbrias tipo II o “manosa-resistentes”. Ambos tipos de fimbrias pueden coexistir en la misma bacteria.

Estudios epidemiológicos en niños y adultos han suministrado importante evidencia de que la presencia de P-fimbriae en la E. coli es un factor de virulencia significativo, particularmente en las infecciones del tracto urinario superior. La adherencia bacteriana es solo uno de varios factores que, según se cree, tienen un rol importante en la infección del tracto urinario. Otros factores de virulencia bacteriana junto con los factores de defensa del huésped pueden tener una participación más importante en la invasión tisular y la inflamación.

Factores de defensa del huésped a.     Periné

La siembra por vía hematógena de una infección del tracto urinario es un mecanismo poco frecuente. Cuando ésta es la causa de una infección renal, la regla es un absceso cortical más que una pielonefritis clásica. La colonización perineal de la flora intestinal es la causa de la mayoría de las infecciones urinarias primarias y recurrentes.

En las niñas, la colonización del introito ocurre por adherencia epitelial de la bacteria, mientras que en los niños, el prepucio frecuentemente sirve como un nicho al crecimiento bacteriano. La evidencia que avala el hecho de que muchas de las infecciones urinarias son ascendentes con punto de partida en la colonización perineal es el incremento en la incidencia de infecciones urinarias en niños no circuncidados con respecto a niños circuncidados y niñas durante su primer año de vida.

En las niñas, la longitud más corta de la uretra parece ser la explicación más obvia para el relativo incremento de la incidencia de infecciones urinarias al ser comparado con los niños después del primer año de edad. La disminución del calibre uretral, históricamente tildado como el factor prominente en la susceptibilidad a infecciones del tracto inferior en niñas, no desempeña un papel importante.

b.    Tracto urinario inferior

Los trastornos miccionales frecuentemente empeoran la interacción del microorganismo patógeno y el urotelio del niño con predisposición a infecciones urinarias. Estos trastornos miccionales ocurren en niños con vejiga de pequeña capacidad e inestabilidad vesical caracterizada por frecuencia, urgencia o incontinencia paradójica y en niños con vejiga perezosa o de gran capacidad, que además presentan constipación.

La incidencia de infecciones urinarias o reflujo vesico-renal en niños disminuye cuando estos trastornos miccionales son manejados con éxito; de allí la gran importancia de identificarlos en el niño con historia de infección urinaria.

c.      Tracto urinario superior

La presencia de reflujo vesico-renal, particu­larmente en grado moderado a severo, incrementa significativamente la posibilidad de que microorga­nismos patógenos alcancen el tracto superior y de ahí el parénquima renal. Así pues, en presencia de reflujo vesico-renal, la propiedad de adherencia de la bacteria no es necesaria para alcanzar el tracto urinario superior; sin embargo, a pesar de la importancia del grado del reflujo, la mayoría de los casos de pielonefritis aguda en niños, documentadas con cintilograma renal con DSMA, no están asociados a historia de reflujo.

Evaluación y diagnóstico de las infecciones urinarias

Los hallazgos clínicos de una infección del tracto urinario pueden variar considerablemente y dependen de varios factores, tales como la edad del niño, el sexo, anormalidades anatómicas o neurológicas subyacentes y la frecuencia de las recurrencias. Debido a la ausencia de signos clínicos atribuibles al tracto urinario, se debe sospechar de una infección urinaria en todo niño con fiebre e igualmente en aquellos con debilidad crónica o con retardo de crecimiento.

Las infecciones urinarias en los recién nacidos frecuentemente muestran a un niño gravemente enfermo con signos y síntomas consistentes con sepsis. Hay síntomas sistémicos no específicos que incluyen irritabilidad, falta de apetito, retardo en el crecimiento, anorexia, vómitos, diarrea, ictericia y letargo. La fiebre o hipotermia están presentes frecuentemente, y puede observarse chorro débil y una orina fétida. Bacteriemia puede ocurrir en aproximadamente un tercio de los recién nacidos con infección urinaria y puede ser un punto de partida de una meningitis e inclusive ocasionar la muerte.

En los preescolares con infección urinaria, la disuria es el síntoma más frecuente. Hallazgos asociados incluyen dolor abdominal, frecuencia, urgencia, enuresis y fiebre. Aunque la disuria es un síntoma común, dos tercios de los niños con síntomas de una infección urinaria baja clásica (disuria, urgencia y frecuencia) pueden no presentar bacteriuria significativa.

Los signos y síntomas de niños mayores con infección del tracto urinario usualmente están confinados al tracto urinario inferior, con mínimos síntomas sistémicos. Los síntomas del tracto urinario tales como frecuencia, goteo, chorro débil, molestias abdominales durante la micción y orina turbia y fétida, los cuales frecuentemente están presentes, pueden sólo ser evidentes con una observación y un interrogatorio cuidadoso. Aunque la fiebre puede estar presente, es menos común que en los niños de menor edad, y si está presente puede interpretarse como infección del parénquima renal o infección en presencia de un tracto urinario obstruido.

En general, los síntomas de infección urinaria en niños mayores y adolescentes están asociados al tracto urinario inferior y son debidos a inestabilidad del detrusor e irritación de la mucosa uretral, mientras que en niños menores y neonatos, hay usualmente evidencia clínica y de laboratorio del compromiso del tracto urinario superior.

El diagnóstico definitivo de una infección urinaria depende del resultado del urocultivo. Un contaje de más de 100 000 unidades formadoras de colonias/ mL obtenida en forma adecuada del chorro medio, así como el crecimiento de cualquier organismo en una orina obtenida por aspiración suprapúbica, son indicativos de infección urinaria. Algunos niños pueden tener urocultivos con bajo contaje de colonias debido a una hidratación excesiva, a un aumento de la diuresis o a una terapia antibiótica empírica iniciada previamente al urocultivo.

En niños menores de 2 años de edad, el análisis microscópico de la orina debe ser realizado inmediatamente. La presencia de gran número de bacterias y piuria (usualmente > 100 células/mm3) inclina el diagnóstico hacia una infección urinaria. Sin embargo, aunque el hallazgo de piuria apoya fuertemente el diagnóstico de infección urinaria, aproximadamente del 30 % al 50 % de los pacientes con bacteriuria e infección urinaria no tendrán piuria.

Un manejo apropiado debe incluir urocultivos de seguimiento. El primer urocultivo debe ser obtenido entre 2 y 3 días después de iniciar el tratamiento, para poder evaluar el éxito de la elección antibiótica inicial. Este examen constituye la manera más útil de evaluar la susceptibilidad antimicrobiana del patógeno aislado. El urocultivo debe ser repetido entre 2 y 3 semanas después, y otro justo antes de cualquier evaluación radiológica. Cultivos posteriores deben ser realizados con intervalos de 3 meses durante el primer año, seguidos de un urocultivo anual al menos durante el 2 ó 3 años más. Cada niño con una infección urinaria debe tener este extenso control.

La decisión con respecto al manejo de los niños con infección urinaria frecuentemente incluye la evaluación de cualquier anormalidad estructural del sistema urinario. La pregunta que con mayor frecuencia surge es si todo paciente con infección urinaria debe ser sometido a estudios image- nológicos.

Aunque la incidencia de infecciones urinarias es baja en niños, estos tienen más probabilidad de tener anormalidades estructurales, por lo que los estudios de imágenes deben realizarse en todo niño (varón o hembra) cuando hay una primera infección urinaria documentada, cuando hay evidencia clínica que sugiera infección urinaria alta, cuando los hallazgos físicos sugieran anormalidades genitourinarias y en casos de niñas mayores de cinco años con bacteriuria sintomática recurrente y sin estudios imagenológicos previos.

La incidencia de anormalidades halladas en los estudios de imágenes en niños después de una primera infección urinaria va de un 6 % a un 57 %.

Estudios diagnósticos

Se deben realizar estudios imagenológicos después de tratar la primera infección urinaria que haya sido comprobada con cultivos. Los estudios durante la fase aguda de la infección urinaria están indicados sólo en niños con hallazgos compatibles con uropatía obstructiva, tales como masa abdominal, trastornos miccionales y signos de toxicidad o bacteriuria a pesar del tratamiento. A continuación mencionaremos las modalidades imagenológicas más utilizadas:

        Ultrasonido: éste puede ser utilizado para evaluar

el tamaño y el contorno renal, detectar litiasis

urinaria y dilatación renal, así como anomalías del tracto urinario inferior. Un ultrasonido bien realizado debe incluir la evaluación pre y postmiccional. El ultrasonido renal y vesical puede ser suficiente en la evaluación inicial de niños mayores de cinco años con un primer episodio de cistitis, en niñas con cistitis recurrente en ausencia de disfunción miccional y en adolescentes del sexo femenino con una primera infección urinaria febril.

       Urografía de eliminación: Este procedimiento está indicado cuando el ultrasonido no es concluyente, por lo que no se recomienda su realización en la evaluación inicial. La urografía es útil para evaluar el funcionalismo de cada unidad renal, la presencia de obstrucción y ayuda al diagnóstico de anomalías congénitas.

       Cistografía miccional: En niños con infecciones urinarias en quienes se sospecha alguna anormalidad estructural es esencial realizar una cistografía miccional, la cual permite diagnosticar y documentar la presencia y el grado de un reflujo vesico-renal, evaluar el contorno y el vaciamiento vesical y visualizar la uretra posterior en los niños. Todo niño con infección urinaria febril y todo niño menor de 2 años con infección urinaria comprobada febril, o no, debe ser sometido a una cistografía miccional.

       Gammagrama renal: Los estudios con radioisótopos pueden ser utilizados para evaluar la función renal y la integridad del parénquima renal, así como para demostrar obstrucción funcional. El ácido dimercapto-succínico (DMSA), es una sustancia captada por los túbulos renales proveyendo una manera eficaz de detectar la presencia de cicatrices renales con alta especificidad y sensibilidad cuando se compara con el ultrasonido o la urografía de eliminación. Las cicatrices renales son típicamente mostradas como defectos focales asociados con pérdida de volumen o contracción de la corteza renal en contraste con los defectos corticales renales ocasionados por la inflamación aguda que se presentan en la pielonefritis, donde aparecen áreas con disminución de la captación del DSMA con preservación del contorno y el volumen renal.

Tratamiento

El objetivo fundamental del tratamiento de la

infección urinaria es proveer alivio de los síntomas

y evitar el daño renal. Este tratamiento está basado en varios aspectos tales como el conocimiento de cualquier anomalía estructural existente, el patógeno involucrado y su susceptibilidad empírica o documentada mediante un urocultivo, la persistencia de bacteriuria recurrente y la edad del niño.

Los niños con afectación del estado general o que presenten un riesgo mayor de ser más vulnerables debido a su edad (neonatos) o a la presencia de anomalías del tracto urinario deben ser hospita­lizados y tratados agresivamente.

Los niños con infección urinaria tienen la probabilidad de desarrollar importantes secuelas, que incluyen sepsis, alteraciones electrolíticas que comprometen sus vidas e inclusive shock. Toda evaluación de un niño con síndrome febril debe incluir el examen de toda fuente potencial de infección (sangre, heces, líquido cefalorraquídeo y orina).

El tratamiento será enfocado con base en cuatro entidades específicas: la infección urinaria no complicada, la infección urinaria complicada, la infección recurrente y la bacteriuria asintomática.

Infección urinaria no complicada

Los niños con un tracto urinario normal y ausencia de signos o síntomas de toxicidad pueden ser tratados en forma ambulatoria con antibióticos orales. Se debe obtener un urocultivo antes del inicio de la terapia antibiótica para poder conocer el patógeno involucrado y la susceptibilidad del mismo a los antimicrobianos. La terapia inicial puede comenzar con ampicilina, amoxicilina o trimetoprim- sulfametoxasol (TMP/SMX). La mejoría clínica usualmente es evidente entre 24 y 48 horas después de iniciar la terapia y un urocultivo debe ser obtenido a las 48 horas de iniciar el tratamiento. La terapia antibiótica en casos no complicados debe mantenerse de 7 a 10 días.

Infección urinaria complicada

En los neonatos con signos y síntomas de toxicidad, la terapia inicial debe ser con antibióticos de amplio espectro por vía endovenosa. Una combinación de ampicilina y cefotaxima o un aminoglucósido debe ser la elección, y una vez identificado el microorganismo, un agente menos nefrotóxico y más adecuado puede ser utilizado. En niños mayores la terapia antibiótica empírica debe

iniciarse con una cefalosporina de tercera generación.

Se debe repetir un urocultivo a las 48 horas de iniciar la terapia. En los neonatos el tratamiento parenteral debe mantenerse durante 14 días, mientras en niños mayores el tratamiento debe mantenerse por lo menos durante 5 a 7 días, posterior a los cuales, si no hay evidencia de complicaciones y la orina está estéril, puede pasarse a la vía oral hasta completar un curso de 14 días.

Infección recurrente

La elección antimicrobiana para el tratamiento de las infecciones recurrentes es similar al de cualquier primo infección urinaria. Sin embargo, la resistencia bacteriana puede ser el problema. La elección de la vía más adecuada para el tratamiento del niño con una infección urinaria recurrente depende de la severidad de los síntomas y de la presencia o no de anomalías anatómicas asociadas.

Las infecciones recurrentes son usualmente debidas a reinfección después de un tratamiento antibiótico adecuado y éstas pueden ser prevenidas mediante la quimoprofilaxis. Las reinfecciones son más comunes en niñas y aunque en niños la recu­rrencia temprana puede ser similar, la recurrencia tardía es menos frecuente.

En niños con anomalías anatómicas, especial­mente reflujo vesico-renal, el manejo óptimo es la utilización de profilaxis antibiótica a bajas dosis. Una vez que el tratamiento de la infección urinaria ha concluido, el mantenimiento de un tracto urinario estéril es más efectivo mediante el uso continuo de antibióticos a bajas dosis que la administración intermitente de un curso de antibióticos admi­nistrados sin que ocurra una infección. El uso de una dosis diaria única de TMP/SMX durante períodos prolongados (3 a ó meses) previene las recurrencias con escasa posibilidad de alteración de la flora intestinal normal o que los microorganismos se hagan resistentes.

Bacteriuria asintomática

Los niños con bacteriuria asintomática repre­sentan un grupo de bajo riesgo para desarrollar una infección urinaria y tienen la tendencia a pasar espontáneamente a tener una orina estéril, por lo que ningún niño debe ser sometido a despistaje bacteriológico para detectar bacteriuria asintomática. Asimismo, la presencia de bacteriuria asintomática en ausencia de reflujo vesico-renal no se ha asociado a daño renal.

En resumen, el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado y oportuno de la infección urinaria en el niño, mediante una terapia antimicrobiana específica documentada con un urocultivo (aunque el tratamiento empírico se debe iniciar desde el momento de hacer el diagnóstico), tiene como principal objetivo aliviar los síntomas, pero fundamentalmente prevenir el deterioro renal, reduciendo así la probabilidad de hipertensión e insuficiencia renal que disminuiría la calidad de vida de estos niños durante su vida adulta.

 

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INTRODUCCIÓN

Se conoce como condición clínica desde la antigüedad, en documentos tan antiguos como el Papiro de Ebers donde se mencionaba una modalidad terapéutica.

Es la anormalidad de la micción más frecuente en la infancia. Es más frecuente en varones, pero la enuresis diurna-nocturna se ve más en las hembras. Su incidencia es del 15 % al 20 % aproximadamente en niños de 5 años de edad y del 5-10 % en niños a los 10 años. De estos solamente el 15 % adquieren destreza para no orinarse en la cama y sólo a1 a 2 % de los adolescentes permanecen con el problema. Del total de niños con enuresis un 20 % aproximada­mente tienen enuresis diurna-nocturna. La edad corte para definir la enuresis es 5 años. El tiempo para definir curación son 6 meses. En conclusión un 85 % de los niños son continentes urinarios a los 5 años de edad, es decir tendrán control diurno- nocturno de su micción.

La literatura mundial señala que la incidencia en los adultos es de 1,5-3 %. La enuresis secundaria se ve en 3 - 8 % en los niños entre 5 y 13 años. El porcentaje de resolución espontánea luego de una enuresis secundaria es similar a la enuresis primaria (15 % por año transcurrido). En Estados Unidos 5 a 7 millones de niños tienen enuresis nocturna. No tenemos cifras de la incidencia de enuresis en Venezuela.

La micción que ocurre en el niño desde que nace hasta que alcanza los dos años de edad es de tipo refleja con grados variables de hiperactividad vesical. Ambas condiciones desaparecen usualmente cuando aumenta de manera gradual la capacidad

(extraído de el sitio WEB Urología al día.com propiedad del Dr J.C. Potenziani)

vesical por mejoras en la distensión de la vejiga y en la acomodación de la misma, y cuando las estructuras neurológicas que definen la continencia urinaria maduran (lóbulos cerebrales frontales y parietales), así como todas las vías que interconectan dichos lóbulos con el resto de las estructuras intermedias y finales de la continencia urinaria (vías medulares, centros medulares de la micción, interconexiones en el piso pélvico muscular-rabdoesfinter-lisoesfinter- vejiga urinaria). Todo esto lo podemos constatar en el niño al presentarse o no la sensación propioceptiva y nociceptiva del llenado vesical, así como la capacidad de controlar las micciones inminentes que se desencadenen; que en un inicio (hasta los 2 años) existe una “personalidad hiperactiva vesical” y por ende tiene micciones de urgencia características de la inmadurez neuroanatómica-conductual.

Si   lo vemos desde otro ángulo, sabremos que el niño ha madurado neuroanatómica y fisiológica­mente cuando es capaz de tener una capacidad funcional vesical acorde con la edad (basado en tablas uroneurológicas pediátricas), cuando demuestre un “control” sobre su esfínter externo (rabdoesfinter) y sobre todo cuando el niño sea capaz de iniciar o inhibir la micción a través de su control sobre la función del músculo detrusor, condicionado por una corteza cerebral madura.

Es importante que se difunda información acerca de la enuresis, su incidencia, factores etiológicos y alternativas terapéuticas para disminuir al máximo el porcentaje de pacientes que no acuden al especia­lista (5 % al 20 %); las campañas de información deben tener un objetivo primordial que es concien- tizar a los padres sobre que actitud deben tener con su hijo enurético y darle las bases para que acepten las estrategias terapéuticas que propone el especialista. Cambiar la actitud negativa de los padres ante el problema, es tan importante que de lograrlo muchas veces mejora al niño enurético casi totalmente. Un clima afectivo comprensivo y sobre todo sin humillaciones ni castigos es fundamento básico sobre los que se sostiene el resto de las alternativas terapéuticas que se indiquen. Como médicos debemos comprender la etapa que vive nuestro paciente, puesto que no es lo mismo un niño enurético que un adolescente enurético, por lo cual debemos adaptarnos al momento evolutivo en la personalidad de cada paciente enurético.

DEFINICIÓN

La palabra enuresis proviene del griego enourein, que significa vaciar la orina. Se entiende como la incontinencia urinaria después de la edad en la cual se debe haber logrado el control urinario (uroneurológico). Pero en la vida diaria se refiere específicamente a la incontinencia urinaria durante el sueño. La enuresis es un síntoma y no una enfermedad.

Diferentes tipos de enuresis:

Enuresis: emisión involuntaria y repetida de orina durante el día o la noche o ambas, después de un período en el cual los patrones de continencia y de control urinario han debido establecerse, aproximadamente a los 3 - 4 años, sin que pueda atribuirse a una causa orgánica. Algunos señalan una frecuencia de 2 eventos al mes en niños mayores de 5 años y por lo menos 1 vez al mes en niños mayores de 6 años.

Enuresis primaria: incontinencia urinaria que se presenta desde el nacimiento de manera persistente, sin haber mediado ningún momento de continencia o sequedad del paciente afectado.

Enuresis secundaria: incontinencia urinaria que se produce luego de 6 meses de intervalo “seco” antes de volver a orinarse.

Enuresis nocturna: incontinencia urinaria que ocurre durante la noche; también se recomienda utilizar el término en los niños que entran al primer grado escolar y que no han alcanzado el control sobre su continencia urinaria nocturna (entre los 5 y

7   años de edad), o niños mayores de 5 años que se orinan durante el sueño nocturno más de 2 veces por mes

Enuresis diurna: incontinencia urinaria que ocurre durante el día, siempre el paciente esté durmiendo.

Enuresis diurna-nocturna o mixta: es aquella incontinencia urinaria que ocurre tanto de día como de noche al estar durmiendo el paciente. Tiene una implicación de mayor gravedad porque se puede relacionar con un trastorno neurourológico importante asociado o no a un condicionamiento conductual.

Enuresis nocturna sintomática: es aquella incontinencia urinaria durante la noche asociada a síntomas urinarios variados como urgencia, frecuencia, trastornos miccionales de vaciamiento (obstructivos). Es discutible si se trata de casos de nocturia con episodios de incontinencia urinaria de urgencia sin estar el paciente durmiendo y con un estado de hiperactividad vesical de base.

Enuresis complicada: engloba una amplia gama de desordenes funcionales miccionales en niños que no presentan afecciones neurológicas evidentes y que además de la enuresis presentan disfunción miccional, frecuencia diurna-nocturna, urgencia, incontinencia de urgencia, constipación crónica, encopresis, micciones infrecuentes, chorro urinario débil intermitente, pujo miccional y episodios de infección urinaria.

PUNTOS RESALTANTES EN RELACIÓN A LA ENURESIS

V        El 5 % de niños con incontinencia urinaria diurna tienen una causa orgánica

V       Es más común en varones que en hembras (3:2).

V       Tiene una incidencia del 15 % al 20 % en niños a los 5 años de edad.

V       Tiene una incidencia del 5 % al 10 % a los 10 años de edad.

V       Del 1 % a 2 % de adolescentes tienen enuresis nocturna.

V       La asociación entre enuresis y encopresis en niños es de un 15 % aproximadamente.

V       La mayoría de los niños enuréticos tienen un retardo en la adquisición de habilidades para el control vesical, la minoría tienen anormalidades anatómicas, o trastornos psicológicos

V       La mayoría de los niños superan la enuresis espontáneamente lo que nos indica que la principal terapia es la motivacional.

V        En Estados Unidos aproximadamente 7 millones de niños presentan enuresis nocturna.

V        Cada año 20 % de los niños enuréticos dejaran de serlo.

V       La decisión de tratamiento se basa en la intensidad de la enuresis, en la edad del paciente, en el compromiso emocional del niño y de su familia y en el acuerdo común de hacerlo.

V       El 70 % de los niños enuréticos se mejoran mucho con las terapias motivacionales y 25 % se curan con dichas terapias.

FACTORES ETIOLÓGICOS

Las consideraciones en relación a la etiología de la enuresis son un problema complejo y muchas veces de difícil explicación a través de una sola teoría, abriéndose la posibilidad de una etiología múltiple, que por supuesto lleva a un tratamiento múltiple. En numerosas ocasiones las terapias se comienzan sin tomar en cuenta el posible factor etiológico lo que desde el punto de vista práctico, puede aceptarse, pero desde el punto de vista pronóstico, puede ser la causa de fracasos terapéu­ticos o de tardanza en la obtención de buenos resultados, que pueden aumentar aun más, la autoconfianza, seguridad en si mismo y calidad de vida del paciente enurético.

1.     Alteraciones del sueño o del despertarse.

Si   el niño enurético presenta o no trastornos del sueño ha sido tema de innumerables debates en todo el mundo. Actualmente se ha dirigido la atención no tanto en el nivel de sueño alcanzado por el paciente, sino en los posibles disturbios del despertar de dicho sueño. Inicialmente se hablaba que estos pacientes tenían un nivel de sueño profundo, pero ahora se cree que es un desorden o imposibilidad para despertarse o darse cuenta de los eventos propio- ceptivos del llenado vesical.

Watanabe reporta que el momento en el cual un niño enurético debe despertarse al tener la vejiga llena se retarda. Hay un asincronismo entre la vejiga llena y el momento ideal en la cual el paciente enurético debe despertarse para ir a orinar (Watanabe

H,   Imada N, Kawauchi A. Physiological background of enuresis type 1. A preliminary report. Scand J Urol Nephrol (Suppl) 183-187,1997)

La presencia de apnea obstructiva del sueño, que es la obstrucción de las vías aéreas causando apnea por 10 a 60 segundos produce un aumento de la secreción nocturna de factor atrial natriurético, que está asociado con la inhibición de la secreción de renina y disminución de los niveles de aldosterona, sin cambios en los niveles plasmáticos de la arginina- vasopresina, lo que causa natriuresis y aumento de la diuresis, con la posibilidad de presentar enuresis sobre todo secundaria en el adulto, pero rara vez enuresis primaria nocturna en la infancia. En los niños se presenta una asociación entre obstrucción de las vías aéreas por adenoides o amígdalas y episodios de enuresis, los cuales según Weider desaparecen en un 75 % aproximadamente (Weider DJ, Sateia MJ, West RP: Nocturnal enuresis in children with upper airway obstruction. Otolaryngol Head Neck Surg 105;427-432, 1991).

Neveus estudió el comportamiento en el sueño del niño enurético y no enurético; se analizaron 100 niños entre 6 y 10 años y encontraron gran diferencia en la capacidad de despertarse; el grupo enurético eran “dormilones” más profundos y los episodios de insomnio, pesadillas, sueño interrumpido e inquietud en el sueño fue menos común entre los niños enuréticos (Neveus T, Lackgren G, Stenberg A, Tuvemo T, Hetta J. Sleep and night time behavior of enuretics and non-enuretics. Br J Urol 1998 May:81 Suppl 3:67 71).

2.    Alteraciones en la capacidad funcional vesical

Hay una reducida capacidad funcional en la vejiga de los niños enuréticos en comparación con niños que no tienen esa condición. Los enuréticos no son capaces de contener un volumen normal intravesical mientras duermen, sin embargo debemos mencionar que los estudios sobre capacidad funcional vesical se hacen usualmente con el paciente despierto y si esos niños se anestesiaran desaparecería la carac­terística disminución de la capacidad funcional, por lo cual se infiere que dicha capacidad funcional vesical está asociada con procesos de condiciona­miento uro neurológicos todavía por aclarar.

Para conocer de manera general la capacidad funcional vesical de un niño debemos aplicar la regla de la CFV (capacidad funcional vesical) = edad en años + 2 onzas. Por ejemplo si el niño tiene 10 años debe tener una CVF de 12 onzas (c/onza = 30 mL)

3.    Elevada producción de orina durante el sueño.

Normalmente niveles elevados de hormona antidiurética (HAD) durante el sueño aumenta la concentración urinaria y disminuye su volumen.

En los estudios que enfocaron volumen nocturno en pacientes enuréticos se demostró que en ellos no hay una reducción del volumen urinario producido durante el sueño por lo cual se le denomina poliuria nocturna relativa y este hallazgo está asociado a niveles séricos disminuidos de hormona anti­diurética. Pero en muchos otros estudios no se ha podido reproducir dicha disminución, por lo cual es todavía un tema muy debatido en el mundo entero.

Entre las características de los niños enuréticos tenemos un bajo nivel de hormonal antidiurética en la noche, una baja osmolalidad urinaria y un alto volumen urinario nocturno.

4.      Alteraciones en la hormona antidiurética (HAD).

Hay cuatro eventualidades posibles en relación a la HAD, y son: una secreción normal durante el sueño y esto estimule la reabsorción de agua de los túbulos renales lo que lleva la producción de un bajo volumen de orina durante el sueño, con la acomodación vesical a los volúmenes disminuidos de orina y sin tener que enviar mensajes al cerebro para despertar al niño con lo cual se logra la continencia y el no despertarse.

La segunda eventualidad es que el cerebro secrete poca cantidad de HAD con lo cual se reabsorbe menos agua, se produce más orina y se excederá la capacidad funcional de la vejiga teniendo el cerebro que enviar mensajes para despertar al paciente con lo cual tendremos nocturia. Si el niño no se despertara por inadecuada conducción nerviosa aferente vesical, o por inmadurez cerebral o por trastornos del despertar de manera inequívoca el niño se orinará en la cama.

La tercera eventualidad es que el niño no tenga ninguna anormalidad en la secreción de HAD, pero haya falla de la hormona para aumentar adecuada­mente la reabsorción de agua por los túbulos renales, por lo cual se produce más orina, de entonces el niño el niño despertara para orinar; si sigue durmiendo se produce el episodio de incontinencia urinaria (enuresis).

La cuarta eventualidad es que haya secreción normal de HAD con formación reducida de orina nocturna, pero con una baja capacidad funcional vesical lo cual originará frecuencia urinaria nocturna (nocturia) o incontinencia si hay leves trastornos en la capacidad de despertar. Por lo cual actualmente se habla no sólo de deficiencia en la secreción de HAD sino de resistencia a sus efectos fisiológicos. Sin embargo debemos aclarar que son muchas las hormonas involucradas en la regulación de la producción de orina. No hay duda que la más importante es la hormona antidiurética, arginina vasopresina que actúa en los túbulos colectores renales regulando la depuración de agua, pero además tenemos el sistema renina-angiotensina, el péptido atrial natriurético (PAN), la aldosterona y los corticosteroides.

En general la atención de la regulación de fluidos se ha centrado en los túbulos colectores de la parte más distal del riñón pero hay evidencias que demuestran que los mecanismos de regulación del agua en los túbulos proximales también son importantes. Otras hormonas como el glucagon y la hormona paratiroidea intervienen en la regulación de la producción de orina, por lo cual podemos deducir que la participación hormonal en la regulación de orina es múltiple y compleja.

5.  Alteraciones en la capacidad de atención del niño

Como un hallazgo dentro de las características de niños con déficit de atención, también está la enuresis, por lo cual está en investigación todos los mecanismos y vías fisiológicas o fisiopatológicas que rodean el área de la atención en las diferentes etapas del desarrollo del ser humano, en lo concerniente a la capacidad de contener la orina tanto despierto como dormido.

Se caracterizan por ser distraídos con sus actividades en general, entre las que se cuentan el acto de orinar, por lo cual es fácil entender que una de las alternativas en ellos es colocarlos en un programa de reeducación vesical, con diuresis horaria acompañado por supuesto de terapia motivacional.

6.                                  Retardo    en la maduración-desarrollo del sistema neurológico-urológico

Es el factor etiológico más comúnmente esgri­mido en lo concerniente a la enuresis. Lo relacionan a un retardo en adquirir el pleno potencial de las interconexiones neurológicas-urinarias para que una vejiga infantil “hiperactiva” se convierta en una vejiga “controlada adulta” bajo el influjo del sistema nervioso central y periférico. Esto tiene su basamento en los hallazgos urodinámicos de niños con enuresis (hiperactividad vesical con contrac­ciones involuntarias, distensibilidad vesical disminuida y eventos propioceptivos y nociceptivos adelantados.

7.     Alteraciones psicológicas.

Desde 1950, la enuresis era considerada un problema psiquiátrico y por lo tanto tratada con psicoterapia, sin obtener ningún resultado positivo. Las características psicológicas en los pacientes enuréticos son inmadurez, baja autoestima, sentido de inferioridad, miedo a que sea descubierto por su núcleo social y escolar son a veces características de los pacientes con enuresis, las cuales pueden afectar las actividades propias del niño en sus diferentes edades evolutivas, limitando su expansión y desarrollo de su personalidad, aislándose y generán­dose un problema en el ámbito familiar, porque un niño enurético provoca una actividad familiar nocturna, cuando todos quieren estar durmiendo, lo cual genera frustración-rabia en los padres y en el niño enurético, preocupación por los gastos econó­micos generados y una respuesta psicológica familiar y personal muchas veces inapropiada, entre las que se mencionan los castigos dados por los padres a los niños enuréticos (20-40 % de los padres lo hacen), lo que resulta totalmente equivocado porque la enuresis no es un problema voluntario. Sin embargo, luego de muchos estudios de investigación se ha concluido que aun cuando sabemos que los niños enuréticos exhiben porcentajes significativos de disturbios del comportamiento y desajustes familiares y sociales, solamente una minoría tiene un substrato realmente psicopatológico de su enuresis.

8.   Alteraciones infecciosas urinarias

Sabemos que aproximadamente del 1 % al 2 % de las enuresis nocturnas son ocasionadas por infección urinaria (bacteriuria significativa) o con infecciones por gérmenes diversos en contajes por debajo de 105 UFC/mL (contaminaciones vestibulares vaginales, por mal aseo vaginal o por costumbres en los hábitos de higiene que son inapropiados y predisponen a contaminación del área vestíbulo-vaginal y uretral). Es importante sobre todo en niñas en edad escolar en las cuales se han encontrado asociación entre bacteriuria y enuresis, reforzado además por el hecho de que en 25 % aproximadamente, desaparecen los episodios enuréticos al erradicar la bacteriuria. Un 50 % de las niñas y 5 % de los niños con síntomas urinarios y enuresis tienen historia de bacteriuria. Pero lo más controversial es que un bajo porcentaje de ellos se resuelve al eliminar la bacteriuria. La Academia Americana de Pediatría recomienda estudios radiológicos como parte de la evaluación de niños enuréticos (enuresis nocturna) sólo si hay bacteriuria asociada, porque 15-18 % se asocia a reflujo vesicoureteral.

9.   Alteraciones anatómicas uro neurológicas

Dentro de las anormalidades anatómicas que pueden conducirnos a episodios de enuresis tenemos: uréter ectópico, anormalidades sacras (espina bífida, mielomeningocele, y otras anormalidades neuroló- gicas lumbosacracoccigeas, valvas de uretra poste­rior y epispadias femeninas (clítoris bífido con sínfisis púbica amplia). Lo usual es que estas anomalías se diagnostiquen en unión de otros hallazgos como infecciones urinarias y otras anomalías urológicas (distensión del sistema ureteropielocaliciano, entre otras)

10.     Alteraciones urodinámicas (funcionales) de la micción.

En la definición de enuresis “persistencia de micciones inapropiadas de orina más alla de la edad donde debe existir control normal” (Kogan), vemos que micciones inapropiadas pueden no sólo tratarse del simple hecho de la incontinencia bien sea diurna o nocturna del niño en cuestión, sino que según nuestro punto de vista las “micciones disfuncionales en la infancia” son un hecho que se repite cada día más en nuestras consultas y una de los posibles quejas que refiera el niño o sus padres son los episodios de nocturia, por lo cual nos parece útil brevemente referir que tipo de disfunciones miccio- nales son más frecuentes en la infancia, aclarando que un mismo paciente puede perfectamente tener características de varios tipos de disfunción miccional.

Tenemos la disfunción donde el niño “se olvida de orinar” por cuanto el orinar no está dentro de sus prioridades y por ende al momento de la máxima urgencia, es incapaz de “contener la orina” y se producen la incontinencia. Este es el tipo de disfunción que se asocia mayormente a los desordenes o déficit de atención del niño, por lo cual se debe aconsejar al niño y a sus padres a que haya un cambio de comportamiento en lo referente al área urinaria (estrategias conductuales, reeducación vesical, psicoterapia de apoyo a padres y al hijo enurético, fármacos, entre otras alternativas terapéuticas)

Tenemos también el “síndrome de urgencia urinaria”, donde el niño no ha aprendido a manejar a su vejiga para que se detenga en los eventos contráctiles y esto ocasiona por supuesto urgencia urinaria con episodios de incontinencia, haciendo toda clase de “trucos” para que no se le salga la orina, desde apretar o cruzar sus piernas, hasta acurrucarse en una posición muy característica llegando al extremo de contraer su rabdoesfinter como último recurso, se crea así una “disfun­cionalidad” que usualmente no llega a tener grandes consecuencias por cuanto en su mayoría al orinar lo hacen bastante bien, con una apropiada relajación rabdoesfinteriana, una apropiada embudización de su lisoesfinter y unos niveles de residuo urinario postmiccional normales.

Otro patrón urinario disfuncional infantil, es una “micción en staccato” que significa que el paciente comienza y para de orinar en numerosas oportu­nidades. Esto motivado a una incapacidad en mantener el rabdoesfinter relajado por lo cual se caracteriza por tener micciones incompletas y además con residuos urinarios elevados que se traducen en infecciones urinarias con el posible compromiso del árbol urinario superior. Estos niños tienen también urgencia, frecuencia urinaria y por supuesto incontinencia urinaria.

Otro patrón urinario disfuncional infantil lo vemos en aquellos que muestran una “micción fraccionada” se considera un grado más severo de disfunción miccional donde el niño va poco al baño y con micciones no efectivas es decir dejando residuos importantes y donde la urgencia urinaria no se produce, debido a que usualmente cursan con vejigas hipoactivas, donde la capacidad funcional es usualmente mayor que la normal, por lo cual al no sentir ganas de orinar, pueden ser candidatos a tener pérdidas involuntarias de orina y a tener residuos urinarios postmiccionales importantes, aun sintién­dose que han “vaciado supuestamente toda su orina”.

El último patrón miccional disfuncional en los niños es el “síndrome de vejiga perezosa”, el cual se considera como el resultado final de una patrón de micción fraccionada de larga data. No sienten la necesidad de orinar, tienen vejigas 2 a 4 veces más grandes que las que le corresponden por su edad y ocasionado por sus altos residuos urinarios, presentan infecciones urinarias a repetición con riesgo de involucrar al árbol urinario superior.

De acuerdo con lo anterior es conveniente recomendar que a todo niño con enuresis en la entrevista que tengamos con el niño y sus padres se investigue la posibilidad de presentar un patrón disfuncional. Muchas veces a partir de una consulta urológica se descubre una anormalidad del comportamiento familiar, o de la pareja de padres o del niño en cuestión, recomendándose entonces la terapéutica más adecuada. Sin embargo es muy raro encontrar anormalidades urodinámicas en niños con enuresis nocturna monosintomática y son más frecuentes en niños con enuresis complicada (ver definición).

11.   Alergias provocadas por la alimentación

Se ven en casos muy específicos de casos de niños con dietas especiales por presentar migraña o comportamiento hiperactivo, las cuales se abandonan y provocan la aparición de enuresis. Ciertos alimentos provocarán una reacción alérgica intravesical con la aparición de una capacidad vesical disminuida, y son estos alimentos que se prohíben para mejorar la aparición de migrañas o de conductas hiperactivas.

12.   Alteraciones genéticas

La alta prevalencia de miembros de una misma familia ha hecho pensar en la etiología genética y efectivamente en el cromosoma 13 existe una anormalidad ya definida, por lo cual la enuresis nocturna se considera usualmente una condición heredable. No hay dudas que hay un aumento en la incidencia de niños enuréticos cuando sus padres fueron enuréticos. Se dice que 77 % de niños son enuréticos si ambos padres fueron enuréticos; 44 % si sólo un padre fue enurético y un 15 % si ninguno de los padres fue enurético. Gemelos monocigóticos duplican la incidencia en relación a los gemelos dicigóticos.

13.      Niños con encopresis o con constipación

La definición de encopresis “aquella inconti­nencia fecal que no se le conocen causas orgánicas”; está asociada junto con la constipación fecal en la incidencia de enuresis nocturna en la infancia y en la adultez. En estudios practicados en niños enuréticos se ha descubierto que aproximadamente un 8 a 18 % de los niños pudieran tener encopresis-constipación con lo cual se pudiera ocasionar impactación de heces en el recto que altera la pared posterior vesical reduciéndose por lo tanto la capacidad funcional vesical, lo que lleva a urgencia y posible inconti­nencia urinaria. Sabemos también que hay niños, usualmente hembras que presentan infección urinaria recurrente, hiperactividad vesical, reflujo vesico- ureteral, y constipación con la presencia de enuresis que mejora e inclusive desaparece al tratar la encopresis y la constipación (O'Regan S, Schick E, Hamburger B, Yazbeck S. Constipation associated with vesicoureteral reflux. Urology 1986;28(5) 394­396)

¿CÓMO EVALUAMOS CLÍNICAMENTE A UN PACIENTE ENURÉTICO ?

A un paciente con enuresis se le debe realizar una historia clínica completa, con la investigación de todo tipo de antecedentes que nos pueda llevar a un diagnóstico presuntivo más acertado y por ende más rápido, ya que desde un punto de vista práctico la enuresis afecta seriamente la calidad de vida del paciente que lo sufre. Es importante indagar antecedentes urológicos, nefrológicos, neurológicos, psicológicos, respiratorios, defectos del aprendizaje, o problemas de conducta del niño en estudio. Es importante descartar la presencia de entidades que puedan ocasionar enuresis como infecciones urinarias, inflamaciones dérmicas (vulvo- vestibulares) por irritantes (jabones desinfectantes cutáneos), intolerancia a alimentos, constipación, encopresis, trastornos miccionales funcionales, alergias de variada etiología, obstrucciones uretrales (valvas de uretra posterior y estrechez primaria o secundaria de uretra anterior y posterior en el varón, relajaciones incompletas del rabdoesfinter femenino y masculino, como parte de una disfunción aprendida de la micción (con disfunción del piso pélvico muscular, enfermedades endocrinas (diabetes mellitus), diabetes insípida, anomalías anatómicas que provoquen pérdidas (incontinencia) urinarias como ectopias ureterales. En este punto se debe precisar tipo de enuresis, cuantificar los episodios enuréticos, y a través del diario vesical (cada día más utilizado en el campo uroneurológico) saber que tipo de acontecimiento rodea a los episodios enuréticos y que tipo de patología asociada pudiera estar ocurriendo simultáneamente en el paciente. Por último debemos investigar los antecedentes familiares enuréticos, así como el status psicológico- emocional tanto del paciente enurético y de núcleo familiar-social que lo rodea.

Realizar un examen físico completo en busca de cualquier hallazgo que nos de la pista de la posible etiología de la enuresis. Examinar con acuciosidad las áreas lumbares, y medulares en general, abdominales, y el área genital para descartar anomalías (epispadía, duplicación uretral). Descartar la posible presencia de disrrafismo espinal o medular. Examen abdominal, examen genital buscando el origen de las pérdidas urinarias (apariencia del mismo buscando signos de abuso sexual, buscar posibles orificios de uréteres ectópicos).

En los exámenes de laboratorio se deben realizar perfiles globales con examen de orina y cultivo urinario. Cuando el paciente enurético presenta infecciones urinarias a repetición es necesario descartar anomalías orgánicas-funcionales del sistema urinario tanto inferior como superior por lo cual se debe realizar ecografía renal bilateral, estudios urodinámicos completos con flujometría, cistometría (estudios de flujo-presión), deter­minación de orina residual postmiccional, (sobre todo si el paciente presenta enuresis diurna-nocturna) y estudios radiológicos como la cistouretrografía miccional.

El objetivo en la evaluación de niños enuréticos es llegar rápidamente al diagnóstico preciso para evitar deterioro físico (funcional-orgánico) y deterioro psíquico-emocional (con angustia y frustración), además de evitar o disminuir gastos innecesarios.

En conclusión la evaluación clínica de un paciente enurético comprende la historia clínica detallada, con énfasis en el tipo de trastorno miccional presente, del estudio del diario vesical, de buscar el perfil psicológico del paciente, sus padres y el entorno familiar y social en general, de los antecedentes médicos familiares, del examen físico precisando áreas urológicas y del área genital, área neurológica, análisis urinario, estudios urodinámicos simples (flujometría-estudios de flujo presión) y complejos (de ser necesario por la presencia de enuresis complicada), estudios ecográficos (renal, vesical) para precisar patologías obstructivas del sistema urinario inferior y superior, lo que se debe confirmar con una cistografía miccional y en contados casos con una videoendoscopia urinaria inferior, sobre todo cuando se sospeche un trastorno orgánico de posible etiología congénita y no un trastorno funcional asociado a infecciones urinarias. Para concluir es bueno remarcar que tanto la evaluación de un niño enurético como su tratamiento y pronóstico dependen básicamente de la severidad del cuadro enurético que presente nuestro paciente, si es una enuresis nocturna mono sintomática o más bien se trata de una enuresis complicada poli sintomática de compleja evaluación y con esquemas múltiples de tratamiento.

TRATAMIENTO DE LA ENURESIS

Para el tratamiento del niño enurético se han diseñado modelos de decisión que tratan de ayudar al médico a mejorar su desempeño con los casos de enuresis.

A pesar de que en un sentido general el hecho de presentar episodios de pérdidas involuntarias de orina bien sea de día o de noche al dormir no pone en peligro la vida del paciente, sus efectos psicológicos sobre los pacientes y su entorno familiar y social pueden ser devastadores. Sobre todo si el paciente no presenta individualmente un nivel de soporte emocional eficaz, o cuenta con una familia directa que tiene conductas reprochables relacionadas con la enuresis que presenta el niño. Es por ello que personalmente considero que todo paciente con enuresis debe ser tratado.

La experiencia y el sentido común del médico harán que se seleccione la terapéutica más adecuada, comenzando por esquemas de terapias conductuales simples hasta las más complejas, reeducando miccionalmente al niño y educando a los padres en todos los sentidos, para que la enuresis sea al final, sólo un recuerdo en la vida del paciente. Es por ello que la consulta inicial se convierte en una piedra fundamental en el entendimiento de lo que pasa con el entorno del paciente con enuresis. Tener a los padres en la entrevista con su hijo, hace que nos demos cuenta de la relación afectiva entre ellos y sobre todo de la respuesta conductual de ellos ante la enuresis del hijo y de esa manera se enfoca de manera más completa la terapéutica a seguir.

Es fundamental que el urólogo o el pedíatra que estén con el niño y sus padres tranquilice al grupo familiar con comentarios sanos relacionados con la enuresis. Debemos decir que no son los únicos que presentan el problema, que es frecuente, que su tratamiento es en la mayoría de los casos muy sencillo, que la mayoría de los pacientes los vemos muy pocas veces, ya que en más del 7-5 % de ellos, les basta solamente con la consulta inicial o al menos con dos o tres consultas para que el problema se aleje completamente del niño. Lo más importante en esto no son casualmente los niños sino sus padres, ya que al saber que es un problema con solución y que su niño es igual a los demás, como por arte de magia se mejorará la respuesta de ellos ante los episodios de incontinencia urinaria y esto solo bastará para que también el niño tenga una actitud y una aptitud diferente, reforzado por los consejos y tratamientos de urólogos y médicos pediatras.

La intensidad del tratamiento está directamente relacionado con la intensidad de la enuresis y con la intensidad de la repercusión emocional en el paciente y su entorno.

NO HAY UN TRATAMIENTO ÚNICO QUE SEA ÉXITOSO Y ACEPTADO POR PACIENTES

Y    MÉDICOS DE MANERA GENERAL.

Por lo cual la experiencia hace que médico cobine las alternativas terapéuticas para lograr en el menor tiempo posible y con el menor gasto económico y psicológico, la eliminación de la condición enurética del paciente.

MÁS QUE UN ENFERMEDAD LA ENURESIS ES EN UN ALTO PORCENTAJE DE LOS CASOS, UNA CONDICIÓN FUNCIONAL ANORMAL DE LA VEJIGA URINARIA, EN CONJUNTO CON UNA CONDICIÓN PERSONAL DEL PACIENTE.

Resulta obvio que de acuerdo a la edad del paciente enurético tiene diferentes enfoques terapéuticos. No podemos por ejemplo intentar estrategias motivacionales en niños por debajo de 6 años (sin embargo, todos tenemos ejemplos de niños precoces que pudieran hacerlas, pero son la excepción), lo cual determina que para cada paciente hay un enfoque terapéutico particular.

De un modo general se puede afirmar que los tratamientos para pacientes enuréticos son básica­mente dos, por un lado los tratamientos que se dirigen a los cambios de comportamiento del paciente en el área de la alimentación, en el área urinaria (vaciamiento y almacenamiento vesical) y en el área psicológica con terapias conductuales, terapias motivaciones y terapias condicionantes, esta última con la ayuda de aditamentos de alarma) y por otro lado la utilización de fármacos

1.      SUGERENCIAS GENERALES

Controlar la evolución del tratamiento, bien sea en cuanto a mejoría, estabilización o empeoramiento del caso clínico, este aspecto se logra a través del diario vesical, que debe hacerse según nuestro criterio por períodos no tan cortos como se realiza con pacientes femeninas con incontinencia urinaria de esfuerzo, donde se recomienda 7 días de seguimiento a través del diario vesical, sino recomendarlo por periodos más largos, como por ejemplo 1 ó 2 meses.

Recomendar una estrategia a seguir en relación a la ingesta líquida diaria, donde la recomendación más importante es que a partir de las 6 de la tarde, no debe ingerir ningún tipo de líquidos antes de ir a dormir, para minimizar la cascada de aconte­cimientos que pudieran sucederse en el paciente enurético, que fueron explicados previamente con bastante detalle.

Recomendar vaciar la vejiga inmediatamente antes de dormir.

Recomendar también “estar más alerta” al paciente a la hora de dormir en relación a sus eventos miccionales. Tratar de que el paciente esté “menos profundamente dormido y más pendiente” lo que se traduce en una superficialización del sueño.

Tratar de condicionar con psicología al paciente a “tener éxito” en su cometido de “controlar los episodios enuréticos”, lo cual se logra desde la primera consulta con un enfoque positivo-optimista y con la ayuda de almanaques cercanos al paciente, donde marcará de manera notoria los días “secos” para incentivar al control total de la situación incontinente.

Como punto final en estas recomendaciones generales, se recomienda tanto a los padres del niño como al propio paciente que no riñan, que no se cometan humillaciones en la manera como muchas veces los padres entienden las reprimendas a los hijos, ya que lejos de lograr algo positivo, estaremos cronificando una situación psicológica-emocional equivocada y será más difícil salir de ella. Es trascendental la educación de toda la familia. Los padres deben saber con detalle cada causal de la enuresis y saber que la decisión final de qué hacer con el tratamiento debe contar con la opinión del paciente, de su médico y de sus padres y familia. En muchas ocasiones solamente con estas sugerencias generales es suficiente para solucionar los casos de pacientes enuréticos. En nuestra experiencia más de la mitad de los pacientes enuréticos se “curan” con la charla inicial dirigida no sólo a los pacientes (charla motivacional) sino principalmente a sus padres.

SUGERENCIAS ESPECÍFICAS

I) TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS MÁS UTILIZADOS

1.      Clorhidrato de imipramina

Los antidepresivos tricíclicos que tienen dos mecanismos de acción útiles para el paciente enurético: un efecto anticolinérgico directo sobre el detrusor y una disminución en la profundidad del sueño, el cual ya habíamos mencionado previamente. Por lo cual tendremos un incremento en la capacidad funcional del detrusor y un estado de “alerta” positivo que avisará al paciente del volumen que tiene su vejiga, que en caso de ser pleno llenamiento determinará en el paciente una micción normal. Se recomienda su utilización en niños mayores de 6 años. Mejora las alteraciones del despertar y las alteraciones del sueño, ambos factores etiológicos mencionados previamente. La dosis que se recomienda es de 1 mg/kg de peso corporal por día dividido en una o dos dosis, pero preferiblemente una dosis a la hora sueño. Nunca se debe admimnistrar más de 2,5 mg/kg de peso/día. De 5 a 10 % de los paciente que reciben imipramina descontinuan el tratamiento por los efectos colate­rales tipo molestias gastrointestinales, ansiedad, alteraciones de la personalidad del paciente y caída del cabello. También se han descrito taquiarritmias que en ocasiones han sido fatales. Se debe evitar su utilización en pacientes con de antecedentes familiares positivos de muerte súbita, o con trastor­nos electrocardiográficos como el alargamiento del intervalo PR, y anormalidades de la conducción cardíaca intraventricular. El porcentaje de éxito con este fármaco va del 20 al 40 % de los casos. Se considera éxito desde el punto de vista práctico a la ausencia de enuresis o a la presencia de un episodio de enuresis mensual.

2.      Acetato de desmopresin

Análogo de la hormona antidiurética arginina- vasopresina. Se vio su utilidad cuando se descubre que en algunos pacientes con enuresis nocturna el ritmo circadiano de la hormona antidiurética está pérdido. Disminuye la producción de orina durante el sueño con el objetivo de que sea menor que la capacidad vesical máxima funcional, para que no se pueda desencadenar una posible incontinencia urinaria nocturna (enuresis).

Viene en forma de spray nasal con una dosificación inicial de 20 ^g a 40 ^g 30 a 45 minutos

antes de acostarse. El inconveniente es que si el paciente presenta episodios de congestión nasal (rinitis alérgica, gripe) se obstaculiza la absorción. Por lo tanto se presenta también en forma de tabletas,

0,       2 mg 1 hora antes de dormir, que se puede aumentar a 0,6 mg por noche, la tasa de éxito completa con la forma oral es del 35 %, con otro inconveniente que es que los efectos del ácido gástrico sobre el desmopressin hace que se reduzca la biodis- ponibilidad del 10 % de la forma nasal en spray al 1 % de la forma oral. Los efectos colaterales de la forma en spray es dolor de cabeza, dolores de las ventanas nasales, obstrucción nasal. Con las tabletas el efecto colateral es la cefalea. Uno de los inconvenientes que hay que seguir es la posibilidad de retención hídrica (intoxicación por agua) y por ende de hiponatremia con convulsiones

La tasa de éxito de este fármaco va del 10 % al

25    % (respuesta total o completa) pero mejora al paciente hasta en un 90 % y esta supeditada también al tipo de enuresis que presente el paciente, ya que se ha descubierto que es más efectiva en casos de enuresis nocturna sola y mucho menos efectiva en casos de enuresis diurna-nocturna. Sin embargo autores como Husmann de la Mayo Clinic-Rochetter- Minnesota llevó a cabo trabajos con casos de enuresis tratados por 6 meses con desmopresin y un grupo control sin medicamentos sólo observación y el resultado fue bastante desalentador para los seguidores del desmopressin ya que no hubo diferencias entre los dos grupos, por lo cual dicho autor aconseja utilizar el desmopressin en circunstancias muy especificas para tratar de evitar la ocurrencia de un episodio de enuresis (básicamente cuando el niño está en concentraciones estudiantiles).

3.    Cloruro de oxibutinina

Fármaco con propiedades farmacológicas variadas como anticolinérgicas, musculotrópicas- relajantes y supuestamente propiedades anestésicas locales sobre la mucosa vesical. Como todos los fármacos anticolinérgicos aumenta la capacidad funcional vesical con lo cual se llega a uno de los objetivos del tratamiento en los pacientes enuréticos que como sabemos ellos tienen la capacidad funcional vesical reducida. De nuevo los resultados de los trabajos de investigación con este fármaco han sido bastante desalentadores, resulta mejor en casos de enuresis nocturna. Donde no se ha podido mostrar efectividad alguna es en los casos de enuresis diurna-nocturna con alteraciones urodinámicas (contracciones no inhibidas del detrusor y capacidad funcional vesical por debajo del 50 % del volumen esperado para la edad del paciente). Aún así, si el paciente mejora sus parámetros urodinámicos alterados, este paciente según Husmann puede beneficiarse de la utilización de la oxibutinina para sus episodios enuréticos, con un porcentaje de respuesta positiva hasta del 80 %, es decir se volverian continentes urinarios. Personalmente aconsejaría su utilizacion en todos los casos con observación cercana del paciente y descontinuación del fármaco al cabo del primer mes que no se tenga ningún tipo de resultado alentador.

Actualmente ha salido al mercado mundial el cloruro de oxibutinina de liberación prolongada (Ditropan XL®) con tabletas de 5, 10 y 15 mg con excelente tolerabilidad.

4.      Tartrato de tolterodina

Es un fármaco que entró al mercado farmacéutico con excelentes perspectivas, basado en numerosos trabajos de investigación, que desde el año 1995, se están llevando a cabo por los más prestigiosos grupos urológicos y de investigación del mundo entero (Nilvebrant ). Es un antagonista competitivo de los receptores muscarínicos, con el que se logran resultados prometedores en los casos que presenten hiperactividad vesical. La tolterodina se considera tan potente como el cloruro de oxibutinina en su función de inhibir las contracciones del músculo detrusor vesical. Tiene mayor especificidad sobre los receptores muscarínicos M2 y menor actividad sobre los receptores M3, por lo que tiene menos efectos sobre las glándulas salivales y por ende se ve menos sequedad bucal, que es uno de los factores más frecuentes en la deserción de los tratamientos farmacológicos (Abrams).

Wein en un estudio con 815 pacientes tratados con tolterodina y evaluados durante un año, en el 63 % que completaron el estudio, se demostró buena tolerancia a una dosificación dos veces por día y su efecto terapéutico se mantenía por largo tiempo. Su metabolismo es hepático, con producción de un metabolito farmacológicamente activo llamado 5- hidroximetil, el cual tiene un perfil farmacológico similar al de la tolterodina (Anderson).

Disminuye la frecuencia urinaria de acuerdo con la dosis administrada (fármaco dosis-dependiente), reduce la frecuencia urinaria aproximadamente en un 20 %. Produce un primer deseo miccional con un mayor volumen urinario. En un 40 % aproximadamente de los casos, la primera contracción vesical, se produce con un mayor volumen urinario. En un 21 % aproximadamente de los casos se produce un aumento de la capacidad cistométrica máxima. Produce disminución de la presión máxima del detrusor al momento del máximo llenado.

Reduce significativamente la frecuencia miccional y también los episodios de incontinencia urinaria, y produce un aumento significativo del volumen promedio orinado por cada micción. Mejora los trastornos urinarios bajos miccionales y de llenado con lo que se mejora su calidad de vida. Es útil en tratamientos a largo plazo porque ocasiona menos efectos colaterales que podrían obligar a descontinuar el tratamiento.

Se elimina en un 77 % por vía urinaria y en un 17 % por vía intestinal. Produce sus efectos farmacológicos luego de una hora de administrado con concentraciones plasmáticas máximas entre 2 a 5 horas. No tiene efectos adversos sobre los sistemas respiratorio, renal, gastrointestinal, cardiovascular y nervioso central. Los efectos que podemos encontrar se atribuyen a su actividad antimuscarínica y por ende podremos ver aumento de la frecuencia cardíaca, disminución de la motilidad intestinal, midriasis, dispepsia, cefaleas, constipación y xerosftalmia en una bajo porcentaje de pacientes.

La farmacocinética de la tolterodina no parece afectarse por la edad del paciente.

Hemos tenido experiencia en su utilización para pacientes con enuresis en dosis de 1 mg al día dividido en dos dosis o en dosis única al acostarse con resultados que parecen promisorios tanto en enuresis diurna-nocturna como enuresis nocturna monosintomática.

Acaba de salir al mercado farmacéutico mundial la presentación de una sola dosis de liberación prolongada al día (4 mg) la cual está dando resultados promisorios (Detrol LA®)

5.      Inhibidores de las prostaglandinas

Actúan por dos mecanismos, uno al inhibir las prostaglandinas que están involucradas en el aumento del tono del músculo detrusor (PGE y PGF) y se obtiene aumento en la capacidad vesical y secundariamente se obtiene continencia urinaria.

Por otro lado sabemos que las prostaglandinas tienen un efecto sobre la fisiología renal al inhibir normalmente la reabsorción de cloruros y la acción de la hormona antidiurética, con lo cual se aumentar la reabsorción de sales y agua, se disminuyen los episodios de diuresis y por lo tanto se obtiene mejoría de los episodios de enuresis. Los fármacos más utilizados en trabajos de investigación son la indometacina y el diclofenac sódico. En todos los trabajos de investigación consultados encontramos que los inhibidores de las prostaglandinas mejoran los episodios enuréticos pero no los eliminan por completo.

II.       TERAPIAS CONDUCTUALES (modifica­dores del comportamiento del paciente)

1.   REEDUCACIÓN VESICAL

Para nosotros colocar al paciente en un plan de cambio de comportamiento urinario o cambios conductuales, necesitamos del diario o bitácora vesical ya que éste determinará no sólo el tipo de acontecimiento urinario que tiene el paciente, sino que nos facilitará saber la capacidad funcional de la vejiga y los acontecimiento que conducen a los episodios enuréticos, por lo cual se ha erigido en algo fundamental sin lo cual no podemos atrevernos a recomendar cambios en el comportamiento del paciente. Por lo tanto es útil colocar al niño en terapias de reeducación vesical con micciones horarias (enseñar al niño a orinar por reloj y no por “ganas de orinar”. Otro tipo de reeducación vesical es con micciones alargadas progresivamente es decir se le enseña al paciente a “contener” la micción con intervalos progresivamente más largos (comenzando con diuresis cada hora hasta llevarlos a cada 4 horas). Lo cual se logrará también a través de enseñarle a “olvidarse concientemente” un poco del problema enurético con actividades recreativas más mentales que físicas, ya que estas últimas acarrean la posibilidad de desencadenar hiperactividad vesical que obstaculiza la evolución exitosa del caso clínico.

2.      TERAPIA MOTIVACIONAL

En lo referente a terapia motivacional debemos recomendarle a los pacientes enuréticos que marquen en un almanaque las “noches sin haberse orinado” y se les recomienda que ellos mismos realicen su higiene de cama y de ropa de dormir para que concienticen sus progresos, su estatismo o su empeoramiento y sea un factor a considerar para tomar medidas terapéuticas diferentes o reforzar las mismas. Se les recomienda no ingerir bebidas gaseosas, café, té, cítricos y chocolate. El paciente debe ser el factor fundamental en su propia mejoría y curación. Debe involucrarse en sus cambios conductuales, en su reentrenamiento vesical, en completar y llenar su diario vesical, en su cambio alimentario, en la anotación de sus éxitos y fracasos, y en los cambios de sus hábitos de sueño y en el despertarse y responsabilizarse de manera madura en su rehabilitación urinaria. Deberá estar más alerta y preocupado de sus micciones durante el día y la noche.

Es útil premiar al niño enurético por cada noche “seca” que logre, lo que recibe el nombre de terapia motivacional, ya que el objetivo es que desarrollen relaciones positivas entre padres y el niño enurético. Esto lo determinarán los padres del niño, en base a la respuesta lograda y debemos también lograr que el paciente se “haga más perceptivo” del momento de levantarse a orinar de noche para evitar la incontinencia. Debemos siempre recordar que los niños enuréticos tienen un patrón particularmente profundo de sueño y tienen también afectado el momento de despertarse por lo cual, si se logran despertar y evitar mojarse, tendría un valor mucho mayor.

En una palabra la terapia que se debe incentivar en el niño enurético es una terapia de reforzamiento y de responsabilidad de su problema, es decir que el niño sienta que con la ayuda de sus padres y de su terapista, el será el factor más importante de su mejoría. En los años que llevamos tratando a niños enuréticos, no he visto todavía a ningún paciente que no se erija en el aspecto principal de su curación. Sólo cuando hay trastornos piscológicos graves del niño y/o de su entorno familiar no veremos esa responsable participación del niño enurético.

No hay duda que las terapias conductuales (micciones horarias, modificaciones en la ingesta de líquidos, técnicas de reforzamiento de la confianza del paciente con actitudes positivas hacia el problema presentado y fisioterapia del piso pélvico para refortalecer la musculatura que interviene en las fases de almacenamiento y vaciamiento urinario vesical) son tratamientos de primera línea efectivos y duraderos para niños con enuresis, demostrado en numerosos trabajos de investigación entre los que destaca el de Wiener de la Universidad de Duke (Wiener et al, longterm efficacy of simple behavioral therapy for daytime wetting in children J Urol 164 #3 parte 1 de 2,786-790 Sep 2000)

3.     ALARMA ENURÉTICA (terapia condicio­nante)

Desde comienzos de 1900 Pfaundler confeccionó varios modelos de alarma. La alarma provocará continencia urinaria ya que ayuda a la maduración de los centros inhibitorios de la corteza cerebral.

Las alarmas tienen como objetivo “despertar” la percepción del llenado vesical para que el niño se levante a orinar.

Con el uso continuo los estímulos fisiológicos que despiertan una micción (distensión vesical, contracción del detrusor y relajación del rabdo- esfinter) se volverán estímulos condicionados que producirán la misma respuesta y despertarán al niño. La mayoría de las alarmas tiene una señal audible o una señal vibratoria. El problema más grande que tienen las terapias con alarma es la deserción del paciente a ellas, que podría ascender a más de un 30 % y por eso es importante aclarar a pacientes y padres que la efectividad de su uso (disminución de los episodios enuréticos) se ven a partir del primer mes de uso. Aunque no somos partidarios del reforzamiento negativo posterior a un episodio de enuresis, en los estudios llevados acabo con dicha práctica se han logrado los mejores resultados a largo plazo. Para esto se obliga al paciente a lavar y secar sus pijamas y su ropa de cama así como en rehacer la misma cada vez que tenga un episodio enurético.

El tipo de alarmas de campana y de pañal, funcionan porque el paciente duerme sobre una especie de pañal de cama con aditamentos sensitivos. En ambos el paciente tiene que empapar literalmente el pañal sensitivo para que se desencadene la alarma. En cambio la mini alarma va colocada en la parte de la ropa interior que está situada en el periné del paciente logrando que el paciente se despierte al inicio de la micción y no ya cuando prácticamente se ha orinado por completo. Tienen un porcentaje de éxito que va de 40 % a 70 % con una recaída clínica del 20 % al 30 % al dejar de usarse dichas alarmas. Pero tiene ventajas claras sobre la farmacoterapia como bajo costo, seguridad, mejor porcentaje de respuesta y que su mecanismo de acción es lograr que el niño se despierte antes de que se orine con lo cual aprende el momento justo para despertarse.

III.    TERAPIAS COMBINADAS (alarma, terapias conductuales y farmacoterapia)

No hay dudas que la unión de las terapias conductuales, motivacionales con los urofármacos y la posible ayuda de aditamentos de alarma, es lo que permite la desaparición de la “condición enurética”.

IV) HIPNOTERAPIA

Se reportan porcentajes de cura del 50 % pero ambas modalidades de tratamiento necesitan todavía reforzarse con más trabajos de investigación al respecto. La hipnosis es útil en casos refractarios a otras modalidades de tratamiento.

MODELOS DE DECISIÓN (Algoritmos)

Consideremos que aproximadamente un 50 % de los casos con enuresis pertenecen al grupo de enuresis nocturna mono sintomática y un 50 % pertenecen al grupo de enuresis diurna-nocturna poli sintomática. Cuando la enuresis es mixta o diurna-nocturna o polisintomatica el 50 % de las hembras y el 5 % de los varones afectados, presentan bacteriuria significativa (infección urinaria) y al examen urodinámico el 75% tienen hiperactividad vesical con contracciones no inhibidas del detrusor y todo el resto del cortejo sintomático de la hiperactividad vesical. Por lo cual recomendamos no sólo antibioticoterapia de ataque durante 7 a 10 días sino antibioticoterapia de mantenimiento (quimioprofilaxis supresiva prolon-gada a baja dosis), así como fármacoterapia tipo clorhidrato de imipramina, o parasimpaticolíticos como el tolterodine o la oxibutinina a baja dosis y sobre todo colocar al paciente en reeducación vesical del tipo de diuresis horaria (orinar a un intervalo determinado) habiendo estudiado previamente el perfil de sus micciones en su diario vesical. Hay quienes diferencian tratar primero la enuresis diurna y luego la nocturna. Soy del parecer que la enuresis sea del tipo que sea, encuentra unas bases fisiopatológicas comunes que deben ser tratadas de una vez, de lo contrario provocaremos un porcentaje alto de frustración por malos resultados en el tratamiento que a la larga provocaría deserciones del tratamiento e imposibilidad de ayudar al paciente afectado.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Las alternativas no quirúrgicas en el tratamiento de las mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE) estaban opacadas por la cirugía y no podían brillar por mérito propio, porque eran muy pocos los médicos que respaldaban su utilización, por tanto eran escasos los trabajos de investigación que confirmaban su utilidad.

Pero precisamente el número de alternativas quirúrgicas, más de un centenar, hizo que en un momento dado, se cuestionara su eficacia, debido a que nunca se lograba un 100 % de efectividad-éxito por lo tanto se empiezaron a considerar otros factores capaces de lograr que los porcentajes de éxito quirúrgico se elevaran. Aquí es donde comienzan a utilizarse simultáneamente modalidades no quirúr­gicas y quirúrgicas. Posteriormente se utilizarían unicamente protocolos de tratamientos no quirúr­gicos en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer, con la sorpresa de que los resultados eran bastante buenos e inclusive en muchos casos eliminaba la necesidad de cirugía, porque si bien no mejoraba totalmente a las pacientes, si mejoraba sustancialmente su calidad de vida y en otros casos se convertían en aliados importantes del éxito quirúrgico, dándole a éste mayor efectividad y más durabilidad en los resultados obtenidos.

Las alternativas no quirúrgicas (terapias conduc- tuales, urofármacos, fisioterapia muscular del piso pélvico, estrategias conductuales) en la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer y aun en la inconti­nencia urinaria de urgencia son y serán el futuro de los enfoques terapéuticos en pacientes femeninas con incontinencia urinaria. Veremos que muchas de

(Extraído en parte del libro Vejiga Hiperactiva del Dr. J.C Potenziani. .Editorial Ateproca 1999).

las alternativas utilizadas son las mismas que se utilizan en pacientes con hiperactividad vesical, sin embargo esto no debe resultarnos sorpresivo porque sabemos que aproximadamente un 30 % a 50 % de las pacientes con incontinencia de orina de esfuerzo, así como un 50 % a 75 % de pacientes con inconti­nencia urinaria de urgencia cursan con hiperactividad vesical. A continuación se mencionan de manera esquemática las alternativas aplicadas a las mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo.

Es útil advertir que en nuestra experiencia con más de 200 casos tratados con terapias alternativas no quirúrgicas, hemos logrado mejoría clínicas y sobre todo mejoría en la calidad de vida de nuestras pacientes con IOE uniendo varias de las alternativas abajo mencionadas, usualmente terapias conduc- tuales con fisioterapia muscular y con urofármacos como anticolinérgicos y/o antidepresivos, con la utilización de estrógenos y en algunos casos estimulantes de los receptores beta adrenérgicos.

Así como sucede con los tratamientos de la hiperactividad vesical, en la incontinencia urinaria de esfuerzo la terapia combinada no quirúrgica representa el tratamiento más idoneo. Muchas veces se mejoran los resultados quirúrgicos con estas alternativas; asimismo se mejoran aspectos de gran utilidad en el enfoque global de pacientes con pérdidas involuntarias de orina relacionado con los esfuerzos.

TERAPIAS NO QUIRÚRGICAS EN MUJERES CON

INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO I. TERAPIAS CONDUCTUALES

A.   Reeducación vesical

1.                      Micción expedita

2.   Micciones programadas (horarias)

3.       Reentrenamiento de hábitos miccionales

B.      Sugerencias conductuales a las pacientes con IOE basados en el diario vesical

C.      Sugerencias para el cambio de comporta­miento dietético o alimentario

D.      Estrategias para superar la urgencia urinaria que tengan las pacientes con IOE

E.       Psicoterapia

II.      FISIOTERAPIA MUSCULAR

A.      Mejoramiento de la postura corporal-muscular

B.      Refortalecimiento de la musculatura perineal, de la glútea, de los aductores vaginales y de la pared anterolateral abdominal

C.      Refortalecimiento del piso pélvico muscular (ejercicios de Kegel)

a.       Plan de ejercicios de Kegel sin aditamentos

o                 dispositvos

b.       Ejercicios de Kegel con conos vaginales

c.        Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales

d.       Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales + biofeedback

e.        Terapia interferencial

f.        Facilitación propioceptiva neuromuscular

g.        Acupuntura

III.   PROCEDIMIENTOS INTRAVESICALES (en casos con hiperactividad vesical)

A.      Capsaicina intravesical

B.      Resiniferatoxina intravesical

C.      Oxibutinina intravesical con aditamento de liberación prolongada (UROS infusor)

D.      Tolterodine intravesical

IV.    TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

A.      Anticolinérgicos

B.      Antidepresivos tricíclicos

C.      Músculotropicos

D.      Tranquilizantes

E.       Estimulantes receptores beta adrenérgicos

1.       Terbutalina

2.       Duloxetine

F.       Fármacos simpaticomimeticos-alfa adrenér- gicos

1.       Efedrina

2.                        Seudoefedrina

3.                        Fenilpropanolamina

G.  Estrógenos

H. Fármacos bloqueantes de los receptores alfa -

1                          adrenérgicos

V.      ADITAMENTOS VAGINALES (oclusivos y de soporte)

A.      Pesarios vaginales, en forma de anillo con o sin soporte, en forma de rosquillas, en forma de cubos, pesarios Hodge, pesarios Gellhorn, pesarios Gehrung, Pesarios inflables

B.  Reliance® aditamentos de control urinario

C.  Impress® parches o aditamentos blandos

D.  Introl® prótesis de soporte de cuello vesical

E.  Anillo firme para incontinencia®

VI.    ADITAMENTOS URETRALES (oclusivos)

1) externos (tipo chupón)

VII. INYECCIONES PERIURETRALES

VIII.          HIPNOTERAPIA

IX.   MEDIDAS GENERALES

I.   TERAPIAS CONDUCTUALES

Las terapias conductuales fueron ideadas para modificar el comportamiento del paciente en relación a su esfera urinaria, para desarrollar habilidades y nuevas estrategias para evitar las pérdidas involun­tarias de orina y mejorar por ende el control vesical y para concientizar en el paciente la capacidad que tiene de lograr un mejor control en su almacena­miento y vaciamiento urinario. (Potenziani 1999)

Están considerados como terapia de primera línea en la población femenina con incontinencia urinaria de esfuerzo o mixta desde 1988 (NHI) cuando se ratificó su utilidad por su fácil aplicación, bajo costo, seguridad y efectividad y no ser un procedi­miento invasivo y con excelentes resultados clínicos, ratificados por numerosos urólogos en todo el mundo.

Las terapias conductuales más utilizadas son la reeducación vesical, las sugerencias conductuales que le hagamos a nuestras pacientes basados en el diario vesical, las sugerencias en el cambio de comportamiento alimentario aparte de las suge­rencias o estrategias a seguir en el caso de presentar urgencia urinaria junto a su IOE, así como la aplicación de psicoterapia para precisamente ayudar en los cambios que tenga que cumplir el paciente, para poder controlar mejor sus pérdidas de orina.

Son de gran utilidad cuando se unen el entusiasmo del paciente con el del terapista; cuando el paciente siga con precisión las recomendaciones de su médico urólogo, y cuando se hagan las recomendaciones adecuadas que surjan de un análisis preciso del diario vesical así como de la entrevista con el paciente. El nivel de satisfacción logrado en nuestras pacientes es significativo porque cuando no se logra un control absoluto de la continencia urinaria, se logra una reducción significativa en la frecuencia urinaria y en los episodios de incontinencia urinaria, así como en los episodios de urgencia lo que sin duda mejora su calidad de vida. Burgio menciona que un 75 % de pacientes se sienten mejor, un 45 % pueden después de haber sentido mejoría recaer sintomáticamente, un 15 % desearán retirarse de las terapias conductuales, en comparación con un 75 % que lo harán de las terapias farmacológicas.

Es fundamental para su realización que el paciente tenga una función cognoscitiva adecuada, así como un sistema urinario inferior sin perturbaciones neurourológicas para que junto a la disposición de mejorar se obtengan los mejores resultados con su aplicación. En muchas ocasiones tendremos pacientes que no cuentan con mucho entusiasmo o que no tienen la capacidad para poder adquirir habilidades que le permitan cumplir con las terapias conductuales (ancianas con estados depresivos, o pacientes minusvalidos, o adultos con disturbios emocionales severos por lo que no podrán aplicarse las terapias conductuales. Aparte de que muchas veces hay que advertir a las pacientes que estas terapias no dan resultados inmediatos, debido a que requieren de tiempo y paciencia para tener mejoría de su cuadro clínico. Muchas veces la frustración tanto del paciente como de sus médicos y familiares hace que se retire del programa de cambios conductuales.

A.    REEDUCACIÓN VESICAL ¿Qué es la reeducación vesical?

Son las habilidades o estrategias que el médico imparte a sus pacientes para que aprendan a controlar la vejiga (y por ende el acto de la micción- vaciamiento urinario y llenamiento urinario) en relación a los factores que actúan sobre ella, y con ello evitar fundamentalmente la incontinencia urinaria (en los casos de hiperactividad vesical con disminución de la distensibilidad vesical) o los episodios de infecciones urinarias por residuo urinario importante (en los casos de vejigas perezosas por hábitos retencionistas o por secundarismos neurourológicos); dichos factores pueden ser numerosos, como el estrés, psicosomatismo, hábitos equivocados del paciente (orinador habitual, retencionista), alimentación irritante, antecedentes de infecciones urinarias a repetición, sobre todo en la mujer, antecedentes de infecciones urinarias en el varón, antecedentes inflamatorio-infecciosos en el área ginecológica, antecedentes obstructivos urinarios de la salida vesical tanto en hombres como en mujeres, antecedentes quirúrgicos vesicales- prostáticos, uretrales, antecedentes de tratamiento con quimioterapia y/o radioterapia en vejiga y próstata, entre otros.

Objetivos de la reeducación vesical

1.     Enseñar al paciente a prevenir las pérdidas urinarias contrayendo voluntariamente los músculos del piso pélvico muscular y ser él quien comande a la vejiga y no lo contrario.

2.     Enseñar al paciente a aumentar gradualmente la capacidad vesical (al aumentar su distensibilidad) y con ello disminuir la frecuencia y la urgencia urinaria.

3.     Enseñar al paciente a disminuir la frecuencia urinaria.

4.     Mejorar la calidad de vida del paciente.

5.     Enseñar al paciente a tener plena conciencia de sus problemas urinarios y comprender que su actitud cambiará positivamente su calidad de vida.

En principio toda reeducación vesical se implementa en pacientes con urgencia, frecuencia, donde los intervalos miccionales son cortos y donde se quiera mejorar la sintomatología de la paciente para con ello mejorar la calidad de vida. Si consideramos que aproximadamente un 50 % de pacientes con IOE tienen síntomas de hiperactividad, estaremos entonces en la necesidad de implementar reeducación vesical en ellas, que junto con las estrategias para la urgencia, las estrategias alimen­tarias, la fisioterapia muscular del piso pélvico y los urofármacos adecuados tendrán una verdadera mejoría que en muchas ocasiones aleja la sombra de la posible cirugía para la incontinencia urinaria de esfuerzo, pero de no poder evitarla, mejora sin duda alguna los índices de éxito de aquella. Sabemos que con la reeducación vesical se logrará la desaparición de la incontinencia urinaria en un 15-18 % y la mejoría en un 50 % de los casos.

¿Cúales son los principales tipos de reeducación vesical?

Para poder aplicar un determinado tipo de reeducación vesical es indispensable conocer el perfil miccional que presenta el paciente a través del estudio concienzudo del diario vesical, que no es otra cosa que el perfil urinario de nuestro paciente con las circunstancias que rodean los episodios de incontinencia urinaria, la presencia o no de urgencia, los intervalos miccionales y la cantidad de agua ingerida así como la cantidad de orina producida en cada micción y la cantidad de pérdidas involuntarias de orina. Tenemos básicamente tres tipos de reeducación vesical.

1.     Micción expedita.

Al conocer el intervalo miccional, se le reco­mienda al paciente acudir al baño antes de llegar al tope del mismo. Solamente nos ayudará a evitar los episodios de incontinencia urinaria sin verda­deramente ayudar a solucionar un posible trastorno de almacenamiento vesical. Aún así mejora la calidad de vida de las pacientes que lo adoptan. Por ejemplo si el paciente presenta urgencia urinaria con episodios de incontinencia urinaria cada 2 horas, deberá acudir al baño antes de las dos horas.

2.   Diuresis horaria o micciones programadas.

Se establece un esquema de micciones, el cual

debe seguirse de manera estricta. El principal enemigo son los episodios de urgencia urinaria la cual se debe combatir con estrategias para controlar la urgencia y con terapia farmacológica. Es útil en pacientes con hiperactividad vesical “volumen dependiente”. En este renglón tiene también el diario vesical una importancia capital, porque nos permite fijar una programación miccional que disminuya los fracasos, que van unidos a estos esquemas.

3.      Reentrenamiento progresivo de hábitos urinarios miccionales.

Se establece un esquema de micciones basado en el problema clínico que presente el paciente y en el estudio preciso del diario vesical. Se comienza por un intervalo pequeño (cada 30 minutos a 1 hora), que el paciente debe llevar progresivamente a un intervalo ideal de 4 horas, alargando cada semana el intervalo miccional en 15 a 30 minutos. Debemos utilizar en este tipo de reeducación vesical, las estrategias para la urgencia y también terapia farmacológica.

Por ejemplo comenzar por orinar cada hora durante la primera semana, posteriormente cada hora y media durante la segunda semana, cada 2 horas la tercera semana, cada 2 horas y media la cuarta semana, cada 3 horas la quinta semana, cada 3 horas y media la sexta semana y cada 4 horas la séptima semana. El paciente debe acudir al baño sin tener muchas veces ganas de orinar.

Es de gran ayuda no sólo para pacientes con distensibilidad vesical disminuida por etiologías diversas como obstructivas, seniles, medica­mentosas, iatrogénicas, sino que se utiliza también con excelentes resultados en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo. El porcentaje de mejoría subjetiva es del 60 % y la mejoría objetiva (estudio urodinámico) es del 30 % al 50 %. La reeducación vesical la fisioterapia muscular del piso pélvico y el aprendizaje de como suprimir y superar la urgencia urinaria son indispensables en el enfoque de una mujer con incontinencia urinaria de esfuerzo.

En nuestra experiencia personal los esquemas de reeducación vesical se optimizarán cuando los combinemos con terapias farmacológicas, fisio­terapia muscular del piso pélvico, con o sin electroestimulación, con o sin biofeedback y por supuesto con estrategias conductuales para manejar la urgencia urinaria. La gran desventaja de la reeducación vesical, es que indudablemente depende de la insistencia del paciente ante tales recomen­daciones, de su capacidad de soportar una mejoría lenta, y muchas veces con recaídas clínicas y que su eficacia depende también de las patologías asociadas que tenga el paciente. Es un procedimiento que rara vez cura al paciente, pero que sí logra mejoría clínica importante.

B.        SUGERENCIAS CONDUCTUALES A LAS PACIENTES CON INCONTINENCIA URI­NARIA BASADAS EN EL DIARIO VESICAL (bitácora de eventos urinarios diarios )

Cuando estudiamos el diario vesical, éste nos facilitará una información de gran importancia que nos orientará hacia las causas o circunstancias que rodean a la paciente en los momentos de pérdidas urinarias, lo podemos relacionar con la ingesta de líquidos, y con la hora del día donde se presente más frecuentemente el episodio incontinente.

Es importante tener sentido común, lo que nos permite sugerir los correctivos. Por ejemplo tomar menos líquido bien sea en el día o en la noche para reducir el llenado vesical que provoca en muchos casos la pérdida urinaria. Reducir los cambios bruscos de presión intraabdominal ocasionados por cambios de postura corporal, al levantarse bruscamente de la cama o de un mueble; al hacer ejercicios aeróbicos, trotar, o levantar grandes pesos. En ocasiones tocar agua, tocar metales, o superficies frías sobre todo en el hogar causa episodios de incontinencia de urgencia. Cuando el paciente nos refiera que tiene insomnio y se levanta mucho a orinar de noche con la posibilidad de que presente episodios de incontinencia, se debe tartar que duerma la mayor cantidad de horas posibles, porque sabemos que hay una estrecha relación entre vigilia y frecuencia urinaria. Todo lo expuesto hace que indiquemos los correctivos necesarios basados en una dosis importante de sentido común y así recomendar a nuestros pacientes que al saber exactamente los eventos que desencadenan en ellos síntomas urinarios de la más variada índole, sepan que hacer para disminuirlos o incluso evitarlos.

C.      SUGERENCIAS PARA EL CAMBIO DE COMPORTAMIENTO ALIMENTARIO

En general es importante recomendar una dieta exenta de irritantes urinarios como el café, té, bebidas gaseosas, bebidas a base de chocolate, picantes, tomates, comidas fermentadas, mostaza, encurtidos, alimentación muy aliñada o sazonada; eliminar en lo posible lácteos y cítricos de la dieta para disminuir la alcalinización de la orina y con ello disminuir la posibilidad de bacteriuria-infección urinaria, así como los episodios de urgencia-incontinencia. Disminuir la ingesta de sal. Otra de las sugerencias importantes es de la cantidad y hora de la ingesta líquida, como por ejemplo agua. Esta debe limitarse en pacientes con episodios de incontinencia urinaria a máximo 3 a 4 vasos al día; evitar ingerir líquidos después de las 6 pm. Muchos pacientes después de este enfoque, toman mayor conciencia de la relación que existe entre alimentación diaria y desenca­denamiento de síntomas urinarios.

D.       ESTRATEGIAS PARA DOMINAR LA URGENCIA URINARIA

Como señalamos anteriormente es importante saber cómo manejar los momentos de urgencia urinaria, porque esta puede presentarse en cualquier momento en pacientes que están bajo planes de reeducación vesical, o en pacientes que tienen de manera coincidente incontinencia urinaria más hiperactividad vesical. Una de las características más llamativas en la mujer en un sentido general es su cualidad de presentar urgencia urinaria, por lo cual creo es importante enseñarle como frenarla, o inclusive eliminarla.

Se debe entender que un episodio de urgencia está relacionado a una contracción vesical, por lo tanto todo lo que se haga para eliminar dicha contracción eliminará la sensación de urgencia. Uno de los aliados que tenemos para inhibir una contracción vesical es el piso pélvico muscular, el cual cuando es contraido ocasiona en primer lugar, una inhibición de las contracciones vesicales, por lo que saber utilizarlo es fundamental en nuestra estrategia.

En segundo lugar al contraer la musculatura del piso pélvico muscular (musculatura roja estriada voluntaria) se ocluye también en muchas ocasiones la musculatura estriada periuretral y por tanto la luz uretral, con la consecuente detención en la pérdida urinaria. En tercer lugar la fisioterapia de contraer y relajar el piso pélvico muscular refortalecerá los grupos musculares involucrados en la continencia urinaria pasiva y activa.

ESTRATEGIAS RECOMENDADAS

I.   ¿Qué NO DEBE HACER el paciente?

a.       Correr inmediatamente al cuarto de baño cuando se tiene la sensación urgente de orinar

b.       Creer que llegar lo más rápido posible al cuarto de baño evitará los episodios de incontinencia urinaria y hará desaparecer la sensación de urgencia.

c.        Estar siempre pendiente de la ubicación de los baños para tomar las previsiones del caso y de hecho modificar su vida diaria tanto en los ambientes familiares, de trabajo, como de esparcimiento. Es uno de los aspectos que altera la calidad de vida de las pacientes con urgencia y con incontinencia de urgencia.

d.       Tomar líquidos abundantes en el día o la noche, porque esto aumenta la frecuencia urinaria y la posibilidad de que ocurran epi­sodios de urgencia o de incontinencia urinaria.

e.        Tomar líquidos o comer alimentos conside­rados irritantes para el sistema urinario inferior.

f.        No tener “conductualmente” la menor inten­ción de “aguantar” aunque sea un poco las ganas de orinar, sino que por lo contrario, al menor asomo de sensación urinaria, correr al baño a orinar.

g.        Promover situaciones que “provoquen” síntomas urinarios de hiperactividad vesical (tener contacto con agua, o con superficies frias o metálicas, entre otras).

h.       Estar constantemente nervioso o tenso, lo que no ayuda nada en la obtención de resultados positivos y alentadores.

Sabemos que algunas de las conductas inade­cuadas elevan la presión abdominal que se refleja sobre la vejiga, con el incremento presiones y por ende la sensación de urgencia se incrementará, así como la sensación de vejiga llena, lo que desencadenará una contracción vesical. Por otro lado los factores que aumentan la sensibilidad propioceptiva o nociceptiva llevan a baja capacidad funcional, a la contracción vesical no inhibida y conducen a hiperactividad vesical y a incontinencia urinaria.

II.    ¿Qué DEBE HACER el paciente?

A pesar de que las recomendaciones que se describen a continuación se aplican preferentemente a pacientes con urgencia urinaria, no debemos olvidar que muchas pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo tienen hiperactividad (incontinencia mixta), es decir incontinencia de esfuerzo genuina e inconti­nencia de urgencia. Las estrategias que el paciente debe seguir son las siguientes:

a.       Ir despacio al baño al tener deseos urgentes de orinar, o inclusive deseos normales. La sensa­ción de urgencia pasará, aunque no haya orinado.

b.       Al percibir la urgencia urinaria, si el paciente está haciendo alguna tarea, debe suspender dicha labor y permanecer tranquilo, respirando profundamente, relajando todo su cuerpo excepto la musculatura del piso pélvico, la cual tiene que contraer y relajar de manera repetida. Debe abstraerse también de lo que está pasando en relación a la urgencia y de ser posible debe quedarse parado o inclusive acostarse, pero siempre contrayendo y relajando la musculatura perineal. Todo lo mencionado conduce a una inhibición de la hiperactividad vesical (contractilidad vesical exacerbada) y desaparecerá la sensación de

urgencia

c.        El paciente debe esforzarse por suprimir la sensación de urgencia urinaria, una vez logrado esto, debe encaminarse lentamente al cuarto de baño para orinar, pero recordando siempre los ejercicios de contracción- relajación del piso pélvico muscular.

d.       Tener fortaleza anímica para superar los fra­casos iniciales que son frecuentes. El aprendizaje de nuevas habilidades urinarias toma tiempo y mucho sacrificio personal, e inclusive del entorno familiar, social y del equipo médico.

e.        Haber aprendido previamente los ejercicios de refortalecimiento del piso pélvico muscular en conversaciones con su urólogo.

f.        Tratar de alcanzar rápidamente resultados positivos que estimulen y entusiasmen al paciente.

g.        Realizar técnicas de distracción (resolver pasatiempos, crucigramas, juegos de mesa, tejer, o escuchar música, entre otras cosas) ya que entretienen la mente en otras ocupaciones y no se piensa en el trastorno urinario.

h.       En muchas pacientes resulta útil ejercer presión perineal.

i.    Disminuir la ingesta líquida.

Las estrategias conductuales varían en cada paciente, por tanto se deben adaptar a la particularidad y circunstancia de cada uno de ellos, dentro de estas estrategias, el diario vesical tiene una gran importancia.

E.   PSICOTERAPIA

La psicoterapa es una de las opciones terapéuticas conductuales para pacientes con incontinencia urinaria bien sea mixta o de esfuerzo con componente de hiperactividad vesical. Cuando exista la sospecha o la seguridad de que la sintomatología urinaria puede explicarse por una causa psicológica, es útil referirlo a un especialista, porque de este modo se obtiene una mejoría sustancial de dicha sintoma- tología y con ello se mejora la calidad de vida del paciente.

En pacientes con trastornos psicosomáticos, trastornos del comportamiento, con estrés y ansiedad puede existir correlación con síntomas urinarios de urgencia, de frecuencia y de incontinencia urinaria (Frewen, Hunt, Moore). Esto se confirma al observar mejoría de los síntomas con terapias conductuales, orientación psicológica y terapia farmacológica con tranquilizantes menores. Haffner en 1977 realizó un estudio en mujeres con urgencia urinaria y con incontinencia urinaria de urgencia y observó que después de 6 horas de psicoterapia de grupo, una tercera parte mejoró sustancialmente; otra tercera parte mejoró levemente y la última tercera parte rehusó someterse a la prueba. Krane-Siroky en Boston habla de síndrome psicógeno de urgencia- frecuencia urinaria o disfunción miccional psicógena, mientras que Mosso y Pellicani de la Real Academia Nacional Lincci de Roma-Italia en 1881 relacionaron estímulos psicológicos con el aumento de las presiones intravesicales y la aparición de contracciones no inhibidas del músculo detrusor.

En conclusión, se debe realizar un examen psicológico en aquellas pacientes que tienen incontinencia urinaria, sobre todo en las mixtas, porque pueden tener trastornos psicológicos, que expliquen dicha sintomatología.

II.      FISIOTERAPIA MUSCULAR DEL PISO PÉLVICO

A continuación describiremos brevemente una serie de alternativas con las que se logra refortalecimiento del piso pélvico muscular.

A.    Mejoramiento de la postura corporal-muscular

B.    Refortalecimiento de la musculatura perineal, de

la glútea, de los aductores vaginales y de la pared

anterolateral abdominal.

C.   Refortalecimiento del piso pélvico muscular

(ejercicios de Kegel)

a.       Plan de ejercicios sin aditamentos o dispo- sitvos

b.       Ejercicios de Kegel con conos vaginales.

c.        Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales-rectales.

d.       Electroestimulación del piso pélvic muscular con aditamentos vaginales-rectales + bio­feedback.

e.        Terapia interferencial

f.        Facilitación propioceptiva neuromuscular

g.        Acupuntura

No existen dudas de que la disfunción del piso pélvico muscular contribuye a la presencia de entidades nosológicas como incontinencia urinaria de esfuerzo, incontinencia fecal, disfunciones sexuales (dispareunia), relajación pélvica y los llamados síndromes del grupo muscular elevador anal (Wallace K, Clinics in Sport Medicine. The Athletic woman Vol 13 #2; 459-481 April 1994).

El piso pélvico muscular tiene tanta importancia debido a que influye en áreas como la de sostén muscular (soporte de órganos), la esfinteriana (continencia urinaria y fecal), en la sensibilidad y excelencia de la relación sexual (satisfacción coital), y en el área urodinámica (hiperactividad vesical), por lo cual se hace casi imprescindible enseñarles a nuestras pacientes a evitar todas las complicaciones ocasionadas por un mal funcionamiento de su piso pélvico muscular a través de la fisioterapia del piso pélvico muscular, que se puede enseñar desde la adolescencia de manera activa y desde la infancia a través de educación miccional. Aquellos que creemos firmemente en la rehabilitación o fisio­terapia del piso pélvico, hacemos que nuestras pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo con o sin hiperactividad vesical, mejoren los parámetros urodinámicos, la calidad de vida, mejoren y estabilicen la función uretral proximal y así se elimine la sintomatología clínica del tracto urinario inferior, dándole a la paciente la habilidad y destreza necesarias para retardar la micción, al inhibir reflejamente la hipercontractilidad vesical, así como fortalecer todos los índices musculares que actúan en la continencia urinaria (activa o pasivamente).

A.   Mejoramiento de la postura corporal-muscular

Es importante corregir cualquier trastorno de la postura corporal; así como alteraciones en músculos de la columna vertebral, caderas y miembros inferiores, porque repercuten de manera adversa en la eficacia contráctil de la musculatura del piso pélvico muscular y en la pared anterolateral abdominal, lo que causa disfunción del piso pélvico y por ende problemas urinarios.

Un concepto útil en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo que tengan también prolapsos vaginales tanto de pared posterior como de pared anterior es aquel que recomienda que cuando se refuerce un grupo muscular determinado, se debe también reforzar el grupo muscular antagonista para lograr un perfecto balance muscular. De esta manera se garantiza un resultado más duradero de los procedimientos sean quirúrgicos o médicos, que se adopten para tratar la incontinencia urinaria de esfuerzo.

B.   Refortalecimiento de la musculatura perineal, de la glútea, de los aductores vaginales y de la pared anterolateral abdominal.

Los problemas de debilidad de la musculatura anterolateral abdominal, del grupo de los glúteos y aductores vaginales tienen una gran importancia por cuanto reflejan de alguna manera el estado global de la musculatura del piso pélvico, por lo cual se aconseja que todos estos grupos musculares sean enfocados para su rehabilitación y refortalecimiento.

Para obtener resultados positivos en los trata­mientos médicos y/o quirúrgicos de la incontinencia urinaria de esfuerzo todos los grupos musculares deben estar fortalecidos, no limitarse sólo a la musculatura pubouretral o pubococcigea.

C.   Refortalecimiento o fisioterapia del piso pélvico muscular

“Es el presente y futuro de los tratamientos de la incontinencia urinaria de esfuerzo (genuina o anatómica) en la mujer”

En todo centro de continencia urinaria se tienen algoritmos de comportamiento para estandarizar la conducta médica a seguir; en todos ellos las terapias conductuales, la fisioterapia del piso pélvico muscular (ejercicios de Kegel) y los tratamientos farmacológicos son la terapia inicial, las otras alternativas (quirúrgicas, neuromodulación, etc.) se dejan en segundo o tercer plano, porque lo que se persigue es dar el mejor tratamiento, que ocasione la menor morbilidad y de una mejor calidad de vida al paciente afectado.

Los objetivos que se persiguen con el refortale­cimiento del piso pélvico muscular son identificar y fortalecer los grupos musculares más débiles del piso pélvico muscular, controlar la urgencia miccional a través de la inhibición refleja de la contractilidad vesical, mejorar o curar las manifes­taciones clínicas de la incontinencia urinaria y de la hiperactividad vesical, y mejorar o curar la incontinencia urinaria de esfuerzo. Con esto se logra curación de la incontinencia urinaria en un 15 a 20 % de los casos, pero lo más importante es que se produce un 75 % de mejoría sustancial de la incontinencia urinaria y de las puntuaciones de calidad de vida.

Antes de describir las modalidades de fisioterapia muscular mencionaré los grados de disfunción muscular del piso pélvico comenzando por el grado 0 donde no observamos ningún tipo de contractilidad muscular, el grado I caracterizado por un ligera contractilidad intermitente solamente cuando se hace un estiramiento muscular; grado II cuando se obtiene una débil contracción muscular mantenida por 2 segundos; grado III cuando se tiene una clara contracción muscular con elevación del piso pélvico; grado IV una buena contracción, con elevación del piso pélvico, mantenida en el tiempo; grado V cuando hay una fuerte contracción, con buena elevación del piso pélvico y que el paciente lo pueda repetir voluntariamente.

La falta de tonicidad, tanto del músculo como de la fascia representa un factor importante en la aparición de trastornos urinarios entre los que destaca la incontinencia urinaria sobre todo la variedad de esfuerzo, y un factor importante en la falta de control de la hiperactividad vesical a través de la reeducación vesical .

Abrams menciona que los malos resultados de las curas quirúrgicas en la incontinencia urinaria de esfuerzo se deben a una función uretral deficiente, a un descontrol del músculo detrusor en la fase de almacenamiento urinario, a una contractilidad vesical deficiente en la fase de vaciamiento urinario y también al hecho de que se operan muchas mujeres con grados clínicos mínimos de incontinencia urinaria, con una repercusión muy leve en su calidad de vida. Es en estos casos donde las terapias conductuales y la fisioterapia del piso pélvico muscular adquieren gran importancia para el enfoque terapéutico de dichas pacientes. Aunado a lo anterior recordemos las cifras mundiales de éxito en las curas quirúrgicas de la incontinencia urinaria de esfuerzo, donde sabemos que en la técnica de agujas se menciona un 20 % de éxito a 10 años y con las cinchas un 36 % de éxito a 10 años, sin olvidar que la cirugía de incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer ocasiona efectos sobre la función sexual (disfunción sexual al eliminarse la inervación sensorial, deficiencias de lubricación, 15 a 25 % de dispareunia y deseo sexual hipoactivo). La fisioterapia del piso pélvico muscular produce un cambio en la fibra muscular de respuesta lenta, convirtiéndola a respuesta rápida (cambio de la fisiología muscular).

Para poder obtener el refortalecimiento muscular del piso pélvico adoptamos los ejercicios de Kegel ideados en 1948 “restauración funcional de los músculos perineales postparto y en el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer”. Para su aplicación y optimización tenemos un plan de ejercicios de Kegel, realizados sin la ayuda de ningún dispositivo o con la utilización de conos vaginales o de aparatos de electroestimulación con o sin la ayuda de biofeedback, la terapia interferencial, la facilitación propioceptiva neuromuscular y la acupuntura.

a.   Plan de ejercicios de Kegel sin aditamentos ni dispositivos

Consiste en ordenarle al paciente un plan de fisioterapia en el que 2 a 3 veces por día debe contraer la musculatura vaginal, de dos formas: una de contracciones rápidas y otra de contracciones lentas. Las primeras contraen y relajan la musculatura pubococcígea y pubouretral tan rápido como pueda hacerlo y las segundas contraerán dicha musculatura al principio por 3 segundos hasta llevarlo a 10 segundos de contracción sostenida, seguidas ambas por relajación de dichos grupos musculares, antes de la siguiente contracción. Se debe introducir un dedo dentro de la vagina para determinar si se está contrayendo el grupo muscular adecuado lo cual sentirán como una presión alrededor del dedo. También recomendamos hacerlo durante la relación sexual, como parte del entrenamiento.

La musculatura del piso pélvico, se debe contraer por 5 segundos y relajar por 5 segundos al principio hasta llegar a 20 segundos de contracción y 10 segundos de relajación, 3 ó 4 veces por día. Se recomiendan 3 a 4 series diarias de 10 a 15 minutos de duración cada una de ellas; se pueden realizar en todas las posiciones posibles (acostada, de pie, sentada, mientras trabaja, come o durante su actividad sexual). Esto se realiza por espacio de 16 a 20 semanas, posteriormente se disminuye a por lo menos tres veces por semana, de por vida.

Aparte de lograr un refortalecimiento muscular del piso pélvico, se obtiene también un control más efectivo de los posibles episodios de contracciones involuntarias del detrusor (hiperactividad vesical), así como una mayor satisfacción en las relaciones sexuales, todo en conjunto lleva a una mejoría de su calidad de vida.

Se debe recordar que la contracción muscular del piso pélvico es una función adquirida y no innata (Wallace) por lo cual es importante prevenir la disfunción del piso pélvico con la promoción desde la infancia del reentrenamiento vesical, y que no haya actitudes de perturbación de la función almacenativa y miccional vesical; en las mujeres que practican deportes es útil instruirlas para realizar fisioterapia del piso pélvico muscular; asimismo es imortante impartir en los niveles de educación media educación sexual y educación médica en general para advertir sobre tales problemas y llamar la atención del estudiantado en caso de presentar alguno de los síndromes expuestos. En gimnasios es útil dictar charlas y entrenamiento del piso pélvico muscular, porque de esta manera se llega a un buen número de pacientes potenciales o inmediatas. Los problemas urinarios de la mujer, así como los problemas del piso pélvico usualmente son de difícil consulta, porque se desconoce en primer lugar a quien acudir y posteriormente se duda que la resolución del problema y éxito del tratamiento sean de fácil obtención.

b.    Ejercicios de Kegel con conos vaginales.

En este tipo de ejercicios, se utilizan aditamentos para mejorar la fisioterapia muscular (Kegel) debido a que muchas veces los pacientes realizan de manera incorrecta los ejercicios contrayendo el grupo muscular equivocado o sin lograr algún tipo de contracción.

El cono vaginal hace que la paciente tenga una información propioceptiva intensa que ayuda a que la contracción de la musculatura pubococcigea sea

lo  más efectiva posible.

Son de fácil obtención y de bajo costo; se presentan en un set de 5 conos de plástico, con peso variable entre 20 a 70 gramos. La paciente se los debe introducir en la vagina comenzando por el más liviano llegando progresivamente al más pesado. Cada cono debe utilizarse por una semana seguida y la paciente debe tratar de sostenerlo dentro de la vagina sin que se deslice al exterior lo que se logra al contraer el grupo muscular adecuado. Se puede realizar también por 16 a 20 semanas, dos a tres veces por día. El 75 % de los pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo mejora evitando la cirugía o mejorando los resultados de la misma. El objetivo final es fortalecer (hipertrofia muscular) los grupos musculares pubouretrales, pubococcígeos, lograr un tono muscular de reposo normal y mejorar clinicamente a la paciente con una mejoría en su calidad de vida.

c.     Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales.

Este método se utiliza desde hace más de SO años en el mundo de la urología. El pionero fue Griffiths quien en 1895 publicó sus estudios acerca de la estimulación del nervio pudendo, con la consecuente inhibición contráctil del músculo detrusor.

La primera utilización clínica de la electro- estimulación del piso pélvico muscular para el tratamiento de trastornos urológicos la hizo Caldwell en 196S quien publicó el control de la incompetencia esfinteriana a través del estímulo eléctrico.

Se utiliza preferiblemente en incontinencia urinaria de esfuerzo, en los síndromes de urgencia- frecuencia tanto en el hombre como en la mujer, en la incontinencia urinaria de urgencia, y en los síndromes dolorosos vesicales. Es útil en la reeducación neuromuscular, en la contracción de grupos musculares determinados, en la contracción refleja de los músculos parauretrales y periuretrales, en la contracción del grupo muscular elevador anal, en mejorar la contractilidad del rabdoesfinter y del esfinter anal y en la inhibición refleja del músculo detrusor en casos de hiperactividad vesical, lográndose dominar las contracciones involuntarias (no inhibidas) del detrusor; se debe contar en todos los casos con un arco reflejo sano y con un paciente mentalmente sano.

Se utilizan dos tipos de estimulación eléctrica la estimulación eléctrica crónica, administrada por debajo del umbral de sensibilidad, y la electro- estimulación funcional máxima aguda la cual se caracteriza por tener un estímulo de la mayor intensidad posible (la máxima intensidad eléctrica tolerada por el paciente sin demostrar dolor), se usa de manera intermitente y generalmente dos a tres veces por día con duración de 15 a 20 minutos en cada sesión por espacio de 4 a 6 meses. En hiperactividad vesical se utilizan frecuencias bajas de 10 Hz o menos. En pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo se utilizan frecuencias altas (50 Hz o más). En pacientes con incontinencia mixta, es decir, con los dos componentes tanto de esfuerzo como de urgencia con hiperactividad, se sigue un esquema de mixto .

Estamos utilizando un aparato de la EMPI (Innosense®) con electrodos vaginales y rectales con el siguiente protocolo: en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo, 50 Hz dos a tres veces diarias de 15 minutos cada sesión; en pacientes con hiperactividad vesical 12,5 Hz dos a tres veces diarias de 15 minutos cada sesión y en pacientes con incontinencia mixta con componentes de esfuerzo y de urgencia se dan 50 Hz dos veces por día y 12,5 Hz al mediodía. Todo por un tiempo no menor de 6 meses. Aclarando que deberían hacerse de por vida pero ya con una frecuencia inferior (2 veces por semana), unido a los ejercicios de Kegel sin adita­mentos y a la práctica de terapias conductuales previamente mencionadas para mantener los objetivos logrados.

El mecanismo de acción de la electro- estimulación del piso pélvico muscular es a través de la estimulacion aferente del nervio pudendo, lo que origina una activación de la inervación eferente hipogástrica e inhibición de la actividad de los nervios pélvicos eferentes incrementándose la capacidad vesical y por ende la distensibilidad de la misma con disminución de la incidencia de contracciones no inhibidas del músculo detrusor entre un 40 % a un 90 %. La vejiga responde de dos maneras a la electroestimulación. Al principio se contrae para relajarse prolongadamente, por fatiga gradual a la respuesta contráctil del músculo liso vesical unido a la inhibición del reflejo pélvico- hipogástrico y en segundo lugar según lo publicado por Appel en 1998 fisiológicamente la contracción del rabdoesfinter suprime la actividad del músculo detrusor, lo que favorece la distensibilidad y por ende la capacidad funcional del mismo.

En el caso de mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo y su relación con los partos, en muchos casos hay daño neurológico al nervio pudendo y al plexo pélvico con prolapsos vaginales, debilidad marcada de la musculatura del piso pélvico muscular y aparición de incontinencia urinaria, porque dichas lesiones producen una conducción neurológica deteriorada (patrón de denervación). Es por ello que debemos saber que la electroestimulación produce incremento del volumen o masa muscular del grupo ejercitado, además produce un aumento en la proporción de fibras musculares de respuesta rápida, dinamizando esta musculatura para los cambios súbitos de presión intraabdominal-presión intravesical. Aumenta también el número y fuerza de las fibras musculares de respuesta lenta, asegurando una presión de cierre uretral pasiva (en reposo) adecuada y en muchas ocasiones las transforma en fibras de respuesta rápida. Además produce un reclutamiento de fibras del grupo muscular de los elevadores del ano ante circuns­tancias naturales que ocasionan la contracción de dicha musculatura.

Indicaciones para la electroestimulación del piso

pélvico muscular

1.    Cuando haya deficit motor.

2.     Para inhibir la hiperactividad vesical prefe­rentemente de causa no neurologica.

S. Para incrementar el tono esfinteriano (rabdo- esfínter) y/o fortalecer el grupo muscular de los elevadores del ano y del esfinter anal.

4.     Para fortalecer los grupos musculares pubo- uretrales y pubococcígeos.

5.   Para aumentar el volumen o masa muscular del piso pélvico.

6.   Para transformar fibras musculares de respuesta lenta en fibras de respuesta rápida.

7.   Para mejorar los resultados de los tratamientos quirúrgicos y no quirúrgicos

Contraindicaciones para la electroestimulación

del piso pélvico muscular

1.    En pacientes con alteraciones de la sensibilidad abdominovaginoperineal (S2-S4) o ausencia del reflejo sacro.

2.     En pacientes con trastorno severo del ritmo cardíaco y /o utilizando marcapasos.

S. En pacientes con indicación para utilizar transductores rectales y presenten lesiones o sangramiento anorrectal.

4.     En pacientes femeninas embarazadas o buscando embarazo.

5.    En pacientes con lesiones, infecciones o sangrado vaginal en fase de diagnóstico y/o tratamiento.

6.     En pacientes con problemas graves de apren­dizaje, de independencia motríz o con secuelas motoras, sensitivas y cognoscitivas de accidente cerebrovascular.

7.     En pacientes con infeccion urinaria significativa (más de 105 UFC x mL)

8.    En pacientes con antecedentes de retención aguda de orina y con residuos urinarios de más de 100 mL.

9.    Pacientes con anatomía vaginal que impida la retención del transductor y que no pueda o no quiera utilizar transductores rectales.

Causas que dificultan la utilización de la

electroestimulación del piso pélvico

i.      Desconocimiento del método por parte de

paciente y de médicos.

2.     Molestia física y mental en su utilización.

S. Dificultad en su aprendizaje.

4.     Irritación de las mucosas vaginales y rectales sobre todo en pacientes postmenopáusicas.

5.     Dificultad anatómica vaginal y rectal, para su inserción intravaginal o intrarrectal.

6.     Prejuicios morales personales para su utilización.

7.     Prohibición del uso por parte del esposo de la pareja.

Existe en la actualidad una modalidad de fisioterapia del piso pélvico denominada inervación magnética extracorpórea (ExMI®-NeoControl®) el cual produce en una paciente sentada en un sillón especial sin electrodos vaginales ni rectales, ni con parches cutáneos, un fuerte y sostenido campo magnético pulsátil y focalizado que induce pequeñas corrientes eléctricas en el área de tratamiento, que se traduce en llevar impulsos nerviosos hacia los músculos del piso pélvico contrayéndolos y relajándolos con cada pulsación magnética. Se necesita tiempo y trabajos serios de investigación que avalen su eficacia.

d.    Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales-rectales con la utilización de biofeedback.

Se denomina biofeedback o retroalimentación al reacoplamiento de los procesos vitales; es la toma de conciencia o también el control conciente de las funciones corporales con la ayuda de aparatos microelectrónicos, es decir, procesos psíquicos y físicos reconocidos y hechos conciente que pueden ser controlados y modificados.

El primero que utilizó este método fue Kegel en 1948 con el perineómetro vaginal para realizar biofeedback en pacientes aquejadas de incontinencia urinaria de esfuerzo y logró un 90 % de mejoría clínica en la reducción de los episodios de inconti­nencia urinaria de esfuerzo. Facilita a través de entrenamiento conductual, la adquisición de control sobre las respuestas fisiológicas, las cuales nos pasan muchas veces desapercibidas, ayuda a contraer y relajar determinados grupos musculares y que dicho efecto (actividad muscular) pueda ser cuantificado (visual y auditivamente).

En 1986 Burgio demostró al igual que Kunkle en Filadelfia, que las mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo tratadas solamente con ejercicios de refortalecimiento muscular del piso pélvico tenían un 55 % de cura en comparación con el 91 % cuando se utilizaba biofeedback. La terapia con biofeedback ayuda a identificar tanto la actividad muscular pélvica como la actividad muscular abdominal facilitando un conocimiento inmediato de la eficacia de las contracciones musculares que se están realizando. Cuando se aplica electroestimulación del piso pélvico podemos utilizar el biofeedback como un test que mida y cuantifique la efectividad de aquel (Payne).

Se utiliza en pacientes con contracciones débiles del piso pélvico muscular. A propósito de esto Strasser (Lancet 354:918-919,1999) demostró que las mujeres seniles con contracciones débiles del piso pélvico muscular y con incontinencia urinaria, tienen un componente relacionado al rabdoesfinter, tienen una disminución progresiva y lineal en la densidad de las fibras musculares estriadas de dicho rabdoesfinter por un aumento de la apoptosis. La ventaja del biofeedback es que las respuestas son individuales, precisas, fidedignas e inmediatas. Las desventajas son que conlleva equipos costosos, personal entrenado, no es un método de aplicación universal, a pesar de que se han diseñado equipos ambulatorios con costos más asequibles, tanto para médicos como para pacientes.

e.    Terapia interferencial

Es una modalidad de estimulación eléctrica la cual se aplica al piso pélvico muscular utilizando 2 electrodos que es la denominada terapia inter- ferencial promodulada o bipolar y utilizando 4 electrodos o 1 solo electrodo vaginal. Se utiliza mucho en Gran Bretaña, pero no ha mostrado ser superior a los ejercicios de Kegel o a la introducción de conos vaginales.

f.      Facilitación propioceptiva neuromuscular

Desarrollada por Kabat en 1940 para lograr una contracción activa del piso pélvico muscular. Los grupos musculares más fuertes se utilizan para fortalecer los más débiles. La técnica consiste en realizar 2 patrones de movimientos diagonales con grupos musculares antagónicos. Cada patrón a su vez tiene tres componentes a saber: flexión extensión, abducción-aducción y rotación externa-rotación interna. Lo que necesitamos para ejercitar (contraer) el piso pélvico muscular son los patrones de extensión, adución y rotación externa de la articu­lación de la cadera. Los movimientos antagónicos a los patrones mencionados ocasionan inhibición o relajación del piso pélvico muscular. No ha sido popular en lo referente a pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo.

g.    Acupuntura

Chancellor la considera como una forma de electroestimulación (1998), la cual es aplicada al piso pélvico muscular podría ser de mucha ayuda en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo. Se obtiene mejoría significativa en más del 70 % de las pacientes al utilizarla como mínimo por tres meses.

A través de su aplicación se produce la secreción de sustancias tipo neurotransmisores humorales con sustancias tipo opiáceos, como las encefalinas, dinorfinas y endorfinas (Pigne). A su vez cuando se aplica sobre nervios periféricos ocasiona activación medular, del tallo cerebral, del hipotálamo y de la hipófisis. Esto ocasiona el bloqueo de estímulos dolorosos aferentes en las regiones mencionadas y produce como respuesta la secreción de encefalinas, dinorfinas, ácido gamma-aminobutírico(GABA), serotonina y otras sustancias inihibidoras de las transmisiones neurohumorales; también produce la secreción de sustancias con capacidad analgésica como la 5 hidroxitriptamina-serotonina (Stux- Pomeranz). Ocasiona también respuestas del sistema nervioso autónomo, como la secreción de colecisto- quinina, noradrenalina y de péptidos intestinales vasoactivos (VIP). Quizás su utilización está más dirigida a estados de hiperactividad vesical, la cual en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo, puede estar presente en más de un 50 % de los casos. Este tratamiento lo deben efectuar personas autori­zadas y en pacientes adecuados, pero se debe tener en cuenta como posible alternativa en pacientes que no mejoren rápidamente con otras terapias para incontinencia urinaria de urgencia o mixta (de urgencia y de esfuerzo).

III.       PROCEDIMIENTOS INTRA VESICALES (casos de IOE con hiperactividad vesical)

A.    Capsaicina intravesical

El capsicum es el principal ingrediente de la pimienta picante y está considerado una neurotoxina selectiva específica que desensibiliza las neuronas aferentes que desencadenan los estados de hiperactividad-hipercontractilidad y que llevan respuestas reflejas-sensitivas para el dolor. Ellas son las responsables de la sensibilidad del llenado vesical en relación al volumen (sensibilidad propioceptiva).

Las vías aferentes vesicales se componen de fibras levemente mielinizadas A-delta y fibras no mielinizadas C. Las primeras transmiten sensibilidad propioceptiva vesical (llenado vesical) y las C transmiten sensibilidad nociceptiva (dolor y sensación térmica). Pero una subpoblación de las fibras C (CSPA=aferentes primarios capsaicina sensibles) son sensibles a la capsaicina, por lo que se infiere que la misma controlará eventos de contracciones vesicales involuntarias.

Los trabajos de investigación que se consiguen describen su efecto sobre la hiperactividad vesical de origen neurológico, pero se incluye en el tema de incontinencia urinaria de esfuerzo por la asociación de ésta con la hiperactividad vesical. Se hacen instilaciones de 100 mL de 1 ó 2 mmol/L de capsaicina en 30 % de solución salina-etanol por 30 minutos. Lo asombroso es que en los trabajos describen que con una sola instilación se logran efectos clínicos (disminución de la hiperactividad vesical con disminución de los episodios de incontinencia urinaria) duraderos por 3 a 6 meses, si se demuestra de manera insistente este hallazgo, habremos encontrado un arma terapéutica importante para pacientes con incontinencia urinaria de urgencia

o  incontinencia urinaria mixta (IOE+urgencia). Ocasiona sensación de calor y escozor a nivel uretral y suprapúbico y puede producir también super- sensibilidad vesical a los receptores agonistas de las neuroquininas.

B.    Resiniferatoxina intravesical

Es análogo de la capsaicina y está contenido como principio natural del cactus euphorbia resinifera, la cual mimetiza la acción celular de la capsaicina y tiene actividad mil veces más potente que la capsaicina y sin la irritación inicial que esta produce. Se considera un compuesto vanilloide que actúa sobre los receptores vanilloides responsables de la sensibilidad propio y nociceptiva. Sus efectos se ven en el aumento de la capacidad vesical, en la mejoría de la frecuencia urinaria, la urgencia, la nocturia y la incontinencia de urgencia. Es un medicamento que está bajo intensos estudios de investigación para determinar su aplicabilidad clínica. Se adminisra en dosis de 100 nM, 500 nM y 1|aM en solución alcohólica al 10 %, 20 % y 30 %.

Al ser más potente que la capsaicina, es más potente en sus efectos neurotóxicos.

C.    Oxibutinina intravesical

La utilización de oxibutinina intravesical está empezando a ocupar un lugar importante en la farmacoterapia de las pacientes con incontinencia urinaria de etiología mixta (incontinencia de urgencia más incontinencia de esfuerzo), o en las inconti­nencia puras de urgencia por hiperactividad vesical), porque evitan o disminuyen los efectos colaterales que produce la administración oral, haciéndose necesario en muchos casos suspender la adminis­tración del fármaco, sobre todo en poblaciones de mujeres por arriba de los 50 años (la gran mayoría de nuestros pacientes). Según Buyse se observan menos efectos colaterales con la admnistración intravesical porque hay menos concentración plasmática de N- desetil-oxibutinina. Hay un aditamento que permite una vez introducido a vejiga liberar oxibutinina por espacio de 28 días seguidos, sin la necesidad de cateterismo. Luego se remueve y se coloca uno nuevo. Está en estudios Fase II (UROS Infusor, Situs Corp, Solana Beach, Calif). Appell lo presentó en el AUA 2000 (abstract # 339) el IDDD (indwelling intravesical drug delivery device). Se inserta dentro de la vejiga un aditamento que permite liberar oxibutinina lentamente (aprox 1 mes) y se obtiene más de un 100 % de incremento en la capacidad vesical, es una terapia bien tolerada, no hubo episodios de infección urinaria o de retención urinaria de los medicamentos anticolinérgicos.

Se da en las siguientes dosis, 10 mg de cloruro de oxibutinina con 100 mL de agua destilada o solución salina al 0,9%, se debe mantener en la vejiga por espacio de 20 a 30 minutos (Yokoyama). También se da a 0,2 mg/kg/dosis, dos veces por día en solución con agua estéril (Buyse). Nosotros hemos tenido experiencia con la administración que recomienda Yokoyama encontrando que aumenta la disten- sibilidad y la capacidad vesical. Reduce la frecuencia urinaria, las apariciones de contracciones no inhibidas del detrusor, la nocturia y los episodios de incontinencia urinaria.

D.    Tolterodina intravesical

El tartrato de tolterodina es un fármaco que ha sido acogido de manera entusiasta por los urólogos del mundo entero, ya que es un antagonista compe­titivo de los receptores muscarínicos (especifica- mente sobre los M2 y menos sobre los M3) por lo que tiene menos efectos sobre las glándulas salivales y por ende menos sequedad bucal.

La dosificación oral es de 1 a 2 mg una a dos veces por día. La administración que estamos utilizando en nuestra casuística de pacientes con incontinencia urinaria mixta (de esfuerzo más urgencia) es de 4 a 8 mg disuelta en 50 mL de solución fisiológica y mantenida intravesical por espacio de 30 minutos. Hasta los momentos llevamos aproximadamente 50 pacientes con incontinencia urinaria mixta, donde el componente hiperactivo (de urgencia) es el predominante, hemos adoptado esta administración y los resultados han sido alentadores, puesto que se han disminuido tanto los episodios de frecuencia urinaria, como la nocturia, los episodios de incontinencia urinaria, los episodios de contracciones vesicales no inhibidas, aumentando el residuo urinario y el volumen orinado por cada micción. La causa fundamental por la cual hemos intentado utilizar esta forma de administración ha sido por los efectos sobre las mucosas, que aunque menores que con la oxibutinina, también se han presentado, causando una gran incomodidad a nuestros pacientes.

IV.      TRATAMIENTO FÁRMACOLOGICO DE LA INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO

Tratado en extenso en mi libro de vejiga hiper- activa, mencionaré los fármacos que según nuestro criterio son los más utilizados en casos de incontinencia urinaria de esfuerzo tenga o no ésta componentes agregados de hiperactividad vesical.

Muchas de nuestras pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo tienen también la tríada que se describe para casos de hiperactividad vesical como son la actividad aferente vesical aumentada, una disminución del control inhibitorio del sistema nervioso central y ganglionar sobre los eventos contráctiles vesicales y una sensibilidad vesical aumentada a la estimulación eferente, por lo cual en muchas ocasiones hemos tenido mejorías en nuestras pacientes combinando varias modalidades de los tratamientos mencionados anteriormente junto a fármacos como los que describiré a continuación.

A.    Anticolinérgicos

Los receptores muscarínicos en las pacientes con incontinencia urinaria son dinámicos y modificables por cambios que se suceden en su micro y macro- ambiente, por factores como la senilidad, enfer­medades que afectan la vejiga urinaria, tratamientos que se hacen sobre la vejiga urinaria, factores obstructivos de la salida vesical y factores conductuales que dependan de la actitud de nuestras pacientes ante los eventos urinarios vesicales (almacenamiento y vaciamiento vesical). Ellos aumentan la capacidad vesical máxima, retardan o inclusive eliminan las apariciones de contracciones vesicales no inhibidas (por acción directa sobre la contractilidad vesical), retardan los eventos propioceptivos del llenado vesical, y disminuyen sustancialmente la frecuencia urinaria, la nocturia, la incontinencia urinaria de esfuerzo, de urgencia y la urgencia urinaria.

Debemos recordar los efectos colaterales de los fármacos anticolinérgicos que son visión borrosa, sequedad de la mucosa bucal, taquicardia, inhibición de la motilidad intestinal, elevación de la presión intraocular, constipación fecal, delirio, somnolencia y de no tener cuidado en su dosificación puede ocasionar retención aguda de orina en pacientes con una salida vesical obstructiva.

El fármaco anticolinergico ideal es aquel que aumenta la capacidad funcional vesical, sin disminuir la fuerza contráctil del detrusor y que ocasione la menor cantidad posible de orina residual, con los mejores efectos fármacológicos, los menores efectos colaterales y que ocasione una mejoría importante en la calidad de vida urinaria del paciente.

¿Cuáles son los anticolinérgicos que más se utilizan en la práctica clínica díaria, para pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo o inconti­nencia urinaria mixta (de urgencia y de esfuerzo)?

1.   Tartrato de tolterodina

Antagonista competitivo de los receptores muscarínicos (preferentemente sobre los M2). Disminuye la frecuencia urinaria, alarga las sensa­ciones propioceptivas del llenado vesical, se produce la primera contracción vesical a mayor volumen intravesical. Produce un aumento de la capacidad cistométrica máxima. Produce residuos urinarios elevados así como episodios de retención de orina con dosis alrededor de 4 mg dos veces por día. En el máximo llenamiento vesical hay una disminución de la presión máxima del detrusor. Reduce entonces la frecuencia urinaria, la urgencia urinaria y los episodios de incontinencia urinaria.

Produce efectos colaterales como aumento de la frecuencia cardíaca, disminución de la motilidad intestinal, midriasis, dispepsia, cefalea, constipa­ción, xeroftalmía; se puede presentar sequedad bucal en relación con la dosis administrada, 24% cuando damos 1 mg dos veces por día y 40% cuando damos 2 mg dos veces por día. Se puede administrar con seguridad en pacientes seniles y por largos períodos de tiempo.

Recomendamos dosis progresivamente crecien­tes de ser necesaria al no obtenerse una clara mejoría clinica, comenzando con 1 a 2 mg, una a dos veces por día. Acaba de salir al mercado farmacéutico mundial la presentación de una sola dosis al día (4 mg) la cual está dando resultados promisorios (Detrol LA®)

En pacientes por encima de 50 años, a la inconti­nencia urinaria producto de alteraciones anatómicas (descenso de cuello vesical y descenso rotacional de la uretra proximal) se agregan cambios fisiológicos de la fase de almacenamiento vesical producto de los cambios tróficos inherentes a la edad, cambios tróficos post-deprivación estrogénica, cambios de la distensibilidad vesical por infecciones urinarias, tratamientos quirúrgicos, tratamientos quimioterá- picos que harán aplicable la indicación de antico- linérgicos como la tolterodina.

2.    Cloruro de trospio

Anticolinérgico con acción más específica sobre el músculo detrusor. Disminuye la frecuencia urinaria, aumenta la capacidad funcional vesical y aumenta el volumen de cada micción. No traspasa la barrera hematoencefálica por lo que no tiene efectos secundarios sobre el sistema nervioso central. Mejora un 85 % la incontinencia urinaria y reduce en aproximadamente un 40 % la frecuencia urinaria diurna. Es bien tolerado y se indica en incontinencia urinaria de urgencia, de esfuerzo, en discinergias vesicoesfinteriana y en general en estados de hiperactividad vesical. Se administra en dosis de 15 mg tres veces por día.

B.    Antidepresivos triciclicos 1. Clorhidrato de Imipramina (Tofranil®)

En pacientes con incontinencia urinaria tiene aplicación clínica pues al producir un mejor almacenamiento vesical, al relajar el cuerpo del detrusor, disminuye la contractilidad, aumenta también la resistencia a la salida urinaria porque produce un estímulo de los receptores alfa- adrenérgicos, por lo cual la sumatoria de estos dos efectos clínicos será de gran utilidad en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo que también tengan componentes de urgencia urinaria. Tiene una tríada de efectos fármacológicos: un efecto anticolinérgico central y periférico, bloquea el sistema de transporte activo en las terminaciones nerviosas presinápticas y tiene también un efecto desensibilizante de los receptores alfa-2 adrenérgicos y beta adrenérgicos.

Se utiliza no sólo en casos de incontinencia urinaria de esfuerzo y/o mixta, sino también en pacientes con nocturia, con enuresis nocturna, con incontinencia urinaria coital (Cardozo). Si lo usamos con un anticolinérgico o con un musculotropico tendremos un efecto sumatorio en sus propiedades anticolinérgicas lo cual es útil en casos de inconti­nencia urinaria por hiperactividad vesical. La dosificación oscila entre 10 a 100 mg diarios.

C.    Fármacos musculotrópicos

1.   Cloruro de oxibutinina

En sus primeras etapas fue un aporte magnífico para pacientes con incontinencia urinaria debido a sus efectos directos sobre la musculatura lisa vesical, con una moderada actividad anticolinérgica y una fuerte actividad musculotrópica relajante e independiente y un efecto anestésico local sobre la mucosa vesical. Tiene efectos sobre los receptores muscarínicos M3, lo que ocasiona más efectos colaterales sobre las glándulas salivales que el tartrato de tolterodina. Aumenta la capacidad vesical máxima, disminuye las presiones vesicales máximas de llenamiento, con disminución clínica de la urgencia urinaria, la frecuencia urinaria y los episodios de incontinencia de urgencia. Se utiliza en ocasiones sumado a otros medicamentos como el terazosin (alfa-uno bloqueante adrenérgico), con el clorhidrato de imipramina, sobre todo cuando tenemos disminución de la capacidad funcional vesical, con distensibilidad afectada. Tiene los efectos colaterales de los fármacos anticolinérgicos descritos anteriorimente. Su dosificación es de 5 mg dos a cuatro veces por día, es raro que el paciente tolere más de tres tabletas diarias, usualmente tolera dos.

Actualmente ha salido al mercado mundial el cloruro de oxibutinina de liberación prolongada (Ditropan XL®) en tabletas de 5, 10 y 15 mg con excelente tolerabilidad.

D.    Fármacos tranquilizantes.

Útiles en pacientes con trastornos emocionales que desencadenan o acompañan la sintomatología urinaria como frecuencia, urgencia, nocturia e incontinencia de esfuerzo o de urgencia. Frecuen­temente se utilizan dosis nocturnas de ansiolíticos para garantizar un sueño reparador y con ello asegurar una disminución de los síntomas urinarios que dependan de la hiperactividad emocional de la paciente. En la poblacion femenina por arriba de los 50 años, con incotinencia urinaria de esfuerzo, muy frecuentemente hay disturbios emocionales que acompañan su período periclimatérico, con este tratamiento se logra una mejoría global de nuestras pacientes con episodios molestos de incontinencia urinaria de esfuerzo. Las dosificaciones y tipos de ansiolíticos menores están supeditadas a las exigen­cias de cada paciente.

E.    Fármacos estimulantes de los receptores beta adrenérgicos.

Son muy útiles en casos de incontinencia urinaria de esfuerzo sin componentes de hiperactividad vesical. Ocasionan relajación del cuerpo vesical y cierre del cuello vesical, así como contracción del mecanismo esfinteriano externo.

1.   Terbutalina

El sulfato de terbutalina es un estimulante de los receptores beta-2 adrenérgicos. Se utiliza en dosis de 5 mg tres veces por día, al igual que el clenbuterol. Los efectos clínicos fueron descritos al comienzo y sus efectos colaterales son: cambios electro- cardiográficos, estertores y quejido bronquial, hipersensibilidad, vasculitis, sudoración, congestión, trastornos del gusto y calambres musculares.

2.      Duloxetina

Análogo de la fluoxetina, es un inhibidor mixto de la retoma de noradrenalina y serotonina. Tiene efectos sobre el control central del sistema urinario inferior. Está en fase II de investigación pero sus resultados iniciales parecen alentadores.

F.           Fármacos simpaticomiméticos- alfa adrenérgicos

1.     Efedrina

Se utiliza en pacientes femeninas con inconti­nencia urinaria de efuerzo desde 1948 (Rashbaum). Se administra en dosis de 25 a 50 mg cuatro veces por día.

2.      Seudoefedrina

Se encuentra en la mayoría de los desconges­tionantes de uso diario. Se administra en dosis de 15 a 30 mg por vía oral, tres veces por día.

3.    Fenilpropanolamina

La encontraremos en la mayoría de los descongestionantes de uso diario. Su dosis es de 25 a 100 mg por vía oral, dos veces al día. La AHCPR la recomienda porque produce cura en 0 % a 14 % de las pacientes, y en 19 % a 69 % de los casos produce mejoría de los episodios de incontinencia. Sus efectos colaterales son elevación de la presión arterial, calambres estomacales, excitación del sistema nervioso central, ansiedad, insomnio, cefaleas, palpitaciones, tremor, debilidad, y dificultad respiratoria. Se debe usar con cautela en pacientes con hipertensión arterial, angina de pecho, hipertiroidismo, diabetes, y en la incontinencia urinaria de esfuerzo que se produce durante la realización de ejercicios aerobicos.

G.      Estrógenos

Salmon, Walter y Geist en 1941 introdujeron el uso de estrógenos en el tratamiento de la disuria y de la incontinencia urinaria en mujeres postmeno- páusicas; actualmente los estrógenos se utilizan ampliamente en esta patología. Se ha visto que originan cambios en la mucosa uretral, mejoran el efecto sello de la submucosa uretral, al mejorar su vascularidad, y el tono muscular uretral. Ocasionan un aumento de la capacidad vesical, disminución de la urgencia urinaria y de la incontinencia urinaria tanto de esfuerzo como de urgencia. Mejoran el humor, el sueño y el bienestar general de la mujer con síntomas urinarios, mejoran la eficacia contráctil del piso pélvico muscular.

La vagina, la uretra, vejiga, el piso pélvico muscular en general y en especial la musculatura pubococcígea tienen receptores estrogénicos y progestágenos y tendrán un protagonismo en etapas y situaciones como el período menstrual, en el embarazo, en la etapa perimenopáusica y meno- páusica, que ocasionan cambios urodinámicos, cambios citológicos, y ginecológicos. Los estrógenos afectan las propiedades de excitabilidad y conducción neuronal sobre las células musculares lisas, afectan la densidad y sensibilidad de los receptores y afectan el mecanismo de los nervios adrenérgicos. Aumentan o mejoran la respuesta a la estimulación alfa adrenérgica, con mejoría de la respuesta muscarínica y aumento de la densidad de receptores alfa adrenérgicos, facilitando el almacena­miento vesical. Mejoran también la trasmisión de las presiones intraabdominales sobre la uretra para mejorar su capacidad de coaptación y por ende de continencia urinaria. Reducen además la actividad contráctil del músculo liso vesical. Mejoran los síntomas de urgencia e incontinencia de urgencia. El estradiol inhibe rápidamente las contracciones producidas por estimulantes de los receptores purinérgicos y muscarínicos. La administración puede ser en forma de parches dérmicos, cremas, y/

0     tabletas dependiendo del tipo de estrógeno utilizado.

H.    Fármacos bloqueantes de los receptores alfa-

1   adrenérgicos

Doxazosin y terazosin son útiles en casos de obstrucción de la salida vesical; en pacientes con crecimiento prostático sintomático dan buenos resultados, en pacientes femeninas con incontinencia urinaria por rebosamiento (aunque nos estamos saliendo de nuestras indicaciones formales para la incontinencia urinaria pura de esfuerzo, pero en algunas ocasiones nos encontramos con casos de mujeres que presentan ángulos anatómicos de continencia alterados (ángulo uretrovesical anterior y posterior) con descenso rotacional de la uretra proximal y del cuello vesical pero portadoras de hipocontractilidad vesical, es decir una contrac­tilidad deficiente que no nos puede asegurar un vaciamiento urinario satisfactorio, y por lo tanto con residuo urinario elevado, por lo que utilizar en estas pacientes fármacos que disminuyan la resistencia de la salida vesical al paso de la orina. Se administra en dosis de 1 a 4 mg a la hora de acostarse en el caso del doxazosin y en dosis de 2,5 a 5 mg a la hora de acostarse en el caso del terazosin.

V.     ADITAMENTOS VAGINALES (oclusivos y de soporte).

1.       Pesarios vaginales en forma de anillo con o sin soporte, en forma de rosquillas, en forma de cubos, pesarios Hodge, pesarios Gellhorn, pesarios Gehrung, pesarios inflables.

2.       Reliance® aditamentos de control urinario.

3.       Impress® parches o aditamentos blandos.

4.       Introl® prótesis de soporte de cuello vesical.

5.       Anillo firme para incontinencia®.

La colocación de pesarios intravaginales se utiliza preferiblemente en pacientes que presentan prolapsos vaginales con o sin incontinencia urinaria bien sea de esfuerzo o mixta (de esfuerzo+urgencia). Sobre todo cuando las pacientes por razones personales, sociales o médicas prefieren esta modalidad de tratamiento no quirúrgico.

Los requisitos para la autocolocación de pesarios son: 1. Que la paciente pueda ser controlado y seguido por parte de su médico, su enfermera o sus familiares, para saber la respuesta clínica al procedimiento. 2. Que la paciente pueda valerse por si misma a la hora de la colocación de dicho pesario.

3.   Que tenga una función cognoscitiva adecuada. 4. Que no existan condiciones anatómicas que impidan la colocación del pesario (vaginas cortas, muy cerradas). 5. Que no presenten atrofia marcada (hipoestrogenismo tisular) que provoquen irrita­ciones y erosiones que puedan ser molestas e inclusive infectarse. 6. Que haya deficit de sensibi­lidad perineal lo cual impide detectar la presencia de erosiones potencialmente infectantes, así como de la necesidad de vaciamiento fecal o urinario.

Los pesarios no sólo son terapéuticos, pueden ser utilizados también como elementos que faciliten la desaparicion de síntomas urinarios molestos al reducir la debilidad de las paredes vaginales con o sin la presencia de prolapso, así como la realización de estudios urodinámicos que sean fiables al estar reducido el prolapso que presente la paciente. Al igual que la neoaparición de incontinencia urinaria que no existía al presentar la paciente prolapsos vaginales importantes que “obstruían” las vías urinarias y no permitían que se evidenciara la incontinencia urinaria. Siempre recomiendo tener algún tipo de pesario, preferentemente el cubo que viene en varios tamaños y son de gran utilidad práctica en nuestro quehacer diario.

VI.      ADITAMENTOS URETRALES (oclusivos) 1) Aditamentos externos (tipo chupón)

Aditamento que asemeja un chupón pedíátrico y que se coloca con la concavidad hacia la uretra y posteriormente al hacer presión sobre el aditamento se creará un vacío que se adhiere el aditamento a las mucosas vaginouretrales, impidiendo mecáni­camente la salida involuntaria de orina.

VII.       POLITEF®, COLÁGENO intrauretral

Sabemos que a pesar de haber sido reco-mendados para pacientes con insuficiencia esfinteriana (rabdoesfínter) intrínseca, se puede utilizar también en casos de mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo que no puedan aplicar para ninguna de las alternativas terapéuticas arriba mencionadas.

VIII.      HIPNOTERAPIA

La hipnosis, ha ocasionado cifras de mejoría, por arriba del 25% y se han descrito tasas de curación por arriba del 50%. Pero lo más importante de la hipnoterapia, es que ha cambiado en más del 50% los patrones cistométricos de hiperactividad vesical que muchas veces acompaña a las pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo (IO mixta). No hay duda, de que tanto con la psicoterapia, como con la hipnoterapia se tienen resultados exitosos en la medida que los pacientes sean seleccionados apropiadamente para dichas alternativas terapéu­ticas.

X. MEDIDAS GENERALES

El diario vesical nos facilita información de gran importancia que nos orienta hacia las causas o circunstancias que rodean a la paciente en los momentos de pérdidas urinarias, y se relaciona con la ingesta de líquidos, y con la hora del día a la que se presenta más frecuentemente el episodio incontinente.

Promover el sentido común en nuestros pacientes permite realizar los correctivos díarios corres­pondientes. Por ejemplo tomar menos líquido bien sea en el día o en la noche para reducir el llenado vesical que en muchos casos provoca la pérdida urinaria. Reducir los cambios bruscos de presión intraabdominal ocasionados por cambios de postura corporal al levantarse bruscamente de la cama o de un mueble, hacer ejercicos aerobicos, trotar, o levantar grandes pesos. En ocasiones tocar agua, tocar metales, o superficies frías sobre todo en el hogar causa episodios de incontinencia de urgencia. Inclusive cuando el paciente nos refiere que tiene insomnio y va mucho a orinar de noche con la posibilidad de que presente epísodios de inconti­nencia, debemos tratar de que duerma la mayor cantidad de horas posibles, pues sabemos que hay una estrecha relación entre vigilia y frecuencia urinaria.

Recomendarle a nuestras pacientes una dieta exenta de irritantes urinarios como el café, té, bebidas gaseosas, bebidas a base de chocolate, picantes, tomates, comidas fermentadas, mostaza, encurtidos, alimentación muy aliñada o sazonada, eliminar en lo posible lácteos y cítricos de la dieta para disminuir la posibilidad de alcalinizar la orina y con ello aumentar la posibilidad de bacteriuria-infección urinaria y tener episodios de urgencia-incontinencia. Disminuir la ingesta de sal. Luego de este simple enfoque los pacientes toman mayor conciencia de la relación existente entre alimentación diaria y desencadenamiento de síntomas urinarios.

Es importante que le hagamos saber a nuestras pacientes cómo manejar los momentos de urgencia urinaria (que desarrollaremos mejor en el capítulo de tratamiento de la vejiga hiperactiva), ya que ésta podría presentarse en cualquier momento en pacientes que están bajo planes de reeducación vesical, o en pacientes que tienen de manera coincidente incontinencia urinaria más hiperacti­vidad vesical. Entendamos que un episodio de urgencia está relacionado a una contracción vesical, por lo tanto todo lo que hagamos para eliminar dicha contracción eliminará la sensación de urgencia. El mejor aliado para inhibir una contracción vesical es el piso pélvico muscular, el cual cuando es contraido ocasiona en primer lugar una inhibición de las contracciones vesicales por lo cual se elimina la sensación de urgencia, en segundo lugar al contraer la musculatura del piso pélvico muscular (muscu­latura roja estriada voluntaria) estamos también ocluyendo en muchas ocasiones la musculatura estriada periuretral y por lo tanto se está ocluyendo también la luz uretral con la subsecuente detención de la pérdida urinaria y en tercer lugar la fisioterapia de contraer y relajar el piso pélvico muscular refortalecerá los grupos musculares involucrados en la continencia urinaria pasiva y activa.

Al desarrollar este tema he querido de manera suscinta mostrar todos los argumentos terapéuticos que tenemos a nuestro alcance para tratar pacientes con IOE, las cuales alcanzan una incidencia impor­tante.

Uno de los objetivos es mostrar que el tiempo en que se operaban todas las pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo ya pasó. Ahora tenemos muchas alternativas que son igualmente efectivas y que en numerosas oportunidades se utilizan en conjunto, para obtener mejores resultados, que no son otros que los de reintegrar a esa mujer a sus actividades diarias, sin la presencia de episodios molestos y vergonzosos de pérdidas urinarias, las cuales las alejan de sus ámbitos familiares, sociales y profesionales con deterioro de su calidad de vida. Otro de los objetivos perseguidos es mantener la mejoría o la curación en el tiempo, es decir retardar al máximo la aparición de recurrencias urinarias de incontinencia (fracasos terapéuticos) y todo esto con facilidad de aplicación y a bajo costo.

El enfoque de la incontinencia urinaria en la mujer cambió. Los algoritmos de comportamiento ya no comienzan con cirugía, sino con alternativas que se deben dominar para poderlas aplicar. Se trata del presente y el futuro de los tratamientos en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo.

 

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INTRODUCCIÓN

La pérdida de orina en asociación con el stress fue inicialmente descrito por Sir Eardley Holland hacia finales del Siglo XIX. Se pensó que entre las causas esenciales se encontraban modificaciones en la unión uretrovesical, alteraciones del mecanismo esfinteriano y que al corregir estas alteraciones todas las pacientes podían permanecer secas[1]. Hoy en día se ha investigado a fondo sobre los mecanismos de continencia femenina y se ha establecido que si bien es cierto factores como la hipermovilidad de la uretra, alteraciones del mecanismo esfinteriano, la coexistencia de vejiga hiperactiva también es muy importante considerar la presencia de alteraciones anatómicas en la mujer como son cistocele, rectocele, enterocele y prolapsos de la cúpula vaginal2.

Hasta la fecha se han descrito un centenar de Técnicas para “Curar” la incontinencia urinaria de esfuerzo (IUE), por lo que lógicamente debemos pensar que ninguna de ellas, puede garantizar el 100% de eficacia, sin embargo, la correcta evaluación preoperatoria, descrita en capítulos de este libro, determinará la mejor elección para cada paciente.

CLASIFICACIÓN

Con fines esencialmente didácticos se ha decidido clasificar los abordajes para tratar quirúrgicamente la IUE.

3.      Sling (cinchas).

4.     Abordajes laparoscópicos.

5.     Inyecciones intrauretrales.

6.     Esfínter artificial.

7.     Nuevas técnicas

Cada una de estas técnicas serán consideradas en detalle, invitando al lector a profundizar en cada una de ellas y al mismo tiempo comparar sus propios resultados o el de su institución con los de la literatura.

ABORDAJES RETROPÚBICOS

Desde la descripción inicial de la cervico- cistopexia por Marshall en 19493 los abordajes retropúbicos han sido usados en el mundo para curar la IUE. La tasa de éxito, la durabilidad de la respuesta y la facilidad para aprender el abordaje del espacio de Retzius han colocado a los abordajes retropúbicos como una de las técnicas utilizadas con más frecuencia entre los cirujanos, ginecólogos y muchos urólogos en el tratamiento a elegir.

El procedimiento de Marshall tuvo muchas modificaciones entre las más importantes, el procedimiento de Burch4, El procedimiento de Turner Warwick, la cervicocistopexia de Tanagho5 entre otros. Todos ellos tienen el mismo principio, el de suspender y estabilizar el cuello vesical y la uretra media - proximal.

Los abordajes retropúbicos tienen muchas ventajas sobre otros abordajes, permiten una visualización directa de las estructuras anatómicas, las estructuras pueden ser fácilmente movilizadas y la grasa perivesical y perivaginal puede ser removidas permitiendo así una fijación firme de las estructuras suspendidas. Es muy importante durante la disección respetar la unión vesico uretral en sí misma y evitar igualmente la intensa movilización uretral, esto con la finalidad de disminuir la lesión del mecanismo esfinteriano

En relación con la técnica quirúrgica el paciente es colocado en posición de decúbito dorsal, con las piernas en medias antiembólicas en una moderada abducción, se lleva a acabo una adecuada antisepsia del abdomen inferior, vagina y periné con solución de betadine o povidine, un catéter de Foley 16 Fr es colocado en la uretra, de rutina colocamos en forma parenteral una quinolona o una cefalosporina, se realiza una incisión de Pfannestiel o media infraumbilical y abordaje digital del espacio retropúbico o de Retzius hasta exponer la unión uretrovesical y la pared anterior de la vagina, la visualización de la unión uretrovesical es facilitada mediante la palpación de la sonda de foley uretrovesical. Repetimos que debemos evitar la disección excesiva de la uretra anterior.

Una vez identificada estas estructuras se colocan dos dedos de la mano del ayudante dentro de la vagina a cada lado del cuello uterino para suspender delicadamente la pared anterior de la vagina, esta maniobra provocará igualmente el ascenso de la unión uretrovesical a una posición normal. Nuestra preferencia es colocar sutura absorbible 1 con aguja atraumática, la colocación de las suturas es extre­madamente importante, colocamos lateralmente como sea posible de la unión uretrovesical en la pared anterior de la vagina dos suturas de cada lado paralelas a la uretra, llevando a cabo la colocación de la sutura más distal al cuello vesical y la segunda paralela al cuello vesical tan lejos de ella como sea posible. Una vez que las suturas han sido colocadas se procede a llevarlas al ligamento de Cooper, entre los cuidados que debemos tener es la de evitar crear una tensión excesiva en los puntos, evitar provocar compresión extrínseca de la uretra, se procede al cierre por plano. Mantenemos el catéter de Foley uretrovesical durante 48 a 72 horas4.

El procedimiento de Burch se recomienda como primera elección para cirujanos generales, ginecó­logos y urólogos, la tasa de éxito es de un 93 %6-8.

Entre las complicaciones postoperatorias del procedimiento de Burch destacan la inestabilidad de novo del detrusor descrita en un 15% 910; la presencia de novo de prolapso genital de ha descrito que aparezca en un 7 %. La retención aguda de orina postoperatoria se observa en un 10% y la osteítis del pubis, vista más frecuentemente después de procedimientos de Marshal Marchetti Krantz en un 2,5%. Consideramos responsable comentar que el procedimiento de Marshall Marchetti Krantz deberá ser evitado como técnica a utilizar en el tratamiento quirúrgico de las pacientes con IUE por la baja tasa de éxito demostrada.

ABORDAJES TRANSVAGINALES

Uno de los abordajes para tratar la IUE fue el abordaje transvaginal popularizado por S. Raz11 e ideado inicialmente por Pereyra12. La indicación más común para la cervicocistopexia de Raz es la incontinencia urinaria de esfuerzo con hiper- movilidad uretral leve a moderada y sigue siendo una de las técnicas de elección cuando es necesario realizar procedimientos combinados transvaginales como uretrolisis, divertículos uretrales, histe- rectomía vaginal, colporectocele y enterocele.

Nunca estará indicado en casos de incontinencia urinaria tipo III o cuando se sospeche clínica, radiológica o urodinámicamente de daño esfinteriano intrínseco. Igualmente los resultados de la cervico­cistopexia de Raz no ha demostrado ser efectiva en casos de colpocistocele de tercer grado.

Desde el punto de vista técnico la paciente es colocada en posición de litotomía, se realiza una adecuada antisepsia vulvo - perineal con betadine o povidine, se coloca una sonda de Foley uretrovesical N° 16 Fr. Y se puede o bien realizar una única incisión sobre la pared anterior de la vagina o dos incisiones oblicuas en la misma pared anterior de la vagina, luego se procede a la disección con metzenbaum del espacio vesico vaginal hasta alcanzar la fascia endopélvica en ambos lados. Esta última puede ser penetrada o bien digitalmente (comúnmente usada por el autor) o en casos de cirugías previas y fibrosis en forma instrumental, una vez abordado el espacio retropúbico se colocan sutura no absorbible de prolene 1 en el ligamento uretropélvico, fascia pubocervical y la pared vaginal sin el epitelio en forma helicoidal, posteriormente se realiza una única incisión suprapúbica de 2 cm, en este momento el dedo índice de la mano diestra del operador se coloca en el espacio retropúbico derecho de la paciente dirigido al hombro de la misma y se permite el paso de la aguja de Raz, Stamey o Notthingham desde el suprapubis apoyado sobre el pulpejo del dedo índice del operador a fin de proteger la vejiga hasta obtener en la cavidad vaginal, en este momento se enhebran las suturas y se pasan luego al retropubis, de igual manera se realiza en el lado contralateral. Terminada esta etapa se procede a realizar uretrocistoscopia haciendo especial énfasis en cuatro puntos domo vesical, trígono y meatos ureterales y uretra esto con la finalidad de comprobar la indemnidad de estas estructuras. Luego se realiza la suspensión de las suturas del suprapubis, se recomienda ajustar bajo control endoscópico el cuello vesical o bien colocar la camisa 17Fr con el obturador hasta obtener un ángulo de 30°. Se cierra la pared anterior de la vagina con una sutura de material absorbible O. La sonda de Foley se mantiene durante 72 horas, a diferencia de las recomendaciones originales de Raz no colocamos tubo suprapúbico de cistostomía.

Desde el punto de vista de resultados, la técnica de Raz mostró inicialmente tasa de éxito de aproximadamente 80 % en 5 años, luego estas han intentado ser reproducidas por otros autores y sólo han alcanzado un 60 % en 5 años; en nuestra literatura nacional el Dr. Potenziani y el autor en una casuística de alrededor de 300 casos han reportado 75 % a los 5 años y de 63 % a los 10 años. Consideramos que la elección adecuada del paciente, la correcta evaluación clínica preoperatoria, y el conocimiento adecuado de los medios de sustentación de la uretra media y proximal así como del cuello vesical son la base para obtener resultados cada vez más satis­factorios1314.

ABORDAJES TIPO SLING.

El uso del sling pubo vaginal para el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo fue inicial­mente descrita en 1907 por Von Giordano15 después de muchas modificaciones el procedimiento llegó a ser conocido como técnica de Goebell - Stoeckel - Frangenheim16. Inicialmente los slings fueron realizados mediante el uso de músculos piramidales, elevadores del ano, y bulbocavernosos. Price describió el primer sling fascial en 1933, utilizando un segmento de fascia lata y haciendo pasar por debajo del tercio medio de la uretra y utilizando simultáneamente un abordaje retropúbico. En 1940 Millen y Aldridge describieron el uso de fascia de recto anterior en la realización del sling fascial17.

Tradicionalmente el sling ha sido usado en pacientes con daño esfinteriano intrínseco, igualmente se recomienda en pacientes obesas, en pacientes con pobres tejidos paravaginales, en pacientes sometidas a intensa actividad física, en pacientes con fracaso de otras técnicas anti - IUE. Blaivas han sugerido que el uso del sling pubo - vaginal, en manos de cirujanos familiarizados con abordajes transvaginales, es la mejor elección en el tratamiento de pacientes con IUE18.

Desde el punto de vista técnico el procedimiento básico de sling ha sufrido algunas modificaciones, desde la descripción inicial realizada por Lytton y Mcguire en 19781920. Hoy en día se realiza un abordaje combinado tanto abdominal como vaginal, la paciente es colocada en posición de litotomía, se realiza una adecuada antisepia vulvo - vaginal y abdominal, se inserta un catéter de Foley uretro­vesical N° 16Fr, se procede a realizar una incisión media en la pared anterior de la vagina a fin de disecar el espacio vesico vaginal, para abordar el espacio retropúbico. Luego se realiza una incisión de Pfannestiell, disecando hasta visualizar la fascia del recto anterior del abdomen, se corta un segmento de 2 cm de ancho por 8 cm de longitud la cual se mantiene en solución salina, a nivel del extremo lateral del recto lateral anterior existe una tejido celulo - adiposo el cual es abierto digitalmente para hacer pasar a través de él una pinza de Crawford el extremo del segmento de fascia de recto el cual previamente ha sido suturado en sus extremos con una sutura de prolene 0, por debajo del tercio medio del cuello vesical y uretra proximal. Se abren dos pequeños orificios en el extremo inferior de la aponeurosis del recto anterior para permitir el paso de los cabos de prolene a cada lado, se lleva a cabo una evaluación endoscópica a fin de constatar la indemnidad de la vejiga. Se realiza el cierre de la aponeurosis del recto anterior, se lleva a cabo la fijación suburetral del esfínter mediante sutura crómico 000 para evitar desplazamiento inadvertidos del sling. Se cierra la pared anterior de la vagina con crómico 0, y se deja un packing vaginal durante 24 horas.

Una consideración muy importante que debemos tener, es en el grado de tensión del sling pubovaginal, nunca debemos pensar que una excesiva tensión del sling nos proporcionará buenos resultados, al contrario la posibilidad de retención aguda de orina postoperatoria es inminente, por tanto en el momento de anudar los extremos del sling debemos colocar dos dedos perpendicularmente al plano del paciente y anudar gentilmente, igualmente se ha sugerido la colocación de una camisa con su obturador uretrovesical y mantener un ángulo de 30°. Se mantiene la sonda de Foley durante 24 a 48 horas dependiendo de la preferencia del cirujano, en caso de retención aguda de orina se instruye a la paciente a realizarse cateterismo vesical intermitente cada 4 a 6 horas, el cateterismo vesical intermitente se suspende cuando el residuo postmiccional es inferior a 70 mL, mientras este se realiza se mantiene a la paciente con supresión antimicrobiana.

La tasa de éxito demostrada por el sling pubo vaginal es de un 95 %, y se han mantenido en paciente evaluadas por 5 y 10 años21.

Las complicaciones más observadas son, mal posición del sling, lesiones de vejiga, infección de la herida, retención aguda de orina, dolor en hipogastrio. La posibilidad de urgencia de Novo se observa entre un 6 % a 8 %.

Raz en 199622 muestra sus resultados utilizando el uso de pared anterior de vagina en el tratamiento de IUE y de pacientes con daño efinteriano intrínseco. Los elementos anatómicos más importante que sirven de sostén a la uretra son el ligamento pubouretral el cual suspende el tercio medio de la uretra, el ligamento uretropélvico que suspende el tercio medio de la uretra, el cuello vesical y el extremo distal del piso vesical. El principio básico utilizado por Raz consiste en utilizar material autólogo para suspender en forma de “hamaca” el cuello vesical y el tercio medio de la uretra, el paciente es colocado en posición de litotomía se realiza una adecuada antisepsia vulvar- vaginal y perineal, se coloca una sonda de Foley uretrovesical y se procede a realizar dos incisiones oblicuas sobre la pared anterior de la vagina, se realiza la disección del espacio vesico vaginal hasta disecar el ligamento uretropélvico, luego se colocan dos suturas, la primera con prolene

1   que incluye la fascia vesicopélvica, el ligamento uretropélvico y la pared vaginal anterior sin el epitelio, la segunda sutura es colocada incluyendo el elevador del ano, el ligamento uretropélvico y la pared vaginal. Luego se realiza una incisión de 2 cm en hipogastrio para permitir el paso de las agujas de Raz, Stamey o Nothingham, para enhebrar cada cabo y pasarlo desde el espacio transvaginal a la herida realizada en hipogastrio, se realiza una uretrocistoscopia para evaluar la indemnidad de la vejiga. Se procede al cierre de la pared anterior de la vagina y a la suspensión suave de los cabos de sutura, se cierra por plano, y se deja un packing vaginal el cual es retirado en 24 horas. Según los resultados mostrados por Raz el sling de pared anterior de vagina tiene una éxito al año de

ABORDAJES LAPAROSCÓPICOS

La laparoscopia en el campo de la urología ha mostrado notables avances y uno de ellos es el tratamiento de la IUE mediante colposuspensión laparoscópica, sling por laparoscopia. En esencia las técnicas laparoscópicas promueven una corta hospitalización, disminución del dolor postope­ratorio y rápida recuperación al trabajo. A pesar de que los trabajos de McDougal y Riza23,24 inicialmente mostraron resultados esperanzadores, hoy se cuestiona realmente la utilidad de la laparoscopia en el tratamiento inicial de la IUE.

Desde el punto de vista técnico se comienza con una adecuada antisepsia abdominal, vulvar y vaginal, se coloca una sonda de Foley uretrovesical, se realiza neumoperitoneo mediante la utilización de aguja de Verres, se colocan 4 trocares, 2 de ellos de 10 mm y

2    de 5 mm, se realiza el abordaje del espacio retropúbico (extraperitoneal), de la misma forma que se realiza en el abordaje retropúbico conven­cional, se diseca la unión uretrovesical y se colocan endosuturas de prolene 1 en el tejido parauretral tomando en cuenta no lesionar la uretra, y luego se realiza la colocación de la sutura al ligamento de Cooper, se deja la sonda de Foley durante 24 horas.

Miannayi y col.25 evaluaron 34 pacientes a quienes realizaron procedimiento de Burch por laparoscopia con un seguimiento de 17 meses en promedio y luego evaluados a los 60 meses, la tasa de éxito, pacientes secas fue de 85 % a los 17 meses y de 60 % a los 60 meses.

INYECCIONES INTRAURETRALES

Las inyecciones intrauretrales benefician a los pacientes con incontinencia urinaria producto de alteraciones del mecanismo esfinteriano intrínseco, estos pacientes usualmente han sido sometidos a cirugías previas o bien tienen desórdenes neuro- lógicos. Aquellos pacientes con una uretra fija, bien suspendida asociados a incompetencia del mecanis­mo esfinteriano intrínseco son excelentes candidatos para inyecciones intrauretrales.

Uno de los elementos a considerar es la adecuada elección de los pacientes, si pierden orina solo en posición supina, en la cama acostados, al caminar, son pacientes que deben ser investigados para descartar daño esfinteriano intrínseco, la coexis­tencia con otras patologías ginecológicas son importantes descartarlas como por ejemplo, hipermovilidad uretral con un Q - tip que presente un ángulo mayor de 30° . La realización de estudio urodinámico se considera necesario a fin de determinar inestabilidad vesical, hipocontractilidad vesical o hipercontractilidad vesical. La evaluación del perfil uretral a través de la presión de fuga (leak point pressure) nos da una idea sobre el mecanismo esfinteriano al mismo tiempo la determinación de la presión de fuga con Valsalva (Valsalva leak point pressure o VLPP) mediante evaluación visual o mediante videourodinamia, si la VLPP se encuentra por debajo de 60 cm H2O significa una pobre o una ausente función uretral. La presencia de un cuello vesical abierto en reposo y ausencia de contracciones vesicales define igualmente daño esfinteriano intrínseco.

Está contraindicada la inyección intrauretral en pacientes con inestabilidad vesical, en infecciones urinarias y en pacientes con hipersensibilidad al material a inyectar.

El material ideal para inyecciones intrauretrales será uno que sea fácilmente inyectable, que sea biocompatible, y que produzca poca o ninguna reacción inflamatoria, no debe producir migración

Entre los materiales disponibles podemos mencionar: Contigen® (colágeno glutaraldehido de bovino) el cual es biocompatible y biodegradable, produce una discreta reacción inflamatoria y no produce granuloma, su degradación comienza alrededor de la semana 12 posterior a la inyección tiempo en el cual los fibroblastos comienzan a depositarse alrededor del implante, el implante es totalmente degradado entre los 12 y los 19 meses26. La grasa autóloga, utilizada como agente de inyección intrauretral es biocompatible, se obtiene fácilmente, sin embargo, el alto grado de absorción es quizás uno de los mayores problemas que la grasa autóloga tiene27, no hay evidencia de migración. Macroplastique®, son partículas de silicone suspen­didas en una hidrogel, este último es rápidamente absorbido por el tejido, el tamaño de la macro- partículas es de alrededor de 100 micrones lo cual impide la migración, sin embargo, en estudios recientes se ha demostrado la migración de las partículas al riñón, pulmón, cerebro y ganglios linfáticos, esto ha producido resistencia en Estados Unidos en el uso de Macroplastique28.

Desde el punto de vista técnico no es un proce- dimiento difícil pero es esencial colocar el material en los sitios indicados. La inyección debe ser colocada en el suburotelio a través de una aguja pasada a través del cistoscopio (inyección transu- retral) en las mujeres se puede colocar el material mediante el uso de una aguja espinal insertada percutánea y posicionada en el tejido uretral en el espacio suburetral. El paciente masculino es colocado en posición de litotomía, se coloca o bien anestesia peridural o xylocaína en jalea al 2 % durante 10 minutos, un cistoscopio 19 Fr con una óptica de 0 grados es utilizado, en casos de pacientes incontinentes posterior a prostatectomía radical la longitud de uretra por lo general corta, nos obliga a colocar la punta de la aguja en el esfínter externo y la hacemos avanzar unos milímetros siempre suburetral, pero evitando siempre dejar el material depositado en el esfínter por el riesgo de espasmo del nervio pudendo. En casos más difíciles cuando la uretra es corta, se puede llevar a cabo un abordaje anterógrado a través de una cistosotomía, evitamos de esta forma el esfínter externo y trabajamos sin problemas sobre el cuello vesical, en todo caso se divide en cuatro cuadrantes la circunferencia y se comienza la inyección del material hasta que éste alcance la línea media.

En caso de inyección periuretrales en mujeres, este abordaje debe ser preferido porque minimiza el sangramiento uretral y disminuye la posibilidad de extravasación de la sustancia a inyectar, se coloca la paciente en posición de litotomía y se anestesia con peridural o con local, se realiza una endoscopia con óptica de 0 grado y una aguja espinal 22 con su obturador es colocada periuretralmente en la posición 4 y 8 con el bisel de la aguja hacia la luz de la uretra, procurando siempre mantenerlo en el plano suburetral (lo cual sabemos no siempre es fácil), se procede a la inyección lado por lado hasta obtener una oclusión en la línea media en cada lado.

Dos cosas pueden pasar, la primera que la paciente orine espontáneamente después del procedimiento, la segunda que presente retención aguda orina en cuyo caso deberá ser entrenada para cateterismo vesical intermitente (por regla general, las pacientes deberán ser informadas de esta posibilidad antes del procedimiento e incluso instruidas en cateterismo vesical intermitente ). El procedimiento de inyección pudiera ser necesario en aquellos casos fallidos a los 30 días.

El primer estudio clínico de colágeno en humanos para incontinencia urinaria de esfuerzo fue llevado a cabo por Shortliffe29 en 1989, este estudio reveló que un 50 % de los pacientes fueron curados. En otro estudio realizado por el Grupo de Estudio Norteamericano30 en donde se involucraban 306 pacientes, 137 pacientes femeninas con daño esfin­teriano intrínseco, 96 % estaban secas al año; de los 134 pacientes masculinos con incontinencia urinaria postprostatectomía 89 % estaban secos al año del procedimiento, una de las recomendaciones del grupo era nunca subestimar la cantidad a inyectar tomando en cuenta que el promedio de inyecciones en cc para mujeres era de 25 mL y para hombres alrededor de 50 mL.

ESFÍNTER ARTIFICIAL

Los esfínteres artificiales han cambiado comple­tamente la calidad de vida de cientos de pacientes que no habían podido ser curados de su incontinencia urinaria. Foley31 fue el primer cirujano que colocó un esfínter artificial en 1947. Los esfínteres artifi­ciales modernos fueron introducidos por Scott32 en 1973 el producto llamado AMS 721 fue producido con silicona. La tasa de éxito inicial fue de un 60 %33, algunos de los problemas que desarrollaban los pacientes eran infecciones, erosiones de la uretra y fístulas. En 1983 American Medical Systems (Minnetonka, Minn.) introdujo el modelo AMS 800, el cual ha cambiado muy poco en los últimos años, está construido con un elastómero biocompatible, y consiste en tres componentes todos conectados por puentes resistentes a tubos de silicona, un cuff o mango situado alrededor de la uretra o del cuello vesical, un balón regulador de presión situado en el espacio prevesical y otra bomba colocado en el escroto o en labio mayor. El sistema AMS 800 funciona hidráulicamente, las fuerzas oclusivas en el cuff o mango están determinadas por la presión del balón de regulación y está construido para establecer presiones predeterminadas en cm de H2O. La localización prevesical del reservorio permite la transmisión de los cambios de la presión abdominal al cuff, y esto a su vez ayuda a disminuir la pérdida de orina durante las maniobras del paciente. Una vez que el paciente desea orinar la bomba esfínter tiene un botón de desactivación la cual al ser presionada disminuye la presión en el cuff, la uretra se abre y el paciente orina, al terminar de orinar el paciente presiona digitalmente la bomba esfínter con la finalidad de llenar el cuff o mango y provocar el cierre de la uretra.

Los pacientes que deben ser considerados para colocar un esfínter artificial son: pacientes con disfunción vesical neurogénica intratable, pacien­tes con incontinencia urinaria postprostatectomía, pacientes con incontinencia urinaria posterior a procedimiento anti incontinencia fallida, anomalías congénitas y trauma. Deben considerarse la capacidad vesical la cual debe ser mayor a 300 mL con una presión vesical menor o gual a 40 cm H2O. En caso de vejigas hiperrefléxicas o inestabilidades vesicales intratables deberá considerarse la nece­sidad de cistoplastias de aumento durante el implante del esfínter artificial.

La inserción del esfínter artificial en hombre con incontinencia urinaria de esfuerzo post-prosta- tectomía se deberá establecer en un tiempo de 1 año después de la cirugía de prostatectomía (radical o no) para colocar el esfínter. El esfínter puede ser colocado o bien en la uretra bulbar o en el cuello vesical. Una incisión media peno escrotal es realizada, el músculo bulboesponjoso es disecado y separado para exponer la uretra, y así determinar el tamaño del cuff. Luego se coloca una incisión suprapúbica para colocar la bomba reservorio y los tubos conectores, los reservorios de presión de 60 a 70 cm H2O son preferidos en el AMS 800, el reservorio debe contener 20 mL de contraste con el sistema activado y equilibrado, la bomba esfínter es colocada en el hemiescroto derecho o izquierdo dependiendo de la mano más hábil del paciente.

Debido al riesgo de infección por ser un material protésico los pacientes son cubiertos 48 horas antes de la cirugía con antibióticos los cuales se mantiene por 7 días más, una vez operados los pacientes salen de pabellón con una sonda de Foley que se matiene durante 24 horas, y la bomba esfínter se mantiene abierta, quiere decir que el paciente estará incontinente porque el esfínter está desactivado en la posición abierta hasta entrenarlo en activar y desactivar la bomba esfínter .

Barrett y col.34 reportaron una tasa de 80 % de buena continencia luego de un seguimiento de 43 meses en sus pacientes. Bosco tiene una tasa de éxito de 82 % en seguimiento de 5 años, Gundian y col.35 de la Clínica Mayo reportaron en su experiencia con 96 pacientes 83% de estos pacientes tuvieron un buen estado de continencia al necesitar 2 pañales o menos al día. Webster36 reportó en 24 mujeres operadas entre 1982 y 1990, 92 % estaban totalmente continentes.

En conclusión el uso del esfínter artificial en definitiva debe ser parte del armamentario en el manejo de la incontinencia urinaria refractaria causa­da por daño esfinteriano intrínseco. La selección cuidadosa del paciente y su adecuada evaluación clínica, endoscópica, videourodinámica en forma preoperatoria podrán garantizar el éxito de esta cirugía y minimizar los riesgos potenciales de la misma.

NUEVAS OPCIONES

Nuevas opciones de materiales para ser usadas en los procedimientos de sling pubovaginales están siendo promocionados entre las cuales se encuentran la fascia cadavérica, submucosa de intestino delgado (SIS, CookUrological) y el TVT o tension - free vaginal tape (Jonhson & Johnson) otra opción el Protegen (Boston Scientific Corp), un sling sintético ha caído últimamente en desuso por los reportes de erosión vaginal y uretral.

Webster21 recientemente revisó su técnica utili­zando fascia cadavérica, después de tener un 15 x 2 cm de fascia se colocan suturas de prolene 1 en cada lado, se realiza una pequeña incisión suprapúbica y se pasa una aguja de Raz o de Stamey desde el espacio retropúbico al espacio transvaginal para enhebrar cada extremo de la sutura de prolene y llevarlas a la incisión suprapúbica dejando de esta forma la fascia cadavérica bajo la uretra en el cuello vesical y uretra proximal. Se ha informado hasta un 20 % de pacientes con recurrencia a los 6 meses de cirugía, y el hallazgo intraoperatorio es la dege­neración de la fascia dejando sin soporte a la uretra. Brubaker y col.37 reportaron un 40 % de recurrencia de la incontinencia urinaria al año de seguimiento. Por tanto no hay datos suficientes que soporten la utilidad de la fascia cadavérica como sling pubo- vaginal a largo plazo.

La submucosa de intestino delgado (SIS, Cook Urological) es un material acelular compuesto de una matriz de colágeno de cochino, puede ser utilizado mediante el sistema de anclaje a hueso o como material de sling suprapúbico. Los reportes iniciales muestran una excelente tolerancia de la fascia SIS en la cura de pacientes incontinentes.

El uso de tension - free vaginal tape (TVT) es un material de prolene colocado transvaginalmente bajo anestesia peridural incluso local, los trocares son pasados a través del espacio retropúbico mediante dos punciones en la zona suprapúbica. Los reportes de Wang 38 evaluando 70 pacientes y seguidas durante 18 meses después de utilizar TVT muestran una curación de 83%, sin embargo, 11 pacientes presentaron sangramiento, ninguna de ellas requirió de hospitalización o transfusiones. Olsson y col.39 evaluaron 51 pacientes en 3 años de seguimiento, encontrando que un 90 % de pacientes estaban curadas por cuestionario. Ulmsten y col.40 evaluaron 131 pacientes seguidas durante 12 años, demostrando en este corto período de tiempo una tasa de éxito del 91 %, durante el uso del TVT se han descrito dos muertes a consecuencia del procedimiento, la primera por la perforación intestinal pasada inadvertida y la subsecuente pritonitis, y la segunda por la punción de un vaso ilíaco. Los cortos períodos de seguimiento en pacientes incontinentes a quienes se les ha realizado sling por TVT, obligan a ser cautos en el éxito de esta técnica.

 

 



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REFERENCIAS

 

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Capítulo 12

DIEZ FACTORES DE ÉXITO EN EL ENFOQUE TERAPÉUTICO DE LA INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO EN LA MUJER DE CUALQUIER EDAD (IOE)

Dr. Julio César Potenziani B.

 

Este artículo tiene como objetivo primordial analizar y recomendar diez factores fundamentales para obtener mejores resultados a corto, mediano y largo plazo en el enfoque terapéutico médico- quirúrgico de mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE).

Nos basamos en una casuística de 1 200 mujeres con incontinencia urinaria en edades entre 18 a 70 años recolectadas en 19 años de ejercicio médico hospitalario y privado. Desde ese entonces hemos hecho un enfoque terapéutico integral de todos los factores que se traducen en mejoría de los resultados finales (estar “secas” o “bastante menos mojadas” que antes del tratamiento); al principio teníamos preferencia por el tratamiento quirúrgico, pero a medida que profundizamos en el seguimiento de las pacientes y en la fisiopatología de la incontinencia urinaria en la mujer así como en el conocimiento del piso pélvico muscular, fuimos obteniendo el enfoque que recomendamos en esta comunicación.

A continuación se describen los factores:

Diagnóstico preciso de las pérdidas involuntarias de orina, con énfasis en la búsqueda de antecedentes que influyan en la patología de la paciente, hacer una clasificación precisa de la incontinencia urinaria, (Blaivas, Stamey, Potenziani), tomando en cuenta la presencia de factores de riesgo (edad, raza, gestación, menopausia, cirugías pélvicas y espinales, hábitos tabáquicos, tipo de actividad laboral que realiza la paciente, medicaciones que estuviera tomando la paciente, y la presencia de enfermedades crónicas).

Precisar los síntomas y signos que presente la paciente y la repercusión que estos síntomas tienen en la calidad de vida de cada una de ellas, por lo tanto hicimos que la paciente contestara cuestionarios de calidad de vida (QOL) y haciendo que la paciente llene un diario vesical durante por lo menos 7 días seguidos, para conocer de manera cierta las circunstancias que rodean el evento incontinente urinario, presencia o no urgencia urinaria, la cantidad de orina perdida en cada episodio, y cuanto líquido tomaba durante el día.

Además con los cuestionarios de QOL se deter­mina el grado de repercusión de la incontinencia urinaria en las diferentes áreas que rodean la vida de cualquier ser humano (social, laboral, familiar, íntimo) y con ello saber el tiempo disponible para el enfoque del tratamiento de cada paciente en particular.

Se deben precisar la intensidad y jerarquía de los síntomas porque con esto se puede tener también una jerarquización en el enfoque terapéutico sobre todo el farmacológico.

Mejorar el trofismo de las mucosas vaginales, uretrales y trigonales con la indicación de terapia de reemplazo hormonal con agentes químicos o naturales; control de las infecciones ginecológicas y urinarias, con recomendación de técnicas de aseo genital adecuadas y consumo de líquidos abundantes.

Mejorar y refortalecer los grupos musculares abdominales (abdomen antero lateral y de la pared abdominal inferior), aductores vaginales, muslos, glúteos y el más importante, el piso pélvico muscular (pubouretrales, pubococcígeos, elevadores anales) con ejercicios de Kegel con o sin aditamentos, estimulación eléctrica del piso pélvico muscular, biofeedback, ejercicios variados de gimnasio o al aire libre, reconociendo cuando hay una disfunción del piso pélvico muscular.

Cambiar la actitud-comportamiento de la paciente con terapias conductuales, a través de estrategias de alimentación, estrategias en casos de urgencias y estrategias de condicionar circunstancias favorables con eliminación de circunstancias desfavorables.

Utilizar las técnicas quirúrgicas adecuadas para cada tipo de paciente, es decir no todas las pacientes pueden tratarse con la misma técnica, hay técnicas diferentes para diferentes tipos de pacientes. Por lo cual es necesario saber manejar varios tipos de tratamientos quirúrgicos y de esa manera ofrecer a nuestras pacientes las mejores posibilidades de cura de su incontinencia urinaria de esfuerzo.

Optimizar los resultados en estas pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo, fue reparar junto con la uretrocervico suspensión (objetivo quirúrgico primordial además de crear un piso firme en el trayecto uretral proximal y distal), cualquier debilidad o prolapso del piso pélvico bien sea de la pared anterior o de la pared posterior.

Tratamiento farmacológico de la IOE además de tratar cualquier condición coexistente como por ejemplo la hiperactividad vesical, unida a la IOE en más del 50 % de los casos.

Dar consejos a la paciente con IOE, en cuanto a su alimentación, hábitos higiénicos y conductas aprendidas durante su vida.

Considerar con toda paciente con incontinencia urinaria de esfuerzo era la mejoría de su auto imagen ya que en un alto porcentaje son pacientes con exceso de peso que al mejorar su imagen, mejoran su autoestima alcanzando entonces, variadas metas personales entre las cuales está el mejorar sus pérdidas urinarias involuntarias.

INTRODUCCIÓN

Desde hace más de 20 años en el seguimiento de pacientes a las que había sometido a cirugía de incontinencia urinaria de esfuerzo (por cualquier técnica), veía que a pesar de los aparentes buenos resultados quirúrgicos que se daban en dichas pacientes, muchas recidivaban a corto, mediano o largo plazo.

Por otro lado siempre me preguntaba, cómo valorar el éxito o fracaso de un tratamiento quirúr­gico, basados en que, ya que a “grosso modo”, había dos argumentos poderosos que eran la pésima calidad de vida que tenían esas pacientes con sus episodios de incontinencia urinaria, y por otro el cómo valorar el éxito considerando solamente la variable de las pérdidas involuntarias de orina. ¿Cuál de los dos argumentos es más importante?.

¿No es mejor reintegrar a la paciente a su vida social, familiar, profesional e íntima a pesar de tener “algo” de pérdidas urinarias todavía? Es decir mejorar sustancialmente su calidad de vida, antes que considerar que éxito es solamente “estar seca” ante acontecimientos que aumentan la presión intraabdominal e intravesical?

¿Cuánto tiempo de seguimiento debe tener la paciente para catalogar un éxito? Un año, 2 años, o más de 5 años?

Pues bien en la medida que el aspecto calidad de vida (QOL) iba tomando importancia, también se empezaba a catalogar como éxito quirúrgico no sólo el “estar seco” sino también el estar “menos mojada” con lo cual se empezaba a ampliar el panorama de enfoque hacia las pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE).

En ese momento se empezaban a “sincerar” las cifras de éxito a más de 5 años posteriores a la realización de la cirugía y empezaron a aparecer en las estadísticas, números no tan alentadores ni tan optimistas, por lo cual los que trabajamos con uroginecología empezamos a preguntarnos si habían otros factores que pudieran influenciar los resultados y que si se tomaban en cuenta, los resultados podrían mejorar.

Fue el momento en que se retomaron métodos aparentemente en desuso como los ejercicios de refortalecimiento del piso pélvico muscular con aditamentos o sin ellos, con biofeedback o sin él, procedimientos como las recomendaciones de cambios de conducta (terapias conductuales) en las pacientes incontinentes urinarias. Se empezaron a descubrir entidades como la hiperactividad vesical (antiguamente denominada inestabilidad vesical) que coexistían hasta en un 50-60 % con los casos de incontinencia urinaria de esfuerzo, y por lo tanto su tratamiento mejoraba los índices de éxito en dichas pacientes y sobre todo se comenzaron a estudiar profundamente aspectos como la fisiopatología de la incontinencia urinaria de esfuerzo; la musculatura del piso pélvico muscular se entendió mejor gracias a nuevos modelos de topografía ginecourológica y perineal. Además se entendieron mejor los alcances de cada tipo de cirugía y por ende se comenzó a discriminar que habían diferentes tipos de inconti­nencia urinaria de esfuerzo y que con base en cada una de ellas, había un tipo de tratamiento quirúrgico determinado. Aspectos como el hipoestrogenismo, causante de trastornos tróficos y de la mala respuesta de los tejidos uretrovesicales y musculares del piso pélvico a los tratamientos quirúrgicos en estas pacientes cuando tenían status menopáusico o

La intención de esta monografía es analizar cada aspecto que conforma lo que el autor denomina los diez factores de éxito en el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE) en la mujer. A continuación serán mencionados haciendo la salvedad que el orden en el cual se mencionan no está relacionado al grado de importancia. Todos los factores que hemos considerado son importantes, con mayor o menor grado de importancia en cada paciente.

PRIMER FACTOR

REALIZAR UN DÍAGNÓSTICO PRECISO

En primer lugar es imprescindible precisar si realmente la paciente presenta pérdida involuntaria de orina (demostrable clínicamente). En muchos casos basados únicamente en los datos obtenidos del interrogatorio, el médico se aventura en estudios diagnósticos, e incluso en la realización de cirugía a la paciente, sin precisar la pérdida de orina.

¿Tenemos solamente incontinencia urinaria de esfuerzo?

Resulta importante descartar cualquier otro tipo de incontinencia que pudiera coexistir con la de esfuerzo y enfocar el caso de una manera en particular.

¿Tenemos en cambio incontinencia de orina de urgencia nada más, sin componente de incontinencia de esfuerzo?

Esto último hace que cambien no sólo las perspectivas del caso clínico sino también los esquemas diagnósticos y terapéuticos, por lo cual se debe prestar atención a los tipos de incontinencia que no sean de esfuerzo, que pueden confundirnos.

¿Tenemos una incontinencia urinaria mixta?

Es decir la combinación de dos o más tipos de incontinencia (por ejemplo de esfuerzo, de urgencia, de rebosamiento o presenta la paciente una disfunción esfinteriana intrínseca. En la práctica diaria tanto privada como hospitalaria la inconti­nencia urinaria mixta es la más frecuente, combinándose habitualmente la incontinencia de urgencia con hiperactividad vesical con la incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE); aquí es útil mencionar cifras interesantes como que más del 22 % de las mujeres con incontinencia urinaria con síntomas de llenamiento (irritativos) sugestivos de hiperactividad vesical tienen IOE pura (Jarvis 1980);

11    % a 16 % de mujeres con síntomas de IOE pura tienen hiperactividad vesical como causa subyacente (Shepherd 1982); entre 20 y 60 años la incidencia de hiperactividad vesical es del 10 %; en personas mayores de 70 años asintomáticos la hiperactividad vesical está presente en el 30 % de las mujeres y en

50     % de los hombres, en cambio en aquellos sintomáticos la hiperactividad vesical se presenta en el 80 % de las mujeres y en el 90 % de los hombres (Abrams 1984).

Inclusive la teoría que ha facilitado la masiva utilización de cinchas (sling) se basa en la premisa que afirma que todas las mujeres con incontinencia urinaria sea del tipo que sea, tienen fundamental­mente una deficiencia esfinteriana intrínseca por lo cual la utilización de las cinchas se hace bastante generalizada.

¿Tenemos una incontinencia urinaria mixta (que como dijimos anteriormente es la más frecuente) sumada a una cervicotrigonitis (cistitis)? Esto es también muy frecuente en la practica diaria, por lo tanto siempre recomendamos dentro de los estudios diagnósticos, la realización de una videoendoscopica que no sólo nos informará la posibilidad de inflamación del área cervicotrigonal, sino también proporciona informe de aspectos como hipoestro- genismo de las estructuras dependientes de los estrógenos circulantes (musculatura piso pélvico, trígono vesical, cuello vesical, uretra proximal y distal, meato uretral y aparato ginecológico), asimismo proporciona también informe de la posible presencia de vejiga de esfuerzo (trabeculaciones, celdillas, divertículos) que son indicativas de una vejiga engrosada; muchas veces afectada no sólo miogénicamente sino neurogénicamente, y que por supuesto tiene una distensibilidad (compliance) disminuida con las consiguientes pérdidas involun­tarias de orina al superar dicho umbral de distensi- bilidad. Por ultimo, la endoscopia proporciona datos acerca de otras causales de incontinencia como por ejemplo cálculos intravesicales, tumores endovesi- cales, sangramientos que provengan del árbol urinario superior y que pueden deberse a cálculos o tumores uroteliales ureterales.

Es importante por lo tanto determinar la presencia o no de inflamación-infección del piso y cuello vesical, que al estar presentes obligan al médico- urólogo a diferir un posible acto quirúrgico y/o a buscar otras alternativas terapéuticas previas a cualquier toma de decisión en relación a la incontinencia urinaria. Inclusive alternativas como la electroestimulación (fisioterapia del piso pélvico muscular) deben esperar a que la paciente reciba tratamientos con antibióticos y antiinflamatorios así como dieta dirigida para posteriormente enfocarse de lleno hacia la terapia de las pérdidas involuntarias de orina.

¿Tenemos una incontinencia urinaria sumada a estados psicosomáticos, con episodios de ansiedad- estrés?

No tenemos duda de que estados de angustia y estrés así como de psicosomáticos, influyen en ocasiones en la presencia de urgencia, frecuencia urinaria, nocturia e inclusive incontinencia urinaria que la mayoría de las veces son de urgencia. En una sociedad como la actual, es importante para el médico descartar estados emocionales que a veces están incluso solapados y no son fáciles de descubrir.

¿La paciente tendrá una cistitis intersticial?

La cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa (CI-SVD) es una condición patológica, dolorosa y crónica de la vejiga, que afecta a miles de personas en el mundo entero, con múltiples etiologías, con síntomas como frecuencia urinaria, urgencia urinaria, dolor vesical significativo, que usualmente mejora al vaciar la vejiga, dolor bajo abdominal, dolor perineal, y en ocasiones pérdidas involuntarias de orina (aun cuando esto es lo menos frecuente), donde no se puede demostrar ningún tipo de infección bacteriana o no bacteriana conocida y que el paciente no tenga causas demostrables de otro tipo (infección urinaria, carcinoma de vejiga, cistitis por radioterapia, o cistitis por quimioterapia o inducida por otras medicaciones; de comienzo gradual con un avance indetenible hacia estados avanzados de invalidez por dolor, molestias urinarias y repercusiones emocionales-psicológicas y que obliga al paciente a buscar atención médica (Parson), con efectos devastadores sobre todos los aspectos de calidad de vida (QOL) de la persona afectada, y la cual no tiene cura hasta los momentos actuales y los tratamientos que se aplican tienen una gran variabilidad en sus efectos deseados (definición aparecida en la página web urologiaaldía.com del Dr J.C Potenziani)

Cada día los urólogos estamos mejor preparados para el diagnóstico de dicha entidad, lo frecuente es que no hagamos el diagnóstico y la entidad sea confundida con otras que originan la misma sintomatología.

¿Qué aspectos diagnósticos son importantes descartar en una mujer con incontinencia urinaria de esfuerzo?

1.     ¿Tiene la paciente episodios frecuentes de infecciones urinarias?

2.     ¿Tiene la paciente antecedente de leucorreas sintomáticas a repetición?

3.    ¿Logra la paciente vaciar satisfactoriamente su vejiga, es decir sin mostrar volumen elevado de orina residual (RPM)?

4.   ¿En qué condiciones está el piso pélvico muscular

de la paciente con pérdidas involuntarias de orina?

5.   ¿Tiene la paciente debilidades con o sin prolapso (anterior y/o posterior, de su piso pélvico muscular?

6.    ¿Tiene la paciente fístulas urinarias?

7.      ¿Tiene la paciente antecedentes quirúrgicos abdominales, pélvicos, sobre columna vertebral, cirugías oncológicas?

8.    ¿Tiene la paciente antecedente de enfermedades neurológicas, o enfermedades debilitantes?

9.     ¿Está recibiendo la paciente tratamiento para cáncer?

10.    ¿Tiene la paciente antecedentes familiares o infantiles relacionados con las pérdidas involuntarias de orina?

11.    ¿La            paciente está en su etapa menopáusica o perimenopausica?

Siempre como parte del diagnóstico es muy importante “ubicar” a la paciente en relación al grado de incontinencia urinaria que tenga así como una vez que hayamos confirmado que presenta una incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE) debemos también clasificarla.

Clasificación Clínica basada en la historia clínica o score de incontinencia de Stamey (1980)

Grado O: no hay o no se “demuestra”incontinencia urinaria

Grado I: la incontinencia urinaria se evidencia con tos y esfuerzos importantes (levantar grandes pesos por ejemplo)

Grado II: donde la incontinencia urinaria se evidencia con cambios en la postura corporal, al caminar o al realizar esfuerzos mínimos.

Grado III: la incontinencia no es episódica y se produce la salida involuntaria de orina en cualquier posición o circunstancia de la paciente. Usualmente se relaciona con daño esfinteriano intrínseco.

En relación con la clasificación que tenemos que hacer cuando hemos hecho el diagnóstico de IOE (incontinencia urinaria de esfuerzo) mencionaré dos clasificaciones, una propia (1994) y otra Blaivas (1988).

Clasificacion de IOE según Potenziani (1994)

Tipo O: no hay pérdida de orina en el examen clínico, ni en el examen urodinámico. Hay hipermovilidad uretral con el esfuerzo.

Tipo I: Hay descenso uretrocervical con el esfuerzo, sin la presencia de prolapsos ginecológicos. No hay residuo postmiccional elevado (RPM> de 100 mL) Tipo II: Se observa descenso uretrocervical con el esfuerzo, con la presencia de cistocele grado I. No hay residuo postmiccional elevado (RPM> de 100 mL).

Tipo III: Se observa descenso uretrocervical con el esfuerzo, con la presencia de cistocele grado II-III con residuo postmiccional significativo (elevado >100 mL)

Tipo IV: Hay descenso uretrocervical con o sin esfuerzo, con cistocele grado II-III y rectocele asociado grado I-II-III u otros prolapsos (enterocele, histerocele) con residuo postmiccional significativo (elevado >100 cc)

Tipo V: Pacientes con cuello vesical y uretra proximal abiertos en reposo en ausencia de actividad contráctil del detrusor. Puede haber o no presencia de prolapsos ginecológicos. Presenta daño esfinteriano intrínseco.

Clasificación de IOE según Blaivas (1988)

Tipo O: No hay pérdida de orina en el examen clínico ni en el examen urodinámico. Hay hipermovilidad uretral con el esfuerzo.

Tipo I: Cuello vesical cerrado en reposo por arriba de la sínfisis pubiana. Con el esfuerzo el cuello vesical y la uretra proximal se abren y descienden menos de 2 cm. Hipermovilidad uretral sin la presencia de cistocele.

Tipo IIa: Cuello vesical cerrado en reposo por arriba de la sínfisis púbica. Con el esfuerzo el cuello vesical y la uretra proximal se abren y descienden más de 2 cm. Hay hipermovilidad uretral con cistocele grado I-II

Tipo IIb: Cuello vesical cerrado en reposo situado en la margen inferior o por debajo de la sínfisis pubiana. Hipermovilidad uretral típica con cistocele grado III.

Tipo III: No hay hipermovilidad uretral, ni cistocele. Tienen daño uretral intrínseco. Cuello vesical y uretra proximal están abiertos en reposo.

Factores de riesgo relacionados con I.O.E. en la mujer

Cuando previamente mencioné que había que considerar factores de riesgo en la aparición de incontinencia urinaria en la mujer, recordamos un el trabajo de Zorn y Steers (Zorn B, Steers WD. Risk factors for urinary incontinence in women. Contemporary Urology 2000; 12(1):44-63) donde se mencionan por grupo de factores todos aquellos condicionantes que pueden ser importantes en la génesis de la incontinencia urinaria femenina.

Ellos clasifican didácticamente dichos factores por grupos (factores predisponentes, factores incitantes, factores promocionantes, factores descompensantes). En el grupo de factores predisponentes se mencionan el sexo, el aspecto genético, la raza, la cultura a la que pertenece el paciente, aspectos neurológicos, aspectos anatómicos, y el status de su compartimiento colágeno. En los factores incitantes el parto, los antecedentes quirúrgicos, el daño de los nervios pélvicos y los antecedentes de radioterapia en el área abdominopélvica. Los factores promocionantes están representados por disfunciones intestinales, irritantes urinarios, nivel de actividad diaria, obesidad, menopausia, infección, medicaciones recibidas, status pulmonar, status psiquiátrico. Por último en los factores descompensantes se nombra la senilidad.

Trataremos de mencionar los más importantes según nuestro criterio y sobre todo donde tengamos punto de encuentro por la experiencia alcanzada en estos últimos 20 años en el tema de la incontinencia urinaria femenina con más de 1 500 pacientes tratadas, independientemente de la etiología.

Edad: sabemos que con el paso de los años aumenta la incidencia de incontinencia urinaria por relajación del piso pélvico con o sin prolapsos. Recordemos el método mnemotécnico de Resnick de las causas transitorias que durante la vejez ocasionan incontinencia (diappers), donde la d es de delirio, la i de infección (10-30 % de los ancianos tienen bacteriuuria asintomática) la a de vaginitis atrófica, la p de agentes farmacéuticos que tome la paciente y que llevarían a incontinencia urinaria, la otra p de problemas psicológicos (depresión), la E de exceso de gasto urinario, la R de movilidad restringida y la s de impactación fecal (10% de la población anciana). Si revertimos las posibles causas que este método nos da ayudaremos importantemente a la paciente.

En relación a la raza, mencionamos que las mujeres de raza blanca son más propensas a tener incontinencia urinaria debido a que tienen uretra más corta, músculos del piso pélvico más débiles, cuello vesical más bajo, además influye la multiparidad y el nivel socioeconómico. A mayor paridad y peor nivel socioeconómico, mayor incidencia de incontinencia urinaria. En relación a embarazos y partos el trauma perineal produce daño parcialmente reversible a los nervios pudendo y pélvicos por estiramiento o compresión de los tejidos del piso pélvico que lleva a laxitud de los ligamentos pélvicos. El uso de fórceps, episiotomos y la anestesia pudenda serán también factores de riesgo durante el parto. Otro factor de riesgo es la menopausia donde al producirse una falla de estrógenos circulantes hay disminución de la vascularización de la capa mucosa uretral y se engrosa la uretra. Lleva a un deterioro de la presión de cierre uretral, a un deterioro de la capacidad coaptante de la mucosa y submucosa uretral. El antecedente de cirugía pélvica (sobre todo histerectomía abdominal) aumenta hasta un 40 % el riesgo de incontinencia urinaria en la mujer, ya que habrá un déficit en el soporte estructural vesicouretral. La relación del hábito tabáquico e incontinencia urinaria se explica por el efecto contráctil que tiene la nicotina sobre la capacidad contráctil del detrusor (aumentándola) y aumentando también las presiones sobre la uretra y la vejiga al realizar esfuerzos como toser, reírse o levantar pesos. En relación a las actividades de alto impacto 1/3 de las mujeres jóvenes, nulíparas, delgadas tendrán incontinencia urinaria al realizar gimnasia, deportes como básquet o ciclismo, dependiendo de fatiga muscular del piso pélvico, a cambios del tejido conjuntivo o del colágeno del piso pélvico.

Una de cada tres mujeres pilotos pueden presentar incontinencia urinaria al momento de la eyección. Otro factor de riesgo para producir incontinencia urinaria es la utilización de medicaciones como diuréticos, anticolinérgicos, depresores del sistema nervioso central, hipnóticos, antihipertensivos, sedantes, relajantes musculares, analgésicos, narcóticos. Por último las enfermedades crónicas como el daño medular de origen traumático o de otra índole, la diabetes, la enfermedad de Parkinson, los accidentes vasculares cerebrales y la esclerosis múltiple, la enfermedad de Alzheimer y el SIDA, también son factores de riesgo para la aparición de incontinencia urinaria en la mujer.

SEGUNDO FACTOR

INVESTIGAR EL TIPO EXACTO DE SÍNTOMAS SIGNOS DE LA PACIENTE, CIRCUNSTANCIAS QUE RODEAN EL EPISODIO INCONTINENTE Y LAS REPERCUSIONES QUE DICHA INCON-TINENCIA CAUSAN SOBRE LA CALIDAD DE VIDA (QOL) DE LA PACIENTE.

Esto se logrará a través de los cuestionarios de QOL y del diario vesical.

CUESTIONARIO DE IMPACTO DE LA INCONTINENCIA URINARIA SOBRE CALIDAD DE VIDA (QoL) (CIIU Potenziani 99)

NUNCA = (0 puntos). A VECES = (1 punto). SIEMPRE = (2 puntos)

1.     ¿Presenta incontinencia urinaria en reposo, acostada o sentada?

2.    ¿Presenta incontinencia urinaria mientras tose, estornuda, o se ríe?

3.    ¿Presenta incontinencia urinaria mientras hace esfuerzos, ejercicios, aeróbicos o multifuerza?

4.   ¿Presenta incontinencia urinaria mientras realiza su actividad sexual?

5.   ¿Presenta incontinencia urinaria en relación con momentos de urgencia urinaria?

6.     ¿Presenta incontinencia urinaria con la vejiga llena o con poca orina en la vejiga?

7.       ¿La            incontinencia urinaria repercute negativa­mente en su actividad sexual?

8.    ¿La incontinencia urinaria la ha limitado en su vida social (recreación reuniones)?

9.     ¿La incontinencia urinaria ha limitado y/o afectado negativamente su trabajo?

10.   ¿La incontinencia urinaria la ha convertido en una persona solitaria y apartada?

11.  ¿La incontinencia urinaria le ha provocado crisis depresivas o de angustia?

12.   ¿Necesita usar pañales o toallas diariamente por su incontinencia urinaria?

13.    ¿Cree  que la incontinencia urinaria tiene tratamiento?

14.  ¿Se sometería a alguna modalidad de tratamiento?

Repercusión ligera = 0-14 puntos Repercusión moderada-intensa = 15-28 puntos

Definición de calidad de vida (QOL) de la OMS (Organización Mundial de la Salud) “La combinación de sentirse bien desde el punto de vista físico, mental y social, no meramente en la ausencia de enfermedad”

El diario vesical no es otra cosa que la bitácora de un paciente con incontinencia urinaria donde se toman en cuenta todas las horas del día, la cantidad de líquido ingerido, el tipo de líquido ingerido, las veces que la paciente ha ido a orinar tanto en el día como en la noche, si dicha orinada la ha realizado con urgencia o normalmente. Si la ha realizado con urgencia saber si ha durante el episodio ha perdido orina. Debemos precisar también cantidad de orina en cada micción normal y cantidad aproximada de orina perdida durante el episodio incontinente. También se debe precisar la circunstancia que rodea a la paciente al momento de la pérdida involuntaria de orina.

El diario vesical luce simple pero su trascendencia se refleja no sólo en la obtención de datos de gran importancia al urólogo sino que permite saber la capacidad funcional vesical, el gasto urinario circadiano, la presencia de urgencia, frecuencia y nocturia, permite diagramar una reeducación vesical adecuada, sugerir cambios conductuales que mejoren a la paciente, sugerir cambios alimentarios y sobre todo concientiza al paciente en la obtención de mejores resultados de su tratamiento para su incontinencia urinaria.

TERCER FACTOR

MEJORAR EL TROFISMO DE LAS MUCOSAS VAGINALES, URETRALES Y TRIGONALES.

Se logra con terapia de reemplazo hormonal según esquemas habituales.

Los estrógenos mejorán el sello de la mucosa y submucosa uretral, mejoran la vascularización periuretral, aumentan el tono muscular uretral, aumentan la capacidad vesical, disminuyen la urgencia urinaria y la incontinencia de urgencia, mejoran el sueño de la paciente y la sensación de bienestar.

En la vaginitis atrófica, que se observa cuando hay una disminución natural (menopausia) o artificial (castración quirúrgica) de los estrógenos en la mucosa vaginal que se caracteriza clínicamente por una vagina moteada, ausencia de secreción vaginal, y dispareunia. Se trata con estradiol intravaginal (0,01% o estriol (Ovestin®), o estrógenos conjugados i-2 gramos tres veces por semana o estradiol transdérmico 0,05 mg/día. En EUA existen anillos contenedores de estrógenos (Estring®) que se colocan cada 3 meses (liberación prolongada). En pacientes con útero hay que dar agentes progestágenos. También se pueden dar estrógenos por vía oral con una amplia gama de escogencia para el médico. Actualmente está muy en boga la utilización de fitofármacos a través de productos naturales en dosis de 50 mg día pero tienen las mismas precauciones que estrógenos elaborados químicamente.

Sabemos que el aspecto el trofismo de la mucosa vaginal depende de la capa superficial y al estar todo bien ella secreta glucógeno que mantiene un pH ácido lo que mantiene la población de lactobacilos acidófilos en cantidad adecuada con lo cual el aspecto de barrera ácida vaginal que se opone a los intentos diarios de colonización de gérmenes del introito vaginal y del área perineo vaginal. Al estar la mujer en su etapa menopáusica, ya no tendrá capa superficial mucosa por lo cual es difícil crear un medio adecuado ácido debido a la falta de glucógeno y por ende siempre el medio tenderá a ser más bien alcalino con lo cual se hacen propensas las colonizaciones vaginouretrales y con ello las infecciones urinarias se hacen más frecuentes. Un punto controversial es la utilización de óvulos de lactobacilos ácidofilos o la utilización de yogurt vaginal, lo cual tiene sus adeptos y sus detractores.

En lo posible se deben recomendar métodos adecuados de higiene por lo cual hemos ideado un decálogo de las buenas costumbres de higiene perineal-ginecológicas que mencionaremos a continuación.

RECOMENDACIONES UROLÓGICAS FEMENINAS

I.      Mantener la orina con un bajo pH (5,5 o menos)

es decir mantener la orina ácida (a través de la

ingesta de vitamina C, o con tabletas de Cranberry o con la ingesta elevada de frutas y proteínas. Consumir carnes blancas/rojas origina ácidos orgánicos derivados de la dieta(urea) que acidifican la orina al igual que las frutas.

II.   Asegurar micciones eficaces (vejigas balan­ceadas) con bajo residuo urinario postmiccional.

Si       percibe que le queda orina después de orinar sentada, hágalo de pié al momento de su ducha diaria o semisentada. Debe orinar con tranqui­lidad, nunca apurada.

III.   Presencia de una adecuada cantidad de bacilos acidófilos de Doderlein, sobre todo en etapas peri y postmenopáusicas, etapa en la cual usualmente la población de bacilos acidófilos de Doderlein disminuyen considerablemente. Se les debe advertir a las pacientes que deben estar pendiente al tomar antibióticos o con la realiza­ción de lavados vaginales excesivos como describiremos más adelante debido a que ambas situaciones disminuyen considerablemente la población de lactobacilos al igual que los períodos peri y postmenopáusicos.

IV.   Evitar las vulvovaginitis de etiologías variadas (profilaxia ginecológica), por lo cual todo tipo de flujo (leucorrea) debe consultarse al ginecólogo.

V.   No deben realizarse lavados vaginales en exceso y mucho menos con soluciones antisépticas. Es suficiente el aseo sólo con su baño diario o posterior a tener relaciones sexuales; siempre debe utilizar jabones neutros, jabones infantiles, jabones de glicerina, o jabones de avena. En caso de tener que realizarse lavados ginecológicos con dispositivos o duchas, no hacerlo jamás de abajo (ano) hacia arriba (vagina) porque de esta manera se favorece el arrastre de bacterias.

No es necesario lavarse la vagina, luego de las evacuaciones diarias, solamente debe lavarse la región del ano con un jabón comercial normal. Nunca utilizar el mismo jabón con que se realiza el aseo anal para realizar el aseo vaginal.

No es necesario lavarse la vagina, después de orinar.

No es necesario realizar lavados vaginales con jabones comerciales o soluciones vaginales antisépticas jabonosas tipo iodo-povinil- pirrolidona u otros, después de una relación sexual.

Lo que se recomienda es lavar con agua y en última instancia con una mínima cantidad de jabón neutro como los recomendados arriba. Aclararle a nuestras pacientes que no deben preocuparse por no realizarlos lavados a los cuales ellas estaban acostumbradas, la angustia de oler mal si no lo hacen no tiene bases ciertas, es cuestión de costumbre y mentalización. Se recomienda no hacerlo.

VI.   Relaciones sexuales frecuentes (4-12 veces/mes). Las relaciones sexuales infrecuentes están en relación directa con las cistitis agudas y/o crónicas.

VII. De tener sexuales anales, hacerlo con la debida protección del preservativo y sin combinar vías de entrada. Luego de la relación lavarse muy bien, aunque se haya utilizado un método barrera.

VIII.      No utilizar toallas protectoras diarias, ni tampones vaginales, porque promueven la coloni­zación bacteriana vagino-uretral. No utilizar ropa interior del tipo “hilo dental” (hace propensa la contaminación del área anal, perineal, vulvovaginal y uretral). Es importante aclarar que si la paciente nunca ha tenido infecciones urinarias, puede perfectamente utilizar las alternativas antes mencionadas. No es reco­mendable colocarse después de orinar papel higiénico en el área del introito vaginal, éste puede ser un factor de ayuda para producir cistitis recurrente. No se recomienda el uso de gel espermicida, ni diafragmas. Ambos están relacionados con cistitis recurrente en la mujer (factores de riesgo).

IX.    Regularizar la actividad intestinal (tratar de tener regularidad defecatoria)

X.    Nunca aguantar las ganas de orinar

4.    Advertirles a las pacientes de la íntima relación existente entre alimentación, hábitos sexuales, hábitos miccionales, higiene gineco-urológica y la ocurrencia de infecciones urinarias recurrentes y de infecciones ginecológicas de índole variada.

5.   Advertirles a las pacientes que si presentan alguna

afección ginecológica un 60% de ellas pueden tener secundariamente afectación inflamatorio- infecciosa de sus vías urinarias, por lo cual es imprescindible no descuidar el área gineco- urológica.

6.    Si su medio familiar-laboral-social, lo angustia, haga actividades que disminuyan el estrés y/o tome relajantes naturales o sintéticos que lo ayuden. Estar en contacto con la naturaleza el

mayor tiempo posible. No fumar.

Todo lo que de una u otra forma altera la calidad de los tejidos uroginecológicos o hace propensa la aparición de infecciones ginecológicas y secun­dariamente urológicas, debe advertirse a la paciente para evitarlo.

Al evitar infecciones ginecológicas, infecciones urinarias recurrentes y con la recomendación de consumo de líquidos abundantes, estamos también evitando que se altere el trofismo del área ginecourológica.

CUARTO FACTOR

MEJORAR Y FORTALECER LOS GRUPOS MUSCULARES DEL ABDOMEN INFERIOR, DE LA REGIÓN ANTEROLATERAL ABDOMINAL, DE LOS ADUCTORES VAGINALES, DE LOS MUSLOS Y DEL PISO PÉLVICO MUSCULAR (pubouretrales, pubococcigeos, elevadores anales, ligamentos uretropélvicos).

Esto se lleva a cabo a través de los ejercicios de Kegel sin o con aditamentos (conos vaginales), con estimulación eléctrica del piso pélvico, con o sin biofeedback y con ejercicios variados en ambientes especiales (gimnasios) dirigidos por especialistas lo que desarrollará los grupos musculares adecuados para obtener un componente orgánico-muscular adecuado en estas mujeres que logran enfrentarse mejor a los cambios bruscos de presión intra­abdominal y vesical, y con ello evitar las pérdidas involuntarias de orina.

Anteriormente había la creencia que al no tener prolapsos la paciente, no tenía necesidad de algún tipo de enfoque hacia su musculatura ni hacia la reposición de dichos prolapsos. Pero en la práctica clínica de los últimos 20 años esto ha cambiado, debido al hecho que muchas veces hemos tenido pacientes sin prolapsos pero con ángulos uretrovesical anterior y posterior severamente alterados o donde la flacidez de los tejidos era de mal pronóstico para el éxito de cualquier tipo de cervico-suspensión para curar sus pérdidas de orina. Pues bien éstas pacientes no sólo necesitaban sus curas quirúrgicas de incontinencia urinaria de esfuerzo sino que previamente al acto quirúrgico era importante que realizaran de 3 a 6 meses de fisioterapia refortalecedora de la musculatura del piso pélvico así como de todos los grupos musculares que de alguno u otra forma están involucrados en el mecanismo de la continencia urinaria.

La disfunción del piso pélvico muscular en las pacientes con incontinencia urinaria es más frecuente de lo que se podría pensar. Se puede ver en las siguientes entidades: incontinencia urinaria (IOE, mixta, urgencia), en el síndrome de urgencia- frecuencia femenino, en la discinergia del esfínter interno (lisoesfínter) o del esfínter externo (rabdoesfínter), en el síndrome de dolor rectal- pélvico, en la prostatitis crónica no bacteriana, en la incontinencia urinaria posterior a cirugía radical prostática, en las pacientes con cistitis intersticial, en la enuresis, en la constipación crónica, y en la incontinencia fecal. Como vemos es importante el número de afecciones que cursan con disfunción del piso pélvico muscular y sabemos que básicamente dichas pacientes van a tener repercusiones en tres áreas determinadas que son el área sexual, el área urinaria, el área defecatoria y el área del dolor a nivel abdominal bajo-periné, por lo cual no es difícil de entender sus repercusiones en la calidad de vida del paciente afectado. Siempre que se tengan pacientes con las patologías arriba descritas se debe pensar en disfunción del piso pélvico, y de esa manera mejoraremos la calidad de vida del paciente y obtendremos mejores resultados en aquellas patologías donde la cronicidad es la regla.

Las terapias conservadoras para las pacientes femeninas con incontinencia urinaria de esfuerzo (terapias conductuales, recomendaciones alimen­tarias y estrategias anti incontinencia urinaria, refortalecimiento del piso pélvico con electro- estimulación o sin ella, con aditamentos o sin ellos, con o sin biofeedback, y las terapias de tipo alimentario) han realzado su utilización debido a que el 63,99 % de las pacientes No estaban satisfechas con el resultado quirúrgico para su incontinencia urinaria. Además el 50% de las mujeres respondieron que la mejor ayuda en los últimos 5 años había sido con los tratamientos no quirúrgicos, no invasivos y no farmacológicos (Survey de Miembros de la Asociación Nacional para Continencia urinaria -

1998).

Por otro lado la Health Care Financing Administration (HCFA) desde Octubre 2000 está dando cobertura nacional norteamericana a los tratamientos para la incontinencia urinaria de esfuerzo con biofeedback.

Las alternativas no quirúrgicas en el tratamiento de las mujeres con IOE habían estado siempre opacadas por la cirugía y no podían brillar por merito propio, ya que eran muy pocos los médicos que respaldaban su utilización y por lo tanto eran escasos los trabajos de investigación que confirmaran su utilidad. Pero precisamente el número de alternativas quirúrgicas, más de un centenar, hizo que en un momento dado, se cuestionara su eficacia, porque nunca se lograba un 100 % de efectividad- éxito y por lo tanto se empiezan a considerar otros factores capaces de lograr que los porcentajes de éxito quirúrgico se eleven. Aquí es donde comienzan a utilizarse simultáneamente modalidades no quirúrgicas y quirúrgicas y posteriormente se utilizarán únicamente protocolos de tratamientos no quirúrgicos en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer, con la sorpresa de que los resultados eran bastante buenos e inclusive en muchos casos eliminaba la necesidad de cirugía, puesto que si bien no mejoraba totalmente a las pacientes, si mejoraba sustancialmente su calidad de vida y en otros casos se convertía en aliados importantes del éxito quirúrgico, dándole a este mayor efectividad y más durabilidad en los resultados obtenidos.

Las alternativas no quirúrgicas en la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer y aún en la incontinencia urinaria de urgencia son y serán el futuro de los enfoques terapéuticos en pacientes femeninas con incontinencia urinaria.

Muchas de las alternativas utilizadas son las mismas que se utilizan en pacientes con hiper- actividad vesical, pero no debe resultarnos sorpresivo ya que debemos saber que aproximadamente un 30% a 50% de las pacientes con incontinencia de orina de esfuerzo, así como un 50% a 75% de pacientes con incontinencia urinaria de urgencia cursan con hiperactividad vesical. Es útil advertir que en nuestra experiencia con más de 200 casos tratados con terapias o alternativas no quirúrgicas, hemos logrado mejorías clínicas y sobre todo mejorías en la calidad de vida de nuestras pacientes con IOE uniendo varias de las alternativas abajo mencionadas, usualmente terapias conductuales con fisioterapia muscular y con urofármacos usualmente anticolinérgicos y/o antidepresivos con la utilización de estrógenos y en algunos casos estimulantes de los receptores beta adrenérgicos.

La terapia combinada representa el ideal de tratamiento. Muchas veces se mejoran los resultados quirúrgicos con estas alternativas y mejoran aspectos que son de gran utilidad en el enfoque global de pacientes con pérdidas involuntarias de orina relacionada con los esfuerzos.)

FISIOTERAPIA DEL PISO PÉLVICO MUSCULAR

¿Cómo se hace la fisioterapia del piso pélvico muscular?

1.     Refortalecimiento de la musculatura perineal, de

la glútea, de los aductores vaginales y de la pared

antero lateral abdominal.

2.     Refortalecimiento del piso pélvico muscular

(Ejercicios de Kegel)

V        Plan de ejercicios de Kegel sin aditamentos o dispositivos

V        Ejercicios de Kegel con aditamentos (conos vaginales )

V        Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales rectales

V        Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales-rectales + biofeed­back.

Refortalecimiento de la musculatura perineal, de la glútea, de los aductores vaginales y de la pared antero lateral abdominal.

Los problemas de debilidad de la musculatura antero lateral abdominal, del grupo de los glúteos y aductores vaginales tienen una gran importancia por cuanto reflejan de alguna manera el estado global de la musculatura del piso pélvico, por lo cual se aconseja que todos estos grupos musculares sean enfocados para su rehabilitación y refortalecimiento.

Para obtener resultados positivos en los trata­mientos médicos y/o quirúrgicos de la incontinencia urinaria de esfuerzo todos los grupos musculares antes mencionados deben estar refortalecidos, no sólo la musculatura pubouretral o pubococcigea.

Refortalecimiento o fisioterapia del piso pélvico muscular.

Es el presente y futuro de los tratamientos de la incontinencia urinaria en la mujer. En todo centro de continencia urinaria se tienen modelos de comportamiento para formalizar la conducta médica a seguir y en todos ellos las terapias conductuales, la fisioterapia del piso pélvico muscular (ejercicios de Kegel) y los tratamientos farmacológicos son la terapia inicial, dejando todas las otras alternativas (quirúrgicas, neuromodulación, entre otras) en un segundo o tercer plano, lo que se persigue es dar el mejor tratamiento que tenga la menor morbilidad y que produzca mejoramiento de la calidad de vida del

Los objetivos que perseguimos con el refortale­cimiento del piso pélvico muscular son identificar y fortalecer los grupos musculares más débiles del piso pélvico muscular, controlar la urgencia miccional a través de la inhibición refleja de la contractilidad vesical, mejorar o curar las manifestaciones clínicas de la incontinencia urinaria y de la hiperactividad vesical, y mejorar o curar la incontinencia urinaria de esfuerzo. Se obtendrá curación de la incontinencia urinaria en un 15 a 20 % de los casos, pero lo más importante es que se produce un 75 % de mejoría sustancial de la incontinencia urinaria y de los scores de calidad de vida.

La falta de tonicidad de músculo y fascia representa un factor importante en la aparición de trastornos urinarios entre las que destaca la incontinencia urinaria sobre todo la variedad de esfuerzo, y un factor importante en la falta de control de la hiperactividad vesical a través de la reeducación vesical.

Es importante recordar que Abrams menciona que los malos resultados de las curas quirúrgicas en la incontinencia urinaria de esfuerzo se debe a una función uretral deficiente, a un descontrol del músculo detrusor en la fase de almacenamiento urinario, a una contractilidad vesical deficiente en la fase de vaciamiento urinario y al hecho también de que se operan muchas mujeres con grados clínicos mínimos de incontinencia urinaria, con una repercusión muy leve en su calidad de vida.

Es en estos casos donde las terapias conductuales y la fisioterapia del piso pélvico muscular adquieren gran importancia para el enfoque terapéutico de dichas pacientes. Aunado a lo anterior recordemos las cifras mundiales de éxito en las curas quirúrgicas de la incontinencia urinaria de esfuerzo donde sabemos que en la técnica de agujas se menciona un 20% de éxito a 10 años y con las cinchas un 36% de éxito a 10 años, sin olvidar que la cirugía de incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer ocasiona efectos sobre la función sexual (disfunción sexual al eliminarse la inervación sensorial, deficiencias de lubricación, 15% a 25% de dispareunia y deseo sexual hipoactivo). La fisioterapia del piso pélvico muscular produce cambio en la fibra muscular de respuesta lenta, convirtiéndola en una de respuesta rápida (cambio de la fisiología muscular). Para poder obtener un refortalecimiento muscular del piso pélvico adopta­mos los ejercicios de Kegel ideados en 1948 para la restauración funcional de los músculos perineales postparto y para el tratamiento de la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer. Para su aplicación y optimización tenemos un plan de ejercicios de Kegel, realizados sin la ayuda de dispositivos o con la utilización de conos vaginales o de aparatos de electroestimulación con o sin la ayuda de biofeedback, la terapia interferencial, la facilitación propioceptiva neuromuscular y la acupuntura.

Plan de ejercicios de Kegel sin aditamentos ni dispositivos

Consiste en ordenarle al paciente un plan de fisioterapia que realizará 2 a 3 veces por día consistente en contraer la musculatura vaginal, en dos modalidades, una de contracciones rápidas y otra de contracciones lentas. Las primeras contraen y relajan la musculatura pubococcígea y pubouretral tan rápido como pueda hacerlo y las segundas contraerán dicha musculatura al principio por 3 segundos hasta llevarlo a 10 segundos de contracción sostenida, seguidas ambas por relajación de dichos grupos musculares, antes de la siguiente contracción. Dichas contracciones deben certificarse con la introducción de un dedo dentro de la vagina para constatar que se está contrayendo el grupo muscular adecuado lo cual se siente como una presión alrededor del dedo. También recomendamos hacerlo durante su relación íntima, como parte de su entrenamiento.

Se ordena contraer por 5 segundos y relajar por 5 segundos al principio hasta llegar al objetivo de 20 segundos de contracción y 10 segundos de relajación de la musculatura del piso pélvico, 3 o 4 veces por día. Se le recomienda a nuestras pacientes 3 a 4 series diarias de 10 minutos de duración cada una de ellas, realizadas en todas las posiciones posibles (acostada, de pié, sentada, mientras trabaja, mientras come, mientras realiza su actividad íntima, es decir como parte de su vida cotidiana. Esto debe realizarse por espacio de 16 a 20 semanas, y luego hacerlo ya no de manera tan continua pero si por lo menos tres veces por semana

Aparte de garantizar un refortalecimiento muscular del piso pélvico, obtendrán también un control más efectivo de sus posibles episodios de contracciones involuntarias del detrusor (hiper­actividad vesical) y también obtendrán una mayor satisfacción en sus relaciones íntimas, lo cual en conjunto llevará a mejorar su calidad de vida en

Recordemos que la contracción muscular del piso pélvico es una función adquirida y no innata (Wallace) por lo cual es importante prevenir la disfunción del piso pélvico promoviendo desde la infancia el reentrenamiento vesical, cuidando que no haya actitudes de perturbación de la función de almacenaje y miccional de la vejiga; en las mujeres que practican deportes es útil instruirlas en como realizar fisioterapia del piso pélvico muscular; en los niveles de educación media es importante impartir educación sexual y educación médica en general para advertir sobre tales problemas y llamar la atención de los estudiantes en caso de presentar alguno de los síndromes expuestos. En gimnasios es útil dictar charlas y entrenamiento del piso pélvico muscular, ya que es un modo excelente de llegar a un buen número de pacientes potenciales o inmediatas. Los problemas urinarios de la mujer, así como los problemas del piso pélvico usualmente son de difícil consulta, porque muchas veces se desconoce a quien se le debe consultar y además se duda de que la resolución y tratamiento sean de fácil obtención.

Ejercicios de Kegel con aditamentos (conos vaginales)

Son aditamentos que se utilizan para mejorar la fisioterapia muscular (Kegel) que muchas veces los pacientes realizan de manera incorrecta; realizando la contracción del grupo muscular equivocado o no logrando algún tipo de contracción.

El cono vaginal hace que la paciente tenga una información propioceptiva intensa que ayudará a que la contracción de la musculatura pubococcígea sea lo más efectiva posible.

Viene en un set de 5 conos de plástico de fácil obtención y de bajo costo, con peso variable de 20 a 70 gramos, que la paciente debe introducirse en su vagina, comenzando por el más liviano hasta llegar progresivamente al más pesado. Cada cono debe introducirse por una semana seguida y la paciente debe tratar de sostenerlo dentro de su vagina sin que se deslice al exterior logrado al contraer eficazmente el grupo muscular adecuado. Se puede realizar también por 16 a 20 semanas, dos a tres veces por día. El 75 % de los pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo mejora, y de esta manera evitar la cirugía o mejorar los resultados de la misma. El objetivo final es fortalecer (hipertrofia muscular) los grupos musculares pubouretrales, pubococcígeos, lograr un tono muscular de reposo normal y mejorar clínicamente a la paciente con una mejoría en su calidad de vida.

Electroestimulacion del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales

Se utiliza desde hace más de 30 años en el mundo de la urología. El pionero fue Griffiths que en el año 1895 publicó sus descubrimientos acerca de la estimulación del nervio pudendo, produciendo inhibición contráctil del músculo detrusor.

La primera utilización clínica de la electro- estimulación del piso pélvico muscular para el tratamiento de trastornos urológicos la hizo Caldwell en 1963 quien publicó el control de la incompetencia esfinteriana a través del estimulo eléctrico.

De preferencia se utiliza en la incontinencia urinaria de esfuerzo, en los síndromes de urgencia- frecuencia tanto en el hombre como en la mujer, en la incontinencia urinaria de urgencia, y en los síndromes dolorosos vesicales. Es útil en la reeducación neuromuscular, en la contracción de grupos musculares determinados, en la contracción refleja de los músculos parauretrales y periuretrales, en la contracción del grupo muscular elevador anal, en mejorar la contractilidad del rabdoesfinter y del esfínter anal y en la inhibición refleja del músculo detrusor en casos de hiperactividad vesical, lográndose dominar las contracciones involuntarias (no inhibidas) del detrusor, por supuesto se debe contar en todos los casos con un arco reflejo sano.

Se utilizan dos tipos de estimulación eléctrica, una la estimulación eléctrica crónica, administrada por debajo del umbral de sensibilidad. La otra es la electroestimulación funcional máxima aguda la cual se caracteriza por tener un estímulo de la mayor intensidad posible (la máxima intensidad eléctrica tolerada por el paciente sin demostrar dolor), usada de manera intermitente y usualmente dos a tres veces por día con duración de 15 a 20 minutos en cada sesión por espacio de 4 a 6 meses. En hiperactividad vesical se utilizan frecuencias bajas de 10 Hz o menos. En pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo se utilizan frecuencias altas (50 Hz o más). Hay pacientes con incontinencia mixta, es decir con los dos componentes tanto de esfuerzo como de urgencia con hiperactividad por lo cual hay que seguir un esquema mixto de electroestimulación.

Lo que se hace habitualmente dependiendo del tipo de incontinencia urinaria es impartir el entrenamiento neuromuscular adecuado. Por ejemplo si se trata de una incontinencia urinaria de esfuerzo (IOE) se debe enseñar a la paciente a contraer la musculatura del piso pélvico en posición sentada, parada y acostada. Se le debe enseñar a contraer la musculatura antes de un acceso de tos, estornudo o al momento de levantar un peso importante. En caso de tratarse de una incontinencia urinaria de urgencia se debe enseñara la paciente a suprimir la urgencia evitando ir rápidamente al baño y realizando “rápidas contracciones” de la musculatura del piso pélvico hasta que la urgencia desaparezca. Posteriormente podrá ir con calma al baño. Si se trata de una paciente con incontinencia urinaria mixta debemos combinar las recomen­daciones descritas arriba. Si la paciente presenta disfunción miccional con usual disfunción del piso pélvico muscular se le enseña a relajar la musculatura de 10 a 60 segundos alternando esto con períodos miccionales hasta que se logre una relajación muscular al momento de producirse una micción. Esta última técnica es muy útil en casos de incoordinación detrusoesfinteriana acompañada de hipertonía o hipercontractilidad del piso pélvico muscular.

Actualmente se utiliza un equipo de la EMPI (Innosense®) con electrodos vaginales y rectales con el siguiente protocolo: en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo, 50 Hz dos a tres veces diarias de 15 minutos cada sesión; en pacientes con hiperactividad vesical 12.5 Hz dos a tres veces diarias de 15 minutos cada sesión y en pacientes con incontinencia mixta con componentes de esfuerzo y de urgencia se dan 50 Hz dos veces por día y 12,.5 Hz al mediodía. Todo por un tiempo no menor de 6 meses. Aclarando que deben hacerse de por vida pero ya con una frecuencia inferior (2 veces por semana), unido a los ejercicios de Kegel sin aditamentos y a la práctica de terapias conductuales previamente mencionadas para mantener los objetivos logrados.

El mecanismo de acción de la electroestimu­lación del piso pélvico muscular es a través de la estimulación aferente del nervio pudendo, lo cual originará una activación de la inervación eferente hipogástrica e inhibición de la actividad de los nervios pélvicos eferentes incrementándose la capacidad vesical y por ende la distensibilidad de la misma con disminución de la incidencia de contracciones no inhibidas del músculo detrusor entre un 40 % a un 90 %. La vejiga responde de dos maneras a la electroestimulación. Al principio contrayéndose para relajarse prolongadamente, por fatiga gradual de la respuesta contráctil del músculo liso vesical unido a la inhibición del reflejo pélvico- hipogástrico y en segundo lugar Appel en 1998 revela que fisiológicamente la contracción del rabdoesfinter suprime la actividad del músculo detrusor, lo que favorece la distensibilidad y por ende la capacidad funcional del mismo.

En el caso que nos compete de las mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo y su relación con los partos, en muchos casos tienen daño neurológico del nervio pudendo y del plexo pélvico con prolapsos vaginales y la aparición de incontinencia urinaria, porque en dichas lesiones se produce una conducción neurológica deteriorada. Es por ello que debemos saber que la electroestimulación produce un incremento del volumen o masa muscular del grupo ejercitado, además producirá un aumento en la proporción de fibras musculares de respuesta rápida, dinamizando esta musculatura para los cambios súbitos de presión intraabdominal-presión intravesical. Aumenta también el número y fortaleza de las fibras musculares de respuesta lenta, asegurando una presión de cierre uretral pasiva (en reposo) adecuada y en muchas ocasiones las transforma en fibras de respuesta rápida. Además producirá un reclutamiento de fibras del grupo muscular de los elevadores del ano ante circunstancias naturales que ocasionan la contracción de dicha musculatura.

Indicaciones para la electroestimulación del piso pélvico muscular

1.     Cuando hay déficit motor

2.     Para inhibir la hiperactividad vesical de causa no neurológica

3.     Para incrementar el tono del rabdoesfínter y/o fortalecer el grupo muscular de los elevadores del ano y del esfínter anal.

4.     Para fortalecer los grupos musculares pubo- uretrales y pubococcígeos

5.     Para aumentar el volumen o masa muscular del piso pélvico.

6.     Para transformar fibras musculares de respuesta lenta a rápida.

7.      Para mejorar resultados de los tratamientos quirúrgicos y no quirúrgicos.

Contraindicaciones para la electroestimulación del piso pélvico muscular

1.     Alteraciones de la sensibilidad abdomino- vaginoperineal (S2-S4) y ausencia del reflejo sacro.

2.     Trastorno severo del ritmo cardíaco y /o utilizando marcapasos.

3.     Lesiones anorectales o sangramiento anorectal (transd. anorrectales).

4.     Mujeres embarazadas o buscando embarazo.

5.     Lesiones o infecciones vaginales o sangrado vaginal en fase de diagnóstico y/o tratamiento (transductores vaginales)

6.     Problemas graves de aprendizaje.

7.      Infección urinaria significativa (más de 100 000 UFC x ml)

8.     Antecedentes de retención aguda de orina y con residuos urinarios postmiccionales de más de 100 ml.

9.     Anatomía vaginal que impida la retención del transductor.

10.    No  quiera utilizar transductores rectales.

Causas que dificultan la utilización de la electroestimulación del piso pélvico

1.     Desconocimiento del método por parte de paciente y de médicos.

2.     Molestia física y mental en su utilización y colocación.

3.     Dificultad en su aprendizaje.

4.     Irritación de las mucosas vaginales y rectales sobre todo en pacientes postmenopáusicas.

5.     Dificultad anatómica vaginal y rectal, para su inserción intravaginal o intrarrectal.

6.     Prejuicios morales personales para su utilización.

7.     Prohibición de su uso por parte del esposo de la pareja.

Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales-rectales con la utilización de biofeedback.

Se denomina biofeedback o retroalimentación al reacoplamiento de los procesos vitales; es la toma de conciencia o también el control conciente de las funciones corporales con la ayuda de aparatos microelectrónicos, es decir procesos psíquicos y físicos reconocidos y hechos conciente que pueden ser controlados y modificados.

Fue nuevamente Kegel el primero que utilizó en 1948 el primer perineometro vaginal para realizar biofeedback en pacientes aquejadas de incontinencia urinaria de esfuerzo y de hecho logró ya en ese entonces un 90 % de mejoría clínica en la reducción de los episodios de incontinencia urinaria de esfuerzo. Facilita a través de entrenamiento conduc- tual, la adquisición de control sobre las respuestas fisiológicas, las cuales pasan muchas veces desaper­cibidas para nosotros, ayuda a contraer y relajar determinados grupos musculares y que dicho efecto (actividad muscular) pueda ser cuantificado (visual y auditivamente).

Ya en 1986 Burgio demostró que las mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo tratadas solamente con ejercicios de refortalecimiento muscular del piso pélvico tenían un 55% de cura en comparación con el 91% en las que se utilizaba biofeedback al igual que Kunkle en Filadelfia. La terapia con biofeedback ayuda a identificar tanto la actividad muscular pélvica como la actividad muscular abdominal facilitando un conocimiento inmediato de la eficacia de las contracciones musculares que se están realizando. Cuando se aplica electro- estimulación del piso pélvico podemos utilizar el biofeedback como un test que mida y cuantifique la efectividad de aquel (Payne).

Se utiliza en pacientes con contracciones débiles del piso pélvico muscular. A propósito de esto Strasser (Lancet 354:918-919,1999) demostró que las mujeres seniles con contracciones débiles del piso pélvico muscular y con incontinencia urinaria, tienen un componente relacionado al rabdoesfinter, tienen una disminución progresiva y lineal en la densidad de las fibras musculares estriadas de dicho rabdoesfínter por un aumento de la apoptosis. La ventajas del biofeedback es que las respuestas son individuales, precisas, fidedignas e inmediatas. Las desventajas es que conlleva equipos costosos, personal entrenado, no es un método de aplicación universal, a pesar de que se han diseñado equipos ambulatorios con costos más asequibles, tanto para médicos como para pacientes.

QUINTO FACTOR

CAMBIAR EL COMPORTAMIENTO DE LA PACIENTE CON INCONTINENCIA URINARIA (Terapia Conductual)

Las terapias conductuales son todas aquellas estrategias o recomendaciones que el médico debe enseñar a sus pacientes con pérdidas involuntarias de orina tanto para “dominar una urgencia” (estrategias para la urgencia urinaria), enseñar a contraer la musculatura del piso pélvico y a su vez relajar la musculatura abdominal, reeducar la vejiga para que siga unos instructivos preestablecidos con la intención de “dominar” las súbitas contracciones no inhibidas o educar una vejiga que por alguna razón ha sido llevada a un “mal comportamiento aprendido” por parte de la paciente. Y también incluiría incentivar el “sentido común” de la paciente en relación a lo que debe y lo que no debe hacer durante el día. Todo esto se engloba como terapia conductual, la cual explicaremos con detalle a continuación.

La reeducación vesical tanto en hombres como en mujeres en particular se define como la habilidad o estrategias que el médico imparte a sus pacientes para que aprendan a controlar la vejiga (y por ende el acto de la micción-vaciamiento urinario y llenamiento urinario) en relación a los factores que actúan sobre ella y con ello evitar fundamentalmente la incontinencia urinaria (en los casos de hiperactividad vesical con disminución de la distensibilidad vesical) o los episodios de infecciones urinarias por residuo urinario importante (en los casos de vejigas perezosas por hábitos retencionistas o por secundarismos neurourológicos); dichos factores pueden ser numerosos, como el estrés, psicosomatismo, hábitos equivocados del paciente (orinador habitual, retencionista), alimentación irritante, antecedentes de infecciones urinarias a repetición, sobre todo en la mujer, antecedentes inflamatorio-infecciosos en el área ginecológica, antecedentes obstructivos urinarios de la salida vesical tanto en hombres como en mujeres, antecedentes quirúrgicos vesicales-prostáticos, uretrales, antecedentes de tratamiento con quimioterapia y/o radioterapia en vejiga y próstata, entre otros.

Los objetivos de la reeducación vesical son:

1.     Enseñar al paciente a prevenir las pérdidas urinarias contrayendo voluntariamente los músculos del piso pélvico muscular y ser él quien comande a la vejiga y no lo contrario.

2.     Enseñar al paciente a aumentar gradualmente la capacidad vesical (al aumentar su distensibilidad) y con ello disminuir la frecuencia y la urgencia urinaria

3.     Enseñar al paciente a disminuir la frecuencia urinaria

4.     Mejorar la calidad de vida del paciente

5.     Enseñar al paciente a tener plena conciencia de sus problemas urinarios y comprender que su actitud cambiará positivamente su calidad de vida urinaria.

Las terapias conductuales fueron ideadas para modificar el comportamiento del paciente en referencia a su esfera urinaria, para desarrollar habilidades y nuevas estrategias para evitar las pérdidas involuntarias de orina y mejorar por ende el control vesical y para concientizar en el paciente la capacidad que tiene de lograr una mejor control en su almacenamiento y vaciamiento urinario (Potenziani 1999)

Como veremos más adelante, tanto la reeducación vesical, como las estrategias para controlar la urgencia urinaria, como la fisioterapia del piso pélvico muscular se fusionan y suman sus efectos beneficiosos para la mejoría clínica del paciente y en consecuencia para una mejor calidad de vida. Mejoran el control vesical y serán métodos que complementarán a otros como por ejemplo la cirugía de incontinencia urinaria en la mujer, la cirugía radical de próstata, las cirugías de alivio de la salida vesical con vejigas hipertrofiadas de esfuerzo, entre ellas la más frecuente es la cirugía por crecimiento prostático benigno, las cirugías de prolapsos del piso pélvico en la mujer, o las cirugías radicales pelvianas ginecológicas, urológicas e intestinales.

En todas las cirugías arriba mencionadas, la trilogía de la reeducación vesical, las estrategias para controlar la urgencia y la fisioterapia del piso pélvico muscular representarán la diferencia entre un postoperatorio exitoso y uno problemático, ayudan a mejorar la calidad de vida diaria del paciente y sobre todo optimiza los resultados quirúrgicos.

En el caso de la incontinencia urinaria femenina, el presente y futuro de las estrategias terapéuticas, unido a la farmacoterapia y a la cirugía en casos bien indicados.

La reeducación vesical forma parte de las terapias conductuales, las cuales tienen como objetivo el comportamiento de la paciente en diversas áreas de la vida diaria, con el objetivo de obtener un control sobre los episodios de incontinencia urinaria de

esfuerzo, frecuencia urinaria, incontinencia de urgencia, y en aquellos casos de hiperactividad vesical caracterizada por frecuencia urinaria, urgencia urinaria, nocturia, incontinencia urinaria de urgencia.

Están considerados como terapia de primera línea en la población femenina con incontinencia urinaria de esfuerzo o mixta, desde 1988 (NHI) donde se ratificó su utilidad por su fácil aplicación, bajo costo, seguridad y efectividad y no ser un procedimiento invasivo con excelentes resultados clínicos, ratificados por numerosos urólogos en todo el mundo.

Son de gran utilidad cuando se une el entusiasmo del paciente con el del terapeuta, cuando el paciente sigue con precisión las recomendaciones de su médico-urólogo, y cuando se hacen las recomen­daciones adecuadas que surjan de un análisis preciso del diario vesical así como de la entrevista con el paciente. El nivel de satisfacción logrado en nuestras pacientes es significativa ya que cuando no se logra un control absoluto de la continencia urinaria, se logra una reducción significativa en la frecuencia urinaria y en los episodios de incontinencia urinaria, así como en los episodios de urgencia lo que sin duda mejorará la calidad de vida de nuestras pacientes.

Burgio menciona que un 75 % de pacientes se mejoran, un 45 % pueden recaer sintomáticamente después de haber sentido mejoría, un 15 % desearán retirarse de las terapias conductuales, en comparación con un 75 % que desearán hacerlo con las terapias farmacológicas.

Es fundamental para su realización que el paciente tenga una función cognoscitiva adecuada, así como un sistema urinario inferior sin perturbaciones neurourológicas para que junto a la disposición de mejorar den los mejores resultados de su aplicación. En muchas ocasiones hay pacientes que no tienen entusiasmo o que no tienen la capacidad para poder adquirir habilidades que le permitan cumplir con las terapias conductuales (ancianas con estados depresivas, pacientes minusválidos, o adultos con disturbios emocionales severos por lo que no pueden aplicarse las terapias conductuales. Aparte de que muchas veces hay que advertir a las pacientes que estas terapias no dan resultados inmediatos, porque requieren de tiempo y paciencia para tener una mejoría de su cuadro clínico. Muchas veces la frustración tanto del paciente como de sus médicos y familiares hace que se retire del programa de

En principio toda reeducación vesical se implementa en pacientes con urgencia, frecuencia, donde los intervalos miccionales son cortos y donde se quiera mejorar la sintomatología de la paciente para con ello mejorar la calidad de vida. Si consideramos que aproximadamente un 50 % de pacientes con IOE tienen síntomas de hiperactividad, estamos entonces en la necesidad de implementar reeducación vesical en ellas, que junto con las estrategias para la urgencia, las estrategias de alimentación, la fisioterapia muscular del piso pélvico y los urofármacos adecuados tendremos una verdadera mejoría que en muchas ocasiones aleja la sombra de la posible cirugía para la incontinencia urinaria de esfuerzo, pero de no poder evitarla, mejora los índices de éxito de ella. La reeducación vesical determina la eliminación de la incontinencia urinaria en un 15-18 % y la mejora un 50 % de los casos.

La reeducación vesical tiene básicamente tres modalidades:

1.   Micción expedita

2.   Micciones programadas (horarias)

3.   Reentrenamiento de hábitos miccionales

Para poder aplicar un determinado tipo de reeducación vesical se hace indispensable conocer el perfil miccional que presenta el paciente a través del estudio concienzudo del diario vesical, que no es otra cosa que el perfil urinario de nuestro paciente, con las circunstancias que rodean los episodios de incontinencia urinaria, la presencia o no de urgencia, los intervalos miccionales y la cantidad de agua ingerida, así como la cantidad de orina producida en cada micción así como la cantidad de pérdidas involuntarias de orina. Tenemos básicamente tres tipos de reeducación vesical.

1.   Micción expedita

Al conocer el intervalo miccional (a través del diario vesical), se le recomienda al paciente acudir al baño antes de llegar al límite del mismo. Solamente nos ayudará a evitar los episodios de incontinencia urinaria, sin verdaderamente ayudar a solucionar un posible trastorno de almacenamiento vesical. Aun así mejora la calidad de vida de las pacientes que lo adoptan. Por ejemplo si el paciente presenta urgencia urinaria con episodios de incontinencia urinaria cada 2 horas, deberá acudir al baño antes de las dos horas.

2.    Diuresis horaria o micciones programadas

Se establece un esquema de micciones, el cual debe seguirse de manera estricta. El principal enemigo son los episodios de urgencia urinaria la cual se debe combatir con estrategias para controlar la urgencia y con terapia farmacológica. Es muy útil en pacientes con hiperactividad vesical “volumen dependiente”. Recomendarle al paciente a que orine por reloj, con un horario preestablecido y no por ganas de orinar.

El diario vesical nos permitirá fijar una progra­mación miccional que disminuya los fracasos, que van unidos a estos esquemas urinarios

3.      Reentrenamientos progresivo de hábitos urinarios miccionales

Se establece un esquema de micciones basado en el problema clínico que presente el paciente posterior a estudio preciso del diario vesical. Se comienza por un intervalo pequeño que el paciente llevará progresivamente a un intervalo ideal de 4 horas, alargando cada semana el intervalo miccional en 15 a 30 minutos. Debemos utilizar en este tipo de reeducación vesical, las estrategias para la urgencia y también algún tipo de terapia farmacológica.

Por ejemplo comenzar por orinar cada hora durante la primera semana, posteriormente cada hora y media durante la segunda semana, cada 2 horas la tercera semana, cada 2 horas y medía la cuarta semana, cada 3 horas la quinta semana, cada 3 horas y medía la sexta semana y cada 4 horas la séptima semana. El paciente debe acudir al baño sin tener muchas veces ningunas ganas de orinar.

Es de gran ayuda no sólo para pacientes con distensibilidad vesical disminuida por etiologías diversas como obstructivas, seniles, medica­mentosas, iatrogénicas, sino que se utiliza muy bien y con excelentes resultados en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo. El porcentaje de mejoría subjetiva es del 60% y la mejoría objetiva (estudio urodinámico) es del 30% al 50%. La reeducación vesical, la fisioterapia muscular del piso pélvico y el aprendizaje de como suprimir y superar la urgencia urinaria serán indispensables en el enfoque de una mujer con incontinencia urinaria de esfuerzo, así como de pacientes con hiperactividad vesical de etiologías diversas.

En mi experiencia personal los esquemas de reeducación vesical se optimizarán cuando los combinemos con terapias farmacológicas, fisioterapia muscular del piso pélvico, con o sin electroestimulación, con o sin biofeedback y por supuesto con estrategias conductuales para manejar la urgencia urinaria. La gran desventaja de la reeducación vesical es que indudablemente depende de la insistencia del paciente ante tales recomendaciones, de su capacidad de soportar una mejoría lenta, y muchas veces con recaídas clínicas y que su eficacia depende también de las patologías asociadas que tenga el paciente. Es un procedimiento que rara vez cura al paciente, logra mejorías clínicas a veces importantes, pero casi nunca cura al paciente por si solo.

SUGERENCIAS CONDUCTUALES GENE­RALES

Cuando estudiamos el diario vesical, éste nos facilitará información de gran importancia ya que nos orientará hacia las causas o circunstancias que rodean al paciente en los momentos de pérdidas urinarias, o de frecuencia urinaria o de urgencia urinaria, y lo podremos relacionar con la ingesta de líquidos y con la hora del día donde se presente más frecuentemente el episodio incontinente.

Es importante tener sobre todo “sentido común” ya que nos permitirá entonces sugerir los correctivos. Por ejemplo tomar menos líquido bien sea en el día o en la noche para reducir el llenado vesical que provoca en muchos casos la pérdida urinaria. Reducir los cambios bruscos de presiona intraabdominal ocasionados por cambios de postura corporal al levantarse bruscamente de la cama o de un mueble, hacer aeróbicos, trotar, o levantar grandes pesos. En ocasiones tocar agua, tocar metales, o superficies frías sobre todo en el hogar causará episodios de incontinencia de urgencia. Inclusive cuando el paciente nos refiere que tiene insomnio y va mucho a orinar de noche con la posibilidad de que presente episodios de incontinencia, deberemos tratar de que duerma la mayor cantidad de horas posibles, ya que sabemos que hay una estrecha relación entre vigilia y frecuencia urinaria. Todo lo expuesto hará que indiquemos los correctivos necesarios basados en una dosis importante de sentido común y así recomendar a nuestros pacientes que al saber exactamente qué eventos desencadenan en ellos síntomas urinarios de la más variada índole, sepan que hacer para disminuirlos o incluso evitarlos.

SUGERENCIAS CONDUCTUALES ALI­MENTARIAS

En general es importante recomendar una dieta exenta de irritantes urinarios como el café, té, bebidas gaseosas, bebidas a base de chocolate, picantes, tomates, comidas fermentadas, mostaza, encurtidos, alimentación muy aliñada o sazonada, eliminar en lo posible lácteos y cítricos de la dieta para disminuir la posibilidad de alcalinizar la orina y con ello aumentar la posibilidad de bacteriuria-infección urinaria y con ello poder tener episodios de urgencia- incontinencia. Disminuir la ingesta de sal. Otro de las sugerencias importantes es de la cantidad y hora de la ingesta líquida, como por ejemplo agua. Esta debe limitarse en pacientes con episodios de incontinencia urinaria a máximo 3 a 4 vasos al día, evitar ingerir líquidos después de las 6 de la tarde, para que de este modo no tengamos una frecuencia nocturna incrementada. Son muchos los pacientes que luego de éste simple enfoque, toman mayor conciencia de la relación tan importante que existe entre alimentación diaria y desencadenamiento de síntomas urinarios.

ESTRATEGIAS PARA SUPERAR LA URGENCIA URINARIA

Como dijimos anteriormente es importante saber cómo manejar los momentos de urgencia urinaria, ya que esta puede presentarse en cualquier momento en pacientes que están bajo planes de reeducación vesical, o en pacientes que tienen de manera coincidente incontinencia urinaria más hiper- actividad vesical. Una de las características más llamativas en la mujer en un sentido general es su cualidad de presentar urgencia urinaria, por lo cual creo es importante enseñarle cómo frenarla, o inclusive eliminarla.

Entendamos que un episodio de urgencia estará relacionado a una contracción vesical y por ende a tener súbitamente ganas de orinar, urgencia e incontinencia urinaria de urgencia, por lo tanto todo lo que hagamos para eliminar dicha contracción eliminará la sensación de urgencia, frecuencia e incontinencia urinaria de esfuerzo.

Uno de los aliados que tenemos para inhibir una contracción vesical es el piso pélvico muscular, el cual cuando es contraído ocasiona en primer lugar, una inhibición de las contracciones vesicales por lo cual saber utilizarlo es fundamental en nuestra estrategia.

En segundo lugar al contraer la musculatura del piso pélvico muscular (musculatura roja estriada voluntaria) estamos también ocluyendo en muchas ocasiones la musculatura estriada periuretral y por lo tanto se está ocluyendo también la luz uretral con la consecuente detención en la pérdida urinaria. Y en tercer lugar la fisioterapia de contraer y relajar el piso pélvico muscular refortalece los grupos musculares involucrados en la continencia urinaria pasiva y activa.

ESTRATEGIAS RECOMENDADAS ACTITUDES EQUIVOCADAS DEL PACIENTE

1.     Correr inmediatamente al cuarto de baño cuando se tiene la sensación urgente de orinar.

2.      Creer que al llegar lo más rápido posible al cuarto de baño se evitarán los episodios de incontinencia urinaria.

3.      Estar siempre pendiente de la ubicación de los baños para tomar las previsiones del caso y de hecho modificar su vida diaria tanto en los ambientes familiares, de trabajo, como de esparcimiento. Es uno de los aspectos que altera la calidad de vida de las pacientes con urgencia y con incontinencia de urgencia.

4.     Tomar líquidos abundantes en el día o la noche, lo que aumentará la frecuencia urinaria y la posibilidad de ocurrir episodios de urgencia o de incontinencia.

5.     Tomar líquidos o comer alimentos considerados irritantes para el sistema urinario inferior.

6.     No tener “conductualmente” la menor intención de “aguantar” aunque sea un poco las ganas de orinar, sino que por lo contrario, al menor asomo de sensación urinaria, correr al baño a orinar.

7.     Promover situaciones que “provoquen” síntomas urinarios de hiperactividad vesical (tener contacto con agua, o con superficies frías o metálicas.

8.     Estar constantemente nervioso, tenso ya que no ayuda para nada a la obtención de resultados positivos y alentadores.

Sabemos que algunas de las conductas inade­cuadas elevan la presión abdominal que se refleja sobre la vejiga con el incremento de las presiones y por ende la sensación de urgencia se incrementa así como la sensación de vejiga llena, lo que desencadena una contracción vesical. Por otro lado los factores

que aumenten la sensibilidad propioceptiva         u

nociceptiva llevan a baja capacidad funcional,     a

contracción vesical no inhibida y esto lleva          a hiperactividad vesical y a incontinencia.

ACTITUDES ACONSEJADAS AL PACIENTE

A pesar de que las recomendaciones que se describen a continuación se aplican preferentemente a pacientes con urgencia urinaria, no debemos olvidar que muchas pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo tienen hiperactividad y tienen incontinencia mixta, es decir incontinencia de esfuerzo genuina e incontinencia de urgencia. Las estrategias que el paciente debe seguir son las siguientes:

1.     Ir despacio al baño al tener deseos urgentes de orinar, o inclusive deseos normales. La sensación de urgencia pasará, aunque no haya orinado.

2.     Al percibir la urgencia urinaria, el paciente está haciendo alguna tarea, debe suspender dicha labor y permanecer tranquilo, respirando profunda­mente, relajando todo su cuerpo excepto la musculatura del piso pélvico, la cual tendrá que contraer y relajar de manera repetida. Debe también “tener la capacidad de aislarse” de lo que está pasando en relación a la urgencia y de ser posible debe quedarse parado o inclusive acostarse o recostarse, pero siempre contrayendo y relajando la musculatura perineal. Todo lo mencionado conduce a una inhibición de la hiperactividad vesical (contractilidad vesical exacerbada) lo que hace desaparecer la sensación de urgencia .

3.     El paciente deberá esforzarse en suprimir la sensación de urgencia urinaria, una vez logrado encaminarse lentamente al cuarto de baño para orinar, pero recordando siempre los ejercicios de contracción-relajación del piso pélvico muscular.

4.     Tener fortaleza anímica para superar los fracasos iniciales que son frecuentes. El aprendizaje de nuevas habilidades urinarias toma tiempo y mucho sacrificio personal, e inclusive del entorno familiar, social y del equipo médico.

5.     Haber aprendido previamente los ejercicios de refortalecimiento del piso pélvico muscular en conversaciones con su urólogo.

6.     Tratar de alcanzar rápidamente resultados positivos que estimulen y entusiasmen al paciente.

7.     Realizar técnicas de distracción (resolver pasatiempos, crucigramas, juegos de mesa, tejer, o escuchar música) ya que derivan la mente hacia otras ocupaciones que no permiten pensar en su trastorno urinario.

8.     En muchas pacientes resulta útil ejercer presión perineal.

9.     Modificar o disminuir la ingesta líquida.

SEXTO FACTOR

UTILIZAR TÉCNICAS QUIRÚRGICAS ADECUADAS PARA CADA TIPO DE PACIENTE Y CON LOS MEJORES RESULTADOS A CORTO MEDIANO Y LARGO PLAZO

Han cambiado mucho los conceptos en relación a la incontinencia urinaria de esfuerzo, conceptos fisiopatológicos, anatómicos y quirúrgicos se han visto superados por la simplicidad y la lógica. Incluso conceptos como el McGuire en 1981 han vuelto a ser de actualidad y se le está dando un respaldo masivo. El refería que todas las formas de incontinencia urinaria de esfuerzo eran debidos a grados variables de deficiencia esfinteriana intrínseca (McGuire et al Prognostic value of urodynamic testing in myelodysplastic patients. J Urol 126:205-209,1981).

Aquellas correcciones quirúrgicas que todos los urólogos hacíamos donde suspendíamos con extrema fortaleza los ángulos de continencia inclusive hasta el punto de sobrecorregirlos, finalizaron. Hoy en día sabemos que la resistencia aumentada del piso de la uretra proximal y media (soporte uretral) mejora la incompetencia intrínseca del mecanismo de cierre uretral) es lo más importante para que se corrija la incontinencia y perduren los resultados positivos en el tiempo.

Sin embargo, la hipermovilidad anatómica de la unión cervicouretral y el descenso rotacional de dicho segmento uretral (Raz) que lleva a un mecanismo de cierre uretral deficiente (Appell) no ha pérdido vigencia y será en conjunto con la deficiencia esfinteriana intrínseca los factores a tomar en cuenta para todo tipo de corrección quirúrgica de mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo.

¿Cuáles deben ser los objetivos de una cura quirúrgica de incontinencia urinaria de esfuerzo?

1.     Reposicionar y estabilizar (restaurar) la uretra en posición de reposo para que soporte los aumentos de la presión intraabdominal y por supuesto intravesical y logre la continencia

2.     Restaurar el mecanismo de cierre uretral al aumentar las presiones intrauretrales.

3.     Mezcla de 1 y 2, es decir reposicionar y restaurar el soporte uretral y restaurar las presiones intrauretrales de cierre.

No es la intención de esta monografía hablar en extenso de cada tipo de abordaje quirúrgico, pero hablaré lo que considero es lo más llamativo a tomar en cuenta.

ABORDAJE RETROPÚBICO PARA SUSPENSIÓN DE CUELLO VESICAL

La técnica que ha dado lo mejores resultado a largo plazo ha sido la técnica de Burch, sobre todo en pacientes no operadas anteriormente de sus pérdidas urinarias al esfuerzo y debidas principal­mente a incontinencia anatómica por hipermovilidad del cuello vesical y de la uretra proximal y con un punto de fuga de presión abdominal alto (ALPP). La técnica de Burch alcanza un 85 % de éxito, sobre todo cuando se utiliza como primer intento de tratamiento quirúrgico.

Lo que si se ha abandonado son las técnicas que “tocan” la inervación cervicouretral debido a la colocación de puntos de suspensión en dichas áreas o propiamente sobre uretra o sobre el cuello vesical.

ABORDAJE ABDOMINO-VAGINAL (transvaginal) PARA SUSPENSIÓN CUELLO VESICAL

Los procedimientos de Pereyra-Raz están actualmente siendo reconsiderados debido a su bajo porcentaje de éxito a largo plazo ubicándose entre un 65-67 %. Pero su difusión en la década de los 70­80 y 90 dejó enseñanzas que todos agradecemos. En primer lugar “familiarizó” al urólogo con el área ginecológica. En segundo lugar introdujo la videoendoscopia como punto de constatar los resultados inmediatos de lo realizado, evitándose la sobre corrección y asegurando una “estabilización y no una verdadera suspensión” lo cual se ha demostrado que es lo importante en éste paso. En tercer lugar y lo que me parece más importante evidenció la importancia de la reparación de defectos laterales, o centrales en la vagina para que lo que hiciera hacia la incontinencia urinaria de esfuerzo tuviera éxito a más largo plazo. También hizo reconsiderar la gran importancia que tienen todos los tejidos, fascia (endopélvica) músculos y ligamentos de soporte uretral y cervical tanto vesical como uterino en la corrección final de las perdidas involuntarias de orina con los esfuerzos. Y por último el conocimiento del área ginecourológica facilitó la difusión a gran escala de la técnica de colocación de cinchas (sling) con el habitual y conocido pasaje de agujas abdomino-vaginales.

ABORDAJE LAPAROSCÓPICO PARA SUSPENSIÓN CUELLO VESICAL

Creo que debemos esperar más tiempo para su implementación definitiva, la cual parece según las investigaciones iniciales, muy esperanzador.

ABORDAJE PUBOVAGINAL POR CINCHAS (sling) CON AUMENTO DEL SOPORTE DEL PISO URETRAL

Es el gran procedimiento de los 90 y de este comienzo de siglo XXI. Los conceptos emitidos anteriormente ( Dr McGuire 1981) de que todas las formas de incontinencia urinaria de esfuerzo eran debidos básicamente a grados variables de deficiencia esfinteriana intrínseca (McGuire et al Prognostic value of urodynamic testing in myelodysplastic patients. J Urol 126:205-209,1981). es el gran soporte del auge de esta técnica, además de que la resistencia aumentada del piso de la uretra proximal y media (soporte uretral) mejora la incompetencia intrínseca del mecanismo de cierre uretral) y es lo más importante para la corrección de la incontinencia y para su mantenimiento en el tiempo.

Sin embargo, debemos pensar de manera flexible ya que como sabemos los dos factores incriminados en la patogenia de la incontinencia (hipermovilidad anatómica de la unión cervico-uretral, descenso rotacional de dicho segmento uretral (Raz) llevando a un mecanismo de cierre uretral deficiente (Appell) y la deficiencia esfinteriana intrínseca) estarán siempre unidos en grados variables, lo que hará necesario “combinar” técnicas y recursos quirúrgicos “adaptados” a cada paciente para obtener resultados óptimos. Todos los tratamientos deben “ajustarse” a cada paciente en particular. Por tanto es imprescindible dominar la técnica de colocación de cinchas ya que corrigen la hipermovilidad uretral y la deficiencia intrínseca esfinteriana uretral.

Dan un 85-8 % de éxito en el postoperatorio inmediato y tardío. Fue McGuire en 1978 quien popularizó las cinchas pubovaginales sumándose ahora el concepto de fijar las suturas abodminales a un punto fijo (no móvil) como por ej. el pubis. Para la cincha recomiendo material de fascia de la propia paciente o el material que tenga el menor de coeficiente de fricción para no dañar o erosionar el tejido circundante.

En conclusión debemos siempre tomar en cuenta que tipo de incontinencia tiene la paciente, que defectos vaginales concomitante tiene y que grado de incompetencia uretral tiene para al final tomar la decisión de qué hacer.

No olvidemos el enfoque amplio que debemos tener (modificaciones conductuales de la paciente, recomendaciones alimentarias, farmacoterapia adecuada (lo hablaremos más adelante), recomen­daciones de fisioterapia del piso pélvico muscular, ya que al optimizar la función del piso pélvico estaremos optimizando la función de la vejiga, unido todos a la cirugía que vayamos a realizar con las consideraciones descritas previamente, para obtener una gran mejoría en la calidad de vida de la paciente afectada.

SÉPTIMO FACTOR

REPARAR AL MISMO TIEMPO QUE LA CIRUGÍA DE SUSPENSIÓN DEL CUELLO VESICAL Y DE AUMENTAR EL SOPORTE DEL PISO URETRAL, LAS DEBILIDADES Y/O PROLAPSOS DEL PISO PÉLVICO

Es importante no dejar ningún tipo de debilidad o prolapso del piso pélvico al momento de la cirugía de incontinencia urinaria de esfuerzo ya que estaremos haciendo propenso la recidiva de la sintomatología a corto plazo así como el agrava­miento de la calidad de vida de la paciente. Y en ocasiones de acuerdo al tipo de cirugía practicada en la primera intervención podríamos también estar deteriorando la calidad o trofismo de los tejidos para una respuesta lo más favorable posible en una segunda o tercera intervención.

Debemos constatar que no haya cistocele o histerocele en la pared anterior. Que no haya rectocele o enterocele en la pared posterior y que no tengamos indicaciones formales para realizar histerectomía abdominal o vaginal al momento de la cura de incontinencia urinaria. Recordar que actualmente se están colocando mallas de reforza­miento para obtener mejores resultados de las curas de prolapsos, ya que muchas veces los tejidos están tan deteriorados que van directos al fracaso si dependemos exclusivamente de ellos.

OCTAVO FACTOR

TRATAR FARMACOLOGICAMENTE TANTO LA INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO COMO LAS CONDICIONES CLÍNICAS ASOCIADAS (por ejemplo la hiperactividad vesical)

Aun cuando tengamos mucha certeza del origen de la incontinencia urinaria de esfuerzo bajo estudio, es adecuado enfocar inicialmente la terapia (primera línea) con reeducación vesical, terapia conductual y terapia farmacológica ya que no serán pocas las pacientes que solamente con esto tendrán una respuesta excelente que hará olvidar otros tipos de terapia.

Es así que mencionaremos tratamientos que según nuestro punto de vista pudieran ser útiles como coadyuvantes en el enfoque global que hagamos de la terapia de pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo, comenzando con los trata-mientos estrogénicos ya mencionados con anterioridad cuando hablamos de mejorar el estado de trofismo de los tejidos uroginecológicos, y además considerando que 1 de cada 2 mujeres con esta entidad nosológica tendrán episodios de urgencia con incontinencia de urgencia así como otros síntomas de hiperactividad vesical, frecuencia y nocturia. Mencionaremos los fármacos por grupos de medicamentos, lo cual fue extraído del libro del Dr Potenziani JC, Vejiga Hiperactiva Ed. Ateproca

1999)    y además considerando que en muchos casos la paciente necesita fármacos tranquilizantes menores o hipnotices para garantizar un estado calmado y un excelente sueño y con ello una actitud positiva y diferente para todos los otros argumentos terapéuticos que pudieran necesitarse.

Fármacos parasimpaticolíticos o anticolinérgicos

-bromuro de propantelina (Probanthine®) -hyosciamina (Cystopaz®-Levsin®-Levsinex®) -tolterodina (Detrol®-Detrusitol®)

-glicopirrolato (Robinul®)

-escopolamina (Pamine®)

-darifenacina y vamicamida

Antidepresivos tricíclicos

-clorhidrato de imipramina (Tofranil®)

-doxepin (Sinequan®)

-duloxetine- análogo del fluoxetine (Prozac®)

Relajantes músculotrópicos

-cloruro de oxibutinina (itropan®) oral e intravesical -clorhidrato diciclomina (Bentyl®)

-clorhidrato de flavoxate (Urispas®-Genurin®)

-trospium

-propiverina

Tranquilizantes e hipnóticos

Tratamientos hormonales-estrógenos

-estrógenos conjugados equinos (Premarin®) -estriol (Ovestin®)

-valerato de estradiol (Progynova®-Oestragel®- Vagifen®-Estring®)

-fitoestrógenos

Tratamientos hormonales-progesterona -medroxiprogesterona (Provera®)

Aumentando la resistencia de la vía de salida infravesical

-Estimulantes alfa-adrenérgicos -Bloqueantes beta-adrenérgicos -Antidepresivos tricíclicos (imipramina) -Tratamientos hormonales (estrógenos)

Mencionaré el clorhidrato de imipramina (Tofranil®) antidepresivo triciclico bastante utilizado en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo ya que producirá no sólo un mejor almacenamiento vesical, al relajar el cuerpo del detrusor, ya que disminuye su contractilidad, sino que aumentará también la resistencia a la salida urinaria ya que produce un estímulo de los receptores alfa- adrenérgicos, por lo cual la sumatoria de estos dos efectos clínicos será de gran utilidad en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo que también tengan componentes de urgencia urinaria. La imipramina tiene una tríada de efectos farmaco­lógicos que son: un efecto anticolinérgico central y periférico, un efecto bloqueando el sistema de transporte activo en las terminaciones nerviosas presinápticas y tiene también un efecto desen- sibilizante de los receptores alfa-2 adrenérgicos y beta adrenérgicos. Se utiliza no sólo en casos de incontinencia urinaria de esfuerzo y/o mixta, sino también en pacientes con nocturia, con enuresis nocturna y con incontinencia urinaria coital (Cardozo). Si lo usamos con un anticolinérgico o con un musculotrópico, tendremos un efecto sumatorio en sus propiedades anticolinérgicas lo cual es útil en casos de incontinencia urinaria por hiperactividad vesical. La dosificación aconsejada es de 10 a 100 mg diarios.

Tenemos también el tartrato de tolterodine (Detrusitol®) antagonista competitivo de los receptores muscarínicos (preferentemente sobre los M2). Disminuirá la frecuencia urinaria, alargará las sensaciones propioceptivas del llenado vesical, se produce la primera contracción vesical a mayor volumen intravesical. Produce un aumento de la capacidad cistométrica máxima. Produce residuos urinarios elevados así como episodios de retención de orina a dosis d 4 mg dos veces por día. En el máximo llenamiento vesical hayuna disminución de la presión máxima del detrusor. Reduce la frecuencia urinaria, la urgencia urinaria y los episodios de incontinencia urinaria. Sus efectos colaterales son: aumento de la frecuencia cardíaca, disminución de la motilidad intestinal, midriasis, dispepsia, cefaleas, constipación, xeroftalmia, la sequedad bucal se puede presentar de acuerdo a la dosis administrada, 24% cuando damos 1 mg dos veces por día y 40% cuando damos 2 mg dos veces por día. Se puede dar con bastante seguridad en pacientes seniles y por largos períodos de tiempo.

Recomendamos dosis progresivamente crecientes de ser necesaria al no obtenerse una clara mejoría clínica, comenzando con 1 a 2 mg, una a dos veces por día. Recientemente salió al mercado farmacéutico mundial la presentación de una sola dosis al día (4 mg) la cual tiene resultados promisorios (Detrol LA®). En pacientes por encima de 50 años, sin duda alguna a la incontinencia urinaria producto de alteraciones anatómicas (descenso de cuello vesical y descenso rotacional de la uretra proximal) se acompañará cambios fisiológicos de la fase de almacenamiento vesical producto de cambios tróficos por la edad, cambios tróficos post-depri- vación estrogénica, cambios de la distensibilidad vesical por infecciones urinarias, tratamientos quirúrgicos, tratamientos quimioterápicos en los que se puede indicar anticolinergicos como el tolterodine.

También hay fármacos músculotropicos como el cloruro de oxibutinina (Ditropam®-Reteven®) el cual representó en su momento una aporte magnifico para pacientes con incontinencia urinaria debido a sus efectos directos sobre la musculatura lisa vesical, tiene una moderada actividad anticolinérgica y una fuerte actividad musculotropica relajante e independiente y un efecto anestésico local sobre la mucosa vesical. Tiene efectos sobre los receptores muscarínicos M3, lo que ocasiona más efectos colaterales sobre las glándulas salivales que el tartrato de tolterodine. Aumenta la capacidad vesical máxima, disminuye las presiones vesicales máximas de llenamiento, disminuye clínicamente la urgencia urinaria, la frecuencia urinaria y los episodios de incontinencia de urgencia. Se utiliza en ocasiones sumado a otros medicamentos como el terazosin (alfa-uno bloqueante adrenérgico), con el clorhidrato de imipramina, sobre todo cuando tenemos disminución de la capacidad funcional vesical, con distensibilidad afectada. Tiene los efectos colaterales de los fármacos anticolinérgicos descritos anteriormente. Su dosificación es de 5 mg dos a cuatro veces por día, es muy raro el paciente que tolera más de tres tabletas diarias, usualmente dos. Actualmente ha salido al mercado mundial el cloruro de oxibutinina de liberación prolongada (Ditropan XL®) con tabletas de 5, 10 y 15 mg con excelente tolerabilidad.

Dentro de los fármacos tranquilizantes debemos mencionar que son útiles en pacientes con trastornos emocionales desencadenando o acompañando la sintomatología urinaria como la frecuencia, urgencia, nocturia e incontinencia de esfuerzo o de urgencia. Frecuentemente utilizamos dosis nocturnas de ansiolíticos para garantizar un sueño reparador y con ello asegurar una disminución de los síntomas urinarios que dependan de la hiperactividad emocional de la paciente. En la población femenina por encima de los 50 años, con incotinencia urinaria de esfuerzo, muy frecuentemente presentan disturbios emocionales que acompañan a su periodo periclimatérico, lo cual entonces ayuda en la consecución de una mejoría global de nuestras pacientes con episodios molestos de incontinencia urinaria de esfuerzo. Las dosificaciones y tipos de ansiolíticos menores estarán supeditadas a las exigencias de cada paciente.

Entre los estimulantes o simpaticomiméticos- alfa adrenérgicos tenemos la efedrina utilizada para pacientes femeninas con incontinencia urina-ria de efuerzo desde 1948 (Rashbaum) Se da en dosis de 25 a 50 mg cuatro veces por día, tenemos también la seudoefedrina la cual encontramos en la mayoría de los descongestionantes de uso diario. Se da en dosis de 15 a 30 mg por vía oral, tres veces por día y la fenilpropanolamina la cual se encuentra en la mayoría de los descongestionantes de uso diario. Su dosis es de 25 a 100 mg por vía oral, dos veces al día.

La AHCPR la recomienda ya que produce cura en 0 a 14 % de las pacientes, en 19 % a 69 % de los casos produce mejoría de los episodios de incontinencia. Sus efectos colaterales son elevación de la presión arterial, calambres estomacales, excitación del sistema nervioso central, ansiedad, insomnio, cefaleas, palpitaciones, tremor, debilidad, y dificultad respiratoria. Deben usarse con extrema cautela en pacientes con hipertensión arterial, angina de pecho, hipertiroidismo, diabetes, e incontinencia urinaria de esfuerzo que se produzca durante ejercicios aeróbicos.

En muchos textos uroneurológicos y de urogine- cología así como en instructivos o manuales de conferencias de incontinencia urinaria de esfuerzo nos encontraremos con la utilización de fármacos bloqueantes de los receptores alfa-1 adrenérgicos como por ejemplo el Doxazosin-Cardura® y el Terazosin-Hytrin® o la Tamsulozin-Secotex®, Tamsulon®, dan buenos resultados en pacientes femeninas con incontinencia urinaria por rebosamiento pero en algunas ocasiones nos encontraremos con casos de mujeres que presentan ángulos anatómicos de continencia alterados (ángulo uretrovesical anterior y posterior) con descenso rotacional de la uretra proximal y del cuello vesical pero portadoras de hipocontractilidad vesical, es decir una contractilidad deficiente que no nos puede asegurar un vaciamiento urinario satisfactorio, y por lo tanto tendrán residuo urinario elevado, por lo que tendremos que utilizar en éstas pacientes Fármacos que disminuyan la resistencia de la salida vesical al paso de la orina y tengan un suave efecto simpaticomimético en el cuerpo del detrusor. Se da en dosis de 1 a 4 mg hora-sueño en le caso del Doxazosin, en dosis de 2,5 a 5 mg hora-sueño en el caso del Terazosin y en 0.4 mg cuando se utilice Tamsulozina-Secotex®.

Appell recomienda también medicamentos alfa- bloqueantes cuando hay escasa distensibilidad vesical, visto sobre todo en pacientes postme- nopaúsicas, con hiperactividad vesical y con incontinencia urinaria de esfuerzo y de urgencia, y lo recomienda en conjunto con oxibutinina (Ditropan®-Retevén®) o Tolterodine (Detrusitol®).

NOVENO FACTOR

ELIMINAR CONDICIONES, HÁBITOS, AFECCIONES PRESENTES Y TRATAMIENTOS MÉDICOS ASOCIADOS, QUE AYUDEN A MEJORAR LOS RESULTADOS TERAPÉUTICOS DE MUJERES CON INCONTINENCIA URINARIA DE ESFUERZO.

Para obtener resultados satisfactorios en la terapia de mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo es necesario eliminar condiciones como el estreñi­miento, eliminar hábitos como el tabáquico, el alcohólico, mejorar los hábitos alimenticios (evitando alimentos irritantes), tratar afecciones ginecológicas de cualquier índole, sobre todo las de tipo inflamatoria-infecciosas, tratar afecciones neurológicas que secundariamente nos ocasionen disfunción miccional por encima de los 50 años, tratar afecciones psicosomáticas, y eliminar tratamientos médicos que estén asociados en la provocación de incontinencia urinaria. Estos tratamientos que afectan la continencia urinaria afectarán el comportamiento de la salida vesical y/ o quitan el control volitivo de la micción y del almacenamiento vesical. Mencionaremos los agentes farmacéuticos con su mecanismos de acción y la disfunción vesical que producen.

Tenemos los agentes estimulantes alfa-adrenér- gicos que producen un aumento de la presión proximal uretral y con ello tendremos una mayor probabilidad de retención urinaria con incontinencia por rebosamiento (overflow). Los agentes antagonistas alfa-adrenérgicos, originan disminución de la presión uretral proximal que a su vez ocasionará aumento de las pérdidas urinarias en mujeres con incontinencia urinaria de esfuerzo. Los agentes anticolinérgicos, los antihistamínicos, antide­presivos triciclicos, haloperidol, ocasionan disminución de las contracciones del detrusor lo que lleva a un aumento del residuo urinario y retención urinaria y de aquí a incontinencia urinaria por rebosamiento. Los agentes antipsicóticos como la flufenazina, el haloperidol y la thioridazina ocasionan aumento del antagonismo alfa-adrenérgico y disminución de la presión uretral proximal lo que ocasiona aumento de las pérdidas urinarias.

Los medicamentos estimulantes beta-adrenér- gicos como la terbutalina ocasionan aumento de la estimulación beta-adrenérgica y aumento de la presión proximal uretral lo que ocasionará aumento de la retención urinaria y pérdidas urinarias por rebosamiento. Los medicamentos antagonistas beta- adrenérgicos como el propranolol ocasionan estimulación alfa adrenérgica, aumento de la presión uretral proximal y aumento de la retención urinaria con pérdidas urinarias por rebosamiento.

Los antagonistas de los canales de calcio como el verapamil ocasionán disminución de las contrac­ciones vesicales, aumento de la retención urinaria y pérdidas urinarias por rebosamiento. Los antihipertensivos de acción central como la alfa- metildopa (Aldomet®) la reserpina y la guanetidina aumentan la inhibición de los receptores alfa- adrenérgicos y disminuyen la presión uretral proximal lo cual ocasiona pérdidas urinarias. Los diuréticos como las tiazidas, los diuréticos de asa, el etanol ocasiona un aumento del gasto urinario lo que producirá mayor posibilidad de incontinencia. La utilización de narcóticos aumentará el tono muscular liso, disminuye las respuestas miccionales y aumentará la retención urinaria y disminuye el control voluntario de la micción.

Los antiinflamatorios no esteroideos aumentan la inhibición de las prostaglandinas y disminuyen las contracciones vesicales lo cual podría llevar a un aumento del volumen urinario residual postmiccional y con ello hacer más propenso la aparición de incontinencia urinaria en casos de realizar algún tipo de esfuerzo. Por último los sedantes ocasionan alteración del estado mental lo cual lleva a una disminución del control voluntario de la micción y por ende podría existir posibilidades de incontinencia.

DECIMO FACTOR MEJORAR LA AUTOIMAGEN

Tratar la obesidad ya que al mejorar la auto imagen acrecenta la autoestima y favorece el alcance de metas personales como la mejoría de su incontinencia urinaria de esfuerzo.

 

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La vaginosis bacteriana (VB) es una de los tres tipos de infección cervico-vaginal, que junto con la candidiasis y la tricomoniasis, constituyen la más frecuente causa de consulta médica ginecológica.

La vaginosis bacteriana, es una infección super­ficial de la vagina que se caracteriza por un aumento de la flora anaeróbica sin que exista una respuesta inflamatoria, de allí el término de vaginosis y no el de vaginitis.

En la actualidad la VB constituye la mayor causa de vaginitis, ocupando entre un 40 % a 50 % de los casos; mientras que la candidiasis vaginal ocurre entre un 20 % a 25 % de los casos y la tricomoniasis entre un 15 % a 20 %.

Cada día son más evidentes las interrelaciones entre la VB y las complicaciones tanto ginecológicas como obstétricas, tales como: enfermedad inflama­toria pélvica, complicaciones posthisterectomías, corioamnionitis, endometritis postparto, ruptura prematura de membranas y trabajo de parto pretérmino. Además cada día aumentan las posibles implicaciones que la VB puede tener con la neoplasia intraepitelial cervical (NIC) y las infecciones recurrentes del tracto urinario.

De tal forma que la vaginosis bacteriana es una infección cervico-vaginal muy común dentro de la consulta ginecológica y lo que más grave es que puede estar presente en forma asintomática o con aumento en el flujo vaginal que generalmente origina molestias a las pacientes.

ASPECTOS HISTÓRICOS

Tanto la infección cervico-vaginal como los agentes involucrados en ella han sido motivo de un sin número de investigaciones pasadas.

Las primeras experiencias se basaron en las observaciones de los microorganismos involucrados en la secreción vaginal donde la participación de Döderlein fue fundamental. Más tarde Curtís se abocó a describir la etiología y bacteriología de la leucorrea. Cruickshank en 1934 describió algunos hallazgos en las vaginitis de las adolescentes y en la leucorrea no infecciosa de las embarazadas.

Posteriormente en 1955, Herman Gardner y Charles Dukes definen la vaginosis bacteriana como entidad nosológica, que se denominó por mucho tiempo “vaginitis no específica”, inicialmente se conoció como Haemophylus vaginalis y luego se le designó Corynebacterium vaginalis. Hoy día se sabe que no es la presencia de un solo micro­organismo lo que caracteriza esta entidad, sino una infección polimicrobiana, resultado de una pérdida del microbalance ambiental vaginal, alterándose inicialmente el pH vaginal involucrando a la población bacteriana vaginal, por lo cual lo definen como vaginosis bacteriana.

PATOGENIA

Actualmente se sabe que la vaginosis bacteriana es causada por una proliferación excesiva de varios tipos de bacterias. No se sabe con exactitud que es lo que causa la proliferación excesiva de bacterias. En la mayoría de los casos la VB ocurre en mujeres sexualmente activas, sin embargo, se han reportado casos en mujeres que no son sexualmente activas y en mujeres con relaciones homosexuales.

Los microorganismos involucrados en la apari­ción de la VB son: Gardner ella vaginalis, Mobiluncus curtisi, Mobiluncus mullicris, Prevotella vivia, Prevotella melaninogénica, Bacteroides disiens, otras bacterias anaeróbicas, Mycoplasmas hominis y otros. Este sobrecrecimiento desmedido de estos microorganismos que habitan generalmente en la vagina se asocia a la disminución e incluso desaparición de los Lactobacillus (Doderlein) y simultáneamente a la presencia de altos niveles de aminas volátiles (putrescina, cadaverina) y ácidos orgánicos, con el consiguiente aumento del pH vaginal. Aun así no está claro el porqué ocurre esto, pero sí se han identificado factores de riesgo como son el uso frecuente de lavados vaginales, el uso de ciertos productos de higiene femenina (como rocíos y toallitas), los baños espumantes, etc. Igualmente se ha estimado que una enfermedad de trasmisión sexual (ETS) aumenta el riesgo de vaginosis bacteriana.

FISIOPATOLOGÍA

La flora bacteriana de la vagina está predo­minantemente conformada por lactobacilos productores de peroxido de hidrógeno (H2O2), los cuales generan grandes cantidades de ácido láctico, esto origina que el pH vaginal sea ácido, entre 3,5 y 4,5 excepto en el período menstrual. Esto permite que haya un balance adecuado de la flora existente pues se inhibe el desarrollo de bacterias catalasa negativa (Gardnerella vaginalis, Mobiluncus y otros anaerobios como Bacteroides bivius, intermedius y Peptoestrectococcus).

Así pues cuando se altera la ecología de este microambiente a través de la disminución o desaparición de la flora lactobacilar se facilita el crecimiento de bacterias aeróbicas y anaeróbicas incluyendo micoplasmas y el Ureoplasma urealy- ticum.

Existen teorías que intentan explicar la fisiopatología de este padecimiento: además del incremento del pH vaginal, parece haber un decrecimiento de los efectos restrictivos de la flora normal, ya que éste disminuye notablemente, principalmente el Lactobacilus y un aumento del sustrato, lo cual permite una proliferación masiva de anaeróbicos y Gardnerella vaginalis.

Los Lactobacilus son microorganismos protec­tores en el microambiente vaginal, se han designado como bacilos de Doderlein, sin embargo, hay más de 136 especies o cepas de Lactobacilus, algunas de estas cepas son productoras de peróxido de hidrógeno (H2O2) el cual actúa como mecanismo inhibitorio del incremento de los gérmenes implicados en la vaginosis bacteriana mediante dos procedimientos: uno por la toxicidad del ión y otro por la producción de un complejo de peróxido de hidrógeno, un haluro, en presencia de una enzima peroxidasa presente en el medio vaginal.

Una vez instaurada la VB hay liberación de aminas debido a la descarboxilación de los aminoácidos presentes en el medio, lo cual le confiere al fluido vaginal un olor específico llamado “olor a pescado”; estas aminas aromáticas son trimetilamina, histamina, putrescina, cadaverina entre otras. Cada una de ellas influye de forma diferente en el cuadro clínico, ejemplo la cadaverina, feneliramina y metilamina pueden irritar la piel; la isobutilamina puede causar eritema e incluso ampollas; la histamina tiene diversas acciones como dilatación e incremento de la permeabilidad de la microcirculación; y la trimetilamina es responsable en gran parte del “olor a pescado”.

Se sabe que hay una exfoliación de células epiteliales de la vagina debido a la acción citotóxica de las poliaminas bacterianas de los ácidos orgánicos presentes en la vaginosis bacteriana, por su parte la Gardnerella vaginalis se adhiere ávidamente a las células epiteliales exfoliadas en pH alcalino, conformando las llamadas “células guía o clue cells”.

Entre algunas consideraciones epidemiológicas que hay que tener en cuenta, tenemos que aparen­temente el uso de los dispositivos intrauterinos es un factor inexplicado del incremento de la vaginosis bacteriana, así como el uso de antibióticos en forma no controlada que inciden sobre la flora lactobacilar normal productora de peróxido de hidrógeno.

De acuerdo a los estudios hechos por un grupo de investigadores en México, la vaginosis bacteriana junto con la candidiasis vaginal son las causas más comunes de infección cervico-vaginal, indepen­dientemente de los hábitos y costumbres sexuales de las pacientes, de tal forma que se encuentra entre un 17 % a 30 % predominando en las embarazadas. Otro grupo demostró en un estudio multicéntrico efectuado en pacientes no embarazadas una frecuencia de 24,8 %, en otro estudio prospectivo de 234 pacientes embarazadas y no embarazadas se encontró vaginosis bacteriana en 27,7 % de los casos, no encontrando diferencias significativas entre los dos grupos.

Otro factor que propicia la enfermedad es el relacionado al de las múltiples parejas sexuales, no así la frecuencia del coito. Recientemente se ha publicado que el uso de anticonceptivos locales con el Minoxinol 9 puede proteger contra la tricomoniasis y la vaginosis bacteriana, en estos últimos casos los anticonceptivos orales no ejercen ninguna influencia.

En cuanto a la fuente de infección se han destacado varias teorías: las relaciones sexuales, la autoinoculación y la cavidad oral.

CLÍNICA

El cuadro clínico característico se manifiesta por la presencia de fluido transvaginal, homogéneo, grisáceo, fétido, por lo general sin datos clínicos de inflamación.

El dato principal que las pacientes refieren es la presencia de leucorrea fétida en muchas ocasiones de larga evolución con prurito y ardor vulvar.

En un estudio realizado por Hillier y Holmes en 661 mujeres que se atendieron en una clínica de enfermedades de trasmisión sexual, 311 de ellas con vaginosis bacteriana (VB) y 350 sin VB, encontraron diferencias estadísticamente significativas en la presencia de secreción homogénea, de mal olor, prurito, prueba de liberación de aminas positiva y células guía en el examen en fresco.

El mal olor de la secreción se detecta de manera importante después de las relaciones sexuales ya que el fluido seminal es alcalino y provoca la liberación de aminas y ácidos grasos, aunque en la vaginosis bacteriana no se ven implicados procesos inflamatorios.

Pacivonen y col. han demostrado asociación con cervicitis muco purulenta, sugiriendo que los cambios generados en el ambiente vaginal, como la disminución del potencial de óxido-reducción, ocasiona variaciones al pH vaginal y por consiguiente favorecen el desarrollo de otros gérmenes, como micoplasmas.

DIAGNÓSTICO

Diferentes investigadores han establecido algunos criterios para efectuar el diagnóstico clínico sobre la base de las manifestaciones que las pacientes presentan:

1.     Fluido vaginal, homogéneo, grisáceo.

2.     Prueba de liberación de aminas positivas.

3.     Células guía en el examen al fresco.

El fluido vaginal es una característica clínica que hay que observar y describir como tal.

La prueba de liberación de aminas se lleva a cabo al mezclar la secreción de algunas gotas de hidróxido de potasio al 10 % con una porción del fluido vaginal, que al entrar en contacto se alcaliniza el medio y se produce la liberación de aminas volátiles y ácidos grasos, los cuales le confieren un olor típico a pescado; y la presencia de las “células guía” al fresco.

Se detecta diluyendo la secreción vaginal en 1 mL de solución salina y se aprecian al microscopio a 40X observándose las bacterias (Gardnerella vaginalis) adheridas a la superficie de estas células vaginales, lo cual hace ver la pérdida del borde celular. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que existen las llamadas “células guía falsas positivas” y que corresponden a la adhesión de otros gérmenes de la flora vaginal.

En ocasiones a pesar de que la paciente presenta leucorrea fétida, con pH alterado, no se aprecian las células guía y esto es debido, probablemente, según Levinson y col., a que las pacientes presentan un proceso crónico y por consiguiente hay producción de inmunoglobulina A (IgA) local la cual bloquea la adhesión de las bacterias a las células.

Hay autores como Thomanson y col., que sugieren mediante un análisis estadístico detallado, que los criterios objetivos de VB más relevantes son dos:

1.     La presencia de células guía.

2.     El olor aminado, ya que tienen un valor predictivo

de 99 %.

Por otra parte, Per-Goren Larson y col., evaluaron la detección de células guía en frotis secos rehidratados en el momento de la observación al microscopio óptico, observándose buenos resultados.

Es importante recalcar que en el examen al fresco con microscopio, también se pueden observar bacilos curvos móviles, los cuales representan los Mobiluncus y su hallazgo virtualmente diagnostica la vaginosis bacteriana, y cuyo valor predictivo positivo es de 98,6 %, sin embargo, hay que tener en cuenta que no están presentes en todas las pacientes con VB.

Es recomendable que el médico se auxilie con el microscopio durante el ejercicio clínico, ya que de esta manera podrá detectar en un sencillo examen al fresco los morfotipos bacterianos, levaduras, pseudomicelios, leucocitos, eritrocitos, tricomonas, células guía, etc., con un sencillo examen al fresco.

Desde el punto de diagnóstico de vaginosis bacteriana, por laboratorio se han empleado diversas técnicas de coloración directa como la de Gram, la cual posee una sensibilidad del 93 % y una especificidad del 70 %. Spiegel y col., utilizaron la cuantificación de los morfotipos bacterianos teñidos con la técnica de Gram, de tal forma que se considera un frotis anormal cuando el morfotipo cocobacilar (Gardnerella vaginalis) sea mayor o igual a dos y el lactobacilo menor o iguala dos.

Otras técnicas de coloración que han sido empleadas son las de Giemsa, tinta de India, coloración de Anthony, Liefsono Hiss, y naranja de Acridina, así como la tinción de Papanicolaou, aunque esta sea una técnica para identificar cambios en el epitelio vaginal cervical.

También se han utilizado técnicas inmunológicas con anticuerpos fluorescentes y la identificación microbiológica por cultivo, utilizando diferentes medios como agar chocolate, agar de peptina- almidón, etc. sin embargo, estos medios no son selectivos ni diferenciales y en ocasiones requieren equipo especial. Lo importante con esta técnica es que se ha logrado demostrar que la Gardnerella vaginalis se puede encontrar en el 68 % de las mujeres asintomáticas, sin embargo, la concentración de Gardnerella es significativamente mayor en mujeres con vaginosis bacteriana.

Constantemente se mejoran las técnicas de conservación de cepas, cultivos y diferenciación entre la caracterización de las especies. Con las técnicas de cultivo se ha comprobado la presencia del Mobiluncus que también es parte de la flora presente en la VB pero su aislamiento y su identificación definitiva es laboriosa y costosa.

Por ultimo hay que mencionar que se han utilizado otros métodos diagnósticos como la basada en la producción de metabolitos utilizando la croma­tografía de gas la cual es útil si se desea muestrear un grupo grande de la población, pero la sensibilidad se ubica en el 87 % y la especificidad en el 86 %.

Lo importante que hay que recordar es que para tener un diagnóstico de certeza se conjuguen los hallazgos clínicos con los de laboratorio ya expresados.

COMPLICACIONES RELACIONADAS A LA VAGINOSIS BACTERIANA

En el ámbito ginecológico se puede mencionar que la vaginosis bacteriana puede actuar como co­factor que facilita la expresión de oncógenos virales, debido a que hay altas concentraciones de nitroami- nas que interactúan con el virus papiloma humano, los cuales a su vez junto con otras enfermedades de trasmisión sexual van a desarrollar las displasias del cervix.

También se ha relacionado con endometritis, enfermedad inflamatoria pélvica, septicemia, infección de cúpula vaginal, y tejidos blandos posterior a histerectomías, con la demostrada participación de otros gérmenes como son Bacteroides sp, Peptococcus, M. Hominis y Ureoplasma urealitycum.

Otro padecimiento frecuente en las consultas tanto ginecológicas como obstétricas la representan las infecciones recurrentes del tracto urinario, siendo las alteraciones del pH vaginal uno de los factores más relacionados. Aparentemente existe una fuerte relación entre un pH vaginal alto y la colonización de E. coli en el introito uretral, situación que puede verse favorecida en la vaginosis bacteriana, debido a que el pH del fluido vaginal es mayor a 4,5 en donde hay disminución de Lactobacilus que son los gérmenes que controlan el micro ambiente ecológico por varios mecanismos como producción de ácido láctico, competencia por la adherencia al epitelio vaginal, producción del peróxido de hidrógeno y de otras sustancias antibacterianas, estimulación del sistema inmune y capacidad para coagregarse con otros miembros de la flora por lo que si se rompe con este equilibrio se propicia la infección urinaria recurrente.

Igualmente la cervicitis muco purulenta relacio­nada con la vaginosis bacteriana puede ser un factor de riesgo significativo en la génesis de infección tubárica mixta causada por gérmenes que general­mente afectan el cervix como son N. gonorroeae y Clamydia trachomatis.

También puede generar complicaciones obsté­tricas ya que durante el embarazo, tanto la G. vaginalis como los Mobiluncus sp, si están presentes pueden generar corioamnionitis, ruptura prematura de membranas, parto pretérmino, ocasionando incluso septicemia y muerte neonatal, tal como lo demuestra Newton y col.

Por su parte Ralph SG y col., lograron demostrar que la vaginosis bacteriana ocurre hasta en 1/3 de las mujeres embarazadas en un estudio realizado en un hospital británico, encontrando que aumentaron los riesgos los riesgos de las pérdidas más tardías, trabajo de parto pretérmino, endometritis post parto y productos de bajo riesgo; en dicho estudio de 771 pacientes el 25 % tenía vaginosis bacteriana, e igualmente el riesgo de aborto espontáneo durante el primer trimestre fue de aproximadamente el doble en mujeres que padecían VB (36,1 %) que las que tenían flora vaginal normal (18,5 %). De cualquier forma con este estudio se demostró que la vaginosis bacteriana tiene un impacto negativo durante el embarazo temprano y sugiere que podría ser apropiado buscar y tratar VB en las mujeres que planean quedar embarazadas.

TRATAMIENTO

El tratamiento de la vaginosis bacteriana ha sido muy controversial debido a que los gérmenes implicados son parte de la flora normal.

Para el control de la VB se han utilizado diversos agentes terapéuticos a través del tiempo con no muy buenos resultados, ejemplo en 1956 Gardner opinaba “que antes del advenimiento de los antibióticos y las sulfas el tratamiento de la vaginitis bacteriana era desalentador porque la erradicación de los organismos causantes era difícil y la recurrencia era común”.

Hoy día el tratamiento de la VB en muchas ocasiones continúa siendo desalentador por el alto grado de infección recurrente que se reporta, sin explicarse muy bien las razones de este fenómeno. Entre las posibles causas de este problema cabe destacar:

1.     Reinfección debido a que la(s) pareja(s) sexual(es) involucrada(s) no reciban cabal tratamiento.

2.     Recurrencia debido a la persistencia de micro­organismos asociados a la vaginosis bacteriana que se controlan en su crecimiento por el tratamiento, pero que nunca se erradican y sólo disminuyen su concentración.

3.     Falla para el reestablecimiento de la flora lactobacilar, productora de peróxido de hidró­geno, después de indicar la terapéutica.

4.     Persistencia de otra causa relacionada con el huésped que de alguna manera lo hace susceptible a la recurrencia, por ejemplo un inadecuado control inmunológico local.

5.     Producción de proteasa de inmunoglobulina A por Gardnerella vaginalis que impide una buena respuesta inmune.

Entre tanto el objetivo a seguir ha sido el obtener un antimicrobiano capaz de disminuir la concen­tración de gérmenes presentes en la vaginosis bacteriana rompiendo así el sinergismo existente, permitiendo el crecimiento de lactobacilos y de esta forma reestablecer el micro ambiente vaginal.

En 1954 Gardner y Dukes sugirieron el empleo de agentes terapéuticos como la oxitetraciclina en forma de óvulos y el empleo de crema triple sulfas, logrando curación en algunas pacientes, con esto lo que se lograba era la restauración parcial del pH vaginal creando un ambiente hostil para las bacterias presentes en la VB, siendo esto insuficiente, como

lo  reportó Piot y col.

Posteriormente se usó nitrofurazona, con resultados similares a las sulfonamidas, ulterior­mente se asoció furazolidina incrementando así el espectro de acción tanto antimicrobiano como antiparasitario.

En 1957, Brewer y col., recomendaron el uso de supositorios vaginales de tetraciclinas y polimixina B pero se demostró que no sólo la Gardnerella vaginalis es totalmente resistente a la polimixina B, sino que además las pacientes presentaban candidia­sis vaginal como complicación de la administración de esta combinación motivo por el cual se abandonó esta terapéutica.

En la actualidad, conociendo más a fondo la fisiopatología de la enfermedad y con el razona­miento de que no solo la Gardnerella vaginalis está implicada en la génesis de la entidad, sino que la presencia de otras especies como son los anaerobios coexistían en ella, investigadores como Spiegel y col., y Pheider y col., encontraron no sólo que los tratamientos anteriormente utilizados eran incomple­tos sino que existía una alta recidiva del cuadro clínico por lo que pensaron que esta falla podría deberse a la producción de betalactamasas por parte de los anaerobios, por lo que ampliaron el espectro de acción sugiriendo el uso del metronidazol el cual resultó altamente efectivo contra los anaerobios y moderadamente efectivo contra la G. vaginalis.

A partir de ese momento los investigadores han trabajado en este sentido, por ejemplo, Ralph y col., refieren que una concentración de 20 |ag/mL de metronidazol tiene efecto bactericida en siete de las ocho cepas por ellos tratadas, aunque en comparación con el B. fragilis el efecto es más lento, aparente­mente el metabolito hidroxilado es el más activo contra G. vaginalis que el mismo metronidazol in vivo, todo esto hace suponer que el ambiente creado por las bacterias anaeróbicas potencien el efecto del metronidazol.

El metronidazol no actúa eficazmente contra el Mobiluncus sp, debido a que hay cepas resistentes, sin embargo, se ha comprobado la reducción de aminas como la metalamina, isobutilamina, putre- cina, cadaverina, histamina, tiramina y feniletilamina que están incrementadas durante la vaginosis bacteriana debido a los anaerobios, y se cree que la desaparición de algunos morfotipos coco bacilares se efectúe al reducirse los demás microorganismos una vez efectuado el tratamiento.

Diversos investigadores han recomendado la dosis de metronidazol entre 800 a 1200 mg/día por siete días, otros sugieren dosis única de 2 g/día o sus derivados como el tinidazol. Se han realizado estudios comparativos entre dosis única de 2 g y 1000 mg por siete días encontrando mayor recurrencia en las dosis únicas.

Igualmente se han utilizado los óvulos vaginales de metronidazol por siete días con buenos resultados y eficacia reportada de 71 % a 90 %.

Alper y col., lograron demostrar que después de la aplicación vaginal del metronidazol, ya sea en óvulos o cremas, los niveles séricos del medicamento alcanzan concentraciones de 1,89 |ag/mL lo cual está considerado dentro de los niveles terapéuticos.

A pesar de esto, las pautas actuales para el control de la vaginosis bacteriana indicadas por el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC) sugieren que el metronidazol se debe usar por vía oral a dosis de 500 mg cada 12 horas por siete días como mínimo.

El metronidazol pertenece al grupo de los nitroimidazoles; es de bajo peso molecular lo que facilita la penetración en las células bacterianas, presenta además una toxicidad selectiva frente a los organismos anaerobios o microaerofílicos y para las células anóxicas o hipóxicas. El grupo nitro del medicamento se comporta como un aceptor de electrones y se reduce al entrar en la célula. Las formas reducidas químicamente reactivas del fármaco provocan lesiones bioquímicas que conducen a la muerte celular, esto es debido a que provoca una pérdida de la estructura helicoidal del ADN con alteración y ruptura de las cadenas.

El metronidazol es metabolizado en el ámbito hepático, a partir de esto se forman dos componentes: uno ácido y otro hidroxilado. El grupo ácido sólo tiene una actividad antimicrobiana del 5 % comparada con el metronidazol, el grupo hidroxilado tiene un 65 % de actividad contra bacterias anaeróbicas o microarofílicas y por tanto participa como agente terapéutico. Este metabolito es efectivo frente a G. vaginalis más que el propio metronidazol.

Los efectos adversos son diversos: náuseas, vómitos, cefalea y ocasionalmente se presenta afectación al sistema nervioso central como convul­siones. También se pudiera presentar disfunción hepática por acumulación del fármaco. Es de hacer notar la necesidad de suspender la ingesta de alcohol durante la ingesta del medicamento por su efecto similar al disulfirán. A nivel de animales de experimentación y bacterias se le ha atribuido efectos mutagénicos y carcinogénicos, sin embargo, en humanos no han sido comprobadas.

Otro medicamento utilizado en la terapéutica de la vaginosis bacteriana es la clindamicina, es de alta eficacia (igual que el metronidazol) pero con un espectro de acción más amplio ya que actúa contra bacterias aeróbicas además de diversos anaerobios. La clindamicina es un derivado de un aminoácido, el ácido trans L-4-N-propilhigrínico unido a un derivado de una octosa que contiene azufre. Su mecanismo de acción consiste en suprimir la síntesis de proteínas, ya que se unen exclusivamente a la unidad 50 S de los ribosomas.

Entre los efectos colaterales de este medicamento se encuentran: anorexia, náuseas, vómitos, flatulencia y distensión abdominal además de colitis pseudomembranosa. La clindamicina alcanza excelentes concentraciones en tejidos pero a diferencia del metronidazol no cruza la barrera hematoencefálica.

La dosis recomendada es de 300 mg vía oral, cada 12 horas por siete días consecutivos; también se ha recomendado la aplicación vaginal de clindamicina en forma de crema al 2 % utilizándola a una dosis de 5 g día por siete días reportándose una moderada actividad contra G. vaginalis y Micoplasma hominis.

Una de las complicaciones más frecuentes reportadas con el uso tanto de clindamicina como metronidazol puede ser la aparición de candidiasis, por lo que se recomienda notificarle a la paciente y así darle un tratamiento específico.

En cuanto al tratamiento a la pareja, esto ha sido controversial, diversos investigadores no han logrado determinar microorganismos uretrales en las parejas de pacientes afectadas, incluso han llegado a la conclusión de que la trasmisión sexual no es una vía de pasaje necesaria en la vaginosis bacteriana y que es posible adquirir por autoinfección a partir de la flora intestinal. Sin embargo, otros autores recomiendan que traten a la(s) pareja(s) ya que han reportado G. vaginalis a partir del semen de sus parejas y además han encontrado que las recaídas son más frecuentes en las mujeres cuyas parejas no han sido adecuadamente tratadas.

 

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TRATAMIENTO DE LA HIPERACTIVIDAD VESICAL

Dr. Julio César Potenziani B.


Definición

La hiperactividad vesical es una condición clínica urinaria que se caracteriza por una disminución de la distensibilidad del músculo detrusor en la fase de almacenamiento urinario vesical; esto conduce a una disminución de la capacidad funcional con la aparición de contracciones involuntarias del detrusor provocadas o espontáneas, con una presión de 15 cm de agua demostrada clínica y urodinámicamente; como consecuencia se producen síntomas de urgencia, frecuencia, nocturia, incontinencia de urgencia e incontinencia coital; el paciente trata de inhibir estas contracciones involuntarias del músculo detrusor con la ayuda de los grupos musculares del piso pélvico. Esta situación influye de forma negativa la calidad de vida del paciente afectado. (Potenziani 2000)

La vejiga hiperactiva tiene una etiología multifactorial, se observa alredeor de los 50-60 años. Se presenta aproximadamente en 50 a 60 millones de personas en países industrializados; y se dice que 15 a 17 millones de personas en Latinoamérica padecen esta condición clínica. En Europa 22,2 millones de personas sufren de hiperactividad vesical, lo cual supera el número de pacientes afectados de osteoporosis o enfermedad de Alzheimer. Puede afectar ambos sexos, sin embargo es más frecuente en el sexo femenino; de un 5 % a 25 % de las mujeres entre 15 y 65 años tienen episodios de incontinencia urinaria y más de la mitad tiene un sustrato de hiperactividad vesical. Sin embargo, tres cuartas partes de ellas lo consideran un problema leve que no amerita consulta médica, lo que nos indica que aproximadamente a un 50 % de

(Extraído en parte del libro Vejiga Hiperactiva del Dr J.C Potenziani. Edit Ateproca 1999) ellas nunca se les diagnosticará esta condición clínica.

Esta entidad lleva a un deterioro importante de la calidad de vida por lo que se hace importante realizar programas de divulgación cientifica que llegue al mayor número de personas para que consulten con especialistas y obtengan una mejoría. El el 85 % de los pacientes con hiperactividad vesical tienen frecuencia urinaria, el 54 % tiene urgencia y el 36 % incotinencia urinaria de urgencia (Milson 1999)

La intención de este capítulo es comentar el enfoque terapéutico que se les da a estas pacientes sin entrar en otras consideraciones, las cuales se explican ampliamente en libro Vejiga Hiperactiva- Editorial Ateproca-1999, del Dr. Julio Potenziani.

El objetivo fundamental de los tratamientos de la hiperactividad vesical es mejorar la distensibilidad vesical y con ello aumentar la capacidad funcional vesical, inhibiendo o mejorando sustancialmente la hiperactividad vesical y la hipersensibilidad al llenado vesical, todo esto lleva a una mejoría sustancial de los cuestionarios de calidad de vida de las pacientes afectadas.

A.   TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS

1.       Fármacos parasimpaticolíticos-anticolinérgi- cos-antimuscarínicos

-bromuro de propantelina

-hyosciamina

-glicopirrolato

-escopolamina

-darifenacina

-vamicamida

-tolterodine

2.    Antidepresivos tricíclicos

-clorhidrato de imipramina -doxepin

-duloxetina-análogo del fluoxetina

3.   Relajantes músculotrópicos

-cloruro de oxibutinina oral e intravesical -clorhidrato de diciclomina -clorhidrato de flavoxate -trospio -propiverina

4.    Tranquilizantes, sedantes e hipnóticos

-barbitúricos

-hipnóticos

-sedantes

5.   Antagonistas del calcio

-nifedipina

-terodilina

6.   Facilitadores de los canales de potasio

7.    Agonistas o facilitadores del GABA

-baclofen

8.   Análogo de la vasopresina

-acetato de desmopresina

9.   Inhibidores de las prostanglandinas (AINE)

-ibuprofen

-diclofenac

-piroxicam

-aceclofenac

-meloxicam

10.   Estimulantes betadrenérgicos (broncodilatadores-broncolíticos)

-terbutalina

-clorhidrato de clenbuterol

11.   Dimetilsulfoxide (DMSO)

12.   Tratamientos hormonales

A.              estrógenos

-estrógenos conjugados equinos -estriol

-valerato de estradiol

B.              progesterona

-medroxiprogesterona

13.   Fitofarmacos-fitoestrógenos

B.   TERAPIAS CONDUCTUALES

1.       Reeducación vesical

a.       micción expedita

b.       micciones programadas (horarias)

c.        reentrenamiento de hábitos miccionales

2.       Sugerencias conductuales en pacientes con IOE basados en el diario vesical

3.       Sugerencias para el cambio de comportamiento

dietético o alimentario

4.       Estrategias para superar la urgencia urinaria en pacientes con IOE

5.       Psicoterapia

C.     FISIOTERAPIA MUSCULAR

1.       Mejoramiento de la postura corporal-muscular

2.       Refortalecimiento de la musculatura perineal, de la glútea, de los aductores vaginales y de la pared anterolateral abdominal

3.       Refortalecimiento del piso pélvico muscular (Ejercicios de Kegel)

a.       Plan de ejercicios de Kegel sin aditamentos

o                 dispositvos

b.       Ejercicios de Kegel con conos vaginales

c.        Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales

d.       Electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos vaginales- rectales + técnicas de biofeedback

e.        Terapia interferencial

f.        Facilitación propioceptiva neuromuscular

g.        Acupuntura

D.   PROCEDIMIENTOS BAJO ANESTESIA

1.       NO QUIRÚRGICOS

I.        Terapias 1ntravesicales sin anestesia

a.       Capsaicina® intravesical

b.       Resiniferatoxina® intravesical

c.        Oxibutinina intravesical (aditamento de liberación prolongada-UROS infusor)

d.       Inyecciones en la pared vesical de toxina botulínica A

e.        Instilación intravesical de lidocaína

II.      Terapias intratecales

a. Clonidina intratecal

2.               QUIRÚRGICOS

I.      Procedimientos quirúrgicos endoscópicos

a. Sobredistensión vesical (hidrodistensión con denervación vesical)

II.             Procedimientos quirúrgicos abiertos

a.       Cistolisis

b.       Procedimientos de interrupción de la inervación (denervación)

1.                                 Nivel central

a. Bloqueo subaracnoideo

2.                                 Nivel periférico

a.       Rizotomía sacra anterior y posterior (S2-S4)

b.       Rizotomía sacra selectiva

c.        Neuromodulación crónica sacra bilateral

3.                                 Nivel perivesical

a.       Denervación vesical transvaginal (Procedimiento de Ingelman- Sundberg)

4.                                 Nivel vesical

a.       Inyección transvesical de fenol (neurolisis)

c.        Cura de IOE más colpoperineoplastia anterior y posterior

d.       Enterocistoplastia de aumento

e.        Miomectomía del detrusor

f.        Derivación urinaria

g.        Colocacion de cinchas naturales o artificiales

h.     Colocación de esfínter urinario artificial

E.     ADITAMENTOS VAGINALES (oclusivos y de soporte)

1.    Pesarios vaginales en forma de anillo con o sin soporte, en forma de rosquillas, en forma de cubos, pesarios Hodge, pesarios Gellhorn, pesarios Gehrung, pesarios inflables

2.     Reliance® Aditamentos de control urinario

3.     Impress® Parches o aditamentos blandos

4.     Introl® protesis de soporte de cuello vesical

5.     Anillo firme para incontinencia®

F.    ADITAMENTOS URETRALES (oclusivos)

1. externos (tipo chupón)

G.    HIPNOTERAPIA

H.    MEDIDAS GENERALES

A.    TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS.

Según Wein, la terapia farmacológica en la hiperactividad vesical comprende tres grupos de fármacos: los que actúan sobre los mecanismos excitatorios periféricos, los inhibidores de los mecanismos aferentes vesicales y los que actúan a nivel ganglionar, medular y/o supraespinal.

Las causas de la hiperactividad vesical no están completamente definidas, pero se sabe que hay una tríada característica que comprende una actividad aferente vesical incrementada, una disminución del control inhibitorio del sistema nervioso central y de los ganglios periféricos y una sensibilidad vesical incrementada a la estimulación eferente.

Uno de los mecanismos propuestos para la hiperactividad vesical y la incontinencia urinaria de urgencia es la pérdida de los “controles inhibitorios” sobre los centros miccionales del tallo cerebral, lo que hace que el reflejo miccional funcione sin control voluntario.

Otro mecanismo de hiperactividad vesical es que las fibras no mielinizadas “silentes” aferentes o las fibras C en la vejiga, se vuelven “reactivas” o con respuestas excesivas al estiramiento de la célula muscular vesical activándose un reflejo espinal segmentario que también rechaza el control volun­tario, por tanto el bloqueo de los neurotrasmisores de las fibras C y el reemplazo o refortalecimiento de los mecanismos inhibitorios débiles o perdidos.

Ambos pueden considerarse como enfoques en el tratamiento de la hiperactividad vesical, que los aporta la neurofarmacología urológica. Además se puede aumentar el nivel de resistencia uretral al aumentar la actividad simpática y somática sobre el músculo liso uretral y del rabdoesfínter.

Hasta hace poco tiempo, los medicamentos que se han usado para la hiperactividad vesical, no han sido desarrollados pensando en la patología hiperactiva. Es desde hace pocos años que se están desarrollando fármacos con un sitio de acción determinado sobre el sistema nervioso central o sobre los ganglios periféricos o sobre la inervación sensitiva vesical. Veremos fármacos antimus- carínicos, alfa adrenolíticos, beta estimulantes adrenérgicos, y fármacos que actúan sobre la membrana celular o inhibiendo la prostaglandina sintetasa.

En la actualidad, se realizan estudios de investiga­ción acerca de los receptores alfa adrenérgicos, beta adrenérgicos y receptores muscarínicos, que se supone, son la base para el desarrollo de fármacos que actúen sobre la hiperactividad vesical, para mejorar la distensibilidad vesical; fármacos que disminuyan la actividad aferente serán de gran utilidad en un futuro cercano; fármacos que causen liberación de taquiquininas (sustancia P, neuroquininas A, neuroquininas B), como la capsaicina o la resiniferatoxina, que pueden ser muy efectivas, así como agentes que bloqueen los receptores de las taquiquininas.

1.     Fármacos anticolinérgicos

La utilización de los fármacos anticolinérgcos se basa en el principio de que la contracción vesical es el resultado de la estimulación de los receptores muscarínicos-colinérgicos parasimpáticos del músculo liso de la vejiga urinaria. Por tanto en una patología como la vejiga hiperactiva, su uso determina una mejoría sintomática inmediata, al disminuir la hipercontractilidad y eliminar las contracciones vesicales no inhibidas. La efectividad de los fármacos anticolinérgicos se logra a través de su acción sobre los receptores muscarínicos M2 y M3, ubicados en el músculo liso vesical; de ellos los M3 son los de mayor importacia en la activación de la contractilidad del músculo detrusor. La actividad de los receptores muscarínicos es dinámica y modificable debido a los cambios que se suceden en su micro y macroambiente, determinados por factores como la vejez, enfermedades de etiología variada, presencia o no de obstrucción urinaria infravesical, y factores conductuales. Esto se debe tener presente a la hora de decidir una terapia farmacológica.

Con este tipo de tratamiento se logra retardar la aparición de la primera contracción no inhibida o involuntaria de la vejiga, la disminución de la amplitud de dichas contracciones y el aumento de la capacidad vesical máxima. Sin embargo, el tiempo entre la percepción de la contracción no inhibida y su ocurrencia, así como la habilidad de suprimir una contracción no inhibida, no se consigue con estos fármacos. Fármacos como la atropina y similares, tienen sin embargo, resultados parcialmente buenos, y esto se debe a que la llamada “resistencia a la atropina” se explica porque la neurotransmisión que se sucede en los momentos precedentes a la contracción vesical es “no-adrenérgica, no- colinérgica” (NANC), es decir, está mediada por sustancias diferentes a la norepinefrina y a la acetilcolina. Los efectos colaterales son: inhibición de la secreción salival (boca seca), bloqueo del músculo ciliar del cristalino (visión borrosa para objetos cercanos), taquicardia, somnolencia, inhibición de la motilidad intestinal; no debe ser usado en pacientes con glaucoma y en pacientes con salida vesical obstructiva.

Bromuro de propantelina

Fármacos como el bromuro de propantelina, cuya dosificación es de 15 a 30 mg cada 4 a 6 horas, causan aumento de la capacidad funcional vesical, y por ende tiene bases para su uso, lamentablemente produce visión borrosa para objetos situados cercanamente, debido a bloqueo del músculo ciliar del cristalino; además produce sequedad de la mucosa bucal por inhibición de la secreción salival; taquicardía e inhibición de la motilidad intestinal, puede ocasionar elevación de la presión intraocular, crisis de constipación y delirio. Los efectos colaterales descritos lo producen prácticamente todos los derivados de los alcaloides de la belladona (anticolinérgicos). Además, no hemos conseguido trabajos de investigación que respalden la indicación del fármaco para pacientes con hiperactividad vesical.

Hyosciamina

En este grupo se encuentran la hyosciamina y el sulfato de hyosciamina, en su forma sublingual. Lo que ha motivado la aparición de otros tipos de fármacos, como los relajantes musculotrópicos, de uso frecuente en el mercado farmacéutico mundíal, por sus excelentes resultados, es que los fármacos anticolinérgicos o antimuscarínicos no son selectivos para la vejiga urinaria, y producen efectos colaterales indeseables hacia otros órganos, como glándulas salivales, bronquios, nasofaringe, glándulas sudoríparas. Otro de los inconvenientes de los fármacos anticolinérgicos es que en pacientes con obstrucción significativa de la salida vesical, pueden causar retención aguda de orina, por lo que no se recomienda su uso. Esto se debe tener en cuenta porque muchas veces, estos fármacos se utilizan en hombres mayores de 60 años los cuales sufren de diversos grados de obstrucción de la salida vesical .

Los fármacos anticolinérgicos, inhiben tanto

las contracciones normales como las contracciones anormales, así como la fuerza de contracción del músculo detrusor; aumentan la capacidad vesical y reducen los episodios de urgencia. De esto se deduce que el fármaco ideal sería aquel que aumente la capacidad vesical sin disminuir la fuerza contráctil del músculo detrusor, que ocasione la menor cantidad de orina residual posible, y que se logre al final una mejoría en la respuesta farmacológica con el logro de una major calidad de vida para el paciente. Tartrato de tolterodina

El tartrato de tolterodina, es un fármaco que entró al mercado farmacéutico con excelentes perspectivas, basado en numerosos trabajos de investigación, que desde el año 1995, se están llevando a cabo por los más prestigiosos grupos urológicos y de investigación del mundo entero. Es un antagonista competitivo de los receptores muscarínicos, con el cual se logran buenos resultados en el tratamiento de la hiperactividad vesical porque fue desarrollado específicamente para el tratamiento de la misma.

La tolterodina, se considera tan potente como el cloruro de oxibutinina, en la inhibición de las contracciones del músculo detrusor vesical. Tiene mayor especificidad sobre los receptores muscarínicos M2 y menor actividad sobre los receptores M3, por lo que tiene menos efectos sobre las glándulas salivales, por lo tanto se presenta menos sequedad bucal, que es causa frecuente de abndono del tratamiento farmacológico (Abrams); en este sentido es mucho menos potente, que cualquier otro antimuscarínico utilizado en clínica. Wein y col. en un estudio de 815 pacientes tratados con tolterodina y evaluados durante un año, observaron que el 63 % que completaron el estudio, tuvieron buena tolerancia a una dosificación dos veces por día y su efecto terapéutico se mantenía por largo tiempo.

Disminuye la frecuencia urinaria de acuerdo con la dosis administrada (fármaco dosis-dependiente), reduce la frecuencia urinaria 20 % aproximadamente; produce un primer deseo miccional (sensibilidad propioceptiva), con un mayor volumen urinario. La primera contracción vesical, se produce con un mayor volumen urinario. Se produce un aumento de la capacidad cistométrica máxima. Originan disminu­ción de la presión máxima del detrusor al momento del máximo llenamiento. Reduce significativamente la frecuencia miccional y también los episodios de incontinencia urinaria, además produce aumento significativo del volumen promedio orinado por cada micción. Mejora los síntomas urinarios desagradables (trastornos urinarios bajos miccionales y de llenamiento) que el paciente percibe, con lo que estamos mejorando su calidad de vida. El 77 % se elimina por vía urinaria y 17 % por vía intestinal. Los efectos farmacológicos se logran luego de una hora de administrado con concentraciones plasmáticas máximas entre 2 a 5 horas.

La tolterodina no tiene efectos adversos sobre los sistemas respiratorio, renal, gastrointestinal, cardiovascular y sistema nervioso central. Los efectos que produce se le atribuyen a su actividad antimuscarínica; se observa aumento de la frecuencia cardíaca, disminución de la motilidad intestinal, midriasis, dispepsia, cefaleas, constipación y xeroftalmia en una bajo porcentaje de pacientes. Es útil mencionar que la resequedad bucal, es motivo de molestias en pacientes en tratamiento con cloruro de oxibutinina y muchas veces motiva el abandono del tratamiento; se presenta con la tolterodina, en 24 % de pacientes que toman dosis de 1 mg dos veces por día y en el 40 % de pacientes que toman dosis de 2 mg dos veces por día.

La farmacocinética de la tolterodina no parece afectarse por la edad del paciente. Se hicieron estudios fase III con población anciana y la tasa de retiro del medicamento fue del 10 %, con la dosificación de 2 mg dos veces por día, por tanto se dedujo que en los ancianos podemos utilizar la misma dosis que en los pacientes de la población general y este aspecto es transcendental para los que día a día, vemos pacientes ancianos con hiper- actividad vesical, de etiologías diferentes, y que en muchos casos debíamos suspender la administración de fármacos como la oxibutinina, por sus efectos adversos. En ancianos se sugiere utilizar dosifica­ciones crecientes progresivas, empezando con 1 mg una vez por día hasta llegar a 2 mg dos veces por día, si es necesario. Inclusive la dosificación de 1 mg diario, se debe dar en el momento del día cuando sea más acentuada la sintomatología de la hiperactividad vesical, bien sea por la mañana o por la noche. Actualmente tenemos el detrusitol de acción prolongada que puede darse una vez por día 4 mg (Detrol LA)

Glicopirrolato

El glicopirrolato es un compuesto de amonio cuaternario sintético, antiespasmódico que inhibe los receptores muscarínicos M1 y M2, especialmente el último. Se presenta en ampollas de 0,2 mg/mL (de

I     y de 5 mL). Reduce los espasmos del sistema digestivo, así como la producción de saliva en los procedimientos odontológicos. Bloquea el impulso nervioso en las terminaciones parasimpáticas, previniendo las contracciones involuntarias del músculo liso, por lo cual se está utilizando en estados de hiperactividad vesical (incontinencia de urgencia). Los efectos adversos son los usuales de los fármacos antimuscarínicos. Podemos conseguirlo en forma oral y parenteral. Se utiliza en casos de envenenamiento por organofosforados y carbamatos, cuando no se tiene a disposición sulfato de atropina. Escopolamina

Es una metaescopolamina, alcaloide de la belladona. Es decir, es un anticolinérgico con efectos depresivos sobre el sistema nervioso central. Ha sido usada, para estados de hiperactividad vesical. Se presenta en ampollas de 0,4 mg/mL (1 mL) y en parches dérmicos de 0,5 a 1,5 mg. Está clasificado como antiespasmódico anticolinérgico, reduce los espasmos del sistema digestivo y de la vejiga. Reduce los dolores menstruales (dismenorrea. y previene la cinetosis. Según Rovner y Wein los resultados clínicos han sido bastante controversiales. Cuando se use en ancianos deberemos ser muy cuidadosos con la dosificación.

Darifenacina

Es un fármaco clasificado como agente autonó­mico, anticolinérgico, antimuscarínico. Está en fase

II   de investigación, por lo cual lo mencionamos, por lo novedoso de su acción sobre el sistema urinario inferior, en cuadros de hiperactividad vesical, porque está siendo estudiado para su aplicación en pacientes con colon irritable y en incontinencia de urgencia. Se espera mucho de él porque tiene especificidad farmacológica sobre los receptores muscarínicos M3, importante en la inducción de la contractilidad vesical.

Vamicamide

Con este fármaco, sucede lo mismo que con la darifenacina, es decir está en franca investigación, para su aplicabilidad clínica sobre estados de hiperactividad vesical. Aumenta la capacidad vesical, con disminución de la hiperactividad vesical, por inhibición de las contracciones espontáneas de la vejiga, tanto a dosis de 0,1 a 1 mg/kg de peso por vía endovenosa, como por instilación intravesical, donde la dosis va de 0,05 a 0,5 mg/mL de solución (Oyasu).

2.          Antipresivos tricíclicos - clorhidrato de imipramina

De uso frecuente en la consulta del urólogo, en especial el clorhidrato de imipramina, el cual tiene dos efectos de gran utilidad en la hiperactividad vesical, como son, el permitir un mejor almace­namiento de orina, al relajar el cuerpo del detrusor, con disminución de la contractilidad vesical y por otro lado aumenta la resistencia de la salida urinaria, al producir estímulo de los receptores alfa- adrenérgicos de la base vesical y de la uretra proximal en la mujer y en la uretra prostática en el hombre, al bloquear el sistema de transporte activo, en las terminaciones nerviosas presinápticas, las cuales son responsables de la retoma de los neurotrans- misores norepinefrina y serotonina. Se utiliza preferentemente en pacientes con nocturia y/o pacientes con enuresis nocturna, y también en pacientes femeninas, con incontinencia urinaria coital, al momento del climax. Produce un efecto antihistamínico, por lo cual causa sedación discreta por efecto sobre el sistema nervioso central. Bloquea algunos receptores alfa adrenérgicos y serotonina-

1.          A pesar de que sabemos que tiene efecto anticolinérgico sistémico, su efecto antimuscarínico sobre la musculatura lisa de la vejiga es débil.

Hay algo, que todo aquel que ha tenido experien­cia en uroneurología, ha podido comprobar y es que al usar antidepresivos tricíclicos, se produce un efecto sumatorio en sus propiedades anticolinérgicas sobre la vejiga, cuando se usa conjuntamente con cualquier otro antimuscarínico y/o fármaco musculotrópico, tendremos un mejor efecto sobre la hipercontractilidad de la vejiga, sobre todo en pacientes con hiperactividad vesical. La dosificación va de 10 a 100 mg diarios. La dosis habitual es 50 mg dos veces por día. Puede ser usado tanto en la población infantil (en enuresis nocturna o diurna- nocturna) como en población adulta.

En la población infantil la dosificación debe ser 25-50 mg diarios. Debe dársele a niños mayores de

6  años de edad. Cuando el niño tiene más de 12 años de edad la dosis puefe llegar a 75 mg diarios. Lo que si se recomienda es que nunca debe pasar de la dosis de 2,5 mg/kg/día. En la población infantil, el clorhidrato de imipramina debe evitarse cuando hay historias familiares de muerte súbita, o historia de elctrocardiogramas con intervalo P-R prolongado o existan anormalidades de la conducción eléctrica intraventricular.

En resumen, los fármacos antidepresivos tricíclicos, tienen principalmente los siguientes efectos fármacológicos: efecto anticolinérgico central y periférico, bloqueo del sistema de transporte activo en las terminaciones nerviosas presinápticas, que son las responsables de la retoma de aminas neurotransmisoras (noradrenalina y serotonina) y efecto desensibilizante de los receptores alfa 2 adrenérgicos y beta adrenérgicos.

Doxepin

El doxepin, otro antidepresivo tricíclico, es más potente que la imipramina. Sus efectos beneficiosos se ven al disminuir considerablemente la nocturia, y la incontinencia de urgencia, sobre todo en horas de la noche. La paciente nota, en el caso de usar pañales por su incontinencia urinaria, que está usando menos cantidad. Desde el punto de vista de la cistometría en el estudio urodinámico, se observa normalización de la primera sensación de llenado vesical (evento propioceptivo, que usualmente en las vejigas hiperactivas, estará adelantado), con aumento de la capacidad funcional vesical máxima y se reducirá la incontinencia de urgencia en un 20 % a un 75 %. En el caso del doxepin la dosis es de 25 a 75 mg diarios, usualmente 50 mg a la hora de acostarse y 25 mg por la mañana.

Se debe tener cuidado en lo referente a los efectos colaterales que los fármacos antidepresivos tricíclicos podrían ocasionar. En este aspecto un medicamento denominado terodilene, agente con propiedades anticolinérgicas y actividad de bloqueo de los canales de calcio, utilizada en Europa con reportes mostrando utilidad en casos de incontinen­cia de urgencia, fue retirada del mercado farma­céutico norteamericano, por ocasionar efectos colaterales cardíacos, del tipo de disturbios del ritmo cardíaco. Los efectos colaterales de estos fámacos comienzan por los efectos habituales de los fármacos anticolinérgicos en general. Además podemos ver debilidad, fatiga, temblores finos, sobre todo en las extremidades superiores (efectos parkinsonianos), se pueden presentar cuadros tipo esquizofrénicos o maníacos y sedación, ya mencionada anteriormente. Podemos ver problemas de tipo histamínicos (alergias), con rash cutáneo y podemos ver también disfunción hepática, ictericia obstructiva y agranu- locitosis, molestias abdominales, náuseas, vómitos y letargia. En muy contados pacientes podremos ver sudoración excesiva. Por último debemos tener la precaución de no indicarlo en pacientes cardiopatas, por cuanto produce arritmias. No se deben administrar en pacientes que reciban inhibidores de la MAO (monoaminooxidasa), porque se pueden precipitar una súbita toxicidad del SNC y causar convulsiones, fiebre y por último coma. Hay que hacer énfasis en que no se debe usar en poblaciones mayores de 60 años. Afortunadamente han salido desde hace años al mercado farmacéutico, medicamentos que son superiores en sus efectos clínicos y sobre todo no tienen una gama tan amplia de efectos colaterales.

3.   Relajantes musculotrópicos

Son medicamentos de gran beneficio para los pacientes portadores de hiperactividad vesical de cualquier etiología. Revolucionaron el mundo de la farmacoterapia, porque hasta el momento de comenzar su utilización, se dependía solamente de fármacos anticolinérgicos, previamente mencio­nados, que no eran verdaderamente efectivos y tenían una alta tasa de fracasos, excepto los nuevos anticolinérgicos como el tartrato de tolterodine, que ha llenado un lugar importante en el mundo de la farmacoterapia de la hiperactividad vesical. Tenemos los siguientes fármacos músculotrópicos:

Cloruro de oxibutinina

Son medicamentos de acción directa sobre la musculatura lisa vesical, poseen una moderada actividad anticolinérgica y una fuerte actividad musculotrópica relajante e independiente, así como una acción anestésica local sobre la mucosa vesical. Es un fármaco con acción antimuscarínica selectiva sobre los receptores muscarínicos M3/m3, lo que podría limitar su utilidad. Demuestra una actividad 10 veces mayor sobre los receptores muscarínicos M3 que sobre los receptores muscarínicos M2. Sus efectos más importantes son el aumento de la capacidad vesical máxima, la disminución de las presiones vesicales máximas de llenamiento, lográndose disminuir significativamente el número de episodios de urgencia, de incontinencia de urgencia y la frecuencia miccional. Hay una mejoría en la primera sensación de llenado vesical en la cistometría, y también habrá un aumento en la capacidad funcional máxima vesical. Las presiones intravesicales máximas disminuyen significa­tivamente, así como las contracciones vesicales involuntarias, no inhibidas.

Ha dado excelentes resultados en vejigas hiperactivas de todas las edades, así como en niños con disfunciones miccionales por malformaciones congénitas como el mielomeningocele y otras anomalías orgánicas y conductuales, y en pacientes adultos, con esclerosis múltiple y otras anomalías neurológicas, que se presentan con hiperactividad vesical (Goessel). Sin embargo, según Kelleher en 1997 menos del 20 % pueden recibir tratamientos largos. En ocasiones se han mencionado combi­naciones de medicamentos, que tienen efectos o aportes positivos para pacientes con hiperactividad vesical y disminución de la capacidad funcional vesical entre las cuales se menciona el uso de cloruro de oxibutinina + clorhidrato de imipramina.

Otra de las combinaciones que hemos usado en el mundo urológico, es aquella utilizada para pacientes con hiperactividad vesical, pero con una compliance- distensibilidad disminuida y aquí la combinación recomendada es el cloruro de oxibutinina+terazosin. Ha tenido excelente respuesta clínica en pacientes ancianos, donde por todo lo hablado en el capítulo de vejiga hiperactiva en la población geriátrica, redundará en una mejor calidad de vida, ya bastante deteriorada por su edad y por los trastornos concomitantes en otras áreas del organismo. Reduce sustancialmente en el anciano, la frecuencia urinaria, la urgencia, la nocturia y la incontinencia de urgencia, que se ve con mucha frecuencia, siendo ella, causante de graves disturbios emocionales, que lo aislan y entristecen, afectando significativamente su calidad de vida. Chai (1998) refiere que usualmente la etiología de la hiperactividad vesical, yace principalmente en las vías sensoriales aferentes y el mecanismo de acción de la oxibutinina, lo ejerce sobre el músculo liso vesical y no sobre las vías sensoriales aferentes, por lo cual no debería tener un efecto farmacológico óptimo sobre los pacientes con hiperactividad vesical. Sin embargo personal­mente estoy en desacuerdo con esta aseveración, porque la etiología de la hiperactividad vesical es múltiple y por ende son muchas las aplicaciones que podría tener este fármaco, que durante los últimos 25 años, ha ayudado a urólogos del mundo entero a mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados con hiperactividad vesical. Desde el punto de vista de efectos colaterales tenemos en primer lugar sequedad bucal, lo cual por experiencia, es el síntoma adverso referido con mayor frecuencia por nuestros pacientes y señalado en la literatura mundial, y responsable del abandono de dicha terapia en un porcentaje importante de los pacientes (> 25 %). Recientemente en el Congreso de la CAU en Buenos Aires, Argentina, se mencionó su posible toxicidad sobre el sistema nervioso central específicamente en la disfunción cognoscitiva.

Se contraindica en pacientes con glaucoma de ángulo estrecho, en obstrucción del sistema gastrointestinal, en pacientes con íleo, con severa colitis y en pacientes con megacolon. También se contraindica en pacientes con miastenia gravis y en pacientes con uropatía obstructiva infravesical y por supuesto en pacientes que han mostrado hipersensibilidad al producto. Puede producir somnolencia y visión borrosa. La dosis recomendada es 5 mg dos a cuatro veces por día, en nuestra experiencia es muy raro el paciente que tolere más de tres tabletas al día a menos que sea un paciente minusválido con una vejiga hiperactiva pero de etiología francamente neurológica. Tiene también una presentación en jarabe a una dosis de 5 mg por cada 5 mL y una nueva presentación de larga duración salida al mercado en enero 1999, y la cual puede darse en 1 sola toma diaria, con lo cual se obtiene un mejor cumplimiento del tratamiento y reducción de los efectos colaterales sobre todo el de la sequedad bucal; en un reciente estudio realizado en 13 centros de Estados Unidos, con 105 pacientes sólo el 25 % de ellos reportó sequedad bucal severa en comparación con el 46 % que lo presentaban con la anterior presentación.

Además de la administración oral, se puede administrar por vía intravesical con lo cual hay numerosas experiencias. Se da en casos en los que la administración oral se hace difícil e intolerable, por los efectos adversos que produce, donde los síntomas urinarios se hacen significativos e importantes (incontinencia urinaria, frecuencia, nocturia, urgencia), y afectan negativamente la calidad de vida de los pacientes. Esta diferencia en lo que respecta a los efectos adversos de la toma oral y no de la instilación intravesical hace pensar en la posibilidad de que sea un metabolito hepático el causante de los efectos colaterales, luego de la toma oral. Al respecto varios grupos de investigadores han trabajado en la administración intravesical, la cual tiene esquemas posológicos diferentes, uno de ellos combina 10 mg de cloruro de oxibutinina con 100 mL de agua destilada o solución salina y se hace la instilación en 20 minutos. Otro esquema utilizado fue el de Buyse y col. en Leuven, Bélgica quienes usan el esquema de 0,2 mg/kg/dosis, dos veces por día, instilado a través del catéter que se usa para vaciar la vejiga, en una solución con agua estéril.

Su efecto es excelente por esta vía, y la capacidad vesical funcional aumenta significativamente, así como se reduce sustancialmente la frecuencia urinaria y los episodios de incontinencia de urgencia. Disminuyen los episodios de contracciones involuntarias del músculo detrusor, además de reducirse sustancialmente los efectos colaterales del fármaco, ya mencionado anteriormente. Según Buyse se observan menos efectos colaterales con la admnistración intravesical porque hay menos concentración plasmatica de N-desetil-oxibutinina. Hay un aditamento que permite una vez introducido a vejiga liberar oxibutinina por espacio de 28 días seguidos, sin la necesidad de cateterismo. Luego se remueve y se coloca uno nuevo. Está en estudios fase II (UROS Infusor, Situs Corp, Solana Beach, Calif). A pesar de lo expuesto anteriormente en relación con su amplia y generalizada utilización en todos los grupos etarios, se debe utilizar siempre con cautela en pacientes ancianos, en pacientes con neuropatías autonómicas y en pacientes con enfermedad hepática o renal. Puede agravar los síntomas de hipertiroidismo, de la hernia hiatal preexistente, de enfermedad cardíaca, de hipertensión y puede agravar los síntomas urinarios ocasionados por el crecimiento prostático benigno. Su punto fuerte, es que desde hace 25 años ha probado ser efectivo en casos de urgencia, frecuencia-urgencia, en nocturia y en casos de incontinencia de urgencia, que como sabemos engloba síntomás de la hiperactividad vesical

Actualmente ha salido al mercado mundial el cloruro de oxibutinina de liberación prolongada (Ditropan XL®) con tabletas de 5, 10 y 15 mg con excelente tolerabilidad.

Clorhidrato de diciclomina

Otro medicamento utilizado en este renglón es el clorhidrato de diciclomina el cual también posee un efecto relajante directo sobre la musculatura lisa, en conjunto con un efecto antimuscarínico. Se administran 20 mg tres veces por día y aumenta la capacidad vesical en pacientes con hiperreflexia vesical. Exhibe los mismos efectos urodinámicos que el cloruro de oxibutinina, pero en menor escala. Se utiliza preferentemente cuando hay hiperactividad vesical con capacidad vesical funcional normal. Los efectos colaterales son los mismos que los otros antimuscarínicos.

Clorhidrato de flavoxato

Por último, el clorhidrato de flavoxato a diferen­cia de los anteriores, tiene una propiedad anticolinérgica bastante suave, con un efecto inhibitorio directo sobre la musculatura lisa vesical. Parece útil sólo en casos muy limitados de hiperactividad vesical, pero no ha dado buenos resultados en la población anciana. Existen estudios de investigación acerca de la actividad anti- espasmódica del terflavoxato, demostrando afinidad por los receptores muscarínicos de la vejiga y del cerebro (Testa). Los efectos antagonistas sobre el calcio (Ca++), es la causa principal de las propiedades relajantes del flavoxato sobre el músculo liso vesical. La dosificación que se recomienda, en el caso del flavoxato es de 100 a 200 mg, tres a cuatro veces por día.

Propiverina

Son clasificados como anticolinérgicos- antiespasmódicos. No se han utilizado en Estados Unidos de Norteamérica, pero si en el continente europeo. La propiverina tiene escasa actividad antimuscarínica, así como una incipiente propiedad bloqueadora de los canales de calcio, ambas conducen a una mejoría de la contractilidad vesical por lo tanto una buena alternativa terapéutica, en los estados de hiperactividad vesical. La propiverina ocasiona un primer deseo miccional alargado al aceptar un volumen urinario mayor. Se describen 4 metabolitos activos en la propiverina, con propiedades farmacológicas diferentes que están siendo estudiadas a fondo. Mejora los estados de hiperactividad vesical, al mejorar la capacidad máxima vesical y la distensibilidad vesical, que como sabemos están alterados en los estados hiperactivos. Mazur en 1995 publicó los resultados de un estudio de investigación acerca de la propiverina como farmacoterapia en pacientes con urgencia e incontinencia de urgencia, observándose también mejoría de la distensibilidad vesical y la capacidad máxima vesical.

Cloruro de trospio

Es conocido en Suramérica con el nombre comercial de Spasmex®15, anticolinérgico con acción más específica sobre el músculo detrusor. Disminuye la frecuencia urinaria, aumenta la capacidad funcional vesical y aumenta el volumen de cada micción. No traspasa la barrera hematoencefálica por lo que no tiene efectos secundarios sobre el sistema nervioso central. Mejora en un 85 % la incontinencia urinaria y reduce en aproximadamente un 40 % la frecuencia urinaria diurna. Es bien tolerada. Se indica en incontinencia urinaria de urgencia, de esfuerzo, en discinergias vesicoesfinteriana y en general en estados de hiperactividad vesical. Se da en dosis de 15 mgs tres veces por día. Madersbacher y col. en 1995 publicaron un estudio comparativo entre el trospio y el cloruro de oxibutinina, en el cual no se pudieron obtener diferencias significativas en los parámetros urodinámicos. Los efectos colaterales fueron similares.

4.    Tranquilizantes-sedantes-hipnóticos

En la etiología de la hiperactividad vesical, aquellos pacientes cuya sintomatología urinaria “hiperactiva” tenga como causa alteraciones emocionales, tendrán alivio sintomático cuando incluyamos fármacos ansiolíticos, junto con fármacos tipo musculotrópicos, como el cloruro de oxibutinina o con fármacos anticolinérgicos tipo tartrato de tolterodina, que acabamos de explicar anteriormente. En mi experiencia personal con mucha frecuencia utilizo dosis bajas de ansiolíticos, sobre todo en aquellas pacientes ansiosas, administrado a la hora-sueño por cuanto nos garantiza un sueño más agradable, mayor descanso y un día siguiente más calmado, lo que en definitiva ayuda enormemente a estas pacientes con hiperactividad vesical, porque aun cuando la etiología de su hiperactividad no sea psicológica, el sufrir la sintomatología de los estados hiperactivos urinarios, sin duda alguna, tiene afectación psicoemocional de diversos grados, por lo cual siempre será util, la administración concomitante de fármacos tranquilizantes.

Barbitúricos

En relación con los hipnóticos, debemos dividir­los en barbitúricos como el, pentobarbital, pentobarbital sódico, secobarbital sódico, e hipnóticos misceláneos como el hidrato de cloral, estazolam, clorhidrato de flurazepam, triazolam, zolpidem.

Sus efectos depresivos y anticonvulsivantes, se deben a la capacidad de aumentar la actividad inhibitoria del neurotransmisor GABA, sobre las sinápsis nerviosas. Interfieren con la transmisión de impulsos a la corteza cerebral. Los efectos tipo GABA, no excluyen la posibilidad de presentar interacciones selectivas sobre otros sistemas neurotransmisores. La trasmisión en las uniones neuroefectoras autonómicas, está deprimida con los barbitúricos.

Hipnóticos

Aun cuando parezca exagerado hablar de hipnóticos en casos de hiperactividad vesical, pueden ser útiles, en casos en los que el paciente estén sumergidos en un círculo vicioso en el que la condición psicológica determinada que presente, altere profundamente su sueño y esto precipite o agrave cuadros de ansiedad y la aparición de síntomas urinarios, bien sea por el estrés o por el hecho de estar despierto, que como sabemos incitan de manera natural, a la realización de micciones repetitivas, es decir a la frecuencia urinaria, muchas veces acompañada de urgencia.

Sedantes

En relación con los sedantes con efectos ansiolíticos, son los fármacos más utilizados en el mundo entero Los efectos del estrés sobre el organismo son numerosos y van desde efectos sobre la conducta, la mente y las emociones alterando la salud, lo que hace que su utilización sea necesaria, sobre todo cuando se ocasionan en el paciente trastornos urinarios con frecuencia urinaria, nocturia, urgencia y en ocasiones incontinencia de urgencia.

La ansiedad puede ser tratada por sí sola, o como parte de una condición general del paciente, por ejemplo, en el síndrome menopáusico, en las tensiones premenstruales (dismenorrea), en los cuadros asmáticos, y en pacientes con angor pectoris, entre otros. En el caso de los síntomas urinarios que reflejan hiperactividad vesical, los ansiolíticos ayudan, siempre y cuando la hiperactividad no tenga de manera predominante causales orgánicos severos, que nos limiten los beneficios de los ansiolíticos. Debemos usarlos con cautela en pacientes con función hepática o renal deteriorada y en poblaciones geriátricas y en pacientes muy debilitados. Dentro de los efectos colaterales descritos a nivel urinario están dificultad miccional, retención urinaria, incontinencia por rebosamiento, enuresis y en ocasiones disuria. Viendo estos efectos, podemos inferir que efectivamente los ansiolíticos son útiles en casos de HIV.

5.     Antagonistas del calcio

Sabemos de manera cierta la función que el calcio ejerce como “transportador/mensajero” entre los estímulos extracelulares de las células nerviosas y el medio intracelular. Es decir el influjo de calcio extracelular, es determinante en la contractilidad de la fibra muscular lisa de la vejiga. Además de tener responsabilidad en la función de “excitación- contracción” de las fibras musculares estriadas, de las fibras cardíacas y de las fibras musculares lisas en otras localizaciones de nuestro organismo. Por tanto si interferimos con la llegada o con la salida del calcio intracelular, podría ser un mecanismo por medio del cual, se pueda alcanzar la relajación del músculo liso vesical. Por tanto, cualquier medicamento que restrinja la disponibilidad de los iones calcio, ocasiona relajación del músculo liso, y por ende prevención de los síntomas de la hiperactividad vesical como son la incontinencia de urgencias, la frecuencia y la urgencia.

Brady de la Escuela de Medicina de Norfolk, Virginia hizo un estudio que concluye que los esteroides femeninos pueden ocasionar la relajación vesical por inhibición de los canales de calcio (inhibición de los VOCC y no-VOCC). Sugiere también, que la fosforilación de la tiroxina puede jugar un papel en las contraciones vesicales, porque la genisteina, un fitoestrógeno que se consigue en la dieta diaria, es un inhibidor de la tiroxina-quinasa que ocasiona relajación de las contracciones inducidas por el betanechol en conejos de experimentación. Esto podría utilizarse en el tratamiento de las mujeres con incontinencia de urgencia por hiperactividad vesical.

Nifedipina-Diltiazem

Son fármacos bloqueadores de los canales del calico, la nifedipina la cual se administra 30 mg a 90 mg diarios y el diltiazem, el cual se da en dosis de 90 mg a 270 mg diarios. Por otro lado lo que se ha tratado de lograr, es crear fármacos que combinen las propiedades de actividad de antagonistas del calcio, con actividad antimuscarínica (Babu 1990). El Verapamil® intravesical, ha sido estudiado sobre todo en pacientes con afectación neurológica por traumas medulares. Sus efectos han sido muy controversiales, porque aun cuando no hubo cambios en lo referente al volumen intravesical, al momento de producirse una actividad refleja del detrusor o la primera contracción no inhibida del detrusor con 20 mg de verapamil, si los hubo al colocarse 40 mg, al producirse más tardíamente la primera contracción no inhibida y más aun al instilarse intravesical 80 mg de verapamil.

Terodilene

El terodiline, es un antagonista selectivo de los receptores muscarínicos M1/m1, que aumenta la capacidad vesical y sobre todo, retarda el momento en el cual el paciente presenta urgencia en el llenado vesical, reduce además los espisodios de inconti­nencia de urgencia, con disminución de la frecuencia urinaria (Lukkarienen). Se ha descrito que la mejoría subjetiva es mayor que la observada de manera objetiva en los estudios cistométricos, como lo demostró Peters, en un estudio multicéntrico de 89 pacientes. Fue retirado del mercado mundial por sus efectos indeseables sobre el ritmo cardíaco (potencial provocación de arritmias), sobre todo en pacientes ancianos, en tratamiento con antidepresivos o antiarrítmicos (Hallen). Sin embargo en la década de los 80 era un medicamento prescrito con bastante frecuencia para pacientes portadores de inestabilidad del detrusor como se denominaba en ese entonces. Ha sido probado en ancianos con buena tolerabilidad y sin efectos colaterales de significancia. Además se ha probado en niños con enuresis diurnas y nocturnas, también con buenos resultados. se administra en dosis de 12,5 mg en la mañana y 25 mg en la noche (Noronha). No hubo cambios en la presión del detrusor, pero si hubo cambios subjetivos y objetivos en lo referente a la frecuencia miccional, que sin duda alguna experimenta una disminución marcada. Los efectos colaterales producidos por los antagonistas del calcio son, hipotensión, rubor facial, dolores de cabeza, vértigo, debilidad, discomfort abdominal, constipación, náusea y palpitaciones, los cuales, no son reportados con el uso del terodiline, pero sí los efectos colaterales normales de todo fármaco antimuscarínico.

6.    Facilitadores de los canales de potasio

En teoría, los fármacos que facilitan la apertura de los canales de potasio, ocasionan una relajación de las fibras musculares lisas, al producir hiperpolarización de la membrana, con aumnto del paso de potasio, es decir reducen sustancialmente la excitabilidad de la membrana celular de la fibra muscular lisa. Además, al aumentar la permeabilidad del potasio, se obtiene una hiperpolarización de la membrana de la célula muscular lisa y una reducción en la entrada de calcio. Esto estabiliza la membrana y se debe obtener una reducción significativa en la actividad contráctil espontánea del músculo liso vesical, asegurando una micción normal y satisfac­toria. Esto reduce las contracciones espontáneas en respuesta a varios estímulos, tales como estimulación eléctrica, carbacol y bajas concentraciones de potasio (Andersson). A pesar de que está todavía en fase experimental, si se desarrolla de manera segura, puede tener aplicaciones clínicas. Teóricamente tiene la ventaja de no afectar la capacidad contráctil de una micción normal. En la actualidad una gran número de investigadores, realizan trabajos sobre facilitadores de la apertura de los canales de potasio y su acción sobre la relajación del músculo detrusor, la cual se logra al activar los canales del KATP in vitro (Marin). Estos medicamentos tendrán utilidad en los casos donde la hiperactividad vesical no se haya podido tratar con medicamentos a base de anticolinérgicos o fármacos relajantes músculo- trópicos. Están indicados en vejigas hiperactivas, incontinencia urinaria de urgencia y vejigas de baja compliance-distensibilidad.

Cromakalim

El cromakalin a dosis de 12,5 mg dos veces por día, se ha probado en pacientes con hiperactividad vesical, con malos resultados clínicos. Su adminis­tración puede ser por vía oral, o por vía intravesical y sus resultados finales están bajo investigación, por lo que se debe esperar todavía, para conocer su aplicación clínica, sobre todo por los malos resultados obtenidos en diversas series, así como por los efectos colaterales presentados, de los cuales los más importantes son los de la esfera cardiovascular (Chum). Se están haciendo estudios de investigación fase II con el ZD6169, con selectividad vesical y aparentemente menos efectos colaterales cardíacos.

7.  Agonistas o facilitadores del GABA (inhibidores polisinápticos)

Los facilitadores de los receptores GABAa- GABAb, suprimen los componentes espinales y supraespinales de los reflejos miccionales. El mecanismo de acción del baclofen, no está totalmente establecido, pero el fármaco inhibe los reflejos espinales monosinápticos y polisinápticos, por hiperpolarización de los terminales aferentes. Los facilitadores GABAb, baclofen, inhiben o deprimen las neuronas e interneuronas motoras monosinápticas y polisinápticas en la médula espinal y por tanto su utilidad puede ser en los casos de pacientes con disfunciones miccionales, como por ejemplo la hiperactividad vesical de etiología no neurológica, o en pacientes con hiperreflexia del detrusor, de origen neurológico por daños sobre la médula espinal. Disminuye la resistencia de la salida vesical secundaria a discinergia vesicoesfinteriana y de hecho se utiliza en casos de disfunción neurogénica vesical. Deprime también la hiperreflexia del detrusor secundaria a lesiones medulares. Taylor y Bates en 1979 publicaron sus experiencias en un estudio doble ciego en relación a la utilidad del baclofen en síndromes de vejiga inestable, en el cual se observó disminución de la frecuencia urinaria diurna y nocturna, así como de los episodios de incontinencia urinaria como parte del cortejo sintomático de las vejigas hiperactivas. Se ha probado con inyecciones intratecales, en casos de espasticidad vesical severa por lesiones neurológicas importantes y a pesar de que no se ha logrado obtener respuestas importantes, la capacidad vesical refleja incremento. Está indicado en pacientes con esclerosis múltiple, cuando presentan espasmo severo y rigidez muscular, y en todos aquellos casos de daño medular con secundarismos espásticos musculares. Se presenta en inyecciones de 0,5 mg/ mL y en tabletas de 10 y 20 mg.

Sus efectos colaterales son: somnolencia, vértigo, desvanecimiento, letargia, fatiga, mareo, aturdi­miento, confusión, cefaleas, insomnio, euforia, excitación, depresión, parestesia, dolores musculares, desórdenes de coordinación, tremor, rigidez, distonía, ataxia, estrabismo, disartria, alucinaciones, hipotensión, síncope, palpitaciones, constipacion, boca seca, anorexia, desórdenes del gusto, dolores abdominales, diarrea. Desde el punto de vista de los efectos colaterales urinarios tenemos: frecuencia urinaria, enuresis, retención urinaria, disuria, impotencia, falta de eyaculación, nocturia, nistagmo, miosis, midriasis, diplopia, eritema cutáneo, prurito, edema de tobillo, sudoración, tendencia a ganar de peso, disnea y congestión nasal.

8.    Análogo de la vasopresina Acetato de desmopresin

Es un análogo sintético de la arginina- vasopresina, con propiedades antidiuréticas, que aumenta la absorción de agua en los riñones, al incrementar la permeabilidad de las células de los conductos colectores, sin el efecto vasopresor y oxitócico. Ocasiona aproximadamente una reducción del 45 % - 55 % de reducción en la producción de orina, cuando se administran dosis de 20 |ag a 40 |ag por vía intranasal. También hay presentación oral con la que se logra una dosificación mejor y se evita la sobredosis de medicamento que puede producirse con la administración nasal. Esto se traduce en una reducida producción nocturna de orina en un 50 %, por 7 a 10 horas, lo cual ayuda a aquellos pacientes con frecuencia nocturna refractaria, que pueden acompañarse de episodios de incontinencia urinaria, ambos, síntomas presentes en los estados de hiperactividad vesical. De manera específica se utiliza principalmente en casos de nocturia y enuresis. En casos de enuresis nocturna se indica a dosis de 0,02 mg - 0,2 mL antes de acostarse, y se coloca la mitad de la dosis en cada fosa nasal. La dosis del adulto es 0,05 mg dos veces por día. Se indica también en esclerosis múltiple, con episodios de incontinencia urinaria de urgencia, en casos de diabetes insípida y en la realización de test de capacidad de concentración renal. Está contraindicado en casos de hipersensibilidad. En pacientes con predisposición a trombosis, se pueden presentar accidente cerebrovascular trombótico, o infarto agudo del miocardio, también se ha notado posterior a su uso un incremento en las cifras tensionales. Los efectos colaterales son: cefaleas por altas dosis intranasales, náuseas, congestión nasal, rinitis, rubor facial, calambres abdominales ligeros, sangrados nasales, tos, dolores de garganta. Se presenta en la forma de spray nasal, tabletas y en ampollas. La dosis en el caso del spray nasal es 0,01 mg (1 atomización) antes de acostarse. Puede aumentarse a una atomización en cada fosa nasal, si se quisiera obtener una mejor respuesta .

9) Inhihibidores de las prostaglandinas (AINE)

Desde el punto de vista urinario las prosta- glandinas tienen una función fundamental en la neurotransmisión excitatoria del músculo detrusor y en la obtención de contractilidad vesical o de tensión de la fibra muscular lisa vesical, durante la fase de almacenamiento urinario, por tanto las inhibe, facilitando el almacenamiento vesical. Durante la fase del expulsivo urinario, las prostaglandinas, tienen un papel en el desencadenamiento de la respuesta contráctil del músculo liso posterior a estímulos neurológicos precisos y tiene una función en el mantenimiento del tono uretral durante el llenamiento vesical y también inhibiendo este tono, cuando llega el momento de orinar (Wein).

Fue en 1971, cuando Vane propuso que los AINE producían inhibición de la síntesis de las prostaglandinas, al inhibir la ciclooxigenasa (COX), la enzima que convierte el ácido araquidónico a prostaglandinas. Hoy se sabe que hay dos formas de COX, la COX 1 y la COX 2. La COX 2 se responsabiliza por el alivio del dolor y de la inflamación y los que más producen problemas renales y gastrointestinales son los inhibidores de la COX 1. Cardozo usó furbiprofen en dosis de 50 mg tres veces por día, con malos resultados sobre las contracciones vesicales involuntarias en estados de hiperactividad vesical, pero si producía un retardo en la elevación de la presión intravesical, con lo cual se obtenía un mayor grado de distensión vesical. Esto nos indica que si administramos inhibidores de las prostaglandinas, como por ejemplo los AINE, debemos tener una disminución de la contractilidad vesical, sobre todo en pacientes con estados de hiperactividad vesical, pero en la práctica clínica diaria, no vemos este tipo de respuesta farma­cológica. Se han obtenido resultados contradictorios con otros tipos de AINE, pero no han podido ser confirmados por un número significativo de investigadores. Lo que no debemos olvidar, cuando usemos estos fármacos, es que pueden producir efectos colaterales en muchas áreas, de las cuales, la de mayor importancia es el sistema digestivo. Pueden producirse náuseas, vómitos, cefaleas, indigestión, molestias gástricas, úlceras gástricas o duodenales, sangrado digestivo, ulceración intestinal con obstrucción y estenosis, anorexia, pérdida del apetito, ileo paralítico, dolor epigástrico, salivación, boca seca, glositis, pirosis, hematemesis, eructos, colitis ulcerativa, melena, perforación y hemorragia esofágica, estomacal, duodenal y en el intestino delgado y grueso, constipación y en ocasiones eritema cutáneo. Debe evitarse su uso en pacientes con hipertensión arterial y puede ocasionar sangrados excesivos en pacientes sometidos a cirugía, al alterarse la función plaquetaria. Tenemos la posibilidad de ver efectos adversos sobre el sistema nervioso central, sobre el sistema respiratorio, sobre los parámetros hematológicos, sobre el área oftalmológica, dermatológica, genitourinaria y metabólica.

10.   Estimulantes beta adrenérgicos

“La fase de almacenamiento urinario vesical es una fase eminentemente simpática, a través de receptores mecánicos-sensitivos de distensión de las paredes vesicales, y de una estimulación simpática (estimulación de los receptores alfa y beta adrenérgicos), que ocasionan una relajación del cuerpo vesical y el cierre del cuello vesical y contracción del mecanismo esfinteriano uretral externo”. Teóricamente al utilizar estimulantes beta- adrenérgicos, que son fármacos simpaticomiméticos conocidos por su uso como fármacos antiasmáticos, se debe ver incrementada la capacidad vesical. En las cistometrías practicadas se ha podido constatar que uno de los efectos urodinámicos presentes es que el primer deseo de orinar, que valora sensibilidad propioceptiva, se alarga en tiempo, pero contro- versialmente la capacidad cistométrica máxima no muestra cambios. Estos hallazgos fueron descritos por Lindholm y Lose (1986). Los cambios descritos, no han podido ser reproducidos uniformemente, por otros grupos de investigadores, por lo cual no se recomienda su uso de manera general.

Terbutalina

El fármaco que más se ha utilizado, en diferentes trabajos de investigación ha sido el sulfato de terbutalina, sobre todo en pacientes con urgencia e incontinencia de urgencia. Es un estimulante de los receptores beta-2 adrenérgicos, que ocasiona broncodilatación y relajación de los vasos sanguíneos periféricos. Tiene buenos efectos clínicos en pacientes con urgencia e incontinencia de urgencia. Pero parece no ocasionar ningún efecto sobre las vejigas de pacientes normales sin disturbios de la esfera miccional, tipo hiperactividad vesical. Se utiliza en dosis de 5 mg tres veces por día, y no debemos excedernos de 15 mg en 24 horas. Si hay efectos colaterales, se puede reducir a la mitad, es decir 2,5 mg tres veces por día. Se pueden observar cambios electrocardiográficos, taquicardia, estertores y quejido bronquial, puede haber reacciones por hipersensibilidad, incluyendo vasculitis; puede haber sudoración, congestión, cambios en el gusto (inclusive mal gusto), y calambres musculares. Se han reportado estudios de investigación con resultados satisfactorios y otros con resultados desalentadores.

Clorhidrato de clenbuterol

Otro agonista o estimulante beta adrenérgico es el clorhidrato de clenbuterol, agente broncolítico con actividad selectiva sobre los receptores beta-2 adrenérgicos, pero en altas dosis el clenbuterol demuestra propiedades beta-1 bloqueantes adrenérgicas (Engelhardt). Se ha comparado con el salbutamol y con el clorhidrato de isoproterenol, y su efecto, que es dilatar la musculatura lisa de los bronquios, útero y vasos sanguíneos, dura más tiempo que los fármacos antes mencionados. Hashimoto publicó un trabajo sobre el efecto del clenbuterol sobre la tensión en reposo y la respuesta contráctil en el músculo liso del cuerpo vesical, la base vesical y la uretra proximal del conejo. El clenbuterol tiene fuerte efecto relajante el cual es dosis-dependiente, sobre la tensión de reposo del cuerpo vesical, y por otro lado tiene poco efecto sobre la base vesical y la uretra proximal. Por otro lado se demostró que el clenbuterol, el flavoxate y la nifedipina, son medicamentos con efectos dosis-dependiente, que inhiben las contracciones vesicales inducidas por la acetilcolina.

Yamanishi demostró los efectos del clorhidrato de clenbuterolen una población de 49 pacientes, 20 con vejiga hiperactiva y 29 con incontinencia urinaria de estrés. Los síntomas subjetivos-objetivos, en pacientes con vejiga hiperactiva fueron mejorados notablemente sólo en el 17 % y 5 % de los pacientes (8 y 2 pacientes respectivamente), mejorados medianamente en el 29 % y en el 27 % de los pacientes (14 y 12 pacientes) y mejorados muy ligeramente en el 21 % y en el 25 % de los pacientes (10 y 11 pacientes). Los síntomas permanecieron iguales en el 31 % y en el 34 % de los pacientes (15 y 15 pacientes) y se agravaron en 1 y 4 pacientes (2 % y 9 %). Por lo que vemos, no es muy evidente la utilidad de este medicamento, ni para pacientes portadores de vejiga hiperactiva, ni para pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo.

Albuterol

Es un fármaco, análogo del clenbuterol, que es el albuterol, el cual está en fase III de su investigación y pareciera que tiene actividad sobre pacientes con hiperactividad vesical.

Duloxetina

Es un análogo de la fluoxetina, el cual está en fase II de investigación, con posibilidades de aplicación en la hiperactividad vesical. Es una inhibidor mixto de la retoma de noradrenalina y serotonina (Gobert). Existen evidencias de que hay un reforzamiento en la transmisión monoaminérgica en la corteza cerebral frontal, y está asociado con propiedades antidepresivas. E la actualidad se están haciendo estudios sobre la duloxetina, el cual tiene efectos sobre el control central del sistema urinario inferior (van Waalwijk). Este fármaco fue presentado en el 4° Congreso Internacional de la Asociación Holandesa de Urología en 1997. Todavía se deben precisar la dosis y el intervalo de las mismas pero los resultados iniciales con este fármaco parecen promisorios.

11.    Dimetilsulf'óxido (DMSO®)

Es un compuesto orgánico, conocido como solvente industrial, pero con uso en cistitis intersticial, en artritis y en desórdenes músculo- esqueléticos. Su acción farmacológica es bastante amplia y vemos que produce efectos antiinfla­matorios, analgésicos locales, bacteriostático, diurético, inhibidor de la colinesterasa, solvente del colágeno y vasodilatador. Los efectos del dimetilsulfóxido (DMSO®) sobre la respuesta inmune humoral en los receptores de acetilcolina, fueron estudiados ampliamente, en diferentes situaciones clínicas (McLarmon). El DMSO® tiene efecto marcado sobre la respuesta inmune humoral (Pestronk). Suprime los niveles de anticuerpos anti- AChR entre un 50-80 %. Las rutas de administración no cambian la respuesta. Como conclusión el DMSO® puede o facilitar o suprimir la respuesta inmune humoral. Los estudios de investigación sobre cistitis intersticial caracterizada por presentar frecuencia miccional, urgencia urinaria y dolor suprapúbico, con capacidad vesical disminuida, ha llevado al conocimiento que el DMSO® aumenta bruscamente la descarga de los axones eferentes de los nervios pélvicos, disminuyendo la capacidad vesical y aumentando la expresión neuronal en las regiones de la médula espinal que exhiben expresión c-fos, después de activación química de los aferentes vesicales capsaicina sensibles (Morley y Whitfield). El DMSO®, al igual que la Capsaicina®, actúan directamente liberando óxido nítrico de las neuronas ganglionares de las raíces nerviosas dorsales y de bandas aisladas de la vejiga urinaria. Por tanto una de las conclusiones del estudio de investigación de Birder fue que el DMSO® induce la estimulación de las vías aferentes vesicales, así como la secreción de óxido nítrico de las neuronas aferentes y pueden ambos efectos ser reflejo de la desensibilización de las vías nociceptivas que trasmiten el dolor en el sistema urinario inferior, en este caso la vejiga urinaria. Las acciones del DMSO® sobre la transmi­sión neuromuscular difiere si está a baja concentración (menos del 1 % por volumen) o a alta concentración (más del 1 % por volumen). En altas concentraciones, tiene dos acciones distintas y opuestas, sobre la respuesta subsináptica: una actividad anticolinesterasa pura, para facilitar la respuesta y un efecto depresivo, el cual es similar al causado por la d-tubocurarina.

La FDA no se ha pronunciado con respecto a su uso en hiperactividad vesical. Se presenta en solución al 50 %; su uso es a través de instilaciones intra- vesicales, con resultados favorables en cistitis intersticial que superan el 60 %, pero en pacientes con vejiga hiperactiva, o con síndrome de urgencia frecuencia femenino, no ha mostrado eficacia, en diferentes trabajos de investigación. Sin embargo, mejora la capacidad vesical en más del 70 % de los casos, a pesar de que no se ha demostrado su utilidad en pacientes con hiperactividad vesical de cualquier

12.   Tratamientos hormonales Estrógenos

“Lo que hace varios años atrás se presentaba como una posibilidad terapéutica dudosa, hoy en día tiene un lugar, por demás merecido, en el mundo de la hiperactividad vesical”. Nos estamos refiriendo a los tratamientos estrogénicos en la mujer con síndrome de hiperactividad vesical.

El origen embriológico común del sistema urinario y del sistema genital, ambos del seno urogenital, hace que los dos sistemas, sean sensibles a los tratamientos con estrógenos. Fueron Salmon, Walter y Geist en el año 1941, los primeros que publicaron el uso de estrógenos en el tratamiento de la disuria y de la incontinencia urinaria en las mujeres posmenopáusicas. Desde entonces los resultados de las diferentes publicaciones de investigadores, en el campo de las disfunciones vesicales (entre ellas la hiperactividad vesical), han sido controversiales. De manera general sabemos que los estrógenos originan cambios en la mucosa uretral, lo que mejora su efecto “sellante”, además mejora la vasculari­zación de la zona periuretral, y aumenta el tono muscular uretral (Cortés-Gallegos). A tal punto que uno de los parámetros que se usan urodinámicamente para constatar la eficacia de la estrogenoterapia, en pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo es el perfil de presión uretral (Caine y Raz). El tratamiento postmenopáusico con estrógenos origina un aumento de la capacidad vesical, una disminución de la urgencia miccional, y de la incontinencia urinaria de urgencia, que como podemos ver, son tres de las características habituales de las pacientes con hiperactividad vesical. Sin embargo, su efecto sobre la incontinencia urinaria ha sido cuestionado por numerosos trabajos de investigación, pero donde no hay dudas es su efecto sobre la urgencia sensorial, la cual mejora notablemente. Mejora el humor, el sueño y el bienestar general de las pacientes con trastornos urinarios de hiperactividad, lo cual redunda en un mejor cumplimiento de otras alternativas terapéuticas como las terapias de reeducación vesical, que necesitan que el paciente tenga una estructura emocional lo más adecuada posible. Sabemos que en la vagina, uretra, vejiga, piso perineal y musculatura pubococcígea, hay receptores tanto estrogénicos como progestágenos y que en situaciones donde la mujer presenta acción hormonal inequívoca, como son, el período menstrual, el embarazo y durante la etapa menopáusica, la mujer exhibe cambios urodinámicos (es decir en la esfera miccional), cambios citológicos ginecológicos y cambios en la percepción de síntomás referidos a las áreas antes mencionadas. Se sabe que los estrógenos afectan las propiedades de excitabilidad y conducción neuronal sobre la célula muscular lisa vesical, sobre la densidad y sensibilidad de los receptores, así como afectará también el metabolismo de los nervios adrenérgicos (Bradley). Los estrógenos son capaces de aumentar o mejorar la respuesta a la estimulación alfa adrenérgica, debido a que incrementan el número de receptores alfa adrenérgicos y mejoran también la respuesta muscarínica, en el cuerpo vesical pero no en la base vesical, por lo cual facilita la capacidad de almacenamiento vesical, sobre todo en la mujer posmenopáusica. También producen inhibición de la captación de catecolaminas en sitios ectópicos, además de interactuar con las prostaglandinas. Son capaces también de mejorar la transmisión de las presiones intraabdominales sobre la uretra, su capacidad de coaptación de sus paredes y por ende de su capacidad de continencia urinaria. Ratz presentó un trabajo de investigación donde menciona que los estrógenos reducen la actividad contráctil del músculo liso del detrusor, por lo cual podrían erigirse en fármacos útiles contra la hiperactividad vesical. De hecho se demostró que el estradiol (E2) inhibe de manera rápida las contracciones producidas por estimulantes de los receptores purinérgicos y muscarínicos. El antagonista de los receptores estrogénicos genómicos, inhibe aún más la contracción. Estos hallazgos han abierto las puertas del desarrollo de los estimulantes de los receptores estrogénicos no genómicos para ser utilizados en pacientes con hiperactividad vesical. En las mujeres posmenopáusicas, los estrógenos mejoran los parámetros urodinámicos uretrales, que llevan a una mejor “continencia”, y se cree esto se deba a una acción en varios sitios y no en uno sólo, como controversialmente se discute y esos sitios serían: musculatura lisa vesical, circulación sanguínea, tejidos de soporte (piso perineal y estructuras músculo-fasciales circundantes), y mejorando el “efecto sello” de la mucosa-submucosa de la uretra proximal y distal en la mujer que ayudará a la continencia urinaria.

Sánchez menciona que cuando se dan estrógenos aumenta el contenido de miosina de cadenas pesadas, formando fibras gruesas en el aparato contráctil, con la consiguiente mejoría en la fortaleza de la contractilidad del músculo detrusor. Por otro lado, se evitan o atenúan, enfermedades frecuentes en la posmenopausia, como son los episodios isquémicos cardíacos, la osteoporosis los trastornos emocionales, y los secundarismos infecciosos urinarios. También se sabe que las deficiencias de la función ovárica, en la mujer durante el período perimenopáusico y menopáusico, que podrían comprender aproximadamente 10 años, tienen sin duda alguna repercusiones en su sistema urinario, donde vemos la aparición de síntomas que nunca antes había tenido, como por ejemplo frecuencia urinaria, nocturia, disuria, urgencia e incontinencia de urgencia, todo esto con la posibilidad de presentar infecciones urinarias recurrentes, que como sabemos, en la historia natural de la mujer, es el cuarto pico en incremento, después de la época neonatal, puberal, de los inicios de actividad sexual y del período menopáusico. Los estrógenos mejoran los síntomas de urgencia e incontinencia de urgencia, sin embargo, muchos grupos de investigadores no han podido reproducir uniformemente estos resultados, por lo cual no se ha ratificado formalmente. Es frecuente ver en mujeres durante la peri y posmenopausia, cambios en el trofismo de las mucosas vaginales, uretrales y vesicales, con hipotrofia, palidez, sequedad y fácil resquebrajamiento, lo que lleva a una sintomatología irritativa que puede desembocar en un estado de hiperactividad vesical, que generalmente no se correlaciona con bacteriología positiva para infección y son estos los casos donde veremos los mejores resultados en el uso de estrógenos. Se han publicado varios estudios donde se señala que en el caso de sustitución hormonal con 17 B estradiol, el epitelio vaginal madura en sólo 14 días. No hay duda de que los estrógenos a baja dosis, local en cremas o inclusive en forma de tabletas o parches dérmicos administrados por tiempo prolongado (más de 6 meses), mejoran la atrofia urogenital, lo que lleva a la mejoría clínica sinto­mática de estas pacientes, con disminución o eliminación de los síntomas irritativos urinarios que deterioran la calidad de vida de las pacientes, en esta etapa.

Las contraindicaciones de los estrógenos son cáncer de mama, cáncer del sistema genital u otros cánceres estrógeno-dependientes, sangrado genital de etiología desconocida, historia de tromboflebitis, trombosis, o estados tromboembólicos, sospecha de embarazo, en pacientes con discrasias sanguíneas, enfermedad hepática o disfunción tiroidea.

No se deben usar en pacientes que no han comple­tado todavía su desarrollo óseo completo. Se deben usar con cautela en pacientes con asma, epilepsia, migraña, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, enfermedades que comprometan el metabolismo del fósforo y del calcio, en pacientes con historia familiar de cáncer genital o mamario. Pero lo más importante que se debe decir con relación a los tratamientos hormonales sustitutivos, es que deben ser manejados en conjunto con endocrinólogos o ginecólogos para mayor seguridad de la paciente y obtención de mejores resultados.

Progesterona

Produce relajación de la musculatura lisa uretral y vesical, al producir facilitación de la relajación beta adrenérgica y embotamiento de la contractilidad alfa adrenérgica, así como también efectos anticolinérgicos. Esto puede ser visto en las “dilataciones fisiológicas” del sistema urinario superior (hidrouréter, hidronefrosis del embarazo), ocurridos durante la gestación y debidos a niveles elevados de progesterona sérica. En el embarazo se presenta un incremento tanto en la capacidad vesical como en la distensibilidad vesical. La trascendencia clínica en pacientes con hiperactividad vesical se verá en el curso de los próximos años con los diferentes grupos de investigadores que están dedicados al estudio de esta alternativa farmacológica. Lo que si parece cierto, es que es beneficioso en pacientes con hiperactividad vesical y deletérea o perniciosa para pacientes con incontinencia urinaria de esfuerzo.

13.      Fitofármacos

Los mecanismos de acción, de los productos a base de extractos de hierbas, comúnmente usados para pacientes con trastornos urinarios bajos, por crecimiento prostático benigno son: efectos anti­inflamatorios, inhibición de aromatasa, inhibición de la 5-alfa reductasa, alteración del metabolismo del colesterol, disminución de las hormonas sexuales unidas a globulina, efectos antiandrogénicos y antiestrogénicos, mejoría de la función del detrusor, interferencia con factores de crecimiento (efecto antiproliferativo), acción sobre los receptores alfa- adrenérgicos, limpiadores de radicales libres.

Es importante desarrollar la farmacopea fitoterápica para la hiperactividad vesical, u otros estados de anomalía conductual de la vejiga urinaria, de la misma manera como se ha desarrollado para pacientes con enfermedades prostáticas en la actualidad hay pocos trabajos serios publicados por lo que el médico se encuentra mal orientado en este sentido. Se pueden extrapolar los resultados obtenidos en pacientes con crecimiento sintomático de la próstata, a los síntomas urinarios irritativos de la mujer, en cuadros de hiperactividad vesical de etiología variada y de hecho, hemos tenido una experiencia inicial, en mujeres con frecuencia urinaria, urgencia, nocturia e inclusive incontinencia de urgencia administrándoles pygeum africanum y han mejorado significativamente, desde el punto de vista subjetivo, lo cual podría abrir un mundo de expectativas en pacientes con hiperactividad vesical.

No es la intención mencionar los preparados a base de hierbas que están disponibles en el mercado, pero si mostrar algunos preparados que se podrían utilizar en pacientes con hiperactividad vesical. Se deben esperar los trabajos de investigación con fitoterapia y sólo entonces podremos a ciencia cierta confirmar su aporte en el campo de la urología y específicamente en los casos de hiperactividad vesical. Lo que si es útil es tratar particularmente de utilizar los fitofármacos que se emplean para casos de crecimiento prostático sintomático como la serenoa repens, la urtica dioica y el pygeum africanum y hacer protocolos serios de investigación que nos arrojen datos de posible utilidad para nuestras pacientes, se pueden encontrar efectos útiles para casos de hiperactividad vesical.

I.    Terapias conductuales

Ver Capítulo 10 en tratamiento no quirúrgico de la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer.

II.    Fisioterapia muscular

Ver Capítulo 10 en tratamiento no quirúrgico de la incontinencia urinaria de esfuerzo en la mujer.

D.    Procedimientos bajo anestesia

1.  No quirúrgicos

I.      Terapias intravesicales-sin anestesia

a.       Capsaicina® intravesical

b.     Resiniferatoxina® intravesical

c.        Cloruro de oxibutinina (Ditropan®- Reteven®) intravesical

d.       Inyecciones en la pared vesical de toxina botulínica A

e.     Instilación intravesical de Lidocaína

II.      Terapias intratecales

a.       Clonidina intratecal

2.       Quirúrgicos

I.     Procedimientos quirúrgicos endoscópicos

a.       Sobredistensión vesical (Hidrodisten-

sión con denervación vesical)

II.    Procedimientos quirúrgicos abiertos

a.       Cistolisis

b.       Procedimientos de interrupción de la inervación (denervación)

1. Nivel central

a.       Bloqueo subaracnoideo

2.       Nivel periférico

a.       Rizotomía sacra anterior y posterior (S2-S4)

b.       Rizotomía sacra selectiva

c.        Neuromodulación crónica sacra bilateral

3.       Nivel perivesical

a.       Denervación vesical transvaginal (Procedimiento de Ingelman- Sundberg).

4.       Nivel vesical

a.       Inyección transvesical de Fenol (neurolisis)

c.        Cura quirúrgica de IOE más colpoperineoplastia anterior y posterior

d.       Enterocistoplastia de aumento

e.        Miomectomia del detrusor

f.        Derivación urinaria

g.        Colocación de cinchas naturales o artificiales

h.     Colocación de esfínter urinario artificial

E.   Aditamentos vaginales (oclusivos y de soporte)

1.       Pesarios vaginales en forma de anillo con o sin soporte, en forma de rosquillas, en forma de cubos, pesarios Hodge, pesarios Gellhorn, pesarios Gehrung), Pesarios inflables.

2.       Relianc. Aditamentos de control urinario

3.       Impress® Parches o aditamentos blandos

4.       Introl® prótesis de soporte de cuello vesical

5.       Anillo firme para incontinencia®

F.      Aditamentos uretrales (oclusivos)

1.               Externos (tipo chupón)

G.       Inyección periuretral de Politef®, Inyección periuretral de colágeno

H.      Hipnoterapia

I.        Medidas generales

 

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INFECCIÓN URINARIA RECURRENTE EN LA MUJER

Dra. Rosella Pradella de Potenziani, Dr. Julio César Potenziani B.


¿Cómo se define una infección urinaria (en la mujer)?

Es la entidad clínica cacterizada por la presencia de bacteriuria significativa 102,103, 104,105 o más UFC x mL (bacterias en orina) concomitantemente con la presencia de síntomas urinarios irritativo- obstructivos, hoy llamados síntomas de llenamiento y de vaciamiento vesical, como ardor urinario (disuria), frecuencia urinaria, urgencia urinaria, incontinencia urinaria de urgencia, nocturia, y dolor suprapúbico, peso en el vientre (hipogástrico) y en ocasiones fiebre y sangramiento urinario (hematuria), ocasionada por causas variadas entre las que destaca la colonización vaginal (introito vaginal), por gérmenes coliformes que llegan allí desde el área perineal-anal y luego colonizan el interior de la vejiga.

Cistitis recurrente

Las infecciones urinarias recurrentes consisten en la presencia de bacteriuria significativa (más de 105 UFC x mL y bacteriuria de 102,103, 104 en determinadas circustancias clínicas, intercaladas con períodos de orina estéril, acompañadas de sintomatología clínica compatible con cuadros de cistitis, por inflamación-infección de las mucosas uretrovesicales, sin comprometer el sistema urinario superior (riñones).

Son causadas por la persistencia de bacterias dentro del sistema urinario o la reinfección urinaria por nuevos organismos que provienen de sitios ajenos al sistema urinario, usualmente desde el sistema intestinal (bacilos coliformes) que una vez que llegan al introito vaginal, ascienden hacia la uretra y vejiga, colonizando el sistema urinario inferior si se dan las circunstancias medio-ambientales y tisulares adecuadas. Las causas usuales de esta migración son las relaciones sexuales que facilitan la migración de bacterias desde el área perineo-vaginal hacia la uretra y vejiga, sobre todo las relaciones anales sin las debidas normas de higiene necesarias (uso de preservativo, y solamenrte mantenerse en las relaciones anales sin complementar al mismo tiempo con relaciones vaginales).

Cistitis recurrente (definición propuesta por los autores):

Cuadro clínico caracterizado por síntomas urinarios de llenamiento y vaciamiento en grados diversos que se repiten en el tiempo, que afecta considerablemente la calidad de vida de las mujeres afectadas y que pueden tener en el urocultivo contajes bacterianos de 102,103, 104,105 o más UFC x mL, con microorganismos habituales (coliformes) o con microorganismos no habituales (Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealitycum, Gardnerella vaginalis, Mobiluncus curtisii, sp de Candidas, Trichomonas vaginalis, entre otras) o inclusive sin crecimiento bacteriano, causada por persistencia bacteriana (cepa idéntica a la cepa causante de la infección precedente) o por reinfección (cepa diferente a la cepa causante de la infección precedente) y debida usualmente a factores de riesgo (condicionantes) plenamente identificados como nuevas parejas sexuales, frecuencia sexual aumentada, promiscuidad sexual, historia previa de infecciones urinarias, utilización de diafragmas como método anticonceptivo, uso de tampones, uso de gel espermicida, uso de preservativos no lubricados, uso de ropa íntima sintética, antecedentes de vulvovaginitis a repetición, antecedentes de enfermedades de transmisión sexual en ambos integrantes de la pareja, aumento del consumo de cítricos y de productos lácteos; poca ingesta de líquidos, consumo de alcohol elevado, excesiva higiene vaginal, penetración peneana (a ciegas), práctica de coitos anales, hábitos miccionales anormales (retencionista u orinadoras frecuentes).

Este capítulo está enfocado hacia aquellas mujeres que presentan episodios recurrentes de infección urinaria, pasando por numerosos esquemas de tratamiento que ocasionan frustración tanto en la paciente como en el médico tratante y las llevan a un deterioro importante de su calidad de vida.

Se estima que en Estados Unidos de Norteamérica occuren anualmente más de 7 millones de episodios de infección urinaria y de éstas muchas mujeres tienen infecciones urinarias recurrentes.

En la Trigesimonovena Conferencia Interciencias sobre Agentes Antimicrobianos y Quimioterapia celebrada en septiembre 1999, Hooton y Stamm se refirieron a muchos aspectos de las infecciones urinarias así como de los factores que predisponen a algunas mujeres a tener infecciones urinarias recurrentes; se discutieron aspectos tales como utilización de espermicidas, el tener más de 4 relaciones sexuales por mes, nuevas parejas sexuales el año anterior, antecedente materno de infecciones urinarias, y primera infección urinaria antes de los 15 años de edad. ¿Predisposición genética y/o conductual?

El fenotipo secretor ABO no estuvo asociado a cistitis recurrentes, antes se decía que la mujer con grupos antigénicos sanguíneos no secretores eran más susceptibles a las cistitis recurrentes debido a que había más células uroepiteliales donde adherirse la Escherichia coli, no así con los secretores. Se cree que se sea así en mujeres postmenopáusicas con menos actividad sexual.

Estudios posteriores han determinado que la longitud de la uretra, el residuo urinario post- miccional (RPM), la distancia entre la uretra y el ano (que varía de mujer a mujer) y los hábitos urinarios no tienen relación con el aumento de incidencia de las infecciones urinarias recurrentes, sin embargo, nuestra experiencia ha sido otra, sobre todo en lo referente a residuo urinario y a ciertos hábitos urinarios particulares. Tampoco se ha mencionado asociación entre infecciones urinarias recurrentes en mujeres jóvenes y hábitos miccionales relacionados con las relaciones íntimas, con la vaginosis bacteriana, con las enfermedades de trasmisión sexual (ETS), con la práctica de lavados y duchas vaginales, con patrones determinados de higiene, tipo de ropa íntima utilizada o número de parejas sexuales. Todos estos factores de una u otra forma, nosotros si le hemos encontrado asociación con la cistitis recurrente en la mujer.

Raz y Stamm encuentran en las mujeres postmenopáusicas algunas diferencias; éstas son más propensas a tener orinas residuales, episodios de incontinencia urinaria, antecedentes de cirugías ginecológicas, historia de infección urinaria recurrente, y con fenotipo no-secretor. El uso de estrógenos tópicos reducen de manera importante los riesgos de presentar infección urinaria recurrente; al normalizar la flora vaginal se recoloniza la vagina con lactobacilos, disminuye el pH y disminuye la colonización con Echerichia coli y por lo tanto disminuyen las infecciones urinarias de 6 episodios al año a 0,5 episodios al año. Estos hallazgos son semejantes a los nuestros en cuanto al primer grupo, Hemos querido mostrar los resultados disímiles, para destacar la controversia que existe a nivel mundial en lo referente a los factores de riesgo de las mujeres con cistitis recurrentes.

Las infecciones urinarias en la mujer aumentan con las relaciones sexuales y con la edad, ya que en las etapas perimenopáusicas aumentan los índices infecciosos urinarios porque la falta de estrógenos produce cambios en la flora vaginal y en la población de bacilos acidófilos de Doderlein (protectores de la vagina) para combatir las colonizaciones bacterianas, cambios en la tonicidad y sostén de los órganos vecinos a la vagina (vejiga, recto, útero) todos ellos ocasionan fallas en las defensas vesicales, y en el vaciamiento urinario vesical, lo que facilita la colonización bacteriana que se conduce a infecciones urinarias.

Las recomendaciones sirven de ayuda a todos los médicos que tratan infecciones urinarias a repetición en mujeres sobre todo cuando éstas se presentan reiteradamente en el curso de años (más de 4 episodios/año) con riesgo de afectar el sistema urinario superior (1 de cada 5 mujeres con cistitis puede presentar pielonefritis) lo que puede alterar el funcionalismo renal y repercutir en la calidad de vida de las pacientes afectadas.

A estas pacientes se deben recomendar los medicamentos adecuados, así como las medidas necesarias para disminuir las recurrencias infec­ciosas; destacan las medidas referentes al cuidado e higiene ginecológica, así como la dieta que debe tener la paciente, quejunto con las recomendaciones conductuales urinarias, son la piedra angular para la recuperación y rehabilitación de sus vías urinarias

Es importante que los gineco-obstetras sepan manejar adecuadamente estas pacientes, puesto que generalmente es a estos especialistas a quienes las pacientes inicialmente consultan sus problemas urológicos como infecciones urinarias; en los controles ginecológicos rutinarios (que usualmente son cada 3,4,6 ó 12 meses) manfiestan sus síntomas urinarios que deben ser tratados de inmediato excepto aquellos casos en los cuales se sospeche una posible patología urológica, que motivará la referencia al urólogo, para estudio y tratamiento.

¿Cuándo ocurren las infecciones urinarias complicadas en la mujer?

Ocurren cuando hay:

1.     Alteraciones estructurales (orgánicas) subya­centes del sistema urinario.

2.     Enfermedades médicas que condicionan un estado de predisposición para las infecciones urinarias (sobre todo ginecológicas o intestinales)

3.      Enfermedades neurológicas que causan una incoordinación o discinergia entre la vejiga urinaria y el esfínter urinario externo (rabdoesfínter) con imposibilidad de orinar bien (en diferentes grados). Es decir pacientes con diversas modalidades de vejiga neurogénica.

4.     Vejiga de esfuerzo con divertículos vesicales, trabeculaciones gruesas persistentes al llenado vesical, sáculos vejigas miogénicas. Estas vejigas de esfuerzo causan alteración de los mecanismos tisulares de defensa a las infecciones que junto con otros factores como vejigas miogénicas con alteración de su estabilidad y funcionalidad, ocasionan grados diversos de orina residual.

5.      Trastornos tróficos por deprivación o falla estrogénica (bien sea por castración quirúrgica, castración farmacológica o períodos peri y postmenopáusicos que llevan a un cese de la presencia de los estrógenos sobre los receptores estrogénicos que sabemos se consiguen en la vagina, uretra, cuello vesical, vejiga, músculos del piso pélvico. Ocasionan fallas en las defensas tisulares por afectación de la circulación vesical, además de producir un acartonamiento de la mucosa y submucosa vesical con la ulterior facilitación para la colonización bacteriana del periné, vagina, vejiga. Además causa una flejamiento en el tono del músculo y fascia aponeurótica lo que puede llevar a prolapsos de diversos tipos (uterinos, vesicales, rectales, intestinales) con infecciones urinarias a repetición por falla del vaciamiento urinario.

6.     Enfermedades endocrinológicas como diabetes mellitus predisponen a las infecciones urinarias recurrentes por tres motivos, el primero por alteración en la sensibilidad y fuerza muscular de la vejiga lo que ocasiona hipoactividad en el vaciamiento y llenamiento vesical e hiposen- sibilidad al llenado vesical por lo cual se produce volumen de orina residual considerable, el segundo por los niveles elevados de azúcar en sangre y orina que favorece la colonizción bacteriana y con ello infecciones urinarias a repetición. El tercer motivo es la afectación que la diabetes provoca en la microcirculación de las paredes vesicales lo que elimina el factor de defensa tisular que tiene la vejiga para enfrentarse a las colonizaciones bacterianas.

7.    Descuido de episodios de infecciones urinarias simples.

Factores que ayudan a eliminar las infecciones urinarias recurrentes. ¿Cómo combatir las infecciones urinarias recurrentes?

Se debe recomendar a las pacientes algunas medidas relacionadas con su área gineco-urológica y con su esfera miccional, que las ayudará a disminuir o eliminar las infecciones urinarias recurrentes como son:

I.      Mantener la orina con un bajo pH (5,5 o menos) es decir mantener la orina ácida (con la ingesta de vitamina C, de tabletas de Cranberry o con la ingesta elevada de frutas y proteínas. El consumo de carnes blancas /rojas origina ácidos orgánicos derivados de la dieta (urea) que acidifican la orina al igual que las frutas.

II.    Asegurar micciones eficaces (vejigas balan­ceadas) con bajo residuo urinario postmiccional. No aguantar jamás las ganas de orinar. Orinar con tranquilidad, nunca apurada.

III.   Presencia   de una adecuada cantidad de bacilos acidófilos de Doderlein, sobre todo en etapas peri y postmenopáusicas, donde usualmente disminuyen considerablemente. Advertirles que deben estar pendientes al tomar antibioticos o con el uso de lavados vaginales excesivos como describiremos posteriormente ya que ambas eventualidades disminuyen considerablemente la población de lactobacilos al igual que los períodos

IV.    Evitar las vulvovaginitis de etiologías variadas (profilaxis ginecológica), por lo cual todo tipo de flujo (leocurrea) debe llevar a la mujer a la consulta especializada (ginecólogo).

V.    No deben realizar excesivos lavados vaginales y mucho menos con soluciones antisépticas. Sólo baño diario o posterior a las relaciones sexuales, siempre con jabones neutros como, jabones infantiles, de glicerina, o jabones de avena. En caso de tener que realizarse lavados gineco­lógicos:

1.       Con dispositivos o duchas, no hacerlo jamás de abajo (ano) hacia arriba (vagina) ya que estarían “contaminandose”

2.       No es necesario lavarse la vagina, luego de defecaciones diarias, solamente lavarse la región anal y con un jabón comercial normal. Nunca utilizar el mismo jabón con que se realiza el aseo anal para realizar el aseo vaginal.

3.       No es necesario lavarse la vagina, luego de orinar

4.       No es necesario lavarse la vagina con jabones comerciales o antisépticos a base de iodo, tipo iodo-polivinil-pirrolidona, o jabones líquidos antisépticos, después de una relación sexual. Lo que se recomienda es lavar con agua y si en caso, una mínima cantidad de jabón neutro como los recomendados arriba.

5.       Aclararle a nuestras pacientes que no deben preocuparse por no realizarse los lavados a los cuales ellas estaban acostumbradas, ya que la angustia de oler mal si no lo hacen no tiene bases ciertas, ya que es cuestión de costumbre y mentalización.

VI.    Relaciones sexuales frecuentes (4 a 12 veces por mes).

VII. De realizar relaciones sexuales anales, hacerlo con la debida protección del preservativo y sin combinar vías de entrada (anal-vaginal). Luego de este tipo de relación realizar un buen lavado genital y anal, aunque se haya utilizado un método barrera.

VIII.              No      utilizar protectores vaginales diarios, ni tampones vaginales, ya que promueven la posibilidad de colonización bacteriana vagino- uretral. Es importante aclarar que si la paciente nunca ha tenido infecciones urinarias, puede utilizar las alternativas antes mencionadas. No es recommendable colocarse papel higiénico en el introito vaginal después de orinar porque es factor de ayuda para producir cistitis recurrente. No utilizar gel espermicida. No utilizar diafragmas. Ambos están relacionados con la cistitis recurrente en la mujer (factores de riesgo)

IX.    Regularizar la actividad intestinal (tratar de tener regularidad defecatoria).

X.    Evitar irritantes urinarios en la dieta alimenticia diaria (café, té, bebidas gaseosas, bebidas alcohólicas, colorantes, snack bar, cítricos y lácteos, enlatados, carnes ahumadas o saladas, frituras o grasas excesivas, frutas ácidas como las manzanas, fresas, evitar tomates crudos, encurtidos, embutidos, chocolate, jugos artificiales). Debe ingerir líquidos en abundancia (2 a 3 litros al día) de los cuales el agua es la mejor. No hay sustitutos del agua.

FRECUENCIA Y CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS

En nuestro país no están cuantificado el número de consultas que se llevan a cabo al año por concepto de mujeres con infección urinaria, pero debo advertir que no es diferente a las cifras arrojadas por otros países. En Estados Unidos de Norteamérica las infecciones urinarias femeninas llevan anualmente a más de 6 millones de mujeres a las consultas médicas.

Las pielonefritis agudas (PNA) (infecciones urinarias altas), se presentan clínicamente con fiebre, escalofrios, postración en cama, quebranto generalizado, vómitos, deshidratación e hipotensión, dolor intenso a nivel de la fosa lumbar del riñón afectado, así como del flanco y fosa ilíaca del mismo lado, así como de la zona hipogástrica (vientre) ya que en la mayoría de las ocasiones se originan como infecciones ascendentes de cistitis agudas mal curadas o no tratadas.

Se pueden complicar con la denominada necrosis papilar aguda, con obstrucción ureteral. Absceso perinefrítico, shock séptico. Cuando las pielonefritis son de carácter crónico pueden ocasionar dolor crónico en el área lumbar, relacionado con los movimientos, con la actividad diaria de la paciente, pueden ocasionar cicatrices o melladuras sobre el parénquima renal vistas en ecografía, tomografias, urografías de eliminación y resonancias magnéticas nucleares, ocasionando al final disminución de la función global del riñon lo que llevan a la insufi­ciencia renal, cuando la afectación es de ambos

Factores como debilidad, vejez, cálculos renales, diabetes, anemia de células falciformes, obstrucción urinaria alta, toque sistémico importante, leuco­citosis, cuadro asociado de deshidratación por vómitos, dolor intratable con medicamentos ambulatorios o requirimiento de tratamientos antibióticos por vía sistémica (endovenosa), así como la presencia de un cáncer urológico subyacente, o estar recibiendo esquemas de quimioterapia por cualquier eventualidad, o presentar cuadros clínicos de nefropatías crónicas, se deben de hospitalizar.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS HABITUALES DE UNA MUJER CON UN CUADRO CLÍNICO DE CISTITIS?

La mujer con infección urinaria presenta: ardor urinario (disuria), urgencia urinaria (súbitas ganas de orinar, muchas veces sin poder contenerla) lo que se traduce en incontinencia urinaria, frecuencia urinaria diurna y nocturna (lo que se traduce en ir al baño frecuentemente ocasionando entorpecimiento de las labores habituales del día a día), sensación de plenitud o llenura en la zona del vientre (área suprapúbica), dolor en la misma zona, dolor de caderas o de espalda baja, muchas veces sangre al orinar (10-20 % de los casos), dolor durante la relación sexual (en la penetración) y postcoital, sobre todo al orinar, en ocasiones fiebre ya que el quebranto generalizado y la fiebre aparecerán en los casos donde las cistitis se hacen más intensas y la infección asciende a los riñones (pielonefritis), si fuera este el caso aparecerán los dolores en la espalda alta, en la zona de proyección renal, y en el ángulo costovertebral.

Deberemos investigar las posibles causas de las mismas, y la más frecuente es que haya concomi- tantemente infecciones vaginales con flujo (leucorrea), ya que en un 50-60 % de los casos se complican con secundarismos infecciosos urinarios, así como saber si la paciente ha tenido enfermedades recientes de trasmisión sexual y si ha tenido varias parejas sexuales.

¿DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL DE LAS CISTITIS FEMENINAS?

1.     Vulvovaginitis, cervicitis por enfermedades de

transmisión sexual (Haemophylus ducreyi,

Herpes virus genital, diplococos gonorrheae,

Chlamydia trachomatis, Gardnerella vaginalis,

entre otras).

2.     Dolores con la menstruación (dismenorrea)

3.     Endometriosis

4.      Sangramiento uterino disfuncional

5.     Enfermedad pélvica inflamatoria

6.     Embarazo

7.      Cálculos urinarios sobre todo cuando la migración o descenso del cálculo ha llegado hasta el tercio distal del uréter (uréter yuxtavesical-intramural- submucoso), lo cual ocasiona síntomas compa­tibles con procesos infecciosos, cálculos vesicales.

8.     Patologías anexiales (tubo-ováricas),

9.     Constipación

10.    TBC genitourinaria

11.    Tumores     vesicales

12.    Cistitis intersticial

13.    Alcance del psicosomatismo a nivel urinario vesical

14.    Vaginosis   bacteriana

15.    Estados     de hiperactividad vesical de diversa etiología.

16.    Vejiga        neurogénica

17.    Abuso        sexual

¿QUÉ EXÁMENES SE DEBEN HACER A LAS PACIENTES CON CISTITIS A REPETICIÓN?

El examen inicial que se debe realizar es el examen simple de orina donde precisaremos el examen de sedimento urinario para constatar bacterias, piocitos, leucocitos, hematies, mucina, cristales, principalmente. Y si la paciente no ha recibido antibióticos, debemos pedir un urocultivo con antibiograma.

Ver el test de nitratos positivos para confirmación de infección urinaria a pesar de que existe un porcentaje nada despreciable de resultados falsos negativos, por lo cual podríamos tener test de nitratos negativo y aun así tener una infección urinaria.

Si la paciente presenta toque del estado general y sus síntomas nos hacen sospechar de la posibilidad de una infección urinaria alta (pielonefritis) es necesario pedir una hematología completa. También se debe realizar química sanguínea para precisar niveles de glicemia, pruebas de funcionalismo renal, pruebas de funcionalismo hepático, ácidos grasos, así como niveles de calcio y ácido úrico en sangre y orina de 24 horas.

Si se piensa en la posibilidad de una alteración estructural de las vías urinarias es importante pedir estudios de imágenes (ecosonografía, tomografía abdomino-pélvica, resonancia magnética, urografía de eliminación si la paciente no es alérgica al iodo)

PERO DE MANERA CATEGÓRICA EN UNA INFECCIÓN URINARIA SIMPLE NO ESTÁN INDICADOS LOS ESTUDIOS IMAGENEO-LÓGICOS, PERO EN LAS CISTITIS RECURRENTES EN LA MUJER SI DEBEREMOS ESTUDIAR DE MANERA COMPLETA Y CONVINCENTE A NUESTRA PACIENTE.

Para completar la evaluación urológica, a las pacientes con cistitis recurrentes se les debe practicar una videoendoscopia urinaria para determinar el grado de afectación de la mucosa vesical, lesiones crónicas endovesicales, presencia o no de altera­ciones anatómicas en la desembocadura de los uréteres y descartar patologías congénitas endo- vesicales, presencia cálculos, así como lesiones por obstrucción de la salida vesical (bien sea estructural

o  funcional), y presencia o no de lesiones de tipo tumoral (cáncer de vejiga).

¿QUÉ OTROS FACTORES AYUDAN A LA APARICIÓN DE CISTITIS RECURRENTES (crónicas) EN LA MUJER?

Tenemos aproximadamente 15 años llevando a cabo un protocolo de estudio con una pesquisa sistemática en parejas cuya hembra se presentaba al consultorio con síntomas urinarios bajos recurrentes (cistitis crónica) y de manera bastante curiosa con urocultivos negativos y exámenes de sedimento urinario bastante aceptables y la cual era tratada previamente por varios especialistas (ginecólogos, urólogos, internistas, infectólogos) sin poder obtener una cura de sus síntomas. En estas mujeres realizamos estudios sistemáticos desde el punto de vista microbiológico a ambos integrantes de la pareja, y realizamos una amplia investigación de todos los posibles factores de riesgo que rodean a estas pacientes que padecen de infecciones urinarias recurrentes, tanto dentro de su esfera ginecológica, como de su esfera urológica y de sus hábitos en general.

Los síntomas urinarios bajos, de llenamiento y de vaciamiento se consideran después de 12 meses sin haberse logrado su eliminación completa o con la tendencia a recurrir con los esquemas habituales ¿Por qué las cistitis crónicas representan un problema individual y social?

Las infecciones urinarias en la mujer representan solamente en Estados Unidos de Norteamérica del

2   % al 5 % del total de las consultas médicas anuales (Rakel), con las consecuencias correspondientes en gastos de salud. Cincuenta por ciento de las mujeres presentan sintomatología infecciosa urinaria alguna vez en sus vidas y sólo la mitad de ellas tienen urocultivos positivos para infección, lo cual hace que una parte importante de ellas se pierdan de las consultas especilizadas al creer que no tiene patologías urinarias. La incidencia de bacteriuria en la mujer aumenta con la edad (sobre todo después de los 40 años), pero las infecciones urinarias tienen su máxima incidencia cuando las mujeres están en edad sexual activa. En 30 % a 40 % de las mujeres con infecciones urinarias agudas tipo cistitis, no se les realiza el diagnóstico con los métodos actuales de laboratorio (es decir con el criterio actual de 105 UFC x mL) ya que tienen contajes bacterianos de 102, 103 y 104 UFC x mL. Gallagher menciona un 41 % de mujeres con síntomas urinarios bajos compatibles con infección tipo cistitis agudas que tienen urocul-tivos negativos, por lo cual se deduce que no son exámenes con alta especificidad.

Schaeffer refiere que 30 %- 40 % de las mujeres tienen infecciones urinarias recurrentes que ocasio­nan afectación individual, familiar, social y profesional un gasto importante para pacientes, compañías aseguradoras y sistemas nacionales de salud. El problema de las cistitis recurrentes se incrementa con cada episodio infeccioso, como lo demuestran las cifras siguientes: solamente el 25 %- 30 % de las mujeres tendrá recurrencias infecciosas urinarias en el primer año y medio que sigue a una primoinfección urinaria baja, en cambio esa cifra de recurrencia aumenta un 80 %-85 % cuando la mujer ha tenido varios episodios de infección urinaria previa.

REALIDADES INOBJETABLES

Los actuales métodos de investigación de los agentes etiológicos en las infecciones urinarias en la mujer y en el hombre (urocultivos) no son eficaces debido a su baja especificidad.

El poder infectante de parejas masculinas hacia su pareja femenina afectada de infecciones urinarias recurrentes (reinfecciones o recaídas) la mayoría de las veces no diagnosticada por los métodos actuales de urocultivos es una realidad.

Los criterios de Kass en parejas femeninas con infecciones urinarias difíciles de pesquisar, deja pasar muchas infecciones que se incluirían si se cambia el criterios diagnósticos actual de más de 105 UFC x mL.

Es importante que se tomen en cuenta los factores condicionantes de la persistencia o recurrencia de las infecciones urinarias crónicas en la mujer, llamados factores de riesgo. La actividad sexual (nuevas parejas, frecuencia aumentada, promis­cuidad), historia previa de infecciones urinarias, utilización de métodos anticonceptivos como por ejemplo el díafragma, uso de gel espermicida, uso de preservativo no lubricado), uso de tampones, tipo de ropa íntima utilizada (sintética), antecedentes de vulvovaginitis a repetición, antecedentes de enferme­dades de trasmisión sexual (ETS) en ambos inte­grantes de la pareja.

Se deben implementar nuevos sistemas de investigación microbilógica en mujeres afectadas de síntomas urinarios bajos recurrentes que afecten su calidad de vida individual, social, familiar e íntima, y debemos incluir al varón en la pesquisa microbiológica aun cuando éste sea asintomático y se resista en muchas ocasiones a ser estudiado

DEFINICIONES QUE SE DEBEN TENER PRESENTE:

1.     Infección urinaria: inflamación del aparato urinario secundaria a agentes infecciosos con la presencia de bacterias en número de 100 000 o más unidades formadoras de colonias por mL (UFC x mL) con síntomas urinarios como frecuencia urinaria, urgencia urinaria, pola- quiuria, nocturia, incontinencia urinaria, hematuria, fiebre, cefalea y malestar general.

2.    Bacteriuria asintomática: presencia de bacterias en la orina en número variable de acuerdo a si es significativa (100 000 UFC x mL) o no significativa, sin estar asociada a sintomatología clínica urinaria.

3.    Bacteriuria significativa: Presencia de más de 100 000 bacterias de la misma clase por mL de orina, aislados en dos muestras de orina. (Gruneberg)

4.    Infección urinaria no complicada: infección urinaria aguda que ocurre usualmente en poblaciones jóvenes, con o sin la sintomatología urinaria clásica, pero con un aparato urinario normal, sin anomalías estructurales ni producida por trastornos funcionales, orgánicos y/o endocrino-metabólicos.

5.     Infección urinaria complicada: infección urinaria aguda y/o crónica que ocurre a cualquier edad, es con sintomatología urinaria clásica unida a fiebre, postración del estado general, de tratamiento difícil y con un aparato urinario superior o inferior con anomalías funcionales orgánicas y/o endocrino-metabólicas.

6.     Adherencia bacteriana: habilidad de la bacteria de adherirse a las mucosas de la vagina, uretra y vejiga por la presencia de fimbrias. Las fimbrias tipo 1 se ven en todas las especies de escherichia coli, pero de difícil adherencia al urotelio. Las fimbrias tipo 2 se adhieren al urotelio y están presentes sólo en algunas cepas de Escherichia coli y son las imputadas en la colonización y desarrollo de las infecciones urinarias tanto bajas como altas. Estas últimas se ven aproxima­damente en el 30 % de las mujeres.

7.     Flora vaginal normal: compuesta por 105-107 microorganismos por mL de flujo vaginal, donde hay un 75 %-90 % de especies de lactobacilos, difteroides, estafilococo epidermidis, anaerobios como el Propionibacterium, Veillonella, Eubacterium, Gardnerella vaginalis, levaduras, corynebacterias y estreptococos.

8.     Síndrome uretral (Potenziani): Síndrome urinario visto sobre todo en mujeres en etapa sexual activa y principalmente jóvenes, caracterizado por presentar frecuencia urinaria, ardor urinario, polaquiuria, nocturia, dolor suprapúbico, dolor uretral sobre todo miccional, con urocultivo estándar negativo, con presencia de microorganismos atípicos (muchos clasi­ficados como ocasionadores de enfermedades de transmisión sexual-ETS), y con sedimento urinario con leucocitos, hematíes, piocitos y mucina en cantidad leve o moderada, en ocasiones con relajación incompleta del rabdoesfinter unido en ocasiones a una falta de relajación del piso pélvico muscular (disfunción del piso pélvico muscular) que añade al síndrome síntomas como dispareunia, micciones dificultosas y cuadros variables de constipación fecal, unido a una afectación variable de la calidad de vida de la

9.     Enfermedad pélvica inflamatoria (EPI):

síndrome causado por microorganismos que invaden el aparato genital femenino a nivel de ovarios, trompas uterinas y útero, en ocasiones hay toque al estado general con postración, fiebre, signos variables de inflamación peritoneal, y con secundarismos como endometritis, salpingitis, anexitis, abscesos tuboováricos, peritonitis, sepsis e inclusive en casos muy raros muerte.

10.Infección urinaria en pacientes con vejigas neurogénicas que se realicen cateterismos vesicales intermitentes tener contajes bacterianos de 102 o más UFC x mL = 100 o más se considerainfección urinaria.

11.    Infección urinaria en pacientes con alteración de la continuidad de su sistema urinario con derivaciones urinarias continentes o no continentes con contajes bacterianos de 104 o más UFC x mL se considera infección urinaria. En orinas recolectadas por aspiración suprapúbica contajes bacterianos de más de 0 UFC x mL se considera infección urinaria.

12.Infección urinaria recurrente: aquellas que se repiten numerosamente alternadas con períodos de esterilidad urinaria (es decir sin crecimiento bacteriano) causada o por persistencia bacteriana (cepa idéntica a la cepa causante de la infección precedente) o por reinfección (cepa diferente a la cepa causante de la infección precedente).

13.    Factores de riesgo: Según la OMS “cualquier características o circunstancias detectables de una persona o grupo de personas asociadas con el aumento de probabilidad de padecer,desarrollar

o                      estar especialmente expuesta a un proceso mórbido”

14.    Cistitis recurrente (definición propuesta por los autores): cuadro clinico caracterizado por síntomas urinarios de llenamiento y vaciamiento en grados diversos que se repiten en el tiempo, que afecta considerablemente la calidadde vida de las mujeres afectadas y que pueden tener en el urocultivo contajes bacterianos de 102,103,104, 10[2] o más UFCx mL, con microorganismos habituales (coliformes) o con microorganismos no habituales (Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealitycum, Gardnerella vaginalis, Mobiluncus curtisii, sp de Candidas, Trichomona vaginalis, entre otras) o inclusive sin crecimiento bacteriano, causada por persistencia bacteriana (cepa idéntica a la cepa causante de la infección precedente) o por reinfección (cepa diferente a la cepa causante de la infección precedente) y debida usualmente a factores de riesgo (condicionantes) plenamente identificados como nuevas parejas sexuales, frecuencia sexual aumentada, promis­cuidad sexual, historia previa de infecciones urinaria, utilización de díafragmás como métodos anticonceptivos, uso de tampones, uso de geles espermicidas, uso de preservativos no lubricados, uso de ropa íntima sintética, antecedentes de vulvovaginitis a repetición, antecedentes de enfermedades de trasmisión sexual en ambos integrantes de la pareja, ingesta de cítricos aumentada, ingesta de productos lácteos aumentada, pobre ingesta líquida, elevada ingesta alcohólica, excesiva higiene vaginal, tipo de penetración peneana (a ciegas), práctica de coitos anales, hábitos miccionales anormales (retencio- nista u orinadoras frecuentes).

15.   Calidad de vida (QoL): Bienestar físico, mental y social que pudiera tener el paciente y no enfocado solamente en la eliminación del factor patológico (enfermedad o condición nosológica que sufra el paciente). (OMS). Representa la respuesta individual a los efectos de la enfermedad sobre la esfera física, mental y social del paciente sobre su vida diaria que tendrá influencia sobre la satisfacción personal de cada persona en relación a las circunstancias de su vida (Bowling 1997)

FACTORES DE RIESGO EN LAS MUJERES CON CISTITIS RECURRENTES 1) EDAD

Las mujeres tienen incidencia aumentada de las infecciones urinarias en varias etapas de su vida. Ellas son: la etapa en la cual inician su actividad sexual lo cual cada vez es más precoz, con aumento de la incidencia de enfermedades de trasmisión sexual que sin duda llevan a mayor probabilidad de infecciones urinarias. En edad sexualmente activa cunado tienen posibilidades de presentar infecciones y una vez llegada al período perimenopáusico se añade factores hormonales (deprivación estrogénica) que también contribuye a la incidencia aumentada de cistitis. Por último en la vejez se suman a los problemas hormonales los factores anatómico- funcionales de deterioro de las vías urinarias que llevan a un aumento de la orina residual y con ello unido a otras enfermedades coexistentes (tipo diabetes mellitus) conducen a una incidencia mayor de infecciones urinarias que pueden volverse recurrentes.

Mujeres de 15-25 años (etapa juvenil-Rísquez) tienen enfermedades infecciosas pertenecientes a enfermedades de trasmisión sexual con las consecuencias y pronósticos que todos conocemos, además de que el 40 % de los adolescentes entre los 13 y los 16 años ingieren alcohol (informe final Proyecto Venezuela Fundacredesa) que sin duda representa también un factor de riesgo significativo estadísticamente para las cistitis recurrentes.

2.    CONSUMO o INGESTA DE CÍTRICOS

El consumo de altas cantidades de cítricos, produce una alcalinidad urinaria exacerbada del medio urinario (los cítricos son los más potentes alcalinizantes urinarios, por su contenido de citratos de donde viene su nombre) con lo que se provoca un medio urinario favorable para la adquisición o mantenimiento de las infecciones urinarias debido a que la orina ácida, es una de las barrera fisiológica para la instalación de un infección urinaria (colonización bacteriana).

3.     CONSUMO O INGESTA DE PRODUCTOS LÁCTEOS

El aumento de en el consumo de productos lácteos tiene las mismas implicaciones que el consumo de cítricos, es decir, alcaliniza el pH urinario lo que produce un incremento de las infecciones urinarias. Generalmente las mujeres con infecciones urinarias recurrentes refieren un alto consumo productos lácteos tales como leche, quesos y yogurt (más de 4 vasos al día unido a la ingesta de quesos y yogurt).

4.    INGESTA LÍQUIDA

Las mujeres en general son poco tomadoras de líquidos lo que es un factor de riesgo, sobre todo en países como el nuestro con clima cálido, que reduce a el volumen urinario, con aumento de la posibilidad de desarrollar una infección urinaria aguda o crónica al disminuir el “efecto lavado” de las micciones y disminuir la dilución urinaria con aumento de la concentración urinaria.

produce en la mucosa vesical un substrato inflama­torio que disminuye la capacidad de defensa tisular a las constantes colonizaciones urinarias de que son objeto las mujeres durante toda su vida, las cuales, de contar con todos sus mecanismos de defensa intactos, no desarrollarían infecciones urinarias como tal, pero al tener alguno de sus puntos de defensa alterados o eliminados, se favorece sin duda alguna los episodios muchas veces repetitivos de bacteriuria e infecciones urinarias.

El consumo de alcohol es un hábito muy extendido en nuestro medio al igual que en otras partes del mundo; tanto hombres como mujeres son consu­midores de alcohol y con ello tienen una incidencia aumentada de inflamaciones-infecciones urinarias. Las bebidas alcohólicas son un factor de riesgo que intensifica los síntomas urinarios de llenamiento y de vaciamiento y agrava los cuadros clínicos ya instalados previamente a menos que la ingesta líquida sea verdaderamente intensa.

6.    HIGIENE VAGINAL

Este punto es de vital importancia en mujeres con infecciones urinarias recurrentes; se ha compro­bado que este aspecto favorece las apariciones de infecciones urinarias recurrentes en mujeres de todas las edades.

Un importante porcentaje de mujeres consideran que el aseo vulvo vaginal varias veces al día, es necesario por higiene, por evitar olores desagra­dables, o por imitar los hábitos de otras mujeres de la familia (hermanas, madres, abuelas); esto no es recomendable porque se eliminan los bacilos acidófilos de Doderlein que favorecende la acidificación vaginal que representa una barrera protectora ante la colonización bacteriana perineo- introital vaginal-uretrovesical. Los lactobacilos acidófilos convierten el glicógeno vaginal en ácido láctico y producen peróxido de hidrógeno, lo que hace el medio vaginal ácido que limita o inhibe el crecimiento desproporcionado de microorganismos patógenos así como los de la flora vaginal normal. Cuando este proceso se altera por cualquier causa, se origina un crecimiento no controlado tanto de la flora patógena como de la flora vaginal normal, lo que conduce a cuadros clínicos de vaginitis, vaginosis con secundarismos urinarios (cistitis aguda, cistitis recurrente). Se favorece el crecimiento de bacterias como la Gardnerella vaginalis, diferentes especies de candida, Mobiluncus curtisii, Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealiticum, species de Estreptococos, especies de Estafilococos, Trichomona vaginalis, colibacilos y anaerobios como especies de bacteroides, especies de peptoestrepto- coco.

En el concepto de vaginosis bacteriana el contaje de microorganismos se incrementa a 10[3] micro­organismos por gramo de flujo vaginal, ya que al haber supresión de los lactobacilos hay un incremento secundario del pH vaginal y esto a su vez crea el medio propicio para el crecimiento desproporcionado de microorganismos patógenos y no patógenos.

En nuestro estudio solamente 5 mujeres (6,25 %) hacían una higiene vaginal adecuada con aseo o limpieza vaginal 1 vez al día con su baño diario. En

23   casos (28,75 %) las mujeres hacían higiene vaginal con el baño(s) una o dos veces por día, postcoital o después de orinar, este hábito se encuentra muy extendido en nuestras mujeres. En 42 casos (52,5 %) manifetaron que realizaban higiene vaginal varias veces por día, inclusive con antisépticos vaginales (iodo-polivinilpirrolidona u otros) lo que dieminuye la defensa de la mucosa vaginal, uretral y vesical a la colonización bacteriana posterior desarrollo de infecciones urinarias agudas o crónicas, por estos motivos se debe instruir a las pacientes en cuanto a su higiene vulvo vaginal.

7   FRECUENCIA DE COITOS

La actividad sexual aumenta la concentración bacteriana en la orina, lo que coincide con el hecho de que la mujer que no lleva vida sexual tiene tres veces menos riesgo de infección urinaria que la que tiene si tiene actividad sexual. La frecuencia de coitos es factor de riesgo para el desarrollo de infecciones urinarias recurrentes, sobre todo cuando aumenta la frecuencia de las relaciones o cuando hay pareja sexuales nuevas.

mujer se han “acostumbrado”, lo que conduce a balanitis en el hombre, usualmente por Gardnerella vaginalis o a los síndromes de vaginosis bacteriana en la mujer, de etiologías variadas (Gardnerella vaginalis, Trichomonas vaginalis, Candida albicans u otras especies, entre las más comunes). Estos cuadros son característicos de parejas donde uno o los dos integrantes tienen más de 1 compañero sexual.

9.    FRECUENCIA DE COITOS ANALES

La realización de coitos anales, sin la protección de preservativo en el hombre está relacionado directamente con la contaminación con bacterias coliformes del área anal, perianal y vagino-uretral, ya que aunque el varón de la pareja utilice preser­vativo, no deja de producirse contaminación del área perineal, y vaginal con bacterias del área de colon-recto. Este hábito más frecuente de lo que se cree en todo tipo de parejas, condiciona en la mayoría de los casos una contaminación del área ano-vaginal debido a que los que practican esta alternativa sexual, usualmente no siguen métodos más higiénicos sino que en muchas ocasiones realizan penetración anal y posteriormente penetración vaginal en el mismo coito, lo que conlleva una contaminación del área vaginal y uretral con bacilos coliformes que predispone infecciones urinarias recurrentes.

10.       PENETRACIÓN PENEANA-VAGINAL DIRIGIDA

La penetración peneana dirigida por la pareja origina menos incidencia de infecciones urinarias que la penetración peneana a ciegas, que significa que el pene va buscando la entrada vaginal, desde el área rectal pasando por el área perineal hasta conseguir finalmente el introito vaginal. Esto se considera un factor de contaminación, ya que antes de entrar a la vagina el pene toca la zona anal y perineal, pudiéndose contaminar con patógenos coliformes que posteriormente causan infecciones urinarias muchas veces recurrentes.

11.   ANTECEDENTES GINECOLÓGICOS

Se consideran antecedentes ginecológicos posi­tivos, episodios de vaginitis, leucorrea, enfermedad inflamatoria pélvica, anexitis o tratamientos por enfermedades de transmisión sexual (ETS) de cualquier naturaleza.

En más de tres cuartas partes existen antecedentes ginecológicos positvos; se debe advertírsele a las pacientes del riesgo que corren de tener afecciones inflamatoria-infecciosas gineco-lógicas si no se administra tratamiento lo más pronto posible. Un 60 % de mujeres con afecciones ginecológicas no tratadas a tiempo, desarrollan secundariamente problemas urológicos inflamatorios. Lo contrario no sucede.

Otro aspecto de gran importancia en nuestro quehacer urológico diario con las pacientes que nos consultan por síntomas de cistitis recurrentes de tiempo variable de evolución son los antecedentes de infecciones urinarias que tienen ellas las cuales han sido vistas y analizadas no sólo por urólogos, sino por médicos generales o ginecólogos que controlan a dichas pacientes y los cuales en sus exámenes urinarios de control no ven indicios de infección urinaria y al respecto nosotros en la práctica díaria sólo una mínima cantidad de mujeres con cistitis recurrentes tienen antecedentes positivos de infección urinaria basados en urocultivos estándares, mientras que la mayoría no tiene infeccion urinaria Esto significa que más de las 3/4 partes de las pacientes se le díagnostica infección urinaria basados en el sedimento urinario (bacterias, leucocitos, piocitos, glóbulos rojos) sin la debida confirmación del urocultivo, o simplemente por la sintomatología de la paciente sin confirmación bacteriologica.

Una de las explicaciones a esta situación es que los criterios actuales de los laboratorios generales o bacteriológicos, el diagnóstico de infección urinaria se hace cuando hay más de 105 unidades formadoras de colonias por mL de orina de una bacteria determinada, y no permiten el diagnóstico de infecciones urinarias en contajes de 102 a 104 UFC x mL. En nuestra casuística con el urocultivo, basado en el criterio de Kass (1956) de más de 105 UFC x mL sólo una minima cantidad de pacientes por debajo del 25 % tiene resultados positivos para infección, en cambio casi en un 80 % los resultados fueron negativos para infección urinaria lo que nos demuestra la falta de sensibilidad y especificidad de este método en comparación con otras pruebas tipo los de pesquisa microbiológica del aparato genital femenino (Carmona). Pero a su vez hemos constatado que de aquellas pacientes cuyos resultados del urocultivo fueron negativos para infección urinaria por el criterio de Kass más del 75% tenían contajes de 102, 103, 104 con patógenos no usuales en los urocultivos (Gardnerella vaginalis, Estafiloco saprofiticus, Mobiluncus curtisii, Trichomonas vaginalis, Chlamydía trachomatis, Diplococo gonorreae, Ureaplasma urealyticum, herpes virus) y que fueron tratados específicamente con mejoría del cuadro clínico de la paciente y los exámenes ulteriores de laboratorio de control.

Microorganismos como Trichomona vaginalis, especies de Candida, Herpes genital, Gardnerella vaginalis, Mobiluncus curtisii, Chlamydia trachomatis, virus papiloma humano (VPH), Ureaplasma urealyticum, tienen una incidencia en nuestra casuística de más del 60 % de las pacientes con cistitis recurrentes y estos son microorganismos “no buscados” en urocultivos estándares. En menos del 40 % hemos tenido urocultivos positivos con microorganismos que si se pesquisan habitualmente en los laboratorios (Klebsiella, Escherichia, Proteus, estafilococo).

Más del 50% de las mujeres con cistitis recurrentes de nuestra casuística tienen encases de lactobacilos por diversas causas, entre los cuales las más común es la excesiva higiene vaginal en combi­nación con antisépticos cutáneos que prácticamente barren con la población de lactobacillos bifidos vaginales, originándose entonces una “predispo­sición” en el área introital vaginal a las invasiones- colonizaciones bacterianas, con el aumento de la incidencia de las infecciones urinarias recurrentes (cistitis recurrentes), por fallas en las defensas naturales que deben tener los tejidos vaginales a la colonización bacteriana.

Kunin en 1993 analizó la asociación entre síntomas urinarios agudos femeninos y con bajo contaje bacteriano, y concluyó que en mujeres sintomáticas con bajo contaje bacteriano se puede consideraa como una fase inicial de las infecciones urinarias clásicas (105 UFC x mL o más).

Anderson menciona que las mujeres con cistitis recurrente sintomática con urocultivos negativos con bajos contajes bacterianos de menos de 103 UFC x mL y con patógenos anaeróbicos o incluso otros microorganismos responsables de enfermedades de transmisión sexual (ETS) como Ureaplasma urealyticum, Chlamydía trachomatis representan una franja poblacional que se incrementa día a día y también se relacionan con casos de cistitis inters­ticial, síndrome uretral, síndromes de trigonitis crónica, que son muy frecuentes en la consulta diaria urológica, pero que todavía no han sido completa­mente entendidos ni resueltos y que pueden tener una explicación bacteriana.

En estas pacientes con cistitis recurrentes vemos otra constante y es que más del 75% ha recibido tratamientos antibióticos teniendo o no la confir­mación bacteriológica en el urocultivo, lo cual en muchas ocasiones provoca un aumento de la resistencia bacteriana adquirida (RBA) a los antibióticos utilizados y con ello hace más difícil el éxito del tratamiento y la erradicación de la infección urinaria, aparte que no son tratamientos específicos para lo que presenta la paciente, haciendo con esto no sólo que fracase el tratamiento sino que se mantenga un estado inflamatorio-infeccioso de las vías urinarias que a la postre es un factor más del lento restablecimiento que pudiera tener dicha paciente y esto está directamente relacionado con el deterioro de su calidad de vida en todos los aspectos que la componen, ya que además son pacientes que tienen tiempo sufriendo de la sintomatología urinaria molesta antes de acudir a un especialista que la enfoque adecuadamente.

En nuestras pacientes con cistitis recurrentes hemos visto también que tienen hábitos miccionales anormales y por ello buscamos de manera definida 2 patrones miccionales que son en primer lugar los hábitos retencionistas que como sabemos ocasiona vejigas grandes y perezosas con hipoactividad del músculo detrusor, con residuos postmiccionales altos (más de 100 mL) y por ende con la posibilidad de presentar infecciones urinarias. Hemos notado que más del 50 % de ellas lo tienen ya que son “conductas aprehendidas” de las mujeres de su familia (madres, hermanas, abuelas) que rechazan la posibilidad de acudir a baños ajenos por causas higiénicas originán­dose entonces vejigas grandes perezosas y con residuos postmiccionales elevados, con la incidencia aumentada de infecciones urinarias, más aun si la paciente tiene enfermedades o condiciones predispo­nentes de dichas infecciones, como por ejemplo diabetes o está en su período peri o postmenopáusico.

En segundo lugar buscamos otro patrón miccional que es el de mujeres orinadoras con un grado de ansiedad importante, que puede ocasionar micciones frecuentes con vaciamientos incompletos por espasticidad del rabdoesfínter o esfínter externo voluntario y grados variables de disfunción del piso pélvico muscular, que a su vez origina una frecuencia urinaria exacerbada cerrándose el circulo vicioso. Estas pacientes pueden tener grados variables de incoordinación conductual entre el músculo detrusor y el esfínter, sin sustrato neurológico alguno y presentan grados variables de orina residual con la posible consecuencia de las infecciones urinarias.

Es útil mencionar que la vejiga cuenta con una serie de mecanismos de defensa ante las invasiones bacterianas diarias como son el vaciamiento vesical adecuado sin dejar volumen de orina residual; el flujo urinario adecuado, con garantía de un vaciamiento vesical rápido y efectivo que arrastre las posibles invasiones bacterianas que se producen; la reducción de la adherencia bacteriana que aumenta el “efecto lavado” a través de las secreciones o moco-mucina urotelial; la presencia de IgA secretoria como defensa antibacteriana; el buen trofismo de las paredes vesicales que aseguran una buena irriga­ción y sin padecer cambios en la microestructura anatómico-funcional de la vejiga debida a obstruc­ción funcional u orgánica de la salida vesical y/o por cambios debidos a la senilidad.

En numerosas ocasiones el urólogo recibe una referencia de la paciente que describe que presenta un sedimento urinario anormal o inclusive “infeccioso” cuando en realidad no tenemos juicios de laboratorio para tal afirmación, por lo que nos permitimos referir lo que por definición es un sedimento urinario o examen microscopico del sedimento “anormal”, donde el hallazgo de 5 o más glóbulos rojos por campo de alto poder de resolución (x400) será anormal, y/o el hallazgo de 5 o más glóbulos blancos por campo de alto poder de resolución (x400) es anormal; se denomina piuria en el hombre, a la presencia en el sedimento urinario de más de 5 leucocitos por campo de alto poder de resolución y a más de 20 leucocitos en la mujer. Todo esto con el añadido de características físicas como la turbiedad de la orina, el color de la orina, el pH de la misma donde la alcalinidad de la orina (es decir orinas con un pH mayor de 6,5) puede indicar la presencia de un factor inflamatorio-infeccioso de la misma y la determinacion de bacterias a través de los niveles de nitritos, esta es una prueba con posibilidad de presentar un elevado número de falsos negativos (si la paciente orina frecuentemente, si la orina contiene niveles bajos de nitratos o si la bacteria no contiene nitrato-reductasa) y la presencia de mucina en grados variables.

En 3/4 de nuestras pacientes con cistitis recurrentes existe inflamación trigonal (cervico- trigonitis) al tacto uroginecológico y en una tercera parte de ellas tienen leucorrea, lo que puede indicar una afección primaria en las vías ginecologicas, que muchas veces se combina con inflamación pélvica ginecológica. En ocasiones se presenta con dolor a la palpación renal y puño-percusión renal positiva. En 3/4 de nuestras pacientes existe dolor a la

palpación hipogástrica (zona de proyección vesical).

Queremos destacar que la pareja masculina debe ser también evaluada porque al realizar la pesquisa microbiológica hemos podido constatar que son numerosas las parejas que comparten el mismo microorganismo, que va ocasiona en ella la sintomatología de la cistitis recurrente, por lo cual siempre recomendamos en este tipo de pacientes considerar el estudio microbiológico del aparato genital masculino con la muestra del líquido prostático posterior a masaje, y conseguiremos en un alto porcentaje de casos con hallazgos micro- biológicos que pueden explicar la sintomatologia urinaria clasica de cistitis recurrente en sus parejas.

Al estudio endoscopóco de las vías urinarias bajas vemos en más del 80 % edema vesical con alfombrado fibrinoso y eritema de las mucosas.

El hecho de que consigamos lesiones crónicas de la vejiga habla en favor de la tardanza en nuestro diagnóstico, motivado por factores como los criterios obsoletos en el diagnóstico de infección urinaria en el laboratorio, ignorancia en saber que numerosas enfermedades de trasmisión sexual pueden ser responsables de cistitis recurrentes, en la ignorancia de saber que el factor masculino de la pareja puede erigirse en un factor de contaminación e infección de su pareja, en que ciertos hábitos miccionales pueden llevar a cistitis crónica en la mujer, a que hábitos sexuales también pueden ser contaminantes y favorecedores de infecciones urinarias crónicas en la mujer y que ciertos hábitos de higiene y alimentación pueden favorecer el desarrollo de cistitis crónicas en la mujer.

Queremos concluir este capítulo de infecciones recurrentes en la mujer dando las siguientes recomendaciones generales:

recomendar tratamiento médico con contajes tan bajos como 102 o 103 UFC x mL, ya que podrían haber otros agentes no bacterianos responsables de la sintomatología urinaria o también que existen otras patologías no infecciosas del sistema urinario que dan síntomas parecidos a los producidos por las infecciones urinarias.

Stamm refiere que el criterio cuantitativo de 105 o más UFC x mL que define las infecciones urinarias en las mujeres, no debería seguir vigente y refiere que contajes bacterianos de 102, 103, 104 UFC x mL con sintomatología urinaria con piuria, 5 ó más leucocitos en el hombre o 20 o más leucocitos en la mujer por campo de alto poder de resolución (x400) en presencia de Estafilococos saprófitos o Colibacilos debería sospecharse una infección urinaria.

2.     Es trascendental el papel del hombre en la transmisión de enfermedades que provoquen infecciones urinarias recurrentes en la mujer. Las prostatitis pueden ser consideradas como enfermedades de transmisión sexual con todas sus consecuencias por lo cual debemos estudiar microbiológicamente al hombre y en casos de cistitis recurrentes femeninas y en casos de prostatitis a repetición en el hombre y debemos cuidar a nuestras pacientes con el uso de preser­vativo y tratar no sólo a la mujer sino también al hombre.

Entonces en los casos de infecciones urinarias recurrentes en la mujer y en los síndromes de prostatitis en el hombre, deben hacerse pesquisas bacteriológicas del aparato genital femenino y masculino ya que serán sin duda más completos en la información que obtiene el médico tratante, con lo cual se garantiza un mejor tratamiento y una resolución del problema y con ello una mejoría inmediata de la calidad de vida de la paciente afectada.

En ésta última será útil no sólo determinar la colonización de la vulva, labios mayores y menores, uretra y vejiga por gérmenes patógenos, sino precisar el pH del introito vaginal, la presencia de células clave y la presencia del número de bacilos acidófilos de Doderlein, responsables de la acidez necesaria que tienen las mucosas vaginales como uno de los medios de combatir la posible colonización bacteriana y tomar en cuenta no sólo microorganismos “usuales” y típicos como la Escherichia coli, Klebsiella sp, Proteus sp, Pseudomonas aeruginosa, Enterobacter sino también microor­ganismos “no usuales o atipicos” como la Chlamydía trachomatis, Ureaplasma urealy­ticum, especies de candida, Gardnerella vagina­lis, Tricomonas vaginalis, Mycoplasma hominis, bacterias habituales de la flora vaginal normal, Estafilococcus saprofyticus, que hemos demos­trado son agentes etiológicos de cistitis recurrentes y que al ser tratados desaparece completamente la sintomatología urinaria y se negativizan los urocultivos.

Sabemos por ejemplo que 10 %-15 % de las adolescentes femeninas sexualmente activas están infectadas por Chlamydía trachomatis, incre­mentándose en poblaciones urbanas (grandes ciudades), en clase socioeconómica pobre y en mujeres jóvenes de raza negra.

3.     Recomendarle a nuestras pacientes el decálogo de las buenas y malas costumbres en relación a su área perineal-ginecológica-urológica y con ello disminuir o eliminar las infecciones urinarias recurrentes.

4.     Advertirles a las pacientes con cistitis recurrentes la íntima relación que existe entre alimentación, hábitos sexuales, hábitos miccionales, higiene gineco-urológica y la ocurrencia de infecciones urinarias recurrentes y de infecciones ginecoló­gicas de índole variada.

5.     Advertirles a las pacientes que si presentan cualquiera afección ginecológica un 60 % de ellas pueden tener secundariamente afectación inflamatorio-infecciosa de sus vías urinarias, por lo cual es imprescindible no descuidar el área gineco-urológica.

6.     Es imprescindible valorar con cuestionarios clínicos, entregados en nuestras consultas (de urología y de ginecología) el impacto que las infecciones urinarias a repetición han tenido en la vida diaria de la paciente (QoL), repercu­siones en su esfera íntima, familiar, social, profesional, con síntomas de disuria, frecuencia urinaria, urgencia urinaria, incontinencia de urgencia, dolor suprapúbico, dolor en la parte lumbar baja, dolor en el área lumbar alta (zona de proyección renal), dolor uretral y dolor al coito (dispareunia), por lo que debemos alertar de todos los aspectos que pueden verse involucrados por la presencia de infecciones urinarias recurrentes en la mujer.

7.     Crear nuevos planes o esquemas de tratamiento que abarquen no sólo los aspectos de fármacos antibióticos sino también fármacos musculo- trópicos y anticolinérgicos, fármacos específicos para las enfermedades de transmisión sexual (como Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, Gardnerella vaginalis, Trichomona vaginalis, especies de estafilococos, Mobiluncus curtisii, entre otros) y recomendaciones conductuales sobre los hábitos alimentarios, miccionales, sexuales y de higiene que hagan a la paciente femenina más resistente al desarrollo de infecciones urinarias recurrentes, sin olvidar agregar fármacos de sustitución o reemplazo hormonal (estrógenos) cuando sean necesarios, por presentar la paciente indicaciones precisas para su utilización (deprivación estrogénica perimenopáusica y postmenopáusica o por castración quirúrgica, cuantificada por examenes de niveles hormonales de hormonas sexuales séricas, por las condiciones clínicas de los tejidos dependientes de las hormonas sexuales (aparato ginecológico, aparato urinario inferior, musculatura del piso pélvico) donde consegui­remos receptores estrogénicos en altas concentra­ciones, y por las repercusiones clínicas óseas (en la densimetría ósea) de la deprivación estrogénica.

 

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INTRODUCCIÓN

La cistitis intersticial fue descrita por primera vez por Skene en 1887. Es más frecuente en mujeres que en hombres con una relación 10:1. En las mujeres se presenta preferiblemente entre los 40-60 años con frecuencia urinaria en aumento, urgencia urinaria y dolor vesical, que también se manifiesta en aumento progresivo; también se ha señalado que es más frecuente en la población blanca (caucásica).

A pesar del impacto negativo que tiene sobre la calidad de vida de los pacientes afectados, la cistitis intersticial ha sido ignorada por todos los campos de la medicina (Moldwin).

Según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos de Norteamérica el 40 % de estas pacientes no pueden trabajar, debido a la CI-SVD, 58 % no son capaces de tener relaciones sexuales y 55 % consideran el suicidio entre sus posibilidades, ante la frustración y angustia que les produce en esta enfermedad. Puede asociarse a colon irritable, alergias y fibromialgia (Alagiri Urology 49(5A) May 1997).

Solamente en Estados Unidos de América hay entre 500 000 y 1 000 000 de personas afectadas. En Europa la incidencia de CI-SVD es de 18 por 100 000. Singh de la Universidad de Pensylvania cree que estas cifras se deben a que en Estados Unidos están más atentos a este diagnóstico y existe más información al público y a los médicos al respecto. En países como el nuestro no hay un subregistro sino una falta de conocimiento de la enfermedad por parte de una gran cantidad de profesionales de la medicina, ya que es una entidad relativamente poco conocida.

Probablemente muchas veces hemos tenido pacientes con esta enfermedad y el diagnóstico no se ha realizado; el cuadro clínico puede confundirse en las mujeres con cistitis recurrente o con síndrome de urgencia-frecuencia y con prostatitis recurrente en el hombre, asimismo en ambos puede plantearse como una enfermedad psicosomática debido a los síntomas pélvicos crónicos que no mejoran con el tratamiento convencional. Por tanto se hace indispensable conocer a fondo los criterios diagnósticos, para evitar en el paciente el deterioro severo de la calidad de vida y caiga en una crisis de frustración-ansiedad, que difícil es de controlar.

En algunos casos el diagnóstico es tardío (5-10 años), previamente se hacen una gran variedad de diagnósticos que incluyen enfermedades psico- somáticas o problemas psiquiátricos que hacen que sean evaluados por diferentes médicos.

Frank profesor asociado del Departamento de Medicina Familiar de la Case Western Reserve University refiere que 66 % de estas pacientes son anhedónicas (pérdida de la sensación de placer en los actos que normalmente lo producen, especialmente en los sexuales-Dicc. Terminológico de Ciencias Médicas-Salvat), 56 % son pacientes depresivos y 30 % sufren de ansiedad. Por todo esto usualmente en una cantidad no conocida, son muchos los pacientes que teniendo cistitis intersticial, se pierden del diagnóstico por considerarlos pacientes psicosomáticos, depresivos o ansiosos. Lo peor es que el primer médico que ve al paciente, posible­mente lo dirigirá por patologías de su especialidad (por ejemplo si en un ginecólogo-obstetra pensará estar en presencia de una endometriosis, si es un internista-reumatólogo, creerá que se trata de una enfermedad tipo fibromialgia, o una enfermedad psicosomática con la vejiga como órgano blanco, si es un urólogo creerá posiblemente que se trata de una cistitis recurrente por infinidad de factores los cuales llevan tiempo dilucidar y descartar.

Las mujeres con cistitis intersticial-SVD son sometidas a histerectomías en un 40 % a 50 % de los casos, pensando en endometriosis.

Los médicos generales (internistas), urogi- necólogos, urólogos, y gineco-obstetras deben familiarizarse con el diagnóstico de esta entidad devastadora ya que mientras mayor sea el rango de los que diagnostiquen la misma, mejor será para el paciente afectado.

Una de las características es que en etapas iniciales se puede confundir con otras patologías como por ejemplo una trigonitis crónica y repetitiva en la mujer (cervicotrigonititis seudomembranosa con amplias superficies de la mucosa vesical cubiertas con un exudado fibrinoso) o con el síndrome de urgencia-frecuencia en la mujer, o con una prostatitis crónica recidivante en el hombre, o también con estados sintomáticos de obstrucción de la salida vesical usualmente imputable a la glándula prostática.

En 1987 el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos de Norteamérica comenzó una amplia investigación, en la cual médicos como Parson, Hanno, Wein, Sant, Chaikin, Blaivas, Chancellor entre otros, están haciendo los aportes necesarios para que se realice el diagnóstico en etapas precoces y no en casos más severos, avanzados y con menos probabilidad de poder ayudarlos.

Aun cuando hay polémica al respecto al término síndrome de vejiga dolorosa es mejor entendido que el de cistitis intersticial; no son sinónimos puesto que no toda las vejiga dolorosa tiene el diagnóstico de cistitis intersticial, pero lo contrario si es cierto (es decir toda cistitis intersticial tiene vejiga dolorosa [Sant]). La denominación vejiga dolorosa es más descriptiva de lo que sucede clínicamente (Chaikin)

ES UNA DE LAS ENFERMEDADES MENOS ENTENDIDA. MÁS CONFUSAS EN SU FISIOPATOLOGÍA Y MÁS DIFÍCILES DE TRATAR POR NO DECIR EN OCASIONES CASI IMPOSIBLE, LO CUAL GENERA UNA VERDADERA ANGUSTIA EN LOS PACIENTES QUE VEN COMO CON DIFERENTES TERAPIAS NO SÓLO NO CONSIGUEN MEJORÍA SINO QUE SE EMPEORA SU SITUACIÓN TANTO ORGÁNICA COMO EMOCIONALMENTE, EXCLUYENDOLOS PROGRESIVAMENTE DE TODA ACTIVIDAD PERSONAL Y COLECTIVA DEBIDO A SU ALTO GRADO DE MOLESTIAS. EN PAÍSES DESARROLLADOS EXISTEN ASOCIACIONES QUE AGRUPAN A ESTOS PACIENTES Y LES DAN CHARLAS Y RECOMENDACIONES PARA TRATAR

DE ALIVIAR LA SINTOMATOLOGÍA URINARIA Y PÉLVICA MOLESTA Y ORIENTARLOS EN SUS TRATAMIENTOS.

La cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa como lo llamaremos de ahora en adelante, lo englobaremos con el acrónimo de CI-SVD se considera uno de los mayores causantes de dolor pélvico crónico tanto en hombres como en mujeres en quienes es más frecuente y es motivo de diagnósticos erróneos en la mayoría de los casos, ya que esta patología, como casi todo en medicina, debe tenerse en mente para hacer el diagnóstico.

Es una condición recurrente y muchas veces invalidante desde el punto de vista del dolor y de las repercusiones que la frecuencia urinaria, tanto diurna como nocturna, tiene en el quehacer diario de los pacientes afectados.

DEFINICIÓN

La cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa (CI-SVD) es una condición patológica, dolorosa, recurrente y crónica de la vejiga, muchas veces invalida al paciente por el dolor y por las repercusiones que tiene sobre las actividades comunes de los afectados.

Se cree que afecta a millones de personas en el mundo entero. Responde a múltiples etiologías y se manifiesta con síntomas como frecuencia urinaria, tanto diurna como nocturna, urgencia urinaria y dolor vesical significativo, que usualmente mejora al vaciar la vejiga; dolor en hipogastrio, y dolor perineal.

No se puede demostrar infección (bacteriana o no bacteriana) ni otra patología como infección urinaria, carcinoma de vejiga, cistitis por radioterapia, o cistitis por quimioterapia o inducida por otras medicaciones. Su comienzo es gradual con avance hacia estados de severo dolor, molestias urinarias y repercusiones emocionales-psicológicas que obligan al paciente a buscar atención médica (Parson); todo esto determina efectos devastadores sobre todos los aspectos de calidad de vida (QOL) de la persona afectada; hasta el presente esta entidad no tiene cura y los tratamientos que se aplican tienen una gran variabilidad en sus efectos deseados.

SÍNTOMAS Y SIGNOS

Los síntomas que presentan los pacientes son variables, no sólo de un paciente a otro sino aun en el mismo paciente. Comienza como una molestia suave, con sensación de presión y de inflamación en el área de proyección vesical y de los órganos pélvicos circundantes a la vejiga (colon sigmoides, útero, anexos, ano-recto, entre otros.

Desde el punto de vista urológico tendremos síntomas compatibles con una hiperactividad vesical (frecuencia, urgencia, incontinencia de urgencia y nocturia), lo que se agrega es el dolor, el cual es variable y se puede agravar durante el período menstrual.

La CI-SVD no tiene características específicas y la incongruencia es muchas veces lo frecuente y característico; por ejemplo, en algunos pacientes la frecuencia urinaria está en concordancia con el llenado vesical, es decir a mayor volumen urinario intravesical se desencadenan los síntomas urinarios y dolor, pero otras veces no es así ya que pacientes con vejiga normal y capacidad normal tienen también frecuencia urinaria, lo que contradice la aseveración anterior.

La frecuencia urinaria puede ser de 40 a 60 veces al día lo que ocasiona en el paciente una alteración tanto en su vida profesional-laboral, como en su vida social, familiar e íntima; en este último caso puede ocasionar dispareunia importante. Muchas veces el dolor no está relacionado con el llenado vesical sino que tiene su origen en la médula espinal lo que hace que el mismo se extienda a toda la pelvis y se agrava con las relaciones sexuales y con la micción. En muchas pacientes el dolor es constante.

Sin embargo, un diagnóstico presuntivo de cistitis intersticial-SVD se plantea cuando hay urgencia urinaria anormal, lo que determina frecuencia urinaria, dolor vesical (referido a la zona del hipo­gastrio); el 20 % de las pacientes con cistitis intersticial no presentan dolor.

Parson en 1990 publicó en Neurourology Urodinamics 9(3):241-250,1990 las manifestaciones clínicas más comunes en una población de 200 pacientes y encontró que el 85 % tiene un componente intenso de dolor vesical y un 15 % tiene un componente suave de dolor vesical. Este dolor se exacerba con el llenado vesical y con el no vaciado de la vejiga y se mejora con el vaciado urinario de la vejiga.

Debemos explicar que no sólo en el área vesical tendremos el dolor, también las pacientes se quejan de dolor en el área vaginal, perineal, en la parte inferior de la espalda (zona lumbosacra) y en la zona interna de los muslos. Es importante que sepamos que usualmente en más del 75 % de los casos no hay ardor urinario (disuria).

Es muy esporádica la aparición de sangre al orinar (hematuria). La edad usual es entre 42 y 46 años. Usualmente al presentarse al médico la paciente ya tiene más de 3 a 4 años con la sintomatología dolorosa (Parson,Hand). Estas pacientes tienen que levantarse a orinar de noche por lo menos 2 veces, y esto se incrementa con el avance de la enfermedad en el tiempo. La capacidad funcional miccional de estas pacientes va de 50 a 100 mL, lo que se traduce en una frecuencia urinaria exacerbada que deteriora severamente la calidad de vida de la paciente portadora de la condición patológica.

Nueve (9) de cada 10 pacientes son mujeres. La CI-SVD afecta a tres de cada 10 mujeres en etapa sexual activa, los síntomas se desencadenan al momento de la relación íntima por lo cual, la paciente evita dichas relaciones para no tener dolor. Muchas veces el período menstrual exacerba los síntomas descritos previamente. El ejercicio físico, los viajes en automóvil, los viajes en avión y las virosis en general incrementan las manifestaciones clínicas de la CI-SVD

Estos pacientes refieren que con ciertos alimentos como el chocolate, alimentos picantes, frutas cítricas, frutas ácidas en general, sal, sales de potasio, encurtidos, embutidos, alimentos ahumados, tomates, bebidas alcohólicas, bebidas gaseosas, se exacerban los síntomas arriba descritos de la CI- SVD.

Rothrock (Urology 57:3, 422-427 March 2001), sugiere la relación entre estrés-ansiedad de la vida diaria y síntomas de cistitis intersticial, sobre todo en pacientes con enfermedad no controlada clínicamente y con síntomas severos.

ETIOLOGÍA-PATOGÉNESIS

La etiología de la cistitis intersticial es desconocida, sin embargo, hay varias teorías para explicar su origen las cuales están en investigación y son las siguientes: agentes infecciosos difíciles de cultivar, ADN persistente en los tejidos vesicales después haber tenido infección; daño a la mucosa vesical, o a la capa protectora de GAG (glicosa- minoglicanos), lo que permite la “fuga” de proteínas urinarias así como de toxinas urinarias dentro de las paredes vesicales; estados inflamatorios mediados neurológicamente; estados de isquemia de la pared vesical; enfermedades autoinmunes.

Fue Hunner en 1915 quien describió en su trabajo “A rare type of bladder ulcer in women. Report of cases. Boston Med Surg J 1915;172:600, por primera vez la aparición de úlceras en la mucosa vesical. Se han sugerido un sinnúmero de etiologías como las que describimos arriba, aunadas a desordenes linfáticos, desordenes neurológicos, desordenes psicológicos, vasculitis.

EL FACTOR QUE JUEGA UN ROL DETERMINANTE EN LA ETIOLOGÍA DE LA CONDICIÓN DE CI-SVD ES EL DEFECTO DEL EPITELIO VESICAL CON PÉRDIDA DE LA BARRERA NATURAL “SANGRE-ORINA”, LO QUE LLEVA A UNA MEMBRANA CELULAR PERMEABLE. ACONTECE ENTONCES QUE DE MANERA CRÓNICA-PERSISTENTE, MOLÉCULAS PEQUEÑAS DE TOXINAS O PROTEÍNAS, O POTASIO, CAEN AL INTERSTICIO CELULAR, PRODUCEN EFECTO EXCITATORIO SOBRE LAS TERMINACIONES NERVIOSAS Y SE LLEGA A UNA DEPOLARIZACIÓN DE ELLAS Y CON ELLO SE OCASIONA CLÍNICAMENTE URGENCIA URINARIA, FRE­CUENCIA URINARIA Y DOLOR.

Elbadawi (Urology 49(5A) May 1997 señaló las posibles etiologías de la cistitis intersticial basado en estudios ultraestructurales de la pared vesical explica las implicaciones del sistema inmunológico activado por la exposición de factores infecciosos, con aumento de los mastocitos dentro de la lámina propia y del músculo detrusor en pacientes con cistitis intersticial, esto sugiere la posible secreción de productos histamínicos. La vasodilatación y los metabolitos del ácido araquidónico ulteriormente estimulación la acción quimiotáctica en el intersticio. La eosinofilia inflamatoria resultante puede ser la causa de la persistencia del estado inflamatorio y la destrucción tisular que caracteriza los hallazgos histológicos en la cistitis intersticial-SVD.

La población celular urotelial dañada por los mecanismos autoinmunes o infecciosos sigue siendo un factor estimulante para los mastocitos los cuales secretan citoquinas.

De otra parte, la posibilidad de que sea de origen inflamatorio está cuestionada debido a que no se han podido aislar de manera usual, leucocitos, citoquinas u otros mediadores inflamatorios en la orina del casi

No se sabe si los mastocitos tienen un papel protagónico o secundario en los pacientes con CI- SVD puesto que en un 30 % pueden provocar los síntomas sobre todo en personas atópicas (alérgicas). La estimulación de los mastocitos provoca anormalidades tanto en la permeabilidad epitelial como en la actividad de la célula muscular lisa (del detrusor). Cuando hay aumento del nivel estrogénico y hay estrés, se activan los mastocitos y sabemos que ambas circunstancias están presentes en momentos sintomáticos de los pacientes portadores de CI-SVD.

¿Será que los mastocitos acuden en respuesta a cualquier factor causante de CI-SVD como todo un mecanismo de defensa y posteriormente se convierten en parte del problema final (Parson)?

La reducción de la perfusión vascular afecta negativamente la mucosa vesical, el músculo detrusor, y la nutrición nerviosa e inicia una cascada de acontecimientos que lleva a la iniciación de síntomas desagradables que acompañan a los pacientes con CI-SVD.

En esto también hay discrepancias ya que la radioterapia es causante de disminución de la perfusión vascular vesical y ese es un factor etiológico claro de CI-SVD, pero choca con los requisitos previos de la definición de cistitis intersticial donde no debe haber factores condicionantes como por ejemplo la radioterapia. Esto se presta a discusión.

La “fuga epitelial ” ocurre en el 70 % de los pacientes con CI-SVD y en 30 % no; según Parsons se pueden agrupar los pacientes en con o sin fuga epitelial. Los glicosaminoglicanos (GAG) están considerados como el mecanismo más importante en la capa epitelial, actuando como barrera entre vejiga y orina (barrera sangre-orina o hemato- urinaria).

Los GAG-mucina (proteoglicanos de superficie) tienen muchos roles protectores en la vejiga, entre los que podemos mencionar el mecanismo antiadherente de los solutos y la regulación de su transporte epitelial. Previenen también la adherencia bacteriana, los cristales de todo tipo, las proteínas e iones. Con detergentes y ácidos diluidos desaparecen estas cualidades pero el GAG puede ser reemplazado por polisacáridos exógenos como la heparina o el polisulfato de pentosan (PPS). Al GAG se le unen moléculas de agua fuertemente unidas al oxígeno del grupo de los sulfatos preferentemente bario, calcio e iones hidrógeno. Las moléculas de agua se interponen entre la superficie celular vesical y el medio ambiente (representado por orina) convir­tiéndose así en una barrera física a los solutos urinario (urea, calcio).

Parsons, Wein, Sant, Chaikin mencionan que los polisacáridos de superficie están disminuidos y no ausentes en pacientes con CI-SVD, por sulfatación de los polisacáridos, disminución de la densidad o espesor de las capas de la vejiga o la presencia de compuesto como las aminas cuaternarias que podrían inactivarlos.

La”fuga” epitelial tiene su equivalencia clínica en la urgencia y la frecuencia. Un punto donde Parsons está desarrollando un aliado importante en el tratamiento y diagnóstico de estas pacientes, es el metabolismo del potasio urinario, relacionado con el déficit de moco. Si este falla, la permeabilidad a través de él aumenta y el potasio puede acceder a los espacios subepiteliales, con lo cual se produce una despolarización de los nervios sensoriales que regulan las fibras del origen del dolor. Despolariza también el músculo liso lográndose espasmo e inestabilidad o hiperactividad vesical.

Los factores psicosomáticos que se creían iniciadores de la CI-SVD están presentes como efectos de la enfermedad y no como causante de la misma. Ellos son ansiedad, depresión por los efectos devastadores de la incapacidad de mejorar tanto en lo concerniente al dolor crónico pelviano y al hecho de que la frecuencia urinaria les impide descansar y dormir, entrando en un cansancio crónico que llevará también a la depresión.

EPIDEMIOLOGÍA

Parece un contrasentido el hecho de que a pesar de la alta incidencia que tiene la patología en los países desarrollados, de que la enfermedad ocasiona efectos secundarios importantes y de que inclusive es tal la importancia de la cistitis intersticial-SVD que existen asociación que agrupan estos pacientes en sus respectivos lugares de origen y hay grupos por internet que conversan sus situaciones y como han podido enfrentarlas, no existen trabajos de investigación desde el punto de vista epidemiológico que ayuden a pesquisar mejor estas pacientes.

 

 

La CI-SVD es más común en mujeres que en hombres. Sólo en EE.UU hay aproximadamente 1 millón de pacientes afectados y la mayoría (88-92 % son mujeres). Sin embargo, no podemos extrapolar cifras ya que lo más importante que es cómo hacer el diagnóstico está bajo profundos cambios y bajo intensa investigación. Existe una relación mujer- hombre de 10:1. Afecta usualmente a personas por encima de 18 años. Es más frecuente en blancos (caucásicos) aunque también se reporta en la raza negra. Pacientes con diabetes tiene más riesgo (Parson-Hanno).

La incidencia en personas del pueblo judío es de 400 % más alto que el resto de los grupos humanos considerados. De manera característica según Parson, muchas características epidemiológicas de la CI-SVD son idénticas a los demostrados en pacientes con enfermedades intestinales crónicas.

Parson entre otros (Wein, Sant, Chaikin, Hanno) refieren que por ejemplo sabemos que aproxi­madamente un 50 % de mujeres que sufren infecciones urinarias (o mejor dicho los síntomas de ellas) no tienen confirmación de la misma en los exámenes bacteriológicos por lo cual podríamos

decir que se trata del denominado síndrome uretral.

Actualmente hay teorías que sustentan que los síndromes uretrales pueden considerarse formas ligeras o incipientes de cistitis intersticial, la cual podría desaparecer o incrementarse y por supuesto agravarse en el correr de los años venideros.

DIAGNÓSTICO

CRITERIOS PARA DEFINIR LA CISTITIS INTERSTICIAL

El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos de Norteamérica (NHI) desarrolló criterios de diagnóstico para definir la cistitis intersticial- SVD, fueron hechas en 1987-1988 y son las siguientes:

Se debe cumplir con el requisito de que por lo menos en cada categoría (A y B) haya por lo menos un hallazgo endoscópico y/o un síntoma, a saber:

CATEGORÍA “A”

1.   Glomerulaciones difusas (10 o más por cuadrante en al menos 3 cuadrantes de la vejiga)

2.    Úlceras de Hunner

CATEGORÍA “B”

1.   Dolor asociado a la vejiga

2.    Urgencia urinaria

Cuestionario de cistitis intersticial CI-SVD - Índice de síntomas “OLeary-Sant”

1.    ¿Durante el pasado mes qué tan a menudo ha sentido Ud. una fuerte necesidad de orinar con poco o ningún aviso previo?

Nunca = 0 puntos

Menos de 1 vez en 5 = 1 punto

Menos de la mitad de las veces = 2 puntos

La mitad de las veces = 3 puntos

Más de la mitad de las veces = 4 puntos

Casi siempre = 5 puntos

2.   Durante el pasado mes ha tenido Ud. que orinar con menos de 2 horas de intervalo de su última orinada?

Nunca = 0 puntos

Menos de 1 vez en 5 = 1 punto

Menos de la mitad de las veces = 2 puntos La mitad de las veces = 3 puntos Más de la mitad de las veces = 4 puntos Casi siempre = 5 puntos

3.    ¿Durante el pasado mes qué tan a menudo se levanta en la noche a orinar?

Nunca = 0 puntos

1  vez = 1 punto

2   veces = 2 puntos

3   veces = 3 puntos

4   veces = 4 puntos

5   o más veces = 5 puntos

4.   ¿Durante el pasado mes ha experimentado Ud. dolor o sensación quemante en su vejiga?

Nunca = 0 puntos

Pocas veces = 2 puntos

Casi siempre = 3 puntos

Muy a menudo = 4 puntos

Siempre =5 puntos

CALIFICACIÓN

NINGÚN SÍNTOMA = 0 puntos SÍNTOMAS LEVES = hasta 4 puntos SÍNTOMAS MODERADOS = 4 a 11 puntos SÍNTOMAS INTENSOS = 12 a 20 puntos

COMENTARIO: si usted presentara síntomas moderados o intensos es importante visitar a un especialista para su pronto enfoque terapéutico.

Cuestionario de cistitis intersticial

CI-SVD - Índice de Problemas “OLeary-Sant”

Durante el pasado mes, cuál de las situaciones que se mencionan ha sido un problema para usted?

1.   ¿Orinar frecuentemente en el día?

Ningún problema = 0 puntos Muy pequeño problema =1 punto Pequeño problema =2 puntos Problema moderado = 3 puntos

Un gran problema = 4 puntos

2.    ¿Levantarse en la noche a orinar?

Ningún problema = 0 puntos Muy pequeño problema = 1 punto Pequeño problema = 2 puntos Problema moderado = 3 puntos Un gran problema = 4 puntos

3.    ¿Necesidad de orinar con poco aviso?

Ningún problema = 0 puntos Muy pequeño problema = 1 punto Pequeño problema = 2 puntos Problema moderado = 3 puntos Un gran problema = 4 puntos

4.   ¿Sensación quemante, dolor, molestia o presión en su vejiga?

Ningún problema = 0 puntos Muy pequeño problema = 1 puntos Pequeño problema =2 puntos Problema moderado = 3 puntos Un gran problema = 4 puntos

CALIFICACIÓN

NINGÚN SÍNTOMA = 0 puntos SÍNTOMAS LEVES = hasta 4 puntos SÍNTOMAS MODERADOS = 4 a 11 puntos SÍNTOMAS INTENSOS = 12 a 16 puntos

COMENTARIO: si usted presenta síntomas moderados o intensos es importante visitar a un especialista para su pronto enfoque terapéutico.

FACTORES QUE DESCARTAN LA POSIBI­LIDAD DEL DIAGNÓSTICO DE CISTITIS INTERSTICIAL (CI-SVD)

V       Tener menos de 18 años de edad

V       Tener frecuencia urinaria diurna de menos de 8 ocasiones

V       Tener frecuencia urinaria nocturna de menos de

2     ocasiones

V       Tener capacidad vesical máxima mayor de 350

mL, estando el paciente despierto

V      No tener urgencia miccional, con la vejiga con 100 mL de gas o 150 mL de agua

V      Presencia de contracciones no inhibidas (hiperactividad) en la cistometría

V      Tener síntomas urinarios o generales persistentes que tengan menos de 9 meses

V      Tener síntomas que mejoren con antibióticos, con antisépticos urinarios, con analgésicos urinarios (fenazopiridina) con anticolinérgicos.

V      Tener infección urinaria o inflamación-infección prostática en los últimos tres meses

V      Tener herpes genital activo

V      Tener presencia de divertículo uretral

V      Tener cáncer cuerpo uterino, cáncer de cuello uterino, cáncer vaginal, cáncer uretral cáncer vesical, en los últimos 5 años

V      Tener antecedentes de haber recibido quimio­terapia intravesical, o terapia con ciclofosfamida,

o        haber tenido tuberculosis genitourinaria, o cistitis actínica (por radioterapia).

V      Tener antecedentes de haber tenido tumores vesicales (benignos o malignos)

Anteriormente se mencionaban otros criterios de exclusión como:

V      Ausencia de urgencia sensorial

V      Contracciones vesicales involuntarias (CNI)

V      Presencia de vaginitis

V      Presencia de cálculo ureteral bajo (ilíaco- pelviano-intravesical)

V      Presencia de cálculo vesical

Según muchos investigadores y urólogos del mundo entero, estos criterios en ocasiones dejan fuera a muchos pacientes que padeciendo la enfermedad no puede ser diagnosticada siguiendo los parámetros antes descritos, pero representa una gran ayuda para el urólogo o el internista que sigue el caso.

EVALUACIÓN

¿Cómo llegar al diagnóstico en un(a) paciente que tenga CI-SVD?

El diagnóstico depende de los signos-síntomas que tenga el paciente y que además cumpla con los criterios para definir la CI-SVD (NHI-1987-1988),o criterio de la NIDDKD. Las características más frecuentes en pacientes con CI-SVD son frecuencia nocturna de por lo menos 2 veces, 8 o más micciones en el día, urgencia urinaria moderada y opcio­nalmente dolor vesical o pélvico, con hallazgos cistoscópicos bajo anestesia de inflamación de la pared vesical (el examen diagnóstico más importante) incluyendo úlceras o glomerulaciones de Hunner, las cuales se ven en el 90 % de los pacientes con CI-SVD, todo esto en ausencia de enfermedades que causen estos síntomas.

ESTOS CRITERIOS NO SIEMPRE SON ACERTADOS, PERO FACILITAN LA BÚSQUEDA DE ESTA PATOLOGÍA.

En la reunión de la AUA (American Urological Association) en Junio 2001 en Anaheim-California, Parson recomendó simplificar la búsqueda al recomendar que siempre se piense en esta entidad, cuando se tenga una paciente con dolor pélvico inexplicado, vulvodinia, infecciones urinarias a repetición a pesar de tomar en cuenta todos los factores de recurrencia, dolor postcoital; pacientes con criterio de tener síndrome uretral, se debe investigar una cistitis intersticial-SVD, pacientes con síntomas urinarios que perduren en el tiempo y no curen con rapidez, como en el 99 % de los otros pacientes.

Igualmente cuando se tenga un paciente masculino con episodios repetitivos de prostatitis con una sintomatología florida se debe pensar en cistitis intersticial-SVD, así como aquel paciente que presente sintomatología urinaria sin encontrar causas orgánicas que las expliquen.

Algo fundamental que debemos hacer con estos pacientes es llenar el diario vesical durante una semana, para precisar el tipo de sintomatología que tiene el paciente y con ello saber si pudiéramos estar en la vía del diagnóstico de una cistitis intersticial.

Más del 90 % de las pacientes tendrán dolor al palparles la base vesical (pared anterior vaginal) durante el examen ginecológico.

Es importante descartar la presencia de bacteriuria significativa, la cual de presentarse explica los síntomas parecidos a los de la cistitis intersticial; es importante realizar una excelente pesquisa microbiológica femenina (Carmona), la cual incluye organismos que no son normalmente detectados en urocultivos “comunes”(Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, Mobiluncus curtisii,

Gardnerella vaginalis, Candida albicans, sp. de herpes, virus papiloma humano, Trichomona vaginalis, entre otros.

Si tenemos una paciente con síntomas persistentes urinarios con urocultivos negativos durante varios meses, se debe pensar en cistitis intersticial.

En pacientes masculinos con síntomas urinarios parecidos a los de la CI-SVD se debe practicar examen digital prostático y si se encuentran signos compatibles con prostatitis está indicado dar tratamiento con fluorquinolonas y antiinflamatorios no esteroideos; en caso de persistir los síntomas y signos se debe practicar un test de Stamey o patrones de localización bacteriana uretroprostático.

SISTEMÁTICA DIAGNÓSTICA en CISTITIS INTERSTICIAL-SVD

1.   Examen de orina (sedimento urinario)

2.    Cultivos urinarios con antibiograma

3.    Citología urinaria

4.   Diario vesical x 7días

5.   Estudios de imágenes Ecosonografía pélvica Ecosonografía renal

6.      Descartar la presencia de enfermedades de transmisión sexual (ETS)

7.   Estudio urodinámico (sólamente a pacientes que tengan interrogatorio que haga sospechar la presencia de disfunción miccional, o con altos volúmenes de orina residual o pacientes con pérdidas involuntarias de orina)

8.    Test de Stamey o pesquisa microbiológica del aparato genital femenino y masculino

9.    Cistoscopia con hidrodistensión vesical Sedación

Irrigar agua estéril a 80 mL de agua de presión, lo cual se logra con subir la irrigación a 80 mL del nivel del paciente. Irrigar solamente por 5 a 8 minutos Utilizar lentes de 30°, 70° y 0°

Recordar que bajo sedación profunda o con el paciente anestesiado la capacidad funcional vesical es de 800 a 1 200 mL.

10.   Test del potasio

11.  Biopsia vesical (después de haber completado la hidrodistensión)

12.  Analgesia-anestesia posterior a la hidrodistensión unido a la biopsia vesical, la cual se logra con 30 a 50 mL de una mezcla al 1:1 de gel o presentación viscosa de lidocaína + clorhidrato de bupivacaína al 0,5 % instilados intravesical.

CISTOSCOPIA BAJO ANESTESIA CON HIDRODISTENSIÓN VESICAL MÁXIMA

Se debe realizar distensión vesical a máximo llenamiento bajo anestesia general para poder evidenciar la inflamación vesical a través de lesiones glomerulares y/o ulceras de Hunner.

A través del llenado vesical se puede también tener un punto más de confirmación del diagnóstico de cistitis intersticial, ya que de presentar el paciente una capacidad vesical reducida inclusive bajo anestesia general o peridural podríamos hacer el diagnóstico de distensibilidad reducida lo cual es una característica de la cistitis intersticial o síndrome de vejiga dolorosa, siendo esto uno de los pocos hallazgos urodinámicos ya que como dice Parson aprox. un 4 % de pacientes con CI-SVD tendrá miopatía del detrusor lo cual ocasionaría vejigas atónicas o hipotónicas de gran capacidad (más de

1   000 mL) con residuo urinario de más de 100 mL.

Practicar biopsia de la pared vesical durante la cistoscopia no ayuda en el diagnóstico de cistitis intersticial-SVD, pero si para descartar otras patologías (cáncer vesical), sin embargo hay que mencionar que Sant dirige su terapia para los casos de CI-SVD en relación a los hallazgos histo- patológicos de la biopsia vesical y vemos que si en la biopsia vesical consigue mastocitos, la terapia puede ser polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®), con el agregado de un antihistamínico del tipo hidroxizine (Atarax®), en cambio cuando en la biopsia vesical no consigue mastocitos da polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®) + un antidepresivo tipo amitriptilina + un anticolinérgico.

¿Cuál es la sistemática que debemos adoptar en una cistoscopia bajo anestesia con la realización de hidrodistensión vesical, para descartar cistitis intersticial?

1.     Preparación con campos quirúrgicos estériles.

2.     Utilizar cistoscopio estándar

3.     Utilizar líquido de irrigación estéril.

4.     Revisar uretra proximal y distal en busca de patologías como divertículos, cálculos, puntos de sutura, tumoraciones. Revisar el cuello vesical y ver su organicidad y funcionalidad para descartar patologías que pudieran explicar la sintomatología del (a) paciente.

5.    Revisar la vejiga en búsquedas de causas que expliquen la sintomatología como por ejemplo, cistitis exudativa (fibrinosa-pseudomembranosa), cistitis quistita, cálculos vesicales, tumores vesicales, signos endoscópicos de vejiga de esfuerzo (trabeculaciones, divertículos, sáculos) persistentes al llenado vesical.

6.     Observar si con el llenado vesical aparecen úlceras de Hunner, que sólo se presenatan en el 6-8 % de los pacientes. En ocasiones las cicatrices previas de zonas biopsiadas pueden confundirse con ulceras de Hunner (75 % de las úlceras descritas son zonas cicatriciales de biopsias previas).

7.     Determinar con precisión la vascularización de la vejiga (si está normal, diminuida o aumentada).

8.     Elevar la bolsa del líquido de irrigación a 80 cm del paciente y dejar pasar líquido continuo por 5 a 8 minutos. Si ocurren fugas de líquido intravesical tapar la uretra y posteriormente dejar salir el líquido y anotar su cantidad. Observar si el líquido que sale está sanguinolento.

9.     Precisar el número de glomerulaciones presentes, indicar sus características (localizadas, confluen­tes, difusas)

10.  Si se ha planeado una hidrodistensión terapéutica volver a llenar la vejiga con liquido irrigante por

5                a 8 minutos a una presión de 80 cm de agua (80 cm por arriba del nivel del paciente (o de la vejiga).

11.    Si está planteado realizar una toma de biopsia, siempre es conveniente hacerlo después de haber terminado la hidrodistensión. Usualmente no se obtiene ningún aporte para el diagnóstico de la CI-SVD pero si tendremos diagnóstico en el caso de carcinoma in situ, presencia de mastocitos con la coloración de azul de toluidina, presencia de células inflamatorias, y presencia de adelgazamiento de la mucosa vesical.

12.    En 1996 Messing EM, Pauk D, Schaeffer AJ. Journal Urology 1996; 155(Suppl): 438 A, Abstract 512. describieron los hallazgos sugestivos de cistitis intersticial como una vejiga de baja capacidad funcional, glomerulaciones o petequias (90-95 % de los casos) y aparición de ulceras de Hunner en un 5­10 % de los casos). Menciona también los hallazgos inconsistentes con cistitis intersticial como son vejiga de gran capacidad funcional, ausencia de glomerulaciones y en la biopsia falta de cambios inflamatorios.

Recordarle al paciente que durante las siguientes

4     semanas puede tener un empeoramiento de la sintomatología que acompaña a su cistitis intersticial. Como menciona Moldwin es importante aclararle al paciente que la hidrodistensión se está haciendo con objetivos diagnósticos y no terapéuticos. Aun cuando Moldwin refiere que cuando después de una hidrodistensión el paciente se siente mejor y este efecto dura por más de 6 meses, sería conveniente repetir el procedimiento.

TEST DEL POTASIO (Test de Parson)

Se conoce también como test de Parson y tiene como finalidad medir la permeabilidad epitelial. Antes de hacer la prueba hay que hacer una determinación del grado de síntomas que tiene el (la) paciente y para ello se introduce en la vejiga 40 mL de agua estéril a temperatura ambiente para determinar la sensibilidad vesical relacionada al volumen y mandamos a retener el agua por 3 a 5 minutos y le preguntamos en una escala del 1 a 5 como afectó la introducción del agua estéril su nivel de dolor y urgencia.

LOS PACIENTES QUE TIENEN CISTITIS INTERSTICIAL TIENEN POCO O NINGÚN CAMBIO EN REFERENCIA AL DOLOR y/o URGENCIA.

También se le debe preguntar si sienten fría el agua. No olvidemos que el test del potasio puede ser negativo si en los 6 meses precedentes han sido sometidos a hidrodistensión y/o a tratamientos con DMSA.

Después de vaciar la vejiga introducimos una solución de potasio consistente en 40 mEq de cloruro de potasio en 100 mL de agua y utilizamos 40 mL. Preguntamos de nuevo al paciente que tan fría siente el agua, ya que pacientes con la prueba anterior negativa pueden tener cistitis intersticial si sintieran la solución de potasio más fría que la solución anterior. Si hay cambios en la escala dolor-urgencia es una prueba positiva. Parson refiere que los pacientes con cistitis intersticial incipiente y con síntomas muy ligeros son los que presentan pruebas positivas con mayor facilidad con SI EN LA ESCALA TENEMOS 2 PUNTOS DE INCREMENTO AL INTRODUCIR LA SOLUCIÓN DE POTASIO, ES UN INDICADOR DEFINITIVO DE PRESENCIA DE CISTITIS INTERSTICIAL.

 

 

Una solución de cloruro de potasio en una vejiga normal no provoca ningún síntoma urinario (urgencia, frecuencia o dolor vesical). En cambio si la vejiga tiene una alteración importante de la permeabilidad de su epitelio el cloruro de potasio al atravesar la capa de células de transición estimula las terminaciones nerviosas y causa urgencia, frecuencia y dolor vesical.

Si el paciente no responde al agua y si responde a la solución del cloruro de potasio como causante de síntomas y tiene más de 2 en la escala el test es considerado positivo. El test diferencia los “pacientes con fuga o con permeabilidad epitelial” de los “pacientes sin fuga o con inpermeabilidad epitelial”

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

Debemos descartar otras patologías que den síntomas similares a la CI-SVD, entre esas patologías están:

1.       Disfunción neurourológica (vejiga neurogénica) por diversas causas

2.       Cáncer de vejiga (cáncer in situ, cáncer de células transicionales)

3.       Cálculos uretrales en el tercio distal

4.       Endometriosis

5.       Infecciones urinarias bajas y altas

6.       Cistitis recurrentes en la mujer

7.       Síndrome uretral femenino

8.       Síndrome de prostatitis crónica abacteriana, bacteriana o inflamatoria

9.     Vaginopatías inflamatorias

10.    Trastornos  hormonales como diabetes insípida y diabetes mellitus

Es importante mencionar que no sólo encontraremos condiciones o enfermedades asociadas a la cistitis intersticial sino que también tendremos patologías que tienen síntomas que pueden confundir el diagnóstico

1.     Endometriosis presentándose con un síndrome de dolor pelviano crónico, unido a dismenorrea que progresa en intensidad con el tiempo, dolor coital, historia de infertilidad, dolor a la palpación de los ligamentos uterosacros, o la palpación de masas anexiales, recordando básicamente que la endometriosis es una condición cíclica (no continúa en su presentación clínica).

2.      Síndrome de colon irritable (asociado a la CI- SVD) estas pacientes deben evaluarse para despistaje de una CI-SVD.

3.     Divertículo uretral (realizar una RMN, para definir el diagnóstico) puede confundirse con una CI-SVD

4.     Vulvodinia (más frecuente en pacientes con CI- SVD)

5.     Tiroiditis de Hashimoto (más frecuente en pacientes con CI-SVD

6.      Síndrome de Sjögren (más frecuente en pacientes con CI-SVD

7.     Defectos del piso pélvico muscular (cistocele, rectocele, enterocele, histerocele son condiciones asociadas a CI-SVD)

8.     Fibromialgia (condiciones asociadas a CI-SVD)

9.     Migrañas (condiciones asociadas a CI-SVD)

10.    Desordenes   autoinmunes como el lupus eritematoso discoide (condiciones asociadas a CI-SVD)

1 l.Hipersensibilidad a los fármacos (condiciones asociadas a CI-SVD)

12.    Disfunción del piso pélvico muscular. Estos pacientes pueden tener discinergia detruso- esfinteriana no neurógenica, con urgencia urinaria diurna, frecuencia urinaria diurna, tenesmo vesical, y patrón intermitente de micción, con la sensación de no poder orinar todo lo que tiene contenido en su vejiga, además de presentar constipación y dispareunia. Estos pacientes se confunden con cistitis intersticial-SVD.

Moldwin refiere que aproximadamente un 50 % a 70 % de los pacientes con cistitis intersticial también tienen disfunción del piso pélvico muscular. En hombres con síndrome de prostatitis crónica de la variedad no inflamatoria (antes llamada prosta- todinia) se puede asociar discinergia del esfínter interno-lisoesfínter) y ocasionar en el paciente dolor pelviano crónico que puede confundirse con cuadros de cistitis intersticial.

Hablemos un poco de la vulvodinia, en virtud de lo frecuente de la asociación vulvodinia-cistitis intersticial. El término es derivado de vulva y del griego “odynia” que significa dolor. Hay cuatro tipos de vulvodinia: vestibulitis vulvar, vulvodinia disestésica, vulvovaginitis cíclica (relacionada a levaduras) y dermatosis vulvar. No siempre hay cambios en la piel, por lo cual muchas veces caen en la denominación de pacientes psicosomáticos.

El 70 % de las pacientes son blancas. Su incidencia se ve en mujeres de todas las edades (preferentemente en edad reproductiva). La vestibu­litis vulvar y la vulvodinia disestésica son las más frecuentemente asociadas a CI-SVD. Un 10 % de las mujeres con CI-SVD tienen vulvodinia.

Aún no se han precisado las causas que las producen (viral, fúngica, bacteriana, factor alérgico por irritantes locales o del medio ambiente, oxaluria, disfunción del piso pélvico muscular).

Vestibulitis vulvar

Es una inflamación en el área vulvar o vestibular. Hay sensación quemante vaginal sequedad, piel tirante. Usualmente se presenta dolor por contacto con la zona vulvar vestibular (colocación de tampones vaginales, realización de coito, ropa muy apretada, o por la práctica de deporte como bicicleta, caminadoras, entre otros, o inclusive caminar), ya que algunas pacientes no necesitan tocarse dichas zonas para tener dolor. Estas mujeres pueden desarrollar espasmos del piso pélvico muscular con disfunción del mismo.

Vulvodinia disestésica

El dolor es causado por irritación de terminaciones nerviosas. El dolor tiene diversas maneras de presentación (dolores profundos, externos, cortantes, punzantes). Se ve con frecuencia en mujeres en la postmenopausia y en pacientes con síndromes de fibromialgia y con CI-SVD. Vulvovaginitis cíclica

La Candida albicans produce sensaciones punzantes, sensaciones quemantes, inflamación y edema. Puede afectar la vulva con producción de leucorrea. Tienen una característica que es la fácil pérdida del epitelio o mucosa vaginal. Los síntomas recurren muchas veces relacionados con la menstruación.

Dermatosis vulvar

Patología de la piel vulvar que causa sensaciones punzantes o quemantes. En algunos casos se empeoran con la colocación de cremas vaginales prescritas o no, por el médico tratante. Hay erupciones dérmicas tipo liquen (simple, liquen esclerosante, liquen plano).

En el tratamiento de la vulvodinia se pueden utilizar antihistamínicos, sedantes, biofeedback, estimulación eléctrica del piso pélvico muscular, tratamientos para candidiasis, tratamiento para VPH (interferon), dieta baja en oxalatos y suplemento de citrato de calcio.

TRATAMIENTO DE LA CISTITIS INTERSTICIAL

La terapia combinada está considerada por los expertos la terapia más adecuada en casos de cistitis intersticial-SVD. No sólo combinando tratamien­tos farmacológicos entre sí, sino también combi­nando tratamientos farmacológicos, con terapias de electroestimulación del piso pélvico, con programas de reeducación vesical, con electroestimulación transcutánea (TENS), con alternativas fitofarma- cológicas, con estrategias alimentarias evitando sustancias irritantes que desencadene la cascada de eventos fisiopatológicos de la CI-SVD, con al­ternativas quirúrgicas variadas, con soluciones intravesicales, con terapias que disminuyan la llegada de información neurológica a la vejiga (disminución de la sensibilidad propio y nociceptiva vesical) son algunas de las combinaciones que se puedan utilizar.

Muchas veces hemos visto que con terapias más conservadoras (no farmacológicas y no invasivas) se pudieran mejorar cierto número de pacientes, por lo cual creo conveniente intentarlas, ellas son: terapias conductuales (cada día más importantes), donde además de la reeducación vesical tratando de alargar el tiempo miccional, demos instrucciones para que el paciente se enfrente mejor a los estados de urgencia que pudieran sucederse (estrategias para la urgencia) y estrategias de tipo alimentario (evi­tando alimentos nocivos e irritantes para la mucosa- epitelio vesical), dar ansiolíticos en bajas dosis de origen natural (fitoterapia), recomendar baños de asiento con agua tibia-caliente y basarnos en el diario vesical y en el interrogatorio del paciente para saber que tipo de condicionantes o circuns­tancias “desencadenan” la sintomatología urinaria y con ello recomendar los instructivos necesarios.

Es importante saber cómo es el entorno psicológico de estas pacientes ya que muchas veces son totalmente rechazadas por su núcleo social- familiar-profesional, las etiquetan como personas “algo perturbadas” y con afección psicosomática, cuando en realidad no lo son. Otro aspecto olvidado es la presencia de constipación, por lo que se debe recomendar dietas especiales (abundantes en fibras) en la cena, como por ejemplo comer naranja, mandarina, piña, ciruelas y abundantes líquidos, además de obligar al paciente a ir siempre al baño a la misma hora y con paciencia se obtendrán en la mayoría excelentes resultados.

Es importante aclarar aquí que los esquemas y resultados obtenidos son variados, no son uniformes en todos los pacientes y dependen mucho de la experiencia de cada urólogo. En esta entidad falta mucho por hacer, falta mucho por entender, y cada día se descubren aspectos fisiopatológicos que tienen sin duda alguna repercusión en los aspectos tera­péuticos. Además su presencia se asocia a entidades de diagnóstico diario, por lo cual llegar a un diagnóstico (hasta ahora un aspecto bastante difícil de lograr) es más fácil y por ende llegaremos más precozmente al tratamiento de estas pacientes, lo que sin duda repercutirá en los éxitos logrados con la terapia escogida.

Algunos investigadores como Sant dirigen su terapia para los casos de CI-SVD en relación a los hallazgos histopatológicos y vemos como si en la biopsia vesical consigue mastocitos, la terapia es polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®), con el agregado de un antihistamínico del tipo hidroxizine (Atarax). Cuando en la biopsia vesical en cambio no conseguimos mastocitos, se da polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®) con el agregado de un anti­depresivo como la amitriptilina.

Si el dolor pélvico-vesical es de gran magnitud con severas repercusiones en la QOL se puede referir el paciente a especialistas en tratamiento del dolor, para obtener así una mejoría clínica evidente y sustanciosa.

Otros investigadores utilizan fármacos combinan­do fenazopiridina (Azo-Mandelamine®-Pyridium®), hiosciamina, y butabarbital, agregándole acetami- nofen más codeina (Acuten®).

Sant menciona que se utilizan dos categorías de fármacos una que solamente enfoca el tratamiento de los síntomas como los anticolinérgicos y otra categoría que engloba los modificadores de la respuesta biológica como los heparinoides, antihista- mínicos y los antidepresivos como la amitriptilina.

El objetivo en el tratamiento de un(a) paciente con CI-SVD es que se realice lo más precozmente posible, tanto en hombres como en mujeres, corregir en lo posible la disfunción-fuga-permeabilidad de la capa epitelial; en segundo lugar se debe inhibir en lo posible la actividad neurológica aferente exacerbada (disminución de la sensibilidad aferente vesical), en tercer lugar se debe controlar cualquier alergia que tenga el paciente. En cuarto lugar debemos evitar irritantes urinarios que desencadenen la sintoma- tología urinaria baja y a continuación mencionaremos los fármacos utilizados en el tratamiento de esta enfermedad.

Por tanto hay tres modalidades básicas de trata­miento (Pobursky) que son: terapias regenerativas, terapias de reemplazo y terapias de capas epiteliales no mucosas. De hecho en la Universidad de California-San Diego Medical Center han clasificado las estrategias terapéuticas de manera bastante didáctica para quien esté adentrándose en esta patología, en ocasiones tan difícil de entender. Así vemos que existen:

a.      Medidas conservadoras de soporte

Entre las cuales tenemos grupos humanos de soporte, con literatura extensa al respecto, tenemos preparación de personal de enfermería y paramédicos adecuados para atender esta patología, se le reco­miendan al paciente frecuentes baños calientes, estrategias alimentarias y manejo del estrés-ansiedad con auto hipnosis, hipnoterapia, mejoramiento de la auto imagen, biofeedback, y terapias de estimulación eléctrica al piso pélvico muscular.

b.    Tratamiento farmacológico para los síntomas asociados a la cistitis intersticial

Entre las cuales tenemos los antidepresivos tricíclicos (por ejemplo la amitriptilina en dosis de 25 a 75 mg), el polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®) iGG mg tres veces por día, la hidroxyzina (Ataráx®) 25 mg dos a tres veces por día por 6 semanas a tres meses, y alcalinizar la orina. Se expondrán más abajo en el texto.

c.    Terapias intravesicales

Entre las cuales tenemos el DMSO® (dimetilsul- foxide) en un cocktail de 50 mL de DMSO® al 50 %, 20 mg de triamcinolona, 10 000 UI de sulfato de heparina, bicarbonato de sodio, administrado dicho cocktail semanalmente por 6 a 8 semanas.

Tenemos también otro coktail pero esta vez anestésico que es con 30 mL de lidocaína en gel al 2 % en relación 1:1 con bupivacaína al 0,5 % 3 veces por semana.

También tenemos el Clorpactin®, el nitrato de plata, el bacilo BCG, la Adriamicina®, la Capsai- cina®, actualmente utilizada en casos de vejiga hiperactiva con instilación previa de clorhidrato de bupivacaína.

Tenemos también en las terapias intravesicales el sulfato de morfina.

Tenemos los agentes musculotrópicos o antimuscarínicos como el tolterodine (Detrusitol®) y el cloruro de oxibutinina (Ditropan® o Reteven®) que está bajo estudios clínicos en la forma intravesical.

d.    Terapias quirúrgicas

Son efectuadas en quirófano con anestesia o sedación profunda, e inicialmente las vemos representadas en la hidrodistensión, en la ablación con láser de las lesiones, la cistectomía supratrigonal con cistoplastia de aumento y la cistectomía total con asa ileal y/o neovejiga.

EN PACIENTES CON DOLOR PÉLVICO DE LARGA DATA Y DE INTENSIDAD CRECIENTE, O DOLOR GINECOLÓGICO, VULVODINIA, DOLOR POST- COITAL EN LA MUJER, DOLOR PROSTÁTICO, O LA PRESENCIA DE SÍNDROME URETRAL, TODOS ELLOS CON RECAÍDAS CONSTANTES Y DE DIFÍCIL TRATAMIENTO SE DEBE INVESTIGAR UNA CISTITIS INTERSTICIAL Y REALIZAR LOS TEST CORRESPONDIENTES (Test del Potasio, entre otros).

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

1.   Antihistamínicos

La intención es producir inhibición de la secreción de mastocitos, disminuye la frecuencia urinaria nocturna, disminuye la frecuencia diurna, disminuye la sensación de dolor a la presión, al coito y de dolor quemante. Los efectos beneficiosos se verán aproxi­madamente después de 3 meses de tratamiento. Se utiliza el hidroxizina (Atarax®), en nuestro país tenemos la hidroxizina pero unida a sulfato de efedrina, y a teofilina y es llamada Marax®, por lo cual no creo que sea indicado su uso en virtud de los efectos farmacológicos que tienen (broncodila- tación), y de los trastornos que sobre el vaciamiento urinario podrían tener ese tipo de fármacos.

La hidroxicina es un antihistamínico bloqueante H1, que se utiliza para pruritos por estados alérgicos, urticarias dermatitis atópicas, dermatitis de contacto, y para el tratamiento del dermografismo.

Uno de los argumentos terapéuticos en las pacientes con cistitis intersticial es eliminar los factores inflamatorios y esto lo comenzamos a lograr al inhibir la secreción de los mastocitos, lo que disminuye la hiperemia y la fibrosis. Su utlización debe ser asociada a otro fármaco ya que como monoterapia no tiene mucho éxito. Dosis de 25 mg de Atarax®, Vistaril®, al acostarse por 1 semana, y durante la segunda semana se aumenta a 50 mg por noche. Otros antihistamínicos como Claritine®, o Benadryl® son útiles, por lo cual representan una alternativa.

2.    Heparina.

Según Parsons tiene actividad significativa en pacientes con cistitis intersticial en 50 % de los casos.

La heparina intravesical (10 000 a 20 000 UI en 10 a 20 mL de agua estéril o en solución salina, intravesical, o en 100 mg de Elmirón®) diariamente por 3 a 4 meses, posteriormente se rebaja a 3 ó 4 veces por semana. Si no se obtiene éxito se aumenta la dosis a 20 000 UI y de nuevo diariamente. Se debe mantener en vejiga por 30 a 45 minutos sin producir dolor; si sucede esto hay que vaciar la vejiga de inmediato.

Debemos monitorear el tiempo de protrombina y el tiempo parcial de tromboplastina luego de varias semanas de haber comenzado la terapia para descartar la formación de anticuerpos a la heparina o que haya absorción sistémica. La idea fundamental es que la heparina no se absorba por la mucosa vesical.

Se debe esperar de 3 a 6 meses para comenzar a ver resultados positivos, se debe dar por largo tiempo porque los mejores resultados se observan entre 12­

24    meses después de iniciado el tratamiento. Es importante su uso prolongado por tanto se debe instruir a los pacientes para realizar autocateterismos que les facilite mantener el tratamiento en el tiempo y lograr mejorías clínicas interesantes.

A mayor dosis de heparina son mejores los efectos logrados (Urology 1997; 49suppl 5A: 93-99). La heparina restaura la capa GAG del urotelio.

3.   Polisulfato sódico de pentosan (Elmirón®)

Se administra 100 mg tres veces por día, sin embargo Parsons recomienda en hombres 300 mg dos veces por día y en mujeres 200 mg dos veces por día; con este régimen mejoran 50 % de los pacientes. Hanno (Urology 49(5A) May 1997) en un trabajo con 2 809 pacientes que recibieron Elmiron demostró su efectividad en tratamientos a largo plazo al reducir una cantidad de síntomas que deterioran la calidad de vida del paciente afectado de cistitis intersticial. Suplementa la capa mucina vesical y por tanto mejora la función protectora de la superficie epitelial vesical. En un 30 % a 50 % de los pacientes mejora el dolor y las molestias asociadas a la cistitis intersticial.

En el continente europeo se utiliza desde 1950 como anticoagulante y como reductor de la hipercolesterolemia pero fue Parsons en Estados Unidos de Norteamérica el primero que reportó que mejoría de los síntomas en las pacientes con cistitis intersticial.

El polisulfato sódico de pentosan (Elmiron), fue el primer medicamento que se desarrolló para cistitis intersticial, fue aprobado por la FDA norteamericana en 1996. Se cree que aumente los mecanismos de defensa del urotelio o posiblemente detoxifica los agentes urinarios que causan irritación de dicho urotelio.

Mejora los síntomas de la CI-SVD en 40 % de las pacientes tratadas, pero después de 2 a 4 meses. Sabemos que la frecuencia urinaria mejora después de 6 meses de tratamiento. Su mecanismo de acción es cubrir el epitelio vesical para mantener su integridad e impedir la fuga epitelial hacia el inters­ticio vesical y con ello evitar el desencadenamiento de la cascada clínica de la cistitis intersticial-SVD.

Produce molestias gastrointestinales leves como dispepsia, diarrea, náusea, dolor abdominal; cefaleas, rash, alteración de las pruebas hepáticas, y caída del cabello, el cual se recupera al dejar de tomar el fármaco. No tiene interacciones con otros fármacos. Puede afectar la función hepática. Está contra­indicada en pacientes embarazadas. Según Parsons a mayor tiempo de uso se obtienen mejores resultados, por lo cual se recomienda administrarlo durante largo tiempo.

4.   Antidepresivos

Es una parte importante del tratamiento múltiple, debido a que produce una mejor calidad de reacción a los síntomas desagradables por parte del paciente, es decir hace que el paciente se sienta mucho mejor, aun sin una mejoría sintomática importante y en algunos casos con sólo antidepresivos el paciente mejora, sobre todo aquellos que tuvieron un test del Potasio negativo, es decir pacientes con un uroepi- telio normal “sin fuga”. Entre los antidepresivos que se pueden utilizar están:

A.    Amitriptilina (Triptanol®) en dosis de 25 a 50 mg

1                hora antes de dormir; puede producir fatiga y estimulación del apetito.

B.     Clorhidrato de imipramina (Tofranil®), en dosis de 25 a 50 mg 1 hora antes de dormir; puede producir fatiga y estimulación del apetito.

C.    Fluoxetine (Prozac®) 20-40 mg, puede producir agitación leve.

D.     Sertraline (Zoloft®) en dosis de 50-100 mg, puede producir agitación leve.

5.    Tratamiento del estrés-ansiedad.

Rothrock et al (Urology 57:3;422-427 March 2001) demostró que estrés se relaciona con mayor dolor, urgencia y frecuencia en pacientes con IC. Mientras más severa es la enfermedad de CI-SVD más importante es la relación con el estrés-ansiedad.

Por lo tanto es importante el tratamiento de la ansiedad-estrés con ansiolíticos naturales o sintéticos y con la práctica de actividades que disipen dicho estrés. Si aun así se mantiene el problema, es necesario la evaluación de un especialista.

6.    Esteroides-antiinflamatorios

Proporcionan un 70 % de mejoría (Badenoch); con base en la premisa que la inflamación tiene un papel importante en la cistitis intersticial, Badenoch recomienda prednisona, pero existe la duda si los tratamiento se dieron posterior a procedimientos de hidrodistensión.

7.   Antisépticos urinarios

Hipurato de hexamine 1mg dos veces por día, o cristales de nitrofurantoína, o TMP-SMX, antibió­ticos tipo fluorquinolonas a dosis quimioprofiláctica supresiva a baja dosis por largos períodos de tiempo.

8.   DMSO®(Rimso-50) (dimetilsulfoxide)

Sus propiedades terapéuticas son efectos anti­inflamatorios, propiedades analgésicas, disolución del colágeno, relajación muscular y liberación de histamina. Se recomienda combinada con hidro- cortisona o triamcinolona, heparina y bicarbonato (Evans, Sant), e inclusive con Elmirón® y con antibióticos como la gentamicina.

Se utilizan 50 mL de DMSO al 50 % en instilación intravesical durante un período variable; algunas escuelas recomiendan 5 a 10 minutos; otros reco­miendan de 15 a 30 minutos cada semana o cada 2 semanas en 4 a 6 veces.

Otras escuelas refieren que debe hacerse sema­nalmente por 6 a 8 semanas o por 4 a 6 meses.(Serels- Appell). Se esperar mejoría en 50-80 % de los casos. Si al administrarlo produce dolor vesical se debe instilar lidocaína viscosa al 2 %. En animales de experimentación se ha visto por uso a largo plazo cataratas, por lo cual es importante realizar eva­luación oftalmológica cada 6 meses.

9.   Nitrato de Plata

Dodson comenzó el uso intravesical de nitrato de plata en 1926. Se ha dado en concentraciones de 1:5 000 bajo anestesia. Se hacían instilaciones diarias con aumento progresivo de la concentración. A pesar de los comentarios y de los resultados actualmente no se utiliza. Lo que si es importante es nunca hacer este procedimiento posterior a la toma de biopsia vesical.

10.  Estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS)

La estimulación eléctrica transcutánea (TENS a través del área sacrocoxígea, suprapúbica o a través de transductores vaginales o rectales), aumenta el flujo sanguíneo a la vejiga, fortalece los músculos del piso pélvico muscular y los músculos de la pared antero lateral abdominal; secundariamente ocasiona desaparición del reflejo contráctil del detrusor, o desencadena la liberación de sustancias que bloquean el dolor.

Es un procedimiento económico, y hace que el paciente tome parte activa en el tratamiento y por ende en la resolución de su problema. Disminuye o alivia el dolor y disminuye la frecuencia urinaria. Los fumadores no responden bien a este tratamiento. La mejoría se observa de inmediato, pero para obtener mejoría más definida hay que esperar 12 a 16 semanas.

11.    Oxiclorosene sódico (Clorpactin WCS-90)

Se trata de un compuesto químico altamente reactivo. Su actividad depende de la liberación de ácido hipocloroso y tiene efectos oxidativos y detergentes resultantes. Se ha probado en dosis de

5   semanas de instilación de 0,2 % de oxiclorosene sódico bajo anestesia. Se ha obtenido mejoría en aproximadamente 70 % de los casos. No es usado de manera extensa.

12.   Estimulación eléctrica del piso pélvico (FES)

La estimulación eléctrica funcional (FES) mejora

tanto el dolor como la frecuencia urinaria, pero según los resultados de trabajos de investigación, parece que en estas pacientes es más efectivo sobre el dolor que sobre la frecuencia urinaria. Es útil tanto en casos con CI-SVD que no han recibido tratamiento, como en aquellos que han recibido varias modalidades de tratamiento. Es útil tanto en mujeres como en hombres. Por experiencia personal creo que no hay que olvidar esta modalidad de tratamiento, es importante intentarlo en todas las pacientes en quienes se sospeche o se tenga la certeza de una cistitis intersticial porque en nuestra casuística (más de 20 casos) hemos observado mejoría con este esquema terapéutico.

13.   Alimentos permitidos y prohibidos

Hay alimentos que contribuyen a irritar la vejiga y promueven inflamación en ella. Se presenta la lista de alimentos que provocan cuadro sintomático agudo en pacientes con cistitis intersticial. Al suspender el consumo de estos irritantes, y volverlos a ingerir el paciente observa el efecto de los mismos al activarse y desencadenarse la sintomatología molesta.

El dolor y la urgencia de la cistitis intersticial se pueden desencadenar por alimentos ácidos por lo cual productos como el Prelief® (glicerofosfato calcico) eliminan el componente ácido de los alimentos y permite a los pacientes ingerir bebidas y alimentos de manera segura. Este producto se administra también en otras entidades como el síndrome del colón irritable y en la prostatitis.

Alimentos a evitar, que provocan cuadro sintomático agudo en pacientes con cistitis intersticial-SVD

Chocolate, bebidas alcohólicas, salsa de soya, tamarindo, alimentos picantes, picantes, frutas cítricas, café, té, bebidas con cafeína, edulcorantes artificiales, aguacate, levadura de cerveza, quesos (preferentemente envejecidos), granos, carne enlatada, lima, mayonesa, encurtidos, cebollas, yogurt, vitamina con aspartato, vitamina con ergosterol, alimentos fermentados, vinagre de cualquier tipo, agua corriente, quesos con moho, alimentos conteniendo azúcar o miel, alimentos ahumados, salsas barbecue (BBQ), alimentos fritos, margarina, pan con levadura, alimentos con aditivos químicos.

EVITAR ALIMENTOS RICOS EN POTASIO

Frutas: albaricoque fresco, kiwi, cambur, dátiles, guanábana, parchita, higos, ciruelas pasas, lechosa, durazno, melón, fresa, naranja, toronja y frutas secas (almendra, avellanas, maní)

Vegetales: palmitos, espárragos, brócoli, coliflor, espinaca, hongos, tomate, aguacate, col de Bruselas.

Almidones: batata, papa, yuca, ñame, ocumo, apio, plátano, avena, caraotas, cebada , frijoles, pan de centeno y producto integrales como el pan integral, salvado de trigo, y afrecho.

Otros: azúcar morena, chocolate, pistacho, maní, cereal tipo Musli, sustitos de la sal.

Esta lista de alimentos ricos en potasio fue suministrada por el servicio de Nutrición y Dietética del Centro Médico de Caracas.

14.      Tratamiento múltiple para hombre con prostatitis y CI-SVD

Hombres con prostatitis se benefician del Elmirón® (polisulfato de pentosan), en conjunto con terapia física (estimulación eléctrica del piso pélvico muscular) más fitoterapia (Quercetina-Prosta-Q®), serenoa repens (Saw palmetto®), urticadioica, pigeum africanum (Prostatonin®), con el agregado de medicamentos alfa-1 bloqueantes adrenérgicos (Doxazosin-Cardurz®, Tamsulozina-Secotex®, Terazosin-Hytrin®), Alfuzosin-Xatral®) entre otros.

Aparte de baños de asiento, estimulación eléctrica del piso pélvico (fisioterapia del piso pélvico muscular), ansiolíticos naturales o sintéticos, entre otros argumentos terapéuticos.

15.   Alcalinizante urinario (Policitra® o Urocit®) Se recomienda en dosis de 10 a 20 mEq dos a

cuatro veces por día. Garantizar con el uso de cintas testigos de pH urinario, si hemos alcanzado o no el objetivo de alcalinizar la orina.

16.   Hábito de fumar

El hábito de fumar aumenta los síntomas de los pacientes portadores de CI-SVD, por lo cual se recomienda a los pacientes afectados dejar de fumar.

17.   Ejercicio

Muchos pacientes refieren mejoría al realizar ejercicios que favorecen la funcionalidad del piso pélvico muscular, disipa el estrés y relajan al paciente para de esta manera disminuir las molestias de urgencia, frecuencia y dolor pélvico.

18.      Reeducación vesical-reentrenamiento de hábitos vesicales

Esta medida es útil en los pacientes con cistitis intersticial. En nuestra experiencia van estre­chamente unidos la reeducación vesical con la estimulación eléctrica del piso pélvico muscular. (ver en la página urologiaaldía.com las guías para pacientes con pérdidas involuntarias de orina, donde se exponen con detalle cada una de las técnicas de reeducación vesical).

Es importante explicarle al paciente lo importante que es el esfuerzo de reeducar la vejiga a diuresis horaria, es decir que orinen por reloj y no por las ganas de orinar.

El objetivo final en estas pacientes es llevar el intervalo entre cada micción a 4 horas, para que de esa manera el paciente sienta una mejoría en su calidad de vida.

19.    Cirugía

CIRUGÍA ENDOSCÓPICA

Fulguración con electrocoagulación o resección de ulceras de Hunner con Nd:YAG láser.

CIRUGÍA ABIERTA

Cistectomía parcial, la cistoplastia de aumento, la cistolisis, la derivación urinaria con o sin cistectomía.

INYECCIÓN DE HIDROCORTISONA O HEPARINA

Puede ser beneficiosa alrededor de las áreas ulceradas.

20.    Gabapentin

Gabapentin, es un fármaco antiepiléptico seguro y se utiliza en tratamiento del dolor. Dolor neuropático, neuralgia postherpética, neuropatía diabética, y dolor por distrofia simpática. La cistitis intersticial se beneficia de su utilización. Se inicia con 300 mg tres veces al día por 1 semana y se aumenta a 400 mg en la mañana, 400 mg en la tarde y 800 mg al acostarse.

Después de 6 semanas de tratamiento con el fármaco, el paciente mejora el sueño, disminuye el uso de narcóticos y mejora en sus labores diarias. Produce náuseas, y mareos. La utilización del Gabapentin en CI-SVD se justifica por el hecho de que la enfermedad contiene mecanismos del dolor de tipo paleoespinotalamico y neoespinotalamico.

21.      Tratamiento de la cistitis intersticial con quercetina

El Cysta-Q® es un suplemento herbario conteniendo bioflavinoides y otros ingredientes herbarios. Se da 1 cápsula dos veces por día durante

3     meses, con lo cual se obtienen resultados satisfactorios. Disminuyen también la mortalidad por enfermedad cardíaca y reduce las cifras de colesterol sérico. La fórmula de Cysta-Q® es quercetina, bromalain, papaína, polvo de cranberry, raíces de Black cohosh, skullcap, hojas de wood Betony, flores de la pasión, raíces de valeriana. La terapia diaria con CystaQ® (Quercetina) provee mejoría sintomática en pacientes con CI-SVD mejorando los puntajes de síntomas, disminución del dolor abdominal diario y del dolor vaginal (Rodríguez y col.). Katske et al en Techniques in Urology Vol 0 # 0 2000 pag 1-3

22.    TRATAMIENTO PARA EL DOLOR

La cistitis intersticial es una enfermedad crónica e incapacitante debido básicamente al dolor que produce y a la frecuencia urinaria que deteriora significativamente la vida diaria que puedan tener los pacientes afectados, por lo cual si solamente mejoráramos el dolor y espaciáramos en algún grado las micciones, el paciente lo agradecería profun­damente.

Hay medicamentos no opioides y medicamentos opioides para combatir el dolor. Nos limitaremos solamente a nombrarlos.

Medicamentos no opiáceos.

Aspirina, acetaminofen, antiinflamatorios no esteroideos (AINES) como el ibuprofeno, el ketoprofeno, el naproxeno sódico. Son utilizados para dolores leves a moderados.

Medicamentos que también en la práctica diaria se utilizan para el dolor sin ser opioides son los antidepresivos tricíclicos como la amitriptilina y la imipramina, el doxepin y la desipramina. El polisulfato sódico de pentosan ya previamente mencionado, mejora el dolor y las molestias en pacientes con cistitis intersticial.

Anestésicos locales, anticonvulsantes/antiarrít- micos como el mexiletine (Mexitil®) y el gabapentin (Neurontin®), también mejorarán el dolor.

Las benzodiazepinas como el alprazolam, diaze­pam, clonazepam y el lorazepam.

Son consideradas actualmente como posibles tratamientos de dolores crónicos como los que tienen las pacientes con CI-SVD.

Los antihistamínicos, como el pamoato de hydroxicina y el clorhidrato de hidrazicina tienen propiedades analgésicas, también cuando se utilizan en conjunción con opioides con diminución de los efectos colaterales de estos últimos.

Bloqueadores H2 como la cimetidina y la ranitidina. Los inbidores de los mastocitos como la cromolija sódica estabilizan los mastocitos. El tramadol combina el efecto de un opioide débil con la acción analgésica de los antidepresivos tricíclicos.

Medicamentos opiáceos

En este grupo están la codeína, combinada con aspirina o acetaminofen. También debemos mencio­nar la morfina, la hidroximorfina, el levorfanol, la metadona y la oxicodona. Tenemos los opioides de acción prolongada como la morfina de acción prolongada, la oxicodona, el levorfanol, la metadona y el fentanil.

Tratamientos no farmacológicos para combatir el dolor de las CI-SVD

Dieta exenta de irritantes urinarios que alteren la protección de la capa epitelial normal de la vejiga, ejercicios de relajación del piso pélvico muscular, acupuntura y acupresión, TENS, biofeedback, hipnosis. Estimulación neurológica sacra que se utiliza actualmente para casos refractarios a tratamientos normales en pacientes con vejigas hiperactivas, también ayudan a disminuir el dolor. Psicoterapia, terapia del dolor con bloqueos regionales, fitoterapia para relajación y combatir la ansiedad-estrés.

 

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Definición de prostatismo

Es el conjunto de síntomas urinarios obstructivos (de vaciamiento) y/o irritativos (de llenamiento) de origen urológico y no urológico, que usualmente se presentan en hombres por encima de los 50 años, que aumentan de manera significativa con la vejez y cuya severidad se explica por la interacción de varios factores entre los que se cuentan, la obstrucción de la salida vesical, el aumento del volumen prostético, los cambios histopatológicos del músculo detrusor, la densidad de la musculatura lisa prostética, el deterioro neurológico de las vías aferentes y eferentes vesicales por la vejez y/o por enfermedades específicas y los factores de índole psicológico (estrés-tensión emocional)

Según Garraway la sintomatología generada por la obstrucción de la salida vesical debida a crecimiento prostético benigno, afecta la calidad de vida diaria en el 14 % de hombres de 40 a 50 años de edad y al 43 % de hombres mayores de 60 años. En la sexta década de la vida afecta a más de un 50 % (Garraway-Lancet 1991; 338-469-471). Sabemos también que cuando el volumen prostético supera los 30 gramos, se altera la vida diaria y el paciente tiene 3 veces més posibilidades de presentar un epi­sodio de retención aguda de orina. El riesgo de re­tención aguda de orina en la década de los 40 es del

1,      6 % y en la década de los 70 años aumenta a 10 %.

Por tanto es un hecho que la sintomatología denominada prostatismo interfiere con la calidad de vida en aspectos como percepción de salud general, función física, y salud mental. Por otro lado el crecimiento prostético benigno tiene tanta preva- lencia como la hipertensión arterial o la diabetes

(Extraído en parte del libro Enfermedades Prostéticas del Dr. J.C. Potenziani. Editorial Ateproca 2001)

mellitus. Asimismo la relación entre síntomas urinarios bajos y disfunción sexual es tan evidente que se han modificado los cuestionarios de síntomas prostéticos agregéndosele aspectos de la vida sexual del paciente. Quedó demostrado que al mejorar la sintomatología urinaria baja, se mejora la calidad de vida y la función sexual (Lukacs)

Hablaremos de los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, de los medicamentos blo­queantes de la 5-alfa reductasa y de los productos fitoterapéuticos que según nuestro criterio, son tratamientos farmacológicos, porque sin duda alguna producen efectos clínicos precisos.

Los síntomas urinarios tanto de vaciamiento (obstructivos), como los síntomas de llenamiento (irritativos), representan la primera causa de consulta médica en el campo urológico, tanto en la población masculina, que es a la que nos referiremos en este tema, como también en la población femenina y son ellos el aspecto més importante de la valoración del paciente urológico, al punto que la intensidad de su presencia determina la mayoría de las veces, la terapéutica a seguir con el paciente afectado.

Por tal motivo se han creado cuestionarios o puntuaciones de síntomas urinarios (AUAss, IPSS, SPSP) de diferentes latitudes, muchos adaptados a cada región geopolítica en particular, como es el caso del que nosotros proponemos (SPSP), todos ellos abarcan aspectos del estatus urinario, del estatus familiar, laboral, social e íntimo del paciente encuestado, para cuantificar las repercusiones que dichos síntomas urinarios han tenido sobre la vida diaria del paciente, pero sobre todo sobre la calidad de ese quehacer diario, cuya mejoría representa el objetivo primordial a perseguir por los urólogos del mundo entero.

FISIOPATOLOGÍA DE LOS SINTOMAS URI­NARIOS (de VACIAMIENTO-LLENAMIENTO)

Existen cuatro componentes fisiopatológicos que están relacionados con el desarrollo de síntomas urinarios de vaciamiento (obstructivos) y/o de llenamiento (irritativos). Estos cuatro componentes fisiopatológicos involucrados en el origen de los síntomas urinarios bajos, tanto de vaciamiento, como de llenamiento vesical, usualmente se combinan, de manera que la sintomatología urinaria es el resultado de la mezcla de estos componentes fisiopatológicos en mayor o menor grado.

Es extremadamente inusual explicar la sinto- matología por la acción de un sólo componente, lo cual explica y sustenta los tratamientos combinados para eliminar o mejorar sustancialmente la sintomatología urinaria molesta que altera la calidad de vida de nuestros pacientes urológicos. Esos cuatro componentes fisiopatológicos son:

a.    Componente del músculo detrusor

Tanto por su hiperactividad (vejiga hiperactiva), como por su hipoactividad (contractilidad deficiente), así como también por la afectación de la microestructura del músculo detrusor, debido a la presencia de una serie de factores como la edad, enfermedades que afectan la vejiga urinaria (ej. enfermedades neurológicas, enfermedades infec- ciosas-TBC), tratamientos urológicos recibidos, entre los que se cuentan la quimioterapia intravesical por cáncer, o la radioterapia por la presencia de cáncer prostático o vesical. Factores infecciosos, como aquellos pacientes que sufren de infecciones urinarias a repetición, o pacientes femeninas en etapas perimenopáusicas o menopáusicas, con déficit de estrógenos circulantes afectan también la microestructura vesical, ocasionando como resultado final síntomas urinarios por alteraciones de las propiedades viscoelásticas del músculo detrusor (afectando la distensibilidad y la sensibilidad del mismo). Inclusive en ocasiones hay una mezcla de los dos condiciones mencionadas con anterioridad, como es el caso del síndrome de hiperactividad vesical con contractilidad deficiente, frecuente en poblaciones masculinas seniles.

b.    Componente obstructivo “orgánico-estático”

Causado por la obstrucción de la salida vesical, es decir por afectación del cuello o embudo vesical, por el crecimiento o aumento de volumen de la glándula prostática, que afecta la eficacia de dicha salida vesical. Es decir, con el crecimiento de la próstata, el embudo del cuello vesical se obstruirá en grados diferentes en cada paciente, ocasionando un vaciamiento deficiente, ocasionando síntomas urinarios de vaciamiento (obstructivos).

c.   Componente obstructivo “dinámico-funcional”

Causado por el aumento del tono de la muscu­latura lisa (hipertonía muscular lisa) contenida en el estroma prostático, en la cápsula prostática, en el cuello vesical y en la uretra prostática, por una actividad alfa-1 adrenérgica (tono simpático) exacerbada. Este componente está íntimamente relacionado con el sistema nervioso neurovegetativo o de relación con nuestro entorno. En la mayoría de las ocasiones, los pacientes tienen una mezcla de componentes, usualmente de los componentes orgánico-estático y dinámico funcional, reforzado por el componente psicosocial.

d.   Componente “psicosocial”

Causado por la relación directa que puede potencialmente producirse entre la tensión-ansiedad de la vida moderna con nuestro sistema nervioso de relación (neurovegetativo), que puede evidenciarse a través de síntomas urinarios de llenamiento- irritativos, como estados de hiperactividad vesical y en raros casos por síntomas de vaciamiento- obstructivos, característicos de una salida vesical obstructiva, usualmente por hipertonía del piso pélvico muscular en ocasiones unido a discinergias funcionales-conductuales del cuello vesical (esfínter interno). Se produce entonces un circulo vicioso que comienza por el estrés-ansiedad del quehacer diario, unido a cambios del comportamiento tanto del piso pélvico muscular, como del sinergismo detruso-esfinteriano del esfínter interno (liso- esfínter), que ocasiona en el paciente síntomas urinarios molestos, que afectan su salud y esto lo lleva de manera indefectible, a una calidad de vida deteriorada.

LAS MANIFESTACIONES SINTOMÁTICAS URINARIAS DE VACIAMIENTO O DE LLENA- MIENTO, PUEDEN SER MEDIDAS A TRAVÉS DE CUESTIONARIOS DE SÍNTOMAS URINARIO- PROSTÁTICOS (IPSS-AUAss-SPSP) Y CUANDO LAS PUNTUACIONES OBTENIDAS, ESTEN EN LA ESCALA MODERADA O SEVERA, SON OBJETO DE ENFOQUE TERAPÉUTICO Y DE MAYOR ATENCIÓN POR PARTE DEL MÉDICO TRATANTE Y ESTAS MANIFESTACIONES SINTOMÁTICAS, AUMENTAN EN RELACIÓN DIRECTA CON LA EDAD DEL

PACIENTE, CUALQUIERA SEA SU UBICACIÓN GEOGRÁFICA.

Los componentes fundamentales de los síntomas obstructivos en el crecimiento prostético benigno son, el componente mecénico, estético u orgénico y el componente funcional o dinémico.

El componente mecénico de la obstrucción urinaria, es una obstrucción anatómica, orgénica, causada por el aumento de volumen de la gléndula prostética al tener una relación “proliferación- apoptosis” alterada en favor de la primera. Sin embargo, se estima que sólo del 20 % al 30 % de los pacientes que presentan sintomatología urinaria moderada o severa en los cuestionarios de síntomas prostéticos tienen como causa primordial el aumento de volumen o crecimiento de la gléndula prostética

El componente dinémico de la obstrucción urinaria, es causado por variaciones en el tono muscular liso prostético (hipertonía) del estroma prostético contenido en la cépsula prostética, en el cuello vesical y en la uretra prostética, por aumento de la actividad alfa-adrenérgica bajo influjo simpético. Es considerado dinémico, porque el tono muscular varía en relación con el nivel de esti­mulación neurológica simpética, que tenga cada paciente en particular, en íntima relación con la interacción “tensión emocional-medio ambiente- paciente”.

El músculo liso prostético constituye el 40 % del volumen celular total prostético y el 50 % aproximadamente del volumen estromal total de la gléndula prostética si ésta presenta crecimiento prostético benigno, denominado también hiperplasia prostética benigna.

La próstata se compone de elementos estromales (músculo liso) y epiteliales (gléndulas) y en la cascada de acontecimientos que llevan a la hiperplasia prostética denominada en esta mono­grafía como crecimiento prostético, todo comienza por el aumento de los índices de proliferación en la zona de transición de la clasificación anatomo- topogréfica de McNeal, posteriormente se produce hiperplasia del elemento epitelial (gléndulas) en la zona periuretral de McNeal y también tendremos hiperplasia de los elementos estromales (músculo liso) en la zona de transición, lo cual ocasiona la aparición de la hiperplasia prostética benigna histológica, que a su vez puede producir dificultad en el vaciamiento urinario, convirtiéndose en lo que conocemos como hiperplasia prostética benigna clínica o sintomética, que de manera genérica recibe el nombre de prostatismo.

Pacientes con crecimiento prostético benigno sintomético, tienen dentro de su adenoma prostético, un porcentaje significativamente mayor de estroma y un porcentaje significativamente menor de epitelio y un porcentaje equivalente de gléndulas luminares, que aquellos pacientes que presentan, un crecimiento prostético benigno pero asintomético. Conocer esto resulta de gran importancia, porque tiene implica­ciones terapéuticas directas.

También se ha podido demostrar que pacientes sometidos a resección prostética transuretral con o sin tratamiento farmacológico asociado tipo medi­camentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, tienen mayor porcentaje de estroma que de epitelio, en comparación con aquellos pacientes sometidos a prostatectomía abierta, con lo cual se puede inferir que los pacientes sometidos a resección transuretral de próstata y/o tratamientos farmacológicos tipo bloqueantes alfa-1 adrenérgicos (y por ende con gléndulas prostéticas pequeñas), tienen un componente predominantemente dinémico en la obstrucción de la salida vesical, en contraste con aquellos pacientes que se someten a cirugías prostéticas abiertas, los cuales tienen próstatas més grandes (usualmente por arriba de 40 gramos) y por ende el componente predominante de la obstrucción de la salida vesical es estético-orgénico y tienen también mayor porcentaje de epitelio (gléndulas) que de estroma (músculo liso).

Pacientes jóvenes operados de la salida vesical obstructiva por transtornos prostéticos tienen un radio “estroma-epitelio” més alto que los pacientes ancianos porque en estos últimos el radio “estroma- epitelio” es bajo. La respuesta del músculo detrusor, a la obstrucción infravesical o de la salida vesical, es desarrollar un patrón de hipertrofia muscular microestructural descrito por Elbadawi, con abundantes células musculares hipertróficas con tamaño desproporcionado, con terminaciones acintadas y bizarras. El músculo detrusor presenta una separación amplia de las células musculares y de los espacios intercelulares, que ocasiona la pérdida de las uniones celulares intermedias. Con este patrón microestructural, el músculo detrusor tendré abundante tejido colégeno en los espacios intercelulares y en los septum del intersticio y menor cantidad de fibras elésticas. La repercusión clínica de este patrón microestructural se ve reflejada en una contracción vesical débil que le seré muy difícil superar la obstrucción de la salida vesical. También se pueden desencadenar contracciones involuntarias del músculo detrusor, a través de la propagación del estímulo contráctil por células normales e hipertróficas, a través de las uniones neuroefectoras alteradas, con las características patológicas arriba mencionadas.

Al producirse el vaciamiento vesical, la contrac­ción del músculo detrusor se debe mantener en toda la micción, pero al tener obstrucción, la contracción del detrusor supera la resistencia uretral aumentada, al comienzo de la micción y cuando la vejiga esté llena, pero con bajos volumenes de orina, el músculo detrusor no podrá superar la resistencia de cierre uretral, lo cual lleva a diversos grados de retención urinaria, esto se constata por los volumenes urinarios residuales postmiccionales altos. Cuando la fuerza contráctil del músculo detrusor de la vejiga es deficiente (en edades avanzadas), el flujo miccional se reduce y el paciente presenta goteo urinario. También hay relación entre una contracción defectuosa del músculo detrusor, y una apertura dficiente del mecanismo oclusivo, sinergicamente normal. Esto se considera una micción no balanceada, donde la salida vesical está ocluida a nivel del cuello vesical.

Los síntomas urinarios obstructivos, o como se denominan en la actualidad, síntomas de vaciamiento o miccionales son ocasionados por la distensibilidad reducida de la uretra prostática, debido a la presencia de adenomas prostáticos, que comprimen la uretra prostática o también a una distensibilidad uretral reducida por hipertonía simpática que causa un aumento del tono alfa-1 adrenérgico con el consiguiente espasmo o hipercontractilidad del componente estromal (músculo liso) de la glándula prostática. Los síntomas obstructivos, de vacia­miento o miccionales, incluyen vacilación o retardo inicial, chorro urinario adelgazado y goteo urinario terminal, tenesmo vesical, chorro urinario intermi­tente, retención urinaria parcial o total, incontinencia urinaria por rebosamiento.

Los síntomas irritativos, o como se denominan en la actualidad, síntomas de llenamiento, son ocasionados por la pérdida de compliance o distensibilidad del músculo detrusor y son debidos principalmente a la hiperactividad vesical, con la presencia de contracciones vesicales involuntarias, que ocasionan una serie de síntomas urinarios, que en algunas ocasiones se interpretan erroneamente. Los síntomas irritativos, de llenamiento o de almacenamiento, incluyen nocturia, frecuencia, urgencia e incontinencia urinaria de urgencia, volúmenes miccionales reducidos, dolor miccional o suprapúbico, e incontinencia nocturna, vacilación, chorro urinario disminuido y goteo urinario porque la presión del detrusor no es capaz de mantener el chorro urinario constante.

Un 50-70 % de los pacientes con patologías obstructivas infravesicales, tienen hiperactividad vesical, pero su presencia no se correlaciona exclusivamente con la obstrucción de la salida vesical. Aun en ausencia de obstrucción prostática, la hiperactividad vesical causa síntomas urinarios obstructivos o de vaciamiento, lo que habla en favor de que existen otros componentes que desencadenan síntomas urinarios compatibles con una salida vesical obstructiva y son los componentes dinámico, biopsicosocial y del detrusor propiamente dichos, ya previamente mencionados.

El componente estático u orgánico se correlaciona con el aumento de volumen del tejido prostático (estroma-epitelio) que como sabemos guarda una relación normal de 2:1, pero que en las circunstancias de crecimiento prostático benigno esta relación llega a ser de 5:1. El componente dinámico o funcional del crecimiento prostático benigno responsable de la sintomatología de estos pacientes es el que guarda íntima relación con el tono de la musculatura lisa prostática. No nos olvidemos que aproximadamente el 50% del total del volumen estromal es musculatura lisa.

Se responsabiliza al factor microestructural vesical, por cuanto no hay duda que el músculo detrusor presenta cambios miogénicos que no son normales y al factor funcional, porque dicha alteración microestructural lo lleva a presentar alteraciones en su comportamiento, especificamente en las áreas de la distensibilidad-adaptabilidad y sensibilidad, que al estar alteradas desencadenan respuestas anormales del detrusor y con ello se precipitan los síntomas de urgencia urinaria, frecuencia urinaria, nocturia e incontinencia de urgencia. Estos pacientes presentan una vejiga descompensada miogé nicamente, que se suma al deterioro fisiopatológico del detrusor producto de la edad avanzada del paciente.

Los conceptos han cambiado, en relación a la hipótesis que sustenta la necesidad de tratamiento, bien sea médico o quirúrgico en aquellos pacientes con trastornos de la salida vesical, que supuestamente origina los síntomas urinarios bajos bien sea de

La hipótesis antigua decía que la hiperplasia celular prostética lleva al aumento de volumen de la glándula, la cual por mecanismos estáticos a nivel de la salida vesical, causa síntomas urinarios bajos obstructivos al obstruir el libre flujo de orina.

La hipótesis actual en cambio, toma en cuenta varias premisas muy interesantes, que han cambiado para siempre los conceptos que se tenían al respecto y vemos por ejemplo como el tamaño de la glándula prostática no siempre se relaciona con el grado de obstrucción de la salida vesical, así como tampoco, con la severidad o intensidad de los síntomas que presente el paciente.

PUEDE NO HABER RELACIÓN ENTRE SÍNTOMAS URINARIOS LEVES, MODERADOS O SEVEROS, CON LOS HALLAZGOS EN LOS ESTUDIOS URODINÁMICOS, O LOS HALLAZGOS EN LOS CUESTIONARIOS DE SÍNTOMAS, O LOS HALLAZGOS EN LA DETERMINACIÓN DE ORINA RESIDUAL POSTMICCIONAL, O LOS HALLAZGOS EN LA VIDEOENDOSCOPIA, O LOS HALLAZGOS EN LA ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORREC- TAL, O LOS HALLAZGOS EN EL TACTO RECTAL DEL PACIENTE. POR LO QUE SE HACE INDIS­PENSABLE, UTILIZAR TODOS LOS EXÁMENES Y PRUEBAS DISPONIBLES PARA TOMAR LA MEJOR DECISIÓN POSIBLE.

Es necesario tener todo el cúmulo de información de cada paciente y detenerse un poco a pensar en la necesidad de comenzar nuestra terapéutica, con tratamientos lo menos invasivos posibles, es decir tratamientos farmacológicos durante 1 año y posteriormente, en base a la respuesta del paciente, seguir avanzando hacia tratamientos mínimamente invasivos, o hacia tratamientos quirúrgicos propiamente dichos (prostatectomía abierta). Un estudio llevado a cabo por Oesterling, Lieber y Jacobsen, demostró, que hombres con antecedentes familiares de crecimiento prostático benigno, tienen un riesgo mayor, de tener síntomas urinarios imputables al aumento de volumen de su glándula prostática. Si esos parientes, han tenido crecimiento prostático, en edades jóvenes el riesgo, es aún mayor. Este dato, influye en abordar con más precocidad a pacientes jóvenes con antecedentes familiares de crecimiento prostático benigno, al igual que a pacientes con antecedentes familiares de cáncer prostático. Los antecedentes familiares de creci­miento prostático benigno sintomático y/o de cáncer prostático, hace que la aparición de síntomas urinarios en la descendencia, sea más precoz por lo que se deben adelantar las pesquisas en esas poblaciones de mayor riesgo.

ALTERNATIVAS FARMACOLÓGICAS EN PACIENTES MASCULINOS CON SÍNTOMAS URINARIOS DE VACIAMIENTO y/o DE LLENAMIENTO

I)    TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

a.       Medicamentos bloqueantes de los receptores alfa-1 adrenérgicos

b.       Medicamentos bloqueantes de la 5-alfa reductasa

c.   Fitofármacos

El aspecto más importante a tomar en cuenta en los pacientes que presenten síntomas urinarios de vaciamiento (obstructivos) o de llenamiento (irritativos) es el alivio de dichas manifestaciones clínicas (síntomas), por comprometer la salida vesical. La sintomatología urinaria con sus repercusiones en la vida diaria del paciente se ha redimensionado a tal punto, que en casi todos los algoritmos para el tratamiento de pacientes con salida vesical obstructiva, por crecimiento prostático benigno, la primera escala es la determinación del score de síntomas, para que con base en la puntuación obtenida, se hagan estudios o tratamientos diferentes.

SE DEBE PENSAR SIEMPRE QUE TRATAR FARMACOLÓGICAMENTE LOS SÍNTOMAS URINARIOS ES ÚTIL HASTA EL MOMENTO QUE SE PONGA EN PELIGRO LA MICROESTRUCTURA (histológica) DE LA VEJIGA (cambios histopatológicos por la salida vesical obstructiva), y EN CONSECUENCIA EL NORMAL FUNCIONAMIENTO DE LA VEJIGA URINARIA en sus FASES DE LLENAMIENTO y de VACIAMIENTO URINARIO. SI SE TRANMITE CORRECTAMENTE ESTE MENSAJE AL PACIENTE, SE ESTÁ HACIENDO LO CORRECTO DESDE EL PUNTO DE VISTA TERAPÉUTICO Y SE ESTÁ FACILITANDO LA IMPLEMENTACIÓN DE OTRAS ALTERNATIVAS DE TRATAMIENTO, SIN OBSTÁCULOS POR PARTE DEL PACIENTE Y SIN DUDAS POR PARTE DEL MÉDICO TRATANTE.

Fue a raíz de un estudio de costos en el sector salud, efectuado por el Congreso de Estados Unidos de Norteamérica que se reveló, que la resección prostática transuretral, era una de las tres intervenciones quirúrgicas más realizadas en Estados Unidos de Norteamerica y esto ocasionó inmedia­tamente la búsqueda de alternativas terapéuticas, más económicas para el sistema nacional de salud y con un efecto terapéutico los más duradero posible, de las cuales sobresalió, la terapia médica del crecimiento prostático benigno. Al final, efectivamente se logró disminuir un 50%, la cirugía prostática en todos los países industrializados y desarrollados del mundo. No sólo disminuyó la casuística quirúrgica sino que se estableció como una de las primeras opciones de tratamiento en los diferentes algoritmos de comportamiento en relación a los transtornos de vaciamiento o llenamiento urinarios. La terapia farmacológica para el crecimiento prostático benigno sintomático, debe prevenir la progresión-desarrollo de la enfermedad, mejorar al máximo los síntomas urinarios, aliviar la obstrucción urinaria desde el punto de vista objetivo y subjetivo, mejorar la calidad de vida del paciente, ser bien tolerados, con una baja incidencia de efectos colaterales-indeseables y además ser económicos.

Debemos reflexionar que la terapia médica deberá ser mantenida de por vida, para mantener una respuesta terapéutica adecuada, por tal motivo debemos tener en cuenta el aspecto costo-efectividad, porque si un hombre de 50 años, se coloca en tratamiento farmacológico, puede alcanzar de 20 a 30 años de tratamiento, superando ampliamente los costos de cualquier modalidad minimamente invasiva, o inclusive quirúrgica.

a.   MEDICAMENTOS BLOQUEANTES DE LOS RECEPTORES ALFA-1 ADRENÉRGICOS

INDICACIONES DEL TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO CON MEDICAMENTOS BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICOS EN EL CRECIMIENTO PROSTÁTICO SINTO­MÁTICO

1.     La Asociación Americana de Urólogos (AUA) recomienda el uso de terapia farmacológica, en pacientes con 7 o más puntos, en el cuestionario de síntomas urinarios prostáticos de la AUA (AUAss, AUAsi, IPSS). Según el Score- Potenziani de síntomas prostáticos (SPSP-22) se recomienda su uso cuando el paciente esté ubicado en el grupo de sintomatología moderada o severa, que va de 23 a 66 puntos.

2.     En pacientes informados de los riesgos del tratamiento quirúrgico, que quieran diferir la cirugía y en los cuales el crecimiento prostático benigno, no haya tenido ningún tipo de consecuencias clínicas o histopatológicas en el paciente.

3.    En pacientes que no puedan o no quieran someterse a tratamientos quirúrgicos o minimamente invasivos. Es importante que le hablemos al paciente de los beneficios y riesgos de estas conductas farmacológicas.

4.   En pacientes que están de acuerdo en aceptar el riesgo del tratamiento quirúrgico (RTUP o prostatectomía abierta), pero quieran comenzar con una opción menos invasiva, antes de someterse al tratamiento quirúrgico.

5.     Cuando el componente mecánico, en pacientes con crecimiento prostático, se ha estabilizado y en quienes se demuestra que el componente dinámico o funcional,juega un papel fundamental en el desarrollo de los síntomas urinarios. Darán una mejoría sintomática significativa.

ó. En pacientes que tengan una glándula prostática pequeña y que a su vez tengan parámetros de obstrucción de la salida vesical, porque en estos casos el componente dinámico predomina sobre el componente orgánico (estroma sobre epitelio) y la hipertonía del compartimiento “estromal- muscular liso prostático”, juegan un papel predominante en los síntomas que presente el paciente.

7.    En pacientes donde coexista la hipertensión arterial con el crecimiento prostático benigno que es aproximadamente el 25 % de los hombres por encima de 60 años. Con la terapia farmacológica (bloqueantes alfa-1 adrenérgicos), ambas entidades nosológicas se beneficiarán.

S. Para mejorar los síntomas urinarios molestos, en pacientes que no necesiten cirugía, o sea diferida por razones médicas.

9.    Para prevenir la retención aguda de orina o mejorar la retención urinaria incipiente.

10.    Para           pacientes ancianos con leve crecimiento prostático benigno, con componente estromal dominante y con coexistencia de hipertensión arterial sujeta a tratamiento médico.

11.    Para           pacientes con hipertensión arterial con hipertrofia ventricular izquierda, hiperlipidemia, diabetes, coexistiendo con trastornos obstructivos de la salida vesical (doxazosin).

l2.Para pacientes con síndromes de prostatitis, porque los medicamentos bloqueantes alfa-l adre- nérgicos incrementan el flujo urinario méximo y reducen las puntuaciones en los cuestionarios de síntomas de prostatitis, en pacientes con prostatitis crónicas bacterianas, en prostatitis crónicas no bacterianas sintométicas (infla­matoria y no inflamatoria), en prostatitis crónica asintomética y en prostatitis granulomatosa.

CONTRAINDICACIONES DEL TRATA­MIENTO FARMACOLÓGICO CON MEDI­CAMENTOS BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICOS EN EL CRECIMIENTO PROSTÁTICO SINTOMÁTICO

I)    Contraindicaciones absolutas.

1.     Insuficiencia renal secundaria a crecimiento prostético benigno.

2.   Deterioro vesical severo por sobredistensión y/o vejiga de esfuerzo severa por salida vesical obstructiva.

3.   Pacientes que presenten hipotensión postural.

II)     Contraindicaciones relativas

1.     Episodios frecuentes de retención aguda de orina por el crecimiento prostético.

2.     Episodios frecuentes de infecciones urinarias por el crecimiento prostético.

3.     Accidente cerebro-vascular reciente

4.     Antecedentes importantes de episodios de síncope

5.     Célculos vesicales por crecimiento prostético benigno.

(Comité de Consulta Internacional sobre hiperplasia prostética benigna-HPB-París l99l)

El mecanismo de acción de los medicamentos bloqueantes alfa-l adrenérgicos consiste en producir relajación del músculo liso contenido en el estroma prostético, en la cépsula prostética, en el cuello vesical, en la base vesical y en la uretra prostética, por aumento de la actividad alfa adrenérgica (tono simpético).

El músculo liso representa el 6G % de la constitución de la gléndula prostética, cuando se trata de un crecimiento prostético benigno y el 45 % de su constitución, cuando se trata de gléndulas prostéticas sanas. Por lo tanto inhiben los receptores alfa-l adrenérgicos del adenoma prostético, de la cápsula y del cuello vesical, con reducción de la resistencia uretral y del tono intraglandular, de esta manera se obtiene una mejoría en el flujograma urinario (Qmax), disminuye la presión del músculo detrusor, con mejoría de la capacidad funcional del músculo detrusor, de los síntomás prostáticos (IPSS, AUAss o SPSP) y por ende de la calidad de vida del paciente afectado. En relación a los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, ha surgido el concepto de la uroselectividad y no deberemos confundir la uroselectividad farmacológica con la uroselectividad clínica, o con la uroselectividad fisiológica, porque se puede tener en la práctica diaria, respuestas clínicas diferentes en relación al tipo de medicamento bloqueante alfa-1 adrenérgico utilizado.

Uroselectividad farmacológica

Es definida como la selectividad para los subreceptores adrenérgicos alfa-1, que son tres subtipos originales alfa-1A, alfa-1B y alfa-1D y sus respectivos contrapartes clonadas alfa-1a,alfa-1b y alfa-1d. En la glándula prostática humana predominan los receptores alfa-1A pero no son exclusivos de la glándula prostática, es decir, existen en otras partes del cuerpo y además resulta muy difícil definir la uroselectividad farmacológica, es decir, precisar el subtipo de alfa-1 receptores comprometidos en la contractilidad de la célula muscular lisa de la glándula prostática, por lo cual a su vez resulta difícil definir la uroselectividad farmacológica para los receptores alfa-1A adrenérgicos.

Uroselectividad fisiológica

La uroselectividad fisiológica de un medicamento alfa-1 bloqueante adrenérgico determinado, puede ser definido como su efecto farmacológico preferencial en reducir la presión en la uretra prostática sin tener efectos farmacológicos (reducción) sobre la presión arterial. Su limitación se demuestra al producir efectos colaterales no sólo en el sistema cardiovascular, sino también dentro del sistema nervioso central como mareos, somnolencia o desvanecimiento.

Uroselectividad clínica

Se define como el logro de los efectos deseados o buscados de los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, sobre la obstrucción urinaria (dinámica-funcional) y los síntomas urinarios de vaciamiento (obstructivos) y de llenamiento (irritativos) relacionados a la mínima cantidad posible de efectos colaterales que puedan producir dichos medicamentos.

POR TANTO PODEMOS INFERIR QUE UN MEDICAMENTO BLOQUEANTE ALFA-1 ADRENÉRGICO, TIENE UROSELECTIVIDAD FARMACOLÓGICA, PERO TAMBIÉN DEMUESTRA POCA O NINGUNA UROSELECTIVIDAD FISIO­LÓGICA O INCLUSIVE CLÍNICA, POR LO CUAL SE DEBE ESTAR ATENTO A LOS RESULTADOS CLÍNICOS EN LOS PACIENTES QUE RECIBAN ESTE TIPO DE TRATAMIENTO, PARA PODER EXTRAER DE DICHOS RESULTADOS LA EXPERIENCIA CLINICA ADECUADA.

Desde el año 1976 cuando Caine publica en el British Journal of Urology (Br J Urol 1976:48:255­263) el trabajo que da inicio al uso de los medicamentos bloqueantes alfa-adrenérgicos, se ha adelantado bastante en lo referente al tipo de medicamentos usados y a la dosificación necesaria para obtener los mejores resultados terapéuticos.

A continuación describiré de manera suscinta las ubicaciones de los diferentes subtipos de receptores alfa adrenérgicos (Goodman y Gilman 9a edición)

Receptores alfa-1A

Se encuentran en el corazón, hígado, cerebelo, corteza cerebral, próstata, pulmones, y conductos deferentes Receptores alfa-1B

Se encuentran en los riñones, bazo, aorta, pulmones y corteza cerebral Receptores alfa-1D

Se encuentran en la aorta, corteza cerebral, próstata e hipocampo Receptores alfa-2A

Se localizan en las plaquetas, corteza cerebral, locus cerebral, médula espinal.

Receptores alfa-2B

Se encuentran en el hígado y en los riñones Receptores alfa-2C Se encuentran en la corteza cerebral

 

 

Actualmente, sin embargo, se ha demostrado la gran utilidad de estos medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos selectivos y no selectivos, no sólo en disminuir e inclusive en ocasiones eliminar la sintomatología urinaria molesta de vaciamiento y de llenamiento, sino también retención aguda de orina, facilitándole al paciente la micción y mejorándole la calidad de vida a dicho paciente.

Además en aquellos casos donde la severidad de los síntomas, esté presente, pueden ser utilizados como tratamiento coadyuvante de otras alternativas terapéuticas, en casos de enfermedad neoplásica prostática concomitante con hipertonía simpática (hipertonía adrenérgica de la musculatura lisa prostática), donde podamos mejorar los síntomas que presente el paciente y se están utilizando de manera entusiasta en casos de síndromes de prostatitis (prostatitis crónicas), donde ayudan a eliminar los síntomas tan molestos que acompañan usualmente a estos pacientes y que en ocasiones se convierten en grandes retos terapéuticos y clínicos tanto para el paciente como para el médico.

Por otro lado un grupo variado de investigadores han demostrado que el bloqueo alfa-adrenérgico además de ocasionar la reducción de la resistencia de salida de la zona lisoesfinteriana (cervico-uretral), pueden también facilitar la transmisión a través de estos ganglios parasimpáticos y por tanto mejorar la contractilidad vesical y con ello mejorar la eficacia miccional. Se le conocen también efectos de reducción en el tono del rabdoesfínter.

LA PROBABILIDAD DE OBTENER MEJORÍA SINTOMÁTICA CON LOS MEDICAMENTOS BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICOS HA SIDO ESTIMADA EN UN 70 % A 75 %.

I)          BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICO DE ACCIÓN PROLONGADA

1.      TERAZOSIN

Es un medicamento antihipertensivo, un antagonista no-selectivo de los receptores alfa-1 adrenérgicos, de acción prolongada, con una vida media de 12 horas, el cual se puede tomar 1 vez por día. Al igual que el doxasozin son fármacos bloqueantes alfa-1 postsinápticos muy selectivos.

Los análisis de Lepor con 10 mg, arrojaron un 50 % de aumento en el parámetro Qmax, de la uroflujometría, 46 % de aumento en el flujo promedio, 67 % de disminución de los síntomas de vaciamiento urinario (obstructivos) y 35 % de disminución de los síntomas de llenamiento vesical (irritativos). Con 5 mg en cambio, los resultados de Lepor tuvieron un 42 % de aumento en el Qmax, un 48 % de aumento en el flujo promedio, un 63 % de mejoría en los síntomas de vaciamiento (obstructivos) y un 35 % de mejoría en los síntomas de llenamiento vesical (irritativos). Se debe recordar que es un medicamento dosis-dependiente, es decir que de acuerdo a la dosificación administrada se obtienen resultados diferentes. A mayor dosis mejores resultados, pero también mayores efectos colaterales indeseables. Debe ser administrado de manera progresiva, es decir comenzando con dosis mínimas, hasta alcanzar la dosis con el mayor efecto terapéutico posible y con los menores efectos colaterales posibles. Se puede producir el fenómeno de la primera dosis, complejo sintomático carac­terizado por la presencia de desmayo, palpitaciones, vértigo y en pocas ocasiones se puede presentar síncope por hipotensión postural súbita. Es un tratamiento eficaz para pacientes con crecimiento prostático benigno sintomático.

El terazosin, como todo medicamento bloqueante alfa-1 adrenérgico, puede inducir apoptosis, tanto en las células epiteliales prostáticas, como en las células estromales del músculo liso prostático, lo que se traduce en un efecto “controlador” sobre la historia natural del crecimiento prostático benigno.

LOS MEDICAMENTOS BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICOS AFECTAN EL RADIO “PRO- LIFERACIÓN-APOPTOSIS”, CON LO CUAL INFLUYEN SOBRE EL CRECIMIENTO PROSTÁTICO TANTO BENIGNO COMO MALIGNO (inhibiendolo), al PRODUCIR MAYOR APOPTÓSIS QUE PROLIFERACIÓN CELULAR, CON LO CUAL SE INHIBE EL CRECIMIENTO PROSTÁTICO (afectando el desarrollo natural de la enfermedad), y CON LA POSIBILIDAD DE UTILIZARSE TANTO PARA ENTIDADES PROSTÁTICAS BENIGNAS COMO MALIGNAS QUE CURSEN CON TRASTORNOS SINTOMÁTICOS DE LA SALIDA VESICAL.

Varios trabajos de investigación entre los que se cuentan los de Glassman-AUA Dallas 1999, donde afirma que el finasteride tiene un efecto sumatorio al terazosin, al aumentar los índices de apoptosis y disminuir los índices de proliferación celular en pacientes con crecimiento prostático benigno. Según Jeon de Corea, pareciera que tanto con el terazosin como con el doxazosin las dosis que se deben utilizar para lograr índices apoptósicos adecuados, son menores que las utilizadas para lograr índices de mejoría sintomática por el crecimiento prostático benigno.

Los efectos adversos del terazosin son: desvanecimiento en aproximadamente el 13-15 % de los pacientes; 10 % pueden presentar cefaleas; 4 % puede presentar hipotensión (postural y no postural); 4 % puede presentar episodios de disfunción eréctil, menos del 1 % pacientes puede presentar disminución de la líbido, 3 % de los pacientes presentan astenia, y un 1,5 % presenta un cuadro clínico semejante al síndrome tipo influenza.

2.    DOXAZOSIN

Es un antagonista no-selectivo de los receptores alfa-1 adrenérgicos de acción prolongada. Se da una vez por día, en horas de la noche (antes de acostarse), disminuye los síntomas de llenamiento vesical (irritativos) en más del 80 % y los síntomas urinarios de vaciamiento (obstructivos), en más del 60%.

El 80 % de los pacientes, refirieron mejoría subjetiva, aspecto de gran importancia, para el paciente. La Qmax de la uroflujometría, aumentó en aproximadamente un 25 % (Holmes). En otros estudios, la frecuencia urinaria disminuyó un 40 %, la nocturia disminuyó en un 40 %, aspecto este muy importante para la calidad de vida del paciente y la urgencia miccional, disminuyó en un 60 %; además mejoró el retardo premiccional que tenía el paciente en un 50-60 %. La dosis más efectiva es de 8 mg/día, sin embargo, son pocos los pacientes que pueden tolerar esta dosificación, por tanto recomendamos la dosis de 4 mg diarios, a la hora de acostarse.

La medicación debe administrarse con aumentos progresivos para evitar el efecto adverso de la primera dosis; se debe comenzar por 1 mg, posteiormente 2 mg y así sucesivamente hasta llegar a 4 mg, usualmente con una semana de intervalo entre las diferentes dosis. Algo muy importante, es que el doxazosin tiene otros efectos o acciones farmacológicas, además de mejorar los síntomas urinarios actúa sobre el metabolismo de los glúcidos, regulando sus niveles séricos y también sobre el metabolismo de los lípidos, en hiperlipidemias, produciendo una sostenida reducción en los niveles de LDL colesterol y triglicéridos, con aumento de los niveles de HDL y la relación HDL/colesterol total; tiene también una acción mejoradora de la función ventricular izquierda, en casos de afectación del mismo por hipertensión arterial.

Se sabe en la actualidad, que las catecolaminas están implicadas como factores de crecimiento, provocando mitogénesis en varios tipos de células entre las que destacan las células del estroma prostático y el doxazosin puede inducir apoptosis en las células de la glándula prostática (tanto epiteliales como estromales). Kyprianou en el Meeting de la AUA en Dallas 1999, demostró que el doxazosin ejerce un efecto de inhibición sobre el crecimiento de las células epiteliales del tumor prostático, como de las células del músculo liso prostático al inducir apoptosis manteniéndose dicho efecto por 1 año aproximadamente.

El doxazosin, no tiene ningún efecto sobre la proliferación celular, pero si ocasiona un 6 % de aumento en el índice apoptósico en las células glandulares (epitelio) y un 15 % de aumento del índice apoptósico en la célula muscular lisa (estroma). Esto a su vez ocasiona la hipótesis de que los receptores alfa-1 adrenérgicos, tienen un papel importante en la génesis del crecimiento prostático benigno. Esto abre las perspectivas para la utilización del doxazosin en casos de cáncer prostático localmente o distalmente avanzado y no solamente para casos de crecimiento prostático benigno sintomático, como se había publicado en el año 1997. Al igual que el terazosin, el doxazosin y el tamsulozin, no tienen efectos sumatorios sobre la hipertensión arterial, en pacientes que tomen otros antihipertensivos. Son bastante seguros al respecto. Por lo tanto el efecto producido por el doxazosin, para el alivio y mejoría sintomática, evidenciada por los scores de síntomas y calidad de vida usados en el ámbito urológico, se logra a través de procesos de apoptosis de la célula muscular lisa estromal con degeneración estromal y disminución de la expresión de la actina en la fibra alfa del músculo liso.

Existe un estudio denominado PREDICT (prospective european doxazosin and combination therapy) que reúne la experiencia europea multinacional para precisar la eficacia y seguridad a largo plazo del doxazosin y de los bloqueantes de la 5-alfa reductasa como el finasteride, sólos, en combinación y en un grupo sometido a placebo para tratamientos de pacientes con crecimiento prostático benigno sintomático moderado-severo. Sus conclusiones fueron, que el doxazosin y no el finasteride, mejora los síntomas y la flujometría urinaria en pacientes con crecimiento prostático benigno sintomático. Esto es controversial y sin duda amerita estudios y experiencias de muchos grupos que reproduzcan los mismo resultados, porque en la práctica diaria, muchas veces hemos tenido mejorías sintomáticas evidentes con medicamentos bloqueantes de la 5-alfa reductasa como el finasteride. Además el estudio puede haber incluído pacientes con próstatas pequeñas o inclusive con próstatas donde el componente dinámico-estromal- funcional (tono simpático alfa-adrenérgico) esté aumentado y sea superior al componente orgánico- epitelial-glándular y por ende de mejores resultados un medicamento bloqueante alfa-1 adrenérgico que un bloqueante de la 5-alfa reductasa. Este último daría mejores resultados en glándulas mayores de 40 gramos, donde el componente estromal sea inferior al componente glandular.

3.    TAMSULOZIN

Es el primer medicamento bloqueante específico de los receptores alfa-1 A adrenérgico (uroselec- tividad farmacológica), de acción prolongada, que sale al mercado farmacéutico mundial. Tiene mayor afinidad con los receptores alfa-1A y alfa-1D adrenérgicos, que con los receptores alfa-1B adrenérgicos. Está aprobado en muchos países europeos y en Estados Unidos de Norteamérica, para el tratamiento sintomático del crecimiento prostático benigno. Es de acción prolongada, con aplicaciones sobre la glándula prostática, especí­ficamente desarrollado para el tratamiento de los síntomas funcionales (dinámicos) del crecimiento prostático benigno.

Posee 13 veces más uroselectividad farma­cológica para los receptores alfa-1A del músculo liso prostático, comparado con los receptores alfa- 1B y con otros antagonistas alfa-1 adrenérgicos. Tiene más afinidad por los receptores adrenérgicos alfa-1, que por los receptores adrenérgicos alfa-2. En estudios europeos, el tamsulozin ha mostrado mejor tolerabilidad y menos efectos colaterales- indeseables que el terazosin.

Se administra una vez al día (0,4 mg) y produce mínimos efectos colaterales cardiovasculares y sobre todo no tiene impacto negativo sobre la función sexual eréctil, pero en un 3 % ocasiona alteraciones de la eyaculación (eyaculación retrógrada o eyaculación seca). La dosis comparable con otros antagonistas de los receptores adrenérgicos alfa-1, es 0,4 mg de tamsulozin, comparable a 10 mg de terazosin y a 8 mg de doxazosin.

No tiene efectos sumatorios sobre la tensión arterial en pacientes hipertensos que reciben tratamientos antihipertensivos. Es importante aclarar que si se eleva la dosis de tamsulosin a 0,8 mg se obtiene una mejoría significativa en la efectividad clínica. Con relación a la dosis antes mencionada, debo decir que en nuestra experiencia personal, los fármacos bloqueantes alfa-1 no selectivos tipo terazosin o el doxazosin o el alfuzosin, al ser dosis- dependiente, tienen una dosis máxima recomendada, que no la toleran la mayoría de nuestros pacientes, excepción hecha de los pacientes con vejiga neurogénica, los cuales necesitan dosis mayores de los medicamentos que usualmente se utilizan, para combatir el tipo de vejiga neurogénica que presenten y a su vez muestran una menor incidencia de efectos indeseables por el uso de dichos medicamentos. Sin embargo, los pacientes que toman tamsulozin no han mostrado ese problema, es decir se ha podido prescribir de una vez, la dosis máxima recomendada que es de 0,4 mg e inclusive en pacientes quienes se ha tenido que dar el doble de la dosis, la han tolerado bien.

Existe una incongruencia entre lo que se propone y lo que se en prescribe en nuestra práctica clínica diaria, de manera segura y confiable. Lo más cerca a las dosis máxima recomendada de medicamentos como el terazosin, doxazosin o alfuzosin, es alrededor de un 50 % de las dosis teóricamente óptima, la cual se puede aplicar con la seguridad de que no habrán efectos adversos-indeseables por dicha dosificación, lo que se traduce a su vez, en una mejoría parcial de la sintomatología urinaria.

En la práctica clínica diaria, lo más resaltante del tamsulozin, es que es un medicamento bloqueante alfa-1A adrenérgico selectivo, con un comienzo de acción rápida, que no necesita realizar esquemas terapéuticos con dosis progresivas, por el contrario se puede comenzar de una vez con la dosis máxima recomendada que es de 0,4 a 0,8 mg, la cual tendrá una vida media de 13 horas aproximadamente. Esto a diferencia de los otros medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, que deben fraccionarse en su dosificación de menos a más, para poder obtener los mejores resultados con el mínimo de los efectos indeseables posibles. Mejora notablemente (65 %) los índices o scores de síntomas prostáticos (IPSS-

AUAss-SPSP) es decir, mejoría clínica, porque reduce la puntuación de los scores prostáticos en aproximadamente 40 %. Y además mejora en aproximadamente un 30 % los niveles de Qmax de la flujometría urinaria. Michel (European Urology 1998:34 suppl 2:37-45) señala luego del análisis de 19 365 pacientes los efectos clínicos del tamsulosin son los siguientes: eficaz en todos los tipos de pacientes con síntomas urinarios bajos producidos por obstrucción prostática de la salida vesical. Más del 90% reportan buena tolerancia, y mejoría notable los puntajes de síntomas prostáticos, reduce significativemente la orina residual postmiccional y mejora notablemente los parámetros urodinámicos en la flujometría (estudio urodinámico).

El segundo aspecto resaltante es que se puede administrar a cualquier hora del día, porque no tiene efectos vasculares indeseables, a diferencia de los otros medicamentos que deben ser administrados de noche y preferiblemente al acostarse.

El tercer aspecto práctico es que la dosis correcta se ajusta más a una dosificación única, con pocas excepciones, al contrario de los otros bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, que la dosis óptima es usualmente el doble o el triple de la dosis inicial, lo que hace que se estén tomando varias tabletas al día, en lugar de una sola. Sin embargo, se debe mencio­nar que en la práctica clínica tanto el doxazosin, como el terazosin, una vez habituados los pacientes, puede darse una dosis máxima efectiva al día con la salvedad que se mencionó anteriormente en relación a la dosis máxima tolerada.

El cuarto aspecto práctico es lo relacionado a los efectos colaterales indeseables que produce el tamsulozin, que como mencionamos anteriormente son escasos y cuando se presentan son ligeramente superiores al grupo placebo, entre ellos tenemos los ocasionados por la vasodilatación como los mareos, cefaleas, palpitación, taquicardia, hipotensión postural, síncopes, astenia, congestión nasal, rinitis todos potencialmente predecibles al tomar medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos. Pero uno de los aspectos más vistos en la práctica clínica, es el peligro de la primera dosis de los bloqueantes alfa-1 como el terazosin y el doxazosin. Este problema es casi inexistente con el tamsulozin.

El tamsulozin no está indicado para trata-mientos de hipertensión arterial, porque no produce cambios en las presiones arteriales sistólicas o diastólicas. La mejoría de los aspectos urodinámicos en la uroflujometría, así como la mejoría en la sintomatología de vaciamiento (obstructivas) o de llenamiento (irritativas) por disminución de las puntuaciones en el score de sintomás prostáticos, producida por el crecimiento prostático a nivel de la salida vesical se ven precozmente, usualmente en la primera semana de comenzado el tratamiento.

II)    BLOQUEANTES ALFA-1 ADRENÉRGICOS DE ACCIÓN CORTA

1.   PRAZOSIN

Es un medicamento bloqueante alfa-1 adrenérgico de acción corta, lo que se traduce en que se debe dosificar varias veces al día. Hedlund en 19S3, utilizando clorhidrato de prazosin demostró que la Qmax. y el flujo promedio de la uroflujometría practicada en pacientes con síntomas urinarios ocasionados por el crecimiento prostático benigno, mejoraron, así como el residuo urinario post- miccional, el cual disminuyó.

Fue efectivo en los sintomas urinarios de vaciamiento (obstructivos), pero no fue efectivo en los síntomas urinarios de llenamiento (irritativos).

En 19S7, Kirby demostró que el clorhidrato de prazosin, podía ser útil para el tratamiento de los síntomas urinarios molestos ocasionados por el crecimiento prostático benigno. Para que sea efectivo, se debe administrar dos a tres veces por día, en dosis de 2 mg/dosis. Tiene muy poca uroselectividad, es decir, es muy inferior a los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos previamente mencionados tanto selectivos como no selectivos de los receptores adrenérgicos subtipo A. Se describe con este medicamento un 20 % de reducción en el residuo urinario postmiccional lo que origina una reducción en la frecuencia urinaria y un aumento de la capacidad vesical, una disminución de la magnitud de las contracciones involuntarias del detrusor, así como de otros comportamientos anómalos vesicales (hiperactividad vesical). Es un medicamento que prácticamente no se usa como agente terapéutico en el tratamiento de los síntomas urinarios bajos ocasionados por la obstrucción de la salida vesical (tanto dinámica- estromal, como orgánica-epitelial).

2.   ALFUZOSIN

Es un derivado de la quinazolonas, con propiedades farmacológicas de bloqueador competitivo y selectivo de los receptores alfa-1 adrenérgicos responsables de la función contráctil del músculo liso prostático (estroma), del cuello vesical, de la cápsula prostática y de la musculatura lisa uretral prostática. Es de uso frecuente en Europa, debido a que fue en Francia donde en 1989 se empezó a utilizar para el tratamiento de la sinto- matología urinaria en pacientes con crecimiento prostático benigno. En nuestro país, ya no está disponible y su dosis son 10 mg en la noche. Uno de los trabajos de investigación más representativos con este medicamento, es el de Jardin con 518 pacientes, los cuales tuvieron disminución signi­ficativa en los síntomas obstructivos de vaciamiento vesical e irritativos de llenamiento vesical, tuvieron también aumento significativo en el flujo promedio, de la uroflujometría y disminución en el residuo urinario postmiccional. El estudio, sin embargo, tenía fallas, porque el 55 % de los hombres no tenía flujograma urinario al comenzar el estudio y sólo el

39  % de los pacientes, fueron evaluados con respecto al residuo urinario postmiccional.

Los efectos farmacológicos urodinámicos que más se describen con la alfuzosina son: aumento de la capacidad funcional vesical, una disminución en la presión del detrusor, una disminución de la presión uretral prostática de aproximadamente un 45%, y un aumento del flujo promedio en la uroflujometría urinaria de 20 a 30), todo lo cual mejora la calidad de vida de los pacientes afectados (mejoría en los scores de síntomas prostáticos).

Se da en dosis de 7,5-10 mg/día administrados en tres dosis diarias (5 mg dos veces al día o 2,5 mg tres a cuatro veces por día); los efectos adversos se ven en las primeras 4 semanas: vértigo, cefaleas, hipotensión postural, desvanecimiento, somnolencia, malestar, taquicardia, diarrea, náuseas y vómitos, rash cutáneo, isquemia miocárdica, boca seca y astenia pero en menor intensidad que los otros agentes. Es un medicamento bien tolerado. Usualmente los efectos colaterales indeseables se presentan en las primeras cuatro semanas de estar utilizándose, y se desaparecen al suspender el medicamento. Tiene una baja incidencia de efectos negativos en la esfera de la erección peneana y sobre la esfera de la eyaculación (baja incidencia de eyaculación seca).

En el plano económico del tratamiento con los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, se deben tomar en cuenta varios aspectos como son los costos directos generados por el diagnóstico y el tratamiento, así como los costos indirectos ocasionados por la disminución de la productividad del paciente debido a la morbilidad asociadas con la terapéutica bloqueante alfa-1 adrenérgica (efectos colaterales indeseables). Debemos considerar los costos en lo referente a la preocupación o angustia del paciente y a los costos por las complicaciones ocasionadas por la presencia en sí del crecimiento prostético benigno, tales como infecciones altas y/o bajas del sistema urinario, síndromes de prostatitis, cálculos vesicales, retención urinaria aguda o crónica, incontinencia urinaria e insuficiencia renal. Todo esto originó la salida al mercado farmacéutico mundial, de los tratamientos farmacológicos, para reducir los costos elevados originados por los procedimientos quirúrgicos tanto minimamente invasivos, como los propiamente quirúrgicos (prostatectomíaa abierta). Sin embargo, este aspecto nos conduce a una reflexión importante puesto que si tomamos en cuenta los años que el paciente debe tomar dichos medicamentos, en ocasiones de por vida, las complicaciones propias por su uso y la potencial necesidad de requerir en un futuro cercano o a mediano plazo, de tratamientos de otra índole (usualmente quirúrgicos), así como saber que en muchas ocasiones no se podrá detener la evolución natural del crecimiento prostético benigno, se elevarian sustancialmente los costos por dichos tratamientos, con lo cual nos enfrentamos a un aspecto bastante controversial, que será sin duda dilucidado en el correr de estos próximos años. El tiempo y los trabajos de investigación determinarán lo adecuado y necesario de cada modalidad terapéutica.

b.    MEDICAMENTOS BLOQUEANTES DE LA

5-ALFA REDUCTASA

1.   FINASTERIDE

Es un potente inhibidor reversible del tipo 2 de la 5-alfa reductasa, por lo tanto bloquea la conversión de testosterona a dihidrotestosterona, el mayor andrógeno intraprostático en el hombre. La actividad de la 5-alfa reductasa, puede alterarse en base al contenido de lípidos de la membrana celular y al respecto puede modificar su actividad (inhibirse) a través de la acción de los ácidos grasos (fosfolípidos). Es efectivo en suprimir los niveles plasmáticos de la dihidrotestosterona prostática, sin afectar la testosterona. La supresión de la dihidrotestosterona prostática alcanza un 80-90 %. Este medicamento reduce el tamaño de la próstata, hasta en un 25 % de su volumen total Esto se logra al producir apoptosis del componente epitelial prostático, encogiendo o reduciendo la próstata y previniendo la progresión de la enfermedad. En contraste, los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, relajan el músculo liso prostático, el cual constituye el componente dominante del estroma prostático (componente estromal). La combinación de ambos, debe reducir la obstrucción de la salida vesical y mejorar los síntomas y el flujo urinario y por ende la calidad de vida.

Hay que esperar resultados a largo plazo, entre otros, el estudio del grupo cooperativo de la administración de veteranos realizado con 1 299 hombres, presentado por Lepor, el cual dio resultados sorprendentes y controversiales en lo referente a la combinación del terazosin con el finasteride o el finasteride más placebo, los cuales no daban mejores resultados, que darlos individualmente (New England Journal of Medicine 335(8):533-9,1996). Esto ha cambiado sustancialmente, al punto de haberse descrito efectos sumatorios con ambos medicamentos sobre todo en lo referente a sus reper­cusiones en la apoptosis e índices de proliferación celular. En lo referente al finasteride, los resultados controversiales pudieron ser ocasionados por el hecho de que la mayoría de los pacientes, en el estudio, tenían próstatas cuyo peso era inferior a los 40 gramos.

Boyle reportó el análisis de 5 000 pacientes y concluyó que existe una fuerte correlación entre volumen prostático y la respuesta clínica al finasteride. Los resultados demostraron que el finasteride, es superior al placebo pero sólo en hombres con volumen prostático mayor de 40 gramos. No es efectivo en hombres que tengan un volumen prostático reducido (Boyle-Urology 48 ;3,1996). Se puede asumir, que con el finasteride se obtienen mejores resultados con próstatas de volumen elevado, en cambio las próstatas pequeñas, responden excelentemente a los medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos y no tan bien al finasteride. En la fase II del estudio, dando tratamiento por 6 meses con finasteride, se produjo un 30% de disminución del tamaño prostático. Hubo una mejoría significativa en la flujometría urinaria.

En la fase III del estudio, se reveló que 12 meses con finasteride, resultaba en 70% de reducción en la dihidrotestosterona y en 19% de reducción del volumen prostático. Mejoró la flujometría urinaria y los cuestionarios de síntomas prostáticos.

El finasteride es más lento en el comienzo de sus efectos beneficiosos (de 6 a 12 meses), que los bloqueantes alfa-1 adrenérgicos, pero pueden ser más duraderos sus resultados. En junio 1997, salió publicado en el Journal de Urología, un artículo que considero de suma importancia para el uso del finasteride. El tratamiento con el finasteride, produce una supresión selectiva y pronunciada del epitelio, además dicha supresión epitelial, es mucho más pronunciada, en la próstata en su región interna, que en la región externa, según la descripción anatomotopográfica de McNeal.

Abrams, en el Journal Urology de mayo 1999, publica un trabajo de investigación donde concluye que el finasteride mejora todos los parámetros urodinámicos de flujo-presión, sobre todo en pacientes con volumen prostático alto (por arriba de

40   gramos).

Sabemos, hoy en día, que la reducción del volumen prostático, en pacientes tratados con finasteride, por presentar un crecimiento prostático benigno sintomático, estará directamente rela­cionado, con el contenido epitelial que tenga la próstata. Es decir, se pueden cuantificar los resultados con el finasteride si lograramos saber, a priori, el contenido epitelial de la glándula interna. Tanto Lepor como Caddedu, demostraron que el PSA sérico, se correlaciona mejor con el contenido epitelial de la glándula interna que con el de la glándula externa. Marks, Partin y colaboradores publicaron en la revista Urology en marzo 1999, un trabajo acerca del finasteride donde concluyen que al tratar a pacientes por 24 a 30 meses con finasteride, con dosis de 5 mg día, se logra una marcada involución del epitelio prostático, tanto en las zonas externas, como sobre las zonas internas, específi­camente sobre la zona de transición, zona de crecimiento específico adenomatoso en el crecimiento prostático benigno. La involución continúa por muchos meses luego que los efectos clínicos se hayan estabilizado. Su máximo beneficio terapeútico, se obtiene luego de ó meses de tratamiento con 5 mg/día. Sus efectos indeseables son disfunción eyaculatoria, disminución de la libido y disfunción eréctil (3-5 %), presentan también anormalidades en el volumen del eyaculado y los síntomas prostáticos retornarán, al descontinuar la medicación.

Disminuye un 50 % los valores del antígeno prostático específico total, más no altera el PSA libre, detalle que hay que tener muy en cuenta, a la hora de realizar una pesquisa o un seguimiento de un eventual cáncer prostático, pero no entorpecerá el posible díagnóstico de cáncer de próstata que se haga a través de biopsias prostáticas (Epstein).

No hay claras evidencias que el finasteride reduzca la tasa de complicaciones por el desarrollo del crecimiento prostático benigno, o reduzcan la necesidad ulterior de cirugía. Se sabe que una tercera parte de los pacientes tratados, tendrán mejoría clínica significativa. El finasteride previene la progresión del crecimiento prostático, al punto que está considerado una de los aliados en el enfoque de la quimioprevención.

Los cuatro efectos fundamentales que se conocen del finasteride al momento actual es la reducción de síntomas urinarios debido al crecimiento prostático benigno o maligno, la reducción de los riesgos de retención aguda de orina (RAO) y en la reducción de los riesgos de cirugía relacionada a crecimiento prostático benigno y disminuye la hematuria relacionada al crecimiento prostático sintomático. Las indicaciones del finasteride son en hematuria por crecimiento prostático benigno o por cáncer, en prostatitis de cualquier etiología, en sintomatología urinaria baja molesta por trastornos urodinámicos producidos en casos de próstatas de volumen por arriba de 40 gramos bien sea de origen benigno y/o maligno, otra indicación es reducir el riesgo de retención aguda de orina en más de un 50 % y se está utilizando también como quimiopreventivo del cáncer prostático. Bennett, Choe y Bell en AUA 2000 presentaron un trabajo que evidenció que la utilización del finasteride permite disminuir la pérdida sanguínea durante la resección prostática transuretral (RTUP) y acorta la estadía hospitalaria.

2.    EPRISTERIDE

Es un potente inhibidor de la 5 alfa reductasa, que se consigue en el crecimiento prostático benigno del hombre. Es un inhibidor selectivo de la isoforma tipo 2, de la 5-alfa reductasa humana. Su dosificación es de 0,25 mg por kilogramo de peso corporal administrada dos veces por día y ocasiona los mismos efectos sobre la dihidrotestosterona que los que son producidos por la castración quirúrgica. Al administrar el epristeride se ocasiona un aumento de más de 5 veces los valores normales de la testosterona prostática. Al administrarse este medicamento se observa una inhibición de la secreción prostática y de la proliferación de las células glandulares prostáticas y hay también un aumento en los índices de apoptosis. Usualmente la dosis de S0 mg al día es la que mejor efecto terapéutico produce (reducción

El epristeride no se une a los receptores este- roideos hormonales. La diferencia con el finasteride es que éste muestra una inhibición competitiva con la testosterona intraprostática que no tiene el epristeride. Se han publicado estudios donde se señala la posible acción del epristeride, sobre la línea celular de tumores prostáticos androgeno­sensibles, atenuando su tasa de crecimiento, lo cual abre un campo de acción más de los inhibidores de la 5-alfa reductasa.

C.    FITOFÁRMACOS

El uso de plantas, extractos de plantas, raíces o semillas, para usos medicinales, se conoce desde la antigüedad. En todas las civilizaciones, existen pruebas de su uso. Así vemos como desde las civilizaciones del fértil creciente, sumerios, babilonios, pasando luego por los egipcios, griegos, romanos y las civilizaciones asiáticas y centro- europeas, hacían y hacen uso de las propiedades de las plantas, para obtener mejoría sintomática de sus trastornos urinarios. Uno de los grandes aportes del descubrimiento de las grandes culturas mesoameri- canas por parte de los exploradores y conquistadores españoles y portugueses, fue la medicina herbaria, posteriormente en códices de los que algunos fueron trasladados a Europa y otros lamentablemente fueron detruidos o extraviados. Con dichos preparados medicinales herbarios, la medicina europea en ese momento era bastante precaria y limitada; fue mejorada en sus aspectos terapéuticos con la llegada de dichos preparados.

Las aplicaciones de la fitoterapia para el tratamiento de síntomas urinarios, originados por el crecimiento de la glándula prostática están descritos por los egipcios, en papiros destinados a la enseñanza médica, que describen con bastante precisión dicha alternativa terapéutica (s XV A.C ).

Se sabe por ejemplo, que en Alemania más del 90% de todos los pacientes con crecimiento prostático benigno, son tratados inicialmente con fitoterapia y el 50 % de los médicos alemanes, prefieren productos derivados de las plantas que fármacos derivados de químicos; el auge de la medicina alternativa en el mundo es un hecho que no se puede ocultar. En Estados Unidos de Norteamérica el 42 % de las personas utilizan medicina alternativa, lo cual representa un incremento del 25 % desde el año 1990, lo que llama la atención puesto que se trata de un país donde de la medicina clásica occidental es emblemática. Sabemos que el 35 % de los pacientes utilizan medicina alternativa, de ellos un 37-40 % los ayudará y un 70-75 % de pacientes se sentirán mejor con ella. Es así como en Estados Unidos salió publicado a finales de 1998, el PDR (Physician Desk Reference) de Medicina Herbaria y el PDR de Medicina Suplementaria, con lo cual queda evidenciada una vez más, la gran utilización de estos productos.

Se sabe que el 30 % al 90 % de los pacientes que buscan atención médica especializada por presentar síntomas molestos urinarios debido al crecimiento obstructivo de la glándula prostática ya estan tomando medicamentos a base de fitoterapia (Lowe- Contemporary Urology Vol 11 #7 July 1999.)

En Estados Unidos de Norteamérica, más del 70 % de los pacientes utilizan la medicina herbaria como complemento de tratamientos convencionales no alternativos, en transtornos urinarios de la salida vesical, usualmente por crecimiento prostático benigno.

a.   URTICA DIOICA

La urtica dioica se usa frecuentemente en países europeos como Alemania, España, Italia; contiene una mezcla de compuestos hidrosolubles entre los que se cuentan los lignanos, fenoles, esteroles y lectinas. Actúa como modulador de las hormonas sexuales unidas a proteína; a nivel de los receptores definidos para ello, o sobre la membrana celular prostática. Además inhibe los factores de crecimiento o la interacción de dichos factores de crecimiento y por último también se le asigna la inhibición del metabolismo de la célula prostática, así como su crecimiento por acciones sobre dicha membrana a nivel del sodio, potasio y la ATPasa. Como casi todos los agentes fitoterapéuticos mejora los síntomas urinarios producto de la obstrucción de la salida vesical.

b.    SERENOA REPENS (Saw palmetto)

Epstein y Partin del John Hopkins Hospital de Baltimore, publicaron en el Journal Urology 1999, un trabajo sobre la acción del saw palmetto (serenoa repens), sobre la glándula prostática, lo cual es indicativo del interés que sobre las terapias alternativas prostáticas muestran grupos de trabajo reconocidos mundialmente; concluyen que esta sustancia produce un efecto supresivo sobre el epitelio prostático, especialmente en la zona de transición, que es la zona exclusiva del desarrollo adenomatoso prostático; se cree que este efecto lo logra a través de mecanismos no hormonales.

Parece ser que el mecanismo de acción de la serenoa repens es de interferencia con la acción androgénica (antiandrogenico), al punto que se considera un inhibidor de la 5 alfa reductasa (es un inhibidor de las isoenzimas tipo 1 y tipo 2). Otros le han descrito inhibición de los factores de crecimiento antiproliferativo, lo que como se señaló anterior­mente es importante en el mecanismo de formación del crecimiento prostático benigno. También se le han descrito efectos antiinflamatorios.

Se recomienda una dosis de 320 mg diarios para obtener beneficios en el Qmax de la flujometría urinaria y una disminución de los síntomas urinarios molestos entre ellos la nocturia. Trabajos de Lowe y Wilt publicados en Prostate 1998 y en JAMA 1998, respectivamente, prueban las ventajas terapéuticas de la serenoa repens/saw palmetto.

La serenoa repens, es el más usado de todos los agentes fitoterapéuticos. Mejora no solamente las variables urinarias subjetivas, sino también las objetivas, en sólo 1 a 3 meses de uso. Esto también se aplica a los betasitosteroles. En un reciente trabajo publicado por Vacherot (Francia) en el Journal Urology, se señala que extractos lipido- esterólicos de la serenoa repens, inducen apoptosis e inhibición de la proliferación celular, lo cual lleva a una reducción del volumen prostático y a una mejoría tanto de los síntomas como de la uroflujometría en el estudio urodinámico. Además puede ser útil en los casos de crecimiento prostático tanto benigno, como maligno. Bayne de Escocia (J Urol 164 #3 part 1/2,876-881,Sep 2000), refiere que existen cambios morfológicos sobre las células prostáticas, aumentando también el índice apoptósico con inhibición en la actividad de la membrana nuclear unida a las isoenzimas 5-alfaR.

c.    SECALE CEREALE

En los países nórdicos se ha utilizado como agente fitoterapéutico en casos de inflamaciones prostáticas y de crecimientos incipientes de la glándula prostática, con buenos resultados. Consiste en extractos de polen y que producen los siguientes efectos: influencia sobre el metabolismo andrógenico prostático, reducción de la resistencia uretral prostática, mejora la actividad del detrusor, disminuye la hipercontractilidad vesical (estados de hiperactividad vesical), tiene acción sobre los receptores alfa-adrenérgicos y presenta actividad inhibitoria sobre la enzima 5-alfa reductasa.

Produce mejoría sintomática, sobre todo de los síntomas irritativo-obstructivos generados por el crecimiento prostático; en más del 60% de los pacientes tratados se observa una disminución del volumen de orina residual y mejora la Qmax (flujo pico de la uroflujometría); otros grupos de investigadores no han tenido los mismos resultados.

El amplio uso de los extractos de plantas, que conforman un gran arsenal terapéutico, para los pacientes afectados de síntomas miccionales y de llenamiento, originarán en un futuro cercano, la realización de numerosos estudios de investigación, basado también en el hecho de que la salud en general, ha tomado un curso hacia lo “natural”, con una vuelta a los medicamentos naturales, a las vitaminas, a los antioxidantes de origen vegetal y una progresiva y creciente aversión a la ingesta de medicamentos de origen químico, por lo cual creo que en muy breve tiempo, regresaremos al uso masivo de este tipo de alternativas terapéuticas, debido a que el enfoque actual en lo referente a las terapias ofrecidas al paciente aquejado de síntomas miccionales y/o de llenamiento, están determinadas, principalmente por aspectos subjetivos del paciente. En la actualidad vemos muchos medicamentos etiquetados como suplemento dietético para la salud prostática.

d.    BIOFLAVINOIDES (granos)

Pueden ser suministradas al paciente de manera natural a través de dietas específicas y fáciles de cumplir y a través de productos que aseguren una ingesta de isoflavonas adecuadas para los objetivos propuestos.

Las dietas tradicionales mediterráneas, asiáticas y latinoamericanas (mejicana y caribeña principal­mente), tienen altas concentraciones de isoflavonas en su composición (guisantes, caraotas, lentejas, garbanzos, entre otros). Estos compuestos tienen dos mecanismos de acción: efectos glandulares a través de la inhibición de la 5-alfa reductasa y un aumento de la UDP-glucuronil-transferasa. Tienen también un efecto estromal a través de la inhibición de las aromatasas, inhibición de la 17-betahi- droxigenasa y un antagonismo de los receptores estrogénicos. Todos ellos están asociados, en unión a los bioflavinoides y lignanos que conseguimos en los vegetales, frutas, granos completos y soya, producen la formación por parte de la microflora intestinal de compuestos como la enterolactona, dadzeina y genisteina, estrógenos débiles que se denominan genéricamente como fitoestrógenos, semejantes al tamoxifeno pero de origen natural, estos compuestos pueden evitar los procesos de “iniciación” de la carcinogénesis prostática.

e.   HIPOXIS ROOPERI

El componente más importante de este producto fitoterapéutico es el betasitosterol. Su mecanismo de acción es facilitar la producción y secreción de activadores del plasminógeno en las células epiteliales y producir a nivel de las células del estroma prostático un aumento de los niveles de factor beta-1 de transformación de crecimiento que induce al final la apoptosis.

f.  PIGEUM AFRICANUM con URTICA DIOICA

Son de gran ayuda para el mejoramiento de la sintomatología urinaria tanto de vaciamiento como de llenamiento. Su mecanismo de acción es producir inhibición de los factores de crecimiento fibroblástico, efectos antiestrogénicos, inhibición de los leucotrienos y de otros metabolitos de la 5- lipooxigenasa. En animales de experimentación produce un efecto beneficioso sobre la disten- sibilidad (compliance) vesical y disminución de la contractilidad vesical, por lo cual luce de gran utilidad en casos de vejigas hiperactivas que están presentes en un gran porcentaje de pacientes con obstrucción de la salida vesical por hiperplasia o crecimiento prostático benigno.

En estudios sobre agentes fito farmacológicos el grupo de Montanari (DÍA/GM 6a, 593-59S 1991), estudió los efectos de varios agentes fito farma­cológicos en el mejoramiento de los disturbios o síntomas miccionales en pacientes con crecimiento prostático benigno sintomático y llegaron a conclu­siones interesantes, que demostraron que la combinación de extractos de plantas mejora los resultados sobre parámetros como los intervalos miccionales, la nocturia, la urgencia urinaria, la fortaleza del chorro urinario, el tamaño o volumen prostático y los parámetros de la flujometría urinaria como el volumen urinario, la Q max, y el puntaje del flujo urinario mejoraron notablemente con dichas combinaciones sobre los pacientes afectados.

g.    PRODUCTOS A BASE DE SOYA

Presentan en sus constituyentes dadzeína y genisteína, ambos isoflavinoides presentes en la dieta diaria de los pueblos orientales y de las grandes migraciones que han venido a occidente desde hace varios siglos. En su constitución existen estrógenos activos con una afinidad importante por los receptores estrogénicos.

Producen disminución (dosis-dependiente) del tamaño de la glándula prostática. Es importante reflexionar sobre el contenido estrogénico de los productos de soya, que se recomiendan no sólo para las enfermedades benignas de la glándula prostática, sino también en la quimioprevención del cáncer de próstata (Fair).

h.     FÓRMULAS PROSTÁTICAS o suplementos nutricionales prostáticos (SNP)

Otras presentaciones que son de gran utilidad son aquellas fórmulas prostáticas con varios constituyentes, todos con acción sobre la fisiología y bioquímica prostática, bien sea a nivel epitelial o a nivel estromal, con lo cual se consiguen mejorías sintomáticas indudables, como es el caso de fórmulas prostáticas. Unas están constituidas por saw palmetto berry extract 320 mg, pygeum africanum 100 mg, nettle root powder 100 mgs, kudzu root powder 60 mg, limonex (citrus extract) 50 mg, polvo de semillas de girasol 40 mg, cayena 20 mg, niacina 10 mg, Zinc

6   mg, estracto de polvo de tomate 4 mg.

Otras constituidas por: saw palmetto 320 mg, pygeum africanum 300 mg, urtica dioica 100 mg, polvo de semillas de girasol (cucurbita) 100 mg, zinc picolinato 15 mg, clorhidrato de L-lysina, ácido L-glutamico, glycine 250 mg e/o, vitamina B6 50 mg (clorhidrato de piridoxina), Vit D (colecalciferol) 200 IU, vitamina E (di-alfa tocoferol acetate) 100 IU. También se tendrá a disposición fórmulas antioxidantes prostáticas, donde su fórmula antioxidante prostática contiene vitamina D, vitamina E, zinc, selenium, cobre, extractos de hojas de té verde descafeinado y lycopene.

Con las propiedades farmacológicas que la fitoterapia tiene se ha convertido en nuestro aliado en los tratamientos de las patologías prostáticas benignas y malignas.

Dentro de los fitoestrógenos se recomiendan también aquellos que están contenidos en el té, el vino rojo, las legumbres, los vegetales cruciferos (col, nabo, rábano y mostaza blanca), frutas variadas, cereales y los granos completos.

Recomendamos en la página Web urologiaaldia.com revisar el artículo “Análisis detallado de las recomendaciones urológicas masculinas del Dr. Potenziani.

EFECTOS FARMACOLÓGICOS DE LOS FITOFÁRMACOS

1.     Inhibidores de la aromatasa

2.      Inhibidores de la angiogénesis

3.     Inhibidores de la 5-alfa reductasa

4.      Inhibidores de la proteína-kinasa tirosina- específica

5.     Restringen el desarrollo y crecimiento de los tumores en animales de experimentación.

6.      Influencian la “expresión” de la E-cadherina

7.      Antioxidantes (limpieza de radicales libres)

8.     Influencia sobre las enzimas topoisomerasa.

9.     Interferencia con el metabolismo de las prostaglandinas. Efecto antiinflamatorio

10.    Alteración del metabolismo del colesterol

11.    Disminución de las hormonas sexuales unidas a las globulinas.

12.    Efecto        antiandrogénico

13.    Efecto        antiestrogénico

14.Inhibición de la línea celular derivada de la próstata.

15.Inhibición o interferencia del factor de creci­miento fibroblástico básico (antiproliferativo)

16.    Mejoría de la función de músculo detrusor, al mejorar la distensibilidad y disminuir la contractilidad.

17.    Acción       sobre los receptores alfa-adrénergicos

 

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ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL

Dr. Julio César Potenziani B,


Introducción

La ecosonografía prostática endorrectal, junto con la determinación del antígeno prostático específico en todas sus variantes ha contribuido de manera importante a la detección del cáncer prostático. Su utilidad no se limita sólo a estos casos, también es útil en el diagnóstico de crecimiento prostático benigno, en la evaluación y control de los tratamientos médicos y quirúrgicos tanto de los crecimientos prostáticos benignos como malignos; y es un examen obligatorio en el estudio y diagnóstico de la infertilidad masculina es de utilidad en la determinación de patologías seminales por su alcance para evaluar las vesículas seminales, los conductos eyaculadores, las patologías quísticas de la línea media urológica-seminal y en casos de enfermedad inflamatoria aguda o crónica de la glándula prostática (síndromes de prostatitis).

(extraído en parte del libro Enfermedades Prostáticas del Dr. J.C Potenziani-Editorial Ateproca)

A pesar de las bajas cifras de sensibilidad y especificidad del procedimiento, es un baluarte dentro del armamentario tecnológico del urólogo. Ha formado parte del gran auge díagnóstico y terapéutico de los pacientes con cáncer de la glándula prostática. No hay duda que si tuvieramos que responder cuales fueron los factores que han llevado a los pacientes con cáncer prostático a recibir un enfoque diagnóstico y terapéutico de excelencia, señalaremos la tríada de ecosonografía prostática endorrectal, el antígeno prostático especifico y la divulgación y conocimiento de la técnica de la prostatectomía radical retropuúbica. El urólogo conociendo el caso clínico con sus parámetros bioquímicos (PSA), sus parámetros clínicos (tacto rectal) dirige el estudio ecográfico y pesquisa con biopsia prostática dirigida a los sitios más probables de positividad al adenocarcinoma prostático.

Anteriormente se hacía difícil diagnosticar un cáncer prostático precoz o localizado; 3 de cada 4 pacientes llegaban al urólogo en estadios avanzados de la enfermedad. En la actualidad gracias a la ecografía unida al tacto rectal y a la determinación del PSA, 3 de cada 4 pacientes son diagnosticados en etapas no sólo precoces sino curables, lo que unido a la a la cirugía radical prostática, transfor­maron el panorama del cáncer prostático en todo el mundo.

En 1912, Lowsley popularizó el concepto de los 5 lóbulos prostáticos: dos laterales, uno medio, uno anterior y uno posterior. Este concepto posiblemente era correcto desde un punto de vista quirúrgico, pero erróneo desde el punto de vista del desarrollo embriológico, sin embargo se utilizó durante 55 años hasta que McNeal patólogo de la Universidad de Stanford (California) en 1978 describió las bases anatómicas, topográficas y fisiopatológicas prostáticas con una correlación histopatológica precisa y de extrema utilidad clínica. (McNeal JE, Regional morphology and pathology of the prostate Am J Clin Patol 1968;49,347-357 y McNeal JE: Origin and evolution of benign prostatic enlargement. Invest.Urol 15:340-345,1978), Esta descripción aporta un nuevo enfoque de la anatomía de la próstata, que se confirma y se adopta definitivamente con la llegada de la ecosonografía prostática endorrectal que utiliza los conceptos y terminología descritos por McNeal.

MODELO ANATOMO-TOPOGRÁFICO DE McNEAL

A) ZONAS EPITELIALES

La constituyen la zona de transición, la zona central, la zona periférica y las glándulas peri- uretrales. Ellas se ubican en áreas externas y áreas internas. En el modelo anatómico de McNeal, la uretra es el punto de referencia para ubicar a las estructuras tanto glandulares como las no glandulares.

ÁREAS EXTERNAS 1.  Zona periférica.

El 70 % del tejido epitelial de la próstata lo constituye la zona periférica. Todos los conductos glandulares de esta zona drenan en dos canales que atraviesan la zona posterolateral de la uretra prostática. Histológicamente es similar a las glándulas de la zona de transición y a las glándulas periuretrales (origen embriológico común, a partir del seno urogenital).

La zona periférica es el sitio más frecuente para el desarrollo del cáncer de próstata (80 %). En esta zona no se produce el crecimiento prostático benigno pero al igual que el cáncer prostático, si se producen las inflamaciones-infecciones prostáticas (prosta­titis), las cuales no respetan ninguna de las zonas prostáticas. Es más delgada en la base de la glándula y más ancha en el ápex de la misma. La zona periférica está compuesta de acinos de pequeño tamaño dispuestos regularmente y separados por trabéculas muy delgadas de tejido fibromuscular. Usualmente no se obtienen muestras de esta zona ni en las prostatectomías endoscópicas (RTUP) ni en las prostatectomías abiertas para el tratamiento del crecimiento prostático benigno.

2.    Zona central

Contiene el 25 % del tejido glandular-epitelial prostático. El distintivo de ésta zona son los conductos eyaculadores que dividen por la mitad esta zona. Los conductos glandulares de la zona central se originan a nivel de los conductos eyaculadores drenándose sobre el verumontanum a nivel del ápex prostático. La zona central es morfológica y funcionalmente diferente de las otras regiones glandulares. Al contrario de la zona periférica ésta es más ancha en la base y más delgada en el ápex de la misma, a la altura del verumontanum.

Se origina de los conductos wolfianos, al igual que los conductos eyaculadores, vesículas seminales y conducto deferente. En esta zona no se produce el cáncer prostático. La zona central, está compuesta de ácinos de gran tamaño dispuestos irregularmente y separados por trabéculas gruesas de tejido fibromuscular. En las prostatectomías endoscópicas se obtienen pocas muestras de esta zona.

ÁREAS INTERNAS 1.   Zona de transición

Contiene el 5 % del tejido glandular-epitelial prostático. Aumenta su volumen con la edad, sobre todo por encima de los 50 años, por cuanto en esta zona se desarrolla el crecimiento prostático benigno. Los lóbulos o adenomas de la zona de transición, están situados a lo largo de la uretra proximal prostática y con el crecimiento prostático, alcanzan por su volumen la uretra distal prostática. El tejido glandular de la zona de transición, es desde el punto de vista histológico idéntico al de la zona periférica y esto tiene alcances en la incidencia del cáncer prostático y en los cuadros inflamatorio-infecciosos (prostatitis). El crecimiento adenomatoso puede tener patrón homogéneo, quístico, nodular o mixto.

El 20 % del cáncer prostático se origina en la zona de transición, por lo que esta zona ha adquirido una gran importancia en lo referente a la toma de biopsias dirigidas por ecosonografía prostática endorrectal, y por la determinación de la densidad del antígeno prostático específico, para diagnósticos más precisos en la detección precoz del cáncer prostático, asimismo, ha adquirido importancia en la determinación exacta del volumen de la zona adenomatosa de la glándula prostática, a través de la ecosonografía prostática endorrectal, la cual representa tanto para el médico como para el paciente, un dato de gran utilidad a la hora de cuantificar el volumen del adenoma que deba someterse a cualquier modalidad de tratamiento invasivo o minimamente invasivo, de lo cual habla­remos más adelante.

Todos los nódulos que se presentan en el crecimiento prostático benigno, están dentro o adyacentes a la zona de transición. Las células de la zona de transición son inestables “por si mismas” y tienen facilidad de desarrollar de diferenciación y proliferación embrionaria, proceso favorecido por la hormona dihidrotestosterona, por los estrógenos y por los factores de crecimiento local. Estos factores que causan proliferación de las células, son importantes porque los antagonistas de la estimulación de la actividad mitótica de la zona de transición, pueden prevenir potencialmente, el desarrollo del crecimiento prostático benigno y por ende convertirse en elementos de tratamiento, para los problemas ocasionados por el aumento de volumen de la glándula prostática.

2.    Glándulas periuretrales

Representan el 1 % del tejido epitelial de la glándula prostática. Pueden contener nódulos, que veremos en la ecografía, pero en menor cantidad de los que podríamos encontrar en la zona de transición. Son glándulas pequeñas y están ubicadas dentro de la musculatura lisa periuretral.

B. ZONAS ESTROMALES

Hay dos áreas típicamente estromales que son el estroma fibromuscular anterior y el esfínter interno o lisoesfínter a nivel del cuello vesical.

1) Área del estroma fibromuscular anterior.

Se deriva de la musculatura lisa prostática y del tejido fibroso de la superficie anterior de la próstata. Rodea la uretra en la zona apical prostática y en la base prostática, ocupando la superficie anterior prostática. Tiene un papel importante en la sintomatología urinaria asociada a obstrucción dinámica-funcional de la salida vesical por hipertonía simpática (alfa-1 adrenérgica). Conocer su relación con el componente epitelial (glandular), es decir el radio epitelio/estroma, es trascendental para la obtención de resultados terapéuticos exitosos, con las diversas modalidades de tratamiento en lo referente al crecimiento prostático benigno. El estroma fibromuscular es responsable de los estados de “hipertonía” de la trama que rodea la próstata basal y apical y por lo tanto su relajación es el objetivo de los tratamientos médicos para el crecimiento prostático benigno, a través de los bloqueantes alfa-1 adrenérgicos y de relajantes musculares lisos tipo benzodíazepinas.

2.      Área del esfínter interno o lisoesfínter

Es una estructura muscular lisa derivada de la musculatura lisa que rodea el segmento uretral proximal y la base de la vejiga, hasta la parte proximal del verumontanum. Su función es prevenir la eyaculación retrógada, al elevarse durante el coito, contiene terminaciones nerviosas y receptores alfa y beta adrenérgicos. Es el objetivo en los tratamientos farmacológicos y/o quirúrgicos en la discinergia o incoordinación detrusor-esfínter interno, patología vista con frecuencia en hombres jóvenes.

Contiene receptores colinérgicos, receptores alfa adrenérgicos, y beta adrenérgicos que actúan en la micción, facilitando la apertura cervical (salida vesical) y en la fase de almacenamiento urinario vesical así como en la eyaculación donde ejercen un efecto elevador del cuello vesical (cierre de la salida vesical). Es fundamental en los casos de discinergia o incoordinación del esfínter interno (cuello vesical) y en casos de disturbios psiconeurológicos coincidentes con el síndrome de hipertonía del piso perineal o espasticidad del piso pélvico muscular.

INDICACIONES DE LA ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL

1.    Como parte de la evaluación de pacientes que tienen un tacto prostático anormal, con nódulos duros y no ocasionados por procesos inflama­torios (síndromes de prostatitis) o glándulas prostáticas de consistencia pétrea o leñosa (con alta sospecha de cáncer).

2.      Evaluación de pacientes PSA anormal en cualquiera de sus modalidades.

3.      Como guía para la realización de biopsias prostáticas dirigidas ecográficamente.

4.     En pacientes a quienes se les ha realizado biopsias prostáticas dirigidas digitalmente con resultado negativo para cáncer.

5.     En pacientes con sintomatología relacionada a la próstata, a las vesículas seminales, o a la salida vesical, que no esté claramente definida.

6.     En pacientes con estrés por cancerofobia, que deseen descartar patologías neoplásicas prostáticas.

7.     En pacientes con crecimiento benigno de la glándula, que en un 15 % a 20 % de los casos pueden tener un carcinoma de próstata (T1).

8.     Como parte de los programas de detección del cáncer prostático.

9.     En hombres con historia familiar de cáncer de próstata.

10.    Después del diagnóstico incidental de un carcinoma prostático T1.

11.    Para           precisar el estadio de un cáncer de próstata y fijar el tratamiento del mismo.

12.    En  pacientes que van recibir tratamientos con radioterapia o cirugía radical, pero que los aceptan solamente bajo la condición, de que la enfermedad muestre signos de progresión.

13.    En  el seguimiento de la radioterapia definitiva en pacientes que desarrollen progresión clínica de la enfermedad o elevación del PSA sérico (recaída bioquímica), por arriba de 0,2 y/o 0,5 ng/dL, de acuerdo a la escuela urológica seguida.

14.  Como seguimiento de la cirugía ó prostatectomía radical, con sospecha clínica de recurrencia local o elevación de su PSA, o en casos de compli­caciones de la salida vesical (contractura de cuello vesical o cicatrización viciosa del cuello vesical).

15.    En  pacientes con enfermedad metastásica en sitios comunes de siembra a distancia del cáncer de próstata, pero en quienes se desconoce la ubicación del tumor primario.

16.    En  pacientes con nódulos prostáticos hipoecoicos, isoecoicos o ecogénicos, con características ecográficas compatibles con una enfermedad tumoral prostática, en quienes la biopsia previa, ha sido negativa para cáncer.

17.    En todo paciente que requiera tener una ecosonografía prostática comparativa, para evaluaciones posteriores.

18.    En  poblaciones de “alto riesgo” (afroamericanos, pacientes con historia familiar de cáncer prostá- tico, pacientes con PSA alto sin confirmación histológica, en pacientes con PIN de alto grado en biopsias prostáticas previas) en programas de despistaje y detección precoz del cáncer prostático.

19.    En hombres en estudio por infertilidad con azoospermia de bajo volumen con ausencia de atrofia testicular, en oligospermia severa (menos de 5x106 espermatozoides/mL) de bajo volumen, en anomalías a la palpación rectal, en pacientes con eyaculación retrógada inexplicable, en pacientes con alteraciones importantes de la motilidad y/o de la morfología espermática. En pacientes con trastornos de la eyaculación, en pacientes con anomalías estructurales del sistema urinario, y en pacientes que tengan historia de prostatitis con contaje de leucocitos elevados en semen.

Cuando se realizan ecosonografías prostáticas

endorrectales se debe tener en cuenta la proyección

más adecuada para obtener los mejores resultados

de la exploración; las proyecciones axiales son las más aconsejadas para buscar asimetrías glandulares, para precisar detalles de los aspectos laterales de las glándulas, así como para precisar los bordes externos de la próstata; las proyecciones sagitales son las más apropiadas para la exploración de la base y del vértice de la próstata, en esta última área resulta difícil en el diagnóstico, lo que es importante en el estadiamiento, en el planteamiento del tratamiento quirúrgico así como en la determinación del pronóstico de cada caso durante la cirugía radical prostática; además las proyecciones sagitales son las ideales para precisar aspectos de los conductos eyaculadores (quistes, calcificaciones, estudios de hemospermia, estudios de infertilidad obstructiva, estudios de infecciones seminales entre otras patologías), y de la uretra prostática y de las vesículas seminales, estas últimas de mucha importancia en el estadiamiento del cáncer prostático y en los aspectos pronósticos y quirúrgicos de las cirugías radicales prostáticas.

De acuerdo a lo expuesto anteriormente, para la realización de biopsias se deben considerar ambas proyecciones según el área que se vaya a evaluar.

HALLAZGOS DE LA ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL EN EL CRECIMIENTO PROSTÁTICO BENIGNO

La ecosonografía prostática endorrectal está considerada como el método clínico de mayor utilidad para el diagnóstico de crecimiento prostático benigno, prostatitis y de cáncer prostático. La determinación del volumen de la zona de transición y su relación con el volumen global de la glándula prostática, no sólo es de gran utilidad clínica, sino que se correlaciona con la sintomatología que presenta el paciente y por ende con la puntuación del cuestionario de síntomas utilizado, con los hallazgos urodinámicos que indiquen una obstrucción urinaria infravesical (Qmax baja y presión máxima del detrusor alta), así como con la posibilidad de algún cuadro de retención aguda de orina que pueda presentarse en el curso de la evolución clínica del paciente. Tiene un papel importante en la evaluación pre y post-tratamiento de la farmacoterapia en el crecimiento prostático benigno, o en tratamientos minimamente invasivos como la electrovaporización de la próstata, las incisiones prostáticas, la ablación prostática por láser, o la utilización de termoterapia.

Las características ecográficas de la próstata, en el crecimiento prostático benigno es reflejo de su composición histológica. Así vemos como en hombres jóvenes es imposible distinguir las zonas internas de las zonas externas de la glándula prostática, es decir tiene poca definición. Cada incremento del volumen prostático, produce un aumento en las dimensiones anteroposteriores, que normalmente están por debajo de 2,5 cm y esto demarca perfectamente, el territorio ecográfico de las dos zonas, es decir que al verse de manera nítida la demarcación anatómica de la zona de transición y de la zona periférica significa que hay un aumento del volumen de la zona de transición y esto a su vez confirmará que estamos en presencia de un crecimiento prostático benigno.

Por debajo de los 40 años la glándula prostática está conformada principalmente por la zona periférica y de manera secundaria por la zona central ambas conformando la próstata externa. Según esto la próstata interna, que la conforman la zona de transición y las glándulas periuretrales, se comienza a desarrollar después de la tercera década de la vida.

En la proyección axial o transversal la glándula prostática tiene una forma triangular y en el plano sagital o longitudinal podemos observar la uretra prostática de diámetro relativamente ancho, recta, sólo levemente curvilínea en la parte distal de su porción prostática (ápex), llegando al veru- montanum.

En la medida que la próstata aumenta de volumen en la zona de transicion (adenomatosa por exce­lencia), su forma pasa de elipsoidal, con diámetro transversal mayor que el diámetro anteroposterior a forma redondeada donde el díametro anteroposterior es mayor que el díametro transversal. En la medida que la glándula prostática aumenta de volumen, la uretra prostática se hace insuficiente para albergar los adenomas y en consecuencia se produce un crecimiento hacia el interior de la vejiga a través del cuello vesical, (crecimiento intravesical, bien sea por un gran lóbulo medio, o por los lóbulos laterales de Lowsley que ya no pueden ser contenidos en el compartimiento uretral prostático).

El ecopatrón observado en la evolución del crecimiento prostático benigno depende del volumen de la glándula; en los inicios del crecimiento (próstatas por arriba de 20 gramos), la zona de transición parauretral se observa con imagines hipoecoicas características. Posteriormente el ecopatrón es mixto, es decir zonas hipoecoicas alternando con zonas hiperecoicas o ecogénicas. En esta etapa pueden verse calcificaciones finas, moderadas o gruesas, sobre todo en la zona limítrofe entre la zona de transición y la zona periférica. Con el aumento progresivo del volumen, se pueden observar nódulos inicialmente isoecoicos, que posteriormente se hacen ecogénicos o hiperecoicos debido a su confluencia. Este es el patrón nodular de crecimiento adenomatoso de la zona de transición, pero también puede haber un patrón de crecimiento quistico-nodular, con zonas francamente hipoecoicas (quísticas) alternadas con zonas ecogénicas o hiperecoicas. Lo que vemos frecuentemente es que el crecimiento adenomatoso es usualmente asimétrico entre el lóbulo derecho y el lóbulo izquierdo de Lowsley.

Las zonas quísticas se producen por obstrucción de los conductos prostáticos debido al aumento del componente estromal (musculatura lisa). La zona periférica se comprime con el crecimiento de la zona de transición y se hace más ecogénica de lo normal.

En lo referente a la zona de transición, esta puede tener varias formas de presentación: una como adenomas pequeños con ecogenicidad mixta por la presencia de tejidos heterogéneos y con degeneración quistica. En otros casos las próstatas parecen normales, pero tienen un lóbulo medio que se evidencia mucho mejor en las vistas sagitales o longitudinales. La zona de transición es hipoecoica, en comparación con la zona periférica, la cual es isoecoica.

La cápsula quirúrgica es aquella zona que divide el crecimiento adenomatoso, es decir la que se ubica entre el borde posterior de la zona de transición y la zona periférica, representa el límite entre la zona externa y la zona interna de la glándula.

Vemos también con frecuencia la presencia de múltiples nódulos dentro de la zona adenomatosa, con abultamientos capsulares pero sin comprometer la integridad de la misma. Estos nódulos de manera característica tienen un halo hipoecoico, que sugiere su naturaleza benigna, no así los nódulos de posible naturaleza maligna, donde se confunden sus límites con el tejido circundante. Asimismo, en el crecimiento prostático benigno se pueden ver cálculos intraglandulares que usualmente están ubicados hacia la parte posterior de la zona de transición, muy cercanos a la zona periférica, así como los cuerpos amiláceos, ambos se deben a la presencia del adenoma que al expandirse comprime los conductos glandulares lo que provoca el estasis del fluido prostático y con ello la formación de las

Por todo lo antes mencionado se comprende la gran importancia de la ecosonografía prostática endorrectal en el estudio de pacientes con crecimiento prostático benigno tanto por el aporte de detalles anatómicos importantes para planificar un esquema de tratamiento, así como para el diagnóstico diferencial con enfermedades inflamatorias que alteran los esquemas terapéuticos, o de focos de cáncer prostático (despistaje de cáncer de próstata en etapas precoces).

ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDO­RECTAL EN CÁNCER PROSTÁTICO

La ecosonografia prostática endorrectal es una prueba importante, dentro de los programas de despistaje de cáncer próstatico, por sus aportes imageneológicos y en la toma de biopsias prostáticas dirigidas, las cuales sin duda alguna han aumentado la cirugía prostática radical al tener diagnósticos histopatológicos positivos para cáncer, usualmente en etapas precoces de su evolución clínica (estadio T1-T2). Se debe puntualizar, que no debe utilizarse como prueba única para el despistaje del cáncer prostático y que no sustituye al tacto sino que debe sumarse a éste y a la determinación sérica del antígeno prostático específico (PSA); es la unión de los tres que nos dará una especificidad y una sensibilidad diagnóstica elevada.

En 1992 Siders-Lee publican en Human Pathology 23(4);344-351 April 1992 los resultados de una investigación donde realizaron ecosonografía prostática endorrectal en aquellos casos donde había cáncer persistente o recurrente y que habían recibido radioterapia. En estos casos el patólogo tenía grandes problemas para aplicar los criterios histológicos diagnósticos debido a los cambios inducidos por la radiación sobre el tejido glandular prostático que se pueden confundir fácilmente con un cáncer prostático irradiado.

¿Cuándo realizar una ecografía prostática endorrectal en pacientes con cáncer prostático o bajo sospecha de tenerlo?

Las indicaciones formales de ecosonografía prostática endorrectal en pacientes con cáncer prostático conocido o en quien se sospeche su presencia son las siguientes:

1.    Pacientes con tacto digital prostático sospechoso de cáncer (dureza importante, nódulos duros, próstata con alternancia de consistencia en su extensión, o próstata fija a estructuras cercanas).

2.     Pacientes que tengan alteraciones bioquímicas de la pesquisa de cáncer prostático (PSA o fracción prostática de la fosfatasa ácida), con o sin alteraciones en el tacto digital prostático.

3.    Para precisar el estadiamiento local-regional del cáncer prostático, al saber su relación con la cápsula prostática, con las vesículas seminales, con el ápex prostático (área trapezoidal) y con la base de la vejiga.

4.     Como guía de biopsias dirigidas, tanto en los programas de detección precoz del cáncer prostático, como en pacientes con anormalidades al tacto rectal, o en pacientes que habiendo sido operados de cirugía radical prostática presentan recaída bioquímica (PSA elevado) por lo cual se piensa en recaída o metástasis local-regional.

5.    En programas de tamizaje poblacional para cáncer prostático, lo cual es de gran importancia sobre todo en pacientes de alto riesgo.

6.     Como parte del seguimiento de los pacientes tratados con cualquier modalidad de tratamiento para cáncer prostático: cirugía radical, radio­terapia, braquiterapia o tratamiento hormonal con bloqueo androgénico total o bloqueo androgénico intermitente.

7.     Para precisar la eficacia de la salida vesical en un paciente en su período pretratamiento y pos­tratamiento, debido a que la dinámica miccional acompaña y muchas veces agrava los casos de crecimiento prostático benigno, cáncer prostático y síndromes de prostatitis.

8.    En poblaciones de alto riesgo (raza negra e hijos de padres con cáncer prostático) con o sin hallazgos positivos tanto en el tacto prostático Como en los marcadores tumorales.

9.    Para la determinación de índices tumorales ecográficos (PSAd- PSAdZT) que en nuestra casuística ha ocasionado el estudio y el posterior diagnóstico de cáncer prostático, cuando todos los indicios decían lo contrario.

10.    Para           determinar la utilidad o no de una cirugía radical posible.

¿TIENE EL CÁNCER PROSTÁTICO UN PATRÓN ECOGRÁFICO ESPECIFÍCO?

La respuesta es no. El patrón ecográfico habitual en la glándula prostática normal, lo vemos representado en la zona periférica de McNeal, la cual normalmente es isoecoica y nos sirve como patrón de referencia para identificar la ecogenicidad de las otras zonas anatomotopográficas de McNeal. La ecogenicidad de la zona central, es mayor (ecogénica o hiperecoica), que la de la zona periférica, por la presencia de cuerpos amiláceos y porque hay glándulas más grandes y más reflectivas. Sin embargo, la zona central podría también mostrarse hipoecoica, por la presencia de atrofia .glandular y también podría ser isoecoica. La zona de transición, usualmente es hipoecoica, antes que se desarrolle el crecimiento prostático benigno, es decir en pacientes por debajo de 50 años.

En la próstata normal, las estructuras fibro- musculares, como el estroma fibromuscular, la pared uretral, los esfínteres periuretrales y los conductos eyaculadores tienen una apariencia hipoecoica, al igual que las vesículas seminales, que normalmente son hipoecoicas. A pesar de que los tumores en la zona periférica, son hipoecoicos, en un 25 % a 30 % de los casos se pueden ver lesiones hiperecoicas o ecogénicas, también se han descrito lesiones cancerosas isoecoicas.

PATRONES ECOSONOGRÁFICOS QUE NOS INDICAN LA POSIBLE PRESENCIA DE CÁNCER PROSTÁTICO

1.     Alteración de los patrones ecográficos normales de cada zona, hay una falta de discordancia acústica por los cambios de reflexión acústica en tejidos adyacentes que permiten la diferenciación de uno respecto a otro.

2.     Falta de definición de las zonas anatomo- topográficas de McNeal, es decir, dificultad para precisarlas.

3.     Irregularidades (abultamientos o trasgresiones de la cápsula prostática o de la grasa periprostática) con infiltraciones u obliteraciones de la misma

4.     Imágenes focales con características particulares (diferente ecogenicidad que el tejido circundante, sin halo circundante y en ocasiones con calci­ficaciones en su interior, que al estar en áreas límites laterales deforman o trasgreden la cápsula prostática con repercusiones en las estructuras

5.     Áreas pequeñas o extensas de la glándula interna o externa irregular y deformada.

6.     Próstata hetrogénea y asimétrica.

7.     Zonas hipoecoicas (lesiones focales) en áreas externas de la zona de transición en áreas periféricas.

8.     Engrosamiento de los paquetes vasculonerviosos (Rifkin)

9.     Dificultad para visualizar los conductos eyaculadores en la zona central, pacientes con elevaciones del PSA (Rifkin)

10.    Disminución de la ecogenicidad de la glándula periférica la cual es más ecogénica que la zona interna.

11.    Irregularidad de la cápsula quirúrgica, es decir falta de continuidad en su trayectoria.

Para mejorar el diagnóstico del cáncer prostático sobre todo de aquellos focos sospechosos pero difíciles de precisar, se debe aumentar la frecuencia para tener mejor resolución, ajustar la escala de energía, cambiar la ganancia, ajustar la curva de compensación tiempo-ganancia para una penetración adecuada del ultrasonido a estructuras profundas (Rifkin)

El concepto de que toda lesión hipoecoica es igual a cáncer debe desaparecer porque se ha visto que lesiones, con otras características ecográficas, también pueden, ser cáncer. La probabilidad de que una lesión no hipoecoica sea cáncer es de un 10 % a 15 %.

Imágenes hipoecoicas en áreas externas de la glándula (zona de transición o zona periférica) se deben comparar con el tejido normal de la zona respectiva, y con la zona contralateral, no conformarnos con las zonas habituales de cáncer prostático sino buscar también en zonas poco habituales como las superficies anterolaterales áreas apicales o basales con diferente ganancia y con diferentes proyecciones.

Los tumores anaplásicos, es decir con un patrón histologico, muy indiferenciado, pueden ser ecogénicos o hiperecogénicos, por la fibrosis del estroma, estimulada por el mismo cáncer prostático. El tumor prostático puede cambiar su patrón ecográfico en relación a la zona anatomotopográfica de McNeal donde se desarrolle.

En la zona de transición, es difícil detectar el cáncer prostático, porque esta zona, es hipoecoica por naturaleza, además de que puede ser asiento de patologías como cálculos prostáticos, cuerpos amiláceos, y adenomas prostáticos; cirugías previas en la próstata, también pueden causar confusión

La zona de transición es asiento del 20 % de los cánceres prostáticos por lo que se debe evaluar con detalle la cápsula prostática detectando posibles irregularidades de la cápsula quirúrgica, si son únicas e hipoecoicas se consideraban altamente sospe­chosas; si son múltiples y distribuidas irregularmente casi siempre son benignas.

Según Rifkin y Resnik corresponden a lesiones malignas: el 35 % de las lesiones hipoecoicas vistas en las áreas externas (ZT y ZP) el 25-30 % de las lesiones mixtas, el 10-15 % de las lesiones isoecoicas y el 10 % las lesiones hiperecoicas o ecogénicas.

Cuando el cáncer prostático es de bajo volumen, usualmente es hipoecoico. El carcinoma intraductal, tiene una apariencia ecográfica triangular y se disemina a lo largo de los conductos, los cuales están en la zona periférica y en la zona central de McNeal, ambas zonas, en la periferia de la glándula prostática (glándula externa). Se localiza, en el extremo distal de la uretra prostática y se insinúa hacia la zona del verumontanum, dando con esto, una apariencia triangular hipoecoica característica.

Debemos indicar que no sólo el cáncer prostático produce imágenes hipoecoicas. Así vemos que el crecimiento prostático quistico-nodular tiene áreas hipoecoicas que no son cáncer, el tejido prostático atrófico determina zonas hipoecoicas no malignas, la zona muscular que rodea los conductos eyacula- dores en la zona central que usualmente es músculo liso tiene características hipoecoicas y no es cáncer, zonas posteriores a biopsias prostáticas o a prostatitis severas (focales o globales) pueden quedar con características hipoecoicas, así como posterior a prostatitis granulomatosas que como vimos en el capítulo de síndromes de prostatitis en una clasifi­cación propia del autor puede ser ocasionada por númerosas causas.

Es importante definir las características ecográ- ficas de los hallazgos sospechosos de cáncer prostático específicamente de las lesiones focales porque de esta manera precisaremos más acuciosamente su etiología y su significación histológica. Es así como resulta importante definir la cantidad de lesiones focales existentes, su ubicación, su característica ecográfica o detallar la precisión de sus bordes, la presencia o no de una halo circundante, la presencia de calcificaciones internas o circundantes, la presencia de cálculos propiamente dichos, de cuerpos amiláceos, y las repercusiones que dicha lesión focal produce en el tejido circundante (abultamientos capsulares o periprostáticos a nivel de la grasa periprostática) así como a trasgresiones de la cápsula prostática, ya que tendrán valor pronóstico y trascendencia a nivel del aspecto terapéutico en cualquiera de sus modalidades.

SIGNOS ECOSONOGRÁFICOS SECUN­DARIOS EN CÁNCER PROSTÁTICO CON PATRÓN ECOGÉNICO O HIPERECOICO

Las imágenes hiperecoicas o ecogénicas, corresponden a fibrosis estromal y esto abre una perspectiva más amplia en la interpretación de las imágenes ecogénicas de la ecosonografía prostática endorrectal. Según Bree RL de la escuela urológica de Ann Arbor, Michigan, se describen 4 tipos de patrones histológicos correlacionados con cáncer prostático, con características ecográficas hiperecoicas o ecogénicas a saber:

1.     Carcinoma cribiforme con comedonecrosis. Tiende a tener calcificaciones distróficas, vistas como calcificaciones dentro de las lesiones hipoecoicas. Esto es considerado un signo de cáncer avanzado. El crecimiento tumoral, sobrepasa la capacidad de vascularización y por lo tanto ocurren las calcificaciones distróficas.

2.     Desmoplasia o fibrosis estromal (componente músculo liso)

3.     Estructuras tipo cristaloides, en el interior o rodeando el cáncer prostático dando una hiperecogenicidad característica.

4.     Histología invasiva de bajo grado de dife­renciación (grado III, o score Gleason 8-9-10) En los casos de cánceres con patrón ecográfico isoecoico, que no se detectan debido a que adoptan un patrón ecográfico semejante al resto del tejido circundante, el diagnóstico se apoya en los signos secundarios.

SIGNOS ECOSONOGRÁFICOS SECUN­DARIOS EN CÁNCER PROSTÁTICO CON PATRÓN ISOECOICO

1.     Asimetría de la glándula prostática, sobre todo de la zona periférica.

2.     Abultamientos o irregularidades capsulares, o trasgresión de la cápsula prostática o de las áreas periprostáticas .

3.     Alteración de la grasa periprostática

4.     Áreas de atenuación ecográfica.

5.     Dificultad para precisar la distribución anatómica de la zona de McNeal, es decir, límites no precisos o confusos, tanto de las zonas internas como de las zonas externas de la glándula prostática.

6.     Nódulos isoecoicos, sin halo hipoecoico circundante, característico de nódulo inflamatorio benigno.

7.     Alto índice de sospecha por parte del examinador.

8.     Alteraciones ecográficas con relación a examen ecográfico previo.

9.     Crecimientos asimétricos, especialmente de la zona periférica

10.    Cuando en un crecimiento prostático aparen­temente benigno, no se observa una delimitación clara, entre la glándula externa y la interna, debemos pensar en la posibilidad de una patología tumoral prostática (Rifkin).

CORRELACIÓN ECOGRÁFICA-HISTO- PATOLÓGICA EN EL CÁNCER PROSTÁTICO

Hay una correlación entre el grado de diferen­ciación celular que tiene el tumor y su apariencia en la ecografía prostática endorrectal .

De una manera general se dice que un cáncer prostático con grados con elevada puntuación (8,9,10) en la escala de Gleason tiene más fibrosis, por lo tanto será más ecogénicos (hiperecoico).

En estudios de investigación realizados en el Baylor College, de Houston, se determinó, la apariencia del cáncer de próstata, a través de ecosonografía prostática endorrectal y se correlacionaron las imágenes ecográficas, con el examen histopatológico global de la próstata, una vez extraída, a través de cirugías radicales. Las conclusiones más destacadas de estas investigaciones fueron:

1.    Tumores no palpables, estadio A (T1), se pudieron detectar ecográficamente en 38 % de los casos, debido a que en 20 % de ellos, habían áreas hipoecoicas. El 44 % de los estadios A2, eran hipoecoicos. El 80 % de los estadios A1 y el 56 % de los estadios A2, tenían patrón isoecoico.

2.     En los estadios palpables (estadio T2-T3-T4), el 83 %, tuvieron lesiones hipoecoicas. Fornage, Jefe de la Sección de Ultrasonido, del Departamento de Radiología del MD Anderson en Houston-Texas, señala que los pacientes con estadio T3, donde conceptualmente el tumor ha penetrado la cápsula y es marcadamente asimé­trico, el ecopatrón será mixto-heterogéneo, con áreas primarias hipoecoicas con irregularidades capsulares, únicas o múltiples.

3.    Existe una correlación entre el tamaño de la lesión tumoral (volumen tumoral) y su ecogeni­cidad. A medida que el volumen tumoral aumenta, aumentará también la hipoecogenicidad de dicho tumor. Sin embargo, aún así, el 19 % de los tumores mayores de 2 cm, no pudieron ser visualizados ecográficamente. En un 89 % de los casos, tampoco pudieron ser visualizados focos pequeños de tumor, presentes en glándulas prostáticas con un tumor predominante de gran volumen.

4.     Los investigadores de la Universidad de Stanford (Stamey-McNeal), aportaron su gran contri­bución, en demostrar la relación entre el volumen tumoral, el estadio patológico y el pronóstico. Demostraron una fuerte relación, entre el volumen tumoral y la incidencia de extensión extra- capsular, invasión de vesículas seminales y metás­tasis ganglionares. Por lo tanto, si pudiéramos estimar de manera exacta, el volumen del tumor prostático presente, pudiéramos tener, un dato de significación pronóstica y de gran valor para el estadíamiento clínico del caso respectivo. Lee, ha propuesto un sistema de estadiamiento, basado en el tamaño del tumor visible ecográficamente. En la mayoría de los casos, el tumor visualizado ecográficamente, es de volumen menor, que el evidenciado en la realidad en las secciones histológicas.

5.    Hay correlación entre la ecogenicidad tumoral y el grado de diferenciación celular. Los tumores hipoecoicos, son más propensos a ser pobremente diferenciados o moderadamente diferenciados, mientras que los tumores isoecoicos, tienden a ser bien diferenciados o moderadamente diferen­ciados. Sólo el 11 % de próstatas con tumores con score Gleason 2-3-4, pudieron ser visualizados por ecosonografía, mientras que el 75 % de aquellos con score Gleason 5-6-7, pudieron ser detectados ecográficamente.

MIENTRAS MÁS DIFERENCIADOS SEAN LOS TUMORES PROSTÁTICOS, MENOS CLARA Y PRECISA ES SU IMAGEN EN LA ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL. A MAYOR BENIGNIDAD DEL TUMOR MENOR POSIBILIDAD DE PESQUISA ECOGRÁFICA, SIENDO ESTA UNA CARACTERÍSTICA QUE ENSOMBRECE EL PANORAMA DE LOS CASOS QUE PUEDEN TENER UN EXCELENTE PRONÓSTICO DE SER DIAGNOS­TICADOS PRECOZMENTE.

6.     Sabemos que el 30-35 % de los tumores prostá­ticos, en estadios precoces, pueden no detectarse ecosonográficamente. Los tumores menores de

4                mm, son muy difíciles de detectar y van más allá de las posibilidades tecnológicas ecográficas actuales.

7.     La mayoría de las tumoraciones pequeñas, no reemplazan completamente las estructuras prostáticas normales, sino que más bien, se infiltran, entre los acinos normales, produciendo un ecopatrón, prácticamente normal.

8.    En la experiencia del Baylor College en Houston­Texas, los tumores en estadio A (T1), son isoecoicos en el 59 % de los casos y se localizan principalmente en la zona de transición. Por lo tanto, los cánceres prostáticos estadio A(T1), son difíciles de distinguir del patrón ecomixto de la zona de transición, al contrario de lo que sucede, con los pacientes que tienen tumores estadio B (T2), donde la mayoría, son fácilmente distinguidos por el ecopatrón homogéneo de la zona periférica, donde estarán principalmente ubicados y es aquí donde tiene importancia la toma de biopsias de la zona de transición.

9.     Pequeñas lesiones en la zona periférica compri­midas por un gran crecimiento prostático benigno, son difíciles de detectar ecográficamente. Los tumores ecogénicos o hiperecoicos, también son difíciles de conseguir y los veremos en carci­nomas ductales o comedocarcinomas, ya descritos anteriormente.

10. En relación al PIN (neoplasia prostática intra- epitelial), sabemos que es sinónimo de displasia severa o carcinoma in situ de la próstata, sobre

todo cuando es de alto grado. A pesar de que se describe como de patrón hipoecoico, en la práctica clínica diaria ecográfica, no se ha podido detectar fácilmente el PIN y esto debido a que las áreas de displasia severa, son usualmente muy pequeñas y son similares a los tejidos prostáticos circundantes normales.

ll.Rifkin y Resnick, en su libro de Ultrasonografía del Tracto Urinario, hacen una comparación, entre la descripción anatómica prostática de Lowsley y la de McNeal, basados en la frecuente utiliza­ción, que aún hoy en día, hacen urólogos de todo el mundo con la antigua descripción prostática por la nomenclatura de Lowsley.

 

 

Los orígenes del cáncer prostático, por lo tanto, están en un 80 %, en las zonas externas de la glándula, y de éstas 70 % en la zona periférica y 10 % en la zona central (que a pesar de su nombre, forma parte de la glándula externa), 20 %, de los cánceres prostáticos, estarán originados en la glándula interna, representada en su totalidad, por la zona de transición.

12.    En los orígenes del crecimiento prostático benigno, la región interna de la glándula es la que tiene un rol predominante y de esta región tenemos que el 95 %, está ubicada en la zona de transición y el 5 %, en el tejido glandular periuretral.

La sensibilidad, de la ecosonografía prostática endorrectal, tomando en cuenta todos los estadios del cáncer de próstata, es del 65-95 %. La sensibilidad de la ecosonografía prostática endorrectal para la detección del cáncer oculto (latente) de próstata es del 60-85 %. La especificidad de la ecosonografía prostática endorrectal, para todos

los estadios del cáncer de próstata, es del 40-85 %. El valor predictivo positivo, de la ecosonografía prostática endorrectal, es del 15-35 %.

En conclusión, los adelantos en la tecnología aplicada al ultrasonido en todas las áreas, en especial para la urológica, han redundado en una mayor facilidad de operatividad, en una mejor resolución de imágenes y por supuesto en una mayor ayuda para el urólogo en relación al estudio de pacientes para el despistaje, diagnóstico y tratamiento de pacientes con cáncer de próstata. Es útil en la detección precoz del cáncer de próstata, en su estadiamiento y en su monitoreo. Los seguimientos del paciente bajo tratamiento, por cáncer de próstata a través de la ecosonografía prostática, nos darán, una mayor confianza, tanto a nosotros como al paciente, lo cual desde el punto de vista de su calidad de vida, resultará en extremo valioso. También sirve de base, para la indicación formal de tratamientos coadyuvantes tipo radioterapia, terapia hormonal, quimioterapia, crioterapia y/o braquiterapia, si fuera necesario.

TIPS IMPORTANTES DE LA ECOSO- NOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORRECTAL

V       La ecosonografía prostática endorrectal, es más precisa en la detección de cáncer mayor de 2 mm de volumen, que en aquellos menores de 2 mm.

V       La extensión extracapsular del cáncer prostático se detectó, sólo en aproximadamente un 60 % de los casos.

V       La ecosonografía prostática endorrectal, permite cuantificar el volumen tumoral, así como realizar biopsia dirigida a la lesión sospechosa, o a la cápsula, o hacia las vesículas seminales y calcular la densidad del PSA (PSAd), al conocer el volumen prostático.

V       Una de las desventajas, fue la variabilidad del observador y la alta frecuencia de falsos nega­tivos, debido a la eventualidad de cáncer prostá- tico isoecoico o hiperecoico.

V       Sabemos que 14 a 30 % de cáncer prostático, son isoecoicos y no se detectan por ecosonografía prostática endorrectal, por lo tanto hay un porcentaje significativo de cáncer prostático, que no se pueden biopsiar a través de ecosonografía, este es un punto a favor de la realización de biopsias sistemáticas, no dirigidas por ecosono- grafía

V        De manera general para estadiar una tumoración prostática la ecosonografía prostática endorrectal, tiene una precisión diagnóstica del 65 %, una especificidad del 78-98 % y una sensibilidad del 58-88 % para estadiar una tumoración. Por tanto, no debemos basar las evaluaciones de pacientes con cáncer prostático, exclusivamente en este examen.

V       Las lesiones hipoecoicas se pueden observar en varias entidades: histología normal, infla­maciones agudas o crónicas de la próstata, neoplasia intraepitelial prostática (PIN) e infarto prostático; inclusive áreas o zonas que usualmente son ecogénicas, en ciertas circunstancias aparecen hipoecoicas.

V       La utilidad de la ecosonografía endorrectal prostática, no es sólo en los programas de despistaje y detección precoz del cáncer prostático, en los que su utilidad es motivo de controversia, sino también en casos que presentan hallazgos anormales o dudosos en el tacto prostático y para la realización de biopsias prostáticas dirigidas (biopsias selectivas). Todo esto ha contribuido al diagnóstico de cáncer prostático de escaso volumen.

V        El éxito depende del instrumental apropiado y actualizado, la pericia técnica y la experiencia clínica del observador.

V       En la anatomía prostática descrita por McNeal, la uretra, sus esfínteres (rabdoesfínter y liso­esfínter) y los conductos eyaculadores son el entramado que soportará las tres zonas .glandular es: zona central zona periférica y la zona de transición, que a su vez, son rodeadas por una cápsula prostática y cubiertas en su región anterior por un denso estroma fibromuscular.

V       El 75-80 % del los cáncer prostático se presenta en la zona periférica, 20-25 % aproximadamente en la zona de transición y un 5 % en la zona central.

V       Los tumores de la zona periférica son usualmente palpables, porque están a menos de 3 mm de la cápsula, pero un 25 % de los tumores de esta zona, se originan anteriores al nivel del verumon- tanum y no son palpables.

EL 25 % DEL CÁNCER PROSTÁTICO NO SE VE

EN LA ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA ENDORREC-

TAL, POR LO QUE SE INFIERE QUE SON

ISOECOICOS.

V      La mayoría de los tumores prostáticos, nacen apicalmente por lo que el ápex de la zona periférica es un área importante en la evaluación ecográfica, debido a que la cápsula prostática no rodea el extremo apical de la zona periferica. Un cáncer que se origine en esta zona, puede diseminarse hacia un área trapezoidal que tiene como límites la uretra, el músculo rectouretralis y la pared rectal, lo que significa un cambio en el pronóstico y estadio clínico patológico de la enfermedad, incluso en etapas precoces.

V      La zona central es el sitio de invaginación de los tejidos del espacio extraprostático, el cual está considerado como la continuación del tejido conjuntivo y vascular que rodea a los conductos eyaculadores, desde la parte externa hasta el nivel del verumontanum. Aquí se origina un 5 % de los tumores prostáticos malignos. Un tumor prostático localizado en esta zona, puede diseminarse con gran rapidez y llegar hasta los tejidos adyacentes a la próstata y a la base de la glándula, esto constituye un elemento de mal pronóstico.

V      En general, los tumores bien diferenciados de la próstata son hipoecoicos con relación al tejido normal; los moderadamente diferenciados son isoecoicas y los anaplásicos, mal diferenciados, tiene características o patrón de ecogenicidad mixto, con tendencia al patrón ecogénico o hiperecoico.

En un estudio de investigación, llevado a cabo en el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, con colaboración de varios centros de salud de primer orden, se determinó el valor de la ecosonografía prostática endorrectal, para el estadiamiento del cáncer prostático con las siguientes conclusiones:

V      La ecosonografía prostática endorrectal, es más precisa para estadiar cáncer ubicado en el segmento posterior que el ubicado en el segmento anterior.

V      Ningún examen por imagen, que dependa de cambios estructurales grandes para su diagnós­tico, tiene alto grado de precisión, para detectar extensiones microscópicas extracapsulares del cáncer prostático que se observa con relativa frecuencia en piezas operatorias obtenidas en cirugía radical prostática.

V      No existe diferencia en el valor entre el tacto prostático, y la ecosonografía prostática, para

V       Es importante tener en cuenta que el subesta- diamiento en pacientes con nódulo tumoral palpable (T2) sometidos a cirugía radical prostática es del 50 % y del 25 % en de los pacientes con nódulos prostáticos no palpables (Tic).

V       El entusiasmo inicial para la utilización de la ecosonografía prostática, como argumento para estadiar el cáncer de próstata, se ha venido a menos al saberse hoy en día, que las micro­metastasis tumorales, más allá de las fronteras de la cápsula prostática, pueden ocurrir, sin que haya cambios en la ecosonografía prostática.

Ser precisos en determinar el estadio clínico del cáncer prostático, es la clave para escoger el tratamiento más apropiado para ese paciente, por lo cual se deduce la importancia que pueda tener para nosotros los urólogos, el poder determinar preoperatoriamente, el punto preciso de extensión local de la enfermedad, para no someter a los pacientes a terapias, que podrían ocasionar una gran morbilidad y que pudieran no ser las mejores alternativas.

Prueba de ello es el número de pacientes, que son operados de cirugías radicales prostáticas y cuyos informes posteriores de anatomía patológica, revelan que dichos casos, tenían extensión local a vesículas seminales, o tenían márgenes positivos de la enfermedad, o tenían extensión extracapasular de la enfermedad, o inclusive alcance ganglionar, con lo cual la cirugía radical realizada, no lograría los objetivos para los cuales fue creada (curación sin recaídas bioquímicas) y lo que si se obtendría, es aumentar la morbilidad del paciente por el procedimiento en sí, afectando negativamente la calidad de vida del paciente operado. Todo lo cual se hubiera podido evitar si hubíeramos tenido a nuestra disposición un examen o prueba clínica, que nos hubiera advertido o aclarado de manera precisa, la posible extensión local del tumor en estudio, antes de tomar medidas terapéuticas definitivas.

CRITERIOS PARA DETERMINAR LA EXTENSIÓN LOCAL DEL CÁNCER PROSTÁTICO

Los criterios ecográficos que se utilizan para la determinación de la extensión local de cáncer

1.    Asimetría glandular: no es específico de cáncer prostático porque se puede observar también en crecimiento prostático benigno y nódulos hiperplásicos.

2.     Aumento del diámetro anteroposterior de la glándula prostática, medido en el plano axial o transversal de la ecosonografía. Generalmente se observa en cáncer prostáticos de gran volumen.

3.    Pérdida de la capacidad compresiva de la glándula prostática en la exploración endorrectal: se debe al aumento de la consistencia de tumores de gran volumen.

4.     Abultamiento o irregularidades de la cápsula, con transgresión o penetración de la misma hacia zonas adyacentes (tejidos periprostáticos, grasa periprostática).

5.    Pérdida de la sombra acústica que se forma en los límites laterales de la glándula: es más acentuado mientras más cerca estemos del tumor y sugiere extensión extracapsular del mismo.

6.     Imagen imprecisa de las zonas anatomotopográ- ficas de McNeal debido a que la gran hetero- genicidad ecográfica no deja definir bien los límites de cada zona.

7.     Imposibilidad de definir la confluencia vesículo- prostática, en el plano longitudinal o sagital de la exploración, debido a la presencia de extensión local del tumor en dicha zona.

8.    Retracción o engrosamiento capsular.

9.    Falta de visualización de los conductos eyacula- dores (signo de invasión tumoral)

10.    Aumento  de tamaño o grosor del paquete vasculonervioso lo que indica infiltración de los mismos. Este signo es importante para la conducta quirúrgica puesto que deben ser sacrificados para un adecuado control oncológico.

11.    Infiltración de las vesículas seminales lo que se diagnostica por alteraciones en su tamaño y forma, asimetría entre las dos vesículas seminales y diferencia ecogénica entre ellas, por lo tanto siempre se debe realizar comparación ecográfica. Otra característica es la desaparición del plano graso de separación que existe entre la base prostática, las vesículas seminales y las paredes rectales.

CRITERIOS PARA DETERMINAR LA

EXTENSIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO

1.     Asimetría vesicular, lo cual no es específico porque se puede observar en patología no tumoral como afecciones inflamatorias agudas y/o crónicas (síndromes de prostatitis), con irregula­ridad del contorno.

2.     Desaparición del plano graso (hipoecoico) entre la base de la próstata y las vesículas seminales.

3.     Áreas hipoecoicas dentro de las vesículas semi­nales son sospechosas de extensión de tumor.

4.     Distensión o atrofia de las vesículas seminales (signo de la adhesión), lo que se produce por pérdida de la reflexión ecográfica, de los planos grasos entre la próstata y las vesículas seminales y la convexidad posterior de las vesículas seminales.

CRITERIOS ECOSONOGRÁFICOS EN CÁNCER PROSTÁTICO POST-RADIOTERAPIA.

Con la realización de biopsias dirigidas a través de ecosonografía prostática endorrectal se puede detectar el 71 % de cáncer prostático recurrente posrradioterapia. El porcentaje de detección de cáncer prostático en casos de biopsias prostáticas aleatorizadas“a ciegas” es menor del 30 %; esta cifra pueda tener varía de acuerdo con la experiencia del médico que realiza la biopsia y al número de biopsias practicadas. Los cánceres prostáticos irradiados muestran cambios en el score Gleason y en los parámetros biológicos (ploidía del ADN) lo que los hace más agresivos. Los criterios ecográficos son los siguientes:

a.     Lesiones con características hipoecoicas ligeras o moderadas.

b.      Márgenes anatomotopográficos mal definidos (zonas de McNeal mal delimitadas).

c.      Ecogenicidad más homogénea en las lesiones tumorales que las zonas normales irradiadas.

d.     Asociación frecuente con focos hiperecoicos o ecogénicos.

ECOSONOGRAFÍA PROSTÁTICA EN- DORRECTAL EN SÍNDROMES DE PROSTATITIS

En la actualidad se considera el examen de mayor utilidad, en pacientes con síndrome de prostatitis tanto aguda como crónica porque permite la realización de un diagnóstico preciso de la enfermedad inflamatoria prostática, de las vesículas seminales y de los conductos eyaculadores. Asimismo, se puede identificar la intensidad de la inflamación y es útil en el seguimiento del tratamiento médico.

SIGNOS ECOSONOGRÁFICOS CARACTE­RÍSTICOS EN LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Hallazgos habituales en los síndromes de prostatitis crónica, en el examen ecográfico prostático endorrectal, con transductor de alta resolución (6,5 o 7,5 Mhz).

1.     Patrón ecográfico heterogéneo de la próstata (tanto en la zona de transición como en la zona periférica) y de las vesículas seminales; se observan zonas ecogénicas alternando con zonas hipoecoicas. Se pueden ver patrones nodulares- quísticos, del parénquima prostático, sobre todo a nivel de la zona central y de la zona de transición de McNeal.

2.     Halo hipoecoico (inflamatorio) característico alrededor del adenoma, es decir a los lados de la zona de transición y en general alrededor toda la próstata. También se puede observar un halo hipoecoico o anecoico que rodea la zona periuretral (Rifkin)

3.     Presencia de cálculos intraprostáticos, ubicados en la región posterior de la zona de transición, (entre la zona periférica y la zona de transición); estos pueden ocurrir con igual frecuencia en enfermedades benignas o malignas. La incidencia de cálculos prostáticos es de 51 % (Fornage); usualmente son de fosfato de calcio, y compuestos orgánicos (50 %). Pueden originarse espontá­neamente como resultado de una reacción inflamatoria o como consecuencia, de la obstrucción de los acinos glandulares.

4.     Presencia de cuerpos amiláceos, también en la región más posterior de la zona de transición y en la zona central. Las células epiteliales de los acinos prostáticos, sometidas a atrofia y degene­ración, son desprendidas y suspendidas en un fluido albuminoso dentro de los acinos. Estas masas hialinas de células degeneradas son los cuerpos amiláceos.

5.      Calcificación fina de las vesículas seminales, conductos eyaculadores, mucosa del labio posterior del cuello vesical, de la uretra prostática y del verumontanum. Las calcificaciones se ven de preferencia en las regiones más apicales de la zona periférica, a nivel paramediano cercano a la comisura anterior y también con ubicación periuretral.

6.     Prostatitis crónica focal, caracterizada por aumento de la ecogenicidad del parénquima prostático, a nivel de la zona de transición como patrón predominante en imágenes circunscritas.

7.     Quistes prostáticos en la línea media (quistes utriculares, o mullerianos). Se consiguen en un 13 % de todos los pacientes con prostatitis crónica.

8.     Conductos eyaculadores dilatados por calci­ficaciones distales, proximales o longitudinales, a todo lo largo del conducto eyaculador.

9.     Zonas ecolúcidas o hipoecoicas, lineales o curvilineas (80 % de los casos) de la región anterior a sus márgenes laterales, estas zonas están determinadas por la presencia de los plexos venosos de Santorini ingurgitados por la infla­mación prostática y de los tejidos periprostáticos. La congestión venosa puede ser de dos variedades, pericapsular y subcapsular. Las zonas hipo- ecoicas se observan en la zona periférica y pueden ser multifocales, difusas o focales.

10.    Un  signo bastante frecuente es la asimetría de las vesículas seminales, vistas en proyección axial o transversal.

11.    Áreas         hipoecoicas múltiples dentro de la zona de transición que pueden confundirse con otras patologías.

12.    Colecciones líquidas hipoecoicas, irregulares, complejas con tabiques en su interior gruesos y también irregulares que corresponden a abscesos prostáticos aunque el paciente muchas veces no tenga sintomatología acorde a su presencia.

ASPECTOS A INVESTIGAR EN LA ECOSONO- GRAFIA PROSTÁTICA ENDORRECTAL ANALISIS- COMENTARIOS (c) Y SUGERENCIAS DEL AUTOR

Realizada con transductor endorrectal de 6,5 ó 7,5 Mhz debemos precisar en las dos proyecciones, la transversal (axial) y la longitudinal (sagital) las siguientes caracterísitcas.

I.     SCAN TRANSVERSAL o AXIAL

1.     Determinar las medidas de la glándula prostática global (zonas externas e internas)

2.      Determinar el volumen de la glándula prostática global (ancho x alto x largo x 0,523) c. útil para estimar el tamaño global de la glándula, lo cual tiene sus implicaciones tanto en la distribución epitelial-estromal dentro de la glándula prostática, lo que a su vez repercute en el tipo de terapia a utilizar tanto médica como quirúrgica, como en el hecho de demostrar al paciente como uno de los parámetros a considerar el que el volumen no pase de 20 mL (gramos) y que a partir de allí se empieza a hablar de crecimiento prostático.

EL PESO DE LA PRÓSTATA (expresado en gramos) EQUIVALE AL TAMAÑO DE LA MISMA (expresada en mL o en centimetros cubicos) DEBIDO A QUE EL PESO ESPECÍFICO DEL TEJIDO PROSTÁTICO VA ENTRE 1,0 Y 1,05 (Rifkin)

3.      Determinar las medidas de la zona de transición c. son de gran importancia ya que permitirán evaluar

el crecimiento de dicha zona que es la que determina en un alto porcentaje los síntomas que pueda tener el paciente. No olvidemos que esta zona es la que evalúa el crecimiento prostático benigno, antiguamente denominado hiperplasia prostática benigna.

4.      Determinación del volumen de la zona de transición

c. util para estimar el volumen de la zona adenoma- tosa de la glándula, lo cual tiene implicaciones tanto en la cantidad de tejido a resecar si tuvieramos que hacer una RTUP, y la correlación a posteriori que hacemos entre los hallazgos de peso entre las dos mediciones (antes y después de operado) y que sabemos que la zona de transición está básicamente compuesta de tejido epitelial (glándulas) por lo cual si la determina­ción de volumen está por arriba de 40 gramos podríamos inferir que sería candidato a terapias tipo finasteride (Proscar®) que como sabemos dará un buen resultado en próstatas eminente­mente epiteliales y mayores de 40 gramos de volumen. Creo que al saber el volumen de la zona de transición, podemos inferir un tipo de resolución quirúrgica o médica determinada para su próstata obstructiva. Próstatas pequeñas = RTUP o TMI (terapias mínimamente invasivas) o tratamiento con medicamentos alfa-1 adreno- líticos; próstatas grandes = cirugía abierta o técnicas con utilización de calor, o RTUP o tratamiento médico con finasteride o inclusive terapia antiandrogénica para reducir el volumen prostático.

Indices Urinarios Obstructivos de la Salida

Vesical

5.      Determinación del Índice de la xona de transición (ZT index)

ZT index= Vol ZT/ Vol próstata global

c. al estimar la relacion existente entre el volumen de la zona de transición y del volumen de la glándula prostática global nos daremos cuenta de la posibilidad que nuestro paciente tenga un episodio de retención aguda de orina, así como del crecimiento adenomatoso que presenta el paciente. Cuando el ZT index está por arriba de

0,                   65 mL existe una mayor posibilidad de retención aguda de orina.

6.      Determinar el porcentaje (%) que representa la zona de transición del volumen prostático global.

c.   en nuestra casuística cuando la zona de transición supera el 50 % del volumen global de la glándula podríamos tener grados variables de retención urinaria, llegando a la retención aguda de orina, en concordancia directa con la cantidad de orina residual postmiccional, cuando su presencia se deba a obstrucción de la salida vesical y no a disfunción vesical. Además podríamos inferir que podría ser buen candidato para terapias farmacológicas con finasteride por el alto componente epitelial de esta zona.

Indices Oncológicos Ecográficos Prostáticos

7.      Determinar la densidad del PSA de la zona de transición (PSAdZT).

PSAdZT= PSA total/vol. ZT (desde 1997 cuando Thompson publicó su trabajo (Thompson IM, Coltman CA, Cowley J. Chemoprevention of prostate Cáncer: the prostate cáncer prevention trial. Prostate 1997;33:217- 221) empezamos a utilizar la densidad del PSA en la zona de transición y cuando está por arriba de 0,25 ng/mL, en próstatas mayores de 30 gramos

y en PSA total entre 4 y 10 ng/mL ............ hay que

realizar biopsias). Cuando seguimos esta directriz disminuye la realización de biopsias prostáticas. En cambio el porcentaje de PSA libre o PSA libre/total es más efectivo en próstatas menores de 30 gramos.

c. es un marcador tumoral que está bajo intensas investigaciones y en nuestra experiencia en varias ocasiones ha sido la única fracción del PSA alterado y nos ha llevado a realizar biopsias prostáticas muchas veces aleatorias ya que ni siquiera teníamos lesiones circunscritas en la ecosonografia endorrectal prostática y hemos podido diagnosticar cáncer prostático, por lo cual tendríamos que esperar nuevos trabajos de investigación que refuercen estas aseveraciones.

8) Determinar la densidad del PSA (PSAd)

PSAd= PSA total/vol. próstata global (cuando está por arriba de 0,12 ng/mL y según otras escuelas por arriba de 0,15, hay que realizar biopsias prostáticas o bien dirigidas o bien aleatorias)

c. útiles en casos donde hay un criterio borderline para la realización de ecosonografia o de biopsias prostáticas sistemáticas dirigidas con ecosono­grafía. Tenemos experiencia en numerosos pacientes que han tenido tacto prostático normal, con valores de PSA total, libre y libre-total normal, o solo ligeramente afectados y que al tener índices tumorales alterados, le hemos realizado biopsias prostáticas, llegando al diagnóstico de cáncer de próstata, lo cual ha permitido su tratamiento muchas veces definitivo y curativo con cirugía radical

9.     Describir la Zona de Transición

a.     Patrón de crecimiento adenomatoso prostático

quístico__ nodular___ quistico-nodular____

homogéneo_____ heterogéneo___

b.      Presencia o no de quistes intraglándulares, describir su ubicación.

c.      Presencia o no de abscesos intraglándulares, describir su ubicación.

d.     Presencia o no de cálculos intraglándulares y su ubicación en la ZT

e.      Presencia de posibles lesiones sospechosas de tumor.

ecogénicas isoecoicas hipoecoicas ubicación__________

medidas__________ volumen_________

f.       Conservación o no de los patrones arquitectónicos zonales de McNeal.

presentes_____________ ausentes_ difusos   

g.      Presencia o no de asimetrías en el desarrollo de los lóbulos prostáticos.

h.      Presencia o no de prostatitis focal.

i.        Presencia o no de criterios de prostatitis global

Heterogenicidad ecográfica_______ Presencia de

cálculos prostáticos________ Presencia de cuerpos

amiláceos __________  Presencia de edema

periadenomas_______

j. Medidas de aquellas zonas o lesiones sospechosas de tumor.

c. Todas estas características de la zona de transición serán de vital importancia para determinar las patologías que podrían asentarse dentro de esta zona (prostatitis, crecimiento prostático benigno y cáncer prostático) y en base a su presencia determinar la combinación de terapias más adecuadas.

k. Determinación del volumen de lesiones sospechosas de tumor en la zona de transición (ZT)

c. util para confirmar la presencia de patologías asociadas en la próstata, ajenas al cáncer prostático, como síndromes de prostatitis aguda, crónicas con cálculos prostáticos, abscesos prostáticos que darán un giro sustancial a los tratamientos impartidos y al prónostico de curabilidad de dichos pacientes, lo cual disminuye los porcentajes de frustación que tienen estos pacientes, si no supieran que tienen una entidad inflamatoria crónica. Es importante que nos fijemos y acotemos en los resultados el diámetro predominante de la zona de transición, es decir si es el diametro anteroposterior (AP) que denota crecimiento voluminoso de la glándula, o por el contrario el diámetro mayor es el transversal, lo cual denota crecimiento incipiente de la glándula, ajeno a la sintomatología desencadenada. Por otro lado determinar el volumen de las zonas tumorales, confirmadas por biopsia, tendrá directa relación con el pronóstico del caso (Stamey- Scardino-Crawford-Catalona), lo que tendrá repercusiones en el tipo de tratamiento impartido y en la posible combinación de ellos.

10.    Describir las vesiculas seminales, forma, tamaño y caracteristicas internas

c.            util para pesquisar patologías benignas (quistes, abscesos) sobre todo muy util en casos de síndromes de prostatitis que no ceden rápidamente al tratamiento médico, y patologías malignas (cáncer prostático con extensión a vesículas seminales) lo que conllevará estrategias terapéuticas diferentes en uno u otro caso.

11.    Describir la cápsula prostática y sus posibles alteraciones

c. útil para estimar el alcance de un tumor prostático, ya que al estar sobrepasado el tumor de sus fronteras o límites naturales, tendremos un cambio sustancial tanto en el pronóstico del caso clinico como en el tipo de tratamiento a impartir a estos pacientes.

12.    Describir  la presencia o no de lesiones de ocupación de espacio en la zona entre las vesículas seminales y la próstata, sobre todo en casos de cáncer prostático

normal______ Presencia de lesiones quísticas: si_

no_____ Medidas________

c. util cuando es preciso determinar el estadio local de la enfermedad ya que de estar tomada esta zona por enfermedad cancerosa prostática se trataría de un estadio C(T3)

13.    Describir   la “Fosa Prostática” posterior a cualquier procedimiento de “alivio” de la salida vesical, tipo RTUP, prostatectomía abierta, o tratamientos mínimamente invasivos o trata­mientos con aplicación de calor (láser)

c. útil para detectar cualquier tejido cicatricial o neoproliferativo que esté reobstruyendo la salida vesical y la uretra prostática, lo cual tendría implicaciones clínicas, diagnósticas terapéuticas y pronósticas.

14.    Describir la Zona Periférica

a.      Si tiene características homogénea, heterogénea o mixta y su simetría.

b.      Presencia o no de lesiones sospechosas tumorales

ecogénicas___ isoecoicas anecoicas____ hipoecoicas      

c.      Medidas de aquellas zonas o lesiones sospechosas de tumor.

d.     Determinación del volumen de zonas o lesiones sospechosas de tumor.

e.     Describir la cápsula prostática y sus posibles alteraciones

c. esta zona es de gran importancia, debido a que el cáncer prostático, se desarrollará en dicha zona en un 80 % de los casos, por lo cual debemos estar atentos no sólo de las lesiones de características ecográficas hipoecoicas, sino de todos los signos ecográficos que nos permitan diagnosticar lesiones cancerosas siendo iso­ecoicas y ecogénicas. Debemos aprender a biopsiarla tanto en proyecciones axiales como sagitales, para optimizar los hallazgos histopatológicos positivos. Debemos también determinar si existiera un cáncer prostático el alcance local fuera de las márgenes de la glándula, para así determinar el estadio patológico de la enfermedad.

15.    Describir    la presencia de lesiones de ocupación de espacio intravesical

c. De existir, nos obligarían a realizar exámenes imagenológicos (TAC, RMN) o videoendos- cópicos que de confirmar el hallazgo nos modificaría la conducta a seguir, ya que cambiarían no sólo el estadio del paciente sino todos los parámetros pronósticos.

16.    Describir    la presencia de cálculos intravesicales c. La presencia de cálculos vesicales, uretrales, así como las lesiones de tipo tumoral vesical, introducen nuevos elementos diagnósticos que desembocarán en alternativas terapéuticas diferentes.

II.     SCAN LONGITUDINAL o SAGITAL

1) Determinar la altura verdadera de la próstata, evitando el efecto salchicha, (tanto de la próstata global como de la zona de transición). c. La importancia de este dato es que al tener una medición más precisa, redundará en una determinación de volumen global y adenomatoso prostático más ajustado a la realidad lo que tendrá importancia para la determinación de los índices oncológicos ecográficos (PSAd, PSAdZT), lo que podría ocasionar en caso de no ajustarse a la realidad en la práctica de biopsias prostáticas que posiblemente no eran necesarias.

2.     Determinar la longitud de la próstata.

c. Al momento de estar precisando la longitud nos hace también precisar los límites apicales y basales, así como la posibilidad de diagnosticar invasión a planos musculares apicales (rabdoesfinter). Debemos recordar que también la determinación de la longitud de la próstata se debe determinar en las proyecciones longitudinales para evitar el “efecto salchicha”, y con ello una mala determinación de dicha medida.

3.     Determinar el volumen de lóbulo medio intravesical

c. es un dato de gran importancia, ya que nos permitirá descartar procedimientos mínimamente invasivos que sabemos no dan gran resultados en pacientes con lóbulo medio voluminoso, nos permitirá también programar una estrategia quirúrgica adecuada (en el caso por ejemplo de una reseccion endoscópica) y nos permitirá indicar, de ser un lobulo medio voluminoso, la cirugía de manera inmediata, asi como nos evitará prescribir tratamientos farmacológicos por largos periodos de tiempo, que sabemos que tendrán una escasa utilidad.

4.     Determinar la forma y aspecto de la salida vesical (cuello vesical-uretra prostática)

c. es uno de los datos importantes que a mi entender aporta la ecosonografía prostática endorrectal, ya que forma parte de los requisitos que tomamos en cuenta a la hora de decidir administrar terapia bien sea farmacológica, mínimamente invasiva o cirugía propiamente dicha en conjunto con otros parametros obstructivos de la salida vesical.

5.     Describir la uretra prostática y su relación con los lóbulos laterales de Lowsley o zona de transición y con el cuello vesical

c. Su trayectoria, bien sea lineal o curva determinará indirectamente el crecimiento de tejido prostático que alterará su trayectoria y por lo tanto su eficacia de drenaje.

6.     Precisar lesiones sospechosas de tumor, en áreas apicales o basales.

c. Son dos áreas (basal y apical) que son de gran importancia a la hora de producirse una disemi­nación del cáncer prostático, por características anatómicas particulares, lo cual las convierte en dos sitios a los que debemos prestar mucha atención para determinar la posible extensión extraglandular del cáncer, que a su vez tendrá repercusiones en la terapia a efectuar y en el pronóstico del caso.

7.     Determinar distancia verumontanum-cuello vesical

c.             Es un dato que nos informa del crecimiento de la zona de transición (zona adenomatosa) antigua­mente denominados lobulos laterales y lobulo medio de Lowsley. A mayor distancia verumontanum-cuello, más volumen tendrá la glándula prostática.

8.     Determinar la distancia labio posterior del cuello vesical-piso vesical.

normal (< de 1 cm)_____ , de 1 a 2 cm__ , de 2 a 3

cm_____ y > de 3 cm__

c.               Es un dato que estamos recolectando con nuestros pacientes, y por ende está en fase de esperar resultados finales. En los resultados preliminares a mayor distancia labio posterior de cuello vesical-piso vesical mayor crecimiento sobre todo del lobulo medio intravesical prostático.

III.   REALIZACIÓN DE BIOPSIAS

PROSTÁTICAS

c.                 Resulta de gran importancia determinar el número y el sitio de donde se obtuvieron las muestras prostáticas, ya que se está recomendando realizar las biopsias en los sitios más externos tanto de la zona de transición como de la zona periférica. Es importante añadir el número de biopsias ya que puede ser requerido por el patólogo para determinar la cantidad de tumor encontrando por el número de biopsias realizadas. Una de las ventajas de las biopsias prostáticas endorrectales es el mínimo grado de molestia debido a que la mucosa rectal no tiene terminaciones nerviosas para la punción sino para la distensión, sin embargo será útil sedar un poco al paciente con tranquilizantes menores, colocar de 10 a 20 mL de jalea de anestésico tópico y dejar de 10 a 15 minutos reposando al paciente e inmediatamente previo a la práctica del estudio introducir los dedos impregnados de yodo-polivinil-pirrolidona para untar toda la superficie prostática a ser examinada y ulteriormente biopsiada.

Seguirnos durante la realización de las biopsias por las indicaciones lineales del aparato que estemos utilizando y saber que la punta de la aguja debe estar caudal a la lesión a biopsiar y estar seguros de su curso por el artefacto en llamarada que queda después de la primera introducción (disparo) de la aguja.

Las complicaciones de la toma de biopsia prostática endorrectal pueden ser inmediatas como hematuria micro o macroscópica (30-40 %), rectorragia (10 %), hematospermia (5-10 %) y tardías como sepsis (2-4 %), y fístula arteriovenosa (rara).

IV.    SUGERENCIAS ANTES Y DESPUÉS DE LAS BIOPSIAS PROSTÁTICAS CON PISTOLA

c. Nuestras recomendaciones son las siguientes:

1.     Suspender medicamentos tipo aspirina o antiinflamatorios esteorideos y no esteroideos así como medicamentos anticoagulantes una semana antes y una semana después del estudio.

2.     Dieta blanda con abundantes líquidos abundantes la noche antes del procedimiento.

3.     Dormir tranquilo la noche antes del estudio, se recomienda utilizar ansiolíticos la noche antes y la mañana del estudio.

4.     No ingerir bebidas alcohólicas dos o tres días antes.

5.     Un enema evacuador 1 a 2 horas antes del procedimiento, con el objetivo de vaciar de heces la ampolla rectal y permitir un estudio claro y con la menor posibilidad de contaminación fecal.

6.     Tomar fluorquinolonas la noche antes y mante­nerlo por 20 días después del procedimiento.

7.      Se le recomienda a los pacientes ir acompañado por un familiar.

8.     Estar 24 a 36 horas después del estudio en reposo absoluto, sin hacer esfuerzos.

9.     Tomar analgésicos del tipo acetaminofen antes y después del estudio.

10.    Avisar  a su médico en caso de sangrado importante a través de las heces o de la orina.

11.  Llamar al médico en caso de fiebre, escalofríos

 

BIBLIOGRAFÍA

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SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Dr. Julio César Potenziani B.


Definición

Los síndromes de prostatitis son entidades clínicas caracterizadas por la inflamación o no de la glándula próstatica, con alcance clínico sobre cuatro áreas que son, el área del dolor, el área urinaria, el área sexual y el área de la fertilidad, con una presentación clínica extremadamente variable, que puede ocurrir en cualquier momento de la vida del paciente, desde el comienzo de su actividad sexual, adultez temprana, adultez tardía, hasta la vejez inclusive donde se hace mucho más frecuente, con hallazgos de laboratorio característicos (Test de Meares-Stamey, análisis del líquido prostático posterior a masaje prostático, pesquisa microbio- lógica del aparato genital masculino) los cuales aparte de precisar el microorganismo responsable del síndrome de prostatitis en caso de ser de la variedad bacteriana, podrían detectar la presencia de leucocitos en número mayor de 10 como diagnóstico de las variedades no bacterianas en general y que tendrán indudablemente repercusión en la calidad de vida del paciente (Potenziani 1998) Los síndromes de prostatitis pueden conver­tirse en una verdadera molestia y preocupación para el paciente, tanto por sus habituales episodios recurrentes, por la falta de especificidad en los tratamientos médicos, por el cambio que sin duda ocasiona en los hábitos personales de los pacientes afectados, con alcance en la esfera psicológica y emocional que afectará su calidad de vida repercutiendo en todas sus actividades y por el hecho de representar un verdadero reto para el médico tratante ya que es una patología que podría durar para toda la vida acarreando gastos médicos considerables.

(Extraído en parte del libro Enfermedades Prostáticas del Dr. J.C Potenziani. Editorial Ateproca 2001)

Otra de las consecuencias que se podría presentar con los síndromes de prostatitis, son las elevaciones del antígeno prostático específico (PSA), aspecto éste muy delicado por las implicaciones en el manejo de dichas elevaciones (realización de exámenes invasivos como la ecosonografía prostática endo­rrectal, la práctica o no de biopsias prostáticas), por lo cual será necesario determinar estos valores elevados del PSA de manera precisa en pacientes con prostatitis, a través de esquemas de tratamientos antibióticos por espacio de 3 a 4 semanas, antes de proceder a repetir dichos valores de PSA, tanto en su fracción total, su fracción libre, la fracción del porcentaje de PSA libre o razón de PSA libre/total y un aspecto aun más importante es la inclusión de las prostatitis como factor de riesgo para el cáncer prostático, lo que está bajo intensas investigaciones por el Instituto Nacional de Cáncer de EE.UU (NCI).

El término prostatitis, comprende entidades infecciosas de grado variable y entidades o procesos no infecciosos y como se dijo en la definición, es de aceptación internacional considerar a las prostatitis, como un grupo variado de síndromes clínicos. Es el diagnóstico que se le da a una gran población de hombres que se presentan con una variedad de molestias referidas al sistema urogenital y a la región del periné, al punto que Krieger considera a las prostatitis como una disfunción miccional.

Hay una nueva definición de las prostatitis crónicas, de la National Institute for Diabetes and Digestive and Kidney Disease (NIDDKD), la cual fue presentada en el Meeting anual de la Asociación Americana de Urología (AUA) en Orlando el año 1996 y donde se dijo que la definición de las prostatitis crónicas estaría basada principalmente, en los síntomas del paciente y que de estos el componente primordial sería el dolor, seguido de otras quejas como los problemas de vaciamiento urinario y de disfunción de la esfera sexual, donde estarán incluidas las repercusiones en la esfera de la fertilidad, por afectación de la calidad seminal del paciente (sedimento seminal infeccioso, afectación de la motilidad espermática y afectación de la concentración espermática).

De hecho a las prostatitis crónicas, se les está dando una nueva denominación y esta es la de “síndrome de dolor pelviano crónico masculino” el cual es el equivalente masculino, a la enfermedad pélvica inflamatoria en la mujer y que hemos particularmente denominado prostatitis crónica no bacteriana sintomática o síndrome de dolor urogenito-perineal

ENTRE 25 % A 30 % DE LAS CONSULTAS MÉDICAS UROLÓGICAS LO CONSTITUYEN LOS PACIENTES CON SÍNDROMES DE PROSTATITIS. MÁS DEL 50 % DE LOS HOMBRES TENDRÁN SÍNTOMAS DE PROSTATITIS, EN ALGÚN MOMENTO DE SUS VIDAS (Stamey). 22 % DE LOS HOMBRES POR DEBAJO DE 40 AÑOS Y 60 % DE LOS HOMBRES POR ARRIBA DE 40 AÑOS TENDRÁN SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Es la patología prostática más frecuente. La prostatitis como diagnóstico histológico ha sido encontrada en el 98 % de los pacientes con creci­miento prostático benigno, bien sea evidenciada por biopsias del espécimen enviado a anatomía patológica como parte del tratamiento quirúrgico del crecimiento prostático benigno, o diagnosticada por ecosonografía prostática endorrectal, o por pruebas microbiológicas. Las infecciones prostá- ticas, pueden ocurrir a pesar de la amplia variedad de mecanismos de defensa del sistema urogenital en el hombre. Estas defensas incluyen mecanismos no específicos como factores mecánicos, entre los que se mencionan la longitud uretral, la propia micción, la eyaculación, las secreciones antimicrobianas y el componente humoral y celular del sistema inmune. Las secreciones prostáticas tienen constituyentes con actividad antimicrobiana que resisten contra las infecciones bacterianas prostáticas. El más importante es el FAP (factor antibacteriano prostático), un polipeptido que contiene zinc. La concentración de zinc estará en función directa con la actividad bactericida de dichas secreciones prostáticas. Otros constituyentes que sirven como mecanismo de defensa contra las infecciones prostáticas son la espermina y la espermidina, sustancia responsable del característico olor seminal. Tendrá actividad antibacteriana contra bacterias grampositivas. La actividad bactericida de las secreciones prostáticas cubre gramnegativos y grampositivos, así como también inhibe otros patógenos genitourinarios como el Herpes virus, Candida albicans, Trichomonas vaginalis y Chlamydia trachomatis.

Se debe decir que las prostatitis usualmente se originan como una inflamación focal en la zona periférica que se extiende a la zona periuretral en los casos severos. Además un paciente puede tener evidencia histológica o bacteriológica de prostatitis, sin presentar signos endoscópicos de inflamación.

Considerando el modelo anatómico-topo-gráfico de McNeal (Stanford University), los conductos prostáticos de la zona periférica, tienden a drenar en ángulo recto hacia los conductos eyaculadores y por tanto son vulnerables a la infección por organismos que ascienden a través de la uretra. Lo contrario sucede con los conductos que drenan la zona central de McNeal, los cuales están paralelos a los conductos eyaculadores, convirtiéndose en más resistentes a la infección, por organismos presentes en la uretra. Esta arquitectura a su vez, es la responsable de los pobres resultados obtenidos con cuadros severos de prostatitis, bien sea aguda o crónica, que hace que el término “curación” sea visto con escepticismo, por muchos urólogos del mundo entero.

ETIOLOGÍA DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

En la etiología de los síndromes de prostatitis, se tienen que considerar las enfermedades de trans­misión sexual, en la cual tenemos gran experiencia y donde se ha demostrado la presencia del mismo agente infeccioso, tanto en la hembra como en el varón de una misma pareja, habiéndose demostrado en resultados preliminares, la capacidad de la próstata de servir como reservorio a microorganismos que son considerados dentro de las ETS, por ejemplo, Citomegalovirus, Herpes virus, Chlamydia trachomatis, Mycoplasma hominis, Ureaplasma urealyticum,Trichomonas vaginalis y hongos (Potenziani-Pradella).

Por lo cual una de las sugerencias que se hace el autor es que los síndromes de prostatitis agudos o crónicos, de comprobación bacteriana, son consideradas como enfermedades de transmisión sexual con todas las implicaciones que esto ocasione. Esto lo desarrollaremos en el transcurso del presente

capítulo.

EL PAPEL DE LA PRÓSTATA COMO RESER- VORIO DE MICROORGANISMOS DE LA MÁS EXTENSA VARIEDAD Y SU CAPACIDAD INFEC­TANTE HACIA LA PAREJA, HA SIDO FRECUENTE­MENTE NEGADO O PUESTO EN DUDA EN LAS CONSULTAS UROLÓGICAS, SIN EMBARGO HOY EN DÍA ES UN HECHO AMPLIAMENTE DEMOS­TRADO POR NUMEROSOS GRUPOS DE INVESTIGA­DORES

Se le debe advertir al paciente, que cuide a su pareja durante las relaciones íntimas, a través de la protección del preservativo, cuando tenga episodios de prostatitis, por cuanto es una entidad nosológica potencialmente contagiosa. Esto lo hemos podido demostrar en un estudio de investigación prospectivo en parejas, con más de 10 años de seguimiento. Los resultados preliminares de este estudio muestra que se estudiaron con microbiología 80 parejas de manera sistemática, donde se ha podido demostrar la presencia de cepas bacterianas prostáticas en el hombre portador de prostatitis, como reservorio de microorganismos patógenos y las mismas cepas bacterianas las veíamos en la mujer de la misma pareja a nivel de uretra, vejiga, vulva, vagina, o cuello uterino, por lo cual se demostraba la relación directa y el peligro potencial de infección de estas parejas, por lo cual una de las recomendaciones del estudio era utilizar de manera formal, el uso de preservativos, en hombres con prostatitis aguda bacteriana y con prostatitis crónica bacterianas y en hombres con prostatitis crónicas inflamatorias (Potenziani-Pradella).

En la etiología de las prostatitis se incluyen también los hábitos alimenticios, en los cuales una variedad considerable de alimentos y bebidas provocarán sin duda alguna, una recurrencia sintomática y esto basado en la teoría del reflujo intraglandular prostático, a través de los conductos eyaculadores (prostatitis crónica bacteriana, o crónica inflamatoria, según la nueva nomenclatura )

Los hábitos sexuales tendrán también un rol en la etiología de las prostatitis, ya que ciertos hábitos sexuales llevan a una mayor incidencia de prostatitis, como por ejemplo aguantar exageradamente la eyaculación, o inclusive el no eyacular, o la práctica de relaciones anales sin la protección del preserva­tivo, que es una de etiologías más frecuentes de los síndromes de prostatitis.

Será muy importante aclarar el tipo de relaciones sexuales que se llevan a cabo e inclusive, técnicas usadas por el varón en el desarrollo de las mismas, así como la frecuencia de dichas relaciones o el cambio de dicha frecuencia, así como el número de parejas que tiene el paciente, ya que la promis­cuidad conllevaría una constante contaminación del área genitourinaria y potencialmente de la glándula prostática. Los hábitos sociales del paciente, también tendrán que ver con la etiología de los síndromes de prostatitis así como en la persistencia o recurrencia de dichos episodios inflamatorios prostáticos. En nuestro país como todos sabemos es importante la elevada ingesta alcohólica, así como la alimentación rica en picantes, con un consumo elevado de carnes rojas, y de lácteos (leche, quesos, yogurt), cítricos, los dos últimos factores importantes en la alcalinización urinaria, que favorecería la aparición o persistencia de la infección-inflamación prostática.

Otro factor etiológico en los síndromes de prostatitis lo constituye la relación del individuo con el medio ambiente circundante y el grado de tensión emocional, que aquel le genera a cada persona en particular (estrés-ansiedad).

Es importante no dejar de lado aquellas disfunciones neuro-urológicas en la etiología de los síndromes de prostatitis, como lo son la discinergia de cuello vesical (Discinergia del esfínter interno­Turner Warwick 1973), donde muchas veces, los síntomas se interpretarán erróneamente como “prostatitis”, cuando en realidad la condición alterada del funcionamiento del cuello vesical podría ocasionar episodios de prostatitis por aumento de las presiones en la uretra prostática y esto originaría el reflujo intraglandular a través de los conductos eyaculadores, ya que se originaría una falla en la coordinación del lisoesfínter y en ocasiones del rabdoesfínter con participación del piso pélvico muscular, originándose entonces micciones de alta presión. Esta condición del cuello vesical, se ve con más frecuencia en poblaciones jóvenes y en poblaciones con afectaciones neurológicas.

En la práctica diaria vemos en muchas ocasiones pacientes jóvenes con síntomas de prostatitis, pero no podemos confirmarlo a través de exámenes bacteriológicos y en los estudios endoscópicos conseguimos elevaciones anormales del cuello vesical en ausencia de otro tipo de obstrucciones infravesicales y con flujometría urinaria obstructiva, aunado esto al hecho de haber sido personas que nunca habían orinado satisfactoriamente bien, inclusive desde su infancia. En estos pacientes hay que pensar en disfunciones del cuello vesical y estos son los pacientes que se beneficiarían del uso de los bloqueadores alfa-1 adrenérgicos como el tamsu- lozin, terazosin, doxazosin, alfuzosin, frecuente­mente usados en la actualidad, en pacientes con crecimiento prostático benigno, conocido hoy en día como el tratamiento farmacológico del crecimiento prostático benigno sintomático.

Tenemos el caso también de algunos hombres que son tratados con esquemas terapéuticos empíricos, para una posible prostatitis crónica no bacteriana y en realidad se trata de una pseudo- discinergia o contracción del esfínter externo durante la micción (Kaplan 1997).

Pacientes portadores de prostatitis tienen curiosamente, cifras altas de ácido úrico en sangre y se ha demostrado en estudios de investigación, que los uratos serían los agentes químicos que desencadenarían la respuesta inflamatoria, por cuanto se ha demostrado, que la secreción prostática posterior a masaje-SPPM (secreción prostática posterior a masaje), tiene altas concentraciones de creatinina, uratos y leucocitos, produciendo prostatitis no bacteriana, a través del mecanismo de reflujo de orina dentro de los conductos prostáticos. Estos pacientes mejorarán con alopurinol y dieta baja en purinas y con alcalinización urinaria.

En el interrogatorio de los pacientes con síndromes de prostatitis deberemos hacer hincapié en los siguientes aspectos:

1.    Investigar la presencia de dolor en diferentes regiones del organismo (región urinaria, región perineal, región lumbar baja y/o región genital)

2.     Investigar la presencia de síntomas urinarios miccionales y no miccionales

3.     Investigar los síntomas durante las relaciones sexuales, sobre todo al momento de la eyaculación o posterior a ella. Investigar las repercusiones en la capacidad eréctil, así como en la esfera de la libido), e inclusive investigar las repercusiones en la esfera de la fertilidad.

4.    Investigar los hábitos del paciente que puedan influir de manera negativa sobre la glándula prostática, que la lleva a estados de congestión- inflamación que podrían desembocar en una prostatitis (hábitos nutricionales, sexuales, sociales e inclusive existenciales)

5.     Averiguar las repercusiones que el síndrome de prostatitis ha tenido sobre la calidad de vida del

No todos los hombres con síntomas urogenitales tendrán necesariamente próstatas infectadas o inflamadas. De hecho, solamente en 5 % a 10 % de los pacientes con síntomas característicos de prostatitis, se demuestra la presencia de un agente infeccioso en exámenes como el test de Meares- Stamey, o en el análisis del líquido prostático posterior a masaje prostático, o en la pesquisa bacteriológica del aparato genital masculino (Carmona).

Más aún, a una proporción significativa de hombres con síntomas sugestivos de prostatitis, no se le podrá demostrar células inflamatorias en las muestras de secreción prostática posterior a masaje e inclusive, en muchos casos, no se ha podido demostrar claramente que los síntomas que presenta el paciente, son debidos exclusivamente a una enfermedad de la glándula prostática por que hacen falta todavía muchos estudios de investigación para aclarar dichas dudas. Nunca se debe olvidar que las enfermedades que afectan la glándula prostática se presentan usualmente en forma combinada, es decir, en la práctica clínica diaria se pueden ver las tres entidades nosológicas prostáticas combinadas al mismo tiempo; afortunadamente la combinación más frecuente es la prostatitis con el crecimiento prostático benigno.

Desde el punto de vista histológico, pueden presentarse en el mismo paciente distintos tipos de patología prostática como por ejemplo el PIN de bajo grado, PIN de alto grado, adenocarcinoma prostático con patrones histológicos diversos, además del crecimiento prostático benigno y de los síndromes de prostatitis. Es por esto que en la actualidad vemos tratamientos combinados, que hubieran sido muy criticados años atrás como por ejemplo, supresión o bloqueo androgénico con flutamida, bicalutamida, nilutamida, ciproterona, administrándose al mismo tiempo con inhibidores de la 5-alfa reductasa (finasteride, episteride) y/o con medicamentos bloqueantes alfa-1 adrenérgicos (tamsulosin, teratosin, doxazosin, alfuzosin).

Los síndromes de prostatitis crónicas, se consi­deran en la actualidad como el equivalente de la enfermedad pélvica inflamatoria en la mujer.

Dar una terapia efectiva depende del correcto diagnóstico de los pacientes, para ubicarlos en la clasificación adecuada y llevar a cabo una apropiada estrategia de tratamiento, que nos asegure una respuesta clínica adecuada y por ende un alivio de los síntomas, o curación del síndrome de prostatitis, aspecto éste que extenderemos más adelante.

LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS, ESTÁN ADQUIRIENDO LA IMPORTANCIA QUE AMERITAN, EN VIRTUD DE SU GRAN INCIDENCIA EN LA CONSULTA DIARIA, ASÍ COMO EN LAS REPERCUSIONES EN LA VIDA DE CADA PACIENTE, POR ENDE SE ESTÁ PROFUNDIZANDO EN ASPECTOS COMO DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL, PRUEBAS DIAGNÓSTICAS, CLASIFICACIONES, SCORE DE SÍNTOMAS Y EN EL ASPECTO TERAPÉUTICO, PARA QUE A TRAVÉS DE TODO ESTO, PODAMOS LLEVAR AL PACIENTE A UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA, YA BASTANTE DETERIORADA POR LA ENFERMEDAD

CLASIFICACIÓN DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

1.   Clasificación según Drach (1978)

A.  Forma aguda: Prostatitis aguda bacteriana

B.  Forma crónica: Prostatitis crónica

1.       Prostatitis crónica bacteriana

2.       Prostatitis crónica abacteriana

3.       Prostatodinia

2.    Clasificación según la NIDDKD (95-96)

1.  Prostatitis aguda bacteriana

2.   Prostatitis crónica bacteriana

3.  Prostatitis crónica no bacteriana o “síndrome

de dolor pelviano crónico” (CPPS)

3.1    Síndrome de dolor pelviano crónico inflamatorio (leucocitos hallados en las secreciones prostáticas postmasaje prostático (SPPM) o en el VB3 del test de Meares-Stamey

3.2    Síndrome de dolor pelviano crónico no- Inflamatorio con leucocitos en el VB3 del test de Meares-Stamey

4.   Prostatitis inflamatoria asintomática.

3.    Clasificación según Potenziani (1998)

A.  Forma aguda: Prostatitis aguda bacteriana

B.  Forma crónica: Prostatitis crónica

1.       Prostatitis crónica bacteriana

2.       Prostatitis crónica no bacteriana sinto­mática o síndrome de dolor uro-genito- perineal.

2.1Prostatitis crónica inflamatoria (más de 10 glóbulos blancos en la SPPM y en el VB3 del Test de Meares-Stamey)

2.2    Prostatitis crónica no inflamatoria (sin glóbulos blancos o menos de 10 por HPF en la secreción prostática posterior a masaje y en el VB3 del Test de Meares- Stamey)

3.       Prostatitis crónica asintomática

4.       Prostatitis granulomatosa

4.   Clasificación por consenso según la NIDDK

Síndromes de prostatitis

A.             Sintomáticos

1.       Prostatitis aguda bacteriana

2.       Prostatitis crónica bacteriana

3.       índrome dolor pelviano crónico masculino (SDPCm)

a.       Inflamatorio (glóbulos blancos en la SPPM o en el VB3 del Test de Meares- Stamey)

b.       No inflamatorio (no hay presencia de glóbulos blancos)

B.             Asintomáticos

5.   Clasificación de la Universidad de Wisconsin (Babcok)

A.             Prostatitis bacteriana aguda

B.             Prostatitis bacteriana crónica

C.             Prostatitis idiopática crónica

D.             Prostatodinia

6.   Clasificación de “Infectious Diseases in Clinical Practice” Falagas-Gorbach (1995)

1.             Prostatitis bacteriana aguda

2.              Prostatitis bacteriana crónica

3.              Prostatitis no bacteriana

4.              Prostatodinia (prostatosis)

5.              Prostatitis granulomatosa

7.     Clasificación de las Prostatitis según la National Institutes of Health (NIH) 1995

Categoría I: Prostatitis aguda bacteriana

Categoría II: Prostatitis bacteriana crónica

Categoría III: Prostatitis abacteriana crónica/CPPS

(síndrome de dolor pelviano crónico) Categoría III a: Inflamatoria CPPS (síndrome de dolor pelviano crónico) Categoría III b: No-inflamatoria CPPS (síndrome de dolor pelviano crónico) Categoría IV: Prostatitis asintomática inflamatoria

Todas las clasificaciones antes mencionadas, tienen puntos en común y se basan en los hallazgos de laboratorio a nivel de los estudios o cultivos bacteriológicos cuantitativos, lo que se persigue es identificar claramente la bacteria que esté infectando la glándula prostática. Estas pruebas fueron creadas por Meares y Stamey (Stanford University) en la década de los años 60 y desde entonces ha sido de gran utilidad, en la práctica clínica diaria de los urólogos del mundo entero.

El objetivo del test de Meares-Stamey o patrones de localización bacteriana uretro-prostático es cuantificar y comparar los contajes bacterianos en cada una de las muestras obtenidas y de esa manera, localizar la infección, en cualquier nivel uretral, vesical o prostático. Las muestras se obtienen de la uretra a través de la primera parte del chorro urinario (VBj), del chorro urinario medio (VB2), del líquido o secreción prostática extraída por masaje prostático y de la última muestra urinaria posterior al masaje prostático, denominado (VB3). Estas siglas son de uso internacional, motivo por el cual hemos adoptado la misma nomenclatura. Estas clasifica-ciones también se basan, en el análisis del fluido prostático postmasaje solamente y con ello determinar el número de leucocitos presentes, el cultivo e identificación de los uropatógenos bacterianos, factores de suma importancia en el diagnóstico de las prostatitis. Inclusive de no conseguir uropató- genos en dicho cultivo, se precisa el diagnóstico.

Sin embargo, somos partidarios de realizar el test de Meares-Stamey por cuanto sabemos que el examen microscópico del líquido prostático postmasaje es útil solamente, si se evalúa al mismo tiempo la muestra uretral (Stamey).

Para desarrollar el tema de los síndromes de prostatitis, utilizaremos la clasificación propuesta por el autor en el año 1998, la cual fue creada para facilitar su aprendizaje, y correlacionarlo con los hallazgos de laboratorio y con la sintomatología clínica. En relación a la prostatitis crónica no bacteriana sintomática, se le colocó el nombre de síndrome de dolor urogenitoperineal, por las áreas donde se manifiesta el dolor o las molestias que puedan presentar estos pacientes y creemos que se aplica mejor que el de síndrome de dolor pelviano crónico masculino, el cual es un término vago, además le hemos agregado la prostatitis granulo­matosa, con una clasificación nueva la cual creemos será de gran utilidad.

A. PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA Manifestaciones clínicas

Es una entidad nosológica caracterizada por la inflamación aguda de la glándula prostática con toque al estado general del paciente y que requiere de tratamiento antibiótico parenteral, así como otras medidas de carácter general. Es poco frecuente en la práctica clínica urológica diaria. Puede tener repercusiones sistémicas (bacteriemia, shock séptico, deshidratación) y repercusiones locales (abscesos prostáticos, abscesos isquiorrectales, abscesos en las vesiculas seminales). Afecta profundamente el estado general del paciente, el cual presenta fiebre, deshidratación y mal estado general, y frecuentemente se presenta con signos de sepsis urológica. Responde fácil y rápidamente a los tratamientos médicos y el espectro de sensibilidad a los fármacos antibióticos, es amplia, en contraste con las prostatitis crónicas bien sea bacterianas o abacterianas, las cuales son de lenta respuesta a las terapias antibióticas y muy pocos antibióticos atraviesan de manera efectiva la barrera hematoepitelial prostática, lo que produce malos resultados en contraste con los excelentes resultados que se obtienen en los pacientes con prostatitis aguda bacteriana. La severidad y peligrosidad de las complicaciones de las prostatitis agudas bacterianas, contrasta con la facilidad de su tratamiento medico.

PATOGENIA DE LA PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA

Los factores que hacen probable la aparición del síndrome de prostatitis aguda bacteriana son:

1.      Reflujo de orina infectada dentro de los conductos eyaculadores y de los conductos prostáticos. Esta teoría, que utilizaremos también para los otros tipos de prostatitis, se basa en conceptos anatómicos, puesto que en la zona central de McNeal, las glándulas drenan las secreciones de

manera oblicua, hacia la uretra prostática y se vacían de manera total y satisfactoria, esta disposición oblicua evita el reflujo de orina dentro de la glándula.

En cambio los conductos que drenan las glándulas ubicadas en la zona periférica (sitio de mayor frecuencia de las infecciones prostáticas), son más horizontales y esto facilita el reflujo de orina, el estasis de la misma y un drenaje dificultoso, lo que ocasiona la infección en la glándula prostática.

2.     Infección uretral ascendente desde el meato uretral por enfermedades de transmisión sexual. Esta teoría es preferentemente aplicada a poblaciones jóvenes, facilitada por relaciones íntimas vaginales o anales, sin la debida protección del preservativo y por la posibilidad de tener varias parejas (se incrementa con la promiscuidad).

3.    Invasión directa o diseminación linfática por bacterias rectales, así como infecciones que circulan por vía hematógena. Entre los factores más frecuentes que sostienen esta teoría, están las relaciones anales sin protección del preservativo, el uso de catéteres uretrovesicales por diversas causas (en enfermedades neurológicas traumáticas o degenerativas, en cirugía general, en retenciones urinarias, en cuadros clínicos generalizados que necesiten medir diuresis, en pacientes minusválidos), causas frecuentes de antecedentes en pacientes con síndromes de prostatitis; cuadros de epididimitis aguda por colibacilos compartirían el mismo agente etiopatogénico; el uso de aditamentos de drenaje de orina en pacientes con vejigas neurogénicas o con incontinencia urinaria severa postcirugía tipo catéteres - condón; la presencia de infecciones urinarias secundariamente pueden ocasionar síndromes de prostatitis, bien sea posterior a cirugías prostáticas o por la presencia de bacteriuria significativa. La diseminación hematógena es usualmente por estafilococos de una fuente en cualquier parte del organismo.

4.          Disfunciones secretorias de la glándula prostática. Están implicadas en la génesis de las prostatitis en general. Actualmente, esta teoría se estudia a fondo y puede ser la causa de numerosos episodios de prostatitis, que supuestamente no tienen causa alguna. En esta teoría, hay una relación directa con los estados de ansiedad y los estados de espasticidad de la musculatura lisa de la glándula prostática por aumento del tono alfa-1 adrenérgico y de la musculatura estriada del piso pélvico perineal por influjo del sistema nervioso neurovegetativo, tema que ha sido desarrollado extensamente en los

ETIOLOGÍA DE LA PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA

Los organismos gramnegativos, son los mayores responsables de los cuadros clínicos de prostatitis bacterianas bien sean agudos o crónicos. En 70 % a 80 % de las casos identifican bacterias gramnegativas como la enterobacteria Escherichia coli, en un 10 % a 20 % las enterobacterias respon-sables son la Pseudomonas aeruginosa, especies de Klebsiella, especies de Proteus, el Enterobacter aerogenes y la Serratia marcescens. En un 5 % a 10 % de los casos se ver bacterias grampositivas como el Estreptococo faecalis, el Estafilococo epidermides, el Estafilococo aureus y el alfa estreptococo.

Entre los agentes etiológicos poco frecuentes tendremos la Neisseria gonorrhoeae, parásitos, virus (Citomegalovirus, virus papiloma humano, herpes virus, HIV). Entre las etiologías sospechosas, pero aún no aceptadas internacionalmente están el Enterococo, Ureaplasma urealyticum y la Chlamydia trachomatis.

Sin embargo tenemos numerosos casos, en los cuales hemos podido demostrar la misma cepa infecciosa localizada en la glándula prostática del hombre y en la mujer de la misma pareja, o inclusive de parejas extras, ubicada en el fondo de saco vaginal, labios mayores, labios menores y cuello uterino, en parejas o círculos sexuales estudiadas sistemá­ticamente, a través de estudios microbiológicos del aparato genital femenino y masculino (Carmona), por lo cual estaríamos comprobando y confirmando la etiología de agentes infecciosos como la Chlamydia trachomatis, o el Ureaplasma urealy- ticum, o el Mycoplasma hominis, como causantes de infecciones prostáticas agudas o crónicas, que anteriormente no se creía que fueran responsables de tales infecciones.

EL PAPEL DE LAS ETS (enfermedades de transmisión sexual), EN LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS, ESTÁ INCREMENTANDOSE DÍA A DÍA Y AL RESPECTO, DEBEN SER TOMADAS EN CUENTA EN LOS ENFOQUES TERAPÉUTICOS y EN LAS REPER­CUSIONES QUE PUEDEN OCASIONAR EN LA MUJER, COMO POR EJEMPLO ENFERMEDAD INFLAMATORIA PÉLVICA, INFERTILIDAD, INFEC­CIONES URINARIAS RECURRENTES, SÍNDROME URETRAL, VAGINOSIS BACTERIANA, CÁNCER DE CUELLO UTERINO, ENTRE OTRAS. (Potenziani)

Normalmente en las prostatitis agudas bacte­rianas los uropatógenos pueden ser identificados fácilmente a través de pruebas de microbiológicas ya descritas y en muchas ocasiones a través de urocultivos simples. En cambio en los síndromes de prostatitis crónica sintomáticas o no sintomáticas, bacterianas o no bacterianas, inflamatorias o no inflamatorias resulta muchas veces difícil demostrar el agente responsable de la infección a través de urocultivos simples, siendo más sensibles los cultivos del líquido prostático y de la orina postmasaje prostático (VB3), es decir a través del Test de Meares-Stamey.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA

La prostatitis aguda bacteriana, es la menos frecuente de las variedades de los síndromes de prostatitis. Siempre se debe pensar en los posibles factores de riesgo para la instalación del síndrome de prostatitis aguda bacteriana (los cuales se asemejan mucho a los factores de riesgo de los abscesos prostáticos) se pueden mencionar algunos como síndrome de inmunodeficiencia adquirida, diabetes mellitus, inmunosupresión terapéutica, hemodiálisis, instrumentaciones urológicas de diversos tipos, una salida vesical obstructiva y la presencia de un cáncer prostático.

Es un cuadro clínico muy severo, con quebranto generalizado, toque al estado general, palidez cutaneomucosa, fiebre, escalofríos, mialgias, dolor en hipogastrio y en ambas fosas ilíacas, con irradiación del dolor hacia flancos y fosas lumbares, con molestias dolorosas en el área anorrectal y dolor referido a una o ambas hemibolsas escrotales. Se puede presentar dolor en la zona perineal, dolor en la parte baja de la espalda y en raras ocasiones su cuadro de presentación podría ser a través de patologías anorrectales como por ejemplo abscesos de la fosa isquiorrectal, así como la presencia de hematuria. Típicamente afectan a pacientes de edad avanzada y con obstrucción de la salida vesical. Presentan síntomas miccionales, como ardor importante al orinar e inclusive dificultad para orinar, que puede llegar inclusive a la retención aguda de orina. En ocasiones tiene repercusiones recientes sobre la esfera sexual con molestias eyaculatorias o trastornos erectivos de aparición reciente.

Al tacto prostático, se encuentra una próstata aumentada de tamaño, dolorosa con una gran componente inflamatorio, que se traduce en una próstata blanda al tacto rectal, o zonas blandas alternadas con zonas de consistencia normal y en ciertos casos hay fluctuación prostática global con una consistencia muy blanda, característico de la presencia de abscesos prostáticos.

COMPLICACIONES DE LA PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA

La complicación más importante y a su vez la menos frecuente que puede tener un paciente con prostatitis aguda bacteriana, es la sepsis, sobre todo cuando no hemos podido hacer el diagnóstico de manera precoz. En otras ocasiones, el paciente se presenta con complicaciones como abscesos perianales o abscesos de la fosa isquiorrectal, abscesos prostáticos o de las vesículas seminales, drenados espontánea o quirúgicamente hacia la uretra, hacia el recto, hacia la zona periprostática e inclusive hacia la cavidad peritoneal a través del fondo de saco de Douglas. Es importante entonces pensar en estas posibilidades y tratar de no realizar manipulaciones o masajes prostáticos intensos, por cuanto podrían inducir a sepsis, a menos que se hayan cubierto con antibióticos y/o los abscesos estén en fase de resolución, situación esta que tiende a la cronicidad, por lo cual pudiéramos realizar sesiones de masajes, que favorecen la salida de material purulento y la mejoría del paciente. No se debe olvidar que solamente el 20 % a 30 % de los pacientes con abscesos prostáticos se presentan con los síntomas de fluctuación y dolor al tacto rectal y podrían ser confundidos con cuadros clínicos de prostatitis aguda bacteriana. Otra complicación de las prostatitis aguda bacteriana, es el desarrollo de prostatitis granulomatosa, que puede ocurrir como parte de la resolución del proceso infeccioso agudo. El infarto prostático, muy difícil de diferenciar desde el punto de vista semiológico prostático, del cáncer prostático, es otra de las posibles complicaciones de las prostatitis agudas bacterianas.

TRATAMIENTO DE LA PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA

La prostatitis aguda bacteriana, se diagnóstica con relativa facilidad y es tratada con una variedad muy amplia de antibióticos, debido a que en los cuadros infecciosos agudos de la próstata, la barrera hematoepitelial, es mucho más permeable que en los procesos infeccioso-inflamatorios crónicos de la glándula prostática.

El antibiótico, se selecciona a través del urocultivo y del antibiograma, aspecto éste que se diferencia de la selección del antibiótico, en los casos de inflamaciones crónicas de la glándula prostática, donde muchas veces a pesar de la indicación sugerida por el antibiograma, ese antibiótico no da resultado al paciente “in vivo”, por lo cual el urólogo debe saber, qué antibióticos difunden mejor en los tejidos prostáticos. En el año 1980 Stamey nuevamente, publica un trabajo en el libro Patogénesis y Tratamiento de las Infecciones del Tracto urinario de la editorial Williams and Wilkins, los factores que estaban implicados en la difusión y concentración de los antibióticos a través del epitelio de los acinos prostáticos y veíamos como el pH entre el plasma, el intersticio y la secreción prostática, así como el hecho de ser un antibiótico de perfil ácido o básico, influyen la concentración de dichos antibióticos. En el caso de la difusión del antibiótico a través del epitelio de los acinos prostáticos entre el plasma - intersticio y las secreciones prostáticas, hay factores como la solubilidad lipídica, los grados de ionización en el plasma, la unión a las proteínas, la solubilidad en agua y el radio molecular que influyen la difusión antes mencionada de un antibiótico en particular.

EL SÍNDROME DE PROSTATITIS AGUDA BACTERIANA ES EL MÁS DRAMÁTICO Y PELIGROSO DE LOS CUADROS INFECCIOSOS PROSTÁTICOS, QUE LLEVAN A MUCHOS PACIENTES A UNIDADES DE CUIDADO INTENSIVO CUANDO SON DEJADOS SIN TRATAMIENTO ADECUADO, PERO A LA VEZ, SON LOS DE MÁS FÁCIL Y AMPLIO TRATAMIENTO A LA HORA DE DECIDIR POR LA TERAPÉUTICA FARMACOLÓGICA ADECUADA.

Antibióticos como aminoglucósidos, fluorquino- lonas, cefalosporinas de segunda y tercera generación, tetraciclínas, macrólidos, sulfameto- xazol-trimetoprim, amoxacilina-ácido clavulánico, ampicilina-sulbactam entre otros, tienen una excelente respuesta clínica.

En más del 80 % de los casos, el paciente se presenta extremadamente enfermo y séptico, por que debe ser hospitalizado, para administrarle aparte del tratamiento con antibióticos, hidratación parenteral, analgésicos, antipiréticos, moduladores de la consistencia fecal, reposo en cama y aumento sustancial de la ingesta líquida diaria; además de la realización de contajes leucocitarios séricos seriados así como exámenes bacteriológicos urinarios y del líquido prostático posterior a masaje para determinar la evolución clínica del caso.

Hace unos años era difícil concebir tratamientos prolongados en casos de síndromes de prostatitis bien sea aguda o crónica, que pasaran de 10 a 15 días, hoy día en cambio, la duración de los tratamientos no debe se menor de 4 a 6 semanas, luego de lo cual, en base a la evolución del caso, se continúa con el tratamiento, o con otros esquemas terapéuticos médicos (fitoterapia entre otros).

Debemos hacer el mayor esfuerzo posible en encontrar la(s) causa (s) de los episodios de prostatitis tanto desde el punto de vista bacteriológico como clínico. No nos debemos conformar con los resultados “aparentemente negativos” del laboratorio seminal y urinario. Se deben realizar exámenes con cultivos variados (patrones de localización bacte­riana uretroprostática) llamado como dijimos antes test de Meares-Stamey y si esto no fuera posible, es importante realizar exámenes de identificación y cultivo de la secreción o líquido prostático posterior a masaje prostático.

Es fundamental tratar descartar enfermedades de transmisión sexual, las cuales creemos firme­mente, tiene un papel protagónico significativo en pacientes con prostatitis (Potenziani JC, Pradella RC INFECCIONES RECURRENTES EN LA MUJER (cistitis recurrente). ANÁLISIS DE LOS FACTORES DE RIESGO. PESQUISA MICROBIOLÓGICA EN LA PAREJA. IMPLICACIONES DEL FACTOR MASCULINO EN LA ETIOLOGÍA Y RECURRENCIA DE LAS INFECCIONES URINARIAS FEMENINAS. ESTUDIO PROSPECTIVO DE 80 PAREJAS (1987- 2000)

Debemos enfatizar nuestra búsqueda, ya que en los laboratorios actuales no se acostumbra realizar de manera sistemática, la pesquisa de micro­organismos responsables de enfermedades de transmisión sexual, como Trichomonas vaginalis, Gardnerella vaginalis, Neisseria gonorrhoeae, especies de Candida,Mobiluncus curtissi, Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, Micoplasma hominis, flora patógena habitual uretral o vaginal, virus herpético, virus del papiloma humano, virus de la inmunodeficiencia humana, entre otros y ellos pudieran ser la explicación de los síndromes de prostatitis que no le encontramos aparente expli­cación.

Por otro lado debemos insistir en la necesidad de precisar por parte de los laboratorios, sobre cualquier valor obtenido en el contaje de las unidades formadoras de colonias (UFC x mL) por centímetro cúbico, en los exámenes bien sea de orina, de líquido prostático posterior a masaje, de semen, o de cualquier región genital femenina, ya que no sólo los contajes por arriba de 105 UFC x mL son útiles, sino también los contajes por debajo de 105 UFC x mL, pueden ser de suma importancia clínica y nos orientan hacia infecciones con microorganismos no usuales, como los nombrados en el párrafo anterior, que no se toman en cuenta de manera rutinaria y sistemática por los laboratorios del mundo entero. Este concepto creemos es importante y trascendental y deberá ser asimilado por los laboratorios microbiológicos, por cuanto numerosos cuadros irritativos urinarios bajos, en hombres y sobre todo en mujeres, tienen como protagonista uno de los microorganismos antes mencionados. No nos olvide­mos de las vaginosis bacterianas y de los síndromes uretrales en la mujer, entidades nosológicas que en numerosas ocasiones se mantendrán por años de evolución, con la consiguiente afectación en la calidad de vida de las pacientes portadoras de tales entidades. De hecho, cuando se tengan pacientes femeninos o masculinos, con síntomas urinarios irritativos o síntomas genitales (sobre todo en la mujer), sin que tengamos a su vez resultados positivos para infección en exámenes simples de orina, o en urocultivos (etiquetados como estudios negativos) y no podamos lograr la mejoría del paciente, aun con esquemas terapéuticos adecuados, recomendaremos la realización de una pesquisa microbiológica del aparato genital masculino o femenino (Carmona) de la pareja, así como a parejas extras que se tengan, para poder lograr el diagnóstico a través de la identificación de la cepa del microorganismo causante de la infección y también de la sintomatología uroginecológica que estemos investigando, con la búsqueda de microorganismos como los arriba señalados.

Si se realiza esto se obtienen resultados clínicos excelentes, al tratar de manera específica la enfermedad y obtener posteriormente la negativi- zación o desaparición del microorganismo responsable, en las pruebas microbiológicas antes mencionadas.

PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

De los síndromes de prostatitis crónicas, es el menos frecuente (5 %-10 %) y es reconocida por su característica de presentarse usualmente en pacientes por arriba de 50 años y por la cualidad de tener períodos asintomáticos alternados con períodos de recurrencia sintomática y con bacteriuria signi­ficativa, es decir con infecciones urinarias. Sin embargo, la manera de manifestarse clínicamente es extremadamente variable. La incidencia clínica de las prostatitis crónica bacteriana, alcanzará un 5 % a 10 % de los pacientes.

PATOGENIA

Los factores predisponentes para prostatitis crónica bacteriana en muchos aspectos están vinculados y son los siguientes:

1.     Reflujo de orina infectada hacia los conductos eyaculadores y los conductos intraprostáticos, debido a la anatomía de los conductos prostáticos en la zona periférica, ya explicado anteriormente, pero debemos agregar que por el recorrido particular de dichos conductos en la zona externa, con la angulación en dos sitios determinados, favorece la oclusión de los mismos por edema e inflamación, ocasionados por el mismo proceso infeccioso-inflamatorio intraglandular. A su vez en todos estos eventos fisiopatológicos, se favorece el estasis de las secreciones inflama­torias intraductales prostáticas, lo cual a su vez, lleva a fibrosis de dichos conductos que con la ayuda del pH del medio, que tiende a ser alcalino, y lleva finalmente a la formación de cálculos prostáticos y de los cuerpos amiláeos ambos con ubicación limítrofe entre la parte más posterior de la zona de transición y la zona periférica de McNeal. El proceso inflamatorio, entra entonces, en un círculo vicioso muy difícil de recuperarse y por ende se favorece la cronicidad del proceso. El pH de los fluidos prostáticos en pacientes con inflamación crónica de la glándula prostática, tiende a ser alcalino, lo cual impide una difusión adecuada de los antibióticos “básicos”, en la barrera hematoepitelial.

2.     La alteración de la función secretoria de la glándula prostática, es considerada otro factor, en la patogénesis de las prostatitis crónicas bacterianas mencionada en la prostatitis aguda.

3.     Deficiencia del zinc en las secreciones prostáticas, potente factor antibacteriano (FAB) en las prostatitis crónicas bacterianas, que deja la glándula desprotegida y por lo tanto propensa a una infección.

4.     Aumento de la estimulación alfa-1 adrenérgica a nivel del estroma prostático-cuello vesical-uretra proximal y cápsula prostática, donde se produciría una contracción de la glándula prostática y una elevación de la presión máxima de cierre uretral, que ocasiona dificultad en la circulación de secreciones epiteliales hacia la uretra por lo conductos intraprostáticos y además ocasionaría reflujo de orina y de las secreciones uretrales, dentro de las zonas externas de la próstata (zona periférica y zona central) y producir los síndromes de prostatitis crónica e inclusive episodios de anexitis tipo epididimitis y orquioepididimitis. De aquí la gran utilidad de los medicamentos bloqueadores alfa-1 adrenérgicos, en estos casos.

5.     Presencia de bacterias en los conductos prostá­ticos y en los acinos glandulares, debido a los cálculos intraglandulares prostáticos que se convierten en un reservorio para las infecciones urinarias recurrentes, ocasionando al final inflamación crónica prostática.

6.     La aparición de prostatitis crónica bacteriana, puede ser vista como secuela de las prostatitis aguda bacteriana, lo que en la práctica clínica diaria, es poco frecuente.

ETIOLOGÍA DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

La prostatitis crónica bacteriana, es causada por los mismos uropatógenos causantes de las prostatitis agudas bacterianas, es decir bacterias gramnegativas (enterobacterias) como la Escherichia coli, la Pseudomonas aeruginosa, especies de Klebsiella, especies de Proteus, el Enterobacter aerogenes y la Serratia marcescens y bacterias grampositivas como el Estreptococcus faecalis, el Estafilococo epider- mides, el Estafilococcus aureus y el alpha estreptococo, el Estafilococo spp, que nunca han sido considerados como causantes de los síndromes de prostatitis, pero que en ciertas condiciones, su virulencia aumenta y su conducta se vuelve agresiva, motivando un cambio de flora habitual no patógena, a una flora capaz de ocasionar trastornos inflama­torios, con todas sus consecuencias clínicas.

La Chlamydia trachomatis, ha sido aislada en citologías prostáticas por aspiración (Poletti.J Urol 1985;134-691) de pacientes con prostatitis crónica y Weidner en el Meeting de la AUA en Nueva York en 1979, demostró una alta tasa de cultivos positivos con Ureaplasma urealyticum en la uretra de pacientes con prostatitis, por lo cual estos patógenos, deben ser considerados seriamente, como agentes etiológicos de la prostatitis crónica bacteriana. Estos microorganismos llevan a infecciones urinarias recurrentes, es decir del mismo agente patógeno lo cual, es la característica fundamental de la prostatitis crónica bacteriana, por lo cual se diferencia de los otros tipos de prostatitis.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

Se caracterizan por ocurrir en hombres en edad sexual activa, usualmente mayores de 50 años, aunque en determinadas circunstancias se presentan también en pacientes jóvenes, al exponerse a los factores de riesgo comunes a los tipos de prostatitis bacteriana, bien sea aguda o crónica.

Factores como inoculación uretral por bacterias vaginales patógenas; o microorganismos causantes de enfermedades de transmisión sexual; o a relaciones sexuales anales sin la protección del preservativo; o al drenaje urinario a través de sondas o sistemas de preservativos, sobre todo en pacientes con minusvalía neurourológica; o bacteriuria o infecciones urinarias presentes y no tratadas; o durante procedimientos aliviadores de la salida vesical, cualquiera sea su modalidad; o a la presencia de cálculos prostáticos infectados; o inclusive a la realización de biopsias prostáticas transrectales.

Se caracteriza por ocasionar en el paciente períodos de remisión clínica, es decir períodos asintomáticos, alternando con períodos de exacer­baciones clínico-sintomáticas, con la presencia de infecciones urinarias recurrentes. Como todo síndrome de prostatitis, sus síntomas estarán dentro de los tres grupos característicos de dolor o molestias en diferentes zonas del organismo, síntomas urinarios y síntomas de la esfera sexual-seminal.

Así vemos como los pacientes con prostatitis crónica bacteriana, pueden tener disuria, frecuencia urinaria con urgencia, molestias suprapúbicas, molestias escrotales, molestias del piso perineal o molestias en la región lumbar baja, esta última muchas veces relacionada con episodios de cálculos renales, o con episodios de colitis espástica (colon irritable) o con episodios de lumbalgias de etiología neurotraumatológica. Los pacientes usualmente están asintomáticos en los períodos en los cuales no hay infección urinaria demostrable. En ocasiones se quejarán de síntomas similares a los presentados por pacientes que tienen prostatitis crónica no bacteriana, tanto de la variedad inflamatoria, como de la no inflamatoria. No presentan toque del estado general, ni tampoco fiebre, a menos que hagan una reagudi­zación de su infección prostática, pero si presentarán afectación del área miccional, del área del dolor, del área sexual y del área de la fertilidad, por lo cual tendremos trastornos miccionales irritativos (de llenamiento vesical) y/o obstructivos (de vaciamiento vesical) y dolor unilateral o bilateral a nivel de hipogastrio, región lumbar inferior, en periné, en escroto, más precisamente en los testículos o en los anexos epididimarios, en el pene, en una o ambas ingles y en el trayecto del cordón espermático (funiculitis), que semejan procesos herniarios. Algunos pacientes presentan dolor al momento de la eyaculación o posterior a ella y hemospermia, este último síntoma preocupa mucho al paciente, así como otros síntomas relacionadas con la esfera sexual, que los detallaremos más adelante. Las características que presenta la glándula afectada con prostatitis crónica bacteriana, al tacto prostático, será en muchos casos, completamente normal, pero la mayoría de las veces, está inflamada, dolorosa e indurada, con la salida de secreción prostática al tacto rectal (exudación significativa).

DIAGNÓSTICO DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

Se realiza a través de estudios bacteriológicos de localización bacteriana en el sistema urinario inferior (test de Meares-Stamey) en pacientes con episodios recurrentes de infecciones urinarias, o en pacientes que a pesar de haber sido tratados con fármacos adecuados, no presentan mejoría clínica y si la presentan, recaen inmediatamente desde el punto de vista sintomático.

Otras indicaciones formales para la realización de estudios bacteriológicos de patrones de localización bacteriana, tipo test de Meares-Stamey o los estudios de pesquisa microbiológica en el sistema urogenital masculino y femenino, estudios sistemáticos de la pareja (Carmona), son los casos de infecciones ginecológicas sin causa aparente, en las parejas de nuestros pacientes afectados de prostatitis, así como en aquellos casos que acudan a nuestra consulta por trastornos de fertilidad y conseguimos en el sedimento seminal la presencia de piospermia, leucospermia, grumos de leucocitos, viscosidad elevada y alteración importante de la apariencia seminal, es decir un sedimento esper- mático infeccioso que necesite ser debidamente identificado.

Pacientes con prostatitis crónica bacteriana, presentan disfunciones secretoras, evidenciadas por aumento del pH en las secreciones prostéticas postmasaje, cambio en el radio de las LDH y de la secreción de inmunoglobulinas. También disminuye la gravedad específica de las secreciones prostéticas, hay disminución del FAP (factor antibacteriano prostático), con disminución del zinc seminal, disminución del colesterol, disminución de la espermina y de la espermidina, disminución de la fosfatasa ácida fracción prostática, disminución de las lisozimas, disminución del magnesio, disminu­ción del calcio y del ácido cítrico.

Pacientes masculinos por encima de 60 años, con síntomas urinarios compatibles con prostatitis crónica, pero sin evidencia aparente de infección urinaria o seminal, se le debe realizar citología urinaria para descartar cáncer vesical, pruebas microbiológicas especiales como las señaladas anteriormente (test de Meares-Stamey y pesquisas bacteriologicas de la pareja), ecosonografía prostática endorrectal, ecosonografía vesical, ecosonografía escrotal y si fuera necesario videoendoscopia del sistema urinaria inferior para excluir diagnósticos como obstrucciones de la salida vesical y/o patologías intravesicales (cálculos, tumores, vejiga de esfuerzo entre otras).

COMPLICACIONES DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

La complicación más frecuente es la infección urinaria recurrente, considerada como una de las características fundamentales de esta variedad de prostatitis.

Otra de las complicaciones o consecuencias de esta variedad de prostatitis, son los períodos de infertilidad secundaria por los efectos nocivos que tienen las toxinas bacterianas y la infección por sí misma, sobre las glándulas sexuales accesorias (próstata y vesículas seminales) y sobre otras estructuras de la esfera seminal, como por ejemplo epidídimos, conductos deferentes, vesículas seminales y conductos eyaculadores, al causar alteraciones de las características físico-químicas seminales, como el pH, la actividad espermática, la motilidad espermática, la traslación espermática, la capacitancia espermática, la agregación y viscosidad seminal y sobre los aspectos morfológicos y alteración del sedimento seminal, que en conjunto afectarán la capacidad fecundativa de los pacientes con prostatitis crónica bacteriana. Otro aspecto quizás poco mencionado, son los trastornos en la esfera sexual, evidenciados por disminución de la libido, disfunciones de la erección, trastornos eyaculatorios (dolor, ardor, hemospermia) causados por la inflamación prostática, como mecanismo de autodefensa. Esto lo vemos con frecuencia en nuestra práctica diaria y de hecho, estos pacientes mejoran al comenzar el tratamiento con antibióticos y aplicarles medidas generales. Se debe recordar que los síndromes de prostatitis en general, afectan la calidad de vida del paciente, determinando estados depresivos y ansiosos, que repercuten y acentúan secundariamente otras esferas, como la sexual y la esfera social-profesional.

LAS REPERCUSIONES CLÍNICAS, PSICO­LÓGICAS Y DE PAREJA OCASIONADAS POR EL SÍNDROME DE PROSTATITIS, PUEDEN SER TAN DEVASTADORAS QUE MERECEN SER ENFOCADAS CON LA MÁXIMA ATENCIÓN y PROFESIONALISMO POSIBLE. (Potenziani)

TRATAMIENTO DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA

El tratamiento en casos de prostatitis crónica bacteriana, se entorpece por cuanto muchos antibióticos no penetran satisfactoriamente la barrera hematoepitelial prostática crónicamente inflamada. Regirse por el antibiograma ayuda pero en muchos casos, se seleccionan antibióticos no adecuados para pasar satisfactoriamente la barrera hematoepitelial prostática. Por lo tanto es menester saber, a priori, los antibioticos teóricamente más adecuados para pasar la barrera hematoepitelial prostática. La eficacia en el tratamiento de la prostatitis crónica bacteriana, depende entonces de poder alcanzar los niveles séricos y prostáticos adecuados del antibiótico, así como de mantener el tiempo de administración útil para la glándula prostática, lo que se lograá con tratamientos prolongados y con dosis terapéuticas, y no solamente con dosificación supresiva (baja dosis por largo plazo). La estrategia a seguir en cuanto al tratamiento de la prostatitis crónica bacteriana, es la siguiente:

1.   TRATAMIENTO DE PRIMERA LÍNEA

a.     Cursos prolongados de antibióticos en dosis

terapéuticas por 4 a 6 semanas.

Fluorquinolonas

Trimetoprim-sulfametoxazol

Tetraciclinas

Cefalosporinas de primera, segunda y

tercera generación

Amoxacilina-ácido clavulánico.

Ampicilina-sulbactam

Azitromicina

Metronidazol

Macrólidos

b.      Cursos cortos antibióticos con dosis única, o por espacio de 3 días

Aminoglucósidos

Cefalosporinas de tercera generación Fluorquinolonas Con los cursos cortos de tratamientos hemos observado un alto índice de recidivas infecciosas- sintomáticas, por lo cual no aconsejamos ni dosis únicas ni cursos cortos de antibióticos en los síndromes de prostatitis crónicas bacterianas.

2.      TRATAMIENTO DE SEGUNDA LÍNEA (quimioprofilaxis supresiva)

Cursos prolongados de tratamiento antibiótico a baja dosis por 4 a 12 semanas

Trimetoprim-sulfametoxazol Cristales de nitrofurantoína Fluorquinolonas Mandelato de mentenamida Macrólidos

3.    MEDIDAS DE TIPO GENERAL

a.       Tomar grandes cantidades de líquidos, preferiblemente agua (8 a 12 vasos/diarios)

b.       Dieta alimentaria de protección urinaria (evitar irritantes urinarios)

c.        Recomendaciones en la esfera sexual

d.       Recomendaciones en la esfera emocional

e.        Tratamiento con medicamentos fito terapéuticos (medicina alternativa)

f.        Tratamiento con medicamentos bloqueadores alfa-1 adrenérgicos (Tamsulozin, Terazosin, Doxazosin, Prazosin, Alfuzosin)

g.        Tratamiento con medicamentos ansiolíticos

h.       Tratamiento con suplemento nutricional prostático (SNP) con fitofármacos

Todas estas recomendaciones serán desarro­lladas en el curso del presente tema. Los fármacos más recomendados por su buena difusión en los tejidos prostáticos, así como por su eficacia clínica en casos de prostatitis crónica bacteriana son fluorquinolonas, trimetoprim-sulfametoxazol , las tetraciclinas-doxiciclinas y los macrólidos.

Se deben dar cursos prolongados de tratamiento de 4 a 16 semanas los cuales han demostrado superio­ridad sobre los cursos cortos de tratamiento, ya que con estos últimos, los resultados han sido desalen­tadores. Por otro lado, la resistencia bacteriana adquirida, es rara en casos de prostatitis bacteriana crónica, aún después de cursos múltiples y prolongados de antibioticoterapia.

FACTORES QUE ENTORPECEN LA “CURACIÓN” DE LA PROSTATITIS CRÓNICA BACTERIANA ¿Por qué se hace tan difícil curar una prostatitis?

1.    Cálculos prostáticos, los cuales se presentan en mayor incidencia en pacientes con prostatitis crónica de la variedad que fuera. Dichos cálculos servirán de focos persistentes de bacterias, difíciles de erradicar. La mayoría de los pacientes con cálculos prostáticos serán asintomáticos, al punto que se sabe que aproximadamente un 50 a 70 % de pacientes que se someten a ecosono- grafías prostáticas endorrectales, tendrán cálculos prostáticos ubicados usualmente en la zona de transición de McNeal en su región más posterior, limitando con la zona periférica(cápsula quirúr­gica)

2.     Dificultad en alcanzar altos niveles de anti­microbiano, uniformemente en todas las áreas prostáticas y/o en áreas localizadas de infección, dentro de la glándula prostática, por lo que se deben dar tratamientos prolongados. Usualmente son infecciones polimicrobianas, que entorpecen los resultados positivos del tratamiento, motivo por el cual se ha llegado a pensar que los síndromes de prostatitis, son patologías que nunca se podrán “curar” del todo. Es muy importante, aclararle esto al paciente, sobre todo para evitar repercusiones de tipo anímico-emocional, que agravan el cuadro clínico y para tratar de disminuir el grado de deserción a la consulta que tiene este tipo de pacientes sobre todo por la poca información que se les da de su patología de base. El pH del medio glandular, así como las características anatómicas de la glándula prostática (barrera hematoepitelial) hace que sea muy difícil alcanzar niveles terapéuticos de los fármacos antimicrobianos utilizados.

3.     Cambios en el pH del fluido prostático asociado con la infección, que limitará la difusión del antibiótico dentro de la glándula prostática.

4.     Presencia de biofilms protectores de bacterias, que impiden la acción de los antibióticos.

5.     Aspectos anatómicos de la glándula prostática. No olvidemos la anatomía de la glándula prostática llena de lóculos o compartimiento independientes, con secreciones prostáticas inflamatorias, que podrían “obstruir” los conductillos de las glándulas prostáticas, con lo cual se crean zonas “aisladas” dentro de la glándula, a la espera de factores que puedan reactivar la infección y por ende la sintoma- tología. Aparte de que tenemos también la orientación de los conductos intraglandulares los cuales estarán más horizontales u oblicuos dependiendo de la zona anatómico-topográfica de McNeal, haciendo que el drenaje de las secreciones prostáticas se haga más fácil o más difícil, haciendo en este último caso difícil la erradicación de la inflamación correspondiente, por el estasis de las secreciones prostáticas (intra- glandulares). Recordemos que los conductos prostáticos de la zona periférica, tienden a drenar en ángulo recto hacia los conductos eyaculadores y por lo tanto son vulnerables a la infección por organismos que ascienden a través de la uretra. Lo contrario sucede con los conductos que drenan la zona central de McNeal, los cuales están paralelos a los conductos eyaculadores, convir­tiéndose en más resistentes a la infección, por organismos presentes en la uretra. Esta arquitectura es la responsable de los malos resultados obtenidos en cuadros de prostatitis.

6.     Aspectos relacionados con los hábitos del paciente. En áreas alimentarias, sociales y sexuales, los cuales impedirán la mejoría o curación y producirán recurrencia de la sintomatología prostática.

7       Aspectos psicoemocionales. No existe la menor duda de que al ser la glándula prostática un órgano diana del psicosomatismo humano, tener estados de ansiedad por diversas causas y vivir bajo tensión emocional o estrés excesivo, causarán una hipertonía simpática alfa 1 - adrenérgica que contraerán el componente estromal (musculatura lisa prostática, capsular, cervical y uretral), lo que contribuirá a la falta de relajación y drenaje de las secreciones prostáticas a través del componente epitelial-glandular, lo que entorpecerá el drenaje natural y por ende favorecerá la persistencia de la congestión prostática que limitará la curación de los síndromes de prostatitis

LA ANATOMÍA GLANDULAR Y ESTROMAL DE LA GLÁNDULA PROSTÁTICA, ATENTA CONTRA LA MEJORÍA Y CURACIÓN DE LOS TRASTORNOS INFLAMATORIO INFECCIOSOS QUE PRESENTE. CAUSAS ANATÓMICAS INTRAGLANDULARES (DISTRIBUCIÓN Y TRAYECTO DE LOS CONDUCTOS GLÁNDULARES), LA PRESENCIA DE NÓDULOS INFLAMATORIOS, DE CÁLCULOS INTRA- PROSTÁTICOS, DE CUERPOS AMILÁCEOS, DE QUISTES INTRAGLANDULARES, ASÍ COMO A SU ESTRECHA RELACIÓN CON TRANSTORNOS PSICOSOMÁTICOS Y A SU DIRECTA RELACIÓN CON ASPECTOS NUTRICIONALES Y SEXUALES DEL PACIENTE, HARÁ QUE LA CURACIÓN DEFINITIVA DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS SEA PRÁCTICAMENTE IMPOSIBLE (Potenziani)

TIPS DE LAS PROSTATITIS CRÓNICAS BACTERIANAS

V      Un 33 % de los pacientes con prostatitis crónica bacteriana tienen una respuesta completa al tratamiento, un 33 % una respuesta parcial y un 33 % no responden al tratamiento.

V      Tanto para a los que respondan parcialmente como a los que no responden, se les debe dar tratamiento por 12 semanas.

V      Considerar la aplicación de la quimioprofilaxis supresiva a baja dosis, si hay infecciones recurrentes sintomáticas y los antibióticos más recomendados son fluorquinolonas, trimetoprim- sulfametoxazol, nitrofurantoina, tetraciclinas, doxiciclinas.

V      En ocasiones, se debe considerar la posibilidad de cirugía prostática, sobre todo en pacientes ancianos, en los cuales aumenta sustancialmente la morbilidad, al tener infecciones urinarias recurrentes, a pesar del tratamiento antimi­crobiano supresivo por largo tiempo. Esto está sujeto a grandes controversias.

V      Es importante advertir que al realizar cirugía prostática como por ejemplo las resecciones prostáticas endoscópicas, o los procedimientos abiertos, se curará sólo la tercera parte de dichos pacientes, porque la mayoría de los focos infecciosos estarán en la zona periférica que como sabemos, no es extraída en las cirugías prostáticas por crecimiento adenomatoso benigno de la glándula, ya que sabemos que lo que se extrae en las adenomectomías prostáticas es la zona de transición.

V      Las situaciones clínicas que pueden beneficiar a los pacientes aquejados de prostatitis crónica bacteriana, o de la variedad que fuera, es que podamos diagnosticar y corregir las patologías obstructivas urinarias infravesicales, o corregir disturbios uroneurológicos sencillos o complejos, o infecciones localizadas que luego de ser tratadas, mejoren sustancialmente el estado clínico de estos pacientes, así como su calidad de vida.

PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA O SÍNDROME DE DOLOR UROGÉNITOPERINEAL.

DEFINICIÓN

Síndrome clínico bastante común caracterizado por síntomas irritativos (o síntomas de llenamiento vesical), síntomas obstructivos (o síntomas de vaciamiento vesical), con molestias o dolores en el piso pélvico muscular (periné), en los genitales, en áreas de proyección urinaria (lumbar, inguino- escrotal, hipogástrico, uretral) y con disfunción sexual-fecundativa, en ausencia de patógenos urinarios en la orina (VB3) o en las secreciones prostáticas posteriores a masaje

Es la más frecuente de todas las variedades o síndromes de prostatitis. Sabemos que aproxi­madamente un 5 % a 10 % de los casos de prostatitis, tendrán una etiología bacteriana, en cambio un 90 a 95 % de los casos, pertenecerán a las variedades no bacterianas o también llamadas prostatitis crónica y de éstas el síndrome de dolor urogenitoperineal es el más frecuente. El síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, tiene a su vez dos variedades clínicas:

a. Prostatitis crónica inflamatoria

b.  Prostatitis crónica no inflamatoria.

Ambas básicamente podrían tener la misma sintomatología clínica, pero se diferencian, en relación a los hallazgos de laboratorio, en cuanto a conseguir leucocitos en el la secreción prostática postmasaje, o en el VB3 (muestra de orina, posterior al masaje prostático) del Test de Meares-Stamey, considerándose resultado positivo, cuando consigamos más de 10 glóbulos blancos, por campo de alto poder de resolución (HPF), los cual diagnostica la variedad inflamatoria y si no están presentes o están por debajo de 10 glóbulos blancos diagnostica la variedad no inflamatoria.

ETIOLOGÍA DEL SÍNDROME PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA o SÍNDROME DE DOLOR UROGENITO-PERINEAL

En la etiología del síndrome de prostatitis crónica no bacteriana, se creía, que no había causa infecciosa conocida, sin embargo, los avances en la detección y pesquisa de microorganismos, ha hecho posible, identificar infecciones bacterianas no usuales, de patologías que antes no se asociaban a estados inflamatorios prostáticos.

Al no poderse precisar la etiología de la inflama­ción prostática, los tratamientos por supuesto, eran empíricos, y los niveles de éxito eran mínimos por lo cual era frecuente que las manifestaciones clínicas de pacientes portadores de prostatitis crónica no bacteriana, podían persistir por años, con un efecto devastador sobre el aspecto emocional del paciente que influía negativamente sobre la calidad de vida. Por supuesto, la clave para desarrollar esquemas de tratamiento verdaderamente efectivos, era a través de la identificación segura y definitiva del agente infeccioso. Así como ha cambiado el enfoque en entidades como por ejemplo la enfermedad de los legionarios y en las gastritis, también se ha cambiado en el síndrome de dolor urogenitoperineal o prostatitis crónica no bacteriana (inflamatoria y no inflamatoria) y en la cistitis intersticial, ambas de gran repercusión en la calidad de vida de los pacientes afectados, las cuales se está sospechando, sean de etiología bacteriana.

Se ha querido explicar que la posible causa infecciosa, no puede ser demostrada, porque los probables organismos causantes, no son encontrados o bien dentro del fluido prostático o bien dentro de la orina, o porque no crecerán en los cultivos convencionales de laboratorio. Autores de todas las latitudes, han encontrado una asociación entre las prostatitis y la presencia de especies de Ureaplasma urealyticum en 12 % de los casos en algunas series y la Chlamydia trachomatis se ha conseguido en el 13 % de los casos, en pacientes con aparente prostatitis crónica no bacteriana.

Al respecto la Chlamydia trachomatis ha sido aislada en citologías prostáticas por aspiración (Poletti.J Urol 1985;134-691) , de pacientes con prostatitis crónica y (Weidner Urol Int 43:167­173,1988), demostró un alto porcentaje de cultivos positivos con Ureaplasma urealyticum, en la uretra de pacientes con síndrome de dolor uroge- nitoperineal, denominado por ellos prostatitis crónica abacteriana o síndrome de dolor pelviano crónico masculino según la NIDDK.

También Abdelatif (Hum Pathol 22:41-44,1991), demostró la asociación de la Chlamydia trachomatis con la prostatitis crónica abacteriana, al igual que Doble (J Urol 141:332-333,1989) el cual a través de biopsias guiadas por ecosonografía prostática endorrectal, demostró el papel de la Chlamydia trachomatis en la prostatitis crónica abacteriana. En un trabajo de investigación realizado el año 1987, Potenziani demostró en un estudio de 50 pacientes con sintomatología de prostatitis entre 20 y 35 años que el 80 % tenía antecedentes recientes de enfermedad de transmisión sexual y sobre todo que habían sido tratados parcialmente o inclusive no habían sido tratados adecuadamente, ya que por falta de posibilidades diagnósticas se daban tratamientos para uretritis no gonococcica, cuando en más del 60 % se evidenció que tenían uretrititis no gonococcica.

También se han querido asociar microorga­nismos grampositivos, como agentes etiológicos de los síndromes de dolor urogenitoperineal y en esto ha existido siempre mucha controversia, sin embargo me uno a los investigadores que refieren, que si tenemos el caso clínico de un paciente con sintomato- logía clínica de prostatitis, tacto prostático compatible con prostatitis y exámenes de secreción prostática postmasaje con evidencias de prostatitis crónica inflamatoria o no inflamatoria y el único microoganismo aislado en un grampositivo, deberemos tratarlo aun cuando sepamos que se trata de un comensal uretroprostático, más que de un microorganismo patógeno. Es como si se alterara, un pacto de no agresión y se transformara el microorganismo, en un agente virulento y agresivo debido a cambios en su medio ambiente. Otros investigadores opinan que esto es producto de no haber podido diagnosticar eficazmente el microorganismo responsable de la afección, por lo cual, es evidente que nos falta todavía esclarecer muchos puntos al respecto.

PATOGENIA DEL SÍNDROME de PROSTA­TITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA O SÍNDROME DE DOLOR UROGENITOPERINEAL

Por lo antes mencionado, es indudable que se trata de una enfermedad bastante heterogénea y es importante, realizar estudios de investigación al respecto, empleando las últimas técnicas de biología molecular para detectar microorganismos no cultivables regularmente, que sean los responsables, de esta afección crónica prostática.

Por otro lado True demostró recientemente (J Urol 162,2014-2018 Dec 1999) que solamente un

5    % de los 368 pacientes investigados a través de biopsias para buscar hallazgos inflamatorios en pacientes con prostatitis crónica no bacteriana sintomática, tenían inflamaciones moderadas o severas por lo cual recomienda reevaluar los conceptos de la fisiopatología en esta entidad, para poder conseguir el camino correcto que explique de manera satisfactoria la fisiopatología de esta entidad nosológica tan controversial. Sin embargo hay hipótesis no infecciosas que podrían relacionarse con las prostatitis crónicas, en particular con el síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática.

a.     Relacionadas a las prostaglandinas.

b.      Relacionadas a procesos de autoinmunidad.

c.      Relacionadas a microorganismos no identificados

d.     Relacionadas a anormalidades psicológicas, estados depresivos, estados de ansiedad crónica

o  aguda, o a casos de somatización.

e.      Relacionadas a posibles agentes virales desconocidos.

f.      Relacionadas a disfunción neuromuscular del cuello vesical.

g.      Relacionadas a disfunción del piso pélvico muscular, por estados de hipertonía (contrac­tilidad aumentada) que originan mialgia tensional del piso pélvico.

h.     Relacionadas a una elevada presión máxima de cierre uretral por causas uroneurológicos o por trastornos conductuales de posible causa psicosomática

i.       Relacionadas a procesos alérgicos por variados

agentes del medio ambiente. j. Relacionadas a trastornos hormonales

En ocasiones un paciente masculino de edad variable (desde la adolescencia hasta la adultez) puede presentarse con disfunción del cuello vesical (lisoesfínter) consistente en una falta de coordinación entre el cuello vesical (lisoesfínter), el detrusor y el rabdoesfínter-piso pélvico muscular, que produce una elevación del cuello vesical al momento del vaciamiento urinario, sumado a una hipertonía del piso pélvico muscular (disfunción del piso pélvico muscular) por lo cual, se produce un aumento de presiones en la uretra posterior más específicamente en la uretra prostática, con episodios frecuentes de prostatitis, con síntomas irritativo/obstructivos variados (por reflujo urinario intraprostático) y con secundarismos inflamatorios sintomáticos ubicados en áreas del cordón espermático, en región escrotal sobre todo a nivel de los anexos epididimarios en especial las cabezas epididimarias.

Esta entidad fue descrita magistralmente el año 1973 por Turner Warwick (Br J Urol.45,44-59.1973) y actualmente es conocida como pseudodiscinergia vesicoesfínteriana, la cual es uno de los diagnósticos diferenciales en los síndromes de prostatitis, sobre todo en poblaciones jóvenes. Los pacientes pueden presentar uroflujometrias anormales (obstructivas), con residuos urinarios postmiccionales altos, con cistometría normal y con afectación de la calidad de vida de manera variable. Es difícil demostrar agentes infecciosos en los test de Meares-Stamey realizados. Debemos buscar trastornos afectivos severos que ameriten sesiones de psicoterapia, que llevarán a una mejoría del cuadro urológico general, aunado a la administración de medicamentos bloquedores alfa-

1     adrenérgicos, para poder aliviar-disminuir la elevación del cuello vesical y permitir un vacia­miento urinario satisfactorio con la mejoría inme­diata en la sintomatología del paciente y de su calidad de vida. Este tipo de entidad nosológica fue esbozada por Turner-Warwick en la década de los años sesenta.

Toda disfunción del cuello vesical (lisoesfínter) en el hombre, podría involucrar no sólo la salida vesical (discinergia), sino también la próstata con un aumento del tono alfa-1 adrenérgico del componente estromal, coincidiendo con disfunción del piso pélvico muscular (hipertonía), lo que secundariamente lleva a cuadros de prostatitis, sobre todo en pacientes ansiosos con un determinado tipo

NO HAY DUDA QUE ENTIDADES NOSOLÓGICAS COMO LOS SÍNDROMES PROSTÁTICOS CRÓNICOS, MIALGIAS POR DISFUNCIÓN ESPÁSTICA DEL PISO PÉLVICO MUSCULAR, DISFUNCIONES DE LA SALIDA VESICAL USUALMENTE POR DISCINERGIA DEL LISOESFÍNTER, ASÍ COMO TRASTORNOS CONDUCTUALES-EMOCIONALES DEL PACIENTE AFECTADO, PUEDEN COINCIDIR EN EL MISMO CASO CLÍNICO POR LO QUE SE DEBEN TENER SIEMPRE EN MENTE A LA HORA DE NUESTRO ENFOQUE TERAPÉUTICO.

En la patogénesis, al existir reflujo urinario intraprostático, se explicaría también la relación de la ingesta alcohólica, o de alimentos irritantes, con la exacerbación de síntomas prostáticos. Autores como Kirby, Persson, y Ronquist, sostienen la tesis del reflujo urinario intraprostático, como causa de síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, según la nueva nomenclatura. Se ha hablado en muchas ocasiones de la etiología autoinmune, al tener evidencias de la presencia de la proteína de Tamm-Horsfall, en la orina de pacientes con prostatitis, la cual es inmunogénica y además Alexander (Urology 50(6),893-899, Dic-1997), consiguió evidencias de reactividad del linfocito T al plasma seminal, por lo cual se habla de la posibilidad de que el síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, sea una forma de enfermedad autoinmune no infecciosa.

Bien sea por causas infecciosas iniciales o causas irritativas de otra índole, la próstata se convierte en un órgano donde se producen respuestas inmuno- lógicas y de nuevo Alexander revela que pacientes con síndromes de prostatitis crónica no bacteriana sintomáticas y prostatitis asintomáticas, tienen niveles elevados de citoquinas proinfla-matorias denominadas factor alfa de necrosis tumoral y también tienen niveles elevados de interleukina 1- beta en el semen, comparados con hombres normales, sin prostatitis. Estas citoquinas indican un proceso inflamatorio biológicamente relevante, es decir son una medida objetiva de la severidad de la enfermedad. La TNF alfa y la IL-1 son citoquinas secretadas principalmente por la línea celular de monocitos- macrófagos. El TNF alfa, se considera un mediador en los procesos inflamatorios reumatológicos (artritis reumatoidea) y en la enfermedad de Crohn.

LA POSIBILIDAD DE QUE EL SÍNDROME DE PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTO­MÁTICA, SEA DE ETIOLOGÍA AUTOINMUNE, SE REFUERZA AL TENER ELEVADAS LAS CITO- QUINAS TNF alfa y la IL-1

Naslund demostró que la administración de 17- beta estradiol, aumenta la incidencia de prostatitis en ratas ancianas. La castración tiene un efecto similar. Los estudios han demostrado una dismi­nución en los niveles de testosterona libre y un aumento en la concentración de estradiol con la edad avanzada. Un reporte reciente, ha demostrado que los niveles de dihidrotestosterona en el epitelio prostético disminuye con la edad, mientras que el estradiol y los niveles de estrona, aumentan significativamente en el epitelio prostético.

Tales desequilibrios en los niveles hormonales han ocasionado un aumento en la incidencia de enfermedades autoinmunes, entre las cuales tenemos el lupus eritematoso sistémico. Seethalakshmi en el Massachusetts General Hospital, ofrece la hipótesis que los desequilibrios hormonales, podrían facilitar la aparición de trastornos antigénicos, con respuestas autoinmunes de la glándula prostática, ocasionando síndromes de prostatitis.

Kirby (Br J Urol 54,729,1982), en Londres ha demostrado la asociación entre el dolor (estimado de acuerdo a un score) y el contenido aumentado de leucocitos, cristales de urato y creatinina en el líquido prostético postmasaje, reforzando la hipótesis del reflujo intraglandular prostético a través de los conductos eyaculadores como mecanismo desenca­denante de la reacción química inflamatoria, a través de los uratos. esta teoría de Kirby ha sido confirmada en la práctica clínica diaria por urólogos del mundo entero, por lo cual se aconseja que cada vez que tengamos pacientes con cuadros inflamatorios prostáticos, preguntemos sobre los antecedentes de trastornos del ácido úrico y realicemos estudios de laboratorio (niveles séricos y urinarios en 24h de ácido úrico) y obtendremos en muchas ocasiones resultados alterados de dichas pruebas, con la consiguiente adición a nuestro enfoque terapéutico de sugerencias alimentarias y sugerencias farmacoló­gicas para obtener una más rápida mejoría del cuadro clínico.

TRATAMIENTO MÉDICO DEL SÍNDRO­ME de PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA o síndrome de dolor urogenito-perineal

EN LOS CASOS CLÍNICOS DE SÍNDROME de PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA Y DE PROSTATITIS ASINTO- MÁTICA, DEBEMOS INVESTIRNOS DE UNA GRAN DOSIS DE TOLERANCIA, COMPRENSIÓN Y DE UN ESPIRITU DE AYUDA, HACIA NUESTROS PACIENTES, YA QUE EL SENTIMIENTO DE FRUSTRACIÓN PERSONAL ES MUY FRECUENTE, TANTO EN MÉDICOS COMO EN PACIENTES, DEBIDO A LAS RECIDIVAS SINTOMÁTICAS, QUE OBLIGAN A QUE SEAMOS LO MÁS EXPLICATIVOS

Y      CLAROS QUE SE PUEDA NO SÓLO CON EL PACIENTE, SINO TAMBIÉN CON SU ESPOSA, PARA EVITAR QUE LA ANGUSTIA Y PREOCUPACIÓN DEL PACIENTE EN CREER QUE ESTA PRESENTANDO OTROS TIPO DE PATOLOGÍAS, EN OCASIONES INCURABLES COMO EL CÁNCER PROSTÁTICO ALTEREN UNA VIDA DE PAREJA ADECUADA (Potenziani)

El éxito en el tratamiento del síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, se basa en lo acertado que estemos en relación a su etiología. Es decir, si logramos individualizar el o los factores etiopatogénicos productores de la prostatitis, habremos adelantado mucho en las posibilidades de éxito terapéutico, sabiendo además que tendremos numerosos factores que inciden en la solución del problema inflamatorio, como son los factores nutricionales, hábitos sociales y factores existen- ciales de cada paciente. No hay un tratamiento ideal para este síndrome, debido a lo variado e incierto de su etiología.

Basado en la posibilidad de que sea una enfer­medad de transmisión sexual la causante del proceso inflamatorio-infeccioso prostático, muchos esquemas terapéuticos de diferentes escuelas, recomiendan dos semanas de tratamiento con doxicilina, minociclina, azitromicina, eritomicinas o roxitromicina, para cubrir la posible infección por Chlamydia trachomatis, Micoplasma hominis, o Ureaplasma urealyticum.

Si el paciente no presenta mejoría, debemos dar un antimicrobiano del grupo de las fluorquinolonas, tipo ciprofloxacina, ofloxacina, norfloxacina, fleroxacina, lomefloxacina, o peflacina, inicialmente en dosis terapéuticas por 7 a 14 días y luego en bajas dosis supresivas por 1 a 2 meses más, medicamentos bloqueadores alfa-1 adrenérgicos, unido a medidas de carácter general como indicaciones dietéticas evitando irritantes urinarios, ingesta acentuada de líquidos, baños de asiento, uso de antiinflamatorios no esteroideos masajes prostáticos, si la próstata está congestiva al tacto y la administración de fitoterapia, ya mencionados previamente, los cuales proveerán una mejoría sintomática significativa, tanto de los síntomas de vaciamiento vesical (obstructivos) como de los síntomas de llenamiento vesical (irritativos).

SEGÚN NICKEL, LA ANTIBIÓTICO-TERAPIA EN PACIENTES CON PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA, SÓLO MEJORA EL 30 % DE LOS PACIENTES, MEJORÍA QUE OCURRE TENGAN O NO LA PRESENCIA DE MICRO­ORGANISMOS PATÓGENOS EN LA FRACCIÓN DE LA SECRECIÓN PROSTÁTICA POSTERIOR A MASAJE (SPPM) DEL TEST DE MEARES-STAMEY

Además se podría prescribir zinc oral, vitaminas (vitamina A, C y E) y recomendar regularidad sexual, disminuir el consumo de café, de bebidas alcohólicas, de bebidas gaseosas, cítricos, lácteos y picantes y además reducir las carnes rojas grasosas.

Personalmente, sugiero a mis pacientes que hagan una dieta evitando “irritantes urinarios” en sentido general, como la recomendada para pacientes con cistitis intersticial, la cual expondré más adelante. Si los síntomas persisten, nuestra conducta debe estar orientada hacia la profundización de los estudios urológicos, en dichos pacientes con el objetivo claro, que debemos descartar patologías diferentes como el cáncer de vejiga, o el cáncer de próstata, cistitis intersticial, procesos obstructivos infravesicales, procesos litíasicos, o patologías neurourológicas, como hiperactividad vesical, o discinergia del esfínter interno o del esfínter externo.

Es útil mencionar que en los casos de las prosta­titis crónica no bacteriana sintomática o síndrome de dolor urogenitoperineal, denominado también categoría IIIA o síndrome de dolor pelviano crónico (NIH-CPPS),se está utilizando el polisulfato de pentosan 100 mg tres veces por día por 6 meses, (trabajo presentado en la AUA 2000 en Atlanta por Johnston y Nickel), reduciendo la severidad y frecuencia de los síntomas, reduciendo las molestias o dolor que puedan tener estos pacientes y mejorando la calidad de vida, ocasionándose los siguientes efectos colaterales: caída del cabello, cefaleas, ictericia leve, nausea leve y eritema dérmico.

También en estos pacientes se está utilizando la fisioterapia del piso pélvico con o sin biofeedback, y la reeducación vesical, mejorando de manera sostenida en el tiempo el dolor, la frecuencia urinaria y la urgencia urinaria (abstract # 114 AUA 2000 Quentin, Nadler, Schaeffer)

RECOMENDACIONES GENERALES DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

En este punto debo afirmar que todos los urólogos, individualmente, tienen sus propios puntos de vista acerca de los tratamientos y recomendaciones a seguir en pacientes con síndromes de prostatitis. Lo que si no tiene discusión, es que definitivamente el tratamiento con antibióticos que difundan dentro del medio prostático, debe ser por períodos prolongados y deben ser antibióticos determinados (fluorquinolonas, aminoglucósidos, tetraciclinas, trimetoprim-sulfametoxazol, cefalosporinas, eritromicinas).

El tratamiento de las prostatitis ha sido denomi­nado “el gran reto o el gran dilema”, debido a la frustración experimentada tanto para los médicos, como para los pacientes que sufren de ésta enfermedad, debido a los fracasos terapéuticos con los tratamientos convencionales. Han aparecido esquemas de tratamiento, como los que utiliza la medicina alternativa y es así como la fitoterapia y la homeopatía, entre otros, han tenido gran aceptación en un determinado grupo poblacional por la frustración que invade a médicos y pacientes por igual, ante lo recurrente de los cuadros clínicos. En un número considerable de pacientes, los tratamientos convencionales, no nos darán una respuesta satisfactoria.

Las recomendaciones, estarán dirigidas a lograr una mejoría sintomática importante y si fuera posible a la curación de la prostatitis. En relación a este último punto, la “curación” de la prostatitis, es bastante controversial, por cuanto desde el punto de vista histopatológico, bacteriológico, clínico y anatómico, es muy difícil de lograr y personalmente opino, que los síndromes de prostatitis, son entidades con una cronicidad demostrada es decir “no curables”, con las cuales, el paciente debe aprender a vivir y por tanto, debemos advertirle esta característica para que sus recurrencias clínicas, no sean motivo de frustraciones y angustias, a veces intensas.

EL TRATAMIENTO DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS NO SE DEBE LIMITAR SOLAMENTE A TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS, SINO QUE DEBE EXTENDERSE A LA ESFERA NUTRICIONAL, A LA ESFERA SEXUAL Y PSICOEMOCIONAL DEL PACIENTE. SOLAMENTE ASÍ, OBTENDREMOS LOS MEJORES RESULTADOS DE NUESTRO ENFOQUE TERAPÉUTICO

SUGERENCIAS DIETÉTICAS

Este es un punto fundamental que por experiencia he comprobado que los tratamientos médicos solos, resultan insuficientes para obtener una mejoría sustancial de los síndromes de prostatitis, por lo cual se hace necesario acompañar dicho tratamiento con una serie de medidas de tipo general que mejoren los resultados de la terapéutica utilizada para estos pacientes. Se debe reforzar la ingesta líquida, a 2­3 litros diarios de agua. Se deben prohibir alimentos como los lácteos y los cítricos, puesto que ambos alcalinizan la orina, favoreciendo la persistencia de la inflamación-infección urinaria, así como la formación de cristales en la orina, que agravan el cuadro clínico. En general debemos eliminar de la dieta diaria, todo tipo de irritantes urinarios, como se hace con los casos de cistitis intersticial.

En mi práctica diaria, recomiendo eliminar café, té, bebidas alcohólicas, bebidas gaseosas, bebidas con colorantes, picantes de cualquier naturaleza, comidas muy sazonadas, frituras excesivas, marga­rina, lácteos (leche, quesos y yogurt), frutas y jugos cítricos (limón, naranja, toronja, mandarina y piña), frutas y jugos ácidos (arándano, manzanas, fresas, uvas), alimentos ahumados, encurtidos, embutidos, chocolate en exceso, proteínas animales, alimentos con aditivos químicos, alimentos fermentados, mayonesa, cebollas y salsa barbecue. Es importante reducir el consumo de carnes rojas (de res o de pescado), solamente 1 ó 2 veces por semana, esto tendrá inclusive repercusiones en la quimio prevención del cáncer prostático.

Las comidas a base de tomates 5 a 7 veces por semana, se recomiendan por sus efectos quimio profilácticos en relación al cáncer prostático (Giovanucci-Harvard Medical School). Sin embargo desde el punto de vista de los síndromes de prostatitis “per sé” pudieran estar limitados por su base ácida y por la presencia de cifras de ácido úrico altas en sangre.

En virtud de lo frecuente de la asociación de síndromes de prostatitis con episodios de hiperu- ricemia o hiperuricosuria, recomendamos disminuir sustancialmente todos los alimentos que nos lleven a una elevación de la ingesta de purinas que a su vez nos eleven el ácido úrico y en este punto los tomates que son recomendados para la quimioprevencion del cáncer prostático, está contraindicado en los casos de hiperuricemia.

Una dieta saludable y balanceada es indispen­sable. No nos olvidemos que consumir una dieta con excesivas proteínas, grasas animales saturadas, azúcar y grasas vegetales, causarán malestar general y podrían ser la base de enfermedades crónicas. Recomiendo dar suplementos de antioxidantes exogenos como alimentos ricos en soya, vitamina E, vitamina C, que puedan evitar la asociación inflamación-daño ADN y procesos de tipo proliferativos, actualmente bajo estudio profundo. Creo fundamental eliminar el consumo de café y de cigarrillos los cuales están relacionados con afecta­ción de la glándula prostática y de enfermedades neoproliferativas a nivel del urotelio del sistema urinario

Se recomienda evitar estar sentado sobre superfi­cies duras y si fuera necesario, utilizar soportes tipo almohadas. Es importante tener regularidad intestinal (defecatoria), para no sumar un factor molesto y congestivo, al cuadro clínico prostático ya que se han descrito mejorías sintomáticas urinarias en pacientes con la ampolla rectal vacía. Consumir frutas, verduras, hortalizas y vegetales, que nos aseguren aportes vitamínicos satisfactorios. unidos al concepto de la quimio prevención del cáncer prostático. Se aconseja también consumir vitaminas tipo A, B, C, E, magnesio, zinc y selenio. Se recomienda intensificar el contacto con la naturaleza, como baños de mar, aire puro, sol. Es muy importante tratar la ansiedad y la tensión emocional, por lo cual deberemos recomendarle al paciente que realice actividades que lo ayuden a disminuir la presión o estrés diario, o bien tomar productos naturales (fitoterapia) o ansiolíticos reconocidos, en dosis adecuadas para tal fin. Es fundamental recomendar a nuestros pacientes que duerman entre 6 a 8 horas diarias y no olvidar que la pérdida de sueño contribuirá significativamente al aumento de la ansiedad y tensión emocional y podría conducirnos a enfermedades de tipo crónico. Cualquier actividad que el paciente considere relajante y calme su mente, ayudará a disipar el estrés. Se recomiendan ejercicios diarios, pero no la práctica de bicicleta en ninguna de sus modalidades.

NO HAY DUDA QUE LA MAYORÍA DE LOS SERES HUMANOS SOMETIDOS A ESTRÉS Y TENSIÓN EMOCIONAL ELEVADA, NO PUEDEN EVADIR EN MUCHOS CASOS, LAS CAUSALES DE DICHAS SITUACIONES POR LO CUAL SE HACE INDISPENSABLE SABER ENFRENTARLAS Y MÁS AÚN SABER EVADIRLAS, DE SER POSIBLE, DE MANERA RESPONSABLE E INTELIGENTE

BAÑO DE ASIENTO CALIENTES

Relajan de manera refleja la musculatura lisa presente en la próstata y en el tracto seminal en general, así como la musculatura estriada del piso pelviano, asimismo ayudan a desobstruir los con­ductos prostáticos congestionados por la prostatitis. Ayudan a mejorar la salida vesical, a abrir los conductos eyaculadores y prostáticos, así como relajar el piso pélvico muscular donde descansa el ápex prostático, lo cual al final mejorará el drenaje de las secreciones inflamatorias contenidas en la glándula prostática. Se deben realizar dos a tres veces por día, con una duración de 30 minutos en cada ocasión, reduciéndose las molestias urinarias y las dificultades miccionales.

REGULARIZACIÓN DE LA ACTIVIDAD

SEXUAL

El tracto seminal (próstata, vesículas seminales, epidídimo), podrían ser efectivamente drenados a través de la eyaculación. Muchos pacientes que tienen molestias en el área genital tratan evitar las relaciones sexuales de manera instintiva, empeo­rando con esto, la condición inflamatoria-congestiva. Es importante advertirle a los pacientes que deben tener relaciones íntimas, dos a tres veces por semana, si fuera posible, de una sola eyaculación por ocasión, para disminuir la posibilidad de inflamación del tracto seminal, por coitos repetidos. Mantener el tracto seminal lo más descongestionado posible, advirtiéndole que no deben “aguantar” la eyaculación por ningún motivo.

TERAPIA FARMACOLÓGICA

a.   ANTIBIÓTICOS

Los antibióticos más útiles tanto para las prostatitis agudas bacterianas, como para las prostatitis crónicas bacterianas y abacterianas, son en primer lugar las fluorquinolonas, trimetoprim- sulfametoxazol, las eritromicinas, los aminoglu- cósidos, las cefalosporinas y las tetraciclinas. Los tratamientos deben ser mantenidos, por lo menos por 4 a 12 semanas. En el caso del síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática se ha visto que mejoran después de un curso de antibióticos, posiblemente porque en algunos pacientes, la concentración de microorganismos, es demasiado baja para evidenciarse en los cultivos respectivos, pero es lo suficientemente significativa, para mantener una inflamación de baja intensidad de manera persistente y sintomática. Las limitaciones para el paso de muchos agentes antibacterianos, a través del epitelio prostático y su adecuada concentración en la glándula prostática, en los pacientes con prostatitis crónica bacteriana, desaparece en la presencia de prostatitis aguda bacteriana (la barrera hematoepitelial es más permisiva).

b.    MEDICAMENTOS ANTIINFLAMATORIOS

De uso bastante común, a pesar de sus efectos adversos gastrointestinales. Útiles sobre todo en procesos inflamatorios agudos de la próstata, pero también utilizados ampliamente en cuadros clínicos de prostatitis crónica, sobre todo los inhibidores COX II.

c.    MEDICAMENTOS BLOQUEADORES ALFA-1 ADRENÉRGICOS

Es uno de los grandes aportes de la farmacoterapia a los tratamientos de los síndromes de prostatitis. Tenemos el tamsulozin, terazosin, doxazosin y alfuzosin, prazosin. Relajan la musculatura lisa del estroma prostático (50 % de su constitución), especialmente si hay síntomas irritativos, como el tenesmo vesical, chorro urinario débil, micciones frecuentes, sensación de no poder orinar a satisfac­ción. Estos medicamentos ayudan a su vez a mejorar el “drenaje interno” de la glándula prostática al ocasionar una relajación del componente estromal- musculatura lisa de la próstata, dejando con esto que el sistema de conductos intraglandulares estén aptos para su función de drenaje del líquido prostático y no en un estado de hipercontractilidad simpática que ocasionaría un espasmo de toda éste sistema de canales intraglandulares. Los medicamentos bloqueadores alfa-1 adrenérgicos se están utilizando con mucho éxito en pacientes con síndromes de prostatitis crónica, cualquiera sea su etiología o su variedad.

d.     MEDICAMENTOS INHIBIDORES DE LA 5- ALFA REDUCTASA

En un estudio reciente publicado en Urology de marzo 1999, Leskinen refiere efectos beneficiosos del uso del finasteride (inhibidor de la 5-alfa reductasa) para pacientes con síndrome de dolor pelviano crónico masculino, denominado en nuestra clasificación como síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática. Reduce el dolor y los síntomas miccionales o de vaciamiento que presenten estos pacientes. También se logra mejorar las puntuaciones de síntomas-enfermedad específicos en estos pacientes. Los mecanismos que se aluden para producir la mejoría es una reducción del edema y por lo tanto de la sensación de presión que tienen estos pacientes sobre el área prostática, reducción del volumen de los elementos glandulares que aliviarían las áreas externas e internas afectadas por la prostatitis. Por último se habla de un posible efecto antiinflamatorio del finasteride que también ayudaría a aliviar los síntomas.

e.      FITOTERAPIA (MEDICINA ALTERNATIVA)

Ampliamente utilizados por sus propiedades

antiinflamatorias y de bloqueo de la acción de la 5- alfa reductasa. No hay duda que los múltiples efectos beneficiosos de los productos fitotera- péuticos sobre la glándula prostática, podrían ayudarnos a mejorar un porcentaje importante de pacientes con síndromes de prostatitis.

MASAJE PROSTÁTICO

La razón de este procedimiento es tratar de ayudar a expulsar las secreciones prostáticas y de las vesículas seminales y con ello, desobstruir los conductos prostáticos congestionados por las secreciones inflamatorias. Se debe realizar con mucho cuidado y recibiendo dos a tres días de cobertura antibiótica y si fuera posible, con la realización de los baños de asiento. Se aconsejan de dos a tres veces por semana, por 3 a 4 semanas o más, si los controles ecográficos prostáticos y clínicos así lo determinan. Los masajes prostáticos, se deben hacer en caso de que no haya una verdadera mejoría con un tratamiento médico adecuado y en caso de seguir palpando una glándula prostática globalmente dura y congestiva, en los controles médicos sucesivos. En los casos que hayan imágenes ecográficas compatibles con abscesos prostáticos o en las vesículas seminales, están contraindicados los masajes prostáticos, porque se favorece la sepsis de punto de partida urinaria.

CIRUGÍA EN LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Muy pocas son las ocasiones en la vida profesional de un urólogo, que se ve en la obligación de realizar una cirugía endoscópica de drenaje de un absceso prostático, secundario a un proceso usualmente bacteriano agudo (prostatitis aguda bacteriana), pero el enfoque de la cirugía hacia los síndromes de prostatitis, está dirigido esencialmente hacia los síndromes de prostatitis crónica, sea cual fuere la variedad clínica. Hay un aspecto que está siendo enfocado actualmente con mucha atención y es la aplicación de cirugía en casos severos y recurrentes de inflamación prostática crónica, deteriorando la calidad de vida del paciente afectado. Las cirugías que se recomiendan para los casos de prostatitis crónica son:

a.     Resección transuretral de próstata (parcial o total), dirigida sobre todo a áreas de prostatitis focal, que estén en áreas resecables (zona de transición, zona central, glándulas periuretrales y una mínima parte de la zona periférica)

b.     Remoción transuretral o incisiones de quistes utriculares o mullerianos.

c.     Incisiones transuretrales de los conductos eyaculadores (TUIED).

d.     Resección del verumontanum.

e.     Incisión transuretral de las vesículas seminales (TUISV)

f.      Prostatectomía radical (descrita en la literatura mundial)

Todas estas cirugías se están realizando de una u otra forma, pero no están todavía formalmente aceptadas por los principales centros urológicos de todo el mundo como tratamientos reconocidos para los síndromes de prostatitis crónicas, sin embargo creo conveniente mencionarlas. Personalmente creo que son muy útiles en la medida que los diagnósticos de entidades nosológicas correlacionadas con los síndromes de prostatitis sean hechos con mayor facilidad, como por ejemplo los quistes de los conductos mullerianos, o utriculares, o los procesos obstructivos de los conductos eyaculadores y/o patologías quístico-inflamatorias crónicas de las vesículas seminales, las cuales son más frecuentes que lo que muchos urólogos imaginan y donde la cirugía tendría un lugar indiscutible.

7.    TERAPIAS ASOCIADAS

El otro aspecto que se enfoca desde hace muchos años y que ha cobrado fuerza en la actualidad, es la llamada “hipertonía de la musculatura del piso pélvico muscular”, entidad de características psicosomáticas, que tiene un lugar cada día más importante en los síndromes de prostatitis. Se debe tomar en cuenta, sobre todo, cuando el paciente presenta dolor de larga evolución, en el área prostato- vesicular y cuando a la palpación de la próstata y de las vesículas seminales, no exista dolor, acompañado de un paciente con ciertas características psicológicas, que lo hagan un posible candidato a presentar esta entidad nosológica. En estos casos, existen varios esquemas de tratamiento, entre los cuales destacan:

a.       Sesiones de psicoterapia, meditación

b.       Sesiones de biofeedback.

c.        Relajantes musculares.

d.       Electroestimulación del piso pélvico muscular

e.        Ansiolíticos de gran ayuda para esos casos, que por el tiempo de evolución y el deterioro de áreas como por ejemplo la esfera sexual, han ocasionado en el paciente, desequilibrios emocionales leves, moderados o inclusive graves, que pudieran ser mejorados notable­mente con tranquilizantes menores y en lo casos más severos, con psicofármacos más complejos.

f.        Sesiones de acupuntura

g.        Manejo del dolor

h.       Otras alternativas variadas (capsaicina, alopurinol, heparinoides entre otros)

i.         Terapias termales (prostatotermia)

PROSTATITIS CRÓNICA NO INFLAMATORIA

PATOGENIA

La prostatitis crónica no inflamatoria se debe a los siguientes causas:

a.     Discinergia del cuello vesical (lisoesfínter)

b.      Estados de hiperactividad vesical, con aumento simultáneo del tono alfa-1 adrenérgico que ocasionan aumento de tonicidad de la musculatura lisa de la próstata (estroma prostático) con el resultado de síntomas urinarios de vaciamiento y de llenamiento vesical.

c.     Desordenes funcionales adquiridos (somati- zación). No olvidemos que la próstata es un órgano psicosomático.

d.     Fibrosis del cuello vesical, por episodios inflamatorios repetitivos.

e.     Contractilidad aumentada de la musculatura del piso pélvico muscular, ocasionando por aumento de la presión “intrínseca” de la uretra prostática, prostatitis crónica no inflamatoria por reflujo de orina dentro de los conductos intraprostáticos, con los secundarismos inflamatorios seminales en vesículas seminales, conducto deferente, epidídimos y testículos).

CUANDO SE SEPA A TRAVÉS DE EXÁMENES ESPECÍFICOS DE LABORATORIO QUE TENEMOS UN SÍNDROME DE PROSTATITIS ASINTOMÁTICA

O  UN SÍNDROME DE PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA o SÍNDROME DE DOLOR UROGENITOPERINEAL, SIN NINGÚN MICROORGANISMO RESPONSABLE Y SE QUIERA SABER LA CAUSA DE DICHA SINTOMATOLOGÍA, ES PRECISO QUE DESCARTEMOS OTRAS ENTIDADES NOSOLÓGICAS COMO POR EJEMPLO, ABSCESOS DE LA REGIÓN PERIANAL, LA PRE­SENCIA DE CISTITIS INTERSTICIAL, PROCESOS HERNIARIOS, CÁLCULOS URETERALES DISTALES, NEOPLASIAS UROTELIALES; SE DEBE DESCARTAR OBSTRUCCIÓN DE LOS CONDUCTOS EYACULA- DORES, QUISTES DEL UTRÍCULO PROSTÁTICO, O LA PRESENCIA DE TRASTORNOS FUNCIONALES DE LA MICCIÓN (DISCINERGIA VESICO- ESFINTERIANA INTERNA O EXTERNA).

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LA PROSTATITIS CRÓNICA NO INFLA­MATORIA

Como todos los síndromes de prostatitis, pueden tener sintomatología ubicada en las tres áreas ya conocidas y mencionadas de dolor, área urológica y área sexual-seminal. Estos pacientes comienzan con síntomas que simulan las prostatitis crónica bacteriana.

En lo referente a los hallazgos en los síndromes de prostatitis crónica no inflamatoria a nivel del tacto prostático, tenemos que la glándula puede ser normal, o puede conseguirse ligeramente inflamada y dolorosa, tanto en la propia glándula como en los tejidos periprostáticos. En estos pacientes no hay el antecedentes de infecciones urinarias y los test de localización bacteriana o test de Meares-Stamey son negativos.

Los síntomas usualmente son intermitentes, logrando incrementar el nivel de ansiedad del paciente, al ver como un determinado síntoma o molestia, no desaparece rápidamente, haciéndole creer que está en presencia de patologías incurables, unido a que estos pacientes tendrán usualmente una mala respuesta a los tratamientos empíricos con antibióticos. A pesar de que en numerosos centros de investigación de todo el mundo, se han descartado como factores etiopatogénicos a las bacterias aerobias y anaerobias, hongos, tricomonas y virus y que cepas de Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealitycum y Mycoplasma hominis, no se consideran agentes que pudieran ocasionar estos procesos infla­matorios, nuestra experiencia clínica es exactamente opuesta.

Hemos comprobado que podemos cultivar e identificar, todos los organismos arriba mencio­nados, en pacientes con síndromes de prostatitis y de que sin duda alguna pudieran ser considerados como agentes etiopatogénicos, por lo cual tendríamos que ubicarlos, si así fuera, en las prostatitis crónicas bacterianas. La Chlamydia trachomatis, es el organismo más controversial implicado en las prostatitis crónicas no bacteriana sintomática o síndrome de dolor urogenitoperineal, de acuerdo a la nueva nomenclatura del autor. Un 30 % de las prostatitis crónicas, tendrán anticuerpos a la Chlamydia trachomatis. Estudios sugieren que la Chlamydia trachomatis, pudiera colonizar la próstata y que el antígeno clamidiano, podría persistir después del tratamiento relacionado con episodios de prosta­titis persistente y/o recurrente, con la característica que dichos cuadros clínicos no mejoran con esquemas de tratamiento usuales. El Ureaplasma urealyticum, se ha encontrando en altas concentraciones (más de

1   000 UFC/mL) en el líquido prostático posterior a masaje, en el semen y en la fracción VB3, del test de Meares-Stamey, en pacientes con síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática. Esto fue relacionado con síntomas de prostatitis y al tratarse con minociclinas, tetraciclinas, doxiciclinas, roxitromicinas, ofloxacinas o azitromicina, mejoran sustancialmente. Esto confirma el papel del Ureaplasma urealitycum, en la producción de los síndromes de prostatitis. La Trichomonas vaginalis, se ha aislado en conjunto con la Chlamydia trachomatis, en frecuencia comparable en uretras masculinas, en pacientes con síndromes de prostatitis crónica no bacteriana sintomática. En algunos estudios su prevalencia ha estado por arriba del 85 % entre pacientes con síntomas de prostatitis, que persistían a pesar del tratamiento antibiótico convencional (no especifico para trichomonas).

Los pacientes con la variedad inflamatoria de las prostatitis crónicas, presentarán más de 10 leucocitos por HPF y macrófagos de grasa.

Está demostrado que pacientes con criterios de inflamación en las secreciones prostáticas estarán más propensos a tener cultivos positivos para bacterias anaerobias, así como contajes bacterianos altos y más especies bacterianas aisladas. Por lo cual, nos hace pensar que hay todavía, mucho por investigar en el campo bacteriológico de las prostatitis crónicas no bacteriana sintomática.

Estos pacientes, tienen mayor incidencia de parejas con trastornos vaginales tipo vaginosis bacterianas u otras patologías donde mujeres portadoras de estos síndromes, tendrán aumentadas las concentraciones de bacterias aeróbicas y anaeróbicas normalmente presentes en la vagina, originando el síndrome de vaginosis bacteriana, o síndrome urogenital idiopático, cada día más frecuente en la práctica clínica urológica, por cuanto en un alto porcentaje, estas pacientes se presentan al urólogo, porque arrastran desde muchos años atrás, una sintomatología urinaria miccional, unido a procesos ginecológicos, que no se alivian a pesar de haberse utilizado esquemas terapéuticos variados. En los síndromes de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, los pacientes podrían quejarse de una gran variedad de síntomas. Tienen tantos síntomas en su presentación, que la denominan la “gran simuladora”, porque el paciente y aún los mismos médicos, pueden suponer que están en presencia de otra patología médica y sin embargo, se trata de un episodio de prostatitis. Otros investigadores la han llamado “la cesta de la ignorancia médica”.

LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS, SOBRE TODO EL SÍNDROME DE PROSTATITIS CRÓNICA NO BACTERIANA SINTOMÁTICA Y LAS PROSTATITIS ASINTOMÁTICAS, PUEDEN SER LA MANIFESTACIÓN CLÍNICA DE MUCHAS OTRAS ENTIDADES NOSOLÓGICAS QUE HASTA LOS MOMENTOS ACTUALES SE ENFOCABAN SEPARADAMENTE, COMO LA CISTITIS INTERS­TICIAL, LA COLITIS ULCERATIVA, CÁNCER UROTELIAL, CÁNCER DE PRÓSTATA, ENTRE OTRAS (Potenziani)

No debemos olvidar, que entre los diagnósticos diferenciales de la prostatitis crónica, están la cistitis intersticial, el cáncer in situ de vejiga y el cáncer de próstata. Tanto las prostatitis crónicas bacterianas, como en el síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática, en su variedad inflamatoria, o no inflamatoria, pueden originar síntomas similares, con el agregado de que la prostatitis crónica bacteriana, originará infecciones urinarias recurrentes.

DIAGNÓSTICO DEL SÍNDROME de PROSTA­TITIS CRÓNICA NO INFLAMATORIA

Como mencionamos anteriormente el diagnóstico del síndrome de dolor urogenitoperineal, es básica­mente por exclusión. En la variedad inflamatoria, podemos conseguir en la fracción de secreción prostática posterior a masaje, del Test de Meares- Stamey, leucocitos y macrófagos cargados de lipidos. Pero usualmente no podemos identificar ningún microorganismo en cultivos de las cuatro fracciones del test mencionado (VBj-VB2-SPPM-VB3)

En las prostatitis crónicas no-inflamatorias, no obtendremos ningún hallazgo importante en los estudios microbiológicos, lo que diagnosticaría la entidad, pero como mencionamos anteriormente, tendremos una orientación con los hallazgos en la esfera urodinámica, con una uroflujometría obstruc­tiva, cuello vesical discinérgico, uretra prostática con relajación incompleta, alta presión de cierre uretral en reposo y también nos conseguiremos un piso pélvico muscular, con aumento de su tono a pesar de presentar un funcionamiento esfínteriano distal (rabdoesfínter) normal.

Las complicaciones son las mismas en las prostatitis crónicas bacterianas y no bacterianas. Sin embargo, en la práctica clínica diaria, la complicación que más repercute en el paciente, es la afectación sobre la esfera seminal y sexual, con afectación de los parámetros de calidad de vida del paciente, al punto de que se han elaborado puntuaciones del perfil de impacto de la enfermedad, sobre los pacientes afectados.

AL ESTAR LA GLÁNDULA PROSTÁTICA BAJO INFLUJO PSICOSOMÁTICO, DEBEREMOS TENERLO SIEMPRE EN MENTE A LA HORA DE ENFOCAR UNA TERAPÉUTICA ADECUADA Y SABER CUANDO DEBEREMOS RECURRIR NO SÓLO, A TRATA­MIENTOS ANSIOLÍTICOS Y RELAJANTES MUSCULARES LISO, SINO A LA REFERENCIA DEL

PACIENTE A PSICÓLOGOS o PSIQUIATRAS (Potenziani)

Son pacientes que muchas veces necesitan de sesiones de psicoterapia, para poder sacarlos de crisis depresivas que son frecuentes, ya que entran en un circulo vicioso donde empiezan a pensar que presentan enfermedades incurables, por cuanto visitan médico tras médico, sin obtener resultados exitosos y esto afecta su autoconfianza con repercu­siones muchas veces devastadoras en la esfera de la potencia sexual, que a su vez reforzará los episodios de desequilibrio emocional. El tratamiento médico de los síndromes de prostatitis crónica no inflama­toria es el mismo que para los tipos de prostatitis crónica inflamatoria al ser ambos parte de las prostatitis crónicas no bacterianas sintomáticas.

PROSTATITIS CRÓNICA ASINTOMÁTICA

El término prostatodinia utilizado con frecuencia anteriormente, ha caído en desuso y en las nuevas clasificaciones se ha sustituido por el de prostatitis crónica asintomática, aunque todavía hay autores que continúan utilizándolo. En esta entidad hay síntomas parecidos a los que se presentan en el síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática. Se presenta con síntomas urinarios de vaciamiento y de llenamiento, en grados variables. Las molestias dolorosas están asociadas con el acto de sentarse, correr o con otras actividades físicas.

Se presentan secreciones prostáticas extraídas posterior a masaje prostático completamente normal, es decir, sin ningún indicio de infección o evidencias de respuesta inflamatoria en las secreciones prostáticas. Tampoco se identifican microorga­nismos patógenos a través del cultivo. Su etiología es incierta. Se ha asociado a discinergia del cuello vesical (discinergia del esfínter interno o lisoesfínter), con disfunciones miccionales adquiridas (etiología conductual) que resultan en reflujo intraprostático.

Ciertos pacientes, sufren de mialgia o tensión de la musculatura del piso pélvico muscular, con producción de contracciones y espasmos de la musculatura esquelética del piso pélvico, esto hace pensar que puede ser ocasionado por estados de estrés que psicosomáticamente afectan dicha musculatura y secundariamente afectan la esfera miccional. Este tipo de afección prostática se observa individuos con un tipo específico de personalidad. Muchos investigadores creen firmemente que el estrés juega un rol fundamental en la etiología de las prostatitis crónicas asintomáticas o prostatodinia. La mayoría de los pacientes que tienen prostatitis crónica asintomática, admiten tener alto nivel de estrés e intensa tensión emocional en sus vidas. Estos pacientes tienen un patrón de personalidad bastante parecido con tendencia a las obsesiones, son personas altamente exigentes consigo mismas y con el resto de su entorno, son personas ansiosas y sobre todo con tendencia a la hipocondría con proyección paranoica. Muchos pacientes tienen crisis depresivas y disminución en la calidad de las relaciones interpersonales.

Los tratamientos múltiples refuerzan en el paciente la idea de que tiene una enfermedad crónica debilitante y esto hace que busque diversas opiniones médicas, en un afán por encontrar la respuesta que más le satisfaga.

El tacto prostático, permite constatar un esfínter anal contracturado pero una palpación prostática prácticamente normal, con molestias al palpar los músculos y tejidos periprostáticos, los cuales están altamente sensibles.

Se ha descubierto una entidad que se denomina síndrome de congestión venosa intrapélvica, el cual se presenta con inusitada frecuencia en pacientes con prostatitis crónica asintomática, por lo cual está bajo investigación. Los pacientes tienen toda la lista de síntomas clásicos de una prostatitis, pero sin tener bacterias en el líquido prostático. En una oportunidad la escuela mexicana, denominó a esta entidad, “prostatitis sin próstata”

En esta patología, se han utilizado los trata­mientos antes mencionados para la hipertonía del piso pélvico muscular y para la relajación de la musculatura lisa del estroma prostático, que como sabemos conforma el 50 % de la estructura prostática con medicamentos bloqueadores alfa-1 adrenér-gicos como el tamsulozin, terazosin, doxazosin, o el alfuzosin. Se usan también, ansiolíticos-relajantes musculares, como el diazepam o similares, en aquellos casos de pacientes con tensión muscular aumentada en el piso pélvico muscular, demostrado por pruebas electromiográficas. Usualmente estos pacientes, padecen de síntomas producidos por el estrés diario y fácilmente hacen somatizaciones en diversas áreas, entre ellas, la prostática y en el piso pélvico muscular. Estos pacientes en particular, se benefician de tratamientos con psicoterapia y con la aplicación de técnicas de bioofedback, para enseñarle técnicas efectivas de relajación muscular.

Se han recomendado técnicas de diatermia, prostatotermia, hipertermia prostática, fisioterapia, e inclusive técnicas de electroestimulación del piso pélvico muscular con aditamentos anales. No se han podido lograr resultados uniformemente buenos, es decir, pueden servir en algunos pacientes, pero en otros podríamos tener resultados deficientes.

Recientes estudios de investigación, han demostrado la acción bactericida “in vitro” que tienen los procedimientos de prostatotermia, sobre cultivos de Escherichia coli y Enterobacter cloacae. Este hallazgo es importante, ya que cualquier proce­dimiento que pueda favorecer la mejoría o aun la curación de estos pacientes afectados con síndromes de prostatitis crónica, bien sea la modalidad del prostatitis crónica no bacteriana sintomática, o la prostatitis crónica asintomática, mejorará la calidad de vida de estos pacientes, ya bastante afectada por ésta patología, la cual en la práctica clínica, se ha convertido en un verdadero dilema, tanto para los pacientes como para los urólogos.

PROSTATITIS GRANULOMATOSA

Descrita por primera vez en 1943 por Tanner y MacDonald (Tanner FH, MacDonald JR. Granulo­matous prostatitis: histologic study of group of granulomatous lesions collected from the prostate gland. Arch Pathol 36:358.1943).

Es una entidad nosológica, caracterizada por la inflamación crónica de la glándula prostática (prostatitis crónica), con etiologías extremadamente variadas y que en numerosas oportunidades, en la práctica clínica, es confundida con el cáncer prostático.

A PESAR DE QUE EL DIAGNÓSTICO DE LAS PROSTATITIS GRANULOMATOSA ES UN DIAGNÓSTICO HISTOPATOLÓGICO, PRESENTA COMO ENTIDAD CLÍNICA, SIGNOS Y SÍNTOMAS QUE LA COLOCAN DENTRO DE LAS VARIEDADES CRÓNICAS DE LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Se puede decir también, que es la reacción histopatológica ocurrida en la glándula prostática a una variedad de agresiones causadas, tanto por microorganismos de rara y de frecuente aparición, por infecciones tuberculosas, por micobacterias atípicas, por hongos principalmente criptococosis, blastomicosis, coccidiodomicosis, histoplasmosis, por enfermedades reumatoideas, como también por agresiones quirúrgicas, tipo resección transuretral de próstata, incisiones transuretrales de próstata, vaporización transuretral de próstata, tratamientos térmicas, actínicas, crioterápicas, con radio­frecuencia, tratamientos con láser, posterior a cursos de quimioterapia intravesical por cáncer vesical, o por enfermedades granulomatosas complejas, entre otras.

TODOS AQUELLOS FACTORES QUE HACEN QUE LA GLÁNDULA PROSTÁTICA EN SU TOTALIDAD, O BIEN EN LAS ZONAS PERIFÉRICAS DE LA GLÁNDULA, SUFRAN CAMBIOS GRANULOMA- TOSOS LUEGO DE TRATAMIENTOS QUIRÚRGICOS USUALES (RTUP-TUIP) O PROCEDIMIENTOS MINIMAMENTE INVASIVOS O TRATAMIENTOS ACTÍNICOS O QUIMIOTERÁPICOS, ESTÁN DENTRO DE LOS FACTORES ETIOLÓGICOS DE LAS MISMAS. (Potenziani)

Epstein y Hutchins en 1984 (Epstein JI, Hutchins GM. Granulomatosis prostatitis: distinction among allergic, non-specific, and post-transurethral resection lesions. Hum Pathol 15:818,1984), propusieron una clasificación de las prostatitis granulomatosas en 4 categorías que eran: específicas, no especificas, postresección transuretral de próstata y alérgicas. Aclaraban que las prostatitis granulo­matosa eosinofílica y la granulomatosis de Wegener pertenecían a la categoría de prostatitis alérgica.

A continuación exponemos una clasificación propia del autor en relación a las prostatitis granulomatosas, basada en la que en el año 1997 propuso Rosebud (Urology 49(6),1997), a la cual le hemos realizado modificaciones sustanciales, agregando agentes etiológicos, que creemos podrían ser importantes, en la génesis de dicha variedad de inflamación prostática.

CLASIFICACIÓN DE LAS PROSTATITIS GRANULOMATOSAS   SEGUÚN

POTENZIANI (1998)

1.   Iatrogénicas

1.       Postquirúrgicas sobre la glándula prostática (RTUP parcial,TUIP, cirugía prostática abierta para crecimiento prostático benigno (adenomectomía)

2.       Post-radioterapia prostática (radioterapia externa-braquiterapia)

3.       Inducida por BCG inmuno terapéutico u otro agente quimioterapéutico utilizado en quimioterapia intravesical (thiotepa,

adriamicina, mitomicina)

4. Posteriores a procedimientos minimamente invasivos

a.       Termoterapia

b.       Procedimientos con radiofrecuencia

c.        Procedimientos con láser

d.       Procedimientos con ultrasonido

e.        Vaporización de próstata

f.        Tratamientos crioterápicos prostáticos

g.        Posterior a braquiterapia

h.       Posterior a estrecheces uretrales crónicas (post-instrumentaciones urológicas o posterior a tratamientos médicos por enfermedades de transmisión sexual)

2.   Infecciosas

1.       Bacterianas

a.       Enterobacterias

b.       Bacterias grampositivas

c.        Tuberculosis

d.       Brucelosis

e.        Sífilis

2.       Posterior a cuadro clínico de prostatitis aguda bacteriana

3.       Posterior a cuadro clínico de prostatitis crónica bacteriana

4.       Posterior a cuadro clínico de prostatitis crónica no bacteriana sintomática y asintomática

3.   Fúngicas

1.       Coccidiodomicosis

2.       Criptococosis

3.       Blastomicosis

4.       Histoplasmosis

5.       Paracoccidiodomicosis

6.       Candida albicans, en casos de inmuno- deficiencia.

4.   Parasitarias

1.       Schistosomiasis

2.       Equinococosis

3.       Enterobiasis

4.       Linguatula

5.   Virales

1. Herpes zoster

2.  Virus papiloma humano (VPH)

3.  Virus de inmunodeficiencia humana (HIV)

6.   Asociadas a neoplasias

1.       Prostatitis asociada a entidades neoplásicas por irritación crónica (cáncer escamoso de vejiga)

7.   Malacoplasia

8.   Entidades granulomatosas

1. Enfermedad granulomatosa sistémica

2.  Sarcoidosis

3.  Artritis reumatoidea

4.  Enfermedad autoinmune-vascular

5.  Afecciones alérgicas (eosinofílica)

6.  Granulomatosis de Wagener

7.  Poliarteritis nodosa

8.  Angeitis linfocítica benigna

9.   Idiopática

Una de las teorías que más sustenta, la patogénesis de las prostatitis granulomatosas, es la que obedece a una respuesta inflamatoria, consecutiva a secre­ciones prostáticas extravasadas, las cuales son recibidas, como sustancias “extrañas” que desencadenan una severa reacción inflamatoria (granulomatosa), de los tejidos prostáticos.

De manera particular, creo que todos aquellos factores infecciosos, quirúrgicos o de cualquier otra índole que afecten a la arquitectura interna de la glándula, pueden originar como respuesta una reacción granulomatosa de la glándula prostática. Por lo tanto una de las actitudes, que todo médico debe seguir, ante el tacto rectal de una glándula prostática dura, con marcadores tumorales normales (PSA) y con ecosonografía prostática, sin evidencia de cáncer, es buscar antecedentes como los mencionados en la clasificación general, para poder pesquisar al posible responsable de la reacción “granulomatosa” de dicha próstata.

Otra clasificación de las prostatitis granuloma­tosa, las divide en específica, cuando está asociada a infección granulomatosa particular y no específica en otros casos, como en las cirugías prostáticas y en las enfermedades reumatoideas. Las prostatitis granulomatosas no específicas representan una respuesta del tejido del tipo de “cuerpo extraño” a un fluido prostático extravasado. Puede ocurrir de dos formas clínicas: eosinofílica y no eosinofilica. Ambas se pueden confundir con el cáncer prostático. La forma eosinofílica está asociada a necrosis fibrinoide y a vasculitis generalizada y puede presentarse como una enfermedad sistémica. Se conoce como granulomatosis alérgica de la próstata y se ve con exclusividad, en pacientes con alergia y en pacientes asmáticos.

Las prostatitis granulomatosas específicas, se ven en las tuberculosis, blastomicosis, coccidiodo- micosis, criptococosis, histoplasmosis, paracocci- dioidomicosis, aspergilosis y bastante inusualmente, se ve en la actinomicosis, candidiasis, sífilis y brucelosis. Puede ser vista secundariamente, como consecuencia de tratamientos con BCG inmuno- terapéutico intravesical, para cáncer de vejiga o en pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

En el caso de pacientes con síndrome de inmuno- deficiencia adquirida (HIV positivos) tendrán prostatitis agudas bacterianas aproximadamente en un 14 a 20 %, tanto por bacterias típicas como por bacterias atípicas. Los microorganismos más frecuentemente responsabilizados de las prostatitis por SIDA son la Escherichia coli, Estafilococo aureus, Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Serratia marcescens, Salmonella typhi, Mycobacterium tuberculosis y Mycobacterium aviumintracellulare.

Virus como el propio HIV, el citomegalovirus y agentes fúngicos como el Cryptococcus neoformans y el Histoplasma capsulatum. La próstata puede ser el foco de una criptococosis persistente en pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida.

Desde el punto de vista de manifestaciones clínicas, son pacientes que pueden presentar síntomas urinarios bajos irritativo-obstructivos, como cualquier otra modalidad de prostatitis. Al tacto prostático, son glándulas duras con un componente de induración y fijación a estructuras cercanas, a menudo confundidas con el cáncer prostático y con la presencia de nódulos en uno o ambos lóbulos prostáticos con consistencia dura o pétrea. El diagnóstico se logra a través de la identificación del agente causal por medio de la microscopía de la orina, de los cultivos urinarios con coloraciones específicas para la entidad nosológica que estaríamos sospechando, por medio de la identificación directa y cultivo del líquido de secreción prostática posterior a masaje, o a través del análisis anatomopatológico sobre muestras de tejido prostático (biopsia prostática). El tratamiento por supuesto dependerá del agente causal diagnosticado y de las manifesta­ciones generales y urinarias que tenga dicho paciente.

SCORE POTENZIANI DE SÍNTOMAS EN PACIENTES CON SÍNDROMES DE PROSTATITIS (SPSP-40 en prostatitis)

A pesar de la frecuencia de los síndromes de prostatitis a nivel hospitalaria público y privado, es de fecha muy reciente la existencia de cuestionarios de síntomas que hacen posible medir el impacto e intensidad de la enfermedad sobre todas las facetas de la vida diaria de cada paciente, así como de índices que puedan confirmar la presencia de la enfermedad. Es por ello que hemos propuesto un cuestionario o score de síntomas de prostatitis, donde enfocamos las cuatro áreas básicas de afectación de los síndromes de prostatitis que son, el área de los trastornos urinarios, el área del dolor, el área seminal- sexual y el impacto de los síntomas sobre la calidad de vida del paciente. Este contestará a las preguntas con una puntuación del 1 al 3, según el grado de molestia que tenga, considerando que un punto se le otorgará a las molestias leves, dos puntos a las molestias moderadas y tres puntos a las molestias intensas.

1) ÁREA DE LOS TRASTORNOS URINARIOS

1.       Sensación de vaciamiento urinario incompleto

2.       Frecuencia urinaria (diurna o nocturna)_______

3.       Orinar entrecortada (intermitente)________

4.       Dificultad en aguantar las ganas de orinar (urgencia)          

5.       Pérdidas involuntarias de orina al aguantar las ganas de orinar       

6.       Chorro urinario débil, fino; y en ocasiones totalmente normal         

7.       Tener que pujar o hacer esfuerzo para empezar a orinar      

8.       Frecuencia urinaria de reciente aparición_____

9.       Ardor al orinar, de reciente aparición __

10.    Tiempo miccional alargado(tardanza urinaria), de reciente aparición

11.    Cuando aguanta mucho las ganas de orinar, posteriormente presenta imposibilidad de orinar fácilmente    

2.   ÁREA DEL DOLOR O MOLESTIAS

12.    Dolor-molestia en la parte baja de la espalda- cintura (dorso-lumbar)          

13.    Dolor-molestia perineal, sobre todo al estar sentado          

14.    Dolor-molestia en el abdomen inferior (zona hipogástrica y/o en ambas fosas ilíacas y/o zonas inguinales__

15.    Dolor-molestia en el área rectal_______

16.    Dolor-molestia en los testículos, intermitente y alternante   

17.    Dolor-molestia en el pene o en la uretra______

18.    Dolor-molestia al orinar __

19.    Dolor en el glande, de manera espontánea, sin causa aparente      

20.    Poliartralgias vespertinas tipo “cuadro viral”

21.    Sensaciones molestas, punzantes y repentinas en la zona perineal

3.   ÁREA SEMINAL-SEXUAL

22.    Dificultad en mantener la erección _______

23.    Dolor con la eyaculación, durante o inmediatamente después        

24.    Dificultad en alcanzar una erección plena y satisfactoria (máxima turgencia)           

25.    Pérdida de interés en la actividad sexual (libido disminuida)           

26.    Eyaculación precoz de reciente aparición_____

27.    Dificultad en alcanzar la eyaculación, a pesar de tener buena erección___

28.    Dificultad en obtener un segundo coito seguido, luego de un tiempo prudencial    

29.    Presencia de semen gelatinoso _____

30.    Presencia de semen grumoso _____

31.    Presencia de semen con sangre, bien sea en grumos o líquida (hemospermia)       

32.    Presencia de semen en muy escaso volumen

33.    Presencia de semen muy líquido, sin consistencia 

34.    Presencia de semen de color parduzco, verdoso o amarillento       

35.    Erecciones nocturnas molestas, frecuentes, dolorosas y no provocadas por ningún estimulo sexual          

36.    Orina de aspecto turbio y fétida, de reciente aparición       

37.    Expulsión de secreción prostática a través de la uretra, al comenzar a orinar, o durante la defecación        

4.  ÁREA IMPACTO DE LOS SÍNTOMAS SOBRE LA CALIDAD DE VIDA DEL PACIENTE

38.    Los síntomas de prostatitis afectan negativa­mente su vida diaria   

39.    Los síntomas de prostatitis lo afectan negativa­mente desde el punto de vista emocional- psicológico       

40.    Los síntomas de prostatitis, tratamientos y recomendaciones recibidas, han afectado su calidad de vida? 

CALIFICACIÓN DEL SCORE DE SÍNTOMAS DE PROSTATITIS

SÍNTOMAS LEVES                 0 a 40 puntos

SÍNTOMAS MODERADOS 41 a 80 puntos SÍNTOMAS SEVEROS 81 a 120 puntos

Actualmente se han desarrollado índices de síntomas de prostatitis por la NIDDK (National Institute for Diabetes and Digestive and Kidney diseases) en colaboración con la CPCRN (Chronic Prostatitis Collaborative Research Network) y el denominado NIH-CPSI (NIH Chronic Prostatitis Symptom Index), los cuales son útiles en la práctica clínica diaria y que tratan de diferenciar los pacientes que tienen prostatitis, de aquellos pacientes que presentan crecimiento prostático benigno o próstatas normales. Otros cuestionarios de síntomas que podemos mencionar son el de Neal-Moon y el de Krieger entre otros. A continuación describiré el score de síntomas del NIH-CPSI (National Institutes of Health Chronic Prostatitis Symptom Index)

DOLOR o MOLESTIA

1.   ¿En la última semana, ha tenido Ud. algún

dolor o molestia en una de las siguientes zonas?

SI NO

a.       Zona entre el ano y los testículos (zona perineal)

b.       Zona testicular

c.       En la punta del pene (sin relación al acto de orinar)

d.       En la zona vesical o pélvica

2.  ¿En la última semana, ha tenido Ud?

SI NO

a.       Dolor o ardor durante el acto de orinar

b.       Dolor o molestia durante o post-eyaculación

3.  ¿Con qué frecuencia ha tenido Ud. molestias o

dolor en algunas de las áreas arriba mencionadas?

Nunca (0) __

Rara vez (1) __

Algunas veces (2) __

A menudo (3) __

Usualmente (4) __

Siempre (5) __

4.   ¿Si tuviera que colocar un número para

describir su promedio de dolor o molestias en la última semana, que pondría?

0___ 1_____ 2____ 3____ 4____ 5____ 6_____ 7____

8__ 9_____ 10____

ACTO DE ORINAR

5.  ¿En la última semana, con qué frecuencia ha

tenido Ud. la sensación de no vaciar su vejiga completamente después de haber terminado de orinar?

Nunca (0) ___

Menos de 1 vez en 5 (1) __

Menos de la mitad de las veces (2) __

La mitad de las veces (3) __

Más de la mitad de las veces (4) __

Casi siempre (5) __

6.  ¿En la última semana, que tan a menudo ha

orinado Ud. de nuevo en menos de 2 horas de haber orinado por última vez?

Nunca (0) ___

Menos de 1 vez en 5 (1) ___

Menos de la mitad de las veces (2) __

La mitad de las veces (3) __

Más de la mitad de las veces (4) ___

Casi siempre (5) ___

IMPACTO DE LA SINTOMATOLOGÍA

7.  ¿En la última semana, qué tan frecuente los

síntomas por Ud. presentados, lo han mantenido alejado de las tareas que Ud. usualmente realiza?

Nunca (0) ___

Sólo un poco (1) ___

Algunas veces (2) __

Muchas veces (3) __

8.  ¿En la última semana ha pensado Ud. en los

síntomas que padece?

Nunca (0) ___

Sólo un poco (1) ___

Algunas veces (2) ___

Muchas veces (3) __

CALIDAD DE VIDA

9. ¿Si Ud. tuviera que pasar el resto de su vida con

los síntomas que ha tenido en ésta última semana, como se sentiría?

Encantado (0) __

Complacido (1) ___

Bastante satisfecho (2) __

Igualmente satisfecho que insatisfecho (3) __

Bastante insatisfecho (4) __

Infeliz (5)_____

Terrible (6)_____

En el encuentro anual de la Asociación Americana de Urólogos, en la ciudad de New Orleans (1997), Brahler y colaboradores de Giessen-Alemania, describieron el llamado “Giessen Prostatitis Symptom Score” (GPSS), donde proyectaron una estandarización del cuestionario y prevalencia de los síntomas. Este score toma en cuenta 24 síntomas, incluyendo 18 aspectos tipicamente inflamatorios y 6 aspectos no género específico. Medir “objetiva­mente”, el grado de molestias ocasionado por los síndromes de prostatitis, podría ser logrado usando la escala de Giessen. Es eficaz diferenciando síntomas de prostatitis comparado con hombres normales.

Como vemos se están haciendo intentos, para tratar de cuantificar los síntomas molestos, en cuadros de prostatitis, por cuanto, siempre ha habido un poco de retiscencia en integrarlo a estudios serios de investigación, dejándolo un poco a la deriva, en manos de cada uno de los urólogos, con sus propias convicciones y sus propios tratamientos. Esta particularidad en referencia al tema que estamos tratando es lo que a su vez le ha restado peso científico a la patología, por lo cual vemos con entusiasmo como actualmente se está redimen- sionando científicamente a las prostatitis con estudios serios que arrojarán aportes que serán utilizados en todas las áreas de este tema, tan frecuente en la vida diaria de todo hombre.

PRUEBAS DIAGNÓSTICAS EN SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Las pruebas diagnósticas, que más frecuente­mente usamos, para el diagnóstico de los síndromes de prostatitis son:

1.       Análisis del líquido prostático postmasaje (SPPM)

2.       Pesquisa microbiológica genitourinaria, masculina y femenina (Carmona)

3.       Test de Meares-Stamey (patrones de localización bacteriana uretroprostática)

4.       Flujometría urinaria y determinación de orina residual postmiccional (RPM)

5.       Ecosonografía prostática endorrectal en síndromes de prostatitis

6.   Videoendoscopia urinaria

7.   Otros estudios basados en imágenes

8.       Antígeno prostático específico en los síndromes de prostatitis

9.       Examen de orina, con análisis del sedimento urinario y urocultivo

10.    Cultivos     uretrales, para despistaje de enfermedades de transmisión sexual

Cada una de las pruebas mencionadas tiene su aporte para determinar la etiología, de los procesos inflamatorio-infecciosos de la glándula prostática.

Es así como en el examen de sedimento urinario, encontraremos indicios, a veces muy inespecíficos de posible “infección prostática”, tales como: leucocituria discreta, hematuria incipiente, turbidez de la orina, mucina de moderada a abundante, los cuales no son lo suficientemente importantes, como para indicar una “infección urinaria”, pero al urólogo con experiencia, le sugiere una posible inflamación prostática. A pesar de que en la práctica diaria, los cultivos uretrales no son realizados de rutina para el despistaje de enfermedades de transmisión sexual, son útiles si el paciente acude en momentos agudos de la infección uretral, con secreción uretral, fácil de obtener y con un laboratorio microbiológico preparado para ello.

1.     Análisis del líquido prostático posterior a masaje prostático

El análisis del líquido prostático posterior a masaje prostático, es a mi modo de ver el examen individual más importante de todos, puesto que presenta una especificidad y una sensibilidad alta, para la pesquisa y diagnóstico definitivo de una posible etiología bacteriana o no de la glándula prostática. En ambas situaciones, será de aporte, para el caso clínico.

Nickel de la Queen’s University (Kingston­Ontario) ha estudiado profundamente las patogénesis del “enigmático” síndrome clínico de prostatitis, mencionando causas físicas, químicas, inmuno- lógicas y neurogénicas como base de los síntomas de los pacientes aquejados de prostatitis. Refiere que la tendencia mundial actual es realizar evaluaciones bacteriológicas en la orina antes y después del masaje prostático. Inclusive en un articulo muy claro publicado en las Clínicas Urológicas de Norteamérica 1999;26(4):737-751, menciona los hallazgos de este examen en las tres entidades más problemáticas de las prostatitis crónicas como son la prostatitis bacteriana crónica, el síndrome de dolor urogenitoperineal o de dolor pelviano crónico variedad inflamatoria y el síndrome dolor urogenitoperineal o de dolor pelviano crónico variedad no inflamatoria.

Ludwig (Urology 2000;55(2): 175-177) refiere que el contaje de leucocitos en la muestra de orina posterior a masaje (VB3) puede ser una alternativa factible y digna de confianza, en comparación con el análisis del líquido prostático posterior a masaje (SPPM) en relación al diagnóstico de la variedad inflamatoria de la prostatitis crónica o síndrome de dolor pelviano crónico o como lo denominamos síndrome de dolor urogenitoperineal.

2.       Pesquisa microbiológica del aparato genitourinario masculino y femenino o estudio sistemático de la pareja

En relación con la pesquisa microbiológica del aparato genitourinario masculino y femenino o estudio sistemático de la pareja (Carmona), desde el punto de vista global, es el más completo de todos los exámenes por cuanto, como veremos más adelante, no sólo determinará si hay o no infección urológica, como lo determinaría el test de Meares- Stamey, sino que va más allá todavía, es decir nos orientará no sólo en la pesquisa bacteriológica del hombre, sino que incluirá en el estudio a la pareja femenina, con lo cual lograremos un alcance más completo y más útil, ya que como pudimos demostrar en nuestra investigación, la pareja podría muchas veces ser parte fundamental del círculo infeccioso, que dejaríamos de diagnosticar y tratar, si no realizáramos este tipo de pesquisa.

Una de las hipótesis que surge de el trabajo de investigación prospectivo (Potenziani-Pradella) de 13 años de seguimiento en 80 parejas, es que las infecciones “no clásicas” de la próstata, con microorganismos como Trichomonas vaginalis, Ureaplasma urealyticum, Chlamydia trachomatis, Mobiluncus curtisii, Micoplasma hominis, Herpes virus, e incluso, infección por VPH, pueden “preparar el terreno”, para que la flora comensal habitual uretroprostática, se torne virulenta y se vuelva agresiva para la glándula prostática, causando una prostatitis, que será a su vez, el factor más importante, para que la próstata, pierda parte de su “inmunidad tisular”, ante las agresiones de microorganismos verdaderamente patógenos, con lo cual se estaría completando el “circulo vicioso”, que sería una de las explicaciones del por qué resulta tan difícil “curar” los síndromes de prostatitis y explicaría también, las frecuentes recidivas, que presentan estos pacientes en nuestra consulta urológica.

3.    Test de Meares-Stamey.

Ideado en 1968 por los doctores Meares y Stamey (Meares EM, Stamey T. Bacteriologic localization patterns in bacterial prostatitis and urethritis. Invest Urol 1968;5:4).

El test comienza con la extracción de 4 muestras: N° 1 VB1, N° 2 VB2, N° 3 SPPM, N °4 VB3; donde VB1, son los primeros 10 mL del chorro urinario y está considerado el espécimen uretral, el VB2, es la parte media del chorro urinario, aproximadamente 200 mL y es el examen habitual de orina, que hacen nuestros laboratorios; el SPPM, es la muestra obtenida del masaje prostático, con obtención de líquido prostático. Esto se debe hacer, después que se haya recogido la muestra del VB2 y haya terminado de salir orina; y el VB3, son los primeros 10 mL orinados, después de la recolección de líquido prostático postmasaje.

Es tan útil como el método simple de extracción del líquido prostático, sin embargo, desde el punto de vista práctico, el masaje prostático con obtención del líquido prostático en el consultorio del urólogo podría ser más práctico y más rápido, tanto para el médico, como para el paciente, ya que toma menos tiempo realizarla y obtener sus resultados, e inclusive existen láminas previamente preparadas, para ser vistas inmediatamente en el microscopio y con ello lograr, quizás no por la identificación del micro­organismo en sí, sino por el contaje de leucocitos que exista en la muestra, llegar al diagnóstico preciso de que tipo de síndrome de prostatitis presenta el paciente. Pero no hay la menor duda, que el Test de Meares-Stamey es más completo y da más información que el análisis de la secreción prostática posterior a masaje solamente.

En el test de Meares-Stamey, de las cuatro muestras (VB1, VB2, SPPM,VB3), si la muestra VB2, es decir la representativa de la orina vesical, está estéril, o tiene menos de 1 000 UFC/mL, el diagnós­tico de prostatitis bacteriana, está hecho por el alto contaje de bacterias en la muestra de líquido prostático postmasaje, o en la orina posterior al masaje (VB3), que aquellas de la muestra uretral (VB1). La diferencia en el contaje, debe ser al menos por 10 veces. Si la muestra de orina vesical (VB2) tiene igual o más de 1 000 UFC/mL, una infección prostática, podría ser encubierta, por una infección vesical coexistente. Se aconseja entonces dar un tratamiento por 3 a 7 días, con un antibiótico que trate la infección vesical, pero que no penetre dentro de la próstata y por lo tanto, se utilizará un antibiótico de amplio espectro. Posteriormente se debe repetir el cultivo urinario. En ausencia de infección uretral, vesical o renal, se diagnostica inflamación prostática, si más de 10 leucocitos por campo de alto poder de resolución, se ven en el líquido prostático postmasaje o en la orina post­masaje prostático (VB3). A veces en el SPPM, hay un elevado número de leucocitos, por otras causas como por ejemplo, uretritis, estrechez de uretra, condilomas uretrales (VPH), o divertículos uretrales, o por condiciones no infecciosas de la próstata, como cálculos prostáticos no infectados o simple­mente posterior a la eyaculación. Por lo tanto el diagnóstico de prostatitis no debe basarse, únicamente en el análisis del fluido seminal.

4.  Flujometría urinaria y determinación de orina residual postmiccional (RPM)

Estos exámenes se realizan solamente con el objetivo de descartar problemas obstructivos de la salida vesical y de la uretra, que podrían ser de utilidad en la etiología de las infecciones prostáticas, aclarando que en relación al residuo urinario postmiccional es en muchos casos reflejo de una disfunción vesical más que de una obstrucción de la salida vesical.

5.     Ecosonografía prostática endorrectal en síndromes de prostatitis

Es un excelente estudio, que está ganando cada día más aceptación para los casos de prostatitis, bien sea aguda y sobre todo crónica por la significación que tiene para el médico saber el grado de afectación de la inflamación prostática (intensidad) a través de una serie de signos ecográficos que mencionaremos a continuación y que tienen posteriormente implicaciones en la terapéutica a seguir, tanto en lo concerniente al tipo de terapia como también a la duración de la misma. Creo que es el examen de mayor utilidad, en pacientes con síndrome de prostatitis, por cuanto nos dará el diagnóstico preciso, en relación a la enfermedad inflamatoria prostática, de las vesículas seminales y de los conductos eyaculadores. Nos permitirá identificar la intensidad de la inflamación y será una guía para conocer los resultados de la terapia efectuada (seguimiento del tratamiento médico).

SIGNOS ECOGRÁFICOS CARACTERÍSTICOS EN SÍNDROMES DE PROSTATITIS

Describiremos en primer lugar los hallazgos habituales en los síndromes de prostatitis crónica, los cuales presentan las siguientes características en el examen ecográfico prostático endorrectal, con transductores de alta resolución (6,5 ó 7,5 Mhz).

1.    Patrón ecográfico heterogéneo de la próstata (tanto en la zona de transición como en la zona periférica) y de las vesículas seminales, con zonas ecogénicas alternando con zonas hipoecoicas. Se pueden ver patrones nodulares-quisticos, del parénquima prostático, sobre todo a nivel de la zona central y de la zona de transición de McNeal.

2.     Halo hipoecoico “inflamatorio”, característico, alrededor del adenoma, es decir a los lados de la zona de transición.

3.    Presencia de cálculos intraprostáticos, ubicados en la región posterior de la zona de transición, es decir entre la zona periférica y la zona de transición. Estos pueden ocurrir con igual frecuencia en enfermedades benignas o malignas. Hay un 51 % de incidencia de cálculos prostáticos (Fornage). Usualmente son de fosfato de calcio, acompañado de compuestos orgánicos (50 %).

Pueden originarse espontáneamente como resultado de una reacción inflamatoria o como consecuencia, de la obstrucción de los acinos glandulares.

4.     Presencia de cuerpos amiláceos, también en la región más posterior de la zona de transición y en la zona central. Las células epiteliales de los acinos prostáticos, sometidas a atrofia y degeneración, son desprendidas y suspendidas en un fluido albuminoso dentro de los acinos. Estas masas hialinas de células degeneradas, son los cuerpos amiláceos.

5.     Calcificación fina de las vesículas seminales, conductos eyaculadores, mucosa del labio posterior del cuello vesical, de la uretra prostática y calcificaciones del verumontanum. Las calcificaciones se ven preferentemente en las regiones más apicales de la zona periférica, a nivel paramediano cercano a la comisura anterior y también con ubicación periuretral.

6.     Prostatitis crónica focal, caracterizada por aumento de la ecogenicidad del parénquima prostático, a nivel de la zona de transición, como patrón predominante, en imágenes circunscritas.

7.     Quistes prostáticos en la línea media (quistes utriculares, o mullerianos). Se consiguen hasta en un 13 %, de todos los pacientes con prostatitis crónica.

8.     Conductos eyaculadores dilatados por calcifica­ciones dístales, proximales o longitudinales, a todo lo largo del conducto eyaculador.

9.     Zonas ecolúcidas o hipoecoicas, lineales o curvilíneas, (80 % de los casos) de la región anterior a sus márgenes laterales, ocasionado por plexos venosos de Santorini, ingurgitados por la inflamación prostática y de los tejidos periprostáticos. La congestión venosa puede ser de dos variedades, pericapsular y subcapsular. Las zonas hipoecoicas o cambios hipoecoicos pueden ser vistos en la zona periférica y pueden ser multifocales, difusas o focales.

10.    Un  signo bastante frecuente es la asimetría de las vesículas seminales, vistas en proyección axial o transversal.

6.   Videoendoscopia urinaria

Se utiliza para despistaje de enfermedades que

pudieran ocasionar síntomas parecidos a los

ocasionados en los síndromes de prostatitis, como

por ejemplo: cálculos ubicados en el tercio distal ureteral (uréter pelviano, yuxtavesical, intramural), cálculos en la vejiga, cistitis intersticial, infecciones urinarias, cáncer in situ de vejiga, cáncer de células de transición de la vejiga, cáncer de células escamosas de vejiga. Se utiliza también para el despistaje de inflamaciones vesicales crónicas (TBC, Bilharzia, SIDA) y para el despistaje de síndromes obstructivos de la salida vesical, usualmente por patologías tipo crecimiento prostático benigno, o de comportamientos anómalos del cuello vesical (discinergia del esfínter interno-lisoesfínter).

7.    Otros estudios basados en imágenes

La urografía de eliminación y la tomografía axial computada, no ofrecen ninguna ventaja sobre la ecosonografía prostática endorrectal, en los síndromes de prostatitis. Con la resonancia magné­tica nuclear, hay poca experiencia y es costosa en comparación con estudios más específicos y más económicos, sobre todo cuando pensamos en su aplicación en grandes masas poblacionales.

8.   Antígeno prostático específico en los síndromes

de prostatitis

La importancia de los síndromes de prostatitis, a la hora de tomar decisiones de estudio, en pacientes con PSA alto, podríamos relacionarlo a la presencia de un posible cáncer prostático. Sin embargo, se menciona, que la primera causa de elevación de PSA en pacientes vistos en nuestros consultorios, son las patologías inflamatorias prostáticas y no las patologías tumorales. Pacientes con prostatitis aguda bacteriana, tienen una elevación promedio del PSA total de 6,2 ng/mL, en pacientes con prostatitis crónica bacteriana, tendremos usualmente una elevación promedio del PSA total de 1,6 ng/mL y en pacientes con prostatitis crónica no inflamatoria, tendremos usualmente una elevación promedio del PSA total de aproximadamente 1,3 ng/mL. De hecho es fundamental prescribir de 2 a 4 semanas de tratamiento médico con fluorquinolonas, cuando tengamos pacientes con elevaciones del PSA cayendo en las zonas grises “peligrosas”, para descartar cualquier eventualidad inflamatoria (síndromes de prostatitis) y con ello repetir, al cabo de 4 a 6 semanas, una nueva determinación de PSA, el cual determinará la conducta a seguir con dicho paciente.

9.    Examen de orina, con análisis del sedimento

Revela un sedimento urinario patológico (piocituria, leucocituria, hematuria, mucina abundante, bacteriuria).

10.    Cultivos uretrales para despistaje de enfermedades de transmisión sexual

Los cuales se pueden realizar en la etapa exudativa de la enfermedad, en cualquier labora-torio de microbiologia.

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL EN LOS SÍNDROMES DE PROSTATITIS< 1.      CISTITIS

El paciente tiene un cuadro infeccioso vesical, conjuntamente con un cuadro de prostatitis bacteriana. No sólo las cistitis bacterianas, pueden confundirse con los síndromes de prostatitis, también tenemos las cistitis de otros géneros como las cistitis tuberculosa, la cistitis bilharziana, la cistitis intersticial, la cistitis en el paciente con SIDA y en pacientes con carcinoma in situ de vejiga, o con carcinoma de células transicionales de vejiga o de tercio distal ureteral, o con cáncer vesical de células escamosas.

2.    PIELONEFRITIS AGUDA-PIELONEFRITIS

CRÓNICA

Cuando el paciente se presenta con antecedentes de síntomas de vaciamiento y llenamiento urinario, con posterior alcance sintomático al árbol urinario superior, con postración, toque del estado general, fiebre y dolor de espalda, se asemeja a un síndrome de prostatitis, en su variedad aguda bacteriana, pero en lo referente a la pielonefritis crónica, estas pueden dejar en el paciente una molestias lumbar que en muchas ocasiones podría confundirse con los dolores de espalda originados en los pacientes con síndromes de prostatitis (variedades crónicas). Los hallazgos del tacto prostático, son los que hacen la diferencia, así como los resultados en los exámenes de laboratorio (sedimento urinario, urocultivo, hematología completa, así como pruebas de localización bacteriana uretro-prostática). Pero lo que si debemos tener presente, es que la asociación en la práctica clínica diaria, no es infrecuente.

3.   CÁNCER PROSTÁTICO

En ocasiones la intensa reacción del tejido prostático a la agresión cancerosa (reacción desmoplásica), puede ser confundida con cuadros de prostatitis.

4.   URETRITIS

No olvidemos que los tres síntomas principales de una uretritis, son la secreción uretral, la disuria y la sensación punzante a nivel de uretra, los cuales pueden presentarlos también, los pacientes con prostatitis. No olvidemos que las epididimitis, las prostatitis, la vesiculitis seminal, o las estrecheces uretrales, pueden ser la consecuencia de las uretritis en el hombre, por lo cual es importante tenerlas en cuenta. No es raro conseguirnos con pacientes, que presenten prostatitis, pero que como antecedente de importancia, refieren episodios de uretritis (enfermedad de transmisión sexual). Esto tendrá sus implicaciones terapéuticas y sus repercusiones en el pronóstico del caso.

5.   CÁNCER DE VEJIGA

Las prostatitis no bacterianas, particularmente en pacientes de edad avanzada, así como inclusive, las prostatitis bacterianas, pueden confundirse con pacientes presentando tumores vesicales, al tener síntomas urinarios irritativos, pero con la negatividad del test de Meares-Stamey y con la ausencia de leucocitos en el líquido prostático postmasaje, podremos acercarnos al diagnóstico definitivo. Sin embargo, debo agregar, que en ocasiones hay cáncer de vejiga, como por ejemplo el cáncer de células escamosas, que están asociados a procesos inflamatorios o infecciosos crónicos, pacientes minusválidos con sondas a permanencia, o con irritaciones crónicas, por cateterismos intermitentes, o pacientes ancianos con cistostomías definitivas, por trastornos miccionales por accidentes cerebrovasculares. Estos pacientes, de manera característica, se presentarán a veces inclusive con test bacteriológicos positivos (Meares-Stamey positivos), por lo cual recomiendo, que en aquellos pacientes que no mejoren, de manera sustancial, con los tratamientos para las prostatitis, o que recidiven numerosas veces, con infecciones muy severas, se debe pensar siempre en la posibilidad de que el paciente, tenga otra patología.

6.   PATOLOGÍAS ANORRECTALES

Fisuras, hemorroides trombosadas, o hemorroides internas inflamadas, pueden causar dolor perineal y ocasionalmente, pueden presentarse o asociarse, a síntomas irritativos urinarios. En ocasiones, casos con abscesos perianales o de la fosa isquiorrectal incipientes, pueden confundirse con episodios de prostatitis.

7.       CÁLCULOS URINARIOS

Cuando el cálculo urinario está localizado en el tercio distal del uréter (uréter pelviano-yuxtavesical o intramural) los síntomas que puede tener el paciente son frecuencia, disuria, tenesmo, dolor al orinar y en ocasiones hematuria, por lo cual podría confundirse con episodios de prostatitis. En ocasiones, el paciente portador de una prostatitis, puede tener de manera coincidencial, un cálculo a punto de ser expulsado, por lo cual es importante pedirle una radiología simple abdominopélvica y un examen de sedimento urinario.

8.       PROCESOS HERNIARIOS

Hernias a nivel inguinal, podrían dar síntomas dolorosos parecidos a las prostatitis.

9.       OBSTRUCCIÓN DE LOS CONDUCTOS EYACULADORES

Es un diagnóstico cada vez más frecuente gracias a la ecosonografía prostática endorrectal, donde podemos observar patologías de tipo quístito inflamatorias en el sistema seminal (vesículas seminales-conductos eyaculadores) Pueden haber síntomas de tipo irritativo urinarios, o síntomas eyaculatorios (dolor o ardor), que pueden ser confundidos con los que presentan los síndromes de prostatitis.

10.    QUISTE DE LOS CONDUCTOS MULLE- RIANOS

Son quistes del utrículo prostático, con o sin la presencia de cálculos en su interior. Ocasionan sintomatología irritativa urinaria o eyaculatoria.

11.    TRASTORNOS FUNCIONALES DE LA MICCIÓN

Como la que vemos en la discinergia o incoor­dinación vesicoesfínteriana interna (lisoesfínter) o externa (rabdoesfínter). Al existir estos estados discinérgicos, puede haber reflujo de orina a nivel de los conductos eyaculadores y dar cuadros clínicos de prostatitis, por lo cual es útil saberlo para diagnóstico diferencial y para el enfoque terapéutico definitivo en relación a los trastornos neurogénicos de la micción.

12.    ESTADOS FIBRÓTICOS DE FASCIAS O LIGAMENTOS

Como los que se ven en la enfermedad de Peyronie (induración plástica del pene) y en la enfermedad de Dupuytren

13.    ESTADOS PSICOSOMÁTICOS DIRIGIDOS HACIA LA ESFERA URINARIA- PROSTÁTICA OCASIONADOS POR ANSIEDAD Y ESTRÉS

CALIDAD DE VIDA DEL PACIENTE CON SÍNDROME DE PROSTATITIS

Es una enfermedad tratable, pero sin duda alguna, originará un cambio de enfoque en los hábitos del paciente, que muchas veces afectará su calidad de vida. Sobre todo aquella “calidad de vida” que el paciente relaciona a sus hábitos sociales, alimentarios y a su actividad sexual.

Muchos pacientes que tienen prostatitis crónica no bacteriana no inflamatoria o prostatitis crónica asintomática, no sólo se presentan síntomas físicos recurrentes, sino que también tendrán un rango de síntomas psicológicos tales como depresión o ansiedad, sugiriendo que los síntomas de la prostatitis crónica, pudieran seriamente impactar la calidad de vida del paciente y ser esos síntomas psicológicos una causal importante en la etiología de dichas prostatitis. Wenninger demostró, que el impacto sobre la vida del paciente, está a la par del rango de score, reportado en pacientes con infarto de miocardio o con enfermedad de Crohn. Aun cuando se dice que no es una enfermedad contagiosa, la experiencia que tenemos, a través de más de 15 años de observación clínica y de investigación, nos lleva a tener pruebas fehacientes, de que una misma pareja puede compartir el mismo microorganismo patógeno y que al erradicarlo, la pareja mejorará de manera integral su salud ginecourológica, lo cual le daría a la glándula prostática una función de reservorio de microorganismos patógenos que pudieran ser transmitidos a las parejas respectivas.

Los síndromes de prostatitis en muchos casos, sobre todo en pacientes de 40 a 50 años, provocan la sensación de sentirse “viejo” y que piense que ya no podrá cometer los abusos “clásicos” de la juventud o de la adultez temprana, en cuanto a transgresiones alimenticias, sexuales y alcohólicas. Por otro lado, el paciente no entiende en ocasiones el por qué debe tomar tratamientos largos si él ya se siente bien, por lo que debemos ser lo suficientemente claros y explicativos, para que entiendan la fisiopatología de las entidades inflamatorio-infecciosas prostáticas y sean ellos los principales aliados en su resta­blecimiento en base a seguir fielmente las pautas establecidas por el médico. Muchas veces, lo más importante no es en si, el tratamiento médico por si solo, sino todas las otras recomendaciones, que muchas veces se desobedecen, por cuanto se consideran que no son importantes, entre las que mencionamos, la dieta adecuada, la ingesta líquida acentuada, las recomendaciones en la actividad sexual y las recomendaciones en el manejo del estrés diario. Por todo esto, es difícil poder “curar” un cuadro de prostatitis, que pudo haberse estado gestando, durante muchos años, antes de dar síntomas clínicos. Debemos además entender que modificar las costumbres dietéticas, sociales, sexuales de un hombre de edad variable, es sumamente difícil, ya que dichas costumbres son usualmente placenteras y significativas para el paciente, por lo cual eliminarlas, pudiera tener una repercusión negativa sobre su calidad de vida, por lo que influenciar un cambio en dichas costumbres, será una tarea ardua que muchas veces, necesitará de la ayuda de un psicólogo.

Es indudable que los síndromes de prostatitis, al igual que el crecimiento prostático benigno y el cáncer de próstata, están recibiendo una gran cobertura y atención por parte de los investigadores del mundo entero, ya que han profundizado en numerosos conceptos y han logrado sacar el tema de las prostatitis, de una “parálisis” que había durado más de 25 años.

Desde el año 1968 (Meares EM, Stamey T. Bacteriologic localization patterns in bacterial prostatitis and urethritis.Invest Urol 1968;5:4), cuando Meares y Stamey describieron la técnica bacteriológica de los “patrones de localización bacteriana uretroprostática” y del año 1978, con la clasificación de las prostatitis, propuesta por Drach, no se habían hecho verdaderos cambios “sustan­ciales”, tanto en la clasificación como en los otros aspectos de la patogenia, etiología, manifestaciones clínicas y tratamiento. En la actualidad se manejan mucho mejor los factores etiopatogénicos, los factores etiológicos bacterianos, se ha profundizado mucho sobre el tratamiento adecuado, empezando por la duración de los mismos, así como por la escogencia de la farmacoterapia adecuada. Además finalmente tenemos cifras que hablan de su gran incidencia, ya que sólo en Estados Unidos de Norteamérica se ven más de 2 millones de pacientes al año por concepto de prostatitis. El porcentaje de prevalencia de las prostatitis según Roberts y Moon es del 5 % al 8,8 %. Más aun gracias a Wenninger sabemos que pacientes que presentan prostatitis crónica tendrán un impacto sobre su calidad de vida similar a los pacientes que tienen angina inestable,

o infarto de miocardio reciente o una enfermedad de Crohn activa.

Se están realizando encuentros de los principales institutos de investigación sobre prostatitis del mundo entero, para conseguir consenso en la nomenclatura y además conocer más profundamente aspectos relacionados con la epidemiología, diagnóstico y sobre todo con los aspectos terapéu­ticos de esta entidad nosológica tan frecuente en el mundo entero y de tanta repercusión en la vida personal de nuestros pacientes. Se ha profundizado también, en factores de índole neurourológica, así como factores de afectación de la vida de relación- sistema neurovegetativo, sobre la esfera prostática.

Recientemente en un congreso internacional urológico, se dijo una frase impactante: “La próstata, es la hipófisis de la pelvis”, lo que da una idea de la complejidad de su fisiología e inervación, así como también de las repercusiones que tiene a nivel de diversas esferas, como la urológica, seminal, sexual y psicológica. No hay duda que la próstata, es un “órgano-diana” del psicosomatismo humano. Es por ello, que los tratamientos actuales, no sólo consideran el “aspecto bacteriológico”, sino que también toman en cuenta, el estado de tensión de la musculatura del piso pélvico muscular, el estado de tensión de la musculatura lisa de la próstata y el estado de ansiedad, que pueda o no tener el paciente afectado por una inflamación prostática.

Por otro lado no hay duda, que estos pacientes tendrán en un alto número, una significativa y sustancial elevación de su presión máxima de cierre uretral, por un aumento de la estimulación adrenérgica, ya demostrado por Donker desde el año 1972, cuando comprobó que las tensiones de la pared uretral estaban bajo control alfa-1 adrenérgico, con lo cual se originaría reflujo de las secreciones inflamatorias en las zonas externas de la glándula y dan entonces origen a los cuadros de prostatitis, originando una pobre respuesta a los tratamientos y sobre todo, las frustrantes y repetidas recaídas clínicas de nuestros pacientes. Esto ha dado origen al tratamiento con medicamentos bloqueadores alfa-

1   adrenérgicos, con excelentes resultados.

Hay muchos investigadores que consideran, que la mayoría de los pacientes alternan frecuentemente dos síndromes que son, la prostatitis crónica inflamatoria, variedad del síndrome de prostatitis crónica no bacteriana sintomática y la prostatitis crónica asintomática. Es por ello, que de alguna manera, hemos mejorado en la solución de ese “gran dilema” que representan las prostatitis, para el médico urólogo y para el paciente. Se han determinado los perfiles psicológicos usuales en pacientes con prostatitis crónicas, que al conocerlos, nos inducirán a tratarlos más eficazmente con recomendaciones de terapia psicológica, que antes no las hubiéramos hecho.

Estamos totalmente convencidos de que el aspecto psicológico-emocional juegan el rol más importante tanto en la mejoría de dichos pacientes, como en la recidiva de la sintomatología, como de las infecciones propiamente dichas.

No hay duda que desde el primer momento que el paciente se siente mal, motivado por causas infecciosas uretroprostáticas, se genera en él una serie de acontecimientos orgánicos, como obstruc­ción de los conductos prostáticos por secreciones densas (producto de la inflamación-infección), infección polimicrobiana, dificultad en la perfusión de los medicamentos antibióticos, por una particular barrera hematoepitelial prostática, que son a su vez ayudados por factores nutricionales, sociales, sexuales, pero sobre todo, ayudados por factores emocionales, que logran en definitiva, que se continúe con el “circulo vicioso” y que no permiten la mejoría de dicho paciente y que por otro lado, favorecerán los episodios de recurrencia sintomática y de reinfección, que terminan por ocasionar desequilibrios emocionales, que a veces son muy difíciles de superar por el paciente.

Debemos preguntarle a nuestros pacientes, si cambiando el medio ambiente que los oprime y angustia, sienten una mejoría importante de su sintomatología, sin duda alguna “prostática”, reforzando esto la hipótesis de las emociones, en la génesis de las molestias urinarias, producidas por la inflamación de la glándula prostática.

Otro aspecto que me parece, de gran interés, es el considerar a las próstatas, como “reservorios de infección”, de todo tipo de infecciones, desde las habituales con los gérmenes Gram negativos, las enterobacterias, pasando por los microorganismos comensales uretrales, los cuales pueden variar su intensidad de virulencia y volverse patógenos, como aquellos microorganismos, que nunca fueron seriamente considerados, como posibles etiologías de prostatitis y que sin embargo, en nuestra experiencia si lo son, como la Chlamydia tracho­matis, el Ureaplasma urealitycum, la Gardnerella vaginalis, el Herpes virus, el virus papiloma humano (VPH) y otros, que no solamente hemos conseguido en los cultivos de test de Meares-Stamey, sino que también los hemos conseguido, en estudios microbiológicos del aparato genital femenino, en las parejas de dichos pacientes, echando por tierra, aquella premisa que existía, en la práctica clínica del urólogo, donde se le decía al paciente, que aunque él tuviera prostatitis, eso no representaba un peligro para su pareja. Hoy sabemos que sí, por lo cual es indispensable, recomendar medidas de protección en las relaciones, a través del preserva­tivo. La relación de las prostatitis, con factores nutricionales, ambientales, sociales y existenciales, no deja lugar a dudas. Por lo cual, dentro de nuestras recomendaciones, se incluyen todas aquellas que tocan los aspectos antes mencionados.

Creemos firmemente, que se están abriendo nuevos horizontes, en los referente a los síndromes de prostatitis, donde pronto veremos la inclusión de medicamentos que actúen sobre la esfera hormonal, como los antiandrógenos, los bloqueadores de la 5- alfa reductasa, de los análogos LH-RH, de los antidepresivos de uso habitual, de los medicamentos que actúan sobre la esfera emocional, además de los antibioticos ya conocidos. Todas esas alternativas farmacológicas, tienen, un lugar adecuado en los trabajos de investigación, así como los enfoques de tipo quirúrgico, desde los procedimientos minimamente invasivos, hasta los más agresivos. También en un futuro no muy lejano, veremos aparecer pruebas inmunológicas y técnicas de biología molecular, que nos darán la posibilidad de realizar diagnósticos más precisos en cuanto a los síndromes de prostatitis, que por supuesto, redundarán en un mejor tratamiento y por ende de mejores resultados clínicos, que disminuyan dramáticamente los altos niveles de frustración que existen hoy en día, tanto en el médico, como en su paciente. Es por todo esto, que los síndromes de prostatitis, están saliendo de ese ámbito anecdótico de las especulaciones individuales de cada urólogo, para entrar en un campo más investigativo, más científico y por ende más confiable, con lo que se lograrán, sin duda alguna, mejores resultados sobre nuestros pacientes afectados de síndromes de prostatitis.

Ha sido, en los últimos 5 a 10 años, que se está profundizando en cada aspecto de los síndromes prostáticos, tanto en los seguimientos, en la patogenia, en los agentes etiológicos, en los aspectos clínicos y farmacológicos, con la perspectiva de poder alcanzar en corto plazo, una eficacia en su diagnóstico, y en su tratamiento y además en su relación, con la ocurrencia o no de patologías posiblemente asociadas, como son el crecimiento benigno de la glándula prostática, así como con el cáncer prostático. Cabe destacar, que a mediados del año 1997, se publicó en un trabajo de investigación la inquietante conclusión, de que los hijos de hombres que tuvieron patologías prostáticas benignas obstructivas, tendrían más precozmente sintomatología urinaria obstructiva de la salida vesical y también serían candidatos más precoces a tener que someterse a procedimientos quirúrgicos de cualquier naturaleza o los procedimientos minimamente invasivos. Por lo cual vemos, que no sólo en las enfermedades malignas de la próstata, debemos buscar los antecedentes paternos, sino también en patologías benignas como el crecimiento prostático benigno. En general, hay muchos puntos de coincidencia entre las tres patologías que afectan a la glándula prostática, por lo cual, no sería nada extraño, que en los próximos años, tengamos que decirle a nuestros pacientes, que los episodios inflamatorios prostáticos (prostatitis) y el crecimiento prostático adenomatoso benigno, podrían tener relación etiopatogénica con el cáncer de próstata. La última palabra, la tendrán los estudios de biología molecular, que se están desarrollando en el mundo entero. Falta mucho por estudiar, falta mucho por definir, sobre todo en lo referente a la historia natural de las enfermedades prostáticas (cáncer, prostatitis y crecimiento benigno), pero se ha avanzado mucho, en corto tiempo y tengo la esperanza de que muy pronto, tendremos la respuesta a muchas interrogantes actuales.

 

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INTRODUCCIÓN

El 15 % de las parejas norteamericanas son infértiles, y el 10 % tienen menos hijos de los que realmente desean. El factor masculino exclusivo se demuestra en el 30 % de este grupo de parejas y en el 15 % el varón juega un rol compartido en la génesis de la infertilidad1.

La fertilidad masculina depende de una espermatogénesis adecuada, luego de la cual los espermatozoides deberán madurar y capacitarse para la fecundación a través del largo recorrido por epidídimo, conductos deferentes, vesículas seminales, uretra, vagina, cuello uterino, endometrio y trompas de Falopio. Se requiere de óptimas condiciones anatomo-funcionales y bioquímicas en toda esta trayectoria para garantizar la fecundación intratubárica del óvulo femenino.

No existen estudios controlados que permitan evaluar con serenidad el papel desempeñado por la infección genital del varón como causa de infertilidad masculina, pero es bien conocido que la incidencia de enfermedades de transmisión sexual (ETS) es directamente proporcional a la disminución en la edad del primer intercurso sexual, el aumento del número de compañeras sexuales en la época pre­marital y el tiempo de postergación del matrimonio2. Aunque no existen datos suficientes para afirmar la relación entre antecedentes de ETS e infertilidad masculina, existe indicios serios de esta asociación, especialmente en presencia de agentes infecciosos capaces de permanecer en forma asintomática colonizando el aparato génitourinario del varón desde el comienzo de su vida sexual34.

Las causas de infertilidad en el varón se asocian directa o indirectamente con la espermatogénesis. La falla parcial o total para producir semen con capacidad fecundante depende de una falla o de alguna perturbación en el eje hipotálamo hipófisis- testículo.

Este capítulo se limitará a desarrollar las infecciones del aparato urogenital masculino que se asocia, directa o indirectamente, a la infertilidad. Comenzaremos por describir los mecanismos de defensa y la patogénesis de la infertilidad ocurridos en las vías urogenitales del varón.

Mecanismo de defensa del aparato genital masculino

Generalmente los microorganismos productores de ETS y los que forman parte de la flora indígena o habitual que habita en el periné, glande o prepucio, alcanzan la uretra, próstata, vejiga, uréteres y riñón por vía ascendente. La preservación de la estructura y función del aparato urogenital garantiza que la micción y la eyaculación representan mecanismos básicos para la expulsión de gérmenes que intenten colonizar estas estructuras.

Varias investigaciones han demostrado que el factor antibacteriano prostático (FAP) es un polipéptido con zinc elaborado en la próstata para inactivar gérmenes que intenten colonizar5,6. Actualmente el FAP es considerado la única sustancia natural secretada por los seres humanos capaces de destruir o inhibir bacterias gramnegativas7. Stamey y col.8 demostraron la existencia del FAP tres décadas después de haber sido descrita la acción bactericida in vitro del líquido prostático en perros9.

Anderson y Fair 7 estudiaron las características bioquímicas del líquido prostático y encontraron variaciones de la densidad, relación LDH5/LDH, ácido cítrico, espermina y espermidina. Estas dos últimas evidencian actividad contra bacterias grampositivas10. También se ha determinado que el líquido prostático contiene inmunoglobulinas1112. Varios estudios han revelado la presencia de anticuerpos específicos (IgA) unidos a la superficie de bacterias en los casos de prostatitis.

La presencia de leucocitos en el semen de pacientes con infecciones del aparato urinario especialmente en prostatitis, se ha relacionado con la génesis de infertilidad masculina. Se ha demostrado la fagocitosis de espermatozoides por estos mismos fagocitos existentes en el exudado inflamatorio13.

Tanto en la corteza como en la médula renal existen condiciones físico-químicas. Vale recordar la hiperosmolaridad en la médula, las elevadas concentraciones de urea y la presencia de fracciones del complemento que tienen efectos deletéreos sobre agentes infecciosos diversos que llegan al riñón por vía ascedente o hematógena14.

Patogénesis de la infertilidad masculina asociada a infección

Nadie discute que los procesos infecciosos del aparato genital masculino puede determinar alteraciones anatómicas o funcionales que comprometen la fertilidad de los dos integrantes de la pareja. Los microorganimos conectan los aparatos genitourinarios el varón y de la hembra en y los transforman en una continuidad anatómica, fisiopatológica, clínica y terapéutica. Es imposible considerarlos separadamente sin incurrir en graves errores. La premisa de que la fertilidad es un problema de la pareja adquiere un valor indiscutible en los procesos infecciosos.

Numerosos estudios clínicos y epidemiológicos han revelado la importancia etiopatogénica que tienen los microorganismos causantes de las enfermedades de transmisión sexual (Neisseria gonorrhoeae, Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealyticum, Micoplasma hominis, Trichomonas vaginalis, entre otros) en el origen de la infertilidad de pareja.

Son cuatro los mecanismos patogénicos fundamentales que relacionan la infección con la infertilidad masculina:

1.      Inflamación y posterior esclerosis de las vías de transporte de los espermatozoides.

2.     Disfunción de las glándulas secretorias anexas que alteran el funcionamiento normal de los

espermatozoides.

3.     Efecto deletéreo de los microorganismos sobre los espermatozoides.

4.     Inducción de respuesta inmunológica que deteriora la fertilidad.

Cada uno de estos mecanismos será considerado en el curso de los procesos infecciosos que serán descritos en este capítulo.

La presencia de agentes específicos puede comprobarse en personas fértiles e infértiles, así como también en individuos sintomáticos y asintomáticos. Para complicar la situación, los gérmenes pueden adherirse a la mucosa del aparato genital y reproducirse localmente sin llegar a producir verdadera penetración del epitelio, proceso conocido como colonización.

Numerosas investigaciones in vitro han demos­trado la capacidad que tienen los microorganimos de la flora habitual urogenital de adherirse a los espermatozoides1516. Particularmente importante es cuando está adherida la logran gérmenes como N. gonorrhoeae, C. trachomatis, U. urealyticum y Micoplasma hominis. Son pocos los trabajos que demuestran la adherencia bacteriana a los esper­matozoides in vivo11 y su papel en la infertilidad. Las superficies de las bacterias y de los esper­matozoides tienen cargas electronegativas, y por ello existe repulsión entre ambas, pero la presencia de ácido siálico en la membrana de los esper­matozoides sirve de receptores a las adheridas microbianas. Cuando los gérmenes evaden estas fuerzas de repulsión electrostáctica y se acercan a distancias menores de 4A, se logra la unión entre receptores y las adheridas. La naturaleza de estas últimas es generalmente glucolipídica o gluco- proteica18.

Se ha demostrado la presencia de 10 a 40 gonococos adheridos a la cabeza y cola de un espermatozoide 19, adherencia que se ve facilitada por gonococos fimbriados.

C.  trachomatis también se adhiere a los espermatozoides en condiciones controladas de laboratorio 20. El número de clamidas y la eficiencia de la adherencia aumenta proporcionalmente al descenso del pH21. Los agentes de ETS y los representantes de la flora habitual urogenital del varón y de la región cérvico-vaginal de la mujer, pueden adherirse a los espermatozoides desde su origen (bacterospermia asintomática, infección o colonización de uretra, próstata, vesículas seminales, conductos deferentes o epidídimo) o cuando los espermatozoides son depositados en la vagina o pasan a través del cuello uterino hasta alcanzar las trompas de Falopio. Las bacterias vehiculizadas por los espermatozoides son las mismas que se encuentran en los pacientes con enfermedades inflamatorias pélvicas. Se ha demostrado la presencia de espermatozoides en el fondo de saco de Douglas mediante muestras obtenidas por laparoscopia22. No es difícil imaginar que una vía posible para la producción de la perihepatitis (síndrome de Fitz-Hugh-Curtis) y periapendicitis sea la llegada al peritoneo de gonococo o clamidias vehiculizadas por espermatozoides23.

Durante décadas se ha suministrado antibióticos a los integrantes de la pareja infértil, especialmente tetracilinas, con resultados beneficiosos, pero se requiere estudios mejor controlados para generalizar tal costumbre.

Actualmente se ha demostrado el efecto inhibitorio de la espermatogénesis producido por algunos antimicrobianos 24. Al final del capítulo se hará referencia a este tema. Esta observación debe ser tomada en cuenta para evitar el uso indis­criminado de estos medicamentos en parejas con infertilidad, salvo que sea el único recurso terapéutico de infecciones específicas. Drogas como roxitromicina, claritromicina y azitromicina han comenzado a mostrar eficacia en infecciones por clamidias y micoplasmas. Su uso en parejas cuya infertilidad esté relacionada con infecciones producidas por tales gérmenes debe ser sometido a investigación.

Infecciones del aparato genital masculino

Las ETS y las infecciones endógenas del aparato genital pueden comprometer la fertilidad de la pareja a través de los mecanismos patogénicos enumerados anteriormente. Nos referiremos brevemente a las infecciones por Neisserias gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis, luego de lo cual trataremos temas específicos como prostatitis, epididimitis, orquitis, bacterospermia asintomática y otras infecciones relacionadas.

Uretritis gonocócica (UG) y no gonocócica (UNG)

Neisseria gonorrhoeae o gonococo, es causante de uretritis en varones, especialmente entre los adolescentes y adultos jóvenes. Rara vez las infecciones se complican con epidimitis o prostatitis.

En Venezuela han sido identificadas cepas de gonococo resistentes a la penicilina37 y aunque aún no ha existido una repercusión epidemiológica significativa, es aconsejable que todo aislamiento de gonococo se acompañe de la investigación de su capacidad de producir penicilinasa, lo que puede hacerse presuntivamente incubando un inóculo estandarizado de la cepa frente a un disco que contiene 10 unidades de penicilina36. La producción de penicilinasa puede comprobarse en forma definitiva mediante las pruebas acidométricas, iodométrica o usando una cefalosporina cromogenea. Esta investigación se hace particularmente obligatoria en los pacientes con falla de terapéutica al tratamiento con penicilina. La auxotipificación de las cepas de gonococos aisladas, sólo está al alcance de laboratorios específicos y tienen gran interés epidemiológico, ya que permite identificar el origen geográfico de algunas cepas, especialmente aquellas resistentes a penicilina o las que se asocian con infección gonocócicas diseminadas3839.

En la actualidad, el tratamiento de la infección gonocócica se fundamenta en situaciones clínicas y epidemiológica que específicamente deben ser tomadas en cuenta. En muchos países del mundo la gonorrea coexiste frecuentemente con infecciones clamidiales y cada vez son más frecuentes las complicaciones clínicas producidas por ambos gérmenes.

Las graves dificultades para realizar el diagnóstico de C. trachomatis en el laboratorio y la creciente incidencia de infecciones producidas por N.gonorrhoeae resistentes a la penicilina, tanto por la producción de penicilinasa mediada por plásmidos (NGPP) como la mediada cromosómicamente (NGRMC), unido a la aparición de cepas de gonococo resistentes a tetraciclinas, configura un panorama que complica el manejo terapéutico de estas infecciones.

Los médicos deben estar alerta sobre el elevado riesgo de adquisición de cepas de gonococo resistentes a penicilina en ciertas áreas del mundo, como Filipinas, Tailandia, Singapur, Corea, New York, Miami, Los Angeles y Occidentes africano y, como se dijo, también Venezuela. Se debe investigar a cada paciente cuidadosamente, para proceder al aislamiento del gonococo y a realizar pruebas de susceptibilidad a los antibióticos, especialmente a

El tratamiento de la uretritis gonocócica y de otras infecciones gonocócicas no complicadas consiste en la administración de penicilina- procaínica (4 800 000 U-vía IM) o penicilina con monoestearato de aluminio (PAM-4 000 000 U-vía IM) o ampicilina (3,5 g-dosis única-OV) o amoxicilina (3 g= dosis única-VO). Todos ellos se administran asociados a probenecid (lg-dosis única- VO). En los pacientes alérgicos a la penicilina se emplea la espectinomicina (2 g-dosis única IM). En los casos de cepa de gonococo penicilinorresistentes se puede emplear espectinomicina (2 g-dosis única- vía IM) o cefotaxima (2 g-dosis única-vía IM). Recientemente se ha comprobado la eficacia de otras cefalosporinas de tercera generación y de las quinolas fluoradas administradas en dosis única. Las infecciones graves o complicadas requieren de hospitalización y administración por vía endovenosa de las drogas mencionadas. Debe insistirse en la necesidad de evaluar y tratar a los compañeros sexuales del paciente con gonorrea, para evitar las recurrencias40.

La incidencia creciente de uretritis gonocócica asociada a infección clamidial permite recomendar la administración de tetraciclinas durante 7 a 10 días, luego del tratamiento antigonocócico40,41.

 

 

Más adelante nos referiremos a las prostatitis y epididimitis que pueden presentarse como compli­caciones de una uretritis gonocócica o clamidial.

Ante todo paciente varón en edad sexual activa que consulte por la presencia de secreción uretral, el médico debe siempre pensar en la posibilidad de una uretritis gonocócica, sola o en asociación con C. trachomatis. El cuadro clínico nunca será suficiente criterio para indicar un tratamiento específico y por ello, ante la imposibilidad de demostrar la presencia de el o los agentes causales, se administrará tratamiento que sea activo contra gonococos y clamidias.

El Gram de la secrección uretral de un paciente varón permite clasificar a la uretritis en gonocócica (UG) y no gonocócica (UNG) con gran precisión, debido a la alta sensibilidad y especificidad de este sencillo procedimiento34-35. La presencia de 4 o más leucocitos por campo de alto poder (1 000x) es un buen criterio para establecer el dignóstico de uretritis. En cada caso deben practicarse cultivos en medios especiales para la investigación de N. gonorrhoeae, que es el procedimiento que propor­ciona el diagnóstico definitivo de UG.

Se deberá proceder a la investigación de C. trachomatis y U. urealyticum cuando se dispone de recursos adecuados, los cuales generalmente no están disponibles en la mayoría de los laboratorios. Otros agentes causantes de uretritis no gonocócica, como Trichomas vaginalis, Candida albicans, Gardnerella vaginalis y otros que ya se mencionaron, pueden ser responsables en un número pequeño de casos, lo que no parece justificar su investigación en forma rutinaria, salvo en los casos de falla de los trata­mientos convencionales.

Debe enfatizarse que microorganismos como Staphylococcus aureus, Staphylococcus epidermidis, especies de Streptococcus, enterobaterias y otros cocos y bacilos grampositivos y gramnegativos, generalmente representan la flora habitual de la uretra masculina, motivo por el cual su identificación en los casos de UNG no debe interpretarse como si se tratase de patógenos responsables de esta entidad clínica. No se debe negar que en individuos con problemas de estrechez uretral o con fimosis, estos microorganismos pueden producir infección de la uretra, glande, prepucio, próstata y tejidos adya­centes, pero estas situaciones son diferentes al tema que ahora nos ocupa las UNG como enfermedad de transmisión sexual44.

El laboratorio debe percatarse de la enorme responsabilidad que tiene al informar uno o varios de estos agentes en los resultados de los cultivos de secrección uretral en varones con ETS. General­mente el médico procederá al tratamiento de estos pacientes, según lo sugerido por el antibiograma que acompaña al microorganismo informado en el resultado de laboratorio. De allí la necesidad de una buena comunicación entre médicos y microbiólogos, con el objetivo de interpretar inteligentemente el resultado del estudio bacteriológico de secrección uretral.

Diagnóstico microbiológico de las infecciones clamidiales

Existen diversas técnicas para el diagnóstico de las infecciones clamidiales, a saber: citológicas, cultivo, detección de antígenos, hibridización de ácidos nucleicos, prueba PCR y serología.

La citología permite la detección de inclusiones intracitoplasmáticas mediante las coloraciones de Giemsa o Papanicolaou. El diagnóstico citológico de infecciones urogenitales puede conducir a errores. La sensibilidad del procedimiento en UNG es sólo del 15 %. Por estas razones, no es reco-mendable emplear la citología como técnica de diagnóstico en infecciones urogenitales.

El cultivo celular de las muestras del cuello uterino, uretra masculina u otra fuente, requiere de una toma adecuada (presencia de abundantes células epiteliales) con hisopos de algodón, dacrón o alginato de calcio, los cuales son mezclados con medios de transporte adecuado (Buffer sacarosa-fosfato, conteniendo suero fetal de ternera, gentamicina, anfotericina B y rojo de fenol) y ser enviados rápidamente al laboratorio o refrigerados en nevera a 4°C (24 h) o en congeladora a -70°C (si va a transcurrir más tiempo). Se procede a centrifugar las muestras sobre las monocapas de células McCoy, HeLa a 229 o BHK-21. El cultivo celular es la técnica más adecuada para identificar C. trachomatis y proporciona el 100 % de especificidad pero sólo el 80-95 % de sensibilidad, lo que significa que se obtiene algunos resultados falsamente negativos, generalmente debido a inadecuada recolección y envió de la muestra. El cultivo celular requiere del personal entrenado, es costoso y los resultados se obtienen tardíamente (48-72h)42-44.

La detección de antígenos clamidiales en las muestras patológicas mediante el uso de anticuerpos monoclonales o policlonales es la forma más difundida de diagnóstico, ya que existen varias técnicas disponibles comercialmente. La sensi­bilidad (80-95 %) y especificidad (95-98 %) de estas técnicas son comparables con el cultivo celular. Una de las pruebas para la detección de antígenos empleadas es el inmuno-ensayo enzimático (ELISA). Una segunda prueba es la técnica directa de anticuerpos fluorescentes, en la que se emplean anticuerpos monoclonales contra las proteínas mayores de la membrana externa de todas las formas evolutivas de todos los inmunotipos de C. trachomatis. Mediante el uso del microscopio de fluorescencia se logra observar los cuerpos elementales teñidos de color verde manzana (sensibilidad 61-92 % y especificidad 87-89 %). Tiene la ventaja sobre otras pruebas de obtenerse resultados en 15 minutos, y las muestras pueden procesarse individualmente, pero se requiere un microscopio de fluorescencia y un observador entrenado4455.

La hibridización con ácidos nucleicos permite detectar presencia contenido ribosomal de C. trachomatis liberado por lisis de las células infectadas y del microorganismo.

Una de las pruebas más sensibles para el diagnóstico de infección clamidial, entre otras, es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), la cual estará al alcance de los laboratorios en el curso de los próximos años.

La serología permite la detección de anticuerpos anticlamidiales en el suero pero también en moco cervical, uretra y secrección conjuntival de los pacientes. La prueba de fijación del complemento es la más conocida y puede ser usada en infecciones invasoras como el LGV y la neumonía por C. psittaci. La elevación del título aislado de 1:64 o mayor son altamente sugestivas de infección clamidial. La micro-inmunofluorescencia (MIF) es muy útil en infecciones genitales, pero no está disponible comercialmente. Se han implementado otras técnicas serológicas como el radioinmunoensayo (RIA) y el inmunoensayo enzimático (ELISA) para detección de anticuerpos55.

En el tratamiento de las infecciones clamidiales, las drogas de elección son el clorhidrato de tetraciclina (500 mg cada 6 horas) o la doxiciclina (100 mg cada 12 horas). En embarazadas y niños menores de 9 años, o en quienes no toleren o no puedan recibir tetraciclinas, se recomienda eritromicina (base o succinato) o la dosis de 250­500 mg cada 6 horas durante 7-14 días. Cualesquiera de estos regímenes garantizan un 95 % de curación. Las sulfonamidas, pero no el trimetoprim, pueden ser una alternativa. La rifampicina es muy activa in vitro, pero no es recomendable su empleo en pacientes enfectados, ya que promueve altos niveles de resistencia. En la actualidad las quinolonas como la norfloxacina tienen moderada actividad anticlamidial, y representan buenas alternativas a las tetraciclinas56.

El Centro de Control de Enfermedades (CDC- Atlanta) recomienda el tratamiento empírico anticlamidial para pacientes con uretritis gonocócica, no gonocócica o post-gonocócica, epididimitis aguda, cervicitis muco-purulenta y en enfermedad inflamatoria pelviana44. El tratamiento debe ser administrado a los contactos sexuales de pacientes con estas patologías.

Prostatitis

Aunque etimológicamente prostatitis significa inflamación de la próstata, los médicos emplean este término para referirse a varias condiciones clínicas localizadas en el aparato unitario bajo y el periné57-59. La premura frecuente por diagnosticar prostatitis conduce a cometer graves errores de diagnóstico. Muchos pacientes reciben tratamiento con antimicrobianos ineficaces, dosis insuficientes o por cortos períodos de tiempo sin contar con un diagnóstico preciso de prostatitis y, lo que es más grave, se llega a la resección próstatica transuretral injustificadamente6061.

Para comprender los aspectos etiopatogénicos y clínicos de la prostatitis, es útil hacer algunas consideraciones anatómicas e histológicas de la glándula prostática.

Si pasamos a un plano imaginario por el “veru montanum” la próstata queda dividida en dos porciones anatómicas:

1.     Craneal o céfalica, por encima del plano, donde

se ubican los canales eyaculadores y el orificio

del utrículo.

2.      Caudal o periférica, cuyos ácinos desembocan

por debajo del “verumontanum”

Deben destacarse que estas dos zonas anatómicas también tienen diferencias histológicas. La parte craneal o cefálica tiene abundante tejido mesen- quimatoso y escasos ácinos. La parte caudal o periférica posee abundantes ácinos, lo que le da aspecto areolar. Por esta razón las infecciones de la parte craneal forman un bloque escleroso que comprime la uretra en su unión con la vejiga, lo que explica los frecuentes trastornos miccionales. La infección de la parte caudal promueve la prolife­ración de ácinos que conducen a molestias o dolor perineal y trastornos sexuales. Las infecciones agudas de la próstata compromete, generalmente la parte caudal o periférica que intensifican su vascularización, y por ello responden más fácilmente al tratamiento con antimicrobianos.

La respuesta inflamatoria de la próstata no necesariamente es la consecuencia de una infección63. Algunas investigaciones han demostrado que no existen diferencias histopatológicas significativas en las características de los neutrófilos que se encuentran dentro de las glándulas y los conductos, mientras que en la crónica se encuentran en el estroma. Las células que se observan en el líquido prostático corresponden a los neutrófilos y macró- fagos intraluminares, y los llamados “cuerpos ovales” corresponden a macrófagos recubiertos de lípidos. La prostatitis aguda generalmente es la consecuencia de infecciones urinarias agudas establecidas y tratadas en forma inadecuada. La inflamación crónica de la próstata puede ser la respuesta al contenido intraluminal liberado por la ruptura de ácinos glandulares o sus conductos. Esta situación puede obedecer a causas no infecciosas, y se ha sugerido un estímulo químico que desencadena la respuesta inflamatoria de la próstata63.

En los pacientes con prostatitis crónica las concentraciones de zinc son significativamente bajas (50 mg/L o menos) con relación a los niveles detectados en varones sanos (150 a 1 000 mg/L). Por ello se ha convenido en definir como límite normal inferior de zinc en líquido prostético el valor de 150 mg/L64,65. Se desconoce si tal descenso del nivel de zinc precede a la infección o es consecuencia de la misma. La administración de zinc en la dieta va seguida de incremento en sus niveles séricos, pero no en los prostéticos. Se ha demostrado la presencia de anticuerpos ligados a bacterias (IgG, IgA e IgM) en el líquido prostético de pacientes con prostatitis, independientemente de la respuesta serológica. Wishnow y col. comprobaron que la prostatitis bacteriana se puede diferenciar de la no bacteriana en base a los niveles de la IgA en el líquido prostético66,67.

 

En 1978, Drach, Meares, Fair y Stamey68 clasifi­caron las enfermedades benignas relacionadas con dolor prostético, según los signos clínicos, examen microscópico del líquido prostético y el método bacteriológico de localización prostética de Meares y Stamey69. En la Tabla 20.2 aparecen los cuatro grupos de patologías prostéticas propuesto: prostatitis bacteriana aguda, prostatitis bacteriana crónica, prostatis no bacteriana y prostatodinia.

A pesar de este bien intencionado esfuerzo clasificatorio de las patologías benignas de próstata, que ha permitido resolver muchos casos clínicos y administrar tratamientos adecuados, quedan muchas incógnitas para resolver. Debemos agregar a las entidades mencionadas los abscesos prostéticos y la prostatitis granulomatosa producida por micro- bacterias, hongos y parásitos7071 y que trataremos més adelante.

La incidencia de prostatitis no bacteriana y de prostatodinia es muy superior a la prostatitis bacteriana. En investigaciones prospectivas de pacientes con prostatitis a quienes se les practicó cultivo de biopsias prostéticas, no se reveló la existencia de ningún microorganismo, a pesar de que en el estudio histopatológico se reveló inflamación en la mitad de los casos. Ello sugiere la posibilidad de que existan causas no infecciosas63.

Patogénesis de la prostatitis

La prostatitis bacteriana se produce por reflujo de la orina cargada de bacterias hacia el interior de la glándula prostética, por invasión directa de bacterias intestinales que colonizan la uretra, por vía hematógena o por vía linfática desde el recto.

El reflujo de la orina cargada de bacterias en los conductos prostáticos que se abren en la uretra es el mecanismo más frecuentemente identificado en los casos de prostatitis bacteriana aguda y crónica son las enterobacterias (E. coli, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis, Enterobacter sp. y otras), que son precisamente las que se reproducen en orina con mayor facilidad, y son los agentes más comunes de bacteriuria. Las prostatitis por gonococos aparecen como complicaciones de una uretritis gonocócica, y actualmente se presenta en forma ocasional. Stamey y Blacklock72 han demostrado la aparición concomitante del mismo biotipo y serotipo de E. coli, tanto en el líquido prostático de pacientes con prostatitis crónica como en el contenido vaginal de sus compañeras sexuales. Se puede pensar que la vagina es colonizada por la bacteria infectante del paciente con prostatitis, pero no es posible que suceda lo contrario. Lo importante es conocer tal eventualidad, para no perpetuar las reinfecciones de los pacientes tratados, lo que se logra erradicando la bacteria colonizante de la vagina de la(s) compa- ñera(s) sexual(es) del paciente.

Otras bacterias, como los cocos grampositivos (Staphylococcus aureus, Staphylococcus epider- midis, Enterococcus faecalis), también producen prostatitis aguda o crónica. Por otra parte, se ha podido demostrar la persistencia de gonococos en la próstata de pacientes que han recibido dosis únicas de penicilina G o ampicilina, y quienes han curado clínicamente y sin evidencia del germen en cultivo uretrales de control. Ello representa un dato más a favor del tratamiento complementario de la gonorrea con tetraciclinas luego del tratamiento convencional.

La prostatitis bacteriana crónica es una afección muy frecuente, producida por las bacterias ya señaladas. Germenes como U. urealyticum, M hominis y C. trachomatis son causantes de prostatis bacteriana pero, por las dificultades de su identificación, son probablemente responsables frecuentes de las llamadas prostatitis no bacterianas.

Nuestro grupo73 logró identificar microorga­nismos en la mayoría de los pacientes con prostatitis crónica (Tabla 20.3)

En pacientes con SIDA se ha demostrado la presencia de gérmenes infrecuentes como causa de prostatitis. Uno de ellos fue Cryptococcus neo- formans74 y el otro Haemophilus parainfluenzae75.

 

 

Aspectos clínicos de la prostatitis

Los síntomas de prostatitis abarcan gran cantidad de signos y síntomas relacionados con anormalidades de la micción, dolor y molestias inguinales, escrotales, peneanas, rectales, impotencia parcial o completa, alteraciones emocionales y esterilidad.

La historia y las manifestaciones clínicas del paciente no son siempre de mucha ayuda para el diagnóstico diferencial. Sólo la prostatitis aguda cursa con signos y síntomas característicos: disuria, urgencia, polaquiuria, tenesmo vesical y hasta retención urinaria, además de manifestaciones de bateriemia como fiebre alta, escalofríos, dolor lumbar y perineal. Al examen rectal la próstata se presenta muy inflamada y sensible. Cuando se sospecha de prostatitis aguda debe evitarse el examen digital de la próstata, ya que puede desencadenar una bacteriemia fulminante. El diagnóstico se debe realizar mediante urocultivo y hemocultivo. Las manifestaciones de la prostatitis crónica son muy variables e imprecisas confundiéndose con las producidas por la prostatodinia.

La prostatitis bacteriana crónica origina manifestaciones clínicas variadas (Tabla 20.4) y puede surgir, aunque muy ocasionalmente, como complicación de un cuadro de prostatitis aguda. Los pacientes presentan síntomas de infección urinaria baja, como dolor perineal o suprapúbico. Al examen digital, la próstata se puede presentar de tamaño y forma normales e indolora. Con mucha frecuencia, los pacientes con prostatitis crónica son asinto- méticos, y se descubren cuando se requiere una evaluación por infertilidad empleando la técnica descrita por Meares y Stamey.

Las manifestaciones clínicas més frecuentes aparecen en la Tabla 20.4, registradas en 163 casos de prostatitis crónica73.

 

Los célculos de la próstata originados por reflujo de la orina cargada de bacterias pueden ocasionar o coincidir con la inflamación crónica de la gléndula. El anélisis de la composición química de los mismos permite concluir su origen urinario y no prostético.

La presencia de cálculo en la glándula dificulta la erradicación del proceso infeccioso, ya que las bacterias sobreviven en estos nichos, a pesar de la presencia de antimicrobianos70,76.

Diagnóstico de prostatitis

El diagnóstico de prostatitis aguda no ofrece mayores dificultades, ya que las manifestaciones clínicas descritas asociadas a un urocultivo con bacteriuria significativa son elementos suficientes para hacer el diagnóstico.

Como ya fue señalado, la prostatitis bacteriana crónica es producida generalmente por entero- bacterias como E. coli, Proteus mirabilis, Klebsiella pneumoniae y otras. Un pequeño porcentaje de casos es producido por Pseudomonas aeroginosa,

Enterococcus faecalis, Bacteroides sp., Prevotella melaninogenica, Peptostreptococcus sp. y otras bacterias anaerobias obligadas.

Debe insistirse en que los estudios radiológicos y la uretrocistoscopia no permiten confirmar el diagnóstico de prostatitis crónica. Para lograrlo, deben cumplirse las siguientes exploraciones:

1.     Técnica de Meares y Stamey para la localización de la infección, tal como aparece en la Tabla 20.5.

Para hacer diagnóstico definitivo de prostatitis bacteriana crónica, el recuento de unidades formadoras de colonias (UFC) en la orina post­masaje debe superar al menos en 3 a 10 veces el obtenido en la orina uretral (1a parte del chorro). En pacientes con prostatitis crónica puede existir escaso número de bacterias, lo que hace indispensable el cultivo de la secreción prostética directamente. La presencia de 12 o más leucocitos y/o macrófagos cargados de grasas, así como cuerpos ovales de grasa son evidencias de prostatitis.

Esta técnica de localización de la infección se emplea en los pacientes con sospecha de prostatitis crónica, ya que el tacto de la próstata puede originar una bacteriemia que puede ser fatal para el paciente.

 

La técnica de Meares y Stamey requiere de 5 días se abstinencia sexual, lo que permite la acumulación de líquido prostático y evita la presencia de leucocitos provenientes del acto sexual. Otra condición requerida por la técnica es una vejiga sin bacteriuria o infección vesical. Si se hace necesario realizar la técnica en estas condiciones, deben suministrase al paciente dosis adecuadas de antimicrobianos como ampicilina o nitrofurantoína, 24 horas antes del procedimiento. Estas drogas no penetran adecuadamente en la próstata, y no interfieren con los resultados bacteriológicos. Esta situación se hace necesaria cuando los recuentos de colonias en todas las muestras es superior a los 100 000 UFC/mL.

El paciente debe retener la orina por el mayor número de horas posibles, nunca menos de tres. Se recomienda asepsia rigurosa del prepucio y glande, para evitar la contaminación de las muestras con la flora habitual.

Se procede a recolectar los primeros 10 mL de orina (01). Se descarta 200 mL aproximadamente. Se regogen 5 a 10 mL de orina en un segundo frasco (02). Se seca con gasa esterilizada cualquier residuo de orina que quede en el meato. Seguidamente se realiza el masaje prostético con el prepucio retraído y se obtiene el líquido prostético (LPE: líquido prostético exprimido) y de nuevo se solicita al paciente que recolecte 10 mL de orina (03) y que vacíe totalmente su vejiga. Todas las muestras recolectadas deben ser cultivadas en medios destinados al aislamiento e identificación de bacilos gramnegativos (enterobacterias y no fermentadores) como el agar de Levine o MacConkey cocos grampositivos en agar sangre, bacterias exigentes en agar chocolate, bacterias anaeróbicas en medios sólidos y líquidos especiales colocados en ambiente anaeróbico, U urealyticum y M hominis en medios U9 y A7. Se deben realizar estudios cuantitativos de cada muestra, para conocer el número de UFC/mL.

Se llega al diagnóstico de prostatitis cuando el número de UFC/mL en el LP o en el 03 es 3 a 10 veces superior al LPE o al 03, se trata de una uretritis o una colonización uretral, y si el recuento de UFC/mL del 02 supera al de las demés muestras, es probable el diagnóstico de cistitis.

La mayoría de los médicos desconocen esta técnica de localización, y quien la practique debe saber realizar adecuadamente el masaje prostético. Con excesiva frecuencia se responsabiliza a Staphy­lococcus aureus y a Staphylococcus epidermidis, entre otras bacterias, como los causantes de cuadros de prostatitis. Ello es perfectamente posible, pero generalmente forman parte de la flora indígena del prepucio, glande y uretra peneana, y contaminan el líquido prostético durante su obtención. Por otra parte, sólo en la mitad de los casos se puede obtener una muestra representativa del líquido prostético.

2.     Examen microscópico del líquido prostático.

El examen microscópico en fresco, utilizando 400 aumentos, permite sospechar prostatitis cuando existen 12 o més leucocitos por campo (10 a 15)66 68 77­79. Debe destacarse la presencia de uretritis, divertículos y condilomas, ya que muchos leucocitos tendrén este origen al ser examinado el líquido prostético. Este hecho eventual hace obligatorio comparar el aspecto microscópico del líquido prostético con el del sedimento de los primeros 10 mL de la orina recogidas antes de efectuarse el masaje.

También se debe prestar atención a los cuerpos ovales lipídicos, que son simplemente células de tamaño dos o tres veces superior al de los leucocitos. Estén presentes en los casos de prostatitis y no se les encuentra en individuos normales ni con prosta- todinia. Su significado real es controversial80. Según Meares66, estos cuerpos son característicos de la infección prostética. Los llamados grénulos de licitina, que aparecen como pequeñas partículas retréctiles de 2 a 5 micrómetros de diémetro, estén compuestos de fosfolípidos y no guarda relación con la inflamación de la próstata70.

3.    Espermocultivo

El cultivo directo de la muestra de semen eyaculado fue durante mucho tiempo el método utilizado para el diagnóstico de prostatitis. En los últimos veinte años, la técnica de Meares y Stamey desplazó al espermocultivo. Todavía muchos médicos solicitan la realización del tradicional espermocultivo, desconociendo los frecuentes riesgos de contaminación del semen con gérmenes que colonizan la uretra, la orina vesical y el glande. La realización de este procedimiento por los laboratorios, y su solicitud por parte de un médico es un hecho falaz y lamentable, que conduce a groseros errores de interpretación diagnóstica y terapéutica. Actualmente se recomienda el examen micro- biológico cuantitativo de localización seminal. Consiste en realizar la técnica de Meares y Stamey complementada con la obtención de semen por masturbación luego de la obtención de la orina post­masaje de la próstata (03) y vaciado completo de la vejiga. Es recomendable la realización de hisopado de arrastre del prepucio y glande, con el objeto de evaluar la flora de esta región balano-prepucial y semen descalifica el hallazgo obtenido. Algunos investigadores 77 proponen la realización parcial de la técnica de Meares y Stamey, y recomiendan tomar las primeras dos muestras de orina (01 y 02) seguidas de semen por masturbación y luego una muestra de orina posterior a esta última. La interpretación de los resultados es equivalente a lo señalado para las muestras de líquidos prostéticos y orina post-masaje (semen y orina post-masturbación). Por muchos años hemos trabajado con la técnica de Meares y Stamey complementada con la obtención del semen y estimamos que permite un diagnóstico de localización de infección en cualesquiera de los segmentos del aparato genitourinario: uretra, próstata, vejiga y vías seminales. Nadie discute el valor que tiene esta precisión diagnóstica, especialmente para definir el tratamiento y el pronóstico del paciente.

4.     Examen microscópico del semen

El 60 % del semen proviene de las vesículas seminales, el 30 % de la próstata y el 10 % de los testículos. De ahí que no se pueda hacer diagnóstico específico de prostatitis mediante el examen exclusivo del semen. La recolección del semen debe ir siempre precedida de la técnica de Meares y Stamey para localizar la infección. El microscopista debe conocer que la masturbación puede hacer aparecer de 1 a 5 leucocitos en el semen de personas normales, y que las células espermáticas maduras puedan ser confundidas y contadas como leucocitos. Ambas situaciones pueden llevar a un diagnóstico falso de prostatitis.

5.    Diagnóstico inmunológico

Como se ha señalado, las bacterias productoras de prostatitis son capaces de inducir respuestas formadoras de anticuerpos (IgG, IgM e IgA) contra el antígeno O localizados en la membrana externa de los bacilos gramnegativos. Estos anticuerpos pueden detectarse en el suero del paciente o en la próstata, mediante técnica de aglutinación, hemaglutinación e inmunofluorescencia indirecta. Los anticuerpos producidos localmente en la próstata se pueden investigar mediante fluorescencia directa, que detecta las bacterias cubiertas de anticuerpos anti- antígeno O en el suero de los pacientes que alcanzan niveles significativos sólo en los casos de infección del parénquima renal. El método de radio- inmunoensayo permite determinar IgG e IgA y diferenciar prostatitis aguda, prostatitis crónica y prostatitis crónica agudizada81.

Los microorganimos que invaden la próstata afectan directamente la estructura y funcionamiento de los espermatozoides, además de modificar la composición química del líquido prostático, debido a la disfunción secretoria que ocaciona el proceso inflamatorio. Asimismo, los mecanismos inmuno- lógicos de defensa, especialmente la formación de anticuerpos, crean un ambiente hostil para los espermatozoides.

Normalmente se encuentran de 4 a 10 glóbulos blancos microscópicos de 400x, los cuales se observan dispersos (no aglutinados), asociados a gránulos de lecitina. Luego de 48-72 horas del intercurso sexual pueden observarse hasta 20 glóbulos blancos por campo. En los pacientes con prostatitis, se observan más de 20 glóbulos blancos, aglutinados, y desaparecen los gránulos de lecitina. Como ya fue mencionado, el diagnóstico preciso de una prostatitis sólo puede lograrse mediante la realización de la prueba de Meares y Stamey, en la que se evalúa el recuento de gérmenes por mL en la orina uretral, orina post-masaje y semen. El diagnóstico de prostatitis bacteriana crónica se establece cuando el número de UFC del líquido prostático o de la orina post-masaje es de 3 a 10 veces superior al número de UFC de la uretral. Es una mala costumbre solicitar cultivo de líquido prostático sin tomar en consideración estas normas.

En la mayoría de los varones sinfértiles (95 %) se puede demostrar la presencia de bacterias en la próstata, que son capaces de inmovilizar, aglutinar y disminuir la longevidad y movilidad de los espermatozides. El 80 % de los varones con prostatitis tiene una difusión secretoria de la glándula prostática, demostrada mediante el estudio de la descomposición química del líquido prostático. El 40 % de los varones infértiles presentan una prostatitis, y el 25 % de los fértiles tienen disfunción secretoria de la glándula prostática. Otros autores no han encontrado diferencias significativas en la frecuencia de microorganismos en varones fértiles o infértiles. Pero en los infértiles se demuestra que la bacterias están ligadas a anticuerpos de superficie (IgG, IgM e IgA), hecho que también ocurre en pacientes con prostatitits

Por ello, no basta comprobar su participación real como agente infeccioso a través de la comprobación de estos anticuerpos ligados a su superficie. La inflamación de la próstata cursa con disminución de la secrección de zinc y de sustancias antibacterianas, así como de la movilidad y densidad de los espermatozoides. Simultáneamente, aumenta el número de formas anormales. El pH del líquido prostático aumenta en los procesos infecciosos, y de valores normales, entre 6,6 a 7,6 (tendencia a la acidez) puede elevarse a 8 o más.

Tratamiento de la prostatitis

Las protatitis aguda son generalmente producidas por E. coli y otras enterobacterias, además de

Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus59.

El paciente debe ser hospitalizado, para iniciar el tratamiento inmediatamente con antimicrobianos apropiados por vía intravenosa. Se recomienda administrar la combinación de ampicilina y un aminoglucósido por 5 a 7 días, o hasta que el paciente tenga 48 horas sin fiebre. En la actualidad se emplea con éxito cefalosporinas de tercera generación (cefotaxima, cefoperazona, ceftriaxona, ceftazidima, aztreonam, imipenem y otros), inhibidores de betalactamasas asociados a betalactámicos (sulbactam-ampicilina, sulbactam-cefoperazona, sulbactam-ticarcilina y otros). Todas estas drogas novedosas han mostrado utilidad usadas solas o en asociación con aminoglucósitos (gentamicina, amikacina, netilmicinas, tobramicina y otros), vancomicina u otra droga activa. Las quinolonas fluoradas (ciprofloxacina, pefloxacina y otras) son excelentes antimicrobianos y pueden ser usadas por vía endovenosa en la etapa bacterémica de la prostatitis aguda, seguidas de una presentación oral (ciprofloxacina, pefloxacina, norfloxacina, lome- floxacina, ofloxacina, cinoxacina y otras). Drogas como sulfametoxazol-trimetoprim u otro antimi­crobiano pueden ser administrados por vía oral, según los resultados del cultivo y antibiograma, durante tres semanas. El tratamiento no debe ser interrumpido, para evitar las recurrencias debidas a la sobreviviencia de los gérmenes escondidos en microabscesos de la próstata.

Debe evitarse la instrumentación de las vías urinarias, por los graves riesgos de diseminación local y hematógena de la infección. En los pacientes con retención urinaria es preferible el drenaje suprapúbico.

Las complicaciones més frecuentes de la prostatitis aguda son: epididimitis, vesiculitis, pielonefritis y localizaciones metastésicas de la bacteriemia. En pacientes inmunosuprimidos, pueden aparecer abscesos prostéticos70.

El tratamiento de la prostatitis bacteriana crónica es difícil y decepcionante, tanto para el médico como para el paciente. La dificultad terapéutica depende de las características farmacocinéticas de las drogas empleadas, como liposolubilidad, grado de ionización en el plasma, unión a las proteínas, gradientes de pH y otros. Se ha demostrado que los antibióticos bésicos, con pK elevado, liposolubles y con baja unión a las proteínas, se concentran mejor en el líquido prostético de individuos sanos.

Los antibióticos betalactémicos (penicilina, cefalosporinas, imipenem, aztreonam) los amino- glucósidos (gentamicina, amikacina, netilmicina y otros) y los nitrofuranos (nitrofurantoína) son poco o nada solubles en lípidos. Por ello su utilidad se limita a los pacientes con prostatitis aguda, pero son inefectivos en los casos de las tetraciclinas, sólo alcanzan buena difusión en la próstata la doxiciclina y la minociclina (60 % de los niveles plasméticos). Lamentablemente, su eficacia contra bacilos gramnegativos es muy variable, y nula contra gérmenes como Enterococcus faecalis y Pseudo- monas aeruginosa. Su reconocida actividad frente a Ureaplasma urealyticum, M. hominis y C trachomatis las hace drogas de elección en el tratamiento de la prostatitis bacteriana. Este último diagnóstico es frecuente, ya que son pocos las laboratorios que pueden identificar estos últimos microorganismos.

Los macrólidos (eritromicina, roxitromicina, claritromicina y azitromicina) se concentra en la próstata, por su gran liposolubilidad y pK bésico. Lamentablemente, sólo son eficaces en las prostatitis causadas por Ureaplasma, Mycoplasma y Chlamydia, y escasamente contra Enterococcus, Staphylococcus y E. coli.

El trimetoprim, solo o en combinación con sulfametoxazol, es capaz de alcanzar niveles significativos en la próstata, pero sólo logra la curación de los pacientes en la tercera parte de los casos8283. Otro tercio de los pacientes que recibe este tratamiento mejora y permanece asintomético durante el mismo, pero su sintomatología reaparece al suspenderlo. Finalmente, el otro tercio de los casos tratados son refractarios y sus síntomas persisten84.

Las quinolonas fluoradas que han aparecido en los últimos años han sido probadas como eficaces en tratamiento de la prostatitis, ya que son bases débiles, altamente liposolubles y con escasa unión a las proteínas85,86. Estas características determinan niveles en próstata por encima de las concentraciones inhibitorias mínimas (CIM) de la mayoría de los microorganismos mencionados. Las quinolonas que han sido probadas con mayor éxito son: cipro- floxacina, ofloxacina, enoxacina y perfloxacina, entre otras. No se ha definido la duración óptima del tratamiento, pero se recomienda que no sea inferior de 4 a 6 semanas. Con ciprofloxacina 500­750 mg cada 12 horas durante 30 días hemos obtenido éxito en el 87 % de los pacientes87.

La fosfomicina alcanza niveles terapéuticos en la gléndula prostética y puede ser útil en prostatitis bacteriana crónica producida por enterobacterias88.

En pacientes con infecciones recurrentes, la meta del tratamiento es mantenerlos asintométicos aunque persistan las bacterias en la próstata. Ello se logra administrando tratamiento supresivo por períodos de tres a seis meses con pequeñas dosis diarias (la mitad o la cuarta parte de las dosis terapéutica) de penicilinas, tetraciclinas, sulfametoxazol-trime- toprim, nitrofurantoína, entre otros antimicrobianos. Se recomienda alternar estos medicamentos, para evitar la aparición de bacterias resistentes. En ocasiones seré necesario indicar el tratamiento durante tres o més meses con dosis terapéuticas.

Los porcentajes de éxito del tratamiento varían con el período de observación y seguimiento de los pacientes. El fracaso obtenido por muchos médicos es consecuencia del tratamiento con drogas inapropiadas y por períodos de tiempo muy cortos.

Los pacientes con prostatitis no bacteriana y prostatodinia presentan síntomas similares a los descritos para la prostatitis crónica bacteriana, pero no se puede demostrar en ellos la existencia de infección mediante las técnicas de localización descritas anteriormente58. Generalmente se presentan dolores o molestias, continuas o intermitentes, en región perineal, suprapúbica o infrapúbica, inguinal o escrotal. A veces el paciente presenta disuria o polaquiuria y molestias relacionadas con la eyaculación.

Para diferenciar prostatis no bacteriana de prostatodinia, se debe practicar la técnica de localización de Meares y Stamey, pero investigando la presencia de leucocitos en el líquido prostético. En la prostatitis no bacteriana se encuentran 12 o más leucocitos en el líquido prostético, mientras que en las prostatodinia no se encuentran evidencias de inflamación. No se han podido encontrar las verdaderas causas de estos síndromes, a pesar de investigar la presencia de gérmenes como N. gonorrhoeae, C. trachomatis. U. urealyticum, M. hominis, Trichonomas vaginalis, bacterias anaeróbicas, hongos y virus8990. Otros investi­gadores han atribuido estos síndromes a C. trachomatis91 o a U. urealyticum92'94, pero sus conclusiones han sido cuestionadas por otros5795. Numerosos estudios sugieren que la prostatitis no bacteriana no es una enfermedad infecciosa. Se ha querido proponer relación entre esta patología y las prostaglandinas, fenómeno de autoinmunidad, anormalidades psicológicas, alteraciones neuro- musculares en el cuello vesical o del diafragma urogenital y alergias a productos del medio ambiente. No existe tratamiento satisfactorio para los pacientes con prostatitis no bacteriana o prostatodinia. El tratamiento empírico con antimicrobianos puede intentarse cuando aparecen las primeras manifes­taciones clínicas, pero generalmente resulta infructuoso.

Abscesos prostáticos

Las abscesos prostáticos pueden complicar rara vez una prostatitis aguda82 o ser la consecuencia del reflujo de orina cargada de gérmenes debido a una obstrucción de uretra o de vejiga. Generalmente aparecen en pacientes diabéticos, inmunocompro- metidos o en quienes no hayan recibido un tratamiento adecuado de su prostatitis aguda. Actualmente se sabe que tales abscesos pueden aparecer después de una instrumentación diagnóstica o terapéutica. En estos casos, son las enterobacterias. Pseudomonas aeruginosa y Enterococcus faecalis los responsables más frecuentes.

La próstata puede ser invadida por vía hema- tógena, hecho particularmente cierto en los abscesos ocasionados por S. aureus. Se ha demostrado la existencia de abscesos prostáticos por bacterias anaeróbicas obligadas, Cryptococcus neoformans, Coccidioides inmitis y otras levaduras.

La presencia de obstrucción urinaria como manifestación predominante hace sospechar absceso prostático. Puede palparse una zona fluctuante en la próstata, que permite sospechar su existencia. Clínicamente puede presentarse como un cuadro de prostatitis aguda.

Se deberían emplear técnicas como tomografía axial computarizada (TAC), la ultrasonografía y la resonancia magnética nuclear para localizar los abscesos prostáticos. Las punciones transperineales guiadas por algunos de estos procedimientos son de gran utilidad para el diagnóstico etiológico y el alivio terapéutico. En la mayoría de los casos, los abscesos se rompen espontáneamente, pero si ello no ocurre se debe proceder a su evacuación y drenaje por vía transuretral, y ocasionalmente será necesaria la resección de la próstata por esta misma vía. Los antimicrobianos se deben administrar en la misma forma sañalada para la prostatitis aguda.

La llamada prostatitis granulomatosa es asinto- mática o se presenta con manifestaciones clínicas similares a la prostatitis crónica, pero la próstata se presenta agrandada, nodular e indurada. En dos tercios de los pacientes se puede evidenciar la presencia de bacteriuria. Dedido a la similitud con un carcinoma prostático, se deberá practicar la punción-biopsia, guiada por imágenes o cistoscopia. El examen histopatológico revela abundantes granulomas que contienen plasmocitos, histiocitos cargados de lípidos y células gigantes, y los ácinos se muestran invadidos por células inflamatorias y muy frecuentemente por eosinófilos. Ello sugiere que la prostatitis granulomatosa sea una forma de resolución de la prostatitis aguda96,97, en la que participan mecanimos de hipersensibilidad. La presencia de células gigantes, tipo Langhans, y necrosis caseosa permiten sospechar infección por Mycobacterium tuberculosis u otra micobacteria98.

Se han descrito casos de prostatitis granulomatosa asociada a micosis profundas como blastomicosis99, coccidioidomicosis100, criptococosis101 y paracocci- dioidomicosis 02. La literatura médica ha informado de casos de prostatitis granulomatosa debida a actinomicosis, candidiasis, brucellosis, sífilis y herpes zóster del sacro96. Debido a la similitud entre esta condición clínica y el carcinoma de próstata, la biopsia es de gran valor diferencial y debe enfatizarse la necesidad de practicar coloraciones especiales para descubrir la presencia de alguno de estos microorganismos. Los antibióticos son útiles cuando se comprueba la asociación con bacteriuria, pero generalmente son procesos que se resuelven esponténeamente.

La vesiculitis es una inflamación de las vesículas seminales, pero su diagnóstico no esté al alcance de un examen clínico. Se sabe que el 50-60 % del volumen del semen eyaculado se aloja en ella, y quizas sólo la hemospermia asintomética puede sugerir su compromiso en un proceso infeccioso. C. trachomatis es el germen responsable més frecuentemente implicado. La disminución de la fructuosa en el semen puede ser un hallazgo indirecto de vesiculitis en una complicación de una uretritis o de una prostatitis. Por esta razón, estos dos procesos debe ser evaluados con precisión.

Epididimitis

El término epididimitis se usa para definir cualquier reacción inflamatoria del epidídimo ante cualquier agresión infecciosa o traumética. Es una dolencia muy frecuente en la población militar (20 % de las admisiones urológicas en este tipo de población). Puede comenzar el hinchamiento escrotal en forma brusca o gradual, acompañado de manifestaciones de irritación uretro-vesical y, ocasionalmente, de secreción uretral104.

Siempre se descubren antecedentes de patología genitourinaria previa o de una relación sexual potencialmente infectante. En pacientes hospitalizados, la epididimitis puede surgir después de instrumentación urológica; inicialmente se observa inflamación total o parcial del epidídimo, con eritema del escroto suprayacente. El proceso inflamatorio puede comprometer el tejido testicular y transformarse en una orquiepididimitis, en la que el epidídimo se confunde dentro de la masa inflamatoria. Generalmente se encuentra un hidrocele en el escroto, debido a la acumulación del líquido inflamatorio entre las capas de la túnica vaginalis.

La epididimitis pueden ser clasificada en dos grupos epidedimitis bacteriana inespecífica y epididimitis transmitida sexualmente.

La epididimitis bacteriana inespecífica es causada en mayores de 35 años de edad por Enterobacterias (Escherichia coli, Prosteus mirabilis y otras) y Pseudomonas aeruginosa, en las dos terceras partes de los casos1115. Staphylococcus aureus y otros cocos grampositivos fueron més frecuentes en otras series1'’6. La mayoría de los pacientes tiene alguna patología subyacente en el aparato urinario o han sido recientemente sometidos a cirugías o explo­ración urológica en las últimas semanas o meses1115. Otro factor predisponente de la epididimitis bacteriana es la presencia de prostatitis aguda o crónica.

Las complicaciones de la epididimitis bacteriana son: bacteriemia durante el proceso agudo o abscesos escrotales, infartos testiculares, piocele, drenaje crónico por fístulas escrotales, epididimitis crónica e infertilidad. La tuberculosis del epidídimo surge después del ataque del Mycobacterium tuberculosis a la próstata y vesículas seminales1117. El epidídimo adquiere aspectos arrosariado, por el agrandamiento del conducto deferente. Pueden evidenciarse lesiones fistulosas que drenan a través del escroto. Rara vez las micosis profundas invaden el epidídimo.

El tratamiento de la epididimitis bacteriana inespecífica debe ser iniciado con antimicrobianos que cubran el espectro de bacterias grampositivas y gramnegativas, hasta que se logre definir mediante cultivo el germen causante. El reposo y uso de analgésicos, suspensorios y frío local, contribuyen al alivio del paciente. A veces se requiere cirugía, para tratar algunas complicaciones en la fase aguda del proceso.

La epididimitis transmitida sexualmente son més frecuentes en varones menores de 35 años. Chlamydia trachomatis es el agente més frecuente de epididimitis transmitidas sexualmente (5G %),

seguida de Neisseria gonorrhoeae (6 %)1G8,1G9. La presencia de epididimitis por C. trachomatis coincide con uretritis por el mismo germen en un 4G % de los casos. Este germen es la bacteria mejor adaptada a los seres humanos, y pueden permanecer por largo tiempo produciendo infecciones asintométicas; de ahí que se ven casos de epididimitis después de i a

La epididimitis gonocócica surge como una complicación en el 16 % al 21 % de las uretritis gonocócicas110111 en menores de 35 años, pero sólo desmuestran secreción uretral en la mitad de los pacientes.

Los pacientes con epididimitis sexualmente no tiene patología genetourinaria previa. Al sospechar su existencia, el médico debe investigar la presencia

de C. trachomatis y N. gonorrhoeae en la uretra.

El tratamiento depende del agente identificado. Dosis únicas de penicilina G procaínica, amoxicilina, espectinomicina, ceftriaxona o una quinolona oral en el caso de infección por gonococo, y tetraciclinas por 10 días en el caso de C. trachomatis. Se debe diagnosticar y tratar a la(s) compañera(s) sexual(es) del paciente, para evitar la reinfección. Las complicaciones de la epididimitis transmitidas sexualmente son: abscesos, infarto testicular, epidedimitis crónica e infertilidad103.

La deferentitis, inflamación de los conductos deferentes, pueden producir estenosis de los mismos y dilatación pre-obstructiva del epidídimo, que desaparece al curar el proceso o, de lo contrario, sólo la cirugía puede corregir el problema.

Orquitis

La orquitis es la inflamación de los testículos, la cual, ocasionalmente, puede conducir a su atrofia y, en grado variable a la infertilidad.

Eventualmente puede ocurrir orquitis hemató- gena, pero por norma general son secundarias a una epididimitis. Es una patología poco frecuente.

Las parotiditis o paperas pueden complicarse con orquitis en el 20 % de los pacientes que la sufren después de la pubertad, pero es una complicación rara durante la infancia112. A los 4 a 6 días de la enfermedad puede aparecer el compromiso testicular, que generalmente es unilateral. En el curso de los diez días siguientes puede aparecer el compromiso del lado contralateral. La afección se resuelve espontáneamente en 5 a 6 días en la mayoría de los casos, pero en casos severos puede durar de tres a cuatro semanas.

Actualmente se considera que la infertilidad es una complicación poco frecuente de la orquitis por parotiditis113, a pesar de haberse demostrado que en el 50 % de los casos se presenta algún grado de atrofia en los testículos afectados. Los virus Cocksakie B producen una orquitis clínica e histológicamente indiferenciable de la producida por el virus de la parotiditis.

Las orquitis bacterianas primarias son excep­cionales. Las orquitis piógenas son producidas por diseminación de una epididimitis, y se presenta como orquiepididimitis y, en consecuencia, los agentes bacterianos más frecuentemente implicados son: Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas aeruginosa, Staphylococcus sp. y Streptococcus sp.

En los casos de epididimitis transmitidas sexualmente, C. trachomatis y N. gonorrhoeae comprometen el tejido testicular sólo por conti­güidad, pero nunca aisladamente. Ocasionalmente, las orquitis son producidas por la diseminación hematógena de cualquier patógeno bacteriano.

Las orquititis bacterianas se presentan con signos de inflamación del testículo afectado, e intenso dolor irradiado al canal inguinal, además, se puede presentar fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos y malestar general. Al examen se descubre hidrocele agudo cubierto por un escroto eritematoso y edematoso. La orquitis bacteriana puede complicarse con infarto agudo testicular, formación de abscesos y piocele del escroto, todo lo cual requiere de tratamiento quirúrgico en la mayoría de los casos. Los casos raros de tuberculosis o micosis profundas de los testículos son producidos por diseminación o por contigüidad de una infección epididimaria propiamente dicha103.

El diagnóstico etiológico de las infecciones de las vesículas seminales, los conductos deferentes, el epidídimo y los testículos pueden lograrse mediante el estudio microbiológico del semen o por biopsia de los tejidos inflamados cuando ello sea posible. El tratamiento de la orquitis bacteriana es similar al mencionado para la epididimitis.

Infeciones urinarias

Las infecciones del aparato urinario son las infecciones bacterianas más frecuentes en el ser humano. En el primer año de la vida son más comunes en el sexo masculino, asociada a una mayor frecuencia de anormalidades congénitas en los varones114115. Después, hasta los 50 años, la frecuencia es muy superior en las mujeres: 10 veces más en las pre-escolares, 30 veces más en las escolares y 50 veces más en las de edad reproductiva de la vida. En los ancianos la proporción de mujeres y hombres es similar. Las infecciones urinarias son menos frecuentes en hombres, y su aparición está generalmente relacionada con infección aguda o crónica de la glándula prostática103.

Las enterobacterias (Echerichia coli, Enterobater aerogentes, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis y otros), además de Staphylococcus saprophyticus, Staphylococcus aureus y Enterococcus faecalis son los microorganismos más frecuentemente productores de bacteriuria y, en consecuencia, de infecciones del aparato urinario116.

Las bacterias mencionadas forman parte de la flora normal del intestino humano, de la piel o de la mucosa uretral o vaginal. En una primera etapa, después de atravesar el enfínter uretral y colonizar la mucosa vesical, se reproducen en la luz de la vejiga, muy especialmente cuando existen problemas anatómicos o funcionales que impidan su vaciamiento total durante la micción. Ello conduce a la aparición de bacteriuria. Los gérmenes pueden permanecer en esta condición durante meses y años, sin que aparezcan signos o síntomas de infección (bacteriuria asintomática).

En ocasiones, el germen, puede atacar la mucosa vesical y/o uretral y aparecer manifestaciones de cistitis. En otros casos, el ascenso de los gérmenes hasta los riñones a través de los uréteres y la pelvis renal conduce a infección de estos órganos o a una pielonefritis.

En el varón, sólo la hipertrofia de la glándula prostática, después de los 50 años, representa un factor predisponente de este tipo de infecciones. Ya nos referimos ampliamente a la prostatitis como patología condicionante de epididimitis, orquie- pidemitis, cistitis y pielonefritis. Las infecciones urinarias del varón son frecuentes en ancianos, por la hiperplasia prostática, y en los niños con uropatías congénitas.

Bacteriospermia asintomática

Las bacteriospermia asintomática constituye un importante problema, que puede explicar muchos de los casos de infertilidad masculina.

Se trata de una colonización o infección de las vías seminales, producidas por bacterias diversas, que generalmente se encuentran formando parte de la flora habitual de la uretra anterior, del recto y del periné117. Muchas son las bacterias aerobias y anaerobias que colonizan las vías seminales. Debe diferenciarse bacteriospermia asintomática de la contaminación del semen con flora de la uretra. También es diferente de los procesos de prostatitis bacteriana que obviamente contaminan el semen con las bacterias que infectan la glándula prostática. La bacteriospermia asintomática sólo aparece después de las primeras experiencias sexuales del varón. El 10-15 % de los varones tienen bacteriospermia asintomática, lo que parece ser debido a la falta de próstata para destruir bacterias colonizantes. La detección de la bacteriospermia debe realizarse después de 5 días de abstinencia sexual. La presencia en el semen de más de 1 000 UFC por mL, hace el diagnóstico. Si este dato se asocia con la presencia de más de 2 x 106 glóbulos blancos por mL de semen, se puede concluir que existe bacteriospermia e infección y, si a su vez ello se asocia a la demostración de anticuerpos ligados a la superficie de estas bacterias, se hace indiscutible la participación del agente identificado como causante de una infección, sintomática o asintomática119120.

En los pacientes con bacteriospermia asinto- mática el tratamiento debe prolongarse hasta que el semen se haya normalizado o hasta que la compañera haya logrado el embarazo. Ello implica el trata­miento por 3-6 meses o más, según las circuntancias. Con dosis pequeñas diarias de antimicrobianos efectivos se logra controlar la bacteriospermia y es aconsejable elegir la droga más apropiada mediante la realización de un estudio microbiológico integral del aparato urogenital, que permita conocer el o los agentes implicados y, cuando esté indicado, la susceptibilidad a los antimicrobianos.

Existen pruebas in vitro sobre el papel deletéreo de los microorganimos sobre los espermatozoides. Se ha demostrado la interferencia funcional de estas células cuando se las pone en contacto directo con tricomonas, virus y bacterias o sus toxinas. Se ha demostrado que los espermatozoides pueden adherir gonococos, clamidias, micoplasma u otros agentes y transportarlos hasta las trompas de Falopio121122.

Las investigaciones sobre el papel de la infección en la infertilidad son cada día más numerosas. Los médicos deben lograr mayor precisión diagnóstica de estos procesos y los laboratorios deben ampliar sus recursos, para acercarse más a las exigencias de estos adelantos. Una interpretación errónea de hallazgos microbiológicos en un paciente infértil conduce a tratamientos innecesarios, efectos secundarios indeseables y, lo más grave, pérdida de tiempo y dinero para el paciente, con la consecuente frustración en las aspiraciones del especialista y la desilusión de la pareja involucrada.

Infección como causa de infertilidad masculina

Se estima que las infecciones del aparato genital masculino son responsables del 10 % de las causas de infertilidad de la pareja, ya sea que se detecte sólo el factor masculino (8,4 %) o si se detecta en ambos miembros de la pareja (9,6 %)1. Algunos autores consideran que la infección prostática es responsable del 5 % al 20 % de los casos de infer­tilidad masculina no obstructiva, y su mecanismo no se conoce completamente123. En la infección prostática se observan modificaciones de la esperma (astenospermia, aglutinación de espermatozoides, oligospermia y necrospermia). Se ha demostrado experimentalmente que el comportamiento alterado de los espermatozoides se debe más a la concen­tración de bacterias que a las endotoxinas liberadas por ellas (10 de Farin). Una concentración de 102­104 de E. coli disminuye la movilidad de los epermatozoides, pero 107 o más causan su aglutinación123 124.

El mecanimo de otros microorganismos en la génesis de infertilidad cae en el terreno de las especulaciones. Se ha demostrado la capacidad de adherencia que tiene C. trachomatis, U. urealyticum y M. hominis con los espermatozoides. Este interesante fenómeno puede ocurrir en infecciones clínicas o subclínicas de uretra, próstata, vesículas seminales, conductos deferentes, epidídimo o testículo, pero también en infecciones del cuello uterino de la compañera sexual.

La esterilidad masculina de origen infeccioso puede ser consecuencia del proceso inflamatorio propiamente dicho o sus secuelas, o por la presencia de los mismos, que modifican las vitales condiciones bioquímicas requeridas por espermatozoides para lograr la fecundación. El tratamiento adecuado del paciente con prostatitis logra la mejoría definitiva del esperma entre el 25 % y el 30 % de los casos125 126. Por todo lo señalado, debe concluirse que en el plan de exploración de la pareja infértil debe realizarse una investigación microbiológica integral de ambos miembros. Esta investigación no puede limitarse al cultivo del semen o del moco cervical o secreción vaginal. Requiere de un esfuerzo coordinado del médico y el laboratorio de microbiología. Este último deberá investigar todos los gérmenes relacionados con las infecciones urogenitales de ambos sexos y de los gérmenes específicos relacionados con la infertilidad de la pareja.

El tratamiento de las infecciones que compro­meten la infertilidad masculina depende del órgano infectado y del agente causal. Las enfermedades de transmisión sexual deben tratarse en forma adecuada y oportuna. En los pacientes con prostatitis, generalmente se usa la combinación sulfametoxazol- trimetoprim, eritromicina, teraciclínicas o quinolo- nas drogas que pueden concentrarse en la próstata y alcanzar concentraciones inhibitorias adecuadas. La prostatitis crónica debe tratarse durante 1 a seis meses según cada caso la bacteriospermia sinto­mática debe ser explorada con una técnica rigurosa, para indicar un tratamiento con dosis pequeñas de antimicrobianos efectivos durante períodos largos de tiempo (3 a 6 meses) o hasta que se logre el embarazo.

Infertilidad masculina idiopática e infección

Hemos discutido ampliamente las secuelas de las infecciones causadas por gonococos y clamidias que producen obstrucción en epidídimo, conductos deferentes vesículas seminales y uretra, además de los procesos de orquitis que pueden conducir a la atrofia testicular1.

Mucho se ha comentado el rol de la infección en la infertilidad idiopática del varón. Asimismo se ha demostrado ampliamente una relación significativa entre la presencia de un elevado número de leucocitos en líquido prostático y semen en hombres infértiles y con anormalidades en el espermograma. No se conoce bien el mecanismo mediante el cual se produce esta respuesta inflamatoria (por infección u otra condición diferente) y su relación con alteraciones de la función espermática. Se ha descrito una relación negativa entre el número de leucocitos PMN y la concentración y movilidad de los espermatozoides127.

Se requiere de estudios bien controlados para evaluar la presencia de piospermia y su relación con la infertilidad masculina. Hemos discutido el papel de la prostatitis crónica como condicionadora de infertilidad. Ha sido demostrado el efecto de E. coli. En el deterioro de la función de los esperma­tozoides127.

Los casos designados en el pasado como prostatitis idiopática, en la actualidad se clasifican como prostatitis no bacteriana o son las causadas por microplasma o clamidias. Se les ha incriminado como causa de infertilidad128.

Ureaplasma urealyticum ha sido ampliamente relacionado con infertilidad, pero los estudios han quedado inconclusos. Este microorganismo ha sido implicado como agente de uretritis no gonocócica y prostatitis en pacientes quienes, al ser tratados con antibióticos específicamente efectivos, desaparece la afección y se recuperó la fertilidad. Hasta la fecha no existen pruebas de que los agentes infec­ciosos descritos hasta ahora comprometen la capacidad de penetración o fencundación de los espermatozoides, pero deberán realizarce investi­gaciones más numerosas, que demuestren el rol de la infección en la infertilidad masculina.

Se ha señalado que la presencia de auto- anticuerpos contra los espermatozoides puedan ser inducidos por antigenicidad cruzada entre bacterias y espermatozoides o son la consecuencia de la injuria sufrida por el tejido testicular frente a causas de naturaleza infecciosa o traumática129 130. Se piensa que las infecciones del epidídimo y de la próstata pueden inducir la formación de anticuerpos contra los espermatozoides131. Los espermatozoides pueden activar el complemento y la quimiotaxis mediante la generación de fracción C5a. En la próstata se pueden sintetizar sustancias inhibidoras del complemento que la hace vulnerable a la infección132, pero todos estos factores deben ser evaluados en el futuro.

En resumen, la infertilidad idiopática se asocia con anormalidades de la capacidad de penetración de los espermatozoides y la presencia constante de lecucocitos PMN en el semen, que sugiere la presencia de un proceso inflamatorio (infeccioso o no) en algún nivel del aparato genitourinario. El posible rol de los agentes infecciosos, tanto de los asociados con ETS como los colonizadores habituales de estas vías, requiere ser demostrado por equipos multidisciplinarios de investigación epidemiólogos, urólogos, ginecólogos, andrólogos y microbiólogos.

Uso de antibióticos e infertilidad masculina

Durante muchos años se han investigado los peligros potenciales de los antimicrobianos sobre la espermatogénesis, y para ello se ha empleado animales de laboratorio y se han realizado obser­vaciones en humanos que son tratados con estas sustancias. Muchas preguntas todavía esperan por respuesta: ¿Qué nivel del proceso de espermatogé­nesis se ve afectado por el uso de antimicrobianos? ¿Depende este daño del tipo de drogas usadas? ¿Hay relación entre el posible daño y el mecanismo de acción antimicrobiana? ¿Son esos potenciales efectos tóxicos causados durante la administración de las drogas o dejan secuelas permanentes? La mayoría de los grupos de antimicrobianos han sido evaluados experimentalmente: betalactémicos, macrólidos, aminoglucósidos, tetraciclinas, sulfo- namidas, nitrofuranos, quinolonas y otros. Para cada uno de ellos se ha demostrado acción deletérea sobre la espermatogénesis o sobre la función de los espermatozoides en animales133-135.

Por todo lo señalado, parece sensato preferir el uso de drogas betalactémicas (penicilina, cefalos- porinas, imipenem y otras) y evitar el uso de tetraciclinas, macrólidos, sulfonamidas u otras drogas antimicrobianas que actúan sobre el genoma, la síntesis proteica o el metabolismo de las bacterias. Por supuesto, ello dependeré del tipo de infección y la susceptibilidad de los agentes causales. El temor a lesionar el proceso espermogénico no debe impedir el tratamiento adecuado de los pacientes con las drogas efectivas. Las complicaciones y secuelas de infecciones tratadas inadecuadamente son causas demostradas de infertilidad, mientras que la infertilidad por antimiocrobianos requiere de mayor número de investigaciones.

Inseminación artificial e infección

Muchos niños nacen en la actualidad gracias a la inseminación artificial con semen de donantes elegidos por sus características físicas, buena salud y ausencia de antecedentes de enfermedades hereditarias. Se ha demostrado que muchas mujeres inseminadas con semen de donantes y los recién nacidos han adquirido infecciones por C. trachomatis (coriamnionitis e infecciones del recién nacido), U. urealyticum (corioamnionitis, aborto y bajo peso al nacer), Herpes simples (abortos e infección del recién nacido), Citomegalovirus (infecciones congénitas y sus secuelas), virus de la hepatitis B (infección de la madre y del recién nacido) y otros agentes de transmisión sexual como virus de la inmuno- deficiencia humana (HIV). De ahí la necesidad de practicar estudios microbiológicos a los donantes de semen, con el fin de determinar la existencia de tales agentes infecciosos. De la misma manera, deben ser evaluadas las madres que serán inseminadas y los niños nacidos por este procedimiento136 137.

 

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El motivo principal de la popularización de la medicina alternativa prostática así como de la quimioprevención del cáncer prostático se debe principalmente al hecho de que las enfermedades prostáticas (benignas, inflamatorias y malignas) representan un problema de salud tanto en los países industrializados como en los que están en vías de desarrollo, como el nuestro Es el cáncer más común en los hombres con cifras alarmantes; las cifras norteamericanas indican 29 % del total de casos de cánceres recién descubiertos (180 400 casos) y un 13 % (31 900 casos) de muerte por cáncer en hombres. Según cifras de la División de Sistemas Estadísticos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social (MSDS), de la División de Oncología, Registro Central de Cáncer, Venezuela 1995, el cáncer prostático en Venezuela ocupa el primer lugar; tuvo una denuncia de 2 637 casos. Las tasas crudas (T.Cr), por 100 000 varones es de 23,97. Las tasas estandarizadas (T.Es), según la población mundial es de 44,93. La tasa Ac74 ( riesgo porcentual de morir de cáncer si se alcanzan los 74 años de edad), es de 5,43. El porcentaje del cáncer de próstata para el año 1995 era de 13,80. El cáncer de próstata viene en ascenso, como está sucediendo en todas partes del mundo, debido probablemente a una mejor pesquisa y detección del cáncer gracias al PSA, a los métodos ecosonográficos de alta resolu­ción y al mejor entendimiento de la epidemiología e historia natural de la enfermedad.

Por otro lado más del 50 % de los hombres mayores de 40 años tendrán episodios de prostatitis y la incidencia del crecimiento prostático benigno sintomatico (CPB) representa un motivo de consulta constante de los hombres mayores de 45 años.

Por todo lo mencionado se están buscando alternativas y estrategias para enfrentar estas entidades nosológicas prostáticas, en el aspecto preventivo así como para lograr una major calidad de vida.

LOS FACTORES DE RIESGO CONSIDERADOS PARA LA APLICACIÓN DE LA QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO SON: TENER MÁS DE

50      AÑOS, TENER UNA HISTORIA FAMILIAR POSITIVA PARA CÁNCER PROSTÁTICO, SER DE RAZA NEGRA (afroamericano), TENER CIFRAS DE TESTOSTERONA SÉRICA ELEVADAS, CONSUMIR DIETAS RICAS EN GRASAS ANIMALES, PROVENIR DE POBLACIONES GEOGRÁFICAMENTE RIES­GOSAS (CANADÁ, NOROESTE EUROPEO), TENER SÍNDROMES RECURRENTES DE PROSTATITIS, TENER POLIMORFISMO GENÉTICO, TENER PIN DE ALTO GRADO EN BIOPSIAS PROSTÁTICAS PREVIAS, TENER PSA ALTO SIN CONFIRMACIÓN HISTÓLIGICA (Kelloff-Urology 57(4A): 46-51, 2001- POTENZIANI ENFERMEDADES PROSTÁTICAS Ed. Ateproca 2001)

DEFINICIÓN DE SUPLEMENTO NUTRI­CIONAL PROSTÁTICO (SNP)

“Se entiende como suplemento nutricional prostático la suplementación nutricional con agentes contenidos en los alimentos, raíces o plantas, que provocan no sólo la prevención de enfermedades neoproliferativas en la glándula prostática sino que también producen una disminución marcada en el crecimiento “natural” de dicha glándula por la edad y la función hormonal normal masculina, con afectación de la relación proliferación-apoptosis, donde veremos menos proliferación celular y más apoptosis o muerte celular programada, lo que lleva a un enlentecimiento o detención del crecimiento volumétrico de la próstata y también provocan el mejoramiento de estados inflamatorios prostáticos crónicos (síndromes de prostatitis), todo esto conduce a una mejoría sintomática del paciente y con ello se mejora notablemente su calidad de vida (QoL)”

LA QUIMIOPREVENCIÓN ES AL CÁNCER LO QUE EL SUPLEMENTO NUTRICIONAL PROSTÁTICO ES AL BUEN FUNCIONAMIENTO DE LA GLÁNDULA PROSTÁTICA, ADEMÁS DE EVITAR EL CRE­CIMIENTO (proliferación) PROSTÁTICO TANTO BENIGNO COMO MALIGNO, AL AFECTAR EL ÍNDICE PROLIFERACIÓN-APOPTÓSIS. LOS AGENTES UTILIZADOS SON LOS MISMOS PERO EL CONCEPTO Y LOS OBJETIVOS CAMBIAN.

DEFINICIÓN DE QUIMIOPREVENCIÓN CÁNCER PROSTÁTICO (QPCP)

“Es la administración de agentes para prevenir, inhibir o retardar la progresión del cáncer prostática, o también la utilización de agentes químicos naturales o sintéticos, para prevenir la inducción del cáncer e inhibir el desarrollo de neoplasia preinvasiva o invasiva y con ello su progresión o en pacientes con cáncer, previo a su progresión local o a distancia (metástasis) con el objetivo de detener, o enlentecer el proceso carcinogenético, sobre todo en poblaciones de alto riesgo para el desarrollo de cáncer prostático”

Kelloff y colaboradores la definen como: la administración de agentes (fármacos, agentes bioló­gicos, y nutrientes) para prevenir la inducción o inhibir o retardar la progresión del cáncer (Urology 57(4A): 46-51, 2001).

La quimioprevención desarrolla su efecto inhibi­torio en los diferentes estadios de la carcinogénesis (iniciación, promoción, progresión)

La carcinogénesis tiene tres fases que son inicia­ción, promoción y progresión.

Iniciación: Daño o agresión directa al ADN, por los factores carcinogenéticos.

Promoción: Período que va desde la iniciación, hasta el desarrollo de lesiones premalignas en el tejido afectado.

Progresión: Período que va desde las lesiones premalignas ya desarrolladas, hasta el desarrollo de un cáncer evidente.

La quimioprevención del cáncer prostático, así como el suplemento nutricional prostático (SNP) han salido de la especulación empírica y están basados en numerosos trabajos de investigación que se han realizado y se siguen realizando en los principales hospitales del mundo entero. El término suplemento nutricional prostático se ha hecho popular y ha tenido el respaldo masivo de los pacientes del mundo entero, debido que a todo el mundo le interesa evitar enfermedades de tipo canceroso, sobre todo el cáncer prostático en el varón que tiene una alta incidencia, así como el crecimiento prostático sintomático que altera desfavorablemente la calidad de la vida diaria del paciente.

Los objetivos de la quimioprevención en relación al cáncer prostático como la inhibición de los carcinógenos, su aplicabilidad en personas de alto riesgo (pacientes de raza negra, pacientes con antecedentes familiares directos de cáncer prostático (herencia, pacientes con PIN de alto grado, paciente con PSA elevados y con biopsias prostáticas negativas para cáncer), su aplicabilidad en pacientes con lesiones precancerosas o precursoras del cáncer prostático (PIN) y la implementacion de hábitos alimentarios adecuados para prevenir enfermedades cancerosas prostáticas, pueden hoy día ser fácilmente implementados, ayudado también por el auge que ha tenido la medicina alternativa en los comienzos del siglo XXI.

Aspectos como la prevención del daño oxidativo del ADN necesario para combatir la progresión del tumor, además de la inhibición de la proliferación celular o la promoción de la apoptosis para el control del crecimiento y progresión del cáncer prostático y del crecimiento benigno de la glándula prostática será definido completamente en los próximos años y por supuesto tendrá una gran repercusión en el enfoque terapéutico y preventivo de pacientes con esta enfermedad.

Una condición “sine qua non” de la quimiopre- vención, así como del suplemento nutricional prostático, es que sean eficaces, seguros, sobre todo cuando los administremos por muchos años y que se demuestre científicamente que poseen un mecanismo de acción cierto, basado en estudios de investigación, para que de esa manera se aleje la sombra de empirismo que los ha rodeado desde sus comienzos.

En Urology (57#4A April 2001) Lieberman y Nelson hacen una revisión de los trabajos de investigación que se están llevando a cabo en las estrategias para la prevención del cáncer prostático. Los agentes que se estudian y consideran para la prevención del cáncer prostático por la PUCRG (Grupo de investigación del cáncer prostático y urológico) de la DCP (División de la Prevención del Cáncer) promovidos por la NCI (Instituto Nacional del Cáncer) de los Estados Unidos de Norteamerica para llegar a un entendimiento y cooperación entre la NCI, la FDA, la Academia de Medicina, la industria farmacéutica y el público, en relación a la prevención del cáncer prostático, son los siguientes:

En el grupo de señalización de los esteroides sexuales tenemos el finasteride (inhibidores de la enzima 5-alfa reductasa, los antagonistas de los reptores androgénicos, es decir los antiandrógenos, y los moduladores selectivos de los receptores estrogénicos (SERM). En el grupo de los agentes que actúan en la diferenciación-proliferación celular tenemos los retinoides, los análogos de la vitamina D, y los inhibidores de la ornitina decarboxilasa (DFMO). En el grupo de los agentes que actúan sobre la angiogenesis tenemos los antagonistas de los receptores PDGF (factor de crecimiento derivado de las plaquetas), los antagonistas de los receptores VEGF (factor de crecimiento vascular endotelial), los antagonistas de los receptores FGF (factor de crecimiento fibroblastico), los inhibidores de la farnesil-proteína transferasa, y los inhibidores de la proteína-tirosina-quinasa (contenidas en las isoflavonas de la soya). En el grupo de los agentes asociados a la señalización del ácido araquidónico (proapoptosis) tenemos los inhibidores no selectivos de la ciclooxigenasa (AINES), los inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa 2 (Celecoxib), los inhibidores de la 5-lipooxigenasa, agentes antiinflamatorios como el R-flurbiprofen) y los modulares de la PPAR (receptores activados proliferación peroxisoma). En el grupo de la terapia genética tenemos principalmente las vacunas modificadas genéticamente. En el grupo de los factores de crecimiento tenemos los antagonistas de las endotelinas-1, los inhibidores de la matriz metaloproteinasa, los inhibidores del IGF-1 (factor de crecimiento tipo insulina), los inhibidores de la proteasa del PSA, y los glitazones (moduladores de la PPAR gamma). Por último ubicados en el grupo de agentes antioxidantes tenemos la vitamina E, el selenio, los carotenoides y los polifenoles del te verde.

Hemos querido nombrarlos porque son objeto de investigaciones en Estados Unidos de Norteamérica, pero desarrollaremos los que están más a nuestro alcance en el quehacer díario de nuestras vidas.

OBJETIVOS DE LA QUIMIOPREVENCIÓN PROSTÁTICA Y DEL SUPLEMENTO NUTRICIONAL PROSTÁTICO.

Los objetivos de la quimioprevención, así como del suplemento nutricional prostático (SNP) son los siguientes:

1.     Inhibición de los carcinógenos prostáticos

2.     Utilización en personas de alto riesgo para el desarrollo del cáncer prostático (antecedentes familiares-herencia, personas de raza negra y pacientes con PIN de alto grado, pacientes con PSA elevado y biopsias prostáticas negativas para cáncer)

3.     Utilización en personas de alto riesgo para el desarrollo de crecimiento prostático benigno sintomático (hijos de hombres que padecieron crecimiento prostático benigno sintomático)

4.     Utilización en pacientes con lesiones precan- cerosas prostáticas, como la neoplasia intra- epitelial prostática (PIN), y la hiperplasia adenomatosa atípica (HAA) entre otras.

5.     Implementación de hábitos alimentarios como parte de una estrategia preventiva y terapéutica para casos de cáncer prostático.

6.     Utilización en la detención de la historia natural del crecimiento prostático benigno sintomático o no-sintomático, al modificar el índice prolife- ración-apoptosis, bien sea aumentando el índice apoptósico o disminuyendo el índice proliferativo.

7.     Utilización en el tratamiento de los síntomas urinarios de vaciamiento vesical y de llenamiento vesical en pacientes con cáncer prostático y/o con crecimiento prostático benigno. Además de tener efectos quimiopreventivos, y terapéuticos en casos de cáncer ya desarrollado, disminuyen los síntomas urinarios generados por la obstrucción de la salida vesical producto o bien del crecimiento adenomatoso o bien por el crecimiento canceroso o bien por la hipertonía alfa-adrenérgica en el estroma prostático.

Uno de los principales objetivos de la División de la Prevención del Cáncer del Instituto Nacional de Cáncer (NCI) de Estados Unidos de Norteamérica es el desarrollo de los agentes quimiopreventivos.

En un trabajo de investigación llevado a cabo por el Departamento de Política y Manejo de Salud de la Escuela de Salud Pública de Harvard en Boston

Blendon y asociados y publicado en Archivos de Medicina Interna 2001;161:805-810 refiere que 48 % de los norteamericanos adultos toman vitaminas no indicadas medicamente, y suplementos dietéticos y minerales de manera regular. Un 16-18 % reporta la utilización suplementos dietéticos como la echinacea, el ginseng y aminoácidos entre otros. En el año 2000 las ventas de suplementos dietéticos fueron de 15,7 billones de dolares. Fitofármacos como la echinacea, el ginkgo biloba y el St Jonhn's wort sobrepasaron los 200 millones de dólares por cada producto y son tomados rutinariamente por millones de americanos (Blendon). Los pacientes refieren que no discuten la ingesta de suplemento nutricional con sus médicos que creen que su médico conoce poco e inclusive nada acerca de los productos en cuestión y llegan a referir que sienten que los beneficios sobre la salud de la medicina suple­mentaria son tan importantes que aunque saliera publicado en artículos cientificos que no producen efectos beneficiosos la seguirían tomando. Sin embargo, en el estudio previamente mencionado se concluye que les gustaría que la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) revise la seguridad de los productos de suplemento dietético antes de salir a la venta, y también les gustaría que sacaran del mercado aquellos productos en los que se demuestre inseguridad al tomarlos o inclusive que sean dañinos para la salud, por lo cual podemos ver que hay aspectos contradictorios en el público que toma este tipo de productos, pero lo que si no deja lugar a dudas es el incremento de su utilización por lo cual parte del objetivo del autor en escribir este capítulo es hacer llegar una información sana, depurada y revisada de los productos que en el área urológica son utilizados día a día en el quehacer médico.

¿SE PUEDE REDUCIR EL RIESGO DE

PADECER CÁNCER PROSTÁTICO?

¿TIENE ESTO BASES CIENTÍFICAS?

Thompson y el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos de Norteamérica desarrollan un estudio prospectivo en el Departamento del Centro Nacional para Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM) denominación norteame­ricana que engloba al Suplemento Nutricional Prostático (SNP)-Quimioprevención del Cáncer Prostático, donde refieren que por los momentos creen difícil que se pueda prevenir el cáncer prostático con estos agentes y que ellos recomiendan básicamente una dieta baja en grasas, ejercicio físico,

Sin embargo, la posibilidad de que podamos evitar el desarrollo de cáncer prostático se está desarrollando desde hace 30 años. El estudio de poblaciones de inmigrantes en los países de adopción en casos de cáncer de colon, recto, mama, o el cáncer prostático explicaría la posible existencia de factores del medio ambiente, así como hábitos o costumbres determinadas, o factores relacionados con la dieta diaria (factores nutricionales), como explicación del desarrollo del cáncer.

SI  EXISTEN FACTORES QUE INCRE-MENTAN EL RIESGO DE PADECER CÁNCER EN UN DETERMINADO PACIENTE, EVITAR DICHOS FACTORES DEBERÍA DISMINUIR O EVITAR DICHO RIESGO.

FACTORES COMO HÁBITOS TABÁQUICOS, CAFEÍCOS Y ALCOHÓLICOS, ESTÁN ASOCIADOS ESTADÍSTICAMENTE A UNA MAYOR INCIDENCIA DE CÁNCER UROLÓGICO (urotelial, prostático) POR LO CUAL DEBEN IMPLEMENTARSE PLANES DE EDUCACIÓN SANITARIA DESDE LOS PRIMEROS NIVELES DE ENSEÑANZA PARA LOGRAR UNA SOCIEDAD MÁS SANA Y CON MENOS RIESGO DE ENFERMARSE.

Los hábitos cafeicos, tabáquicos y alcohólicos, deben combatirse con educación general de la población, a través de planes educativos que comiencen desde los niveles primarios de enseñanza, para poder revertir una costumbre dificil de erradicar en la mayoría de las personas. Se puede cultivar un rasgo social antitabáquico, antialcohólico anticafeico, que se puede lograr en años y con el esfuerzo de todos los estratos de la sociedad, desde la infancia hasta las edades adultas, es decir, trabajar en el modelo “no fumador-no tomador” como algo auténtico y saludable. Se debe incrementar la educación sanitaria al respecto en todos los niveles, que redundará en un sociedad más sana y con menos probabilidades de presentar patologías derivadas de dichos hábitos.

Debemos enseñar en nuestras escuelas que determinados hábitos (como el fumar cigarrillos) aumentan considerablemente el riesgo de tener disfunción eréctil, enfermedades vesicales y cáncer urotelial, además de estar la población fumadora en los primeros lugares en la incidencia de enfermedades tumorales (como el cáncer urotelial, y el cáncer prostático) este último no se ha podido demostrar definitivamente. En Estados Unidos de Norteamerica se menciona que diariamente 6 000 niños inician su hábito de fumar y que de ellos el 50 % se convertirá en fumadores adultos habituales. Esto se evitar al formar modelos no-fumadores en nuestra sociedad, primero en la familia y luego en el resto de los ambientes sociales donde crece un niño.

Sabemos que una dieta diaria “ideal”, debe contener vegetales abundantes, frutas, legumbres y un bajo consumo en carnes rojas, grasas saturadas, sal, azúcar y bajo en productos lácteos. Los carbohidratos se deben consumir en forma de granos completos y ricos en fibra. Las grasas consumidas deben ser de preferencia de origen vegetal.

La ingesta de alimentos grasosos, sobre todo de grasa animal está asociada a altos porcentajes de cáncer prostático. Esto puede deberse a un aumento en los metabolitos del ciclo del ácido araquidónico, imlicado también en el orígen del cáncer colónico, y en el aumento de los niveles androgénicos.

Denis (Denis L, Morton MS, Griffiths K. Diet and its Preventive Role in Prostatic Disease. Genetics and enviromental Factors in Prostate Cáncer Genesis. European Urology 1999,35:5-6:337-387), demostró que hombres vegetarianos tienen menor incidencia de cáncer prostático que hombres omnívoros.

Se debe evitar el sobrepeso (obesidad), a través de una buena actividad física que debe comenzar en la infancia. Se ha asociado el alto peso al nacer, con cáncer de próstata, aun cuando esto todavía no tiene confirmación definitiva, pero los resultados prelimi­nares, hacen pensar que el exceso de peso, aun en la vida adulta, puede ser uno de los factores precipitantes de la cascada de acontecimientos biológicos, que llevan al cáncer prostático. Estas medidas ayudan también en la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares, de enfermedades gastrointestinales y del sistema esquelético.

Es imprescindible conocer cada vez más, los factores beneficiosos que están a nuestro alcance en la dieta diaria, para poder “evitar o retardar al máximo” el riesgo de desarrollar una enfermedad cáncerosa. Las recomendaciones para eso, ya se están dando de manera sistemática en todos los centros de salud (privados o públicos) relacionados con patologías oncológicas.

Estas recomendaciones no son suficientes por sí solas; se necesitan otros aliados para prevenir el cáncer, ubicados en otros niveles, como las escuelas o centros de enseñanza, las universidades, los medios audiovisuales en toda su extensión e inclusive, los propios sitios de trabajo, a través de campañas de difusión e información y por supuesto, por cada uno de los médicos, de cualquier especialidad y que están en la obligación de dar recomendaciones y consejos a la población en general, para optimizar la salud del individuo y de dicha población.

La lucha contra con el cáncer, que inicialmente se combatía a nivel investigativo, con la búsqueda de adelantos terapéuticos que hicieran frente al cáncer cuando ya se había presentado la enfermedad, ha comenzado a combatirse en otros ámbitos como los factores del medio ambiente, los factores nutricionales, a través de una mejor comprensión de las noxas ambientales, alimentarias y existenciales, que a la postre mejorarán y optimizarán la prevención del cáncer de una manera general.

Michael Sporn (1976), decía : “La obsesión de curar la enfermedad ya una vez presente, bien sea en etapas tempranas o avanzadas, prácticamente encegueció a los investigadores, en su misión de buscar alternativas que ayuden al paciente, en lugar de prevenir el cáncer”. Agregaba, “el concepto que los pacientes con cáncer, eran considerados sanos, hasta que un médico les manifestara que eran portadores de una lesión cancerosa, no tenía ningún sentido”. Fueron palabras que se adelantaron 25 años, a lo que hoy está ocurriendo, con relación al tema de la quimioprevención del cáncer, que con los factores nutricionales, ambientales, factores moleculares y psicobiológicos, están cambiando el enfoque de las enfermedades neoplásicas y en general de todas las enfermedades.

¿Quién se hubiera imaginado, que aspectos tan poco valorados como las vitaminas y los oligoelementos, volverían al ser de actualidad en la terapéutica médica, o que aspectos en el modo de vivir (disipar el estrés, contacto con la naturaleza, distracciones naturales, búsqueda de un ocio productivo y saludable, entusiamo con hobbies determinados y una vida bastante espiritual), pueden ser tomados tan en cuenta, en relación a temas oncológicos.

¿Quién diría, que aspectos de la cultura asiática, entre los que se cuentan la meditación y en general la filosofía de vida de los asiáticos, tan en boga en los años 60, volverían a tener relevancia, con argumentos científicos que reconocen su valor?

Sin duda alguna, el mundo está cambiando. El objetivo de una vida “verdaderamente sana”, está tomando un sitial de primer orden, en la vida diaria de millones y millones de personas en el mundo entero. El ser humano ha entendido, que desde allí, parte una vida más agradable, más natural y sobre todo más saludable, que es lo que en este tema nos compete.

El trabajo de investigación “Prevention of chemical carcinogenesis by Vit A and its synthetic analogs (retinoids) Fed. Proc 1976; 35:1332-1338, marca un hito en el tema de la quimioprevención. Desde ese momento la palabra “Prevención” comenzó a utilizarse en el campo oncológico.

Aun cuando, en la actualidad este concepto se extiende, no sólo, para enlentecer la progresión del cáncer una vez instalado, también se está enfocando, en la verdadera prevención del cáncer, dando recomendaciones quimiopreventivas, a la población másculina en general, en edades desde los 40 años.

EL CÁNCER PROSTÁTICO ES IDEAL PARA UNA ESTRATEGIA QUIMIOPREVENTIVA POR SU ALTA PREVALENCIA, POR SU LARGO PERÍODO ENTRE LOS EVENTOS QUE DAN INICIO AL CÁNCER, POR EL MOMENTO EN QUE SE DESARROLLA LA ENFERMEDAD INVASIVA, POR SU LENTO PORCENTAJE DE CRECIMIENTO Y POR SU ALTA FRECUENCIA DE PATRONES HISTOLÓGICOS MEDIANAMENTE AGRESIVOS (Nelson PS, Gleason TP, Brawer MK. Chemoprevention to Prostatic intraepithelial neoplasia. European Urology 1996,30;2:269-278)

El cáncer epitelial invasivo (como el cáncer prostático), está considerado como la etapa final de un proceso extenso y muy complejo de carcinogenesis. Dicho proceso cuenta con numerosas etapas que a su vez comprometen una serie de alteraciones genéticas, y que interactuarán en varios niveles (intracelular, intercelular, mesenquimatoso- epitelial).

Se han descubierto varios tipos de alteraciones genéticas, como por ejemplo puntos de mutación, amplificaciones, borramientos y traslocaciones, las cuales llevan a lo que se denomina “evolución clonal de la población celular tumoral” (The clonal evolution of tumor cell populations Nowel 1976- Science 1976;194:23-28). Al producirse la mutación de las células, éstas no podrán estar, bajo los mecanismos de control del crecimiento normal y se produce una expansión o evolución clonal y llega a la celula tumoral y por lo tanto al cáncer prostático.

Para que un cáncer se desarrolle se requieren tres aspectos que son importantes, el primero, que las células “diana”, puedan potencialmente “prolife- rarse”, el segundo aspecto es que dichas células diana exhiban un patrón proliferativo y el tercer aspecto es que dichas células díana ya proliferadas, puedan ser sometidas a alteraciones genómicas que a su vez, puedan ser trasmitidas hereditariamente, como por ejemplo las mutaciones, punto fundamental en la génesis del cáncer prostático.

LA QUIMIOPREVENCIÓN TIENE SUS BASES FIRMES EN EL HECHO DE QUE LAS SECUENCIAS DE LA CARCINOGÉNESIS SON POTENCIALMENTE REVERSIBLES Y ADEMÁS LAS POSIBLES ALTERA­CIONES GENÉTICAS PUEDEN HOY DÍA SER DIAGNOSTICADAS A TRAVÉS DE TÉCNICAS AVANZADAS DE BIOLOGÍA MOLECULAR

Los agentes quimiopreventivos, actúan sobre las diferentes fases de la carcinogénesis, hay agentes que revierten la iniciación, agentes que bloquean o revierten la promoción y agentes que interfieren con la progresión. Estos agentes, pueden en la práctica diaria utilizarse combinados y sumar efectos positivos.

Otras clasificaciones agrupan estos agentes en aquellos que actúan bloqueando a los carcinógenos mutagénicos o aquellos que actúan bloqueando a los agentes antiproliferativos. Tenemos agentes que inhiben la iniciación e inducen enzimas que detoxifican los carcinógenos como los flavonoides, isotiocianatos, oltipraz. Agentes que actúan reduciendo la absorción de carcinógenos como por ejemplo las fibras. Agentes que inhiben la síntesis del ADN y la proliferación celular como el DFMO (difluorometilornitina), calcio y selenio. Agentes que tienen mecanismos múltiples de acción como el DFMO, el tamoxifeno y los inhibidores de la proteasa.

Greenwald, ex-Director de la División de Prevención del Cáncer del Instituto Nacional de Cáncer, (NCI) desde el año 1981 y consultante en el Instituto Memorial Sloan Kattering de Nueva York, habla de los “vegetales vitales” y hoy en día los fitofármacos representan una alternativa fácil, económica y de gran confiabilidad para casos de crecimiento prostático benigno sintomático, de síndromes de prostatitis y de casos con cáncer prostático.

Sabemos que los alimentos son fuente de muchos compuestos quimiopreventivos para combatir el cáncer prostático. Uno de los principales agentes quimiopreventivos que nos conseguimos en los alimentos son el grupo de los fitoestrógenos.

El auge y popularidad de la fitoterapia en el mundo es inobjetable. Más de un 30 % de los adultos en Estados Unidos de Norteamérica y me atrevería a decir que en el mundo entero y en todas las franjas de la población, utilizan productos derivados de las plantas, los cuales se están denominando terapia de suplemento nutricional.

Cada día es más importante que los médicos estemos instruídos en el uso de estos productos naturales, debido a que los pacientes nos pedirán información y debemos llevar nuestras experiencias clínicas al campo investigativo, para confirmar científicamente su utilidad. En los actuales momentos muchos organismos aseguradores de salud reembolsan el costo de este tipo de productos, debido al creciente y masivo uso del mismo por parte de la población.

¿ A qué se debe el auge de la fitoterapia- medicina alternativa?

1.    Es una alternativa de la medicina convencional que ha dado motivos para creer que ha mermado en sus éxitos logrados. Luce “natural y saludable” al lado de lo “artificial y elaborado” que luce la medicina convencional, sobre todo en lo referente a los productos terapéuticos (naturales vs. químicos)

2.     Fácil de obtener, puesto que su disponibilidad en automercados, farmacias, negocios de medicina natural, e inclusive por internet (www), lo hacen fácilmente adquirible, unido al hecho de que prácticamente no se describen efectos colaterales por lo cual el paciente siente un “control absoluto de la situación” que no lo tiene con las medicinas convencionales que como sabemos pueden tener efectos colaterales que contraindican su uso. Lo referido además de ser una ventaja, puede convertirse en una desventaja porque en la mayoría de las ocasiones los pacientes no están debidamente informados de los posibles efectos colaterales de la fitoterapia (que de hecho existen) y de las contraindicaciones de su utilización.

3.     Su utilización no requiere de récipes especiales y mucho menos de visitas médicas previas. Esto por supuesto también puede convertirse en una desventaja, al hacer abuso de las mismas, sobre todo al mezclar varios compuestos fitoterápicos.

4.     A los altos costos y los efectos colaterales de los

5.     A la gran proliferación de opciones terapéuticas para las enfermedades prostáticas (crecimiento prostático, cáncer y prostatitis), lo que lleva a buscar alternativas “naturales”.

¿ A qué factores puede deberse el rechazo para el uso de la fitoterapia-medicina alternativa?

Debemos aclarar que la reticencia a su utilización es básicamente en Estados Unidos de Norteamerica y en los países de la Comunidad Británica porque en el resto de América, en el resto de Europa, en el cercano y lejano Oriente, así como en el sudeste asiático su utilización data de miles de años. Pero a qué se debe el rechazo a su utilización por comunidades científicas como las mencionadas previamente.

1.     La eficacia y seguridad de la fitoterapia no ha sido sustanciada de manera masiva por trabajos de investigación aleatorios, doble ciego y en poblaciones comparando efectos placebos.

2.      Se están empezando a dar a conocer grupos de investigación con estudios preliminares que hacen hincapié en efectos o acciones farmacológicas, en los efectos colaterales (recientes evidencias sugieren que algunos agentes fitoterapéuticos, pueden inclusive ser peligrosos en dosis muy elevadas), las contraindicaciones precisas para su uso y en las dosificaciones más seguras recomendadas. A pesar que en Estados Unidos ya se han dado cuenta de la masiva utilización de la fitoterapia, y que han salida al mercado guías para su utilización (PDR for herbal medicine), todavía hay una atmósfera de empirismo que será difícil de disipar a corto plazo.

3 Grupos de investigadores refieren que la fito­terapia ocasiona “efectos o acciones farmaco­lógicas muy precisas” por lo cual dejan de ser agentes naturales para convertirse en productos terapéuticos “como los químicos” elaborados por compañías farmacéuticas. Esto es un punto de vista rebatible, ya que sabemos que la naturaleza ha sido y será la fuente de muchos productos hoy en día elaborados químicamente.

4.     Para evitar reclamos o demandas por su utiliza­ción con objetivos de tratamiento, curación o prevención, la Oficina de Suplemento Dietético y Educación Sanitaria de Estados Unidos de Norteamérica (DSHEA), permite que se etiqueten estos productos como suplementación dietética.

5.     La mayoría de los estudios de investigación llevados a cabo son abiertos, con falta de grupos- placebo de control y con conclusiones no definitivas y en ocasiones controversiales y dudosas.

6.     Es imprescindible realizar trabajos de inves­tigación prospectivos, aleatorios, controlados por grupos placebo, sobre todo en pacientes con crecimiento prostético benigno sintomático, ya que precisamente en este grupo se han mencionado cifras de hasta un 60-70 % de efecto placebo por la utilización de estos productos.

7.     En las denominadas fórmulas fitoterapéuticas muchas veces se desconocen los constituyentes de la misma, su mecanismo de acción, sus posibles efectos colaterales y su dosificación.

8.     No existen exigencias a las casas manufactoras de estos productos en cuanto a probar la eficacia del producto o asegurar su calidad antes de realizar el mercadeo y distribución del producto ocasionando poca motivación para la realización de estudios de investigación ya que no serán aprovechados. Parece que existe una motivación netamente comercial sin tener los basamentos de control de calidad y sobre todo de basamentos científicos de su utilidad y efectos clínicos precisos y bien demostrados. No hay estándares en la composición de dichos productos aumentando la reticencia de los grupos serios a su utilización. Los ingredients activos tienen una variabilidad tal que acrecienta la atmósfera de empirismo.

¿Cuándo no debe usarse la fitoterapia?

La única contraindicación absoluta es cuando el paciente tenga reacciones colaterales al uso de determinados productos fitoterapéuticos.

A pesar de que se aconseja no utilizar la fitoterapia en pacientes con síntomas urinarios prostáticos moderados o severos en los cuestionarios de síntomas (IPSS, AUAss, SPSP), o en próstatas con volumen por arriba de 30 gramos, o casos donde se haya hecho el diagnóstico de crecimiento prostático benigno sintomático, en la práctica diaria lo estamos utilizando como terapias combinadas en todas las eventualidades nombradas, en unión de bloqueantes alfa-adrenérgicos o inhibidores de la 5 alfa-reductasa o en pacientes que se le va a realizar o se les ha realizado cirugía prostática o un procedimiento mínimamente invasivo.

Es decir la fitoterapia la utilizamos como una terapia combinada con otras alternativas tera­péuticas. Inclusive han tenido gran aceptación en los síndromes de prostatitis, sobre todo en la variedad denominada prostatitis crónica no bacteriana sintomática ó síndrome de dolor urogenitoperineal en nuestra clasificación, denominada también prostatitis crónica-dolor piso pélvico.

Dentro de los fitoestrógenos tenemos tres grupos bien definidos, a saber: 1. Isoflavinoides, 2. Flavonoides, 3. Lignanos.

Los isoflavinoides (estrógenos vegetales débiles) están representados principalmente por la soya conteniendo daidzeina y genisteína.

Los flavonoides los conseguimos en frutas, vegetales y granos de cosecha (cereales), manzanas, cebollas y hojas de té verde. Los granos cereales contienen apigenina y kaemferol considerados los mayores flavonoides.

Los lignanos por otro lado los conseguimos en los cereales, granos, frutas, vegetales que dan origen a lignanos de los mamíferos como el enterodiol y la enterolactona. Sin embargo, la fuente más importante de lignanos la encontramos en la linaza y en el aceite de la semilla de linaza.

Los fitoestrógenos aparte de su actividad estro- génica interfieren con el metabolismo esteroideo, inhiben enzimas como la tirosina-quinasa y la topoisomerasa las cuales son cruciales en la proliferación celular (uno de los responsables del crecimiento benigno y maligno de la glándula prostática).

Se han investigado fitoquímicos, plantas con propiedades químicas, en estudios llevados a cabo principalmente por Watenberg de la Universidad de Minnesota entre otros, e incluyen vitamina A y sus análogos, vitamina C, vitamina E y los indoles, isotiocianatos, ditioltiones y compuestos organo- sulfurados.

Los ditioltiones son fuertes quimiopre-ventivos, encontrados en vegetales como el brocoli, el colifor y el repollo. El sulfurafane se encuntra en vegetales crucíferos y genera la producción de enzimas protectoras contra el cáncer por parte del organismo. El té verde presenta componentes como la catequina (EGCG) (epigallo-catequina-gallate) y epicatequina, moléculas biológicamente activas con lo cual se explica la baja incidencia de cáncer prostático en países altamente consumidores de té verde (como los países asiáticos).

Otro compuesto producido de manera sintética es el oltipraz, fármaco utilizado en la eschistoso- miasis, el cual induce la detoxificación carcino- genética a través de la vía del sistema de la citocromo P450, que estimula la reparación del ADN y facilita el atrapamiento nucleofílico de intermediarios reactivos. Inhibe la carcinogénesis inducida por la N-nitrosamina, que se consigue en el cigarro, por lo cual se puede utilizar como quimiopreventivo en pacientes fumadores habituales.

La genisteína y la daidzeína, son compuestos derivados de la soya, que parecen prevenir el cáncer por muchos mecanismos, entre los que se cuentan la inhibición de la angiogénesis, aspecto éste esencial en la formación de nuevos vasos sanguíneos, útiles para el crecimiento y diseminación de los tumores. Los extractos de té, contienen epigallocatechin gallate, que es un potente antioxidante.

La aplicación de la quimioprevención, está ya integrada a la práctica clínica diaria, en varios tipos de cáncer, donde ya se han obtenido resultados prometedores. Tal es el caso de las megadosis de vitaminas, en pacientes con cáncer superficial de vejiga (Vit A,Vit B6, Vit C y Vit E), para evitar su recurrencia, con buenos resultados clínicos.

En otros casos, como la leucoplasia oral, se sabe a ciencia cierta, la utilidad de los betacarotenos (13- cis acido retinoico) o con la hidroxifenilretinamida (4-HPR). Los betacarotenos han demostrado también su utilidad en el cáncer de cabeza y cuello. En los adenomas colorrectales, se ha utilizado con buenos resultados el sulindac, el cual reduce el tamaño y el número de dichos adenomas, al igual que se habla de la aspirina como potencial inhibidor de la carcinogénesis colónica. El uso de la vitamina C y de la vitamina E, así como de los betacarotenos no han demostrado en cambio, efectos beneficiosos en lo referente a los adenomas colorectales. En los casos de cáncer de piel y de lesiones premalignas de piel, así como sobre la queratosis actínica, lesion provocada, por la acción deletérea de los rayos ultravioletas, los retinoides tienen, sin duda alguna, efectos beneficiosos, tanto en presentaciones tópicas como en presentaciones sistémicas. En lo referente al cáncer de mama en la mujer, el tamoxifeno, utilizado como un agente quimiopreventivo, ha dado buenos resultados. En los diferentes trabajos de investigación, se ha encontrado que reduce la posibilidad de desarrollar cáncer de la glándula mamaria. Se han obtenido efectos beneficiosos, sobre todo en mujeres postmenopáusicas. En mujeres con displasia moderada, se han obtenido buenos resultados, con el uso de los retinoides, no así con mujeres portadoras de displasia severa.

En el cáncer de próstata, la vitamina C, actúa como un “limpiador” de radicales libres, con la inhibición de la transformación maligna y disminución de los cambios o daños cromosómicos provocados por los procesos carcinogenéticos. Tiene actividad antioxidante, antiaterogénica, anticarcinogénica, antihipertensiva, antiviral, antihistamínica, inmunomodulatoria, oftalmopro- tectora, y protege las vías aéreas (PDR for nutritional supplements First Ed 2001), ayuda a la detoxificación de metales pesados como el plomo, puede jugar un papel preventivo en ciertos desordenes crónicos degenerativos como la enfermedad cardíaca coronaria y el cáncer. Previene las cataratas y se ha comprobado que inhibe el crecimiento del Helicobacter pilori y por lo tanto tiene un efecto protector contra úlceras y carcinomas gástricos.

El 90 % de la vitamina C de la dieta viene de frutas y vegetales. La pimienta (verde dulce, pimientos rojos, y pimientos picantes rojos y chili verde son ricos en Vitamina C. Frutas cítricas, jugos, coles de bruselas, coliflor, palmito, col rizada, berza común, mostaza verde, espinacas, fresas, brocoli, nueces y granos contienen poca cantidad de vitamina C. La cocción de los alimentos arriba mencionados destruye la vitamina C. La Vitamina C puede actuar sinérgicamente con los flavonoides (flavonoides cítricos derivados del limón, naranja y toronja).

EL PERÍODO PREMALIGNO DEL CÁNCER PROSTÁTICO, PUEDE TOMAR MUCHO TIEMPO Y SI LO UNIMOS A UN PORCENTAJE DE PROGRESIÓN MUY LENTO Y A QUE SEA DETECTADO PRECOZ­MENTE, HACE QUE EL PAPEL DE LA QUIMIO- PREVENCIÓN EN CÁNCER PROSTÁTICO SE ACRECIENTE DE MANERA SIGNIFICATIVA Y PROMETEDORA, PUESTO QUE TENDRÁ MUCHO TIEMPO PARA EJERCER SUS EFECTOS BENE­FICIOSOS SOBRE EL CÁNCER PROSTÁTICO Y SOBRE LA CALIDAD DE VIDA DEL PACIENTE TRATADO.

Chodak (N Engl J Med), mencionaba que el “porcentaje de progresión” en el cáncer de próstata, desde su etapa “bien localizada”, hasta su etapa “de enfermedad metastásica” era del 19 % en tumores prostáticos bien diferenciados histológicamente y del 42 % en tumores moderadamente diferenciados, en un período de 10 años para ambas eventualidades, lo que confirma lo mencionado anteriormente.

Sabemos que el cáncer prostático no se desarrolla en individuos castrados en el período prepuberal y en hombres con defecto congénito de la enzima 5- alfa reductasa responsable de la conversión de testosterona a dihidrotestosterona.

Esto nos lleva a la hipótesis, que el cáncer prostático, puede “iniciarse” en edades tan tempranas, como la adolescencia o la adultez temprana y que los factores que inician o hacen posible, el “progreso o avance” de la enfermedad, pueden ser los andrógenos en la iniciación y en la progresión del cáncer prostático y que factores externos como la dieta diaria, unido a las toxinas a que una persona se expone durante su vida, o los virus a los cuales estamos expuestos diariamente, también pueden ser considerados factores importantes en la génesis del cáncer prostático.

¿Un hombre que tiene síndromes de prostatitis a repetición puede desarrollar cáncer prostático?

Sólo el tiempo y el resultado de numerosas investigaciones en todo el mundo, darán la respuesta. Se puede especular que cualquier factor que altere de alguna manera la bioquímica de la glándula prostática puede a la larga considerarse como un factor de perturbación de la línea celular prostática y con ello tener consecuencias como el desarrollo de un cáncer prostático.

Al igual que otros cánceres de etiología epitelial, el cáncer prostático, es un cáncer multifocal y revela una “carcinogénesis de campo”, como el cáncer de vejiga y el hecho de ser multicéntrico, soporta la teoría de la evolución clonal del cáncer de próstata.

La diferencia sustancial que existe, entre el cáncer prostático latente (alto porcentaje) y el cáncer prostático clínicamente diagnosticado (bajo porcentaje), se explica por la tesis que la glándula prostática, puede resistirse a la progresión del cáncer prostático, a través de interacciones mesenquimales- epiteliales y paracrinas. Aquí nuevamente entra en escena el concepto de la quimioprevención.

Al realizarse estudios multicéntricos, que revelan los factores involucrados en la iniciación y progresión del cáncer prostático, hace que conoz­camos más sobre los factores comprometidos en la carcinogénesis del cáncer. Aquí aparecen los marcadores biológicos intermedios.

Tenemos por ejemplo el TGF-b1, el cual, además de estar regulado por los andrógenos, se encuentra elevado y está asociado a la progresión del cáncer prostático, por lo cual tiene una significación pronóstica. No se sabe si el TGF-b1, está regulado, por los factores de quimioprevención, entre los que están los retinoides y el finasteride.

Kamat y Lamm (JUrol 1999) revisan los conceptos de la quimioprevención del cáncer urológico en general y nuevamente mencionan el “periodo latente” de los cánceres que va de 10 a 20 años, lo que según ellos es un tiempo excelente para la aplicación de medidas preventivas. Según ellos son numerosos los estudios de investigación que avalan la utilidad de factores dietéticos y nutricio- nales en el inicio y progresión de los cánceres urológicos ubicados en riñón, vejiga y próstata. Finalizan recomendando la ingesta de vitamina A, vitamina B6, vitamina C y vitamina D, reducir sustancialmente la grasa de origen animal (carnes rojas), que conllevan a la ingestión aumentada de ácido alfalinoleico correlacionado con el cáncer de próstata. Estas estrategias son denominadas suplemento nutricional prostático (SNP), concepto que sin duda estará de ahora en adelante en la práctica diaaria de todos los urólogos en el mundo.

Se debe también aumentar el consumo de proteínas de soya, con su alto contenido de isofla- vonas, entre las cuales la genisteína y la daidzeína, son las más importantes, porque disminuyen el crecimiento tumoral, inhibiendo el crecimiento de células endoteliales proliferativas, con lo que se está limitando la capacidad de nutrientes sanguíneos tumorales.

De igual manera, el consumo de frutas y vegetales, así como de selenio, complementan las sugerencias nutricionales en los aspectos quimiopreventivos.

El finasteride, inhibidor de la 5 alfa reductasa- tipo 2, puede reducir el volumen prostático entre un 20 % a un 30 %, en aproximadamente 1 año, si se toma por 6 a 12 meses, con efectos que pueden durar por 6 años. Antes se creía que no afectaba la evolución o historia natural de la enfermedad, pero ahora se sabe que si la afecta, por lo que su utilización está siendo enfocada con características de quimioprevención así como de detención del crecimiento “natural” prostático. Reduce aproximadamente el 75 % de la dihidrotestosterona sérica y el 80 % de la dihidrotestosterona intraprostática.

El doxazosin (antagonista alfa-1 adrenérgico) que se utiliza en pacientes con sintomatología urinaria baja (usualmente de vaciamiento), en casos de obstrucción de la salida vesical por aumento del tono simpático a nivel del estroma prostático o por aumento leve del volumen prostático, interviene en la regulación del tono alfa-adrenérgico (alfa-1) estromal prostático e induce apoptosis en las células epiteliales glandulares y en el estroma de células musculares lisas prostáticas (Kyprianu) y además Cal (doxazosin: un nuevo agente citotóxico para el cáncer de próstata? (Cal C, Uslu R, Gunaydin G, Ozyurt C, Omay SB. BJU International 2000;85:672- 675) y ocasiona citotoxicidad en las líneas celulares del cáncer prostático en pacientes con resistencia farmacológica sobre todo en aquellos refractarios a tratamiento médico, unido a la utilización de fármacos quimioterapéuticos,

En la actualidad, se realizan combinaciones entre retinoides y agentes como interferón-alfa y tamoxi­feno. Se pueden sinergizar los efectos logrados disminuyendo las dosis individuales de cada uno y por tanto disminuyen su posible toxicidad Con el cáncer de próstata, los resultados han sido controversiales en referencia a los retinoides.

Por otro lado el hallazgo de cáncer prostático en pacientes con niveles de colesterol elevado, abre una posible quimioprevención con la utilización de fármacos que disminuyan los niveles de colesterol. La quimioprevención, requiere de estudios de despistaje y monitoreo poblacional, para que se pueda precisar su eficacia , así como definir mejor, su utilización y su posible aplicación masiva, en la práctica urológica diaria. Cuando apliquemos normalmente los criterios de quimioprevención se cambiará radicalmente el enfoque del cáncer prostático y de cualquier otro tipo de cáncer.

Vamos a mencionar en particular algunos de los principales agentes quimiopreventivos para el cáncer prostático.

FITOESTRÓGENOS

ISOFLAVINOIDES o ISOFLAVONAS DE LA SOYA

Las isoflavonas de la soya comprende tres isofla- vonas principales y sus formas glicosiladas. Las tres isoflavonas principales son las genisteína- agliconas, la daidzeina y la gliciteína.

Son fitoestrógenos encontrados en los granos de soya. Los fitoestrógenos son compuestos no esteroideos derivados de las plantas que poseen actividad biológica como los estrógenos. Son los constituyentes primarios de los productos de la soya, son responsables del bajo porcentaje del cáncer prostático en países asiáticos, gran consumidores de productos a base de soya. En Estados Unidos de Norteamerica fallecen 4 a 5 veces más hombres por cáncer de próstata que en Japón y que en este país el cáncer prostático comienza más tarde y una vez instalado evoluciona y crece más lentamente.

Los isoflavinoides de la soya (daidzeína- genisteína) poseen propiedades antiproliferativas, actividad estrogénica, actividad antioxidante, anticarcinogénica, antiaterogénica, hipolipidemica, antiosteoporótica. Pueden alterar las concentraciones plasmáticas de testosterona, así como la producción, metabolismo y excreción de la misma así como de los estrógenos, modificando su acción sobre diversos tejidos (entre los que se encuentra el tejido prostático). Los lignanos y las isoflavonas con estructura molecular muy similar a la demostrada por los esteroides pueden modular el sistema hormonal humano y la acción hormonal sobre los tejidos diana. La genisteína tiene también efecto antiproliferativo, estrogénico y antiestrogénico e inducción de la apoptosis independiente-p53 en casos de cáncer de pulmón. Tiene efecto inhibidor sobre la línea celular tumoral del cáncer prostático por efectos de apoptosis y por mecanismos antiproliferativos.

En los granos de soya encontramos muchos anticarcinogenos naturales como los inhibidores de las proteasas, los fitatos, los fitoesteroles, las saponinas, los lignanos y las isoflavonas. Estas últimas son modificadas por acción las bacterias intestinales y convertidas en compuestos que presentan débil acción estrogénica en un medio bajo en estrógenos y acción antiestrogénica cuando el medio ambiente es altamente estrogénico. Los fitoestrógenos de los productos de la soya producen un incremento de las hormonas sexuales unidas a las globulinas a través de la síntesis hepática y esto disminuye la biodisponibilidad de la testosterona. Las isoflavonas afectan no sólo el metabolismo hormonal sino también las enzimas intracelulares, la síntesis de proteínas, las propiedades del factor de crecimiento, la proliferación celular y la angiogenesis todo esto involucrado con el cáncer de próstata. También compite con el estradiol para alcanzar los receptores estrogénicos.

Los lignanos y los fitoestrogenos-isoflavinoides disminuyen la actividad de la aromatasa, una enzima citocromo P450, que disminuye la conversión de andrógenos a estrona y estradiol, por lo que pueden

  


AGENTE QUIMIO- PREVENTIVO

ACCIÓN FARMACOLÓGICA

FASE DE

CARCINOGENESIS

Liarozole

inhibe metabolismo de los retinoides+efecto antiproliferativo

promoción-progresión

Lovastatina

inhibe la biosíntesis del colesterol + efecto antiproliferativo-diferenciación-apoptosis

promoción-progresión

Betacarotenos

antioxidantes que modulan el sistema inmune + efecto antimutágeno-apoptósico

iniciación-promoción

DFMO

(difluormetilornitina)

inhibe síntesis de la poliaminas + efecto sobre la apoptosis

promoción-progresión

Finasteride

inhibidor de la 5-alfa reductasa e inhibe la síntesis de andrógenos con un efecto sobre la apoptosis + actividad antiproliferativa

promoción-progresión

Tamoxifeno

antiestrógeno + modulador de la expresión genética e inhibiendo el metabolismo de las poliaminas, con efecto sobre la diferenciación y sobre la apoptosis

iniciación-promoción

Selenio

inhibe el daño por peroxidación, con efecto sobre la diferenciación-apoptosis

iniciación-promoción

Inhibidores de la farnesil-transferasa

inhibiendo la proliferación celular

iniciación-promoción

Limonene

inhibe la isoprenilación proteínica e induce detoxificación de las enzimás hepáticas con efecto sobre la diferenciación /apoptosis

iniciación-promoción

Oltipraz

promueve la detoxificación enzimática con un efecto antimutagénico

iniciación-promoción

Fenretinide

análogo de la vitamina A, modula la expresión genética, (antiangiogénesis) + inhibidor de la síntesis de las poliaminas, con un efecto en la diferenciación celular y en la apoptosis,

promoción-progresión

Alfa-Tocoferol (vitamina E)

actúa como antioxidante en la inmunomodulación y en la modulación de la expresión genética, con un efecto antimutágeno en la diferenciación celular y en la apoptosis

iniciación-promoción

Vitamina, D3.

homeostasis del calcio, en la inhibición de la síntesis de ADN y en la modulación de la expresión genética, con un efecto en la diferenciación y en la apoptosis celular

iniciación-promoción-

Doxazosin (antagonista

regulación del tono alfa-adrenérgico estromal prostático alfa-1 adrenérgico) + inducir apoptosis en las células epiteliales glandulares y estroma de células musculares lisas prostáticas y citotoxicidad en las líneas celulares del cáncer prostático en pacientes con resistencia farmacológica (refractarios a tratamiento médico) unido a la utilización de fármacos quimioterapéuticos

 

 


tener un papel protector en el desarrollo de cáncer relacionado con el sistema hormonal como el cáncer prostático (dependiente a la dihidrotestosterona).

EXTRACTOS DE POLEN DE FLORES

Las acciones farmacológicas de los extractos de polen de flores (Cernilton®) son promocionar la salud prostática (SNP) y tiene actividades antiinflamatorias, por lo que se utiliza en crecimiento prostático benigno y en síndromes de prostatitis. Produce mejoría sintomática (disminuye las puntuaciones de los cuestionarios de síntomas prostáticos), disminuye los volúmenes de orina residual, disminuye el diámetro AP de la glándula prostática y mejora el uroflujo urinario. Se ha utilizado en síndromes de prostatitis crónica abacteriana y en prostatodinia (según la antigua nomeclatura). Estudios experimentales sugieren que los extractos de polen de flores tienen propie­dades antiinflamatorias y propiedades antiandro- génicas. Tienen también efecto hepatoprotector, gastroprotector, y mejoran sintomáticamente a los pacientes con artritis reumatoidea. No se debe administrar a las personas alérgicas o hipersensibles al polen de las flores. Se da en dosis de 360 mg/día usualmente en dos dosis.

LICOPENE

Es un carotenoide natural que se consigue principalmente en el tomate y en los productos derivados del tomate, principalmente los productos procesados. Es el más importante antioxidante entre los carotenoides en la dieta diaria del mundo occidental y el más abundante en el suero humano. Los otros son el alfa-caroteno, la luteína, la criptoxantina y el beta-caroteno.

Sus propiedades comienzan por la eliminación- depuración de radicales libres y oxígeno. Además de su actividad antioxidante, induce la comunicación célula-célula y el control del crecimiento. No tiene actividad pro-vitamina A como otros carotenoides. Tiene un efecto protector sobre las células en cánceres específicos como el cáncer prostático. Su consumo disminuye el riesgo de tener un cáncer prostático. Hay estudios de investigación que señalan el posible papel del licopene en evitar la progresión del cáncer prostático, debido a que se ha obtenido en un bajo porcentaje disminución de los niveles de PSA y disminución de la progresión del mismo. Tiene también propiedades antiaterogénicas.

El consumo de alimentos basados en tomate disminuye el riesgo de cáncer prostático y parece que también está asociado a una baja incidencia de cáncer pulmonar.

En un estudio prospectivo donde se estudiaron los habitos alimentarios de 47 000 hombres durante 6 años se encontró correlación entre consumo de alimentos basados en tomate y una resistencia a desarrollar cáncer próstata. Hubo 35 % de reducción en el riesgo de desarrollar cáncer prostático entre aquellos hombres que consumen más de 10 servicios de alimentos con tomate semanales. La salsa de tomate fue el alimento más protector, de todos los alimentos a base de tomate. Se consigue en los tomates rojos, en la patilla, albaricoques, guayaba, y toronja rosada, en los productos de tomates procesados (pizza, salsa de tomate, salsas normales y salsa ketchup). La ingesta de licopene está asociado a bajo riesgo de cáncer prostático y a bajo riesgo de cáncer prostático avanzado. Es uno de los 650 carotenoides encontrado en altas concentraciones en el testículo; Gupta y colaboradores han encontrado bajas concentraciones en hombres infértiles (oligospermia, motilidad disminuida, morfología anormal) y todos estos parámetros mejoraron con el suplemento de licopene diario.

VITAMINA E

La familia de moléculas de la vitamina E puede dividirse en 2 grupos principales, los tocoferoles y los tocotrienoles. La vitamina E se encuentra en S formas naturales: cuatro tocoferoles (alfa, beta, gamma y delta tocoferol), y cuatro tocotrienoles (alfa, beta, gamma y delta tocotrienol)

La vitamina E, es el principal antioxidante intracelular, y protege contra la carcinogenesis asociada con la vejez. Se obtiene a través de la ingestión de granos completos (dietas altas en fibras) y por su contenido en precursores del lignano, reduce el riesgo de presentar cáncer prostático.

El estudio de la prevención de alfa-tocoferol, beta-caroteno cáncer (ATBC) reportó una más baja incidencia de cáncer prostático en pacientes que toman suplementación de vitamina E (New England J Med 1994;330:1029-1035). Inclusive la mortalidad por cáncer prostático fue reducida en un 41 % en pacientes que toman alfa-tocoferol. Se cree que la vitamina E bloquea la progresión de cáncer prostático latente. En China Linxian) se hizo un estudio aleatorio donde se administraba vitamina E sintética, en combinación con selenio y beta caroteno obteniéndose una significativa reducción en la mortalidad total por cáncer y en la incidencia total por cáncer. Vitamina E más selenio mejora la motilidad espermática y la morfología espermática, con 600 mg diarios de vitamina E.

Pacientes que tienen una vida disipada y poco saludable (obesidad, hábitos alcohólicos, cafeícos y tabáquicos exacerbados), teienen bajas concentra­ciones séricas de beta-carotenos. Los beta-carotenos, alfa-carotenos, y beta criptoxantina con licopene, luteína, zeaxantina son los principales carotenoides de la dieta diaria. Los tres primeros sirven como precursores dietéticos del retinol (por lo cual son denominados provitamina A). Los betacarotenos tienen actividad antioxidante, actividad inmuno- modulatoria, anticarcinogénica y antiaterogénica. Se consiguen en las zanahorias, brocoli, espinacas, melón, col verde.

Los betacarotenos por su parte, inhiben in vitro el crecimiento de algunas células malignas, iinclusive las células prostáticas por mecanismos de aumento de la diferenciación celular, por infrarregulación de los receptores de los factores de crecimiento epidérmico, reduce la actividad de la adenilciclasa, facilita la expresión de las proteínas de unión y protege contra el daño oxidativo. Tiene actividad anticarcinogénica en cáncer prostático; su dosificación es 3 a 5 mg o 5 000 a 25 000 UI por día.

Es una vitamina liposoluble, conforma una familia de 8 compuestos relacionados: los tocoferoles y los tocotrienoles en 4 formas (alfa,beta,delta, y gamma) basado en el número y posición de los grupos metilo en el anillo cromanol. La forma más común es la alfa-tocoferol, (la más activa biológica­mente y la más común en los alimentos). Los tocotrienoles y tocoferoles son dos grupos de moléculas pertenecientes a la familia E. La mayor fuente de tocotrienoles son plantas aceitosas, aceite de palma, aceite de arroz, kernel de plama y aceite de coco, en granos de cereales, avena, cebada, centeno. Aceites vegetales como de oliva, de maní, aceite de soya, canola, semillas de algodón, girasoles. Los tocotrienoles tienen actividad antioxidante, antiaterogénica, disminuye los niveles séricos de colesterol, tiene actividad antitrombótica, anti- carcinogénica y tiene acciones inmuno-modulatorias. Se dan en dosis de 200-300 mg díarios con alimentos.

La propiedad más resaltante es la de depurar de radicales libres lo que diminuye el daño al ADN e inhibe la trasformación maligna por sus propiedades antioxidantes. Proteje la membrana celular. Afecta directamente el sistema inmune al actuar sobre la función de los linfocitos T. También disminuye la actividad de la proteinaquinasa C, un transductor de señales celulares que interviene en la regulación de la proliferación celular. Inhibe el crecimiento de las células del cáncer prostático inducidas por un dieta rica en grasas, en animales de experimentación. Puede ocasionar también disminución de la adhesividad plaquetaria con aumento del riesgo de sangramiento en diversas áreas y circunstancias (postoperatorio, accidentes vasculares cerebrales). Se ha estudiado su efecto en la prevención del cáncer prostático en fumadores y se concluye que la ingesta de vitamina E disminuye entre un 30 %-35 % la incidencia de cáncer prostático en población de fumadores y la mortalidad como consecuencia también es más baja. También hubo relación con la ausencia de cáncer prostático metastásico. Se recomienda 10 mg de alfa-tocoferol por día. La advertencia que se hace es no tomar más de 1 200 mg de tocoferol por día, porque interfiere con el metabolismo de la vitamina K, potencia el efecto anticoagulativo de drogas como la warfarina. Su uso puede aumentar el riesgo de hemorragia subaracnoidea.

SELENIO

El selenio es un componente de otro antioxidante, la enzima gutation-peroxidasa, que se encarga de neutralizar o catabolizar la peroxidasa para prevenir la formación de los radicales libres que causan el daño oxidativo, también exacerbado con la vejez. Suprime la proliferacion celular y facilita la respuesta inmune, similar a lo producido por la vitamina E. Esto se ha demostrado en trabajos como el de Clark donde se recomiendan dosis de selenio de 200 microgramos diarios por 4,5 años, que hay un 60 % de reducción en la incidencia de cáncer prostático en hombres que toman suplemento nutricional prostático con selenio al igual que lo demostró Yoshizawa.

Es un inductor de la apoptosis, inhibidor del metabolismo de los aminoácidos, facilitador de las catalasas, modificador de la citocromo P450, facilitador de la glutation-s-transferasa, estimulante del sistema inmune, y facilitador de la UDP- glucuronil-transferasa. T iene actividad antioxidante, inmunomodulatoria, anticarcinogénica, y antia­terogénica. Tiene actividad como detoxificador de algunos metales (cadmio y arsénico) y actividad como mejorador de la fertilidad en los hombres. Tiene un papel importante en la formación y función de las glutation peroxidasas dependientes del selenio (GSHPx). Las deficiencias de selenio deprimen la efectividad de varios componentes del sistema inmune, como los títulos de los anticuerpos IgG e IgM. Estudios epidemiológicos han demostrado una relación inversa entre enfermedad coronaria cardíaca e ingesta de selenio. Éste disminuye la agregación plaquetaria. y su deficiencia resulta en acumulación de lipoperoxidasa, la cual disminuye la síntesis de prostaciclina y promoueve la síntesis de tromboxanos los cuales aumentan la agregación plaquetaria. Pacientes que reciben selenio tienen menos probabilidad de desarrollar cáncer en próstata, pulmón, o colon.

Ballentine, Nelson, Brooks, hicieron un hallazgo interesante en relación al nivel de selenio en sangre y fue que en ambos grupos estudiados (hombres con cáncer prostático y sin él) tenían niveles bajos de selenio sérico, lo cual hace pensar que éste disminuye con la edad y que de manera curiosa el cáncer que aumenta progresivamente con el pasar de los años es el cáncer de próstata. Por lo cual se puede pensar que el selenio ayuda a la prevención del cáncer prostático. A más bajo nivel sérico de selenio, más propensión al desarrollo del cáncer prostático, y por el contrario hombres con el más alto nivel de selenio sérico tienen alrdedor del 50 % menos de probabilidades de tener cáncer prostático.

¿Cómo actúa el selenio en el organismo?

El selenio es un componente fundamental del glutation-peroxidasa, una enzima como la glutation- S transferasa p. que enfrenta las sustancias tóxicas que atacan al organismo. Se encuentra en frutas y vegetales, con una gran variación entre ellos, algunos terrenos son más ricos que otros en selenio. Hay varias formas de selenio suplementario, como la levadura de cerveza, L-selenometionina, selenato de sodio, y selenita de sodio.

Baja ingesta dietética de selenio está asociada a un riesgo aumentado de cardiomiopatías, ataque isquémico cardíaco, y enfermedad cardiovascular en general. L a baja ingesta de selenio está asociado a incremento en ciertos cánceres como el de próstata, estómago, colon-recto, y piel. Favorece el sistema inmune, así como la respuesta de las células T, para estimular la producción de anticuerpos y revertir parcialmente la inmunosupresión celular edad- relacionada. Posee propiedades antiinflamatorias, y se sabe que es de utilidad en pacientes con artritis reumatoidea. Mantiene la viabilidad de las células espermáticas. Se recomiendan dosis de 200 |ag diarios y su toxicidad se ve cuando se superan los 800 |ag al día.

El selenio y la vitamina E demostrado por los trabajos de SELECT (Selenium and vitamin E Chemoprevention Trial) son agentes quimio- preventivos totalmente aprobados por los trabajo investigativos para prevenir el cáncer prostático, pero no han sido incluidos todavía como aprobados por la FDA norteamericana.

VITAMINA D

A pesar de que la conocemos por su papel en el metabolismo mineral y óseo ahora sabemos que induce la diferenciación celular, inhibe la proliferación celular en varios tipos de células entre los que se cuentan las células cancerosas prostáticas.

La denominación vitamina D se refiere a los secosteroles ergolcalciferol o vitamina D2 y al colecalciferol o vitamina D3 así como a los metabolitos y análogos de estas sustancias. Sabemos que la vitamina D posee actividad antirraquitica, regula la homeostasis cálcica corporal, es importante en el desarrollo esquelético y en la mineralización ósea, es una prohormona. El metabolito activo de la vitamina D inhibe el crecimiento de la línea celular cancerosa. Altera el ciclo celular en la progresion e iniciación de la apoptosis.

Hoy sabemos que existen receptores de la vitamina D en pacientes con cáncer prostático y que estos pacientes cancerosos presentan un bajo nivel sérico de vitamina D. Un alto nivel circulante de 1,25(OH)2D vitamina D (forma activa de la vitamina D) inhibe la carcinogenesis prostática.

Se especula que al ingerir productos lácteos, se logra un elevado nivel de calcio y fósforo en sangre que disminuye los niveles circulantes de vitamina

D.     De igual manera al ingerir carnes rojas de origen animal se elevan los aminoácidos azufrados contenidos en las proteínas animales, los cuales disminuyen el pH sanguíneo que a su vez suprime la producción de 1.25(OH)2D, ambas situaciones llevan a no inhibir una posible carcinogenesis prostática. Por lo dicho anteriormente se recomienda reducir sustancialmente el consumo diario de productos lácteos y las carnes rojas. Se recomiendan 10 |ag al día de vitamina D.

Los agentes fitoterapéuticos más comunes para ser utilizados en casos de crecimiento prostático benigno sintomático son la serenoa repens (saw palmetto), el Pygeum africanum, la Hypoxis rooperi o grama estrella surafricana, la Echinacea purpurea, las semillas de girasol (Cucurbita pepo), el Secale cereale, and la Urtica dioica. Los componentes activos de estos agentes fitoterapéuticos son fitoesteroles, fitoestrógenos, terpenoides, ácidos grasos, lectinas, aceites vegetales, polisacaridos, y flavonoides.

Producen efectos farmacológicos como la inhibición de la 5-alfa reductasa, inhibición de la aromatasa, o de los factores de crecimiento, efectos antiandrogénicos/antiestrogénicos, efectos anti­inflamatorios, o antiedematosos, protección de la función del detrusor o preservación de la distensibilidad del músculo detrusor, disminución de las globulinas transportadoras de las hormonas sexuales; efectos como limpiadores de radicales libres, reducción de la resistencia uretral, y bloqueo de los receptores alfa-adrenérgicos que mejoran la salida vesical y el vaciamiento urinario.

BETASITOSTEROL

Es el más abundante fitoesterol en la dieta. Ampliamente diseminado entre las plantas y se encentran en tres conocidos fitofármacos como son el saw palmetto (serenoa repens), la curcurbita pepo (semillas de girasol) y el pigeum africanum.

Los betasitosteroles promueven la salud prostática y disminuyen los niveles de colesterol. I nducen apoptosis en la línea celular del cáncer prostático. Tiene también actividad antiinflamatoria prostática y son utilizados para los crecimientos prostáticos benignos sintomáticos donde se observa disminución los síntomas molestos con mejoría de la flujometria urinaria. Se recomiendan de 20 a 130 |ag de betasitosterol tres veces por día. No se debe administrar a mujeres embarazadas. Los efectos adversos más importantes son transtornos gastrointestinales (indigestión, gas, diarrea y constipación).

SAW PALMETTO (Serenoa repens).

Es el fitoterápico más utilizado para casos de sintomatología molesta de la salida vesical ocasionada por crecimiento prostático benigno sintomático. Su mecanismo de acción es a través de sus propiedades antiandrogénicas y antiestrogénicas, inhibición de la 5-alfa reductasa (como el finasteride), de la prolactina, y de los factores de crecimiento que inducen proliferación celular, efectos antiinflamatorios, bloqueantes de los receptores alfa-adrenérgicos (como el doxazosin, terazosin, tamsulozin) y bloqueo de los receptores androgénicos intraprostáticos (como muchos fármacos antiandrogénicos hormonales).

Mejora los parámetros de disuria, frecuencia diurna, frecuencia nocturna, mejora parámetros urodinánamicos del flujograma como el flujo pico (Qmax). Mejora clínicamente al paciente (en relación a la sintomatología molesta) pero no ha sido demostrado todavía que cambie positivamente los parámetros obstructivos de los exámenes practicados.

Carraro realizó un trabajo en 1 098 hombres con crecimiento prostático benigno sintomático a los que les dio serenoa repens o finasteride y fueron seguidos por 6 meses. Los resultados fueron que las puntuaciones de síntomas prostáticos (IPSS), y el [AU ASI]) mejoraron al igual que la Qmax en el flujograma, disminución del volumen prostático (el finasteride y no la serenoa repens) y el PSA. La mejoría de los síntomas era equiparable entre los dos (Permixon y Finasteride), 37 % y 39 % respectivamente. Este estudio no incluyó grupo placebo y duró muy poco.

Lowe realizó un metanálisis de12 trabajos con Permixon (Serenoa repens) enfocando parámetros como flujograma urinario (Qmax) y presencia de frecuencia nocturna (nocturia), scores de síntomas prostáticos (los cuales en muchos estudios no fueron utilizados), se obtuvieron mejorías en la Qmax. La nocturia fue reducida; también en este estudio a pesar de los resultados preliminares alentadores 8 de los 12 estudios teníaan menos de 100 pacientes y

9  de los 12 estudios duraron menos de 6 meses.

PLUMA AFRICANA (Pygeum africanum).

Los esteroles, terpenoides, y alcoholes vegetales que están dentro de sus constituyentes produce una mejoría sobre los síntomas urinarios bajos por inhibir los factores de crecimiento beta-fibroblastos y los factores de crecimiento epidérmicos que inducen proliferación fibroblástica, inhiben también la producción de leukinas quimiotácticas, y otros metabolitos de la 5-lipooxigenasa, y tienen efecto antiestrogénico. Los estudios de investigación no han sido concluyentes, pero en la práctica clínica diaria, los pacientes tienen mejoría subjetiva.

Bartlet dirigió un estudio multicéntrico aleatorio en 263 hombres con crecimiento prostático benigno unos recibieron 50 mg de pigeum afrcanum y lo comparó con un con un grupo que rcibió placebo. Se tomaron en cuenta parámetros como orina residual, flujograma urinario y frecuencia urinaria. Mejoraron significativamente desde el punto de vista estadístico comparandolo con el grupo placebo. No utilizó cuestionarios de síntomas prostáticos y ademas el estudio duró solamente 2 meses,.

Chatelain en 174 hombres en dos grupos tratados con 50 mg dos veces al día o 100 mg en dosis única por 10 meses. No incluyó un grupo placebo-control. Ambas dosis dieron resultados similares. El score de síntomas (IPSS) disminuyó 38 % y 35 % para el grupo de alta y baja dosis respectivamente. La Qmax del flujograma urinario mejoró 16 % y 19 % respectivamente.

GRAMA ESTRELLA SURAFRICANA (Hypoxis rooperi)

Los ingredientes activos que la componen son los beta-sitosteroles, que mejoran los síntomas urinarios bajos secundarios a una salida vesical obstructiva, por aumento del volumen prostático al inlfuenciar los factores de expresión de crecimiento en las células estromales prostáticas. Estos efectos no se han reproducido todavía, en los trabajos de investigación que se están llevando a cabo.

Berges en un estudio de 6 meses de duración, aleatorio de 200 hombres con crecimiento prostático benigno sintomático, a quienes se les administraba 20 mg tres veces por día de beta-sitosterol o placebo, observó mejoría de todos los cuestionarios de síntomas prostáticos (Boyarski, IPSS) mejora la Qmax en el flujograma urinario. Los efectos se mantuvieron por año y medio pero faltó un control sobre los hombres encuestados.

En la medicina preventiva aplicada a la dieta diaria, en el posible control del cáncer prostático una enzima denominada glutation-S transferasa prostática es la que protege al DNA de elementos externos que puedan afectarlo llevando al cáncer prostático (Nelson).

Nelson señala, “si el cáncer es una reacción en cadena, un error genético o una mutación, que lleva a muchas otras sucesivamente la enzima glutation-S transferasa p. es atacada por factores externos (agentes del medio ambiente) hace que las células prostáticas sean más vulnerables al cáncer porque no serán capaces de detoxificar los carcinogenos presentes al no contar con la enzima mencionada que defiende a las células del cáncer”

LA NCCAM (National Center for Complementary and Alternative Medicine) menciona los agentes utilizados tanto para crecimiento prostático benigno (CPB) como para síndromes inflamatorios (prostatitis) y para cáncer prostático y ellos son: zinc, saw palmetto, cernilton, semillas de girasol, trebol rojo, pygeum africanum, genisterina y daidzeina (soya), cartílago bovino, coenzima Q10, echinacea, aceite de linaza, extractos de semilla de uva, cápsulas de té verde (polifenoles), ácido fítico (IP-6), ácido alfalipoico, licopene, MGN-3 el cual es un suplemento de hongos, picnogenol, cartílago de tiburón, píldoras de soya, extracto de timo.

A.     RECOMENDACIONES UROLóGICAS EN PACIENTES MASCULINOS

(Buscar sitio WEB urologiaaldía.com edición Abril 2001 para un análisis detallado del por qué de cada recomendación)

1.    TOMAR 12 VASOS DE AGUA diariamente.

2.     EVITAR: café, té, bebidas alcohólicas, bebidas gaseosas, colorantes, picantes, comidas excesivamente aliñadas, frituras, grasas, carnes rojas de origen animal (solamente 1 vez por semana), lácteos (quesos, leche, yogurt), enlatados, embutidos, encurtidos, frutas y jugos cítricos (naranja, limón, mandarina, toronja y piña), mariscos y moluscos excesivos, chocolate, vinagre, edulcorantes artificiales, hígado de pollo, y visceras en general, mayonesa, sal y azúcar en exceso, salsa barbecue.

3.     Si su medio familiar-laboral-social, lo angustia, haga actividades que lo ayuden a disminuir el estrés y/o tome ansiolíticos naturales o sintéticos que lo ayuden. Estar en contacto con la naturaleza el mayor tiempo posible.

4.     No fumar (puede ocasionar cáncer urológico- urotelial)

B.      SUPLEMENTO NUTRICIONAL PROSTÁ- TICO y/o QUIMIOPREVENCIÓN DEL CÁNCER PROSTÁTICO

1.   TOMATES (preferiblemente procesados) 5 a 7 veces por semana, ya que contiene licopene antioxidante esencial para la próstata, es un quimiopreventivo del cáncer prostático. Si tiene problemas de ácido úrico no siga esta indicación.

2.     SOYA (varias veces por semana), contiene daidzeina y genisteína, esenciales en la quimio- prevención del cáncer prostático. Si Ud. tiene diagnóstico de vejiga hiperactiva no siga esta indicación.

3.     GRANOS (Bioflavinoides) (caraotas, arvejas, garbanzos, lentejas entre otros), puesto contienen bioflavinoides, esenciales en la quimioprevención del cáncer prostático. Si presenta trastornos del colon (colitis-diverticulitis) no siga esta indicación.

4.     SELENIO: 50 a 200 |ag al día. Es útil en la quimioprevención del cáncer prostático.

5.     ZINC 50-130 mg al día. Es útil en casos de prostatitis y en la regulación del crecimiento celular prostático.

6.     VITAMINAS: Tomar Vitamina E 400 mg diarios, Vitamina C 500 mgs diarios. Multivitamínicos para asegurar la ingesta de vitamina A, complejo B y vitamina D, útiles en la quimioprevención del cáncer prostático.

7.     FITOFÁRMACOS: Siempre monitoreado por su urólogo, tomar Saw Palmetto(500 mg: una o dos al día), Pygeum Africanum+Urtica Dioica(Prostatonin®: una o dos al día). Producen mejoría en sus síntomas urinarios bajos y son quimiopreventivos del cáncer prostático.

8.    UROFÁRMACOS: Si presenta transtornos urinarios obstructivos, tomar Doxazosin, Terazosin y/o Finasteride los cuales además de producir una mejoría sintomática urinaria, pueden también ser considerados como agentes quimiopreventivos del cáncer prostático, debido a que alterarán la relación proliferación-apoptosis celular prostática.

9.   ALIMENTOS QUIMIOPREVENTIVOS para el cáncer prostático: vegetales crucíferos (brocoli, col, coles de Bruselas, berro), uvas rojas, romero, ajo, té verde, pimienta verde. hongos, bacalao, merluza, macarela, atún, pez espada, patilla, guayaba, toronja rosada.

10.    ANTIOXIDANTES     PARA LA GLÁNDULA PROSTÁTICA: vitamina E, Selenio, Licopene, ajo, vegetales cruciferos-sulforofane (col, nabo, rábano, mostaza blanca), te verde (polifenoles) y soya.

 

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Capítulo 22

CIRUGIA DE MINIMA INVASION EN EL TRATAMIENTO DE LA HIPERTROFIA PROSTÁTICA BENIGNA

Dr. José Manuel Pardo F.

 

La necesidad de alternativas terapéuticas de menor morbilidad, mayor simplicidad que la cirugía transuretral y abierta de la próstata lleva al desarrollo de técnicas que puedan aproximar sus resultados terapéuticos.

En la última década asistimos a un desarrollo inusitado de diferentes técnicas, aparatos y procedimientos que buscan el fin de ser poco invasivos y altamente efectivos.

Para que un procedimiento sea considerado mínimamente invasivo debe ser realizado prefe­riblemente bajo anestesia local y/o sedación, ser de rápida aplicación, corta estancia hospitalaria, de mínima morbilidad, descartándose todo tipo de cirugía abierta.

HIPERTERMIA Y TERMOTERAPIA PROSTÁTICAS

Los efectos beneficiosos del calor sobre una próstata crecida se conocen desde tiempos remotos. En las últimas décadas se han creado diferentes máquinas que tienen como fin último el calen­tamiento de la glándula.

La hipertermia prostática consiste en el calentamiento de la próstata a temperaturas de 42 a 45°C aplicándose el calor mediante sonda rectal o transuretral; en la termoterapia el calentamiento es a más de 45°C y se aplica el calor mediante microondas con dispositivo uretral y sistema de enfriamiento.

Técnica

Las microondas forman parte de un espectro electromagnético entre los 300-3000 mHz. A mayor frecuencia utilizada mayor es su capacidad de penetración en el tejido. Las microondas interactúan con los tejidos haciendo que las pequeñas moléculas (en especial el agua) se polaricen en el campo magnético oscilante produciendo calentamiento. Con la termoterapia se consiguen temperaturas que producen necrosis por coagulación.

El Prostathermer (Biodan Medical Sistems) fue el primer dispositivo de hipertermia utilizado. Presenta un generador de microondas de 915 mHz, un aplicador rectal que calienta la próstata a 42- 45°C; ameritaba varias sesiones de 30 a 60 minutos cada una. En termoterapia el Prostatron (Thecnomed International) es el que presenta mayor número de series de pacientes tratados (otras máquinas: el Maxis 2.5, Praktis). Emite una frecuencia de 1.296 mHz colocándose un dispositivo transuretral bajo control ecográfico y con un sistema de enfriamiento que evita el daño de la mucosa uretral prostática. Se controla la temperatura rectal con sensores (no debe pasar de 42°C) y la temperatura prostática llega al nivel de la zona transicional a 47-50°C. El procedimiento dura 60 minutos y amerita una sesión.

Ambas técnicas se realizan con anestesia local en gel y/o sedación.

Resultados

Desde sus inicios la hipertermia ha obtenido resultados muy disímiles entre diferentes autores. Strohnaier concluye en 1991 que es un método ineficaz para el tratamiento de la HOPB; otros investigadores hablan de 50-70% de éxito. Hoy en día se tiende al tratamiento con termoterapia.

En la termoterapia con el Prostatron, James Began publica una disminución de la sintomatología (IPSS) en 65% y un incremento del flujo urinario de 35%(3-

5  mL/seg). Necesitaron cateterización temporal el 3G % de los pacientes, 5G % presentó hematuria. No se presentó como complicación incontinencia o impotencia. Thalman y Studer reportan tasas de incremento del flujo urinario de 7,3 mL/seg y disminución del IPSS de 22,5 a 3,6 en un estudio realizado a 134 pacientes y seguidos durante un año.

Se reportan tasas de 3G-4G % de eyaculación retrógrada, sin incidencia de impotencia y retratamiento en un 5 %.

Conclusión

La termoterapia es una técnica efectiva, de baja morbilidad y poco invasiva en el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna, sobre todo en pacientes con riesgo quirúrgico elevado. Con el advenimiento de nuevas máquinas y sofware que permitan mayores temperaturas sin complicaciones podrían abrirse nuevas perspectivas en su uso.

LÁSER EN HIPERPLASIA PROSTÁTICA

El desarrollo del láser en urología ocupa un sitial importante entre las diferentes técnicas de cirugía mínimamente invasiva desarrolladas en la última década.

El uso de la energía láser en próstata es otra manera de utilizar el calor a grandes temperaturas (86-100°C) produciéndose vaporización del tejido.

En 1986 Kandel reporta por vez primera los efectos del láser en próstata canina usando el Nd:YAG láser como fuente de energía y aplicándola con una fibra terminada con cristal de cuarzo. No fue hasta 1990 cuando el desarrollo del láser permitió su aplicación en las obstrucciones del cuello vesical debido a crecimiento prostático en humanos.

El Urolase, es aprobado por la FDA para uso urológico general a partir de 1991.

Tipos de láser

Existen diferentes tipos de láserterapia aplicada a la urología: a. el láser de no contacto: llamado también ablación visual prostática con láser (VLAP, siglas en inglés) donde se generan temperaturas mayores de 100°C produciendo ablación térmica del adenoma y urotelio prostático con posterior expulsión del tejido muerto por la orina. b. el láser de contacto: láser convencional donde el contacto con la fibra con la próstata produce vaporización y/ o resección del tejido al momento mismo de la cirugía. c. Láser intersticial: es un tipo de láser de contacto que produce ablación térmica por calor (temperaturas promedio de 85°C) al introducir la fibra láser en el adenoma, respetándose la uretra prostática.

Entre las diferentes fuentes de energía láser utilizado en el tratamiento de la HPB tenemos: el de CO2 (actualmente en desuso), el neodinium: ytrium- aluminio-garnet láser (Nd:YAG láser), el potasio tytanil fosfato ( KPT/532), el Holmiun:YAG láser y el láser de diodos para la terapia intersticial.

Técnica

El Nd:YAG láser se utiliza preferentemente como láser de no contacto. Se introduce una fibra terminada en cristal de cuarzo (primera generación)

o  en un espejo reflectivo de oro (Urolase) por cistoscopia quedando perpendicular a la próstata, siendo activada la energía láser y aplicada en un ángulo de 45-110 grados sobre cuatro cuadrantes a las 2,4,8 y 10 horarias. El procedimiento se realiza a visión directa (VLAP). El láser de contacto, al ser utilizado como vaporizador utiliza una técnica parecida a la resección transuretral, contactando toda la próstata; al utilizarse como resector (Holmiun:YAG láser) la próstata es dividida hasta 4 secciones y se obtienen grandes bloques de tejido que se vaporizan o se extraen de acuerdo a las diferentes técnicas.

En el láser intersticial, la fibra láser (Indigo) se inserta en el adenoma por vía transuretral a visión directa con un cistoscopio regular. Se libera la energía por tres minutos hasta alcanzar la temperatura de 85°C y se obtiene la ablación de un área de 2 cm de diámetro por cada punción, realizándose las necesarias de acuerdo al tamaño prostático. No se produce destrucción de la uretra prostática.

Resultados

La revisión bibliográfica mantiene una constante al comparar los diferentes láseres y técnicas respecto a la resección transuretral de próstata (RTUP). Kabalin publica una serie de 227 pacientes sometidos al láser de no contacto (Nd:YAG láser, Urolase) con seguimiento a 3 años. Al año de seguimiento obtiene un incremento en el flujo máximo de 130 %, 61 % de mejoría en el IPSS y 87 % en la calidad de vida. Las complicaciones fueron prostatitis 2,6 %, contractura de cuello vesical del 4,4 % y tasa de retratamiento del 3 %; no toma como complicaciones ni la disuria ni el período de cateterización postoperatoria (promedio de 11,4 días).

La vaporización láser por contacto se reserva a próstatas muy pequeñas, ya que se presenta como un procedimiento lento y tedioso, ineficiente en comparación con la RTUP en la reducción de tejido; la capacidad de hemostasia es superior a la RTUP.

En una serie de 239 pacientes tratados con láser intersticial (Indigo), Muschter reporta disminución del IPSS en un 76 % (de 25,4 a 6,19) con aumento del flujo pico en 132 % y disminución del residuo en 86 % (de 151 mL a 19 mL) con seguimiento a 12 y 48 meses. La disuria temporal se observa en 11 % de los pacientes en contraste con el VLAP; la eyacula- ción retrógrada se presenta en el 2,7 % de los pacientes. El procedimiento se realizó con anestesia local (gel), con duración promedio de 30 minutos y período de cateterización de 24-72 horas.

Peter Gilling presenta resultados sin diferencia significativa en cuanto a calidad de vida, IPSS, flujo urinario pico y volumen residual entre grupos de pacientes sometidos a RTUP y a la resección prostática con Holmiun:YAG láser seguidos a un año. El tiempo operatorio fue mayor con la técnica láser; pero la necesidad de irrigantes, de cuidado hospitalario, tiempo de hospitalización y de cateterización fue menor que en la RTUP. Esto puede ser debido a que la hemostasia con el Holmiun:YAG es superior a la RTUP. Los pacientes refieren una mejoría inmediata de los síntomas, ya que se reseca tejido, al compararse con el VLAP y el láser contacto donde esto no sucede.

Conclusión

Los grandes adelantos de la tecnología láser en la última década no ha permitido estandarizar los procedimientos, creándose cohortes de pacientes diferentes a medida que surgen nuevos proce­dimientos láser. Esto hace imposible obtener un grado alto de evidencia del conocimiento para determinado procedimiento.

Probablemente la ventaja más importante frente a la RTUP es la gran capacidad hemostática de la energía láser, que minimizaría la morbilidad en el tratamiento de la HPB.

El uso del Holmiun:YAG láser para resección y el láser insterticial probablemente desplace a los anteriores en cuanto a efectividad y mínima invasión;

faltarían mayores estudios y seguimiento a largo plazo para su conclusión.

ABLACIÓN TRANSURETRAL DE PRÓSTATA CON AGUJA (TUNA). TERAPIA TÉRMICA CON RADIOFRECUENCIA

La ablación prostática con aguja se basa es una terapia de calor con energía producida por radiofrecuencia.

La radiofrecuencia transmitida por las agujas produce excitación de las moléculas de agua que se calientan por fricción. Inicialmente utilizada en Europa, esta técnica fue aprobada por la FDA a finales del 1996.

Técnica

El procedimiento se lleva a cabo con xilocaína tópica y/ sedación; puede utilizarse bloqueo prostático transperineal. Se introduce el dispositivo TUNA con óptica incorporada por vía transuretral, que a su vez porta las agujas. Se realizan punciones de los lóbulos prostáticos en un ángulo de 90 grados, liberando la energía de radiofrecuencia por cuatro minutos, llegando a temperaturas de 90-100°C. Se obtienen 2 centímetros de diámetro de área de ablación térmica por punción. Los modernos dispositivos tienen una aguja para tratamiento del lóbulo medio (VTS pro Vu).

Resultados

La mayoría de los pacientes (58-89%) tiene micción espontánea posterior al procedimiento, los demás requiere un catéter por 24 horas.

Fue realizado el estudio aleatorio de Estados Unidos (Issa, Bruskewitz,Roehrborn), desde 1996 en 121 pacientes con HPB sintomática mayores de 50 años sometidos a TUNA. Los datos en tres años han sido publicados en fechas recientes y arrojan los siguientes resultados: el flujo pico aumenta de 8,8 a 13,5 mL/seg en pacientes con TUNA vs 8,8 a 20,8 mL/seg posterior a RTUP; al igual que hay diferencias estadísticamente significativas al comparar ambas técnicas en la medición de la presión del detrusor. Ambas técnicas reportaron igual disminución en el IPSS y mejoría en calidad de vida de los pacientes. El tiempo de realización de TUNA fue de 42 minutos promedio con anestesia local en gel y ambulatorio; la RTUP de 54 minutos y uso de anestesia espinal con estancia de 2,1 días. No se reporta eyaculación retrógrada en la terapia con radiofrecuencia vs. 38 % en la RTUP; sangramiento en 32 % VS 100 % en RTUP. El TUNA presentó menor morbilidad y complicaciones que la RTUP, además de ser de mayor costo-efectividad.

Conclusión

El tratamiento con radiofrecuencia intersticial se presenta como un método seguro y rápido en el tratamiento de la HPB.

Deben analizarse los resultados a largo plazo, ya que es una técnica que tiene poco tiempo de implementada.

ULTRASONIDO FOCALIZADO DE ALTA INTENSIDAD

Los efectos biológicos del ultrasonido focalizado de alta intensidad (HIFU, en sus siglas inglesas) fueron observados por primera vez en 1926 por Wood y Loomis, al reportar efectos letales al ser aplicado a organismos unicelulares, tejidos, peces y sapos. La investigación del HIFU en el cáncer comienza en 1960, al ser aplicado en tumores de hígado bovino y desde 1980 se empieza a experimentar en patologías benignas como el tratamiento del glaucoma.

Los avances tecnológicos recientes en elementos piezoeléctricos y la creación de transductores pequeños endocavitarios han permitido la aplicación del HIFU en el tratamiento de la hiperplasia prostática benigna.

Técnica

Las ondas acústicas con determinada amplitud y frecuencia producen en el tejido donde se absorben un aumento de la temperatura, que al ser mantenida por tiempo determinado ocasionan la muerte celular. Otro efecto es la cavitación, donde se producen y colapsan burbujas de gas con oscilación sinusoidal positiva y negativa; se producen radicales libres que junto con el efecto mecánico concluyen en destrucción del tejido.

El transductor utilizado en la ablación transrectal de la próstata contiene una pieza cerámica de titanio, generando ondas de ultrasonido con energía de 1640 Watts/cm2. Los protocolos de tratamiento son ambulatorios, con cateterización uretral mientras se realiza el procedimiento. Se aplica la energía ultrasónica en nueva sectores de la próstata.

Resultados

En el estudio Piloto Multicéntrico de Estados Unidos, se evaluó el HUFU aplicado con el Sonotable 200 entre junio 1994 y diciembre 1995. Veinticinco pacientes participan en el protocolo, evaluándose a los 12 y 24 meses post tratamiento.

Los cambios significativos al pretratamiento alcanzan su cenit a los tres meses. El IPSS disminuye en 58 % a los tres meses manteniéndose sin cambios hasta los 24 meses; el flujo pico aumentó en 33 % con mantenimiento a 24 meses. El índice de calidad de vida mejora de manera significativa estadística. Complicaciones: hematuria microscópica 19 %, retención aguda de orina 27 % (resuelta entre 2-4 días), hemospermia 12 %, disuria 12 %. No se reporta incontinencia, impotencia o eyaculación retrógrada.

Richard Casey trató a 14 pacientes en el Male Health Centre con resultados parecidos.

Conclusión

No está determinada la relación entre la mejoría del IPSS, del flujo pico y calidad de vida con la cantidad de tejido sometido a ablación por HIFU. Se demuestra que existe una tendencia a mantener los parámetros de mejoría en el tiempo, pero se necesitan de tres a 5 años para poder concluir.

TERMOTERAPIA INDUCIDA POR AGUA

Esta técnica de mínima invasión empieza actual­mente a reportar sus resultados. Consiste en la colocación de una sonda transuretral con un balón que se infla en la uretra prostática; por esta sonda circula agua caliente a temperatura de 60°C durante 45 minutos calentando la próstata a la misma temperatura.

El procedimiento se realiza de manera ambu­latoria, con anestesia de gel de lidocaína intrauretral.

El un estudio multicéntrico (Muschter, Danielli) fueron tratados 125 pacientes con este método (primer reporte en la literatura) y seguidos a 12 y 24 meses. Los efectos comienzan a los 3 meses manteniéndose hasta dos años en el 72 % de los pacientes. La tasa de flujo urinario pico aumenta en

6,4    mL/seg, el IPSS mejora en una media de 12,5 y la calidad de vida pasa de 2,0 a 2,5. No hay efectos adversos sobre la potencia sexual. La cateterización postoperatoria fue entre 8 a 12,4 días, mayor que en la ablación láser (7,8 días) pero menor que en la termoterapia transuretral (14,3 días). Ocho pacientes fueron sometidos a RTUP.

La termoterapia inducida por agua se perfila como un procedimiento poco invasivo, y de buen costo beneficio. Se precisan de protocolos de mayor seguimiento en el tiempo.

INCISIÓN PROSTÁTICA TRANSURETRAL

La incisión transuretral prostática (IPTU) fue descrita técnicamente por Bottini en 1887, pero fue Orandi en 1973 el que publica la primera serie importante de pacientes sometidos a IPTU. En las últimas décadas la IPTU ha ganado popularidad en gran número de urólogos por ser técnicamente rápida, efectiva y de baja morbilidad.

Este procedimiento se destina generalmente a pacientes más jóvenes, con próstatas pequeñas (menores de 30 g), con morfología de barra media o esclerosis de cuello vesical.

Técnica

La técnica de Christensen consiste en una incisión a las seis horaria comenzando en la barra interureteral hasta el veromontanun. Orandi realiza dos incisiones: desde inmediatamente los orificios ureterales hasta el veromontanun a las siete y cinco horarias. Se profundiza la incisión hasta la visualización de las fibras de la cápsula prostática. Generalmente las incisiones son efectuadas por un cuchillo de Collins. Esta última técnica es la mayormente utilizada.

Resultados

Bruskewitz y Soonowalla realizaron estudios aleatorios entre la resección prostática transuretral (RTUP) e IPTU, donde reportan la eficacia de la IPTU. El tiempo quirúrgico promedio fue de 20 minutos, en comparación con la RTUP que fue de 59 minutos. No hubo necesidad de transfusión en el grupo de IPTU vs 18 % en el sometido a RTUP. El flujo pico mejoró en ambos procedimientos: a los tres meses fue de 7,9 mL/seg inicial a 19,4 mL/seg en la IPTU y de 8,0 a 20,7 mL/seg en la RTUP. Este aumento de flujo se mantuvo en posteriores mediciones y a tres años. En cuanto a resultados subjetivos, existe una diferencia leve a favor de la RTUP (95 % de satisfacción) versus 90 % la IPTU.

En un reporte de Riehmann, estudio aleatorio en 117 pacientes, se describe una incidencia de eyacula- ción retrógrada de 68% para la RTUP y de 35 % en la IPTU; otros autores reportan 95 % de eyaculación retrógrada para la RTUP y de 0 % a 37 % en la IPTU. El número de incisiones parece no guardar relación en este aspecto.

Conclusión

Tanto la RTUP como la IPTU son tratamientos eficaces y efectivos. La IPTU en más rápida, con aparentemente menos complicaciones y mayor costo efectividad. Se reserva a pacientes jóvenes que quieran mantener su capacidad de eyaculación y con glándulas pequeñas (menores de 30 gramos), lo que limita el procedimiento a menos del 20% de las próstatas que requieren cirugía. Tiene como desventaja el no obtener tejido prostático para estudio histológico ya que existe la posibilidad de omitir un diagnóstico de carcinoma de próstata en un paciente joven que se someta a este procedimiento.

 

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El estudio histológico constituye el “sine qua non” del diagnóstico del cáncer de próstata. Desde hace mucho tiempo, se han establecido las características histológicas, tanto arquitecturales como citológicas, que permiten establecer el diagnóstico de cáncer. A pesar del establecimiento de dichas características, no todos los casos son obvios y, con el incremento de los procedimientos diagnósticos, cada vez se hace más relevante la experiencia del patólogo para establecer o descartar la presencia de un carcinoma de próstata.

Los avances en los estudios clínicos, espe­cialmente la alteración en los niveles del antígeno prostático específico y la relación entre su total y la fracción libre, han incrementado la frecuencia de las biopsias de próstata e incluso el número de biopsias en cada caso en particular. La combinación de tacto rectal y los niveles de antígeno prostático específico ha sido de gran ayuda en la pesquisa del cáncer de próstata y, por ende, la corroboración por métodos histológicos se ha hecho más necesaria.

En cualquier protocolo para pesquisa de cáncer de próstata el diagnóstico definitivo se basa en el estudio histológico de las biopsias por aguja, ya sean uno, seis, ocho o más cilindros. Dicho diagnóstico depende de una serie de factores tales como error de muestreo, calidad del tejido o del procesamiento y experiencia del patólogo a cargo del caso. Los casos obvios no constituyen un problema fundamental, sin embargo, hay una serie de lesiones benignas, premalignas o malignas que por razones de experiencia y subjetividad del método pueden presentar discrepancias entre los médicos anatomopatólogos.

Por esta última razón, deben establecerse criterios muy claros para tratar de definir los conceptos de diagnóstico y, más importante aún, mejorar la comunicación entre los patólogos y los clínicos responsables del caso. Muchos de los problemas que he podido observar en el transcurso de los años, se deben a factores comunicacionales entre los distintos especialistas. Aunque estos problemas de comunicación han existido siempre, en los últimos años se han incrementado debido a la mayor utilización de la biopsia como método de pesquisa y a la incorporación de nuevos términos diagnósticos en la literatura inglesa tales como el “PIN” (neoplasia intraepitelial prostática) y el “ASAP” (proliferación de acinos pequeños atípicos). Aunque las siglas se derivan del idioma inglés mantendremos su uso debido a su popularidad y para evitar confusión al introducir sus correspondientes siglas en español.

La dificultad de interpretación de las biopsias se presenta fundamentalmente en los especímenes obtenidos a través de agujas ya que la cantidad de tejido es limitada y pueden representar errores de muestreo. Esto se hace más relevante en casos en los cuales la muestra proviene de la periferia de una neoplasia o que exista un proceso inflamatorio y no esté representada la neoplasia propiamente dicha. El reconocimiento de las lesiones atípicas o una neoplasia intraepitelial es importante ya que le indica al especialista un dato adicional y complementario a los hallazgos obtenidos por el examen rectal digital u otros parámetros clínicos o de laboratorio. De este conjunto de datos se deriva la decisión del urólogo para establecer una metodología de seguimiento en un paciente determinado.

En la mayoría de los casos en los cuales se realizan biopsias múltiples de ambos lóbulos, se obtiene suficiente información para establecer un diagnóstico histológico que se correlaciona con la clínica. Obviamente que, cuando el clínico toma la decisión de tomar las biopsias, es porque necesita los hallazgos histológicos para aclarar o confirmar su impresión clínica.

Tal como está establecido, el estudio histológico se realiza cuando, clínicamente, se sospecha la presencia de una neoplasia maligna por cualquiera de los tres parámetros fundamentales, examen digital, ecosonografía y determinación del antígeno prostá- tico específico. Con frecuencia, la biopsia revela unos hallazgos determinantes tales como la presencia de un adenocarcinoma o un proceso inflamatorio que justifican las características clínicas.

Cuando se observa un adenocarcinoma, el patólogo debe precisar una serie de datos que ayudan al clínico a tomar una decisión desde el punto de vista terapéutico e incluso pronóstico. El patólogo debe informar el grado de diferenciación del tumor ya que éste es el parámetro más importante, tanto para el urólogo, como el radioterapeuta y el oncólogo. En realidad no importa cual metodología se utilice para la clasificación de la neoplasia, siempre y cuando exista buena comunicación entre los especialistas. A pesar de la dificultad de reprodu- cibilidad entre los patólogos, el método más popular entre los especialistas del área es la clasificación de Gleason que, aunque utiliza una escala combinada que va del II al X, se puede resumir en un sistema más simple de bien diferenciado (Gleason combinado

II,    Ill y IV), moderadamente diferenciado (Gleason combinado V,Vl,Vll) o pobremente diferenciado (Gleason combinado VIII, IX y X) como es el sistema de la Organización Mundial de la Salud descrito por Mostofi. Se han descrito otros sistemas para clasificar el grado de diferenciación (Broders, M.D. Anderson Cancer Center, Bocking, y otros) sin embargo, la clasificación de tres grados de diferen­ciación parece ser lo más práctico y fácil de comunicar y reproducir entre los patólogos.

Hay consenso respecto a que el grado de diferenciación es el parámetro más importante en el cáncer de próstata. Desde el punto de vista práctico, no importa cuál metodología o sistema se utilice, siempre y cuando los diferentes especialistas involucrados en el caso en particular “hablen el mismo idioma”. Lamentablemente, no se ha logrado la aceptación de un sistema universal, sin embargo, el “Gleason” ha logrado popularidad y lo más aconsejable es que aunque se utilicen otros sistemas, siempre se reporte adicionalmente el grado o “score” de Gleason combinado con miras a lograr estudios comparativos.

Los criterios histológicos mínimos para el diagnóstico de cáncer de próstata han sido establecidos y, en términos generales, univer­salmente aceptados. Es de hacer notar que, una vez que se establece el diagnóstico de adenocarcinoma (Figura 23.1), el grado histológico generalmente es moderado a pobremente diferenciado ya que los casos bien diferenciados rara vez se presentan sin dudas en las biopsias por punción. Incluso, Epstein, quien tiene una amplia experiencia en patología prostática, ha propuesto que, en biopsias por aguja, no se debe establecer el diagnóstico de adeno­carcinoma Gleason II a IV puesto que el grado es muy importante para la decisión terapéutica y, en la gran mayoría de los casos, cuando se estudia la pieza definitiva, se observa que corresponde a un grado mayor. Dicho autor prefiere evitar la posibilidad de una interpretación inadecuada y por ende un tratamiento conservador, al considerar que se trata de una lesión de bajo grado. En realidad es bien conocido que, por razones de muestreo, el grado histológico que se observa en este tipo de muestras, puede variar respecto al resto de la neoplasia en el espécimen quirúrgico. Obviamente que, si hay una diferencia en el grado histológico, éste es más agresivo en la muestra definitiva que en la obtenida por punción.

 

 

Otro aspecto importante a determinar es la cantidad de tejido involucrado por la neoplasia, dicha cantidad debe especificarse por medio de un estimado del porcentaje de tejido neoplásico en relación al total del tejido examinado. Igualmente debe especificarse la presencia de infiltración neoplásica de espacios vasculares así como los espacios perineurales.

El problema fundamental se presenta cuando no hay características histológicas que permitan establecer un diagnóstico preciso y, por consiguiente, persiste la incertidumbre. Aunque estos casos no son los más frecuentes, cuando se presentan, constituyen un problema para el manejo clínico. Como es lógico pensar, a menor experiencia del especialista anatomopatólogo, más frecuente serán los casos de duda. Este problema usualmente se resuelve ya que siempre se puede obtener una segunda o hasta tercera opinión y minimizar el número de casos en tos cuales persiste la incerti­dumbre. Indudablemente que hay un aspecto relacionado con la muestra propiamente dicha que hace imposible que haya casos en los cuales no se logre establecer un diagnóstico certero, pero el estudio histológico de la muestra, por especialistas con experiencia en el área, permite minimizar los casos de duda.

La existencia de duda por parte del patólogo debe ser vista como una característica de honestidad por parte de él y no como signo de incompetencia. Un signo verdaderamente preocupante es cuando un patólogo por “quedar bien” establece un diagnóstico equivocado, no por error humano, sino por no dejar ver que tiene duda ya que ésta puede ser interpretada como evidencia de incompetencia. En estas situaciones es apropiado recordar a Mark Twain y su cita “cuando tengas duda di la verdad”. Cuando se establecen equipos de especialistas con buena comunicación entre ellos, no se presentan malas interpretaciones y se beneficia el paciente.

Neoplasia intraepitelial prostática (PIN): este término fue descrito por Bostwick en 1987, y aceptado por consenso en 1989, con la finalidad de agrupar una serie de lesiones histológicas para uniformar la terminología y evitar interpretaciones diversas del mismo tipo de lesión tales como, displasia, displasia intraductal, hiperplasia atípica, atipia marcada hiperplasia con cambios malignos, etc. (Figuras 23.2 y 23.3). Originalmente se consideraron tres grados de PIN (I, II y III), sin embargo, la experiencia con dichos casos ha logrado un consenso de agruparlos en solo dos grados o tipos, bajo grado (PINBG) y alto grado (PINAG). La existencia de tres grados hace más difícil su interpretación y el tiempo ha demostrado que, desde el punto de vista oncológico, sólo el alto grado tiene importancia en su asociación con la presencia de un carcinoma. El PIN de bajo grado reeemplazó al PIN

I      original y el PIN de alto grado reeemplazó a los grados II y III originales. Al igual que en otros órganos, podemos hablar de una relación lineal o continua entre la glándula normal, el PIN de bajo grado, el PIN de alto grado y el carcinoma infiltrante. Una vez que la neoplasia penetra el corion, se pierde la relación lineal predecible y se hace factible la diseminación, tanto local como a distancia. Al igual que lo observado con la evolución de lesiones intraepiteliales o “in situ” en otros órganos, el doctor David Bostwick ha sugerido que el PIN está relacionado al carcinoma. El adenocarcinoma se presenta en un lapso comprendido entre 20 a 30 años después que el PIN.

 

 

 

No es la intención de esta comunicación describir los detalles histológicos que diferencian los grados de PIN sino más bien, hacer énfasis en la importancia de establecer su presencia, en especial si es de alto grado ya que, en ausencia de un carcinoma infiltrante, es un indicativo de que el paciente debe ser considerado con riesgo de tener un carcinoma y debe, en consecuencia, hacerse un seguimiento adecuado, con la finalidad de establecer un diagnóstico precoz que es lo que, al fin y al cabo, contribuye al control de dicha enfermedad.

La presencia de PIN de alto grado queda manifiesta por la alteración tanto arquitectural como citológica de las células que revisten los ductos prostáticos. La membrana basal queda preservada, sin embargo, hay un incremento de la celularidad con aglomeración de células y sus núcleos así como la presencia de nucléolos evidentes (Figura 23.3). El único método disponible para establecer la presencia de PIN es la biopsia y por consiguiente, es importante que los patólogos tengan presente la posibilidad de la presencia de PIN y tengan claro los criterios diagnósticos de dicha entidad. Igual de importante es el conocimiento del clínico respecto al significado de PIN para que, de esa manera, pueda establecer los mecanismos de seguimiento adecuados en estos pacientes. He observado casos en los cuales un carcinoma se ha interpretado como PIN lo cual indica no sólo el desconocimiento de las características de dicha entidad sino además, las consecuencias al paciente por retraso en el diagnóstico de malignidad. Uno de los errores diagnósticos, tanto de PIN como de carcinoma, es la presencia de epitelio de las vesículas seminales el cual es normal que presente células irregulares, monstruosas e hipercromáticas y si el patólogo no está consciente de esto, puede interpretarlas como evidencia de carcinoma o PIN de la próstata cuando en realidad se trata de epitelio normal de la vesícula seminal obtenido a través de la punción.

La dificultad diagnóstica más importante con la que se enfrenta el patólogo se presenta cuando hay una serie de cambios histológicos atípicos o irregulares, pero sin que se observen suficientes cambios que permitan establecer el diagnóstico de malignidad con certeza. La presencia de estos casos ha producido la propuesta de usar un término que los agrupe con la finalidad de mejorar la comunicación con el urólogo. Con esa intención, lczkowski, Mac Lennan y Bostwick propusieron en 1997 el uso del término ASAP que corresponde a las siglas en inglés de “Proliferación de acinos pequeños atípicos”. Este término ha despertado controversia ya que no constituye una entidad propiamente dicha y su uso puede exagerarse y ser utilizado en casos que en manos experimentadas puedan resolverse. Su uso debe limitarse para aquellos casos en los cuales se observan pequeñas glándulas o túbulos con atipias suficientes para sospechar la presencia de una neoplasia pero sin los suficientes criterios diagnósticos de carcinoma. Debe diferenciarse del PIN el cual es una entidad específica, el ASAP no constituye una neoplasia intraepitelial (no invasiva) pero, en cambio, comparte con el PIN una alta asociación con la presencia de un adenocarcinoma. El ASAP constituye un reto para el patólogo ya que la dificultad estriba en diferenciar si se trata de una alteración benigna o, por el contrario, corresponde a una neoplasia invasiva. También debe distinguirse del llamado carcinoma de volumen mínimo, en los cuales no hay duda del diagnóstico pero dicha neoplasia representa menos del 5 % del tejido prostático presente en la biopsia.

La controversia sobre el uso del término ASAP ha sido importante y se han realizado una serie de discusiones sobre el tema. Hay expertos como el Dr. Murphy quien está en contra del uso del término ya que piensa que la mayoría son carcinomas y se podría abusar del término ASAP, antes de agotar los esfuerzos diagnósticos. Por otra parte está la opinión de otro experto como el Dr. Epstein quien opina que el término tiene como ventaja la facilidad de comunicación con los clínicos, pero debe hacerse énfasis en que no es una entidad específica y debe realizarse una segunda biopsia para tratar de aclarar la duda. Otros autores experimentados como Bostwick defienden su uso siempre y cuando se tenga claro el significado del término y se use para evitar una terminología descriptiva compleja.

Fundamentalmente el ASAP está constituido por estructuras tubulares irregulares con núcleos hipercromáticos, nucléolo presente en algunos de los núcleos, ausencia de mitosis. Los hallazgos no permiten establecer el diagnóstico de cáncer con certeza pero, al mismo tiempo, el grado de alteración es preocupante y no puede descartarse con seguridad, que se trate de un carcinoma (Figura 23.4 y 23.5). En términos coloquiales corresponde a un hallazgo “sospechoso pero no concluyente de malignidad”. La utilidad del término ASAP estriba en la unificación de criterios entre los patólogos y, más importante aún, en establecer una buena comunicación con los clínicos evitando el uso de

 

 

diversos términos como atipias, sospechoso, hiperplasia atípica, no concluyente para malignidad, etc. que se refieren al mismo tipo de lesión pero el uso de terminología variada puede ser interpretada de diversas formas por el médico tratante. Se ha intentado estratificar los diagnósticos de ASAP en tres categorías, tales como: sospechoso (probable benigno), simplemente sospechoso (no favorece benigno ni maligno) y sospechoso (probable maligno), sin embargo, en mi opinión, es totalmente impráctico y el diagnóstico de ASAP no debe desglosarse en categorías que no contribuyen a dilucidar el problema y, por el contrario, tienden a complicar la interpretación de los hallazgos.

 

 

El ASAP tiene una alta relación con la presencia de carcinoma en biopsias subsecuentes y es por ello que dicho término trata de indicarle al especialista la necesidad de repetir la biopsia de acuerdo a su criterio. En otras palabras y, a diferencia del PIN, el ASAP corresponde a una limitación del método histológico debido a lo escaso de la lesión a examinar, cambios por artefacto de procesamiento, muestra tangencial de una lesión más evidente, etc. que no permiten, incluso al patólogo experimentado, establecer un diagnóstico certero. Al mismo tiempo, debemos estar conscientes de la posibilidad de “abuso” del término por parte del patólogo con el solo objetivo de no asumir su responsabilidad y utilizarlo en casos en los cuales hay cambios atróficos o reactivos que no constituyen cambios relacionados con la posibilidad de carcinoma. Una vez se debe hacer énfasis en que lo más importante es la buena comunicación entre los diversos especialistas; a mayor uniformidad de criterio entre los médicos participantes, mayor será el beneficio del paciente quien, al fin y al cabo, constituye el objetivo fundamental de los profesionales de la medicina.

Lo anteriormente expuesto pretende resaltar la importancia del trabajo en equipo constituido por los diferentes especialistas que manejan la patología prostática. Esto se ha hecho más importante con el avance de los procedimientos diagnósticos orien­tados a la detección precoz de la presencia de un adenocarcinoma que es lo que, en definitiva, permite un mejor control de la enfermedad. La determinación de los niveles de antígeno prostático específico así como la demostración de la presencia de carcinoma intraepiteliales (PIN de alto grado) ha permitido establecer modalidades terapéuticas antes del avance de la enfermedad a estadios que, aunque presentan respuesta terapéutica, no permiten obtener un control definitivo de la enfermedad.

 

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Capítulo 24

CARCINOMA DE PRÓSTATA LOCALIZADO. PROSTATECTOMÍA RADICAL RETROPÚBICA

Dr. Luis H. Matos San Juan

 

La prostatectomía radical, es la manera más razonable de tratar el carcinoma de próstata localizado; descrita por Kuchler en 1966 y practicada por vía perineal en 1903 por Young. Muy reconocida en importantes Centros Hospitalarios, pero poco practicada, debido al desconocimiento del piso perineal por parte del cirujano y al escaso entre­namiento de este abordaje. La vía retropúbica, descrita por Millin es ampliamente popularizada, debido al mejor conocimiento anatómico, control del sangramiento, la fácil extirpación del tumor, el acceso a la remoción de los ganglios linfáticos retroperitoneales, la mejor preservación de la continencia urinaria y capacidad sexual bien descrita por Walsh.1

Las modificaciones que se han hecho a esta técnica han logrado un mejor control vascular, preservación del esfínter externo y la correcta separación del paquete vasculonervioso.

La prostatectomía radical, estaría solamente indicada en cáncer estrictamente localizado (T1 - T2cN0) con una expectancia de vida de 10 a 15 años. El cáncer de próstata afecta al hombre en una edad donde otras enfermedades coexistentes podrían competir en la causa de muerte2-4. En caso de carcinoma prostático localizado, la expectancia u observación, estaría determinada por la edad del paciente, la diferenciación celular del tumor (Gleason), la calidad de vida esperada si la incon­tinencia urinaria o impotencia podría presentarse luego de la cirugía. Es de gran importancia saber cumplir un buen estadio de la enfermedad tumoral, lo más cercano al correcto, para poder elegir la conducta terapéutica en caso de carcinoma prostático localizado.

Para considerar que este procedimiento ha sido exitoso, el cáncer debe ser extirpado en su totalidad, de allí el evitar márgenes quirúrgicos positivos es fundamental, una buena manera es saber la incidencia reportada en la literatura, que varía de un 16 % a un 47 %, siendo la mayor, la zona apical, luego la zona posterolateral y en menor cuantía la anterior. Todo está relacionado a la preservación del paquete vasculo-nervioso, volumen tumoral y la diferencia­ción celular (Gleason > 7)5. Las modificaciones de esta técnica, están dirigidas específicamente a una mejor selección de los casos, la ligadura sección del paquete venodorsal mucho más distal, la cuidadosa y amplia disección desde la uretra membranosa incluiría el ápex prostático en su totalidad, la inclusión de la fasia de Denovilliers, la amplia excisión del paquete vasculonervioso cuando tejido indurado sea palpado, la sección del cuello vesical mas próximamente (5 mm). Estas consideraciones han reducido los márgenes quirúrgicos positivos al 8 %[4].

El uso de bloqueadores androgénicos en etapa pre-operatoria no debe ser recomendado ya que reduce el volumen prostático, mayoritariamente a expensas del tejido hiperplásico, pero las células neoplásicas no son eliminadas y se seleccionarían muchos casos con invasión avanzada extracapsular (T3), aumentaría los costos y retrasaría el tratamiento definitivo. Podría únicamente ser considerado el uso de estos bloqueadores androgénicos en pacientes jóvenes con tumores bien diferenciados (Gleason < 6).

Fundamentalmente la selección estaría dirigida a la completa extirpación del tumor y que los márgenes quirúrgicos de resección sean negativos, con cifras de antígeno prostático específico (PSA) no detectable en tiempo postoperatorio; aproximadamente 50 % en los que se ha encontrado márgenes positivos, desarrollan elevación del PSA y recurrencia local3.

Una buena historia clínica, examen digital rectal, el antígeno prostático específico, el ecograma prostático transrectal - biopsia (Gleason), imágenes radiográficas, son de gran importancia en el estadio del cáncer prostático localizado, aunque hay cierta tendencia a no cumplir estudios de imágenes diagnósticas por ser de poca utilidad en extensión extracapsular microscópica o infiltración micros­cópica de ganglios linfáticos. El examen digital rectal seguirá siendo en el urólogo experimentado un método de ayuda en la evaluación-estadio de la enfermedad. Hay relación entre los niveles de PSA y el estadio clínico, invasión extracapsular (T3), es presentada en 70-84 % de los pacientes con PSA sobre 20 ng/mL. Cuando las cifras son mayores de 40 ng/mL la posibilidad de T3 es cercano al 100%. La invasión extracapsular es menos probable en niveles PSA de 0-4 ng\mL7-9.

La histopatología del tumor (Gleason) probable­mente sea el mejor factor pronóstico a considerar y determinante en la terapéutica de cada caso, en lesiones ( T1-T2) bien diferenciadas (Gleason < 6), las posibilidades de que halla extensión extra- capsular, margen positivo de resección y comprometimiento de ganglios linfáticos es menor. Lo contrario sucede cuando (Gleason> 6) estamos en presencia de lesión pobremente diferenciada9.

Se conocen diferentes maneras de tratar el carcinoma de próstata localizado, la observación vigilante, la radioterapia (intertisial-externa) y la cirugía radical. Cada caso podría ser manejado en forma diferente de acuerdo a la aceptación del paciente. El progreso de esta enfermedad es tan lento que podría presentarse varios años aun asintomático. Hoy en día debido a mejores posibilidades diagnósticas (PSA), mayor conciencia del médico internista y de la población en general, se está operando a una edad más joven, el tener una morbilidad relacionada con impotencia-inconti­nencia, resulta dificultoso lograr convencerlos para cirugía radical; la calidad de vida es excelente cuando este procedimiento es practicado en hospitales o centros médicos de referencia, al contrario los resultados son muy desfavorables. Este proce­dimiento viene siendo practicado por casi un siglo y la impotencia fue el resultado en todos los pacientes. Debido al mejor conocimiento anatómico y considerar como razonable preservar la función sexual sin interferir en el resultado de la curación del cáncer, se han creado variantes en la técnica quirúrgica que han impactado enormemente la conservación de la potencia sexual en etapa post­operatoria. Por el hecho de estar diagnosticando esta enfermedad a una edad más temprana y la morbilidad que le acompaña, la braquiterapia resulta un procedimiento aceptado recientemente. En los años 70 se implantaron semillas de I125 a cielo abierto con resultados catastróficos, hoy por vía perineal y de manera bien organizada, ya aparecen trabajos en la literatura donde hay zonas de la próstata que quedan incompletamente tratados, con porcentajes de curación inferiores a los obtenidos por cirugía radical10. Serían necesarias altas dosis de radioterapia para poder curar el cáncer prostático localizado, la braquiterapia como tratamiento único no cumpliría este objetivo; recientemente se han reportado importantes efectos contralaterales en el área urinaria, intestinal y sexual, siendo peores cuando se combina con radiación externa11.

ANATOMÍA

La próstata es un órgano fibromuscular y glandular localizado en la parte inferior de la vejiga detrás de la sínfisis pubiana, posteriormente está separada del recto por la fascia de Denonvilliers . La parte más distal reposa en el diafragma urogenital y anteriormente es sostenida por los ligamentos puboprostáticos. Normalmente pesa 20 g y es atravesada por la uretra posterior que mide aproximadamente 2,5 cm. Muy adherido en la parte posterolateral, se encuentran las vesículas seminales y los conductos eyaculadores, que perforan la glándula terminando en el verummontanun localizado en la parte más distal de la uretra prostática muy proximal al esfínter externo.

La irrigación arterial es suplida por la arteria vesical inferior que provee ramos a vesículas seminales, base de la vejiga, uréter inferior y la próstata donde termina en dos grandes grupos el uretral y el capsular. Los vasos uretrales entran por la unión vesicoprostática e irrigan el cuello vesical y la porción periuretral de la glándula. Los vasos capsulares irrigan externamente la próstata en su cara ventral y dorsal terminando en el diafragma urogenital.

El conocer el drenaje venoso es de capital importancia para evitar la excesiva perdida de sangre que caracterizaba esta cirugía en el pasado. La vena dorsal superficial del pene es fácilmente identificada. La vena profunda o complejo veno-dorsal deja el pene debajo de la fascia de Buck entre ambas corpora cavernosa atravesando el diafragma urogenital donde se divide en una rama superficial y dos laterales12. La rama superficial va entre los ligamentos puboprostáticos, localizados centralmente sobre el cuello vesical-prostata. Los plexos laterales van por debajo de la fascia endopélvica interconectandose con los plexos obturatrices, pudendos y vesicales para formar la vena vesical inferior.

El drenaje linfático de la glándula prostática va hacia los ganglios obturatrices, ilíacos externos e internos de ahí se congregan y se unen a los linfáticos ilíacos comunes y luego los para-aórticos.

La inervación de la próstata deriva del sistema autonómico. Las fibras parasimpáticas provienen de (S2-S4) la región sacra y las fibras simpáticas de la región toracolumbar (T11-L2), ambos forman un numeroso paquete nervioso que constituye el plexo pélvico siendo una red interconectada que se dirige en la cara anterior del sacro abrazando al sigmoide- recto en todas sus caras y finalmente el paquete neurovascular se encuentra bien identificado en la unión vesicoprostática en su cara posterior; dirigiéndose en forma ramificada en toda la próstata, más distalmente en la unión prostatouretral (membranosa) sigue situado en cara posterior y lateral bilateralmente. Las ramas arteriales más distales de la arteria vesical inferior recorre los mismos caminos acompañando al sistema de nervios periféricos a este nivel, uniéndose forman el nervio dorsal del pene y la arteria dorsal del pene, atraviesan el diafragma urogenital entrando en los cuerpos cavernosos.

TÉCNICA QUIRÚRGICA

La prostatectomía radical incluye la extirpación de la próstata, vesículas seminales, y linfade- nectomía retroperitoneal pélvica previa, como estadio de la enfermedad, no siendo beneficiosa esta cirugía cuando hay micro metástasis en ganglios linfáticos. Aproximadamente 2 meses luego de la biopsia transrectal, se procede, esperando se haya resuelto cualquier proceso inflamatorio. El día anterior se indica dieta líquida y cumplir enema evacuador, asegurando que la ampolla rectal esté limpia. Dos unidades de sangre completa son necesarios, preferiblemente autóloga.

Luego de tomadas medidas antiembólicas y anestesia general satisfactoria, en posición supina con ligero Trendelemburg, se coloca sonda Foley N° 16, inflando el balón con 30 mL de solución salina y conectado a un sistema cerrado estéril.

La piel es preparada y cubierta estérilmente. Incisión en la línea media infraumbilical hasta el pubis, profundizando hasta músculos rectos abdo­minales que son separados exponiendo el espacio de Retzius, luego de incidir la fascia transvesalis completamente, conservando el peritoneo que es rechazado lateralmente exponiendo los vasos ilíacos externos hasta la bifurcación de los vasos ilíacos comunes. La disección de los ganglios linfáticos se inicia del lado donde se encuentra el tumor prostático. Toda la cadena ganglionar sobre la vena ilíaca externa, siendo este el límite externo hasta la unión de los vasos iliacos comunes, hipogástricos y obturatrices son removidos. Deben ser conservados los tejidos que cubren la arteria ilíaca externa, que contiene los linfáticos que drenan las extremidades inferiores. El mismo procedimiento es practicado en el lado contralateral.

Luego que la biopsia por congelación descarta la presencia de infiltración tumoral, se remueve el tejido adiposo de la cara anterolateral de la próstata bilateralmente exponiendo la fascia endopélvica, la vena dorsal superficial y ligamentos puboprostaticos. Luego de la división de los ligamentos, se liga la vena dorsal superficial lo más distal posible logrando exponer la unión de el ápex prostático y el complejo venoso dorsal. (Figura 24.1).

 

 

La incisión de la fascia endopélvica se produce bien distante de la próstata para evitar lesionar el plexo venoso de Santorini localizado en la cara anterolateral de la próstata, la incisión se prolonga en dirección anteromedial hacia el ápex prostático. De aquí en adelante todos los procedimientos se practican bilateralmente.

El sangramiento profuso que caracterizaba esta cirugía en el pasado proviene del complejo venoso dorsal de difícil acceso colocado distalmente en el espacio retropúbico. La cara anterior de la próstata es presionada firme y constante hacia el recto, pudiendo visualizar mejor la unión del ápex prostático y el complejo venoso dorsal que es ligada con Vicryl 3-0 lo más distal posible y seccionado sin electrocauterio. De esta manera se consigue un buen control del sangramiento y se evita lesión del esfínter externo (Figura 24.2). Queda expuesta la cara anterior de la uretra donde convergen medialmente el paquete neurovascular siguiendo la cara postero­lateral del apex prostático, teniendo precaución de no seccionarlo. Se rechaza lateralmente la próstata y se incide superficialmente la fascia prostática longitudinalmente desde el ápex prostático hasta el cuello vesical y cuidadosamente se moviliza el paquete neurovascular en forma posterior hacia el recto en ambos lados, seccionando previamente los ramos vasculares y nerviosos menores que se dirigen a la cara lateroanterior de la próstata. Se introduce el dedo índice de la mano izquierda por delante de la fascia prostática y el paquete neurovascular recién rechazado, entre la próstata y el recto avanzándolo al lado contralateral y digitalmente se permite desarrollar un amplio y fácil espacio en toda la extensión de la próstata en su cara posterior y parte de las vesículas seminales, evitando lesión del paquete vasculonervioso e incluyendo la fascia de Denonvilliers (Figura 24.3). La uretra es seccionada en su mitad anterior (sin electrocauterio) visua­lizando la sonda de Foley que es ligeramente exteriorizada y asegurada con pinza hemostática para evitar el vaciado del balón y se corta, ayudando a movilizar la próstata vía anterior y lateralmente. Se completa la sección de la mitad posterior de la uretra, a este nivel la uretra membranosa nunca es referida con suturas para evitar accidentes que puedan lesionarla (Figura 24.4). La sonda de Foley es traccionada anteriormente permitiendo liberar del recto la fascia de Denonvilliers, se seccionan las ramas vasculares y nerviosas menores que se dirigen hacia la cara posterior de la próstata que provienen

 

 

del paquete vasculonervioso visiblemente bien identificado en este momento. Se ligan y seccionan vasos sanguíneos más prominentes que se dirigen hacia la base de la próstata y vesículas seminales, éste sería el último elemento de sostén del paquete vasaculonervioso que caería libremente sobre el recto, la próstata se moviliza con mayor facilidad. Manteniendo una tracción mayor en la sonda de Foley se logra liberar ambas vesículas seminales del el recto lo más cefálico posible (Figura 24.5).

 

 

Se incide el cuello vesical en su cara anterior aproximadamente 5 mm proximal a la unión vesicoprostática, luego de vaciar el balón de la sonda de Foley, ambos extremos se aseguran con pinza hemostática y de esta forma ayuda a la movilización de la próstata-seminales. Inyección endovenosa de índigo-carmine contribuirá, a identificar orificios ureterales y se completa la incisión del cuello vesical rechazando el cuello vesical posterior vía cefálica, se completa la disección de las vesículas seminales en su cara anterior y la cara posterior de la vejiga a nivel del cuello vesical. A cada lado e independiente del paquete neurovascular se liga y secciona arteria prostática proveniente de la arteria vesical inferior. Se seccionan ambos vasas deferentes y la pieza anatómica a extirpar es removida.

Se cumple cuidadoso y meticuloso control de pequeños vasos sanguíneos sangrantes, asegurando una hemostasia estricta; nunca se utiliza electrocau- terio a vasos sangrantes cercanos que comprometan el paquete vasculonervioso.

En próstatas pequeñas la reconstrucción de el cuello vesical es mínima, cuando el defecto es mayor se utiliza Vicryl 3-0 comenzado por el cuello vesical posterior vía anterior en forma continua incluyendo las tres capas vesicales, previa identificación de ambos orificios ureterales, ayudado con el índigo carmine. El diámetro del nuevo cuello vesical podría aceptar el dedo índice, luego que la mucosa vesical ha sido evertida y fijada con sutura separada (crómico 4-0), a la capa serosa-muscular de la vejiga exter­namente. Una nueva sonda de Foley provada (Silicon No. 18, 30 mL) es colocada a través de la uretra a la vejiga. La anastomosis vesico uretral se cumple con

6      suturas (Vicryl 3-0) a los 12, 2, 4, 6, 8, 10 según las agujas del reloj, asegurando que el nudo quede localizado externamente. Del lado vesical se incluyen todas las capas, del lado uretral solamente la mucosa y la submucosa sin incluir la muscular (esfínter externo) en orden de preservar la continen­cia urinaria y no incluir el paquete vasculonervioso (cara posterior). (Figura 24.6).

 

Se coloca drenaje al vacío-succión separada de la herida que es cerrada en rutina.

Es de gran importancia considerar que esta cirugía se practica únicamente con fines curativos, y el tratar de preservar el paquete vasculonervioso para conservar la potencia sexual aumentaría el riesgo de tener márgenes quirúrgicos positivos. Consen­timiento que debe ser dado por el paciente en circunstancias especiales, como la presencia de extensión extracapsular luego que la fascia endopél­vica ha sido incidida durante el momento operatorio. Especial consideración se tendría en tumores mal diferenciados (Gleason > ó), o cuando el tumor esté fijado al paquete vasculonervioso. La cirugía en un paciente impotente sería más rápida y amplia.

La recuperación en el tiempo postoperatorio inmediato es satisfactoria, el paciente se levanta al día siguiente y se instituye dieta líquida que puede ser avanzada a dieta blanda al segundo día. El dolor es bien tolerado y controlado con analgésicos. El drenaje cerrado-succión usualmente es retirado al tercer día y dado de alta del hospital al cuarto día. La sonda de Foley permanece por un período de 2 a 3 semanas dependiendo de la calidad de anastomosis uretrovesical o si se ha presentado alguna compli­cación.

Las complicaciones intraoperatorias son las usuales a cualquier cirugía del área pelviana siendo el sangramiento las más frecuente y mayorita- riamente provienen de origen venoso, durante la linfadenectomía retroperitoneal pélvica y la ligadura del complejo venodorsal por ser muy frágiles y de difícil acceso podría practicarse ligadura incompleta y durante la tracción-manipuleo de la pieza anatómica a extirpar ocasionan laceraciones repetidas con sangramiento importante. Mucho menos frecuentes pero que hay que mencionarlas, son la lesión del nervio obturador durante la linfadenectomía y la laceración del recto durante la sección del ápex prostático-uretra membranosa, esto se evita luego de la dilvulsión digital mencionada en la técnica quirúrgica. Si la lesión rectal es mínima, se sutura en dos planos, lavado repetido regional del área afectada y antibióticos de amplio espectro serían suficientes. En laceraciones rectales mayores se practica colostomía derivativa.

La necesidad de explorar por sangramiento sostenido en tiempo postoperatorio inmediato no es lo usual, lo mismo se menciona a infección de herida operatoria. La persistencia de orinas hematúricas se explica al no afrontar mucosa-mucosa en la anastomosis vesico-uretral. Un drenaje persistente y prolongado en días podría no ser orina si no líquido linfático, esto ocurre cuando se extirpa cadena linfática que drena miembros inferiores (ganglios, arteria ilíaca externa) y la incompleta interrupción del drenaje linfático durante la linfadenectomía, en estos casos las oportunidades de infección son mayores.

La continencia urinaria es muy cercana al 100 % debido a las mejorías de la técnica quirúrgica, la mejor selección de los casos, por ser los pacientes másjóvenes y el tumor localizado, probablemente la conservación del paquete vasculonervioso ayuda a la continencia urinaria. Todo esto es aplicable también a la preservación de la función sexual.

CONCLUSIÓN

La prostatectomía radical retropúbica es únicamente recomendada para pacientes con carcinoma de próstata localizado y con una expectancia de vida mayor de 10 a 15 años. Este procedimiento puede considerarse exitoso cuando el tumor ha sido extirpado en su totalidad, siendo necesario una estricta selección de los casos, pudien­do ser considerados el estadio de la enfermedad, la histopatología del tumor (Gleason), los niveles séricos de antígeno prostático específico, y la edad del paciente.

Hoy más hombres son diagnosticados con cáncer prostático curable a una edad más temprana. Con el conocimiento anatómico y mejoría en la técnica quirúrgica las posibilidades de incontinencia urinaria y preservación de la función sexual se han reducido en forma importante con control de la enfermedad. pudiendo vivir más tiempo y con una mejor calidad de vida.

 

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Introducción

Durante el tratamiento convencional del carcinoma prostático, la conversión hacia un estado de hormono-resistencia implica su expansión extraglandular local o sistémica, un pronóstico cierto de incurabilidad, y a partir de ese momento, un tiempo aproximado de sobrevida de 6-12 meses. Dentro de la clasificación internacional de Whitmore y Jewett estos casos se ubican en las categorías C, D1 y D2, y en los estadios T3 y T4 según el sistema TNM. Esta situación de compromiso metastático extraglandular comparte similitudes con las diseminaciones corpóreas de otros tumores, pero lógicamente, conserva rasgos clínicos y terapéuticos que le son particulares.

La velocidad de aparición de la extensión focal y generalizada, primordialmente determinadas por el “programa clonal” oncogénico y la impredecible interrelación tumor-paciente, pudiera además estar influida, al menos parcialmente, por ciertas decisio­nes terapéuticas tempranas. Presumiblemente, el tipo de cirugía y las modalidades de radioterapia o braquiterapia utilizadas en el intento de curación, así como la actitud de “vigilancia armada”, propugnada por algunos urólogos y oncólogos ante tumores identificados como pequeños y bien diferenciados, pudieran repercutir a posteriori en prevenir o facilitar la reaparición cancerosa.

Al descubrirse la amplia dependencia andro- génica de los carcinomas prostáticos1, la consecuente aplicación terapéutica de orquiectomías y estróg- enos, y más recientemente la castración médica con antiandrógenos selectivos, han incidido notoria­mente en contener su crecimiento, en prolongar la sobrevida, y en casos aislados, a la remisión total de la enfermedad2. Pero aun con el trascendental impacto de estos avances, ninguna combinación moderna de procedimientos quirúrgicos, radiotera- péuticos y endocrinológicos resulta universalmente curativa, y en un 70-80% de enfermos el desenlace fatal continúa siendo inevitable.

Aspectos fisiopatológicos

La conversión neoplásica surge de algún componente celular incluido en la heterogénea y compleja composición histológica de órganos y tejidos. La próstata normal está estructurada por un conglomerado mayoritario de células epiteliales, endoteliales y primitivas, (“stem cells”), organizado en racimos glandulares, y esparcidos entre ellas, acúmulos variables de células con funciones neuroendocrinas. Numerosas glicoproteínas de membrana, y mecanismos intracelulares genéti­camente programados, algunos inducibles, otros integrados originalmente al ciclo vital celular, modulan la recepción de estímulos normales y patológicos y elaboran las respuestas específicas apropiadas. En condiciones fisiológicas los andrógenos sintetizados en testículos (90-95 %) y adrenales (5-10 %), actuan como los reguladores principales, aunque no exclusivos, del desarrollo y la sobrevida tisular. Según su capacidad de reacción al efecto androgénico, los componentes celulares prostáticos pueden clasificarse en: 1. andrógeno- dependientes, 2. andrógeno-sensibles, y 3. andrógeno-insensibles. El reconocimiento de estos patrones de afinidad resulta crucial para una mejor comprensión de la oncogénesis, del efecto androgénico y antiandrogénico sobre los distintos tumores, y del desarrollo de la resistencia hormonal3.

Mediante un sutil balance homeostático- hormonal, de mayor repercusión en el subgrupo celular andrógeno-dependiente, la acción androgénica ejerce un control permanente y ordenado que abarca los procesos de proliferación y reproducción (efecto agonístico), y los eventos que conducen a la muerte celular (efecto antagonístico). En ausencia de niveles androgénicos adecuados, el desequilibrio resultante inclina la acción hacia la destrucción celular, al desencadenar una cascada de mecanismos bioquímicos y cambios morfológicos, dependientes de energía, conjuntamente nominados muerte programada o apoptosis4. Secuencialmente estos fenómenos se generan por un influjo intracelular de iones de calcio libres que induce una programación epigenética que fragmenta al ácido desoxirribonucleico (ADN) mediante el efecto catalizador de endonucleasas intranucleares calcio- magnesio-dependientes; esta partición enzimática concluye con la formación de oligómeros nucleosomales (múltiplos de subunidades de 180 pares de bases). La correspondiente expresión anatomopatológica de esta cadena de eventos incluye desintegración nuclear, condensación cromática, hemorragias en las superficies celulares, y finalmente una dislocación celular que va conformando masas amorfas residuales (cuerpos apoptóticos). Esta complicada acción androgénica, teóricamente uniforme para todas las células, es encauzada en cada una de ellas según la información genética individual o compartida dentro de grupos celulares clonalmente idénticos.

Actualmente se le asigna un protagonismo homeostático prominente al componente celular neuroendocrino, cuya secreción de neuropéptidos tales como la bombesina, el polipéptido intestinal vasoactivo, la somatostatina, y algunas aminas biogénicas representa específicamente la nominada “progresión neuroendocrina”. Novedosos métodos inmunoquímicos han permitido su localización tisular normal e intraneoplásica en una proporción correspodiente a un 16-100 % de las masas celulares totales5-8. En ciertos tipos de tumores el predominio de esta actividad neuroendocrina se relaciona proporcionalmente con el crecimiento del comparti­miento celular andrógeno-independiente. Como dato de interés clínico pertinente, en los tumores de células pequeñas, el incremento neuroendocrino conlleva un comportamiento más agresivo y un pronóstico más sombrío9. No se han demostrado posibles efectos pro-oncogénicos relacionables a una secreción defectuosa o exagerada de estas moléculas, aunque se ha propuesto la incorporación de su cuantificación sérica como guía complemen­taria para rastrear la extensión tumoral o verificar las respuestas terapéuticas (ver más adelante).

El conocimiento detallado relativo a las bases moleculares del efecto androgénico, la estructura y fisiología de sus receptores específicos, el rol de los factores de transcripción sobre la génesis oncogénica, así como las interacciones intracelulares pertinentes, se encuentran actualizados en compilaciones recientes3.

Uno de los aspectos más intrigantes del compor­tamiento del cáncer prostático concierne al lapso que puede transcurrir para la duplicación del volumen tumoral, el cual puede fluctuar entre extremos de 2 semanas y > 5 años. Para justificar esta marcada variabilidad, observable por igual en tumores benignos y malignos, se ha invocado el papel crucial de la sensibilidad celular individual o grupal al efecto androgénico1011. Esta propiedad se refleja clínicamente en la aparición ocasional de hiper- plasias benignas desproporcionadamente gigantes en gente joven, (hipersensibilidad), o en contraposi­ción, su mínima expresión o incluso total ausencia en muchos hombres de edad avanzada (hiposensi- bilidad). Por extrapolación, el mismo argumento fisiopatológico aduce efectos hormonales disímiles sobre las neoformaciones malignas.

Presumiblemente, desde el mismo momento de la transformación clonal, el “modus operandi” de esta interacción andrógeno-células incidirá en establecer el tipo de diferenciación tumoral y en determinar la cronología de su expansión ulterior. Es lógicamente atribuible a esta misma sensibilidad celular la modulación de los efectos de la medicación anti-androgénica, asumiendo tácitamente que para ejercer su acción, estos fármacos deben interactuar con los mismos mecanismos moleculares. Una vez engendrado el tumor, y a medida que transcurren los sucesivos ciclos celulares, esta reactividad biológica raramente permanece estable; en lapsos de tiempo prácticamente impredecibles, aunque usualmente en secuencia lenta, el patrón original sufre modifica­ciones genéticas, ya sea inherentes al desarrollo neoplásico, o quizás generadas por influencia de los distintos tratamientos antitumorales. Debido a esta adversa conversión, un número creciente de células neoplásicas, originalmente detenidas o abolidas por el efecto anti-androgénico, en períodos aproximados de 1-4 años, se van transformando en masas malignas progresivamente resistentes a sus efectos. De ahí que sólo excepcionalmente se obtengan remisiones de larga duración. Desafortunadamente, muchos tumores portadores de clones “insensibles” ya adolecen de esta hormono-resistencia desde el propio momento en que son descubiertos, siendo solamente posible identificarlos al no responder del modo esperado a la castración médica o quirúrgica. En la actualidad no contamos con métodos suficientemente precisos que permitan diagnosticar estas variantes a priori, y obviar así manipulaciones hormonales innecesarias.

La eficacia antitumoral de los antiandrógenos ha sido corroborada de manera muy concluyente por estudios planificados, “a la inversa”: al administrar testosterona o sus derivados a pacientes portadores del cáncer, (procedimiento éticamente debatible), y a animales injertados con tumores experimentales, se observa una acentuada intensificación del crecimiento tumoral, caracterizada por un aumento acelerado de dolores óseos, la aparición precoz de compresiones medulares, y desenlaces fatales más rápidos1213.

Esta sumación de experiencias clínicas y expe­rimentales ratifica el reconocido comportamiento heterogéneo del cáncer prostático, explica las notorias diferencias clínicas entre uno y otro paciente, y justifica la obvia necesidad de individualizar cada aspecto del manejo terapéutico.

Los mecanismos moleculares precisos que generan al fenotipo canceroso, o los cambios genéticos que suscitan la andrógeno-resistencia permanecen desconocidos, aunque se postula que desde un principio involucran cambios en la estructura y regulación del genoma celular, mutaciones específicas, alteraciones cromosómicas, y/o modificaciones de ciertos genes reguladores3. Con el tiempo, el conocimiento más desmenuzado de estos procesos de oncogénesis permitirá implementar medidas terapéuticas capaces de prolongar o quizás mantener indefinidamente el control hormonal.

Aspectos clínicos

Una vez que la terapia hormonal pierde su eficacia, las manifestaciones sintomáticas de la progresión tumoral suelen ser muy evidentes: deterioro rápido del estado general, anorexia, pérdida de peso, palidez, y dependiendo del grado de agresividad tumoral, una progresión más o menos acelerada hacia la caquexia y la muerte en pocos meses. Otras expresiones comunes durante esta fase avanzada se relacionan con el tamaño y ubicación de las metástasis: exacerbación de dolores óseos, de predominio en las estructuras de la cadera y la columna dorso-lumbo-sacra, dolores pelvianos, infecciones urinarias, disfunción intestinal baja, hematuria, dolores abdominales por invasión hepática o peritoneal, y con menos frecuencia, síntomas inducidos por la afectación de zonas óseas o viscerales más atípicas.

Para definir uniformemente la extensión de la enfermedad, algunos centros recurren al uso de índices de perfomance como el de Karnofski y Zubrod, o a tablas pronósticas elaboradas sobre conjuntos de síntomas y signos14-16. Mediante estos recursos se facilita el análisis comparativo de resultados en grupos afines de pacientes cuando se ejecutan estudios multicéntricos sobre terapias experimentales o innovaciones diagnósticas. En los casos individuales, no partícipes en estas investiga­ciones, estas estratificaciones son innecesarias, y la extensión tumoral se aprecia con relativa facilidad mediante la información clínica, la radiología ósea normal o isotópica, las tomografías computerizadas, y una combinación de pruebas de laboratorio.

En la toma de las decisiones terapéuticas más efectivas y menos perjudiciales, conviene poseer una apreciación pronóstica orientadora. Basado en el aporte de muchas casuísticas se ha logrado conformar un esquema predictivo del grado de diseminación, según la presencia, intensidad y magnitud de un conjunto de manifestaciones clínicas y de laboratorio14. Existe el acuerdo general de que un detrimento más rápido está asociado a: un índice de Karnofski bajo, anemia, hipoalbuminemia, al tamaño de las metástasis óseas y hepáticas, a elevaciones significativas de la dehidrogenasa láctica y la fosfatasa alcalina, y a la elevación progresiva del antígeno prostático, como el marcador tumoral más confiable. Es importante destacar que una variedad peculiar de anemia, caracterizada por cambios leucoeritroblásticos en sangre periférica, (células inmaduras de las series blanca y roja) señala con bastante certeza la presencia de metástasis óseas, incluso ante hallazgos radiológicos dudosos. Cuando esto ocurre, la confirmación patológica es fácilmente asequible mediante la punción-biopsia de médula ósea, extraída preferentemente de huesos ilíacos. Marcadores tumorales

Como complemento a la evidencia clínica disponible, en la búsqueda de señuelos reproducibles y específicos se ha seleccionado una serie de moléculas circulantes, con la esperanza de que sus fluctuaciones reflejen la progresión tumoral y el efecto de las modalidades terapéuticas. En la fase de hormono-resistencia, en la cual el espectro clínico de la enfermedad es muy aparente, la contribución diagnóstica de estas determinaciones es muy restringida; no así en las fases más tempranas, cuando la detección precisa de la extensión extraprostática suele ser más complicada. Con la conocida limitación interpretativa en las fases avanzadas, analizada en el párrafo siguiente, el PSA continúa siendo el marcador por excelencia. En la evaluación de la progresión tumoral. De acuerdo a investigaciones preliminares, es factible que alguno de los marcadores recientemente incorporados a las pesquisas del laboratorio especializado, ofrezcan soporte diagnóstico en situaciones muy particulares. a continuación se describen brevemente aquellos que han despertado el mayor interés.

Antígeno prostático específico (PSA): la

determinación sérica de la concentración total y/o de la fracción libre no ligada a proteínas, ha afinado sensiblemente tanto el despistaje inicial de la enfermedad, como la detección de la reaparición tumoral precoz post cirugía o radioterapia17. La amplia experiencia recabada mediante las determi­naciones rutinarias y periódicas ha evidenciado su correlación cuantitativa muy estrecha con las características tumorales de diferenciación, volumen, y extensión metastática18, y ha establecido su papel predictivo sobre la evolución post hormonoterapia y quimioterapia19. Similarmente, se han demostrado relaciones muy precisas entre las fluctuaciones de los niveles de PSA y la calidad de las respuestas terapéuticas respectivas. En práctica médica actual tales conocimientos han magnificado el espectro de aplicaciones predictivas del PSA a las esferas de la progresión cancerosa, del tiempo de duración de las remisiones, y de la sobrevida global20.

En vista de que la producción del PSA por las células prostáticas depende exclusivamente del efecto androgénico, sus niveles séricos resultan menos representativos de la carga tumoral en la fase hormono-resistente, en la cual por definición, prevalecen nuevos fenotipos genéticos de insensi­bilidad hormonal. Esta cuantificación del PSA se encuentra aún más disociada de la realidad cancerosa, cuando los tumores contienen abundantes células neuroendocrinas, andrógeno-independientes.

Al transformarse en hormono-resistentes, casi sin excepción, los tumores prostáticos cursan con marcadas elevaciones de PSA, pero por los motivos antes expuestos, sus oscilaciones subsiguientes, incluso en ausencia de terapias supresoras, ya no exhiben la típica correlación con la expansión neoplásica, notada en las fases precedentes. Debe considerarse además que algunos agentes antineoplásicos de reciente uso, tales como el suramin y el TNP-470 (experimental), han sido introducidos como alternativas esperanzadores por su capacidad inhibitoria directa de la síntesis prostática de PSA; aunque intensa, esta acción antienzimática no es proporcional a sus efectos antitumorales, lo que incide que durante su administración tampoco sea posible la interpretación fidedigna de la relación PSA/crecimiento tumoral.

Moléculas de adhesión celular (CAMS): en la cascada metastática existen marcadas alteraciones de la adhesividad intercelular que afectan por igual a las células neoplásicas y a las células normales peritumorales. Se han documentado indistintamente tanto elevaciones como disminuciones en algunas de las moléculas que participan en diversos aspectos de este fenómeno (i-cam-1, v-cam-1, e-cadherin). Según la evidencia actual, su uso clínico rutinario aun no está justificado21.

Factores de crecimiento: en base a sus acciones fisiológicas selectivas sobre la proliferación celular, las determinaciones el factor fibroblástico (bfgf), el factor vascular endotelial (vegf), y el factor de transformacion-1 (tgf-1) han sido integradas a la pesquisa de marcadores. En una proporción limitada de pacientes se ha verificado cierta asociación entre concentraciones elevadas del bfgf y del vegf y la actividad tumoral, pero de relevancia clínica incierta22.

Interleuquina 6: debido a que esta proteína pro- inflamatoria se incrementa marcadamente en hipernefromas, carcinomas ováricos, melanomas y mielomas, también se ha explorado su papel como marcador prostático. Su incremento, algunas veces muy llamativo, refleja más bien cambios inespecíficos asociados con la aparición de la caquexia y el síndrome de desgaste final DE las diseminaciones neoplásicas.

Marcadores neuroendocrinos: conocida la alta proporción de células neuroendocrinas intra- prostáticas y su asidua presencia en diversos tumores, se le ha asignado alguna importancia a sus secreciones neuropeptídicas. La observación de niveles elevados, aunque no uniformemente, de bombesina, calcitonina y cromogranina b, incluso cuando las concentraciones de PSA son normales, preconiza un posible uso clínico circunscrito a casos de tumores con extensa celularidad neuroendocrina.

Endotelina-1: un aumento significativo de este potente vasoconstrictor ha sido demostrado en pacientes portadores de tumores andrógeno- resistentes. Los escasos reportes disponibles exponen cierta relación entre los niveles más elevados y el grado de invasión ósea y tejidos blandos, así como una asociación menos firme con remisiones o progresiones23.

Marcadores de destrucción ósea: en una significativa proporción de pacientes las metástasis óseas coexisten con un incremento de la fosfatasa alcalina total, o su isoenzima ósea, y con elevaciones de la osteocalcina derivada de la actividad osteoblástica. Estos hallazgos no son uniformes, al comprobarse frecuentemente grados similares de invasión ósea asociada a niveles normales de una o ambas proteínas. Por otra parte, estos valores séricos pueden modificarse por factores independientes del crecimiento tumoral, tales como la osteoporosis, la función renal y las variaciones dietéticas. A pesar de estas limitaciones, en los portadores de niveles elevados, las determinaciones secuenciales constitu­yen mejor reflejo de la afectación ósea progresiva.

Prolactina: la terapia antiandrogénica estimula la hiperprolactinemia, y en experimentos animales la prolactina ejerce efectos tróficos sobre distintos componentes prostáticos. Al menos en 2 estudios de casos tratados con DES o estramustina se evidenció que aquellos portadores de niveles elevados exhibían respuestas más leves y adolecían de un peor pronóstico2425. Se ha propuesto además, de que la prolactina pudiera incidir en el propio proceso de oncogénesis al activar la proliferación de células tumorales andrógeno-independientes. A pesar de esta documentación, su cuantificación rutinaria no incide clínicamente en ninguna fase tumoral.

Aspectos terapéuticos

Según estadísticas universales para el momento de su detección, al menos un 20 % de los casos de cáncer prostático se encuentran diseminados e incurables, y aunque aproximadamente un 80-90 % de este grupo responde variablemente a la terapia hormonal, en el lapso de 1-4 años (promedio 18 meses), inevitablemente todos confluyen en la fase hormono-resistente26. El manejo correcto de estos estadios “terminales” requiere una estrategia individualizada que contemple el alivio del sufri­miento físico y psicológico, el logro de la mejor calidad de vida posible, y según la evidencia científica vigente y las circunstancias clínicas, el intento de prolongar la sobrevida.

Al enfrentar la expansión metastática, la adopción de decisiones terapéuticas agresivas o “heroicas” dependerán en gran parte de la aceptación y filosofía particular de cada paciente y de sus familiares, así como de la “praxis médica” vigente en la institución respectiva. Es natural que en los grandes centros de investigación oncológica prevalezca la tendencia a introducir procedimientos novedosos, que aun cuando alientan la esperanza ante el desespero, con frecuencia resultan estériles, costosos y frustrantes, provocando más bien un detrimento de la calidad de vida, y depresiones emocionales acentuadas. No obstante, nuestras recomendaciones en este sentido no pueden ignorar el hecho de que en el campo de la oncología, numerosas innovaciones diagnósticas y terapéuticas exitosas no estuvieran disponibles, de no haber sido comprobadas con la noble participación voluntaria de muchos pacientes.

La terapia endocrina inicial

La supresión androgénica constituye la terapéutica médica antitumoral de elección.

Su administración rutinaria e inmediata en casos aparentemente “curados” por cirugía o radioterapia es controversial, mientras que ante circunstancias clínicas adversas que impiden su aplicación, la utilización temprana es ampliamente aceptada. La manipulación endocrina moderna persigue la inhibición total de la síntesis androgénica, tanto testicular como suprarrenal.

Las medicaciones convencionales disponibles en los últimos 10-15 años incluyen:

1.     Los agonistas de la hormona liberadora de hormona luteínica (LHRH) tales como la leuprolida, el goserelín y el buserelín.

2.     Los antiandrógenos no esteroideos representados por la flutamida, la nilutamida y la bicalutamida.

3.     El acetato de ciproterona, único antiandrógeno esteroideo, menos popular que los anteriores.

Cuando a pesar de una terapia aparentemente apropiada, se evidencia un incremento de la actividad tumoral, conviene aclarar ciertas interrogantes antes de asumir que el tumor se ha transformado inequivocamente en hormono-resistente:

A.     Se debe constatar que la medicación endocrina ha sido dosificada cabalmente y administrada durante el tiempo requerido.

B.    La orquiectomía paliativa durante las fases avanzadas cuenta actualmente con pocos adeptos, dada la eficacia comprobada de la castración médica andrógeno-ablativa. Un meta-análisis reciente evidencia convincentemente que ante el avance inexorable de la enfermedad, la castración quirúrgica no proporciona una mayor prolon­gación de la sobrevida, ni remisiones sintomáticas significativas30.

Al menos 3 estudios tempranos equiparando la orquiectomía con la terapia Estrogénica (Dietil- estilbestrol (DES), y más recientemente, 9 reportes comparando los agonistas de la LHRH, la orquiectomía y el DES, arriban a conclusiones muy parecidas, mientras que las investigaciones empleando la monoterapia con bicalutamida o flutamida han suministrado resultados más conflictivos27-29. Al margen de estos datos, al selec-cionar la opción antiandrogénica óptima, conviene sopesar el impacto psicológico de la orquiectomía, aun en ausencia de una vida sexual activa, en pacientes que ya se encuentran física y mentalmente agobiados por la cronicidad de su situación cancerosa.

C.    Otro aspecto debatido contempla posibles ventajas en usar más de un fármaco anti- androgénico para optimizar la castración. Lógicamente, la frustración ante la incontenible progresión tumoral incita a probar combinaciones teóricamente más efectivas. Por los momentos, la experiencia general inclina la balanza hacia la aceptación preferencial de la monoterapia. En tal sentido una publicación meta-analítica reciente, le resta interés al uso de combinaciones, concluye en que cualquier agonista de la LHRH ofrece la misma supresión que la orquiectomía, y sostiene que ningún antiandrógeno es claramente superior; sin embargo, en la misma publicación, surge cierta sospecha estadística que indicaría una mejor eficacia de los antiandrógenos no esteroideos30.

D.    La aparición de ciertas manifestaciones sinto­máticas y anormalidades de laboratorio relacionables inicialmente con una aceleración tumoral, pudieran ocasionalmente explicarse más bien por efectos secundarios inducidos por la propia medicación antiandrogénica. Los signos y síntomas más relevantes que conducen a una confusión temporal son los siguientes:

Flutamida: edemas periféricos, diarreas, náuseas, vómitos, anemia leucopenia y trombo- citopenia, elevación de transaminasas y fosfatasa alcalina.

Leuprolida: mareos cefaleas, anorexia, náuseas, vómitos, constipación, disnea, fibrosis pulmonar, alteraciones de pruebas hepáticas. Específicamente durante el período inicial de tratamiento con este fármaco pueden observarse aumentos apreciables en los niveles séricos de la fosfatasa ácida, no atribuibles a una ausencia de efecto terapéutico o al crecimiento tumoral acelerado.

Nilutamida: mareos, náuseas, constipación, infecciones urinarias, disnea, neumonitis intersticiales, alteraciones de pruebas hepáticas.

Medidas generales y de soporte

Las manifestaciones más comunes que requieren atención médica especial incluyen la tríada debilidad, fatiga y anorexia, anemia, síntomas urinarios, linfedema, obstrucciones rectales, compresiones medulares, fenómenos vasomotores, la depresión emocional, y particularmente invalidante, la sintomatología dolorosa.

La fatiga, debilidad y anorexia afectan en mayor o menor grado a todos los pacientes. Aparte de los conocidos efectos secundarios originados por la radioterapia o quimioterapia y la intensidad de la anemia, se implica etiológicamente a un estado catabólico progresivo, relacionado con la producción exagerada de glicoproteínas circulantes tales como la interleuquina-1 y el factor de necrosis celular (TNF). El alivio de estos síntomas es sumamente difícil y frustrante. La corrección de la anemia (ver abajo), la hidratación adecuada, la eliminación o sustitución de medicaciones antieméticas o analgésicas bajo sospecha de toxicidad, y la administración prolongada de dosis altas (800 mg/ día) de acetato de megestrol, suelen ser las únicas medidas efectivas.

La anemia presenta un origen multicausal que debe ser investigado minuciosamente. Comúnmente está asociada a sangramiento vesical por invasión tumoral, cistitis actínica, y a una ocupación metas- tática de la médula ósea (anemia mieloptísica). El frecuente hallazgo de supresión de la actividad eritropoyética, o incluso de pancitopenias significa­tivas, no es claramente explicable por la sola presencia de tumor, ya que muy raramente la invasión tumoral es suficientemente extensa como para desplazar una cantidad masiva de elementos mieloides normales. Es mucho más probable que sustancias secretadas por el tumor o por leucocitos activados, tales como la interleuquina-1, actuando a distancia, puedan condicionar esta mielodepresión hasta en ausencia de células tumorales visibles (anemia por enfermedad crónica). De acuerdo a lo mencionado anteriormente, la invasión tumoral puede originar reacciones leucoeritroblásticas que son casi patognomónicas de invasión ósea.

El efecto mielodepresor de la flutamida y sus congéneres constituye una causa corregible de anemia. Esta complicación medicamentosa es usualmente leve o moderada, por lo cual la descontinuación del tratamiento no siempre es necesaria,justificándose solamente cuando la anemia es severa y el futuro beneficio terapéutico predecible sea limitado. Según el diagnóstico etiológico en cada caso, el suministro de hierro, el empleo juicioso de transfusiones de concentrados globulares y el uso subcutáneo o intramuscular de la eritropoyetina permiten generalmente elevar la hemoglobina a niveles adecuados.

La sintomatología urinaria deriva predomi­nantemente de secuelas post-cirugía o post­radioterapia o del recrecimiento tumoral intravesical y la consecuente obstrucción uretral, incidiendo esta última en un 2-50 % de los casos31. Una re­evaluación endoscópica resulta indispensable para diagnosticar las recurrencias, para identificar el origen de la hematuria y de las infecciones urinarias, para comprobar el grado de incontinencia, y para decidir las soluciones médicas o quirúrgicas más convenientes. Cuando la invasión se expande al intestino el grado de obstrucción rectal determinará la necesidad de una colostomía o la posibilidad de alivio por medio de resecciones limitadas o de radioterapia focal.

El linfedema asociado al cáncer prostático se origina usualmente por obstrucción linfática tumoral o por la cicatrización inducida por radioterapia. Ocasionalmente en la fase terminal el edema linfático puede acentuarse por la coexistencia de edema hipoalbuminémico. Sólo las medidas “mecánicas” tales como la compresión por intermedio de medias, aditamentos o fajas elásticas, o en casos extremos la compresión neumática periódica, han conseguido aliviar moderadamente esta complicación, ya que ninguna medicación ha mostrado ser efectiva. Esta situación ya de por sí invalidante, se asocia a veces con infecciones celulíticas o flebíticas que ameritan tratamiento antibiótico intensivo y prolongado, y con trombosis venosas profundas que no siempre pueden ser tratadas con anticoagulantes, debido a la presencia de sangramientos vesicales pertinaces. El embolismo pulmonar propiciado por esta complicación constituye una de las causas más frecuentes del desenlace final.

Un síntoma relativamente benigno derivado del bloqueo androgénico, lo representan los “vaporones o calorones”, fenómenos vasomotores que por frecuencia e intensidad pueden llegar a ser incapacitantes. El empleo de cualquiera de los progestágenos disponibles (medroxiprogesterona, ciproterona y acetato de megestrol), cuyo efecto consiste en la liberación de opioides hipotalámicos, inhibidores de las catecolaminas, ha sido bastante exitoso. Como sustituto o complemento a estos fármacos se pueden utilizar algunos de los anti­depresivos que carezcan de efectos anticolinérgicos, tales como la sertralina32,33.

Se calcula que la compresión medular, cuyos síntomas principales son el dolor de espalda, parestesias y la disfunción esfinteriana vesical y rectal, afecta hasta un 7 % de los pacientes. Se debe considerar como una emergencia médica, y confirmar su presencia lo antes posible mediante una resonancia magnética. Una vez diagnosticada, se recomienda el uso inmediato de altas dosis de esteroides parenterales mientras se deciden las opciones adicionales de radioterapia o cirugía descompresiva.

La depresión emocional aparece en general en algún momento en un 20-100 % de pacientes con cáncer avanzado. Su intensidad puede afectar seriamente la calidad de vida y en casos extremos conducir al suicidio. La asistencia psiquiátrica es indispensable en las situaciones más graves, y la utilización de psicofármacos antidepresivos puede requerir de altas dosis por largo tiempo.

Manejo del dolor

Al menos un 75 % de los pacientes con cualquier tipo de tumor metastático padece de dolor. Muy variable en intensidad y duración, el dolor que acompaña al cáncer prostático avanzado puede provenir de metástasis óseas (dolor somático), por la invasión a ganglios linfáticos, retroperitoneo y vísceras abdominales (dolor visceral), o por compresión nerviosa “mecánica” o infiltración directa de los trayectos nerviosos (dolor neuropá- tico). Su manejo adecuado, particularmente cuando se vuelve continuo, intenso y progresivo, constituye un reto médico muy difícil, a tal punto que hasta un 25-30 % de los pacientes transcurren por estas fases terminales sin obtener un alivio adecuado34. Esta revisión no permite una exposición detallada de los complejos aspectos relativos a la etiología y fisiopatología del dolor, como tampoco del enfoque particular de cada tipo de dolor. Sin embargo, algunas consideraciones generales merecen atención.

1.     En todo paciente debe identificarse en lo posible el origen del dolor.

2.      Conviene establecer una “escala de dolor” que permita ajustar las medidas terapéuticas secuencialmente de acuerdo a su intensidad, y a la sensibilidad individual.

3.     Es indispensable contar con la ayuda de un equipo médico multidisciplinario que defina las medidas antálgicas apropiadas. Para tales fines muchas instituciones han organizado clínicas del dolor, con la asistencia combinada de distintos especialistas.

4.     Es necesario establecer una escala analgésica, según la cual, las medicaciones antálgicas se van administrando en secuencia o combinaciones lógicas, de acuerdo a la intensidad del dolor y al estado general del paciente.

5.     Las medicaciones y procedimientos más empleados están enumerados a continuación:

        Anti-inflamatorios no esteroideos y/aspirina

        opioides analgésicos por vía oral o transdérmica

        anticonvulsivos

        antidepresivos

        esteroides sistémicos o de infiltración local

        radioterapia paliativa/ métodos isotópicos

       bifosfonatos intravenosos

        opiodes parenterales

        procedimientos anestésicos

        (bloqueos nerviosos, neurectomías, rizotomías, cordotomías)

        analgesia por infusión continua

        sedantes en dosis altas

        Radioterapia local convencional o con haz externo

        Radio-isótopos con afinidad ósea (estroncio 89)

Distintos procedimientos no convencionales y controversiales, sin una base científica sería,

han permeado el ámbito de la terapéutica médica. Ante el desespero por la alternativa de incura­bilidad, muchos pacientes o sus familiares insisten en la aplicación de técnicas de relajación, “biofeedbak”, acupuntura, terapia de masaje, hipnosis, estimulación eléctrica, ”aplicación de la mano” etc. La aceptación de estos métodos alternativos no debe ser adversada, ya que no inducen efectos secundarios, y los beneficios psicológicos pueden resultar positivos.

6.      Como guía para una terapia dirigida a ofrecer la mejor calidad de vida posible, algunas institu­ciones han establecido patrones de evaluación periódica del dolor, que permiten una mejor individualización terapéutica26, y la realización de estudios comparativos pertinentes.

Manipulaciones hormonales adicionales

Por mucho tiempo prevaleció la percepción de que al transformarse en hormono-resistente, el tumor prostático se volvía incapaz de responder a nuevas manipulaciones hormonales. Algunas investiga­ciones recientes han logrado demostrar que esta visión no es completamente cierta (Reese). Según estos nuevos conceptos, se considera que durante toda su evolución, el cáncer prostático mantiene, en mayor o menor grado, su sensibilidad al efecto androgénico, incluso cuando se ha transformado clínicamente en antiandrógeno-insensible. El argumento esgrimido enfatiza que aun cuando la progresión tumoral ya no es detenible por la terapia castrante, si esta última es suprimida, el crecimiento tiende a acelerarse aun más. Si aceptamos la validez de estas observaciones, la conclusión terapéutica inmediata presupone que la medicación antiandro- génica debe ser mantenida indefinidamente, aunque el comportamiento clínico del tumor indique un estado refractario.

Algunos intentos de “maniobras endocrinas”, mencionados a continuación, han sido ensayados con variable éxito en estas fases avanzadas. En todos ellos la demostración inequívoca de resultados positivos se encuentra coartada por la escasez de métodos suficientemente sensibles para detectar modificaciones tumorales de pequeña magnitud. En tal sentido, la confirmación radiológica del crecimiento metastático, aun con tecnología bi o tridimensional es de escasa confiabilidad, y por tanto, sus promotores recurren a la determinación seriada del PSA, como único recurso suficientemente

específico para evaluar los resultados.

A.      Supresión del tratamiento antiandrogénico

Independientemente de la controversia sobre el momento más propicio para iniciar la terapia antiandrogénica, o sobre las supuestas ventajas de las terapias combinadas sobre la monoterapia, se ha identificado un número significativo de pacientes que refiere mejorías objetivas y subjetivas cuando el tratamiento es omitido. Aunque originalmente descrito para la flutamida, el mismo “síndrome” se ha visto reproducido con la descontinuación de la bicalutamida y la nilutamida3536. Una evaluación minuciosa de más de 200 pacientes, con remisiones muy bien documentadas, no reveló relación alguna entre estas ocurrencias y la duración del tratamiento, el tipo de medicación, o la naturaleza del tumor. La mejoría de síntomas y signos, así como la dismi­nución, a veces muy impresionante del PSA, se inician generalmente después de 4-8 semanas de haberse suspendido la medicación correspondiente, y se mantienen por períodos variables entre semanas y unos cuantos meses. A la luz de estas observa­ciones, ha pasado a ser norma obligatoria la supresión de los antiandrógenos, por un período no inferior a 2 meses, como primer intento terapéutico en el cáncer avanzado. Se desconocen los mecanis-mos exactos subyacentes de estas respuestas paradójicas, aunque casi todas las hipótesis propuestas se centran alrededor de posibles mutaciones estructurales o alteraciones funcionales de los receptores andro- génicos situados en la membrana de las células tumorales.

B.      Diferir el uso de antiandrógenos post­castración quirúrgica o emplear otro antiandrógeno.

Esta manipulación endocrina carece de un basamento científico confiable, aunque la idea de posponer el uso de antiandrógenos por cierto tiempo después de la orquiectomía o la radioterapia tiene sus adeptos1213. Se requieren más estudios confirma­torios para poder validar con certeza que esta actitud conduce a respuestas clínicas más favorables, y que no contribuye a un recrecimiento tumoral más precoz. Por otra parte el reemplazo de una monoterapia por otra está fundamentado en que probablemente los diferentes compuestos antiandrogénicos se acoplan e interaccionan de manera desigual con sus corres­pondientes receptores androgénicos, y que por tal motivo sus efectos pudieran ejercerse por vías metabólicas distintas. Este argumento presupone además de que la resistencia cruzada entre los distintos antiandrógenos disponibles, previamente adjudicada a todos los tumores hormono-resistentes, presenta notables excepciones. Estas teorías aparecen apoyadas por 2 estudios recientes que abarcan un total de 52 enfermos, en los cuales respuestas positivas post sustitución fueron documentadas en un 22,5%37 y 38%38, de los casos, respectivamente.

C.      Inhibición específica de la síntesis esteroidea adrenal

El 5-10 % de la testosterona sintetizada en las glándulas suprarrenales seguramente contribuye a estimular el crecimiento de tumores pre-existentes. La adrenalectomía, practicada con muy limitado éxito en épocas anteriores, ha sido la precursora intelectual del bloqueo adrenal farmacológico. Con la incorporación de la glutetimida, como terapia única, o combinada con la hidrocortisona, se han reportado remisiones significativas, particularmente en asociación con la descontinuación simultánea los antiandrógenos3940. El ketoconazol, de aparición más reciente, y originalmente usado como anti- micótico, es un potente inhibidor de la síntesis androgénica tanto testicular como adrenal, que además exhibe efectos citotóxicos directos sobre células tumorales prostáticas. Varios estudios con este fármaco, algunos asociados a la hidrocortisona, han reportado respuestas clínicas entre 35-62 %, aunque casi todas de corta duración4142. Su toxicidad gastrointestinal y hepática han limitado su uso más extenso. El inhibidor adrenal más reciente, el liarozol, parece condenado al fracaso debido a su alta toxicidad.

D.     El uso de glucocorticoides o progestinas

Varios intentos terapéuticos con distintos corticosteroides han conducido a beneficios sintomáticos inconsistentes, sobre todo en el alivio de dolores óseos y la inducción de un bienestar general de corta duración (efecto esteroideo). En comparación con la hidrocortisona y la prednisona, la dexametasona pareciera ofrecer cierta superioridad clínica, por cuyo motivo ha sido incorporada a algunos regímenes de quimioterapia (ver más adelante). El acetato de megestrol, como terapia única, o en combinación con esteroides, ha demostrado solo mínimos efectos antitumorales, pero su uso ha resultado mucho más exitoso en el alivio de los fenómenos vasomotores, la astenia y la anorexia.

Radioterapia paliativa

La contribución terapéutica de los distintos tipos de radiación en las fases de diseminación ha mostrado ser muy limitada, siendo su principal indicación la aplicación focal sobre áreas localizadas de dolor óseo. Para estas situaciones la modalidad de radioterapia mediante haz externo (“external beam radiation”) ofrece alivios más rápidos y de mayor duración43. Ocasionalmente, cuando no han sido sometidas a radioterapia previa, aunque con resultados muy discutibles, se ha intentado irradiar zonas blandas pelvianas bien delimitadas para disminuir el impacto de la obstrucción uretral o el crecimiento intrarectal. El radioterapeuta experto debe ser el protagonista principal en la toma de estas difíciles decisiones.

En la búsqueda de un satisfactorio alivio de los dolores óseos generalizados se ha propuesto la utilización de fármacos radiactivos que son captados casi exclusivamente por el tejido óseo. Del surtido de productos isotópicos investigados, el estroncio 89 (Sr), de uso intravenoso, aparenta ser el más ventajoso. Su distribución ósea es homogénea y uniforme, muy similar a la del calcio, con el cual guarda un gran parecido. Manifiesta además una corta sobrevida media de aproximadamente 50 días, y se convierte en Itrio inerte mediante el proceso decaimiento por beta emisión. Hasta en un 60-80 % de los pacientes su administración confiere una mitigación significativa y persistente del dolor que puede extenderse por varias semanas, mientras que la toxicidad hematológica, básicamente limitada a leucopenias y trombocitopenias leves o moderadas, no se considera complicación importante. Muy a menudo este procedimiento permite disminuir las dosis de opiáceos y analgésicos, e indudablemente, dado el corto tiempo de sobrevivencia predecible.

Para estos pacientes (promedio 3-6 meses), esta terapia paliativa mejora significativamente la calidad de vida4445.

Suramin

Este compuesto, una naftilurea polisulfatada fuertemente cargada, ha sido investigado como antineoplásico desde 1980. Sus características de adherencia a numerosas proteínas y a factores de crecimiento, tales como el factor fibroblástico, así como sus interacciones con la proteína-quinasa c, la topoisomerasa II y algunos glicosaminoglicanos, justificaron su incorporación en la lucha anti­cancerosa4142. Exhibe una potente actividad adrenolítica por lo cual debe ser administrado en asociación a dosis sustitutivas de hidrocortisona. Su conocida propiedad de influir sobre la síntesis prostática del PSA (ver arriba) promocionó la búsqueda de su posible efecto antitumoral prostático. Por los momentos sus acciones sintomáticas paliativas parecen limitadas y controversiales. Mientras que algunos autores reportan respuestas beneficiosas y prolongadas sobre los dolores óseos, disminuciones apreciables del PSA, y una influencia notoria en la sobrevida101146, otros grupos lo consideran prácticamente inútil47. Sus efectos tóxicos más comunes incluyen malestar general, fatiga, anorexia y una acentuación del síndrome de “desgaste” a la luz de la información disponible este compuesto probablemente no representa una alternativa terapéutica prometedora.

Quimioterapia

Al inicio de esta parte del capítulo parece muy oportuno recordar las 4 reglas generales sobre terapéutica, postuladas a comienzos del pasado siglo

por Loeb48:

1.     Si lo que estás haciendo hace bien, continúalo.

2.      Si lo que estás haciendo no hace bien, descontinúalo.

3.      Si no sabes que hacer, no hagas nada.

4.     Nunca establezcas un tratamiento que resulte peor que la enfermedad.

Aun desde las primeras investigaciones efectua­das con agentes quimioterapéuticos simples o con varias combinaciones, llevadas a cabo en la década 1970-1980, un marcado escepticismo ha prevalecido en su aplicación en el cáncer prostático. Esto se explica por una serie de motivos justificados, que incluyen la experiencia usual de escasos éxitos terapéuticos duraderos, las dificultades inherentes a la evaluación de resultados, la existencia de numerosas publicaciones anecdóticas sin controles adecuados, y por supuesto la significativa toxicidad generada por los diversos fármacos.

Para el comienzo de este nuevo milenio algunos aportes recientes, tales como la introducción de la estramustina, tienden a configurar un panorama de más optimismo. Pero, a la luz de las experiencias actuales todavía persiste la clara convicción de que no hemos logrado incidir de manera importante sobre la evolución inexorablemente fatal de la enfermedad diseminada y hormono-resistente.

Ninguno de los esquemas actuales de quimio­terapia, de los muchos propuestos, y de los cuales se presentan a continuación los más difundidos, han logrado modificar el pronóstico global o prolongar el promedio de sobrevida. Los promotores más optimistas postulan que la casi constante disminución de los niveles séricos del PSA es suficientemente importante como para intentar más asiduamente alguna de las combinaciones disponibles49. Sin embargo, la opinión más generalizada sostiene, que a pesar de las raras excepciones de respuestas extensas y duraderas, el mayor éxito alcanzable consiste en lograr una paliación sintomática temporal.

Persiste por tanto la continua controversia sobre si con el empleo de esta terapia más tóxica realmente ofrecemos un alivio al sufrimiento y una calidad de vida más aceptable. Este persistente dilema sobre el riesgo/beneficio debe ser enfrentado en cada ocasión mediante el diálogo abierto y honesto con el paciente y sus familiares.

Quimioterapia: resultados y toxicidad48

Doxorubicina: 20 mg/m2 semanal Hidrocortisona. 50 mg vo diario Terapia continua hasta que aparezcan leucopenia y/ trombocitopenia.

Respuestas: PSA: 55 %

tejidos blandos: 58 % Toxicidad: estomatitis, mucositis generalizada, eritema acral, muerte súbita de origen cardíaco.

4.     Mitoxantrona: 12 mg/m2. Día 1 Prednisona: 5 mg vo bid continua Duración del ciclo: 21 días Respuestas: PSA: 33 %

paliación de síntomas: 29 % Toxicidad: náuseas leves

5.     Estramustina: 600 mg/m2. Días 1-42 Vinblastina: 4 mg/m2. Días 1, 8, 15, 22, 29, 36 Duración el ciclo: 56 días

Respuestas: PSA: 54-61 %

tejidos blandos: 14-40 % Toxicidad: náuseas, leucopenia, constipación, neuropatías transitorias.

6.     Estramustina: 840 mg/día. Días 1-14 Etopósido: 100 mg/día. Días 1-14 Paclitacel: 135 mg/m2. Día 2 Duración del ciclo: 21 días Respuestas: PSA. 53 %

tejidos blandos: 40 % Toxicidad: náusea, alopecia, fatiga, neutropenia.

7.   Ketoconazol: 1200 mg/día. Días 1-7, 15-21, 29­35

Doxorubicina: 20 mg/m2. Días 1, 15, 19 Estramustina: 420 mg/día. Días 8-14, 22, 28, 36­42

Vinblastina: 4 mg/m2. Días 8, 22, 36 Hidrocortisona: 35 mg/día. Continuo Duración el ciclo: 56 días Resultados: PSA: 67 %

tejidos blandos: 75 % Toxicidad: edema (muy frecuente), trombosis venosa profunda, neutropenia severa, eventos cardíacos.

8.   Prednisona: 10 mg/día. Continuo Dietilstilbestrol (DES): 1 mg/día. Continuo Duración del ciclo: 30 días

Respuestas: PSA 39 %

tejidos blandos: 33 % Toxicidad: muy escasa.

9.     Esquema recomendado cuando el PSA se eleva durante tratamiento antiandrogénico Casodex: 150 mg/día continuo Respuesta: PSA: 23 %

tejidos blandos. Desconocido.

Quimioterapia oral

Algunos centros de investigación han iniciado una serie de experimentos comparativos usando las medicaciones únicamente por vía oral. Las ventajas teóricas de este enfoque, en caso de resultar efectivas, son muy aparentes: menos toxicidad, uso más prolongado, poca o ninguna afectación de las actividades usuales y abaratamiento de costos. Por los momentos los regímenes en estudio (ver abajo) no han demostrado ninguna ventaja adicional sobre la quimioterapia parenteral, por lo cual se mantienen válidas las consideraciones enunciadas para la quimioterapia intravenosa o combinada. Los esquemas más recientes, particularmente propuestos por el grupo urológico la Universidad de Michigan incluyen los siguientes:

A.    El uso aislado del dietilstilbestrol 1 mg/día espuestas: PSA: 43%,

tejidos blandos: aun inconclusos

B.     Ciclofosfamida 100 mg/día. Días 1-20 Dietilestibestrol 1 mg/día continuo Prednisona 10 mg/día

Respuestas: PSA 36 %,

tejidos blandos: 43 %

C.    Estramustina 280 mg tid. Días 1-21 Etopósido 50 mg bid. Días 1-21 Tespuestas: PSA: 39-52%.

tejidos blandos 50-53%

Terapias alternativas

Las recomendaciones que exaltan las virtudes de productos naturales y derivados herbarios y que en forma anecdótica vienen siendo propuestas en ambientes médicos y homeopáticos, y a través de los distintos medios de difusión informativa, no están sustentadas sobre criterios científicos serios, objetivos e imparciales. Por tanto cualquier consejo ofrecido sobre alguno de estos innumerables compuestos que abarrotan las farmacias y tiendas naturistas, resulta inevitablemente subjetivo. Sin embargo, con el interés de suplirla más amplia información general sobre el tema, hemos optado solamente por mencionar las áreas en las cuales se realizan algunas investigaciones controladas y las respectivas referencias bibliográficas recomendadas.

1.     Aspectos nutricionales relacionados a fibra, grasas dietéticas, compuestos antioxidantes, micronutrientes, vitaminas y compuestos herbarios50.

2.     Agentes no tóxicos que influyen en la diferen­ciación celular1011.

El futuro

Los trascendentales avances médicos aportados por la biología molecular, y la inmunología representan indudablemente la mayor fuente de esperanza para lograr la prevención de la oncogénesis y la curación de las neoplasias en su etapa de comienzo. Se nos ha hecho factible incorporar nuevas y complejas tecnologías de laboratorio al repertorio diagnóstico rutinario, y percibimos con gran optimismo la gran variedad de intentos terapéuticos, algunos muy exitosos, que ocupan un creciente espacio en las revistas más serias de todas las especialidades médica. Sin embargo, esta revolución de conocimientos aun dista un poco de poder proveer soluciones prácticas de aplicación general ante la imposibilidad de exponer detalladamente el estado actual de las investigaciones más resaltantes, he considerado conveniente complementar este capítulo con citas bibliográficas que permitan al lector ahondar el tema según su interés específico.

1.     Estudios genéticos e intentos de terapia genética (Palapattu51, Eastham52, Ichikawa53, Naitoh54).

2.     Inmunoterapia (Naitoh54, Vieweg55, Yoshimura56).

3.     Vacunas (Tjoa57, Slovin58).

 

REFERENCIAS

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Capítulo 26

BRAQUITERAPIA EN EL TRATAMIENTO DEL CÁNCER DE LA PRÓSTATA

Dr. Ivo Rodríguez

 

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, se ha presentado como una alternativa en el tratamiento del cáncer de próstata localizado a la glándula, una variedad de tratamiento radiante conocido como la braquiterapia, esta posibilidad de tratamiento no es nueva como lo veremos más adelante, pero es a partir de los trabajos de Blasco y Ragde, de Seattle, (EE.UU), que ha venido a ocupar un lugar dentro del armamentarium actual del tratamiento del cáncer localizado de la próstata. Pasaremos a definir algunos términos importantes dentro de este nuevo léxico para el urólogo, pero ya común para el especialista de radioterapia oncológica y los cuales son esenciales conocerlos, debido a que la realización de un implante de braquiterapia de la próstata, es evidentemente uno de los ejemplos de trabajo en equipo de especialistas, en este caso de urología, radioterapia oncológica, física médica, aneste- siólogos y personal paramédico, donde la elección del caso, la realización eficiente, el cálculo correcto y adecuado manejo posterior, requiere de la experticia y en especial de la coordinación del grupo de trabajo, esa coordinación supone un dominio de los conceptos y de los términos a usar, que en este caso en particular muchos no son del dominio del urólogo.

BRAQUITERAPIA

El término braquiterapia, proviene del griego Braqui, que significa ”cerca “, es una de las formas de aplicación de la radioterapia, donde la terapia radiante es generada por fuentes emisoras de radiación que están muy cerca, inclusive dentro del tejido tumoral, la braquiterapia tiene como veremos pronto, denominaciones distintas de acuerdo a donde estén localizadas las fuentes, igualmente en relación con la intensidad de éstas puede darse distinta definición. En cuanto a la conocida radioterapia, que se aplica a los pacientes con equipos donde la fuente está alejada del paciente, como en los aceleradores lineales y las bombas de cobalto el real término que la define es el de teleterapia, que por su origen griego, proviene de Tele, que significa “lejos“, en relación con la localización de la fuente emisora de radiación.

TIPOS DE BRAQUITERAPIA

Se definen según la localización de la fuente, como BRAQUITERAPIA INTRACAVITARIA o INTRALUMINAL, donde los isótopos radiactivos a usar se colocan en la luz de un órgano o dentro de una cavidad, un ejemplo de este tipo de terapéutica es el clásico implante útero-vaginal, el cual es utilizado en el tratamiento del carcinoma de cuello uterino, los implantes de esófago, pulmón, vías biliares y los recientes implantes intracoronarios, etc. En estos casos la fuente se coloca en equipos huecos o catéteres especiales, los cuales son introducidos a la luz o cavidad a tratar, por un tiempo indicado de acuerdo a la dosis que se desea aplicar. La BRAQUITERAPIA INTERSTICIAL, es aquella donde las fuentes son colocadas dentro del tejido a tratar, en contacto con la lesión, mediados por un catéter, o directamente sin ninguna barrera entre la fuente y el tejido, en este grupo tenemos los implantes de cerebro, tumores de partes blandas, y el que nos ocupa en estos momentos como es el de la próstata.

Por otra parte en algunos casos las fuentes radiactivas, permanecen en la luz de la cavidad o en el tejido a tratar, sólo por un tiempo determinado, mientras ceden la cantidad de radiación que se pretende lograr, siendo retiradas al lograr la dosis indicada, en estos casos se definen como BRAQUITERAPIA DE IMPLANTE TEMPORAL, el cual es común en la mayor parte de los implantes intracavitarios y en algunos intersticiales. En otros casos las semillas radiactivas son colocadas para siempre en el tejido a tratar, siendo estos los conocidos como BRAQUITERAPIA DE IMPLANTE PERMANENTE, como ejemplo tenemos la mayoría de los implantes de cerebro y próstata.

Otra forma de diferenciar tipos de braquiterapia está relacionada con la actividad de las fuentes utilizadas, lo cual hace que la dosis que se intenta aplicar se logre en un tiempo menor o mayor, esta variante hace que tengamos BRAQUITERAPIA DE ALTA TASA DE DOSIS, en la cual la fuente cede un promedio mayor a 200 cGy por minuto, en estos casos los implantes duran apenas minutos, de este tipo existe una forma de braquiterapia de próstata conocida como de ALTA TASA DE DOSIS, por la otra parte cuando las fuentes solo ceden en promedio menos de cGy por minuto, se define como un implante de BRAQUITERAPIA DE BAJA TASA DE DOSIS, en este tipo de implantes las fuentes permanecen en el implante por un tiempo prolongado o permanentemente, como es el caso del más común de los implantes de próstata, que se realiza con semillas de I125, y es en definitiva un implante de BRAQUITERAPIA DE BAJA TASA DE DOSIS.

Otros conceptos importantes a manejar en el área del implante son los de isótopos, vida media, energía, el concepto de distancia y disminución de dosis, dosimetría, isodosis, decaimiento, distribución, áreas “frías” o “calientes”, que significarían sub o hiperdosadas respectivamente, los conocimientos fundamentales de radiobiología y de la tolerancia aceptable de cada tejido expuesto, igualmente el conocimiento de los principios y reglas funda­mentales de la protección radiológica. Si a lo anterior agregamos el manejo propio de la instrumentación, la imagen por ultrasonido, los procedimientos de control endoscópico, propios del urólogo, evidencian que la braquiterapia en próstata, es un manejo de un equipo profesional de urólogos, radioterapeutas oncólogos y físicos médicos.

La fuente de radiación en la braquiterapia en un ISÓTOPO RADIACTIVO, remontándonos a nuestros conocimientos de físico-química, un isótopo es un elemento que tiene el mismo lugar en la tabla periódica, posee el mismo número atómico, pero tiene un número diferente de neutrones, por ende tiene un peso atómico diferente y características físicas diferentes, produciendo, los llamados isótopos radiactivos emisión de radiación de diversos tipo, pero que siempre son características a dicho isótopo, así tenenos que los isótopos utilizados para los implantes de próstata son el Iodo-125, el paladio- 103, cuando el implante es del tipo BAJA TASA DE DOSIS, cuando se utiliza actualmente el Iridio-192, es en los casos de ALTA TASA DE DOSIS. Estos isótopos radiactivos tienen una VIDA MEDIA, que es el tiempo que debe transcurrir hasta que el isótopo pierda el 50 % de su actividad y por ende solo cede el 50 % de las dosis por unidad de tiempo, así tenemos que si un elemento radiactivo tiene una actividad de 1 Ci, al término de una vida media tendrá una actividad de 0,5 Ci., al pasar otra vida media solo tendrá 0,25 Ci. y así sucesivamente, este concepto es importante y va relacionado al decaimiento de las fuentes radiactivas, así como el tiempo durante el cual siguen cediendo radiación. En el caso de I-125 la vida media es de 59,4 días, el del P-103 es de 17 días, lo que tiene importancia para considerar el tiempo que mantiene su actividad y es tomado en cuenta para la elección del isótopo a la hora del tratamiento. En cuanto al tipo de radiación y a la energía de ésta, representa la capacidad de penetración de la radiación generada por el isótopo, vemos que en el caso del I-125 es de 28 Kev., el del paladio es de 21 Kev.

Otro concepto importante en física de radiaciones es el conocido como el del cuadrado de las distancias, esto significa, que si nos alejamos del emisor de radiaciones, la caída de la dosis es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, lo que hace que esta caída sea exponencial, como ejemplo, si a

2   cm de una fuente emisora llegan 100 cGy, a 4 cm no llegará 50 cGy, por el contrario sólo serán 25 cGy, esta realidad física es importante, sobre todo en braquiterapia y explica porqué hay diferenciales tan grandes de dosis en espacios pequeños, lo que permite dar dosis muy altas de radiación en una zona, próstata, con diferenciales muy grandes para órganos de riesgo cercano para complicaciones como vejiga y recto, lo que con radioterapia externa, o teleterapia no es tan fácil de lograr.

Por otra parte la DOSIMETRÍA, es la actividad principal que ejecuta el físico y consiste en calcular las dosis en diversos puntos de la próstata y en órganos anexos como uretra, vejiga y recto, no olvidemos que no se trata de una sola fuente radiactiva, sino de muchas, en algunos casos pueden llegar a 100 semillas, cada una de ella genera radiación y contribuye a la formación de dosis que sumadas forman un volumen de radiación, que se pueden evaluar por las ISODOSIS, éstas significan líneas que unen múltiples puntos en los cuales las dosis son iguales, y dentro de estas líneas, las áreas englobadas por ellas reciben por lo menos la dosis que describe esa isodosis, se entenderá que la realización de estos cálculos sólo es posible por la utilización de sofisticados programas especiales de dosimetría computarizada.

HISTORIA

Los primeros implantes de braquiterapia en próstata se realizaron en 1917, con el uso de las agujas de Radium, las cuales eran colocadas por vía transperineal, luego en los años de los 1950, Flocks usó la inyección directa de oro coloidal en próstata expuesta se usó como un tratamiento único o como refuerzo a la radioterapia externa. Luego Whitmore introdujo el uso de la braquitrapia con semillas de I- 125, para próstata a finales de los años 1960, esta técnica consistía en una linfadenectomía previa, para descartar metástasis ganglionares y hacer una mejor selección, los implantes eran por vía retropúbica, las semillas colocadas de adelante hacia atrás, a ciegas, con referencia digital del recto, sin mayor seguridad de la distribución de las mismas, al principio sin mayores cálculos de dosis y luego siguiendo un nomograma desarrollado en la institución.

Esta técnica no permitía la colocación fina y definida de las fuentes, la distribución adecuada de las semillas y por ende de las dosis, llevando a zonas hiperdosadas, aumentando las complicaciones, como por otra parte a zonas hipodosadas las cuales significa aumento de las recaídas, todo se tradujo en malos resultados y el abandono del método.

El desarrollo del ultrasonido prostático y la elaboración de técnicas especiales abrió el camino para el uso de nuevo de la braquiterapia, con el apoyo de esas técnicas, los implantes pueden lograr una colocación ordenada y definida de las fuentes, ser realizadas bajo visión en tiempo real, obviando en lo posible áreas de hiper o hipodosis, igualmente el desarrollo de extraordinarios programas de cálculo permite saber las dosis que se estarán colocando en diversos puntos, aun antes de proceder al implante y así evitar las posibles complicaciones. Es así como en Seattle, el grupo de Ragde y Blasco desarrollan la actual técnica de implantes que discutiremos en este trabajo.

IMPLANTES PERMANENTES DE PRÓSTATA

Las técnicas desarrolladas sobre la base de los avances del ultrasonido prostático, aunados al desarrollo de poderosas herramientas computa- cionales, así como de programas de dosimetría volumétrica y tridimensional, hace posible que los modernos implantes de braquiterapia de próstata, con el uso de semillas permanentes, reglados y bajo visión del ultrasonido logre resultados de control local y sobrevida comparable a los logrados con la opción quirúrgica, con efectos secundarios aceptables, que diferencian de manera abismal esta a la técnica y resultados de los trabajos de Whitmore. Es así como se logra con braquiterapia la VERDADERA RADIOTERAPIA CONFORMA­DA, pues la distribución de las isodosis se puede lograr de una manera muy cercana a la volumetría prostática, incluso logrando dosis altas en sectores positivos y dosis menores en tejidos que no queremos complicar como lo son uretra, vejiga y recto.

SELECCIÓN DE PACIENTES

Para lograr un buen resultado en cualquier modalidad terapéutica es fundamental la adecuada selección de los pacientes, con la finalidad de lograr los mejores resultados, tanto en el control local como en la sobrevida general. El no seguimiento de estos lineamentos, puede llevar a realizar procedimientos de implantes en los cuales los resultados y las complicaciones hagan que el método se desvirtúe con los inconvenientes consabidos. Las recomendaciones para la selección de pacientes son las emitidas por el comite especial designado por la ABS, siglas de la Asociación Americana de Braquiterapia, con las cuales se pueden derivar pacientes con tratamiento único de braquiterapia, pacientes para tratamiento combinado de radioterapia externa y braquiterapia, así como pacientes con tratamiento integrado de bloqueo androgénico, braquiterapia y radioterapia externa. Igualmente las recomendaciones definen criterios de exclusión así como contraindicaciones relativas.

A.    Pacientes con clasificación T1 a T2a.

B.     Patología con escala de Gleason 2 a 6.

C.    Antígeno prostático específico menor a 10 ng/ mL.

COMBINADO DE BRAQUITERAPIA Y RADIOTERAPIA EXTERNA

A.    Pacientes con clasificación T2b a T2c.

B.    Patología con escala de Gleason 7 a 10.

C.    Antígeno prostático específico mayor a 20 ng/ mL

D.     Múltiples biopsias positivas. Bilateralidad.

E.     Invasión de cápsula por resonancia magnética.

INTEGRADO DE BLOQUEO ANDROGÉNICO, RADIOTERAPIA EXTERNA Y BRAQUITERAPIA

A. Pacientes con glándula prostática mayor a 60 g, que después del bloqueo bajen a 45 g, y mantengan los criterios antes descritos.

CRITERIOS DE EXCLUSIÓN DE LOS PACIENTES

A.    Expectativa de vida menor a 5 años.

B.    Prostatectomía retropúbica previa.

C.    Defecto grande por resección transuretral.

D.     Metástasis a distancia.

E.     Alto riesgo quirúrgico.

La Asociación Americana de Braquiterapia, también define un grupo de pacientes que pueden conformar aquellos con contraindicaciones relativas, en los cuales se deben evaluar los pro y contra del procedimiento así como las dificultades para realizarlo:

A. Resección transuretral previa.

B. Lóbulo medio prominente o agrandado.

C. Cirugías o radiación pélvica previa.

D. Glándulas seminales positivas en la biopsia.

E.  Glándula mayor de 60 mL.

PROCEDIMIENTO PARA LA BRAQUITERAPIA

Hecha la selección del paciente, y siendo considerado éste como un candidato para el procedimiento de braquiterapia, sea como trata­miento único o combinado, se deben realizar las cuatro etapas del proceso que consisten en PRE­PLAN, IMPLANTACIÓN, POST-PLAN, y SEGUIMIENTO.

PRE-PLAN: En esta etapa del procedimiento, se realiza un estudio ecosonográfico transrectal al paciente tratando de simular las condiciones de posición posible para el procedimiento definitivo de implantación, esta información es adquirida por el sistema de planificación y dosimetría, donde el radioterapeuta oncólogo y el físico médico proceden a diseñar un plan virtual de implante, realizando colocaciones imaginarias de agujas, e introduciendo semillas del isótopo escogido para el tratamiento en diversas posiciones dentro de las múltiples agujas, en cada manipulación virtual de fuentes en las agujas se crean distribuciones diferentes de las dosis (isodosis), observándose las áreas irradiadas, las zonas hiper o hipodosadas, igualmente considerando los puntos a riesgo para recaídas o para compli­caciones, y definiendo las dosis totales, ya sea para tratamiento único o combinado, en conjunto todo el equipo con el urólogo. Definido lo anterior, escogido el isótopo, el programa de planificación informa el número de fuentes y la distribución a utilizar, con lo cual se procede a realizar el pedido de las mismas y fijar el procedimiento definitivo de implante. Es de hacer notar que en muchos centros el paso del Pre Plan, no se utiliza, se toma la información volumétrica de un eco, ya sea por imágenes impresas

o por video y se realiza un cálculo aproximado de las fuentes, realizándose la dosimetría de manera intraoperatoria.

SELECCIÓN DEL ISÓTOPO

Como ya dijimos en los implantes conocidos como permanentes y de baja tasa, se utilizan dos tipos de fuentes radiactivas, el Yodo 125 y el Paladio 103, aunque en nuestro medio siempre se ha utilizado el Yodo 125, las diferencias físicas de los mismos y su diferencia de tipo radiobiológico, ha llevado a varios grupos a seleccionar el isótopo a utilizar en los diversos casos, las diferencias físicas son su vida media, en el I-125 es de 59,4 días, la del P-1G3 es de

17   días, la media de radiación es de 7 cGy por hora para el I-125 y de 19 cGy hora para el P-1G3, esto hace que se recomiende el Paladio iG3 para los tumores más agresivos o con índice de crecimiento mayor, o casos de Gleason mayor de 7. Sin embargo, no existe ningún estudio prospectivo, ni científica­mente bien llevado que demuestre una evidente diferencia en los resultados entre los pacientes implantados con estos dos tipos de fuentes. En Venezuela nuestra experiencia es sólo con Yodo 125.

IMPLANTE: El implante en sí de la próstata se define como IMPLANTE TRANSPERINEAL DE PRÓSTATA, PERMANENTE, DE BAJA TASA DE DOSIS, se realiza en pabellón, con el paciente en la posición de litotomía, la anestesia de elección es la peridural, se debe mantener el paciente sin moverse, ya que el proceso durante la implantación debe ser fino y los movimientos pueden trastornar la colocación debida de las fuentes. En pabellón se trabaja en verdadero equipo, el urólogo, se encarga del procedimiento de colocación del paciente, introducción del ultrasonido, realizar este previo, con cortes cada 5 mm, lo que se logra por un soporte especial o cuna para el transductor que se moviliza esos 5 mm de manera mecánica, el ultrasonido debe tener el programa para braquiterapia éste coloca en la pantalla un esquema de coordenadas del tip X,Y, que están identificadas cada 5 mm por números y letras respectivamente, y los cuales corresponden a un verdadero sistema, con las coordenadas identificadas y que además tiene orificios en una base acrílica o de material especial, que en un soporte alrededor del transductor se coloca pegado contra el periné, este sistema conocido como plantilla o en EE.UU como “ template “ y es el utilizado para guiar las agujas, que por vía transperineal, hacen llegar las fuentes o cargas a la próstata. Es el urólogo, junto al radioterapeuta quienes colocan las agujas y las fuentes. La función del radioterapeuta es supervisar el procedimiento, decidir las dosis, discutirlas con el físico y adecuar el implante para la mejor distribución posible de las isodosis, el sistema de ultrasonido está conectado a un computador donde reside un avanzado programa de planificación y dosimetría especial volumétrico on 3D para braquiterapia, al mismo tiempo que el ultrasonido adquiere una imagen, ésta es derivada a la computadora y asumida por el programa, luego sobre estas imágenes es donde se procede a la colocación virtual de agujas y fuentes, discutido y escogida la distribución de elección de la isodosis se procede a llevar el implante de virtual a real, en el manejo del programa junto al radioterapeuta está uno de los mayores trabajos del físico médico, aparte de los procesos de preparación y carga de las fuentes en la agujas, también procede con todos los elementos de seguridad radiológica. El procedimiento termina con el urólogo realizando una citoscopia de control, para recuperar posibles fuentes en vejiga o intrauretral. Un implante estándar, con un equipo profesional entrenado debe llevar un promedio de 60 - 90 minutos.

POST-PLAN: Se debe realizar una dosimetría post implante, lo que en definitiva nos informará sobre la dosimetría definitiva y verdadera aplicada al paciente, ésta de elección se efectúa sobre un estudio por tomografía axial computarizada, a practicarse promedio un mes posterior al implante, con la finalidad de evitar la distorsión por el edema post implante inmediato, la información recabada es transmitida de nuevo a la computadora y se realiza una nueva determinación de la dosis con una información real de las semillas y posiciones de éstas que fueron colocadas y nos dan la dosis definitiva aplicada. Algunos grupos proponen un control más cerrado con tomografías al 1, 8, 30 y 180 días.

SEGUIMIENTO : El seguimiento del paciente tiene por objeto determinar la respuesta al tratamiento con la determinación del control bioquímico por el antígeno prostático específico, éste se debe efectuar no antes de la 8 semanas postratamiento y el nadir se puede lograr aproximadamente a los 6 meses de éste, luego se deben realizar antígenos cada 2 ó 3 meses, para control. En cuanto al resto de los estudios, tales como ultrasonido prostático, tomografía axial computarizada de abdomen y pelvis se realizan según los criterios de seguimiento de los grupos de trabajo y según las posibles variaciones del antígeno. En fin como en todo seguimiento se evalúa el control local y a distancia de la enfermedad, y la aparición o no de las complicaciones, para en cada caso iniciar los tratamientos o correctivos necesarios, igualmente el seguimiento evaluará al final los resultados de este

DOSIS DE BRAQUITERAPIA Y RADIOTERAPIA

Un aspecto importante es la dosis a aplicar, los esquemas iniciales proponían dosis tan altas como 160 Gy, es decir, 16 000 cGy a la isodosis que cubría toda la próstata, la dosis que se utiliza actualmente está entre 14 Gy o 14 000 cGy a la isodosis de toda la próstata, en el caso que el isótopo utilizado sea el Yodo 125, si se utiliza el Paladio 103 la dosis debe ser menor, por la rápida entrega de éste y por promedio de dosis por hora del mismo y se recomienda una dosis de 120 a 125 Gy o 12 000 cGy. Las dosis máximas a lograr en uretra, recto y vejiga deben ser establecidas por el grupo de trabajo y existen varias recomendaciones al respecto, recomendamos seguir la experiencia del ABS, Sociedad Americana de Braquiterapia. En el caso de un tratamiento combinado de braquiterapia y radioterapia externa se indican dosis no mayores de 10 a 10,5Gy o 10 000 a 10 500 cGy por el implante dejando a la radioterapia externa la aplicación de 4.500 cGy al campo de la pelvis, para el control de tipo ganglionar.

RESULTADOS

Los resultados en braquiterapia de próstata, son alentadores y logran cifras de control definitivo excelente con relativa baja tasa de complicaciones, es un procedimiento rápido, con prácticamente nula hospitalización, máximo un día, otros la practican de tipo ambulatorio, con un reintegro a la actividad casi de inmediato, por lo que de manera progresiva su uso e indicación aumenta a diario, se proyecta que para el año 2 006 el 50 % de los tratamientos de Ca localizado de la próstata se haga por este método. Las cifras de varios grupos son muy parecidas lo que hace que siendo un procedimiento de tipo estandar se logre repitir en cualquier sitio, siempre y cuando se tenga una experiencia relativa y una organización y equipo humano y técnico adecuado. Los resultados de mayor seguimiento son los del grupo de Seattle, la mayoría de los estudios se reporta bajo control de tipo bioquímico como parámetro de seguimiento; hasta el momento se están desarrollando los estudios de tipo comparativo y prospectivo, en varias instituciones de primer rango como el Memorial Sloan de New York. Un trabajo publicado por

D’Amico compara resultados de las tres ramas de tratamiento cirugía radical, radioterapia externa y braquiterapia, realizadas en instituciones de prestigio tales como el Hospital de la Universidad de Pensilvania y el Centro Conjunto para la Radioterapia de Boston, no demostrando ninguna diferencia en los pacientes considerados de bajo riesgo, menos de 10 ng/mL de APE y Gleason menor de 7. Éste es posiblemente el trabajo de comparación con mayor número de casos. En los de alto riesgo los resultados no fueron buenos, pero se evidenció una baja dosis de braquiterapia y la no adición de radioterapia externa en muchos casos. Los resultados estadísticos comienzan a aparecer a medida que la experiencia y el número de casos se incrementa, lo que hace que esos resultados puedan tener un verdadero valor estadístico, se pueden revisar las publicaciones de Stone y Stock, Zelefsky y Potters, Critz, Dattoli, Grado, D’Amico, y por supuesto de Blasco y Radge, donde se manifiestan las experiencias más dilatadas. Se está trabajando en el uso de la BRAQUITERAPIA como RESCATE de pacientes con recaídas locales en próstatas tratadas por radioterapia externa, y de esa forma reservar el uso de antiandrógenos. En Europa se están realizando estudios prospectivos dirigidos por el Grupo Europeo de Curieterapia, GLEC, dependiente del ESTRO, y los cuales tendrán un gran valor debido a la rigurosidad que caracteriza los trabajos recientes de tipo cooperativo europeo. En Latino América varios grupos están trabajando, siendo los brasileros los que acumulan mayor número de pacientes, en Venezuela dos grupos realizan este tipo de implante con más de 100 procedimientos realizados hasta el momento.

CONCLUSIONES

La braquiterapia con implantes permanentes de baja tasa de dosis, es un procedimiento con una aceptación creciente en el mundo terapéutico oncológico, sus resultados de control de la enfermedad y de complicaciones, lo hacen una alternativa válida a la hora de plantear la solución de un tumor localizado a la próstata, la buena selección del paciente, la correcta aplicación del tratamiento, el conformar un equipo de trabajo conciente y con conocimiento entre el urólogo, radioterapeuta, oncólogo y físico médico, asegura los excelentes resultados de esta técnica. No en vano las proyecciones indican el uso cada vez más frecuente de la misma en países de Norteamérica y Europa.

Debemos entender que no es un procedimiento sustituto de cualquiera de las otras ramas de tratamiento, es una alternativa válida de tratamiento, que ocupará su sitio indicado y que será otra opción para nuestros cada vez mayor número de pacientes con cáncer de próstata.

 

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El tumor maligno de células transicionales del epitelio del tracto urinario, es el segundo cáncer en frecuencia encontrado en la patología tumoral maligna del ser humano y tiene una importante significación clínico-patológica, pues se le reconocen causas etiológicas bastante predecibles.

En estudios de grandes grupos controlados se demuestra que tiene una mayor incidencia comprobada en los fumadores, con hábitos tabáquicos, muy acentuados y otro factor de que juega un papel importante en la prevalencia de esta enfermedad es la ocupación, encontrándose con mayor frecuencia en trabajadores que manipulan anilinas, pinturas e incluso con tintes del cabello.

No se sabe en la actualidad qué papel definitivo juega el consumo de café, o los edulcorantes artificiales, pero parecieran tener también un efecto sobre la mucosa del tracto urinario, favoreciendo el desarrollo de esta enfermedad.

Es más frecuente en el hombre que en la mujer en relación de tres a uno, y en Estados Unidos de Norte América la incidencia entre la raza negra y blanca, es más o menos la mitad para cada grupo.

De los tumores epiteliales del tracto urinario, el más frecuente como antes se anotó, es el cáncer de células transicionales de la vejiga, el cual se presenta en la población americana mayor de 40 años, con una incidencia de 20 por 100 000 habitantes. En nuestro país, las estadísticas que se reportan no son fiables ya que muchos de los pacientes evaluados y tratados no son reportados, sin embargo, las referencias con relación a la incidencia por raza, edad o sexo, en nuestro medio, suponemos deben tener una frecuencia similar a los EE.UU.

La sintomatología es muy variable, siendo frecuentes los síntomas irritativos urinarios bajos con la aparición de hematuria microscópica al examen de orina, o en ocasiones una crisis aislada de hematuria macroscópica no sintomática, pasada a veces sin darle la importancia que amerita.

El diagnóstico fundamentalmente se hace por la endoscopia. Microscópicamente, en la evaluación endoscópica, estos tumores, tienen una apariencia muy variable en su superficie, es decir, en relación con la mucosa vesical y existen algunas carac­terísticas que pueden sugerir infiltración de los planos profundos de la pared vesical.

Hay lesiones superficiales de aspecto papilar o polipoide, lesiones planas o césiles, estas últimas suelen ser sólidas e infiltrantes a las capas musculares, dando la impresión a la palpación bimanual de induración y en lesiones más extensas, de fijación de la pared vesical. Figura 27.1.

Afortunadamente la mayoría de estos tumores son papilares y superficiales (80 %), al momento del diagnóstico, y a pesar de una marcada tendencia a la recurrencia local, que se estima al primer año cerca del 75 % de los casos, la frecuencia con la que este tipo de tumores se hace invasivo, es bastante baja, alrededor del 10 % a 15 %. Sin embargo, a mayor número de recurrencias, la tendencia de que un tumor se haga invasivo es mayor.

Otra de las consideraciones a tomar en cuenta, en relación con la posibilidad de invasión se relaciona con el grado histológico, es decir, el grado de diferenciación celular. Mientras más indiferenciado es el tumor, habrá más recurrencias y más chance de ser invasivo. El carcinoma in situ, generalmente es de alto grado histológico, de allí su conocida agresividad.

El potencial biológico de los tumores de células transicionales se determina por el curso clínico de la

 

enfermedad, ya que pueden presentarse variados eventos en el proceso, existiendo cambios en el comportamiento celular.

Se requiere la monitorización constante del paciente y se ha creado la necesidad de desarrollo de algún procedimiento no invasivo que permita determinar la existencia del tumor, con pruebas sencillas a nivel del consultorio, BTA Stat., NMP22, InmunoCyt, etc.

La citología urinaria es esencial para un adecuado monitoreo de los pacientes con tumores epiteliales, aun cuando es posible que no detecte tumores compuestos por células normales como los papilomas de bajo grado, puede dar información muy valiosa en los tumores que sí comprometen la vida del paciente, es decir, tumores de alto grado, cuyas células pueden ser fácilmente reconocidas por un patólogo bien entrenado.

Una metodología para la adecuada evaluación citológica, y la identificación de algún substrato enzimático o residual metabólico, que permita la identificación del proceso de desarrollo de esta enfermedad, facilitará el diagnóstico, tratamiento precoz, seguimiento y pronóstico. En estos elementos se sigue profundizando la búsqueda.

En los estudios citogenéticos se ha demostrado que en los tumores uroteliales existe asociación con aberraciones cromosómicas, encontrándose altera­ciones específicas. Gibas, et al, concluyen que el gene i(5p) constituye la anormalidad cromosómica más frecuente en el carcinoma de células transi- cionales. La ausencia del gene 11p ha sido asociada con peor pronóstico en estos tumores.

Un gen supresor, el p53, es de gran importancia ya que regula la expresión de ciertos genes oncogénicos, inhibiendo la multiplicación celular, característica de la enfermedad tumoral. Cuando está alterada su locación cromosómica en la célula, es posible que esta capacidad se pierda no cumpliendo este efecto supresivo. Se está estudiando cómo reactivar el efecto de este gen tan importante.

La citometría de flujo, ha demostrado la relación entre las alteraciones del contenido de ADN, la estructura cromatínica y el potencial de malignidad de los tumores.

Hechas estas consideraciones generales entra­remos en la materia que nos corresponde desarrollar en este capítulo relativo a la actualización terapéutica en el cáncer de vejiga.

Antes de iniciar los fundamentos del tratamiento debemos establecer el estadio clínico de la enfermedad.

El distinto comportamiento invasivo y la diferencia en los patrones histológicos de los tumores de vejiga, ameritan toda la información posible para considerar el tratamiento adecuado. El sistema de clasificación ideado por Jewett, en 1946, modificado posteriormente por Marshall, en 1952, nos permite establecer el pronóstico y tratamiento, de acuerdo a la profundidad de la lesión, condición que se obtendrá mediante el estudio endoscópico inicial y la toma de tejido mediante la biopsia y la resección sistemática de todo el tejido tumoral y tejido circundante penetrando con detenimiento con el asa del resec- toscopio, para obtener material separado, tanto de la superficie como con detenimiento de la pared vesical, siendo cuidadosamente identificado todo el material para un posterior análisis histológico.

Con este material el patólogo será quien establecerá el grado de infiltración tumoral y otro elemento, también de gran importancia, el grado de malignidad celular (grado de anaplasia celular de Broder’s).

El sistema de clasificación de Marshall establece varios estadios que se enumeran a continuación.

Estadio O, que indica un tumor que está limitado a la mucosa y que incluye tanto tumores papilares como el carcinoma in situ. Las lesiones estadio A, que invaden la mucosa hasta la lámina propia pero no se extienden más allá. El estadio B, que son aquellos tumores confinados a la muscular y en donde dependerá del grado de infiltración de las dos capas musculares que conforman la pared vesical que se subclasifica, de esta manera en dos estadios, B1, que representa la invasión de la capa muscular superficial, B2 infiltración de capas profundas. El estadio C, caracteriza a las lesiones que infiltran la capa muscular y hasta la grasa perivesical sin evidencia de ganglios metastásicos locales o a distancia y el estadio D, que identifica las lesiones malignas, que se extienden más allá de los límites de la grasa perivesical.

También se subclasifica en dos subestadios, D1, que son los tumores que permanecen confinados a la pelvis o por debajo del promontorio sacro (debajo de la bifurcación de las arterias ilíacas), e incluye tumores que penetran en las paredes musculares de la pelvis o estructuras vecinas como son los músculos de la pared anterior del abdomen, por debajo del ombligo y metástasis ganglionares por debajo del promontorio sacro. Las lesiones clasificadas como D2, incluyen aquellas metástasis a distancia o enfermedad ganglionar tanto por fuera del ligamento inguinal y más allá del promontorio sacro.

El tratamiento debe ser individualizado de acuerdo a las características del tumor que ya comentamos antes y las características del paciente a saber: edad, enfermedad subyacente o conco­mitante, aceptación del procedimiento, condición socioeconómica, requerimientos post-quirúrgicos y sobre todo con miras a preservar el órgano vesical en lo posible y de no poder ser, considerar el procedimiento quirúrgico más idóneo, que preserve la función de la manera más anatómica posible.

El establecimiento de los estadios 0, A y B1, es hecho en base al estudio histológico pero cuando por palpación bimanual se aprecia una pared indurada y fija o en la urografía existe obstrucción ureteral que hace sospechar invasión o la endoscopia demuestra tumor que sobrepasa de la vejiga hacia la uretra prostática, se puede considerar clínicamente que se trata de una enfermedad invasiva, aun cuando no exista confirmación histológica y la atención se debe fijarse en descartar la existencia de invasión ganglionar local, para este fin es de gran utilidad la TAC pélvica.

Además de los métodos citológicos, citométricos y citan químicos, se ha avanzado en el diagnóstico de lesiones de carcinoma in situ, con el estudio de la cistoscopia de fluorescencia, mediante la insti-lación de una solución de ácido 5 aminolevulínico (ALA) y cistoscopia con luz UV, que permite la visión de lesiones que no son apreciadas con el endoscopio de luz fría y permite el uso del resectoscopio o de fibras láser para la fulguración y coagulación de estas lesiones en forma muy precisa. Sin embargo, es un procedimiento que no está todavía al alcance de todos los urólogos.

TRATAMIENTO POR ESTADIOS

Carcinoma in situ o estadio 0:

La decisión de tratamiento de pacientes con carcinoma in situ, es considerada siempre una dificultad, porque cada vez se piensa en, ¿Cuál será el tratamiento más conveniente?

Cuando la lesión es visible pequeña y única, con posibilidad de una resección completa, realizada con una técnica depurada, es decir, resección superficial de toda la lesión apreciable y luego resección con detenimiento, incluyendo la capa muscular, terminando con una adecuada fulguración, tanto de la superficie resecada como de los bordes de la mucosa circundante.

Luego, con la administración en el postoperatorio, casi inmediata, de un tratamiento tópico, con adriamicina, thiotepa o mitomicyn, como agentes quimioterapéuticos o con BCG, como agente biológico, este último ha dado excelentes resultados suministrado sólo cuando la zona resecada esté cicatrizada, para evitar la penetración del bacilo TBC al torrente circulatorio, ya que aun atenuado, produce complicaciones generales muy severas. BCG y mitomicyn han demostrado ser superiores a los demás agentes quimioterapéuticos usados.

Los esquemas de tratamiento pueden variar de unos centros a otros, pero en general se administra cursos de una instilación semanal por seis semanas, seguido de un curso mensual por dos años, de esta manera se logra la remisión de la enfermedad local y se disminuye notablemente el período de recurrencias, siendo indispensable el control citológico y endoscópico cada tres meses para evaluar la progresión de la enfermedad.

En lesiones múltiples o en los casos de frecuentes recidivas, a pesar de los resultados histológicos que sugieran superficialidad, deberá considerarse la posibilidad de la cistectomía radical con derivación como tratamiento definitivo. Debemos recordar que la penetración de la muscularis mucosa está asociada con progresión de la enfermedad en el 54% de los casos.

En los estadios A o T1 y donde el diagnóstico patológico después de la resección transuretral confirma la invasión de la capa mucosa, submucosa hasta la lámina propia inclusive, el tratamiento es prácticamente igual al del carcinoma in situ, después de la resección se tratan con ciclos de instilaciones vesicales con cualquiera de los medicamentos mencionados disponibles.

Cuando se trata de tumores invasivos a la muscularis mucosa o plano muscular superficial, y la palpación bimanual evidencia una masa firme que desaparece después de la resección; tumores clasificados como B1 o T2, algunos urólogos piensan que estos tumores pueden ser incluidos como estadios bajos y tratados con la resección transuretral y posteriores instilaciones. A mi juicio, en casos seleccionados, juega un papel importante la ubicación, extensión y el grado histológico, pues siempre he considerado que puede intentarse una cistectomía parcial con márgenes adecuados, como buen recurso de tratamiento, si el tumor es único, lo permite la capacidad vesical y la ubicación de los meatos ureterales con relación a los márgenes de resección permiten unos bordes seguros y libres de enfermedad. Podemos hablar sólo de pocos casos en toda nuestra experiencia, pero con resultados finales muy satisfactorios. En estos pacientes, en la actualidad, es muy conveniente administrar un tratamiento adyuvante.

Otros opinan que la tasa de recurrencias es muy alta, y que no debe plantearse este tipo de tratamiento, pero es mi opinión que con un seguimiento y control adecuado, siempre habrá tiempo para la cistectomía, de ser requerida. Por supuesto que en tumores múltiples de esta categoría, debe plantearse una cirugía más agresiva.

En los tumores B2 o T3, con infiltración definida de la capa muscular profunda, es mandatorio planificar como tratamiento de elección, la cistectomía radical con linfa-adenectomía y derivación ortotópica o eterotópica, como mejor y más seguro procedimiento con fines curativos.

Aproximadamente el 50 % de los pacientes sometidos a cistectomía radical en estadios B2 o T3, presentan recurrencia de la enfermedad como metástasis a distancia. Los sitios más comunes de metástasis del cáncer de vejiga son los ganglios regionales, los huesos de la pelvis, pulmón, hígado y piel. Menos frecuentes lesiones cerebrales, vagina y cavidad abdominal. Las lesiones de peor pronóstico son las metástasis a hígado y a huesos

Para los años 1970, en tumores más avanzados, cuando la incidencia de metástasis linfáticas se hace mayor, se consideró el tratamiento combinado de radioterapia o quimioterapia preoperatoria, seguido dos o tres semanas de la cirugía, con fines de cito reducción y disminución de la diseminación local metastásica. Se suministraban dosis de 1200 a 1600 rads preoperatorios, y de acuerdo a Skinner, con este procedimiento, se disminuiría la incidencia de las recurrencias a distancia.

Sin embargo, la evaluación de los resultados a largo plazo, de los grupos que realizaron estos procedimientos, no demostraron ser mejor que la cistectomía más linfa adenectomía realizada de primera intención. Siendo en la actualidad la indicación más frecuente, la práctica de derivaciones ortotópicas, la radioterapia puede más bien representar un inconveniente para el desarrollo de una bolsa continente sin complicaciones.

Existen numerosos procedimientos para crear bolsas que semejan y substituyen a la vejiga urinaria, utilizando indiferentemente intestino delgado, grueso o una combinación de ambos. Sin embargo, los resultados son variados atribuyéndose cada grupo un éxito que no ha podido estandarizarse. Lo que sí es la regla, es que de todos el elemento más usado es el intestino delgado. Una de estas bolsas cuyos resultados le han ganado muchos adeptos, es la bolsa de Studer, la cual funciona adecuadamente y con muy pocas complicaciones para el tracto urinario superior.

Es importante individualizar cada caso, para decidir que será lo más conveniente. En pacientes con insuficiencia renal y cifras de creatinina superiores a los 2 mg%, o con dificultades para el manejo de cateterismo, se debe sugerir una derivación sencilla como el Bricker (uretero ileocutaneostomía), mejor que una bolsa continente tipo Kouch pouch o un reservorio, ya que en muchos casos es conveniente drenar un reservorio que no vacía completamente, complicándose por la reabsorción de electrólitos e infección, que descompensará rápidamente el cuadro metabólico.

En cualquiera de estos estadios avanzados de la enfermedad, cuando el paciente así lo exige, un recurso paliativo de tratamiento, puede inclinarnos al uso de radioterapia y/o quimioterapia como tratamiento único o combinado, con la finalidad de preservar el órgano, sin embargo, los resultados no son siempre satisfactorios y las complicaciones y recurrencias son de esperarse en forma temprana.

Después de radioterapia en dosis altas, hay casos que requieren de una cirugía de rescate, por presentar complicaciones inherentes más a las secuelas de la radioterapia que a la misma enfermedad, siendo necesario realizar una cistectomía simple, por sangramiento importante incoercible o por una micro vejiga no funcional. Generalmente en estos pacientes se termina realizando una derivación a un conducto ileal.

La quimioterapia es ahora más aceptada, por el empleo de drogas más seguras, menos tóxicas y manejables, con resultados mucho más demostrables. El MVAC, produce respuestas objetivas en un importante número de casos tratados y se mantiene como el gold standard en el tratamiento quimioterapéutico del cáncer de vejiga, sin embargo, la incorporación de nuevas drogas más activas, constituyen una promesa en este campo. Medicamentos como ifosfamide, paclitaxel, docetaxel, gencitabine y taxanes como trimetexate, mitoxantorone están siendo utilizados con excelentes resultados, y en la actualidad se preparan los protocolos para su aplicación racional.

Para concluir este resumen en tratamiento de cáncer vesical, recordar que la mejor curación es la prevención y por supuesto el diagnóstico precoz, cuando ya no es posible la prevención. Estando esta afección condicionada por factores conocidos que favorecen su desarrollo, es conveniente instrumentar campañas de tipo informativo para sensibilizar a la población sobre los elementos que están relacionados con la enfermedad y continuar la búsqueda de procedimientos que faciliten su diagnóstico.

 

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Capítulo 28

CÁNCER DE TESTÍCULO

Dr. Jaime Czechowicz

 

Los cánceres testiculares son raros, pero existen datos comprobados de aumento de su incidencia en los últimos 25 años1, y se desconoce aún la causa. Es la neoplasia maligna diagnosticada con mayor frecuencia en los varones entre 15-25 años de edad, y representan el 1 % de todos los tumores malignos que afectan al sexo masculino2. Casi siempre se manifiestan como un tumor testicular indoloro, palpable, e hipoecoico al ultrasonido. La mayoría de estos son tumores de células germinales (TCG), y de estos el 45 % son seminomas puros3. El 70 % a 80 % se diagnostica en estadio I, el 15 % al 20 % de los pacientes presenta afectación ganglionar linfática subdiafragmática y menos del 5 % tiene metástasis a distancia en el momento del diagnóstico. El tratamiento del cáncer de testículo ha experi­mentado un cambio espectacular en los últimos 25 años debido al desarrollo de protocolos quimio- terapéuticos altamente eficaces, en consecuencia las tasa de supervivencia y curación de todas las formas de tumor testicular son muy elevadas, aun en estadios avanzados. El reto contemporáneo consiste en lograr disminuir la morbilidad debida al tratamiento sin disminuir la alta tasa de supervivencia alcanzada.

Este capítulo pretende sintetizar los nuevos avances y direcciones futuras en el diagnóstico tratamiento y seguimiento de los tumores de células germinales (TCG).

ESTADIFICACIÓN DEL CÁNCER DE TESTÍCULO

Las tasas de curación que actualmente se manejan se aproximan en casi todas las series estudiadas al 95%, esto es consecuencia del tratamiento multimodal que incluye la cirugía, la quimioterapia basada en el cisplatino, y la radioterapia. Sin lugar a dudas la quimioterapia es el tratamiento inicial adecuado para el cáncer testicular avanzado, sin embargo, la discusión y controversia se mantiene en cuál es el mejor tratamiento para el cáncer testicular en estadios I o II precoz, tomando en cuenta, la reducción de la morbilidad de los protocolos terapéuticos potencialmente tóxicos, manteniendo a la vez la elevada tasa de curaciones. La controversia actual está motivada por el rendimiento de los métodos disponibles para la estadificación. Estos básicamente son:

1.     Marcadores tumorales

2.     Histología tumoral

3.     Imageneología

Revisemos estos métodos con detenimiento:

MARCADORES TUMORALES

Las células tumorales mutadas como consecuen­cia de su escasa diferenciación o de su crecimiento descontrolado producen proteínas que pueden ser medidas en el suero de los pacientes. El valor de la determinación de las oncofetoproteínas hCG y AFP como marcadores séricos en el cáncer testicular está consolidado. Con la intención de localizar nuevos marcadores proteicos tumorales sobre todo para el diagnóstico de seminoma se han estudiado muchas sustancias pero desafortunadamente por el momento no se han encontrado nuevos marcadores de utilidad similar. Las nuevas técnicas de análisis genético molecular han aportado nuevos candidatos a ser marcadores tumorales para el cáncer testicular como los oncogenes y los genes supresores de tumores. Pasemos breve revista a la actualidad en el estudio de los marcadores tumorales para el cáncer testicular.

La gonadotrofina coriónica humana (hCG) se produce en las células del sincitiotrofoblasto de la placenta durante el embarazo. Es una glucoproteína formada por dos unidades 1. la subunidad alfa idéntica a las hormonas hipofisarias LH, FSH Y TSH y 2. la subunidad beta que muestra alguna similitud con las fracciones beta de la hormonas hipofisarias anteriormente mencionadas pero con una región terminal de 29 aminoácidos diferente a estas. A este subcomponente se dirigen los análisis séricos. Los niveles normales de beta-hCG de los adultos normales son inferiores a 5 MUI/mL y se elevan aproximadamente en el 40-60 % de los pacientes con cáncer testicular. Asciende en casi el 100 % de los coriocarcinomas, en el 80 % de los carcinomas embrionarios y en el 10 % al 20 % de los seminomas puros.

La hemivida sérica de la subunidad beta (de suma importancia en el seguimiento post- terapéutico) es de 24 a 36 horas y debe volver a la normalidad de 5° al 8° día post-orquidectomía.

La elevación de esta subunidad, no es específica ni exclusiva del cáncer testicular, se puede encontrar elevada en pacientes con mieloma múltiple, en cáncer vesical, mamario, pulmonar, pancreático, hepato- celular y gástrico en niveles inferiores a 20 ng/mL. Se pueden obtener falsos positivos en: insuficiencia testicular primaria, y en los hipogonadismos provo­cados por el tratamiento debido a reacciones cruzadas con la LH. En los casos de duda se administra 200 mg intramuscular de testosterona la cual inhibirá la secreción de LH y se repite el análisis sérico de beta hCG a las 48 horas45-8.

ALFA-FETO-PROTEÍNA (AFP)

Es una glucoproteína fetal que se produce en el hígado, aparato gastrointestinal y saco vitelino. Su concentración normal en el adulto sano es inferior a 10 ng/mL después del primer año de vida. Se eleva en el 50 % a 70 % de los tumores testiculares. Sólo el tumor del seno endodérmico, y el carcinoma embrionario la producen, encontrandose elevado en cualquiera de los tumores mixtos que contienen dichos elementos, por lo que excluye el diagnóstico de seminoma puro. Al igual que con la hCG se ha observado una reducción en su elevación como resultado del diagnóstico precoz. La hemivida sérica de esta subunidad es de 5-7 días volviendo a los niveles normales entre 25 y 35 días después de la orquidectomía radical.

Tampoco es específica de los tumores testiculares por lo que puede elevarse en carcinomas pulmonares, gastrointestinales, hepáticos, pancreáticos y en algunas afecciones hepáticas benignas y en la ataxia telangectásica910.

DESHIDROGENASA LÁCTICA (LDH)

Es una enzima celular, cataliza la conversión de piruvato en lactato en la glucólisis anaerobia, aunque en condiciones de aerobiosis cataliza la reacción inversa, de ella depende la oxidación del ácido láctico en el hígado, los riñones y el tejido muscular. Está formada por subunidades H Y M que se combinan para formar cinco isoenzimas. La elevación de la LDH sobre todo de la izoenzima 1, se describe en pacientes con tumores testiculares voluminosos y es utilizada como algoritmo pronós­tico para valorar el riesgo11, ya que su elevación puede indicar enfermedad masiva o avanzada, niveles de LDH progresivamente crecientes constituyen un indicador exacto de reactivación. No es específica de ningún tipo celular en particular, se puede elevar en todos los tumores de células germinales inclusive el seminoma. Se ha demostrado recientemente que la sobreexpresión de la subunidad H es también mayor en los tumores testiculares, cuyas células son sensibles al cisplatino, que las que presentan resistencia a la droga.

FOSFATASA ALCALINA PLACENTARIA (PLAP)

Es una isoenzima fetal de la fosfatasa alcalina del adulto que tiene una función esencial en el metabolismo de los fosfatos. Es una fosfotirosina que sólo expresan las células germinales fetales y de los niños menores de un año. Se encuentra elevada del 30 % al 50 % de los pacientes con seminoma estadio I y en el 100 % de los pacientes con seminoma en estadio II. Su sensibilidad, sin embargo, es baja ya que se eleva en los fumadores y en los pacientes con carcinoma de pulmón y gastrointestinal así como en los tumores de ovario y mama.

ENOLASA ESPECÍFICA DE LAS NEURONAS (EEN)

Es un marcador tumoral del carcinoma pulmonar de células pequeñas y de otros tumores de origen neuroendocrino13. Los trabajos de Foss y col. en 1992 iniciaron una esperanza de haber detectado un nuevo marcador tumoral para los seminomas, sin embargo, con los trabajos de Gross13 en 1993 se llegó a la conclusión de que el (EEN) no es un marcador útil en los TCG.

GCTM-2

Es un anticuerpo monoclonal que reconoce el proteoglucano queratansulfato superficial de 200 kDa sobre las células del carcinoma embrionario humano.

Gregoire y col. demostraron que el proteoglucano de superficie adopta varias gluciformas y se expresa de manera diferente en los seminomas y en los tumores testiculares no seminomatosos (TCGNS). Puede en el futuro convertirse en un marcador tumoral valioso.

ONCÓGENES

Las frecuentes alteraciones observadas en los cromosomas 1, 12, y 15 en los casos de TCG han empujado a la búsqueda de oncogenes en dichos cromosomas y al hallazgo de diversos proto­oncogenes en todos ellos. Así en el cromosoma 1 se encuentran: C-N-ras, L-myc y c-src-2; en el brazo corto del cromosoma 12 reside C-K-ras y en el cromosoma 11 lo hacenC-H-ras, la insulina y el factor de crecimiento de tipo insulina.

Todos estos protooncogenes han sido estudiados, de estos los más ampliamente estudiados son los genes ras1415. Dichos genes codifican las proteínas conocidas como p21, esta parece intervenir en la traducción de señales. El gen ras estabilizaría las proteínas p21 en su estado activo. La traducción continua de la señal contribuiría así a la pérdida de la regulación de la proliferación celular.

En los TCG testiculares los estudios de las muta­ciones ras han dado resultados diversos1617; los trabajos de Moul y col. sobre mutaciones ras en los TCG testiculares parecen revelar que dichas muta­ciones son raras en el cáncer testicular y no parecen útiles como marcadores clínicos o pronósticos.

Otros protooncógenes que se están estudiando en la actualidad sólo los nombraremos debido a la importancia que quizás pudiesen tener en un futuro próximo a saber: hst y c-kit,y el protooncogen humano diminuto doble murino. Debido a que los tumores testiculares forman parte de los pocos tumores humanos en los que la quimioterapia es altamente efectiva, incluso en los casos de enfer­medad avanzada, se ha estudiado a la enzima GST la cual se asocia a la destoxificación de los agentes cancerígenos e igualmente se asocia a la quimiorre- sistencia intrínseca o inducida de las células tumorales1819 y por último el gen de la hormona similar a la parathormona localizado en el brazo corto del cromosoma 12.

GENES SUPRESORES DE TUMORES

Es muy probable que la pérdida de un gen supresor de tumor se convierta en un nuevo marcador tumoral testicular (Lothe y col.). Los genes más estudiados son:

Gen del retinoblastoma

Gen supresor de tumores p53

Gen supresor de tumores p16

Es indiscutible dada la aventura iniciada en el proyecto genoma humano que cada día más encontremos en la literatura urológica la mención de estos u otros genes por lo que nos conviene irnos familiarizando con esta nueva puerta que se nos abre a un futuro cada vez más próximo.

HISTOLOGÍA TUMORAL COMO FACTOR PRONÓSTICO

En los TCG del testículo el tipo histológico de las células que lo forman influye en el pronóstico. El coriocarcinoma puro es el de peor pronóstico entre los tumores de células germinales no seminomatosos (TCGNS), le sigue el carcinoma embrionario. En el trabajo de Moul20, en un estudio retrospectivo de 92 pacientes con TCGNS en estadio clínico I resultó significativo el porcentaje de población de células embrionarias y estableció una relación entre la probabilidad creciente de afectación metastásica y los porcentajes crecientes de tumor de células embrionarias. Wishnow y col.21 describieron hallazgos similares.

 

Como pudimos apreciar en el cuadro precedente otro factor contemplado en los trabajos de Moul y col. que merece distinción desde el punto de vista pronóstico es la invasión vascular. En los pacientes con estadio clínico I la presencia combinada de infiltración vascular y el porcentaje de carcinoma embrionario predice la enfermedad metastásica oculta. En el XII Congreso de la Asociación Europea de Urología se presentaron trabajos de estudios meticulosos histopatológicos de 151 TCGNS en estadio I y fue posible predecir correctamente en 131 casos, es decir el 87%. Rodriguez y col. 22 en una revisión retrospectiva de 93 pacientes con TCGNS demostraron:

En este trabajo se revela que el porcentaje de metástasis en los pacientes en estadio I que presentaban infiltración vascular fue de 84 %, mientras que el porcentaje en los cuales no presentaban infiltración vascular fue del 23 %, también se reveló una correlación con la extensión local y la enfermedad metastásica, con mayores porcentajes de diseminación tumoral cuando se identificaba presencia tumoral en la rete testis y el cordón espermático.

Los trabajos de Wishnow y col.21 demostraron la incidencia menor de recidivas en los pacientes con más del 50 % de teratomas en la pieza de orquidectomía radical, cuando no existe infiltración vascular.

Klepp y col.23 en un estudio de 279 pacientes identificaron un valor normal de AFP antes de la orquidectomía radical como indicador pronóstico negativo. La elevación de la AFP refleja la presencia de elementos del seno endodérmico e indirectamente la escasa posibilidad de metástasis a partir de este tipo tumoral. Igualmente sus datos respaldan la relación entre infiltración vascular y metástasis.

Por último es de resaltar el índice pronóstico de Freedman y col. quienes elaboraron un índice pronóstico basado en cuatro signos histológicos hallados en el estudio de las piezas quirúrgicas post-orquidectomía:

1.     Infiltración venosa

2.     Infiltración linfática

3.     Ausencia de elementos del seno endodérmico

Los autores observaron una correlación entre la presencia de tres de cuatro factores y una tasa de recidiva de la enfermedad del 58 % a los dos años.

IMAGENEOLOGÍA

El estudio del retroperitoneo es imprescindible como parte de la exploración de todos los tumores testiculares. Con la excepción del coriocarcinoma y del tumor de células del seno endodérmico, todos los tumores de células germinales metastizan fundamentalmente a los ganglios linfáticos regio­nales. La localización depende del lado testicular afectado, así es más frecuente las metástasis a los ganglios para y preaórticos en el izquierdo, mientras el lado derecho metastiza más frecuentemente a los

 

4.     Presencia de tumor indiferenciado.

ganglios interaorticocavos, precavos y preaórticos, denominándose a esta primera localización primer escalón ganglionar. Está descrito la afectación contralateral, más frecuente de derecha a izquierda24.

TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA

Es hoy en día la técnica radiológica más usada. Tiene como ventajas el hecho de no ser invasiva, permite detectar los ganglios linfáticos sin usar material de contraste, identifica con exactitud el volumen tumoral, y permite evidenciar la afectación de otros órganos. Su desventaja consiste en la imposibilidad de detectar enfermedad metastásica en ganglios linfáticos de tamaño normal y puede ser difícil de interpretar en los varones jóvenes con poca grasa retroperitoneal.

La exactitud de la TC comparada con las muestras de anatomía patológica ha obtenido cifras entre 70 % y 80 % con falsos negativos de 23-44 %. Estos valores de exactitud y falsos negativos se basan en la presunción del tamaño normal de los ganglios linfáticos del retroperitoneo que en los autores consultados es de 10 mm. Sin embargo, otros autores como Leibovich y col.25 disminuyendo el diámetro de los ganglios de primer escalafón a 3 mm y de 10 mm para los ganglios periféricos obtuvieron lecturas diferentes, sensibilidad de 91%, tasa de falsos negativos del 10%, y positivos falsos menor del 50%.

ULTRASONOGRAFÍA

La utilidad del ultrasonido en el diagnóstico inicial de los tumores de testículo es indiscutible. Permite en forma absoluta distinguir entre lesiones sólidas y quísticas del testículo, además de permitir visualizar la localización de las masas intraescrotales e intratesticulares y para el ecosonografista experi­mentado incluso la presunción diagnóstica de benignidad o malignidad de las mismas. En mi concepto, todo urólogo debe estar entrenado en su uso y debe ser realizado de rutina en todo paciente con patología dolorosa o no intraescrotal, así toda masa testicular hipoecoica sólida debe ser consi­derada un tumor maligno mientras no se demuestre

lo contrario. El grado de sospecha variará en función de los factores relacionados tanto con el aspecto de la lesión en el estudio (localización, ecogenicidad), como con el huésped (edad, traumatismos, fiebre, neoplasia maligna extra-testicular). Igualmente un ecosonografista experto y bien entrenado es capaz de detectar neoplasia maligna extratesticular, sin embargo, esta brinda poca seguridad en el diagnóstico, debido a la curva de entrenamiento e interpretación del ecosonografista, la obesidad del paciente y la presencia de gases que limiten el estudio.

Su ventaja sobre la TC es escasa, aun cuando la experiencia en la valoración del retroperitoneo se está ampliando. La exactitud en la detección de adenopatías retroperitoneales es similar que la TC 88%, por lo que su duración y su costo no parece justificar su uso. En el diagnóstico de las masas intraescrotales, sin embargo, su uso gana adeptos a diario. Cuando a un paciente se le realiza un estudio de RMN por la presencia de una masa intraescrotal palpable e hipoecoico en la ecografía, y se observa una masa relativamente isointensa con el parénquima testicular adyacente en las imágenes ponderadas en T1 e hipotensa en las ponderadas en T2 con una potenciación neta y precoz tras la administración de Gadolinio, esta combinación de hallazgos es prácticamente diagnóstica de cáncer testicular y justifica absolutamente la exploración escrotal y la orquidectomía radical.

 

 

LA TOMOGRAFÍA DE EMISIÓN DE POSITRONES (PET)

La radiografía de tórax convencional es adecuada en el estudio del tórax de todos los pacientes que presenten TC abdominal negativa para MT retro­peritoneal ganglionar.

Por el contrario todos los pacientes con TC abdominal positiva para MT retroperitoneal ganglionar debe realizarse TC del tórax.

CONCLUSIÓN

Gracias a los avances tecnológicos, las posi­bilidades actuales de diagnosticar y estadificar con exactitud los tumores testiculares son hoy inmensos. Después de la orquidectomía radical las técnicas de estadificación consisten en la exploración clínica, Rx de tórax, TC de abdomen y pelvis y la determinación de marcadores tumorales.

El 80 % de las veces los tumores se diseminan a partir de los ganglios linfáticos retroperitoneales y sólo en el 12-15 % de los pacientes afectan estructuras lejanas sin sembrar primero el primer escalafón ganglionar. El estudio de imágenes del retro- peritoneo puede dar errores. Del 20 % al 30 % de los pacientes clasificados como estadio I son realmente estadio II confirmado por linfadenectomía retro-peritoneal. En el estudio de United States Intergroup la frecuencia de falsos negativos para la TC confir-mado por estudios anatomopatológicos fue del 59%, y del 70 % para la ultrasonografía. Por otra parte aproximadamente el 10 % de los pacientes con imágenes retroperitoneales positivas no sufre de enfermedad maligna.

Se han publicado buenos resultados en la valoración de masas retroperitoneales en una muy pequeña serie de pacientes. Por el momento su elevado costo y su ausencia en este país limitan su utilidad.

La estadificación de los pacientes puede ser clínica, realizada a partir de los resultados de los estudios radiológicos y marcadores tumorales o anatomopatológica basada en el estudio directo de tejidos obtenidos en la linfadenectomía retro­peritoneal. El siguiente cuadro muestra el sistema de estadificación TNM del American Joint Committee Cancer:

 

 

TRATAMIENTO DEL CÁNCER TESTICULAR EN ESTADIO I

En los pacientes con enfermedad en estadio inicial y en los que presentan estadios más avanzados pero con buen pronóstico, la atención mundial se dirige hoy en día a reducir la toxicidad a corto y largo plazo. Aun cuando la mortalidad por linfadenectomía retroperitoneal y la RT es muy baja, la morbilidad es significativa. Los factores pronósticos son una guía esencial para la toma de decisiones terapéuticas.

Son cuatro los métodos terapéuticos que se disputan hoy en día el centro de la controversia a saber:

1.    Linfadenectomía retroperitoneal

2.     Radioterapia externa

3.     Vigilancia

4.     Quimioterapia primaria

LINFADENECTOMÍA RETROPERITONEAL

La linfadenectomía retroperitoneal consiste en la extirpación de los ganglios linfáticos retro- peritoneales y ha formado parte importante de la terapéutica de esta enfermedad. Cuneo fue el primero en realizar esta intervención de forma exitosa en 1906. Los trabajos de Busch y Sayech26, en 1963 aportaron la justificación anatómica razonable a la intervención. Basado en este trabajo la mayoría de los clínicos defendieron la extirpación de los ganglios linfáticos interaortocavos, paraaórticos, paracavos y presacros, se incluyó las resecciones bilaterales de los ganglios suprahiliares e ilíacos primitivos. Se incluía dentro de los límites de la resección las cadenas simpáticas lumbares y el plexo hipogástrico. Posteriormente se demostró que la afectación de los ganglios suprahiliares es poco frecuente por lo que se omitió su resección. Esta disección, sin embargo, tan amplia venía acompañada de gran morbilidad a corto y largo plazo como alteraciones de la eyaculación. Progresivamente se fueron realizando estudios que establecieron una base más racional para limitar la amplitud de la disección. Se incluye en los nuevos modelos las zonas primarias de diseminación tumoral, todas evitan la disección a la altura y por debajo de la bifurcación de los grandes vasos, dejando intacto el plexo hipogástrico. Se han desarrollado modelos aun más modificados y reducidos permitiendo conservar la función eyaculatoria en el 75-94 % de los casos. Dadas las ventajas de una resección limitada en cuanto a la reducción de la morbilidad con conservación de tasas de supervivencia alta en la actualidad es la técnica mayormente utilizada en la mayoría de los centros en Estados Unidos de Norteamérica. Morbilidad de la cirugía

Las complicaciones mayores afectan entre un 14-23 % de los pacientes sometidos a cirugía y pueden evidenciarse en la Tabla 28.4

 

En un estudio del Testicular Cáncer Intergroup Study en el que participaron varios centros importantes se evaluó a 264 pacientes y las complicaciones fueron: Ileo prolongado de más de 7 días en el 3,4 % de los casos, infecciones de la herida operatoria 3,3%, neumonías 2,8 % e infecciones urinarias 2%. Las complicaciones tardías fueron obstrucción intestinal 2,3%, total de pacientes complicados 13,8%. Su conclusión fue: que en manos de un cirujano experto el tratamiento mediante linfadenectomía retropúbica es seguro, con morbilidad previsible y mínima. El tiempo operatorio está entre 4-5 horas, la estancia hospitalaria sin complicaciones de 5-6 días y el tiempo de recuperación del paciente de 2 a 4 semanas. Las complicaciones prolongan la estancia hospitalaria y retardan el proceso de recuperación.

CRITERIOS DE APOYO

La baja incidencia de recidivas, sumado a la eficacia de la terapéutica de salvamento, han aumentado las tasas de supervivencia de los pacientes con TCGNS estadio I aproximándolas al 100%.

Las tasas de recidiva en diversos estudios se encuentran entre el 6 % y 10,2%. Aun cuando, la tasa de recidiva retroperitoneal es baja, sin embargo, la tasa de recidiva intraperitoneal no es despreciable.

El tratamiento inicial de las recidivas retro- peritoneales es la quimioterapia combinada con cisplatino. Aproximadamente el 17 % al 20 % de estos pacientes logran la remisión completa, el 40 % morirá por la enfermedad por tanto los pacientes sometidos a linfadenectomía retroperitoneal por un tumor en estadio inicial deben saber que la inter­vención no excluye que posteriormente necesiten quimioterapia, ni garantiza que sigan libres de enfermedad.

El grupo de Indiana27 reporta su resumen de 25 años de experiencia, en el cual refiere que sólo fallecieron 3 pacientes (0,8 %) de 378 pacientes durante el período comprendido entre 1965 y 1989.

Del 25 % al 30 % de los pacientes con estadios clínicos I a los cuales se les realiza linfadenectomía retroperitoneal se encuentran realmente en un estadio

II.     La tasa global de recidiva de estos pacientes es de aproximadamente un 20 %. Estudios sobre quimioterapia precoz o retardada en estos pacientes no parecen indicar diferencia alguna por lo que esta constituye una opción atractiva.

La llegada de la TC modifica la linfadenectomía suprahiliar bilateral tradicional, la objeción clásica a esta cirugía era la morbilidad. La disfunción eyaculatoria que prácticamente afectaba a todos los pacientes se evita hoy con las técnicas modificadas.

Las recidivas tras la linfadenectomía suelen afectar a los pulmones, hecho fácil de detectar y tratar con la quimioterapia combinada con cisplatino.

Otro aspecto enfocado por los defensores de esta cirugía es el cumplimiento por los pacientes de los protocolos de seguimiento, al resecar todos los ganglios linfáticos asiento de recidivas esto dismi­nuye el número de TC abdominales. Sin embargo, estudios del US Intergroup no refuerzan esta posición.

LINFADENECTOMÍA RETROPERITONEAL LAPAROSCÓPICA

La técnica de cirugía laparoscópica ocupa hoy en día un lugar importante en el desarrollo de la cirugía con mínima invasión. Es un procedimiento técni­camente avanzado, que implica una curva de aprendizaje lenta y progresiva, que debe aprenderse en centros donde se realicen con frecuencia. En los últimos 5 años, vemos cada vez más publicarse artículos sobre intervenciones laparoscópicas en casi todas las áreas de nuestra especialidad. La laparoscopia como método diagnóstico en los testículos criptorquídicos abdominales fue descrita en 1976 por Cortesi y col., ha sido utilizada con frecuencia desde 1988.

Dentro de las actuales opciones terapéuticas para los pacientes con TCGNS en estadio I ésta puede ofrecer una alternativa mínimamente invasiva. Sus indicaciones son las siguientes:

        Tumor testicular germinal no seminomatoso en

estadio I

        Marcadores tumorales negativos

        Ausencia de contraindicación absoluta o relativa

para laparoscopia

En otras palabras el caso ideal sería un varón, joven, delgado, sin cirugía abdominal previa, con TCGNS, marcadores tumorales negativos, con estudios radiológicos tomográficos negativos para metástasis.

Sus ventajas serían los beneficios habituales de la cirugía laparoscópica como menor dolor post­operatorio, menor uso de analgésicos, menor estadía intrahospitalaria, menor costo, recuperación precoz.

Entre sus desventajas podríamos citar: curva de aprendizaje lenta, procedimiento de gran dificultad técnica, dificultad en la exposición de estructuras retroperitoneales, tiempo quirúrgico más prolon­gado, mayor costo quirúrgico intraoperatorio. Además debe citarse el temor por la posibilidad de siembra tumoral maligna en los canales linfáticos como consecuencia de las altas presiones intra­abdominales y riesgo de siembra en los trayectos de los trocar. En la literatura revisada se aconseja ante la menor dificultad técnica cambiar de inmediato la estrategia y realizar cirugía abierta, igualmente se aconseja que si durante la disección ganglionar laparoscópica, los cortes congelados demuestran afectación metastásica debe interrumpirse el procedimiento y optar por la realización de la linfadenectomía abierta terapéutica.

Se han descrito complicaciones entre un 20 % a 30 %, entre ellas la más frecuente es la lesión vascular, de suma dificultad técnica en su reparación8.

En conclusión la linfadenectomía laparoscópica es un procedimiento actual, técnicamente avanzado y de dificultad técnica importante, que está siendo practicado en centros universitarios muy selectos por un número reducido de cirujanos altamente especializados en esta técnica quirúrgica. Debe rea­lizarse una evaluación más profunda con la finalidad de determinar su rol futuro en el tratamiento quirúr­gico de los pacientes con TCGNS en estadio I28.

VIGILANCIA

El 70 % de los pacientes sometidos a linfa­denectomía retroperitoneal en estadio I, no presentan ganglios positivos al estudio anatomopatológico, según un estudio del US Intergroup, la orquidectomía radical cura el 70 % de los casos, la quimioterapia el 20 % y la linfadenectomía sólo el 10%29. En otras palabras por cada 100 pacientes que se le realice linfadenectomía retroperitoneal se estará sobre- tratando a 70 u 80 de ellos.

Tras la introducción de la quimioterapia basada en el cisplatino, la tasa de supervivencia se eleva dramáticamente hasta casi un 100%, lo que motivo en conjunto con el argumento anterior, la búsqueda de nuevas alternativas terapéuticas que disminuyeran la morbilidad propia de la linfadenectomía retro­peritoneal y la RT adyuvante sin disminuir la tasa de curación.

Peckham y col. fueron los primeros en introducir el concepto de vigilancia en 1979, hoy en día es la técnica de tratamiento más usada en Europa en la mayoría de los pacientes con TCGNS en estadio I seleccionados. La vigilancia se basa en un segui­miento estricto del paciente post-orquidectomía y en la detección precoz de las posibles metástasis utilizando para ello los estudios de imagen tecno­lógicamente mejorados y anticipando las metástasis previsibles en los sitios específicos de estación ganglionar y visceral metastásica.

En el trabajo de Peckham publicado en la revista Lancet 2:294 en 1987, se evaluaron 53 pacientes post-orquidectomía radical con vigilancia durante

18    meses, encontrándose tasa de recidiva del 17%. Posteriormente muchos trabajos se han publicado en los últimos 10-12 años confirmando la obser­vación inicial de Peckham y col., las tasas de recidiva oscilaron entre 13 % y 35 % con una media de 26,2%. En 1839 pacientes se produjo un total de 21 muertes (1,2%), lo que indicó que la terapia de salvamento fue eficaz. Estos resultados pueden compararse favorablemente con los obtenidos por las series quirúrgicas. La recidiva concuerda con las previstas y las tasas de supervivencia son prácticamente equivalentes gracias a la quimio­terapia de salvamento basada en el cisplatino.

Bajo el programa de vigilancia, la morbilidad es muy baja en los pacientes en los cuales no progresa la enfermedad, sin embargo, el inconveniente está en el seguimiento a largo plazo del paciente, los estudios de imagen son caros, los marcadores tumorales sólo se elevan en el 70 % de las recidivas.

Debe tomarse en cuenta los factores de riesgo asociados a recidiva al seleccionar un paciente dentro de un plan de vigilancia. Éstos como ya hemos visto se basan en los estudios de Freedman y col. en la identificación de 4 parámetros histológicos asociados a la progresión tumoral 1. infiltración vascular, 2. infiltracion linfática, 3. ausencia de elementos del seno endodérmico, 4. presencia de carcinoma embrionario.

Peckham y col. encontraron recidivas tumorales en el 43 % de los pacientes con carcinoma embrio­nario, si a éste se le asocia la infiltración vascular este porcentaje se eleva al 80 % de los casos. Desde este punto de vista algunos autores recomiendan clasificar los pacientes con TCGNS en estadio I en alto y bajo riesgo tomando en cuenta los trabajos antes mencionados de Freedman y Peckhan.

Se han desarrollado protocolos de seguimiento basados en el punto anterior que se resumen en la Tabla 28.5.

La introducción de un paciente a este programa exige por parte del clínico la información adecuada al paciente sobre las consecuencias del no cumpli­miento estricto, así como valorar cuidadosamente las condiciones psicológicas y responsabilidad del enfermo al cumplimiento del protocolo.

RADIOTERAPIA

Entre los años 1960 y 1970 era frecuente revisar la literatura y encontrar artículos de controversia entre cirujanos y radioterapeutas sobre cuál era el mejor método para el tratamiento de los TCGNS estadio I. Sin embargo, los TCGNS responden peor a la RT que los seminomas y su control exige dosis altas cercana al umbral de tolerancia de los tejidos. En el estadio I la dosis de 4000 rads en 4-5 semanas erradican la mayor parte de los tumores. Antes del advenimiento de la quimioterapia basada en el cisplatino la tasa de supervivencia oscilaba entre 80-90 %. El Danish Cancer Testicular Study Group realizó un estudio prospectivo y aleatorio compa­rativo entre la vigilancia y la RT, llegándose a la conclusión de que la vigilancia sola post- orquidectomía debe sustituir a la RT en el tratamiento de los TCGNS estadio I. Las complicaciones de la RT incluyen dispepsia, náuseas, vómitos, diarrea, mielosupresión, cistitis, malaabsorción. La inci­dencia de segundos tumores malignos en 20-30 años post-RT es tres veces superior a lo previsible.

Por dichas razones en la mayoría de los centros europeos y en Estados Unidos ya no se administra RT a estos pacientes.

QUIMIOTERAPIA

Se está proponiendo el uso de quimioterapia adyuvante primaria en pacientes seleccionados de alto riesgo con enfermedad en estadio I, pretendiendo con ello, eliminar la incertidumbre que produce la vigilancia y reducir la incidencia de recidivas, y disminuir la morbilidad asociada a resección quirúrgica. Los trabajos de Pont y col.30, Gimmi y col.31 Studer y col.32 y Kratzik y col.33 parecen confirmar que efectivamente la quimioterapia primaria reduce la progresión del tumor en los pacientes de alto riesgo. Las opiniones en contra señalan que los factores de riesgo no están aún bien determinados, por lo que la mitad de los pacientes sería sobretratada, la morbilidad producida por dos ciclos de quimioterapia aunque tolerable es importante y se desconoce aún la morbilidad a largo plazo de esta alternativa terapéutica.

CONCLUSIÓN

Sea cual sea la opción terapéutica elegida la supervivencia a largo plazo es similar. Debido a sus similitudes en cuanto a morbilidad, eficacia, super­vivencia y costos la decisión debe individualizarse. En nuestro medio la decisión debe basarse en las características socioeconómicas y culturales de nuestros pacientes, la posibilidad o no del acceso a procedimientos quimioterapéuticos en sus regiones, al entrenamiento del cirujano en la realización de la linfadenectomía de una forma confiable, segura y eficaz, al grado de educación y responsabilidad de nuestros pacientes a protocolos de vigilancia largos y por último a la disponibilidad de estudios de imagen de alta resolución a fin de lograr mejor diagnóstico y seguimiento de nuestros pacientes.

TRATAMIENTO DE LOS TUMORES DE CÉLULAS GERMINALES NO SEMINOMATOSOS ESTADIO II

Los pacientes con estadio II, son aquellos que tienen metástasis ganglionar retroperitoneal pero sin signos de metástasis supradiafragmática.

 

En los estadios lia y II b, el tratamiento más aceptado en el ámbito mundial sigue siendo la linfadenectomía retroperitoneal; los pacientes poste­riormente pueden ser seguidos mediante protocolos de vigilancia, sin embargo, últimamente se ha propuesto el uso de la quimioterapia adyuvante. Las tasas de recidiva son mayores en los pacientes con enfermedad ganglionar, aproximadamente el 40 % de los pacientes con microinvasión ganglionar, el 53 % en los que tienen ganglios > de 2 cm y el 60 % en los casos con ganglios mayores de 2 cm. Por esta razón, la mayoría de los centros de tratamiento en el ámbito mundial recomiendan el uso de la quimio­terapia adyuvante sobre todo en los estadios IIB. Muy interesante el resumen de estudios clínicos y protocolos de tratamiento con quimioterapia post linfadenectomía, realizados por los Dres. Frohlich y Small del Departamento de Medicina y Urología de la Universidad de California en San Francisco el cual refleja una tasa de supervivencia global de casi el 100 % de los pacientes (Tabla 28.6).

QUIMIOTERAPIA PRIMARIA: Existen varias series de estudios que apoyan el uso de la quimio­terapia primaria, en lugar de la tradicional linfa­denectomía retroperitoneal34-36. La combinación de drogas usadas se basa en el uso del cisplatino y etoposido. Horwich y col. llegaron a la conclusión de que la ventaja de la quimioterapia primaria radica en su capacidad para lograr tasas de supervivencia similares a las tasas registradas mediante la linfa- denectomía retroperitoneal, con una baja incidencia de insuficiencia eyaculatoria a largo plazo. Sin embargo, alrededor del 25 % de los pacientes permanece azoospérmico después de 2 años de seguimiento; ciclos cortos de quimioterapia podrían revelar cifras significativamente menores. Otro razonamiento en contra es la posibilidad de aumento estadístico de aparición de segundos tumores malig­nos tras quimioterapia primaria. Según Grossfeld y Small37, se aumenta el riesgo de diversos tipos de cáncer como leucemia, linfomas, melanoma, y los tumores gastrointestinales.

TRATAMIENTO DE LOS TCGNS ESTADIO IIC

Estos pacientes tienen enfermedad ganglionar avanzada, sin embargo, responden muy bien a la quimioterapia primaria.

En muchos pacientes a los cuales se les indica quimioterapia primaria persiste un tumor residual. El 45 % de estas masas residuales son tejido fibrótico o necrótico, el 40 % tiene teratoma maduro y el 15 % tiene TCGNS. Es necesario extirpar toda masa residual, a pesar de haberse normalizado los marcadores tumorales. Si los marcadores tumorales no se normalizan post-quimioterapia es necesaria la administración de protocolos de quimioterapia de salvamento. Si en la masa residual resecada existen restos de tumor de células germinales viables se suele administrar 2 ciclos extras de quimioterapia.

TRATAMIENTO DE LOS TCGNS ESTADIO III

Se considera estadio III a todo paciente que presente metástasis en ganglios linfáticos supra- diafragmáticos o metástasis visceral. También se considera estadio III, a todo paciente con metástasis ganglionar regional pero con valores de LDH > de

1,5   veces la cifra normal, una hCG > de 5000 mUI o una AFP> de 1000 ng/mL. Igualmente según la nueva clasificación del American Joit Committee on Cancer todo paciente post-orquidectomía con marcadores séricos persistentemente elevados se les asigna el estadio IS, y deben ser tratados como pacientes en estadio III. El tratamiento es básicamente quimioterapia primaria.

TRATAMIENTO DE LOS SEMINOMAS ESTADIO I

Más del 50 % de los tumores de células germinales del testículo son seminomas. Aparecen generalmente entre la tercera y cuarta década de la vida, y el tratamiento tradicional post-orquidectomía consiste en radioterapia adyuvante en los ganglios linfáticos retroperitoneales y pélvicos. La mayoría de los centros de radioterapia administra dosis de RT moderada con 25 cGy en 3 semanas. La toxicidad por radioterapia es leve describiéndose náusea, vómitos, diarrea y úlceras pépticas. En la mayoría de los casos existe infertilidad transitoria que se recupera al año. A pesar de todas estas conside­raciones existen trabajos sobre aumento de la incidencia de segundos tumores post radioterapia.

El campo de radiación se extiende desde D11 al ligamento inguinal con anchura de 9 a 10 cm, evitándose la irradiación escrotal. Se dirige a los ganglios linfáticos paraaórticos e ilíacos internos, externos y primitivos homolaterales. Los resultados son excelentes, ya que este tumor es muy radio­sensible, lográndose el control de la enfermedad entre un 95 % a 98 % de los casos. Las tasa de recidiva reportadas en diferentes series, oscila entre un 3 % y 4%, siendo más frecuentes las mismas durante los primeros 18 meses. La mayoría de las recidivas son previsibles, afectando a los ganglios linfáticos supraclaviculares, pulmón, mediastino o al hueso. Otras localizaciones más raras se han descrito como encefálica y tonsilar y también en algunos casos en la región inguinal. Se han estudiado factores predisponentes para recidiva entre los cuales citaremos:

1.     El tipo histológico predominante en el seminoma:

anaplásico vs clásico.

2.     La infiltración de la túnica albuginea del

epidídimo, o cordón espermático.

Últimamente se ha postulado en centros europeos protocolos de vigilancia como alternativa para la RT, estos protocolos no son aceptados en EE.UU. En los diversos trabajos publicados se revela una incidencia de recidivas entre un 15 % a un 20%, la media de tiempo para éstas oscila entre 12 a 18 meses. Si se detecta la recidiva en forma precoz con ganglios linfáticos retroperitoneales de tamaño menor a 5 cm, las recidivas pueden tratarse con RT, en caso contrario con ganglios mayores de 5 cm debe recurrirse a la quimioterapia. Una de las características atractiva de la vigilancia es la posi­bilidad de evitar el sobretratamiento de los pacientes con RT y el temor de los segundos tumores malignos ya descrito. Los datos disponibles indican que los seminomas en estadio I curan sea cual sea el método terapéutico empleado en cifras que se aproximan al 100 % de los casos, muy probablemente, en el futuro cercano con mejores factores pronósticos para recidiva, y con el desarrollo de nuevos marcadores tumorales específicos para el seminoma, que permitan mejorar los protocolos de vigilancia, el uso sistemático de la RT en el tratamiento de los seminomas estadio I, será reconsiderado.

El seminoma también es altamente sensible a la quimioterapia. Oliver y col.38 fueron los primeros en usar quimioterapia adyuvante en el seminoma. Un estudio más reciente del mismo autor utilizando carboplatino no reporta recidiva en dos años de seguimiento. Se describe baja toxicidad en el trata­miento. Se están realizando estudios prospectivos comparando tasa de supervivencia y toxicidad a largo plazo entre la quimioterapia y la radioterapia aún no reportados.

TUMOR DE CELULAS DE LEYDIG

Un tipo de tumor testicular benigno merece especial consideración en este capítulo. Se trata del tumor de células de Leydig. Se origina en las células de Leydig del estroma testicular. Su interés radica en ser el tumor no germinal más frecuente. Entre el 90 % al 95 % de estos tumores son benignos, entre el 5 % al 10 % son malignos y suele afectar a ancianos. Es definitivamente un reto para el patólogo quien, en la mayoría de los casos no puede diag­nosticar en forma definitiva el carácter total de benignidad del tumor. Los tumores malignos secretan estrógenos, andrógenos, pudiendo presentar el paciente ginecomastia o pubertad precoz que incluso puede manifestarse en ausencia de tumor testicular palpable. Entre el 5 % al 10 % suele ser bilateral. Suele ser indistinguible al ultrasonido de los tumores de células germinales. La RMN testicular evidencia con claridad el tumor intratesticular bien delimitado, sin embargo, indistinguible del semi­noma. No existe elevación de marcadores tumorales. El tratamiento de elección suele ser la orquidectomía, sin embargo, en los casos de testículo único o tumor bilateral debe considerarse la orquidectomía parcial, o la tumorectomía. Debido a la dificultad en el diagnóstico definitivo histopatológico en estos casos se impone protocolos de vigilancia de por vida, ya que están descritas las metástasis incluso de 9-10 post-orquidectomía.

 

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CARCINOMA DE PENE

Dr. Eduardo Rodríguez Romo


GENERALIDADES


 

El cáncer de pene es poco frecuente y suele ocurrir entre el 0,4 % al 0,6 % de todos los cánceres del hombre en países desrrollados. Sin embargo, en otras latitudes del mundo, como en los países subdesarrollados, se ha convertido en problema de salud pública, teniendo marcada importancia Asia, África y Sur América, con un índice que fluctúa entre el 10 % y el 20 % de todos los cánceres de los hombres. Por el contrario, la incidencia está declinando en algunas áreas debido a mejores condiciones socioeconómicas y la realización de la circuncisión neonatal. La baja frecuencia estable en los Estados Unidos (0,2 % por 100 000 hombres) se ha mantenido por más de 25 años. El riesgo relativo de presentar cáncer de pene en los pacientes no circuncidados es de 3,2 % en comparación con los pacientes circuncidados. Existe un riesgo relativo de 2,8 % en los pacientes que han fumado en comparación con los que no lo han hecho.

El carcinoma de células escamosas representa más del 95 % de todos los cánceres de pene. Usualmente se presenta entre la quinta y sexta década de la vida con una edad promedio de diagnóstico de 58 años. Aunque es poco común en hombres menores de 40 años, en un estudio realizado en Estados Unidos se demostró que el 22 % de los hombres tenía menos de 40 años y 7 % era menor de 30 años. Además, el cáncer de pene fue también reportado en niños.

La etiología precisa del carcinoma de pene no está determinada, pero la asociación de ausencia de circuncisión y la enfermedad fue bien establecida.

Circuncisión

En países donde se practica la circuncisión rutinaria en los recién nacidos, como es el caso de Israel, nunca se ve cáncer de pene. Cuando la circuncisión es realizada en la pubertad, el efecto protector disminuye, siendo demostrado por la alta incidencia de cáncer de pene entre los musulmanes, que realizan la circuncisión en la pubertad, si lo comparamos con los judíos.


ETIOLOGÍA

Factores de riesgo

La incidencia del cáncer de pene varía con las prácticas higiénicas y culturales así como con las religiosas, tabáquicas, climáticas, etc.

La circuncisión parece ejercer un efecto protector al prevenir la acumulación del esmegma. La bacteria, Mycobacterium esmegmatis, convierte los ésteres del esmegma en factor carcinogénico, el cual ha sido comprobado en animales de experimentación. Los datos de la sustancia precisa carcinogénica del

esmegma no se conocen. La pobre higiene también contribuye al desarrollo del carcinoma de pene a través de la acumulación de esmegma y otros irritantes. La población que tiene una buena higiene genital, aunque no sea circuncidada presenta una incidencia del carcinoma de pene que se aproxima a la población circuncidada.

 

CONDILOMA ACUMINADO

Dado que la condilomatosis genital no es una enfermedad de declaración obligatoria, es difícil conocer su incidencia real. El grupo de mayor riesgo es de 16 a 25 años, con un pico a los 19 años en las mujeres y a los 22 en los hombres. La condilomatosis genital es una de las ETS de mayor contagiosidad, y en el 60-70 % de las parejas sexuales

 

 

de aquellas con condilomatosis genital desarrollan la enfermedad. El período de incubación es variable, oscilando entre 3 semanas y 8 meses, con un promedio de 2-3 meses.

Habitualmente los condilomas genitales aparecen como masas carnosas, sonrosadas y vegetantes, en forma de crestas de superficie irregular. Se localizan en zonas húmedas genitales, como en el surco balanoprepucial. A veces aparecen como pequeñas pápulas sésiles, discretamente elevadas, en ocasiones pigmentadas, localizadas en la piel del pene. Lesiones muy pequeñas suelen ponerse de manifiesto con ácido acético al 5 % siendo estas lesiones denominadas subclínicas.

El compañero de la mujer con cáncer cervical, tiene una incidencia de condilomatosis del pene y la uretra de un 56 %. En un estudio realizado por Iwasawa y col., se identificó el 63 % de VPH 16 y 18 en los pacientes que tenían cáncer de pene. La compañera sexual del hombre con cáncer escamoso invasivo del pene, tiene 3 veces mayor incidencia de carcinoma invasivo cervical.

El mecanismo por el cual el VPH induce a la transformación maligna, se debe posiblemente, por actuar como mediador a través de los genes virales E6 y E7, con una actividad transferida en la células infectadas por VPH. Toda pareja de todo paciente con carcinoma cervical o de pene bien documentada se debe examinar ya que es posible diagnosticar un carcinoma in situ o un tumor.

 

El diagnóstico de la condilomatosis genital es esencialmente clínico. En los varones se empieza a utilizar la penoscopia para hacer diagnósticos de condilomas planos o incipientes. En el diagnóstico diferencial se puede confundir con el molusco contagioso y con los condilomas planos de la sífilis secundaria. Es común confundirlas con las pápulas hirsutoides de la corona del glande. Hasta hace poco tiempo sólo se contaba para el diagnóstico con técnicas citológicas e histológicas, combinadas con métodos inmunoquímicos, pero estas técnicas ofrecían baja sensibilidad y especificidad. En la actualidad se dispone de métodos de hibridación de ácidos nucleicos; estas técnicas, altamente sensibles y específicas, permiten detectar la mayoría de las infecciones y constituyen el único método que pueda identificar los distintos tipos de VPH.

Factores de prevención

La circuncisión no es el único factor para la prevención del cáncer de pene, ya que factores como hábitos higiénicos (con el uso adecuado del agua y jabón), combatir la promiscuidad, el uso adecuado de los preservativos, control adecuado de las enfermedades de transmisión sexual, control del tabaco, así como también la evaluación periódica por médicos, acorta la aparición del carcinoma de pene.

Lesiones de pene cutáneas y no cutáneas benignas

La variedad de lesiones cutáneas benignas del pene, incluyen neoplasmas benignas del mesénquima (lipomas, miomas, angiomas), dentro de los cuales están o aparecen quistes y pseudotumores secun­darios a cuerpos extraños. Reacciones alérgicas y procesos infecciosos que afectan la piel del pene deben ser mantenidas en mente para hacer diag­nósticos diferenciales. La flebitis de las venas del pene pueden causar trombosis con la formación de nódulos o cordones subcutáneos. La cuestión a recordar en el diagnóstico es la persistencia de las lesiones, lo que impone la realización de biopsia por punción o excisión. Los nevus también ocurren en la piel del pene y requieren ser diferenciados de la forma maligna del melanoma. El papiloma hirsuto y las pápulas perladas del pene son relativamente comunes en el rodete o corona del glande. Éstas ocurren en el 15 % de los hombres prepuberes no circuncidados. Usualmente el tratamiento no está indicado pero la ablación con láser de CO2 es

El tumor de Buschke-Lowenstein fue descrito en 1925. Debido a su volumen y a su semejanza con los condiloma acuminados se les ha llamado “condiloma gigante” para identificar esta lesión. Estas lesiones son indistinguibles macroscópicamente del carcinoma de células escamosas. Se presenta un crecimiento papilar localizado y pequeño, que en el transcurso del tiempo se convierte en una lesión exofítica y necrótica que puede cubrir y destruir gran parte del pene. Este crecimiento progresivo se asocia con flujo, mal olor local y, con frecuencia, sangrado. La verdadera incidencia de este tumor se desconoce ya que con frecuencia se confunde con el carcinoma de células escamosas del pene de bajo grado. Su etiología está relacionada con lesiones virales, identificándose el VPH 6 y 11 en estos tumores.

El tumor de Buschke-Lowenstein se diferencia del condiloma benigno, ya que este último, sin importar su tamaño permanece superficial y deja intacto el tejido subyacente. El primer tumor desplaza, penetra y destruye las estructuras adyacentes por compresión. Además, desarrolla un crecimiento desenfrenado, pero esto no demuestra signos de malignidad en el examen histológico. En el examen microscópico, la tumoración demuestra una masa exuberante compuesta por papilas dérmicas amplias y redondeadas, que se extienden profun­damente dentro del tejido subyacente. Las papilas están compuestas por células escamosas bien diferenciadas que no muestran anaplasia celular. Estas papilas están rodeadas por densas bandas de células de inflamación aguda y crónicas. Son necesarias las biopsias escisionales o múltiples biopsias profundas para hacer la distinción entre esta lesión y el verdadero carcinoma peneano.

Clasificación del cáncer de pene 1.       Epitelio

       In situ (Enfermedad de Bowen o eritroplasia de

Queyrat)

        Carcinoma de células escamosas

        Carcinoma verrugoso

        Sarcomatoide

        Carcinoma de células basales

 

 

2.       Tumores mesenquimatosos

         Angiosarcoma

         Fibrosarcoma

         Leiomiosarcoma

         Hemangioendotelioma epitelial

3.       Misceláneos

         Melanoma

CARCINOMA DE CÉLULAS ESCAMOSAS

Historia natural

El carcinoma del pene usualmente comienza con una lesión pequeña que se extiende en forma gradual hasta comprometer todo el glande, el cuerpo del pene y los órganos eréctiles. La lesión puede ser papilar y exofítica o plana y ulcerosa; si se le deja sin tratamiento, finalmente, puede ocurrir la autoamputación peneana. El índice de crecimiento de las lesiones papilares y ulceradas es bastante similar, pero el tumor plano ulcerado tiene una tendencia a dar metástasis ganglionares más tempranas y está asociado con peores índice de sobrevida a los 5 años.

La fascia de Buck actúa como una barrera natural temporaria que protege los cuerpos cavernosos de la invasión neoplásica. La penetración de la fascia de Buck y de la túnica albugínea permite la invasión de los cuerpos vasculares y favorece la posibilidad de diseminación vascular.

Las metástasis a los ganglios regionales femorales e ilíacos representan la vía más temprana de diseminación del carcinoma del pene.

El carcinoma del pene se caracteriza por un curso progresivo inexorable y causa la muerte dentro de los 2 años en la mayoría de los pacientes no tratados.

Forma de presentación

Puede aparecer como un área de induración o eritema, un pequeño bulto, una vesícula, un crecimiento verrugoso o una lesión exofítica más exuberante. Alternativamente puede aparecer como una erosión poco profunda que no cura o como una úlcera profundamente excavada de márgenes elevados. La fimosis puede esconder una lesión y conducir a un período prolongado de descuido. Las erosiones a través del prepucio, un mal olor prepucial y flujo con sangrado o sin él, nos pone sobrealerta.

El carcinoma del pene es más frecuente en el glande, surco coronal y en el prepucio. Se lo encuentra menos comúnmente en el cuerpo del pene o en el meato. Una posible explicación es que el cuerpo y el meato no están en contacto permanente con el esmegma.

Ocasionalmente aparece una masa, ulceración, necrosis, supuración y hemorragia en el área inguinal, como resultado de la presencia de metástasis ganglionares de una lesión oculta en el saco prepucial fimótico.

El dolor no aumenta en forma proporcional con la extensión del proceso destructivo local y usualmente no es un motivo de consulta. En forma secundaria a la supuración crónica puede ocurrir debilidad, pérdida de peso, fatiga y malestar general. Puede existir una pérdida sanguínea importante por

El carcinoma in situ del pene ha recibido nombre propio del autor que lo describió por primera vez, lo que ha conllevado a que la “enfermedad de Bowen y la eritroplasia de Queyrat” nos alejen del sentido de uniformidad del carcinoma de pene.

La eritroplasia de Queyrat, descrita en 1911, se caracteriza por ser una lesión bien delimitada, encarnada, rojiza, aterciopelada, que se encuentra en el glande y con menor frecuencia en el prepucio. Éstas pueden ser solitarias o múltiples en forma de pápulas redondeadas u ovales. Siempre se presenta en pacientes no circuncisos. En ocasiones las lesiones suelen ser superficiales y ulceradas, dolorosas y con flujo. Estas lesiones son más frecuentes entre la quinta y sexta década de la vida.

La enfermedad de Bowen, descrita por éste en 1912, se caracteriza por presentarse con múltiples pápulas pequeñas, redondeadas, poco elevadas, de color rojo opaco, de consistencia firme, presen­tándose en el pene principalmente, entre la tercera y cuarta década de la vida.

Microscópicamente, la enfermedad de Bowen y la eritroplasia de Queyrat, demuestran carcinoma in situ, y son histológicamente similares. Sin embargo, la eritroplasia de Queyrat no está asociada con la alta incidencia de neoplasia sistémica.

Diagnóstico

El lapso desde el inicio de los signos y síntomas hasta el momento de la consulta es usualmente largo, si se considera el estado más avanzado de la lesión en el momento de la presentación. Se ha informado que el 15 % al 50 % de los pacientes retrasan la consulta médica por más de 1 año. Las posibles explicaciones son múltiples, descuido personal, vergüenza, culpa, miedo e ignorancia. Ninguna razón parece estar justificada, ya que el pene es un órgano manipulado diariamente.

 

En el momento de la consulta, la gran mayoría de las lesiones están limitadas al pene. La lesión del pene se estudia en relación con su tamaño, localización, fijación y compromiso de los cuerpos cavernosos. Es necesaria la inspección de la base del pene y escroto en busca de extensión tumoral. El examen rectal bimanual proporciona información respecto a la invasión perineal o la presencia de una masa pelviana. La palpación cuidadosa del área inguinal en busca de adenopatías es de extrema importancia.

CARCINOMA VERRUGOSO

De las neoplasias del pene, el carcinoma verrugoso es la segunda variedad histológica más frecuente, luego del carcinoma escamoso. Su frecuencia oscila entre el 5 % y 16 %. La presentación típica es un tumor grande, exofítico o vegetante, de crecimiento lento, bien diferenciado y no metas- tizante; sin embargo, han sido publicados varios trabajos de carcinoma verrugoso moderadamente diferenciados y con metástasis. Ante la presencia de estos cuadros clínicos se debe sospechar la coexistencia de un carcinoma escamoso (tumores híbridos) el cual debe ser considerado como un tumor escamoso para su manejo. Se han relacionado con el carcinoma verrugoso de pene la ausencia de circuncisión, la fimosis y la falta de higiene. El diagnóstico de carcinoma verrugoso puede ser difícil debido a que frecuentemente la biopsia se realiza sólo en la porción superficial de la lesión. En tales casos, diferenciar el carcinoma verrugoso del condiloma acuminado, hiperplasia pseudo- epiteliomatosa o un carcinoma escamoso de aspecto exofítico puede ser difícil. La biopsia de estas lesiones debe realizarse en profundidad de la lesión, donde pueda reconocerse histológicamente la indemnidad de la membrana basal.

Se ha sugerido una relación entre el carcinoma verrugoso y el virus del papiloma humano, en base a la similitud clínica e histológica con el condiloma acuminado.

El tratamiento de elección en estos tumores es la exéresis quirúrgica, dejando un margen de seguridad para evitar la recidiva. Otras alternativas tera­péuticas utilizadas han sido la radioterapia y la quimioterapia sistémica con cisplatino y bleomicina. Se ha publicado un caso de transformación de carcinoma verrugoso en carcinoma escamoso de pene, pobremente diferenciado con recidiva local y metástasis ganglionar tras tratamiento con radioterapia.

Maiche y col. publicaron tres casos de carcinoma verrugoso de pene tratados con Interferón alfa (InFa) 3-6 x 10 IU diarias por 3 a 13 meses. Los resultados observados en los tres casos muestran que el carcinoma verrugoso de pene debería ser tratado con INFa en aquellos pacientes donde no es posible la cirugía radical o donde hay recurrencia.

Otras terapias encaminadas a conseguir una mayor preservación del órgano la aplicación tópica de 5- fluoracilo, láser de CO2, Neodimio YAG, crioterapia, terapia fotodinámica. Todas estas terapias presentan como inconveniente el no disponer de material histológico para su estudio, así como una mayor tasa de recidiva.

CARCINOMA BASOCELULAR

El carcinoma de células basales del pene es una lesión muy rara. Generalmente el carcinoma de células basales se origina en áreas de exposición al sol, pero se ha asociado con lesiones traumáticas y dermatitis que explicarían la aparición de estas lesiones. El rango de edad va de 37 a 79 años. Aproximadamente, la mitad de las lesiones (56 %)se originan en el cuerpo del pene, el 30 % en el glande y el 14 % en el prepucio.

El carcinoma basocelular es una variante de reciente descripción del carcinoma de células escamosas de pene. Consiste en un nido de células hipercromáticas con grado variable de quera- tinización, mitosis frecuentes y necrosis central. Comparado con el carcinoma de células escamosas convencional, el carcinoma basocelular presenta un alto estadio, ocurriendo más frecuentemente con metástasis de nódulos linfáticos regionales. La rareza del carcinoma de células basales del pene contrasta con la frecuencia de esta lesión en otras superficies cutáneas. El tratamiento consiste en la resección local.

SARCOMA

Los tumores mesenquimatosos primitivos del pene son muy raros. Estos tumores se observan en todas las edades (desde el 6to mes hasta los 80 años) con la máxima frecuencia entre la quinta y sexta década. Las lesiones pueden ser benignas o malignas. Los síntomas de presentación suelen ser una masa subcutánea, dolor y aumento de tamaño peniano, priapismo y síntomas de obstrucción urinaria. Las lesiones malignas se suelen ubicar en la porción proximal del cuerpo del pene. Las lesiones malignas más frecuente son las de origen vascular (heman- gioendotelioma), seguidas en frecuencia por aquellas de origen neural, miogénico y fibroso.

Los sarcomas han sido clasificados en: super­ficiales, cuando nacen de las estructuras de sostén del tegumento y, profundo cuando provienen de las estructuras de sostén del cuerpo cavernoso. Para los tumores superficiales se recomienda la amplia extirpación superficial local y la amputación peneana parcial. Se debe realizar amputación total del pene para los tumores de origen cavernoso profundo. Las recidivas locales son características de los sarcomas por tanto debe considerarse la amputación total. Las metástasis regionales son raras, por lo que no se recomienda la linfadenectomía inguinales de rutina. Las metástasis a distancias también son infrecuentes.

MELANOMA MALIGNO

Compromete menos de 1 % de todos los cánceres de pene. Usualmente se presenta en hombres caucásicos entre los 50 y 70 años de edad. El melanoma se presenta como una pápula, placa o ulceración pigmentada desde azul-negro hasta rojizo- castaño en el glande del pene principalmente (82%); y en otras áreas como son en el meato uretral, prepucio y cuerpo del pene. El diagnóstico definitivo se logra mediante el examen histológico. La diseminación metastásica se encuentra presente en el 60 % de los pacientes. La cirugía es la modalidad principal de tratamiento, pero tiene mal pronóstico, debido a la alta frecuencia de metástasis a distancia, con una sobrevida a los 5 años malo. La radioterapia y la quimioterapia brindan tan solo un beneficio paliativo. Para el melanoma en estadio I (lesión localizada sin metástasis) y el melanoma en estadio II (metástasis confinadas a una zona regional) la amputación parcial o total del pene, junto con la resección en bloque de los ganglios ilioinguinales, ofrece las mejores perspectivas de curación.

METÁSTASIS AL PENE

La mayoría de las metástasis son originarias por tumores de vejiga, próstata y recto aunque las neoplasias renales y respiratoria también han dado metástasis al pene. Las vías más frecuente de diseminación son por extensión directa, transporte linfático y venoso retrógrado, embolización arterial. Usualmente, las metástasis al pene son en pacientes terminales con lesiones metastásicas difusas. La sobrevida después de su presentación es limitada y la mayoría de los pacientes fallecen dentro del primer año. El “priapismo maligno” es el síntoma más común de presentación, ocurre en el 40 % aproxi­madamente. Otros síntomas incluyen flujo urinario obstructivo, dolor peneano, nódulos locales o difusos, edema generalizado, disuria y hematuria.

El sarcoma de Kaposi es el carcinoma más frecuente en los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Los pacientes con SIDA pueden desarrollar el sarcoma de Kaposi en el pene o genitales. Sin embargo, es poco frecuente que las lesiones se presenten de manera primaria en el pene o genitales.

Biopsia

Es obligatoria la identificación del carcinoma de pene mediante el estudio microscópico de material de biopsia antes del tratamiento. La biopsia debe ser un procedimiento previo a la amputación.

Estadiamiento

Es necesaria la estimación precisa de la extensión de la lesión primaria y la identificación de metástasis regionales y a distancia para suministrar un trata­miento inicial apropiado para poder evaluar los resultados finales.

Tumor primario (T)

Tx El tumor primario no puede ser detectado.

T0 No evidencia de tumor primario Tis Carcinoma in situ Ta Carcinoma no invasivo verrugoso T1 Tumor invasivo a tejido conectivo subepitelial T2 El tumor invade el cuerpo espongioso o cavernoso

T3 El tumor invade la uretra o próstata

T4 El tumor invade otras estructuras adyacentes.

Nódulos linfáticos regionales (N)

Nx Nódulos linfáticos regionales no pueden ser detectados

N0 No metástasis de ganglios regionales

N1 Metástasis única superficial del ganglio linfático superficial inguinal

N2 Metástasis múltiples o bilaterales superficiales de ganglios linfáticos inguinales

N3 Metástasis de ganglios inguinales profundos o ganglios linfáticos pélvicos unilaterales o bilaterales

Metástasis a distancia (M)

Mx No puede evaluarse metástasis a distancia

M0 No metástasis a distancia

M1 Metástasis a distancia

Opciones de tratamiento Estadio Tis, Ta, T1,N0M0.

1.     Lesiones limitadas a piel: incisión local o circuncisión

2.     Lesiones in situ glandulares, también conocidas como enfermedad de Bowen o eritroplasia de Queyrat, con o sin toma de piel: quema con 5 Fluoracilo + cirugía microscópicas o circuncisión.

3.     La aparición de adenopatía unilateral proporciona indicación para la resección inguinal unilateral o pelviana según el caso. Si aparecen adenopatías del lado contralateral se debe actuar de igual modo. Las metástasis suelen ocurrir de 2 a 3 años luego de la terapia inicial, el paciente debe ser evaluado periódicamente cada 2 ó 3 meses.

Estadio T2, T3, N0M0

1.     Amputación, cuya extensión dependerá de la extensión y localización del tumor, dejando márgenes no menores de 2 cm libres de tumor.

2.      Se recomienda las resecciones ganglionares, ilioinguinales, radicales, bilaterales y simultáneas si persisten adenopatías uni o bilaterales posterior a las seis semanas después del control de la infección y/o a las adenopatías inflamatorias.


 


        Drogas citotóxicas como vincristina, bleomicina, metrotexate son efectivos, así como la combinación con cisplatino + fluoracilo. En cambio el cisplatino solo no es efectivo.

Estadio T4, N3, M+ (Inoperable)

Esta categoría incluye pacientes con metástasis a distancia, adenopatías inguinales inoperables por la invasión y por la fijación, y así como recidivas posterior a cirugía. El tratamiento es paliativo con quimioterapia o radioterapia. En pacientes jóvenes y en buenas condiciones generales, sin Mt a distancia puede ensayarse quimioterapia y luego cirugía.

Opciones de tratamientos:

        Cirugía paliativa para evitar necrosis, infección o hemorragia

        Radiación para Mt. regionales y óseas.


Estadio Tis, Ta,T1-3, N1-3,M0

1.     En este estadio se requiere del control del tumor primario con reevaluación de los ganglios inguinales posterior a las 6 semanas después que la infección ha sido controlada y que la adenopatía inflamatoria ha desaparecido. Se recomienda la exéresis de los ganglios inguinales radicales bilaterales y simultáneos si persisten ganglios uni o bilaterales. Si las adenopatías son unilaterales se tiene un riesgo del 50 % de aparición contralateral, por lo que es mandatorio que la linfadenectomía sea bilateral.

Opciones de tratamiento

        Evidencia clínica de Mt. regional sin evidencia de Mt. a distancia es indicación para amputación y luego la linfadenectomía ilio-inguinal.

        Radiación para los que no sean candidatos para la cirugía.

        Radiación post-quirúrgica para disminuir la incidencia de recurrencia.


Quimioterapia pudiéndose utilizar vincristina, bleomicina y metrotexate.

Cáncer recurrente

          Quimioterapia

          Radioterapia

          Cirugía

 

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Capítulo 30

MANEJO URETEROSCÓPICO DE TUMORES UROTELIALES

Dr. Manuel Rodríguez C., Dr. José F. La Riva

 

INTRODUCCIÓN

La urología ha sido pionera en el desarrollo de técnicas quirúrgicas que conllevan a disminuir el trauma iatrogénico de cualquier operación, creando el concepto de cirugía mínimamente invasiva (litotricia extracorpórea, cirugía renal percutánea, cirugía endoscópica). En la medicina actual se desarrollan técnicas que suplen actividades previamente llevadas a cabo por cirujanos; ejemplos de ellos los tenemos en la radiología invasiva (angioplastia y colocación de stent, embolización tumoral, cateterización del tracto biliar). El desarrollo tecnológico, ha sido sin lugar a dudas de gran importancia en cualquiera de las intervenciones mínimamente invasivas que se han establecido.

El manejo ureteroscópico de tumores uroteliales del tracto urinario superior ha sido posible gracias al desarrollo de instrumentos de pequeño diámetro y ureterorenoscopios flexibles, los cuales pueden ser llevados al uréter superior y al sistema colector renal con poca dificultad. El acceso endoscópico del uréter tumoral puede involucrar desde técnicas citopatológicas hasta técnicas terapéuticas que incluyan resección electroquirúrgica o láser y de aplicación in situ de fármacos.

HISTORIA

La cirugía mínimamente invasiva del uréter comenzó cuando en 1909, Albarran hizo posible el cateterismo ureteral debido al diseño de la “uña” que lleva su nombre.

La primera descripción documentada de una ureteroscopia fue hace más de 80 años cuando Young en 1912, de manera casual, realizando una cistoscopia de un niño con valvas uretrales, tuvo la oportunidad de introducirse en el uréter muy dilatado de este. Las maniobras de instrumentación ureteral endoluminal pudieron ser efectivas gracias a la contribución de Hopkins (1960), quien inventó un sistema de lentes efectivos para la transmisión de la luz a través de endoscopios rígidos, este sistema de varillas con lentes transmiten las imágenes por una sucesión de éstas, separadas por aire, aumentando la luz transmitida debido al elevado índice de refracción del cristal. Sin embargo, no es hasta el año 1980 cuando Karl Storz y Pérez Castro diseñan un instrumento rígido de suficiente longitud, (39 cm) con punta de bisel y de pequeño diámetro (9 Fr) como para entrar por vía transuretral al uréter y poder llegar al riñón. En la actualidad se encuentran ureterorenoscopio telescopados con un diámetro de 6 Fr en su punta.

Takayasu en 1970, había propuesto la urete- roscopia flexible; sin embargo, su alto costo, la fragilidad de su fibra, el escaso diámetro de su sistema óptico y la falta de un buen canal de irrigación hicieron que su empleo fuera restringido sólo por sus inventores.

Los ureteroscopios flexibles actuales han sido mejorados de forma significativa, se han reducido el tamaño de la camisa y existe un aumento del canal de trabajo, con un canal accesorio de irrigación, teniendo mayor visibilidad debido a los mecanismos de deflexión, lo que ha hecho popularizar su uso por los urólogos.

Los dos tipos genéricos comunes son los de deflexión pasiva (no permite movimientos en su punta), y deflexión activa (permiten el movimiento de su punta teniendo la capacidad de ser orientados dentro del tracto urinario).

 

HISTOLOGÍA DEL URÉTER

 

M.M. Melicow introduce el término “urotelio” en el año de 1978, dando este nombre al segmento del tracto urinario que se extiende desde los cálices renales, pelvis, uréter y vejiga hasta la uretra prostática en el hombre y hasta 2/3 internos de la uretra femenina, los cuales comparten características embriológicas e histológicas similares.

El epitelio transicional es el tipo celular de la mucosa de este segmento, es muy parecido al epitelio plano estratificado cuando está distendido, pero cuando no lo está, las zonas más superficiales son redondas y no planas. Su característica primordial es que puede distenderse sin que se separen entre sí las células superficiales, lo que lo hace ideal para recubrir estructuras huecas que experimenten expansión.

 

CLASIFICACIÓN HISTOLÓGICA DE TUMORES DEL URÉTER

          Tumores epiteliales:

1.       Papiloma de células transicionales

2.       Papiloma invertido

3.       Carcinoma de células transicionales (uroteliomas)

a.               In Situ

b.               Papilar (Grado I - Grado II o Grado III)

c.               Ulcerado e infiltrante

4.       Carcinoma de células escamosas

5.       Adenocarcinoma

6.       Carcinoma mixto

7.       Carcinoma indiferenciado

          Tumores no epiteliales:

 

1.       Benignos: Lipomas, fibroma, leiomiomas, hemangiomas, granular, mioblastoma.

2.     Malignos: Leimiosarcoma, rabdomiosarcoma, embrionario, pleomórfico.

3.     Feocromocitomas

 

CLASIFICACIÓN CLÍNICA DE TUMORES DEL URETER (TNM)

         Tis                   In situ

         TA                   Papilar no invasivo, polipoide o

verrugoso

         T1                    Se extiende a tejido conectivo,

sub-epitelial

         T2                    Muscular

         T3                    Se sale de la muscular, pero se

encuentra dentro del uréter.

         T4                    Órganos adyacentes

        N+                   Nodulos linfáticos

        N1                   < 2 cm

        N2                   > 2 cm < 5 cm, múltiples < 5 cm

        N3                   > 5 cm

        M                     Metástasis a distancia

ANATOMÍA DE LA UNIÓN URETERO VESICAL

        Componentes mesodérmico:

a.   Uréter y trígono superficial:

La musculatura lisa de los cálices, pelvis y uréter extra-vesical está compuesta por fibras orientadas espiralmente lo que permite su actividad peristáltica, a medida que estas fibras se acercan a la pared vesical se reorientan en un plano longitudinal. El uréter pasa oblicuamente a través de la pared vesical.

El segmento ureteral intravesical está compuesto sólo de fibras musculares orientadas longitu­dinalmente y por tanto no puede realizar la peristalsis, a medida que estas fibras musculares se aproximan al orificio ureteral, las que forman el techo, se adosan dorsalmente y se unen en dirección caudal formando el trígono superficial, el cual pasa sobre el cuello vesical, terminando en el verummontanum en el hombre y por dentro del orificio uretral externo en la mujer. En esta forma el complejo uretero- trigonal es una sola estructura; por arriba del orificio ureteral es tubular y por debajo es aplanado.

b.     Vaina de Waldeyer y trígono profundo:

En un punto situado aproximadamente 2 a 3 cm por arriba de la vejiga, una capa externa del músculo liso longitudinal rodea al uréter (vaina de Waldeyer) penetrando en la luz vesical. Las fibras del techo divergen también para unirse a las del piso, las cuales se esparcen uniéndose a los fascículos musculares del uréter contralateral formando así el trígono profundo que termina en el cuello.

        Relaciones anatómicas:

Cada uréter empieza donde termina la pelvis renal a nivel o muy próximo al polo inferior renal y termina con su inserción en la pared vesical posterior, en donde tiene su diámetro más pequeño.

        Trayecto abdominal:

Cada uréter desciende anterior al músculo psoas y al nervio femorogenital del lado derecho. El segmento superior (aproximadamente de 6-7 cm) está cubierto por la segunda porción del duodeno, más caudalmente el colón derecho. Los vasos ileocólicos y la raíz del mesenterio discurren anteriormente igual que los vasos testiculares.

        Uréter izquierdo:

Está cruzado anteriormente por los vasos cólicos izquierdos (arteria y vena cólica) y por las arterias sigmoideas. Justamente aquí, se adosa al peritoneo el receso intersigmoideo.

Cerca de la entrada a la porción pélvica cada uréter es cruzado por los vasos gonadales (anterior y lateralmente).

        Trayecto pélvico (Hombre):

El uréter desciende a la pelvis anterior y medial a los vasos ilíacos. Más caudalmente cruza anteriormente a los vasos y nervios obturadores y a la arteria vesical (umbilical) superior. A nivel de la espina ilíaca, existen ramas y haces nerviosos hipogástricos.

El uréter es cruzado por el conducto deferente inmediatamente antes de entrar en la vejiga. El uréter penetra en la vejiga en dirección antero- medial.

        Trayecto pélvico Mujer:

El uréter se relaciona con los vasos ováricos discurriendo en la porción superior lateral y medialmente para luego pasar posterior a estos, como en el varón cruza la arteria y nervio obturador y la arteria vesical superior. El uréter descansa posterior al ovario.

Aproximadamente de 1,5 a 2 cm lateral al cuello uterino, la arteria uterina cruza anteriormente al uréter.

ANATOMÍA ENDOSCÓPICA DEL URÉTER

El uréter es relativamente uniforme y de fácil distensión. Existen tres sitios de estrechamiento naturales dentro de la luz del uréter que se pueden reconocer en la endoscopia:

1.   La unión ureteropelviana.

2.   La zona de reborde pelviano

3.   La unión ureterovesical.

Esos estrechamientos muchas veces no resultan apreciables y otras veces el estrechamiento es suficiente para impedir el pasaje de los instrumentos, a menos que se efectúe su dilatación mecánica previa. La parte del uréter que cruza la terminación de la arteria ilíaca primitiva puede presentar un aspecto pulsátil, cuando se aborda el uréter proximal y se observan movimientos sincrónicos con la respiración.

En la inspiración el diafragma empuja hacia abajo el riñón y provoca un movimiento caudal de la pelvis renal y del uréter proximal.

La unión entre las porciones fija y móvil del uréter tiene un aspecto característico e indica la proximidad de la pelvis renal. Suele observarse una banda o labio mucoso que corresponde a esa unión y que se localiza en la parte posterolateral de la luz ureteral y se acentúa durante la inspiración para desaparecer en la espiración.

Las paredes del uréter proximal y de la pelvis renal son más delgadas que las del uréter distal. La capa muscular de esas zonas contienen una o dos capas de células en vez de las 4 - 0 - 5 que tiene el uréter distal.

En esa misma zona existen pocas fibras musculares. Dilataciones, biopsias o pasaje de instrumentos en el uréter alto tienen más probabilidades de producir una perforación. Es más fácil perforar el uréter proximal que el distal.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico exacto de tumoraciones superficiales del tracto urinario superior es muy importante, ya que sólo el 40% de los tumores de pelvis renal y del 50% al 60% de los tumores de uréter superior son inicialmente de bajo grado no invasores (Johanson y Wahlquist 1979). Gene­ralmente los tumores de pelvis renal en un 30% suelen ser multicéntricos (Mazeman 1976).

El diagnóstico visual de lesiones sospechosas de neoplasias en el tracto urinario superior, antes de la era de la ureterorrenoscopia era realizado sólo mediante estudios de radiología. Las imágenes radiológicas se basan en defectos de relleno u obstrucción, por lo cual existen muchos diagnósticos diferenciales que plantean un reto al urólogo (litiasis de ácido úrico, coágulos sanguíneos, burbujas de aire, pólipo fibro-epitelial, aire intestinal subyacente, compresión externa, hemangioma, bezoar micótico, TBC renal etc.).

El porcentaje de diagnóstico definitivo por imágenes con urografía de eliminación puede ser de sólo un 50% aumentando hasta un 75% con ureteropielografía, lo cual puede llevarnos al uso de la ureterorrenoscopia con mayor frecuencia, ya que obtenemos visualización directa, con posibilidad de tomar muestras para estudio anatomopatológico, pudiendo determinar grado y extensión tumoral. El diagnóstico por ureterorrenoscopia parece una indicación absoluta cuando existe alergia a medios de contraste y en casos de función renal disminuida,

El grado y estadio tumoral está altamente relacio­nado con el pronóstico, igual que la multiplicidad. El carcinoma de células transicionales constituye la mayoría de tumores endoluminales del tracto urinario superior, siendo muy pocas las lesiones benignas endoluminales.

El riesgo de cáncer vesical es de un 9 % en pacientes que presentan inicialmente un tumor del tracto urinario superior y de encontrar un tumor de urotelio contralateral es de un 1 %.

En pacientes con Grado II o III/IV, en una serie de la Clínica Mayo, la incidencia de tumores vesicales posteriores fue de un 30 %, de allí la importancia de seguimiento cistoscópico de estos pacientes.

El estadio puede ser evaluado con imágenes de TAC, aunque pueda proveer un valor limitado, ya que en ocasiones puede no haber distinción entre estadios TA y T1-T2.

TÉCNICAS QUIRÚRGICAS DE ABORDAJE ENDOSCÓPICO DEL URÉTER

Existen dos vías de abordaje endoscópico del uréter: La vía anterógrada (a través de punción percutánea del riñón) y la vía retrógrada a través de la uretra

     Vía anterógrada

El abordaje se hace a través de la elaboración de un tracto percutáneo y se utiliza generalmente para tumores uroteliales superiores (pelvis uréter superior) de difícil abordaje retrógrado; a través de esta vía se puede utilizar el ureteroscopio como el resectoscopio de vía transuretral. Generalmente se realiza el tracto a través de los grupos caliciales medios o superiores.

        Vía retrógrada:

El uréter se aborda con ureterorrenoscopio, pudiéndose dilatar previamente el meato y trayecto intramural con dilatadores hidráulicos (balones de dilatación ureteral) que son los más recomendables porque se puede controlar la dilatación. Se puede utilizar dilatadores progresivos de Finlayson o dilatadores metálicos (ya en desuso). Se debe realizar previamente ureteropielografía con muy baja presión del medio de contraste para tener visualización con control fluroscópico del trayecto ha realizar. Hay que tener cuidado de no dejar burbujas de aire en el catéter de ureteropielografía que pudiera confundir el diagnóstico (debe “purgarse” previamente con medio de contraste antes de introducirlo al uréter). Si el trayecto resulta tortuoso es recomendable colocar una guía después de realizar la uretero- pielografía hasta la pelvis renal para tener mejor precisión en el camino a seguir; esta guía debe ser flexible y punta en jota para no producir daño al uréter (guías de litinol o hidrofílicas) debe existir siempre control fluroscópico y trabajar con cámara endoscópica simultáneamente. Los movimientos de asenso y descenso dentro del uréter, deben ser muy cuidadosos para no producir daño a su pared, extremándose los cuidados al tener la presencia del tumor.

ELECCIÓN DE TERAPIA CONSERVADORA

El tratamiento quirúrgico estándar para tumores del tracto urinario superior ha sido la nefro- ureterectomía que incluya un mango vesical. Existe una mayor recurrencia cuando se realizan procedimientos quirúrgicos menos extensos; a tal efecto Mazeman notó que la tasa de recurrencia fue de un 19 % después de la nefroureterectomía total, ésta se incrementó en un 24 % después de la nefroureterectomía subtotal, 32 % después de la nefroureterectomía parcial y 48 % después de la nefrectomía sola. La mayoría de las recurrencias fueron en la vejiga, alrededor del meato ureteral.

La terapia endoscópica de tumores uroteliales fue aceptada para tumores vesicales en los cuales la RTU es aplicada desde hace muchos años en estadios tempranos. El manejo endoscópico de tumores uroteliales ha de ser individualizado para pacientes de alto riesgo.

La terapia conservadora ha sido contemplada en circunstancias especiales (pacientes monorrenos, compromiso del riñón contralateral, función renal mínima, bilateralidad y enfermedad severa que contribuya a alto riesgo quirúrgico).

Evidencia de tumores únicos de bajo grado y en estadios tempranos localizados en uréter distal, pueden ser tratados con sólo ureterectomía distal.

Se deben dividir los tumores del tracto urinario superior en tumores del uréter superior (UU/P hasta alerón sacro) y tumores de pelvis renal, esto debido a que el abordaje endoscópico de tumoraciones en pelvis renal nos parece más adecuado a través de cirugía renal percutánea pudiéndose utilizar el resectoscopio transuretral, siempre con aparatos de corriente autorregulados o con tecnología láser.

La técnica quirúrgica a utilizar es distinta a la empleada en tumoraciones vesicales o resección transuretral de próstata. En los tumores del tracto urinario superior se debe realizar una resección cuidadosa de la lesión tumoral sin llegar a capas profundas, luego se debe fulgurar la base. No se debe intentar obtener tomas profundas en la pared ureteral.

Se debe tener cuidado cuando se extrae la pieza, porque existe siempre el peligro de escape de la misma.

En la mayoría de los casos se debe colocar posteriormente un catéter tutor de derivación transitoria o un tutor interno, generalmente 1 ó 2 semanas; se puede alargar su uso hasta 3 semanas en caso de que haya extravasación.

Existen muchas técnicas para toma de muestra o ablación tisular a nivel del tracto urinario superior con ureteroscopios rígidos o flexibles; estos van desde resección electroquirúrgica, fulguración, remoción mecánica y uso de técnicas láser.

El ureteroscopio rígido es usado generalmente para tumores ureterales distales y el ureteroscopio flexible para tumores ureterales superiores.

        La técnica electroquirúrgica: Se basa en la resección con asa endoquirúrgica del tumor y luego la fulguración de la base para tumores extensos, o simple fulguración con electro- cauterio para tumores pequeños. Se debe tener extremo cuidado cuando se realice en áreas extensas, ya que puede existir perforación con implantación tumoral, sangramiento de vasos contiguos al uréter o estrecheces posteriores.

        Neodimio Yag Láser: Fue el primer láser usado para tumores uroteliales en técnicas de cirugías abiertas en tumores uroteliales de la pelvis renal y sistemas colectores. Fue aplicado poste­riormente a las técnicas ureteroscópicas; la fibra puede ser pasada a través de ureteroscopios rígidos o flexibles pues tienen un pequeño diámetro (400 Mm o menos), ésta es activada a 20 ó 30 vatios.

        Holmiun Yag Láser: Es el láser pulsado recomendado para uso urológico; éste puede ser utilizado para la destrucción litiásica y para la ablación tisular, contiene fibras de cuarzo de una pieza pequeña (365 Mm). Este láser es activado con energía de 0,6 a 1,2 joules y una frecuencia de 8 a 10 Hz.

El láser de Argón, es el que mejor ventajas ofrece para tratamiento endoscópico, ya que su penetración es hasta de 1 mm.

 

En relación con la utilización de inmunoterapia o quimioterapia in situ lo más frecuente es el BCG, con las mismas pautas establecidas para tumores vesicales, se ha utilizado igualmente la mitomicina C (Eastman y Huffman) instilándose a través de un catéter ureteral o de nefrostomía percutánea.

El resultado del tratamiento endoscópico de tumores ureterales han sido repartidos en pequeñas series. Reproducimos un cuadro del texto de Endourología de Smith’s que recoge algunas de estas series con sus resultados (Ver Tabla 30.1).

La recurrencia local es de aproximadamente 40% después del tratamiento de tumores de pelvis renal y 25% después de tratamiento de tumores del uréter, tumores vesicales asincrónicos pueden recurrir en un 39% aproximadamente después de la resección endoscópica de tumores ureterales.

       Vigilancia:

La vigilancia cistoscópica debe continuar después del tratamiento quirúrgico por el relativo alto riesgo de recurrencia tumoral en vejiga. Ésta debe realizarse con intervalos de tres a 4 meses por 20 meses, conjuntamente con la cistoscopia, la uretero- renoscopia es recomendable a los seis meses posteriores. Imagen del tracto urinario contralateral debe obtenerse a los 12 meses (urografía por eliminación, ureteropielografía o ureteroscopia).

CONCLUSIONES

Los cirujanos de la nueva era tecnológica han realizado un cambio radical en el tipo de intervención quirúrgica propuesta, dejando atrás el concepto de “grandes incisiones grandes cirujanos”, en la actualidad el objetivo de la cirugía es el mínimo trauma al paciente, que incluye incisiones mínimas (cirugías laparoscópicas, percutáneas o endo- urulogía) este concepto se ha logrado extrapolar a algunos tipos de cirugías oncológicas en la que los resultados de cirugías mutilantes no han mejorado la calidad y cantidad de sobrevida de los pacientes, sobre todo en proceso neoplásicos no invasivos, como por ejemplo el cáncer de mama.

En urología, éste es un horizonte que comenzó con la cirugía endoscópica de tumores vesicales no invasivos y que ahora adquiere una gran importancia debido al avasallante desarrollo tecnológico que ha permitido el acceso endoscópico a todo el árbol urinario.

El manejo ureteroscópico de tumores del tracto urinario superior debe supeditarse a tumores de bajo grado y baja estadificación, pacientes monorrenos, en pacientes con bilateralidad tumoral y pacientes con enfermedad subyacente de alto riesgo quirúrgico.

La cirugía endoscópica del uréter y riñón tiene un menor margen de seguridad por la mayor delgadez de las capas del urotelio a ese nivel, es por ello que debe ser con extremo cuidado su ejecución.

Las complicaciones, si se respetan los márgenes de seguridad establecidos son muy pocas; sin embargo, pueden existir perforaciones con rupturas vasculares o siembras tumorales en retroperitoneo, o al sistema colector superior. Estas perforaciones y siembras pueden inclusive realizarse con el paso del alambre guía, igual que con los otros instrumentos utilizados (ureterorrenoscopia, pinza de biopsia, etc.). Como complicación tardía podemos tener igualmente la estenosis.

En nuestra experiencia las complicaciones en ureterorenoscopia es de un 4% (extravasaciones, falsas vías, perforaciones) todas se han resuelto por vía endoscópica.

Las ventajas de la tecnología láser es debido a su capacidad hemostática y a la disponibilidad de fibras delgadas y flexibles, que se pueden emplear en ureteroscopio flexibles. En relación con la quimioterapia in situ la más utilizada es el BCG.

La cistoscopia de seguimiento en este tipo de pacientes se debe realizar a los dos meses del procedimiento inicial, (fecha en la cual debe haber regeneración tisular suficiente del urotelio) con controles posteriores cada tres meses. Generalmente se realiza ureterorenoscopia a los seis meses posteriores.

 

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NEFROLITOTOMIA PERCUTANEA EN LITIASIS CORALIFORME RENAL

Dr. Adelino J. Andrade da Silva, Dr. Nicoló D’Anna Caruso


El término litiasis renal coraliforme ha sido empleado para designar aquellos cálculos de gran volumen que llenan parte o todo el sistema colector renal. Sin embargo, es un término ambiguo y no han podido llegar a un acuerdo los diferentes autores que han intentado definirlo. En las recomendaciones establecidas por la Asociación Americana de Urología1 se indica que cálculo coraliforme es aquella piedra que llena la mayor parte del sistema colector. Por otro lado, la mayoría de los urólogos acepta que este término debe aplicarse a todo cálculo que ocupa la pelvis renal y se prolonga al menos a dos cálices mayores. Es por tanto, un término que se refiere más a la forma y estructura espacial del cálculo que a la composición química del mismo.

Este informe señala también que un cálculo de cualquier composición, sea ésta oxalato mono- hidratado de calcio, cistina o ácido úrico, puede crecer lo suficiente como para ocupar todo el sistema colector; sin embargo, la mayoría de los cálculos coraliformes están compuestos de estruvita (fosfato amónico magnésico) con cantidades variables de calcio. Los cálculos de estruvita comprenden entre el 7 % y el 30 % de los cálculos en el mundo occi­dental. Son más frecuentes en las mujeres con una prevalencia de 2:1 en relación con los hombres2.

Boyce y Smith describen en 1967 la técnica de la nefrolitotomía anatrófica la cual se convirtió en el estándar oro para el tratamiento de los cálculos coraliformes. Esta técnica permite, al tiempo de la nefrolitotomía, el abordaje y la reconstrucción del sistema colector renal. A pesar que Goodwin en 1955 presenta la primera serie clínica de nefrostomía percutánea3, no es sino 20 años después cuando se realiza la remoción de litiasis a través de un tracto percutáneo4. Siguieron a ésta, series donde se utilizaban instrumentos diseñados para manipulación transuretral de cálculos vesicales, inteligentemente adaptados para la remoción de litiasis a través de trayectos percutáneos56. En 1983, se publican los primeros resultados del tratamiento de la litiasis coraliforme con nefrolitotomía percutánea78. Desde entonces la experiencia ha sido creciente y se ha desarrollado instrumental que ha permitido comple­tar casos más complejos.

Aspectos anatómicos

La cirugía urológica percutánea exige un gran conocimiento anatómico. Las relaciones del riñón con los órganos adyacentes, posición

y orientación espacial son de gran importancia. Amplias revisiones anatómicas aplicadas a la endourología han sido publicadas en la literatura, por lo que a continuación, se harán algunas consideraciones básicas.

Los riñones son órganos retroperitoneales. Están ubicados entre la undécima vértebra dorsal y la tercera lumbar. En general, el riñón derecho tiene una posición más caudal que el izquierdo por la presencia del hígado. Conocer sus relaciones con los órganos vecinos permite evitar lesiones durante la cirugía. En su cara anterior está separado de los órganos de la cavidad abdominal a través del peritoneo parietal posterior. En el lado derecho, se halla próximo a la cara posteroexterna de la glándula adrenal, hígado, ángulo hepático del colon y el duodeno en su porción más medial. En el lado izquierdo se relaciona con la glándula adrenal izquierda, el bazo, cara posterior del estómago, cola del páncreas y ángulo esplénico del colon. Por la cara posterior, las relaciones son similares para ambas unidades renales. Se hallan el músculo psoas y cuadrado lumbar y hacia la porción lateral el músculo transverso del abdomen.

La duodécima costilla cruza el riñón en su cara posterior en un ángulo aproximadamente de 45 grados. Constituye un importante punto de referencia para el endourólogo. Un tercio del riñón izquierdo y poco menos de un tercio del derecho, se hallan por encima del nivel de esta costilla9. Ambos riñones se relacionan con el diafragma y el ángulo costodiafrag- mático de la pleura. En su porción más inferior el diafragma tiene su inserción costal en forma de tres arcos tendinosos que unen los extremos de la décima, undécima y duodécima costillas con la apófisis transversa de la primera vértebra lumbar. Los movimientos respiratorios influencian la posición del riñón con la duodécima costilla y esto explica el hecho que las punciones intercostales están frecuentemente asociadas a lesiones pleurales.

Es importante establecer la disposición espacial del riñón y los cálices renales. El plano coronal del riñón es entre 9 y 50 grados (promedio de 28 grados) posterior al plano coronal del cuerpo9. Esto ocasiona que los cálices posteriores se orienten hacia la parte posterior y los anteriores se desplacen en forma lateral11. La disposición de los cálices fue analizada por Kaye y Reinke12 en imágenes de tomografía computada, concluyendo que hay una diferencia entre ambos riñones. La configuración más frecuente del riñón derecho presenta los cálices posteriores con una posición más lateral (llamada tipo Brodel) y en la mayoría de los riñones izquierdos los cálices anteriores están en una posición más lateral (denominada tipo Hodson). Los resultados de los estudios de Sampaio, aunque confirman este hallazgo, indican que en un 52 % de los casos la distribución es variada13. Esto es importante al momento de planear la vía de abordaje, pues un tracto de nefrostomía mal colocado dificulta la realización de la nefrolitotomía y demuestra por qué hay que individualizar cada caso.

Entre las complicaciones más frecuentes de la nefrolitotomía percutánea se encuentra el sangrado. La posición relativa de los diversos vasos entre sí, y en relación con la pelvis renal y los cálices ha sido descrita9. En general, se puede decir que la pelvis renal es posterior a los grandes troncos vasculares. Únicamente la arteria segmentaria posterior se ubica en la parte posterior de la pelvis renal y su trayecto transcurre por el borde superior de ésta. La punción del cáliz posteroinferior es lo suficientemente alejada como para respetar este vaso. Las arterias segmen­tarias del riñón son arterias terminales. Las ramas anteriores están dispuestas en forma radial.

Subdivisiones anteriores y posterior se unen aproxi­madamente a 1-2 cm por detrás de la línea de Brodel en el borde lateral externo y cara posterior del riñón. Esta línea representa el punto donde existe una menor posibilidad de ocasionar lesiones de los troncos arteriales. Las venas por el contrario no forman troncos, sino que se van anastomosando unas con otras hasta formar la vena renal, la cual es anterior a la pelvis y arteria renal.

La punción ideal debería ser realizada en los cálices posteroinferiores, a nivel del fórnix atravesando el plano avascular de Brodel. Esto en la práctica, es difícil y el endourólogo debe valerse de la evaluación de los estudios preoperatorios y de angulaciones del equipo de fluoroscopia, mesa operatoria y agujas de punción para acometer este propósito.

Cuidados preoperatorios

Como se ha señalado, la estruvita es la composición de los cálculos coraliformes en la mayor parte de los casos. Para que se forme la estruvita, una compleja serie de reacciones químicas tienen lugar, pero básicamente dos condiciones son imprescindibles: un pH urinario mayor de 7,19 y la presencia de infección urinaria. La infección urinaria es producida por un organismo productor de ureasa. Entre las bacterias más frecuentemente cultivadas están: Proteus vulgaris, Proteus mirabilis, Haemophylus influenzae y Staphylococcus aureus2.

Por esto, deben realizarse urocultivos al paciente que será sometido a una nefrolitotomía percutánea, aun cuando no manifieste signos clínicos de infección. El antibiograma permite guiar al urólogo en la escogencia de la terapia antibiótica más adecuada. Ante la presencia de cultivos de orina negativos, se tiene que indicar antibióticoterapia empírica considerando los gérmenes más frecuentes. Los cálculos coraliformes poseen una matriz orgánica donde se ha demostrado, crecen micro- colonias de bacterias14. En la práctica diaria indicamos quinolonas en el período preoperatorio por 15 días previos a la cirugía y durante las 24 horas previas inmediatas a la intervención, se administra un aminoglucósido parenteral, si el perfil preoperatorio del paciente lo permite.

En general los cálculos coraliformes son radiopacos. Pueden ser visualizados en placas de abdomen no contrastadas. Sin embargo, si el funcionalismo renal está conservado, consideramos esencial la realización de una urografía de elimi­nación. La urografía de eliminación permite el estudio de la anatomía calicial y de planificar la vía de abordaje. Son de gran utilidad las proyecciones radiográficas oblicuas, pues ayudan a precisar la orientación calicial, y la necesidad de una o varias punciones para la resolución del caso puede ser anticipada. Además se puede preveer la necesidad de instrumental flexible cuando los infundíbulos sean tan angulados o estrechos que no permitan el paso del nefroscopio rígido. La urografía de eliminación, al ser un estudio funcional, detecta diferencias en el funcionalismo renal e indica la necesidad de estudios de gammagrafía renal en casos seleccionados. El gammagrama renal cuantifica la función renal diferencial y esto puede influenciar la decisión quirúrgica. Ante una unidad renal no funcionante puede plantearse una nefrectomía. La gammagrafía renal tiene el inconveniente que no puede determinar la configuración espacial del cálculo.

También es importante la información que puede se obtiene de la ecografía renal. Además de establecer el grado de dilatación del sistema colector, la ecografía determina el grosor del parénquima renal. Éste ha sido señalado como un factor indirecto que orienta acerca de la capacidad funcional. La ecogenicidad del parénquima renal puede indicar signos de pielonefritis crónica. Algunos autores han planteado la necesidad de realizar estudios de tomografía axial computada y reconstrucciones tridimensionales por tomografía15. En nuestra práctica no hemos visto la necesidad, pero pueden ser de utilidad cuando se presenten trastornos de fusión renal, malrotación o ectopias renales.

Estos pacientes con cálculos coraliformes tienen riñones que están infectados e inflamados. Esto predispone al paciente al sangrado. Como rutina en nuestra institución, el paciente es evaluado por el servicio de banco de sangre, y le son solicitadas dos unidades de concentrado globular para el acto operatorio. El anestesiólogo decide la administración según los requerimientos del paciente durante el acto quirúrgico. Una alternativa es la realización de donación autóloga, las semanas previas a la intervención. Se indica preparación intestinal anterógrada con Fleet fosfosoda® o Colayte® durante la tarde del día antes de la operación. No es conveniente el uso de enemas, porque esta práctica distiende el colon y dificulta la visualización fluoroscópica del área renal.

La cirugía percutánea de cálculos coraliformes en nuestra institución, es realizada bajo anestesia peridural continua. En ocasiones se requiere de sedación endovenosa. Esto exige gran colaboración del paciente porque es una cirugía laboriosa y prolongada. En otros centros se aplica de rutina la anestesia general, sea por vía endovenosa o inhalatoria, que hemos utilizado en casos aislados. La anestesia general tiene la ventaja que el paciente permanecerá inmóvil durante la cirugía. Por otro lado, la anestesia peridural permite una recuperación más rápida, e iniciar la dieta durante la noche o en la mañana siguiente al acto quirúrgico. Es por esto que la mayoría de los pacientes egresan a las 48 a 72 horas de postoperatorio, en nuestra institución.

El paciente debe ser colocado en una posición adecuada. Posiciones viciosas pueden ocasionar problemas como neuralgias o lesiones por presión. El paciente es colocado inicialmente en posición de litotomía. Se realiza una cistoscopia y se coloca un catéter ureteral punta abierta 5 Fr con su extremo a la altura de la unión ureteropiélica del riñón a ser operado. Este catéter tiene dos funciones: permite permeabilizar el uréter proximal, evitando la migración de fragmentos y es utilizado para la inyección de solución o material de contraste durante el acto operatorio para constatar la posición calicial. Se coloca una sonda de Foley la cual se conecta a un recolector. El catéter se fija con adhesivo a la sonda y ambos se adhieren al muslo contralateral del paciente. Al catéter se le coloca un adaptador que permita la conexión de una jeringa o de soluciones por infusión a gravedad.

Hecho esto, el paciente es colocado en posición prono. Los brazos deben ser flexionados a nivel de los codos en ángulo de 90 grados hacia la cabeza. De esta forma el anestesiólogo podrá acceder fácilmente a las vías endovenosas y, en el caso de una anestesia general al tubo endotraqueal, sin interrumpir a los cirujanos. En los puntos de presión (codos, rodillas, tobillos) se deben colocar almohadillas de goma. Es conveniente además una a nivel de las clavículas del paciente y otra a la altura las espinas ilíacas anterosuperiores. Esto facilita la excursión torácica en la posición prono durante tiempos prolongados. Se realiza la preparación del área quirúrgica con una solución jabonosa (Povidine®) y la colocación los campos estériles. Existen en el mercado campos quirúrgicos especiales diseñados para procedimientos percu- táñeos, aunque no en nuestro país. El arco en C debe ser igualmente cubierto con un campo plástico estéril que permita al cirujano, orientar el aparato sin contaminarse.

Para este momento el equipo quirúrgico debe estar preparado y probado. Deben hallarse sobre la mesa guías metálicas, agujas de punción, dilatadores, nefroscopio, cable de luz, y el instrumental de litotricia. El líquido de irrigación conectado al sistema de infusión debe estar sobre el campo. La disposición del instrumental y la mesa quirúrgica dependerán si se trata de una cirugía renal derecha o izquierda. El arco en C debe colocarse en el lado contralateral al cirujano y la mesa del instrumental a los pies del paciente, con los equipos de anestesia y monitores de video al lado del arco C hacia la cabeza del paciente.

Nefrolitotomía percutánea

La técnica de la nefrolitotomía percutánea tiene cuatro fases principales: una fase de punción, fase de dilatación, fase de nefrolitotomía y la colocación de la sonda de nefrostomía. A continuación se describen cada una de ellas con énfasis en nuestra experiencia.

a.      Fase de punción

El abordaje del riñón se hace por una posición posterolateral. La línea axilar posterior y el borde de la duodécima costilla guían la localización de la incisión y la realización de la punción. Cada caso debe analizarse en forma individual. En general, preferimos una punción inicial por el cáliz posteroinferior (Figura 31.1a). Este cáliz permite en general un abordaje adecuado de la pelvis renal, unión ureteropiélica y el grupo calicial superior. Otros autores prefieren el abordaje a través del cáliz superior, pero éste requiere una punción intercostal que tiene mayor tasa de complicaciones. De cualquier forma debe analizarse cada caso en particular y la vía de abordaje escogida debe permitir extraer la mayor cantidad de litiasis posible, evitando punciones innecesarias. Deben evitarse las pun­ciones en cálices anteriores porque estas impiden la angulación del nefroscopio para la nefrolitotomía de los cálices posteriores. Una aguja TLA 18 es utilizada para la punción. El arco en C se ubica en una posición de 90 grados con relación al dorso del paciente y la aguja se angula 30 grados aproxi­madamente. De esta forma se aborda directamente el cáliz. Algunos autores utilizan la rotación en 25 grados en el plano transversal (hacia el cirujano) para la punción16. El fluoroscopio toma un ángulo de 115 grados y la aguja es avanzada hacia el cáliz seleccionado.

Preferimos punciones subcostales. Al tener una imagen fluoroscópica de la aguja dentro del sistema colector, puede extraerse el trocar central y observar. Debe fluir orina con un goteo lento. En ocasiones no sucede y puede intentarse la aspiración con una inyectadora. Un cálculo coraliforme que ocupa todo el sistema colector dificulta esto y la sensación táctil ayuda a certificar la ubicación de la aguja en el interior del cáliz. Otra maniobra es llenar el sistema colector a gravedad con solución fisiológica o contraste en forma retrógrada a través del catéter ureteral. El líquido debe fluir a través de la aguja. Constatada la presencia de la aguja en el sistema colector renal se coloca una guía 0,038 con extremo en “J”. El extremo flexible en “J” de la guía, no sólo disminuye la posibilidad de lesionar el sistema colector, sino que ayuda en la manipulación y dirección de la guía. Es conveniente dirigir e introducirla (bajo visión con fluoroscopia) a través de la unión ureteropiélica hacia el uréter proximal. Esto le da estabilidad a la guía al momento de realizar la dilatación del trayecto. Hay quienes recomiendan colocar una segunda guía con alguno de los métodos disponibles. El principio es la utilización de una de ellas como guía de seguridad y la segunda guía para la dilatación del trayecto. En litiasis coraliforme, esto no siempre es posible. Una alternativa en los casos donde sea imposible progresar a través de la unión ureteropiélica es enrrollar la guía en el sistema calicial superior.

 

El abordaje del sistema calicial superior ha sido necesario en ciertas situaciones. Para disminuir la posibilidad de una lesión pleural, siempre intentamos la punción por debajo de la duodécima costilla. Puede ser útil, en los pacientes que no han tenido cirugía renal previa, intentar el desplazamiento caudal del riñón17. La camisa utilizada para el abordaje del complejo calicial medial o inferior es empleada como palanca para hacer descender el riñón, y en consecuencia se facilita, a través de la misma incisión en piel, la punción por debajo de la duodécima costilla. Cuando el paciente tiene cirugía renal previa, el riñón está fijo por el proceso fibrótico cicatrizal. En este caso esta maniobra puede ser infructosa y/o peligrosa, por lo que no es recomen­dable. De tener que realizar una punción intercostal siempre debe hacerse por el borde superior de la duodécima costilla para evitar la lesión del paquete vasculonervioso intercostal. Nunca realizamos y no recomendamos las punciones por encima de la undécima costilla. La punción intercostal además, debe ser realizada durante la espiración porque se eleva el diafragma, pleura y pulmón disminuyendo la posibilidad de una lesión que conduzca a un neumotórax, hidrotórax, hemotórax o fístulas como ha sido descrito en la literatura18-20.

b.      Fase de dilatación

Establecida la vía de abordaje, se debe dilatar el

tracto de nefrostomía. Inicialmente, se realiza una incisión de aproximadamente 1-1,5 cm en la piel en el sitio elegido y se divulsiona el tejido subcutáneo, se abre la aponeurosis con una pinza de Crile, para luego proceder a la dilatación con el método seleccionado utilizando la guía metálica colocada en el paso anterior. Los dilatadores telescopados de Alken, dilatadores fasciales de Amplatz o dilatación con balón son algunas opciones. En nuestra práctica utilizamos los dilatadores de Alken para la fase inicial de la dilatación, porque al ser telescopados, permiten una dilatación rápida con menor sangrado (Figura 31.1b). En una segunda fase empleamos los dilatadores de Amplatz.

El sistema de Alken presenta una guía que termina con un extremo en forma de bola metálica sobre la que se van acoplando los dilatadores sucesivos, los cuales no sobrepasan este extremo. Por esto una buena localización del extremo en el sistema colector permite un dilatación segura del tracto. Aunque puede avanzarse la camisa del nefroscopio sobre estos dilatadores, nosotros preferimos completar la dilatación hasta 30 Fr. utilizando los dilatadores de Amplatz. Todo el proceso puede realizarse utilizando el sistema Amplatz, pero es laborioso y el paciente sangra. Los dilatadores de Alken son retirados dejando la guía metálica de Alken, sobre la que se avanzan los dilatadores de Amplatz hasta observar que el extremo distal del dilatador penetre el sistema colector. La introducción completa puede ocasionar lesiones. Este paso debe realizarse en todo momento bajo visión fluoroscópica, tanto durante la introducción como durante la extracción de los dilatadores. Es importante, mantener control de la guía metálica en “J” porque puede extraerse con los dilatadores. Otra precaución es mantenerla en posición recta en todo momento, porque de lo contrario se producen acodaduras de la guía que desgarran el parénquima renal. Para este propósito es útil hacer pequeños movimentos de deslizamiento de la guía dentro del dilatador, constatando la movilidad de la misma. La camisa del sistema Amplatz tiene la ventaja que permite la salida de líquido entre la camisa y el nefroscopio, con lo que se mantiene una baja presión en el sistema colector renal. Disminuye así la absorción de líquido durante la nefrolitotomía.

Algunos autores han apoyado la dilatación del tracto de nefrostomía con balón78 como un medio rápido, seguro y que causa menor sangrado. El balón es avanzado sobre la guía metálica, una vez en el sistema colector permite, en un sólo paso, la dilatación del tracto y la colocación de la camisa. La camisa tiene un diámetro de 30 Fr y debe hallarse en la parte posterior del catéter-balón al momento de introducir el catéter sobre el alambre guía. El balón se llena con una solución de contraste diluido a partes iguales con solución fisiológica. La inyecta­dora de LeVeen con manó-metro, ayuda a regular la presión aplicada sobre el balón de forma de no exceder presiones de 12 a 15 mmHg, resistencia para la cual está diseñado. Se debe tener presente avanzar el balón lo suficiente dentro del sistema colector, para evitar que al llenarlo con contraste resbale y salga del cáliz. Una vez lleno y dilatado el tracto, se puede avanzar fácilmente la camisa de

Amplatz sobre el balón.

Durante la dilatación se puede presentar sangrado. Habitualmente éste es autolimitado. Camisas de gran diámetro (28 ó 30 Fr) ayudan a disminuir este problema. En aquellos casos en que se presenta, preferimos colocar el dilatador de Amplatz dentro de la camisa y esperar por un período de 10 minutos. Esto hace que se forme un coágulo dentro del sistema colector renal que tampona el sangrado.

En este momento el equipo quirúrgico debe estar preparado para la nefrolitotomía. La fuente de luz, cámara de video e irrigación deben estar conectadas al nefroscopio. Como líquido de irrigación es apropiada el agua destilada estéril o solución fisiológica. Soluciones tibias disminuyen la hipotermia ocasionada por el líquido de irrigación. Inicialmente se realiza la inspección del sistema colector y al constatar que la camisa se halla colocada dentro del mismo, se procede a retirar los coágulos con la ayuda de una pinza tridente o caimán.

c.     Fase de nefrolitotomía

Entre los métodos de litotricia intracorpórea disponibles contamos con ultrasonido, electro- hidráulica, pneumática y más recientemente, el láser Holmium. Cada método tiene sus ventajas y desventajas, las cuales no serán abordadas aquí. Los mejores métodos para el manejo de la litiasis coraliforme son el ultrasonido y la litotricia pneumática. Estos métodos permiten fragmentar la litiasis en piezas lo suficientemente pequeñas para pasar por la camisa de Amplatz, sin pulverizarlas de modo que se genere tanto material que sea extremadamente laborioso extraerlo incrementando la posibilidad de litiasis residual. Es conveniente disponer de litotricia electrohidráulica o el láser Holmium. Estos pueden ser empleados con el cistoscopio o nefroscopio flexible para los cálculos residuales que son hallados durante la exploración de los cálices inaccesibles al equipo rígido.

El objetivo principal de toda nefrolitotomía percutánea es dejar libre de litiasis al riñón afectado. Por esto debe explorarse todo el sistema colector. El cáliz de entrada para el tracto de nefrostomía es liberado de cálculo inicialmente, permitiendo movilizar el nefroscopio y dirigirlo a través de este cáliz hacia la pelvis renal. Cuando se encuentra un infundíbulo estrecho se debe dilatar. Aquellas litiasis que no pasen fácilmente por la camisa de Amplatz, deben ser fragmentadas. Este paso de exploración, fragmentación y extracción se repite tantas veces como sea necesario hasta limpiar todo el sistema colector (Figura 31.1c). Diversos instrumentos pueden usarse para la extracción de los cálculos. Hemos hallado de mucha utilidad la pinza tipo “caimán” porque permite trabajar en áreas estrechas, lo que frecuentemente sucede con los cálculos coraliformes. Otra opción, son las pinzas bidente o tridente, pero tienen el inconveniente de que se necesita retirar el nefroscopio aproximadamente 1 a 2 cm para poder abrir sus ramas dentro de los cálices. Al inspeccionar con el fluoroscopio pueden descubrirse fragmentos que están en los cálices y que no han sido visualizados con el nefroscopio rígido. El fluoroscopio sirve de guía para dirigir el nefroscopio hacia estos cálices.

En litiasis coraliforme es útil tener a disposición un nefroscopio o cistoscopio flexible. Con estos instrumentos se puede accesar a cálices con infundíbulos angulados. Usualmente se utiliza una guía metálica que se introduce en el cáliz a explorar y sobre esta guía se avanza el nefroscopio flexible. El electrodo del litotriptor electrohidráulico o la fibra del láser Holmium pueden ser empleados para fragmentar los cálculos. Cuando los fragmentos son pequeños, se usan pinzas tridentes y cestas de Dormia 2 ó 3 Fr a través del canal de trabajo del nefroscopio flexible. Otra situación es cuando el cáliz no puede ser abordado ni con el instrumental flexible. Una guía metálica puede ayudar a la extracción de las litiasis al ser enrrollada de manera que ocupe todo el cáliz. Otros autores han descrito el lavado a presión del cáliz o punciones por las que se empuja el cálculo a un lugar más accesible. Si todos estos métodos fallan hay que recurrir a segundas punciones o evaluar la utilización de sesiones de litotricia extracorpórea complementaria durante el postope­ratorio.

d.      Colocación de la nefrostomía

Al completar la nefrolitotomía, debemos colocar una sonda en el tracto de abordaje. Esta nefrostomía es empleada en primer lugar por el efecto tampón en el trayecto y en segundo lugar para la inyección de contraste y realización de placas radiográficas. Al final de la cirugía la inyección de contraste evalúa la permeabilidad de la unión ureteropiélica. Igualmente se deja en reposo el sistema colector. En aquellos casos con litiasis residual, puede permanecer in situ por 3 a 6 semanas, al cabo de las cuales se extrae y se realiza una exploración bajo anestesia local, en condiciones más favorables para la extracción de

Diversos tipos de sonda pueden usarse. En nuestra práctica utilizamos sondas de Malecot 20 ó 24 Fr (Figura 31.1d). Las sondas de Foley o Councill, son algunas alternativas. Cuando la mucosa piélica se halla intensamente edematizada a nivel de la unión ureteropiélica es preferible la colocación de un catéter Re-Entry. Este es un catéter de Malecot el cual posee una prolongación de su punta de aproximadamente 20 cm que puede ser introducida hacia el uréter proximal. Se coloca una guía metálica a través de la unión ureteropiélica y bajo control fluoroscópico se coloca el catéter. Las ramas del Malecot deben quedar abiertas en el sistema colector renal. Cuando no se dispone de esta sonda una alternativa es la utilización de una sonda Councill por cuyo extremo se coloca un catéter ureteral 5 ó 6 Fr que se dirije hacia el uréter.

Cuidados postoperatorios

Si las condiciones del paciente lo permiten a las 4 a 6 horas de postoperatorio se inicia la dieta líquida. La mañana siguiente a la intervención quirúrgica, se determinan: hemoglobina, hematocrito y electrólitos séricos, se realiza una radiografía simple de abdomen y se retira la sonda de Foley uretral. El estado clínico del enfermo y los resultados de estos exámenes guían la conducta posterior. Habitualmente el paciente es estimulado por el personal para iniciar la deambulación dentro de la habitación y se progresa con la dieta según la tolerancia. Una vez certificada la tolerancia oral, se omite la antibióticoterapia endovenosa y se inicia una quinolona por vía oral. Los analgésicos antinflamatorios no esteroideos son la piedra angular en el manejo del dolor. Rara vez es necesario el uso de medicamentos opiáceos.

La sonda de nefrostomía se mantiene por un período que usualmente oscila entre 48 a 72 horas, aunque en algunos casos hemos podido retirarla a las 24 horas. Este tracto cierra en forma espontánea a las 48 a 72 horas posterior al retiro de la sonda. Si se observan cálculos residuales en la radiografía de abdomen, el paciente egresa con la sonda de nefrostomía. El paciente es instruido por el personal de enfermería sobre los cuidados generales de esta sonda. Egresa con antibióticoterapia y analgésicos por vía oral y se dan indicaciones para que regrese al cabo de 3 a 6 semanas. Transcurrido este plazo, se evalúan nuevas radiografías simples de abdomen y se constata la existencia de litiasis residual. Se

realiza bajo anestesia local una nefroscopia y nefrolitolapaxia con el nefroscopio flexible a través del trayecto fistuloso formado.

Pacientes, métodos y resultados

 

Desde marzo de 1992 hasta julio del 2000, de un total de 172 nefrolitotomías percutáneas realizadas en nuestra institución, 66 (37 %) fueron para el tratamiento de cálculos coraliformes parciales o completos. La edad promedio de estos pacientes fue de 50,27 ± 14,1 años (promedio ± DE). De estos pacientes 37 (56 %) pertenecían al sexo masculino y 29 (44 %) al femenino (vease Tabla 31.1). El diagnóstico preoperatorio fue litiasis coraliforme izquierda o derecha, en 43,9 % y 43,9 % de los casos respec-tivamente, y litiasis coraliforme bilateral en el 12,2 % restante.

 

 

Se realizaron 33 (50 %) nefrolitotomías derechas y en 33 pacientes (50 %) nefrolitotomía izquierda. El tiempo operatorio promedio para la primera intervención fue de 179 ± 60,51 minutos oscilando entre 90 y 330 minutos.

El tracto de nefrostomía y la nefrolitotomía se realizó en un solo tiempo quirúrgico, según la técnica descrita anteriormente. La mayoría de los pacientes requirió un único acceso percutáneo. Sin embargo, en el 6,1 % de los casos se necesitaron dos tractos de nefrostomía.

Después de la nefrolitotomía percutánea inicial, el porcentaje libre de litiasis fue 72,7 %, siendo necesario un segundo procedimiento en el 27,3 % (18 pacientes). Este procedimiento fue nefroscopia bajo anestesia local en 44,4 %, litotricia extracor- pórea en 22,2 % y una segunda nefrolitotomía en el

50    % de los casos. La nefroscopia bajo anestesia local fue realizada luego de un período de 3 a 6 semanas, durante el cual se le permitió al tracto de nefrostomía cicatrizar. Ningún caso necesitó hospitalización y fue bien tolerada por el paciente. La necesidad de una litotricia complementaria o una segunda cirugía percutánea se realizó en un segundo tiempo quirúrgico. En todos, excepto en un paciente a quien se realizó una litotricia extracorpórea el tercer día de postoperatorio postnefrolitotomía, se realizó en una segunda hospitalización. El número promedio de instrumentaciones por paciente fue de

1,3   procedimientos. La estadía postoperatoria tuvo una media de 3,15 días. La complicación más frecuente fue sangrado en 15 pacientes (22,7 %), requirió transfusión en 9 de ellos (13,6 %). No se presentaron lesiones pleurales o de otros órganos. Igualmente no observamos fístulas nefrocutáneas.

DISCUSIÓN

Todo tratamiento para cálculos renales debe cumplir los siguientes principios: lograr un estado libre de litiasis y preservar la función renal con una mínima morbilidad.

En las recomendaciones dadas por el panel de la Asociación Americana de Urología1 se hace refe­rencia que, al ser diagnosticada una litiasis corali­forme, la evidencia apoya un tratamiento activo. Los estudios clínicos apoyan a la nefrolitotomía percutánea como el procedimiento primario más recomendable en estos casos, aunque no se descartan la utilización de procedimientos combinados. La tercera recomendación es que la cirugía abierta no debe ser tratamiento de primera línea para la mayoría de los pacientes, debiendo ser considerada única­mente en situaciones inusuales cuando no se espera la remoción del cálculo por un número razonable de procedimientos endourológicos.

 

 

Los diferentes autores que han analizado la efectividad de la nefrolitotomía percutánea para el tratamiento de la litiasis coraliforme coinciden en establecer que la efectividad del procedimiento oscila entre 6G % y 91 % (ver Tabla 31.3), lo que coincide con nuestra experiencia. Meretyk y colaboradores211 analizaron las diferentes opciones terapéuticas que existen para la litiasis coraliforme, obteniendo que para la nefrolitotomía percutánea la tasa libre de litiasis fue en promedio 73,3 %. Estas cifras son comparables a las obtenidas por nosotros. Pequeños fragmentos litiásicos pueden ser eliminados en forma espontánea, como sucede en los pacientes con litiasis infecciosa que son tratados con litotricia extra- corpórea24.

Saad y colaboradores analizaron los riesgos de recurrencia en los pacientes con litiasis coraliforme tratados con nefrolitotomía percutánea y deter­minaron que los factores más importantes son la presencia de cultivos positivos en el seguimiento, la presencia de fragmentos mayores de 5 mm y la complejidad del cálculo. Es por este motivo que la mayoría de los autores tratan los fragmentos residuales luego de una nefrolitotomía percutánea inicial. En el análisis de Meretyk25, se requirieron

1,4    procedimientos/paciente. La nefroscopia bajo sedación es una alternativa, sin embargo, la incorporación del nefroscopio flexible nos ha permitido realizar este procedimiento con anestesia local en el consultorio. En nuestra experiencia ha sido beneficioso diferir esta nefroscopia durante 3 a

6  semanas, tiempo durante el que se forma un trayecto fistuloso, el paciente recibe antibióticoterapia y aquellos fragmentos que no son expulsados pueden ser visualizados en un campo limpio sin sangrado. Los fragmentos que no es posible extraer son tratados con litotricia extracorpórea, como ha sido reportado por otTOs19'24'26,27.

Las complicaciones de la cirugía renal percutánea son relativamente frecuentes. Una encuesta llevada a cabo entre 62 instituciones e involucrando 8 595 nefrolitotomías percutáneas reportó una incidencia general de 26 %17. Las compli-caciones infecciosas manifestadas por urosepsis o fiebre son las más frecuentes. Esto se previene indicando antibiótico- terapia preoperatoria y disminuyendo la absorción hídrica trabajando con bajas presiones de fluido mediante el uso de la camisa de Amplatz 30 Fr. Otras complicaciones son pulmonares, derivadas de una lesión pleural. Los tractos supracostales aumentan la frecuencia de estas complicaciones y ha sido reportado hasta un 28 %17. La mayoría de estos casos, manejados de manera conservadora, se resuelven en forma espontánea. No hemos tenido complicaciones pulmonares en nuestra práctica porque utilizamos el abordaje supracostal en casos aislados.

El sangrado que requiere transfundir al paciente es también frecuente. En las series iniciales como la de Smith o la de Winfield[5] se transfundió a más del 53 % de los casos. El perfeccionamiento de la técnica operatoria ha permitido disminuir esta complicación. En nuestra práctica se presentó en el 23,7 % de los casos, siendo éste lo suficientemente profuso como para la necesidad de transfusión en el

13,5   % de ellos. Hay un porcentaje de casos donde el sangrado se resuelve con la colocación de la nefrostomía, la cual se cierra temporalmente. En casos aislados este sangrado puede ser tan importante que requiere la embolización selectiva del vaso sangrante o incluso una nefrectomía28,29. Complica­ciones menos frecuentes como lesiones colónicas o duodenales, perforaciones del sistema colector renal, arritmias cardíacas, trombosis venosa profunda y choque séptico, han sido descritas.

Conclusiones

La nefrolitotomía percutánea es el procedimiento quirúrgico que la prueba del tiempo ha ayudado a convertir en el tratamiento de elección para el manejo inicial de la litiasis coraliforme. Con una tasa libre de litiasis de alrededor del 75 % cuando se emplea como tratamiento único, la utilización de procedimientos auxiliares como la nefroscopia flexible y sesiones de litotricia extracorpórea permite disminuir la tasa de litiasis residual. No es un procedimiento sencillo, requiere gran experiencia para lograr la mejor vía de abordaje. Una técnica cuidadosa y la utilización de múltiples tractos, si el caso lo amerita, ayuda a disminuir las complicaciones y la estadía intrahospitalaria postoperatoria.

 

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ENFOQUE MÉDICO DE LA LITIASIS RENAL

Dr. Francisco J Canónicco


INTRODUCCIÓN

Al menos tres de cuatro pacientes que reciben litotripsia por ondas de choque, son candidatos para evaluación metabólica, debido a que es necesario para disminuir la formación futura de litiasis.

Lo primero que el médico debe tener en cuenta es el análisis de la litiasis, ya que ésta determina el plan terapéutico a seguir.

Manejo conservador

El principal objetivo del tratamiento médico es la prevención de la recurrencia en la formación de la litiasis.

Todos los pacientes con litiasis deben ser tratados en programas de prevención, sobre todo aquellos pacientes que han presentado un episodio de litiasis.

La ingesta de líquidos debe ser suficiente para ofrecer un mínimo de 2 litros/día de volumen urinario.

Se recomienda una restricción de sodio en 100 mEq/d, ya que la gran cantidad de sodio se relaciona con un incremento de calcio urinario y bajos niveles de citrato, además el sodio puede promover la cristalización de las litiasis a base de oxalato de calcio

Los estudios del metabolismo mineral en la litiasis tienen por objeto poner en evidencia la alteración orgánica que puede ser posible su corrección para el tratamiento de la formación de la litiasis.

Independientemente del estudio y la composición de los cálculos, es necesario conocer el componente mineral que se encuentra elevado en la orina y que tiene la capacidad de formar la sal insoluble, que actuará de núcleo de precipitación y posiblemente de crecimiento.

Las principales alteraciones metabólicas observadas son: la hipercalciuria, hiperoxaluria, hiperuricosuria, infección urinaria principalmente causada por bacterias urolíticas, trastornos de la acidificación urinaria y alteraciones de la crista­lización (Tabla 32.1).

 

La nefrolitiasis es una enfermedad común que afecta entre el 1% al 5% de la población en general, con una incidencia anual de 0,1% a 0,3% de la población. La composición de la litiasis es heterogénea, sin embargo, la mayoría de las litiasis se componen en algún porcentaje de calcio en sus diferentes formas: oxalato de calcio, hidroxiapatita y menos frecuentemente brucita. Es evidente que la formación de la litiasis es una consecuencia de un

desbalance en la sobresaturación de algunos de sus elementos, así como alteraciones de factores que promueven la cristalización o la inhibición de las litiasis.

Andersen (1973) presenta una interesante teoría multifacética sobre la epidemiología de la formación de cálculos urinarios. Observó, que la incidencia de cálculos del tracto urinario superior varía amplia­mente con la edad, sitio anatómico, y la distribución geográfica.

Se plantea la existencia de dos tipos de factores epidemiológicos diferentes que se encuentran involucrados en la generación del cálculo urinario, el primero de los factores, son los intrínsecos que corresponden a las características bioquímicas o anatómicas heredadas del individuo, además del sexo y la edad.

Andersen plantea en sus estadísticas que la enfermedad litiásica afecta tres hombres por cada mujer, y la mayor incidencia de litiasis ocurre en el grupo etario de 30 a 50 años.

Entre los factores extrínsecos podemos referir las características geográficas, climáticas y esta­cionales.

En los pacientes con enfermedad litiásica recidivante se sugiere realizar un estudio metabólico.

En la historia clínica de estos pacientes se debe hacer énfasis en los antecedentes personales y familiares, la localización de la litiasis, la edad de comienzo, la recidiva, los períodos intercalares, las intervenciones, el aspecto del cálculo, tamaño, color y número, así como los antecedentes infecciosos urinarios.

Cuando se realiza el estudio clínico, además de analizar los cálculos urinarios y determinar la alteración mineral, se debe solicitar urocultivos y exámenes radiológicos.

Entre las alteraciones metabólico-minerales que se observa en pacientes recidivantes tenemos:

hipercalciuria normocalcémica alteraciones de cristalización hiperoxaluria moderada litiasis úrica hiperoxalocalciuria hiperparatiroidismo primario cistinuria

Después del tratamiento del estado agudo de la litiasis se debe determinar cada tres meses aproxi­madamente el componente mineral alterado, y semestralmente se debe realizar seguimientos radiológicos y bacteriológicos.

La terapéutica comprende medidas generales y específicas de la alteración mineral.

Medidas generales

Se refiere a la ingestión de líquidos y dieta adecuada del paciente, el aumento de la ingestión de líquidos se relaciona con el aumento de la diuresis, la cual debe alcanzar la cantidad necesaria para que el producto de la precipitación o formación de la sal nucleante disminuya significativamente hasta alcanzar los niveles de normalidad en el paciente.

La cantidad de líquido a ingerir debe ser tal, que la diuresis alcance un volumen de 2 a 3 litros, hay autores que a partir de 2 litros de diuresis el producto de formación del oxalato de calcio y el fosfato de calcio se encuentran bajo niveles normales o muy cerca de lo normal.

El contenido de gas en el agua se relaciona con el pH, las aguas gaseosas suelen tener un pH ácido por el alto contenido de CO2, capaz de transformarse en bicarbonato y eliminarse por la orina en forma de bicarbonato sódico, estos líquidos pueden ingerirse en pacientes con litiasis úricas, y no debe ingerirse en pacientes con litiasis fosfocarbonatada.

En las litiasis fosfooxálica, el contenido de gas del agua debe ser nulo o mínimo, ya que la eliminación de bicarbonato por la orina puede conducir a su precipitación sobre el núcleo de oxalato.

La dieta es de importancia en la reducción del contenido de sales minerales urinarias.

Las dietas muy estrictas y controladas son poco eficaces, debido a que los pacientes no las realizan, o lo hacen de forma inadecuada.

Se puede recomendar tres tipos de dietas: hipocálcicas, hipooxálica e hipourínica.

La dieta hipocálcica restringe la leche y derivados lácteos.

La dieta hipooxálica consiste en restringir frutos secos (almendras, nueces, avellanas) espinacas y remolacha.

La dieta hipourínica se basa en el bajo consumo de proteínas de origen animal.

Además de las dietas de bajo contenido mineral, se puede aportar elementos que reducen la absorción de los minerales involucrados en la formación de la litiasis, fundamentalmente en calcio y oxalato.

La restricción de calcio se combina con el uso de resinas de intercambio catiónico, el fitato cálcico es una sal que altera el contenido de calcio en la luz intestinal; pero por presentar efectos secundarios indeseables como las hemorragias digestivas, se ha abandonado su uso. Actualmente se usa dos resinas Campanil® y Fosfato de celulosa®, estas resinas intercambian calcio por sodio y entres sus efectos secundarios tenemos el aumento de volumen extracelular y el flujo renal, repercutiendo así, en el aumento de la tensión arterial.

En la hipercalciuria excretora o mixta, está indicado el uso de diuréticos tiazídicos (tiazida) para reducir la excreción de calcio a nivel del túbulo renal, además se puede asociar con la utilización de fosfato de celulosa. Se aconseja una dosis de hidroclorotiazida de 100 mg/día; en caso de presentar efectos indeseables, como el aumento de natriuresis, cefalea, malestar general, se recomienda usarla interdiario.

La restricción oxálica se utiliza resina de inter­cambio aniónico, cuyas cualidades y características son similares a las resinas catiónicas, entre ellas se mencionan: colesteramina y celulosa-DEAE.

Para el control de hiperabsorción oxálica, las resinas de intercambio aniónico retienen oxalato y vitamina K, y entre sus efectos secundarios tenemos la flatulencia, borborismos y estreñimiento.

En el caso de cálculos de origen infeccioso los cuales son originados por gérmenes productores de ureasas (Pseudomonas, Proteus, E. coli, etc.), enzima que desdobla la urea, el amonio se combina para formar fosfato amónico magnésico, que junto al fosfocarbonato, y al pH de la orina, coadyuvan a la presencia de hipercalciuria. En todos estos casos, el tratamiento se basa en la antibióticoterapia adecuada para erradicar el germen patógeno.

Tratamiento de hipercalciuria

El principal objetivo en el tratamiento de los pacientes con hipercalciuria es reducir la excreción anormal de calcio.

Se sugiere cambios en el estilo de vida; en todos los pacientes el aumento en la ingesta de líquidos es primordial para mantener un mínimo de 2 litros de orina diaria. Se ha recomendado la restricción de sodio, ya que su alta ingesta incrementaría la concentración de calcio en la orina, reduce el citrato urinario, y promueve la cristalización del oxalato de calcio por nucleación sobre el urato monosódico.

Se ha planteado las dietas bajas en calcio, sin ninguna mejoría, peor aun estas dietas, promueven la reabsorción ósea de calcio.

Se recomienda una ingesta de 550 a 650 mg de calcio diario, para mantener los niveles sanguíneos entre los valores normales, situación de mayor importancia en las mujeres menopáusicas, donde se debe prevenir la osteoporosis con una ingesta adecuada de calcio.

Se recomienda que los pacientes con hiper- calciuria, deben mantener dieta baja en purinas, debido a que las purinas derivadas de las dietas proteicas aumenta la posibilidad de eliminación de ácido úrico, que facilitaría la formación de litiasis de oxalato de calcio.

Terapia médica

En estudios controlados, los diuréticos tiazídicos, han disminuido la formación de litiasis hasta un 35%. Las tiazidas reducen la excreción de calcio aumentando la reabsorción en el túbulo distal, además de también reducir su concentración extracelular, lo que estimula la reabsorción de calcio en el túbulo proximal.

Aproximadamente un 10% de los pacientes con tratamiento a base de tiazidas, padecen de fatiga, depresión y pérdida de la libido; y es de hacer notar que el tratamiento tiene efecto sólo en caso de tratamientos por largos períodos de tiempo; en estudios controlados se plantea un mínimo de 2 años.

Se han utilizado resinas de intercambio iónico, de administración oral y no absorbible, como lo es la celulosa de fostato sódico, el cual se combina al calcio inhibiendo su absorción a nivel del tracto digestivo. La desventaja de estas resinas reside en que también inhiben la absorción de magnesio, lo que conlleva a la reabsorción de calcio óseo.

El citrato de potasio puede corregir la acidosis metabólica en pacientes con acidosis tubular distal. Este medicamento puede prevenir la formación de litiasis de calcio, y puede ser utilizada en asociación de tiazidas.

En un estudio de Pak, et al. en la Universidad del

 

 

Centro Médico del Suroeste de Texas, utilizaron el citrato de potasio en pacientes quienes habían formado litiasis de oxalato de calcio y además presentaban hipocitraturia; observaron que el tratamiento restauró la excreción urinaria de citrato y mantuvo el pH urinario entre 6,5 a 7, rango óptimo para el control de la formación de la litiasis de oxalato de calcio. Además observaron que la formación de litiasis de oxalato de calcio disminuyó en un 89% después del tratamiento a dos años del estudio.

Por tanto este tratamiento, se sugiere en los pacientes quienes presentan hipercalciuria, hiper- uricosuria o baja excreción urinaria de citrato.

Es importante observar la historia familiar de los pacientes con litiasis a base de calcio, debido a las múltiples causas que pueden conllevar a la formación de litiasis a base de calcio.

Hay dos tipos de evaluaciones que se deben realizar en pacientes que forman litiasis de calcio.

Una evaluación inicial que comprende la reali­zación de calcio sérico, sodio, potasio, BUN, creati- nina, dióxido de carbono y cloro, además de evaluar el volumen urinario de 24 horas en 2 días, escogidos al azar, donde se evalúa creatinina, calcio oxalato, ácido úrico, citrato y sodio. Esta evaluación inicial se realiza en pacientes en quienes se sospecha la posibilidad metabólica de la formación de la litasis a base de calcio.

La evaluación metabólica compleja, comprende en evaluar el volumen urinario de 24 horas en 2 días, escogidos al azar, donde se mide creatinina, calcio, oxalato, ácido úrico, citrato, sodio, potasio, BUN, fosfatos y magnesio.

Después de una semana de dieta baja en calcio, oxalato, sodio y purinas se realiza nuevamente las mediciones anteriores para comparar las alteraciones.

En las litiasis de calcio puede coexistir en pacientes con hipercalciuria y pacientes con normocalciuria.

La figura representa las posibilidades de alte­raciones metabólicas que pueden estar relacionadas con las litiasis de calcio.

Se define hipooxaluria en un adulto, como la excreción de oxalato en orina mayor a 40 mg/día, este trastorno es observado con mayor frecuencia en los adultos obesos, y es debido a un incremento inadecuado del transporte de gastrointestinal de oxalato siendo frecuente cuando se consume alimentos ricos en oxalatos como la espinaca, rábano, nueces, chocolate, té y fresas.

 

La hiperuricosuria, se define como la excreción de ácido úrico mayor de 700 mg/día y está asociada en un 20% con pacientes formadores de litiasis a base de oxalato de calcio. Se debe a que el ácido úrico se liga a los inhibidores de litiasis, promoviendo la formación de litiasis con núcleo de ácido úrico, en estos casos se recomienda el uso de alopurinol.

La hipocitraturia es definida coma la excreción de citrato urinaro menor a 300 mg/dl, se conoce que el citrato en orina es uno de los principales inhibidores de litiasis, el tratamiento se basa en el suplemento dietético de citrato de potasio en una cantidad de 60 a 120 mEq/día.

La hipercalciuria es definida como la excreción de calcio urinario en hombres mayor 300 mg/ día, y en mujeres mayor de 200 mg/día; es la principal alteración metabólica observada en pacientes con litiasis renal.

La hipercalciuria absortiva es secundaria al incremento de la absorción de calcio en el intestino. Se clasifica en tres tipos de hipercalciuria absortiva.

Tipo I donde el fósforo sérico es normal y el calcio urinario con excreción incrementada, su tratamiento se basa en el uso de hidroclorotiazida a dosis de 25 a 50 mg/día o fosfato de celulosa a dosis de 5 g tres veces al día. La hidroclorotiazida incrementa la reabsorción renal de calcio en los túbulos proximal y distal, mientras que el fosfato de celulosa previene la absorción de calcio en el intestino.

Tipo II: es la más común y depende del consumo de calcio en la dieta. En pacientes quienes no presentan riesgo de osteoporosis, se recomienda limitar la ingesta de calcio a 400 - 600 mg/día, mientras aquellos pacientes con posibilidad de osteoporosis se recomienda utilizar diuréticos tiazídicos.

Tipo III es secundaria a pérdida renal de fosfato. La disminución de fosfato incrementa la liberación y acción de 1-25(OH) D3 (vitamina D), incre­mentando la absorción de fosfato y calcio a nivel del lumen intestinal. En estos casos se recomienda la suplementación dietética de ortofosfato 250 - 2000 mg tres veces al día.

Tratamiento de la litiasis de estruvita

En contraste con el tratamiento de la litiasis de calcio, las litiasis de estruvita, sólo se presenta en el caso de sobresaturación de estruvita en la presencia de organismos desdobladores de la urea, como son el caso de proteus, pseudomas, klebsielas y ciertos organismos grampositivos incluyendo streptococos fecalis, todos con la capacidad de producir la ureasa.

 

La colonización de estas bacterias en el tracto urinario conlleva a la hidrólisis de la urea en amonio, con la consecuente alcalinización de la orina. Para que se forme las litiasis de estruvita no sólo se necesita la alcalinización, también necesita la sobresaturación de hidróxido de amonio.

La litiasis de estruvita se presenta con mayor frecuencia en las mujeres, pueden presentar un gran crecimiento como las litiasis coraliforme de la pelvis renal, de este tipo de litiasis, su diagnóstico es incidental hasta un 25%, y el no tratar esta litiasis representa la pérdida del riñón hasta un 50% de los casos, por lo que deben ser tratados quirúrgicamente a la brevedad posible.

Se ha planteado el uso de quimiolisis; la cual se puede realizar con sustancias como Renacidin 10% (hemiacidrin), el cual está constituido por ácido cítrico, carbonato cálcico ácido D-glucónico hidrocarbonato de magnesio y citrato de magnesio, con un pH 3,9, requiere de larga hospitalización, con el cuidado de mantener orinas estériles y no causar extravasación.

El tratamiento médico corresponde a la antibióticoterapia supresiva, reducción de la cantidad de fosforo en la dieta a 1300 mg/día

El ácido acetohidroxiamico (Lithostat) es un inhibidor no reversible, no competitivo de la ureasa, requiere de un tratamiento de 3 a 4 meses con intervalos de descanso, presenta efectos sinérgicos con algunos antibióticos, entre sus efectos secun­darios tenemos palpitación, edema, náuseas, vómitos, alopecia, dolor abdominal y anemia.

Litiasis de ácido úrico

La litiasis por ácido úrico es frecuentemente asociada a la gota, esta distorsión metabólica, altera el pH de la orina disminuyéndolo a valores menores de 5,5, lo que permite al ácido úrico cristalizar y realizar la formación de litiasis, además los túbulos colectores de la nefrona pueden obstruirse por la presencia de cristales de ácido úrico lo que conduciría a la insuficiencia aguda renal.

Lo principal en el tratamiento de la litiasis de ácido úrico, está en tratar el pH urinario y disminuir la excreción urinaria de ácido úrico, la cual debe ser menor a 1 g/día.

El citrato de potasio puede disminuir el riesgo de cristalización del ácido úrico con sales de calcio, aumentando el pH urinario. A diferencia del uso del bicarbonato de sodio o el citrato sódico los cuales pueden aumentar el riesgo de cristalización de ácido úrico con sales de calcio.

Si la hiperuricosuria se presenta, o existe hiperuricemia importante, se utiliza el alopurinol en dosis de 200 a 300 mg/día, acompañado de agentes alcalinizantes para reducir la excreción de ácido úrico. Generalmente el alopurinol es bien tolerado, en muy pocos casos se le ha relacionado con dermatitis y necrosis hepática.

Litiasis de cistina

La cistinuria resulta de un error metabólico congénito, en el cual existe alteración en el transporte de aminoácidos a nivel del túbulo proximal y el transporte yeyunal de aminoácidos como cistina y otros como lisina, ornitina y arginina.

Este transporte inadecuado de cistina produce una gran excreción de este aminoácido, el cual tiende a precipitarse con facilidad por su pobre solubilidad en la orina.

Se conoce que esta alteración se hereda a través de un gen autosómico recesivo, y la enfermedad litiásica se presenta sólo en pacientes homocigotos.

Estos pacientes tienden a presentar litiasis renal bilateral, y pueden realizar hasta litiasis coraliforme asociada a insuficiencia renal, evento que es fre­cuente en pacientes de largo tiempo de enfermedad.

Los pacientes heterocigotos, pueden formar litiasis que no presentan cistina, o litiasis de un porcentaje muy bajo de cistina, pero desafor­tunadamente, la cistina promueve la cristalización de oxalato de calcio y fosfato de calcio.

Para prevenir las nuevas formaciones de litiasis por cistina, debe reducirse la concentración urinaria de cistina urinaria, a concentraciones cercanas de 200 a 300 mg/dl, con lo cual se reduce la posibilidad de cristalización. Esto se puede lograr con el incremento de ingesta de líquidos, entre ellos, jugos de frutas con alto contenido de citrato, cantidad de líquido que debe sobrepasar los 3 a 4 litros/día, además se debe utilizar terapia alcalinizante para obtener un pH urinario cercano a 6,5 - 7.

Se prefiere el citrato de potasio y no el citrato sodico, ya que este último promueve la formación de litiasis de calcio.

En algunos casos la ingesta de líquidos y la alcalinización de la orina, no es suficiente, y se puede asociar el uso de d- penicilamida y el uso de inhibidores de la enzima convertidora de renina- angiotensina (IECA) tipo captopril, los cuales pueden combinarse con las moléculas de cistina, dismi­nuyendo la excreción urinaria de cistina.

Inhibidores de litiasis urinaria

Se definen como sustancias que retardan el crecimiento y formación de las litiasis y o cristales.

La orina sobresaturada favorece la formación de litiasis, es un medio muy complejo donde la relación entre el contenido (solutos) y el continente (sol­vente), se puede favorecer al inicio de la formación de la litiasis.

Los inhibidores se clasifican en a. los que presentan utilidad clínica y b. aquellos que presentan efectos in vitro sobre la formación de cristales.

Inhibidores con utilidad clínica conocida: Citrato

La hipocitraturia es cuando hay una excreción renal menor a 320 mg/día, esta excreción de citrato urinario se relaciona con la excreción urinaria de calcio

La hipocitraturia se presenta en un 19% a 63% de los casos de nefrolitiasis con calcio, el efecto inhibidor del citrato se debe a los complejos que forma con el calcio en la orina, reduciendo el calcio iónico, reduce la saturación urinaria de oxalato de calcio y fosfato de calcio, con efecto inhibitorio directo sobre el crecimiento de los cristales de calcio.

Tratamiento en las nefrolitasis con hipocitraturia

Se deben incrementar hasta niveles normales el citrato urinario.

Preparaciones líquidas de citrato:

Policitra (5 ml): citrato de potasio 550 mg, citrato sódico 500 mg y acido cítrico 334 mg Policitra -LC (5 ml): igual al anterior pero libre de azúcares

Bicitra (5 ml): citrato sódico 500 mg, ácido cítrico 334 mg

Policitra - K (5 ml): citrato de potasio 1100 mg, ácido cítrico 334 mg Preparación de cristales.

Cristales de Policitra - K ( un paquete): citrato de potasio 3300 mg, ácido cítrico 1002 mg

Preparación en tabletas.

Urocit-K (tabletas): citrato de potasio 540 mg

Entre los efectos adversos observados con el citrato de potasio están, la erosión gástrica, la obstrucción intestinal; está contraindicado su uso en caso de insuficiencia renal donde la depuración de creatinina es menor de 40 ml/min

Los efectos adversos del citrato de sodio, se observan en pacientes con fallo cardíaco, hipertensión arterial, edema pulmonar, y fallo renal.

Dieta suplementada en citrato se puede obtener con alto contenido de limón, y otros cítricos.

Magnesio

Se ha planteado que es capaz de alterar la cristalización in vitro, el magnesio puede formar complejos con el oxalato y reducir su saturación, sin embargo, no es frecuente observar magnesio disminuido en pacientes formadores de litiasis, no existen datos sobre efectos benéficos en la utilización de magnesio en pacientes formadores de litiasis.

La glicoproteína de Tamm-Horsfall

Más de 50 mg de esta proteína son producidos por día por el riñón; en recientes estudios se ha relacionado el aumento de esta proteína en pacientes formadores de litiasis.

Osteopontina (Uropontin)

Inhibe la cristalización, principalmente in vitro. Es una proteína rica en ácido aspártico producida en el túbulo distal, tiene un peso de 44 kDa, se plantea que inhibe el crecimiento y nucleación de la litiasis.

Nefrocalcina (anteriormente llamada inhibidor de crecimientos de cristales)

Es una secuencia de aminoácidos aún desconocida, presenta un peso de 14 kDa, es probablemente de origen renal, inhibe nucleación crecimiento y agregación de cristales; se ha aislado en orina humana, riñones de ratas y células tubulares proximales de ratones.

Otras potenciales proteínas inhibidoras tenemos: glicosaminoglicanos, proteínas ricas en ácido urónico.

Otras sustancias no proteicas con capacidad inhibidora: pirofosfatos y bifosfonoatos.

 

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Capítulo 33

DISFUNCIÓN SEXUAL MASCULINA

Dr. Luis A. Sánchez

 

Epidemiología y Factores de Riesgo.

La disfunción eréctil (DE) se define como “la incapacidad persistente de lograr o mantener una erección suficiente, para obtener una actividad sexual satisfactoria”. El término disfunción eréctil se prefiere utilizar hoy día, pues describe con mayor precisión la afección y tiene menos connotaciones negativas que el término “impotencia”.

 

Se estima que más de cien millones de hombres en el mundo sufren de algún grado de DE. El estudio de envejecimiento masculino de Massachussets USA, publicado en 1994, realizó una encuesta sobre salud y envejecimiento de hombres estadounidenses, cuyas edades oscilaron entre 40 y 70 años, reportando que el 52 % tenía algún grado de DE, clasificándose en leve (17 %), moderada (25 %) y completa (10 %), aumentando su prevalencia con la edad (Figura 33.1).

En el Reino Unido, Spector y col. reportaron una prevalencia del 32% en hombres de 16 a 65 años. En Francia, Giuliano y col. reportaron una prevalencia del 42 % en hombres de 36 a 94 años. En Japón, Hayashi y col. reportaron 54 % de prevalencia en hombres de 40 a 70 años.

Datos similares han sido comunicados reciente­mente, por el estudio de Prevalencia de la Disfunción Eréctil y Factores de Riesgo asociados, en Colombia, Ecuador y Venezuela (Estudio Densa), patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (París 1999). Este trabajo demostró que el 57 % de los hombres mayores de 40 años, presentan algún grado de DE, de los cuales el 47 % fue leve, 16 % moderada y 4 % completa. La prevalencia en Ecuador fue de

53,4   %,en Colombia 52,8 %, y en Venezuela 55,2 %. (Figura 33.2)

La DE puede clasificarse en tres categorías, según sus causas: orgánica, psicogénica y mixta (orgánica- psicogénica). Las causas orgánicas pueden ser vascu­lares, neurológicas u hormonales, las alteraciones de los cuerpos cavernosos y las lesiones peneanas pueden catalogarse como de causa orgánica. Es importante tener en cuenta que un paciente con DE orgánica, puede estar asociado con factores psicogénicos. Estudios recientes han demostrado que el 78 % de los casos son de causa orgánica: hipertensión arterial, diabetes mellitus, depresión, enfermedad cardiovascular, hiperlipidemias, neuro­patías, enfermedades crónicas renales y hepáticas, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedad de Alzheimer, esclerosis múltiple, enfermedades endocrinas, algunos tipos de cirugía (cirugía radical de próstata, vejiga y recto) traumatismo medular y pelviano, diversos medica­mentos, consumo de cigarrillos, alcohol y otras drogas (Tabla 33.1).

 

 

ANATOMIA FUNCIONAL DEL PENE

El cuerpo del pene está formado por tres cilindros eréctiles, dos cuerpos cavernosos y el cuerpo esponjoso (Figura 33.3)

 

Los cuerpos cavernosos están situados dorsal­mente a cada lado, unidos medialmente por el septum intercavernoso, posteriormente se separan para formar la crura, insertándose cada uno en la superficie de la rama isquiopúbica. El cuerpo esponjoso rodea a la uretra. Cada uno de estos cilindros está recubierto por la albugínea y adicionalmente las tres estructuras están rodeadas por la fascia de Bucks. El interior de cada cuerpo eréctil, está separado por trabéculas formadas por músculo liso, fibras elásticas, colágeno y tejido aerolar, conteniendo arteriolas y nervios. Entre las trabéculas existen espacios sinusoidales (espacios lacunares) bordeados por el endotelio vascular.

El riego sanguíneo arterial del pene se origina de las arterias pudendas, que se convierten en la arteria común del pene, la cual se divide en tres ramas: la arteria dorsal, que irriga el glande, piel y tejido subcutáneo, la arteria bulbo-uretral y la arteria cavernosa la cual da origen a las arterias helicinas, que irrigan los espacios sinusoidales.

El sistema venoso se origina del plexo venoso subtúnico, las venas emisarias y las venas circun­flejas provenientes de los cuerpos cavernosos, formando la vena dorsal profunda, la cual drena hacia el plexo venoso periprostático y de allí a la vena pudenda interna. El cuerpo esponjoso es drenado por las venas uretrales y bulbares (Figura 33.3).

La neurofisiología de la erección del pene involucra a las vías autónomas y a las somáticas. La vía autónoma comprende al sistema nervioso parasimpático, el cual surge de la columna de las células intermedio-laterales (S2-S3 y S4), respon­sable de la erección y al sistema nervioso simpático, el cual se origina en T11-L2, desciende a través del plexo preaórtico, para formar el plexo hipogástrico, responsable de la detumescencia peneana. Los nervios cavernosos inervan al músculo liso trabecular.

En el sistema somático, los receptores de la piel del pene, del glande, la uretra y los cuerpos cavernosos, convergen para formar el nervio dorsal, que se transforma luego en nervio pudendo, el cual asciende a los segmentos sacros S2- S4. La inervación central (psicogénica) o periférica (reflexogénica) o una combinación de las dos, pueden iniciar la erección, enviando mensajes a través del tracto pudendo, espinal y espino-talámico hacia el tálamo y a la corteza sensorial, para la percepción sensorial. (Figura 33.4).

 

 

FISIOLOGÍA de la erección y DETUMESCENCIA PENEANA.

Durante la estimulación sexual normal, se libera óxido nítrico (principal sustancia que inicia el proceso de relajación muscular y erección) en el cuerpo cavernoso, desde las células endoteliales, por estímulo de neuronas no adrenérgicas- no colinérgicas (NANC) (Figura 33.5). El óxido nítrico (ON) activa a la enzima guanililciclasa, estimulando la síntesis de guanosín monofosfato cíclico (c-GMP), un importante mensajero intracelular, el cual reduce el calcio intracelular, provocando relajación de las fibras musculares lisas de las arterias, arteriolas y sinusoides, permitiendo un mayor flujo de sangre a los cuerpos cavernosos, se produce la compresión del plexo venoso subalbugíneo, reduciendo el drenaje veno-cavernoso (mecanismo corporo-oclusivo), lo cual aumenta la presión intracavernosa en alrededor 100 mmHg, produciéndose finalmente la erección. La concentración intracelular de c-GMP es regulada por la enzima fosfodiesterasa-5 (PDE-5) y es metabolizada a GMP. Se han identificado cuatro formas de fosfodiesterasa (tipos 2,3,4 y 5), de los cuales la tipo 5 es la isoforma predominante en el músculo liso de los cuerpos cavernosos.

La detumescencia peneana, se produce por la reactivación del tono adrenérgico, liberándose continuamente noradrenalina, la cual actúa a nivel de los receptores alfa post-sinápticos, estimulando la entrada de calcio al espacio intracelular, lo que desencadena un aumento del tono muscular de las arterias helicinas y de las trabéculas, disminuye el flujo arterial, se colapsan los espacios lacunares, descomprimiéndose a su vez las venas subalbugíneas, aumentando el flujo sanguíneo venoso, lográndose así la flacidez peneana.

 

 

La acetilcolina actúa como un neuromodulador de la erección debido a:

1.     Inhibe la liberación de noradrenalina, estimu­lando los receptores muscarínicos presinápticos en las terminaciones nerviosas adrenérgicas.

2.     Estimula la liberación pre-sináptica de ON por neuronas NANC.

3.     Estimula la liberación post-sináptica de péptidos vasodilatadores por los nervios parasimpáticos.

DIAGNÓSTICO. EVALUACIÓN CLÍNICA

 

La historia clínica y sexual es lo más importante en la evaluación clínica inicial del paciente. Es necesario precisar, si los síntomas han sido de aparición brusca, circunstancial o en forma progre­siva, duración de los mismos y la presencia o ausencia de erecciones nocturnas y matutinas, calidad de las erecciones, durante el coito o la masturbación, si existen o no trastornos de la eyaculación (precoz o ausente), dolor o deformidad peneana durante la erección, si existe disminución de la libido (signo temprano de disminución de los niveles de testosterona o aumento de los niveles de prolactina). La DE psicógena es de aparición brusca y circuns­tancial, se refieren erecciones nocturnas y matutinas, o con ciertas parejas y en respuesta a revistas y videos eróticos, es más frecuente en hombres jóvenes, con alteraciones de la personalidad, de identidad sexual o afecciones psiquiátricas.

Algunos cambios socio-culturales pueden desen­cadenar DE, ejemplo temor por una enfermedad, divorcio, muerte de la pareja, problemas conyugales o problemas económicos. La ansiedad, es común, casi siempre anticipada al fallo eréctil o a la pérdida de la erección durante el coito. Es importante tomar en cuenta el entorno de la sexualidad de la pareja, motivaciones y expectativas con la vida sexual.

En 1993 el Instituto Nacional de Salud (NIH) de USA, recomendó el uso de instrumentos apropiados para objetivizar el grado de DE. El Inventerio de Salud Masculina (SHIM), es un cuestionario de cinco preguntas que se desarrolló a partir del Índice Internacional de Función Eréctil (IIEF), para evaluar la función eréctil en los últimos seis meses. El paciente responde las cinco preguntas y suma el puntaje correspondiente, para lograr un puntaje total, los hombres con un puntaje de 21 o menor, se clasi­fican con posible diagnóstico de DE (Tabla 33.2).

Es importante identificar factores de riesgo como diabetes mellitus, enfermedad coronaria, dislipi- demias, hipertensión arterial, enfermedad vascular periférica, tabaquismo, alcoholismo, uso de medica­mentos u otras drogas recreacionales. Establecer si existen antecedentes de cirugías relacionadas con la DE. Al examen físico debe establecerse el estado general de salud del paciente, se hace necesario corroborar los caracteres sexuales secundarios, como el tono de voz, distribución del vello corporal, tamaño del pene y testículos (descartar hipogonadismo), deformidad del pene (epispadias e hipospadias), palpación del pene para descartar fibrosis de los cuerpos cavernosos (enfermedad de Peyronie). Es necesario documentar la presión arterial, evaluar los pulsos periféricos (femorales, poplíteos y tibiales), que puedan orientar sobre alteraciones vasculares.

La integridad neurológica sobre todo perineal y peneana, se puede valorar, realizando pruebas de sensibilidad vibratoria y explorando el reflejo bulbo- cavernoso. El examen físico debe complementarse realizando un examen digital rectal de la próstata, evaluando las características prostéticas.

Los exámenes de laboratorio complementarios recomendados incluyen: hematología completa, glicemia, colesterol, triglicéridos y determinación de testosterona. Si la concentración de testosterona es baja, entonces debe realizarse niveles de testoste­rona libre, prolactina y hormona luteinizante (LH).

Si existe alguna orientación clínica y en casos seleccionados pueden realizarse exámenes comple­mentarios tomando en cuenta los riesgos, compli­caciones y costos. Estudios de tumescencia y rigidez peneana nocturna (NPTR), lo cual consiste en medir la frecuencia y duración de las erecciones que ocurren durante el sueño (período REM), a realizarse en laboratorios del sueño o en la propia habitación del paciente, durante tres noches seguidas, utilizando sistemas de bandas o cintas (Snap-Gauge) alrededor del pene o mecanismos sofisticados (Rigiscan) que monitorea continuamente la circunferencia y rigidez peneana. Su utilidad sería discriminar entre DE orgánica o psicogénica.

Para valorar el flujo sanguíneo arterial y el mecanismo veno-oclusivo, se incluyen el test de inyección intracavernosa, utilizando una droga vasoactiva (papaverina, fentolamina, PGE1 o mezclas de ellas) por el mismo médico, en su propia oficina; su utilidad sería determinar si la DE es debida a una alteración vascular y si se obtiene buena respuesta se le orienta al paciente como una opción terapéutica.

La ecografía Doppler dúplex a color es un método no invasivo para detectar enfermedad vascular que permite medir el flujo pico sistólico y el diámetro de la arteria cavernosa en estado de flacidez peneana y después de la inyección de drogas vasoactivas en el cuerpo cavernoso.

Cavernosometría y cavernosonografía son méto­dos utilizados para detectar alteración veno-oclusiva y sólo están indicados si el paciente va a ser sometido a cirugía correctiva por fuga venosa. Consiste en la infusión de solución salina dentro de los cuerpos cavernosos, para lograr y mantener la erección a un flujo y presión determinada, posteriormente se inyecta medio de contraste radio-opaco para confirmar los hallazgos y localizar el sitio de la fuga venosa.

La arteriografía pudenda sólo estaría indicada si se considera la cirugía arterial (bypass).

La evaluación neurológica puede realizarse con la biotensiometría (sensibilidad vibratoria) del pene y del periné. Otros estudios como la determinación del período de latencia del reflejo bulbo-cavernoso, electromiografía perineal o cavernosa y los poten­ciales evocados somato-sensoriales, tienen valor muy limitado.

La valoración endocrinológica, por estudios del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal, resonancia magnética de la silla turca y estudios de la función tiroidea, se realizan en casos seleccionados y con la orientación clínica adecuada.

TRATAMIENTO DE LA DISFUNCIÓN ERÉCTIL

Como parte del tratamiento es importante educar e informar al paciente sobre la disfunción eréctil, involucrando a su pareja, ya que la sexualidad compete a ambos. Debe indagarse sobre el uso de medicamentos utilizados por el paciente, que puedan interferir con su función sexual, la cual sería necesario suspender o sustituir por otros medica­mentos con menos efectos negativos sobre la erección. Debe sugerírsele modificar su estilo de vida , si es consumidor de alcohol, cigarrillos u otras drogas, lo cual le permitiría una mejor respuesta al tratamiento.

En pacientes a quienes se diagnostica un hipo- gonadismo, está indicada la terapia hormonal substitutiva: la testosterona oral es menos efectiva que la de uso intramuscular y transdérmico, con la consecuente hepato-toxicidad. El cipionato y el enantato de testosterona son las de mayor uso, a una dosis de 200 mg intramuscular cada 3 semanas. Las preparaciones transdérmicas de uso diario, se absorben cerca del 90 %, teniendo como efectos la irritación del sitio de colocación en la piel y derma­titis de contacto. Estos medicamentos pueden estimular el crecimiento prostético, por lo que están contraindicados en hombres con crecimiento prostético benigno o maligno.

Los pacientes que reciban tratamientos por largo tiempo con testosterona, deben realizarse controles de hematología completa, determinación de niveles de testosterona sérica, pruebas hepáticas y antígeno prostético específico, cada seis meses.

Hoy en día puede orientarse el tratamiento de la DE en tres fases:

1.     Tratamiento de primera línea

     Terapia sexual.

     Terapia oral.

2.      Tratamiento de segunda línea.

     Terapia intracavernosa.

     Terapia intrauretral.

     Dispositivos de vacío.

3.      Tratamiento de tercera línea.

     Cirugía arterial

     Cirugía venosa.

     Prótesis peneana.

TERAPIA SEXUAL

Los objetivos de la terapia sexual pueden resumirse en los siguientes aspectos:

1.     Mejorar la comunicación en la pareja.

2.     Disminuir la ansiedad.

3.     Educar a la pareja para el disfrute sexual y el aprendizaje de técnicas de estimulación sexual.

4.      Orientación sobre disfunciones sexuales conco­mitantes tales como: eyaculación precoz, disorgasmias y bajo deseo sexual.

5.     Orientación sobre las expectativas y motivaciones de la pareja.

TERAPIA ORAL

Yohimbine. Es un antagonista a 2-adrenérgico, medicamento cuyo uso, comparado con un placebo, no es estadísticamente significativo, aunque en la mayoría de los estudios reportados, se observa una respuesta ligeramente superior con la yohimbine, especialmente en los casos psicológicos o los de etiología mixta mal definidos.

Trazodone. Es un antagonista de la serotonina, usado como un antidepresivo, en algunos casos mejora la erección, pero como efecto adverso, puede provocar priapismo (erección prolongada).

Sildenafil. Es un inhibidor selectivo de la fosfodiesterasa tipo V, por lo tanto produce un aumento de la concentración del cGMP, en los cuerpos cavernosos, resultando en una mayor relajación del músculo liso arterial y sinusoidal y como consecuencia una mejor erección. Se requiere para su acción de la estimulación sexual por parte de la pareja. Ha demostrado ser una droga segura, efectiva, que mejora la calidad de la erección, la función orgásmica y la satisfacción sexual, sin embargo tiene poco o ningun efecto sobre la libido. La dosis inicial recomendada es de 50 mg, 30 minutos antes del acto sexual y de acuerdo a la respuesta obtenida, puede ajustarse a 25 ó 100 mg, con una frecuencia máxima de una vez por día. Como efectos secundarios se describen: cefaleas, rubor facial, congestión nasal, dispepsia y visión anormal (matiz azulado o aumento de la sensibilidad a la luz).

Como contraindicación absoluta está el uso concomitante con los nitratos o donantes del óxido nítrico, lo cual potencializa la acción vasodilatadora de estos medicamentos . También está contraindicado en pacientes con retinosis pigmentaria.

Fentolamina: La fentolamina de uso oral es un bloqueador a 1 adrenérgico, cuyo principal mecanismo de acción es inhibir la acción de la noradrenalina, lo cual disminuye el tono simpático, relajando el músculo liso, favoreciendo la erección, como otro efecto adicional disminuye la ansiedad en el paciente. Una dosis recomendada de 40 mg, 30 minutos antes del acto sexual, se ha demostrado mejora la función eréctil, en un 40% de los casos de DE leve a moderada.

Como efectos secundarios más importantes se describen: cefaleas, rubor facial, congestion nasal e hipotensión arterial

Apomorfina: La apomorfina es un agonista dopaminérgico, que actúa a nivel central sobre los receptores D2 dopaminérgicos en los núcleos paraventriculares, estimulando la respuesta eréctil en aproximadamente un 40 % de los pacientes, bajo estimulación sexual. La apomorfina de uso sublingual se ha ensayado en estudios clínicos en dosis variables de 2, 4 y 6 mg, observándose como efectos adversos náuseas y vómitos en aproximada­mente 20 % de los casos. Ha sido aprobada para su uso y comercialización en Venezuela.

TERAPIA INTRACAVERNOSA

La terapia intracavernosa es un tratamiento eficaz y seguro para el manejo de la DE, considerada como la mejor terapia de segunda línea, en casos seleccionados de causa orgánica leve o moderada o de causa psicógena.

Consiste en la inyección intracavernosa de drogas vasoactivas como: papaverina, fentolamina, alprostadil (PGE 1) o mezclas de ellas.

Papaverina. Es un inhibidor no específico de la fosfodiesterasa, con mayor efecto en DE de origen psicógena y de origen neurogénica, pero con poco efecto en la de origen vasculogénica. Como efectos secundarios se observa alta incidencia de priapismo y fibrosis de los cuerpos cavernosos. La dosis recomendada varía entre 15 a 60 mg.

Fentolamina. Su uso no logra una erección totalmente rígida. Como efecto adverso se presenta hipotensión y taquicardia.

La combinación de papaverina y fentolamina (Bimix), 30 mg/ml y 1 mg/ml respectivamente, mejora la rigidez de la erección y disminuye el riesgo de priapismo y fibrosis de cuerpos cavernosos.

Alprostadil. Es una fórmula sintética de prostaglandina E1 (PGE1), utilizada en dosis de 5 a

20   mg, según la respuesta individualizada para cada paciente. Su efecto secundario más frecuente es la erección dolorosa (15 % a 30 % de los casos) y está asociada a una baja incidencia de priapismo y de fibrosis cavernosa.

Su uso combinado con papaverina y fentolamina (Trimix), resulta beneficioso en más del 70 % de los casos.

TERAPIA INTRAURETRAL.

El alprostadil para uso intrauretral (MUSE), en concentraciones de 250, 500 y 1000 mg, es rápida­mente absorbido por la mucosa uretral y transferido a los cuerpos cavernosos por los canales venosos que comunican con el cuerpo esponjoso. Produce una erección en el transcurso de 20 a 30 minutos, con una duración de 30 a 60 minutos. Su principal inconveniente es que produce dolor uretral y puede causar priapismo.

DISPOSITIVOS DE VACÍO

Los aparatos de vacío, son cilindros donde se introduce el pene, creándose una presión negativa por diferentes métodos, para lograr una erección, la cual para mantenerse se requiere, la colocación de una banda elástica en la raíz del pene, por un tiempo no mayor de 30 minutos, suficiente para cumplir el acto sexual. Por su efectividad y bajo riesgo se considera como terapia de primera línea en Norte América y Europa, pero en nuestro medio, no son totalmente aceptados y comercializados, por tal motivo se considera como de segunda línea.

CIRUGÍA ARTERIAL

Actualmente considerada como alternativa en la DE secundaria a traumatismo pélvico o perineal en hombres, sobre todo jóvenes, donde se demuestre lesión arterial.

CIRUGÍA VENOSA

Es una alternativa en pacientes donde se demues­tra una fuga venosa primaria, en casos seleccionados. En este tipo de cirugía sólo un 50% de los casos logran restaurar su erección, con muy pocos resultados a largo plazo.

PRÓTESIS PENEANA

Consisten en cilindros de material sintético, que se colocan en el interior de cada cuerpo cavernoso. Considerados como una excelente alternativa, demostrando una alta tasa de satisfacción en el individuo y en su pareja, con baja incidencia de complicaciones, no afectando la eyaculación, ni el orgasmo. Existen 2 tipos básicos de prótesis, la más simple es semirígida, pero maleable, y el otro tipo son las inflables, con tres diseños diferentes, de 1, 2 ó 3 piezas, que permiten el llenado de los cilindros para lograr la erección y el vaciado para lograr la flaccidez

 

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La depresión es seguramente la queja psiquiátrica más frecuente en la consulta y hoy en día es manejada no sólo por el médico especialista psiquiatra sino que muchos otros especialistas prescriben medica­mentos antidepresivos.

La depresión es definida básicamente como un trastorno del humor, pero involucra prácticamente a todas las esferas vitales del individuo, produciendo síntomas manifiestos y/o encubiertos, que conducen con frecuencia a la confusión de otras entidades nosológicas, dando origen a situaciones tales como dolor, quejas somáticas y funcionales sobre sistemas del organismo (digestivos, urinarios, neurológicos, cardiovasculares, etc.).

La prescripción de medicamentos antidepresivos ha aumentado de manera muy considerable, no solo para la depresión, de la que prevalecía está entre un

4   % y 5 %, sino como coadyudante de la terapia para el dolor, trastornos obsesivos, trastornos de la alimentación, enuresis, trastornos por déficit de atención, etc. Hasta hace poco tiempo los medica­mentos que se manejaban y que habían demostrado una probada efectividad sobre la depresión eran los conocidos como tricíclicos y tetracíclicos, por su estructura química, pero siempre la preocupación eran los trastornos secundarios que eran capaces de originar o potenciar y básicamente esto era sobre los efectos anticolinérgicos que en muchas oportu­nidades hacían que los pacientes abandonaran el tratamiento o que los médicos consiguieran limitaciones para poderlos prescribir por sus contraindicaciones e interacciones. Esto llevó a que se sintetizaran nuevos productos que se han llamado antidepresivos de nueva generación y que actúan básicamente sobre los neurotransmisores, inhibiendo de manera específica o no la recaptación de ellos tal como es sobre la serotonina y la noradrenalina o ambas. Aunque se habla de la minimización de efectos colaterales, sabemos que esto no es tan así y que hay efectos muy importantes y que también conducen al alejamiento del paciente del tratamiento y/o al cuidado del médico con respecto a estos efectos y a las interacciones sobre medicamentos. Es importante hacer énfasis en este punto porque la supuesta ausencia de síntomas secundarios ha llegado a la automedicación y también al manejo alegre de estos medicamentos por parte de otros especialistas.

Aunque son parte del arsenal terapéutico, no entraré a hacer consideraciones sobre otros medi­camentos antidepresivos como son los inhibidores de monoaminooxidasa (IMAO) porque en realidad en nuestro país son de uso y adquisición muy limitada. Vamos pues, a hacer énfasis sobre los derivados tricíclicos y los inhibidores de recaptación de serotonina y/o noradrenalina.

Como podemos observar en el siguiente cuadro, todos los medicamentos antidepresivos tienen un efecto en más o en menos sobre la esfera sexual; pero también sobre muchos otros sistemas, lo cual sólo nos hace pensar que si ésta es una medicación tan necesaria y diría que a veces vital, entonces debemos conocer la manera apropiada de cómo prescribirla y para eso debemos mantener unos principios terapéuticos que son:

1.     Un diagnóstico asertivo.

2.     Todos estos medicamentos son antidepresivos.

3.     La dosificación debe ser suficiente y adecuarse a

cada caso individual.

4.     La duración del tratamiento debe ser sufi­cientemente larga como para evitar recaídas.

 

 

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5.     Conocer las interacciones con otros medi­camentos y/o alimentos que aumentan, disminuyen o contraindican su uso.

6.     Prevención de los potenciales efectos indeseables, de acuerdo a las otras patologías existentes así como la edad y condición general del paciente o la historia de efectos indeseables con otras sustancias.

En el caso de los efectos adversos sobre el área sexual es muy importante saber que la depresión en sí misma es productora de síntomas sobre la esfera sexual como es la disminución de la libido y que uno de los síntomas tempranos que uno observa en la evolución del paciente es el regreso del interés sexual (libido).

En los diferentes trabajos realizados sobre la frecuencia de los síntomas adversos sobre el área sexual, varios autores coinciden en una cifra entre 16 % y 25 %, y generalmente ocurre al principio del tratamiento y tiene una relación con la dosis y si algo hay cierto en el manejo de la depresión, es que en la depresión severa el sentimiento de tragedia irreversible es tan fuerte que es muy necesario que el médico y el paciente discutan sobre los beneficios y efectos colaterales de la medicación. Como principio general debe tenerse el de comenzar con dosis bajas e ir incrementando lenta y progre­sivamente a fin de minimizar efectos indeseables; es una observación clínica el ver que esta práctica disminuye la aparición de los efectos adversos y por otra parte en muchas oportunidades estos se presentan en mayor o menor intensidad y es posible que de igual manera remitan espontáneamente. Una controversia sería el advertir o no al paciente sobre estos efectos ya que podría predisponer a la aparición de los mismos pero aquí se impone el criterio clínico y el adecuado seguimiento del paciente para decidir sobre esta materia.

Vamos a entrar más específicamente sobre el tema “Efectos secundarios sobre el área sexual”. Como dijimos antes aproximadamente un tercio de los pacientes sometidos a terapia farmacológica antidepresiva presentan consecuencias diversas sobre el área sexual; quizás antes de la expansión del uso de los nuevos antidepresivos, la preocupación por los efectos sexuales era menor y con el que primero se notó más fue con el uso de la clomipramina que fue de los últimos antidepresivos tricíclicos en aparecer. Lo que más se observó fue el retardo en la eyaculación que incluso llevó a que muchos colegas lo usasen en el tratamiento de la eyaculación precoz, usando dosis subterapéuticas. La aparición de los nuevos antidepresivos abrió un campo de esperanzas en cuanto a su eficacia terapéutica y menores efectos secundarios que hacían muchas veces difícil su manejo y causaban deserción de los pacientes al tratamiento y era sobre todo por sus efectos sobre el área sexual, sin embargo, se destaca la excepción del bupropión, nefazodone y mirtazapina como con una menor propensión de producir efectos adversos sobre el área sexual.

Enumeramos a continuación los efectos sexuales más comúnmente vistos:

1.     Disfunción eyaculatoria: en algunos casos hasta deseable y vivida por el paciente hasta de efecto positivo, pero que a veces es manifestada como dolorosa o hasta eyaculación sin orgasmos. Este efecto sobre el orgasmo es tanto para hombres como mujeres y la queja en muchas oportunidades es de perder el interés o tener fatiga sexual.

Este efecto ha sido visto en los tricíclicos, IMAO, inhibidores selectivos de recaptación de seroto- nina (1RS).

2.     Disminución de la libido: la observación clínica debe permitir determinar si éste es un síntoma preexistente o es empeorado por la administración de antidepresivos.

3.     Disfunción eréctil: éste es un efecto más impu­table al efecto anticolinérgico y quizás vamos a ver antes, otros efectos de intolerancia como son, dificultad para orinar, estreñimiento, sudoración, sequedad en la boca, etc., que son muy desa­gradables y que hacen que el paciente dude de seguir adelante con el tratamiento. Hay otro efecto que se debe nombrar, no por su frecuencia sino porque puede constituir una emergencia urológica y que es mediada por el efecto anti-alfa adrenérgico y que ocurre con medicamentos como el trazadone y es el priapismo el cual ocurre independiente de la dosis y aunque usualmente es en el primer mes de tratamiento se puede ver a lo largo del mismo, sin que exista ningún evento que lo anticipe.

Hablaremos ahora de cómo manejar clínicamente estas eventualidades, pues el tratamiento anti­depresivo es con frecuencia cuestión vital, por tanto debe ser continuado a pesar de estos efectos y en nuestra experiencia clínica nos encontramos con la dramática expresión de los pacientes, que es preferible los efectos secundarios que el peso de la depresión.

El enfoque en el manejo de las consecuencias sobre la esfera sexual tiene que ver básicamente con dos aspectos, el primero con el manejo general y el segundo con el manejo farmacológico.

En términos generales un paciente bien informado de su diagnóstico y tratamiento, la intervención comunicacional en bases psicoterapéuticas creando una atmósfera de confianza con calor humano y apoyo profesional ayudará en mucho a que se comprenda que en el proceso terapéutico, no es el médico psiquiatra el que tiene la exclusividad de decisión, sino que es una interacción bidireccional donde el paciente es corresponsable de su trata­miento.

La orientación y formación de la conducta sexual humana así como el uso de técnicas más específicas de terapia sexual tanto individual como de pareja deben ser considerados antes de proponer una intervención farmacológica y aun cuando ésta se haga, no se puede nunca, excluir de la estrategia de tratamiento.

Otra estrategia a usarse y si el estado psíquico del paciente lo permite, es el uso espaciado de las dosis o bien el uso interdiario o sólo de los días de semana, pero para esto debe tomarse muy en cuenta la vida media del medicamento ya que con los de vida media corta se podrían provocar síndromes de descontinuación de difícil manejo.

En relación con el manejo farmacológico de las disfunciones sexuales inducidas por el uso de los medicamentos antidepresivos de deben tener varios puntos en consideración:

1.     No existe ni tratamiento específico ni antídoto de ningún antidepresivo.

2.      Si existen interacciones medicamentosas que pueden provocar graves daños a la salud del paciente, como es en el caso de los que reciben inhibidores de las monoaminoxidasa (IMAO).

3.     Conociendo el mecanismo de acción de los diferentes medicamentos podremos presuponer el efecto secundario que producirán sobre la acetilcolina, noradrenalina, serotonina, dopa- mina.

4.      Generalmente los efectos indeseables sobre la esfera sexual son reversibles.

5.     Existen antidepresivos de muy escaso o nulo efecto adverso sobre el área sexual, tal como el bupropión, nefazodone y mirtazapina.

Los agentes más comúnmente usados para el tratamiento de estas disfunciones son, el bupropión, amantadina, buspirona, yohimbina, ciproheptadina, neostigmina y sildenafil.

Generalmente estos agentes se usan en combi­nación y como coadyudantes del tratamiento antidepresivo y en otras oportunidades la estrategia es el cambiar a un antidepresivo como bupropión, nefazodone o mirtazapina que han demostrado tener menor efecto adverso sobre la esfera sexual.

ESTRATEGIAS EN EL TRATAMIENTO DE LOS EFECTOS INDESEABLES DE LOS MEDICAMENTOS ANTIDEPRESIVOS EN EL ÁREA SEXUAL

Una vez establecido que la disfunción sexual no es previa al tratamiento ni que es debida a otra interacción medicamentosa se debe planificar cómo afrontar junto con el paciente y quizás su pareja, si es que esto es aplicable, la manera de afrontar el problema y por tanto habrían varias propuestas de tratamiento:

1.     Cambiar o agregar otro antidepresivo como los ya mencionados anteriormente (mirtazapina, nefazodone o bupropión) incluso aprovechando características como mejorar el patrón de sueño, efecto ansiolítico, etc. Tanto la mirtazapina como el bupropión están actualmente disponibles en el país. La primera se puede usar en dosis de 30 mg y puede darse en la noche y el segundo en dosis que varían como inicio 75 mg BID e ir progresando a 150 mg bid .

Otra alternativa, aunque más discutida sería el uso del trazadone que aunque tiene menos efectos sobre el área sexual, también es cierto que se le ha responsabilizado de algunos casos de priapismo (erección sostenida y dolorosa) que en sí es una emergencia urológica.

2.     El mítico uso de la yohimbina el cual es un antagonista alfa adrenérgico y por tanto está contraindicado cuando se utilizan IMAO y además hay que tener en cuenta que pueden provocar ansiedad e incluso ataques de pánico, aumenta la sudoración y puede producir cefalea. Algunos proponen su uso de hasta 5,4 mg t.i.d o utilizándolo en dosis única 2 horas antes del intercurso sexual.

3.    El uso de la buspirona que es un medicamento ansiolítico no benzodiacepínico que actúa por vía dopaminérgica y que podría eventualmente mejorar libido y erección. Se utiliza oralmente en dosis de 5 o hasta i0 mg b.i.d.

4.     Otra alternativa es el uso de ciproheptadina, el cual es un conocido antihistamínico con propiedades antagonistas a la serotonina, utilizado como estimulador del apetito y el cual se ha visto que es efectivo tanto en mejorar la libido, como en mejorar la disfunción eréctil y además actúa corrigiendo el retardo en la eyaculación y la anorgasmia producida por los inhibidores selectivos y los inhibidores no selectivos de la recaptación de serotonina así como en algunos tricíclicos que también tienen efecto sobre la recaptación de serotonina y en los IMOA.

La dosis usualmente utilizada es de 2 a 4 mg dos o tres veces al día en su forma de administración oral tanto en tabletas como en jarabe.

5.    El uso de agonistas dopaminérgicos puede mejorar tanto la libido como la función eréctil y estos son como el conocido estimulante metil- fenidato (Ritalin) 5 a i0 mg, siendo recomendado por algunos de media a una hora antes del acto sexual o como medicación habitual hasta cuatro veces al día no recomendándose su uso en horas de la tarde o nocturno por su efecto de quitar el sueño. La amantadina es otro fármaco agonista dopaminérgico, aunque menos usado para mejorar la disfunción sexual derivada del uso de antidepresivo.

ó. La ultima mención sería el uso del sildenafil y las inyecciones intracavernosas para obtener erección, las cuales son efectivas pero se cuestiona su efecto sobre el deseo sexual y recordemos que no necesariamente la eyaculación se acompaña de orgasmo, el cual es como la condición necesaria para la satisfacción sexual.

 

BIBLIOGRAFÍA

1.     Feigner J P, Boyer W F. Diagnóstico de la depresión. Ed. John Wiley and son, 1961.

2.     DSM-IV. American Psychiatry Association 1994. Diagnostic and classification Manual of mental disorders.

3.     Crammer J, Heine B. The use of drugs in psychiatry. 3a edición. Gaskell. Royal College of Psychiatrists, 1997.

4.     Psychotropic Drug Handbook. 7a edición. Perry, Alexander, Liskow American Psychiatric Press, 1997.

5.     Rosenbaum J. American Psychiatric Association 153rd Annual Meeting. May 2000.

6.     American Psychiatric Association. Medical Induced Sexual Dysfunction. May 2000. 153rd Annual Meeting. Gary Sachs.

7.     Stern J, Herman P. MGH Guide to Psychiatry in primary cares T. Slavin McGraw-Hill, 1998.

 

Capítulo 35

ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL

Dr. Antonio Ríos Fabra*

 

Pocas áreas en el campo de las enfermedades infecciosas han cambiado tan profundamente en los últimos 20 años como el de las enfermedades de transmisión sexual (ETS), tanto en el aspecto epidemiológico, como en la diversidad de mani­festaciones clínicas, metodología diagnóstica y nuevos y más potentes alternativas antimicrobianas. Esto incluye la aparición o el reconocimiento de nuevos patógenos y síndromes, la tendencia a la resistencia antimicrobiana en gérmenes anterior­mente susceptibles, el importante incremento de las patologías virales y la facilidad de diseminación de estas patologías a nivel mundial, a consecuencia de los viajes y movimientos migratorios de la población tanto nacional como internacionalmente.

El principal riesgo en la adquisición y transmisión de ETS, es la conducta sexual del individuo, incluyendo el número y la selección de su o sus parejas, así como de sus prácticas sexuales específicas, que pueden facilitar y predecir la eficacia en la transmisión de algunos patógenos. La coinfección con otras ETS, facilita su adquisición así como ciertos indicadores personales como: hábitos higiénicos, orientación sexual, nivel socioeconómico (población rural o urbana), drogadicción, edad y susceptibilidad a infecciones.

La mayoría de los pacientes con síntomas genitales, se abstienen de mantener relaciones sexuales y buscan atención médica, sin embargo, estos síntomas pueden ser mínimos o pasar en ocasiones inadvertidos y los afectados continúan sus prácticas sexuales especialmente los asin- tomáticos, facilitando su transmisión y en personas con múltiples parejas sexuales, diseminando la infección en la población, de aquí la importante tarea del médico en asegurar la notificación y el tratamiento de la pareja sexual lo más pronto posible.

El uso de regímenes terapéuticos efectivos, un apropiado despistaje de ETS en individuos asintomáticos, la educación y sana orientación de los pacientes, la pronta evaluación y tratamiento de las parejas sexuales así como la utilización de técnicas de inmunización en aquellas infecciones sexualmente transmitidas y prevenibles por vacunas, son actividades que debe realizar todo médico que se enfrente a este problema de salud.

En este capítulo abarcaré los principales aspectos clínicos, diagnósticos, terapéuticos y preventivos, en forma actualizada, de las principales causas de ETS, sin incluir la infección por virus de inmuno- deficiencia humana / SIDA que por la importancia del mismo será tratado en forma separada en otro capítulo del libro.

SÍFILIS

Es una enfermedad sistémica causada por el Treponema pallidum que se transmite principalmente por contacto sexual, por vía transplacentaria (sífilis congénita) y más raramente por transfusiones sanguíneas o accidentes laborales. No obstante la sífilis puede transmitirse besando o tocando una persona con lesiones activas en boca, cavidad oral, senos o genitales.

Una vez que el T. pallidum se introduce a través de la membrana mucosa intacta o por la piel lacerada, en las primeras horas o días, entra al sistema linfático y al torrente sanguíneo, diseminándose por todo el organismo. El período de incubación y las manifestaciones clínicas iniciales dependerán proporcionalmente a la concentración del inóculo infectante.

Clínicamente la sífilis se divide en las siguientes fases: incubación, primaria, secundaria, latente y fase tardía. El período de incubación es de aproxi­madamente 3 semanas (3-90 días), apareciendo en el sitio de entrada en la piel o mucosa, una pápula eritematosa no dolorosa, de 0,5 a 2 cm de diámetro, que en los días sucesivos se ulcera, adquiriendo el típico aspecto de chancro (sífilis primaria). Fre­cuentemente la superficie de la úlcera se cubre de un exudado amarillo-grisáceo, rodeado por un margen levemente indurado. Aunque por lo general lo característico es la presencia de una lesión solitaria, pueden presentarse varias, acompañadas de aumento moderado de los ganglios linfáticos inguinales o regionales al sitio de la lesión. La localización del chancro, generalmente es en los genitales externos, pero puede presentarse en la mujer en el cuello uterino, boca, región perianal y canal anal y en hombres homosexuales en área perianal, canal anal y boca. Estas lesiones primarias generalmente cicatrizan en forma espontánea en 3-6 semanas, pudiendo permanecer mayor tiempo en pacientes inmunosuprimidos.

Luego de 2 a 8 semanas de la aparición del chancro se inicia la fase secundaria o diseminada, que se presenta en un 25 % de los pacientes que no recibieron tratamiento en la fase primaria y consiste en una serie de manifestaciones sistémicas producto de la reacción tanto infecciosa como inflamatoria e inmunológica, como consecuencia de la dise­minación y multiplicación del treponema en el organismo. Se caracteriza inicialmente por la aparición de una erupción generalizada de inicio macular, y luego maculo-papular y/o pustular, en ocasiones coexistiendo en forma simultánea, pudiendo empezar en las zonas del tronco y proximal de las extremidades, para luego extenderse en pocos días, incluyendo palma de las manos y planta de los pies. Estas lesiones papulares en ocasiones conver­gen, produciendo una placas altamente infectantes (condylomata lata). Estas manifestaciones cutáneas pueden durar entre varios días a algunas semanas y se acompañan de signos y síntomas generales, como: cefalea, debilidad, odinofagia, pérdida de peso, fiebre moderada, mialgias, alopecia y adeno- megalias, entre otras. El sistema nervioso central puede afectarse en la fase treponémica hasta en un 40% de los pacientes, incluso manifestarse con cuadro de meningismo o meningitis aséptica, afectación de nervios craneales y/o alteraciones visuales y auditivas. Virtualmente cualquier órgano del cuerpo humano puede afectarse, en forma de: glomerulonefritis, gastritis, hepatitis, uveítis, sinovitis, osteítis, etc, de allí que se la llame a la

sífilis, la gran simuladora.

La historia natural de la sífilis secundaria es la resolución espontánea de todos los síntomas por un período prolongado de varios años y donde sólo se diagnostica la enfermedad por la pruebas serológicas, a esta fase asintomática se la denomina sífilis latente, sin embargo, pueden transmitir la infección, especialmente por vía transplacentaria, en una mujer embarazada o por transfusión sanguínea. La fase latente se subdivide en latente precoz, hasta un año de adquisición de la infección y latente tardía (más de un año).

Fase tardía o sífilis terciaria: Las manifestaciones clínicas de este período se presentan entre 2-30 años después de la infección primaria y la mayoría de las alteraciones sistémicas que produce son hallazgos de autopsia, sin embargo, su incidencia dependerá de lo acucioso que sea el clínico en buscar sus manifestaciones. Puede presentarse en forma benigna como goma que son lesiones nodulares, tipo granulomatosas no dolorosas, que aparecen más comúnmente en, piel, tejido mucocutáneo o alrededor de la superficies óseas, pero pueden ubicarse en cualquier lugar del organismo, hasta manifestaciones más severas como afectación cardiovascular con aortitis y alteraciones aneurismáticas o neurosífilis con tabes dorsalis, trastornos maníaco-depresivos, psicosis, demencia secundarios a procesos de desmielinización y degeneración del SNC o acci­dentes cerebro vasculares, provocando afasia, hemiparesia, etc.

Las manifestaciones clínicas de la sífilis pueden modificarse en presencia de pacientes inmuno- suprimidos especialmente VIH/SIDA ya que en ellos pueden concurrir sífilis primaria y secundaria simultáneamente, así como persistencia del chancro o presentaciones fulminantes con afectación neurológica precoz.

Diagnóstico

El método más rápido, específico y sensible para diagnosticar la enfermedad es la toma directa de muestra de una lesión primaria o secundaria y la visualización del treponema en microscopio con campo oscuro o por técnicas de inmunofluorescencia. En ocasiones la espiroqueta puede demostrarse en material de biopsia con coloraciones de plata. Dentro de las pruebas serológicas, la más usada es el VDRL, que es una reacción de aglutinación no treponémica, con una alta sensibilidad (mayor del 95 %) en las fases secundaria y de latencia de la sífilis para luego disminuir progresivamente en fases tardías. Es un método sencillo, económico y al alcance de cualquier laboratorio de rutina, de buena utilización como método de despistaje en la población general. En el período inicial de las manifestaciones clínicas de la sífilis primaria (10-14 días), la prueba es negativa o débilmente positiva. En general la prueba se hace no reactiva luego de 1-2 años de haber recibido el tratamiento, sin embargo, un grupo de pacientes pueden quedar con títulos bajos de VDRL por tiempo prolongado, especialmente aquellos tratados en fase secundaria. Existen diversas causas que pueden provocar un VDRL falso positivo (Tabla 35.1).

Para el diagnóstico de confirmación serológica se utiliza el FTA-absorbido, que es una prueba treponémica específica de anticuerpo, es más compleja, requiere de correcta estandarización y buen entrenamiento en su interpretación, es altamente específica y sensible (más del 95%) y se mantiene positiva de por vida a pesar del tratamiento, en la mayoría de los casos.

Tratamiento

El Treponema pallidum es altamente sensible a penicilina, no habiéndose reportado resistencia hasta ahora. Penicilina benzatínica 2 400 000 Uds. IM (dosis única), es la terapia de primera elección tanto para sífilis primaria, como secundaria y/o latente precoz (menos de 1 año). En casos de sífilis latente tardía o sífilis de tiempo desconocido, se recomien­dan 3 dosis de penicilina benzatínica 2 400 000 Uds. IM (una cada semana). En aquellos pacientes que no responden al tratamiento, basados en que los títulos de VDRL no disminuyeron al menos 4 veces del título original luego de transcurrido un año del tratamiento, pueden ser de nuevo tratados con un curso de 3 dosis de penicilina benzatínica, pero es importante asegurarse que sus contactos fueron tratados, porque la falta de respuesta serológica puede deberse a reinfecciones. Paciente alérgicos a la penicilina pueden ser tratados con doxiciclina 100 mg VO B.I.D por 14 días en sífilis primaria, secundaria o latente precoz y por 28 días en fase latente tardía.

En neurosífilis hay evidencias que señalan que la penicilina benzatínica no alcanza niveles efectivos en el SNC, por lo que se recomienda el uso de penicilina cristalina 18-24 millones Uds. endo­venosa (3-4 millones cada 4 horas) por 10-14 días. Otra alternativa en pacientes alérgicos a la penicilina es ceftriaxona 2 g EV o IM diaria por 10-14 días o intentar técnicas de desensibilización a la penicilina.

GONORREA

Es una infección bacteriana producida por un diplococo gramnegativo no esporulado (Neisseria gonorrhoeae) que a excepción de la forma perinatal, se transmite casi exclusivamente por contacto sexual. Afecta primariamente las membranas mucosas del tracto genital inferior y en menor frecuencia del recto, orofaringe y conjuntivas. El riesgo de adquisición de la infección dependerá entre otras variables del número de parejas sexuales, factores individuales de susceptibilidad a la infección y tipo de prácticas sexuales (promiscuidad, nuevas parejas y asociación con drogadicción) entre otras.

El riesgo de transmisión de una mujer infectada a un hombre es de aproximadamente un 20 %, por cada relación sexual vaginal, pudiendo aumentar a un 60-80 % luego de 4 o más exposiciones. La transmisión de hombre a mujer, aunque no ha sido tan estudiada, es de aproximadamente un 50 % a 70 % por contacto. La transmisión de la infección mediante relaciones anales o sexo oral es menos frecuente, debido a que el epitelio estratificado de estas mucosas dificulta la penetración del gonococo, no así el epitelio cilíndrico de las mucosas uretrales y del cuello uterino.

El período de incubación es variable pero relativamente corto (entre 2-7 días), en los hombres puede presentarse en forma asintomática en un 10 % de los casos y en las mujeres, entre 40-50 % no tienen síntomas reconocibles hasta provocar en ellas complicaciones tardías como enfermedad infla­matoria pélvica, esterilidad o embarazo ectópico. En el hombre el síntoma más frecuente es la secreción uretral y la disuria, generalmente sin polaquiuria ni urgencia miccional, pero en ausencia de oportuno tratamiento, pueden presentarse complicaciones locales como: epididimitis aguda (con aumento testicular generalmente unilateral y dolor escrotal) y más raramente linfangitis del pene, absceso periuretral, prostatitis aguda, vesiculitis seminal y celulitis genital; complicaciones éstas que gene­ralmente mejoran al iniciar la terapia adecuada. En mujeres aunque se puede aislar de la mucosa uretral o del recto, su principal manifestación es la secreción por el cervix, que aunque se presenta en la mayoría de las infectadas, pasa desapercibida o con muy escasos síntomas, sin embargo, puede haber flujo vaginal, disuria, cervicitis y dolor abdominal o pélvico usualmente asociado a salpingitis. Al examen ginecológico puede haber exudado muco- purulento cervical, edema local, secreción purulenta por la glándula de Bartolino, dolor pélvico o simplemente ausencia de hallazgos característicos. Otras manifestaciones clínicas pueden ser: conjun­tivitis purulenta, usualmente por auto inoculación en personas con gonorrea genital, así como gingivitis y abscesos en cavidad oral y especialmente en mujeres por extensión del gonococo de las trompas de Falopio a la cápsula hepática se pueden presentar cuadros de perihepatitis aguda (síndrome de Fitz- Hugh-Curtis) que pudieran simular colecistitis o hepatitis virales. Entre 0,5 % a 3 % de las personas infectadas se presenta en forma diseminada con: poliartritis, artritis sépticas, meningitis, endocarditis y/o síndrome de dificultad respiratoria del adulto.

Diagnóstico

El diagnóstico microbiológico dependerá de la capacidad de aislar el gonococo directamente de las secreciones uretrales, cervicales o del material purulento.

La tinción de Gram y la visualización de diploco- cos gramnegativos dentro de los polimorfonucleares en un paciente sintomático tiene una sensibilidad de 95 % a 98 % con una especificidad mayor del 95 % para los hombres, en la mujer, la sensibilidad del método es menor (40-60 %) aunque mantiene la misma especificidad que en el hombre. En pacientes asintomáticos o en muestras orofaríngeas o rectales, se pierde tanto la sensibilidad como la especificidad y por lo general no se recomienda su utilización. La toma de muestra de la secreción mediante hisopado y el pronto envío al laboratorio, para la siembra en cultivos selectivos confirmará el diagnóstico microbiológico. Recientemente se están utilizando otros métodos diagnósticos mediante inmunodeter- minaciones enzimáticas, anticuerpos monoclonales fluorescentes o por reacciones de cadena de polime- rasa o ligasa, con alta sensibilidad y especificidad pero más costosas o sólo al alcance de algunos laboratorios microbiológicos de referencia.

Tratamiento

Aunque los patrones de susceptibilidad antimicrobiana pueden variar ampliamente entre diversas áreas geográficas y grupos poblacionales, la sensibilidad de Neisseria gonorrhoeae a una amplia variedad de antimicrobianos se ha mantenido. Actualmente se considera que para garantizar el éxito terapéutico, los regímenes deben tener una eficacia cercana al 100 %, no debiendo utilizarse ningún antibiótico con sensibilidad menor del 95 %. Hasta hace más de una década, la sensibilidad del gonococo a la penicilina era extremadamente alta, sin embargo, en los últimos años y a nivel mundial es cada vez más frecuente los reportes de resistencia de este microorganismo por producción de betalactamasas, por lo que no es conveniente utilizar penicilina en general. Otra consideración con relación al tratamiento es que en 15 % a 25 % de las infecciones gonocócicas en hombres, así como en 35- 50 % en las mujeres, existe una coinfección con Chlamydia trachomatis, por lo que se justifica tratamiento simultáneo empírico de rutina (costo- eficacia).

En infecciones genitales no complicadas se recomienda por su comodidad y alta eficacia el empleo de dosis única de: ciprofloxacina 500 mg VO u ofloxacina 400 mg o cefixime 400 mg, pudiendo combinarla para erradicar la coinfección con C. trachomatis con doxiciclina 100 mg oral dos veces al día por 7 días o dosis única de 1 gramo de azitromicina. En infecciones gonocócicas dise­minadas, se recomienda: ceftriaxona 1 gramo IM o IV cada 24 horas o cefotaxime 1 gramo IV cada 8 horas o ciprofloxacina 200 mg IV cada 12 horas por los primeros 2 días y luego pasar a regímenes vía oral de cefixime 400 mg B.I.D o ciprofloxacina 500 mg B.I.D por 7 días más. En epididimitis aguda se prefieren cursos de tratamiento no menor de 10 días.

Es importante insistir en realizar cultivos y antibiograma para gonoccos en forma periódica ya que en algunos países se están describiendo patrones de resistencia a quinolonas, entre otros. Así como el adecuado tratamiento a las parejas sexuales de los pacientes infectados aunque no tengamos su diagnóstico microbiológico.

CLAMIDIA

Chlamydia trachomatis, constituye la bacteria más frecuentemente productora de infecciones por transmisión sexual. El recién nacido, tiene un riesgo entre 60-70% de adquirir la infección a través del canal del parto de una madre infectada, presen­tándose con conjuntivitis neonatal y eventualmente neumonía, sin embargo, las infecciones del tracto genital especialmente en adolescentes y adultos jóvenes es la forma más frecuente de presentación clínica. Debido al largo ciclo de crecimiento de la bacteria (48-72 horas) se presenta un período de incubación prolongado entre 1 y 3 semanas. Aunque la eficiencia de la transmisión sexual de la clamidia no se conoce con exactitud, diversos estudios han revelado que hasta un 85 % de las mujeres tienen la infección adquirida de sus parejas masculinas infectadas, pero es importante destacar que el 70 % de ellas, están asintomáticas y en caso de no ser tratadas la infección puede persistir por años.

Un importante factor de riesgo de infección por C. trachomatis es la coinfección con Neisseria gonorrhoeae, encontrándose en un 20 % de los hombres y en un 40 % de las mujeres infectadas.

La manifestación clínica más frecuente, es la uretritis no gonocócica en hombres, generalmente acompañada de piuria y secreción mucosa o mucopurulenta blanquecina o grisácea, y en menor grado a la de la gonorrea de escasa cantidad y más evidente en las mañanas. Muy frecuentemente pueden presentarse como uretritis post-gonocócicas. Las complicaciones más frecuentes de la infección primaria en el hombre son: epididimitis, prostatitis, artritis reactiva (incluyendo síndrome de Reiter) y transmisión a la pareja sexual. En las mujeres, la mayoría son asintomáticas, sin embargo, pueden presentarse con flujo vaginal por la presencia de cervicitis, sangramiento genital, dolor abdominal inferior leve o disuria que refleja la asociación con uretritis. El 8-10 % de las pacientes con cervicitis pueden presentar salpingitis aguda o enfermedad inflamatoria pélvica. Las consecuencias a largo plazo de esta infección son la infertilidad por alteración tubárica, embarazo ectópico o síndrome de dolor pélvico crónico.

Diagnóstico

Debido a que C. trachomatis es un patógeno intracelular obligatorio, requiere para su aislamiento de cultivos en sistemas celulares, sin embargo, la sensibilidad (80-90 %) de este método disminuye si las muestras de secreciones no han sido correc­tamente obtenidas, transportadas o procesadas en laboratorios altamente capacitados, de allí, que se utilizan otras alternativas diagnósticas. En la tinción de Gram no se observan los microorganismos al igual que en la prueba de Papanicolaou, por lo que recientemente se utilizan técnicas de inmuno- fluorescencia con anticuerpos monoclonales o pruebas de amplificación del ADN como la reacción de cadena de ligasa (LCR) o de polimerasa (PCR), que pueden mejorar la sensibilidad en comparación a los cultivos y se procesan preferiblemente a través de la orina y secreciones vaginales o cervicales y no de hisopados uretrales, ya que la secreción uretral inhibe el proceso de amplificación del ADN, disminuyendo su poder diagnóstico.

Tratamiento

Doxiciclina 100 mg vía oral dos veces al día por

7    días como la azitromicina 1 gramo dosis única oral, son igualmente efectivas (90%), prefiriéndose esta segunda alternativa por la facilidad posológica, siendo también útil y no contraindicado en mujeres embarazadas infectadas. De las quinolonas, la ofloxacina 300 mg vía oral dos veces al día por 7 días, ha demostrado resultados parecidos a azitro­micina, pero su uso no está autorizado en mujeres embarazadas ni en adolescentes y su costo es mayor. Todas las parejas sexuales dentro de los 60 días de haberse realizado el diagnóstico, deben ser evaluadas y tratadas con igual esquema, incluso si el último contacto sexual fue anterior, debido al largo período de latencia de esta infección.

LINFOGRANULOMA VENÉREO

Es la infección de transmisión sexual producida por una variedad serológica de Chlamydia trachomatis y que se diferencia de los otros serotipos porque es más invasiva y tiene un especial tropismo por los tejidos linfáticos. Es una enfermedad endémica en África, India, sudeste asiático y Latinoamérica, incluido el área del Caribe. Clíni­camente la infección se presenta de 6 a 10 veces más frecuente en hombres que en mujeres, en ellos la infección puede ser transmitida cuando la lesión ulcerosa primaria cicatriza, sin embargo, en el sexo femenino puede permanecer la infección asinto- mática a nivel cervical por varios meses, como reservorio. El período de incubación varía entre 5 a

21   días.

Es una infección crónica que se presenta clínicamente en tres etapas. La lesión primaria, consiste en una pequeña pápula o úlcera poco sintomática en genitales externos, puede dar manifestaciones uretrales si existen lesiones a ese nivel y cura sin dejar cicatrices, por lo general pasa inadvertidamente. La fase secundaria ocurre en días o semanas luego de la lesión primaria y se caracteriza por adenopatías regionales generalmente inguinales, que se forman a consecuencia de la reacción local de los macrófagos conteniendo en su interior Chlamydia trachomatis. Son por lo general dolorosas, con reacción inflamatoria local, eritema, pudiendo formar una masa emplastronada, generalmente unila­teral que en ocasiones se rompe espontáneamente, formando abscesos, fístulas o trayectos sinuosos. Esta fase secundaria se acompaña de manifestaciones sistémicas que incluyen: fiebre, escalofríos, mialgias, cefalea, pérdida de peso incluso meningo- encefalitis, neumonía, poliartritis y eritema nodoso. En ausencia de tratamiento esas manifestaciones, especialmente locales se mantiene entre 2 y 8 semanas, para posteriormente pasar a la fase terciaria, donde el tejido inflamado y las adenopatías son sustituidas por material fibrótico, presentándose reacciones granulomatosas hipertróficas, con ulceraciones especialmente en los genitales externos y con extensión a los miembros inferiores.

Diagnóstico

Chlamydia trachomatis se aisla de las lesiones activas en menos del 30% de los casos, aunque con la coloración de Giemsa pueden visualizarse las características inclusiones intracelulares de la

Chlamydia trachomatis hasta en un 50 %. Existen otros métodos de ayuda como la inmunofluorescencia directa o la determinación serológica de anticuerpos, que tiene mayor valor al hacerlo en forma seriada (mínimo dos determinaciones).

Tratamiento

La susceptibilidad antimicrobiana de la Chlamydia trachomatis productora de linfo- granuloma venéreo es semejante al resto de las chlamidias, por lo que tetraciclinas, especialmente doxicilina 100 mg vía oral B.I.D por 21 días es el tratamiento de primera elección tanto en la fase primaria como secundaria, otras alternativas pero con menor índice de erradicación bacteriológica son: eritromicina 500 mg vía oral Q.I.D por 21 días, rifampicina, cloranfenicol o sulfas. Aunque la antibióticoterapia actúa rápidamente en la mejoría de las manifestaciones sistémicas, por lo general, es poco efectiva en la fase tardía o en la resolución local de las lesiones avanzadas.

CHANCRO BLANDO

Se denomina chancro blando, para diferenciarlo del chancro duro de la sífilis, a la infección que se transmite sexualmente producida por el Haemophylus ducreyi, un coco bacilo pequeño, gramnegativo, de distribución mundial que se presenta preferentemente en personas de bajas condiciones socioeconómicas y hábitos higiénicos deficientes. Sólo el 10 % de los casos reportados son del sexo femenino, ya que generalmente no son lesiones clínicamente evidentes ni sintomáticas. El período de incubación varía entre 1 día y algunas semanas (promedio de 5-7 días). Generalmente las lesiones se presentan en el área genital y perianal, inicialmente como una pápula con bordes inflamatorios que rápidamente se ulcera, poco dolorosa, rodeada de un halo eritematoso. En el hombre especialmente no circuncidado, las lesiones se presentan en el prepucio, y en la mujer en genitales externos, región perianal y porción interna de los muslos. Es poco usual ver úlceras en el cervix o en las paredes vaginales. La apariencia de las lesiones se confunde con las de la sífilis, herpes o linfogranuloma venéreo. En la mitad de los pacientes se presentan linfadenomegalias dolorosas regionales, que si no son tratadas pueden supurar y provocar reacciones granulomatosas crónicas.

Debe obtenerse material mediante hisopado de la base de la úlcera o por aspiración del granuloma. La coloración de Gram es de ayuda presuntiva al visualizar coco bacilos gramnegativos. El cultivo en medios selectivos tiene una sensibilidad del 80% si son tomados directamente del chancro blando, especialmente en hombres.

El H. ducrey puede también diagnosticarse por técnicas más sofisticados como PCR o inmuno- serología pero solamente restringidas a laboratorios de referencia.

Tratamiento

Por la comodidad posológica, la azitromicina 1 gramo vía oral en dosis única es el tratamiento de primera elección, otras alternativas efectivas son: ceftriaxona 250 mg dosis única intramuscular, ciprofloxacina 500 mg vía oral B.I.D por 3 días o eritromicina 500 mg vía oral cada 6 horas por 7 días. Debido al creciente aumento de la resistencia a tetraciclinas, ampicilina y sulfas, estas drogas no se recomiendan actualmente.

Además de la antibióticoterapia, es necesario el drenaje por aspiración de los nódulos fluctuantes para evitar su ruptura, formación de granulomas y posterior cicatrización fibrótica. Es importante identificar a las parejas sexuales de los pacientes y tratarlas en forma efectiva aunque no tengan síntomas (portadores).

GRANULOMA INGUINAL

Es una enfermedad ulcerativa, crónica y progre­siva, localizada generalmente en el área genital, causada por un bacilo gramnegativo, pleomórfico, encapsulado, Calymmatobacterium granulomatis, conocido anteriormente como Donovania granulomatis y a la enfermedad como Donovanosis.

Es una patología, que aunque se describe fundamentalmente en el sudeste de la India, Nueva Guinea y parte central de Australia, se han descrito casos en el Caribe y en parte de Sudamérica, especialmente en Brasil. Aunque se asume que es una infección de transmisión sexual, el reporte de casos en niños y la localización extragenital de algunas lesiones plantea otra forma alternativa de contagio.

Luego de un período de incubación variable (8- 80 días), se presenta la lesión primaria en forma de pápula, generalmente es la puerta de entrada de la bacteria, que rápidamente se ulcera, progresando los bordes en forma granulomatosa altamente vascularizados, el fondo de la lesión ulcerosa generalmente no es dolorosa y con muy escasa o ausente secreción a excepción de estar secun­dariamente infectada. La localización de las lesiones más frecuentes son en prepucio y en el surco coronal en el hombre y en los labios externos en la mujer, sin embargo, pueden localizarse lesiones anales en homosexuales así como lesiones cervicales. Con frecuencia aparecen lesiones satélites por auto inoculación que tienden a confluir con posterior cicatrización y deformidad local por infiltración subcutánea con compromiso linfático.

Diagnóstico

Recientemente se han diseñado técnicas de cultivo celulares para el aislamiento del Calymma- tobacterium granulomatis, parecidas a las utilizadas para el aislamiento de clamidias, pero sólo es posible su realización en laboratorios de referencia, así como los métodos de serología e inmuno- fluorescencia. Para su confirmación diagnóstica se requiere de una muestra por biopsia, tomada del borde activo de la lesión y coloreada con Wright, Giemsa o plata, visualizándose los cuerpos de Donovan, representados por pequeñas estructuras en racimos localizadas en el interior del citoplasma de grandes células mononucleares.

Tratamiento

En general el tratamiento evita la progresiva destrucción de los tejidos y para evitar recaídas, debe mantenerse hasta que se completa la epitelización de las lesiones, desde el borde hacia el centro inicial, lo cual puede durar varias semanas, dependiendo del tamaño de las mismas. Doxicilina 100 mg vía oral dos veces al día o trimetoprim-sulfa dos tabletas dos veces al día por un mínimo de 3 semanas, generalmente son eficaces, otras alternativas son ciprofloxacina 750 mg vía oral o eritromicina (mujeres embarazadas) 500 mg cada 6 horas. Recientemente la azitromicina, por la capacidad de concentrarse dentro del macrófago infectado a dosis de 1 gramo semanal por 4 semanas ha demostrado excelente respuesta.

HERPES GENITAL

Es una inflamación aguda del área genital masculina o femenina, producida en forma primaria

o  recurrente por el virus herpes simplex (VHS), subtipos 1 y 2, siendo el VHS-2 el más frecuen­temente involucrado en herpes genital (90 %).

La infección se transmite por contacto personal estrecho entre las superficies cutáneo-mucosas infectadas de una persona y la piel lacerada o traumatizada y/o membranas mucosas del receptor. Inicialmente, el virus invade las células epiteliales y posteriormente es transportada vía tejidos neurales, hacia los ganglios sensorios regionales donde se mantendrá toda la vida del individuo en forma latente, independientemente de su condición inmunológica, por lo que en ocasiones se reactivará, de manera espontánea o inducida por estímulos variables como: traumatismos, fiebre, menstruación, luz ultravioleta, relaciones sexuales o tensión emocional.

El ser humano es el único reservorio natural de la enfermedad y no se han descrito vectores capaces de transmitir la infección. Es de distribución universal y en países o grupos de poblaciones donde se ha querido estudiar su frecuencia en base a la presencia serológica de los anticuerpos se han encontrado cifras variables entre 10-70 % de la población, aumentando progresivamente en función de la edad, número de compañeros sexuales, prácticas sexuales (homosexuales, no utilización de anti­conceptivos de barrera, etc.) o antecedentes de otras enfermedades de transmisión sexual.

Existe una cierta reactividad cruzada inmu- nológica entre las infecciones producidas por ambos serotipos (1 y 2) por lo que una infección preexistente por uno de los serotipos pudiera conferir protección a una nueva infección por el otro, en este sentido se ha visto que las mujeres que tienen anticuerpos contra serotipo VHS 1 tienen menor incidencia de anticuerpos VHS2 y viceversa, incluso la sintoma- tología clínica de la infección por VHS2 es mayor en aquellas que no tienen anticuerpos VHS 1 y el riesgo de adquirir infección por VHS 2 es 3-4 veces mayor en mujeres que no tienen anticuerpos VHS 1 que en aquellas que previamente lo tenían.

El período de incubación luego del contacto sexual infectante es de 3 a 7 días en promedio, sin embargo, la mayoría de las infecciones primarias son asíntomáticas. En algunos pacientes y más frecuentemente en las mujeres, la infección inicial puede producir intensos síntomas de prurito en genitales, eritema, disuria, adenomegalias regio­nales, fiebre, cefalea, mialgias y malestar general, pero generalmente, los primeros episodios reconocibles de la infección son por reactivación de focos latentes y no provocados por una infección exógena de reciente adquisición, lo que con frecuencia genera en parejas monógamas sin antecedentes herpéticos conocidos, una confusión y ansiedad que conviene ser aclarada por el médico.

Aunque los pacientes con manifestaciones clínicas activas de herpes genital, transmiten fácilmente la infección a través de sus secreciones genitales y perineales, se ha demostrado que individuos infectados pero sin signos externos ni síntomas pueden transmitir la enfermedad a sus parejas, por lo que evitar contacto sexual sólo en las fases sintomáticas no es efectivo para controlar su transmisión.

Las manifestaciones más frecuentes de herpes genital en la mujer es una vulvovaginitis, con la presencia de vesículas precedidas por eritema y sensación de ardor en labios menores e introito vaginal, que pueden extenderse hacia clítoris, labios mayores, región perianal, glúteos y muslos. Las vesículas pueden rápidamente romperse y ser recubiertas por un exudado amarillento-grisáceo o evolucionar, formando pústulas y costras en los días sucesivos, en ocasiones, las vesículas pueden confluir formando ampollas y largas áreas de ulce­ración parecidas a quemaduras. Puede presentarse, especialmente en las infecciones primarias, una cervicitis con exudado mucoso profuso, asociado a vulvovaginitis.

En el hombre, las lesiones son muy similares a la mujer y se localizan preferentemente en el prepucio, glande y con menor frecuencia en escroto, nalgas y muslos.

Entre 60 % a 90 % de las personas que presentan infección clínica por herpes genital, tendrán uno o más episodios de recurrencia durante los años subsiguientes, siendo menos frecuente la producida por VHS-1. Por lo general, las recurrencias son clínicamente más leves y cortas, circunscritas en su área de aparición y con ausencia o pocas manifestaciones generales. Sin embargo, hay que tener en cuenta que pueden presentarse algunas complicaciones especialmente en pacientes inmunocomprometidos (oncológicos, en quimio­terapia, recibiendo esteroides, diabéticos, SIDA, etc.) o mujeres embarazadas con enfermedad diseminada cutánea, pudiendo asociarse con meningitis aséptica, hepatitis, artritis y neumonitis intersticial, presentaciones estas con una alta mortalidad.

Diagnóstico

Aunque el diagnóstico de herpes genital usualmente se hace en base a las manifestaciones clínicas de la enfermedad, es importante excluir otras causas de lesiones ulcerosas. La prueba confirmatoria es el aislamiento del virus en cultivos celulares, sin embargo, se requieren algunos días para su resultado y no está al alcance de muchos laboratorios.

Una técnica sencilla y rápida aunque menos sensible, es la prueba de Tzanck, que consiste en la toma directa de una muestra de la base de la lesión ulcerosa o de la vesícula y su tinción con Wright o Giemsa o Papanicolaou y la visualización de células gigantes con inclusiones intranucleares.

Actualmente existen técnicas de diagnóstico rápido más sensible y específicas como inmuno- fluorescencia con anticuerpos monoclonales de HVS-

1   y 2 así como técnicas de amplificación genética, especialmente diseñados para laboratorios de referencia o investigación. Las determinaciones serológicas de IgM e IgG de HVS-1 y 2, pueden ser de ayuda diagnóstica para el descarte de infección primaria (IgM) o reactivaciones (IgG).

Tratamiento

No existe actualmente ningún tratamiento que erradique la infección latente por virus herpes simples. Por lo general las drogas antivirales que se utilizan en esta infección, actúan acortando el curso de la enfermedad clínica, reduciendo la severidad de la infección primaria o recurrente o cuando se usa en forma diaria para evitar frecuentes recaídas, sin embargo, estas drogas una vez descontinuadas en su uso, no afectan ni el riesgo ni la frecuencia ni la severidad de las recurrencias.

El tratamiento tópico a base de cremas antivirales no ha probado ser tan efectivo como la terapia oral o parenteral por lo que no se recomienda. Actual­mente existen 3 drogas de acción antiherpética: Aciclovir, valaciclovir y famciclovir. Las dosis utilizadas dependerán de si el episodio de herpes genital es el primero clínicamente evidente o son recurrencias y es importante educar al paciente en el reconocimiento precoz de sus primeras mani­festaciones, ya que mientras más prematuro se inicie la terapia, generalmente se hace más corta la sintomatología. Los esquemas de tratamiento recomendados son:

Para una infección primaria genital en inmunocompetentes: aciclovir: 400 mg VO T.I.D V.O. por 10 días o valaciclovir 1000 mg VO B.I.D por 10 dias o famciclovir: 250 mg VO T.I.D por 5­10 días. En herpes recurrente: aciclovir: 400 mg VO T.I.D por 5 días o valaciclovir 500 mg VO B.I.D por

5   días.

En aquellos pacientes con recurrencias frecuentes (6 o más episodios al año), la utilización de esquemas de terapia supresiva, (aciclovir 400 mg VO B.I.D o valaciclovir 500 mg VO día por un año), reduce en 75-80% esos episodios. Así como en aquellos pacientes con inmunosupresión conocida (leucemias, linfomas, quimioterapia, terapia esteroidea, etc.) en los que nuevos episodios de recurrencia pudieran diseminarse o complicarse, deberán recibir trata­miento (a igual dosis), mientras dure la causa de su inmunosupresión.

En enfermedad herpética severa o con compli­caciones que ameriten hospitalización como: infección diseminada, neumonitis, hepatitis, meningoencefalitis, etc. se prefiere la vía parenteral endovenosa con aciclovir 5 mg/kg cada 8 horas por 7-10 días.

VIRUS PAPILOMA HUMANO

Es una de las enfermedades virales sexualmente transmitidas con mayor frecuencia y se describen más de 20 tipos distintos capaces de producir infección genital, aunque en la mayoría de las veces son asintomáticas, subclínicas o no reconocidas; las lesiones se caracterizan por el aspecto verrugoso (verruga genital) denominándose condyloma acuminata de región ano-genital.

El virus del papiloma humano (VPH) puede producir tumores epiteliales escamosos tanto en la piel como en las membranas mucosas de cualquier parte del organismo: Las lesiones genitales se consideran infecciones de transmisión sexual, ya que dos tercios de sus parejas sexuales las poseen y su incidencia aumenta con la actividad sexual y la promiscuidad.

El período de incubación es variable, apareciendo las lesiones verrugosas entre 3-4 meses luego de la inoculación, sin embargo, pueden aparecer tan precoz como 6 semanas o tan prolongado como 2 años. Una vez que invade el virus las células de la superficie de epitelios y mucosas, provoca una proliferación de la superficie del tejido epitelial con cambios que van desde acantosis, paraqueratosis e hiperqueratosis, adquiriendo el tejido afectado una apariencia papilomatosa, a su vez algunos tejidos infectados desarrollan una excesiva proliferación de las células basales con disqueratosis lo que puede poste­riormente desencadenar en lesiones premalignas o malignas.

Las manifestaciones clínicas de la infección anogenital por VPH son generalmente asintomáticas, pero pueden ocasionalmente provocar prurito y sensación de quemadura local, pueden aparecer verrugas planas, proyectadas por encima de la piel con una base bien capilarizada (30 %). Estas lesiones aplanadas se mantienen estables, aunque pueden proliferar formando lesiones exofíticas, con riesgo de cambios displásicos y progresión a carcinoma in situ.

En mujeres, las lesiones se localizan predo­minantemente en la parte posterior del introito, seguido de los labios, clitoris, vestíbulo vaginal y región perianal y 30% de las que tienen infección en la vulva presentaran alteraciones en vagina y cervix.

En hombres no circuncisados, el prepucio es la zona más frecuentemente afectada, seguida del cuerpo del pene, escroto y área perianal. Aunque ha sido descrita la transformación maligna del condiloma anal, la asociación entre displasia anorectal o cáncer e infección por VPH ha sido solo recientemente reconocida en hombres homosexuales.

Diagnóstico

Debido a que el VPH no crece en cultivos tisulares, su identificación debe realizarse en base a su aspecto macroscópico de las lesiones o que toman un color blanquecino en aquellas lesiones planas que se colorean con ácido acético, en estos casos, estas áreas deben biopsiarse, buscando cambios típicos de coilocitosis evidenciables también mediante Papanicolaou de las lesiones cervicales. Con la utilización de pruebas de hibridación de ADN se puede identificar el tipo de VPH, pero no se justifica su aplicación diagnóstica rutinaria.

Tratamiento

No existe un consenso sobre cuál es el tratamiento de primera elección en el manejo de la infección genital por VPH y cualquiera de los que se utilizan actualmente no erradica la infección ni su capacidad de transmisión, ni siquiera impide el desarrollo de neoplasias. En consecuencia la principal indicación de tratamiento es mejorar los síntomas locales de irritación, la mejoría cosmética de la resección de los condilomas, incluso desde el punto de vista de impacto psicológico y la recuperación de la función normal en aquellos casos donde se presentan problemas mecánicos obstructivos en el canal del parto. La escogencia del tratamiento debe ser guiado por la preferencia del paciente, lo disponible en el momento o la experiencia del médico tratante, pero no existe evidencias de claros beneficios de una modalidad terapéutica en particular.

Para lesiones externas verrugosas se puede utilizar aplicaciones de podofilox en solución al

0,             5% o en gel aplicado en 4 ciclos de 3 días seguidos con intervalos entre ciclos de 4 días de descanso o crema de imiquimod al 5% 3 veces a la semana por 16 semanas. Se ha utilizado también ácido triclo- roacético, crioterapia, electrocauterio, resección quirúrgica simple con láser y utilización de interferón intralesional. Debido a que las lesiones genitales internas por VPH se asocian a displasia y neoplasia, es necesario la concurrencia del especialista para su correcto diagnóstico y manejo.

Actualmente no existe un método de prevención para adquisición de VPH que sea efectivo en las parejas y se desconoce si la aparición de nuevas lesiones es producto de reactivaciones latentes o de nuevas infecciones, sin embargo, se están iniciando estudios con vacunas de VPH aplicándose a voluntarios sanos y los primeros resultados lucen esperanzadores.

 

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VIRUS PAPILOMA HUMANO (VPH) EN EL HOMBRE

Dr. Julio César Potenziani B, Dr. Mario Marín


Definición.

La infección por el virus del papiloma humano (VPH) es la enfermedad de trasmisión sexual, de mayor incidencia en el mundo (la primera en el mundo entero), sobre todo en las poblaciones sexualmente activas, de preferencia en jóvenes, aunque no se excluyen otros grupos de edad. Infecta el epitelio de la piel, membranas mucosas, con preferencia en ciertas zonas; se manifiestan dermatológicamente como verrugas, lesiones planas, lesiones papiliformes aunque pueden ser subclínicas

o latentes que no se ven a simple vista y que sólo se evidencian por pruebas específicas (test del ácido acético y PCR).

Algunas cepas son oncogénicas (18,31,33,35, 39,45,51,52,56,58,66) y se han implicado en la aparición de lesiones premalignas, neoplasias benignas y malignas sobre todo displasias escamosas leves, moderadas o severas así como de cáncer de cuello uterino, ano, vulva, vagina y pene aunque esto depende de otros factores tales como el grado de virulencia de la cepa involucrada, disminución de la inmunidad del paciente, promiscuidad sexual y otros factores condicionantes como el estrés.

También se señala que hay situaciones que facilitan su adquisición como son: baños en piscinas, de vapor, en jacuzzi; ignorancia personal y en el caso de cáncer de pene, la presencia de fimosis o balanopostitis adhesiva que impide la retracción prepucial y con ello el diagnóstico; el aislamiento social sumado a la ignorancia, vivir en caserios alejados de ciudades donde la atención sanitaria no tenga programas de educación sexual; promiscuidad,

( Extraído de el sitio WEB urologiaaldia.com propiedad del Dr. J.C Potenziani)

machismo y relaciones con mujeres portadoras del virus del papiloma humano.

Esta enfermedad ocasiona en muchos casos repercusiones psicológicas y en la calidad de vida tanto en la persona afectada como en su pareja.

Las verrugas genitales se conocen desde la antigüedad; en el antiguo Egipto hay pinturas que describen su tratamiento con el uso de cauterio, y de la Grecia clásica nos viene el nombre del griego “Kondyloma” = verruga. Posteriormente en la antigua Roma, Celsio hace una diferenciación de las verrugas que la nombramos por anecdótica y es la de ficus = a las verrugas genitales, myrmecia a las verrugas de la planta del pié, y thimión a la verruga vulgar. En Roma ya se sospechaba su posible trasmisión sexual debido a su presentación en el ano. En el medioevo se creía que formaba parte de la clínica general de la sífilis. En 1903 Ciuffo demostró que las verrugas plantares producidas con extractos de verrugas genitales obedecían al mismo agente infeccioso sin embargo, fue en 1949 cuando Strauss reveló su carácter viral.

La infeccion por VPH en Estados Unidos de Norteamérica es responsable de 1,2 millones de visitas médicas por año. Actualmente la incidencia en nuestro país y en general en el mundo entero va de 30 a 90 % en mujeres y hombres en edad sexual activa. En unión a la infección por Chlamydia es la enfermedad de trasmisión sexual más común en el mundo entero (Patsner). Se estima que se producen de 500 000 a 1 millón de nuevas infecciones de VPH por año, sólo en Estados Unidos de Norteamérica (promedio 750 000 al año). En 1986 hubo en Estados Unidos de Norteamérica 1 380 000 visitas médicas por VPH.

El riesgo de infección con la primera relación sexual se estima en 60 %. Es importate señalar que un alto porcentaje de las infecciones por VPH son subclínicas o latentes, es decir, el paciente no presenta ningún signo fisico de infección, por lo tanto el diagnóstico se realiza a través de la realización de los test mencionados anteriormente en caso de que su pareja presente signos de infección por VPH.

Los factores de riesgo para adquirir el VPH son: traumatismos o laceraciones locales, promiscuidad sexual, se descibe tabaquismo, uso de anticoncep­tivos orales, coitos a edades tempranas y disminucion de la inmunidad celular de variadas etiologías (estrés, SIDA, pacientes trasplantados, enfermedades crónicas).

En la mujer las manifestaciones clínicas son más frecuentes que en el hombre, por esto en nuestra experiencia la mayoría de los hombres nos llegan referidos del ginecólogo de la pareja para el descarte de la infección, como parte de un enfoque integral.

Como la mayoría de las infecciones por VPH son subclínicas, es indispensable la utilizacion de test como la impregnacion de los tejidos peneanos y escrotales con ácido acético al 3-5 % o la realizacion de la prueba de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) para realizar el diagnóstico del VPH en algunos casos se debe realizar biopsia de lesiones sospechosas.

Es importante explicar a estas parejas todo lo concerniente a la la enfermedad, pero sin crear alarma, que muchas veces crea en los pacientes trastornos emocionales y altera la calidad de vida de los mismos.

Hemos observado en casos operados de anillos prepuciales o con bandas muy estrechas de fibrosis no retráctil de dicho prepucio, usualmente debido a balanititis o balanopostitis a repetición por gérmenes como gardnerella, candida, trichomonas, entre otros, que el diagnostico final histopatológico es fibrosis con la presencia de VPH en el tejido enviado, por lo cual se puede incluir al VPH como factor etiológico de balanopostitis adhesiva, que muchas veces no son ratificadas en anatomía patolígica porque usualmente el tejido extraido se elimina.

Se recomienda a los médicos que hacen cirugías de prepucio que envíen todas las muestras a anatomía patológica, puesto que el diagnóstico de VPH es importante no sólo para él sino para el enfoque diagnóstico, terapéutico y pronóstico de su pareja.

*      Un 60-70% de las parejas de pacientes infectados por VPH adquieren la enfermedad.

*      La incidencia de trasmisión de papilomas laríngeos por contactos orogenitales o por el paso del feto a través del canal del parto de la madres al momento del alumbramiento es de

0,              50 % a 1,50 %. Es decir este porcentaje es tan bajo que no es indicación de suspender actividades orogenitales en la relación sexual, ni tampoco es indicación de cesárea profiláctica al momento del parto, excepto en los casos en que haya una la infección masiva del canal del parto.

*      Una vez que una de las parejas es infectada el tiempo usual de incubación es entre 4 y 32 semanas y entre las 22-24 semanas es el período de mayor contagio, esto depende de la virulencia de la cepa y de las condiciones de defensa del huésped afectado.

*      Solamente 20 % a 30 % de las lesiones desapa­recen espontáneamente, lo cual no significa “cura” ya que es una enfermedad viral.

*      Los factores que disminuyen la inmunidad celular y por ende en la aparición, persistencia y recurrencia de la enfermedad son: leucemias, enfermedad de Hodgkin, pacientes trasplantados e inmnosuprimidos, pacientes con SIDA, embarazo, anticonceptivos orales, coito anal, deglución de semen, tabaquismo, deficiencia de provitamina A, promiscuidad y traumas sexuales repetidos.

*      El cáncer aumenta 20-30 % en las pacientes femeninas afectadas por VPH.

*      Las infecciones con VPH se asocian usualmente con otros microorgamismos productores de enfermedades de trasmision sexual (ETS) en 20 a 55 % de los casos.

*      Aproximadamente el 50 % de las lesiones de VPH se localizan en el glande, surco balano- prepucial, zona del frenillo, piel prepucial (externa e interna), meato uretral y fosa navicular uretral, zonas inguinoescrotales, periné, ano y zonas púbicas.

*      Si en la poblacion de mujeres hay un riesgo de padecer neoplasia intracervical (NIC) del 1,14 %, este aumenta a 7,5 4% en caso de infección por VPH (Olmos Acebes)

*      Dos tercios de los pacientes en contacto sexual con personas afectadas de VPH desarrollarán

*       En más del 80 % de los casos con VPH en el cuello uterino coexiste un NIC (neoplasia intracervical) y si éste es de alto grado en 30 % a 70 % de los casos puede progresar a cáncer de cuello uterino invasivo. Pacientes con cáncer de cuello uterino invasivo o NIC en más del 90 % tienen infección por virus papiloma humano.

*      La uretra esta involucrada en aproximadamente

1                al 5 % en casos de infección por VPH perimeatal y las lesiones VPH están usualmente ubicadas en los últimos 3 cm de uretra (fosa navicularis) y en las propias márgenes del meato uretral y usual­mente tienen forma de coliflor (De Benedictis)

*      Parejas masculinas de mujeres con VPH en cuello uterino o con NIC, en más de del 60 % tienen infección por VPH (Lebwohl).

*       Se ha demostrado que las verrugas virales (VPH) acuminado se observan solamente en el 10 % de los casos de infeccion genital por VPH (Levine)

*      Levine afirma que el 41 % de hombres con VPH uretral no tenían manifestaciones externas de la enfermedad. Por lo cual se considera que el reservorio uretral juega un papel importante en las reinfecciones continuas por VPH en parejas de hombres que tuvieron VPH, por lo cual de presentarse esta eventualidad es importante la exploración uretral endoscópica.

*      Koutsky (1988) estimó que en poblaciones de 15 a 49 años la incidencia de infección VPH es de 20 %, sin embargo en la actualidad creemos que la incidencia está por encima del 80-85 %.

*       Se han identificado más de 80 serotipos virales, 20 de ellos infectan superficies mucosas y el resto infectan epitelio cutáneo. Solamente los genitales externos están asociados con más de 22 serotipos de VPH (Pinto).

*       Cuando se consigue un serotipo de alto riesgo (16,18,31,35) en la uretra masculina lo convierte en “alto riesgo” en el sentido epidemiológico con relación a sus posibles contactos debido a que la uretra puede servir como reservorio de VPH (Pinto).

Agente etiológico.

El virus del papiloma humano pertenece al

género de los papilomavirus el cual junto a poliomal

y a los virus vacuolizantes SV40 constituyen la

familia Popavaviradae. Su genoma tiene una

molécula de ADN circular de doble filamento de peso molecular 5,2 x 1 000 000 dalton y 9 000 pares de bases.

Los Papilomavirus tienen alta especificidad de especie inclusive de tejidos y órganos. Debido a la imposibilidad de reproducirlos en animales de experimentación es de dificil estudio.

Los tipos de papiloma virus se diferencian por la secuencia de ácidos nucleicos homólogos. Se han descubierto más de 100 serotipos de VPH (que no tiene nada que ver con tipo de manifestación clínica- cutánea) 33 de esos 100 serotipos infectan las zonas anogenitales tanto en el hombre como en la mujer (Richart) y de acuerdo al serotipo se asocian con manifestaciones clínicas específicas, que veremos más adelante. Es decir cada serotipo tiene una ubicación determinada y predilecta. Lo vemos por ejemplo seguidamente:

Las verrugas plantares corresponden a VPH de los serotipos 1,2,4,63.

Las verrugas comúnes corresponden a VPH de los serotipos 1,2,4,26,27,29,41,57,65,77

Las verrugas planas corresponden a VPH de los serotipos 3,10,27,38,41,49,75,76.

Las verrugas tipo condilomas acuminados (cresta de gallo) corresponden a VPH de los serotipos 6,11,30,42,43,44,45,51,54,55,70.

El VPH que se observa en el cuello uterino corresponde a VPH de los serotipos 16,18,31,33,35, 39,45,51,52,56,58,66.

Los papilomas laríngeos pertenecen a los serotipos de VPH 6 y 11 que no presentan potencial de malignidad.

El VPH serotipo 16,18 está asociado a cáncer peneano de células escamosas en 30 a 50 % de los casos.

El VPH de bajo riesgo son los serotipos 6,11y de alto riesgo son los serotipos 16,18,31,35.

NOTA: los números resaltados pertenecen a los serotipos con potencial de malignidad

Ciclo del virus papiloma humano

Son virus icosaédricos de partículas de ADN no encapsulados. El genoma viral es una molécula circular, bitenaria que contiene aproximadamente 7 900 pares de bases. Los virus son clasificados de acuerdo a las especies que infectan y al grado de

El ciclo de vida de los VPH está íntimamente ligado a la diferenciación de las células escamosas. Se piensa que la infección cervical comienza en células capaces de dividirse mitóticamente, es decir células basales. Una vez que ocurre la infección, el virus puede permanecer inactivo o sufrir una replicación intranuclear activa con síntesis de virus infecciosos. El gnnoma viral se replica en forma extracromosomal (episomal) para completar su ciclo de vida normal. Bajo circunstancias aún desco­nocidas el material genético viral puede integrarse al genoma celular, situación que desorganiza el genoma viral y como resultado se produce una falla en la transcripción de los genes, lo que ocasiona una interrupción en el ciclo de vida viral, y se dejan de producir virus infectivos.

Aunque los cambios morfológicos asociados a las distintas etapas del ciclo de vida viral no han sido aún dilucidados, ciertos aspectos son evidentes. La infección latente, no produce cambios morfo­lógicos identificables. La replicación episomal da como resultado síntesis productiva de ADN y producción de partículas virales maduras en las células superficiales terminalmente diferenciadas del epitelio escamoso. Esto se manifiesta morfoló­gicamente de la siguiente manera: el efecto citopático es el cambio coilocítico en el cual la célula muestra núcleo grande y deforme rodeado de un halo claro cambios encontrados en la infección viral tanto clínica como subclínica y en la neoplasia intra- epitelial (hoy día lesión intraepitelial escamosa). (Rincón Morales 1996)

Epidemiología

Más del 95 % de las infecciones por VPH son transmitidas por contagio directo con lesiones infecciosas usualmente a través de lesiones mínimas en la piel (relaciones sexuales, afeitarse, tratar de desprender con la uña las verrugas existentes). En niños a través del contagio directo con adultos infectados.

En lo referente al cáncer de cuello uterino por encima del 90% presenta ADN del tipo de VPH oncogénico de alto riesgo (16,18,31). Pero también se ha determinado que en las lesiones consideradas premalignas o precursoras de cáncer de cuello uterino hay ADN del VPH( por ejemplo en los NIC).

Las manifestaciones clínicas dependen de la localizacion de las lesiones y del tipo de serotipo de

VPH implicado. En el hombre se encuentran frecuentemente en la zona del frenillo prepucial y en el surco coronal, en la piel libre del tronco peneano, en el meato uretral y en la fosa navicular. Con menor frecuencia se pueden observar en las zonas perianales e intraanales (frecuente en la población homosexual y en parejas que realizan sexo anal sin la protección del preservativo), zonas del hipogastrio y en las zonas inguinales y escrotales.

Las únicas manifestaciones clínicas que presentan en raras ocasiones son sensaciones punzantes en uretra, sangramiento (sobre todo cuando están en áreas de uretra peneana, fosa navicular y en meato uretral) con la posibilidad de presentar infecciones secundarias.

Patogénesis

El VPH infecta primariamente el epitelio escamoso y produce una infección clínica, subclínica o latente. La infección clínica se define como cualquier lesión que causa síntomas y/o que se observa a simple vista. La infección subclínica no causa síntomas y se diagnostica a través de colposcopiío o microscopía; mientras que la infección latente no está asociada con anormalidades morfológicas del epitelio escamoso y puede ser detectada sólo por métodos especiales de virología y biología molecular. Estas tres manifestaciones pueden ocurrir o recurrir durante la infección. La infección por VPH se diferencia de la neoplasia asociada al VPH al parecer otros factores además del virus son necesarios para producir la transfor­mación maligna de epitelio escamoso genital.

El VPH tiene un tropismo cutaneomucoso donde el virus necesita de una solución de continuidad de la piel para llegar a varios queratinocitos sucediendo una multiplicación policlonal a través de fragmentos de su genoma denominados ORF los cuales están en el núcleo celular pero fuera de los cromosomas, y posteriormente sucede la trascripción de ARN mensajeros que sintetizan las proteínas virales en el citoplasma celular (Olmos Acebes). Es decir, es esencial que haya traumatismos menores a nivel del epitelio para que el VPH infecte las células basales. (Pinto)

El período de incubación va de 3 a 4 meses con un rango de 1 mes a 2 años. En ocasiones el período de latencia dura años hasta que se haga positiva citológica, histológica o clínicamente.

En ocasiones el feto puede conaminarse durante su paso por el canal de parto de madre infectada y usualmente el virus se aloja en la laringe (cuerdas vocales) del niño o en áreas genitales. En general cuando hay niños con VPH se debe pensar en casos de contagio por parte de los padres infectados o de abuso sexual (en raras ocasiones).

La replicación del VPH comienza con la infección de las células basales de la piel. EL ADN se replica y es transcrito. Los viriones son instalados en el núcleo y diseminados cuando los queratinocitos son esparcidos. Este proceso está asociado con la proliferación de todas las capas epidérmicas excepto la capa basal que produce acantosis, paraqueratosis e hiperqueratosis. Los coilocitos (células grandes y redondas) con núcleo picnótico aparecen en la capa granular. La enfermedad recurrente se ve en pacientes con epitelio histológicamente normal que puede contener ADN VPH y ADN residual.

Diagnóstico de las lesiones de VPH

Se debe realizar una historia clínica completa hay datos del interrogatorio que nos orientan en la conduccion del caso clínico, como por ejemplo número de parejas, cuidados que se tienen con parejas nuevas, tipos de relaciones que se llevan a cabo (relaciones vaginales, relaciones anales, relaciones mixtas, relaciones heterosexuales o relaciones homosexuales) si utiliza profilaxis con preservativo, tipo de trabajo que realiza, si es o no un utilizador constante de piscinas, jacuzzi, baños sauna, si tiene o no una personalidad con estrés y ansiedad. Si acostumbra a lavarse el pene posterior a sus relaciones sexuales. Si ha presentado o presenta enfermedades que afecten su estado de inmunidad celular (es decir que lo conviertan en un paciente inmunodeprimido). Si toma algun tipo de medica­mento que baje las defensas corporales. Si tiene antecedentes quirúrgicos y qué tratamiento recibió o recibe. Investigar enfermedades en su pareja, sobre todo las ginecológicas a menos que venga referido con un informe por parte del ginecólogo de ella.

Una vez agotada esta etapa pasamos al examen físico el cual se debe lo realizar con el paciente en posición ginecológica y con colposcopio (penos- copia) que como dijimos anteriormente, en la variedad subclínica, no aparente a simple vista, es de gran utilidad al permitir la observación con penoscopio y posterior a impregnación de los tejidos peneanos, escrotales e inguinales con solución de ácido aceéico diluída entre 3-5 % o también con

Lugol, pero preferiblemente utilizamos ácido acético. El aspecto de las lesiones macroscópicas del VPH en el hombre pueden ser:

I.        LESIONES CLÍNICAS VISIBLES O APARENTES A SIMPLE VISTA

a.     Lesiones exofíticas en cresta de gallo (condilomas acuminados) de 1 a 3 mm de diámetro y cada pápula termina en digitaciones papiliformes, rosadas que se tiñen de blanco con la prueba del ácido acético al 3-5%. En las zonas no mucosas (piel libre de pene, escroto, piel de pubis, zona inguino-escrotal) los condilomas son más queratósicos y por ende más duros y usualmente hiperpigmentados y en las clasificaciones generales se les denominan condilomas espiculados.

b.     Lesiones papulares pequeñas, lisas y planas. Algunas veces se juntan varias y se forman lesiones parecidas a un coliflor.

c.      Placas planas o micropapilares a nivel del glande, corona de glande, prepucio y piel libre de pene, así como en la región inguino-escrotal o púbica.

d.     Placas duras e hiperpigmentadas o rosadas ácido acético positivas que se ubican en piel libre de pene, piel prepucial, glande propiamente dicho.

e.      Lesiones maculares de color rojizo (semejan manchas de la piel), pero con una elevación aterciopelada.

II.      LESIONES SUBCLÍNICAS O NO APARENTES A LA VISIÓN NORMAL

a.     Lesiones subclínicas que no se ven a simple vista y que solamente se ven después de unos minutos de impregnación con ácido acético al 3-5% y que se ubican en áreas del glande propiamente dicho, en áreas de la piel prepucial y piel de tronco peneano. Son aplanadas, blanquecinas al ácido acético colocado, y maculares. Muchas veces la comprobación se tiene al colocar el tratamiento con ácido tricloroacético al 80% (Actca) y comprobar la intensificación leucoplásica de las lesiones previamente teñidas con ácido acético al 3-5%, que ayuda de manera inobjetable a la detección de infecciones por VPH de tipo subclínico.

Hay otras lesiones que se tiñen de blanco con el ácido acético y no son VPH, ellas son: balanitis por hongo (candidiasis), dermatitis por contacto,

foliculitis, psoriasis.

CLÍNICAMENTE LAS LESIONES VPH EN SU GRAN MAYORÍA (más del 95%) NO OCASIONAN NINGÚN SÍNTOMA. EN OCASIONES DEBIDO AL ROCE DE LAS MISMAS PUEDEN OCASIONAR MÍNIMA HEMORRAGIA (autolimitada).

CUANDO LAS LESIONES VPH SE ENCUENTRAN UBICADAS EN EL INTERIOR DE LA URETRA (sobre todo uretra anterior, es decir uretra peneana y uretra bulbar) PUEDEN OCASIONAR FRECUENCIA URINARIA POR IRRITACIÓN, ARDOR AL ORINAR (disuria) , HEMATURIA (usualmente posterior a coitos intensos) Y URETRITIS, que obligará al médico a realizar una videoendoscopia urinaria del sistema urinario inferior ya que debemos decartar la presencia de VPH no sólo en uretra anterior, sino en uretra posterior (uretra membranosa, uretra prostática) y en vejiga. ESTO ES EXTRAORDINARIAMENTE RARO y SE DEBE PENSAR EN ELLO SOLAMENTE CUANDO SE TENGAN PACIENTES INMUDEPRIMIDOS POR DIVERSAS CAUSAS.

Cuando el VPH se ubica en las márgenes anales, sólo se diagnostica cuando el paciente sienta un crecimiento tipo coliflor o perciba un olor constante que proviene de la zona anorectal, o a la presencia de prurito, escozor o inclusive hemorragia por la limpieza diaria o por relaciones de tipo anal que ocasionan inflamación de la zona con posterior dolor a las defecaciones. No siempre las lesiones virales anales son por actividad íntima homosexual, ya que puede extenderse desde zonas inguinales, base de pene o escroto.

Cuando las lesiones de VPH se observan en la zona del meato uretral tanto en el hombre como en la mujer se debe realizar una uretrocistoscopia, para descartar lesiones intrauretrales, siempre y cuando sean tratadas las lesiones externas previamente, para evitar la diseminación de la enfermedad a la uretra.

Vistas las lesiones virales al penoscopio (colpos- copio femenino aplicado al hombre) presentan una característica de piel rugosa (micropapilar fina) blanquecina por el ácido acético (ácido aceéico positiva) o con digitaciones muy poco elevadas en ocasiones hiperpigmentadas solitarias o en grupos y en otras ocasiones planas con ligera elevación intensamente pigmentadas en algunos casos o de color rosado en otras ocasiones. A nivel de la corona del glande vemos digitaciones o papilas no pigmentadas, sino rosadas o blanquecinas pero intensamente ácido-acético positivas. realizaron una clasificación de las lesiones vulvares de VPH que se puede aplicar a las lesiones de VPH en el hombre. En virtud de la importancia presentamos dicha clasificación.

Clasificaron la infeccion por VPH en condiloma- tosas y no condilomatosas y estas últimas las clasificaron en frambuesiforme (variedades plana y elevada) y en vesicular, micropapilar, leucoverru- gosa e invertida. Muchas de ellas son etapas iniciales o intermedias de otras formas clínicas, pero no hay duda que todas ellas han sido vistas por todos los que día a día examinamos lesiones de VPH en áreas genitales o púbicas del hombre.

La citología es otra prueba que se realiza para diagnosticar la enfermedad. En la citología las características del diagnóstico de VPH son:

a.      Células con disqueratosis, variables en tamaño y forma, de reacción eosinofílica, con hipercro- matismo en el núcleo y éste tenderá a ser redondo, o alargado, pequeño (siempre relacionado con el citoplasma).

b.      Células coilocíticas grandes, variables en su afinidad por los colorantes y con un citoplasma limitado con formaciones vacuolares únicas o múltiples, con retracción del núcleo con un halo perinuclear irregular de tamaño variable. Núcleo hipercromático, grande binucleado o multinu- cleado con cromatina heterogénea y núcleo prominente, con inclusiones citoplasmáticas e intranucleares estas últimas conocidas como corpúsculos de Lipschutz (agregados víricos en la microscopia electrónica).

Pacientes con lesiones atípicas, persistentes y resistentes a varias formas de tratamiento, o donde queramos precisar la posibilidad de presentar un VPH de alto riesgo o de bajo riesgo deben ser biopsiadas y examinadas y para ello tenemos la técnica de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) que detecta los ácidos nucleicos del VPH e identifica los serotipos virales (de bajo riesgo o de alto riesgo). Es una técnica de biología molecular que facilita el diagnóstico preciso del ADN-VPH. Con esta técnica los segmentos de ADN pueden ser ampliados hasta un millón de veces en pocas horas. Es muy sensible, y por su simplicidad, y bajo costo es actualmente el método preferido para la detección de VPH, aunque el mismo presenta falso positivos.

Se debe hacer con lesiones de molusco conta­gioso, pápulas peneanas perladas, queratosis seborreica, condiloma plano de la sífilis, lesiones hiperpigmentadas tipo nevus, melanoma, papulosis bowenoide, tumor de Buschke-Lowenstein, herpes simple genital.

Implicaciones psicológicas con afectación de la calidad de vida de la pareja

Es importante advertir que es incuestionable las repercusiones que tiene el VPH en el hombre y en la atmosfera de seguridad que pudiera tener la pareja afectada, sobre todo por las implicaciones secundarias en la confianza de pareja y en los tratamientos a seguir en el futuro inmediato. No son pocas las parejas que se alejan parcial o definitiva­mente debido por la desconfianza creciente que surge en la mujer de la pareja sabiendo que la trasmisión ocurre básicamente por relaciones íntimas. Sin embargo, existen otros tipos de contagio (ver modo de contagio) y definitivamente la ansiedad que existe en la pareja no ayuda a la recuperación de un estado de inmunoresistencia a las manifestaciones clínicas (genitales) del VPH. Hemos tenido experiencia con pacientes masculinos y femeninos que cambian su estilo de vida (ocupaciones menos angustiosas) y que en consecuencia mejoran en los controles médicos, con desaparición de las manifestaciones clínicas del VPH. Hay una relación diercta entre estrés, estilo de vida con alta tensión y estados de inmunodeficiencia variables.

Si bien sabemos que en el hombre es extremada­mente raro las implicaciones o cambios malignos de las lesiones de VPH peneanos (carcinoma de celulas escamosas de pene), en la mujer es indudable que las repercusiones infecciosas tienen una connotación diferente a la de su contraparte masculina.

En ellas produce angustia, miedo y preocupa­ción intensa debido a las posibles implicaciones malignas que pude suscitarse, aun cuando se sepa que son la minoría, pero la paciente que tenga estos cambios displásicos no entiende las cifras estadís­ticas, sino que sufre directamente las consecuencias de la infección. En el hombre produce un alejamiento de su pareja, para evitar más posibilidades de contagio, ocasiona un sentimiento de culpa dificil de quitar sobre todo debido al carácter de recurrencia de la enfermedad.

En ocasiones se trata de mujeres que están en la tercera década de vida, sin haber tenido todavía hijos, por lo cual las implicaciones son mayores en relación a las expectativas de formar familia (sobre todo, cuando el cuello uterino es el afectado y es tratado con crioterapia, conización, electrofulgu- ración y/o tratamiento con aplicaciones de ácido tricloroacético al 80-90 %).

Tratamiento

TODOS LOS PACIENTES SON DIFERENTES EN SU ENFOQUE Y TRATAMIENTO DE LAS LESIONES POR VIRUS PAPILOMA HUMANO (VPH).

Debemos recordar que no solamente debemos eliminar “en lo posible” la lesión clínica aparente o inaparente (subclínica), sino que se debe recomendar a ese paciente que se considere un “portador de VPH” por lo cual debe utilizar preservativo en todas sus relaciones íntimas (incluyendo las anales), asimismo se debe recomendar disminución del número de parejas. Se les debe advertir a los pacientes que la infección por VPH no se cura, solamente se controla clínicamente y que las terapias antivirales son todas inespecíficas, y que la regla es la recurrencia o recidiva.

Referirles que el mecanismos de acción de los tratamiento tópicos se basan en “destruir” la célula que contiene el VPH, por lo cual se causa una descamación a veces ulcerativa que puede ameritar tratamiento aparte (antisépticos cutáneos en tocamientos y/o antibióticos). Se debe advertir que en lesiones virales muy queratinizadas (duras) los tratamientos tópicos no “penetran” fácilmente el tejido de la verruga por su dureza, por lo cual se produce persistencia de la enfermedad o porcentajes altos de recurrencia. Para estas eventualidades es mucho mejor el tratamiento quirúrgico, la crioterapia o el láser. No se aconsejan tratamientos ajenos a las prácticas habituales de consultorios y hospitales.

I.   Tratamienos tópicos-terapias citotóxicas

Ferenczy-Richart recomiendan que si un paciente no responde a un tratamiento determinado luego de

4    semanas de haber comenzado el mismo, se debe pasar a otra forma de tratamiento. Si hay respuesta parcial (reducción del 50 % de las lesiones papilomatosas o condilomatosas, el tratamiento inicialmente escogido debe mantenerse por 6 a 8 semanas. Esto es válido para todos los agentes tópicos excepto para el Imiquimod (Aldara®) el cual se sabe que sigue actuando aún después de 8 semanas de estar aplicandose (Ferenczy).

a.       Resina de podofilina (al 10-25% en tintura de benzoina).

Se emplea desde 1835. Produce inflamación (vasodilatación), edema, detención de la mitosis (acción antimitótica) con picnosis y necrosis de las lesiones exofíticas de VPH. Se debe lavar la zona tratada a las 4 horas de la aplicación. No se deben administrar más de 8 a 10 aplicaciones (4 a 5 semanas). Está contraindicada en mujeres embarazadas, en niños, o para tartar lesiones de la vagina o cuello uterino, por su severa toxicidad sistémica (supresión de médula ósea, neuropatía sensorial motora severa. Por lo que no se permite la aplicación por parte de los pacientes. Por otro lado el porcentaje de mejoría o curación de las lesiones virales de VPH son menores del 2,5 %.

En 1995 Petersen publicó en Genitourinary Medicine que la podofilina contiene quercetina y kaemferol que son mutagénicos y carcinogeneticos, por lo cual es dificil encontrar un servicio médico que utilice este agente tópico, y la Academia Americana de Dermatología recomienda no utilizar podofilina.

b.       5 Fluoracilo (5-FU) crema al 5%

Es un citostático al igual que la podofilina. Es más útil en lesiones planas que en lesiones espiculadas o hiperqueratósicas (lesiones duras). Se utiliza en crema para tratar VPH intrauretral (en forma de coliflor), pero se debe diluir en propilenglicol para hacerla más líquida y más facil de instilar intrauretralmente. En esta ultima presentación se debe tener pendiente el estado del meato, la presencia o no de dolor uretral, la presencia de uretritis, y la dificultad o no de la micción (Dretler), así como la presencia de uretrorragia, por uretritis química por el fármaco; en caso que se presenten se deben espaciar los tratamientos o inclusive suspenderlo.

c.        Ácido tricloroacético (Actca) o bicloroacético (Abca) al 80-90%

De uso frecuente en ambulatorios y consultorios privados. Es útil para tratamientos a largo plazo. Se debe tener la precaución de no excederse ni en cantidad ni en número de sesiones, porque pse pueden producir quemaduras intensas con retracción cicatricial. Es útil tanto en superficies mucosas como en superficies queratósicas. Las sesiones deben tener el intervalo que asegure la reepitelización de la quemadura anterior (de 2 a 4 semanas) de intervalo. A pesar de que se sugieren sesiones semanales, el esquema se debe adaptar a la naturaleza de cada paciente, al momento de epitelizar la quemadura o aplicación anterior. Son sesiones usualmente dolorosas, sobre todo en pacientes rubios

o pelirrojos, por lo cual en ocasiones se recomienda utilizar anestésicos locales (en crema, en aerosol o inyectado) como crema de lidocaína-prilocaína al

5  % (EMLA®), muy lenta en su comienzo de acción

o benzocaína al 20 %.

En ocasiones se utiliza el Actca a concen­traciones menores, en tratamientos de superficies mucosas (sobre todo en mujeres) y al 80-90 % en casos de tratamientos a verrugas hiperqueratinizadas. No es absorbido y por lo tanto puede utilizarse en mujeres embarazadas.

d.       Podofilitoxina-Podofilox (Condylox®) en solucion al 0,5 % o en gel.

Esta hecho para que sea utilizado por el propio paciente. Se indica directamente con aplicaciones sobre las verrugas genitales dos veces por día por 3 dias consecutivos. Se utiliza con hisopos y no es necesario lavar posteriormente, como se hacía con la resina de podofilina. Se coloca una porción de gel en aplicador y sobre la verruga dos veces al dia/3 dias / semana durante 4 semanas. Si se obtienen respuestas clínicas positivas se extiende por 4 semanas más. Está contraindicado en mujeres embarazadas. Son raros los efectos colaterales y la absorción a la circulación sistémica. Con Podofilox el porcentaje de recurrencia viral (VPH) es aproximadamente 30 %-35 %.

e.        Inductor de Interferón (Imiquimod-Aldara®) al 5%

Puede ser aplicado por el paciente. Se aplica en crema antes de acostarse dos a tres veces por semana por 16 semanas. Debe lavarse con agua y jabón después de 6-10 horas de aplicado. Es útil en condilomas acuminados recurrentes, donde no ha habido éxito con otras alternativas o cuando el paciente no pueda acudir regularmente al consultorio del urológo. Está contraindicado en mujeres embarazadas. Solamente 2 % de los pacientes abandonan el tratamiento por reacción al fármaco en el sitio de aplicación con eritema (enrojecimiento), dolor, erosiones, sensaciones punzantes y en general sensaciones de incomodidad. De hecho la respuesta inflamatoria que origina el Imiquimod es un indicador que la inducción de las citoquinas se ha producido. Si se producen erosiones se debe suspender inmediatamente el tratamiento.

Se produce un 26 % de sensaciones punzantes,

1    % sensación de quemadura, 4 % de dolor y 4 % presentarán inflamación. Se debe advertir que la resolución o desaparición de las verrugas genitales es gradual y puede durar de 4 a 16 semanas. Se presenta en empaque para 12 aplicaciones. Tiene un porcentaje de recurrencia viral (VPH) de aproxi­madamente 10-15 % a los tres meses de seguimiento (Edwards-Ferenczy).

II.      TRATAMIENTOS ABLATIVOS O EXTIRPATIVOS (quirúrgicos)

Básicamente hay cuatro tipos de pacientes a los que se les ofrece de en primera opción los tratamientos quirúrgicos y son: aquellos que piden la eliminación inmediata de la lesión verrugosa, sobre todo cuanto es única y evidente, aquellos que tienen lesiones muy queratinizadas, que de entrada sabemos que tendrán una recurrencia importante y en aquellos pacientes que regresan luego de tratamiento tópico con recurrencias; en ocasiones más intensas que cuando se trataron por primera vez con cualquier modalidad tópica y por último en aquellos pacientes con “enfermedad verrugosa masiva” a los cuales les quiera dar un tratamiento que disminuya sustancial y rapidamente el volumen global de la infección para seguir posteiormente con tratamientos de tipo topicos.

1.       TRATAMIENTOS CON CRIOTERAPIA (Tratamientos con hipotermia)

Se hacen através de aplicaciones de nitrógeno líquido, esto produce infarto hemorrágico, hialinizacion vascular con necrosis cellular; edema y fragmentación vascular con un despegamiento dermoepidérmico en la membrana basal (Olmos Acebes). Se aplica sin necesidad de anestesia durante

1   a 3 minutos hasta formar un halo blanco alrededor de la lesión po VPH. Se deja descongelar y se vuelve a repetir inmediatamente el procedimiento.

2.       ESCISIÓN LESIONES VPH CON TIJERAS o CON CUCHILLO EN FRÍO.

Se utiliza básicamente en lesiones virales (VPH) extensas, donde se quiera hacer tratamiento reductivo intenso, por lo cual la cirugía cumple con este cometido. En raras ocasiones necesita injertos de piel. La circuncisión es una alternativa en casos de lesiones condilomatosas extensas en la zona pre­pucial. A pesar de que se utiliza muy poco en la práctica diaria, arroja los mejores resultados en cuanto a eficacia y en cuanto a porcentaje de recurrencia.

3.       ELECTROFULGURACIÓN DE CONDILOMAS

Destrucción de los tejidos a través de la coagula­ción celular por el calor generado por corriente de alta frecuencia. Este procedimiento se debe realizar con anestesia local y ambulatorio. En la práctica diaria se utiliza cuando se quiera reducir el volumen de las lesiones virales sobre todo cuando no ha habido éxito con otras modalidades de tratamiento. Según Ferenczy produce resultados cosméticos y porcentajes de recurrencia similares a los producidos por los tratamientos con fotovaporización con láser.

4.    TRATAMIENTO CON LÁSER

Es el tratamiento a seguir, en los casos donde los tratamientos tópicos no han dado resultado y donde se necesita una precisa extirpacion de tejidos con VPH, con el mejor resultado cosmético posible. Se hace bajo dos modalidades dioxido de carbono-CO2- (fotovaporización con láser) y neody-mium:ytrium- aluminium-garnet (Nd:YAG).

Los procedimientos con láser se hacen con anestesia local o con sedación endovenosa. No son efectivos en agua (por lo tanto no se pueden aplicar con procedimientos endoscopicos). Los tratamientos con láser de CO2 vaporiza los condilomas, y produce un aerosol que contiene VPH ADN infeccioso, que se puede aspirar y contaminar a todos los presentes en el procedimiento pr lo que se recominda el uso de máscaras durante el mismo (profilaxis).

Es útil en casos de condilomas uretrales (en fosa navicular, meato y en zona perimeatal) con el complemento de 5FU en crema con propilenglicol intrauretral una vez cada 7 a 14 días por 6 a 8 semanas y en casos de verrugas intraanales o perianales.

III.   TRATAMIENTOS CON FÁRMACOS ANTIVIRALES

1.      INTERFERON

El interferon local (intralesional) o intra-muscular (sistémico) da resultados variables y usualmente no muy buenos y además con complicaciones o efectos secundarios importantes, por este motivo se ha desaconsejado su uso habitual. Se utilizan los tipos alfa, 2alfa y 2beta.

El recombinante alfa-2B interferón se utiliza en dosis de 0,1 ml en la base de cada lesión tres veces por semana (en dias alternos) por 3 a 8 semanas (de 300 000 a 1 millón de IU. Se inyecta con aguja de tuberculina. Sus resultados favorables van estadísticamente del 19 al 62 % (Browder) en las mejores series y sobre todo el alfa-2beta origina bajo porcentaje de recurrencia (Davis)

El alfa-interferon natural se utiliza en dosis de

0,         1 ml en la base de cada lesión dos veces por semana por 8 semanas. Provoca síntomas semejantes a los de la influenza. Se deben realizar hematologia completa, contaje plaquetario y química sanguínea, en particular pruebas de función hepática.

Se puede administrar también sistémicamente en dosis de 1 a 18 millones UI diaria por 1 a 4 semanas. Se logra eliminación de las verrugas en un porcentaje de 14 a 82 % (Pinto).

También se puede aplicar intrauretral cuando todas las lesiones visibles hayan sido tratadas y la dosis es de instilaciones semanales con 25 millones de unidades de Interferón alfa-2b en solución por 6 semanas. Se monitorea con citología uretral a las 2 y a las 6 semanas posteriores al tratamiento. Si hay recurrencia debe repetirse por 6 semanas más pero aumentando a 50 millones de unidades por instilación. (Levine)

ESTRATEGIAS PREVENTIVAS

No hay métodos preventivos para el VPH. El preservativo (método de barreras) puede ser útil tanto para evitar cierto porcentaje de infección, como para recuperarse de un tratamiento en la pareja, aclarando que el preservativo no protege el área suprapúbica, el escroto y la íngle. La recurrencia es común.

SEGUIMIENTO O CONTROL

Una vez que se ha logrado la desaparición de las verrugas genitales o de las lesiones virales por VPH en general, se le indica al paciente que debe estar pendiente sobre todo en los tres primeros meses, de recurrencias en el área genital, pero lo más importante es estar pendiente de la evolución de la pareja femenina, porque esto puede indicar el retorno al consultorio urológico en caso de repositividad clínica, citológica o colposcópica en ella. Se debe recomendar el uso de preservativo durante 3 a 6 meses posterior al alta del consultorio urológico y tratar de disminuir al máximo el número de parejas sexuales que se tengan.

 

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ABSCESO RENAL Y PERIRRENAL

Dr. Otto Moreira


Las infecciones del riñón y del espacio peri- nefrítico se presentan en una gran variedad de entidades clínicas las cuales pueden ser divididas en patologías intrarrenales y perirrenales. Con el desarrollo de las técnicas radiológicas en un primer momento con la ecosonografía y posteriormente con la tomografía en sus diferentes modalidades, permitió un mejor conocimiento, diagnóstico y tratamientos adecuados.

Los abscesos intrarrenales incluyen una variedad de patologías como son: nefritis bacteriana focal aguda, nefritis multifocal bacteriana aguda, absceso cortical renal, absceso corticomedular y la pielo- nefritis xantogranulomatosa. Los abscesos perirre­nales se presentan en la fascia perinefrítica, debido a extensión de abscesos intrarrenales en la mayoría de los casos. La incidencia de estas infec-ciones supurativas se presentan en un rango de 1 a 10 casos por cada 10 000 admisiones. La mayoría de los casos se debe a complicaciones de infecciones urinarias bajas, que afectan a ambos sexos.

ABSCESO RENAL

Absceso cortical renal

Descrito por primera vez por Israel en 1905, es el resultado de una diseminación hematógena bacte­riana desde cualquier punto de infección del cuerpo. Los focos primarios de infección incluyen lesiones en piel, especialmente celulitis, furúnculos y de otros órganos como: osteomielitis e infecciones endovasculares. Existen igualmente condiciones de alto riesgo para bacteriemias por estafilococos como son la hemodiálisis, diabetes mellitus y uso de drogas intravenosas. El foco primario de la infección no es aparente hasta en un tercio de los pacientes,162436 debido al intervalo que puede ser de días hasta meses entre la infección original por estafilococo y la aparición del absceso renal. El 90 % de los casos es causado por el S. aureus, siendo infrecuente en este tipo de abscesos las infecciones urinarias ascendentes como causa. Una vez que el parénquima renal es sembrado hematológicamente por el germen causante de la infección primaria, se crean pequeños microabscesos. Estos últimos se interconectan, alargan y coalecen formando una masa llena de fluido con una pared gruesa. Un 10 % de estos abscesos se rompen a través de la cápsula renal formando un absceso perinefrítico, 97 % son unilaterales, 77 % son lesiones únicas y 63 % ocurren en el riñón derecho.

Clínica

El absceso cortical renal es tres veces más común en hombres que en mujeres, la edad de presentación es entre la segunda y cuarta década de la vida 216>20. clínicamente se evidencia con escalofríos, fiebre, dolor lumbar o abdominal, con o sin signos de localización. Cuando estos se presentan la puño percusión renal es positiva, puede haber defensa abdominal hacia el flanco afectado. En ocasiones la presencia de una masa palpable con pérdida de la lordosis lumbar puede estar presente.

Los hallazgos de laboratorio aunque no constantes se presentan con leucocitosis en 90 % de los casos, uroanálisis negativo así como los hemocultivos en la mayoría de los casos.

Los estudios radiológicos utilizados más común­mente son el ultrasonido, y la tomografía axial helicoidal. La urografía de eliminación es el estudio menos específico caracterizado por el hallazgo de una masa intrínseca de difícil caracterización con distorsión calicial. La ultra-sonografía provee información más detallada como es la presencia de quistes, con mayor o menor densidad así como imágenes que sospechen la presencia de tumor1214,24283036. Igualmente es útil para drenar en forme percutánea y seguir la respuesta antimicro­biana. La tomografía es la que aporta la más exacta infor-mación anatómica, llegando a detectar abscesos menores de 2 cm de diámetro28. De particular interés cuando la ecosonografía presenta dudas diagnósticas. Los abscesos en este estudio son bien definidos, redondeados u ovoideos, y contienen un centro de baja densidad. La presencia de una densidad entre 0-20 UH, confirma la licuefacción aunque un alto contenido de material purulento puede alcanzar valores muy altos. Si se utiliza contraste endovenoso el absceso se demarca periféricamente sin alcanzar o igualar en su interior la densidad del parénquima circundante, característica que se describe en angiografía.

La mayoría de las técnicas radiológicas son útiles en el diagnóstico del absceso renal cortical, pero la presentación clínica de esta entidad es bastante vaga lo que hace retardar el diagnóstico por días hasta semanas2.

El tratamiento de esta patología varía según las condiciones del paciente. La mayoría de los casos el germen reponsable es el estafilococo aureus, el cual responde muy bien a la terapia antimicrobiana. El uso apropiado de los antibióticos antiestafilococos debe ser usado en forma parenteral endovenosa por

10    días seguido por terapia oral entre dos y cuatro semanas1. La fiebre se resuelve entre los 5 y 6 días en tratamiento, dolor en el flanco afectado mejora a las 24 horas. Si no hay respuesta en las primeras 48 horas se sugiere aspiración percutánea o la posibi­lidad de drenaje abierto5.

ABSCESO CORTICOMEDULAR Y PIELONEFRITIS XANTOGRANULOMATOSA

Los abscesos corticomedulares están asociados por lo general con una anormalidad urinaria subyacente como puede ser el reflujo vesicoureteral u obstrucción de la vía urinaria. Los gérmenes responsables son bacilos entéricos gramnegativos como: E. coli, Klebsiella y Proteus.

Se considera un absceso corticomedular a un proceso infeccioso severo de una nefritis intersticial bacteriana aguda211531. Este proceso agudo es el estado inicial de un proceso multifocal de nefritis intersticial con un infiltrado polimorfonuclear muy grande con franca licuefacción y formación de absceso7. La pielonefritis enfisematosa representa una forma severa y necrotizante de esta misma pielonefritis multifocal pero con la presencia de gas extraluminal y retroperitoneal. Afortunadamente este tipo de infección es poco común y se presenta con mayor frecuencia en los pacientes diabéticos sin antecedentes de obstrucción urinaria.

La pielonefritis xantogranulomatosa es una infección crónica del parénquima renal. Fue descrita por Schlagenhaufer en 1016. Macroscópicamente se evidencia un riñón agrandado y fijado al retroperitoneo por extensión de una fibrosis perirrenal o extensión del proceso granulomatoso. Malek y col.25, clasificaron esta patología en tres estadios dependiendo de lo afectado del riñón y el espacio perirrenal. Estadio I nefrítico, estadio II perinefrítico (fascia de Gerota y parénquima), Estadio III paranéfrico. Cada estadio a su vez es subdividido en difuso o focal dependiendo del parénquima afectado.

Microscópicamente se observa destrucción del parénquima renal el cual es reemplazado por tejido granulomatoso con un alto contenido de macrófagos embebidos en grasa. Aunque su etiología no está aclarada, parece una combinación de obstrución e infecciones urinarias crónicas.

Las nefritis focales, multifocales y la pielonefritis xantogranulomatosa ocurren como complicación de infecciones urinarias bajas acompañadas de anorma­lidades de las vías urinarias. Las anormalidades más comunes incluyen cicatrices tubulares por infecciones previas y cálculos, anormalidades asociadas a la diabetes mellitus y el reflujo vesico­ureteral1,27192531343740. Aproximadamente dos tercios de los abscesos intrarrenales en adultos son causados por gérmenes aerobios gramnegativos y están asociados con daño renal o cálculos, en niños están asociados al reflujo vesico-ureteral. Estos factores permiten el acceso al parénquima por reflujo y esto permite un reflujo intrarrenal hacia la papila con inoculación bacteriana de la médula renal. Otra particularidad de la afectación de la médula es que dicho proceso afecta en forma severa el parénquina, pudiendo extenderse la misma y perforar la cápsula renal dando lugar a la formación de abscesos perinefríticos.

Clínica

Los abscesos corticomedulares afectan por igual hombres y mujeres con excepción de la pielonefritis xantogranulomatosa donde es más frecuente en la mujer4,23. Hay una alta incidencia en grupos de mayor edad, pero puede ocurrir a cualquier edad. La típica presentación es fiebre, escalofríos, dolor en el flanco afectado o dolor abdominal, puñopercusión renal positiva y masa palpable en aproximadamente 60 % de los casos. Sintomatología urinaria baja puede no estar presente, pero hasta en dos tercios de los casos puede presentarse con náuseas y vómitos confundiendo con un proceso abdominal puro. Síntomas constitucionales no específicos como fatiga, pérdida de peso se encuentran en procesos crónicos como la pielonefritis xantogranulomatosa (PX)8. La mayoría de los pacientes tiene historia de infección urinaria (65 %), cálculo renal (30 %), instrumentación urinaria previa (26 %). El examen de orina es negativo hasta un 30 % de los casos, sin embargo, los más comunes gérmenes aislados son la E. coli, Klebsiella y el Proteus mirabilis. Bacteremia es frecuente en la nefritis focal y multifocal. Anemia (75 %) de los casos, pruebas hepáticas alteradas (40­60 %).

Los hallazgos radiológicos se interpretarían según el momento en el cual se encuentre el absceso en formación, basado en la premisa de que las colecciones córticomedulares tienen un estado pre- absceso. En las nefritis focales agudas la eco- sonografía puede detallar masas con baja amplitud de ecogenicidad comparado con la corteza renal y disrupción de la unión córtico-medular2122272831. En tomografía se puede presentar de tres maneras: áreas inflamadas de distribución lobar, áreas hipodensas lineares de distribución radiada en la fase de eliminación del contraste (post-contraste) y la presencia de una masa hipodensa en los casos más severos5. La diferencia entre este estadio y el verdadero absceso es la ausencia de una pared definida28. En la nefritis multifocal son los mismos hallazgos excepto los múltiples lóbulos afectados.

La pielonefritis xantogranulomatosa se presenta como un proceso difuso o localizado y el hallazgo más común en la urografía es la presencia de un cálculo coraliforme (70 %), y un riñón no funcionante (80 %)11,13.15.25.42. En la tomografía la presencia de una masa, cálculo coraliforme, un riñón no funcionante y engrosamiento de la fascia de Gerota hace sospechar la presencia de esta patología13,28.

Tratamiento

El tratamiento lógico utilizando como premisa la palabra absceso fue el drenaje como primera instancia, la debridación y por último la nefrectomía. Con el advenimiento de mejoras en los equipos de control radiológico y ecosonográfico así como de los antibióticos y las experiencias derivadas de tratar los abscesos corticales, determinó que se pudieran dar tratamientos antimicrobianos con respuesta clínica dentro de la primera semana sin dejar secuela71719,33. Una terapia antimicrobiana empírica debe ser instaurada sobre la base de los gérmenes más frecuentes como son: E. coli, Klebsiella y Proteus. La duración de la terapia no está específicamente establecida y debe ser determinada particularmente en cada caso. Lo recomendado actualmente es continuar con antibióticos parenterales por lo menos 24-48 horas o hasta la resolución de los síntomas y la fiebre. Posterior­mente al obtener los resultados de urocultivo y antibiograma, se continúa con antibióticos orales los cuales deben ser continuados por espacio de dos semanas.

Algunos factores hacen que la terapia con antibióticos de entrada pueda fallar: abscesos grandes, uropatía obstructiva, edad avanzada, y urosepsis17193233. En estos casos el drenaje percutáneo combinado con la antibióticoterapia parenteral ha tenido muy buenos resultados5,33,38. Si se presenta el caso con uropatía obstructiva debe realizarse nefrostomía percutánea antes de estabilizarse al paciente o controlar la fiebre7. La nefrectomía sólo se reserva para aquellos casos con daño severo parenquimatoso, pacientes de edad avanzada o pacientes sépticos1.

En la pielonefritis xantogranulomatosa la cirugía es mandatoria en la mayoría de los casos, aunque se han reportado casos tratados únicamente con antibióticoterapia4. El diagnóstico por lo general no es hecho preoperatoriamente debido a que asemeja en la mayoría de los casos a un proceso oncológico, siendo la anatomía patológica la que define el diagnóstico. Después de la nefrectomía la evolución es favorable, sin evidencia de recidivas. Malek y col.25, recomiendan nefrectomías parciales cuando la enfermedad es focal y confinada al riñón (estadio I), o cuando afecta la grasa perinefrítica (estadio II). En niños se recomienda por lo general nefrectomía parcial debido a lo localizado que se encuentra en la mayoría de los casos. En los adultos la presentación por lo general es difusa, con extensión a la grasa perinefrítica (estadio II), o por fuera de esta última (estadio III). Las intervenciones quirúrgicas de estos casos son sumamente complicadas, ya que el proceso se complica en ocasiones con la existencia

de fístulas a las asas intestinales.

ABSCESO PERINEFRÍTICO

El absceso perinefrítico es causado por una gran variedad de microorganismos bacterianos, inclu­yendo los del absceso corticomedular el cual se rompe y drena hacia este espacio en la mayoría de los casos. Se pueden encontrar especies como Klebsiella, Enterobacter, Pseudomonas, Serratias y Citrobacter. Ocasionalmente enterococos y Estreptococcuspneumoniae19. Bacterias anaerobias como el Clostridium, Bacteroides y los Actinomices se pueden encontrar dando en ocasiones cultivos negativos1933. Igualmente infecciones fúngicas caracterizadas por la Candida albicans, así como por micobacterias. Estos abscesos son polimicro- bianos en un 25 % de los casos193334, por lo general los resultados de los cultivos de orina coinciden con los obtenidos en la muestra del absceso. Entre 20­40 % de los casos los hemocultivos son positivos3,39.

Estas colecciones se localizan entre la cápsula renal y fascia de gerota, la mayoría como resultado de una ruptura de un absceso intrarrenal o cortical así como pielonefritis crónicas o recurrentes sobre todo con la presencia de obstrucción o pielonefritis xantogranulomatosa1033343940. Otros eventos iniciadores incluyen la vía hematógena o linfática desde puntos distantes como pueden ser infecciones en piel63341, igualmente de otros órganos como: hígado, vesícula biliar, páncreas, pleura, próstata, área ginecológica y colon. Abscesos subfrénicos, empiema o fístulas nefro-bronquiales son producto de una extensión cefálica del proceso perinefrítico, con pocas posibilidades de extenderse a la cavidad peritoneal. Por lo general el absceso se confina dentro del área perinefrítica, pudiendo extenderse hacia las areas perirrenales determinadas por la anatomía de la fascia de Gerota18. La extensión hacia el músculo psoas y más caudalmente hacia la región inguinal y paravesical se debe a las diver­gentes capas de la fascia de gerota hacia estas áreas34.

Los factores predisponentes son en base los mismos de los abscesos corticomedulares agre­gándose: neoplasias, enfermedad poliquística, necrosis papilar, tuberculosis genitourinaria, tras­plante renal, trauma, administración de esteroides y usadores de drogas endovenosas. Hasta un 25 % de los pacientes son diabéticos.

Clínica

El síntoma más característico es la fiebre, dolor en flanco afectado se observa en 70 % - 80 % de los casos, sintomatología urinaria baja en un 40 %, así como náusea y vómitos. Al examen físico el dolor a la palpación en el flanco afectado, puñopercusión renal positiva así como la contractura abdominal dolorosa, confundiendo el cuadro con un proceso de irritación peritoneal. Presencia de masa palpable en flanco u abdomen se observa hasta un 50 % de los pacientes.

Laboratorio de rutina evidencia contaje de células blancas elevado, anemia en un 40 %. Piuria y bacteriuria están presentes, pero puede estar ausente en un tercio de los pacientes con 40 % de orina estéril. Hemocultivos positivos puede llegar hasta un 40 % de los casos.

El diagnóstico se hace difícil en ocasiones debido a lo insidioso y poco específico del proceso. Por lo general un tercio de los casos se diagnostica a su ingreso3-3334, otro tercio se hace en autopsia. Este proceso infeccioso se debe sospechar en pacientes con síndrome febril de origen desconocido, inmu- nocomprometidos o en aquellos casos de peritonitis inexplicable, abscesos en área ginecológica y empiema.

Los estudios radiológicos juegan el principal papel dentro de este proceso. La Rx de tórax puede mostrar una elevación del hemidiafragma con infiltrado basal o colección ipsilateral33 39. Rx de abdomen simple puede mostrar igualmente signos sugestivos como pueden ser: escoliosis, borramiento del área renal, obliteración de la sombra del psoas. Ecosonografía evidencia la presencia de masa, con paredes irregulares, multiloculada con presencia de ecorrefringencia interna. En ocasiones el ecoso- nograma puede presentar falsos negativos hasta un 36 % de los casos al compararlo con la tomografía9. La tomografía es el instrumento diagnóstico de elección para la identificación y extensión del absceso, igualmente para la descripción de la anatomía circundante la cual incluye el músculo psoas y la posible presencia de fístulas. La resonancia magnética es igual de eficaz a la tomo- grafía, con la única ventaja de ser utilizada en pacientes alérgicos a los medios de contraste.

Tratamiento.

Los abscesos perinefríticos están asociados a una alta tasa de mortalidad la cual se encuentra entre el 20 % - 50%. El uso de la terapia antimicrobiana debe siempre estar acompañada de drenaje percu- táneo guiado por tomografía o ultrasonografía. La cirugía abierta está indicada cuando ha fallado el drenaje percutáneo o cuando se hace necesario la nefrectomía7,33,35. La antibióticoterapia empírica debe darse de inicio contra los gérmenes gram- negativos uropatógenos más comunes y Estafilo- coccus aureus. Al obtenerse el resultado del urocultivo debe ser modificada los antibióticos acordes al resultado. Esto último en relación con la presencia de Pseudomonas, Micobacterias o infecciones micóticas.

Conclusión

La clasificación de los abscesos renales ha sido posible básicamente por los adelantos en el área de la radiología. Dicha clasificación incluye a las nefritis focales y multifocales, abscesos corticales, abscesos corticomedulares y la pielonefritis xanto­granulomatosa. Muchas veces la presentación clínica es difícil para poder diferenciarlas entre ellas, debido a la superposición de eventos que puede enmascarar el origen primario del mismo.

Los abscesos intrarrenales no complicados son tratados en forma exitosa con antibióticoterapia. La terapia contra el Estafilococo es sólo indicada en los abscesos corticales, pero para las demás formas de absceso la terapia tiene que ser dirigida a los más comunes uropatógenos gramnegativos. El absceso perinefrítico es el de peor pronóstico y difícil de tratar. El drenaje del absceso y en ocasiones la nefrectomía parcial o total con antibióticoterapia es requerida para su resolución exitosa.

 

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ESTENOSIS URETRAL

Dr. Leonardo José Contreras Zambrano


Son una de las patologías urológicas más complejas debido a sus alcances clínicos, histopatológicos, terapéuticos y pronósticos en los pacientes afectados.

Generalmente son el resultado a largo plazo de lesiones uretrales, cicatrices que determinan una disminución del calibre uretral o contracción circunferencial progresiva de la luz uretral.

Su origen puede ser traumático, inflamatorio, infeccioso (ETS) o asociado a manipulación uretral (sondajes, cirugía uretral, cirugía endoscópica prostatovesical) o por lesiones iatrogénicas al realizar con demasiada fuerza cualquier instru­mentación uretrovesical que causan daños uretrales que se convertirán en estenosis.

La estrechez uretral anterior se debe a una cicatriz en el tejido esponjoso (espongiofibrosis.)

La estenosis uretral posterior es un proceso obliterativo en la uretra posterior que ha resultado en fibrosis y es generalmente el efecto por trauma con fracturas de pelvis o por accidente de tránsito, heridas y arma de fuego o compromiso inflamatorio postquirúrgico (RTUP cirugía radical prostática).

La presentación clínica de esta entidad incluye el cortejo sintomático del síndrome obstructivo urinario bajo: disminución del calibre y fuerza del chorro, pujo, goteo postmiccional hasta retención aguda de orina, con residuo urinario significativo, infección urinaria a repetición y en ocasiones sepsis urológicas.

Recuento anatómico

La uretra masculina está dividida en cuatro áreas: prostática, membranosa, bulbar y peneana o péndula.

La piel genital tiene circulación sanguínea dual (proximal y distal) y bilateral, formando un sistema

fasciocutáneo.

El cuerpo esponjoso recibe sangre de la arteria peneana común, brazo terminal de la arteria pudenda interna, tiene además una circulación sanguínea dual, con ambos una proximal y una retrógrada a través de las arterias dorsales en el glande.

La clasificación quirúrgica divide la uretra en anterior y posterior, a su vez delimitada por el diafragma urogenital, dicho elemento está formado por el ligamento triangular y sus bordes antero- laterales se insertan en la arcada pubiana y los isquiones, por detrás se fija al músculo transverso del periné y se continúa con la fascia anal. La aponeurosis inferior de dicho diafragma se prolonga en la fascia de Scarpa, el dartos y la fascia lata en el muslo. La superior se vincula con la fascia pelviana.

La uretra posterior incluye la uretra prostática y la membranosa, y la anterior asocia lesiones de uretra bulbar y peneana.

Lesiones uretrales posteriores

Las fracturas pelvianas en un 5 % producen lesión de uretra posterior, lo que más frecuentemente sucede es la ruptura de la porción prostatomembranosa, por encima del diafragma urogenital, con ruptura de los ligamentos puboprostáticos y desprendimiento de la próstata de la conexión con el diafragma urogenital.

-Tipo I La uretra posterior se estira por ruptura del ligamento pubo prostático, no se rompe, sino que se forma hematoma en la fosa prostática.

-Tipo II La uretra se desgarra a nivel de la unión prostatomembranosa, por encima del diafragma urogenital.

-            Tipo III Lesión de la uretra membranosa con extensión al sector bulbar proximal y/o al diafragma urogenital.

Es de hacer notar que aunque la lesión típica es la tipo II al manipularse inadecuadamente, pueden pasar de un tipo II a un tipo III, cambiando de una vez la conducta y el pronóstico.

Lesiones vesicales asociadas

Pacientes con lesiones de uretra posterior debido a accidentes de tránsito con fractura de pelvis tendrán en un 10-20 % de las veces rotura intra o extra­peritoneal de vejiga.

Lesión uretral anterior

Son más comunes que las lesiones posteriores.

Casi siempre secundarias a traumatismos a horcajadas o en silla de montar, al caer sobre un objeto romo, esto comprime la uretra bulbar contra las ramas isquiáticas, determinando contusión de la pared uretral o sección parcial o completa. En ocasiones el compromiso es mínimo, con ligera hemorragia y fibrosis eventual; puede presentarse estrechez tiempo después, incluso hasta 6 ó 7 años posterior al trauma.

Otras causas de lesiones anterior lo son la activi­dad sexual, traumas cerrados, heridas penetrantes: cuchillos, armas de fuego, entre otras, y raramente secundaria a fracturas pélvicas.

La injuria uretral anterior se produce como consecuencia de la pérdida de la integridad parcial o total de la uretra y sus capas fasciales.

La rotura uretral contenida dentro de la fascia de Buck conlleva a la disección de la orina y sangre dentro de la piel del pene, semejando la apariencia de una manga.

Cuando la rotura con sangre, orina y pus entra al escroto y contenida por la fascia de Colles produce una apariencia de mariposa en el periné.

Estrecheces uretrales en los niños.

Pueden ser congénitas o adquiridas. Ocurren infrecuentemente.

Diversas causas se asocian: divertículos, estenosis de meato, inflamatorias por catéteres uretrales permanentes (látex y de calibre grueso), traumáticas, valvas uretrales.

Generalmente asociadas con una uretritis y ubicadas frecuentemente en las porciones pendular y bulbar de la uretra anterior, también se observan asociadas a la instrumentación iatrogénica, mayormente localizadas en las áreas más estrechas de toda la uretra, en meato uretral, fosa navicular, área bulbomembranosa y cuello vesical; o donde la uretra se encuentra en una posición fija (unión penoescrotal o porción membranosa).

Como consecuencia de la instrumentación urológica (pasaje de sondas, cistoscopios, catéteres) o después de procedimientos transuretrales (resección de la próstata o tumores vesicales).

Desafortunadamente la estenosis secundaria el trauma iatrogénico aún existe, pero en relación a la población infantil con el desarrollo de pequeños endoscopios y la limitación de indicaciones para cistoscopia, hoy en día se ven menos lesiones de este tipo.

Estenosis en la mujer

Son menos comunes en la mujer que en el hombre debida a su escasa longitud y movilidad relativa. Sólo fracturas pélvicas severas con desplazamiento óseo y con laceraciones del cuello vesical y vagina son responsables, mayormente en niñas o mujeres muy obesas.

DIAGNÓSTICO

La presentación clínica aunado al interrogatorio y algunos estudios básicos nos permiten verificar de que tipo de lesión se trata.

Los antecedentes médico-urológicos son importantes y averiguar si han habido traumatismo, cuál fue su intensidad, tipo de trauma para que en base a nuestra orientación diagnóstica, hacer los exámenes pertinentes para el diagnóstico preciso incluso de lesiones asociadas y orientar el diagnóstico.

Para dar un adecuado tratamiento es importante determinar la localización, longitud, profundidad y densidad de las estenosis.

El largo y localización lo puede dar la uretro- grafía, uretroscopia y el ultrasonido.

La profundidad y la densidad de la cicatriz dentro del tejido esponjoso puede ser deducido del examen físico (bastante difícil de precisar con exactitud).

La uretrografía retrógrada a baja presión sigue siendo el estándar inicial en la evaluación de toda uretra supuestamente estenosada.

En el pasado la uretrorragia, imposibilidad de orinar y una vejiga palpable eran la tríada clásica con lo cual se diagnosticaba la lesión uretral, signos que aún son valiosos, pero son inespecíficos, y su ausencia no descarta el compromiso.

La uretrografía se realiza con sonda de Nelaton o Foley, conectado a una jeringa con medio de contraste iodado, generalmente se coloca Foley 16 ó 18,2 a 3 cm proximal al meato peneano, se inyectan 1-2 ml de solución salina en el balón para fijar el catéter en la fosa navicular. Se coloca el paciente en posición oblicua de 25 a 35° y se toma una placa durante la instilación de unos 25 a 30 ml de material de contraste, de modo ideal debe contarse con control fluoroscópico.

Si el paciente ya cuenta con sonda de Foley y se confirma su posición en la vejiga, como muchas veces sucede, no debe retirarse y se postergan los estudios radiológicos como la cistografía miccional en ese caso.

En la actualidad realizamos uretrografía retrógrada dinámica con la fase de llenamiento uretral, la fase de vaciamiento que nos aporta datos funcionales en referencia a la eficacia miccional.

Si la evaluación del paciente ya no se realiza en el momento agudo, sino posteriormente, la evaluación secundaria incluiría estudios como uretrocistoscopia, flujometría, cistografía miccional, ultrasonido.

TRATAMIENTO

La ubicación, la longitud y la densidad de la estenosis, así como el estado general del paciente son los factores determinantes para seleccionar el tratamiento a seguir.

Siempre las opciones de tratamiento y sus porcentajes de éxito deben discutirse con el paciente, algunos pudieran escoger períodos de dilatación más que una detallada técnica abierta.

El método de la escalera reconstructiva se basa en el concepto de empezar con la técnica más sencilla y avanzar hacia métodos más complejos cuando los primeros esfuerzos fallan. La primera medida que se aplica para la estenosis uretral es la dilatación de la uretra, seguida de una uretrotomía interna y de una reconstrucción uretral abierta, según sea necesario. Gracias a los avances en las técnicas para la transferencia de tejidos, este protocolo es ya anticuado y se ha adoptado una técnica anatómica en que se utiliza determinado tratamiento según las necesidades de cada enfermo en función de la anatomía de la estenosis y las posibilidades de éxito.

Dilatación uretral

Es el tratamiento más simple y más antiguo para pacientes con estenosis uretral.

Se lleva a cabo dilatando en forma gradual la estenosis a lo largo de varias semanas e incremen­tando el calibre de la dilatación entre 2 a 4 Fr. Con este método el traumatismo uretral por dilatación es mínimo.

Para un paciente con estenosis mínima en forma de cicatriz mucosa uretral con espongiofibrosis leve o ausente, puede ser un método curativo.

La forma menos traumática para ensanchar la uretra es usar técnicas suaves en múltiples sesiones de tratamiento.

Anteriormente se utilizaban las bujías filiformes junto con los seguidores de Philips que se pasaban en forma gradual: introduciendo un catéter filiforme a través del área de estenosis como guía y luego se dilataba insertando catéteres cada vez más gruesos unidos al filiforme. En la actualidad existe un catéter balón de dilatación uretral, los cuales se pasan sobre una guía metálica, que previamente se coloca bajo visión endoscópica, posteriormente se infla el balón hasta dilatar la uretra.

Si las dilataciones se interrumpen, la estenosis uretral recurre.

Cuando es difícil introducir instrumentos dilatadores, cuando la estrechez posee una densidad que obliga a la repetición del procedimiento más de una vez cada 6 meses o cuando el proceso de dilatación es tan doloroso que el paciente sólo retorna para su tratamiento cuando sufre síntomas, deberá llevarse a cabo una reparación quirúrgica.

La fragilidad de la uretra fibrótica estenosada puede conducir a una extravasación urinaria.

Uretrotomía óptica o interna

Antiguamente se utilizaba el uretrotomo de Otis sin control endoscópico, en la actualidad se procede con uretrotomo óptico con hoja de bisturí fría, incisión longitudinal en hora 12 ya que la arterias uretrales transcurren por el área bulbar en horas 3 y 9; para que sea satisfactorio la incisión debe atravesar la espongiofibrosis hasta el cuerpo esponjoso sano subyacente.

La incisión se realiza introduciendo primero un catéter ureteral o una guía metálica a través del uretrotomo y se avanza la cuchilla bajo visión hacia el interior de la estrechez guiada por el catéter, cuando se desciende el extremo proximal del instrumento la hoja corta hacia arriba a través de la estenosis.

El éxito es mantener el diámetro luminal ampliado después de haber cicatrizado.

Los principales requisitos para la uretrotomía óptica:

-  Longitud de la estenosis menor de 1 cm.

-  Ubicación en la uretra bulbar.

-   Status no infeccioso urinario.

Las complicaciones de este procedimiento son sangrado uretral, ocasionar “falsas vías” y extravasación de líquido irrigante hacia tejidos peno- escrotales, perineales y tiene un alto porcentaje de recidivas.

La duración de la sonda posterior a la técnica varía por el tipo de estenosis, pero usualmente es por corto tiempo de 1 a 7 días.                                                   .

La uretrotomía interna bajo visión directa es un procedimiento razonable en la obliteración trau­mática de la uretra posterior. Si en la cistografía previa el cuello vesical es competente, se logra continencia postoperatoria. La mitad de los pacientes demanda reiteración de la cirugía endoscópica por estenosis significativa, y todos necesitan seguimiento a largo plazo para asegurar la permeabilidad uretral. La potencia no se afecta. El fracaso de la uretrotomía no impide la cirugía a cielo abierto ulterior.

Stents uretrales

Existen permanente y removibles.

Se utiliza en combinación con la uretrotomía interna.

Con los stents fijos se han reportado tasas de éxito de hasta 84% para estenosis uretrales cortas y para uretra bulbar.

Especialmente indicado en pacientes mayores de

50   años y con enfermedades severas asociadas.

Láser

Existen diferentes tipos dióxido de carbón, argón, KTP, Nd:YAG, Holmium:YAG y excimer.

El ideal es aquel que vaporice totalmente el tejido, no absorbido por el agua, poca destrucción de tejido periférico y fácil propagación a lo largo de la fibra.

Los resultados hasta ahora no han sido muy prometedores.

CIRUGÍA ABIERTA

ESCISIÓN Y REANASTOMOSIS

Se aplican sobre todo en estenosis cortas debidas a lesiones en silla de montar. Es probable que deban realizarse varias uretrotomías internas antes de recurrir a la uretroplastia Los requisitos son:

-        El área de fibrosis debe ser totalmente escindida

-        La anastomosis uretral debe ser ampliamente espatulada (ovoide)

-        La anastomosis libre de tensión.

En este procedimiento se libera el cuerpo esponjoso de sus inserciones faciales en los cuerpos eréctiles para permitir la sutura sin tensión. Esta maniobra protege la irrigación.

Generalmente se coloca sonda de cistostomía y se deja catéter uretral pequeño y suave.

Cuando el largo de la estrechez impide total excisión de la fibrosis es preferible realizar transfe­rencia de tejido.

RECONSTRUCCIÓN CON TRANSFERENCIA DE TEJIDO

Cuatro tipos de injertos se usan para reconstrucción uretral:

-        Injerto de piel de espesor total

-        Injerto de piel de espesor dividido

-        De epitelio vesical

-        De mucosa bucal.

Las características similares de la micro- vasculatura del epitelio vesical y bucal a la de la piel, hacen factible utilizar también esos injertos.

Cuando hay que transferir injertos el preferible es el de piel de espesor total con tejido libre de vello.

Se coloca sobre el área ventral de la uretra bulbar, se colocan puntos separados, pero algunos cirujanos emplean sutura continua de material absorbible.

El injerto debe cubrirse con tejido viable como el músculo bulbocavernoso, para asegurar la irrigación.

Otra opción es la colocación de injerto de espesor dividido en dos etapas en forma de malla.

Uso de flaps o injertos pediculados

Debe tomarse en cuenta:

Naturaleza del tejido del flap.

Vasculatura del injerto

Mecánica o técnica de transferencia del flap.

La piel debe ser sin vello por eso deben ser áreas amplias o redundantes del área genital.

URETROPLASTIA EN DOS TIEMPOS

Las indicaciones actuales de la reparación escalonada de las estenosis de la uretra membranosa son limitadas. Cabe considerarlo en los pacientes que presentan cicatrización perineal acentuada por intervenciones previas o por el traumatismo inicial, como podría ocurrir después de quemaduras o heridas de armas de fuego.

Este enfoque también es efectivo cuando existe daño de la uretra anterior y no puede movilizarse o su estado no permite la anastomosis término-terminal sin tensión en sujetos con abscesos perineales, fístulas infectadas o divertículos uretrales infectados con cálculos o sin ellos. La técnica seleccionada en estas circunstancias complejas debe asegurar el drenaje adecuado del material infectado y propor­cionar irrigación óptima al injerto.

Las técnicas más conocidas en este sentido son la de Turner-Warwick y la de Johansen.

Pubectomía en estenosis de uretra posterior

La indicación principal es acrecentar la visualización del área prostatomembranosa.

La pubectomía no es muy popular por el riesgo de hemorragia, la prolongación del acto quirúrgico, el dolor postoperatorio persistente y en contados casos incidencia de osteitis e inestabilidad pélvica.

Las indicaciones primarias son:

Mejorar la visualización

Resecar los trayectos y cavidades fistulosos. Eliminar el tejido cicatricial del vértice de la próstata.

Permitir la anastomosis sin tensión de los segmentos bulbar y prostático distal.

COMPLICACIONES POTENCIALES Y DESVENTAJAS DEL ALGUNOS PROCE­DIMIENTOS UTILIZADOS EN LAS LESIONES URETRALES.

Riesgos de los catéteres uretrales

Toxicidad propia por el material del catéter. Infección sobreagregada.

Evitar sonda no fenestradas y muy gruesas.

Riesgos de la dilatación simple

Falsas vías.

Incontinencia por lesiones esfinterianas.

Riesgos de la uretrotomía interna

Evitar incisiones en la región posterolateral por la proximidad de los nervios erectores (impotencia).

Evitar extensión distal de la incisión en el tejido esponjoso de la uretra bulbar ya que puede provocar espongiofibrosis.

Evitar extensión ampliada a ciegas con el uretrotomo óptico para ingresar en la uretra prostática, ya que puede crear una falsa vía, con eventual lesión del recto o del esfínter del cuello vesical.

Desventajas de los procedimientos de sustitución Injertos cutáneos libres: La incidencia de estenosis recurrentes es alta porque el injerto no se hace viable, sobre todo en áreas de fibrosis densa e infección.

Piel escrotal: La piel del escroto es una piel seca que es propensa a desarrollar reacciones excematosas e inflamatorias cuando hacen contacto con la orina, además es pilosa, por lo que puede asociarse con la formación de cálculos, infección secundaria y nueva estenosis.

Piel peneana: Es la más confiable sobre todo en injertos pediculados.

 

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TRAUMA RENAL

Dr. Leonardo G. Borregales C.


Introducción

Los traumatismos renales constituyen sin duda alguna un reto para el urólogo, en virtud que pueden

o  no estar asociados a lesiones de otros órganos intraabdominales que pueden comprometer la vida del paciente. Igualmente el trauma renal estará presente entre un 80 % a 90 % de los traumatismos cerrados de abdomen ', sin embargo, sólo un pequeño porcentaje (10 % a 15 %) de las lesiones renales en un paciente con traumatismo cerrado requerirá exploración y reconstrucción, por otro lado la mayoría de las lesiones renales por traumatismo penetrante requerirá exploración y probablemente reconstrucción2.

Clasificación.

Determinar con precisión el grado de la lesión renal es quizás el aspecto más importante para decidir la modalidad terapéutica a seguir. La Asociación Americana para la Cirugía de Trauma ha establecido una Clasificación de las Lesiones Traumáticas del Riñón en cinco grados. Las lesiones grado I y II son consideradas menores y son comúnmente manejadas en forma expectantes. Las lesiones grado III incluyen laceraciones profundas de la corteza renal pero no involucran los sistemas colectores, las lesiones grado

IV     y V son laceraciones profundas de la corteza renal con extravasación de orina, sangramiento retroperitoneal expansible con o sin lesiones vasculares3.

Clasificación de los traumatismos renales de acuerdo a la Asociación Americana de la Cirugía de Trauma

Grado                  Descripción

I          Contusión renal con hematuria, sin lesión re­nal demostrada por estudios radiológicos.

II       Hematoma perirrenal no expansible y bien contenido.

III     Laceración de la corteza renal > de 1 cm sin extravasación urinaria

IV     Laceraciones de la corteza renal con extensión a los sistemas colectores

V   Lesiones vasculares.

Aquellos pacientes con lesiones menores o lesiones mayores limitadas pueden ser considerados candidatos para observación. Por otro lado aquellos pacientes con lesiones mayores no limitadas, deberán ser operados a fin de reconstruir el parénquima renal, cohibir el sangrado, disminuir la posibilidad de sepsis, evitar cirugía secundaria y obviamente evitar nefrectomía secundaria.

EVALUACIÓN DEL PACIENTE CON TRAUMA RENAL

La evaluación del trauma renal comienza con un examen físico detallado, laboratorio, que incluya hematología completa electrólitos séricos, BUN, creatinina y examen de orina. Aunque la hematuria está presente en la mayoría de los pacientes con trauma renal, esta no se correlaciona con la severidad del trauma renal. El dolor abdominal, hematoma en los flancos o hipocondrios o fracturas costales deben alertar sobre la posibilidad de trauma renal, una masa palpable en el flanco pueden orientarnos sobre la posibilidad de trauma renal y/o hematoma retroperitoneal.

Los estudios radiológicos usualmente incluyen urografía de eliminación en aquellos pacientes cuyas condiciones generales sean estables, sin embargo, aquellos con inestabilidad hemodinámica pueden ser evaluados con urografía de eliminación de un solo disparo, realizada 10 minutos posteriores a la inyección del contraste (2 mL/kg). Aunque la urografía de eliminación detecta la mayoría de las lesiones renales, algunas radiografías pueden no ser específicas, mostrando imágenes corticales irregulares, extravasaciones limitadas, exclusiones parciales. Cuando sea posible la tomografía helicoidal computarizada de abdomen deberá ser el estudio de imágenes inicial en un paciente con trauma renal.

Indicaciones para cirugía

Algunos centros especializados en trauma han presentado sus estadísticas y han establecido que un 2,5 % de los traumatismos renales cerrados han requerido exploración, un 45 % de los traumatismos penetrantes por arma blanca han requerido exploración y un 73 % de pacientes con trauma renal por arma de fuego han requerido exploración4,5.

Indicaciones absolutas

La única y absoluta indicación para exploración renal consiste en el persitente y potencial sangramiento renal, diagnosticado por el sangrado renal continuo y por la presencia de un hematoma retroperitoneal pulsátil y expansible. Otros signos de sangrado renal persistente es la inestabilidad hemodinámica y los hallazgos preoperatorios de la tomografía helicoidal o arteriográficos que demuestren una lesión Grado V6.

Indicaciones relativas Parénquima desvitalizado

Una fragmento significativo de parénquima renal desvitalizado es una indicación relativa de cirugía, particularmente cuando se asocia a lesiones de otros órganos intraabdominales. Husmann y Morris7 han reportado que cuando una lesión renal grado III o IV son manejadas en forma conservadora, la posibilidad de complicaciones intrahospitalarias, tales como sepsis, aumentó en el número de días intra- hospitalarios y cirugía secundaria, puede alcanzar hasta un 80%. Estos mismos autores compararon los grupos de pacientes con lesiones Grado III y IV que fueron manejados conservadoramente, con aquellos que fueron inmediatamente explorados, determinaron que el primer grupo presentaba hasta un 80 % de complicaciones intrahospitalarias mientras que el 2do grupo presentaba sólo un 23 % de complicaciones intrahospitalarias.

Extravasación urinaria

La extravasación urinaria usualmente implica una lesión grado IV con laceración renales hasta los sistemas colectores, pero esto también puede ser causado por una ruptura del Fórnix. En la mayoría de los pacientes con lesiones grado IV entre un 75 % a un 85 % pueden ser observados, tomografías seriadas a fin de evaluar el grado de extravasación y la presencia o no de urinoma, el incremento del sangrado pueden eventualmente dar lugar a cirugía secundaria, si lo que existe es extravasación urinaria, urinoma y/o sepsis la colocación de catéter ureteral doble J o cirugía percutánea puede evitar la necesidad de exploración renal89.

Trombosis arterial

Las lesiones renales por desaceleración pueden provocar trombosis de la arteria renal principal o de sus ramas segmentarias, este accidente provocará isquemia renal y deberá ser resuelto antes de las primeras 12 horas a fin de salvar la unidad renal. Sin embargo, a pesar de que la revascularización sea efectuada en un tiempo inferior a las 12 horas la tasa de éxito obtenida oscila entre un 15 % a 30 %, es por esto que algunos autores la recomienda cuando exista trombosis de la arteria renal principal bilateral o cuando se presenta en pacientes monorenos10-12.

CIRUGÍA

Exposición y control vascular inicial.

La exploración renal deberá ser hecha a través una incisión transabdominal en línea media. La extravasación urinaria y el sangrado retroperitoneal provocará cambios en la línea de Toldt durante la maniobra de Catell para decolar el colon, las asas delgadas deberán ser exteriorizadas a fin de tener una excelente exposición del retroperitoneo.

El control inicial del pedículo renal deberá realizarse antes de la exploración renal para disminuir la pérdida sanguínea13.

Se realizará una incisión en el peritoneo posterior medial a la vena mesentérica inferior y sobre la aorta, esta incisión se extiende hacia el ligamento de Treitz para exponer y para identificar la vena real izquierda. La arteria renal izquierda se origina superior y lateral a la vena renal izquierda, una vez expuesto el pedículo izquierdo, se continua la disección lateral derecha a fin de exponer la arteria y la vena renal derecha. Una vez que se ha realizado la identificación y control vascular correspondiente, se realiza un maniobra de Catell del lado correspondiente a la lesión renal. Se evacua el hematoma y la extravasación de orina, de ser necesario puede colocarse clamp vascular sobre la arteria y la vena renal por un tiempo no mayor de 30 minutos sin que esto influya significativamente en la función renal, durante este tiempo se realizará la reconstrucción renal. Sin embargo, según McAninch14 la compresión manual del parénquima renal puede ser suficiente para controlar el 86 % de los sangrados renales.

Reconstrucción renal

El método de reconstrucción renal se efectuará de acuerdo al grado y localización de la lesión y no por las lesiones intraabdominales asociadas (colon, páncreas ), una vez evaluada el área renal lesionada, se realizará el debridamiento de sólo aquellas áreas desvitalizadas, si existe compromiso significativo de alguno de los polos renales deberá optarse por una polectomía Se realizará una hemostasia muy cuidadosa con sutura en ocho de crómico 4 - 0, y el cierre hermético de los sistemas colectores con una sutura continua de crómico 4 - 0. De ser posible se reaproximará en forma primaria el parénquima y la cápsula, o se colocará un pedículo de Epiplón entre la zona lesionada y el colon o el páncreas. Es sumamente importante mantener siempre la mayor cantidad de cápsula renal posible, a fin de asegurar a la hora del cierre una adecuada oclusión del parénquima o de cualquier otro tejido o material heterólogo (Gelfoam, Surgicel) que pueda inter­ponerse. Siempre deberá colocarse una adecuado sistema de Drenaje. Si el drenaje de orina persiste por más de 7 días se recomienda colocar un catéter ureteral doble J y sólo se retirará el drenaje retro­peritoneal una vez que haya cesado el drenaje1516.

Reparación reno - vascular

Las lesiones vasculares ocurren el aproxi­madamente 2,5 % de los traumas renales. La gran mayoría de las lesiones vasculares son irreparables y terminan en nefrectomía, sin embargo, cuando existe sólo lesión de la vena renal principal la nefrectomía puede ser necesaria en sólo 25 % a 55 % de los casos 17.

Cuando el área de infarto renal es pequeña y la cápsula renal está intacta, no es necesario realizar debridamiento ni exploración. Por otro lado cuando el área de infarto renal coexiste con área de laceraciones profundas es preferible realizar nefrectomía parcial o polectomía.

Las reparaciones de una arteria renal principal trombosada, raramente dan éxito, sin embargo, en caso de trombosis bilaterales o de presentarse en pacientes monorenos, se deberá resecar el segmento arterial trombosado y anastomosis utilizando vena ilíaca término terminal sin tensión, pueden considerarse dependiendo de las lesiones asociadas y de las condiciones generales del paciente la posibilidad de autotransplante renal18.

Cuidados postoperatorios y complicaciones

Los cuidados para pacientes con trauma renal se establecen de una manera similar a un paciente con cirugía transabdominal mayor, el uso de antibióticos de amplio espectro que incluyan gramnegativos y anaerobios. El catéter de Foley es retirado una vez que la orina es clara, el drenaje del retroperitoneo se retira cuando no haya drenaje, puede ser necesario medir el nivel de creatinina del líquido de drenaje del retroperitoneo. Una creatinina alta implica un drenaje de orina persistente y orienta a dejar el drenaje. Los pacientes con trauma renal pueden requerir entre 8 a 10 días de hospitalización. Se deberá realizar una tomografía helicoidal de abdomen para evaluar condición post-quirúrgica y se realizará gammagrama renal y depuración de creatinina, igualmente se recomienda determinar semanalmente la tensión arterial y examen de orina para descartar infección.

Las complicaciones tempranas incluyen: sangra­do, extravasación urinaria persistente y abscesos perinefríticos, estas se presentan en un 10 % de los pacientes. Entre las complicaciones tardías se describen la hipertensión arterial y las fístulas arteriovenosas.

 

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TRAUMA URETERAL, VESICAL Y URETRAL

Dr. Leonardo G. Borregales C.


TRAUMA URETERAL

Introducción

El manejo quirúrgico de las lesiones ureterales requieren un alto índice de sospecha, es por esto que el diagnóstico temprano y el conocimiento de la anatomía ureteral y de su irrigación es sumamente importante. Igualmente es el urólogo quien durante los procedimientos de ureteroscopía puede no intencionalmente ocasionar lesiones del uréter, en estos casos deberá estar entrenado para reconocer y tratar inmediatamente las mismas1,2.

Clasificación

La mayoría de las lesiones ureterales son producto de traumatismos penetrantes. Las lesiones ureterales por traumatismo cerrado (aceleración o desa­celeración) son raras, en estos casos las lesiones ureterales se observan frecuentemente en la unión uretropiélica.

Las lesiones ureterales por tanto pueden ser clasificadas en: lesiones ureterales penetrantes (arma de fuego, arma blanca) en lesiones ureterales por traumatismo cerrado de abdomen y lesiones ureterales iatrogénicas. En este grupo la ureteros- copia es responsable del 12 % de las lesiones ureterales, la cirugía ginecológica convencional, como por ejemplo la histerectomía es responsable entre 2,5 % a 3,5% de las lesiones ureterales, cirugía oncológica pélvica como la histerectomía radical es responsable del 15 % de las lesiones ureterales, la resección abdominoperineal del recto tiene una incidencia entre 0,3 y 6 % de lesiones del uréter3-5.

Diagnóstico preoperatorio

El diagnóstico de lesiones ureterales debe hacerse lo antes posible, en pacientes con traumatismo cerrado por desaceleración, en quienes se plantea la posibilidad de lesiones de la unión ureteropiélica, el examen físico muestra dolor en flanco y fosa lumbar. Entre 25 % a 45 % de estos pacientes pueden no tener microhematuria. Se deberá realizar urografía de eli-minación o tomografía helicoidal de abdomen con contraste endovenoso a fin de evaluar extravasa­ción. Si los estudios de imágenes no contribuyen a diagnosticar lesiones ureterales deberá realizarse cistoscopia y uretropielografía retrógrada bilateral6.

Diagnóstico intraoperatorio

La mayoría de las lesiones ureterales son diagnosticadas en el mismo acto operatorio. En casos de traumatismos penetrantes (arma de fuego o arma blanca), el uréter deberá ser expuesto total­mente y evaluar zonas de isquemia, área de avulsión, peristalsis, obstrucción por ligadura durante procedimientos quirúrgicos8.

En caso de lesiones por ureteroscopia, Segura establece una premisa que consideramos fundamental en la práctica endourológica, “ si usted cree que hay lesiones ureterales o hay dudas sobre el éxito del procedimiento, siempre coloque un catéter ureteral doble J y regrese más tarde ...”.

Manejo quirúrgico

Los principios para una reparación ureteral exitosa son: 1. movilización ureteral cuidadosa, 2. debridamiento del tejido ureteral no viable, 3. anastomosis mucosa - mucosa, 4. espatular ambos segmentos ureterales, 5. evitar tensión sobre la anastomosis, 6. realizar una anastomosis impermeable, 7. colocar siempre catéter ureteral doble J, 8. colocar epiplón alrededor del uréter si existen lesiones de otros órganos asociados (colon páncreas, vasos sanguíneos. 9. colocar un adecuado

drenaje.

Lesiones ureterales distales Ureteroneocistostomía.

Las lesiones del tercio distal del uréter, requieren reimplante ureteral, en estos casos manteniendo los principios arriba mencionados se deberá realizar un reimplante ureteral con técnica de antirreflujo (Politano - Leadbetter), siempre se colocará catéter ureteral doble J, tubo suprapúbico y se cerrará la vejiga en dos planos, una vez que la orina es clara se retira primero el Foley uretrovesical y 10 días posterior a la cirugía se retira el tubo suprapúbico, el catéter ureteral es retirado en seis semanas.

Psoas - Hitch

Cuando la longitud de la lesión ureteral impide un reimplante ureteral, un procedimiento de Psoas - Hitch o amarre al psoas deberá realizarse. Para obtener una mayor movilización de la vejiga, el pedículo vesical superior contralateral es ligado y dividido, la vejiga es abierta longitudinalmente y ascendida en sentido cefálico y lateralmente y suturada al tendón del psoas con sutura mono- filamento absorbible, una vez terminado el amarre al Psoas se realiza el reimplante ureteral con o sin técnica de antirreflujo, con sutura absorbible 5 - 0 siempre colocando un catéter ureteral doble J, se cierra la vejiga con sutura absorbible 3 - 0, en 2 planos y se coloca un tubo suprapúbico durante 2 semanas y el catéter doble J por 6 semanas1011.

Flap de Boari

Si la longitud del uréter impide un reimplante ureteral, aún utilizando un Psoas Hitch se recomienda realizar un flap de Boari, la longitud del flap de vejiga depende de la distancia entre la pared lateral posterior y el segmento distal del uréter.

La base del flap, está en la pared posterior y lateral de la vejiga en el lado de la lesión, el extremo de la pirámide truncada se levanta y se realiza un reimplante ureteral con o sin técnica de antirreflujo, utilizando sutura absorbible 5 - 0, se deja un catéter ureteral doble J. y luego se tubulariza la pared vesical con sutura continua absorbible 3 - 0 , hasta el cierre de la cistotomía, de ser necesario el flap de

Boari puede combinarse con un procedimiento de Psoas Hitch 12.

Lesiones del tercio medio del uréter. Ureterouretranastomosis

Aquellas lesiones del uréter medio cuando son producidas por traumatismos penetrantes (arma blanca o arma de fuego ) la primera opción es la anastomosis primaria del uréter término terminal. Siempre deberá realizarse un adecuado debri- damiento del uréter, espatular y realizar una anastomosis sin tensión sobre un catéter ureteral doble J con sutura absorbible 4 - 0, siempre se colocará un drenaje retroperitoneal.

Lesiones de la unión ureteropiélica.

Las lesiones por desaceleración (trauma cerrado), pueden dislocar el riñón y causar avulsión de la unión ureteropiélica. El diagnóstico se realizará mediante urografía de eliminación donde se observará extravasación perirrenal medial sin eliminación del contraste por debajo de la unión ureteropiélica. Las avulsiones completas de la unión ureteropiélicas deberán ser reparadas en forma primaria, realizando un adecuado debridamiento de las zonas isquémicas y llevando a cabo una anastomosis espatulada con sutura absorbible 4 - 0, manteniendo un catéter ureteral doble J. La necesidad de dejar un tubo de nefrostomía es preferido por algunos autores sobre todo en aquellos casos en donde la anastomosis ha sido difícil o cuando la posibilidad de instrumentación percutánea posterior pueda ser necesaria.

Complicaciones

Cuando las lesiones ureterales son diagnósticas y tratadas efectivamente las complicaciones más frecuentes son: infección urinaria, urinoma, hidronefrosis. Sin embargo, cuando no son diagnosticadas la sepsis, la pérdida de función renal, la fístula e incluso la muerte puede ocurrir en un 40% - 50% de los pacientes.

En aquellos casos en los que la lesión ureteral ha pasado inadvertida, es preferible realizar una derivación percutánea tipo nefrostomía hasta mejorar las condiciones del paciente w.

Introducción

Los traumatismos pélvicos están casi siempre asociados con lesiones importantes sobre el tracto urinario. Aproximadamente el 2% de los trauma­tismos abdominales involucran lesiones de la vejiga.

Aunque la ruptura vesical puede ser ocasionada por traumatismos cerrados o penetrantes, esta puede ser lesionada como consecuencia de procedimientos urológicos o como complicación de una cirugía ginecológica.

Es importante recordar que el 95% de los pacientes con fracturas de la pelvis ósea tiene una lesión vesical, bien sea por la penetración de esquirlas ósea hacia la vejiga o bien por la ruptura traumática de la vejiga estando llena durante el accidente 9-11.

Diagnóstico

Los pacientes con traumatismo vesical, usualmente están estables hemodinámicamente, con dolor en hipogastrio en el 62% de los pacientes, hematuria en el 82% de los casos.

Cuando exista sospecha de una lesión vesical, deberá realizarse una cistografía miccional, McAninch recomienda un estudio de tres placas, una placa previa para evaluar disrupciones de la pelvis, fracturas, una segunda placa con 300 ml de contraste inyectado y una placa miccional. Es muy importante recordar que durante la realización de la cistografía debe realizarse igualmente una uretrografía por la posibilidad que existan doble lesión uretral y vesical.

Con el advenimiento de los estudios de tomografía helicoidal, es una excelente práctica que en aquellos pacientes con traumatismo cerrado de abdomen, dolor en hipogastrio y hematuria, realizar uretrografía retrógrada y cistografía con 300 ml de contraste estudio que para evaluar lesiones asociadas puede ser de gran ayuda.

Los patrones radiológicos típicos de la ruptura extraperitoneal de la vejiga consiste en una colección densa en forma de “llama” alguna veces alrededor de los confines de la pelvis (escroto, pene). La ruptura intraperitoneal de la vejiga revela extra­vasación del contraste hacia los espacios parieto-

cólicos12-15.

Las lesiones extraperitoneales de la vejiga pueden ser tratados con una sonda de Foley N° 22 Fr. durante

2    semanas, antibióticos y analgesia. Se realiza cistografía miccional a las 2 semanas y el 97 % de los pacientes evolución excelentes. Si una lesión extraperitoneal coexiste con otras lesiones intra­abdominal que requieran cirugía la lesión vesical debe ser reparada16.

Las rupturas intraperitoneales de la vejiga por traumatismos cerrados de abdomen, deben ser reparadas en el momento del diagnóstico, Durante la reparación debe realizar una evaluación de la vejiga, no conformándose con cerrar la lesión visible, sino evaluando, meato ureterales, cateterizando ambos ureteres en caso de no tener estudios de urografía de eliminación o urotomografía con contraste. Debe realizarse debridamiento de los bordes no viables, y cierre en dos planos con sutura absorbible 3 - 016.

Las rupturas de la vejiga por trauma penetrante deben ser exploradas inmediatamente, una vez que se ha visualizado el interior de la vejiga y se ha comprobado la indemnidad de ambos meatos ureterales, trígono, cuello vesical y uréteres se cierra la vejiga en dos planos, con sutura absorbible 3 - 0. Las lesiones del uréter pueden estar presente en un 30% de las lesiones penetrantes de la vejiga en caso de dudas sobre la viabilidad del meato ureteral puede decidir sobre colocar un catéter ureteral doble J o reimplante ureteral inmediato, uniendo el catéter ureteral doble J a la sonda de Foley para retiro simultáneo a las dos semanas16.

TRAUMA URETRA ANTERIOR

Introducción

La incidencia de lesiones de la uretra anterior es relativamente baja por la movilidad que tiene esta parte de uretra, sólo el 10 % de los pacientes con lesiones del tracto urinario inferior tienen lesiones de la uretra anterior1718.

Diagnóstico

La compresión de la uretra bulbar, entre el borde inferior del sínfisis del pubis y el objeto que comprime es por lo general el mecanismo que acciona el traumatismo en la uretra. El 10 % a 20 % de los pacientes con fractura pélvica pueden tener lesiones de la uretra anterior, estos pacientes presentan dolor en el pene durante la relación, rápida detumescencia, edema y equimosis en el pene y ausencia de micciones. La presencia y extensión de un hematoma provee información acerca del grado de lo severo del trauma. Si el trauma respeta la fascia de Buck, el hematoma se concentrará en el pene, en cambio si existe ruptura de la fascia de Buck el hematoma alcanzará el pene y la pared anterior del abdomen.

La uretrografía retrógrada es el método inicial de diagnóstico, el cual nos proporciona información sobre si existe extravasación o no19'21.

Manejo quirúrgico.

Reconstrucción inmediata.

La colocación de un tubo suprapúbico y reparar luego la lesión de la uretra anterior y la reparación primaria, es todavía como en los casos de traumatismo de la uretra posterior, procedimeintos controversiales.

Las lesiones penetrantes de la uretra anterior deben ser reparadas primariamente con debrida' miento de los bordes necrótico, espatulación de los segmentos de uretra y anastomosis término terminal con sutura 5 - 0 sobre un Foley N° 16 Fr, el cual se deja durante 1 mes, posterior a lo cual se realiza uretrocistografía retrógrada y miccional1819.

Las lesiones de la uretra anterior por fracturas del pene deben ser reparadas en forma primaria por los riesgos potenciales de deformidad del pene, impotencia, o dolor durante las relaciones.

Reconstrucción tardía

El manejo definitivo de lesiones de la uretra anterior varían con la localización y la longitud de la estenosis, desde las dilataciones con Beniqué o bujías filiformes, uretrotomía internas endoscópicas, excisiones de la estenosis y anastomosis término - terminales, uretroplastias en 2 tiempos, uretroplastia con parches de mucosa. Algunos autores han recomendado la reparación tardía luego de 3 meses del accidente (Devine).

Uretroplastia término terminal.

La resección de estenosis menores o iguales a 2,5 cm de la uretra bulbar, y la anastomosis término terminal es recomendada por la mayoría de los autores. En estos casos se realiza un abordaje a través de una incisión en la línea media del periné, la uretra bulbar es expuesta a través de una sonda de Foley pasada a través del cuello vesical vía cistostomía, y colocación de foley retrógrado para evaluar distancia, el segmento de uretra estenótica es resecado, se espatulan ambos extremos y se realiza una anastomosis término terminal con sutura absorbible 5 - 0 sobre un Foley N° 16 Fr. El Foley se mantiene durante 2 semanas, para luego realizar una uretrografía retrógrada, se le recomienda al paciente uroanálisis y la posibilidad de dilataciones ulteriores.

Uretroplastia con mucosa bucal

Para estenosis de la uretra bulbar el uso de mucosa bucal (se remueve justo por debajo del conducto de Stenon). En estos casos se diseca el extremo estenótico de la uretra y una vez expuesto se abre longitudinalmente hasta que ambos extremos puedan ser calibrados hasta un 30 Fr. El parche de mucosa (aproximadamente 4 a 6 cm), es colocado a fin de construir el “ piso de la uretra” y suturado con sutura absorbible, luego es reaproximado el cuerpo esponjoso, es muy importante realizar este paso, porque es el cuerpo esponjoso quien proporciona la irrigación al parche.

Conclusiones

La uretrografía retrógrada y los estudios de resonancia nuclear magnética constituyen los dos métodos de elección para evaluar la uretra y la vejiga.

La ruptura extraperitoneal de la vejiga puede ser manejada en forma conservadora (sin cirugía), a menos que existan otras lesiones asociadas en cuyo caso deberán ser reparada en forma primaria.

La ruptura intraperitoneal de la vejiga debe ser repara en forma inmediata, siempre evaluando meatos ureterales, cuello vesical y uréteres.

Pacientes con ruptura de la uretra posterior debe ser manejada con tubo suprapúbico, las reparaciones tardías de la uretra posterior son preferidas a la reparación primaria.

Pacientes con ruptura de la uretra anterior por traumatismos penetrantes o por fractura del pene deben ser reparadas en forma primaria y aquellas estenosis de la uretra anterior menores de 2,5 cm pueden ser tratadas con resección y anastomosis termino terminal, aquellas cuya longitud sea mayor

de 2., cm deben ser reparadas por uretroplastia en dos tiempos o uretroplastia con parche de mucosa.

TRAUMATISMO DE URETRA POSTERIOR

Introducción.

Los traumatismos de la uretra posterior se presentan usualmente en pacientes con fracturas pélvicas en un 25%, y en pacientes con ruptura vesical entre un 10% a 20 % 23.

Diagnóstico

La presencia de uretrorragia y una glándula prostática alta son sugestivos de disrupción de la uretra prostatomembranosa, y el estudio radiológico por excelencia es la uretrografía retrógrada. McCallum y Colapinto 24 han sugerido una clasificación para las lesiones de la uretra posterior, en las lesiones tipo I, existe una lesión uretral posterior sin extravasación. En las lesiones tipo II, hay ruptura de la uretra posterior sin extavasación distal al diafragama urogenital, lo cuál sugiere indemnidad del diafragma urogenital. Las lesiones tipo III hay ruptura de la uretra posterior con lesión del diafragma urogenital.

Manejo quirúrgico Reparación inmediata

Las opciones de tratamiento inicial deberán plantearse en términos de las condiciones físicas del paciente, el tipo de lesión de la uretra posterior, la experiencia del cirujano. Sobre este tema existen posiciones como el realineamiento quirúrgico en todo los pacientes, otra posición es la colocación de un tubo suprapúbico 22 Fr. e intentar una reparación al estabilizar el paciente, el intento de realinamiento a través de equipo endoscópico puede ser útil, siempre teniendo en cuenta la posibilidad de producir abscesos pélvicos25.

Si   la ureterografía retrógrada muestra una lesión parcial de la uretra posterior, el intento de pasar un catéter de Foley N° 16 Fr. Puede eventualmente realinear la uretra, sin embargo, puede transformar una lesión parcial en una ruptura de la uretra.

Reconstrucción tardía

El manejo definitivo de pacientes tratados con cistostomía suprapúbica, se llevará a cabo aproxi­madamente 2 a 6 meses posterior al accidente. El procedimiento comienza con una uretrografía retrógrada y una cistografía realizada vía tubo suprapúbico, para determinar la longitud de la lesión de la uretra posterior. Estudio de resonancia nuclear magnética pueden proporcionar datos importantes como la distancia de separación, la dirección de la próstata en caso de disrupciones totales del diafragma

urogenital26,27.

La reconstrucción endoscópica de estenosis uretrales postraumáticas, es la primera elección, en todos los casos la utilización de brazo radiológico en C es de suma importancia a fin de ubicar segmentos uretrales, la tasa de éxito oscila entre un 69 % a 80 %, y una tasa de recurrencia entre un 25 % a 40 %.

En pacientes con rupturas de la uretra posterior, algunos autores han reportado hasta un 90% de éxito, colocando el paciente en posición de litotomía forzada, la uretra anterior es expuesta a través de una incisión en la línea media del periné, luego de una disección cuidadosa de los músculos bulbo- esponjosos, la disección se realiza hasta que la uretra bulbomembranosa fibrótica es resecada, pasando entonces un catéter de Foley N° 18 Fr. Se pasa a través de la cistostomía un beniqué anterógrado a fin de ubicar el extremo proximal de la estenosis, una vez ubicado, el extremo proximal es abierto y el extremo fibrótico es resecado, al tener ambos segmentos viables se dilata el cuello vesical hasta un 30 Fr y se inicia la anastomosis término terminal sobre un Foley N° 16 Fr utilizando sutura absorbible 5 - 0, impermeable, se deben colocar entre 8 a 12 suturas mucoso-mucosa, se mantiene el Foley por 30 días, si se obtienen micciones normales se retira la cistostomía26-28.

En algunos pacientes dada la complejidad de la ruptura hemos tenido la necesidad de realizar pubectomía, lo que no sólo proporciona una mejor visibilidad sino también 1 a 2 cm de uretra posterior.

 

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1.   BALANITIS Definición

Es la inflamación del glande peneano. Cuando la inflamación del glande se extiende también a la piel del prepucio se denomina balanopostitis.

Su complicación principal es la fimosis, que es la incapacidad de retraer la piel del glande por debajo del surco peneano (descubrir el glande), lo cual tiene implicaciones en la esfera sexual; en muchos casos el paciente deja pasar varios años antes de consultar, con lo cual se crea el circulo vicioso de fibrosis-atrofia de la piel del prepucio, imposibilidad de retracción de la misma sobre el glande peneano y al forzar la retracción del prepucio debido a las relaciones sexuales, se ocasiona la ruptura radiada del prepucio originándose inflamación de dicha piel con la posibilidad de infección por gérrmenes de piel con lo que se agrava la balanopostitis, es decir se agravan los cambios de elasticidad y resistencia de dicha piel; esto mejora usualmente con cremas esteroideas, automedicadas en la mayoría de los casos, las que ocasionan adelgazamiento y debilidad progresivo de la piel prepucial, produciéndose una alteración en las propiedades elásticas y de resistencia, agravándose el círculo vicioso del cual es difícil salir.

Causas de las balanitis

1.    Hombres no circuncidados y que tienen una mala higiene personal o que son promiscuos.

2.     Pérdida de la aireación natural que debe tener el pene por irritación del esmegma circundante y por la secreción alrededor del glande peneano,

(Extraído en parte del sitio WEB urologiaaldia.com propiedad del Dr J.C Potenziani)

con la consecuente inflamación y edema tanto del glande como de la piel que lo recubre. Se produce no sólo adherencia de la piel inflamada y edematosa al glande peneano (balanopostitis adhesiva), que cusa la condición fimótica sino que se produce un cambio muchas veces definitivo en la calidad de la piel prepucial, la cual paradójicamente debe ser elástica y fina pero a su vez muy resistente. Cuando pierde estas características, se hace dura, engrosada y fibrótica, y con cada relación sexual se produce la ruptura circunferencial de la piel y mucosas de dicho prepucio con el consiguiente cuadro inflamatorio que cierra un círculo vicioso que que es indicación de cirugía tipo circuncisión a corto o mediano plazo.

3.    Enfermedades de transmisión sexual (ETS) como la producida Cándida albicans u otras especies de cándida, usualmente asociadas a la presencia de hiperglicemia-diabetes; Gardnerella vaginalis (hemofilus), tricomonas, las dermatitis por colibacilos por relaciones anales sin la protección del preservativo. InfecciOnes anaerobicas, virus del papiloma humano (rara vez), Treponema pÁlido (sífilis), estreptococo del grupo B, Borrelia vincentii o vaginosis bacteriana.

4.     Promiscuidad sexual. El hecho de tener varias parejas al mismo tiempo produce una falta de “compatibilidad” con la flora vaginal “visitada” lo que redundará en un característico enroje­cimiento del pene con cada relación sexual, que el paciente interpreta como “traumático” y en la mayoría de los casos el paciente se automedica, colocándose cremas esteroideas, o antimicóticas o más frecuentemente cremas polivalentes con antimicóticos, esteroides y antibacterianos. Este procedimiento condiciona en la mayoría de los casos el agravamiento de la inflamación peneana y como resultado final la inflamación, edema y engrosamiento de la piel del glande y del glande propiamente dicho (balano-prostitis) con cambios del trofismo de la piel prepucial.

5.    Exceso de actividad sexual, con fricción excesiva de la piel del glande, bajo condiciones propensas para que se produzca dicha inflamación, como por ejemplo estar en playas, en sitios muy calientes, limitación para el aseo adecuado (con agua dulce), o por tener la pareja una condición ginecológica infectante (hongos, tricomonas, gardnerella) que ayudan a potenciar los efectos producidos por la excesiva actividad sexual.

6.     Diabetes. Es la condición subyacente más común asociada a balanitis y balanopostitis.

7.     Utilización de productos de higiene que causen irritación química de la piel del glande y del prepucio (jabones de soda, jabones detergentes, jabones desinfectantes) o lubricantes para la relación sexual como los derivados del petrolato (vaselina).

8.     Presencia de otras entidades clínicas edematosas como la insuficiencia cardíaca congestiva, la cirrosis hepática y las nefrosis.

9.     Alergia medicamentosa (sulfas, tetraciclinas) 10.Obesidad extrema

11.    Relaciones anales o vaginales sin la protección del preservativo, sin lavado inmediato del pene lo que lo deja en contacto directo con las secreciones anales o vaginales infectantes o con una flora vaginal “nueva” a la cual el pene no se ha habituado.

12.   Cáncer de pene (muy raro)

Incidencia

Es mucho más frecuente de lo que indican las estadísticas. Su incidencia en consultas urológicas (hospitalarias y privadas) en hombres sexualmente activos va del 10 % al 15% y del 2% al 4% en niños.

Manifestaciones clínicas en pacientes con balanitis

1.    Secreción en el glande (el pene luce siempre desaseado) con una secreción cristalina o con una película blanquecina mucosa que el paciente trata de eliminar aseándose varias veces al día, sin lograrlo.

2.     Dificultad variable en retraer la piel del prepucio sobre el glande peneano (desde dificultad mínima con escaso dolor, hasta la imposibilidad total de retraer dicha piel (fimosis) con dolor importante en caso de tratar de hacerlo), es decir dificultades mecánicas en la realización de la actividad sexual.

3.    En raros casos puede originarse disfunción eréctil, generalmente de tipo psicológico, al tartar de “evitar las erecciones y relaciones sexuales” porque saben que pueden ocaasionarle problemas.

4.     Trastornos miccionales (del acto de orinar), porque la presencia del prepucio sobre el glande ocasiona muchas veces alteración de la dirección del chorro urinario que puede ser embarazoso, y en las etapas extremas sobre todo en diabeticos al no poder retraer el prepucio se produce una obstrucción miccional con todas sus secuencias retrogadas (sobre vejiga, riñones produciéndose infecciones urinarias recurrentes).

5.     Dificultad de realizar a estos pacientes, cateterismos vesicales y/o exploración de vias urinarias bajas o altas por la imposibilidad de ubicar el meato uretral, el cual está usualmente “tapado” por la piel circundante que no puede retraerse.

6.     Inflamación y alteraciones de la calidad de la piel del prepucio (explicado anteriormente) así como de las características del glande propia­mente dicho, que al principio aparece enrojecido e inflamado pero si el problema permanence largo tiempo, se producen lesiones atróficas de piel y mucosas del glande, convirtiéndose en un glande leucoplásico. En ocasiones se producen sobre la piel del glande y prepucio ulceraciones por lo que se debe hacer un diagnóstico diferencial con infecciones producidas por hemofilus ducreyi, herpes genital, o con sífilis.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial se debe establecer

con:

Fimosis Parafimosis Herpes genital

Chancro blando o infección por hemofilus ducreyii.

Candidiasis genital

Psoriasis

Leucoplasia

Liquen plano Síndrome de Reiter Cáncer de pene

Alergias medicamentosas (sulfas, iodo polivinil- pirrolidona)

Exámenes diagnósticos

Estudios de laboratorio: glicemia en ayunas, cultivo de secreciones del glande y prepucio, frotis y cultivo de secreciones uretrales (cuando estén presentes), serología para sífilis (VDRL, FTA adsorbido)

Tratamiento médico en pacientes con balanitis.

El tratamiento médico farmacológico está indicado en pacientes que presenten balanitis sin fimosis difícil de retraer. El tratamiento médico- farmacológico se deja para aquellos casos simples de balanitis en los que no haya cambios definivos (fibrosis, engrosamiento y pérdida de elasticidad) sobre la piel del prepucio los cuales se tratan con cremas esteroideas y con ejercicios de retracción del prepucio para ir lograr la mejoría del caso.

1.     Diariamente descubrir el glande (retrayendo el prepucio) y lavar con agua tibia y poca cantidad de jabones neutros (jabon de glicerina, jabones de bebé,jabones de avena), una o dos veces al día según el grado de secreción de la piel del glande.

2.     En niños utilizar por muy poco tiempo y en poca cantidad, cremas antibióticas.

3.     De ser posible realizar cultivo de la secreción de la zona (glande) para aplicar el tratamiento específico por ejempo, si hay candidiasis colocar cremas tipo clotrimazol, si hay infección por Gardnerella vaginalis dar tratamiento con metronizadol 500 mg bid por 7 días, en este último caso se debe acompañar de lavados del pene una vez al día con soluciones de iodopoli- vinilpirrolidona, se deben evitar los excesos para no provocar una dermatitis irritativa; si hay infección por otros gérmenes se deben indicar lavados antisépticos como mencionamos anterior­mente y dar antibióticos específicos. Es impor­tante tratar a la pareja.

4.     Un tratamiento que ha dado excelentes resultados inclusive en casos en los que la balanitis ha originado cambios de la calidad de la piel del prepucio, es sumergir el pene en infusion fría de manzanilla por 10 minutos diarios durante 7 días lo que ayuda a devolverle a la piel y al glande su trofismo original.

5.     En los casos de balanitis con tendencia a la resequedad de los tejidos se recomienda la utilización de cremas hidratantes a dosis adecuadas para no propiciar cuadros de candidiasis.

Tratamiento quirúrgico en pacientes con balanitis

Es una cirugía que se puede realizar con anestesia

tópica, local y/o con sedación profunda o anestesia

peridural en quirófanos de cirugía ambulatoria.

1.     Dilatar suavemente el anillo de piel prepucial que se ha formado con la balanitis usualmente crónica con la ayuda de una pinza de Cryle y que podemos ver fácilmente si retraemos suavemente la piel prepucial, con lo cual queda evidenciado el anillo fibrótico y blanquecino que aparecerá en un momento dado de la retracción del prepucio.

2.     Dilatar y resecar la banda fibrótica de tejido esclerosado de la piel prepucial, como si fuera una circuncisión. Si hay adherencias de la piel prepucial al glande, éstas se deben separar con suavidad y con el lavado constante con soluciones antisépticas (iodo-polivinil-pirrolidona).

3.     En casos agudos de parafimosis, donde haya edema importante y posiblemente infección de la piel prepucial (sobre todo visto en casos de diabetes) y no se pueda o no se deba resolver inmediatemente (quirúrgicamente) la fimosis secundaria, se puede realizar una incisión lineal en el prepucio dorsal para poder resolver la isquemia producida por la retracción a presión de la parafimosis, y luego de algunas semanas se puede realizar cirugía ambulatoria con extir­pación de la banda fibrosa de prepucio ocasionó el cuadro inicial.

Recomendaciones generales a los pacientes con balanitis

1.   Higiene adecuada del área genital, sobre todo en diabéticos y obesos que son propensos a la balanitis. Ésta debe ser realizada con jabones neutros (de glicerina, jabones de bebé, jabones de avena).

2.     Lavado inmediato, después de cada relación sexual.

3.     No colocarse talco en el área balanoprepucial o en el área escrotal y menos aun que contengan anttibacterianos porque secan demasiado la piel prepucial, predisponiéndola a rupturas que serán la causa de nuevos episodios de balanitis.

4.     Evitar la promiscuidad sexual con reducción del número de parejas.

5.     Utilización de preservativo en sus relaciones “nuevas” así como en las relaciones que puedan presumir que su pareja tenga vaginitis de cualquier etiología.

6.     No tener relaciones anales sin la proteccion del preservativo, porque además de producir severas balanitis, se pueden producir cuadros agudos de uretroprostatitis.

7.     En los diabéticos mantener un estricto control de la glicemia a través de consultas con su endocrinólogo-médico internista. Así como reduccion de peso en casos de obesidad.

2.    EPIDIDIMITIS Definición

Es una enfermedad frecuente en la consulta urológica diaria y consiste en la inflamación o infección del epididimo, el cual es una estructura de las vías seminales que está localizada inmedia­tamente por arriba del testículo, y que está destinada al almacenamiento de los espermatozoides produ­cidos por la espermatogenesis testicular y donde terminan su maduración y capacitación fecundativa específicamente en la cabeza epididimaria.

Cuando la inflamación-infección se extiende hacia el testículo, se convierte en una epididimo- orquitis.

Causas de epididimitis

1.     Producida por microorganismos patógenos que provienen de la glándula prostática y del conducto deferente (infección retrógada).

2.     Hay causas específicas de acuerdo a la edad del paciente y que tendrán que ser investigadas por el médico.

I.        En varones prepúberes los microorganismos más frecuentes son los colibacilos (Escheri­chia coli); también se deben descartar en este grupo las anomalías estructurales de las vías urinarias (cuya incidencia alcanza entre el 50-60%).

II.      En varones en edad sexual activa y por debajo de 40 años, las enfermedades de trasmisión sexual (ETS) son las principales causantes de epididimitis; entre estas la más importante es la uretritis por Chlamydia trachomatis (50­70%), seguida por la uretritis gonocócica.

III.   Por encima de los 35 - 40 años los colibacilos son las bacterias predominantes y responsables de la inflamación epididimaria, usualmente por coitos anales sin la protección del preser­vativo, sin excluir totalmente la infección ETS.

IV.    En mayores de 45-50 años la epididimitis se debe a reflujo urinario desde la uretra prostá­tica por los conductos eyaculadores, conducto deferente y cabeza epididimaria, que causa en la mayoría de los casos epididimo-orquitis bacteriana. Esto usualmente tiene 5 orígenes clínicos:

a.       Por inflamación-infección de la glándula prostática (síndrome de prostatitis).

b.       Por coitos anales sin la protección del preservativo, lo que origina prostatitis aguda y/o crónica reagudizada que lleva a un aumento de la incidencia de epididi- mitis.

c.        Por crecimiento prostático sintomático benigno o maligno concomitante con cuadros de prostatitis.

d.       Por antecedentes de cirugía prostática o de manipulación instrumental en pacientes con prostatitis crónica bacteriana.

e.        En pacientes con diabetes mellitus que espontáneamente o provocado por cirugía o instrumentacion urológica puedan tener una incidencia elevada de epididimitis. La diabetes como factor de riesgo para el desarrollo de epididimitis se presenta a cualquier edad.

3.    Producida por traumatismos usualmente depor­tivos (sobre todo en pacientes jóvenes)

4.     En raras ocasiones se puede producir por exceso de actividad sexual, que se comporta como una prostatitis con reflujo retrógrado de orina estéril

o    infectada (epididimitis denominada química).

5.    En pacientes con SIDA se pueden ver epididimitis ocasionadas por especies de cándida.

6.     En casos de orquitis urliana (parotiditis con afectación secundaria en los testículos)

7.     Por hábitos aprendidos de culturas asiáticas como por ejemplo aguantar la eyaculación.

8.     Por excitación sexual constante sin desahogo (eyaculación-orgasmo)

Manifestaciones clínicas de la epididimitis.

1.     Comienzo insidioso con molestias en el área de proyección del conducto deferente y del cordón espermático, es decir en el área inguinal, fosa ilíaca del lado del epidídimo afectado (usualmente el lado izquierdo), progresando a su punto máximo de sintomatología en las primeras 24 horas de iniciado el cuadro clínico. Posteriormente el dolor se va haciendo cada vez más preciso sobre el área epididimaria por lo cual hay dolor a nivel escrotal-testicular. Si la epididimitis se debe a ETS, además del dolor arriba mencionado, habrán todos los síntomas típicos de una inflamación-infección uretral (ardor urinario, frecuencia urinaria, secreción uretral leve, moderada o intensa, dolor uretral, y sensación punzante a nivel de la trayectoria uretral).

2.     En la epididimitis de varios días de evolución hay compromiso inflamatorio de las bolsas escrotales, con dificultad para precisar al examen la cabeza epididimaria, porque el edema impide la palpación de los anexos testiculares.

3.     En pacientes mayores de 45 años hay síntomas de obstrucción de la salida vesical como frecuencia urinaria, ardor de urinario (disuria), nocturia, tenesmo vesical, y urgencia urinaria, con grados variables de retención urinaria.

4.     En casos con infección importante podemos tener fiebre, escalofríos. náuseas, vómitos, dolor abdominal. dolor en flanco y fosa ilíaca, secreción uretral, y síntomas intensos de infección urinaria (síntomas irritativos).

Hallazgos al examen físico en pacientes con epididimitis

1.     En las primeras horas de instalada la epididimitis el epidídimo está levemente engrosado, levemente inflamado y doloroso en grados variables, sin afectación testicular, con signo de Prehn positivo (disminución del dolor epidi- dimario al elevar el escroto). A medida que pasan las horas y días el epidídimo se va inflamando al punto que se hace difícil palparlo y diferenciarlo del testículo circundante.

2.     La infección inicial epididimaria dejada a su evolución presenta signos epididimo-escrotales que van desde escroto eritematoso y edematoso, escroto fijo a los anexos epididimarios, fluctua­ción escrotal por la presencia de abscesos con todo el cortejo sintomático característico de los abscesos y por último en un alto porcentaje se puede presentar hidrocele secundario al proceso inflamatrio-infeccioso epididimario-testicular.

3.      Si la epididimitis fue ocasionada por una enfermedad de trasmisión sexual se presenta secreción uretral, sensaciones punzantes en la uretra, disuria y síntomas urinarios como frecuencia urinaria, nocturia y urgencia.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial de la epididimitis se

plantea con las siguientes entidades nosológicas.

Infección urinaria

Torsión testicular

Torsión de apéndice epididimario

Quiste epididimario

Congestión del muñón epididimario postvasectomía

Espermatocele

Hidrocele del cordón

Tumor testicular con necrobiosis tumoral

Varicocele

Diagnóstico en pacientes con epidimitis

1.   Examen simple de orina: sedimento con caracte­rísticas inflamatorio-infeccioso en más de la mitad de los pacientes, con presencia de bacteriu- ria, piuria, mucina abundante y hematuria.

2.     Hematología completa: leucocitosis con desviación a la izquierda (neutrófilos elevados).

3.     Examen en fresco y cultivo de secreción uretral.

4.     Despistaje de enfermedades de trasmisión sexual (tales como gonorrea, uretritis no gonoccoica por Chlamydia trachomatis, Ureaplasma urealitycum, Micoplasma hominis, trichomonas, SIDA, candidiasis.

5.      Estudios imagenológicos: se recomienda ecosonografia escrotal con transductores de pequeñas partes de alta resolución (6,5 o 7,5 Mhz). Es nustra experiencia que el ultrasonido bidimensional es más útil que el Doppler porque con este último se puede generar confusión del cuadro clínico-inflamatorio. El ecosonograma es útil en el diagnóstico diferencial entre procesos inflamatorios-infeccioso epididimarios y procesos de tipo vascular anexial o del cordón espermático (torsión de apéndices anexiales, torsión testicular).

La gammagrafia testicular es útil para determinar la perfusion testicular pero no para determinar anomalías estructurales. En los casos de torsión testicular hay disminución de la perfusión y en en la epididimitis la perfusión está normal o aumentada.

El ultrasonido Doppler color se utiliza para determinar perfusión testicular y detalles anatómicos de los testículos y sus testiculares y sus anexos. En un testículo normal con disminución de la onda de pulsación Doppler el diagnóstico a descartar es torsión testicular. En cambio un epidídimo engrosado con aumento de la onda de pulsación Doppler es característico de epididimitis.

Tratamiento.

1.   Diagnóstico del caso lo más preciso posible.

Al momento de tener el cuadro agudo de la epididimitis es importante diferenciar si se trata de un caso simple de epididimitis o de un cuadro de torsion testicular puesto que las conductas son diferentes. Así sepamos que las edades más propicias para una torsión testicular son entre los

12             y los S0 años, nuestra recomendación es que estemos siempre muy atentos de estos casos desde el punto de vista de controles clínicos, ecográficos y gammagráficos y Doppler color que es la única manera de evitar la confusión diagnóstica. En ocasiones por el tiempo de instalación de la epididimitis, los datos de perfusion testicular pueden confundir con una torsión testicular (casos muy raros).

2.      Antibióticoterapia

Siempre se deben administrar antibióticos, aun cuando los resultados del urocultivo y del Gram de la secreción uretral sean negativos. Si el paciente es menor de SS años ese deben utilizar antibióticos que cubran infecciones de trasmisión sexual como la doxiciclina por l0 a l4 días, la azitromicina l gramo una o dos veces con intervalo de una semana y una cefalosporina de tercera generación, por ejemplo ceftriaxone 1 gramo intramuscular o endovenosos diario por l a 3 dosis. Si tiene más de 35 años se deben recomendar antibióticos que cubran los colibacilos como fluorquinolonas por 10 a 20 días y trimetroprim-sulfametoxazol por 10 a 30 días.

3.    Analgésicos

Acetaminofen, dipirona, aspirina, ketoprofeno entre otros

4.     Antiinflamatorios (AINES)

5.     Suspensión escrotal

Es importante mantener el escroto lo más arriba posible, porque al estar libre hala el cordón espermático y la cabeza epididimaria ocasionando inflamación y dolor. La mejor suspensión escrotal se realiza con interriores o trajes de baño apretados y en segundo lugar con suspensorios escrotales manufacturados con tal propósito.

6.       Frío local

Aplicaciones de hielo dos a tres veces por día (1 a 2 horas por ocasión), tiene buen efecto anti­inflamatorio.

7.     Limitar los ejercicios físicos

No realizar actividades tipo levantamiento de pesas, aparatos multifuerza, bicicleta, montañismo, o trotar.

8.      Limitar las relaciones sexuales

Porque produce incomodidad y episodios dolorosos que se pueden evitar.

Indicaciones de hospitalización.

La mayoría responde satisfactoriamente con tratamiento ambulatorio, sin embargo se considera la hospitalización en los siguientes casos:

a.       Dolor intratable que no cede con los medicamentos dados ambulatoriamente.

b.       Náuseas y vómitos interfiriendo con la terapia oral

c.        Posibilidad clínica de la presencia de abscesos en el área epididimo-testicular

d.       Pacientes con signos de toxicidad infeccioso (sepsis)

e.        Pacientes que no mejoran en los primeros tres días de la terapia ambulatoria

f.        Pacientes con inmunodeficiencia de etiología variada

g.               Cuando el diagnóstico no está del todo claro.

h.       Pacientes diabéticos con alguno de los puntos anteriores.

10.    Tratamientos quirúrgicos en pacientes con epididimitis

a.       Bloqueo anestésico del cordón espermático

b.       Si vemos que el dolor persiste, o que hay signos ecográficos de colección pururlenta considerable o que con las maniobras usuales no tenemos resultados beneficiosos se puede considerar la exploración escrotal o la aspiración del área epididimaria guíada por ultrasonido ambas en la práctica diaria se realizan rara vez.

c.        En casos verdaderamente contados y sólo cuando hayan abcesos de la cabeza epididimaria con componente inflamatorio- infeccioso del área del cordón espermático y del testículo puede estar considerada la epididimectomía del lado de la afección.

Recomendaciones generales.

1.  Acudir inmediatamente al urólogo.

2.   Recomendar un tratamiento preciso y advertirle los signos de alarma ante los cuales debe consultar de nuevo al urológo( fiebre persistente, dolor en aumento, signos de absceso epididimario- testicular-escrotal, toque del estado general, naúseas y vómitos)

S. En casos de epididimitis por enfermedades de trasmisión sexual es importante recomendarle tratamiento a la pareja.

4.     Recomendar de manera insistente la utilización de preservativo.

5.    Recomendar no esforzarse (pujar) al momento de la relación sexual, sobre todo a nivel de la eyaculación-orgasmo.

ó. Si el paciente tiene síntomas de infección urinaria (ardor urinario, frecuencia urinaria, nocturia, urgencia urinaria, dolor al orinar o ganas de seguir pujando al terminar de orinar), debe acudir al médico a la brevedad posible porque puede tratarse de episodios episecundarios de epididimitis. No realizar en esos días ejercicios tipo multifuerzas, o escaladora o pesas o relaciones sexuales con esfuerzo importante porque pueden producirse cuadros clínicos de epididimitis.

1.     Dolor crónico a nivel inguino-escrotal-testicular, que lleva a una repercusión negativa sobre la calidad de vida del paciente, debido a las limitaciones que conlleva en algunos aspectos de su vida deportiva, familiar, social, íntima, profesional). El dolor mejora en los primeros 4 días de tratamiento. Sin embargo, es bueno advertirles a los pacientes que la dureza de la zona epididimaria dura semanas y a veces meses. En raras ocasiones el dolor puede durar meses.

2.     Quistes inflamatorios secundarios en áreas anexiales (testiculares o del cordón)

3.     Infertilidad por factor epididimario-obstructivo (sobre todo cuando ha tenido cuadros repetitivos de epididimitis) y si la epididimitis ha sido bilateral (complicación tardía)

4.     Abscesos escrotales y epididimarios

5.     Epidídimo-orquitis

6.      Sepsis punto de partida urológica.

7.      Gangrena de Fournier (fascitis necrotizante del escroto, ingle y pared anterolateral abdominal)

8.     Puede producirse hipotrofia o atrofia testicular por la intensidad de la inflamación-infección del área (disminución importante del volumen o tamaño testicular a los meses del episodio agudo).

3.   VARICOCELE Definición

Dilatación anormal de las venas testiculares y del plexo pampiniforme que puede ocasionar alteraciones de la calidad seminal (oligoaste- nozoospermia), alteraciones del volumen y función testicular ipsilateral y ambos pueden ocasionar transtornos de la fertilidad y en raros casos molestias testiculares.

La definición de varicocele subclínico es aquel varicocele detectado por cualquier método (por ejemplo ecosonografia escrotal, con diametros venosos mayores de 2mm) excepto por el examen físico, en un paciente que no tiene anormalidades a la palpación escrotal (Eskew)

Existe una clasificación que lo divide en subclinico, pequeño, mediano y grande, o por grados en grados S, I, II y III.

Varicocele subclínico o grado S: no palpable y solamente diagnosticable por ecografía escrotal u otro método y que es descubierto o bien casualmente o         como parte de exámenes diagnósticos de inferti­lidad o por investigación de causas de disminución del volumen testicular (hipotrofia).

Varicocele pequeño o grado I: Solamente palpable con maniobras de valsalva.

Varicocele mediano o grado II: Palpable sin maniobras de Valsalva

Varicocele grande o grado III: Visible a simple vista, sin necesidad de recurrir a la palpación, pero confirmada por ella y sin necesidad de maniobras de Valsalva. Es la denominada “bolsa de gusanos” por su semejanza con la utilizada en pesca.

Incidencia

El varicocele se presenta con una incidencia del 15% en la población masculina general, en 35% de los hombres evaluados por infertilidad primaria y en más del 80 % de hombres con infertilidad secundaria.

La mayoría de los varicoceles ocurren del lado izquierdo (80-85 % de incidencia), el varicocele bilateral está presente en 15 % a 20 % de las veces. La incidencia del varicocele derecho sólo es extremadamente raro (2 %). El 30 % a 45 % de pacientes con infertilidad tienen varicocele. En cambio 15 % a 17 % de pacientes con varicocele son infértiles. Solamente el 15 % al 20 % de los adultos que presentan varicocele son infértiles.

Con cirugía el 30 % a 45 % de los varicoceles tienen una mejoría de las pruebas funcionales (espermogramas computarizados, determinaciones ecosonográficas del volumen testicular, determi­nación de gonadotrofinas séricas, test de estimulación de homornas liberadoras de gonadotrofinas (GnRH) para identificar una disfunción de la células de Leydig y por supuesto biopsias testiculares) y de estos un 40 % o más lograrán embarazar a sus pareja. Se menciona que los pacientes sometidos a varicocelectomía son candidatos a técnicas de reproducción asistida. Según Stone, se mejoran los parámetros seminales en 50-70 % de los casos sometidos a varicocelectomía (por cualquier técnica), y 35-50% de las parejas lograrán un embarazo después de la varico­celectomía.

Según Pianalto el varicocele bilateral es mucho más frecuente que lo que se sospechaba; varía entre un 15 % y un 57 %, lo más frecuente es la presencia de varicocele izquierdo clínico y varicocele derecho subclínico y de acuerdo a sus evaluaciones los resultados del tratamiento del varicocele bilateral, sobre la espermatogenesis en 207 pacientes (1992­1998) una mejoría cuando la cura es bilateral.

Muchas escuelas urológicas no realizan trata­miento quirúrgico de los varicoceles subclinicos (Jarow), pero en la práctica clínico-quirúrgica hemos visto mejoría de los parámetros seminales y los porcentajes de embarazo en la pareja son superiores en los tratados quirúrgicamente de manera bilateral.

Cozzolino y Lipshultz (2001) señalan que el varicocele es la causa de fertilidad susceptible de corrección y con mejor pronóstico. Por lo tanto la cura quirúrgica de varicocle es la principal cirugía que se realiza en hombres afectados de infertilidad. Señalan que el paciente con varicocele aún cuando no tenga alteraciones de los parámetros seminales, puede posteriormente tener deterioro de la función testicular y por ende infertilidad. Esto tiene una gran importancia, porque implica que los pacientes con varicocele y en edad reproductiva, deben tener evaluaciones períodicas, porque un espermograma normal puede presentar alteraciones posteriormente. Un varicocele puede tener efecto tóxico progresivo sobre la espermatogenesis testicular y puede conver­tirse en un problema irreversible si no es tratado a tiempo.

La identificación de estos pacientes actualmente tiene limitaciones clínicas. Sin embargo, se deben realizar espermogramas computarizados, determina­ciones ecosonográficas del volumen testicular, determinación de gonadotrofinas séricas, pruebas de estimulación de hormonas liberadoras de gonadotrofinas (GnRH) para identificar una disfunción de la células de Leydig así como biopsias testiculares, para detectar cambios incipientes en la fisiología testicular producidos por el varicocele.

Varicocele en la adolescencia

Según Fontaine y colaboradores el varicocele es frecuente en los adolescentes (15% de promedio) con riesgo de ocasionar efectos perjudiciales sobre el crecimiento testicular y sobre la espermatogénesis; esta última se agravará en proporción directa con el tiempo que esté presente el varicocele.

Fideleff y colaboradores en el año 2000, tratando de descubrir marcadores pronósticos del daño testicular en pacientes pediátricos con varicocele llegaron a la conclusión que no hubo correlación entre grado del varicocele y mediciones séricas hormonales, ni tampoco hubo alteraciones histológicas-morfológicas en las células germinales, pared de los túbulos seminíferos o intersticio en los diferentes grados de varicocele. No hay en definitiva marcadores bioquímicos que hagan la predicción del daño testicular.

Con relación a la fertilidad futura de los adoles­centes con varicocele es imposible establecer pronósticos. La hipotrofia testicular junto con varicocele sintomático o varicocele grado III en adolescentes, es indicación formal de tratamiento. La hipotrofia testicular refleja las repercusiones testiculares, pero su asociación con infertilidad la desconocemos; al tratar el varicocele se trata la hipotrofia testicular.

El varicocele en los adolescentes (12-2ó % de incidencia) es de especial importancia, debido a las implicaciones que tiene sobre la esfera de la fertilidad y que este puede ser el único momento en la vida de ese joven, para evitar una hipotrofia testicular o inclusive para revertirla si ya ha ocurrido.

El varicocele causa disminución de la función testicular en relación directa con el tiempo trans­currido; por lo cual la presencia de varicocele en los pacientes prepúberes o adolescentes reviste especial importancia pues un diagnóstico precoz y un tratamiento a tiempo evitan una hipotrofia testicular y en caso de ya haberse presentado, recupera el volumen normal después de operado, mantiene una función hormonal normal, mantiene y preserva una espermatogenesis normal, y en consecuencia se evita un caso de infertilidad en el adulto (Chan).

Kass y colaboradores en una exhaustiva revi­sión del varicocele en la adolescencia y mencionan aspectos de gran interés como que el grado clínico I es el más frccuente para ellos con un 9,4 % de incidencia. El grado II y el grado III tienen una incideicia del S,ó % y del 1,7 % respectivamente. Hay una relación directa entre el grado clínico y la disminución del volumen testicular y por ende con la posibilidad de repercusión negativa sobre la fertilidad futura de ese adolescente. Un punto importante que hay que tener en cuenta que el efecto gonadotóxico del varicocele no se puede medir por los parámetros seminales porque en el período puberal no existen los espermatozoides como tal y deben pasar tres años después del comienzo de la pubertad para medir seminalmente el alcance gonadotóxico del varicocele.

Kass refiere que del 1S% de la población mascu­lina que desarrolla varicocele sólo una parte desarrollará infertilidad, por tanto es bastante difícil saber a ciencia cierta qué adolescente con varicocele tendrá problemas de infertilidad, por lo cual queda como indicación formal de cirugía en adolescentes cuando haya volumen testicular disminuido sustancialmente uni o bilateralmente, un retraso en el crecimiento del testículo del lado del varicocele, dolor persistente, varicocele bilateral, o alteraciones importantes de los parámetros seminales (en la adolescencia tardía). De lo contrario se debe controlar al paciente anualmente en relación al volumen testicular y si fuera posible en relación también a los parámetros seminales.

Patogenia

La dilatación anormal (más de 2 mm) de los componentes del plexo venoso pampiniforme puede producirse por varias causas, muchas de ellas en conjunto, se mencionan ausencia de valvas venosas en la vena espermática interna, desembocadura en ángulo recto de la vena espermática izquierda sobre la vena renal izquierda, efecto o fenómeno casca­nueces donde la vena renal izquierda es comprimida entre la arteria mesentérica superior y la aorta lo que produce un aumento en la presión venosa en la vena espermática o gonadal izquierda. La vena testicular izquierda es significativamente más larga que la vena testicular derecha. Valvas venosas ausentes o incompetentes pueden ser la causa de la formación del varicocele.

Uno de los factores deletereos del varicocele sobre el volumen y la función testicular es la alteración del mecanismo termorregulador originado por el reflujo sanguíneo que elevaba la temperatura intraescrotal y con ello causaba problemas.

El volumen de ambos testículos es semejante, puede haber una diferencia entre ambos no mayor de

2    cc por lo tanto la evaluación siempre debe ser comparativa.

También se mencionan factores predispo-nentes entre los que se cuentan antecedentes familiares (padres, abuelos, hermanos) y la práctica de ejercicios tipo pesas o multifuerza que aumenten de manera constante e intensa las presiones intravenosas por valsalva.

De manera anecdótica se mencionan a los tumores renales derechos de volumen considerable como etiología de varicocele derecho único (extremada­mente raro). En general cualquier tumoración en el espacio retroperitoneal que comprima el sistema venoso (grandes tumores renales, tumores retroperitoneales variados, así como el carcinoma suprarenal cortical, pueden potencialmente ocasionar varicocele derecho).

Skoog y colaboradores demostraron que en el adulto hay una relación directa entre varicocele y una espermatogenesis incompleta, con detención de la misma a nivel de las espermatides y esperma- tocitos.

Datos históricos

En la Grecia Clásica se describía la asociación entre venas escrotales dilatadas y atrofia testicular del mismo lado (siglo VI-V aC).

En el Siglo de oro del Imperio Romano (Siglo I A.D) en el texto médico De Medicinia, Celsio famoso médico romano da crédito a los griegos en la descripción previamente mencionada aunado al hecho de que la reducción del volumen testicular es más intensa si el paciente tiene problemas de mala nutrición. En el siglo XVI Ambrosio Paré (1517­1590) famoso médico renacentista describió esta anormalidad vascular como “sangre melancólica”. En el siglo XIX el cirujano británico Barfield propuso por primera vez la relación infertilidad-varicocele.

La primera descripción de recuperación de la fertilidad posterior a una ligadura de varicocele fue descrito en el año 1929 (Macomber-Sanders)

Dentro de las repercusiones que ocasiona la dilatación anormal de las venas del plexo pampiniforme tenemos la hipotrofia testicular y la alteración de los parámetros seminales y ambos llevan a grados variables de infertilidad.

Teorías que explican la afectación de la espermatogénesis.

Las teorías que se postulan para explicar la afectación de la espermatogenesis (descritas por Zorgniotti y McLeod) denominado efecto gonodotóxico son:

1.     Elevación de la temperatura escrotal (0,6°C-

0,              8°C) lo que ocasiona una alteración en el mecanismo de intercambio de calor a nivel de la espermatogénesis (efecto gonadotóxico)

2.     Alteración en el eje hipotálamo-hipofisis- gonadas.

3.     Estancamiento de sangre en el sistema circulatorio testicular con falta de oxigenación (hipoxia) en la espermatogonia (etapa primitiva del espermatozoide)

4.     Reflujo de metabolitos de desecho de la circulación suprarenal y renal por la vena

espermática.

5.      Supresión de la producción de testosterona con disminución de la hormona luteinizante (LH); y estos son los casos que tratados muchas veces empíricamente mejoran con tratamiento a base de gonadotropinas coriónicas humanas o citrato de clomifeno, porque se produce aumento de los niveles de testosterona intratesticular.

El análisis del semen en pacientes con infertilidad sumado a la presencia de varicocele se conoce en urología como semen con “patrón de estrés” y se caracteriza por oligospermia (disminución del número de espermatozoide por cc es decir de la densidad espermática, que repercutie en el contaje total (densidad por volumen total del eyaculado). Además tendremos astenospermia, es decir disminución de la motilidad del espermatozoide, tanto en su velocidad (micras por segundo) como en su calidad de motilidad y tendremos una zoospermia que es la alteración de las formas del espermatozoide entre las cuales hay un número elevado de formas acintadas (tapering form) por arriba de un 7 % y una elevada porporción de formas inmaduras del espermatozoide y en ocasiones hemos visto una verdadera inversión de las formas normales y anormales (60 %-40 %) es la proporción.

La presencia de semen con patrones infecciosos agrava la situación puesto que se suma el deterioro ocasionado por las toxinas infecciosas de los microorganismos presentes en las vías seminales.

CUANDO HAY INFERTILIDAD Y EXISTE UN VARICOCELE, ESTE SERÁ EL RESPON-SABLE HASTA DEMOSTRAR LO CONTRARIO (30-40 %) CUANDO HAY UN VARICOCELE, NO SIEMPRE EL PACIENTE TENDRÁ DETERIORO DE SU FERTILIDAD (DEL 15 % DE INCIDENCIA GENERAL DE VARICOCELE, SOLAMENTE 5 % TENDRÁ INFERTILIDAD)

Silber 2001 refiere que el aspecto más contro­versial en el tema de la infertilidad masculina es el varicocele. Hay estudios muy bien llevados y realizados por grupos de investigadores de renombre que han concluido que la varicocelectomía no tiene efectos sobre la fertilidad en hombres con parámetros seminales deteriorados. Pero también hay trabajos que preconizan lo contrario, por lo cual la contro­versia continúa.

El motivo que lleva al paciente con varicocele al urólogo de manera característica no es el dolor o molestia escrotal ( que es extremadamente rara), sino la búsqueda de una causa de su infertilidad y en contadas ocasiones la presencia de una masa irregular y blanda en el escroto, que se confunde con patologías testiculares, o como hallazgo casual en exámenes físicos de rutina en empresas (exámenes de pre- empleo) o en el servicio militar, como un hallazgo casual.

El examen físico debe realizarse siempre de pié y realizando maniobras de valsalva, si existe duda, sobre todo si no se localiza a la palpación indicios de varicocele debemos agregar al examen físico una ecosonografia escrotal de la cual hablaremos más adelante.

El varicocele se debe clasificar por grados como los mencionamos al principio.

También se debe medir el volumen testicular (con orquidómetros de consultorio) para determinar posible repercusión en el tamaño o volumen del testículo ipsilateral al lado del varicocele. En algunas ocasiones hemos tenido la rara asociación de infertilidad-varicocele subclínico (solamente diagnosticado por ecosonografia escrotal) e hipotrofia testicular confirmada no sólo por la medición con el orquidómetro, sino con la ayuda ecográfica.

Algo importante debemos medir la diferencia entre los dos testículos (de su eje mayor o longitudinal) y si difiere en más de 0,S cm se considera como significativo el hallazgo y se debe profundizar en el estudio del paciente (pruebas funcionales); esta medición debe siempre ser confirmada por mediciones ecográficas (mucho más precisas).

El diagnóstico diferencial se debe establecer con otras patologías escrotales-testiculares que pudiera tener el paciente como:

1.   Lipoma del cordón

2.   Hernia inguinal indirecta

3.   Quiste del cordón espermático

4.    Quiste de la cabeza epididimaria

Otro punto importante en el examen fisico de pacientes con varicocele e infertilidad, es descartar otras causas de infertilidad y entre estas las más frecuentes y significativas son las patologías anexiales, deferenciales y testiculares.

Es así como descartar patologías epididimarias con aumento de volumen y de consistencia de las cabezas epididimarias, están asociadas a patologías inflamatorias crónicas usualmente de etiología prostática-deferencial-epididimaria-testicular.

Por lo mencionado anteriormente se hace indispensable realizar tacto prostático para descartar patologías inflamatorias que secundariamente puedan afectar la esfera seminal del paciente y por ende su capacidad fértil.

Estudios por imágenes en pacientes con varicocele 1.  Ecografía escrotal simple con transductores de 7,5 Mhz

Es el estudio más indicado para diagnosticar el varicocele (por arriba del propio examen fisico palpatorio). Rifkin en 19S3, fue el pirmero en reportar la aplicación de la ecografia escrotal al diagnóstico de varicocele. Determina no sólo la presencia de várices del plexo pampiniforme al estar éste dilatado por encima de 2 mm de diametro venoso, sino que nos da otras informaciones de gran importancia entre las cuales tenemos el volumen testicular, detalles ecográficos del testículo en sí, descartando lesiones de ocupación de espacio, características ecográficas del parénquima testicular (de gran importancia) en los pronósticos del caso clínico, características de la presencia o no de líquido dentro de la capa vaginal testicular, patologías de la cola, cuerpo y cabeza epididimaria (diagnóstico diferencial y factor pronóstico), presencia o no de lesiones quísticas o tumorales en el cordón espermático.

2.     Ecosonografía-Doppler

Útil en casos dudosos (raras ocasiones). Con el se diagnostica el reflujo venoso tanto desde el punto de vista auditivo como impreso en el polígrafo en versión blanco-negro o en color. Se utiliza en casos de varicocele subclínico que no sea muy claro en la ecosonografía escrotal simple con transductores de alta resolución.

3.   Termografía escrotal

Este estudio se utiliza de ocasionalmente, para confirmar la presencia de un varicocele subclínico, para hacer el seguimiento de un caso clínico o para detectar recurrencias postqui- rúrgicas. No es de uso masivo.

4.   Venografía

Se utiliza cuando al paciente se le va a realizar una embolización como opción terapéutica. Útil en casos de recurrencia postquirúrgica del varicocele. Ayuda a ubicar la causa y localización de la recurrencia. Niedzielski (2001) determinó que la venografia intraoperatoria disminuye el porcentaje de recurrencia. Venas comunicantes derecha-izquierda pueden estar presente en pacientes adolescentes con recurrencia después de varicocelectomía.

5.      Gammagrafía escrotal

Minayoshi (2001) correlacionó la hemodinámica de los varicoceles del lado izquierdo con e spermatogenesis postvaricocelectomía, comparando la curva de actividad en el tiempo (TAC) del hemiescroto izquierdo con la arteria femoral y el músculo femoral se precisan tres tipos de curva :TAC-1 donde la curva se eleva tan rápidamente como en la arteria femoral; TAC-

3,             donde la curva se eleva tan lentamente como en el músculo femoral y TAC-2, intermedio entre las dos. La comparación de dicha curva (TAC) del hemiescroto izquierdo antes y después de la varicocelectomía demostró que los pacientes TAC-1 y TAC-2 fueron mejores candidatos para cirugía (varicocelectomía) que los pacientes TAC-3. La hemodinámica de la vena espermática interna y del plexo pampiniforme en pacientes TAC-3 es diferente de aquellos pacientes TAC-

1        yTAC-2 .

Tratamiento del varicocele.

El tratamiento del varicocele detiene los efectos nocivos de éste sobre la función testicular, y en un alto porcentaje de casos mejora la espermatogenesis así como la función de las células de Leydig. Promueve una esteroidogénesis normal en el testículo y ayuda a mantener un nivel de testosterona sérica normal. Mientras mayor sea el varicocele reparado mayor será también la mejoría de los parámetros seminales (Brandell)

1.    Cirugía

Existen tres alternativas quirúrgicas, la vía retroperitoneal, la vía inguinal-subinguinal, la vía inguinal con ayuda de lentes de aumento (Goldstein) y la vía laparoscópica. Las complicaciones en general con las técnicas quirúrgicas son la aparición de hidrocele en el período postperatorio (3-30 %), recurrencia-persistencia del varicocele (10-45 %) y daño a la arteria testicular con producción de hipotrofia o atrofia testicular consecutiva.

La vía inguinal clásica fue descrita por Ivanesse- vich (1960), utilizando el mismo abordaje de la herniorrafia inguinal. Esta técnica clásica realiza una incisión sobre el anillo inguinal interno hacia el anillo inguinal externo, con abertura de la fascia del oblicuo externo, con exposición del cordón espermático y del plexo pampiniforme, con ulterior disección y sección del plexo pampiniforme venoso dilatado. Se describe 7 % de hidrocele consecutivo.

Posteriormente Amelar y Dubin en el año 1977 hacen una modificación a la técnica clásica. Propo­nen la vía subinguinal la cual es más inferior a la anterior, no incinde la fascia del oblicuo externo y realiza el mismo procedimiento con el plexo pampiniforme dilatado. Provee un excelente acceso a las colaterales cremastéricas y el porcentaje de recurrencia es de menos del 10 %. El tiempo de recuperación y de reintegro a las actividades del paciente es menor a 7 días. El porcentaje de atrofia testicular postquirúrgica y la formación de hidrocele es menor que con cualquier otra técnica. El tiempo operatorio es muy rápido (10 a 15 minutos por cada lado). La desventaja que se describe con esta técnica es que al hacer el abordaje más inferior podremos conseguir más venas por lo cual se hace más tediosa la disección y ligadura de las mismas.

Nuestra casuística de más de 18 años con la técnica subinguinal nos hace recomendarla amplia­mente. Sugerimos para obtener un mejor resultado final los siguientes datos: Si hay varicocele bilateral, así sea subclínico el del lado derecho, operarlos en la misma sesión quirúrgica; realizar una incisión de piel del ancho de un farabeuf, no incindir la fascia del oblícuo externo; hacer una “mínima movilización del cordón espermatico” (no exteriorizar el cordón y mucho menos exteriorizar el testículo); colocar solamente un separador de Farabeuf pequeño debajo del cordón (a manera de soporte) para facilitar la cirugía y no requerir ampliaciones de la misma; abrir el músculo cremaster y cerrarlo de nuevo, postligadura y sección de las venas dilatadas del plexo pampiniforme para evitar adherencias dolorosas del cordón; evitar seccionar la mayor cantidad de linfáticos posibles al denudar lo mejor posible las venas dilatadas, para ocasionar la menor cantidad de hidroceles postvaricocelectomía, evitando la ligadura en bloque de los cordones venosos dilatados y ligando individualmente dichas venas dilatadas y cuando se tengan pacientes con oligospermia severa o con altos indicios clínicos de tener alteraciones histopatológicas del testículo y por ende de su espermatogenesis, realizar biopsia testicular bilateral “mínima”. Posteriormente recomendamos reposo por 7 días y colocación de frío local inguino-escrotal y suspensión escrotal por

1   mes.

La técnica inguinal con microscopia de Goldstein (varicocelectomía microquirúrgica), se hace con el único objetivo de preservar la arteria espermática, cremásterica y deferencial y la mayor cantidad de conductos linfáticos posibles.

Se hace una incisión transversa a nivel del anillo inguinal externo, ligando con la ayuda del micros­copio todas las venas excepto las venas deferenciales. Se reduce la persistencia-recurrencia del varicocele a un 0-2 %, y los porcentajes de complicaciones estarán en el orden del 1% al S % (Chan). Tarda 25 a ó0 minutos por cada lado operado, que es excesivamente largo. Sin embargo, está creciendo en popularidad debido a que permite una mejor identificación de venas colaterales (cremás-tericas, extraespermática, plexo venoso periarterial, colate­rales del gubernaculum testis), a que las arterias testiculares se identifican fácilmente y a que los conductos linfáticos se presevn de la mejor manera evitando hidroceles.

La varicocelectomía laparoscópica realizada por primera vez en 1992 en la Universidad de Iowa por Donovan y Winfield, aisla la vena espermática interna cerca de la desembocadura de la vena renal izquierda y ocasiona bajos índices de recurrencia- persistencia (ó-1S%). Tiene un corto tiempo de recuperación, las complicaciones son raras (hidrocele 0-4 %), no están descritas recurrencias en las series investigadas. La curva de aprendizaje puede ser variable. Puede producir enfisema escrotal, omalgia por irritación diafragmática. Es una cirugía que está contraindicada en pacientes con cirugía abdominal extensa previa.

La vía retroperitoneal descrita originalmente por Palomo en 1949, realiza una incisión transversal paralelo al ligamento de Poupart, 3 cm por arriba del anillo inguinal interno, se llega hasta la fascia del oblícuo externo y se incinde en la dirección de sus fibras, posteriormente se separan el oblícuo interno y el músculo transverso y se separa el peritoneo medialmente quedando los vasos gonadales los cuales son ligados. El porcentaje de recurrencia es del 0% al 1S%, es un procedimiento rápido; se produce hidrocele en 3% a 33% de los casos (Galejs) En la población pediátrica (prepúberes y adoles­centes) Pintus y colaboradores (Urology 2001), demostraron en 99 pacientes que la técnica retroperitoneal o de Palomo es el procedimiento más efectivo para el tratamiento quirúrgico en adolescentes debido a que es la ténica que menor porcentaje de recurrencia produce (1,SS%).

2.       Embolización-escleroterapia percutánea de las venas espermáticas internas.

Es un procedimiento reciente (197S). Se realiza o por vía retrogada (vena femoral derecha-vena cava inferior-vena renal izquierda-vena espermática interna) cuyas complicaciones son: reacción al contraste utilizado, dolor en el flanco, migración de materiales embolizantes, infección, tromboflebitis, hidrocele y punciones arteriales y que sea imposible de practicar (S% a 30%) sobre todo del varicocele derecho.

Por vía anterograda (al aislar una vena del plexo pampiniforme del escroto), la colocación de un alambre o balón en la vena espermática interna. Tiene un tiempo operatorio bajo (10-1S minutos), tiene porcentaje de recurrencia-persistencia menor, excepto en casos de grandes varicoceles (grado III) donde el porcentaje de recurrencia alcanza un 2S- 30% y también tiene un porcentaje menor de no poderla realizar. En 1% de los casos se presenta atrofia testicular por daño a la arteria espermática. La complicación del procedimiento se presenta en aproximadamente 10% de los casos y éxito terapéutico en un S0-100% de los casos.

¿Por qué recurre o persiste un varicocele?

a.     Por no haberse ligado las venas concomitantes (plexo periarterial de venas muy finas) que acompañan a la arteria espermática.

b.     Presencia de colaterales paralelas inguinales o retroperitoneales que emergen del testículo (del gubernaculum testis) y se anastomosan a venas retroperitoneales ligadas pero que se anastomosan a su vez con la sección proximal de la vena espermática interna ligada más inferiormente.

c.     Presencia de venas cremastéricas dilatadas

d.       Presencia de venas colaterales extraespermáticas. Por supuesto al no poder identificarlas, éstas serán las responsables de la persistencia- recurrencia del varicocele y con ello del posible factor de perturbación de la espermatogénesis y por ende del funcionalismo testicular.

3.       Biopsia testicular (opcional) en relación al contaje espermático en el examen de espermograma preoperatorio (x3)

Tiene una importancia significativa, sobre todo en casos de oligospermia severa, como en aquellos casos que tenemos reducción importante del volumen testicular (hipotrofia) uni o bilateral, que nos de la posibilidad de explicar de manera convincente una posible causa de falla en la obtención de embarazo posterior a la cura de varicocele o una ausencia de mejoría de los parámetros seminales alterados previos a la cirugía.

Inclusive la biopsia testicular bilateral, da la indicación para una terapia andrológica coadyuvante precisa y facilita un pronóstico más acertado del caso clínico. Por último da la posibilidad de orientar el caso hacia otras técnicas de fertilización o inclusive de fertilización con semen heterólogo o inclusive de llegar a la adopción en caso de tener patrones histológicos irreversibles y no querer la pareja utilizar semen heterólogo.

 

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